Sentencia C-355 del 10 de mayo 2006 Relativa al delito de aborto

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REPUBLICA DE COLOMBIA
CORTE CONSTITUCIONAL
Presidencia
Sentencia C-355 del 10 de mayo 2006
Relativa al delito de aborto
COMUNICADO DE PRENSA No. 2
Tal como se expresó en el Comunicado de Prensa del día 10 de mayo de 2006, la
Corte Constitucional decidió que, como regla general, la penalización del aborto
se ajusta a la Constitución Política. No obstante lo anterior, condicionó la
exequibilidad del artículo 122 del Código Penal, a que se entienda que no se
incurre en el delito de aborto cuando, con la voluntad de la mujer, la interrupción
del embarazo se produzca en los siguientes casos: a) Cuando la continuación del
embarazo constituya peligro para la vida o la salud de la mujer, certificado por
un médico; b) Cuando exista grave malformación del feto que haga inviable su
vida, certificada por un médico; c) Cuando el embarazo sea el resultado de una
conducta, debidamente denunciada, constitutiva de acceso carnal o acto sexual
sin consentimiento, abusivo, o de inseminación artificial o de transferencia de
óvulo fecundado no consentidas, o de incesto.
En consonancia con la anterior determinación, la Corte decidió también declarar
exequible el artículo 32-7 del Código Penal, e inexequibles la expresión “o en
mujer menor de catorce años” contenida en el artículo 123 y el artículo 124 del
mismo ordenamiento.
La decisión de la Corte se adoptó por mayoría, con el salvamento de voto de tres
de sus magistrados. El Magistrado Jaime Córdoba Triviño, actual Presidente de
la Corporación, no participó en el debate, por cuanto se declaró impedido en
razón a que había intervenido en la expedición del Código Penal cuya normas
eran objeto de la controversia constitucional.
En lo esencial, la Corte basó su decisión en las siguientes consideraciones:
1. El derecho a la vida, consagrado en el artículo 11 de la Constitución Política,
es fundamento ontológico de la Carta de derechos y del ordenamiento jurídico en
su conjunto. El sistema jurídico colombiano propende por la salvaguarda y
garantía de este derecho y por la realización armónica de los principios y valores
constitucionales, entre los que ocupan un lugar destacado la protección de la
familia y del nasciturus (artículo 42 constitucional). No obstante, la Corte
Constitucional considera necesario distinguir el derecho a la vida del cual son
titulares las personas capaces de vida independiente, del bien jurídico de la vida
que obliga a la protección igualmente del nasciturus desde el momento mismo de
la concepción.
2. Es jurisprudencia reiterada de esta Corporación que los derechos
fundamentales, los principios y valores constitucionales no son ilimitados ni
tienen un carácter absoluto. En esa medida tanto el derecho a la vida, como la
protección a la vida del nasciturus deben ser ponderados con los restantes
derechos y bienes constitucionalmente protegidos, y como resultado de la
ponderación puede resultar que en ciertos casos la protección del bien jurídico de
la vida en cabeza del nasciturus puede suponer cargas desproporcionadas para el
derecho a la vida, a la igualdad y a la salud de la mujer gestante.
3. Las disposiciones de carácter penal son medidas que protegen los derechos
fundamentales y bienes constitucionales contra injerencias ilegítimas
provenientes de tercero. El ordenamiento constitucional colombiano equilibrado
garantiza y protege el derecho a la vida y los derechos de la mujer de una manera
coherente cuando establece el tipo penal del aborto, reconociendo la protección
jurídica y la sanción de la práctica del aborto cuando no existe una voluntad
conforme al ejercicio responsable de sus derechos.
4. La penalización del aborto en todas las circunstancias se revela de esa manera
como una medida claramente desproporcionada e irrazonable, pues establece una
preeminencia absoluta de la protección del bien jurídico de la vida del nasciturus
sobre los derechos fundamentales de la mujer embarazada, por esa razón se
condicionó el alcance del tipo penal del aborto en aquellas eventos en las cuales
debían prevalecer derechos fundamentales protegidos por el ordenamiento
constitucional, tales como el derecho a la vida de la mujer embazada, garantizado
por el artículo 11 constitucional, la protección de la salud de la mujer
embarazada (artículo 49 constitucional), la igualdad (artículo 13 constitucional)
y la libertad sexual y reproductiva de la mujer (artículos 13 y 16 de la
Constitución). Estos son precisamente los supuestos contempladas en la parte
resolutiva de la decisión: a) Cuando la continuación del embarazo constituya
peligro para la vida o la salud de la mujer; b) cuando exista grave malformación
del feto que haga inviable su vida; c) cuando el embarazo sea resultado de una
conducta, debidamente denunciada, constitutiva de acceso carnal o acto sexual
sin consentimiento, abusivo, o de inseminación artificial o de transferencia de
óvulo fecundado no consentidas, o de incesto.
4. El derecho a la vida en su dimensión objetiva exige a las autoridades públicas
obligaciones perentorias de adoptar medidas necesarias para proteger la vida
frente a ataques de terceros y de igual forma de regular las condiciones de modo
tiempo y lugar en que se realice la interrupción del embarazo.
5. En este orden de ideas las características de las certificaciones médicas
previstas para la interrupción del embarazo, el momento en que se puede llevar a
cabo el aborto, la intervención de asistentes sociales sicológicas o siquiátricas, si
el médico que practique la interrupción es o puede ser el mismo que certifique
las indicaciones para interrumpir el embarazo, así como todas las demás
condiciones de modo tiempo y lugar que se entiendan convenientes o necesarias
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para regular la interrupción del embarazo pueden ser elaboradas por el legislador
si así lo decide.
6. En todo caso, la regulación legal de las hipótesis en las que la interrupción del
embarazo no es delito deben ser realizadas por el legislador de manera tal que a)
logre de manera eficaz la protección de los derechos a la vida, libertad, igualdad
de modo tal que no se establezcan cargas desproporcionadas. b) En virtud del
principio de favorabilidad penal contemplado en la Constitución Política la
despenalización en los supuestos de indicación terapéutica, ética y eugenésica
tendrán vigencia inmediata y no se requiere de implementación legal alguna.
Esta intervención en caso de que el legislador así lo decida deberá realizarse
posteriormente con el margen de libertad propio del ámbito de configuración que
la Constitución reconoce al Congreso de la Republica.
Esta decisión fue compartida por los magistrados JAIME ARAUJO RENTERIA,
ALFREDO BELTRAN SIERRA, MANUEL JOSE CEPEDA ESPINOSA,
HUMBERTO ANTONIO SIERRA PORTO y CLARA INES VARGAS
HERNANDEZ. Salvaron el voto, los magistrados RODRIGO ESCOBAR GIL,
MARCO GEFARDO MONROY CABRA y ALVARO TAFUR GALVIS,
quienes votaron por declarar la exequibilidad de la penalización del aborto en
estas circunstancias.
Los magistrados Marco Gerardo Monroy Cabra y Rodrigo Escobar Gil
consideraron que la penalización del aborto, en todos los casos se ajustaba a la
Constitución Política.
En la base de esta postura disidente se encuentra el hecho de que la ciencia ha
demostrado la autonomía vital del nasciturus desde el momento mismo de la
concepción y, por consiguiente, el imperativo constitucional de proteger la vida
surge a partir de ese instante. La vida humana tiene la condición de tal en todas
las etapas y estados del proceso vital del ser humano, esto es, desde la
concepción hasta la muerte.
En ese contexto, frente a las situaciones excepcionales en las cuales en la
Sentencia se consideró que la conducta abortiva no debía penalizarse, los
magistrados disidentes estimaron lo siguiente:
a. En lo relativo a la penalización del aborto eugenésico, es decir aquel que se
produce en caso de malformaciones del feto, sostuvieron que la dignidad se tenía
por la sola condición humana, de manera que la presencia de malformaciones o
alteraciones fisiológicas no priva de dignidad al nasciturus, ni lo excluye de la
protección constitucional a la vida humana.
b. En cuanto al llamado aborto terapéutico, entendido como el que se produce
con el propósito de preservar la vida o la salud de la madre, estimaron que el
mismo resulta claramente desproporcionado, pues el sacrificio que se impone al
feto, a quien se priva de la vida, es el máximo posible que un ser humano puede
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experimentar y se da, además, con carácter de certeza, frente a un beneficio solo
eventual para la madre.
c. La misma consideración hicieron respecto al aborto en caso del embarazo que
es producto de un acto no consentido por la mujer, y sostuvieron que el mismo
no es constitucionalmente admisible desde la perspectiva de la ponderación de
los valores, principios y derechos en juego, pues aún cuando en este caso se está
frente a una grave afectación de los derechos de la mujer, su reivindicación no
puede obtenerse privando de la vida al nasciturus.
Por su parte, el magistrado Alvaro Tafur Galvis basó su posición
primordialmente en las siguientes consideraciones:
Dentro del esquema de Estado social y democrático de derecho adoptado en la
Constitución de 1991, la definición de políticas en materia criminal, de
educación, de previsión social, de salud, corresponde al Congreso de la
República.
Esto significa la imposición de un sistema de control constitucional que debe
armonizarse con esos mandatos constitucionales.
En el presente caso se está ante una definición de políticas en materia criminal,
razón por la cual debe ser el Congreso quien señale la pauta en la materia,
naturalmente dentro del contexto básico que consagra la propia Constitución en
torno de la primacía y garantía de los derechos fundamentales.
Así mismo en la valoración que debe hacerse en casos como el presente por
parte del organismo constitucionalmente encargado de dichas formulaciones,
habrá de considerarse la necesaria armonía con las políticas que deben adoptarse
también en materia de educación, salud y de promoción del ser humano, teniendo
en cuenta los mandatos expresos de la Constitución que imponen considerar
tanto la condición de la mujer como la del ser que está por nacer. En ese balance
debe hacerse referencia no solo a la cláusula general de libertad sino también a la
protección primigenia a la vida naturalmente con dignidad y libertad.
RODRIGO ESCOBAR GIL
VICEPRESIDENTE
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