/////livos, de diciembre de 2006.

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/////livos,
de diciembre de 2006.-
Y VISTO:
Para redactar los fundamentos de la sentencia recaída en la presente
causa Nº 1733 y su acumulada del Registro de este Tribunal Oral en lo Criminal
Federal Nº 2 de San Martín, seguida a VICTOR NORBERTO LIENDRO,
argentino, soltero, instruído, nacido el 19 de abril de 1979 en Capital Federal,
hijo de Juan Alberto y de Marta Guadalupe Pérez, D.N.I. 27.315.095, defendido
por la Dra. Pamela Bisserier, a SERGIO ARIEL FUNES, argentino, nacido el
26 de diciembre de 1972 en la localidad de Ezeiza, Provincia de Buenos Aires,
hijo de Ramón Domingo y de Cecilia Ayala, D.N.I. 23.098.498, soltero,
instruído, asistido por el Dr. Isidro Rolando Encina, a JOSE JERONIMO
DIAZ, argentino, nacido en Las Varillas (Provincia de Córdoba) el 23 de junio
de 1980, hijo de Juan Aldo y Lucía Elba García, soltero, analfabeto, ayudante de
albañil, DNI 27.879.768, asistido en este proceso por el defensor Dr. Cristian
Barrita; a MARTIN DIEGO PERALTA, argentino, nacido en Capital Federal
el 24 de octubre de 1981, hijo de Otto Peralta y Elsa Celsa Pedernera, soltero,
instruido, empleado, DNI 20.413.406, defendido por el Dr. Sergio Moreno; y a
CARLOS SAUL DIAZ, argentino, nacido en Moreno (Provincia de Buenos
Aires) el 20 de septiembre de 1986, hijo de Juan Aldo y Elba Lucía García,
soltero, instruido, sin ocupación, indocumentado, asistido por la Dra. Virginia
Sansone; se reúnen sus integrantes, Dres. Daniel Alberto Cisneros, quien actuara
como Presidente del debate, María Claudia Morgese Martín –jueza subrogante- y
Víctor Horacio Bianco, actuando como Secretaria “ad hoc” la Dra. Silvina
Mendoza.A lo largo del debate han actuado como Fiscales los Dres. Mauro
Divito y Marcelo Colombo, Fiscales a cargo de la Fiscalía destinada a la
investigación de secuestros extorsivos de esta jurisdicción, y el querellante
Héctor Daniel Iotti junto con su letrada Ana Inés del Campo.-
Practicado el sorteo de ley, resultó el siguiente orden de votación:
Dres. Daniel Alberto Cisneros, María Claudia Morgese Martin y Víctor Horacio
Bianco.Y CONSIDERANDO
El Dr. Daniel Cisneros dijo:
Primero.A) Las nulidades y otras cuestiones.I) Inconstitucionalidad de la Ley 22.278, planteada por la Dra.
Virginia Sansone.La defensora de Carlos Saúl Díaz, Virginia Sansone, consideró
inconstitucional la Ley 22.278. Opinó que se encontraba en colisión con la
Convención de los Derechos del Niño y la Constitución Nacional, y que el
tratamiento tutelar que imponía era contrario a los principios penales de
culpabilidad, proporcionalidad y razonabilidad, abogando finalmente por que se
aplicaran las penas establecidas en el Código Penal como solución
de
transición.En ese contexto afirmó que la pena para su pupilo no debía superar
el mínimo legal, es decir ocho años de prisión, como aclaró en su duplica, pues
en el alegato indicó la de cinco años de esa pena, en un curioso fallido que
remitió de hecho a la ley impugnada.La Defensa, mas allá de la crítica general a la ley 22278 por no
haberse adecuado a la nueva legislación de menores ni a los tratados
internacionales de la materia –posición que de hecho puede compartirse-, no
fundó adecuadamente de qué forma la aplicación de esta norma afectaba los
Derechos constitucionales de su asistido.Aún cuando no fuera la ley ideal ni moderna que pudiere ser
deseable, lo cierto es que es ley vigente y no advierto que exista en este caso una
violación constitucional que amerite la excepcional solución pretendida por la
parte.La aplicación tutelar de la ley fue la base de la crítica, pero su
utilización en el caso en concreto para aplicar pena no alcanza a comprometer
ninguno de los principios citados por la Defensa, ni el de culpabilidad, ni el de
razonabilidad ni el de proporcionalidad, sin que esté de más destacar que la pena
impuesta incluso encuadra dentro de las escalas penales de algunas legislaciones
modernas que la propia Defensora citó.Recordé también lo dicho por el Dr. Nieves en el precedente de este
Tribunal “Peralta y otros vict. Blumberg, Axel” del 22 de noviembre pasado,
donde se afirmó que “Otro dato...(respecto)...de la validez de la Ley 22.278, se
fortalece luego de la lectura de algunas partes del fallo “Maldonado” Csa.
1174.C C.S.J.N., del 7/12/02, especialmente lo del Considerando XXIV donde se
lee que la Ley 22.278, es la pieza jurídica fundamental en la materia [la de
menores] y que prevé un sistema caracterizado por el poder que le otorga a los
jueces de menores. O del Considerando XXXV, según el cual de la conjunción
de la Ley 22.278 y la Convención de Derechos del Niño, se desprende con
claridad el derecho penal de menores. Y así, se siguió en Maldonado, sobre la
multiplicidad de menciones acerca de la validez de la ley actual y en trato,
formulada por la mayoría y por quienes se expidieron según su voto.”
De dicho fallo, que no trató específica y puntualmente el tema de la
constitucionalidad de la Ley 22.278, es claro que surge como consecuencia de las
consideraciones del Alto Tribunal su validez y conformidad con la Carta Magna.
Por todo ello es que se rechazó la postura de la Sra. Defensora Oficial.-
II) Nulidades planteadas por el Dr. Cristian Barrita.-
El citado defensor de oficio, representado a José Jerónimo Díaz,
abogó por la declaración de nulidad del auto de fs. 1424 y de las ruedas de
reconocimiento realizadas en su consecuencia por dos motivos: la falta de
fundamentación en el auto que las ordenaba, y la ausencia de notificación a la
Defensa de este acto irreproducible.-
Atento a la absolución recaída respecto de José Jerónimo Díaz, seré
breve en el fundamento de los motivos del rechazo, pues de hecho resultarán de
escasa importancia.-
En relación a la primera de las críticas cabe destacar que existían
suficientes motivos para ordenar las ruedas de reconocimiento, pues el
Magistrado en ese momento poseía datos –a través del informe de su Secretariosobre hechos similares en los que se había individualizado a José Díaz. Es
razonable a partir de esta información, realizar estas medidas, que son
simplemente de investigación, y no resultan vejatorias ni restrictivas de Derechos
para con su defendido.-
No puede considerarse en forma alguna el auto que se ataca, una
muestra de derecho penal de autor, so riesgo de vaciar de contenido este
concepto. No se lo detuvo por sus antecedentes, ni por su cara, sino simplemente
se lo investigó por estar imputado en hechos contemporáneos y similares a los
aquí juzgados.-
En cuanto al otro tema, valga una escueta respuesta: Ver la
notificación de fs. 1583.-
Tardíamente en la duplica, sospecho que al advertir esta
circunstancia, introdujo el defensor otros motivos –la ausencia del letrado en el
acto por ejemplo- que por extemporáneos e imposibles de contestar por la
contraparte, no fueron tenidos en cuenta.-
Por ello, es que se rechazaron los pedidos de nulidad efectuados por
la Defensa técnica de José Jerónimo Díaz.-
III) Nulidades planteadas por el Dr. Sergio Moreno.-
El Defensor oficial de Martín Peralta abogó por la nulidad del acta
de secuestro de fs. 128/9 al considerar que no se había saldado en el debate la
forma en que se llegara al rodado Audi 3 a la postre incautado, pues del
contenido del acta surge como un hallazgo casual, lo que evidentemente no fue
así, lo que constituye una falsedad ideológica. Además agregó que la entrada a la
finca donde estaba el vehículo fue violenta, y sin que mediara un consentimiento
válido.El planteo fue rechazado, en primer lugar pues mas allá que el
encuentro fuera casual o producto de una investigación o seguimiento –los que
por otra parte no son excluyentes entre sí, pues advertido a simple vista el
rodado, puede haberse montado luego una discreta vigilancia para detener o
identificar a los posibles autores del grave hecho relacionado con él-, el hallazgo
resultó indudable, sin que nadie haya discutido que en el predio de la vivienda de
Rosa Nélida Aguirre se encontraba el Audi A 3 propiedad de Nozzi, el que se
advertía a simple vista desde la vereda.-
Entonces, si lo que se pone en tela de juicio es la casualidad o no del
encuentro, ninguna consecuencia puede traer su falta de determinación en el
debate, pues resulta un detalle circunstancial que en nada afecta los derechos del
imputado.En cuanto al ingreso sin autorización a la vivienda, y sin perjuicio
de señalar que como bien argumentó la fiscalía el hallazgo es independiente del
posterior secuestro y éste se hubiera producido de cualquier manera con lo cual
existía un cauce de investigación independiente válido y suficiente (con cita al
fallo Niss de la Suprema Corte de EEUU), lo cierto es que el maltrato por parte
del personal policial en el momento del ingreso que fue relatado por Rosa Nilda
Aguirre no empaña la libertad de su permiso para hacerlo, pues como ella misma
dijo, si la policía no iba ella iba a ir a la comisaría a dar aviso.Por ello se rechazó el pedido de nulidad.En cuanto al restante, referido a la supuesta violación a la cadena de
custodia de las huellas dactilares levantadas en el rodado, y luego relacionadas
con Peralta, se la desestimó por cuanto, amén de considerarse indudable que la
levantada fue la peritada (ver especialmente las fs. 397 y 400), el planteo se
realizó fuera del término previsto en el artículo 170 inciso primero del Código
Procesal Penal de la Nación, sin que el tema pueda considerarse dentro de los
previstos en el art. 168 in fine del mismo cuerpo legal. De allí su rechazo.B) De los hechos en particular.-
I) Secuestro de Marta Alicia Muñiz.-
El hecho y las responsabilidades.-
Martín Diego Peralta, Sergio Ariel Funes y
Carlos Saúl Díaz,
durante la noche del 11 de mayo de 2003, mediante intimidación con armas,
sustrajeron, retuvieron y ocultaron a Marta Alicia Muñiz para cobrar rescate, el
que exigieron a su esposo Juan José Canda, propósito finalmente obtenido.
La pareja fue interceptada por dos de ellos cuando circulaba a bordo
del automóvil de su propiedad Peugeot 307 dominio DVQ 678, frente al número
252 de la calle Tucumán, en la localidad de Moreno, de este distrito judicial.
Tras liberar a Canda y retener a su mujer, le exigen al primero veinte
mil pesos para liberarla, produciéndose al día siguiente a las 02.00 hs. un
encuentro entre los secuestradores y Canda en Ruta 197 y Gaona, lugar donde
previo pago de 6.000 pesos y 3.000 dólares, se produce la liberación de Marta
Muñiz.-
Al momento del hecho los desapoderaron de dinero, dos relojes, una
pistola calibre 22, dos cadenas de oro y otros efectos.-
Con abundante prueba testimonial e instrumental, se probó tal
hecho, elementos de cargo que permitieron además de reconstruirlo, probar la
actividad protagónica de los tres condenados en él.- En primer lugar cabe citarse
los testimonios prestados en el debate por Marta Alicia Muñiz y Juan José
Canda, quienes relataron los sucesos que los damnificaran con detalles, y en
forma conteste con la descripción que realizara anteriormente, señalándose
especialmente la referencia por parte de Canda a los llamados efectuados a su
celular por parte de los secuestradores, en el lapso posterior a su liberación y
previo al pago del rescate por su esposa.-
Agrego a ello lo dicho por Marcelo Canda, hijo de los nombrados,
quien fuera con su padre a pagar el rescate, y luego aportara el número de celular
que a su nombre utilizara su progenitor, el que adquirirá importancia por lo que
luego se dirá.-
Ya en lo que hace a las responsabilidades de los condenados, vale
afirmar que Sergio Ariel Funes intervino en este hecho desde un principio –ya en
la sustracción de Muñiz-, afirmación que encuentra sustento en dos pruebas que
por carriles diferentes, y de manera irrebatible, aportaron certeza al Colegio.-
Recordemos que el Peugeot 307 propiedad de Canda, y en el que
circulaban con su esposa cuando fueron interceptados, le fue devuelto casi de
inmediato al ser liberado para buscar el dinero. Por ello, la aparición en el
interior de ese vehículo –en un parante y en un Cd- de las huellas dactilares de
Sergio Ariel Funes, lo liga indisolublemente al secuestro (ver levantamiento de
rastros de fs. 681/2, informe del sistema Afis de fs. 686 y pericia de fs.
1034/42).-
Pero si además esta persona tenía encima al momento de su
detención una tarjeta con el nombre de “Juan” y el TE 15.4445 9949 anotados en
forma manuscrita, justamente el nombre de pila de la víctima y el número del
celular que utilizaba y al cual le realizaran los llamados posteriores a su
liberación para que junte el dinero del rescate, la certeza es absoluta.-
El secuestro fue documentado a fs. 749 al requisarse el automóvil en
que viajaba, tal como fue recreado en la audiencia por el testigo Walter Pereyra y
los funcionarios policiales Ponce y Galleguillo, despejándose toda duda sobre la
realidad de esta incautación cuando el mismo Funes en su indagatoria (ver fs.
2086 vta.) incorporada por lectura al debate, señaló que el papel con el nombre
“juan” era de “un chico del barrio”, reconocimiento que selló su suerte.-
En cuanto a que el teléfono anotado era el utilizado por Juan Canda,
el testimonio de su hijo Marcelo –a cuyo nombre estaba inscripto- y la
documentación que aportara al debate, resultó contundente.-
La coautoría penalmente responsable de Peralta en este hecho
apareció acreditada a partir del reconocimiento realizado a su respecto por la
víctima Marta Alicia Muñiz, obrante a fs. 1411 y recreada en el debate durante
su testimonio. Si bien no fue categórica su imputación, si resultó firme la que
hizo al escuchar la voz que se vinculaba a las llamadas extorsivas realizadas en el
secuestro de Iotti, también juzgado en este debate.-
Igual de contundente fue en la audiencia Juan José Canda, quien
también vinculó la voz que escuchó en la grabación, con el que actuaba de
cabecilla en el hecho que protagonizó.-
Y esa voz, escuchada en este juicio no es otra que la de Martín
Diego Peralta, la que por su particular timbre y vocabulario, los miembros del
Tribunal relacionamos con él, al haberlo conocido tanto en el transcurso del
debate, como en diligencias previas, como por ejemplo lo fueron las entrevistas
personales por problemas de alojamiento, etc.-
Por último y en lo que hace a este hecho, resulta responsable
también como coautor, Carlos Saúl Díaz, contando como elemento de cargo de
trascendente importancia el señalamiento que sin dudas efectuara Marta Muñiz a
fs. 1598, en reconocimiento en rueda de personas que se recreó en el debate oral,
a quien sindicó como uno de sus cuidadores.-
A ello cabe agregarle el reconocimiento efectuado por Juan José
Canda del lugar de cautiverio –ya destruído por un incendio- lugar que la
investigación policial llevada a cabo por el Sargento Fabio Ponce, ligó a
“Carlitos” o “Cuchiufo” como también se lo conocía al menor de los Díaz.
Ambos declararon en el debate y así lo afirmaron.-
En definitiva los tres nombrados responderán como coautores de
este hecho.-
II) Secuestro de Claudio Javier Nozzi.-
El hecho y las responsabilidades.-
También se acreditó en el debate que Martín Diego Peralta y Sergio
Ariel Funes, junto con otro sujeto sin identificar, siendo las 20 hs. del 13 de
mayo de 2003, sustrajeron y retuvieron a Claudio Javier Nozzi para lograr
rescate, el que no pudieron obtener al escaparse la víctima.-
La víctima fue interceptada y reducida, cuando circulaba con su
rodado Audi A 3 dominio DKZ 307 por la localidad de San Isidro, más
precisamente en Lezica y Cetz, por aquellos individuos que se movilizaban en un
vehículo de color bordó. Nozzi fue privado de la libertad expresando los autores
a viva voz el motivo, lo que no lograron satisfacer, por cuanto Nozzi, en la
Avda. Márquez y Juan Fernandez de la misma localidad, se arrojó del rodado al
detenerse en un semáforo y escapó.-
No obstante ello, fue despojado de su automóvil, de un teléfono
celular y de una campera.-
La realidad del hecho surgió con claridad a partir de los testimonios
ingresados por lectura pertenecientes a Claudio Javier Nozzi obrantes a fs. 27/30;
124/5 y 138/9, avalados por lo dicho en el debate por su circunstancial pareja
Paola Carolina Morante Colazo. También tuve en cuenta la declaración
testimonial
prestada
por
Edgardo
Guillermo
Ale,
secuestrado
casi
inmediatamente después, y quien escuchara conversar a sus captores refiriéndose
a la fuga del conductor del Audi A 3.A ello le sumo el hallazgo del citado rodado, dominio DKZ 307 (fs.
128/9), recreado en el debate, con lo que se conforma prueba fehaciente de la
realidad de este hecho.Y aquí quiero hacer una aclaración. El motivo de la privación de
libertad – para obtener rescate – se tuvo por probado tal como se afirmó al inicio
del punto, mas como fue un tema discutido por la defensa, quiero puntualizar que
mi convencimiento surgió de dos elementos: El primero la propia versión de
Nozzi, cuando relató que sus captores le hicieron saber los
motivos de la
privación, manifestándole que era “un secuestro”, afirmación inequívoca de
intención, que se corroboró con otro surgido del testimonio de Edgardo Ale,
víctima de secuestro inmediatamente después, y a quienes sus captores le dijeron
que había sido víctima pues la anterior se les había escapado.-
Concluyo así el punto y continúo con la prueba de las coautorías
responsables, que como se sabe se pusieron en cabeza de Sergio Ariel Funes y
Martín Diego Peralta.Funes resultó coautor de este hecho para lo cual valoré en primer
lugar la declaración indagatoria prestada por Víctor Liendro que se incorporara
por lectura al debate. Liendro, admitiendo su participación en el hecho que
damnificara a Edgardo Ale, que como se vió comenzó inmediatamente después
que Nozzi se fugara, relató que Funes lo fue a buscar a su casa para que cuidara
al cautivo, haciéndolo a bordo de un Audi A 3, hallado luego y que resultara ser
el de Nozzi.Esta ligazón próxima con el rodado de la víctima es un primer
elemento de cargo, al que le agrego lo dicho por Claudio Nozzi en su testimonio
en el sentido que uno de los captores era llamado “Ariel”, segundo nombre de
Funes y por el cual era conocido.Y si además en su testimonio Ale nos dice que el Ariel que intervino
en su secuestro –que por lo que se dirá en el siguiente hecho ninguna duda cabe
era Funes- hablaba del suceso del Audi, la única conclusión racional que cabe es
que Sergio Ariel Funes resulta ser coautor penalmente responsable del hecho en
tratamiento.A igual conclusión se llegó respecto de Martín Diego Peralta, esto
es a la certera prueba de su coautoría penalmente responsable.En primer lugar de las constancias ingresadas al debate obrantes a
fs. 397/8; 414 y 1377/80, surge la existencia de su huella dactilar en el interior
del Audi A3 sustraído en este episodio.-
También tengo en cuenta, probada fehacientemente su participación
en el hecho de Ale –como se verá en el punto siguiente por una cuestión de
secuencia temporal- la manifestación de éste en cuanto que los autores de su
secuestro hablaban de uno frustrado poco antes.Dado el escaso tiempo transcurrido, la distancia existente entre San
Isidro (Nozzi) y Moreno (hecho de Ale), el análisis conjunto de la prueba alienta
una sola conclusión: Martín Diego Peralta es coautor penalmente responsable de
este hecho.III) Secuestro de Edgardo Guillermo Ale.El hecho y las responsabilidades.Existe prueba suficiente para afirmar que Martín Diego Peralta,
Víctor Norberto Liendro, Sergio Ariel Funes y Carlos Saúl Díaz, sustrajeron,
retuvieron y ocultaron a Edgardo Guillermo Ale para obtener rescate, extremo
finalmente obtenido.Ale fue interceptado y reducido el 13 de mayo de 2003,
aproximadamente a las 22 hs., frente al número 2065 de la calle Fahy, en la
localidad de Moreno, por tres personas armadas que circulaban en un Audi A3,
quienes lo hicieron bajar del vehículo en que se movilizaba –una camioneta
Ranger dominio CTD 442- y lo subieron al Audi donde lo golpean.Tras llevarlo a una casilla, donde es custodiado y retenido por otras
personas, se producen llamadas a su familia pidiendo 15.000 dólares de rescate,
los que su padre paga al día siguiente en la localidad de Don Torcuato, en las
cercanías de la Ruta 202 intersección con las vías del ferrocarril Belgrano, siendo
posteriormente liberado.-
Además, al momento de los hechos lo desapoderaron de la
camioneta Ránger, una campera, zapatillas y otros efectos.La realidad de este suceso surge de los testimonios prestados tanto
por Edgardo Ale como por sus padres, Atilio Ale y Perla Amaya, quienes
relataron los hechos sucedidos tal como fueran descriptos en este punto.También valoro lo dicho por Guillermo Alejandro Lucero, vecino
del lugar donde se produjera el pago del rescate, y que circunstancialmente lo
viera.Los informes médicos de fs. 117 y 273 acreditan las lesiones
sufridas por Ale durante su cautiverio, y completan el cuadro probatorio a este
respecto.Comenzaré por analizar la participación en este hecho de Víctor
Norberto Liendro, no por la importancia de su aporte funcional, sino por la
realizada a la investigación a partir de su confesión.Así dijo Liendro en la declaración indagatoria de fs. 2088/2100
incorporada por lectura al debate, que lo fue a buscar su amigo Funes para que
cuidara a una víctima de un secuestro, por lo cual le iban a pagar dos mil pesos.
Que así lo hizo.La defensa en su alegato intentó convencernos que este cuidado lo
colocaba en una participación no esencial, ya que el cuidado, el darle de comer,
no implicaba retenerlo, pues ya lo estaba por los otros implicados. El cuadro
pintado por la artística Defensora no nos convenció. No era un enfermero, no era
el cuidador de la víctima para que no le faltara comida o enfermara, el cuidado
estaba destinado a impedir su fuga, cuidaba Liendro los intereses de los autores
del hecho –entre los que se encontraba- . El “cuidado” en realidad constituyó la
retención de la víctima contra su voluntad.En cuanto a Funes su coautoría penalmente responsable surge en
primer lugar de la coimputación realizada por Liendro, quien lo indica como el
que lo contactara para participar en el delito, a cambio de una suma de dos mil
pesos.A ello le agrego lo dicho por Edgardo Ale en cuanto uno de los que
lo secuestraran, era llamado como Ariel.Además la víctima refirió haber sido trasladada en un Fiat 147
blanco, rodado de iguales características al utilizado por Funes.Por último el mismo testigo afirmó que hablaban los autores del
hecho del secuestro de los “viejos”, obvia referencia al del matrimonio Canda,
ocurrido escasas 48 horas antes, y por el cual se responsabilizara a Funes.Este mismo elemento constituye prueba de cargo respecto de
Peralta, a la que se le debe adunar el hallazgo de su huella dactilar en el Audi A3,
indicio de presencia oportuna que también valoro.Además Liendro lo indica como uno de los autores del hecho en su
indagatoria ya citada, y Ale reconoce la voz al escuchar la grabación del caso
Iotti como la del “gordo”, lo que se condice con la ya dicho en cuanto a que esa
voz pertenece claramente a Martín Peralta. En definitiva, la prueba de cargo a su
respecto es categórica.Por último en lo que hace a Carlos Saúl Díaz, Liendro lo imputa,
reconociéndolo por fotos como el que cuidaba a Ale (indagatoria ya citada).-
Edgardo Ale además reconoce la casilla quemada como el lugar
donde estuvo cautivo en parte de la privación, casilla que conforme lo ya dicho
al desarrollar la prueba en el caso Canda, se relaciona con “Carlitos”,
sobrenombre que también refirió la víctima en su testimonio.Finalmente Atilio Ale lo reconoció a fs. 1599, en rueda de personas
recreada en el debate, como quien cobrara el rescate, elemento que sin dudas
permite afirmar que también es coautor penalmente responsable de este secuestro
extorsivo.IV) Secuestro de Daniel Héctor Iotti.El hecho y las responsabilidades.Está probado fehacientemente que Martín Diego Peralta y Carlos
Saúl Díaz, junto con por lo menos otra persona no identificada, sustrajeron,
retuvieron y ocultaron a Daniel Héctor Iotti para obtener rescate, extremo
finalmente obtenido.Iotti fue interceptado y reducido el 15 de septiembre de 2003,
aproximadamente a las 22.30 hs., frente al número 1402 de la calle Madero, en
la localidad de Vicente López, por tres personas armadas que circulaban en un
VW gol color gris, quienes tras subir a su rodado lo condujeron a una villa de
emergencia.Tras llevarlo a una casilla, donde es custodiado y retenido por otras
personas, se producen llamadas a su familia pidiendo 60.000 pesos de rescate.
Así es que un amigo suyo, Juan Garavaglia, paga el día 17 de ese mes siendo
aproximadamente las 22.25 hs. la suma de 52.000 pesos, entrega que se
materializó cerca de las vías del Ferrocarril en la zona de Adolfo Sordeaux.
Pocas horas después Iotti fue liberado en San Miguel.-
La realidad de este suceso surge de los testimonios prestados en el
debate tanto por la víctima Daniel Héctor Iotti, su esposa y receptora en un
primer momento de los llamados extorsivos María Inés del Campo y por el
amigo y pagador Juan Garavaglia, quienes en sus relatos describieron los hechos
tal como se detallaran al inicio de este apartado.También tuve en cuenta el tenor de las llamadas extorsivas
escuchadas en el debate, cuyas transcripciones obrantes a fs. 228/31 también se
ingresaron por lectura.Responsables como coautores de este hecho fueron Martín Diego
Peralta y Carlos Saúl Díaz.Respecto del primero, la directa imputación que le dirige Iotti al
reconocerlo en rueda de personas a fs. 335, en acto recreado en la oralidad, como
quien se comportara como jefe, resulta categórica.Además la voz escuchada en el debate que exigía dinero para la
libertad de la víctima, pertenece a Peralta como ya se dijo, conforme la
valoración directa y comparación que hicieramos y detallaramos mas arriba.Ambos elementos son suficientes para considerarlo coautor de este
hecho.En cuanto a Carlos Saúl Díaz, considero en primer lugar el
reconocimiento efectuado por el pagador del rescate Juan Garavaglia a fs. 334,
reproducido en el debate, en el que lo señaló como parecidísimo al joven que lo
cobrara.-
Si ello se valora conjuntamente con la propia admisión de Carlos
Díaz de haber cumplido ese rol en otros hechos similares y contemporáneos (ver
indagatoria de fs. 318/20 de esta causa, incorporada por lectura), y la
concordancia física y de edad que tenía el imputado con la descripción que hizo
Daniel Iotti de uno de sus cuidadores –actividad que también acostumbraba
realizar conforme se vió en los secuestros de Muñiz y Ale- la certeza sobre su
coautoría penalmente responsable es absoluta, y por ella responderá.V) Las absoluciones.Las solicitadas, de hecho, por la acusación.A Víctor Norberto Liendro el Fiscal instructor lo requirió por
considerarlo coautor penalmente responsable del secuestro extorsivo que
damnificara a Marta Muñiz y su esposo - hecho B) I)- y autor del previsto en el
artículo 210 del Código Penal, en calidad de miembro de la asociación ilícita; en
tanto que a los hermanos Carlos Saúl y José Jerónimo Díaz, el mismo
funcionario los consideró coautores del delito de encubrimiento (art. 277 del
Código Penal) relacionado con la recepción del rodado sustraído en el hecho que
damnificara a Nozzi, el Audi A3 detallado en el punto B) II).Respecto de estos imputados y estos hechos, el Fiscal de juicio no
encontró elementos que permitieran fundar una acusación.Sostuve en el Acuerdo al analizar la postura de hecho
desincriminatoria del Sr. Fiscal, que no presentaba irregularidad procesal que
pudiese llevar a su invalidación y que conforme lo ya dicho en numerosos
precedentes del Colegio, y recordando lo resuelto por la CSJN, entre otras, en
las causas “Tarifeño” (T.209.XXII), “García” (G.91.XXVII) y “Cattonar”
(C.408.XXXI), y mas recientemente en “Mostaccio, Julio” resuelta el 17 de
febrero de 2004, -donde con expresa cita del art. 18 de la Constitución Nacional
se reafirmó la necesidad de observar las formas esenciales del juicio relativas a la
acusación, defensa, prueba y sentencia dictada por los jueces naturales, garantías
que no se respetaban cuando en pronunciamientos condenatorios no había
mediado acusación-; resultaba ineludible la libre absolución de Víctor Norberto
Liendro en orden al secuestro extorsivo que damnificara a los Canda y al delito
de asociación ilícita, y la de Carlos Saúl y José Jerónimo Díaz por el
encubrimiento relacionado al rodado Audi A3 que le fuera sustraído a Claudio
Javier Nozzi.-
Las de José Jerónimo Díaz respecto de los restantes hechos.El nombrado fue acusado en este debate como responsable de los
secuestros extorsivos que damnificaran a Muñiz y Canda por un lado, y a Ale por
el otro, basándose el Sr. Fiscal en los reconocimientos positivos de fs. 1603;
1604 (realizados por Juan José Canda y Marta Alicia Muñiz respectivamente) y
1602 (por parte de Edgardo Guillermo Ale).Los tres lo señalan como conduciendo tanto el rodado Renault en
que llegaran los delincuentes para interceptarlos en el caso de Canda y Muñiz,
como la camioneta de Ale luego de secuestrarlo, lo indican con el apodo de
“Manco” y todos los testigos aseguraron haberlo indicado en la rueda de
personas por la contextura física, pues de hecho no le vieron la cara.En definitiva, solamente se cuenta como elemento de cargo respecto
de José Díaz con estos reconocimientos, que en modo alguno alcanzaron para
conformar certeza en el Colegio.Ante la ausencia de todo otro dato que lo vinculara a estas
privaciones de la libertad, el Tribunal recordó su cerrada negativa, y la
afirmación que él no sabía manejar. Y esta alegación no pudimos más que
relacionarla con una certeza obtenida en el debate efectuado en la causa 1616,
cual era que José Díaz no manejaba, y que incluso en algunas ocasiones ello le
trajo inconvenientes al grupo.Esta circunstancia – el ponerlo en una actividad que no sabía hacer,
la de manejar-, generó una duda insuperable que por imperio del artículo tercero
del rito penal, llevó inevitablemente a su absolución.Merece aclararse que aún cuando los elementos que apuntalaban su
afirmación de no saber manejar correspondieron al trámite oral de otra causa, y
que por ello no fueron introducidos durante el debate –mal podían serlo por
corresponder a la oralidad de otro juicio, en el que el letrado defensor de Díaz era
otro-, consideramos que su utilización “in bonam parte” era ineludible, so riesgo
de llegar a una solución injusta en haras de un rigorismo formal excesivo.Por ello es que se absolvió a José Jerónimo Díaz respecto de estos
dos hechos.La de Sergio Ariel Funes por asociación ilícita.El nombrado fue acusado en este debate en orden al delito de
asociación ilícita previsto en el artículo 210 del Código Penal, recayendo, como
se sabe, veredicto absolutorio.Y así, pues tal delito debió ser probado tanto en su materialidad
como responsabilidad en este debate, extremo que no ha ocurrido.Mas allá de la pluralidad de hechos por los que fuera
responsabilizado Funes, estos ocurrieron en poco más de 48 horas, sin que antes
o después se haya acreditado la existencia de un acuerdo previo, sostenido en el
tiempo, para cometer delitos indeterminados, tal como lo exige la figura penal.-
Recordé que además estos hechos fueron anteriores al lapso que este
mismo Tribunal consideró en la causa 1616 como de vigencia probada del
acuerdo ilícito, que ahora se pretendió extender a Funes.La Fiscalía hizo hincapié en la voluntad de permanencia de Funes en
esta agrupación, elemento subjetivo que, de vital importancia, no pudo probar,
más allá del inteligente discurso ensayado.La sola reiteración de delitos similares en un lapso de dos días no
permite asegurar la existencia de una asociación ilícita, pudiendo deberse a
decisiones independientes y ocasionales alejadas de la organización con carácter
permanente que exige el tipo penal. Esta ausencia de prueba determinante, es la
que motivó la absolución de Funes en este tramo de la acusación.La de Víctor Norberto Liendro respecto
del hecho que
damnificara a Nozzi.Liendro fue indagado, procesado y requerida su elevación a juicio
en orden al delito de secuestro extorsivo que damnificara a Claudio Javier Nozzi,
por ser coautor del mismo, en las circunstancias detalladas mas arriba.Llegado el momento de los alegatos, la Fiscalía al no existir prueba
suficiente para vincularlo a ese delito, lo consideró autor del de encubrimiento,
por haber participado en el ocultamiento del Audi A3 sustraído, señalando el
acusador que ello no implicaba modificar la plataforma fáctica, ni tampoco
sorpresa alguna para la Defensa.Así calificó la conducta de Liendro como encubrimiento agravado
por estar relacionado con un delito especialmente grave y por el ánimo de lucro
(art. 277 inc. 2º apartados “a” y “b” del Código Penal según ley 25246).-
La Defensa se opuso alegando que el cambio en el hecho imputado
era palmario, y que no habiendo sido indagado por el delito por el que ahora se
lo pretendía acusar, debía anularse parcialmente el alegato de la contraparte, y
absolverlo en orden al secuestro extorsivo por ausencia de acusación.Mas allá de la escueta mención al final del relato del hecho que en
la declaración indagatoria se indica bajo el número 2 (fs. 2096 vta.), es claro de
la completa lectura del acta que Liendro no fue intimado por el delito de
encubrimiento, ni por el hecho en si de ocultar el rodado proveniente de un
hecho ilícito, pues la mención del ocultamiento aparece como una circunstancia
más del secuestro extorsivo que se le endilga, carente de importancia en el relato,
como referencia meramente tangencial. De hecho se le imputa concretamente
“haber intervenido…en la privación de la libertad de…Nozzi” y en relación a
esta conducta se produjo su defensa. La mención final “dicho rodado fue
ocultado...” amén de constituir una referencia general al destino del auto, resulta
impersonal, no dirigida directamente a Liendro.No se deben olvidar la distinta naturaleza de las acciones descriptas
en los artículos 170 y 277 del ordenamiento de fondo, en modo alguno
suplantables ni alternativas, y la esencial diferencia entre los bienes jurídicos
tutelados en uno y otro caso.Por ello y sin que sea necesaria la nulidad impetrada por la Defensa,
en el acuerdo fue unánime la opinión que respecto a esta acusación no podía
erguirse condena válida por violentarse gravemente de ser así, el debido proceso
y el derecho de defensa en juicio. Lo que si hizo el Tribunal, es resolver
definitivamente en relación al hecho por el cual se requiriera la elevación a
juicio, esto es el secuestro extorsivo que damnificara a Nozzi, en el cual no
habiendo acusación por considerar el propio Fiscal insuficientes las pruebas de
cargo para relacionarlo con el, determinó la absolución por la aplicación de la
doctrina emanada del precedente Tarifeño y sus posteriores, que fueran citadas al
inicio de este considerando.C) Calificación legal.Como aclaración previa diré que los tres primeros hechos (Canda,
Nozzi y Ale) no se encuentran alcanzados por la reforma de la ley 25742; en
tanto el referido a Iotti si, con lo que cuando se cite el Código Penal lo será con
esta característica. Además todos ellos concurren materialmente entre sí, por
aplicación de la regla del artículo 55 del Código de fondo.Los hechos I) y III) constituyen el delito de secuestro extorsivo –
reiterado-, agravado por la obtención del fin propuesto, y en concurso ideal con
el de robo (arts. 164, 170 segundo supuesto, 54 y 55 del Código Penal) del cual
responderán como coautores Peralta, Funes y Carlos Díaz de ambos, en tanto
Liendro coautor del señalado como III) (art. 45 del código sustantivo).El hecho II) que damnificara a Nozzi, constituye el delito de
secuestro extorsivo previsto en la primera parte del art. 170, en concurso ideal
con el de robo del cual Peralta y Funes son coautores (arts. 45, 54 y 164 del
Código Penal).Por último el que damnificara a Iotti –señalado como IV)- ya con
vigencia de la ley 25742, es el de secuestro extorsivo agravado por el cobro de
rescate y por el número de participantes, del cual Carlos Díaz y Peralta son
coautores, con el plus para éste último de la agravante del art. 41 quáter del C.P.
–intervención de menores- (arts. 170 primer párrafo segunda parte e inciso 6º y
45 del Código Penal).-
Se descartó el novedoso agravante previsto en el art. 167 inc. 3º del
Código Penal en relación a los desapoderamientos citados, pues los mismos no
fueron tratados en el debate, ni se cumplió con el art. 381 del rito penal.D) Individualización de la pena.-
Para graduar las sanciones que se impusieron se tuvieron en cuenta
cuestiones generales, que hacen a la modalidad de los hechos, y particulares que
por corresponder a cada uno de los imputados, serán tratadas separadamente,
siempre bajo la tutela de las previsiones de los artículos 40 y 41 del Código
Penal.-
Como agravantes generales encuentro en primer lugar la
nocturnidad, característica que ostentan todos los hechos en juzgamiento, y que
demuestran su búsqueda por parte de los imputados para facilitar su tarea.-
En los tres primeros hechos, no alcanzados por la agravante del
artículo 170 inciso 6° actual, también valoro en el mismo sentido la pluralidad
autoral, indicador de un obrar delictivo con cierta organización y mayor
peligrosidad.En el hecho I) también resulta agravante la pluralidad de víctimas, y
su avanzada edad, en tanto en el hecho III) las violencias ejercidas sobre Edgardo
Ale, con las consecuentes lesiones sufridas ya citadas.Y, como extensión del daño causado, no puedo dejar de mencionar
la duración de las privaciones de libertad que damnificaran a Ale y Iotti, y la
importante suma obtenida en los casos I), III) y IV), de la cual nada se pudo
recuperar.-
Ya en lo que hace a los imputados en particular, en el caso de
Martín Diego Peralta, la escala penal aplicable posee un mínimo de trece años y
cuatro meses de prisión, con un máximo de veinticinco años de reclusión.No tiene eximente ni atenuantes, y como agravantes personales
encuentro su indiscutida ascendencia y liderazgo dentro del grupo, como así el
protagonismo saliente en todos y cada uno de los hechos, lo que demuestra su
firme determinación delictiva, descartándose se tratara de un quehacer meramente
ocasional.
Sobre ese análisis, es que se fijó en el acuerdo la pena de
VEINTIDOS AÑOS DE PRISION, con accesorias legales y costas. (arts. 12 y 29
inc. 3º del Código Penal y 530; 531 y concordantes del Código de Procedimientos
Penal de la Nación).-
En el caso de Funes, la escala penal va de ocho años de prisión a
veinticinco años de reclusión, y al igual que en el caso anterior, no se
encontraron eximentes ni atenuantes.Si agravantes personales, cual fueron las condenas anteriores que
registra, obrantes a fs. 2713/16 y 2738/66 incorporadas al debate por lectura.
Estas condenas (una a dos meses de prisión y declaración de reincidencia por
lesiones leves del 27 de diciembre de 2000 y la otra de once años de prisión por
robo calificado reiterado del 30 de diciembre de 1992) además hicieron aplicable
la declaración de reincidencia prevista en el art. 50 del Código Penal.Por estas pautas se consideró justo imponerle la pena de VEINTE
AÑOS DE PRISION, con accesorias legales, costas y declaración de
reincidencia. (arts. 12 y 29 inc. 3º del Código Penal y 530; 531 y concordantes
del Código de Procedimientos Penal de la Nación).En el caso de Víctor Hugo Liendro, se valoró muy especialmente
como atenuante su sincera confesión, la que adquiere mayor valor aún al haber
sido realizada ya muy avanzada la causa, y luego que se anulara una anterior.
Esta circunstancia, sumada al arrepentimiento demostrado a lo largo del debate,
incluso con pedido público de disculpas, fue determinante en la fijación de la
sanción.Como agravante –de poco peso para contrarrestar los atenuantes
mencionados- valoro las sentencias condenatorias anteriores (fs. 2777/9
incorporadas por lectura), las que motivaron además por aplicación del art. 50
del Código Penal, mantener la declaración de reincidencia a su respecto.En definitiva, con una escala penal que va de los ocho años de
prisión a los quince años de reclusión, estimamos justo imponerle la pena de
OCHO AÑOS Y SEIS MESES DE PRISION, con accesorias legales,
declaración de reincidencia y costas (arts. 12 y 29 inc. 3º del Código Penal y
530; 531 y concordantes del Código de Procedimientos Penal de la Nación).Carlos Saúl Díaz, cometió los hechos que se demostraran en los
capítulos respectivos, cuando contaban entre dieciseis y dieciocho años de edad.
De ahí que se lo declarara penalmente responsable, como lo prevé el art. 4 inc. 1º
de la Ley 22.278.-
La imposición de pena a que alude el art. 2 del mismo texto respecto
de un menor está supeditada, según el citado art. 4, a estos requisitos: que esté
declarada su responsabilidad, tenga cumplidos dieciocho años de edad y haya
sido objeto de tratamiento tutelar por un lapso no inferior al año.-
Como ya se dijo en el precedente “Blumberg” csa. 1616 del
Tribunal, dados esos extremos, que en el caso se cumplieron, si las modalidades
del hecho, sus antecedentes, el resultado del tratamiento y la impresión recogida
por el juez hicieren necesario aplicarle una sanción, así lo resolverá, pudiendo
reducirla en la forma prevista para la tentativa. De no serlo, lo absolverá, en cuyo
caso podrá prescindir del requisito de la edad.-
Desde esa perspectiva, y más allá de la gravedad de los hechos que
se le endilgan, esta circunstancia por si sola no puede llevar a la imposición de
pena sin más.-
En ese mismo sentido y aún si se optase por la aplicación de pena como de hecho ocurrió- toda la legislación de la materia, sobre todo a partir de
los nuevos bríos que trae el Derecho Internacional de los Derechos Humanos,
v.gr. Convención Internacional sobre los Derechos del Niño, aplicable en el
plano interno (art. 75 inciso 22 C.N.), diferencia la sanción cuando de menores
de dieciocho años se trata, de la que le corresponde a un sujeto mayor, pues ya
no es discutible que “la culpabilidad por el acto del niño es de entidad inferior a
la del adulto, como consecuencia de su personalidad inmadura en la esfera
emocional”; conclusión que fluye del precedente “Maldonado” (considerando
37).-
Y así, siguiendo ese fallo de la C.S.J.N. se optó por “reducirla en la
forma prevista para la tentativa” (art. 4 penúltimo párrafo Ley 22.278). Y desde
que la “reducción de la pena en un supuesto de delito tentado debe realizarse
disminuyendo en un tercio el máximo y en la mitad el mínimo de la pena
correspondiente al delito consumado” (CNCP, en pleno, abril 21-995,
“Villarino”, Suplemento de Jurisprudencia Penal de La Ley del 27/10/95, pág. 10
y ss.); siguiendo el rango del art. 44 CP la escala resultó de cinco años de prisión
a 16 años y ocho meses de reclusión.-
Díaz hoy cuenta con veinte años, habiendo sido dispuesto desde el
inicio del proceso. Como se dijo en el precedente Blumberg de cuyo legajo
tutelar el aquí obrante es copia, proviene de un hogar bien constituido, con
padres que conviven en armonía desde hace más de treinta años. Tenían buena
relación pero desde muy joven se independizó, yéndose a vivir con su novia y
hermano.-
Siempre tuvo problemas judiciales. Se fugó de una comunidad
terapéutica, derivado por su conflicto con la droga, haciendo lo mismo en un
instituto de la ciudad de Azul, del que no regresó tras una salida transitoria (fs.
8/9 del legajo original, fs. 29/30 de éste).-
En las primeras evaluaciones no pudo reflexionar sobre los hechos,
“proyectando
sus
responsabilidades
en
el
afuera,
minimizando
sus
consecuencias” (fs. 12 del original, fs. 33 de la copia).-
Con lo dicho y las agravantes generales citadas al inicio el Tribunal
que integro consideró en el acuerdo que Carlos Saúl Díaz, con más de dos años
de tratamiento y a muy poco tiempo de alcanzar la mayoría de edad, debía
recibir una pena de prisión, sin que ninguna razón justifique su postergación.-
Sin eximentes ni atenuantes.Con esos parámetros, es que se fijó la pena de Carlos Sául Díaz en
DIEZ AÑOS DE PRISION, con accesorias legales y costas. (Arts. 12, 29 inc. 3º,
del Código Penal, 530; 531 y concordantes del Código de Procedimientos Penal
de la Nación y 2, 3 y 4 de la Ley 22.278).E) Honorarios y otros.Respecto de los honorarios profesionales del Dr. Isidro Rolando
Encina, teniendo en cuenta que no aportó el bono de rigor ni denunció su
situación provisional, ni su número de CUIL, se difirió el pronunciamiento hasta
en tanto cumpla con esos recaudos.-
En cuanto a los efectos secuestrados, ante la posibilidad de la
individualización y juzgamiento de otros autores, se ordenó la reserva
correspondiente.-
Los Dres. María Claudia Morgese Martín y Víctor Horacio Bianco
adhirieron por sus fundamentos, al voto que antecede.-
COROLARIO.-
Las razones aquí redactadas fundamentaron el pronunciamiento de
la instancia, estándose a la formalidad de la lectura.-
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