Descargar - Turismo de Segovia

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Breve referencia histórica de Segovia
A lo lejos, Segovia se adivina romántica, ensimismada en un casco histórico recorrido por
murallas y perfilado por torreones fortificados
y campanarios entrelazados con pequeñas
áreas verdes.
Construida sobre un arriscado peñón calizo
que supera los 1.000 metros de altitud, se
recorta en el terso azul del cielo de Castilla
dibujando una sugerente silueta que desde el
siglo XVI, cuando lo hiciera Garci Ruiz de
Castro, su primer historiador, se ha venido
comparando con la de un navío pétreo que
sólo parece estar esperando a que los dos ríos
que confluyen a sus pies, Eresma y Clamores,
inunden el valle para echarse a navegar, surcando el dilatado mar de mieses de la meseta.
Ciudad para ver despacio y a la que volver.
Desde que el hombre de nuestro tiempo se
abrió a los movimientos conservacionistas ha
recibido todos los reconocimientos oficiales
por su riqueza artística y monumental, por la
transparencia de su luz, por la diafanidad de la
atmósfera que la envuelve y por la frondosidad
del arbolado que la rodea.
Una Real Orden expedida en un ya lejano 11
de octubre de 1884 declaraba al Acueducto
Monumento Histórico Artístico, título que posteriormente recibirían otros edificios como la
Torre de San Esteban, el Monasterio del
Parral, la Iglesia de la Vera Cruz y el Alcázar,
hasta que en 1941, la declaración se hizo
extensiva a toda la parte antigua de la ciudad;
en 1947 fue el conjunto de huertas y arboledas
que la circundan, reconocido como Paraje
Pintoresco, el señalado como objeto de protección; finalmente en 1985 la UNESCO culminó el proceso declarando a Segovia Ciudad
Patrimonio de la Humanidad.
Segovia es ciudad de antigua historia. Algunas esculturas zoomorfas
de tosca factura confirman unas
remotas raíces celtibéricas; el magnífico Acueducto, su integración en
el imperio romano; y las necrópolis
visigodas, el asentamiento de pueblos germánicos.
La ausencia de restos arqueológicos
musulmanes y la existencia de uno
de los más ricos conjuntos románicos de Europa apoyan la tesis de los
historiadores que sostienen que la
ciudad fue abandonada tras la invasión islámica y repoblada, a partir
de los años finales del siglo XI, por
cristianos procedentes del norte de
la Península y de Francia, dirigidos
por Raimundo de Borgoña y el obispo Pedro de Agen.
El periodo final de la Edad Media
fue tiempo de esplendor para
Segovia: colonizó un amplio territorio, con límites a ambos lados de
la Sierra; acogió una importante
aljama hebrea; sentó las bases de
una poderosa industria pañera;
recibió la impronta del arte gótico;
fue corte de reyes de la Casa de
Trastámara y, finalmente, el 13 de
diciembre de 1474, sus gentes
fueron las que proclamaron reina
de Castilla a Isabel la Católica.
Familias aristocráticas y orgullosos
fabricantes de paños compitieron a lo
largo de los siglos XVI y XVII en la
construcción de palacios urbanos,
pero la derrota de las ciudades castellanas en la Guerra de las
Comunidades y el desplazamiento
hacia el sur del centro de gravedad
de la economía española a raíz del
descubrimiento de América, acabaron
con la época de mayor esplendor.
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El cerco de murallas que
rodea la ciudad, con un
perímetro de más de
3.000 m, nace y
muere en el Alcázar.
Su fábrica es de mampostería caliza, cimentada, en parte,
sobre grandes sillares de granito. Para su construcción se
emplearon también lápidas de la antigua necrópolis romana. Tenía cinco puertas: Santiago, San Cebrián, San
Juan, San Martín y San Andrés. De ellas permanecen las
de Santiago y la de San Cebrián en el lado norte, y San
Andrés en el lado sur. Además tenía varios portillos: del
Alcázar, de la Fuente Cercada, Picado o de San Matías,
de San Juan, del Consuelo, de la Luna, del Sol y del
Obispo. Actualmente sólo se conservan el del Consuelo
y el de San Juan y se han reconstruido los de El Sol y La
Luna. En el interior de la Puerta de
San Andrés, en el antiguo cuerpo
de guardia, se puede visitar el
Espacio Informativo de la Muralla
donde, por medio de diferentes
paneles, se busca dar una imagen
más amplia sobre el recinto amurallado que protege la parte alta de la
ciudad. Se ofrece además la posibilidad de acceder al adarve desde
donde se contemplan magníficas
vistas del barrio de la judería y de la
arquitectura militar medieval de la
ciudad así como de la necrópolis
hebrea que se extiende al otro lado
del Valle del Clamores.
Vista aérea de
la muralla
Puerta de
Santiago
Arco del
Socorro
Postigo de La
Luna
Puerta de San
Andrés
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La ciudad amurallada está delimitada de forma natural por los ríos Clamores
y Eresma. Un segundo cinturón está formado por el verdor de las huertas y
los árboles que rodean la ciudad.
A la iniciativa de la Sociedad Económica de Amigos del País, establecida en
tiempos de Carlos III, se debe la creación del cinturón verde que hoy da color
a Segovia, declarado Paraje Pintoresco por Decreto de 11 de abril de 1947.
Se puede realizar la circunvalación de Segovia en coche o en el Bus turístico que realiza una ruta panorámica, pero, si se quiere disfrutar de una reposada visión de ambos lados del casco viejo y su muralla y reconocer los perfiles de las torres de las iglesias y torreones de los palacios, habrá de caminarse por frondosos y tranquilos paseos.
Las cuatro estaciones del año ofrecen sugerentes visiones con colores, texturas y sonidos diferentes en los valles de Segovia.
Valles de Segovia: Clamores y Eresma
La Alameda
Valle del Clamores:
Casa del Sol en la
muralla
Paseo del Valle del
Clamores en otoño
El del Clamores parte del Puente de Sancti Spiritus, en
el Barrio de San Millán -antigua Morería-. Este espacio natural, en la periferia de la ciudad, se ha restaurado conservando y potenciando la vegetación y consolidando las ruinas testimoniales del pasado. A la
izquierda están la Piedad y el Pinarillo, en el que el
Ayuntamiento plantó en el siglo XIX pino piñonero y
más recientemente, en los años cuarenta del s. XX,
cipreses.
El actual trazado de la carretera -Cuesta de los Hoyoscrea cortados artificiales en la roca, de fuertes contrastes. Especies arbóreas como sauces, chopos, saúcos, tarays o ailantos colorean un paseo que, entre
los meses de febrero y marzo, se viste con los tonos
blancos y rosas de la flor del almendro.
El valle se caracteriza por una fuerte erosión fluvial
Vista aérea del
Valle del Eresma
Puente de la Casa
de la Moneda, en
la Alameda
Fachada de la
Casa de la
Moneda
Puente sobre el
río Eresma
que ha originado un saliente en la
roca a modo de alero, acomodándose las casas a la morfología del
terreno. Ya en el Alcázar el valle se
hace muy profundo para cumplir su
función de foso natural protector de
la parte alta de la ciudad. En este
punto, a los pies del monumento, el
río sale a la superficie entre chopos
y castaños. Es la pradera de San
Marcos, donde confluyen los ríos
Clamores y Eresma. En sus riberas
abundaron molinos, batanes y tenerías, vestigios del antiguo esplendor
económico de Segovia.
Tilos, chopos y arces, sobre el fondo
de las Peñas Grajeras, constituyen
el paisaje de la popular Alameda de
la Fuencisla. El Paseo de Santo
Domingo de Guzmán, a la izquierda,
muestra la muralla entre un frondoso arbolado.
Si desde la Puente Castellana tomamos el camino que discurre paralelo
al río, llegamos a la Casa de la
Moneda, donde da comienzo la
Alameda, el que fue primer parque
público municipal, ya que data de
1565 y que se extiende hasta el
Convento de San Vicente. Este paraje es una planicie de inundación formada por aluviones del río Eresma.
En esta zona del río está la presa de
la Casa de la Moneda. Junto a ella
un hermoso paseo salpicado de plátanos, castaños, fresnos, chopos,
sauces, sóforas, arces y almeces
que nos conduce a un espacio más
amplio, a modo de plaza, con una
fuente de piedra.
Tras el paseo, la ladera del Parral
hacia San Vicente marca la transición de la vegetación de ribera a la
del páramo.
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ruta 1
Nombre: procede de aqua
(agua) y ducere (conducir)
Fecha: s. I d. c. o 1.ª mitad del
s. II
Primera cita escrita: 1201
(documento Catedral de
Segovia)
Primeras representaciones:
Canecillo románico de la Iglesia
de Peñarrubias y Cantiga 107
de Alfonso X el Sabio (1280)
Longitud: 14,965 Kms
Altura máxima: 28,10 m
Número de pilares: 120
Número de arcos: 166
Dimensiones del canal:
25 x 30 x 30 cm
Caudal: 25-30 l/seg.
Piezas de granito: 20.400
Volumen aprox. de granito:
7.500 m3
Declaración de monumento histórico: Real Orden de 11 de octu-
bre de 1884
Único y magnífico, el Acueducto de Segovia es
una de las más soberbias obras que los romanos
dejaron repartidas por su vasto imperio. Fue
construido para conducir hasta Segovia el agua
de la Sierra. Es símbolo heráldico de la ciudad y
su construcción fue atribuida al diablo por la
leyenda.
Su solera -las hipótesis apuntan al siglo I, en la
época de los Flavios y también a la época de
Nerva o Trajano- no impide que encabece la clasificación de mejores obras de ingeniería civil en
España. Sus 166 arcos de piedra granítica del
Guadarrama están construidos con sillares unidos sin ningún tipo de argamasa mediante un
ingenioso equilibrio de fuerzas.
Obra extraordinaria en la que la utilidad convive
con la armonía y la belleza, ha prestado servicio
a la ciudad hasta fechas recientes. A través de
los siglos apenas ha sufrido modificaciones; sólo
durante el ataque contra Segovia dirigido en
1072 por el musulmán Al-Mamún de Toledo
sufrieron deterioro 36 arcos; los daños fueron
Según la leyenda fue la pereza y no Roma la madre del
Acueducto. Una muchacha
que trabajaba como aguadora, harta de arrastrar el cántaro por las empinadas calles
de la ciudad, aceptó un trueque con el diablo: dispondría
del alma de la mujer si, antes
de que cantara el gallo, el
El Acueducto hacia 1870
Inscripción del
Acueducto
Exterior desarenador
El Acueducto en la
Calle Almira
agua llegaba hasta la puerta
de su casa.
Consciente de su culpa, la
joven rezó hasta la extenuación para evitar el presagio.
Mientras, una tormenta se
había desatado y el demonio
trabajaba a destajo. De pronto el gallo cantó y el Maligno
lanzó un alarido espeluznante: por una sola piedra sin
colocar había perdido el alma
de la muchacha.
Ésta confesó su culpa ante los
segovianos que, tras rociar
con agua bendita los arcos
para eliminar el rastro de azufre, aceptaron felices el nuevo
perfil de la ciudad.
restaurados en el siglo XV por Fray Juan de
Escobedo, monje del Parral.
Desde antiguo existen dos hornacinas que probablemente protegían a dioses paganos, sustituidas
por las imágenes de San Sebastián y de la Virgen.
Bajo las hornacinas existió una leyenda en letras
de bronce relativas a la fundación de “la Puente”,
de la que hoy sólo queda el rastro de la inscripción.
El monumento desde su origen:
El Acueducto en San
Antonio el Real:
De este tramo parten
las primeras servidumbres de agua. La obra
comienza a ser visible,
El Acueducto en
señalada por un monuSegovia ciudad:
mento del s. XVI con el
Partiendo de la carreteAcueducto labrado.
ra de La Granja contiEl segundo desarenador:
núa por la llamada
Casa de Piedra, un desarenador que eliminaba
las impurezas del agua
y regulaba el caudal,
obra de los siglos XVXVI.
Situado en el Riofrío o
la Acebeda (pantano de
Puente Alta, Km 87,
N-603, Madrid-Segovia
por Guadarrama).
Siguiendo junto al
muro, se alcanza el
segundo desarenador.
En este tramo, muy
reconstruido, los arcos
forman un solo piso de
arquerías.
Riofrío en el Valle de la
Acebeda
Interior del desarenador
de San Antonio el Real
El Acueducto es un puente entre
el campo y la ciudad, entre ésta
y los arrabales; el tercer río de
Segovia y el que ha hecho posible la vida en la desnuda roca; la
arteria que ha movido fábricas de
paños y de moneda y colmado la
sed de los segovianos hasta hace
pocos años.
Antonio Ruiz
Vista aérea del Acueducto
El Azoguejo:
En esta plaza presenta su máxima altura
y, los arcos, a lo largo
de una serie de 43,
se disponen en dos
órdenes.
Pueden observarse
dos hornacinas, una
de ellas ocupada por
una imagen de la
Virgen y las huellas
de las inscripciones
con letras de bronce
de las cartelas.
El Postigo del
Consuelo:
Desde lo alto de la
escalinata se observa
parte del trazado de la
obra. Es el punto
donde el Acueducto
penetra en el recinto
amurallado y los canales continúan por la
zona alta de la ciudad,
hasta el Alcázar.
de distribución de
agua. El canal se prolonga por la Plaza de
los Huertos y la Plaza
Mayor.
El desarenador de la
Plaza Mayor:
Descubierto recientemente, se utilizaba
para la eliminación de
impurezas del agua.
Comienza la red de
distribución para los
barrios de la Judería y
las Canonjías.
El Acueducto en el
La Plaza de las
Alcázar:
Arquetas:
Último punto docuBajo su suelo han apamentado arqueológicarecido unos registros
mente.
ruta 2
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Como centro de contratación,
era el Azoguejo el lugar elegido para establecer contratos
con validez jurídica plena,
rubricados por un apretón de
manos. De esta costumbre
deriva el actual mercado del
ganado que se celebra los
jueves en la Bajada del
Carmen.
El Azoguejo con la
desaparcida Iglesia de
Santa Columba
Un buen punto de partida para recorrer Segovia es
el Azoguejo, diminutivo de zoco, frente al zoco
grande, que era la Plaza Mayor. Lugar de reunión,
nexo de comunicaciones, calles y carreteras,
núcleo de comercio y contratación, ha sido el centro vital de la ciudad. Es uno de los lugares que ha
experimentado mayores transformaciones, como
se puede apreciar en los grabados de época; en
tiempos existió una iglesia románica dedicada a
Santa Columba junto a las escalinatas que suben
a las murallas.
Del Azoguejo sale la Calle Real, la calle principal
de la ciudad por la que subimos hasta la Plaza
Mayor, la de más tránsito y comercio. Está dividida en los siguientes tramos: Cervantes, Juan
Bravo (en recuerdo del comunero segoviano),
Plazuela del Corpus (en la que se halla la iglesiaconvento de Corpus Christi) e Isabel la Católica alusiva a la reina-.
(...) en todas las épocas la
animación y el bullicio, la granujería, los pícaros y los buenos, los desocupados y los
afanosos, los mozalbetes y
los caducos, los traviesos y
los maleantes, han hecho del
Azoguejo lugar de tratos y
juegos, de engaños y bromas
y las lecciones que recibían
en la plaza famosa, acreditaban de bravos y aventureros,
como al ventero socarrón que
armó caballero a Don Quijote,
y el que con otros compañeros y rufianes allí demostró la
ligereza de su lengua y la
sutileza de sus manos”.
Mariano Sáez y Romero
Arteria principal de la ciudad recoge un interesante
conjunto arquitectónico que partiendo de los siglos
XV y XVI llega hasta comienzos del siglo XX.
Sobre el típico caserío medieval, de hasta cuatro
plantas de altura, que se construía sobre solares
largos y estrechos, con la planta baja dedicada al
comercio y una estrecha escalera a la que se accede por una puerta situada en un extremo de la
fachada, al estilo musulmán, la tipología urbana
actual ha añadido, a partir del siglo XIX, las fachadas con esgrafiados para cubrir las originales realizadas en materiales pobres.
La primera parada es el Mirador de la Canaleja
desde el que se contempla la montaña de la Mujer
Muerta y el Barrio de San Millán. Frente a él la
fachada del Teatro Cervantes, limitada por un cubo
de la muralla. A pocos metros está la Casa de los
Picos, hoy Escuela Superior de Arte y Diseño
de Segovia. El edificio perteneció a Juan de la
Hoz quien le añadió los “picos” para cambiar
el nombre de Casa del Judío con que era
conocida. Junto a ella estaba la Puerta de
San Martín, destruida en 1883, pero marcada en la actualidad en el enlosado de la calle que
indica con su diferencia la posición que ocupaba.
Junto a este edificio, haciendo esquina, está
el Palacio de los del Río (s. XV y XVI), donde
Casa de los
Picos
Mirador de
la Canaleja:
el Barrio de
San Millán y
la Mujer
Muerta, al
fondo
La silueta de montañas conocida como la Mujer Muerta,
capricho geológico, ha sido
interpretada desde el prisma
popular y legendario. Muerto
el jefe de una tribu que vivía
en el cerro del Alcázar, la
mujer crió a dos hermosos
niños gemelos que, con el
tiempo se enfrentaron para
asumir el liderazgo del pueblo. La madre desesperada
ante la posible lucha fratricida ofreció a Dios su vida a
cambio de la supervivencia
de sus vástagos. Cuando
éstos iban a pelear, una ventisca seguida de una formidable nevada -en pleno veranose lo impidió. Disipado el
temporal, los hermanos comprobaron que una montaña
cubría lo que hasta entonces
había sido llanura. Dios había
aceptado el sacrificio de la
mujer cubriendo su cuerpo
yacente con nieve. La leyenda dice que dos pequeñas
nubes se acercan al atardecer
a la montaña: son los dos
hijos que besan a su madre.
Iglesia de San Martín
el visitante curioso puede asomarse al patio de
columnas helicoidales.
Continuando la Calle Real, en la pequeña Plaza del
Platero Oquendo, se alza el Palacio del Conde
Alpuente de fines del siglo XV. Además de sus delicadas ventanas de estilo gótico flamígero destaca
su interesante esgrafiado. Siguiendo por la callejuela, La Alhóndiga, edificio del siglo XVI que fue
almacén de cereales y que conserva su estructura
funcional.
De vuelta a la Calle Real aparece la deliciosa Plaza
de Medina del Campo, interesante conjunto arquitectónico con una configuración en niveles que
recuerda a las plazas italianas por sus elegantes
edificios, entre los que destaca la Iglesia de San
Martín.
El espléndido templo, un compendio del románico castellano,
está definido por un triple atrio
Ventana del Palacio del Conde
Alpuente y fachada con decoración
de esgrafiado
La Alhóndiga
La Plaza de San Martín
El Torreón de Lozoya y
las torres de San
Martín y San Esteban
Atrio de la iglesia de
San Martín
Estatua de Juan Bravo
Plaza de Medina del
Campo
de columnas dobles -acogedor lugar de reunión en
ciudades frías-, tres ábsides y una torre mudéjar
que ocupa el espacio del cimborrio. Especial interés
poseen los capiteles labrados, la placa de mármol con la efigie de San Martín situada en el exterior
del ábside y las cuatro estatuas-columna de la
fachada. En su interior se pueden contemplar un
tríptico del pintor flamenco Adrian Isembrandt,
varias pinturas del primitivo castellano conocido
como Maestro de las 11.000 Vírgenes, un Cristo
yacente atribuido a Gregorio Fernández y un San
Francisco de Pedro de Mena.
Juan Bravo, segoviano, fue
uno de los más prestigiosos
caballeros de su tiempo,
que ha pasado a la historia
como héroe comunero,
junto con Padilla y
Maldonado. Se levanta en
armas contra los abusos de
los gobernantes extranjeros
de Carlos I. Tras la derrota
de Villalar en abril de 1521,
es decapitado junto a sus
compañeros. Cuenta la tradición que en el cadalso se
adelantó al verdugo y dijo:
“mátame a mí primero”.
Pero hay más detalles especiales en la Plaza de
Medina del Campo, habitación de juegos para los
segovianos cuando, con el buen tiempo, los bares y
restaurantes extienden sus terrazas animados por
los conciertos de jazz, música popular o títeres. En
Torreón de Lozoya:
exterior y patio plateresco
Casa del Siglo XV
Calle Infanta Isabel
Calle Real desde
San Martín
Plazuela del Corpus
Fachada del
Ayuntamiento
Plaza Mayor
la plaza se hallan casas nobles de
varias plantas, con techumbres de
madera, patios porticados en tres
lados y fachadas de granito con los
blasones tallados en piedra. Destacan
entre ellas la Casa de los Solier y la
Casa de Bornos, ambas del siglo
XVI, precedidas por una fuente con
figuras de leones y niños. Junto a
ellas aparece el Torreón de Lozoya
(s. XIV), altiva torre rectangular de
tipo defensivo. Su interior, embellecido por dos patios renacentistas, ha
sido reconvertido en salas de exposiciones por la Caja de Ahorros de
Segovia.
La conocida como Casa del Siglo
XV, antes de los Tordesillas y los
escalinata y dos esfinges de piedra
-Francisco Bellver, 1852- con cabeza
y busto de mujer y cuerpo de leonas,
conocidas popularmente como Las
Sirenas, completan la plaza.
En la parte alta de la plaza, nos
encontramos con el llamado Hospital
de Viejos. Este edificio del siglo XVI
forma parte del antiguo Palacio de
Enrique IV, llamado el Real de San
Martín. Este monarca de la Casa de
los Trastámara, de gustos orientalistas y fuertemente atraído por la cultura, propició la construcción de importantes obras del estilo mudéjar. El
complejo palaciego que ocupaba una
manzana completa quedó dividido
entre edificaciones pertenecientes a
las familias Mercado, Barros y Porras.
Desde abril de 1998 alberga el
Tapias, con fachada granítica, portada con alfiz de bolas y galería de
moldurados arcos rebajados y la Museo de Arte Contemporáneo
Casa de los Mexía Tovar (s. XVII), Esteban Vicente.
son otros ejemplos de los palacios
Retomando la principal arteria ciudaque configuran esta plaza.
dana y comercial de la capital, a la
Una estatua de Juan Bravo realiza- derecha, está la Cárcel Real o Cárcel
da por el escultor Aniceto Marinas, Vieja, hoy Biblioteca Pública. Utilizada
situada en el primer tramo de la como prisión hasta 1933, en sus cel-
Hay una leyenda que cita la
existencia de unos leones en
el sótano -localizable por la
descripción de los cronistasdel palacio de Enrique IV en
la plaza de las “Arquetas de
la Reina”. Ocurrió que los
leones pequeños se comieron a los adultos, lo que
sería interpretado como una
premonición del destino del
monarca.
das estuvo encarcelado el dramaturgo Lope de Vega,
en 1577. Su portada está presidida por el escudo de
Los Austrias y en el interior existen restos románicos
trasladados desde la iglesia de San Medel.
La última parada antes de pisar la Plaza Mayor es la
Plazuela del Corpus, dominada por el convento del
mismo nombre, antigua Sinagoga Mayor. El edificio,
dañado por un incendio en 1899, fue reconstruido a
principios del siglo pasado, y un siglo después ha
recuperado su antigua imagen decorativa.
La Plaza Mayor
La Plaza Mayor, corazón de la ciudad, fue fruto de la
política urbanística del siglo XVII. Denominada
Mayor desde 1461, fue el hundimiento (1532) de la
iglesia de San Miguel, que estaba situada en la
zona central y que fue reconstruida en un lateral, la
que propició su diseño actual. La ordenación, trazada
por Brizuela en 1623, está dominada por la presencia
del Ayuntamiento (1610), con fachada de granito,
torres con chapiteles de pizarra y reloj con campanas.
En la plaza con soportales y decorada por un kiosko
de música, recuperado hace pocos años, se ubica el
Las representaciones teatrales en Segovia encontraron
cobijo en lugares tan dispares como la Catedral o el
patio del Hospital de la
Misericordia. Tras la clausura
del Teatro Miñón, que ocupaba el edificio del antiguo
Convento de Mínimos, recogió el testigo el Teatro Juan
Bravo que abrió sus puertas
en 1918, ocupando el solar
del antiguo Mesón Grande.
edificio del Teatro Juan Bravo (1917), punto de
encuentro de la vida cultural de la ciudad. Junto a él
la Iglesia de San Miguel, de estilo gótico, con elementos románicos del primitivo templo en cuyo
atrio se celebró la proclamación de Isabel la
Católica como Reina de Castilla en 1474.
Casas construidas en torno a 1930 rodean el perímetro de la plaza y le conceden un perfil regular y
agradable que se rompe con la imponente presencia
de la Catedral.
Vista aérea de la Plaza
Mayor
Teatro Juan Bravo
Soportales de la Plaza
Mayor antes de la construcción del Teatro Juan
Bravo
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Punto de reunión vespertino de las cigüeñas. De
estilo gótico tardío, comenzó a construirse en
1525 con la colaboración desinteresada de los
segovianos bajo la dirección de los arquitectos
Catedral
Pináculos de la Catedral
con cigüeñas
Gil de Hontañón. Sustituyó a la Catedral Vieja
situada en los actuales jardines del Alcázar y
destruida durante la Guerra de las Comunidades
en 1520. En su exterior, al oeste, está la fachada
principal, conocida como Puerta del Perdón, con
la escultura de la Inmaculada, obra de Juan
Guas. Junto a ésta se extiende el Enlosado. La
torre, situada en el lado de la Epístola, privilegiado mirador sobre la ciudad, es uno de los elementos más llamativos por su gran altura. La
Puerta de San Geroteo, legendario primer
Obispo de Segovia, al sur, y al norte, la Puerta
de San Frutos, construida en honor del patrono
de la ciudad a principios del s. XVII. Otro foco de
interés es el ábside, que linda con la Judería
Vieja, aderezado por contrafuertes y pináculos,
de piedra caliza, rodeando la gran cúpula.
La planta es de tres naves con crucero, con ábside semicircular en la cabecera y girola, rodeada
de capillas. La grandiosidad y armonía de dimensiones define el interior. Observación pausada
merecen las vidrieras (s. XVI), el Retablo Mayor
dedicado a Ntra. Sra. de la Paz (s. XIV), donada a
Portada de acceso al
clautro, obra de Juan
Guas y Sebastián de
Almonacidl
Imagen de San Frutos
de la portada norte
Claustro trazado por
Juan Guas en 1472
El Descendimiento, A.
Benson (tabla central)
Frutos, al igual que
sus hermanos
Valentín y Engracia,
todos santificados,
nació en Segovia en
el año 642. Ya en
edad madura repartió sus
riquezas entre los pobres y se
retiró a meditar en las Hoces
del Duratón. Santo popular y
sencillo que la tradición presenta como amante de los
pájaros, es el Patrón de la ciudad que celebra su festividad
el día 25 de octubre. Cada
año los segovianos se congregan en el trascoro de la
Catedral para escuchar el tradicional Villancico al Santo,
pieza musical de la segunda
mitad del siglo XIX.
la ciudad por Enrique
IV, la sillería del coro
(fines del s. XV) procedente de la Catedral
Vieja, los bellos órganos barrocos, la rejería o el trascoro neoclásico que guarda la
urna de la reliquia de
San Frutos.
Se recomienda la visita a las 18 capillas
que se encuentran en
la girola y en las
naves laterales con
importantes pinturas
y esculturas. En su
interior destacan el Calvario románico situado en
la entrada de la Capilla del Sacramento; el
Tríptico del Descendimiento de Ambrosius Benson
y el Retablo de la Piedad, de Juan de Juni, en la
Capilla del Santo Entierro, junto a la Puerta de
San Frutos; y el Cristo yacente de Gregorio
Fernández, en la Capilla del Sepulcro de Cristo.
El claustro, de Juan Guas, procedente de la antigua catedral románica y trasladado piedra a piedra a su actual emplazamiento, precede a las
salas del Museo que cuenta con piezas de orfebrería, pintura, escultura, etc. Destaca la colección de tapices de Bruselas del s. XVII que cubre
los muros de la Sala Capitular.
El Archivo Catedralicio conserva más de 500 incunables, entre ellos el Sinodal de Aguilafuente, primer libro impreso en España.
La familia Arias Dávila
representa los valores
culturales de la
Segovia de fines del
siglo XV y su tránsito
al Renacimiento. Juan
Arias, Obispo de
Segovia, recogiendo el
legado mudéjar y gótico, instaló en la ciudad una de las primeras imprentas de
España, cuyo primer
ejemplar fue el
Sinodal de
Aguilafuente. Además
legó su importante
biblioteca a la Catedral
de Segovia.
Gárgola
Sillería del Coro
Traza del alzado de la Catedral, Juan Gil de Hontañón
Museo Catedralicio
Creado en 1824 por el obispo don Manuel Castro
Alonso en dependencias anejas al claustro. En una
de ellas, la capilla de Santa Catalina, hay pinturas
de autores flamencos y españoles. Anónimos, como
el Maestro de los Claveles o el Maestro de la Santa
Sangre, o bien conocidos, como Bernard van Orley,
Marinus van Reymerswale, Pedro Berruguete, Luis
de Morales, Alonso de Herrera y Antonio María
Esquivel. También en esta sala se exponen notables
piezas de orfebrería y la custodia procesional, obra
del platero toledano del siglo XVII, Rafael González.
En la Sala Capitular, dotada de una hermosa
techumbre renacentista que la tradición quiere
dorada con el primer oro que llegó de América, destaca una espléndida serie de tapices, que tiene continuación con los dispuestos en la escalera de acceso a la Librería. En ésta se conserva el mejor complemento de este museo, el Archivo, que guarda
documentos desde el siglo XII, la biblioteca donada
a la Catedral por el obispo Arias Dávila, cantorales,
incunables y dos joyas bibliográficas de excepción:
el Cancionero de la Catedral, florilegio de canciones
castellanas y de otros países europeos de finales
del siglo XV, y el Sinodal de Aguilafuente, impreso
en Segovia por Juan Párix el año 1472 y, por
tanto, el primer libro que se imprimió en España.
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Desde la Plaza Mayor tomamos
la Calle Marqués del Arco:
actual núcleo de comercio
turístico. Su suelo esconde las
canalizaciones del Acueducto.
Frente a la Catedral, se alza el
Palacio del Marqués del Arco
Calle del Marqués del
Arco
Corral del Mudo
La influencia islámica, tan
fuerte y constante en
Segovia, aparece no sólo
en la decoración sino
también en las formas de
las viviendas y en los
corrales, de los que se
han llegado a documentar doce.
Los corrales son una
agrupación de viviendas
reunidas en torno a un
patio común al que se
accede a través de un
callejón cobertizo que se
cerraba por las noches,
aislando y protegiendo a
la comunidad.
Así, el sentido público
de calle pasa a ser privado.
(s. XVI) con un precioso patio renacentista. Más adelante aparece el antiguo Corral del Mudo, uno de los
últimos vestigios de los corrales islámicos, que acogía un caserío tradicional de arquitectura de ladrillo
con entramado de madera.
Casas nobles con esgrafiados y bonitos patios, como
el del Colegio de Arquitectos, nos acercan hasta la
Plaza de la Merced, con la iglesia románica de San
Andrés, rincón típico de la ciudad y espacio verde
que invita al descanso. En la esquina de la calle de las
Descalzas Santa Teresa fundó un pequeño convento
de carmelitas, en el que dijo la primera misa San
Juan de la Cruz. Entre sus altos muros y recoleto jardín la santa compuso “Las Moradas”.
En el último tramo atravesamos el barrio de las
Canonjías, al final del cual, pasada una verja y el jardín que rodea el Monumento
a los Héroes del 2 de
mayo, se encuen-
tra el Alcázar.
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Su perfil aparece como un buque imaginario
sobre el tajo en el que confluyen los ríos Eresma
y Clamores, festoneado por el escenario de ocres
y azules de la llanura y la sierra. Le anteceden
unos cuidados jardines con la estatua de los
héroes de la Guerra de la Independencia Daoíz y
Velarde, obra del escultor segoviano Aniceto
Marinas. A la izquierda la Casa de la Química.
Un profundo foso con puente levadizo abre paso
a una fortaleza de ubicación privilegiada, posiblemente habitada desde la época celta. El castillo, convertido en Alcázar -residencia real- en el
s. XIII, adquirirá su fisonomía gótica en los tiempos de Juan II y Enrique IV. Su restauración ha
sido contínua tras un grave incendio ocurrido en
1862 y que a punto estuvo de destruirlo definitivamente. Sin embargo, en 1882, reinando
Alfonso XII, se inició su reconstrucción, ya nunca
abandonada.
Entrada al Alcázar con la
Torre de Juan II
El Alcázar desde la pradera de San Marcos
Zócalo mudéjar
El balcón central de la Sala de
los Reyes muestra una cruz
que rememora un suceso del
que los siglos han cuajado dos
versiones. La más legendaria
cuenta que, estando el infante
D. Pedro de Castilla, hijo de
Enrique II el de las Mercedes,
en el balcón en brazos de su
aya, resbaló y cayó al vacío. El
aya, atemorizada, se lanzó
tras el niño. La versión histórica apunta que el infante -de
12 años- cayó mientras jugaba
a la pelota con sus amigos.
Vista aérea de la
Judería, limitada por la
muralla y las
Canonjías con el
Alcázar al fondo
Un cordón realza el techo
de una de las salas princi
pales del Alcázar. Según la
tradición, el relieve fue
encargado por la reina
Violante como lección de
humildad para su esposo
Alfonso X El Sabio. Al
parecer, su sabiduría y
soberbia eran parejas, y
llegó a afirmar que Dios
hubiera hecho bien en
pedirle consejo antes de
crear el Universo. Fray
Antonio de Segovia le
suplicó que confesara su
pecado, pero El Sabio,
orgulloso, se negó.
Entonces se desató una
terrible tormenta, y un
rayo atravesó las estancias
reales, matando a varios
cortesanos. Entonces el
monarca cumplió su penitencia; su mujer aprovechó
para encargar el friso, un
amuleto capaz de calmar
la ira de Dios.
En la silueta del monumento destaca la torrecita de
Alfonso X El Sabio, en el ángulo norte, desde la que
este monarca estudiaba el firmamento, y la torre de
Juan II de 80 m de altura, con bellos esgrafiados y
doce torrecillas adornando su volumen. A través de
una empinada escalera de caracol, el visitante puede
acceder a la parte superior de la torre, desde donde
se divisa una bellísima vista de la ciudad, así como
los barrios de San Marcos y Zamarramala.
En el interior, y alrededor del Patio de Armas y del
Patio del Reloj, se sitúan las estancias. A la izquierda están las salas dedicadas al Colegio de Artillería;
a la derecha, el Palacio de los Reyes de Castilla,
núcleo principal del edificio. Sobresalen por su belleza la Sala de Ajimeces; de la Galera, cuyo artesonado ha sido reconstruído recientemente; del Trono
-con una llamativa cúpula mudéjar, procedente de
Urones de Castroponce y obra de Xadel Alcalde,
autor de la que existía en la misma sala antes del
incendio-; de la Chimenea; del Cordón; de las Piñas;
la Cámara Regia; Tocador de la Reina y Capilla en la
que podemos ver un retablo de la escuela castellana
del primer cuarto del siglo XVI procedente de Viana
de Cega y otro dedicado a Santiago Apóstol, así
como la Adoración de los Reyes, pintada en 1600 por
Bartolomé Carduccio. De todas ellas destaca la Sala
de Reyes con un extraordinario artesonado de hexágonos y rombos dorados y un original friso en el que
52 imágenes policromadas y sedentes representan a
los Reyes y Reinas de Asturias, León y Castilla,
desde Don Pelayo hasta Juana la Loca.
Las Canonjías
Es el barrio mejor conservado de la ciudad alta. Su
nombre procede de los canónigos, antiguos vecinos de la zona que gozaba, por su carácter eclesiástico, de inmunidad y privilegios. Comienza en
la Plaza de la Merced y se extiende por las calles
de Daoíz y Velarde, cuyas casas contaban con
agua corriente, suministrada por el Acueducto.
Este recinto permanecía aislado del resto de la ciudad gracias a tres puertas que se cerraban
según un horario establecido. De sus casas
románicas se conservan
bellas portadas de arco de
medio punto con arquivoltas y patios interiores
coloreados por huertas
o jardines. El acceso a
los patios, porticados en
sus lados más cortos, es
acodado, siguiendo la
tradición musulmana.
La estructura de estos edificios -sobrios, cerrados
y sin detalles superfluos, con escondidos patios y
jardines- no sufrió alteraciones por ser casas de
alquiler, lo que ha impedido a los inquilinos
emprender reformas.
Hay tapias altísimas de conventos y del palacio del
Obispo, paredones crecidos
conforme crecían las casas de
enfrente para que el huerto
interior siguiera inaccesible a
las miradas
Luis Felipe Vivanco
Puerta de la Claustra
Fuste y capitel románicos de la antigua
Catedral de Santa María
Jardín de Fromkes
La Calle Velarde
La Puerta de la Claustra es la única que se conserva de las tres que existieron cerrando el barrio
de los canónigos catedralicios. Conserva restos de
esgrafiado renacentista y una imagen de la Piedad
copia de la existente en la Catedral. En esta zona
se ubicó la Casa de la Imprenta y la de la
Inquisición e instalaron sus
estudios artistas famosos
como Ignacio Zuloaga y
Maurice Fromkes. El pintor
americano da nombre al jardín que aligera la estrecha
calle de Velarde y que ofrece
una recoleta vista del Valle
del Eresma.
Por el Vallejo, donde se
eleva la escultura de San
Interior de la
Casa Museo
de Antonio
Machado
Antonio
Machado (a la
derecha)
Vista aérea de
la Plaza de
San Esteban
Una vieja cocina de
leña, pucheros, un arcón
y un puñado de libros en
una humilde estancia
recuerdan los doce años
de Antonio Machado en
Segovia. Por sus calles
el poeta, con su “torpe
aliño indumentario” creó
“Nuevas canciones” y
“Poesías completas”. La
ciudad fue testigo de sus
amores tardíos con
Guiomar y de su apoyo
a la creación de la antigua Universidad Popular,
convertida hoy en Real
Academia de Historia y
Arte de San Quirce.
Juan de la Cruz realizada por José María García
Moro, sube empinada la Calle Desamparados.
En ella se encuentra la Casa Museo de Antonio
Machado, tan sencilla y espartana como la habitó el
poeta durante su estancia en Segovia. Corría el año
1919 cuando éste llegó a Segovia para ocupar una
cátedra en el Instituto de Bachillerato de la ciudad, en
la que permaneció hasta el año 1932.
Museo para la más íntima evocación, cuelga de sus
paredes, para materializar la ausencia del poeta, cuadros con diferentes versiones de su retrato, que llevan
las firmas de Rafael Peñuelas, Jesús Unturbe, Álvaro
Delgado y Pablo Picasso. En un jardín chiquito, que da
acceso a la casa, se encuentra un busto del poeta,
obra de Emiliano Barral.
La Plaza de San Esteban
Bajando la calle se halla la Plaza de San Esteban, conjunto arquitectónico constituido por el Palacio
Episcopal (s. XVI), sede del Obispado desde el siglo
Según la leyenda, Carlos
Falconi, bastardo del Rey
de Francia, costeó las
obras de la iglesia de San
Esteban. En su pila bautismal recibieron el sacramento el historiador Diego
de Colmenares y el general Martínez Campos.
La Real Academia de
Historia y Arte de San
Quirce nació como
Universidad Popular el 21
de noviembre de 1919.
Fue la obra de un grupo
de profesores, en su
mayoría de enseñanza
media, que pretendían
difundir entre las clases
trabajadoras y medias la
cultura. Entre estos profesores se encontraban
Mariano Quintanilla,
Rodao, Machado, Cabello,
etc. Tuvo diversas sedes
hasta que en 1927 se
compra por 7.000 pesetas a la iglesia.
XVIII, un edificio plateresco con fachada almohadillada que alberga al Museo Diocesano -cuya visita recomendamos- y la Iglesia de San Esteban. Fruto del
románico tardío, su torre es considerada una de las
más bellas del estilo.
San Quirce-San Nicolás
Siguiendo la angosta calle, por la fachada
lateral izquierda del Palacio Episcopal llegamos a una pequeña placita en la que se
encuentra la iglesia románica de San
Quirce. A su lado encontramos un palacio
barroco dedicado hoy a Archivo Histórico
Provincial. Recorriendo el ábside se halla
el antiguo Convento de Capuchinos,
construido en el siglo XVII y adornado de
magníficos escudos marmóreos.
Por la calle de San Quirce se abre paso la
Plazuela de San Nicolás, con un gracioso
corralillo popular habitado por casitas de
entramado de madera. Preside el conjunto la Iglesia
de San Nicolás, construcción de finales del siglo XII
con interesantes pinturas murales góticas. Antes de abandonar las Canonjías puede iniciarse un agradable
paseo bajando por la calle Doctor Velasco y observar la
portada de la Casa de la familia Falconi (hoy hotel), el
Hospital de la Misericordia, la iglesia románica de
San Pedro de los Picos, de uso particular, y llegar a
la Puerta de Santiago, en la muralla, conocida como
El Refugio, dedicado a estudio de pintores. Junto a San
Esteban, en la calle Escuderos, a un paso de la Plaza
Mayor, se encuentra el Palacio de los Rueda conocido como Casa de Don Álvaro de Luna, que cuenta con
un bello patio gótico.
Iglesia de San Nicolás
Iglesia de San Quirce
Convento de las Oblatas
desde la Alameda
Casas populares
en la C/ Martínez
Campos
Interior actual de
la Sinagoga
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Las Sinagogas
Sinagoga Mayor: ubicada
en la C/Real, ya estaba
consagrada al culto católico en 1419. Su entrada
es un corral típico, definido su interior por tres
naves separadas por arcos
de herradura sobre pilares
octogonales. Las yeserías
que la recubrían se perdieron en un incendio en
1899 y recientemente
recreadas según documentación gráfica existente.
Sinagoga Vieja: estuvo en
la Plaza de la Merced y
en 1412 el rey Juan I la
donó a los frailes del convento de la Merced.
Sinagoga de Burgos: en la
C/Escuderos, perteneció
a una comunidad de burgaleses que vinieron tras
las revueltas de 1391.
Sinagoga del Campo: en la
C/Martínez Campos, en la
zona conocida como
Corralillo de los Huesos.
Sinagoga de los Ibáñez de
Segovia: sustituyó a la
Sinagoga Mayor. La adquirió el Cabildo Catedralicio
a la comunidad judía en
1492. Hoy forma parte
del colegio de las
Jesuitinas y aún se conservan unos arcos con
yeserías.
Las primeras referencias al asentamiento de la
población judía en Segovia están fechadas en el s.
XIII. Dos centurias más tarde, el colectivo originariamente radicado en la Almuzara, San Andrés y
San Miguel, está repartido por toda la ciudad,
exceptuando el Barrio de los Caballeros. En 1481
son cercados en la llamada judería sin sufrir las persecuciones a las que fueron sometidos en otros
sitios.
La judería se ubica en el lado sur del recinto amurallado, en el sector comprendido entre el Corpus y
Las Canonjías. El barrio estaba cerrado por siete
arcos de ladrillo; el eje principal del núcleo era la
llamada Judería Vieja, antiguamente denominada
Calle Mayor. En 1492, con la expulsión, pasó a
denominarse Barrionuevo. La importancia de la aljama hebrea puede calibrarse en las cinco sinagogas
con que contó.
La población, perteneciente a diferentes niveles
económicos, residía en casitas de mampostería y
ladrillo con entramado de madera, sin patio y con un
pequeño jardín.
El núcleo urbano ha sufrido numerosas transformaciones, especialmente radicales en tres momentos:
tras el Decreto de Expulsión, cuando los conversos
rehabilitaron sus casas con escudos y patios porticados; cuando se construyó la nueva Catedral, y en
el s. XIX, cuando la ciudad acometió mejoras urbanísticas y de saneamiento.
Los años apenas han dejado rastro
de las sinagogas, aunque el visitante puede recrear la antigua judería
siguiendo la pista del urbanismo
típicamente oriental conservado.
Frente al Paseo del Salón, de época
de Isabel II, en la Cuesta de los
Hoyos, se halla la necrópolis del
Pinarillo. Fue la última morada para
aquellos judíos que, tras la expulsión, no renegaron de su fe y fueron
despojados de sus bienes y arrojados de sus casas.
Centro Didáctico de la Judería
Situado dentro de la casa de
Abraham Senneor, donde también
habitó el insigne doctor Andrés
Laguna, médico personal de Carlos I
y del papa Julio III. En su interior
puede visitarse el Centro Didáctico
de la Judería donde por medio de
paneles, videos y una innovadora
proyección en 3D se pretende permitir al visitante adentrarse en el
conocimiento de los diferentes
aspectos de la cultura judía median-
te un recorrido a lo largo de su historia y sus costumbres. Se busca así
comprender de un modo más fácil
los aspectos más importantes de
este grupo humano que durante
siglos formó parte importante de la
sociedad.
Museo de Segovia
El Museo de Segovia, antiguo
Museo Provincial de Bellas Artes,
data de 1842. Se formó con obras
procedentes de los conventos suprimidos por la Desamortización.
Entre sus fondos hay que destacar
dos verracos celtibéricos, mosaicos
romanos, esmaltes visigodos, una
amplia serie de tablas de pintores
castellanos y flamencos de los
siglos XV y XVI e interesantes
colecciones de monedas procedentes de la ceca segoviana, vidrios de
La Granja, escultura religiosa, gra- bados de Durero y Rembrandt y
otros autores y pintura contemporánea. Esta situado en la Casa del
Sol.
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En torno a la Iglesia de la Trinidad
Entre las plazas de San Esteban y de Colmenares se extiende el Barrio
de los Caballeros en torno a las parroquias de la Trinidad, San Nicolás,
San Martín, San Juan de los Caballeros y San Sebastián, habitado en
tiempos pasados por las nobles familias segovianas. Palacios góticos,
renacentistas y barrocos conviven junto a conventos e iglesias románicas (algunas ya desaparecidas como San Pablo, San Facundo y San
Román) en un entramado netamente medieval.
La primera parada es el Palacio de Valdeláguila (s. XVI), también conocido
como Casa del Secretario de Felipe II. Su portada, de grandes dimensiones
y con un arco de medio punto cosido por grandes dovelas, es típica de las
mansiones castellanas. Enfrente queda la sombra del antiguo Convento de
Mínimos de la Victoria sobre el que se construyó un teatro inaugurado en
1844, conociéndose desde entonces como Teatro Principal, Teatro de la
Victoria y Teatro Miñón.
Siguiendo el trazo empedrado del callejón de San Nicolás, se desemboca en
un rincón apacible en el que se encuentra la Iglesia de La Trinidad, uno de
los templos románicos mejor conservados de la ciudad, con un interior sencillo y auténtico que guarda pinturas destacables. Enfrente, el Convento de
las Dominicas, complejo edificio fruto de diversas épocas, conserva, tras
sus altos muros -el lateral a la calle Trinidad con restos de saeteras, probablemente el más antiguo de la ciudad-, la clausura. El convento apunta a lo
alto con el Torreón de Hércules, cerrado a las visitas, que perteneció a la
familia de los Arias Dávila y conserva pinturas con escenas de
caza y guerreros del siglo XIV.
La calle Trinidad está bordeada
por casonas con patios segovianos y ricos artesonados, como
el existente en el Palacio de
los Campo. Junto a la iglesia
está el Palacio de Mansilla, edificio renacentista que integra
elementos góticos y mudéjares
con un patio relevante.
Empotrada en una
pared de una escalera
de la Torre de Hércules,
en el interior del
Convento de las
Dominicas, se halla una
interesante y tosca
escultura. Representa
una cabeza de jabalí
sobre la que aparece
una figura masculina,
atribuida por Diego de
Colmenares a Hércules,
el fundador de Segovia.
San Sebastián, parroquia actualmente cerrada, fue en tiempos el
punto de reunión de los
fabricantes de moneda.
En su plaza Enrique IV
ordenó erigir, en 1455,
la ceca que sería más
tarde sustituida por el
Real Ingenio de la
Moneda.
Torreón de Hércules
Palacio de Mansilla
De los Huertos al Postigo
Avanzando un poco se llega a una placita ajardinada
para desembocar en otro espacio arbolado, la Plaza de
los Huertos.
Destaca el Torreón de Arias Dávila (s. XV). Es una
construcción de finalidad defensiva característica de la
ciudad, hoy es la sede de la Delegación de Hacienda.
Atravesando la calle Ildefonso Rodríguez aparece la
Plaza de la Reina Doña Juana con la Casa de los Mercado Peñalosa, parte del antiguo palacio de Enrique
IV. El edificio, muy dañado, guarda importantes yeserías
de tiempos de este monarca.
Por la calle Angosta llegamos a la Plaza de los Espejos.
Al frente, la empinada calle de Grabador Espinosa nos
descubre un sorprendente y recoleto espacio urbano.
Contigua está la Plaza del Seminario presidida por la
iglesia jesuítica (finales del XVI). Una callecita empedrada acerca a una plaza dominada por el Palacio de
Avendaño y recorrida por el final de las arcadas del
Acueducto. En este punto puede disfrutarse de la vista
de la zona alta del monumento romano, aupado en el
Postigo del Consuelo, o bien, descendiendo desde
Avendaño, toparse con la recoleta Plaza de San
Sebastián y su iglesia románica.
Yesería del
antiguo Palacio
de Enrique IV
El Acueducto
desde el
Postigo del
Consuelo
En torno a San Juan de los Caballeros
Diego de Colmenares, cura
de la Iglesia de San Juan,
consultor del Obispo, con
amplios conocimientos en
Geografía e Historia, se
dio a conocer por su célebre Historia de Segovia,
(1637), referencia clave
para conocer las raíces de
la ciudad. Colmenares
-que necesitó 17 años
para confeccionar la obrafue enterrado en San
Juan.
Este núcleo acoge el mejor conjunto de palacios de
la ciudad: la Casa del Marqués de Lozoya, con su
portada románica; el Palacio de Quintanar (s. XVI);
el Palacio del Conde de Cheste; la Casa de las
Cadenas (s. XV) y el Palacio de la
Diputación Provincial o Casa del Marqués
de Castellanos y de Uceda Peralta.
Pasada la calleja que parte de la Casa de
Lozoya, aparece la Plaza de Colmenares,
antiguo coso donde los caballeros realizaban justas y juegos. En medio de la plaza,
ajardinada y con una frondosa vista del
Valle del Eresma, emerge el busto de
Daniel Zuloaga, realizado por Emiliano
Barral.
La Iglesia de San Juan de los Caballeros,
de finales del s. XI, es una de las más
antiguas de Segovia y se superpone a una
probable basílica paleocristiana, origen
de las sucesivas construcciones. En 1905 es adquirida y restaurada por Daniel Zuloaga que la dedica a
vivienda y taller de cerámica, transformándose posteriormente en museo.
Iglesia de San Juan
de los Caballeros
Casa de las Cadenas,
en la muralla
Portada del Palacio
de Quintanar
Subiendo la escalinata de la Calle de la Parra surge
la Plaza de San Agustín con las ruinas góticas del
Convento de San Agustín. Junto a ella la Plaza de
San Facundo, con la presencia de la Casa del
Hidalgo (s. XVI), un edificio que conserva interior y
exteriormente su esencia y que alberga la colección
del Museo Rodera Robles. A su lado la Casa de los
Espinar y, en la misma plaza, está el Palacio de
Villafañe hoy ocupado por Caja Segovia. En su interior hay unas pinturas murales del siglo XVI.
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El Acueducto era el principal nexo de unión entre los dos sectores urbanos
-intramuros y extramuros- y en torno a él se distribuyen otros muchos lugares de interés de la ciudad.
Una fiesta que se viene celebrando desde el siglo XV, la Catorcena, nos
recuerda que los arrabales fueron tan importantes en el pasado como la
parte amurallada de la ciudad, ya que la fiesta era organizada por catorce
parroquias, alternándose siete del recinto amurallado y otras siete de los
arrabales.
El Arrabal de San Millán
San Clemente
Se extiende por la zona suroccidental de la ciudad. En tiempos se le
conocía como el Arrabal Mayor y el
Barrio de las Brujas. Era un núcleo
artesano en el que vivían los moriscos que trabajaban las pieles, la
lana y la albañilería. Partiendo del Azoguejo por la Avenida Fernández
Ladreda, eje porticado y comercial
de la ciudad, el visitante arriba a la
Iglesia de San Clemente, románica,
con pinturas murales en el interior.
Más adelante emerge San Millán,
importantísimo templo modelo de las
Iglesia de San Millán
Torre del Palacio de los
Ayala Berganza
Mesón Casa Cándido
asomándose entre el
Acueducto
El solar ocupado por la
Iglesia de San Millán radica
en un sitio aislado, sagrado
desde la época celtibérica; de
hecho, en una excavación
arqueológica se halló una
urna de incineración de esta
época.
Según la tradición, el nombre
de Barrio de las Brujas proviene de una costumbre que
tenían sus mujeres de reunirse en los atrios de la iglesia,
vestidas de riguroso negro.
iglesias románicas segovianas, ya que integra todas
sus características tipológicas: fuerte influencia
islámica -decoración y bóvedas al estilo califal-;
atrios que cumplen la función de centro de reunión,
sustitutos de los soportales de una plaza y esbeltos
campanarios que configuran un peculiarísimo perfil
de la ciudad. Construido a imagen de la Catedral de
Jaca posee una torre que conserva restos de un edificio anterior, de estilo mozárabe.
Descendiendo por la Plaza del Doctor Gila está el
Palacio de Ayala Berganza, conocido popularmente como la Casa del Crimen (s. XV), hoy hotel y,
cercana, la Casa de la Tierra (s. XVIII) que da nombre a la plaza. Edificio recientemente restaurado
con bellas pinturas en la fachada y un patio interior.
El caserío conserva su sabor popular y se ha convertido en guardián involuntario de las piruetas
nocturnas de adolescentes que han elegido la zona
como lugar de reunión.
La Calle de San Francisco
A pocos pasos, subiendo las escaleras de la
Bajada del Carmen y rodeando el actual edificio de
la Caja de Ahorros, aparece de nuevo el Azoguejo.
En la placita adoquinada situada a los pies del
Acueducto se levanta una casa típica con entramado de madera ocupada por el Mesón de Cándido; a
su lado la Calle de San Francisco, arteria de comercio y hostelería. Antiguamente era un nudo de
comunicación en el que se ubicaban posadas y
mesones. Se conservan casas importantes como la
Casa del Sello de Paños, en la que, a partir de la
segunda mitad del s. XVII, residió la Junta que
sellaba los Paños Segovianos.
Frente a ella, la actual
Academia de Artilleria, antiguo
Convento de San Francisco
(s. XV), despliega su belleza
con desdén, ocultando un brillante patio plateresco y una
importante biblioteca.
En la Casa del Sello se marcaban
los paños con las armas de la
ciudad. La calidad alcanzada por
los tejidos segovianos fue estimable; en el siglo XVIII se creó, con
apoyo del monarca, la Real
Fábrica de Paños Superfinos de
la Compañía, que quebró.
Después surgió la Fábrica Real de
Paños de Ortiz de Paz, por iniciativa privada, que gozó de una
gran prosperidad.
Patio del Convento de
San Francisco
(Academia de Artillería)
Fachada de la Casa del
Sello de Paños
Artesonado mudéjar en
el Monasterio de San
Antonio el Real
Pasada la Casa de los Peces
surge la Plaza de la Muerte y
de la Vida cuyo nombre encierra una leyenda. Después
aparece el pequeño rincón
verde de la Plaza de Santa Eulalia, con una iglesia muy remodelada envuelta por el mejor conjunto conservado de arquitectura civil del XVI,
centro de los Linajes Comuneros. Estaba rodeado
por casas de tres pisos con soportales de granito.
Cerca se halla el Convento franciscano de
Santa Isabel, fundado en 1486 y en cuyo interior destaca la reja, procedente de la antigua
catedral.
San Antonio el Real Continuando por la Calle Santa Isabel, con vestigios de casas con secaderos en la parte superior,
aparece el Convento de San Antonio el Real.
Enrique IV, que tuvo aquí un palacio de caza, lo
donó el año 1455 a los franciscanos y al abandonarlo éstos en 1488, fue ocupado por religiosas
clarisas. En ángulo con la fachada plateresca
adornada con las efigies orantes de los Reyes
Católicos está la portada del templo labrada en
gótico isabelino con tres arcos, rebajado, conopial y trebolado, bajo alar morisco.
En el interior del templo hay dos obras de arte
que por sí solas justifican la visita al monasterio:
un espectacular artesonado mudéjar que cierra la
Capilla Mayor y un retablo escultórico único en su
género, obra flamenca del siglo XV que narra, con
profusión de escenas, la Pasión de Jesús.
En la parte del monasterio, abierta al público,
pueden visitarse los claustros, la Sala del Trono y
la Sala Capitular, cubiertas con bellos artesonados; el Refectorio con frescos de la época del rey
fundador; y el claustro gótico-mudéjar con jardín
medieval. Tres trípticos con terracotas de la
Escuela de Utrech y colecciones de documentos,
esculturas, pinturas y muebles hacen más completa la visita.
Vista aérea del
Monasterio de San
Antonio el Real
Frescos románicos en el
ábside de la Iglesia de
San Justo
Iglesias románicas de El
Salvador y San Justo
El Salvador y San Justo
Siguiendo el trazado del Acueducto surge la Plaza
de El Salvador, realzada por la Iglesia de El
Salvador, que entremezcla los estilos románico,
gótico y barroco.
Próxima está una pequeña joya, el
templo románico de San Justo (s. XII),
con uno de los pocos tímpanos esculpidos del románico segoviano, una
esbelta torre y unas interesantísimas
pinturas en su ábside, dominado por el
Pantocrátor y con escenas de la Pasión
y de la vida de los santos titulares.
Finaliza el periplo en la Plaza de Día
Sanz, parada tradicional de los pañeros, que aún conserva la Casa de San Alonso
Rodríguez, el Instituto de Segunda Enseñanza
donde impartió la docencia Antonio Machado,
además de una buena perspectiva vertical del
Acueducto.
“En ninguna ciudad española
se da como en Segovia tan
perfecto el concierto entre las
viejas piedras y la hoja verde
lozana”.
De nuevo nos encontramos en el Azoguejo.
Azorín
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Partiendo del Azoguejo, siguiendo la
Calle Gascos o la Vía Roma llegamos al
Barrio de San Lorenzo.
Atrio de la Iglesia de
San Lorenzo
Vista aérea del Valle del
Eresma
San Vicente el Real
Este barrio posee unas características urbanísticas muy peculiares debido a la tipología de su edificación y ubicación junto al río y a su población,
que desde siempre se ha ocupado del cuidado de
sus huertas y de la artesanía -principalmente la
cantería-. En las riberas se conservan restos de un
buen número de molinos que daban vida a las
fábricas de paños, de harinas, borra o loza y que
hoy son casas privadas. El barrio conserva su identidad, como prueba la raigambre de las fiestas
populares de Las Águedas, Santa Bárbara -patrona de los canteros- o las celebradas el 10 de agosto en homenaje a San Lorenzo.
Según una inscripción existente en la iglesia, el edificio fue
hasta el año 140 un templo
dedicado al dios romano
Júpiter. Quemado por el
fuego del cielo, en el año
919 se reconstruyó, con San
Vicente como titular.
La plaza, con casas de arquitectura popular, es el
conjunto mejor conservado de la ciudad, además
del centro de la vida del barrio; está rematada por
la Iglesia de San Lorenzo, románica de proporciones muy armónicas tiene una torre de ladrillo.
La Alameda
Al lado, la Alameda de Santa Ana de los Huertos
se extiende desde el Convento de San Vicente
hasta el Monasterio del Parral.
Entre la arboleda asoma San Vicente el Real, convento de religiosas de clausura de la Orden del
Císter.
En el borde de la Alameda se halla el Convento de
Santa Cruz la Real, fundado por los Reyes Católicos,
construído sobre iglesias románicas anteriores. Su
actual estructura es fruto de una reconstrucción acometida entre 1480 y 1490 en la que participó Juan
Guas y artistas como Sebastián de Almonacid, autor
de la imaginería. La iglesia, de grandes dimensiones,
posee una portada gótica de Juan Guas. En 1809 el
conjunto sufrió un grave incendio y posteriormente
Portada del
Convento de Santa
Cruz la Real
Interior y vista
panorámica del
Monasterio de
Santa María de El
Parral
Las húmedas paredes
de la cueva donde
Santo Domingo guardaba penitencia fueron
testigos de uno de los
momentos místicos
más intensos de Santa
Teresa de Jesús.
Visitando la cueva del
Santo, se le apareció
éste, y al tomar la
comunión en la capilla,
sintió, además, la presencia de Jesucristo.
fueron exclaustrados los frailes dominicos con motivo de la Ley de Desamortización de Mendizábal,
siendo actualmente sede de la Universidad IE. Gran
parte de la extraordinaria colección de obras de arte
del convento han pasado a formar parte de los fondos de la Diputación Provincial. El magnífico retablo
de Ambosio Benson está actualmente expuesto en el
Museo del Prado.
En este conjunto arquitectónico se halla enclavada
la Cueva Penitencial de Santo Domingo.
Más adelante, el paseante encontrará el Monasterio
de Santa María de El Parral. Este monasterio mandado construir en 1447 por Enrique IV, aunque la
leyenda atribuye la fundación del mismo a su valido
Juan de Pacheco, Marqués de Villena, es un complejo de edificaciones distribuidas en torno a varios
claustros, góticos, mudéjares y platerescos.
En la fachada de la iglesia monástica, inconclusa,
destacan los escudos de los Pacheco y una airosa
torre rematada con crestería plateresca, obra del
segoviano Juan Campero; su interior, con una nave,
tribuna a los pies, capillas laterales y cabecera poligonal, sigue el modelo de construcciones jerónimas
y fue obra del arquitecto Juan Guas.
Entre las excepcionales obras de arte de este templo destacan la portada de la sacristía, la tumba de
Beatriz Pacheco y el Apostolado que enmarca los
altos ventanales de la cabecera, del escultor
Sebastián de Almonacid; y el conjunto plateresco
formado por el retablo central, esculpido en madera,
y las monumentales esculturas de Juan Pacheco y
Con la Fundación del Real
Ingenio de la Moneda
(1583), Felipe II subrayaba la vinculación de
Segovia con la acuñación,
ya probada en época romana y en tiempos de Enrique
IV. El “Ingenio” aprovechó
la fuerza hidráulica para
disponer de la técnica más
avanzada de Europa: por
primera vez se grababan
monedas en serie. La fábrica conservó su importancia
hasta 1869, cuando se
centralizó la acuñación en
Madrid.
de su esposa, María de Portocarrero, obra de los
escultores Juan Rodríguez y Lucas Giraldo.
Cruzando el puente sobre el Eresma está el Real
Ingenio de la Moneda uno de los pocos edificios
industriales del siglo XVI que han llegado hasta nosotros casi intactos. Fue levantado por el arquitecto
de Felipe II Juan de Herrera y en sus líneas nos
recuerda la sobriedad escurialense, rota en la portada levantada durante el reinado de Fernando VII.
Más allá, a través de la Puente Castellana, bajo la
vigilancia del perfil de navío del Alcázar, se
despliega el Barrio de San Marcos.
San Marcos-La Fuencisla
El antiguo barrio de hortelanos ha adquirido
trazas de zona residencial, sin perder su
belleza. En esta zona se encuentran restos de
las iglesias segovianas más primitivas hoy
desaparecidas: Santiago, San Blas y San Gil.
Desde la Iglesia de San Marcos románica y
sencilla, siguiendo el camino hacia Zamarramala
se halla la Iglesia de la Vera Cruz, fundada
Puente Castellana y
Casa de la Moneda
Interior de la Iglesia
de la Vera Cruz
“Beneficia proporcionando”,
era el lema de la Sociedad
Económica de Amigos del
País, cuya sede estuvo en la
Calle Juan Bravo. Establecida
en 1775, en tiempo de
Carlos III, la promoción cultural y económica eran sus
objetivos. A su iniciativa se
debe la plantación del cinturón verde de la ciudad.
por los Caballeros de la Orden del Santo Sepulcro
en 1208.
La iglesia de planta dodecagonal posee un interior
muy sobrio y emocionante, con un halo misterioso.
Tiene un edículo central de dos plantas con bóveda
califal.
Bajando de nuevo se llega al Convento de los
Padres Carmelitas que guarda los restos de San
Juan de la Cruz, el excelso poeta místico de la lengua castellana, que aquí escribió los encendidos
Convento de los Padres Carmelitas desde la
alameda de la Fuencisla
En las rocas que rodean La
Fuencisla, las Peñas
Grajeras, las voces más antiguas cuentan que quisieron
despeñar a una mujer judía,
Esther, acusada falsamente
de adulterio. En ese momento, la joven confesó su fe
cristiana y se encomendó a
la Virgen, obrándose el milagro de alcanzar la tierra sin
sufrir ningún daño. Tras el
suceso, fue bautizada como
María del Salto y se consagró al servicio de la Catedral
de Segovia.
versos del libro “Llama de Amor Viva”. La segoviana D.ª Ana de Peñalosa, con su generosidad hizo
posible la construcción del convento.
Compañera de la coqueta Alameda es el Santuario
de la Fuencisla, dedicado a la patrona de Segovia.
El templo, realizado por Pedro de Brizuela, contiene una importante obra de rejería del s. XVIII,
donada por el Gremio de Cardadores.
Un poco más adelante, a la derecha, el Arco de la
Fuencisla (1703) marca el inicio del antiguo Camino
de Castilla.
ruta 1
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Podremos visitar los monumentos más importantes que rodean el emblemático monumento de la Ciudad, el Acueducto. El punto de inicio de la ruta es
la Plaza del Azoguejo, finalizando en el Monasterio de San Antonio el Real.
Visitaremos la Iglesia de San Justo, con unos bellos frescos interiores
característicos del románico tardío; el fastuoso claustro de la Academia de
Artillería; el desarenador del Acueducto, la ruta terminará en el Convento
de San Antonio el Real.
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El itinerario por el sendero de la cacera del Acueducto es un recorrido en
busca del nacimiento del Acueducto. Saliendo desde Revenga, el itinerario
propone contemplar el profundo verde del Valle de la Acebeda, andar entre
los pinos, los robles y las encinas. En este tramo de la conducción del
Acueducto, podremos ver dos de las funciones hidráulicas más importantes:
la captación (el azud) y la conducción (desde la sierra a Segovia).
ruta 2
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En esta ruta recorreremos el eje principal del casco histórico de la ciudad:
del Azoguejo al Alcázar. El itinerario comienza a los pies del Acueducto para
tomar la calle principal de la ciudad, la Calle Real. La primera parada es el
Mirador de la Canaleja y a pocos metros la Casa de los Picos. Después de
dejar atrás la Plaza de San Martín llegaremos a la Plaza del Corpus y a
pocos metros la Plaza Mayor y la Catedral. En el último tramo se visitará la
Casa Museo de Antonio Machado, y después atravesando el barrio de Las
Canonjías el recorrido finalizará en el Alcázar.
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Ruta que recorre las iglesias más importantes del Románico segoviano: San
Millán, San Justo, San Juan de los Caballeros, San Martín, Iglesia de la
Santísima Trinidad, Iglesia de San Esteban, San Nicolás, etc.
ruta 3
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La finalidad de esta ruta es dar a conocer el legado cultural judío de la ciudad de Segovia. Incluimos tres espacios: Antigua Sinagoga Mayor, Centro
Didáctico de la Judería y Puerta de San Andrés (Espacio Informativo de la
Muralla).
El punto de inicio de la ruta es la Plaza del Azoguejo y finalizamos en la Plaza
de la Merced. Para conocer el paso del Pueblo Judío por nuestra ciudad,
paseando y situando los distintos lugares de la Aljama Hebrea: sinagogas,
carnicerías, cementerio judío, escuelas rabínicas.
ruta 4
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Este itinerario dará a conocer al visitante la vertiente norte del recinto amurallado, donde las familias de noble linaje se ubicaron desde el siglo XI.
Sus casas, primero construcciones de estilo románico de piedra caliza, después góticas y las más modernas, renacentistas de granito, resultado de las
conversiones de familias judías, lucen sus blasones, orgullo de su linaje.
En torno a estos grandes solares, las parroquias de San Juan, San
Sebastián, San Martín… y el Museo Zuloaga, el Museo Rodera Robles y
el Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente.
ruta 6
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Segovia cuenta con un cinturón verde formado por los valles del Eresma y
del Clamores. El punto de inicio de la ruta es la Plaza Oriental. Allí el autobús turístico nos llevará a la explanada de San Marcos desde donde comenzará nuestro recorrido peatonal por el Valle del Eresma, el Convento de los
Carmelitas, la Iglesia de la Vera Cruz, el Romeral de San Marcos, el
Monasterio de Santa María de El Parral y la Plaza de San Lorenzo.
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Itinerario peatonal paisajístico que partiendo del Centro de Recepción de
Visitantes, en la Plaza del Azoguejo, bordea el cinturón verde de la ciudad
por el Valle del Eresma y del Clamores. Conscientes de la importancia del
paisaje de la ciudad y su entorno tanto para los vecinos como para los visitantes, este itinerario da a conocer este original valor patrimonial de
Segovia, a la que imprime carácter.
Centro de Recepción de Visitantes
Azoguejo, 1. 40001 Segovia
Tels. 921 466 720 / 721 / 722 / 723 - Fax 921 466 724
[email protected]
www.turismodesegovia.com
www.reservasdesegovia.com
www.segoviacongresos.com
[email protected]
www.segoviafilmoffice.com
[email protected]
Visitas Guiadas y Bus Turístico, consultar en el Centro de
Recepción de Visitantes
PUNTO DE INFORMACIÓN TURÍSTICA
921 46 86 63
OFICINA DE TURISMO JUNTA DE
CASTILLA Y LEÓN
921 46 03 34
PUNTO DE INFORMACIÓN TURÍSTICA DE LA ESTACIÓN DE AUTOBUSES
Tel: 676 49 67 13
PUNTO DE INFORMACIÓN TURÍSTICA DE LA ESTACION DEL AVE
Tel: 921 44 72 62
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