54 Revista Memoria Política No. 12/2008: 54-70 ISSN: 1316-712X Democracia Participativa y Socialismo Liberal: En el umbral de la Posdemocracia María Isabel Puerta R. RESUMEN Este trabajo constituye una propuesta doctoral con la que se pretende elaborar el concepto de Posdemocracia, partiendo de la caracterización de la Democracia Participativa y del Socialismo Liberal, identificando sus premisas fundamentales, estableciendo los aspectos en común que presentan ambos modelos políticos, lo que involucra profundizar en la Democracia y el Socialismo como modelos. Para ello se aspira revisar aquellos autores considerados clásicos en la teoría tanto de la Democracia como del Socialismo, así como los contemporáneos que han estado orientando su trabajo hacia la reflexión sobre la Democracia en nuestros tiempos. Este es un acercamiento dentro del contexto de la Teoría Política, lo que representa un estudio exploratorio de naturaleza descriptiva, basado en un diseño no experimental, que contempla la revisión teórica para la formulación de la categoría conceptual propuesta. PALABRAS CLAVES: Posdemocracia Democracia Participativa. Socialismo Liberal. ABSTRACT This research constitutes a doctoral proposal which intends to elaborate the concept of Posdemocracy, starting off of the characterization of the Participative Democracy and the Liberal Socialism, identifying its fundamental premises, establishing the aspects in common that they display both political models, which involves to deepen in Democracy and Socialism as models. In this sense it pretends to review those authors considered classic in the theory of Democracy as of Socialism, as well as the contemporaries who have been orienting their efforts towards the reflection about Democracy in our times. This is an approach within the context of the Political Theory, which represents an exploratory study of descriptive nature, based on a nonexperimental design that contemplates the theoretical revision for the formulation of the proposed conceptual category. KEY WORDS: Participative democracy, Liberal Socialism, Posdemocracy 55 En tiempos recientes, se ha discutido con mayor intensidad el agotamiento que vive la Ciencia Política, en lo que para Giovanni Sartori, no es sino el reflejo de una profunda crisis que la aqueja. Es por ello que, partiendo de la idea que la Ciencia Política es una disciplina relativamente nueva, si la comparamos con otras mucho más consolidadas, podríamos argumentar su inmadurez para justificar la crisis que vive, sin embargo esa sería a todas luces una explicación simplista, pero que no necesariamente deberíamos descartar. Por otra parte, la Ciencia Política comprende un vasto campo donde confluyen numerosas disciplinas pertenecientes a las Ciencias Sociales, por lo que su crisis debemos verla sin aislarla del contexto en el cual se inserta, como la ciencia encrucijada que es. En este sentido, no podemos perder de vista la naturaleza de la relación de la Ciencia Política con la Filosofía, la Sociología, la Antropología, la Historia y la Sicología, pues ellas alimentan a la Ciencia Política a través de sus disciplinas auxiliares como lo son la Filosofía Política, la Sociología Política, la Antropología Política y la Sicología Política. Esa confluencia de conocimientos, en la que se mezclan objetos de estudio y métodos, necesariamente ejerce una enorme influencia en la conformación de la Ciencia Política y de sus definiciones necesarias. La Ciencia Política, al separarse de la Filosofía, procuró hacer del estudio del poder, la autoridad y las instituciones políticas, su objeto de estudio, utilizando para ello los métodos que aportan las Ciencias Sociales. La necesidad de consolidarse como una auténtica disciplina científica, la llevó a distanciarse de la influencia del idealismo filosófico para acercarse a una postura más pragmática, fundamentada en la búsqueda de una explicación a los fenómenos políticos a través de modelos cuantitativos. En ese tránsito de la Ciencia Política, de una ciencia rica en principios filosóficos, a una disciplina caracterizada por esquemas rígidos de interpretación de los procesos sociopolíticos, se fueron quedando las expectativas de un conocimiento que pudiera no sólo explicar los fenómenos, sino anticiparlos y resolverlos. 56 Entonces, para terminar de hacer más crítico el panorama, pasamos a una etapa en la historia del pensamiento en la que comenzamos a tropezarnos con ideas tales como: el fin de las certidumbres; la pertinencia de las dimensiones general y particular simultáneamente; la diversidad de macroestructuras y realidades sociales; la transdisciplinariedad… y nos preguntamos, la Ciencia Política ¿cómo queda en ese contexto? Resulta difícil acertar en la respuesta, pues representa un cambio de paradigma que trasciende el simple hecho de adoptar una nueva corriente interpretativa, se trata de transformar la manera de aproximarse al objeto de estudio y de aplicar el método. Es comenzar a ver el fenómeno político con otros lentes y eso resulta de una enorme complejidad cuando ni siquiera se ha dominado la formulación del conocimiento político, con las herramientas tradicionales. Sin ánimo de justificar, debemos ver la crisis de la Ciencia Política insertada dentro de una crisis de mayor dimensión, la de la Modernidad, por lo que debemos verla como parte de la caducidad de un modelo de vida que se agota por las nuevas valoraciones de una sociedad en la que sus premisas fundamentales ahora giran en torno al conocimiento, la información y la cultura posmoderna. La escuela tradicional condujo a la Ciencia Política a observar y clasificar los fenómenos políticos de manera fragmentada y parcializada, en la que de manera consistente se planteaba la ocurrencia de los fenómenos políticos en términos de antagonismos y luchas. Además, las interpretaciones invariablemente oscilaban, a manera de péndulo, entre las salidas conservadoras o revolucionarias, según quiénes fueran las fuerzas políticas dominantes en el momento. Esa condición cíclica y repetitiva de la historia política ha estado presente en buena parte de las sociedades modernas, sin embargo, como quiera que se trata del fin de una época, las reacciones que tradicionalmente caracterizaron dicho ciclo se han visto sustituidas por otros comportamientos, es decir, que el péndulo ya no oscila en los mismos tiempos. ¿Qué pasó con la irreverente afirmación que señalaba que el punto final de la evolución ideológica de la humanidad, es la universalización de la Democracia Liberal occidental como la forma última de gobierno humano? 57 No deja de ser paradójico que un significativo número de países latinoamericanos y europeos tienen gobiernos abiertamente identificados con el discurso socialista, que sin embargo, no renuncian a su naturaleza democrática. Lo que esto significa es que las realidades políticas ya no obedecen a rígidos patrones formulados bien sea a partir de concepciones estrictamente filosóficas, ni se trata de la lectura rígida desde valoraciones cuantitativas. En la Ciencia Política, el debate de los últimos tiempos ha girado alrededor de los modelos políticos y en países como Venezuela, Rusia, algunos de Asia y África, la discusión es sobre la Democracia, como muestra del agotamiento al que hemos venido haciendo referencia. La Democracia es el modelo político que caracteriza a las sociedades capitalistas modernas y sin embargo encontramos que algunos regímenes democráticos atraviesan momentos de serios desequilibrios, mientras que otros países aún luchan por alcanzar la libertad y la consolidación del modelo democrático. Como teoría política, la Democracia ha generado intensas y numerosas discusiones acerca de la naturaleza de su modelo. A lo largo de la historia de la humanidad, encontramos a destacados autores que han dedicado sus esfuerzos a profundizar sobre la democracia como modelo político. Desde la antigüedad hasta nuestros días, la Democracia ha sufrido cambios y transformaciones tanto en su interpretación como en su ejercicio, estimulando amplias discusiones en torno al tipo de democracia más idóneo. Las crisis contemporáneas de la Democracia han conducido a justificar la adopción de posiciones radicales bajo el argumento de la pureza del modelo. En este sentido, se ha generado en algunos espacios de discusión de la Ciencia Política, un debate en relación a los modelos que mejor expresan la esencia democrática. Como modelo político, la Democracia, ha estado sometida a profundos cuestionamientos, exacerbados en tiempos recientes debido a los problemas de gobernabilidad que experimentan algunos países, especialmente en América Latina, donde se ha cuestionado a la democracia representativa. Para Norberto Bobbio (2003) una definición mínima de la Democracia comprende la potestad de unos cuantos individuos, reconocida por los miembros de su comunidad, 58 para tomar decisiones que afectan a todo el colectivo, sobre la base de unas reglas que deben contener los procedimientos mediante los cuales se deben realizar las acciones. La discusión en la actualidad se centra en cómo lograr que la Democracia trascienda esa representatividad y se consolide la participación, que no democracia directa. Algunas sociedades, como la nuestra, han logrado modernizar sus sistemas políticos a tal punto que han incorporado la figura de los referendos revocatorios y consultivos, al desempeño de aquellos ocupando cargos de elección popular, en los casos de Ejecutivo y Legislativo, lo que significa que la democracia se acerca cada vez más a niveles de participación política significativos, sin descartar la función representativa de los intereses de los ciudadanos en distintas instancias. Ahora bien, Giovanni Sartori, (citado por García, 1998: 123) señala que “el sistema representativo es una procuración dada a un cierto número de hombres por la masa del pueblo que quiere que sus intereses sean defendidos, y que sin embargo no tiene siempre el tiempo ni la posibilidad de defenderlos por sí mismo.” Es aquí donde llegamos al fenómeno que ocupa buena parte de la reflexión política de nuestro tiempo: la crisis de gobernabilidad, que como la ve el mismo Bobbio, no es más que la sobrecarga del sistema político incapaz de dar respuestas. Entonces ¿Tiene sentido hablar de democracia participativa para rescatar la gobernabilidad y corregir las deficiencias del modelo representativo? Bobbio afirma que el problema está en que hemos desarrollado la democracia política, olvidándonos de la democracia social y que hasta tanto no democraticemos a la sociedad, el problema no estará en la mayor o menor participación; lo que se requiere es una mayor comprensión y ejercicio social de la democracia. En este sentido, el camino a un modelo más satisfactorio, requiere de una sociedad abierta al disenso, pluralista, con una amplia base de distribución del poder, que inevitablemente nos conduzca a una sociedad civil democrática capaz de ampliar la democracia política, que para Bobbio hace innecesario el apelar a la democracia directa. Ese parece el norte de la democracia participativa. Lo crucial en todo caso, está en dejar de ver la Democracia como un mero instrumento, en el que se encuentre ausente un compromiso valorativo determinado (Guevara, 1997: 52), pues si no la entendemos como una forma de vida, más que 59 como modelo político, no será suficiente su imposición, y siempre habrá algún resquicio por donde se colarán no solamente las tendencias elitistas, sino mucho más grave aún, las vocaciones autoritarias para mantener el sistema de privilegios. Ante este panorama, ¿qué ha aportado la Ciencia Política a este debate? En el caso de América Latina, si observamos la discusión, las corrientes de interpretación siguen manejando el esquema del desarrollismo versus la ruptura. En este orden de ideas, el debate refleja la realidad de unos países que oscilan entre períodos donde prevalecen las recetas de los organismos multilaterales para que luego, se manifiesten las opciones de ruptura con dicho modelo. Lo que no se ha podido explicar es por qué se dan cambios que no necesariamente representan una transformación o ruptura sino la vuelta a esquemas que habían sido superados. Y es entonces, cuando tenemos que reconocer que, la Ciencia Política ha sido eficiente en describir la realidad, explicarla a la luz de variadas interpretaciones teóricas, pero… no hemos llegado a convencernos que con la sola descripción y explicación es suficiente para resolver la cuestión política ni para definir la democracia que necesitamos, no es de semántica precisamente el problema, es de perspectiva. Debemos mirar el problema de lo político con menos restricciones teóricas, menos limitaciones técnicas y con una mayor amplitud interpretativa, que pueda trascender este modelo paradigmático que está agotado y que no ofrece grandes retos al hombre. Por otra parte, en la esfera contraria al pensamiento democrático, tenemos el Socialismo, definido como el conjunto de teorías y acciones políticas, que caracterizan a un aparato político-económico fundamentado en la socialización de los sistemas de producción, bajo el control del Estado. Los orígenes del socialismo los podemos encontrar en la época de la Revolución Francesa, en los discursos de François Babeuf, siendo en el siglo XIX cuando se comienza a utilizar con más regularidad. Sus principales teóricos, entre otros, SaintSimon, Fourier y Owen, han dejado algunos elementos para construir los antecedentes del modelo socialista. El rescate de la idea del socialismo surge en medio de las devastadoras consecuencias generadas por los efectos de la industrialización. El capitalismo, como sistema 60 económico, conduce a la explotación del hombre por el hombre, beneficiando exclusivamente a los grandes capitalistas, sin que se genere ningún estímulo de desarrollo para las fuerzas productivas en el seno de la sociedad. La concepción socialista, se produce desde la reacción a las debilidades de la concepción individualista-liberal, bajo la forma de Socialismo Científico, que le proporciona al socialismo una base teórico-práctica, que le facilitaría la construcción de un proyecto político con viabilidad. La experiencia marxista, como se le conoce al Socialismo Científico -en reconocimiento a uno de sus autores, Karl Marx- ha tenido diversos escenarios tanto en Europa como en América Latina. El Marxismo, al igual que la democracia, ha sufrido cambios y transformaciones, que han tenido que ver fundamentalmente con las experiencias vividas en algunos países y bajo determinados liderazgos: Alemania Oriental y Unión Soviética, como casos emblemáticos. Las variantes socialistas, como la Socialdemocracia, por ejemplo, modificaron sustancialmente su discurso y mucho más importante, sus metas. Se alejaron del marxismo como modelo de pensamiento y se abrieron a ciertas prácticas de la economía de mercado, abandonando tesis tan fundamentales como las de la articulación con la clase trabajadora, en lo que se conoce como el proceso Revisionista. Si habríamos de encontrar algún paralelismo, tendríamos que comenzar por la naturaleza dinámica de la Democracia como sistema político y del Socialismo como teoría política. En la actualidad, tenemos la posibilidad de desarrollar un modelo de democracia participativa, con el agregado del socialismo, que nos atrevemos a explorar bajo la posibilidad de liberal. A partir de los conceptos de Democracia Participativa y Socialismo Liberal, nos planteamos una aproximación a la idea de Posdemocracia, como expresión de la superación de las debilidades del ideal democrático moderno. La discusión sobre las debilidades de la Democracia nos lleva necesariamente a la reflexión, no solo sobre su definición y naturaleza, sino además, nos obliga a buscar nuevas articulaciones y vencer los antagonismos creados por modelos de pensamiento que a su vez han entrado en crisis. 61 El planteamiento de esta tesis se inscribe en esa dirección, al pretender trazar otros horizontes para la Democracia, al incorporar el Socialismo, en lo que aspiramos sea el inicio de una amplia discusión acerca de las posibilidades de ver a la Democracia a través de otros lentes, que no sean los del reduccionismo o la simplicidad de una discusión sobre si se trata de libertad versus igualdad. Elementos Teóricos La Democracia es sin duda para la Ciencia Política, uno de sus más importantes objetos de estudio. Desde la antigüedad hasta nuestros días, los grandes pensadores de la humanidad, filósofos e historiadores, han intentado explicar lo que debemos entender por democracia y cual es el modelo ideal, por lo que no se trata de una discusión cerrada, en virtud de las controversias que genera la búsqueda de ese ideal, manteniendo el debate vivo. Encontramos en algunos autores, elementos de análisis importantes para la definición de la Democracia Participativa. En la obra de Alexis de Tocqueville, quien se dedica a estudiar el modelo político norteamericano en La democracia en América, destaca que la participación ciudadana se traduce en un impedimento para el despotismo que ha generado el crecimiento de la burocracia (García, 1998: 125), además de que genera un comportamiento cívico dirigido al bien común. De igual forma, en las obras de John Stuart Mill, Sobre la libertad y Del gobierno representativo, se refleja una postura que sostiene que sólo el gobierno democrático garantiza que las decisiones políticas reflejen los intereses ciudadanos. Como representante de la visión de la democracia como desarrollo, en la que se ve a la democracia como un medio necesario para lograr una sociedad más libre e igualitaria (García, 1998: 125), Mill incorpora el elemento de participación en la concepción de la democracia representativa, argumentando que es la mejor forma de gobierno. Por su parte, Norberto Bobbio en El futuro de la Democracia (2003), considera que la democracia es la forma de gobierno en la que rigen normas generales, las llamadas leyes fundamentales, que permiten a los miembros de una sociedad, por numerosos que sean, resolver los conflictos que inevitablemente nacen entre los grupos que enarbolan valores e intereses contrastantes sin necesidad de recurrir a la violencia recíproca. Otro autor que ha desarrollado el tema es Giovanni Sartori, en sus obras ¿Qué es la Democracia? y Elementos de Teoría Política y Teoría de la Democracia, a quien ya hemos citado. Igualmente importante es la contribución de Robert Dahl con sus obras Un Prefacio a la Teoría Democrática, La democracia y sus críticos y La democracia: una guía para los ciudadanos, quien con su planteamiento de la poliarquía, ofrece una interpretación novedosa de la democracia. 62 En la obra de C. Macpherson La democracia liberal y su época, encontramos un minucioso estudio sobre la esencia de la democracia liberal contemporánea, considerando que presenta rasgos de participación. Por su parte, el Marxismo, con todas sus variantes, sigue siendo un tema de discusión, sobre todo hoy día, cuando lo encontramos en numerosas ofertas políticas de nuestro continente. Ahora bien, lo interesante está en encontrar algunos elementos que nos permitan elaborar un concepto de Socialismo Liberal. En este sentido, tenemos a Norberto Bobbio, a quien se le reconoce como uno de los primeros pensadores en concebir la posible de articulación teórica entre la democracia y el socialismo, más allá de los postulados socialdemócratas. De igual forma, podemos ubicar algunos antecedentes en pensadores como John Stuart Mill, para quien la visión de los socialistas era colectivamente… “uno de los más útiles elementos para el mejoramiento humano que actualmente existen” (Anderson, Bobbio, Cerroni, 1993: 12) Asimismo, Bertrand Russel suscribió con vehemencia la posibilidad del Socialismo Gremialista (Guildist). Otros autores mencionados por Anderson (1993) son Hobson y su obra Del Capitalismo al Socialismo, Dewey y su obra Liberalismo y acción social, se menciona también a MacPherson y su obra sobre la democracia liberal. De igual forma, se señala a John Rawls y su Teoría de la Justicia y a Robert Dahl quien propone un modelo basado en el pluralismo político y la democracia económica. No es coincidencia que tengamos autores clásicos de la Teoría de la Democracia, identificados con principios socialistas, ello solo alimenta la posibilidad de construcción de un concepto de posdemocracia, basado en las ideas de Democracia Participativa y Socialismo Liberal. La Teoría de la Democracia En la Teoría de la Democracia, encontramos que se pueden identificar tres corrientes o tradiciones, como las denomina Bobbio, (2002, p. 441) que ubican las raíces de la 63 evolución de la Democracia, en razón de los autores más relevantes y las tesis expuestas por ellos. La primera de las tradiciones es la Clásica Aristotélica, cuya tesis plantea la idea de un gobierno popular, en el que la igualdad ante la Ley (isonomia) es su base fundamental. Esta forma de gobierno, en la Grecia antigua, era considerada la menos buena de las formas buenas y la menos mala de las formas malas de gobierno, como cita Bobbio a Platón (2002, p. 442). En la perspectiva platónica, también se considera que tanto la monarquía como la democracia son malas por el exceso de autoridad y de poder que ellas representan. En la clasificación aristotélica de las formas puras e impuras de gobierno, se hace una clara distinción del criterio por el cual se gobierne, según sea de interés general o interés propio (Idem). La tradición clásica del modelo tripartita de clasificación de gobierno, sin duda, ha ejercido influencia en la filosofía política de occidente, pero ello no impediría las transformaciones que con el tiempo habría de sufrir, ya fuese diferenciando entre forma de Estado o forma de gobierno, como lo considerara Bodino; la desaparición de la diferenciación entre formas puras y corruptas en Hobbes y la interpretación que hace Rousseau de las tres formas de ejercicio del poder ejecutivo, en lugar de las formas de gobierno. La segunda tradición es la Medieval Romana, cuya tesis plantea el debate sobre la soberanía popular. El argumento radica en que el Príncipe detenta la soberanía porque la recibe del pueblo, quien es siempre la fuente original. El debate se centra en la definición de la soberanía como transferida al monarca en su totalidad o solo como medida temporal, para su ejercicio. La discusión sobre el ejercicio de la soberanía tuvo importantes reflexiones en Marsilio de Padua, para quien la “causa primera” es el legislador del Estado, mientras que el gobernante es la “causa segunda”, es decir, la instrumental y ejecutiva. El poder soberano, radica entonces, en la potestad de legislar, pues el Legislador comprende todo el cuerpo de ciudadanos. En la teoría política se produce una vasta discusión entre la postura de dos autores fundamentales de la teoría de la democracia: Locke y Rousseau, en relación al ejercicio de la soberanía. Locke abogaba por la delegación de dicha soberanía en unos representantes, mientras que Rousseau considera que debe ser ejercida directamente por los ciudadanos. Es en esta discusión que la teoría contractualista cobra importancia, en su relación con la concepción del pueblo dentro del esquema del pacto social y por las condiciones en las que se reproduce, propio de un acuerdo, el ejercicio del poder. 64 Finalmente, la tercera tradición es la Republicana Moderna, que plantea una interpretación distinta de la tesis sobre las formas de gobierno. Además de la tripartita (Aristotélica), está la contraposición Monarquía-Democracia, que ya Platón asomaba en las “Leyes”, mientras que en la historia romana se presentó como PrincipadoRepública. En este debate, Nicolás de Maquiavelo aporta elementos importantes al señalar que ”todos los Estados, todos los dominios que han tenido y tienen imperio sobre los hombres, son Estados y son o Repúblicas o Principados...” (Bobbio, p.444) Si por Democracia se entiende la concepción aristotélica, esta no tiene similitud con la República, pero si se le concibe como “gobierno libre”, contrario a la tiranía, desde esa perspectiva, tiene más relación con lo que entendemos por Democracia, pues esta se manifiesta siempre como la forma contraria al despotismo. En la tradición Republicana hay dos autores cuya contribución a la construcción filosófica de la democracia, es fundamental: Montesquieu y Rousseau. En Montesquieu, encontramos la clasificación tripartita de las formas de gobierno, como Monarquía, República y Despotismo, siendo que la República puede ser Democrática o Aristocrática. Ahora bien, desde una perspectiva principista, la virtud se manifiesta sólo en la Democrática, porque en la Aristocrática no es un requisito. Por otra parte, en Rousseau coinciden el ideal Republicano y el Democrático, articulándose con la doctrina clásica de la soberanía popular, mediante la voluntad general, que detenta el poder de hacer leyes; (ideal igualitario), siguiendo a Bodino, distingue entre la forma de Estado y forma de Gobierno: República, como Estado y Democracia, como Gobierno. Si bien en cada tradición, hay elementos de discusión suficientemente complejos, ello no implica que hayan sido resueltos, pues precisamente el debate contemporáneo tiene mucho más que ver con dilemas no resueltos de la Teoría de la Democracia, que con nuevos elementos de discusión. La Teoría Crítica Esta propuesta comprende a partir de los conceptos de Democracia Participativa y Socialismo Liberal, lograr una aproximación a la idea de Posdemocracia, que en 65 palabras de Ralph Dahrendorf es la “… época sucesiva a la democracia clásica…” (2002: 133) Para ello se considera pertinente el apoyo en la Teoría Crítica, de la llamada Escuela de Frankfurt, cuyas categorías conceptuales se pretenden utilizar para desarrollar la propuesta en cuestión. En las tesis planteadas por la Escuela de Frankfurt, encontramos individualidades como Theodor Adorno, Max Horkheimer, Herbert Marcuse y Jürgen Habermas, por mencionar sólo algunos, quienes desarrollaron una corriente de reflexión generadora de amplias discusiones desde posiciones adversas al capitalismo, en las que abiertamente se identificaban con el marxismo. Ese pensamiento crítico y reflexivo está centrado en la búsqueda de las contradicciones en la realidad social, para a partir de ellas comprender no solamente dónde nos encontramos, sino hacia dónde nos dirigimos, en una suerte de demostración de inconformidad con la realidad que se vive. La crítica es el proceso para iniciar la reflexión, una vez que comprendemos la realidad que nos rodea, podemos pensar en lo que es posible construir: es lograr superar la imposibilidad de llevar a la praxis la teoría, con ello lo que se pretende es la superación de la razón instrumental, de la razón centrada en el sujeto. La Escuela de Frankfurt se propuso darle una nueva interpretación a la teoría marxista, para llegar a profundizar en aquello que consideraban que Marx no llegó a desarrollar plenamente. Estuvieron influenciados por Max Weber, así como Sigmund Freud (en el caso de Marcuse). Su orientación crítica estuvo influenciada por su afán de trascender las limitaciones del Positivismo, el Materialismo y la Fenomenología, abrazando la Filosofía Crítica de Kant y sus sucesores, fundamentalmente Hegel. En una cita Touraine (2002) señala en relación a la Teoría de la Democracia de Habermas lo siguiente: Habermas descarta dos soluciones extremas: reducir el actor humano al pensamiento científico y técnico, a la razón instrumental, y apelar, en sentido inverso, a los particularismos del individuo o de la comunidad contra las coacciones del racionalismo… Cree en la posibilidad de hacer aparecer lo universal en la comunicación entre las experiencias 66 particulares nutridas por la particularidad de un mundo vivido (Lebenswelt), de una cultura. Uno no debe contentarse con los compromisos que ofrece la política liberal, ni con una tolerancia que yuxtapone los particularismos en lugar de integrarlos. Hay que admitir que no hay democracia sin ciudadanía y que no hay ciudadanía sin acuerdo, no sólo sobre procedimientos e instituciones, sino también sobre contenidos. (p. 330) En este sentido, Mouffe afirma que Habermas cree en verdad que el surgimiento de formas universales de moral y de derecho es la expresión de un proceso colectivo irreversible de aprendizaje, y que negar esto implica negar la modernidad, minar los fundamentos de la existencia de la Democracia. (1999: 28) Es poco probable que podamos abordar los problemas del desarrollo de la Democracia sin reconocer que no se trata solo de una cuestión de posturas ideológicas. La Historia misma nos muestra que, esto de la Democracia, le ha sido incómodo a castas y estamentos, y en tiempos más recientes, las clases sociales en razón de acumulación y consumo, se han visto en la necesidad de aceptarla como forma de gobierno, más no necesariamente como forma de vida y ello se refleja en su utilización para satisfacer los intereses de clase. …la democracia liberal puede ser impuesta como “condición política” de la ayuda a los países del tercer mundo, al mismo tiempo que son destruidas las condiciones económicas y sociales mínimas de una vivencia democrática creíble. A pesar de las contradicciones, la Democracia sigue siendo lo que caracteriza a la mayoría de las naciones del mundo, sin embargo es también el objeto de sus más difíciles desafíos. El asunto está en que los procesos políticos no podemos verlos aislados del entorno social donde se producen y de las condiciones económicas bajo las que se desarrollan. En el siguiente cuadro (Del Percio, 2006: 185) encontramos un esquema de correspondencia, que nos permite plantear una aproximación al desarrollo de la Democracia y su crisis de representatividad: 67 HORIZONTE SENTIDO DE Adecuación Representació n Reproducción Virtual ESTRATIFICACIÓ N Castas/Estamentos Clases en razón de la acumulación Clases en razón del consumo LEGITIMACIÓN Teológica Ideológica ¿Pensamiento único? EJERCICIO DEL PODER PÚBLICO Monárquico/Feuda l Estado NaciónModerno ¿Imperio global? ESCENARIO Natural Comunitario Social Ciudadano Global Virtual PRODUCCIÓN Agraria/Rural Industrial Urbana Cibernética/Globa l TRANSMISIÓN DEL CONOCIMIENTO Oral Escrita Icónica FUENTE: Del Percio (2006) Si atendemos a las premisas anteriores, en un intento por describir la evolución de la Democracia, podemos plantear que esta surge como Democracia Directa en el Escenario Natural Comunitario, en el que el sistema de castas y estamentos la concibe como una forma impura de gobierno (recordemos a Aristóteles) con una base económica agrícola, bajo el modelo de Adecuación; dadas las características sociales del momento, la Democracia Directa fue de breve duración y estuvo circunscrita a un ámbito espacial reducido. Luego con la aparición del Estado Moderno, aún cuando realmente se habló de República, guarda correspondencia con la Democracia refiriéndonos al Escenario Social Ciudadano, donde las clases se organizan en torno a su capacidad de acumulación, dentro del esquema de una economía industrializada, que se organiza bajo el modelo de Representación, cuya expresión política es la Democracia Representativa Liberal. 68 Finalmente, con una base social estratificada en razón del consumo, en la que el ejercicio del poder trasciende las fronteras inmediatas, con el Imperio Global como forma de ejercicio del poder público, que se encuentra circunscrito al Escenario Global Virtual, donde la Cibernética constituye el eje de la actividad económica, nos atrevemos a ubicar la crisis de la representatividad como causa fundamental en la aparición de la Democracia Participativa bajo el modelo de Reproducción Virtual. El Estado ya no controla ni interviene en la misma medida que antes, porque por una parte hay más intereses que satisfacer y por la otra menos capacidad de respuesta, de manera que es la misma sociedad la que asume ciertos espacios en procura de alcanzar acuerdos, además que la representatividad es cuestionada por la pérdida de contacto con la realidad y la ausencia de correspondencias discursivas, además de la cercanía con la toma de decisiones que representa el avance de las tecnologías de la información, no al extremo de lo plateado por Macpherson en su concepción de la Democracia como participación, en donde la utopía estaría en la participación permanente del individuo al lado de un ordenador 24 horas al día, pero si una realidad en la que el ciudadano se sirve de la tecnología para decidir sobre ciertos asuntos que le interesan y el Estado se vale de estas herramientas para mejorar su desempeño, lo que permite acortar las distancias, acercar el entorno y hacer de este escenario un espacio en común, pero que no necesariamente implica la comunidad de condiciones de vida, veamos tan solo cual es la distancia socioeconómica entre los países africanos y europeos, para convencernos que estamos compartiendo tan solo el espacio, más no las condiciones. Entonces, cabe hacerse la pregunta, ¿esto a dónde nos conduce? Si está agotado el modelo de pensamiento que ha caracterizado a la modernidad y la concepción postmoderna nos plantea la ruptura paradigmática, ¿dónde queda la Democracia en este contexto? La idea de la Democracia Participativa no debe verse solo como una reacción ante la crisis de representatividad, es más la consecuencia del paso de un modelo de sociedad a otro, en el que habiéndose agotado lo que caracterizó a la Democracia Liberal, en lo político, también se manifestó en el debilitamiento de la economía y de la base social, así como las estructuras de legitimación. REFERENCIAS Anderson, Perry., Bobbio, Norberto. y Cerroni, Umberto. (1993) Socialismo, Liberalismo y Socialismo Liberal. (1ª ed.) Venezuela: Editorial Nueva Sociedad 69 Bobbio, Norberto. (2003) El futuro de la democracia. 1ª reimp. México: Fondo de Cultura Económica. Bobbio, Norberto., Matteucci, Nicolas. y Pasquino, Gianfranco. (2002) Diccionario de Política. 13ª ed. México: Siglo XXI Editores S.A. de C.V. Dahl, Robert. (1998) La democracia. Una guía para los ciudadanos. 1ª ed. España: Taurus Dahrendorf, Ralph. (2002) Después de la democracia: Entrevistado por Antonio Polito. Barcelona: Editorial Crítica Del Percio, Enrique (2006) La condición social: consumo, poder y representación en el capitalismo tardío. 1ª edición. Argentina: Editorial Altamira García, Elena. (1998) El discurso liberal: democracia y representación. En: Rafael del Águila y Fernando Vallespín. (Comp.) La democracia en sus textos. (1ª ed.) (pp. 115-155) España: Alianza Editorial. Guevara, Pedro. (1997) Estado vs. Democracia. 1ª ed. Caracas: Ediciones de la UCV. Hernández, Roberto., Fernández, Carlos. y Baptista, Pilar. (2003) Metodología de la Investigación. 3ª ed. México: Mc Graw-Hill Interamericana. Macpherson, C. B. (1997) La democracia liberal y su época. 1ª ed. España: Alianza Editorial. Mouffe, Chantal (1999) El Retorno de lo Político. España: Paidós Touraine, Alain (2002) Crítica de la Modernidad. México: Fondo de Cultura Económica 70 Universidad de Carabobo (2004) Guía para la elaboración de Proyectos de Trabajo de Especialización, Trabajo de Grado de Maestría y Tesis Doctoral. Aprobado por el Consejo General de Postgrado el 03/11/2004.