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JUEVES 11 DE MAYO DE 1882
AÑOl
imM.'81
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f REGIOS DE SÜSCRICION
tMADRID
suscnicimi
PSOTIHCIAS
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ünaño
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Seis idrai. . . 10>p««eiMi.
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NÚMERO SUELTO,
15
CÉNTIMOS
NÚMERO
25
ATRASADO
CÉNTIMOS
OPltlNAS
Calle de la Gorguérá, 3,
principal.
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La cwffTMpondearia dabe dirigirse á 2>. / . 2V^
OIRECTOB
POLÍTICO Y LITERARIO,
ratona, aáxtúxáíAnáat d»
OllBUa.
A, SÁNCHEZ PÉREZ
SE PUBLICA LOS JUEVES Y DOMINGOS
SUMARIO
Interesante.—Crónica, por Gil Pérez.—Tipos y topos, por Manuel del
Palacio.—¡S6n mis paisanos! por Clarin.—El coco de ahora, por Luis
Tabotda.—Disidencia, por Tomás Tuero.—De los sombreros, en su
relación con la literatura contemporánea, por F . Moja y Bolívar.—
Diabluras, por Alvaro Ortiz.—Cabos sueltos.—Anqncios.
INTERESANTE
Cuanto mAs amigos, má,s claros, y lo festivo no quita á. lo previsor.
La IMtbUcaclon. nos cuenta un ojo de la cara: los trabajes han de
ser retribuidos & TOCA-TEJA, la contribución es cruel, los comestibles est&n por las nubles y los alquilei>es son fabulosos,
La Empresa necesita que los sefiores snscritores recuerden todo
esto, y satisfogan el importe de la suscricion e(m puntualidad.
Nosotros, que sólo & olvida<podemos atribuir la demora, nos aprensáramos & refi^scar la. memoria de los que se hallan en descubierto. SI hasta el 20 del corriente no recibiáios respuesta & esta
excitación cariñosa, habremos de girar & cargo de nuestros estimadísimas snscritores; pero coopto el giro, dado lo exiguo de su importe,
es difícil y caro, & pesar nuestro y contra nuestros deseos, habremos
de CARGAR UN 20 POR 100 del importe de la suscricion, por el
quebranto que la Empresa experimenta al adoptar ese procedimiento de recaudación.
Es, por lo tanto, preferible enviar desde luógo el importe en libranzas ó letras de f&cil cobro, y á.un en sellos de franqueo, si fuere
necesario.
Y no decimos m&s.
> .
El asunto es tan interesante, que por si solo se recomienda.
G I L BLAS.
CRÓNICA
Ea, ya quitamos eso de en medio, como dicen en la comedia
Las cuatro esquinas, si bien no lo hemos quitado del todo, porque, á pesar de los pesares, queda aún por dar la última mano.
Ya comprenderán ustedes que hablo del tratado de comercio
DIBUJANTES:
DEMÓCRITO, LUQUE, MÉLENDEZ
con Francia, que el lunes fué votado por los senadores; pero que
no pudo ser votado definitivamente por falta de personal. ,
Trescientos seis senadores existen hoy, s i n o estoy equivocado,
en activo servicio; de egos trescientos seis, ciento cuarenta y tres
(ministros inclusive) votai'on el tratado; de los g[énto setenta y tres
restantes, ochenta y cinco votaron en contra. Hay, por consiguiente, ochenta y ocho senadores que en este interesante asunto no saben lo que piensan, si es que algo piensan, y no dicen lo que sienten, si es que sienten algo. ¿Por qué? Allá ellos. Ni yo gusto de
averiguar intenciones ajerias, ni al país importa lo que ha sido causa de que esos padres de la patria no tengan opinión propia, ó no
quieran manifestarla, 'puesto que la tuvierea;
El que sí la tenía, á lo menos el dia de la votación (y la expuso
detenidamente), ei-a el Sr. Sagasta: lo cual que pronunció u n discurso de munición, que no hubo más que óir. Cuando yo penetré en
la tribuna, la mayoría daba muestras de aprobación, tales y tantas,
que yo hube de decir para mi sayo (salvas todas las considerado nes debidas, ca va satis diré): «¿Aplaude la mayoría? alguna siiiipleza se le ha escapado,al presidente del Consejo de miúistros.»
Me equivoqué de medio á medio; ninguna puerilidad se había esCapado; las que dijo el orador, fueron dichas con deliberado propósito, y con la seriedad propia de quien sabe lo que'hace ^^Tiáce lo
que sabe.
'.
El Sr. Sagasta, que es aficionadísimo á buscar én Bélgica sus
argumentos, decía á sus amados oyentes algo que en el fondo se
parecía á esto: «¡Qué! ¿Os figuráis que el tratado perjudica vuestros intereses? ¡Error! Eso mismo creían los belgas hace veintitantos años, y sin embargo, gracias al tratado, la industria belga está
íioy ñoreciente y supera en muchos productos á la francesa.»
Porque eso es sabido: cuando la industria de un país se encuentra atrasada; cuando las artes no prosperan; cuando su comerpio
languidece, el mejor remedio es celebrar un tratado, y... como mano
de santo. Después los industriales, y los comerciantes, y los obreros
creen de buena fe que á su trabajo, á su iniciativa, á sus sacrificios, á su laboriosidad y apHcacion, se debe el adelantamiento. ¡Ignorantones! No, señor, se debe al Camacho qu-e inventó las tarifcis,
ó al Albacete que negoció el tratado.
El Sr. Sagasta, condolido, sin embargo, de sus compatriotas, y
242
GIL BLAS
por si acaso él se equivocaba, creyó oportuno ofrecer algún consuelo á los atribulados industriales. ¡Ay! ¡Ojalá hubiera hecho extensivos esos mismos consuelos á los contribuyentes de Galicia y
á los trabajadores de Andalucía!
«No creáis, dijo, que el tratado es una cosa cerrada, no; abierta
queda la puerta para reclamar, en caso de que los perjuicios fueran muy grandes, y el Gobierno reclamará cuando el caso llegue:
podrán no hacer caso de nuestra reclamación, eso es claro; pero
¿quién niega que también pueden atenderla? Pues ahí está el toque. Celebremos ahora el tratado, aprobémosle, ratifiquémosle, sin
perjuicio de hacer después todas las reclamaciones qué procedan.»
«Ademas, continuaba el Sr. Sagasta, para consuelo vuestro,
debo anunciaros que estamos en camino, (y llegaremos pronto) de
hacer otros nuevos tratados con varias naciones, de los cuales sacaremos ventajas notorias para las industrias españolas. En cuanto á éste de Francia, podemos haberlo hecho mal, aunque yo creo
que lo hemos hecho perfectamente; pero en los otros, en los que aún
no están terminados, estamos dispuestos á echar el resto, y ya veréis entonces lo que es bueno y barato. Y nada os digo de los que
estamos preparando con las repúblicas americanas, que eso va á
ser cosa de chuparse los dedos, y de henchir las arcas. Y, en fin,
si vemos que una industria perece y se ahoga, ¡qué diablo! no somos tan malos como se cree; procuraremos entre todos sacarla
adelante, porque esta es la misión del Gobierno: abrir canales, construir puertos, terminar ferrocarriles y caminos vecinales, fundar
colonias agrícolas y hacer que los labradores y colonos, y aun los
braceros, encuentren, al llegar á su casa cansados del trabajo,
dos sábanas limpias en que envolver sus fatigados cuerpos,
una cortina que interrumpa la comunicación de sus modestas
habitaciones, una colcha con que adornar su cama, y unos manteles con que cubrir su mesa, y entonces la industria española no
tendrá fábricas, ni máquinas, ni dinero, ni hombres, ni instrumentos bastantes para dar abasto al consumo.»
Y ante este cuadro de Jauja, en que, por eficaz virtud del tratado
de comercio, va á ser convertida España, lágrimas como hogazas
surcaban las mejillas de los senadores ministeriales, que gritaban
desaforados:—¡Muy bien, muy bien!
¿Y cómo no? ¿Y cómo no? que dirfan los chilenos de una popular zarzuela: si los trabajadores de Écija, de Jaén, de Linares y de
Málaga, que hoy no pueden comer pan; si la mujer aquella que
labraba ayuntada con un buey el campo de Cataluña; si los canarios que emigran y los astures que fallecen de inanición saben
que, aprobado el tratado, van á tener sábanas, y colgaduras, y colchas y manteles blancos, no podrán menos de bendecir al Gobierno que tantos bienes les facilita; aunque tengo para mí que la
mayoría de esos desdichados á quienes tales dichas se ofrece, harían gracia al ministro de los manteles y de las colgaduras de mañana, en cambio de un pedazo de pan para hoy.
Pero ¿qué sabe de estas cosas el presidente del Consejo? En su
discurso no pretendía convencer á los jornaleros, sino á los senadores.
Y el hombre que hace la digestión de un almuerzo opíparo repantigado en cómodo diván, bajo suntuoso artesonado, se enternece fácilmente con el idilio.
Así y todo, no fueron muchos los enternecidos, y la votación,
como llevo dicho, quedó incompleta.
¿Será preciso que á las sábanas limpias, y á los manteles, y á
las colgaduras, agregue el Sr. Sagasta alguna golosina de añadidiu'a para la votación definitiva?
Acaso no sería malo ofrecerles un par de botas, ó un traje de
verano.
Someto esta ocurrencia al buen juicio del señor presidente.
GIL PÉREZ.
TIPOS Y TOPOS
A mil pueblos hace ilustres
ün tipo que les adorna;
Hay un Bargeátp da Utrera
Y un embozado de Córdoba.
Ecija tiene sus niños
Y Burgos su papamoseas,
Y existe un majo de Andújar,
Al par que un bobo de C!oria.
Se cita un cura de 0«via
De elocuencia tan pasmosa,
Que el mismo Linares Rivas
Fuera i. su lado u6)idiota.
Y de UB gaitero de Arganda
Hablan romanees y crónicas,
Parecido á don Arsenio
En lo mucho y mal que sopla.
Mas cuanto acabáis de ver
Es ridiculo y mezquino;
Podéis el mundo correr.
Sin encontrar un don Lino
Como el que hay en Santander.
Tal hombre nace poeta
Y á despecho de la prosa,
Pide en verso la papilla,
Y duerme al son de sus coplas.
Tal nace con el instinto
De números y de notas,
Y llega á ser un Gamaeho
Si por desgracia se logra.
Tal otro, vocación siente
A la pintara ó la solfa,
Y acaba por pintar catres
O por tocar la zambomba.
Don Lino nació don Lino,
Que es nacer trasunto y copia
De todos los desafaeros,
Y las ignominias todas.
No hay aguador en la villa
Que á escribir con i\ se ponga;
No hay Venancio que le iguale
Cuando discurre ó perora.
Lleva de alcalde la vara
Con la dignidad heroica
Que lleva la albarda el burro,
Y el camello la joroba.
Y por su modo de ser
Y lo discreto y lo fino,
Desde que ejerce el poder.
Sólo con roncar don Lino
Se estremece Santander.
¡Ay! ¡Cuál fuera mi placer
Si me otorgara el destino
Y yo pudiese tener.
Como otros tienen un chino
Que les sirve de comer.
Suelto por casa un don Lino
Como ese de Santander!
MANUEL DEL PALACIO.
243
GIL BLAS
SON MIS PAISANOS!
Tengo el derecho de sentir orgullo ¡son mis paisanos!
¡Ruiz Gómez, Campo-Grandel
Indudablemente aún nos quedan estadistas.
Ruiz Gómez es más profundo.
Campo-Grande más largo.
Ruiz Gómez maneja con más facilidad los números y los caballos de vapor.
Pero Campo-Grande se las maneja perfectamente.
Ruiz Gómez ha dicho: «Los ferro-carriles en España tropiezan
con grandes dificultades, y por esa razón se ven en circunstancias
muy difíciles.» Véase la profundidad arriba citada.
Ruiz Gómez ha l l i ^ ^ o á ^taa grandes afirmaciones después de
largos y costosos estudios. Viajó mucho, y ese es el resultado de su
experiencia. En París estudió con M. Proudhomme, que fué quien
ie inculcó eso de las dificultades de los ferrocarriles difíciles.
Pero aún tengo otro paisano ilustre: Barzanallana. También
habló del tratado y dijo: «Protesto, no científica, pero sí enérgicamente. »
Muy bien dicho: lo que hace falta aquí son caracteres, y la
cuestión no es saber, sino querer; nada de ciencia: energía, y caiga
•el que caiga.
Y también decía Barzanallana, más científico ya que enérgico:
«¿Debe un país fomentar antes su riqueza externa que su riqueza interna? Yo creo que no.»
¿Qué será la riqueza externa de un país?
Debe de ser la riqueza de los demás.
Conozco yo un crítico que come todos los dias fuera de casa y
viaja de gorra, que es el rico más externo que se ha visto.
Por últkno, Barzanallana mné dijo que el partido conservador
«en el fondo siwapre había obrado bien.» ¿En el fondo de qué?
En el fondo, corriente.
Pero, amigo, ¡tienen Vds. unas formas!
Se me había olvidado decir que Roiz Gómez pronunció otra
gran frase, que nos lo hace conocer coaoo humorista de primera
fuerza.
Hablaba Elduayen, y dijo Ruiz:
¡Qué inocencia!
Hay quien asegura que la frase no quedó ahí: que añadió, paradisiaca.
Pero esto es inverosímil. Ruiz Gómez no sabe lo que significa
paradisíaco.
Él no sabe más que alemán.
Y números.
Y caballos de vapor.
Y rayos y centellas.
¡Campo-Grande, Campo-Ruiz Gómez y Campo-Barzanallana!
Tres paisanos como tres dias de bueyes, que decimos en la
tierruca.
¡Viva Pravia!
CLARÍN.
EL GOCO DE AHORA
Antes era «la-mano oculta de la reacción;» ahora es el Sr. Ruiz
Zorrilla.
Siempre ha de haber algún coco nacional que venga á turbar las
plácidas digestiones de los gobernantes.
La intranquilidad que reinaba estos dias en las esferas del poY decía más Barzanallana, mi paisano, mi ilustre amigo.
der,
reconocía por causa la siguiente noticia de sensación.
Decía que el Sr. Ruiz Gómez tendría razón en sus ideas libre¡Ruiz
Zorrilla está en Barcelona disfrazado!...
cambistas si se pudiera asegurar la cosecha de los granos.
El
único
que no se intranquilizó fué el ministro de Marina, que
De modo que el tener razón Ruiz Gómez depende de que llueparece de algodón en rama.
va ó no llueva.
En cambio, algún otro ministro daba vueltas en el lecho, y se
Pues si el discurrir bien Ruiz Gómez se puede lograr con una
mesaba
los cabellos con desesperación; y no faltó quien fué á desbuena cosecha... desde luego anuncio otro año del hatnbre.
pertarle para decirle:
—Señor... las noticias son alarmantes... ¡vengo rendido! Se sabe con toda seguridad que está allí. ¡Esto se pone malo!
Y proseguía Barzanallana, mi paisano ilustre, diciendo:
¡Que me traigan el sable! contestó el ministro lanzándose fue«Es preciso que protejamos hoy á Cataluña, mañana á Castilla,
ra de la cama.
y pasado á Andalucía.»
D. Venancio procuró tranquilizar á su impresionable compañeProtección por turnos, como los abonos de los teatros.
¡Oh! Con sabios hacendistas como Barzanallana , ¡Dios nos pro- ro, mostrándole un telegrama que decía:
«Noticia falsa; periódicos chiflados. Yo abro ojo; precauciones
teja á todos, hoy, mañana, pasado... y el otro!
tomadas;
vigilo trenes, buques y cafeses. Tranquilícese V. E.»
¡El otro!
Pero el otro no se tranquilizó, y se pasábalos dias qtiitándose y
Del otro, se olvidó Barzanallana.
poniéndose el sable, y durmiendo con las espuelas y el casco, por
El otro sería el rabo que habría que desollar.
lo que pudiera ocurrir.
Todas las mañanas, al traerle el chocolate, le. preguntaba al
Sólo conozco un economista que pu^de compararse con Barza- criado:
—¿Se dice algo por la plazuela?
nallana, y es su hermano D. José.
—Sí,
señor; que lo van á quitar pronto.
El cual recomendaba la contribución de consumos: primero,
—¿A
quién,
desventurado?
pojque en ella se acrisolaba la honradez de los empleados en ca—Al kilo y al gramo; porque no se acostumbra uno con ellos.
sillas...
El ministro respiraba con satisfacción, y seguía tomando el choEsto es histórico, y ya lo he contado muchas veces; pero merecolate. Después entraba en el ministerio y se ponía á dar ascensos
ce bien que no se olvide.
para distraerse y alejar las ideas tristes.
El coco, es decir, el Sr. Ruiz Zorrilla, ha estado siendo, durante
244
GIL BLAS
unos dias, la preocupación de muchos ministeriales, y en más de
un círculo político se oían conversaciones como ésta:
—Pero ¿se le ha visto?
—iComo le estoy á V. viendo ahora! Me lo escribe un cuñado
mió, que está allí parado.
—¿Parado?
—Sí; es tenor cómico sin ajuste. Pues mi cuñado entraba la otra
mañana en una peluquería, no sé si á desayunarse, y lo vio pasar
Vestido de sacerdote, con un trabuco,,.
'. '—Vamos, sí, como los que pintaba Ortego.
—No sé ría V., poríjue el Gobierno ha recibido también noticias
inuy alarmantes.
—Sepamos qué le dícen al Gobierno.
-4-Le dicen que llegó en el tren, dentro de un baúl mundo, sin
TháB que dos ajgujeritos para respirar y para enterarse de lo que pasaba fuera.
-^¡Demonio!
—í)esp<ies se echó á la calle embozado, y recorrió toda la población, repartiendo fusiles y monedas de cinco duros,
•—¡Quién estuviera allí!
—No lo tome V. á broma... Aquí viene D. Sisenando, que debe
traéi< ñdti6ias &éscas.
D. Sisetlándb, diputado rural, toma parte en la conversación.
—Pueda que Iiaiga alguna esageracion exclama; pero de
todos modos, lo cierto es que el hombre está aUí, en clase de conspirador {Público...
—¿De manera que el Gobierno?...
^^M Gobierno recibe partes á cada rato, y por ellos se sabe que
toda Barcelona está minada,
--•'-^¿Toda?
•
>'•'
•
,.
•'
•
'—Toda ella, dé arriba abajo, y alo ancho.
: "^^Pero ¿la miné él solo?
—No; le ayudaron^unos cuantos, que trajo de París exprofeso.
^^%Y es verdad que vino dentro de un baúl mundo?
" —No Jo ereá V.; esas son voces que han hecho correr por ahí
ios bauleros mundanos ie oposición. El bajó del tren con blusa
y'gorro frigio, por no in£dndir sospechas, y en cuanto llegó á la
fonda, pidió un niño de ciaco años, para almorzar, con patatas
fritas. ;
•^¿Y se lo comió?
• —Enterito. Después se fué al parque, cogió dos cañones y se
los lleW para su casa... Ahora estamos esperando que estalle la
mina de un momento á otro; y el gobernador ha mandado que se
vayan abrielido zanjas, fuera de puertas, para enterrar los pedazos
de las vttimas que liaiga.
• —¿Y cómo no le prenden?
—¡Prenderle! ¡Está V. fresco! No sabe V. quién es ese hombre.
Mire V., cuando llegó á Barcelona, sólo porque un guardia civil de
caballería le pidió la Cédula, no hizo más que así, con la mano, y
le enterró el trieornio én los sesos. ¡Si es atroz! Lo mismo maneja
' él ka columnas de los faroles públicos que manejo yo este baston.
• -r--|Claro! ¡Un hombre que almuerza niños de cinco años con
patatas fritas!..:
Debo suponer que en las noticias de D. Sisenando, como rural
y. crédulo que es de suyo, hay algo de hiperbólico; pero, de todas
suertes, conste que el coco délos Gobiernos conservadores que
ahora se-estilan, es el Sr. Ruiz Zorrilla, y que harían muy bien en
dejarle en paz, y no traerle y llevarle á cada momento nuestros
apreciables periódicos noticieros y nuestros distinguidos alarmistas
de oficio... Lo demás vendrá sin excitaciones de nadie.
i;
;
LUIS TABOADA.
DISIDENCIA
No he de decir aquí que soy un hijo de la prensa, como sueled
cacarear ciertos hombres políticos que, en realidadde vex"dad, y
tomando informes, resulta que no son hijos de nadie, ni han hecho
jamas una oración primera de activa... Pero, en fin, déla prensa
vivo, y sea lo que quiera, en cuanto cuarto poder del Estado, claro está qué le tengo un cariño profundo, convencido como estoy,
por otra parte, de que lo más sano, lo más viril, lo más inteligente
de nuestra juventud, está en esas redacciones de periódicos, vertiendo de continuo, según la hermosa frase de Castelar, la sangre
de su alma.
Cariño y admiración merece, ciertamente, y sólo esas mediaxuas
déla política—otros que no quieren ser hijos suyos, peor especie
aún—afectan un desden insolente, estúpido, hacia lo que llaman
en son de befa institución, y que desde el punto y hora en que
ellos se lo llaman con desprecio, institución es, más respetable y
santa, que esas otras de que suelen hablar en sus discursos, largos
como noches polares...
Claro es que, en el fondo, no hay semejante menosprecio, y sí un
despecho mal disiiüulado, una envidia verde, una impotencia que
se resiste á la resignación... Tal político de esos pasó lo mejor de
sus años huroneando noticias páralos periódicos, que le redactaban luego... Este idioma castellano, amplio y sonoro, que escribi(>
Fr. Luis de León y pensó Santa Teresa de Jesús, es sumamente
rebelde á la noticia, y nuestro pohtico no olvidará jamas lo mucho que sudó cuando ejercía de escritor. Después fué abriéndose
camino, que aquí el triunfo, á la larga, es de los pies, pero tiene
dentro toda la hiél de sus antiguas Odiseas y de sus sangrientas
batallas con la pluma indócil. ¡Si sabré yo lo que es la prensa! dice
á veces sonriendo á lo Byron desde su sillón de subsecretario ó de
director general.
Pero si podemos enorgullecemos con el título de periodistas, esto
no obsta, antes bien nos obliga á censurar enérgicamente toda
manifestación que pueda redundar en desprestigio de la clase.
De la antigua bohemia, que por fortuna ha concluido ya por
completo, ó tomado otra forma más digna y decorosa, queda aún
entre ciertos hombres de letras, periodistas, etc., como un resabio
de costumbres que han llegado á ellos por tradición, y que tienen
la debilidad de imitar. A veces, ni son hombres de letras, ni siquiera periodistas en cierto- sentido, pero llevan la representación de
estas clases, á quienes hacen ante el vulgo solidarias de sus ligerezas.
De aquí el que alguien vea todavía un poco del juglar en el escritoi' moderno: ese atolondramiento que la leyenda atribuye á
poetas insigues, esa despreocupación que un gran talento hacía
perdonar, esa informalidad ingeniosa, disculpable en fuerza de
gracia... todo esto, que ni existe ya, ni debe existir, hay quien ci-ee
que es de ahora, y que son así aún los hombres de pluma que hoy
se estilan.
Confieso que viene á dar cierta apariencia de realidad á tal error
eso de hacer villancicos y pasar comunicaciones más ó menos
chispeantes, en verso ó prosa, de la tribuna del Congreso al salón
de sesiones... Hay una gran frivoUdad en pedir ciiramelos, ó cualquier otra cosa, al señor presidente, que sonríe al leer la coplilla y
accede benévolo á la petición de aquellos diablos de poetas que tienen la gracia del mundo. Todo esto, á mi modo de ver, es deplorable. Y produce su efecto en la opinión.
Sin ir más lejos, el último banquete de periodistas que me ha
sugerido las anteriores reflexiones, ofreció un detalle nada üsonjc
ro para los que estiman la seriedad del oficio.
Por unanimidad se acordó regalar el ramo que adornaba la me-
GIU BliAS
245
Z... es un poeta de inspiración. Robusto, sonoro, castizo. Sus
composiciones continvian la manera tradicional de lá poesía española, sin influencias extrañas, ni formas exóticas. Dotado de esNo es propio de vos, seríora,
crupulosa conciencia literaria, cuanto da al público tiene la neceEl ramo de nuestra mesa;
saria elevación, junto con las finezas de la indispensable lima. Sus
Viva la gobernadora,
admiradores son muchos y entusiastas.
Y dispénsanos, condesa. .
En cierta ocasión, pidieron á Z... su concurso para avalorar eJ
álbum
de una rica cubana. Al tener entre sus manos aquella obra
ííi por la forma, ni por el fondo, ni por Xiquena, á quien no tende
arte,
al ver los broches y cantoneras de oro puro trabajados á
go el honor de conocer, me hago responsable en la más mínima
cincel, el poeta echó el resto y escribió una oda maghífica, digna
parte de ese final de comida de periodistas.
de la reputación del vate y de la opulenta dama. Satisfecho todo
Como particulareig, vaya en gracia. Cuando se habla como prenel mundo, Z... andaba loco de contento, pensando en el regalo que
sa, no hay derecho á decir esas cosas.
habría de recibir dentro de poco.
Declaro, pues, que yo no estuve representado allí, y tengo podeEn esto pasaron dias y más dias, semanas y más semanas, $in
res de varios amigos para protestar en su nombre.
que el poeta viera al caballero que le entregó el álbum. Ya daba •
El ministerio de la prensa impone deberes ineludibles...
¿Cómo haremos creer al pueblo que con la misma pluma con su estro por mal empleado, cuando á principios de año recibió un
paquete procedente de la Habana, dentro del cual iba un sombreque se escribió eso se defienden después las ideas?
ro de jipijapa. El regalo llegó con una oportunidad qji^ podía llaTOMAS TUERO.
marse colonial. Y como los poetas no tienen por costumbre gastar
sombreros de paja en Enero, Z... llevó el suyo á uim sombrerería,
lo malvendió por doscientos reales, y con ellos cprividó á almorzar
á varios amigos, brindando por la rnunificencia ultram^irina.
DE LOS SOMBREROS
sa á la señora condesa de Xiquena, y al efecto se le remitió con la
siguiente dedicatoria:
EN Sü BBLACrON CON LA LITERATURA CONTEMPORÁNEA
Aunque los poetas no acostumbran gastar sombreros de paja en
Enero, se han visto casos de aproximación. N... escribía un drama
bien pensado, bien desarrollado, interesante^ ep el enredo y fluido
en la versificación, enriquecida con pensamientos originales,é imágenes bellas. Como las condiciones de su vivienda no le permitían
terminar la obra con la premura desead^^ pensó mudar de casa,
intentándolo como lo había pensado. Es da advertir que íí... deacuida tanto la cuestiop de sastre, y cuantasr cuestiones se rozan
con ella, que ya es proverbial su abandono; naciendp semejante
descuido, ó de desprecio hacia las vanidades humanas, ó da lamentable desnivel entre los ii;gresos y gastosdel dcamaturgo inci^
píente. Lo cierto es que para él las estaciones se suceden y se parecen por aquello de continuar durante el calor con los atavíoa de
invierno, y durante el frío con la vestimenta propia del verano.
Era invierno, bien entrado el invierno, cuando N... trató de mudarse. Pero, por más que ofrecía paga adelantado y mes de fianza
y cuantos requisitos pecuniarios exigen los caseros de Madrid á
quien pretende honrarles la casa habitándola, no encontraba el
hombre quien se la quisiera alquilar, como no encontraba tampoco quien le diera una razón, un pretexto lógico para negársela. Él
pagaba corriente, no tenía mucha familia, ni perros antipáticos, ni
tráfico sospechoso, ni trataba de, establecer una redacción, ni un
taller en que se metiera mucho ruido. Sin embargo, los caseros se
cerraban ala banda, llevándole aL colmo de la desesperación.
Cierto dia cayó en la cuenta de tan pertinaces negativas. Estaba
próxima la Navidad;.una gran nevada se dibujaba en el espacio, y
aún ostentaba N,.. sobre su cabeza el sombrero de paja que había
comprado en Agosto. Al considerar tan extemporáneo apéndice
¡nada más natural! los caseros comprendían que aquel individuo
no inspiraba confianza alguna en lo porvenir. Así lo comprendió,
también el dramaturgo, desesterando inmediatamente, para oZfombrar después la parte más noble de su individuo con adecuada cubierta.
M... ha formado un volumen coleccionando dos docenas de artículos amorosos escritos á lo largo de su juventud. En ellos se refleja el carácter del escritor, un temperamento artístico que fía sus
impresiones á la pluma, por lo cual la obra resulta de interés. Contento de su libro, buséa un editor que lo publique en buen papel y
esmerada impresión. Este dice que los negocios están paralizados;
el otro pretexta que no se venden colecciones de artículos. Por fin,
tropieza con uno que se muestra favorable, siempre que las exigencias sean moderadas. M... no exige más que darse á conocer
por medio de un tomo elegante, pues sabido es que^ el género
ameno debe ir bien estampado para que guste, como la mujer hermosa debe ir limpia y correcta para agradar. El editor se obstina
en comprar la propiedad absoluta del libro, y el autor ve el cielo
abierto figurándose que la raza de los editores entra por el Cjamino
de la conversión.
.Llega el dia de cerrar el trato. M... pasa revista á su indum^nto,
porque de presentarse bien ó mal vestido, depende que el editor le
trate como persona decente ó como á un pelagatos; los editores, lo
mismo que los hombres, se pagan mucho de exterioridades. Lo
único que le falta á nuestro escritor, es sombrero; lo demás del
traje puede pasar sin inconveniente. Toma, pues, cuatro duros que
ha cobrado por una revista literaria, entra en la sombrerería, y adquiere un capaila de brillo. Hecho un caballero, se persona en la
casa editorial, y se sienta delante de quien es arbitro de sus destinos en aquella hora. El editor se fascina contemplando, los cambiantes del cilindro puesto sobre la mesa de despacho.—Pues, señor, dice para sus adentros; éste va siempre muy bien portado;
acaba de estrenar sombrero; se ve que no le harán mucha falta
los cuartos. Es posible que viva de sus rentas y que sólo escriba
por afición.—Resumen del soliloquio interno: que no da el editor
más de veinte duros por la propiedad absoluta de la colección amorosa; esto es, menos de un duro por artículo.
M... acepta, firma el recibo, toma el dinero, sale á la calle, llega
furioso á su domiciho, y, dando rienda suelta á su indignación,
S... es el ingenio andando. Sus gracias tienen para los literatos
administra una soberbia pateadura al sombrero flamante. Esta paun
sabor de extravagante originalidad que sorprende. Alambica el
teadura significa cuatro duros menos de modo, que el libro, la
chiste,
con tal de sostener en serio una idea absurda. A pesar dé
propiedad del libro, le ha valido una onza nada más.
su mérito, la fortuna se muestra hurañíCS3on él, negándole lo que á
cualquier tonto concede. Y aunque se le oye en broma, á veces se
246
GIL BLAS
empeña en convencer al oyente de lo que á todas luces es un pro- por nn quítame allá esas pajas. Si los malos se hallan dentro de
pósito descabellado.
mi individuo, yo conseguiré que se vayan á freír espárragos antes
S... dice, entre otras cosas, que jamas compra sombrero, vinién- de cuatro dias. Ahora mismo voy á enviar al valiente Carulla una
dosele á las manos cuantos necesita. Al efecto, basta salir á la ca- carta, concebida en los siguientes términos:
lle en dias de manifestación, de procesión ó de ejecución, en los
«Reverendo padre... de almas: Tengo motivos para abrigar el
que indefectiblemente hay carreras. Puesto el interesado en sitio temor de que estoy en poder de los malos. Siempre me ha parecioportuno, ocurre un incidente, el gentío se abalanza, corren los do V. un denodado adalid de la rehgion católica, tan malparada
asustados, ruedan por el suelo, ó van por el aire diferentes som- en estos tiempos de impiedad que corren, y por lo mismo que le
breros, y entonces no hay más que alargar la mano y probárselos^ juzgo á V. de ese modo, no he vacilado un momento en dirigirle
hasta que se tope con el que mejor conviene. El procedimiento es á V. la presente epístola.
digno de recomendación, sobre todo para literatos menesterosos»¡Annese V., por el Amor de Dios, de un hisopo, y venga sin
demora á esta su casa en disposición de Ubrarme, con algunos
F. MOJA Y BOLÍVAR.
exorcismos, de los rebeldes diablos que me hacen compañía, si las
apariencias no me engañan!
«Dándole anticipadas gracias,se ofrece deV. afectísimo etc.,etc.»
Y Carulla, que tan intrépido es y tan celoso se muestra del esDIABLURAS
plendor del catolicismo, yendiá incouñnenU, y no me dejará un
diablo para un remedio.
Yo era tan católico y apostólico romano como el mismísimo Ga¡En qué poco estriba la felicidad!
rulla. Oía misa con verdadero fervor religioso todos los domingos
y fiestas de guardar; confesaba y comulgaba una vez al mes; asisALVARO ORTIZ.
tía puntualmente á las Cuarenta Horas; rezaba y me persignaba
al tiempo de acostarme... En fin, era un verdadero ordenancista
del catolicismo.
Pero todo en el mundo tiene su término, y mi devoción lo tuvo
también. Hoy deseo entrar en la iglesia, y un secreto impulso me
hace cambiar de inclinación; deseo rezar, y el mismo secreto impulso me lo impide; quiero leer el Camino recto y seguro para lieggr el cielo, y mis ojos rehuyen espantados el examen de tan piadoso libro. ¿A qué se debe todo esto? Lo ignoro; pero se me figura
Hombre, se escribe de un modo...
que alguna vez he incurrido, sin darme cuenta de ello, en grave
Cierto libro, muy profundo,
Se titula Dios y el mundo.
pecado, y que Dios, siendo tan vengativo como nos lo pintan los
Pues
ya... llámelo usté Todo.
Padres de la Iglesia, me ha negado toda su gracia, mientras que el
¡Para
lo
que
queda!...
demonio ve con gran satisfacción que camino por una senda torcida; es más: abrigo el temor de que los malos se hallan hace algún tiempo en plena posesión de mi cuerpo y de mi alma.
Ha sido nonibrado secretario del ayuntamiento de Madrid D. Enrique
Fernandez.
Este horrible temor eriza mis cabellos, y produce en mis carnes
¡Hombre! ¡Fernandez!
un estremecimiento inusitado.
¡Cuánto me alegro!
¿Qué habré yo hecho—¡triste de íníl—para que la gracia de
(No
le conozco.)
Dios no sea conmigo? Me olvidaría de cumphr con exactitud la
penitencia 'que mi director espiritual me impuso cuando confesé
Leo con verdadero gozo en La Correspondencia una lista de donativos reúltimamente? ¿Habré hecho alguna labor el dia de fiesta? ¿No me
cibidos
por la Sociedad Protectora de Animales, que empieza así:
habré regocijado al tener conocimiento de la muerte de algún impío? ¿En qué habré yo faltado á los preceptos de la religión cató6.000 rs.
S. M. el Rey
4.000
lica?
S. M. la Reina . . . ;.
12.000
El ministro de Fomenta,
Yo era feliz con la.esperanza de que en el reino de los cielos me
80.000
El ayuntamiento de M«drid
tendría reservado Un lugar el Todopoderoso para cuando la muer4.000
La
diputación
provincial.
te me expulsase del mundo de los vivos; pero Satanás, que anda
siempre tentando las almas, me ha pillado alguna vez, sin duda,
TOTAL . . . ,
46.000 rs. vn.
en flagrante delito de lesa rehgion, y no me deja sosegar con el
horrible influjo que en mí viene ejerciendo desde entonces.
Sin contar con otra multitud de donativos particulares y ventajas ofreci¡Y qué cosas rae suceden, Virgen santa! Todas las noches ten- las por las compañías de ferro-carriles.
Eso esta bien.
go sueños pavorosos, durante los cuales me parece ver furibundos
De seguro que á los trabajadores de Andalucía, leyendo estas lineas, se
presbíteros que rechinan los dientes y fulminan anatemas contra
mí; beatas que hacen mangas y capirotes de mi conducta; carlistas les hace la boca agua.
Y dirá alguno: «¡Quién fuera animal!»
irritados que me amenazan con un severo castigo para cuando su
rey y señor ocupe el solio de San Fernando, y peregrinos exaltados que arrojan contra mí un aluvión de sendas calabazas.
He visto á Mártos Jiménez
¡Ay! Es preciso que esto termine de una vez para.siempre: yo
Leyendo la Lista grunde.
no quiero perder mi eterna salvación por cuanto hay en el mun¡Que juegue á la lotería
,
do, ni quiero exponerme, durante mi existencia, á las iras de ninQuien ha de ser ministro responsable!
gún católico exaltado, porque los catóHcos son atroces cuando se
les sube el corazón á la gola, y hay entre ellos algunos, como el
cni-a Santa Cruz y el de Flix, que le pegan un tiro al mismo sol
GIL BLAS
247
descripción de sus valles, sus cascadas, sus gratas, sus tradiciones y sus
leyendas.
El autor es Víctor Balaguer.
Y la obra, que tiene cerca de doscientas página?, de excelente papel y
con impresión esmerada, está ilustrada con sesenta grabados del distin guido artista Julián Bastinos.
Ya comprenderán ustedes por qué aseguraba yo que pronto se agotaría
Parece BN, según Alma viva, que en las tertulias aristocráticas se juega, la edición.
Yo diré á ustedes cuándo se pone á la venta la segunda.
mucho al tresillo, y que este juego se presta mucho á las m&s íntimas relaHe olvidado decir que el libro lleva el retrato del autor.
ciones.
Este
Ferá un aliciente para loj constitucionales descontentos.
1.0 que es prestarse, también se prestaba la lotería.
Pero ¡alto! porque esto es meterse en la vida privada de los aristócra tas
La Correspondencia publica una novela que se titula:
El rey de los griegos.
Será el rey de los ciegos.
Y entonces ya sé quién es: el sol.
Ese tuerto sublime, que se dice ahora.
Dice El Imparcial:
«El muy reverendo arzobispo, etc.»
•Yo no me incomodo porque sea muy reverendo; lo que me da grima es
tener que pagarle...
¡Pero, Dios mío! ¿Por qué no pagan á los arzobispos i?¿/»tpama¿ y otros
cat(Uicos respetuosos?
CANTARES
Dice La Correspondencia de Valencia recibida hoy, que el diputado por
aquel distrito D. Joaquín Martin de Olías, director de El Globo, ha regalado á la virtuosa y distinguida señora doña Clara Dolz, viuda de RiberoÍes, un precioso cáliz, con su patena y cucharita, todo de plata maciza.
Y esto lo dice también La Correspondencia de España.
Y ahora yo lo repito.
Para que el público se entere.
Y ademas para ver si averiguo qué diablos le importa á nadie que Olías
regale cálices, patenas y cucharilla, ó lo que fuere, á quien bien le parezca.
Pueblo: á la plaza de Orie&te
No té vayas á llorar,
Que está la gente ocupada
Haciendo un^ catedral.
Algunos diputados han dado en nombrar al Sr. Canalejas, el general Canalejas, porque entiende en asuntos militares.
Pero ¿no comprenden ustedes que si fuese general no enteiidería de eso?
Ni de nada.
^
Ko sé para qué te quejas,
Ni para qué alzas la voz.
¿No sabes que el pueblo paga
Y que hay tiro del pichón?
Martínez Campos asegura que la primera diñeultad con que se tropieza
para reorganizar el ejército, es el presupuesto.
Lo de siempre: el vil metal.
¡Maldito sea el dinerol
Si no pagas el impuesto
Y te vienen á embargar,
Piensa que cuesta un sentido
£1 traje de general.
Para comprender todo el alcance de la queja del s^or ministro, conviene tener en cuenta que en el presupuesto de gastos se consignan para su departamento más de ciento veintiséis millones de pesetas.
Un montón de pesetas.
Nada: la sexta parte de todo el presupuesto.
¡Y aún le parece poco á D. Arseniol
Vaya, pues que lo tome todo.
De cualquiera manera hemos de quedarnos sin nada.
Si te dicen que hay justicia,
Anda, ve y dile al Gobierno
Que hay quien come y no trabaja,
Y que hay qui^n se llama Arsenro.
La situación es muy tirante en el Cairo.
Pero para mí como sí no lo fuera.
Porque esto sólo puede interesar á la familia Cairon.
A pesar de la penuria y de iM escaseces, el general prometió aumentar
el ejército permanente en los afios sucesivos.
¡Pues ya nos cayó la lotería!
Vamos, con Camacho y con Martínez Campos, que nos pinchen ratas.
El Congreso ha autorizado al ministro de la Guerra para organizar á
i su gusto el ejército.
El niño no sé cuántos, hijo del diputado no sé qué, ha sido autorizado
Pero, hombre, este Congreso todo lo autoriza.
por el ministro de \\ Guerra para usar el uniforme de veteranos, con la
Yo me creo autorizado para decir que ninguna falta nos hace.
graduación de teniente.
Y como decía el otro: yo lo digo, y él lo prueba.
¿Y eso tiene sueldo?
Porque yo me lo temo todo del ministro de la Guerra.
Desde que el niño Martínez Campos, que debía estar haciendo toda clase
El diario La Mañana se muestra satisfecho con el discurso del Sr. 8ade diabluras—lo cual que todavía las hace de cuando en cuando—fué auista.
torizado para vestirse de capitán general, con un sueldo enorme, no me
Esa mañana me va pareciendo noche.
sorprendería que se pagase á ese veterano por jugar al trompo, luciendo
sus militares arreos.
Cunde el indiferentismo...
Ayer la diputación
Los acreditados editores de Barcelona, Juan y Antonio Bastinos han
No pudo tener sesión:
publicado un libro que desaparecerá pronto de las librerías.
Siempre sucede lo mismo.
Lo profetizo, seguro de no engafiarme.
El libro se intitula El Monasterio de Piedra, y contiene su historia J la
'1
GIL BLAS
248
Coatra lo qtta suponis, la cabeza.del toro Capirote no ha sido pujada:
¡Qué humillación para las testas contemporáneas!
No hay quien dé dos cuartos perningruna.
Se ha encontrado en una prendaria varios cálices en buen uso.
Los objeto» sagrados, dicen los eftnoneS) i^o pueden ser vendidos.
Pero, ¿pueden ser empeñados?
Esa es la cuestión.
Bl cura ese—porque habrá sido un cura, y probablen^^nte párroco,—
habrá empeñado los c&licea, en el bien entendido de desempeñarlos.
Pero venció el plazo...
¡Y lo que es con los prestamistas no re/an los cánones!
Asi se explica todo satisfactoriamente.
Nuestra aristocracia.
Histórico.
Una dama, que sirve de intérprete á otra en el teatro de la Comedia.
•"BlwtOT: L'ovedutto al'Campidoglio.
—La dama: Dice que le ha visto en el Capitolio.
En Terradillo, de la provincia de León, había 40 vecinos y han muerto
26 personas de la viruela.
Los que quedan morirán de la contribución.
López Domínguez
Conferenció
Con Segismundo:
Pues... ¡Sensación!
Un periódico dice:
«Se ignora la aietitud que adoptará el Sr. Romero Ortiz cuando se discuta el proyecto de ley del juicio oral y público.»
La actitud del Sr. Homero Ortiz es bien conocida: está sentado en el
gobierno del Banco de España.
«Tampoco Beoohoee la actitud del Sr. Linares Rivas.»
Bse está sentado también... en la boca del estómago de Alonso Martinez.
¿Y la aptitud de D. Venaneio?
Se ignora.
SEGGIOlSr
DE
PROGRAMA
—Tenemos por misión la democracia
Y el respeto á la ley.- • ' • Mejoraremos el papel sellado
Y hasta los cigarrillos de papel.
Suprimiremos quintas y consumos...
^Hombre, lo encuentro bien.
—Y seré nuestro jefe en el Gobierno
Segismundo Moret.
La libertad de imprenta y el jurado
: . Seh^biíá de< establecer •
Bajo la salvadora monarquía...
—¡Pues me ha partido usté!
Se ha3)la déla dimisión de Rute, y se habla también de que será sus ti
tuido por el señor González.
El ijiiáistro de la Gobernación (hijo).
Me parece verosímil; pero entonces, ¿qué se proponen ustedes hacer con
Cañamaque?
Dios y el mundo al alcance del pueblo
Se titula un folleto de Vila;
Es posible que esté bien escrito,
Que rebose de sana doctrina.
Que se vendan cincuenta ejemplares.
Que le elogie la prensa carlista;
Mas poner al alcance del pueblo
Al Señor que preside la misa,
Me parece una grave imprudencia,
Y que puede causar mil desdichas;
Pues conozco sujetos muy malos
Que se pasan la noche y el dia
Inquiriendo por plazas y calles,
Y olfateando rincones y esquinas,
Nada más que por ver si se asoma...
Para darle un sablazo en seguida.
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