/////livos, de diciembre de 2006.- Y VISTO: Para redactar los fundamentos de la sentencia recaída en la presente causa Nº 1733 y su acumulada del Registro de este Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº 2 de San Martín, seguida a VICTOR NORBERTO LIENDRO, argentino, soltero, instruído, nacido el 19 de abril de 1979 en Capital Federal, hijo de Juan Alberto y de Marta Guadalupe Pérez, D.N.I. 27.315.095, defendido por la Dra. Pamela Bisserier, a SERGIO ARIEL FUNES, argentino, nacido el 26 de diciembre de 1972 en la localidad de Ezeiza, Provincia de Buenos Aires, hijo de Ramón Domingo y de Cecilia Ayala, D.N.I. 23.098.498, soltero, instruído, asistido por el Dr. Isidro Rolando Encina, a JOSE JERONIMO DIAZ, argentino, nacido en Las Varillas (Provincia de Córdoba) el 23 de junio de 1980, hijo de Juan Aldo y Lucía Elba García, soltero, analfabeto, ayudante de albañil, DNI 27.879.768, asistido en este proceso por el defensor Dr. Cristian Barrita; a MARTIN DIEGO PERALTA, argentino, nacido en Capital Federal el 24 de octubre de 1981, hijo de Otto Peralta y Elsa Celsa Pedernera, soltero, instruido, empleado, DNI 20.413.406, defendido por el Dr. Sergio Moreno; y a CARLOS SAUL DIAZ, argentino, nacido en Moreno (Provincia de Buenos Aires) el 20 de septiembre de 1986, hijo de Juan Aldo y Elba Lucía García, soltero, instruido, sin ocupación, indocumentado, asistido por la Dra. Virginia Sansone; se reúnen sus integrantes, Dres. Daniel Alberto Cisneros, quien actuara como Presidente del debate, María Claudia Morgese Martín –jueza subrogante- y Víctor Horacio Bianco, actuando como Secretaria “ad hoc” la Dra. Silvina Mendoza.A lo largo del debate han actuado como Fiscales los Dres. Mauro Divito y Marcelo Colombo, Fiscales a cargo de la Fiscalía destinada a la investigación de secuestros extorsivos de esta jurisdicción, y el querellante Héctor Daniel Iotti junto con su letrada Ana Inés del Campo.- Practicado el sorteo de ley, resultó el siguiente orden de votación: Dres. Daniel Alberto Cisneros, María Claudia Morgese Martin y Víctor Horacio Bianco.Y CONSIDERANDO El Dr. Daniel Cisneros dijo: Primero.A) Las nulidades y otras cuestiones.I) Inconstitucionalidad de la Ley 22.278, planteada por la Dra. Virginia Sansone.La defensora de Carlos Saúl Díaz, Virginia Sansone, consideró inconstitucional la Ley 22.278. Opinó que se encontraba en colisión con la Convención de los Derechos del Niño y la Constitución Nacional, y que el tratamiento tutelar que imponía era contrario a los principios penales de culpabilidad, proporcionalidad y razonabilidad, abogando finalmente por que se aplicaran las penas establecidas en el Código Penal como solución de transición.En ese contexto afirmó que la pena para su pupilo no debía superar el mínimo legal, es decir ocho años de prisión, como aclaró en su duplica, pues en el alegato indicó la de cinco años de esa pena, en un curioso fallido que remitió de hecho a la ley impugnada.La Defensa, mas allá de la crítica general a la ley 22278 por no haberse adecuado a la nueva legislación de menores ni a los tratados internacionales de la materia –posición que de hecho puede compartirse-, no fundó adecuadamente de qué forma la aplicación de esta norma afectaba los Derechos constitucionales de su asistido.Aún cuando no fuera la ley ideal ni moderna que pudiere ser deseable, lo cierto es que es ley vigente y no advierto que exista en este caso una violación constitucional que amerite la excepcional solución pretendida por la parte.La aplicación tutelar de la ley fue la base de la crítica, pero su utilización en el caso en concreto para aplicar pena no alcanza a comprometer ninguno de los principios citados por la Defensa, ni el de culpabilidad, ni el de razonabilidad ni el de proporcionalidad, sin que esté de más destacar que la pena impuesta incluso encuadra dentro de las escalas penales de algunas legislaciones modernas que la propia Defensora citó.Recordé también lo dicho por el Dr. Nieves en el precedente de este Tribunal “Peralta y otros vict. Blumberg, Axel” del 22 de noviembre pasado, donde se afirmó que “Otro dato...(respecto)...de la validez de la Ley 22.278, se fortalece luego de la lectura de algunas partes del fallo “Maldonado” Csa. 1174.C C.S.J.N., del 7/12/02, especialmente lo del Considerando XXIV donde se lee que la Ley 22.278, es la pieza jurídica fundamental en la materia [la de menores] y que prevé un sistema caracterizado por el poder que le otorga a los jueces de menores. O del Considerando XXXV, según el cual de la conjunción de la Ley 22.278 y la Convención de Derechos del Niño, se desprende con claridad el derecho penal de menores. Y así, se siguió en Maldonado, sobre la multiplicidad de menciones acerca de la validez de la ley actual y en trato, formulada por la mayoría y por quienes se expidieron según su voto.” De dicho fallo, que no trató específica y puntualmente el tema de la constitucionalidad de la Ley 22.278, es claro que surge como consecuencia de las consideraciones del Alto Tribunal su validez y conformidad con la Carta Magna. Por todo ello es que se rechazó la postura de la Sra. Defensora Oficial.- II) Nulidades planteadas por el Dr. Cristian Barrita.- El citado defensor de oficio, representado a José Jerónimo Díaz, abogó por la declaración de nulidad del auto de fs. 1424 y de las ruedas de reconocimiento realizadas en su consecuencia por dos motivos: la falta de fundamentación en el auto que las ordenaba, y la ausencia de notificación a la Defensa de este acto irreproducible.- Atento a la absolución recaída respecto de José Jerónimo Díaz, seré breve en el fundamento de los motivos del rechazo, pues de hecho resultarán de escasa importancia.- En relación a la primera de las críticas cabe destacar que existían suficientes motivos para ordenar las ruedas de reconocimiento, pues el Magistrado en ese momento poseía datos –a través del informe de su Secretariosobre hechos similares en los que se había individualizado a José Díaz. Es razonable a partir de esta información, realizar estas medidas, que son simplemente de investigación, y no resultan vejatorias ni restrictivas de Derechos para con su defendido.- No puede considerarse en forma alguna el auto que se ataca, una muestra de derecho penal de autor, so riesgo de vaciar de contenido este concepto. No se lo detuvo por sus antecedentes, ni por su cara, sino simplemente se lo investigó por estar imputado en hechos contemporáneos y similares a los aquí juzgados.- En cuanto al otro tema, valga una escueta respuesta: Ver la notificación de fs. 1583.- Tardíamente en la duplica, sospecho que al advertir esta circunstancia, introdujo el defensor otros motivos –la ausencia del letrado en el acto por ejemplo- que por extemporáneos e imposibles de contestar por la contraparte, no fueron tenidos en cuenta.- Por ello, es que se rechazaron los pedidos de nulidad efectuados por la Defensa técnica de José Jerónimo Díaz.- III) Nulidades planteadas por el Dr. Sergio Moreno.- El Defensor oficial de Martín Peralta abogó por la nulidad del acta de secuestro de fs. 128/9 al considerar que no se había saldado en el debate la forma en que se llegara al rodado Audi 3 a la postre incautado, pues del contenido del acta surge como un hallazgo casual, lo que evidentemente no fue así, lo que constituye una falsedad ideológica. Además agregó que la entrada a la finca donde estaba el vehículo fue violenta, y sin que mediara un consentimiento válido.El planteo fue rechazado, en primer lugar pues mas allá que el encuentro fuera casual o producto de una investigación o seguimiento –los que por otra parte no son excluyentes entre sí, pues advertido a simple vista el rodado, puede haberse montado luego una discreta vigilancia para detener o identificar a los posibles autores del grave hecho relacionado con él-, el hallazgo resultó indudable, sin que nadie haya discutido que en el predio de la vivienda de Rosa Nélida Aguirre se encontraba el Audi A 3 propiedad de Nozzi, el que se advertía a simple vista desde la vereda.- Entonces, si lo que se pone en tela de juicio es la casualidad o no del encuentro, ninguna consecuencia puede traer su falta de determinación en el debate, pues resulta un detalle circunstancial que en nada afecta los derechos del imputado.En cuanto al ingreso sin autorización a la vivienda, y sin perjuicio de señalar que como bien argumentó la fiscalía el hallazgo es independiente del posterior secuestro y éste se hubiera producido de cualquier manera con lo cual existía un cauce de investigación independiente válido y suficiente (con cita al fallo Niss de la Suprema Corte de EEUU), lo cierto es que el maltrato por parte del personal policial en el momento del ingreso que fue relatado por Rosa Nilda Aguirre no empaña la libertad de su permiso para hacerlo, pues como ella misma dijo, si la policía no iba ella iba a ir a la comisaría a dar aviso.Por ello se rechazó el pedido de nulidad.En cuanto al restante, referido a la supuesta violación a la cadena de custodia de las huellas dactilares levantadas en el rodado, y luego relacionadas con Peralta, se la desestimó por cuanto, amén de considerarse indudable que la levantada fue la peritada (ver especialmente las fs. 397 y 400), el planteo se realizó fuera del término previsto en el artículo 170 inciso primero del Código Procesal Penal de la Nación, sin que el tema pueda considerarse dentro de los previstos en el art. 168 in fine del mismo cuerpo legal. De allí su rechazo.B) De los hechos en particular.- I) Secuestro de Marta Alicia Muñiz.- El hecho y las responsabilidades.- Martín Diego Peralta, Sergio Ariel Funes y Carlos Saúl Díaz, durante la noche del 11 de mayo de 2003, mediante intimidación con armas, sustrajeron, retuvieron y ocultaron a Marta Alicia Muñiz para cobrar rescate, el que exigieron a su esposo Juan José Canda, propósito finalmente obtenido. La pareja fue interceptada por dos de ellos cuando circulaba a bordo del automóvil de su propiedad Peugeot 307 dominio DVQ 678, frente al número 252 de la calle Tucumán, en la localidad de Moreno, de este distrito judicial. Tras liberar a Canda y retener a su mujer, le exigen al primero veinte mil pesos para liberarla, produciéndose al día siguiente a las 02.00 hs. un encuentro entre los secuestradores y Canda en Ruta 197 y Gaona, lugar donde previo pago de 6.000 pesos y 3.000 dólares, se produce la liberación de Marta Muñiz.- Al momento del hecho los desapoderaron de dinero, dos relojes, una pistola calibre 22, dos cadenas de oro y otros efectos.- Con abundante prueba testimonial e instrumental, se probó tal hecho, elementos de cargo que permitieron además de reconstruirlo, probar la actividad protagónica de los tres condenados en él.- En primer lugar cabe citarse los testimonios prestados en el debate por Marta Alicia Muñiz y Juan José Canda, quienes relataron los sucesos que los damnificaran con detalles, y en forma conteste con la descripción que realizara anteriormente, señalándose especialmente la referencia por parte de Canda a los llamados efectuados a su celular por parte de los secuestradores, en el lapso posterior a su liberación y previo al pago del rescate por su esposa.- Agrego a ello lo dicho por Marcelo Canda, hijo de los nombrados, quien fuera con su padre a pagar el rescate, y luego aportara el número de celular que a su nombre utilizara su progenitor, el que adquirirá importancia por lo que luego se dirá.- Ya en lo que hace a las responsabilidades de los condenados, vale afirmar que Sergio Ariel Funes intervino en este hecho desde un principio –ya en la sustracción de Muñiz-, afirmación que encuentra sustento en dos pruebas que por carriles diferentes, y de manera irrebatible, aportaron certeza al Colegio.- Recordemos que el Peugeot 307 propiedad de Canda, y en el que circulaban con su esposa cuando fueron interceptados, le fue devuelto casi de inmediato al ser liberado para buscar el dinero. Por ello, la aparición en el interior de ese vehículo –en un parante y en un Cd- de las huellas dactilares de Sergio Ariel Funes, lo liga indisolublemente al secuestro (ver levantamiento de rastros de fs. 681/2, informe del sistema Afis de fs. 686 y pericia de fs. 1034/42).- Pero si además esta persona tenía encima al momento de su detención una tarjeta con el nombre de “Juan” y el TE 15.4445 9949 anotados en forma manuscrita, justamente el nombre de pila de la víctima y el número del celular que utilizaba y al cual le realizaran los llamados posteriores a su liberación para que junte el dinero del rescate, la certeza es absoluta.- El secuestro fue documentado a fs. 749 al requisarse el automóvil en que viajaba, tal como fue recreado en la audiencia por el testigo Walter Pereyra y los funcionarios policiales Ponce y Galleguillo, despejándose toda duda sobre la realidad de esta incautación cuando el mismo Funes en su indagatoria (ver fs. 2086 vta.) incorporada por lectura al debate, señaló que el papel con el nombre “juan” era de “un chico del barrio”, reconocimiento que selló su suerte.- En cuanto a que el teléfono anotado era el utilizado por Juan Canda, el testimonio de su hijo Marcelo –a cuyo nombre estaba inscripto- y la documentación que aportara al debate, resultó contundente.- La coautoría penalmente responsable de Peralta en este hecho apareció acreditada a partir del reconocimiento realizado a su respecto por la víctima Marta Alicia Muñiz, obrante a fs. 1411 y recreada en el debate durante su testimonio. Si bien no fue categórica su imputación, si resultó firme la que hizo al escuchar la voz que se vinculaba a las llamadas extorsivas realizadas en el secuestro de Iotti, también juzgado en este debate.- Igual de contundente fue en la audiencia Juan José Canda, quien también vinculó la voz que escuchó en la grabación, con el que actuaba de cabecilla en el hecho que protagonizó.- Y esa voz, escuchada en este juicio no es otra que la de Martín Diego Peralta, la que por su particular timbre y vocabulario, los miembros del Tribunal relacionamos con él, al haberlo conocido tanto en el transcurso del debate, como en diligencias previas, como por ejemplo lo fueron las entrevistas personales por problemas de alojamiento, etc.- Por último y en lo que hace a este hecho, resulta responsable también como coautor, Carlos Saúl Díaz, contando como elemento de cargo de trascendente importancia el señalamiento que sin dudas efectuara Marta Muñiz a fs. 1598, en reconocimiento en rueda de personas que se recreó en el debate oral, a quien sindicó como uno de sus cuidadores.- A ello cabe agregarle el reconocimiento efectuado por Juan José Canda del lugar de cautiverio –ya destruído por un incendio- lugar que la investigación policial llevada a cabo por el Sargento Fabio Ponce, ligó a “Carlitos” o “Cuchiufo” como también se lo conocía al menor de los Díaz. Ambos declararon en el debate y así lo afirmaron.- En definitiva los tres nombrados responderán como coautores de este hecho.- II) Secuestro de Claudio Javier Nozzi.- El hecho y las responsabilidades.- También se acreditó en el debate que Martín Diego Peralta y Sergio Ariel Funes, junto con otro sujeto sin identificar, siendo las 20 hs. del 13 de mayo de 2003, sustrajeron y retuvieron a Claudio Javier Nozzi para lograr rescate, el que no pudieron obtener al escaparse la víctima.- La víctima fue interceptada y reducida, cuando circulaba con su rodado Audi A 3 dominio DKZ 307 por la localidad de San Isidro, más precisamente en Lezica y Cetz, por aquellos individuos que se movilizaban en un vehículo de color bordó. Nozzi fue privado de la libertad expresando los autores a viva voz el motivo, lo que no lograron satisfacer, por cuanto Nozzi, en la Avda. Márquez y Juan Fernandez de la misma localidad, se arrojó del rodado al detenerse en un semáforo y escapó.- No obstante ello, fue despojado de su automóvil, de un teléfono celular y de una campera.- La realidad del hecho surgió con claridad a partir de los testimonios ingresados por lectura pertenecientes a Claudio Javier Nozzi obrantes a fs. 27/30; 124/5 y 138/9, avalados por lo dicho en el debate por su circunstancial pareja Paola Carolina Morante Colazo. También tuve en cuenta la declaración testimonial prestada por Edgardo Guillermo Ale, secuestrado casi inmediatamente después, y quien escuchara conversar a sus captores refiriéndose a la fuga del conductor del Audi A 3.A ello le sumo el hallazgo del citado rodado, dominio DKZ 307 (fs. 128/9), recreado en el debate, con lo que se conforma prueba fehaciente de la realidad de este hecho.Y aquí quiero hacer una aclaración. El motivo de la privación de libertad – para obtener rescate – se tuvo por probado tal como se afirmó al inicio del punto, mas como fue un tema discutido por la defensa, quiero puntualizar que mi convencimiento surgió de dos elementos: El primero la propia versión de Nozzi, cuando relató que sus captores le hicieron saber los motivos de la privación, manifestándole que era “un secuestro”, afirmación inequívoca de intención, que se corroboró con otro surgido del testimonio de Edgardo Ale, víctima de secuestro inmediatamente después, y a quienes sus captores le dijeron que había sido víctima pues la anterior se les había escapado.- Concluyo así el punto y continúo con la prueba de las coautorías responsables, que como se sabe se pusieron en cabeza de Sergio Ariel Funes y Martín Diego Peralta.Funes resultó coautor de este hecho para lo cual valoré en primer lugar la declaración indagatoria prestada por Víctor Liendro que se incorporara por lectura al debate. Liendro, admitiendo su participación en el hecho que damnificara a Edgardo Ale, que como se vió comenzó inmediatamente después que Nozzi se fugara, relató que Funes lo fue a buscar a su casa para que cuidara al cautivo, haciéndolo a bordo de un Audi A 3, hallado luego y que resultara ser el de Nozzi.Esta ligazón próxima con el rodado de la víctima es un primer elemento de cargo, al que le agrego lo dicho por Claudio Nozzi en su testimonio en el sentido que uno de los captores era llamado “Ariel”, segundo nombre de Funes y por el cual era conocido.Y si además en su testimonio Ale nos dice que el Ariel que intervino en su secuestro –que por lo que se dirá en el siguiente hecho ninguna duda cabe era Funes- hablaba del suceso del Audi, la única conclusión racional que cabe es que Sergio Ariel Funes resulta ser coautor penalmente responsable del hecho en tratamiento.A igual conclusión se llegó respecto de Martín Diego Peralta, esto es a la certera prueba de su coautoría penalmente responsable.En primer lugar de las constancias ingresadas al debate obrantes a fs. 397/8; 414 y 1377/80, surge la existencia de su huella dactilar en el interior del Audi A3 sustraído en este episodio.- También tengo en cuenta, probada fehacientemente su participación en el hecho de Ale –como se verá en el punto siguiente por una cuestión de secuencia temporal- la manifestación de éste en cuanto que los autores de su secuestro hablaban de uno frustrado poco antes.Dado el escaso tiempo transcurrido, la distancia existente entre San Isidro (Nozzi) y Moreno (hecho de Ale), el análisis conjunto de la prueba alienta una sola conclusión: Martín Diego Peralta es coautor penalmente responsable de este hecho.III) Secuestro de Edgardo Guillermo Ale.El hecho y las responsabilidades.Existe prueba suficiente para afirmar que Martín Diego Peralta, Víctor Norberto Liendro, Sergio Ariel Funes y Carlos Saúl Díaz, sustrajeron, retuvieron y ocultaron a Edgardo Guillermo Ale para obtener rescate, extremo finalmente obtenido.Ale fue interceptado y reducido el 13 de mayo de 2003, aproximadamente a las 22 hs., frente al número 2065 de la calle Fahy, en la localidad de Moreno, por tres personas armadas que circulaban en un Audi A3, quienes lo hicieron bajar del vehículo en que se movilizaba –una camioneta Ranger dominio CTD 442- y lo subieron al Audi donde lo golpean.Tras llevarlo a una casilla, donde es custodiado y retenido por otras personas, se producen llamadas a su familia pidiendo 15.000 dólares de rescate, los que su padre paga al día siguiente en la localidad de Don Torcuato, en las cercanías de la Ruta 202 intersección con las vías del ferrocarril Belgrano, siendo posteriormente liberado.- Además, al momento de los hechos lo desapoderaron de la camioneta Ránger, una campera, zapatillas y otros efectos.La realidad de este suceso surge de los testimonios prestados tanto por Edgardo Ale como por sus padres, Atilio Ale y Perla Amaya, quienes relataron los hechos sucedidos tal como fueran descriptos en este punto.También valoro lo dicho por Guillermo Alejandro Lucero, vecino del lugar donde se produjera el pago del rescate, y que circunstancialmente lo viera.Los informes médicos de fs. 117 y 273 acreditan las lesiones sufridas por Ale durante su cautiverio, y completan el cuadro probatorio a este respecto.Comenzaré por analizar la participación en este hecho de Víctor Norberto Liendro, no por la importancia de su aporte funcional, sino por la realizada a la investigación a partir de su confesión.Así dijo Liendro en la declaración indagatoria de fs. 2088/2100 incorporada por lectura al debate, que lo fue a buscar su amigo Funes para que cuidara a una víctima de un secuestro, por lo cual le iban a pagar dos mil pesos. Que así lo hizo.La defensa en su alegato intentó convencernos que este cuidado lo colocaba en una participación no esencial, ya que el cuidado, el darle de comer, no implicaba retenerlo, pues ya lo estaba por los otros implicados. El cuadro pintado por la artística Defensora no nos convenció. No era un enfermero, no era el cuidador de la víctima para que no le faltara comida o enfermara, el cuidado estaba destinado a impedir su fuga, cuidaba Liendro los intereses de los autores del hecho –entre los que se encontraba- . El “cuidado” en realidad constituyó la retención de la víctima contra su voluntad.En cuanto a Funes su coautoría penalmente responsable surge en primer lugar de la coimputación realizada por Liendro, quien lo indica como el que lo contactara para participar en el delito, a cambio de una suma de dos mil pesos.A ello le agrego lo dicho por Edgardo Ale en cuanto uno de los que lo secuestraran, era llamado como Ariel.Además la víctima refirió haber sido trasladada en un Fiat 147 blanco, rodado de iguales características al utilizado por Funes.Por último el mismo testigo afirmó que hablaban los autores del hecho del secuestro de los “viejos”, obvia referencia al del matrimonio Canda, ocurrido escasas 48 horas antes, y por el cual se responsabilizara a Funes.Este mismo elemento constituye prueba de cargo respecto de Peralta, a la que se le debe adunar el hallazgo de su huella dactilar en el Audi A3, indicio de presencia oportuna que también valoro.Además Liendro lo indica como uno de los autores del hecho en su indagatoria ya citada, y Ale reconoce la voz al escuchar la grabación del caso Iotti como la del “gordo”, lo que se condice con la ya dicho en cuanto a que esa voz pertenece claramente a Martín Peralta. En definitiva, la prueba de cargo a su respecto es categórica.Por último en lo que hace a Carlos Saúl Díaz, Liendro lo imputa, reconociéndolo por fotos como el que cuidaba a Ale (indagatoria ya citada).- Edgardo Ale además reconoce la casilla quemada como el lugar donde estuvo cautivo en parte de la privación, casilla que conforme lo ya dicho al desarrollar la prueba en el caso Canda, se relaciona con “Carlitos”, sobrenombre que también refirió la víctima en su testimonio.Finalmente Atilio Ale lo reconoció a fs. 1599, en rueda de personas recreada en el debate, como quien cobrara el rescate, elemento que sin dudas permite afirmar que también es coautor penalmente responsable de este secuestro extorsivo.IV) Secuestro de Daniel Héctor Iotti.El hecho y las responsabilidades.Está probado fehacientemente que Martín Diego Peralta y Carlos Saúl Díaz, junto con por lo menos otra persona no identificada, sustrajeron, retuvieron y ocultaron a Daniel Héctor Iotti para obtener rescate, extremo finalmente obtenido.Iotti fue interceptado y reducido el 15 de septiembre de 2003, aproximadamente a las 22.30 hs., frente al número 1402 de la calle Madero, en la localidad de Vicente López, por tres personas armadas que circulaban en un VW gol color gris, quienes tras subir a su rodado lo condujeron a una villa de emergencia.Tras llevarlo a una casilla, donde es custodiado y retenido por otras personas, se producen llamadas a su familia pidiendo 60.000 pesos de rescate. Así es que un amigo suyo, Juan Garavaglia, paga el día 17 de ese mes siendo aproximadamente las 22.25 hs. la suma de 52.000 pesos, entrega que se materializó cerca de las vías del Ferrocarril en la zona de Adolfo Sordeaux. Pocas horas después Iotti fue liberado en San Miguel.- La realidad de este suceso surge de los testimonios prestados en el debate tanto por la víctima Daniel Héctor Iotti, su esposa y receptora en un primer momento de los llamados extorsivos María Inés del Campo y por el amigo y pagador Juan Garavaglia, quienes en sus relatos describieron los hechos tal como se detallaran al inicio de este apartado.También tuve en cuenta el tenor de las llamadas extorsivas escuchadas en el debate, cuyas transcripciones obrantes a fs. 228/31 también se ingresaron por lectura.Responsables como coautores de este hecho fueron Martín Diego Peralta y Carlos Saúl Díaz.Respecto del primero, la directa imputación que le dirige Iotti al reconocerlo en rueda de personas a fs. 335, en acto recreado en la oralidad, como quien se comportara como jefe, resulta categórica.Además la voz escuchada en el debate que exigía dinero para la libertad de la víctima, pertenece a Peralta como ya se dijo, conforme la valoración directa y comparación que hicieramos y detallaramos mas arriba.Ambos elementos son suficientes para considerarlo coautor de este hecho.En cuanto a Carlos Saúl Díaz, considero en primer lugar el reconocimiento efectuado por el pagador del rescate Juan Garavaglia a fs. 334, reproducido en el debate, en el que lo señaló como parecidísimo al joven que lo cobrara.- Si ello se valora conjuntamente con la propia admisión de Carlos Díaz de haber cumplido ese rol en otros hechos similares y contemporáneos (ver indagatoria de fs. 318/20 de esta causa, incorporada por lectura), y la concordancia física y de edad que tenía el imputado con la descripción que hizo Daniel Iotti de uno de sus cuidadores –actividad que también acostumbraba realizar conforme se vió en los secuestros de Muñiz y Ale- la certeza sobre su coautoría penalmente responsable es absoluta, y por ella responderá.V) Las absoluciones.Las solicitadas, de hecho, por la acusación.A Víctor Norberto Liendro el Fiscal instructor lo requirió por considerarlo coautor penalmente responsable del secuestro extorsivo que damnificara a Marta Muñiz y su esposo - hecho B) I)- y autor del previsto en el artículo 210 del Código Penal, en calidad de miembro de la asociación ilícita; en tanto que a los hermanos Carlos Saúl y José Jerónimo Díaz, el mismo funcionario los consideró coautores del delito de encubrimiento (art. 277 del Código Penal) relacionado con la recepción del rodado sustraído en el hecho que damnificara a Nozzi, el Audi A3 detallado en el punto B) II).Respecto de estos imputados y estos hechos, el Fiscal de juicio no encontró elementos que permitieran fundar una acusación.Sostuve en el Acuerdo al analizar la postura de hecho desincriminatoria del Sr. Fiscal, que no presentaba irregularidad procesal que pudiese llevar a su invalidación y que conforme lo ya dicho en numerosos precedentes del Colegio, y recordando lo resuelto por la CSJN, entre otras, en las causas “Tarifeño” (T.209.XXII), “García” (G.91.XXVII) y “Cattonar” (C.408.XXXI), y mas recientemente en “Mostaccio, Julio” resuelta el 17 de febrero de 2004, -donde con expresa cita del art. 18 de la Constitución Nacional se reafirmó la necesidad de observar las formas esenciales del juicio relativas a la acusación, defensa, prueba y sentencia dictada por los jueces naturales, garantías que no se respetaban cuando en pronunciamientos condenatorios no había mediado acusación-; resultaba ineludible la libre absolución de Víctor Norberto Liendro en orden al secuestro extorsivo que damnificara a los Canda y al delito de asociación ilícita, y la de Carlos Saúl y José Jerónimo Díaz por el encubrimiento relacionado al rodado Audi A3 que le fuera sustraído a Claudio Javier Nozzi.- Las de José Jerónimo Díaz respecto de los restantes hechos.El nombrado fue acusado en este debate como responsable de los secuestros extorsivos que damnificaran a Muñiz y Canda por un lado, y a Ale por el otro, basándose el Sr. Fiscal en los reconocimientos positivos de fs. 1603; 1604 (realizados por Juan José Canda y Marta Alicia Muñiz respectivamente) y 1602 (por parte de Edgardo Guillermo Ale).Los tres lo señalan como conduciendo tanto el rodado Renault en que llegaran los delincuentes para interceptarlos en el caso de Canda y Muñiz, como la camioneta de Ale luego de secuestrarlo, lo indican con el apodo de “Manco” y todos los testigos aseguraron haberlo indicado en la rueda de personas por la contextura física, pues de hecho no le vieron la cara.En definitiva, solamente se cuenta como elemento de cargo respecto de José Díaz con estos reconocimientos, que en modo alguno alcanzaron para conformar certeza en el Colegio.Ante la ausencia de todo otro dato que lo vinculara a estas privaciones de la libertad, el Tribunal recordó su cerrada negativa, y la afirmación que él no sabía manejar. Y esta alegación no pudimos más que relacionarla con una certeza obtenida en el debate efectuado en la causa 1616, cual era que José Díaz no manejaba, y que incluso en algunas ocasiones ello le trajo inconvenientes al grupo.Esta circunstancia – el ponerlo en una actividad que no sabía hacer, la de manejar-, generó una duda insuperable que por imperio del artículo tercero del rito penal, llevó inevitablemente a su absolución.Merece aclararse que aún cuando los elementos que apuntalaban su afirmación de no saber manejar correspondieron al trámite oral de otra causa, y que por ello no fueron introducidos durante el debate –mal podían serlo por corresponder a la oralidad de otro juicio, en el que el letrado defensor de Díaz era otro-, consideramos que su utilización “in bonam parte” era ineludible, so riesgo de llegar a una solución injusta en haras de un rigorismo formal excesivo.Por ello es que se absolvió a José Jerónimo Díaz respecto de estos dos hechos.La de Sergio Ariel Funes por asociación ilícita.El nombrado fue acusado en este debate en orden al delito de asociación ilícita previsto en el artículo 210 del Código Penal, recayendo, como se sabe, veredicto absolutorio.Y así, pues tal delito debió ser probado tanto en su materialidad como responsabilidad en este debate, extremo que no ha ocurrido.Mas allá de la pluralidad de hechos por los que fuera responsabilizado Funes, estos ocurrieron en poco más de 48 horas, sin que antes o después se haya acreditado la existencia de un acuerdo previo, sostenido en el tiempo, para cometer delitos indeterminados, tal como lo exige la figura penal.- Recordé que además estos hechos fueron anteriores al lapso que este mismo Tribunal consideró en la causa 1616 como de vigencia probada del acuerdo ilícito, que ahora se pretendió extender a Funes.La Fiscalía hizo hincapié en la voluntad de permanencia de Funes en esta agrupación, elemento subjetivo que, de vital importancia, no pudo probar, más allá del inteligente discurso ensayado.La sola reiteración de delitos similares en un lapso de dos días no permite asegurar la existencia de una asociación ilícita, pudiendo deberse a decisiones independientes y ocasionales alejadas de la organización con carácter permanente que exige el tipo penal. Esta ausencia de prueba determinante, es la que motivó la absolución de Funes en este tramo de la acusación.La de Víctor Norberto Liendro respecto del hecho que damnificara a Nozzi.Liendro fue indagado, procesado y requerida su elevación a juicio en orden al delito de secuestro extorsivo que damnificara a Claudio Javier Nozzi, por ser coautor del mismo, en las circunstancias detalladas mas arriba.Llegado el momento de los alegatos, la Fiscalía al no existir prueba suficiente para vincularlo a ese delito, lo consideró autor del de encubrimiento, por haber participado en el ocultamiento del Audi A3 sustraído, señalando el acusador que ello no implicaba modificar la plataforma fáctica, ni tampoco sorpresa alguna para la Defensa.Así calificó la conducta de Liendro como encubrimiento agravado por estar relacionado con un delito especialmente grave y por el ánimo de lucro (art. 277 inc. 2º apartados “a” y “b” del Código Penal según ley 25246).- La Defensa se opuso alegando que el cambio en el hecho imputado era palmario, y que no habiendo sido indagado por el delito por el que ahora se lo pretendía acusar, debía anularse parcialmente el alegato de la contraparte, y absolverlo en orden al secuestro extorsivo por ausencia de acusación.Mas allá de la escueta mención al final del relato del hecho que en la declaración indagatoria se indica bajo el número 2 (fs. 2096 vta.), es claro de la completa lectura del acta que Liendro no fue intimado por el delito de encubrimiento, ni por el hecho en si de ocultar el rodado proveniente de un hecho ilícito, pues la mención del ocultamiento aparece como una circunstancia más del secuestro extorsivo que se le endilga, carente de importancia en el relato, como referencia meramente tangencial. De hecho se le imputa concretamente “haber intervenido…en la privación de la libertad de…Nozzi” y en relación a esta conducta se produjo su defensa. La mención final “dicho rodado fue ocultado...” amén de constituir una referencia general al destino del auto, resulta impersonal, no dirigida directamente a Liendro.No se deben olvidar la distinta naturaleza de las acciones descriptas en los artículos 170 y 277 del ordenamiento de fondo, en modo alguno suplantables ni alternativas, y la esencial diferencia entre los bienes jurídicos tutelados en uno y otro caso.Por ello y sin que sea necesaria la nulidad impetrada por la Defensa, en el acuerdo fue unánime la opinión que respecto a esta acusación no podía erguirse condena válida por violentarse gravemente de ser así, el debido proceso y el derecho de defensa en juicio. Lo que si hizo el Tribunal, es resolver definitivamente en relación al hecho por el cual se requiriera la elevación a juicio, esto es el secuestro extorsivo que damnificara a Nozzi, en el cual no habiendo acusación por considerar el propio Fiscal insuficientes las pruebas de cargo para relacionarlo con el, determinó la absolución por la aplicación de la doctrina emanada del precedente Tarifeño y sus posteriores, que fueran citadas al inicio de este considerando.C) Calificación legal.Como aclaración previa diré que los tres primeros hechos (Canda, Nozzi y Ale) no se encuentran alcanzados por la reforma de la ley 25742; en tanto el referido a Iotti si, con lo que cuando se cite el Código Penal lo será con esta característica. Además todos ellos concurren materialmente entre sí, por aplicación de la regla del artículo 55 del Código de fondo.Los hechos I) y III) constituyen el delito de secuestro extorsivo – reiterado-, agravado por la obtención del fin propuesto, y en concurso ideal con el de robo (arts. 164, 170 segundo supuesto, 54 y 55 del Código Penal) del cual responderán como coautores Peralta, Funes y Carlos Díaz de ambos, en tanto Liendro coautor del señalado como III) (art. 45 del código sustantivo).El hecho II) que damnificara a Nozzi, constituye el delito de secuestro extorsivo previsto en la primera parte del art. 170, en concurso ideal con el de robo del cual Peralta y Funes son coautores (arts. 45, 54 y 164 del Código Penal).Por último el que damnificara a Iotti –señalado como IV)- ya con vigencia de la ley 25742, es el de secuestro extorsivo agravado por el cobro de rescate y por el número de participantes, del cual Carlos Díaz y Peralta son coautores, con el plus para éste último de la agravante del art. 41 quáter del C.P. –intervención de menores- (arts. 170 primer párrafo segunda parte e inciso 6º y 45 del Código Penal).- Se descartó el novedoso agravante previsto en el art. 167 inc. 3º del Código Penal en relación a los desapoderamientos citados, pues los mismos no fueron tratados en el debate, ni se cumplió con el art. 381 del rito penal.D) Individualización de la pena.- Para graduar las sanciones que se impusieron se tuvieron en cuenta cuestiones generales, que hacen a la modalidad de los hechos, y particulares que por corresponder a cada uno de los imputados, serán tratadas separadamente, siempre bajo la tutela de las previsiones de los artículos 40 y 41 del Código Penal.- Como agravantes generales encuentro en primer lugar la nocturnidad, característica que ostentan todos los hechos en juzgamiento, y que demuestran su búsqueda por parte de los imputados para facilitar su tarea.- En los tres primeros hechos, no alcanzados por la agravante del artículo 170 inciso 6° actual, también valoro en el mismo sentido la pluralidad autoral, indicador de un obrar delictivo con cierta organización y mayor peligrosidad.En el hecho I) también resulta agravante la pluralidad de víctimas, y su avanzada edad, en tanto en el hecho III) las violencias ejercidas sobre Edgardo Ale, con las consecuentes lesiones sufridas ya citadas.Y, como extensión del daño causado, no puedo dejar de mencionar la duración de las privaciones de libertad que damnificaran a Ale y Iotti, y la importante suma obtenida en los casos I), III) y IV), de la cual nada se pudo recuperar.- Ya en lo que hace a los imputados en particular, en el caso de Martín Diego Peralta, la escala penal aplicable posee un mínimo de trece años y cuatro meses de prisión, con un máximo de veinticinco años de reclusión.No tiene eximente ni atenuantes, y como agravantes personales encuentro su indiscutida ascendencia y liderazgo dentro del grupo, como así el protagonismo saliente en todos y cada uno de los hechos, lo que demuestra su firme determinación delictiva, descartándose se tratara de un quehacer meramente ocasional. Sobre ese análisis, es que se fijó en el acuerdo la pena de VEINTIDOS AÑOS DE PRISION, con accesorias legales y costas. (arts. 12 y 29 inc. 3º del Código Penal y 530; 531 y concordantes del Código de Procedimientos Penal de la Nación).- En el caso de Funes, la escala penal va de ocho años de prisión a veinticinco años de reclusión, y al igual que en el caso anterior, no se encontraron eximentes ni atenuantes.Si agravantes personales, cual fueron las condenas anteriores que registra, obrantes a fs. 2713/16 y 2738/66 incorporadas al debate por lectura. Estas condenas (una a dos meses de prisión y declaración de reincidencia por lesiones leves del 27 de diciembre de 2000 y la otra de once años de prisión por robo calificado reiterado del 30 de diciembre de 1992) además hicieron aplicable la declaración de reincidencia prevista en el art. 50 del Código Penal.Por estas pautas se consideró justo imponerle la pena de VEINTE AÑOS DE PRISION, con accesorias legales, costas y declaración de reincidencia. (arts. 12 y 29 inc. 3º del Código Penal y 530; 531 y concordantes del Código de Procedimientos Penal de la Nación).En el caso de Víctor Hugo Liendro, se valoró muy especialmente como atenuante su sincera confesión, la que adquiere mayor valor aún al haber sido realizada ya muy avanzada la causa, y luego que se anulara una anterior. Esta circunstancia, sumada al arrepentimiento demostrado a lo largo del debate, incluso con pedido público de disculpas, fue determinante en la fijación de la sanción.Como agravante –de poco peso para contrarrestar los atenuantes mencionados- valoro las sentencias condenatorias anteriores (fs. 2777/9 incorporadas por lectura), las que motivaron además por aplicación del art. 50 del Código Penal, mantener la declaración de reincidencia a su respecto.En definitiva, con una escala penal que va de los ocho años de prisión a los quince años de reclusión, estimamos justo imponerle la pena de OCHO AÑOS Y SEIS MESES DE PRISION, con accesorias legales, declaración de reincidencia y costas (arts. 12 y 29 inc. 3º del Código Penal y 530; 531 y concordantes del Código de Procedimientos Penal de la Nación).Carlos Saúl Díaz, cometió los hechos que se demostraran en los capítulos respectivos, cuando contaban entre dieciseis y dieciocho años de edad. De ahí que se lo declarara penalmente responsable, como lo prevé el art. 4 inc. 1º de la Ley 22.278.- La imposición de pena a que alude el art. 2 del mismo texto respecto de un menor está supeditada, según el citado art. 4, a estos requisitos: que esté declarada su responsabilidad, tenga cumplidos dieciocho años de edad y haya sido objeto de tratamiento tutelar por un lapso no inferior al año.- Como ya se dijo en el precedente “Blumberg” csa. 1616 del Tribunal, dados esos extremos, que en el caso se cumplieron, si las modalidades del hecho, sus antecedentes, el resultado del tratamiento y la impresión recogida por el juez hicieren necesario aplicarle una sanción, así lo resolverá, pudiendo reducirla en la forma prevista para la tentativa. De no serlo, lo absolverá, en cuyo caso podrá prescindir del requisito de la edad.- Desde esa perspectiva, y más allá de la gravedad de los hechos que se le endilgan, esta circunstancia por si sola no puede llevar a la imposición de pena sin más.- En ese mismo sentido y aún si se optase por la aplicación de pena como de hecho ocurrió- toda la legislación de la materia, sobre todo a partir de los nuevos bríos que trae el Derecho Internacional de los Derechos Humanos, v.gr. Convención Internacional sobre los Derechos del Niño, aplicable en el plano interno (art. 75 inciso 22 C.N.), diferencia la sanción cuando de menores de dieciocho años se trata, de la que le corresponde a un sujeto mayor, pues ya no es discutible que “la culpabilidad por el acto del niño es de entidad inferior a la del adulto, como consecuencia de su personalidad inmadura en la esfera emocional”; conclusión que fluye del precedente “Maldonado” (considerando 37).- Y así, siguiendo ese fallo de la C.S.J.N. se optó por “reducirla en la forma prevista para la tentativa” (art. 4 penúltimo párrafo Ley 22.278). Y desde que la “reducción de la pena en un supuesto de delito tentado debe realizarse disminuyendo en un tercio el máximo y en la mitad el mínimo de la pena correspondiente al delito consumado” (CNCP, en pleno, abril 21-995, “Villarino”, Suplemento de Jurisprudencia Penal de La Ley del 27/10/95, pág. 10 y ss.); siguiendo el rango del art. 44 CP la escala resultó de cinco años de prisión a 16 años y ocho meses de reclusión.- Díaz hoy cuenta con veinte años, habiendo sido dispuesto desde el inicio del proceso. Como se dijo en el precedente Blumberg de cuyo legajo tutelar el aquí obrante es copia, proviene de un hogar bien constituido, con padres que conviven en armonía desde hace más de treinta años. Tenían buena relación pero desde muy joven se independizó, yéndose a vivir con su novia y hermano.- Siempre tuvo problemas judiciales. Se fugó de una comunidad terapéutica, derivado por su conflicto con la droga, haciendo lo mismo en un instituto de la ciudad de Azul, del que no regresó tras una salida transitoria (fs. 8/9 del legajo original, fs. 29/30 de éste).- En las primeras evaluaciones no pudo reflexionar sobre los hechos, “proyectando sus responsabilidades en el afuera, minimizando sus consecuencias” (fs. 12 del original, fs. 33 de la copia).- Con lo dicho y las agravantes generales citadas al inicio el Tribunal que integro consideró en el acuerdo que Carlos Saúl Díaz, con más de dos años de tratamiento y a muy poco tiempo de alcanzar la mayoría de edad, debía recibir una pena de prisión, sin que ninguna razón justifique su postergación.- Sin eximentes ni atenuantes.Con esos parámetros, es que se fijó la pena de Carlos Sául Díaz en DIEZ AÑOS DE PRISION, con accesorias legales y costas. (Arts. 12, 29 inc. 3º, del Código Penal, 530; 531 y concordantes del Código de Procedimientos Penal de la Nación y 2, 3 y 4 de la Ley 22.278).E) Honorarios y otros.Respecto de los honorarios profesionales del Dr. Isidro Rolando Encina, teniendo en cuenta que no aportó el bono de rigor ni denunció su situación provisional, ni su número de CUIL, se difirió el pronunciamiento hasta en tanto cumpla con esos recaudos.- En cuanto a los efectos secuestrados, ante la posibilidad de la individualización y juzgamiento de otros autores, se ordenó la reserva correspondiente.- Los Dres. María Claudia Morgese Martín y Víctor Horacio Bianco adhirieron por sus fundamentos, al voto que antecede.- COROLARIO.- Las razones aquí redactadas fundamentaron el pronunciamiento de la instancia, estándose a la formalidad de la lectura.-