La estructura siqnificante de Balún ~ Ú n á n M" Luisa Gil lriarte e n 1957,época en la que México ya había visto nacer algunas de sus mejores producciones literarias, Rosario Castellanos, escritora conocida hasta entonces por sus libros de poemas, desafía muy sútilmente el reino masculino de la prosa y publica su primera novela Balún Canán'. Muy pronto esta novela le valió a su autora el derecho de inscripición en el cenáculo literario del país y dejó de ser considerada una simple "poetisa", sustantivo con cierto regusto peyorativo que se utilizaba para nombrar a las mujeres hacedoras de versos que, según sus compañeros masculinos, apagaban así sus deseos literarios y sentimentales. Balún Canán2no sólo abría un nuevo espacio discursivo para la mujer que escribía, sino que también renovaba los clásicos postulados indigenismO un indígena que se en su sin pasar por de la conciencia europeizante. Efectivamente el valor de esta trascendió las y pronto las traducciones a idiomas diversos como el inglés, el danés, el francés, etc., fueron síntoma inequívoco de la valía del texto que inaugura una nueva fórmula de acercamiento al indígena, cercana a lo que Martín Lienhard etn0ficción3 a la par que inaugura un de en que poder rescatar la autoconciencia de la mujer. La primera novela de Castellanos unifica dos discursos marginados del oficialismo hegemónico literario, convirtiéndose en pionera de otro modo de hacer literatura. Sin en su comprender de dicha renovación y tan pronto como le llegó el 9 reconocimiento como escritora -y no ya como poetisa- vinieron también los juicios adversos. Es ya casi un lugar común de la crítica considerar que el mayor problema deBalún Canán es su estructura. Así, por ejemplo, escribe César Rodríguez Chicharro: Son dos los narradores- lo cual, naturalmente, le resta unidad a la obra y a los acontecimientos que se escenifican en los capítulos que conforman las partes primera y tercera son referidas por una niña de siete años. Esto es un simple convencionalismo: nadie a esa edad puede expresarse como lo hace esa chiquilla...4 embargo,una lectura atenta de la novela desvela que es, precisamente, esta esmctura renovadora y poco usual una de las marcas significantesmás importantes, Efectivamente,lanovelaestádividaentrespartes.La primera y la tercera tienen como narrador explícito a una,ñadesieteaños,trasuntopseudo-reddelapropia autora, parte central está dirigida por un narrador o~sciente~Peroestonoeswsimpleconvenc~ón~~ estilística. Más bien todo lo mucho menos un contrario. Cada una de las partes tiene a manera de incipit un texto de la tradición maya, que resulta de capital importancia y cuyo contenido se relaciona directamente con el si@lcado correspondientede cada parte, así como con el cambio de narrador. La parte primera de la novela más que narrada por la niña de siete años debe ser considerada un conato de diálogo entre la niña y su nana, entre las que se establece una unión que puede calificarse de umbilical. Así se pone de manifiesto en los primeros 65 párrafos. El intento reincidente de diálogo, que en un sentido Hegeliano sería la tesis de una dialéctica, tiene dos sentidos fundamentales. Por un lado simboliza el estado utópico en el que las dos razas puedan parlamentar en igualdad de condiciones. Por otro lado dicha situación deseable sólo puede generarse en el estado presimbólico de la filosofía lacaniana, por eso son precisamente niña y nana las que intentan el camino del diálogo, ya que a ellas les une el vínculo presimbólico de la leche materna, puesto que la niña ha sido amamantada por la indígena. Este estado ideal, casi uterino, en el que las leyes del padre no se yerguen todavía como una espada de Damócles recuerda al clima primigenio que puede observarse en la primera etapa poética de Castellanos. Recordemos, someramente, la teoría lacaniana, puesto que es la base de nuestra interpretación. ~ la formación de la Según ~ a c a nen autoconciencia de las personas, en la infancia, existe el tránsito desde un Orden Imaginario a un Orden Simbólico.Lo imaginario se localiza en el estado preedípico, caracterizado porque el niño se considera parte integrante de la madre y no percibe la diferencia entre él mismo y el mundo. No tiene, por tanto, noción de ausencia ni de diferencia, tan sólo presencia e identidad. Con la crisis edípica el niño entra en el orden de lo simbólico. Esta crisis la provoca la presencia paterna y su autoridad que rompe la unidad dual y le prohibe al niño volver a tener acceso al cuerpo materno (la prohibición del incesto =represión primaria). Otra de las marcas fundamentales de esta crisis es la adquisición del lenguaje. El falo se instaura, pues, como símbolo de prohibición y carencia. Lo primero que aprende el niño es el sistema triangular de los pronombres, "yo soy" frente a "tú eres" y "él es", así conoce cuál es su sitio en el orden simbólico y reprime sus deseos de ocupar otro lugar. De esta manera constituirse en sujeto significa representar el deseo reprimido y por tanto es carencia. Toda la cultura y la sociedad humana están dominadas por el orden simbólico y, por tanto, por el falo y la carencia que éste significa. Lo imaginario se introduce en la mente del niño con la fase del espejo, esto condiciona la primera experiencia que el niño tiene de sí mismo, una experiencia fragmentada. El paso de un orden a otro suele operarse entre los seis y ocho meses. La fase del espejo acarrea las relaciones duales. El concepto del Otro es fundamental en esta teoría, ya que es la base de la estructura diferencial del lenguaje y de las relaciones humanas. Visto que la vida es sólo carencia de la unidad perdida, necesaria para insertarse en el seno de la sociedad, la muerte es el último objeto del deseo, ya que restituye la unidad primera. La narradora de nuestro relato, que en cierto modo sigue siendo amamantada por su nana ya que ésta la nutre con todo su repertorio de cultura indígena, permanece metafóricamente en un estado presimbólico. No tiene una visión de su padre. Su personalidad no está definida y, además, todavía no domina una parte fundamental del lenguaje, la escritura. El papel de la madre le corresponde a la nana y el espacio de la niña es el que comparte con su nana, en muchas escenas es la cocina. La historia de esta niña que va a pasar al orden simbólico es paralela a la del pueblo indígena. Por este motivo, para fundar el paralelismo entre la situación inicial de la niña y la situación presimbólica de los indígenas- situación que corresponde a la era prehispánica- el primer incipit corresponde al Popo1 Vuh, que es el libro genésico de los mayas. Este existía antes de la llegada de los españoles y, curiosamente, en coincidencia con el título de la novela, narra las nueve generaciones prehispánicas. Así que tal vez "balún canán" además de ser el nombre de Comitán y de hacer referencia a los nueve cerros que rodean la ciudad, también, significa las nueve generaciones que precedieron la llegada de los españoles. Sin embargo el mismo epígrafe del libro sagrado anuncia la transitoriedad de este estado inicial prepatriarcal, ya que el texto en cuestión es un camacú, es decir, un canto de despedida. La segunda parte de la novela puede ser entendida como la entrada en la fase del espejo, antítesis de la dialéctica. La primera prueba es que la niña se separa de su nana para emprender el viaje iniciático, para tomar conciencia de sus verdaderos progenitores, de la ausencia, de la prohibición y de la muerte. Es necesario y muy acertado el narrador omnisciente porque al tratarse la primera parte de una suerte de diálogo, si falta un interlocutor, la nana, éste queda roto. La niña no puede asumir la palabra porque todavía está en fase de formación. Lo mismo les ocurre a los indígenas, quienes en esta segunda parte inician el camino hacia la autoconciencia pero no son todavía plenamente capaces de rebelarse. Esta segunda parte es agónica, por ello el epígrafe del incipit corresponde ahora al Chilam Balam, que es, por un lado un libro escrito tras la llegada de los españoles, y, además, una serie de relatos en su mayoría épicos, muy acordes con el clima de la parte central de la novela. De igual manera que la niña 66 empieza a percibir la existencia del padre y su poder, los indígenas empiezan a ser conscientes de lo que se les arrebató. En este sentido es muy importante el manuscrito que la niña encuentra en el cajón de su padre y que relata la fundación de Chactajal. No sólo la injusticia se le hace manifiesta ya que el documento pertenece a los indígenas y lo posee su padre, de hecho está escrito en español por un indígena, sino que aprende el poder destructivo que puede tener la palabra, así como la injusticia de su sexo, ya que la madre le advierte que dicho documento no es suyo, sino de Mario. del varón. La tercera parte, el derrumbe de ciertos pilares del patriarcado es una metáfora de la entrada de la niña y de los indígenas en el orden simbólico,es decir la síntesis de la dialéctica.Ambos entran en el mundo histórico al haber aceptado su carencia y el deseo de restaurarla. El incipit subraya este sentido historicista pues proviene de Los anales de Xahil, escritos en forma de crónica histórica. La niña no volverá a ver a su liana, ésta ha sido expulsada de la casa pues es la representante de lo presimbólico. En contrapartida adquiere el lenguaje de la escritura. Es ya un ser medianamente formado y con conciencia de sí misma. Por su parte los indígenas ganan la partida sólo de forma simbólica, porque el representante de la continuidad del patriarcado, esto es el hijo varón Mario, muere y el documento de fundación, que hace las veces de legitimador del poder de la hacienda para el padre de la niña, es aniquilado por el fuego, con lo cual el título de propiedad de la finca desaparece. El símbolo de la escuela, reivindicación principal de los indígenas, y el documento que sobre su fundación escribe el líder tzetzal Felipe Carranza es la adquisición del lenguaje por parte del pueblo indígena y, por tanto, su ingreso en la historia y el símbolo de la epifanía de la autoconciencia. La estructura tripartita con sus respectivos cambios de narrador se apoya, también, en el juego espacial. Las partes primera y tercera transcurren en la casa natal de la niña. en Comitán. al abrigo " de los nueve guardianes. Es el espacio propio de la narradora y, en consonancia, asume la voz narrativa. La parte central se desarrolla en un espacio ajeno, la finca Chactajal, espacio más relacionado con el mundo indígena. Por ser un lugar extraño a la narradora y por faltar la intermediaria entre ella y el pueblo indígena, la voz es asumida por el narrador omnisciente, ya que el conflicto de razas tampoco puede ser narrado por los propios tzetzales porque ellos como la niña se encuentran en fase formativa. Mientras la niña permanece en su casa natal la asunción de la voz es fácil, porque la casa es una gran cuna, es el cosmos que ella domina. Además, según esta lógica estructural, es necesario que el narrador no sea un adulto: nuestra vida adulta se halla tan despojada de los bienes primeros, los lazos antropocósmicos están tan relajados que no se sienten su primer apego en el universo de la casa6. Aunque la niña no tiene plena conciencia de ser, la casa presta integración a sus pensamientos.La casa es el gran espacio de lo maternal, de lo presimbólico. El tránsito hacia la etapa simbólica se gesta merced al abandono de la casa materna: Para ilustrar la metafísica de la conciencia habrá que esperar las experiencias en que el ser es lanzado fuera, o sea en el estilo de las imágenes que estudiamos; puesto a la puerta, fuera del ser de la casa, circunstancia en que se acumulan la hostilidad de los hombres y la hostilidad del universo7. La casa, el regazo materno y la figura de la nana significan la utopía, el estado pre-edípico, el potens ilimitado, la identidad y la presencia. Todos estos semantemas se apoyan uno en otro para recrear el paraíso perdido. No se trata de una identificación casual ni contingente; en toda la producción de Castellanos se privilegia la relación nana-nodriza con la niña. Así sucede en su segunda novela Oficio de Tinieblas y en muchos de sus poemas, aunque el más significativo, a este respecto, es Salomé. Poema dramn'tico, en el que la protagonista busca la paz en el regazo de la nodriza: NODRIZA (atrayéndola hacia sí) Recuéstate en mi falda lo mismo que lo hacías cuando eras pequeña. Acabas de pasar por un salón oscuro y vienes aún pálida, asustada, y tu pulso ha corrido más que tú buscando claridad v com~añíaí...) Yo cuidaré de tí, yo te protegeré como entonces, mi niña, todavía8. \ - ... A - , Señor, ella fue criada de mis pechos y durmió en mis canciones. No ha conocido más que la esperanza9. El narrador no sabe lo que cuenta, y menos aún lo que va a contar. Por eso preferimos hablar de instancia narrativa, o de función narrativa del texto, que se traduce a su vez en una serie de puntos de focalización de la voz que no describen obligatoriamente una coherencia. Instancia narrativa esencialmente móvil, cuyos desplazarnientos dan lugar a las diversas focalizaciones del relato y que puede a su vez ser investida o atravesada por discursos eventualmente ... Ovillito del sueño, ovillito, teje para mi niña el cojín más mullido. Para su sien trizada del granizo10. contradictorio^^^. Este poema, en su totalidad, describe una experiencia muy similar a la que sufre la niña narradora de Balún Can&, las dos protagonistas abandonan el espacio utópico de 10 maternal para vivir el conflicto del mundo. Cuando regresan al espacio primero sus designios vitales han cambiado por completo, como resultado de haber enfrentado la autoridad paterna, el "falocentrismo". El deseo de volver al regazo materno es el deseo de protección. Así lo explica Erich Fromm: Esta tendencia "incestuosa", en el sentido pregenital, es una de las pasiones más f~ndamentalesen hombres Y mujeres, Y comprende el deseo de protección del ser humano, la satisfacciónde su narcisismo, su anhelo de amor incondicional, que se ofrece sin esperar nada de su respuesta amorosa. Es verdad que esas necesidades existen normalmente en el niño y la madre es la persona que las satisfacel1. Según todo lo expuesto, la estructura de Balún canán es una clave significante fundamentalpara entender la novela. Quedan invalidados todos 10s juicios negativos que sobre este aspecto de la novela lanzan 10s críticos. Por otra parte sobre la incapacidad de u n niño de siete años para expresarse tal y como lo hace nuestra narradora, e s necesario aclara que el concepto de verosimilitud debe ser agrandado. ~1 texto se desarrolla en un cronotopo más mítico poético que realista. Por otra parte, aunque se saque la impresión de un narrador homodiegético que corresponde a la niña, es evidente que por encima pesa una instancia narrativa que organiza y vincula todos los fragmentos textuales y manipula las distintas voces. En vez de ceñirnos a la crítica clásica que sobrevalora los conceptos de realismo y verosimilitud, buscar otros mecanismos cnticos para analizar esta novela, que, por otra parte, poco tiene que ver con las novelas a las que se refiere dicha critica. ~1 fenómeno textual de la instancia narrativalo explica EdmundCros: La instancia narrativa permite, pues, que exista la ficción de varios narradores, O,mejor, varias voces que narran. Resulta, además, un buen hilo conductor para coordinar la esencia de palimpsesto que tiene la novela. Efectivamente, los niveles architextuales de nuestra novela son llamativos. Confluyen varias historias, la de los mayas y la de los ladinos, la de los habitantes de Chactajal y la de la familia Argüello. Escuchamos la voz de una narradora niña, que nos transmite sus primeras experiencias de ser marginado por su género, yuxtapuesta ala voz de su nana, quien sabe de la marginación racial y sexual. Este diálogo estéril es, a su vez, paradigma de la historia de las mujeres, y se opone a la voz de la oficialidad. La historia hegemónica es representada casi en su totalidad en la parte segunda de la novela y narrada, precisamente por su carácter oficial, en tercera persona para parafrasear la voz de la crónica histórica, juzga a la mujer - en el caso de Matilde, que se entrega a Un fuera y es del seno social, tenemos la evidencia más exultantejuzga al indígena, que condena a vivir en condiciones infrahumanas - en este sentido la red se complica aún más, pues se enfrentan dos discursos hegemónicos, el de los terratenientes y el del estado agrarista de Lázaro Cárdenas, luchan por su propio poder y el indígena es tan sólo un arma arrojadiza-,juzga también al varón blanco que no ha alcanzado el privilegio social, el bastardo Ernesto "0 tiene ubicación dentro del patriarcado Por su congénita y en el submundo marginado, ya que es una mujer ni un indígena. Esta historia hegemónica se enfrenta a la Otra historial la de los marginados y creencias, tiempos históricos, etc. Así, el ejemplo más palmario lo tenemos en la interpretaciónde la muerte de Mario. Desde la oficialidad del discurso, muere a causa de una apendicitis. Para los indígenas muere PO' Un castigo de 10s brujos de la tribu. Para la niña, Mari0 IIWere Porque ella deseó sus privilegios, Para 3 68 la lógica narrativa muere para no perpetuar el poder de los terratenientes. A nivel textual el carácter de palimpsesto tiene varias bifurcaciones. La oralidad indígena se enfrenta al mundo escrito de los ladinos. Estamos ante una novela, vehículo privilegiado del mundo letrado occidental, que plantea sus argumentos desde los textos sagrados de los mayas. El discurso de la niña se yuxtapone a la tercera persona narrativa, e, incluso, a una segunda persona encarnada en la nana. Luego las tres personas gramaticales tienen voz en el texto. El hecho de iniciar la novela con un diálogo remite de nuevo a las tradiciones míticas de los mayas, pues el Popol Vuh se abre con una historia dialogada. Es, también, un palimpsesto el documento que la niña encuentra sobre los títulos de propiedad. Documento escrito por un indio, pero en poder del blanco y arrebatado a su pueblo: Cuando Míster Peshpen vio que no iba yo a cejar estuvo dale y dale, pidiéndome unos papeles que tengo en la casa de Comitán y que escribió un indio. - ¿Que los escribió un indio? - Y en español para más lujo. Mi padre mandó que los escribiera para probar la antigüedad de nuestras propiedades y su tamaño. Estando como están las cosas tú comprenderás que yo no iba a soltar un documento así por interesante y raro que fuera. Para consolar a Míster Peshpen tuve que regalarle los tepalcates que desenterramos. Se los llevó a Nueva York y desde allá me mandó un retrato. Están en el museol3. La significación que tiene que el documento de propiedad esté escrito por un indígena en español es dual. Por un lado representa la aquiescencia forzada del pueblo a perder sus territorios, por otra simboliza que, aunque el indígena domine el castilla, hasta el punto de poder escribirlo, no le va a ser devuelta su identidad ni su dignidad. El contrapunto de este texto es la narración escrita que hace Felipe, el líder indígena, de la construcción de la escuela, documento que sustituye al anterior ya que en la economía simbólica de la novela es la fundación de una nueva era en la que el indígena recuperará todo lo que le fue arrebatado. Por último la yuxtaposición entre oralidad y escritura ocupa el inicio y el final de la novela. Al principio la tentativa de diálogo fallido entre niña y nana, al final la niña toma el lápiz y escribe. La justificación explícita del acto de escritura es pedir perdón a Mario, pero a nivel implícito hay mucho más. El fragmento de El libro del Cosejo del Popol Vuh que abre la novela y que, por tanto tiene una significación especial dentro del paratexto, ya que es el primero de los tres epígrafes, dice así: Musitaremos el origen. Musitaremos solamente la historia, el relato. Nosotros no hacemos más que regresar; hemos cumplido nuestra tarea; nuestros días están acabados. Pensad e n nosotros, no nos borréis de vuestra memoria, no nos olvidéis. La niña, que durante toda la novela ha atesorado las palabras de su nana indígena, va a asumir, ahora que ésta ha desaparecido, su voz. Para no borrar de la memoria ni olvidar a los primeros indígenas, la niña va a escribir. Por tanto en la propia novela se hace explícita la intencionalidad etnoficcional, así como el rescate de las otras voces de la periferia. Todo lo que hasta aquí se ha dicho resulta suficiente explicación del porqué el uso del narradortestigo niña es el más apropiado, dentro del ecosistema textual. Las experiencia iniciáticas y sus ritos son patrones de comportamiento recurrentes en los seres humanos y sus diversas configuraciones no pueden ser ajenas al ejercicio literario. Puesto que durante la larga historia de la literatura el escritor ha indagado sobre la identidad asociada a la problemática masculina, la escritora- Antígona, desafío viviente de las leyes patriarcales, que hace estalllar el silencio, necesita imperiosa, satisfacer el ansia de autoconocimiento remontándose al origen, a la infancia. No es Castellanos la primera en emprender este viaje literario regresivo. Así Nellie Campobello en Las manos de mamá construye la genealogía de una niña y, también, paralelamente, la de la comunidad mexicana14. Esta "mera convención", como la califica, no sin tintes de desprecio, el crítico César Rodnguez Chicharro, ha sido también utilizada por muchos escritoresvarones de fama intachable, en ellos e l procedimiento ha tenido más fortuna y no ha sido considerado como insalvable falla realista. Desde Henry James, quien perfeccionó la técnica para que el niño pudiera aparecer en el cuento como testigo-narrador, hasta los grandes baluartes del boom: Bestiario de Julio Cortázar, Paseo de José Donoso, Es que somos muy pobres de Juan Rulfo y Un relato de tenmealla de Guillermo Cabrera Infante. La principal dificultad que enfrenta el escritor que adopta esta forma de narrar es cómo preservar la verosimilitud de la perspectiva y al mismo tiempo hacer llegar la materia al lector sin deformorla. La posición cognitiva del lector es de máxima importancia, porque el efecto de la obra dependerá de su habilidad de ver más allá de lo que percibe la conciencia que le transmite la acción15. Por otra parte, el uso de la narradora niña permite la restauración del semantema de la madre, muy devaluado en los textos hispanoamericanos escritos por varones, en los que para negar el bildungsroman decimonónico, para alcanzar el grado óptimo de libertad vital, se requiere la negación del narcisismo primario, asociado a la esfera materna-femenina. La repulsa hacia los valores portadores de la feminidad se detecta en la narrativa latinoamericana, sobre todo, a partir de la novelística de vanguardia que postula la "soledad problemática" para alcanzar la ontogénesis: Es hacia la madre y hacia el "hijo de mama" que va dirigida la negativa de ese tipo de ~ovela.La "traición" esdeRitaHa~worth;1aMagadesaparece Para que Oliveira siga creciendo, la Queca es asesinada en La vida breve, de Onetti, Castel mata a María en El túnel, de Ernesto Sábato; la esposa tullidamuere enAlfilo del agua, deAgustin Yáñez, ... En estos casos, se narra un bildungsroman en e] que se trata de sentar las bases para la autodeterminación de los protagonistas hombres despojándolos de sus objetoslfetiches (madres1 esposaslamantes), para así "eyectarlos" de lleno a las situaciones límites que les permiten crecer. La violencia en contra de la mujer se convierte en el sacrificio "necesario" (corte umbilical y destete) para la liberación de los hijos de la bohemia de Buenos Aires, Santa María o paris16. Probablemente, la primera y más urgente necesidad de la escritura de la mujer sea, precisamente restaurar el estigma negativo que pesa sobre el semantema de la madre-mujer-esposa. Rosario Castellanos lo restara en el momento que la productividad de la protagonista niña, como escritora, como ser humano, es deudora directa de la figura materna de la nana, a la que no precisa aniquilar sino recordar. La negación implícita del matricidio es manifiesta en Balún Canán porque toda la estrategia discursiva emana de una gran metáfora del mundo pre-edípico, entroncado directamente con las prácticas culturales del mundo indígena, prehispánico. A medida que nuestra pequeña narradora avanza hacia el mundo del orden simbólico lacaniano va desgajándose de su nana. La imagen que empieza a formularse de s í misma es fragmentaria e incompleta porque el lazo unitivo, el flujo simbólico de la leche materna, se disipa. La añoranza del estado primero es la ausencia del flujo unitivo. Ese flujo lo busca la protagonista en la indagación del cosmos maya, espacio utópico desde el cual dar alternativa al cosmos occidentalizante y patriarcal, que no tiene un espacio para ella. No intenta el matricidio fundacional de la identidad. Por el contrario hay un símbolo permanente en la novela cuya significación pudiera estar asociada al flujo materno, al líquido amniótico, a la leche nutriente. Se trata del viento, verdadero actante narrativo. Su presencia en la novela y, en general, en todo el corpus creativo de Castellanos, puede constituir la reminiscencia activa de los flujos maternales, con lo cual lejos de requerir el matricidio, la creación está sustentada por la unión deseada con 1, madre. El viento es el primer elemento, el hálito creador17. L~ conexión entre creación y feminidad no necesita ser explicada. Tiene el poder fecundador de la vida, el líquido amniótico, primero, la leche, después, alimentan la vida, también. La propia niña asocia el viento al nacimiento: i Qué alrededor tan inmenso! Una llanura sin rebaños donde el único animal que trisca es el viento. Y cómo se encabrita a veces y derriba l o s pájaros que han venido a posarse tímidamente en su grupa. Y cómo relincha. ¡Con qué libertad! ¡Con qué brío! Ahora me doy cuenta de que la voz que he estado escuchando desde que nací es ésta.(p.23) Si en los relatos de iniciación de la cultura occidental el héroe por antonomasia tiene un origen desconocido, la mujer que escribe manifiesta su adhesión genésica. El origen desconocido del héroe ha sido motivo predilecto de la literatura universal: Moisés, Edipo, Judas, Paris, Rómulo y Remo,, Fernán González, Oliver Twist, el Rey Arturo, Don Lope, el personaje de Calderón, etc... No importa en qué culturas o en qué coordenada histórica. La heroína de Castellanos, no sólo no es huérfana, sino que tiene una madre gestante y una madre de leche. Esto le permite indagar sobre su origen y su genealogía en las dos direciones que apunta su obra. El reencuentro gozoso con la madre gestante será el motivo de lucha por la identidad femenina, el reencuentro gozoso con la madre de leche será el motivo de lucha por la identidad indígena. La iniciación femenina es la incesante carrera en pos de la identidad para, una vez hallada, devolver el don de la vida a la madre: Las reiteradas configuraciones matrocéntricas de algunos textos escritos por mujeres en el Tercer Mundo constituyen una alternativa discursiva al falocentrismooccidental. Pareciera que esta suerte de "metáfora obsesiva" cumple una significativa función en la constitución de las identidades femeninas latinoamericanas, en donde se está todavía demasiado cerca de la productividad en tomo a la tierra y al cronotopos idíiico'g. notas ] Con este comentario nos referimos al ambiente universitario de la UNAM en tomo a la década de los cincuenta, en el que un grupo de escritoras, entre las que destacaban Rosario Castellanos y Dolores Castro, eran llamadas por sus compañeros varones, con cierto aire despectivo, "poetisas". La poesía, reino de lo intimista y lo subjetivo, era terreno propicio para la escritura de la mujer, no sucedía lo mismo con la novela, género reservado al verdadero escritor, esto es al varón. Rosario Catellanos, Balún Canán, F.C.E., México (decimonovena impresión), 1994. Todas las referencias a la novela son de esta edición. Martín Lienhard, La voz y su huella, Edit. Horizontes, Lima, 1992. César Rodríguez Chicharro, "Rosario Castellanos: Balún Canán" en La palabra y el hombre, no 9 (enero-marzo 1959), México, p.61. SJacquesLacan, Ecrits, Seuil, Paris, 1966 ( en español existe una síntesis de sus principales teorías en el libro de Toril Moi, Teoría literaria,feminista,Cátedra, Madrid, 1988). Gaston Bachelard, La poética del espacio, F.C.E., México, 1994, p.34. Gaston Bachelard, Ibidem, p.37. Rosario Castellanos, Poesía no eres tú, F.C.E., México, 1985 (segunda reimpresión), p-p.133-134. Rosario Castellanos, Ibidem, p.37. '0 Rosario Castellanos, Ibidem, p. 145. l 1 Ench Frornm, El corazón del hombre, F.C.E., México, 1977, p.111. l2 Edmund Cros, Literatura, ideología y sociedad, Gredos, Madrid, 1986, p.145. l 3 Balún Canán, p.82. l4 El factor étnico-cultural confluye en los escritos de mujeres con la indagación genérica. No se trata de un hecho aislado, aplicable sólo a las obras de Rosario Castellanos. Hay bastante bibliografía sobre esta cuestión. Puede consultarse: Gayatarri Chakravorty Spivack, In other worlds. Essays in c~tlturalpolitics, Nueva York, Methuen, 1987. l5 Bárbara Bockus Aponte, El niño como testigo: La visión infantil en el cuento hispanoamericano contemporáneo en Explicación de textos literarios, (Vol. XI-1), University Sacramento, Califomia, (1982-83), p.12. l 6 Kemy Oyarzún, "Identidad femenina, genealogía mítica, historia : Las manos de Mama, en López González (edit) Sin imágenesfalsas ni falsos espejos, El Colegio de México, México, 1995, p.53. l7 J. Eduardo Cirlot, Diccionario de símbolos, Labor, Barcelona, 1994. l8 Kemy Oyarzún, Ob. Cit., p.74.