Voces: CONVENCION CONTRA LA TORTURA Y OTROS TRATOS O PENAS CRUELES INHUMANOS O DEGRADANTES ~ DERECHOS HUMANOS ~ POLICIA ~ CARCEL ~ REGLAMENTO CARCELARIO ~ DETENCION DE PERSONAS ~ PRISION PREVENTIVA ~ PROVINCIA DE BUENOS AIRES ~ TRATADO INTERNACIONAL Título: Una decisión que amplía el acceso a la justicia para garantizar la igualdad y el cumplimiento de compromisos internacionales Autor: Sabsay, Daniel Alberto Publicado en: LA LEY Fallo comentado: Corte Suprema de Justicia de la Nación (CS) ~ 2005/05/03 ~ Verbitsky, Horacio 1. El fallo que nos proponemos comentar contiene aspectos de indudable interés tanto en el campo sustantivo del decisorio, como así también en materia procesal constitucional. Comenzaremos con el tratamiento de esta cuestión, para luego internarnos en las consecuencias de la decisión en lo que hace al sistema federal de Estado, contemplado en nuestra constitución. A partir de allí, nos detendremos en la consideración de las materias de derechos humanos en juego, para por último, extraer algunas conclusiones. 2. La legitimación para acceder a la justicia constituye un elemento de particular importancia a la hora de dictar una sentencia, pues se trata de la "llave que abre la puerta de los tribunales". Entonces, este punto adquiere un significado relevante que de ninguna manera puede quedar relegado bajo el pretexto de que se trata de una mera cuestión de orden procedimental. A la hora actual, el conglomerado de relaciones y de situaciones susceptibles de suscitar la atención de los jueces, ha aumentado de manera considerable. Ello ha sido el resultado, tanto de un acrecimiento del plexo de derechos reconocidos constitucionalmente -el que se ha visto a lo largo del constitucionalismo enriquecido con sucesivas generaciones-, como así también, por la complejidad que han ido adquiriendo un gran número de relaciones. Por demás apropiadas nos parecen las palabras de Bidart Campos, quien ha expresado: "siempre afirmamos que de poco o nada sirve un buen sistema de derechos y su correlativo sistema garantista, si la persona que pretende invocarlos y usarlos a su favor no ve reconocida su legitimación procesal para hacerlo. Siempre ha de quedarle habilitada para acudir de alguna manera y por alguna ruta procesal apta a un tribunal competente, y si acaso el sistema le cierra toda posibilidad de acceso, toda vía, deberá haber jueces que, provocada ante ellos la causa judicial, descalifiquen ese reduccionismo y arbitren -previa admisión de la legitimación del justiciable- un proceso, tanto superando la previsión legal como descartando la hipotética prohibición de la ley" ("El amparo constitucional - Perspectivas y modalidades (art. 43, Constitución Nacional). Depalma, Buenos Aires, 1999, ps. 15 y 16). No olvidemos que de la consistencia de la argumentación que brinden los jueces dependerá la apertura de la "puerta de entrada" a que nos referimos con anterioridad y se podrá evaluar si ha habido o no denegación de justicia. El cierre del acceso en nuestro derecho judicial muchas veces se ha sustentado en claros excesos en lo que hace al rigor formal, detrás del cual es posible inferir la falta de voluntad del magistrado de pronunciarse sobre cuestiones de gran peso institucional. Pues bien, nos adelantamos a destacar que en el caso en comentario, la actitud de la Corte ha sido exactamente la contraria. 3. En efecto, la sentencia pone de manifiesto el esmero que ha puesto la mayoría en la búsqueda de argumentos que de manera generosa y consciente de la naturaleza de la materia en juego, amplía considerablemente el ámbito de las garantías constitucionales, en nuestro caso, del hábeas corpus. Es esta la actitud que siempre hemos considerado debe animar a todo juez. Impartir justicia no puede consistir nunca en esconderse detrás de máscaras procesales para en definitiva no pronunciarse, sino por el contrario, debe comenzar valorando los puntos en debate y desde ahí ver el modo más adecuado y funcional de conseguir una solución en resguardo de los bienes jurídicos en juego. En la especie nos encontramos frente a una acción colectiva interpuesta por una organización no gubernamental especializada en la defensa de los derechos humanos, como es el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), quien presentó una acción de hábeas corpus, en los términos del artículo 43 de la Constitución Nacional, en amparo de todas las personas privadas de su libertad en jurisdicción de la Provincia de Buenos Aires, detenidas en establecimientos policiales superpoblados, y de todas aquellas detenidas en tales lugares, pese a que legal y constitucionalmente su alojamiento debería desarrollarse en centros de detención especializados. Para así hacer, el CELS consideró, entre otros motivos, "que la superpoblación y el consecuente hacinamiento que deben padecer las personas privadas de su libertad es la nota distintiva de las 340 comisarías que funcionan en el territorio de la provincia de Buenos Aires. No obstante poseer una capacidad para 3178 detenidos, alojan 6364, según información del mes de octubre de 2001. La situación se agrava en el conurbano, donde 5080 detenidos ocupan 2068 plazas. Los calabozos se encuentran en un estado deplorable de conservación e higiene; carecen por lo general de ventilación y luz natural. La humedad y, en verano, el calor son agobiantes. No cuentan con ningún tipo de mobiliario, por lo que toda la actividad (comer, dormir, etc.) que desarrollan los internos debe llevarse a cabo en el piso. Los sanitarios no son suficientes para todos y no se garantiza la alimentación adecuada de los reclusos. El riesgo de propagación de enfermedades infecto-contagiosas es, sin dudas, mucho mayor y el aumento de casos de violencia física y sexual entre los propios internos es más que significativo". 4. Por ello, la organización no gubernamental agota las sucesivas instancias de la Provincia de Buenos Aires en aras de lograr que se haga lugar a lo solicitado respecto del colectivo de personas para que, luego de comprobar la situación descripta, se pronunciara expresamente acerca de la ilegitimidad, constitucional y legal, del encierro de esas personas en las condiciones descriptas. "Expresó que ante la inobjetable gravedad de la situación denunciada, era imperioso que el Tribunal de Casación se abocara originariamente a su tratamiento y resolviera la problemática de la totalidad de las personas privadas de su libertad en las comisarías de la provincia de Buenos Aires, dado que, si bien numerosos tribunales locales habían ordenado reiteradamente en los últimos años la clausura de comisarías y centros de detención, las resoluciones parciales así producidas sólo habían generado el movimiento de internos de un lugar a otro, aliviando la situación de unos, pero agravando la de otros, sin que, en definitiva, se dispusiese una solución eficaz al problema del alojamiento. Argumentó que el Tribunal de Casación había omitido el tratamiento de una cuestión esencial, relativa a la gravedad o interés institucional de la situación por la que se solicitaba su intervención, circunstancia ésta que, según la propia jurisprudencia del tribunal, habilitaba a hacer excepción a la regla general según la cual la competencia de ese órgano jurisdiccional se halla limitada al conocimiento sólo por vía recursiva de la acción de hábeas". La respuesta del máximo Tribunal es categórica, ya que sostiene que "pese a que la Constitución Nacional no menciona en forma expresa el hábeas corpus como instrumento deducible en forma colectiva, tratándose de una pretensión esgrimida a favor de la totalidad de los detenidos en establecimientos policiales y/o en comisarías superpobladas de la Provincia de Buenos Aires -en el caso, por estar en riesgo su salud y su vida debido a las condiciones de higiene-, es lógico suponer que si se reconoce la tutela colectiva de los derechos citados en el párrafo segundo del art. 43 de la Constitución Nacional, con igual o mayor razón la Carta Magna otorga las mismas herramientas a un bien jurídico de valor prioritario y del que se ocupa en especial, no precisamente para reducir o acotar su tutela sino para privilegiarla." El doctor Fayt en su disidencia parcial agrega además, que "es procedente la interposición de un hábeas corpus colectivo en protección de las condiciones de detención de todos los sujetos privados de libertad en el territorio de la Provincia de Buenos Aires, efectuada por una persona colectiva distinta de los afectados, ya que la peticionaria pretende la modificación de una situación en la que se encuentran quienes están detenidos, respecto del goce de derechos básicos que afectan el respeto a su dignidad humana". 5. Al pronunciarse, como lo ha hecho la Corte, ha interpretado el art. 43 en un sentido integral. Creemos que la reforma de 1994 al constitucionalizar las garantías agrupándolas en la citada cláusula, lo hizo desde un formato en el cual el amparo, tal como queda definido en su primer párrafo, aparece como una suerte de instituto genérico o de base respecto del cual los tres párrafos restantes son sus especies. Así ocurre con el amparo colectivo (2° párrafo), hábeas data (3° párrafo) y hábeas corpus (4° párrafo). Sagüés recuerda "con Jimeno Sendra que el hábeas corpus es en rigor de verdad un subtipo de amparo; un amparo especializado"("Derecho Procesal Constitucional" "Habeas Hábeas", 3ª ed., Astrea, Buenos Aires, 1998) Los diferentes tipos de amparo se complementan entre sí de manera sistémica. En el caso que nos ocupa se produce una suerte de fusión entre lo prescripto en los párrafos 2° y 4°. En su interpretación el sentenciante está expresando, a través de una aplicación analógica, de las diferentes posibilidades conferidas para la protección de los derechos y bienes colectivos contemplados bajo el instituto del amparo colectivo, que nada obsta para que esos mismos elementos operen respecto de una situación como la que nos ocupa. En efecto, el CELS sostiene en su demanda la necesidad de obtener una solución conjunta como única salida para la grave situación que aqueja a la comunidad de afectados, ello además a efectos de hacer frente a la gravedad institucional que la misma reviste. El planteo es acogido por la Corte la que como lógica consecuencia de ello también le confiere legitimación a la mencionada organización. Se trata entonces de una problemática que por la magnitud, trascendencia y consecuencias institucionales que ha tomado, junto al modo transversal en que afecta a un colectivo de personas aquejado por el mismo tipo de atropello a sus derechos más elementales, a lo que se agrega el potencial riesgo en que coloca a terceros, amerita y requiere de un tratamiento conjunto. Ello así, deben asimismo utilizarse las mismas categorías de legitimados para actuar contempladas para el amparo colectivo, en la especie se trataría de "... las asociaciones que propenden a esos fines (mencionados precedentemente), registradas conforme a la ley (...)". Ya con anterioridad se le había reconocido la legitimación al defensor del pueblo de la Nación para la interposición de un amparo de conformidad con el párrafo 2° del art. 43 de la Constitución Nacional, en representación del colectivo de los ahorristas perjudicados por la pesificación y que perseguía la declaración de inconstitucionalidad del marco normativo de emergencia que le sirvió de base. En tal sentido se consideró que: "Cabe sin embargo señalar, que es menester formular una distinción entre la persona individual afectada económicamente y que reclama un derecho patrimonial concreto y la demanda instrumentada a través de un amparo colectivo interpuesto por el defensor del pueblo de la Nación. En tal sentido, respecto a la acción instaurada, cabe admitir la legitimación invocada por el defensor del pueblo de la Nación con el alcance peticionado en la demanda y reconocido en el decisorio apelado, referido a la tacha de ilegitimidad de la normativa que plasma todo el sistema de indisponibilidad de los depósitos bancarios. Sin embargo, en lo que respecta a la acreencia bancaria que individualmente cada ahorrista se considera con derecho a percibir, deberán acudir ante los tribunales que correspondan a fin de acreditar el reclamo patrimonial interpuesto en su presentación judicial pues la legitimación reconocida al defensor del pueblo de la Nación tiene como límite estas demandas pecuniarias que únicamente pueden ser ejercidas por el afectado en su derecho subjetivo caracterizado por la singularidad de cada caso" ("Defensor del Pueblo de la Nación c. P.E.N.", CNFedContenciosoadministrativo, sala V, LA LEY, 2002-E, 818; RU, Rev. 5/2002, p. 20; ED). Es de señalar que en esta sentencia se entendió que la afectación a un colectivo -la masa de ahorristas- permitía fundar la legitimación a pesar de que el derecho de propiedad evaluado caso por caso no podía habilitar a ello, ya que obviamente nunca podría ser considerado un derecho de incidencia colectiva. De resultas de esta decisión se puede afirmar que "la acción de hábeas corpus colectivo tiene jerarquía constitucional y es aquella que tiene como finalidad la tutela de la libertad física o los derechos fundamentales de las personas privadas de libertad, cuando la afectación abarcara a un número determinado o indeterminado de personas" (Basterra, M., LA LEY, Sup. Derecho Constitucional", 2005/07/25, p. 34). 6. Es nuestro parecer que la Corte de esta manera despeja el camino para la utilización del instituto, tanto en lo que hace al carácter colectivo que puede presentar cualquiera de los tres amparos específicos, como así también en relación con la amplitud que se le debe conceder a la sugestiva expresión "derechos de incidencia colectiva en general" con que define el constituyente a los derechos de tercera generación. Desde un primer momento consideramos que esta fórmula al tornar enunciativa la enumeración, concedía un abanico flexible de posibilidades para la protección de numerosas bienes colectivos. Por caso, la calidad institucional. Andrés Gil Domínguez afirma que en la materia el constituyente del 94 ha introducido el concepto de bienes colectivos a los que divide en determinados -arts. 41 y 42, Constitución Nacional- e indeterminados, que son los surgen de la expresión genérica arriba transcripta. Este autor sostiene que "los bienes colectivos se caracterizan fundamentalmente por la combinación de dos elementos: a) su forma de titularidad o participación y b) el objeto preciso del interés en cuestión. Las particularidades de su titularidad determinan que no sea expresado ni pertenezca exclusivamente a una persona en particular o grupo individualizable. Mientras que desde el punto de vista objetivo, hay que valorar el bien o valor que motiva el interés, en la medida en que éste trasciende a los valores puramente individuales y está impregnado de un profundo sentido social"("Bienes colectivos, cosa juzgada...", en: "Garantías y Procesos constitucionales". Néstor P. Sagüés editor, Ed. Jurídica Cuyo, Mendoza, 2003, p. 246). No es otro el marco que caracteriza al conflicto cuya dilucidación estuvo a cargo de la Suprema Corte. Los derechos comprometidos pueden ser afectados desde su fase individual, esto es lo que usualmente ocurre con el derecho a la vida, a la integridad física, entre otros que son objeto de violación en el presente caso. Sin embargo, esos mismos bienes jurídicos pueden no estar encabezados en un individuo sino diseminados en un colectivo integrado por miles de personas, a las que se agrega un número indefinido comprendido por quienes pueden ver seriamente afectados esos mismos y otros derechos como producto de los efectos que hacia el exterior de los establecimientos carcelarios pueden producirse de resultas del estado de cosas relatado en el hábeas corpus y demostrado en autos, en gran parte con el reconocimiento de la parte demanda. 7. Cabe considerar, igualmente, el pronunciamiento a la luz de la relación Nación-provincias. En efecto, teniendo en cuenta el deslinde de competencias en los dos niveles de gobierno mencionados, una primera aproximación a la cuestión podría redundar en la desestimación del recurso por parte de la Corte Suprema nacional, en tanto estaríamos frente a una problemática de naturaleza local, como es la organización de los sistemas penitenciarios. Sin embargo, con buen criterio el Alto Tribunal desecha esa argumentación y penetra en la médula del problema al entender que se están violando derechos y garantías contemplados en el bloque federal de constitucionalidad, esto es, tanto en la constitución como en tratados internacionales con jerarquía constitucional (art. 75, inc. 22). En razón de ello, la Corte entiende que como garante del orden constitucional y dado que en la Provincia de Buenos Aires se están violando los estándares mínimos reconocidos en convenciones internacionales de la cual la Argentina es parte, debe impedir que se continúe en ese camino a fin de evitar la responsabilidad internacional argentina por el incumplimiento de esas convenciones. Sostiene que "existe cuestión federal suficiente pues se cuestiona la inteligencia y el alcance otorgado al art. 43 de la Constitución Nacional, como así también la violación al art. 18 "in fine" del mismo cuerpo, y a diversas normas contenidas en los tratados, convenciones y documentos internacionales que forman parte de nuestro bloque constitucional. A mayor detalle, cabe destacar que al hallarse cuestionadas garantías del derecho internacional, el tratamiento del tema resulta pertinente por la vía establecida en el art. 14 de la ley 48 (Adla, 1852-1880, 364), puesto que la omisión de su consideración puede comprometer la responsabilidad del Estado Argentino frente al orden jurídico supranacional". 8. La mayoría de la Corte deslinda cuidadosamente sus potestades frente a las de la administración. Así, aclara que no le compete efectuar un estudio de mérito sobre las políticas públicas que en materia de establecimientos carcelarios lleva al cabo el gobierno de la provincia de Buenos Aires. Ello así, considera que "a diferencia de la evaluación de políticas, cuestión claramente no judiciable, corresponde sin duda alguna al Poder Judicial de la Nación garantizar la eficacia de los derechos, y evitar que éstos sean vulnerados, como objetivo fundamental y rector a la hora de administrar justicia y decidir las controversias. Ambas materias se superponen parcialmente cuando una política es lesiva de derechos, por lo cual siempre se argumenta en contra de la jurisdicción, alegando que en tales supuestos media una injerencia indebida del Poder Judicial en la política, cuando en realidad, lo único que hace el Poder Judicial, en su respectivo ámbito de competencia y con la prudencia debida en cada caso, es tutelar los derechos e invalidar esa política sólo en la medida en que los lesiona. Las políticas tienen un marco constitucional que no pueden exceder, que son las garantías que señala la Constitución y que amparan a todos los habitantes de la Nación; es verdad que los jueces limitan y valoran la política, pero sólo en la medida en que excede ese marco y como parte del deber específico del Poder Judicial. Desconocer esta premisa sería equivalente a neutralizar cualquier eficacia del control de constitucionalidad". Estos argumentos puntualizan de manera precisa la distancia que media entre la actitud de un juez que se sustrae al conocimiento de una causa, apoyándose en la doctrina de los actos políticos no justiciables o en la zona de reserva de la administración, de la de aquél que como en el caso que nos ocupa, se aplica a fiscalizar el respeto de los derechos fundamentales en todas las relaciones. Más allá de las bondades de una política si su aplicación redunda en el desconocimiento de derechos tan fundamentales, como son la integridad física y la dignidad de la persona humana, es obvio que el control de constitucionalidad debe analizar esos efectos y de comprobarse que así ocurre, anular los actos que causan esos efectos o exigir que se tomen las medidas propicias que lleven a la detención de ese estado de cosas. 9. La sentencia en comentario permite hacer realidad el acceso efectivo a la justicia. Pizzolo nos recuerda que "la Corte Interamericana de Derechos Humanos, ha tenido oportunidad de desarrollar el alcance de la obligación de garantizar el acceso a la jurisdicción que los Estados -como la Argentina- que han ratificado la citada Convención -Americana de Derechos Humanos- tienen" (en Manili, P. L. -coordinador-: "Derecho Procesal Constitucional", Ed. Universidad, Buenos Aires, 2005, p. 68). Ese tribunal ha expresado que "esta obligación implica el deber de los Estados Partes de organizar todo el aparato gubernamental y, en general, todas las estructuras a través de las cuales se manifiesta el ejercicio del poder público, de manera tal que sean capaces de asegurar jurídicamente el libre y pleno ejercicio de los derechos humanos. Como consecuencia de esta obligación los Estados deben prevenir, investigar y sancionar toda violación de los derechos reconocidos por la Convención, y procurar, además el restablecimiento, si es posible, del derecho conculcado y, en su caso, la reparación de los daños producidos por la violación de los derechos humanos" (Corte IDH, caso "Velázquez Rodríguez", sentencia del 29 de julio de 1988, párr. 166). En la especie se ha efectuado una recta aplicación de estos enunciados de la CIDH. La Corte ha reconocido el camino procesal más expedito y adecuado dadas las circunstancias del caso al dar andamiento a la figura del hábeas corpus correctivo colectivo, gracias a una interpretación integrada del art. 43 de la Constitución Nacional. Asimismo, ha asumido el papel que le cabe en tanto garante de la efectiva vigencia de la Ley Fundamental y por lo tanto de impedir que se violen los derechos fundamentales que ella contempla y los que surgen del bloque federal de constitucionalidad en su conjunto. De resultas de la comprobación en un caso concreto como el que se ventila en la presente causa de que efectivamente se produce de manera palmaria el desconocimiento de derechos fundamentales, dirige su mirada a los responsables del gobierno de la Provincia en la que ello ocurre, de modo de que hagan lo necesario para hacer cesar tal estado de cosas. Para lograr tan loable propósito propone una solución consensuada y participativa en cuya construcción deberán intervenir los responsables gubernamentales junto a representantes de la sociedad civil. Especial para La Ley. Derechos reservados (ley 11.723) © La Ley S.A.