TURISMO FLUVIAL: ACTIVIDAD LÚDICA Y ECONÓMICA Daniel MATEOS FUERTES Federación de Castilla y León de Piragüismo José María LLAMAZARES TORICES IES Padre Isla (León) RESUMEN El turismo activo está posicionándose como una actividad económica de gran interés, especialmente en zonas rurales de gran valor paisajístico y ambiental puesto que el desarrollo que genera se puede calificar de sostenible en vista de que el impacto en el medio ambiente no es significativo. Dentro de este contexto las actividades ligadas al turismo fluvial tanto en aguas bravas como en aguas tranquilas destacan por su capacidad para atraer visitantes en lugares como los ríos Sella y Deva (Asturias), el Noguera Pallaresa (Lleida), el Miño (Galicia) o los ríos del Pirineo Aragonés. En la cuenca del Duero existen lugares en los que se desarrollan actividades de este tipo pero sin llegar a atraer los volúmenes de visitantes que otras zonas por lo que es necesario realizar estudios que aporten los datos que permitan intervenir y posicionar a estas zonas en igualdad de condiciones, apostando por esta fuente de desarrollo. 1.- INTRODUCCIÓN. En nuestra sociedad cada vez más urbana y sedentaria mucho se habla últimamente de turismo rural, ambiental, activo o de interior. Todos ellos conceptos diferentes que tienen en común ofrecer una alternativa al turismo tradicional de sol y playa y el ser presentados desde las instituciones, en muchas ocasiones, como la gran posibilidad de desarrollo de zonas que han ido perdiendo las actividades que tradicionalmente daban sustento a su población que cada vez se ve más reducida, haciendo caer en el abandono a nuestros pueblos. Una de las modalidades de este turismo alternativo, si queremos llamarlo así, que más se invoca al hablar de desarrollo rural es el denominado turismo activo y dentro de este algunas de las actividades que mayor aceptación tienen son las ligadas a los ríos. Dentro de este turismo fluvial encontramos múltiples actividades como el rafting, el hidrospeed o las travesías en piragua que suponen un aprovechamiento económico de los recursos naturales de las zonas donde se desarrollan, pero también una fuente de emociones que hacen que cambie radicalmente nuestra relación con los ríos. En esta ponencia primeramente hablaremos de las nuevas tendencias del turismo e intentaremos aclarar los conceptos que se citarán (turismo rural, turismo activo, turismo fluvial, etc), para posteriormente entrar a analizar el impacto económico que suponen las actividades de turismo fluvial en zonas donde la oferta tiene ya una tradición importante (El río Noguera Pallaresa en Lleida, el Sella en Asturias, el Miño en Galicia o los ríos de Pirineo Aragonés) y establecer una comparación con las dos zonas de la cuenca del Duero en las que más incidencia tienen las dos vertientes de actividades de este tipo de turismo (las aguas bravas y las aguas tranquilas). Estas zonas son la montaña oriental leonesa (Valles de los ríos Esla y Porma) y las hoces del río Duratón en Segovia. Realmente, esta ponencia lo que persigue es lanzar una serie de interrogantes de futuro, puesto que la falta de estudios sobre la oferta de actividades ligadas al turismo fluvial, la afluencia de visitantes o el impacto económico que generan en el contexto de cada zona hacen que lo aquí expuesto sea fruto de la reflexión, la generalización de los pocos datos existentes, y la experiencia y estimaciones personales en vez de los resultados de estudios de carácter científico. También hemos querido incluir unos apuntes sobre el impacto ambiental de estas actividades para intentar reflexionar sobre si el pretendido desarrollo que pudieran implicar estas actividades es sostenible o no, porque al final, un desarrollo si no es sostenible no es desarrollo. Esperamos que lo aquí expuesto en forma de teorización justifique la realización de estudios que arrojen más luz sobre el tema. 2.- LAS NUEVAS TENDENCIAS DEL TURISMO. Las nuevas tendencias asociadas a valores como la vuelta a la naturaleza y el uso activo del tiempo de ocio, así como los cambios sociales asociados a una sociedad cada vez más urbana y sedentaria hacen que haya surgido la demanda de nuevas formas de turismo. En el aspecto terminológico se reflejan diversas denominaciones, que en ocasiones pueden resultar confusas (turismo alternativo, agroturismo, turismo de aventura, turismo eco-cultural, turismo activo o de aventura, turismo verde, etc). Aunque quizá el termino que mejor las agrupe sea el de turismo rural. Podemos definir el turismo rural como cualquier actividad turística implantada en el medio rural (que en España se considera a las poblaciones con menos de quince mil habitantes), aunque la idea que pretende reflejar el término hace, sobre todo, referencia al disfrute de zonas naturales, espacios escasamente transformados y poco degradados. El turismo rural se asocia a un turismo diferente y respetuoso, más ecológico, aunque esto no tiene que ser así por el mero hecho de tratarse de turismo rural, por lo que hay que ser cauto al hacer estas asociaciones puesto que existen no pocos casos en los que proyectos vinculados al turismo rural paradójicamente atentan contra sus valores y atractivos principales. El turismo activo, deportivo o de aventura se basa en la utilización del espacio rural o natural como recurso para producir sensaciones de descubrimiento, aventura, riesgo, etc, incorporando determinadas modalidades deportivas (piragüismo, escalada, barranquismo, etc.). Dentro del turismo activo podemos hablar de turismo fluvial cuando el atractivo se encuentra en la práctica de actividades en un río (actividades como el rafting, el hidrospeed o los descensos y travesías en piragua). El turismo fluvial se puede desarrollar en ríos de aguas tranquilas o en ríos de aguas bravas. Los ríos de aguas tranquilas nos ofrecen descensos y travesías en piragua, mientras que los ríos de aguas bravas además de descensos en piragua por sus rápidos nos ofrecen actividades como el rafting, el hidrospeed o el canoe-raft. Este tipo de actividades se ha revelado como un recurso económico de primer orden en zonas con potencial para ofrecerlas y con una experiencia acumulada que les ha permitido asentarse como destinos tradicionales de turismo fluvial. Como ejemplos de estas zonas y la afluencia de visitantes que generaron en 2005 tenemos el río Noguera-Pallaresa en Cataluña (185000 clientes), los ríos del Pirineo Aragonés (26000 clientes), el río Miño en Galicia (10000 clientes), o los ríos Sella (300000 clientes) y Deva (50000 personas), ambos en Asturias. Todos estos datos de afluencia de participantes en actividades de turismo fluvial están sacados de estimaciones de las empresas que operan en las zonas citadas. 3.- EL IMPACTO ECONÓMICO DEL TURISMO FLUVIAL ¿UNA ACTIVIDAD SOCIALMENTE RENTABLE?. A la vista de los datos de las zonas mencionadas parece que el turismo fluvial crea una actividad económica importante. Para hacernos una idea de la cuantificación del impacto económico es de reseñar que según Fernández Comuñas en su tesis doctoral “Análisis costebeneficio y valoración socioambiental del proyecto de embalse de Biscarrués (Huesca)” (Universidad de Zaragoza), en 1998, los practicantes de actividades ligadas al turismo fluvial de aguas bravas en los ríos del Pirineo Aragonés se gastaron una media de 59,7 Euros por persona, incluyendo el coste de actividades, restauración, alojamiento y actividades complementarias. Resulta un aspecto importante que pone de manifiesto la investigación realizada que el movimiento económico que generan los visitantes atraídos por estas actividades esté muy repartido entre los negocios de la zona. Así encontraremos un beneficio directo, que sería el de las empresas que ofertan las actividades, pero también un indirecto, relativo al volumen de negocio que representan estos visitantes en los alojamientos (hoteles, hostales, campings, casas rurales), establecimientos hosteleros (bares y restaurantes), comercios, etc, con lo cual estamos hablando de una dinamización económica muy general. Ciertamente los datos del estudio no pueden ser extrapolados directamente a la cuenca del Duero. Sería necesario hacer un estudio propio que pusiera de manifiesto cuál es el impacto económico en el ámbito concreto, pero lo que sí es cierto es que los datos obtenidos por Fernández Comuñas nos ponen sobre la pis ta de cuál puede ser la tendencia en cuanto al gasto medio por cliente de este tipo de actividades. Al hablar del impacto económico en la cuenca del Duero, el primer dato que debe ser tenido en cuenta es que la implantación de empresas dedicadas a desarrollar actividades ligadas al turismo fluvial es menor en cuanto a número y manejo de volumen de clientes que en otras zonas. Así en las Hoces del río Duratón en Segovia operan cuatro empresas dedicadas a ofrecer rutas en piragua por aguas tranquilas (frente a las veintitrés que operan en el Sella o las siete del Deva y que también ofrecen ese tipo de rutas). En cuanto a las actividades de aguas bravas se sigue la misma tendencia e incluso de una forma más acusada. En la montaña oriental leonesa opera tan solo una empresa mientras que por ejemplo en el Pirineo aragonés lo hacen seis, en el Noguera Pallaresa lo hacen veintiuna y en el Miño cinco. En cuanto a clientes durante el año 2005 las empresas instaladas en las Hoces del Duratón trabajaron con 15000 clientes, mientras que las empresas que lo hacen en la montaña leonesa de hicieron con 1300 clientes. La comparación con las empresas de otros lugares muestra grandes diferencias. Cuadro comparativo actividades aguas tranquilas Nº de empresas Clientes 2005 Sella (Asturias) 23 300000 Deva (Asturias) 7 50000 Hoces del Duratón (Segovia) 4 15000 Cuadro comparativo actividades aguas bravas Nº de empresas Clientes 2005 Noguera Pallaresa (Lleida) 21 185000 Pirineo Aragonés 7 26000 Miño (Galicia) 5 10000 Montaña Leonesa 1 1300 *Datos aportados por las propias empresas A la vista de estos datos vemos que el número de empresas que operan en la cuenca del Duero es muy pequeño en relación con otros lugares y que el volumen de clientes es también muy inferior. Haciendo una comparación entre la oferta de actividades semejantes vemos que las travesías de aguas tranquilas en el Sella movilizan a trescientas mil personas al año mientras que en las Hoces del Duratón son quince mil. También podemos ver que si son grandes las diferencias en las actividades de aguas tranquilas lo son aún mayores en las actividades de aguas bravas, donde tenemos los ejemplos del Noguera Pallaresa con ciento ochenta y cinco mil visitantes, del Pirineo Aragonés con veintiséis mil y del Miño con diez mil frente a las cifras reducidas de la Montaña Leonesa con mil trescientos clientes. Todo esto es un síntoma del escaso desarrollo de este sector puesto que el potencial de las zonas de la cuenca del Duero objetivamente resulta más que aceptable y para nada alejado de las zonas citadas. Como ejemplos de potencial de actividad de las zonas de la cuenca del Duero comentar dos ejemplos ilustrativos. Por una parte los caudales disponibles en los ríos Esla y Porma en León y por otro la cercanía a las zonas de procedencia de los clientes en el caso de las Hoces del Duratón. En el primero de los ejemplos relativos al potencial para desarrollar actividades de turismo fluvial, decir que los caudales de los ríos de aguas bravas de la Montaña Oriental Leonesa (Esla y Porma) están asegurados sin ninguna restricción horaria por estar regulados por grandes pantanos de riego que hacen suelta de agua veinticuatro horas al día entre finales de junio y principios de septiembre que son los meses en los que mayor demanda de este tipo de actividades hay. Mientras que en otros lugares, los caudales no están asegurados o lo están de una forma restringida en cuanto a horarios durante estos meses. Aunque en esos lugares la temporada de descensos es más larga el grueso del negocio se sigue centrando en los meses de verano, por lo que podemos concluir que estos ríos de León tienen un potencial mayor del que reflejan las cifras de afluencia de público y que la justificación de esta diferencia abismal de cifras debe ser otra, como podría ser la falta de promoción, aunque a falta de estudios al respecto esto resulta una especulación. Relativo a la cercanía de la zona de procedencia de los clientes tenemos que el Sella no está cercano a ninguna ciudad grande, lo más cercano sería Oviedo o Gijón, ambas de un tamaño medio. Mientras que las Hoces del Duratón están a ciento treinta kilómetros de Madrid, lo que supone un mercado potencial muy importante de millones de personas a una distancia muy asequible incluso para visitas cortas. El potencial está claro, sin embargo el poder de convocatoria del Sella multiplica por veinte al de las Hoces del Duratón. En principio y como podemos ver en los datos, las actividades de aguas tranquilas atraen a un mayor número de personas que las de aguas bravas, por lo que podría parecer que son más rentables económicamente, sobre todo teniendo en cuenta que los gastos de material son menores (menor precio y menor desgaste), pero por otra parte también es cierto que la posibilidad de ofertar actividades de aguas bravas se circunscribe a un número reducido de sitios por lo que resultan actividades más exclusivas y normalmente más caras. Por otra parte la rentabilidad social que en principio podría ser semejante se inclina a priori a favor de las actividades de aguas bravas en cuanto a rentabilidad directa puesto que el ratio de monitor / clientes es en aguas tranquilas de uno por cada quince, mientras que en aguas bravas es de uno por cada seis en el caso del rafting y menos incluso en descensos en piragua, por lo que crean más puestos de trabajo directos por ser menor el ratio monitor / clientes. Si esta diferencia de rentabilidad directa se compensa con la rentabilidad indirecta queda también en el terreno de la especulación hasta que haya estudios al respecto. Otro punto importante al hablar de la idoneidad de este tipo de actividades para el desarrollo rural es la ausencia de posibilidades de deslocalización empresarial. Existen ejemplos de casos de empresas de diversos ámbitos económicos que atraídos por las políticas de subvenciones ideadas para fijar población y reactivar zonas en crisis se implantan en una zona concreta hasta el momento en que las subvenciones cesan para después trasladarse a lugares más ventajosos. Estas circunstancias es difícil que ocurran al hablar de empresas asociadas al turismo fluvial y en todo caso el motor principal de la actividad al ser el propio medio natural no es susceptible de traslado por lo que podrá seguir siendo explotado y produciendo una actividad económica en la zona. Un ejemplo de trabajo con estos parámetros está en los ayuntamientos de Sabero, Cistierna y Crémenes y el Grupo de Acción Local Montaña de Riaño en la provincia de León, al apostar por un proyecto de dinamización turística del Valle del Esla a través de las actividades de aguas bravas que pretende como objetivo final la implantación de empresas de ocio activo. La inversión pública irá encaminada a la adecuación del río Esla (limpieza del cauce fluvial y acondicionamiento de accesos) y a la construcción de una zona de servicios (almacenes, vestuarios, oficinas) que se cederán a las empresas sin perder la titularidad municipal para asegurar así el máximo aprovechamiento y evitar perjuicios en el caso de cierre de alguna empresa puesto que las instalaciones podrán ser ofertadas a otra. Actualmente este proyecto está en fase de ejecución. 4.- EL IMPACTO AMBIENTAL DEL TURISMO FLUVIAL ¿UNA ACTIVIDAD SOSTENIBLE?. Partiendo de que no existe el impacto cero de ninguna actividad humana las actividades ligadas al turismo fluvial con embarcaciones a remo son de las actividades deportivas que se realizan en el medio natural que menos impacto causan y lo que es más importante aún, ese impacto puede ser reducido hasta ser mínimo siguiendo unas pautas sencillas. Los principales impactos que puede producir la navegación en embarcaciones a remo en los ríos son: - Daños a la vegetación en los lugares de embarque por el trasiego de muchas embarcaciones. En las épocas sensibles posibilidad de pérdidas de puestas de ciertos anfibios o peces. Posibilidad de molestias a la fauna en sus lugares de cría o comederos. El arrastre de embarcaciones puede producir daños a la cubierta vegetal y ocasionar molestias a la fauna de las riberas. Posibilidad de disminución de la población de invertebrados por aplastamiento con los remos o las embarcaciones en épocas de bajo caudal. La utilización de vehículos a motor para trasladar las embarcaciones y aproximarse a los puntos de inicio de los recorridos puede desencadenar procesos erosivos en las márgenes y orillas además del ruido y emisión de gases a la atmósfera. A la vista de cuales son los impactos resulta sencillo reflexionar sobre cuales deben ser la pautas a respetar para que el impacto sea mínimo y el turismo fluvial resulte sostenible al no alterar su principal activo que no es otro que el entorno. Resulta necesario respetar las zonas de embarque y desembarque habilitadas, no navegar en las épocas sensibles para la fauna (freza de la trucha, épocas de reproducción de aves protegidas, etc.) y no navegar en épocas de estiaje extremo en las que las embarcaciones se arrastren por el cauce. Una vez conocidos cuales son los impactos que se pueden producir y cuales son las medidas para evitarlos podemos afirmar que las actividades ligadas al turismo fluvial son perfectamente sostenibles en el tiempo por lo que encajarían a la perfección en el denominado desarrollo sostenible que se menciona tan a menudo a la hora de hablar del desarrollo del medio rural. 5.- CONCLUSIONES. La primera conclusión que podemos citar es que las actividades ligadas al turismo fluvial resultan rentables económica y socialmente, a la vez que resultan respetuosas con el medio ambiente, por lo que constituyen un medio de desarrollo deseable. Respecto al entorno de la cuenca del Duero y vistas la cifras que se han manejado en esta ponencia la conclusión es que el turismo fluvial no está desarrollado al nivel que sería deseable tanto por posibilidades como por necesidad de implementar alternativas económicas. No deja de ser paradójico que una de las posibilidades de desarrollo rural más mencionadas por las administraciones, y motivo recurrente en las campañas de promoción turística, como es el turismo activo, no haya alcanzado en este aspecto del turismo fluvial una mayor importancia en un espacio como el de la cuenca del Duero, que posee potencial para ello, que es eminentemente rural y que se encuentra con serios problemas de búsqueda de actividades económicas que ofrezcan una alternativa a la despoblación. Existen ejemplos de lugares mencionados en esta ponencia donde se está explotando este tipo de recursos con una intensidad mucho mayor que en la zona del Duero y que pueden constituir un buen laboratorio en que buscar las claves del éxito de afluencia de público. Sin embargo, debemos ser conscientes de que no es factible copiar modelos de trabajo de una forma exacta, la cuenca del Duero debe organizar una oferta propia que promocione sus valores con un modelo ajustado a su realidad y que aprenda tanto de los aciertos como de los errores de las experiencias desarrolladas en otros lugares. Todo esto nos lleva a poner de manifiesto la necesidad de realizar estudios que aporten los conocimientos necesarios sobre las experiencias desarrolladas en otras zonas y sobre las carencias que provocan que la cuenca del Duero no se alcancen los mismos niveles de actividad para poder planificar, fomentar y promocionar estas actividades de forma correcta y poder aprovechar al máximo y de forma sostenible estos recursos. BIBLIOGRAFÍA. Fernández Comunas, J. (1999): “Análisis coste-beneficio y valoración socioambiental del proyecto de embalse de Biscarrués (Huesca)”. Tesis Doctoral sin publicar. Universidad de Zaragoza. Fernández Camuñas, J., Arrojo Agudo, P. 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