Tecnología lítica

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Universidad de Buenos Aires
ANTROPOLOGÍA (ARQUEOLOGÍA) Materia: Ergología y tecnología
Alumno: Gabriela González
RESÚMEN DE TEXTO y CRUCE DE INFORMACIÓN
TEMA: ORGANIZACIÓN DE LA TECNOLOGÍA LÍTICA
El trabajo analiza las tendencias en la selección de rocas utilizadas para la talla de artefactos en 5 sitios
tempranos de la región pampeana, pero a partir de los roles sociales que puede cumplir la tecnología aparte de
su fin puramente utilitario. Intenta dar cuenta de los posibles factores sociales que pueden determinar el tipo
de materia prima que ha de utilizarse en la producción de artefactos líticos.
En este trabajo las autoras analizan el caso de cinco sitios temprano de la región pampeana en los cuales se ha
empleado como materia prima para la talla de instrumentos líticos la ortocuarcita en sus variedades
coloreadas. Tal tendencia, según las autoras , no puede ser explicada por la disponibilidad de tal materia prima
en el paisaje, ni por su calidad para la talla; ya que la ortocuarcita coloreada no tiene una amplia
disponibilidad en el paisaje, siendo la ortocuarcita blanco−amarillenta la roca de buena calidad más frecuente
en el paisaje. Se proponen factores de índole social como explicación de la selección de rocas coloreada,
discutiéndose a tal fin otros casos en los que el abastecimiento de rocas para la talla posee un significado
social no utilitario.
Las autoras pretenden así abordar el análisis de los sistemas de producción lítica desde una perspectiva
diferente de la economicista, la cual ha sido predominante en este tipo de estudios; a tal fin adscriben a la idea
que los seres humanos son agentes activos en la toma de sus decisiones tecnológicas, no estando solo
motivado por la oferta o constricción ambiental de la base de recursos líticos. De esta forma la explotación de
recursos estará delineada no solo por la disponibilidad de éstos en el paisaje, sino también por las
consideraciones sociales sobre su explotación; tales como restricciones, preferencias, y planificaciones
estratégicas.
El caso de estudio
En el sistema serrano de Tandilia ha sido localizado un conjunto de cinco sitios que cuentan con 12 dataciones
radiocarbónicas que se distribuyen entre 10.270 y 11.150 a.p. (Flehenheimer y Zárate 1997). Tres de estos
sitios se encuentran en la localidad de Cerro La China y los otros dos en Cerro El Sombrero.
Los conjuntos líticos se caracterizan por su gran variabilidad intersitio, la cual ha sido considerada como una
consecuencia de una diferente funcionalidad ( Flehenheimer1994).
El área donde se encuentran los sitios de estudio presenta una alta disponibilidad de materias primas, pero su
calidad para la talla es variable (Bayón et al 1998).
Regionalmente la secuencia estratigráfica se inicia con un basamento ígneo−metamórfico caracterizado por
una gran variedad de rocas. Sobre él apoyan rocas sedimentarias formadas por ortocuarcitas con
intercalaciones de rocas carbonáticas. la estratigrafía de las rocas sedimentarias está compuesta por el Grupo
Sierras Bayas ( GSB) y la Formación Balcarce. En el sector donde se hallan emplazados los sitios, la roca
local es la ortocuarcita Fm. Balcarce, estando también disponible en el ambiente, el cuarzo y posiblemente
cuarcitas.
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A partir de esta disponibilidad ambiental se han observado los siguientes criterios de selección para los
contextos pampeanos más tempranos:
El 87% de los artefactos tallados fue confeccionado en ortocuarcita muy silicificada del GSB, que afloran a 40
km de distancia; lo que implica cierto costo de transporte y localización. El manejo de esta materia prima
evidencia formas de cuidado, tal como la talla bipolar, como también mantenimiento y reciclado de
instrumentos ( Flehenheimer et al 1995).
Las rocas locales, ortocuarcitas y cuarzos han sido utilizados en menor proporción; no alcanzando a superar el
30% del contexto. Su calidad para la talla es inferior, siendo de fractura irregular. Los instrumentos tienden a
ser de medianos a grandes, y a presentar reservas de corteza ( Flehenheimer et al 1999).
También hay evidencia del uso de una diversidad de rocas que afloran regionalmente, como ser sílices
microcristalinas y dolomías salicificadas; y de otras rocas cuya procedencia es aún desconocida. Todas estas
tienen representación muy baja.
El primer criterio de selección observado es la elección de las rocas de mejor calidad para la talla (GSB); este
sería un criterio de selección por calidad (Bayón et al 1998). Dentro de este grupo de rocas seleccionadas por
calidad, puede identificarse otro criterio de selección, el color.
A pesar que el color predominante de las cuarcitas en el paisaje es el blanco, se pueden observar afloramientos
localizados poco frecuentes de otros colores: rojos, marrones, rosas, amarillos, grises, moteados. En ninguna
localidad las rocas coloreadas son las más abundantes. Las otras ortocuarcitas presentes en Tandilia son las de
la Fm Balcarce, las cuales tienen una escasa variabilidad de colores, predominando el color gris claro.
El criterio de selección por color se evidencia en la proporción de rocas coloreadas/blancas de los contextos
arqueológicos, la cual difiere de la disponibilidad en el paisaje. En todos los sitios (excepto en La China S3) la
ortocuarcita coloreada duplica a la blanca; es decir que la relación cuarcitas coloreadas/blancas en los
materiales arqueológicos es inversamente proporcional a su disponibilidad en el paisaje.
Esta selección se registra tanto en los sitios de uso doméstico como en los de actividades específicas, aunque
puede distinguirse una cierta variabilidad intersitio en el uso de los colores el patrón no se corresponde
directamente a la función atribuida.
También existe diferencia en la proporción de coloreadas/blancas según los diferentes tipos de instrumentos;
correspondiendo la mayor proporción de coloreadas a las puntas cola de pescado, que también son los
instrumentos más formales y con las cadenas operatorias más largas del contexto.
Discusión
Esta diferencia en la proporción de rocas coloreadas/blancas no puede explicarse sobre la base de argumentos
utilitarios, ni tampoco en virtud de una mayor aptitud para la talla, ya que la calidad de las lentes salicificadas
del GSB responde a otros factores que no son el color; ya que los artefactos realizados sobre GSB blanca y
coloreada son semejantes en cuanto a calidad.
Tampoco se selecciona la roca por su disponibilidad, ya que los afloramientos de estas rocas, tanto coloreadas
como blancas, se dan en los mismos lugares en el paisaje. Así mismo las GSB coloreadas son notoriamente
más escasas que las blancas. Esto implica que su selección requiere una inversión adicional de energía, no
siendo, por lo tanto, una opción eficiente. Las autoras suponen que tal preferencia se basa en razones de tipo
social, simbólicas y/o estéticas.
En cuanto a las explicaciones puramente estéticas, las cuales se han esgrimido para contextos con cronología
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semejante en América del Norte; las autoras consideran difícil recurrir a tal explicación, ya que, como
señalan, lo estético se vincula a otros significados más profundos dentro de una sociedad. Especialmente en el
caso de las sociedades de cazadores−recolectores, donde los aspectos simbólicos y prácticos suelen estar
vinculados, aún en el caso de la tecnología lítica que es en apariencia tan utilitaria (Sinclair 1995).
Otra explicación propuesta es la de diferenciación de grupos menores dentro de la sociedad a través de la
manipulación de la cultura material. Withley (1998) cita algunos grupos de la Gran Cuenca que
supuestamente usaron el color de sus puntas de proyectil como indicador simbólico asociado a la
identificación de género. En el caso de los sitios tempranos pampeanos el patrón de selección cruza categorías
funcionales de instrumentos, ya que en todos ellos se utilizaron rocas coloreadas, variando sólo las
proporciones. Esto no respondería solo a un uso diferencial de ciertas rocas por algún grupo de la sociedad.
Un tercer significado social que se le ha dado a la selección de rocas para tallar esta vinculado a la
importancia de determinados lugares de abastecimiento por estar simbólicamente calificados, como en el caso
australiano citado por Gould (1980); o los ejemplos de los Lakota de Wyoming, para quienes algunos colores
son culturalmente significativos, tornando importante a las rocas de esos tonos y al sitio de donde se extraen;
y el caso de la cantera Pipestone de Minnesota a la que los nativos asignaban un significado religioso,
considerándola la piedra del Gran Espíritu (Rhodd 1987, Woolworth 1983; en Church 1994) Para controlar
esa posibilidad en el caso de los sitios pampeanos, haría falta, según las autoras, un mayor conocimiento de la
base regional de recursos, pero señalan que las interpretaciones se enriquecerían al considerar al espacio como
connotado de significaciones, y no solo como un repositorio de recursos.
Una cuarta explicación es que la roca coloreada haya tenido algún valor intrínseco importante para la
sociedad, por ejemplo alguna cualidad particularmente significativa. Como ejemplo etnográfico de este caso
las autoras citan el caso Inuit, que tallan estatuillas de ¨soapstone¨ para simbolizar la perseverancia a través de
la dificultad de tallar la roca. En Arnhem Land, Australia, el cuarzo y la cuarcita por su brillo simbolizan el
poder. En otro caso el significado asignado a la roca es el de representar el cuerpo fosilizado de los
antepasados (Taçon 1991).
Las autoras señalan que también se ha propuesto que la etnicidad puede ser manifestada en la selección de una
determinada materia prima (Sackett 1993). También notan que si el color fuera un valor en sí mismo, sería
posible que además de seleccionar las rocas coloreadas, su tono se produjera artificialmente. En tal caso se
han registrado casos de cambio de color de cuarcitas sometidas a tratamiento térmico (Pupio com. pers.);
ampliándose así la cantidad de rocas de algunas tonalidades recurriendo a este método(Luedtke 1992).
Las autoras señalan la importancia de explorar los procesos sociales en la interacción de los grupos humanos
con el ambiente, coincidiendo con Church (1994) en que aunque no se pueda explicar con certeza las razones
por las que se invirtió más esfuerzo en seleccionar una roca coloreada, esto manifiesta una asignación social
de significados a esa elección. La consideración de otros aspectos de la vida prehistórica además de los
puramente económicos, lleva, según las autoras, a evaluar la tecnología en una multiplicidad de roles sociales
que son factibles de evaluar a través de la arqueología.
La investigación arqueológica desde sus inicios ha tomado a la tecnología lítica como su foco central. Los
artefactos líticos han sido clasificados como indicadores espaciales, temporales, como tipos
funcionales, y como indicadores de categorías y límites sociales. Al desarrollarse estudios que pusieron más
énfasis en los aspectos conductuales en lugar de los materiales, los estudios se centralizaron en la
organización y el contexto de la tecnología. En este sentido la tecnología es el conocimiento y práctica de la
manufactura, uso, y descarte de herramientas; lo cual engloba la organización material, de herramientas y de
individuos. Este tipo de enfoque ha permitido incrementar el entendimiento de la forma, función, diseño e
implementación de proyectiles, en términos de la interrelación de estos factores; como así también de su
organización en virtud de las estrategias de caza, los patrones de asentamiento y de otros aspectos sociales que
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afectan en la organización del sistema tecnológico. La autora enfatiza la importancia del cruce de información
proveniente de estudios experimentales, etnoarquelógicos y arqueológicos.
Entre las diferentes clases de herramientas líticas examinadas por los arqueólogos, las puntas de proyectil son
las que han recibido mayor atención, entre otras razones debido a su valor como indicador temporal; hecho
que ha dado lugar a debates acerca de las secuencias temporales de cambio tecnológico.
La consideración de la historia de vida de las herramientas ha contribuido a una más ajustada construcción de
tipologías y secuencias temporales respecto de los proyectiles. Este hecho a llevado, por ejemplo a tomar en
cuenta los efectos de la reutilización y el reciclaje sobre la forma de los proyectiles líticos a lo largo de su vida
útil; lo cual ha permitido cuestionar la validez de las secuencias temporales de las puntas de proyectil
(Flenniken y Raymond 1986). Knetch argumenta, sobre la base de estudios experimentales que ha realizado,
que las modificaciones en la forma de los artefactos debido a la reparación de los mismos, está determinada
por las características del fragmento y por las normas culturales respecto de la forma que han de tener los
artefactos. Ella afirma que a menudo son las preferencias culturales, y no otro tipo de consideraciones, las que
tienen mayor preponderancia respecto de la forma de los proyectiles.
Nelson señala que el estudio de las conductas cazadoras en diversos contextos, y las estrategias que éstas
incluyen; han permitido entender la complejidad de las relaciones entre forma y función como variables que
afectan en el diseño de herramientas líticas.
En el caso de las puntas de proyectil la relación entre forma y función parece clara, no obstante estudios de
rastros de uso han permitido establecer que esta relación forma−función es de tipo complejo. Estas incluyen la
posibilidad que a clases morfológicas de artefactos le correspondan diversas funciones, es decir que cada
herramienta puede ser utilizada para diferentes tareas, constituyendo herramientas multifuncionales.
También puede ocurrir que clases morfológicas estén conformadas por herramientas de la misma morfología
pero que pueden ser utilizadas cada una de ellas para una función específica dentro de una variedad de tareas.
Tal complejidad permite re enmarcar interrogantes respecto de las dimensiones funcionales del uso de una
herramienta que están más allá de su simple utilidad.
Las puntas de proyectil en algunos contextos son herramientas multifuncionales, las evidencias aportadas por
las huellas de uso de los proyectiles indican una mayor utilización de los mismos en diferentes tareas;
aportando un mejor entendimiento del rol que cumple una herramienta dentro de sistemas tecnológicos
complejos. Este entendimiento se logrará a partir del reconocimiento de las formas diseñadas con énfasis en la
versatilidad o en la flexibilidad. Las formas versátiles serían aquellas funcionales para un rango de tareas sin
necesidad de cambios en su forma (Nelson 1991; Shott 1986). Las formas flexibles serían aquellas que
deberían ser reformatizadas, o reducibles a nuevas formas a fin de ser utilizadas en diferentes tareas, por
ejemplo reformatizar una punta en un raspador (Nelson 1991). Este cambio se evidenciaría en la orientación
del patrón marcas de retoque; además las puntas deberían ser lo suficientemente largas para permitir su
reciclado a lo largo de su vida útil. Las puntas de proyectil pueden incorporar ambas características,
flexibilidad y versatilidad; pero algunas pueden haber sido diseñadas para un cambio secuencial de su función
(Flexibles); mientras que otras pueden haber sido diseñadas para diferentes funciones simultáneas
(Versátiles). Otras pueden haber sido diseñadas para un solo propósito.
La combinación de los datos aportados por las huellas de uso y el estadio de reducción de una herramienta,
pueden ser útiles a fin de evaluar el rol de la variedad de formas que pudo atravesar a lo largo de su vida útil.
El diseño de proyectiles versátiles o flexibles implica un uso extendido, los proyectiles deben poder ser
recobrados luego de ser propulsados, también ha de ser resistente a las fracturas, y no quedar fijado en la
presa. La comparación de conjuntos contrastantes de puntas, unas con huellas de uso de un solo tipo, y otras
con evidencias de usos múltiples; podría contribuir para determinar como el uso en múltiples tareas afecta a la
forma de las puntas. La comparación debería considerar el tipo de material empleado, el grosor, el largo, y
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todo lo que se relacione con la rotura de la pieza, como también las características de ésta que podrían
ocasionar que quedara fija en la presa. Dada la variedad de contextos en que las puntas han de ser utilizadas y
la variedad de las conductas animales; las piezas deberían ser diseñadas para ser funcionales en la caza de una
presa específica ( especializada), o para la caza de una variedad de presas (generalizada). También han de
considerarse las diferentes estrategias de caza desarrolladas por los grupos humanos, como una variable más
que ejercerá influencia sobre el diseño de las armas de cacería.
Las variables que condicionan la forma de los instrumentos, no son solo de carácter utilitario. También
constituyen variables que condicionan la forma de las herramientas las estrategias de organización del trabajo
(materiales, individuos y herramientas) y los contextos de manufactura, uso y descarte de instrumentos. Las
estrategias de trabajo pueden ser abordadas desde una perspectiva tanto ecológica como social. Desde el punto
de vista ecológico, el patrón de movilidad, las características de los recursos y las estrategias de
abastecimiento y procesamiento de los mismos, entre otras; son las variables que determinaran el diseño de
herramientas (Bamforth 1991).
Desde la perspectiva social, las variables que influirán en el diseño de instrumentos serán: la identidad grupal,
la composición de los grupos, y la dinámica de las interacciones entre los mismos (Gero 1991, Hodder1982).
El diseño es la selección de variables que combinan las estrategias específicas para las cuales se intenta
manufacturar una herramienta. Estas variables son la flexibilidad, versatilidad, el mantenimiento,
transportabilidad y efectividad. El diseño produce formas que son una mezcla de variadas consideraciones, es
un acto balanceado que favorece determinadas variables sobre otras, dependiendo de las circunstancias;
expresa las decisiones de producción y como estas se incorporan en las conductas que constituyen el uso,
formatización, reciclado, reutilización y por último descarte de una herramienta.
La forma en que una variable de diseño es enfatizada depende de las estrategias de caza, las características de
la presa, las condiciones ambientales y la movilidad. Tales variables influencian la realización de las
herramientas, es decir que el diseño no se basa en expectativas abstractas sino en variables que dependen del
contexto de realización de las herramientas. La variabilidad de las conductas tecnológicas a nivel regional,
expresa la dinámica de las poblaciones y la forma de uso del paisaje.
En ambos trabajos se trata el tema de la organización de la tecnología y como ésta articula con diversos
aspectos referidos a la subsistencia, la movilidad y los patrones de asentamiento; lo que ha permitido
desarrollar estudios acerca de la organización de los sistemas tecnológicos desde una perspectiva
contextualizada. La organización del sistema tecnológico estaría entonces definida por la selección e
integración de estrategias tendientes a la manufactura, uso, transporte y descarte de instrumentos y materiales
necesarios para su manufactura y mantenimiento, considerando las variables económicas y también sociales
que influyen en esas estrategias.
El trabajo de Bayón−Flehenheimer hace énfasis en las estrategias de selección de materias primas y como
estas pueden ser influenciadas por variables de tipo social, referidas a aspectos de carácter simbólico. En el se
intenta explicar la diferencia en la proporción de rocas coloreadas/blancas, que se evidencia en los contextos
pampeanos tempranos, a partir de una interpretación de la estrategia de selección de materias primas que
refiere a aspectos sociales y simbólicos. Las autoras proponen abordar la problemática desde esa perspectiva a
fin de intentar explicar aspectos de la organización tecnológica que no pueden ser explicados a partir de una
gama restringida de criterios económicos, como ser calidad, disponibilidad y facilidad de acceso.
Intentan explicar el comportamiento humano haciendo referencia a la mente humana (Renfrew1994, Whitley
1998), considerando la capacidad de crear, manipular e interpretar símbolos como algo inherente a la mente
humana; esta capacidad incluye la habilidad para crear y usar símbolos visuales que podrían reflejarse en el
registro arqueológico en la forma de artefactos que acarrean significados simbólicos (Mithen 1995).
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Las autoras proponen abordar el análisis de la tecnología lítica desde una perspectiva que considera que los
instrumentos han servido para transmitir información social codificada (Gero 1989, Sinclair 1995).
El trabajo de Bayón−Flehenheimer señala la necesidad de abordar los estudios sobre la tecnología lítica con
una perspectiva más amplia, que incluya aspectos de índole económica como la disponibilidad de recursos, la
eficiencia costo−beneficio de las estrategias de abastecimiento de recursos, etc.; sin dejar de lado aspectos de
carácter social y simbólico que puedan explicar las características reflejadas por los conjuntos arqueológicos.
El trabajo de Nelson aborda una temática semejante a la propuesta de Bayón−Flehenheimer, pues también
trata el tema de la organización de los sistemas tecnológicos y como estos articulan con diversos aspectos
referidos a la subsistencia, la movilidad y los patrones de asentamiento; lo que ha permitido desarrollar
estudios acerca de la organización de los sistemas tecnológicos desde una perspectiva contextualizada.
Si bien Nelson señala también la necesidad de abordar el análisis de la organización de los sistemas
tecnológicos desde una perspectiva más amplia, que incluya variables conductuales influenciadas por el
contexto no solo natural sino también social; su perspectiva parece estar más influenciada por el marco teórico
procesual, ya que si bien hace referencia a los aportes de otros autores respecto al análisis de la tecnología
lítica desde una perspectiva que incorpora aspectos sociales y simbólicos; su abordaje respecto de la función,
forma y diseño de las puntas de proyectil incorpora mayoritariamente aspectos contextuales determinados
principalmente por factores ecológicos, como ser las diversas estrategias de caza desarrolladas en virtud de las
diversidades ambientales en lo referente a disponibilidad de recursos de caza, el comportamiento animal, etc.;
y como estos aspectos influyen en las decisiones humanas acerca de las características de diseño que han de
presentar las puntas de proyectil.
No obstante l a autora señala la necesidad de ampliar el marco de análisis con el que se abordan los estudios
de la organización tecnológica, a partir de la colaboración de los estudios etnoarquelógicos y los estudios
experimentales, a fin de intercambiar estrategias de investigación y resultados. Nelson señala que de esa
colaboración se podrá construir un más claro entendimiento de las relaciones entre distribución y forma de los
materiales arqueológicos por un lado, y por el otro entre comportamiento y pensamiento que pudieran estar
reflejados en los materiales arqueológicos.
Bibliografía:
Flehenheimer, N. y Bayón C. Abastecimiento de rocas en sitios pampeanos tempranos: Recolectando colores.
Nelson, M. ¨Puntas de Proyectil¨. Forma, función y diseño. En Projectile Technology, editado por Knetch.
Plenum Press, NY,1997.
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