Año XXVIII Pamplona 6 de julio de 1922 Núm. 654 1 BIBLIOTECA CATÓLICO-PROPAGANDISTA Teieria, 4O, 2.° ADMINISTRACIÓN, ESLAVA, 3 DIRECCIÓN, NAVAS DE TOLOSA, 23, 2.° 8. FERMÍN Y EL PUEBLO NAVARRO enervantes aficiones e insanos vicios, la dignidad del que ha de responder a su noble pasado y aun la gravedad del que siente sobre sí el peso de la gloria de muchas centu^ Uno de los cuadros más hermosos que contemplar se rias; es que se trata de un pueblo cuyos hijos saben apapueden, es el de un pueblo celebrando la fiesta de sus recer, como aquellos caballeros de esclarecidas órdenes, preclaros antepasados. Quien lo según frase de San Bernardo» observa no puede menos de exleones a la llamada del clarín, clamar conmovido: Ese pueblo cuando lo demandan graves invive, sabe sentir; el alma de las tereses religiosos y patrióticos, generaciones que le precediey corderos al so lido de la camron, lo conmueve y agita con pana, para rendir su adoración sublimes arranques; por sus veal Dios de sus padres; es que nas todavía circula, con calor se trata de un pueblo para el vivificante, sangre ennoblecida, que el tiempo no parece pasar, y como cuida de inspirarse en dejando huellas destructoras, silos ilustres hechos que a sus no amontonando nimbos de luz, padres enaltecieron, no hay duesplendores de gloria, títulos de da que logrará realizar una misuperior hidalguía; de un puesión saludable en la tierra. blo cuyas alegrías son las más expansivas porque su corazón Y cuando ese pueblo es el está sano, y las más francas pueblo navarro, y el preclaro porque no tiene en el fondo de antepasado el glorioso San Fersu alma contrariedades que no mín, la hermosura del cuadro sepa dominar con la potente adquiere proporciones extraorfuerza de su espíritu; de un puedinarias y reviste atractivos sinblo que con frecuencia pasea, gulares. Es que se trata de un con aire dominador, su mirada pueblo apegadísimo a sus tradipor la tierra, porque primeraciones, de un pueblo que siente mente fija sus ojos en el cielo. los ardores de sangre juvenil; Y se trata de San Fermín, del es que se trata de un pueblo venerable patriarca que preside que sabe guardar para sus gloa la familia navarra, del que riosos progenitores un amor nos dio el glorioso nombre con acendrado, no desmentido por el que santamente nos enorgulos años ni aminorado por la llecemos, del que comunicó al distancia que pongan los siglos; corazón navarro los impulsos es que se trata de un pueblo que tanto lo han levantado, del que, en los regocijos a que se San Fermín, Patrono de Navarra que imprimió saludable direcentrega para celebrar la memoImagen de plata en la Catedral de Pamplona ción a las energías de nuestro ria de sus ilustres ascendientes, sabe manifestar, admirablemente hermanados, el candor y sencillez con todos Jos encantos de la primera edad, los bríos y entusiasmos de un corazón fogoso no gastado por pueblo y lo hizo enamorarse delideal sublime que tanto lo ha enaltecido y dignificado; se trata de Fermín, del que enseñó a andar a este pueblo de modo que diera pasos ¡, 146 LA AVALANCHA de gigante; de aquel Fermín que en torno de sí reúne y concentra todo el pueblo navarro; del Fermín en cuyo honor, ya en vida, resonaron las calles de Iruña con aclamaciones que repercutieron las montañas, continuando su eco sin cesar, y que, como dice San Braulio en el siglo V, era célebre entre los vascones, venerado con efusión por los intrépidos pechos que abatieron, no pocas veces, el vuelo de las águilas romanas, que desesperaron después a ios pretenciosos godos y que subyugaron al feroz sarraceno; del que comunicó a los navarros ardores no extinguidos, sino acrecentados por los más furiosos vendavales, e infundió en el alma de este pueblo el temple que miran otros con asombro. Y se trata del pueblo navarro y de Fermín, unidos por el amor más probado y la fidelidad más inquebrantable; del pueblo navarro y de Fermín, que aparecen como identificados en u.ia misma alma, de manera que se crea ver la figura de Fermín dibujada en el carácter navarro, y a éste, ennoblecido y dignificado por el aliento soberano que Fermín le infunde. ¡Oh Navarra! querida patria mía, no sé si me ciega el amor que te tengo; pero, aunque yo callara, hechos numerosos, con voz más elocuente, pregonarán tu gloria; porque miro tus montanas, no holladas por maléficos genios, rodeadas del ambiente más puro, impregnadas de la más dulce poesía y revestidas de fresca y lozana vegetación, de las honradas costumbres que en sus laderas florecen. Y admiro tu Ribera, vivificada por los ardientes rayos del sol del cristianismo, y abundante en frutos de abnegación y de virtudes cristianas las más acrisoladas; y observo, sobre todo, que aquel prodigio de virtud y de heroicidad, aquel asombro del mundo, el Apóstol de las Indias, nuestro insigne Javier, recordaba con fruición y orgullo, a menudo, que era navarro, y con tal recuerdo sentía impulsos para lo más sublime, y nada reconocía superior para quien lleva tu nombre. ¿Y de dónde, de quién le viene a Navarra este temple, esta hidalguía? ¿De quién este valioso patrimonio y rica herencia? Ya lo sabéis y lo he indicado: de Fermín, que supo comunicar a sus paisanos el mayor entusiasmo por el ideal más alto, y dar a sus corazones el temple más levantado. Recordémoslo, no para envanecernos tontamente, sino para agradecérselo a nuestro Patrono, quizás para humillarnos, y en todo caso, para reanimarnos. (Del exordio del sermón que, por encargo del Excmo. Ayuntamiento de esta capital, predicó en la festividad de la Octava de S. Fermín, del año 1908, nuestro paisano el M. I. Sr. Dr. D.Justo Goñi, Provisor y Vicario General de Tarazona.) EL miLAGRO DE SAN FERMÍN s seguro que cuando los "iruñshemesn o "pamplónicas», y aun algunos que no lo son pero que pertenecen a la Cuenca, y aun los de algunos otros pueblos de Navarra, lean el precedente epígrafe, van a creer que el milagro de nuestro Santo moreno es el que se repite invariablemente, todos los años, durante las populares fiestas que, por él, se llaman precisamente "sanfermines,,. Y partiendo de esa creencia, habrá quien se figure que el citado milagro consiste en que un pueblo serio, como el pamplonés, sea ejemplo viviente de la más sana alegría durante las fiestas; o en que las gargantas y piernas cíe nuestros mozos baten todos los records de la resis- tencia; o en que la ciudad resuelva el problema de la penetración de los cuerpos, así en las calles y plazas como en los espectáculos públicos de toda clase; o en que se coma y se beba a todo pasto, sin averías graves en los estómagos; o en que todo el mundo arme jolgorio, sin que surjan la menor riña .ni disgusto; o. finalmente, y este es el milagro más patente en las fiestas, en que, a pesar del enorme peligro que los clásicos encierros envueive para los "tradicionales,, corredores, nunca htfya ocurrido una desgracia irreparable ni aun en los años en que los toros tuvieran que abrirse paso a través de una muralla de carne humana, ni en aquellos otros, más fre- cuentes, en que algunos ilustres curdas eran empitonados por toros de trapío, quedados en el ruedo, antes de llegar a la entrada de los toriles. Y a fe que este último hecho reviste caracteres inconfundibles de milagro. Porque es perfectamente explicable que, no obstante lo peligroso del espectáculo, pueda transcurrir un año sin que suceda ninguna desgracia; pero que pasen un año y otro y docenas de años, y que los toros, aislados unas veces, alcancen y acometan a personas también aisladas, O que, en tropel la torada, alcance, pise y cornee a la gente caída en informes montones, y que no haya memoria de ningún muerto en esos lances, en los innumerables años que vienen repitiéndose, es algo que sale de las naturales y humanas contingencias y reviste sorprendentes caracteres de extraordinario, de sobrenatural. Pero ese milagro, de todos presenciado repetidamente y por ello casi olvidado, no es el que ha determinado la publicación de estas líneas: hay otro muy importante, muy conocido, muy transcendental, en el que, sin embargo, no hemos parado mientes los paisanos de San Fermín. Y eso que el hecho es de notoriedad extraordinaria y ha de quedar incorporado a las páginas más transcendentales de la "Historia Universal,,. Vamos, pues, a relatarlo con la mayor precisión posible. Alrededor de la mesa de régimen de un suntuoso y concurrido balneario hallábanse reunidos varios comensales, charlando con aquella franca y abierta camaradería •que es propia de tales centros. Formaban la tertulia, una señora y una señorita francesas, ambas muy piadosas, y varios españoles, entre ellos, dos navarros, uno del corazón de nuestra montaña y el otro de la vieja Iruña, "pamplónica,, que no había más que pedir. Hacía poco tiempo que había terminado la gran guerra europea, y no hay que decir que tal asunto era la materia de conversación de los reunidos. Se hablaba de ia enorme duración que había tenido la lucha armada, de las alternativas de la guerra en todos los frentes, de la enorme mortandad de Rusia, de la gran organización alemana, de la tenacidad inglesa, de la acometividad francesa, de la belicosidad lírica italiana, de la sabiduría y prudencia de España, al mantenerse neutral, de todos los temas, en fin, que han ocupado al mundo entero desde agosto de 1914 hasta los últimos meses de 1918 y aun gran parte de 1919. Por ese camino hubo de llegarse a tratar de la crítica situación en que se hallaron los ejércitos aliados en la primavera de 1918, por haber traído los alemanes a Occidente todas las fuerzas del frente oriental, a causa de la paz entonces pactada con Rusia. Los franceses entonces afirmaron, con la proverbial presunción de sus compatriotas cuando se trata de asuntos guerreros, que gracias al valor legendario de los "peludos,, pudo salvarse el ejército inglés del peligro que corrió a consecuencia de la ruptura de sus líneas el día 21 de marzo, y operaciones subsiguientes del ejército alemán en los días inmediatos. Mas el pamplonés no estaba conforme con tal opinión; y con toda cortesía, pero con todo tesón a la vez, hubo de replicar a las preopinantes que el peligro de aquellos días no lo habían conjurado los aliados de ningún grupo, sino un Santo, y que ese Santo era un pamplonés, era San Fermín. LA AVALANCHA La demostración de esa tesis fue rotunda: le bastó enumerar los hechos tales cuales habían sucedido. En efecto, el día 21 de marzo los ejércitos alemanes rompieron las líneas avanzadas en el frente inglés, y como consecuencia de ello, dichos ejércitos llegaron pocos días después a Villers Bretonneux, esto es, a quince kilómetros de Amiens. Nadie creía, ni los mismos aliados lo esperaban, que el avance de los alemanes pudiera contenerse en forma alguna. Pero lo cierto es que no pasaron un kilómetro más; y aunque todos consideraban que Amiens sería presa segura para los invasores, la ciudad no llegó a ser conquistada como se temía, y no solo eso, sino que la parada o detención fue definitiva, y ello ocasionó a la larga, con la intervención de los americanos, la liberación del territorio francés y el triunfo de los aliados. Pero nadie cayó en la cuenta de cuál fuera la causa de cambio tan radical en el curso de la guerra. 147 la carne los acontecimientos de ia Historia, os dirá que el avance alemán de la primavera de 1918 fue contenido y roto por el esfuerzo de los ejércitos aliados. El creyente que mire los acontecimientos con los ojos del espíritu, tendrá que reconocer que aquella detención del ejército enemigo a las puertas de Amiens, cuando la desmoralización se iniciaba en el ejército aliado, no tiene explicación meramente humana, y hay que remontar los ojos del espíritu a la región sobrenatural, y allí veremos a San Fermín deteniendo con su mano poderosa la invasión, de otro modo inevitable, sobre Amiens y salvando a su antigua grey de los horrores de la misma. AI menos a mí me parece que no hay otra explicación satisfactoria que la última. Y ello me hace recordar que los pamploneses no nos hemos portado muy bien con nuestro Santo. Porque, sabiendo que su cuerpo está allí, ¿cómo no hemos organizado todavía una peregrinación navarra para visitarlo? MADRID.—La colonia navarra disponiéndose a acompañar a au Patrono en la procesión del Tercer Centenario de la Canonización de San Isidro . . Y sin embargo, ello se debía a nuestro Santo, ello se debía al milagro de San Fermín. Porque esa ciudad de Amiens guarda el cuerpo de nuestro Santo Patrono y fue diócesis regida por tan ínclito varón; y San Fermín es un Santo que, dondequiera que esté, derrama a raudales los beneficios de su mano pródiga. Por esa razón no podía dejar a sus hijos espirituales, de la diócesis que en la última época de su vida rigiera, expuestos a los males que la invasión extranjera les había de producir. Y los extranjeros no pisaron el suelo de Amiens: las ovejitas del rebaño de Fermín se salvaron de los horrores más cruentos de la guerra, como son el asalto y atropellos subsiguientes, de los que difícilmente se priva ningún ejército triunfador en el momento de romper la resistencia enemiga. El milagro de San Fermín estaba realizado. La tesis precedente obtuvo el asentimiento y conformidad de todos los reunidos. * Lector católico y navarro: En la fachada principal üe la Catedral de Amiens hay una imagen de nuestro Santo Patrono, primer obispo que fue de aquella ciudad. En el interior hay una reliquia de precio inestimable: el cuerpo glorioso del Santo, objeto de veneración constante por parte del vecindario de aquella población y de otros muchos pueblos de Francia. El observador descreído que solo mire con los ojos de • Foto. Satué El celoso párroco actual de San Lorenzo^ parece que tiene el propósito de organizaría; y nosotros nos atrevemos a suplicarle que lleve adelante esa laudable empresa y que una nutrida peregrinación de navarros pueda visitar, sin tardar mucho, aquellos famosos lugares donde tuvo lugar el milagro de San Fermín. ROCHAPEENSIS. LAS MODAS Y LA MORAL A necesidad y el pudor fabricaron los primeros vestidos. La necesidad los hizo sencillos; el pudor los hizo modestos. "Pero vinieron, dice San Juan Crisóstomo, la ambición, el capricho y las competencias, y llevaron hasta el crimen lo que en su origen no pasaba de ser una necesidad sencilla y natural; siendo lo peor, que en toda esta locura no han querido nunca los hombres ver pecado alguno...» Pero hay que desengañarse de una vez. El lujo excesivo, por lo superfino, o por lo impúdico, no dice bien con la moral del Evangelio cristiano. ' .•••'./•- '"••, ".'". •- .."• > / . • > . • : "•. i . ' * > ; . . ' - , : '/,}',•"•;.: .^.-•••..-v-1"" '•', -v " ." •' v LA AVALANCHA 148 En primer lugar, este abuso en la indumentaria y adorno perjudica a la paz\ moderación y buen orden en las casas cristianas, y esto se opone al Evangelio, que se promulgó para dirigir no sólo la vida privada, sino también la doméstica. Decidme francamente: ¿no está en Ja mente de todos, que en muchas familias reina el desorden, la discordia, la miseria, porque se quiere vestir con un lujo superior a sus fuerzas? Algunas parece que se casan sólo para arruinar con los gastos de su vanidad a las familias que cargan con ellas. Hemos visto disipar en pocos años la dote más pingüe, derrochar en un día las fatigas de un año. La moda es como el juego: cuanto más se pierde, se impone más. Cuanto más encandila al principio, más pronto se desprecia y se pospone por otra. Cuanto más extranjera y costosa, tanto mejor... ¿Qué importa que se devoren patrimonios enteros? Lo que importa es aparentar, darse aires de abundancia, aunque mañana haya de malvender las galas para no ser víctimas del ayuno. Mucho lujo, gran boato, Modas, trajes, ilusiones, Y luego... pocos doblones, Y economía en el plato. • • • . . .• cador? ¿No es sobrada desgracia el que "asustéis con esas tendencias a vuestros futuros (como muy bien decía la insigne María de Echarri), porque el presupuesto de sus prometidas les horroriza y no saben hasta dónde llegará esa locura por lucir?., ¿No es bastante fárrago veros envueltas en tanta luisiyna y canesú, y encajes de Irlanda y guipures y tul y tafetanes y terliz... sino que también queréis cargar con la responsabilidad de las almas ajenas, a las cuales cazáis como moscas entre vuestras telas... de araña?... **• Acordaos que sois templos de Dios. Si os preciáis de honestas, mostradlo en los hechos. Abrid el Evangelio y ved cómo habla Jesucristo de la profanidad e indecencia de los vestidos. Unas veces los desprecia comparándolos a la yerba y al heno; otras los abomina en la persona del rico Epulón; otras los increpa en la indumentaria arrogante de los fariseos. Y cuando el porte de los vestidos raya en escándalo, entonces aquel mansísimo Cordero ruge como un león, y respira fuego w terror. ¡Ay del mundo a causa del escándalo!... ¡Ay de aquel que lo introduce en el mundo!... Mejor le fuera ser sumergido en el mar, antes que escandalizar una sola alma... . E., S.J. • También es culpa de la moda que se descuiden las obligaciones del propio estado. ¿Qué tiempo queda para ello? La mitad del^ día se va en componerse para aparentar. La otra mitad'en procurar lucir ostentosamente todo aquel fastuoso aparato, en celebrar semejantes bagatelas, en criticarse mutuamente y en comentar los Futuros figurines. ¡Ah! sí, se me olvidaba... Queda tiempo para ciertas devociones: para ir a la última misa, procurando allí no ser la última en apropiarse la última moda. Para las devociones que enseñan a orar, y a velar sobre las conductas de los criados, y a educar cristianamente a los hijos, para esas no hay tiempo. ¿Habrán pasado de moda?... Otro mal moral muy grave que acarrea el modo de trajear, la moda excesiva, es que deforma el alma, y la acomoda a la extravagancia o frivolidad del hábito externo, o delata estos vicios, si ya existen. Al tenor del vestido va el porte de la persona, Lo ndículo, lo indecoroso, acusa rareza e impudor, y engendra más impudor y rareza; es justamente causa y efecto de esos vicios. El vestuario, el tocado exterior, puede mucho en orden a despertar o adormecer las pasiones humanas. El traje puede engañar acerca de la fortuna, que hay muchos mendigos disfrazados de reyes; pero no engaña sobre la característica del alma. Aunque, como sucede con todo lo terreno, más fuerza tiene para pervertir que para santificar. "El hábito bien puede no hacer al monje», pero seguramente el hábito puede deshacerle, aseglararle, degradarle. . Dañan, además, las modas excesivas al alma, en cuanto que ofenden no pocas veces la modestia y el rubor, y son señuelos de deshonestidad y lascivia. Parece que se escogen las modas más aptas para despertar las pasiones vergonzosas, tís horrible el abuso que en algunas partes se hace de lo que se llama toilette de verano, estación infernal de la moda. Unas veces serán las delicadas muselinas que más bien delatan que amparan un imprudente escote; otras veces serán las cortas o mal recogidas prendas, o caladas de claro en claro, o ligeras de turbio en turbio, o ajustadas de todo en todo... Ello es que, a pesar de los pesares, gentes extranjeras de vida non sancta imponen su indumentaria, aun a personas educadas y piadosas, pero tiranizadas imperiosamente por la moda; y no se ve, al exterior, la debida línea divisoria entre las hijas de Eva y las de María. ¿No os basta, pobres mujeres, sudar unas veces bajo la prensada incomodidad de tanta balumba? ¿No es sobrado tener que hacer el ridículo, y desvirtuar vuestra natural gentileza con todo ese andamiaje feísimo de to- RASGOS DE LA PATRIA Recuerdos de sanfermines o puede ser más grato el recuerdo de los sanfermines pamploneses que conservamos frescos en la memoria todos los que hemos tenido la dicha de presenciarlos alguna vez, por tratarse de fiestas inimitables por lo solemnes, animadas, bulliciosasy espléndidas, muy difíciljnente igualadas por otras, y no superadas en este sentido por ninguna, según opinión de muchos. y (¡Por fuerza que fiestas tan rumbosas y brillantes que raíces tan hondas de piedad y floraciones tan abundantes y ricas de entusiasmo y alegría parecen tener en el corazón de los pamploneses, han debido ser elaboradas en la costumbre por el amor más firme y la devoción más intensa, al través de los siglos, por medio de una tradición gloriosa que ha llegado a saturar, a henchir poco a poco el alma popular de fervor y regocijo, de buen gusto y dulcedumbre, de lucimiento,, de hermosura y de grandeza sorprendentes, inspirados por el amor a San Fermín, patrón de Navarra. Así ha debido suceder, indudablemente, como podríamos comprobar rebuscando noticias antiguas referentes a la importancia creciente de los sanfermines. Muchos de los navarros que ahora vivimos hemos conocido las fiestas de Pamplona celebradas en el último tercio del siglo anterior, conservando de ellas el mejor recuerdo; y yo, por mi parte, no olvidaré la satisfacción inmensa que me causaron las primeras que vi, que fueron las del año 1886, en las cuales, como director de un diario de la capital, pude ser testigo de la impresión gratísima que el desarrollo del programa de festejos produjo a huéspedes tan ilustres como Sarasate, Arrieta, Zabalza y otros músicos eminentes, así como a otros conspicuos periodistas que vinieron de Madrid para maravillarse y gozar como nosotros. Lo cual no tiene naJa de extraño, porque también hemos oído a nuestros padres y abuelos hablar del raido que metían los sanfermines en sus tiempos, que eran los de Romea, Cuchares y Pepe Hillo. •y./ LA AVALANCHA No creo que sea difícil encontrar en Pamplona noticias nuevas acerca de los sanfermines de la última mitad del siglo XVIII, las cuales serán ciertamente interesantísimas, a juzgar por las que, en diferentes ocasiones, hemos leído en la prensa referentes a esa época. De principios del siglo XVIII conocemos detalles de las fiestas que Pamplona celebró en 1712, los cuales fueron publicados hace ya algunos años por el excelente patriota y buen alcalde de la capital D. Alfonso Gaztelu; detalles de sanfermines que me permito recordar para que no se olviden. Se trata de un escrito procedente, sin duda, del archivo municipal de Pamplona, el cual nos hace saber que el 6 de julio de 1712, a las cuatro de la tarde, fue el Ayuntamiento a vísperas de San Fermín, celebradas en la iglesia de San Lorenzo, acompañado de juglares, danzantes y ciudadanos pamploneses; y que en la noche del mismo día se cantó salve solemne. El abanderado de San Fermín fue D. Fermín de Ansa. Al día siguiente, o sea el de la fiesta, "fueron los regidores, con mucho acomp.0 de cavalleros y ciudadanos, á la Cathedral; se formó la procesión, concurriendo los cavildos de San Fermín, San Nicolás y San Lorenzo y las comunidades de los conventos y los gremios con estandartes y el abanderado con el suyo. Se recogió el sagrado cuerpo y reliquias del glorioso San Fermín en San Lorenzo, y al llegar al árbol grande que está junto á la fuente de San Antón, se hizo una salva de artillería, y continuó por San Antón, Salineria, cabezera de la Plaza , por la puerta de D. joseph de Caparroso, por la calle Maior se llegó á San Lorenzo, donde se celebró la misa, oficiándola la música de la Santa Iglesia. Los regidores salieron vestidos con joias, cadenas y cordondillos, sin embargo de los lutos,,. Cuanto a los festejos profanos, en este año 1712 no funcionó el teatro, pero sí al siguiente, sabiéndose que en 4 de julio fue contratada la compañía de Antonio Lorraiga, "con aiuda de cien reales de á ocho por treinta funciones,,. Respecto a las corridas de toros, el Ayuntamiento las honraba con su presencia, constando que ya el día 6, al , salir de vísperas, fue desde la casa consistorial "sin formalidad de horden, á la casa toril, á la muestra de los toros. Y no fue el Virrey por no haber venido el que estaba nombrado, y dichos regidores y vecinos fueron de gala». El día 11 de julio de dicho año 1712, "a las dos de la tarde salió la ciudad de su casa con sus clarines, timbales, maceros y tenientes de justicia á caballo, y después en tres coches los regidores fueron hasta la casa del toril, entrando por la plaza del Castillo con danzas y julares, subiendo á los valcones de la casa de D. Agustín de Sarasa (¿actual edificio de Iruña?). Salieron á despejar la plaza D. Joseph de Anoz, del Consejo de S. M., y su Alcalde de la Corte Maior, y habiendo hecho la cortesía al Consejo, fueron continuándola y la hicieron á la ciudad, dando la vuelta á toda la plaza y pasando después por devajo de los valcones donde entraron y subieron á ocupar sus puestos, é inmediatamente que salieron los caballos del despejo se dio orden para que sacasen el toro». Acerca de la entrada de los toros en la plaza, aparecen algunas noticias originales y muy curiosas que pueden servir de precedente histórico al encierro famoso y característico de las fiestas de Pamplona, puesto que los mismos abanderados del Santo y aun también los regidores intervenían en la operación, hasta que en sesión de 7 de noviembre, creo que del citado año, propuso el Vizconde de Azpa "si gustaba la ciudad de tomar resolución de que los abanderados de San Fermín no entrasen con los toros la mañana que se hace el encierro de ellos en la casa toril para la corrida principal de las fiestas del glorioso patrón San Fermín, respecto de que este acto era muy indecente y no decoroso hacia la ciudad y el abanderado, y habiendo oido esta proposición y discurrido sobre ella los señores regidores, habían resuelto que entrasen los abanderados con los toros, como también á parecido á los hombres de maduro juicio acción indecorosa que un señor regidor entre haciendo oficio de ba- 14» quero, y que á mas son muchos los riesgos que se han esperimentado sin que el valer ni la abilidad pueda prevenirlos, pues no le hay para que un caballo tropiece y caiga corriendo por empedrados; todos unánimes y conformes resolvieron que de aquí adelante los señores regidores no entren en la forma acostumbrada ni en otro modo alguno, pena de quinientos ducados». Queda, pues, probado que los capitalistas y Lagartijos que, con asombro general, corren delante y rozando las astas de los toros, en los renombrados encierros de Pamplona,, vienen a ser como una prolongación o un resurgimiento del antiguo abanderado del Santo, y aun de los mismos regidores de la ciudad, que hasta 1712 intervenían directamente, exponiéndose a percances serios que alguna vez sufrieron en el acto de llevar al toril las reses bravas, confundiéndose con ellas, especialmente el abanderado, del cual asegura un documento de la época, que, mirado a cierta distancia, "no se sabia si iba montado en un toro ó en un caballo». De manera que la afición pamplonesa de los encierros parece que ha tenido raíz tan honda en el espíritu popular, que, aunque amputada arriba, retoñó después abajo, por no decir abajo y arriba al mismo tiempo, con los brotes vigorosos que hoy tiene. De los sanfermines respectivos a los siglos XVII y XVI no puedo ofrece ahora pormenores, ni cabrían en este espacio; pero tampoco son necesarios para demostrar la tesis, porque seguramente nadie habrá olvidado que desde 1643 hasta 1657 sostuvo Pamplona, con el mayor empeño, pleitos célebres y costosos en defensa de San Fermín, y que en 1597 interpuso las más altas influencias para que Felipe II adquiriera en Amiens una reliquia del excelso Santo pamplonés; hechos estos y otros que prueban el entusiasmo incomparable de Pamplona por su Patrono, así como también los obsequios que le dedicaba, porque sin duda que a tan gran devoción corresponderían también grandes fiestas. Sobre los sanfermines medioevales, aunque no sepamos mucho, no ignoramos que en 1471 fue atribuida por los pamploneses la liberación de su ciudad al glorioso San Fermín, aparecido con tal objeto, :ra yendo la paz y el triunfó de los suyos; hecho o suposición que demuestra la devoción de Pamplona, reveladora de los cultos y de las fiestas que le dedicaba desde tiempos antiguos; porque tampoco habrá olvidado nadie que en el siglo XII el obispo D. Pedro Paris, para dar más esplendor y brillantez a dichas fiestas, dispuso que se celebraran con doble música y cantores, dejando rentas perpetuas para ello, en conmemoración de la adquisición de la reliquia del Santo en 1186. Los sanfermines de la Edad media debieron tener importancia; y así lo cree la opinión sensata, y representándola y encauzándola, un prestigio tan indiscutible como el eminente Campión. Porque Campión, ateniéndose a los datos que conocemos, o a otros, describe con verdadero lujo de detalles, en su hermosa novela Don García Almorabid, la fiesta de Pamplona de 7 de julio de 1276. Una inmensa muchedumbre, henchida de gozo, espera en la puerta de la Catedral la salida de la procesión. Preséntanse los cabezudos persiguiendo con vejigas a los alborotados chiquillos y segadoras, y luego los gigantes Pero-Suciales, Mari-Suciales, Jacefluzurari. Abrense las puertas del templo, y aparecen las cruces parroquiales. Vienen las hermandades y gremios con sus estandartes, algunos de seda, bordados de oro, con pinturas del Santo y de los útiles de los oficios; y detrás, los pendones de los barrios, con acompañamiento de atabaleros y trompeteros vestidos con dalmáticas rojas. Pasan el Merino de Pamplona y las Montañas con su insignia, el Sayón con el hacha al hombro y 60 escuderos con espadas desenvainadas. Desfilan los fieles, llevando reflejada en el semblante la más sólida piedad; siguen los frailes menores, y detrás una multitud de enfermos y lisiados, entonando tristes cánticos. Llega la música, compuesta de gaitas, trompetas de bronce, trompas de madera y cuernos. Continúa la línea de la procesión, con el Síndico de la Docena llevando el pendón rojo; y en seguida, el pueblo, enfervorizado, arrodíllase ante la imagen de San Fermín, a la cual escoltan y alumbran con hachas de cera * ^ ; ' p * ; ^ <-¿i5f^' • 150 LA AVALANCHA los más conspicuos de la ciudad y del reino, precediendo al Prior y a los Canónigos regulares de San Agustín. Cierra la procesión el Concejo presidido por eí Alcalde, llevando delante varios heraldos que con sus olifanís o bocinas tocan algunas melodías. La devoción, el entusiasmo y la alegría se comunican a todos, al paso de la solemne procesión del año 1276, que presenciamos admirados. Resulta, pues, indudable que la importancia creciente de los sanfermines responde a una tradición gloriosa, mejorada de generación en generación, como los aniilos de una cadena formada con eslabones cada vez mayores quemábanse perfumes de la Arabia que, al tributar honor gentílico a las estatuas de Júpiter o de Diana, perfumaban deliciosamente el ambiente de aquella morada del poderoso senador que en la gran asamblea del Senado ocupaba su excelsa silla en representación de la Vasconia pirenaica. Apenas hacía veintidós años que en la capital de Judea había sido crucificado un Hombre-Dios, hecho sobrehumano que había conmovido al pueblo judío y a su dominador el pueblo romano, y todavía no había llegado a la región de los bosques pirenaicos la noticia de tan inusitado acontecimiento. I PAMPLONA.-Salida de la procesión de San Fermin, de la iglesia de San Lorenzo, , ' el día de su festividad del año 1921 ' y cuyo principio se escondiera en la lejanía misteriosa; porque la devoción y el entusiasmo de los pamploneses aumenta constantemente hasta culminar en las fiestas alegres, rumbosas, espléndidas y brillantes de la actualidad. JUAN P. ESTEBAN y CHAVARRÍA. EL HIJO DE FIRMO EL SENADOR RA a fines del imperio de Claudio, poco antes de que ocupase el trono de los cesares el impío Nerón, cuando en la hermosa Pompeyópolis según los romanos, é Iruña según los vascones, vivía una ilustre familia compuesta del jefe de la casa, el senador Firmo, su esposa la noble matrona Eugenia, y sus hijos Firmino, Fausto y Eusebia. Numerosa servidumbre de esclavos romanos y criados indígenas atendían a los mandatos del ilustre ~~~~ senador Firmo y de los suyos. El palacio de Firmo era como de aquella época, suntuoso, con estancias regias y decoración suntuaria. Alfombras persas cubrían en parte los pavimentos de mosaicos; recias columnas pétreas decoraban el pórtico y el peristilo; sobre trípodes broncíneos hallábanse colocadas las divinidades, y en artísticos fogariles y braseros de plata • Foto. Roldan El joven Firmiiio Como hijo mayor, primogénito del gran senador Firmo, el joven Firmino era servido y educado con todo el boato de su nobilísima prosapia. Tarde de verano era aquella en que el adolescente mocito habíase levantado de su litera, después de sestear en el ledas las horas de la tarde estival. Atentos a que su joven señor se despertara, estaban los esclavos Román y Flavio. En cuanto se descorrió la cortina del dormitorio y puso Firmino los pies en la alfombra de piel de pantera que cerca de la litera estaba, los esclavos Román y Flavio se acercaron, pusieron la rodilla en tierra, y con la cabeza inclinada esperaron órdenes. —Al baño—dijo Firmino,—y haciendo de sus manos asiento los jóvenes esclavos, se sentó en ellas el aristócrata joven y lo condujeron en volandas a la pila de mármol donde el baño perfumado aguardaba al patricio. El joven, asistido de sus esclavos, tomó su baño conservando los paños de honestidad, y una vez terminado el refrigerio, los dos esclavos le enjugaron con lienzos finos, le ungieron con afeites aromáticos, le arreglaron los cabellos morenos que a modo de melenas le cafan con gracia hasta los hombros, pusiéronle la blanquísima linostalia {túnica blanca), la sobrevesta de Afinísima lana, y calzándole las sandalias de rica piel de Iberia, colocáronle en los brazos los brazaletes de oro y echaron sobre sus hombros, con pliegues graciosos, el rico manto de lintea, paño de seda traído de los confines de Persia. Cuando el joven estuvo vestido, hizo un gesto de satisfacción, salió de la estancia y se dirigió al tabulinam, salón principal del palacio donde, sentados en sillas cúrales, apoyados los pies en cojines artísticos, se hallaban ya, vestidos para salir, sus padres Firmo y Eugenia. Firmino se acercó a su padre Firmo, que, al inclinarse aquél lleno de respeto, éste le besó en la frente. LA AVALANCHA Eugenia no se satisfizo con besarle en la frente, 'sino que, abrazándolo, le dio dos sonoros Ilesos en las mejillas, a los que el joven correspondió emocionado. Luego lo miró al vestido, y viendo los plegados del manto o clámide algo desordenados, se lo hizo notar al hijo, y éste, dirigiendo una mirada severa a los dos esclavos que le habían acompañado, confundió a éstos que, en acto de sumisión, hincaran una rodilla en tierra y alzaran las manos implorando clemencia. Firmino alzó la mano, y aquéllos se levantaron agradecidos. Firmo interrogó a su hijo: —¿Adonde vas esta tarde? —Voy, señor, a los juegos dispuestos por los tribuni voluptatium. Los discóbulos van a lanzar en competencia su arma, y quiero oir los aires nuevos que el artista de la flauta doble, el diestro spondale, va a tocar en el stadiam por vez primera. Allí, mientras los jóvenes patricios, los hijos de Faustino y Fortunato, compañeros tuyos de Senado, liban, ríen y danzan, les haré compañía. —¿Has dado tu lección de lingüicultura y filosofía? —El maestro la ha hallado satisfactoria. —Vete en paz, y aquí los dioses te protejan. Firmino besó la mano a sus padres, se inclinó y salió gallardo y gentil. Cruzó por entre las columnas del peristilum, pasó bajo los pórticos del atriam, y seguido de los esclavos Román y Flavio, y de dos más que se les 161 pañeros de Firmo, Faustino y Fortunato, trataron de pedir a Honesto explicaciones particulares de la peregrina doctrina que difundía. Honesto visitó durante tres días la regia morada de Firmo. Este, su esposa, sus tres hijos y los dos amigos senadores oyeron de boca del intrépido apóstol todo e! proceso de la redención llevada a cabo por el HombreDios. La semilla evangélica había germinado en aquellos corazones. Pronto daría frutos copiosos de bendición. fWtter-nicia.cl cristiana. Desde que el apóstol Honesto había frecuentado la morada del senador Firmo, los esclavos y esclavas, los criados todos habían notado una transformación notable en la familia. No se explicaban tal cambio ni acertaban a descifrar la preocupación que en el palacio reinaba. Era a la caída de la tarde cuando la familia de Firmo se levantaba de la mesa. Sobre el triclinio se veían casi intactas las viandas, las frutas y los vinos. Padres e hijos se retiraron a sus respectivas estancias. El joven Firmino, seguido de sus dos esclavos Román y Flavio, se disponía al descanso. Sentado ante su ledas vio que se" acercaban a servirle sus esclavos, y recordando la sublime doctrina de fraternidad humana y las palabras de Cristo, repetidas y comentadas por el apóstol Honesto, en un ímpetu de amor cristiano, abrazó y besó en la frente a sus dos esclavos, diciéndoles:—Ya no hay PAMPLONA —Antigua banda de música de la Casa Misericordia, con su director D. Miguel Astráin (q. e. p. d.), compositor del "Vals de San Fermín,, que se ejecula anualmente, en la tarde del 6 de julio, al acompañar ai Excmo. Ayuntamiento a las solemnes vísperas que se celebran en la capilla de nuestro glorioso Patrono agregaron, marchó, ante las reverencias de los que hallaban al paso, hasta el campo de lucha. E51 sacerdote Honesto Mientras Firmino marchaba, lleno de digna grandeza, a los juegos, sus padres Firmo y Eugenia se encaminaron, rodeados de sus familiares, al templo de Júpiter, donde se rendían honores a la falsa divinidad. Al marchar por una de las avenidas de Pompeyópolis, un extranjero, un propagandista, un apóstol, estaba exponiendo ante sus oyentes una doctrina nueva, una doctrina descendida del cielo. El Senador y su esposa se maravillaron. El atrevimiento era inaudito, y las explicaciones del extranjero y sus argumentos, irrebatibles. El pueblo le escuchaba absorto. Los senadores com- distinción entre señor y esclavo. Jesucristo, que era Dios, bajó del cielo a salvar a la humanidad. Desde hoy seréis vosotros hermanos míos. #* * Estupefactos quedaron los dos jóvenes esclavos al oír las palabras que salían de labios de su señor. Arrojáronse conmovidos a sus pies, besándoselos. Se arrodillaron ante él, le cogieron las manos, y estampando en ellas ósculos de amor respetuoso, le decían: —¡Que no, Firmino, que vos sois el grande, el hijo del poderoso senador Firmo, el magnífico, el bueno, y nosotros somos unos pobrecitos parias, contentos de ser tus humildes esclavos! ¡Que los dioses te protejan siempre! ¡Que te sean propicios! ¡Que te hagan dichoso! Firmino estaba ante ellos, escuchando aquellas frases cálidas de reconocimiento de sus esclavos, puesta la vista en el cielo, elevando el corazón a Dios. * * * " " • LA AVALANCHA 163 Volviéndose a sus esclavos, les dijo: —Todos los dioses de la república son una ficción. Sólo Jesucristo es el que merece alabanzas y honor. Y alzándolos del suelo les atrajo a su pecho, exclamando; —¡Padre nuestro, que estás en los cielos! ¡Bendícenos! * ** Y cuentan las crónicas que cuando, años después del martirio del Santo Fermín, el obispo de Amiens San Salvio descubrió el cuerpo glorioso del Santo en la iglesia de San Acheul, en dicha ciudad francesa, se hallaron junto al cuerpo del mártir otros dos cuerpos de mártires, decapitados como el santo Obispo de Pamplona. ¿Serían, acaso, los dos esclavos Román y Flavio, que seguirían a su señor después de recibir la fe y el bautismo domésticamente propagados? Conjeturas de antiguos breviarios de'Amiens y Pamplona, así parecen indicarla HILARIO OLAZARÁN. EL CASTILLO DE JAVIER Conclusión/' XV'III.—Veintiocho de mayo.—Mt refería en Pamplona una señora este curioso lance. Visitaba ella el castillo de Javier; bajaba devotamente la escalera antigua; rezaba ante la imagen del santo; y oye decir al que le enseñaba el Castillo: Pídale algo difícil, que todo lo concede. He aquí la gracia. Tenía la señora una hija que deseaba entrar religiosa; pero su padre se oponía tenazmente, con harta pena de hija y madre. Al rezaren esta ocasión ante el Santo y escuchar lo que la decían, levanta los ojos y le hace esta súplica: Que se vaya pronto la hija monja, Santo mío. Aquella misma tarde regresó a Pamplona, y al tropezar con ella su marido, el primer saludo fue este: Chica, mucho tiempo hace que estoy martirizando a esa pobre criatura. Mira, dila que por mi parte se puede ir monja cuando quiera. Así es San Francisco Javier. XIX. — Trece de junio.—Buenos parroquianos de San Francisco Javier son los de Liédena, como lo canta bien claro su hermosa peregrinación de entunicados con pesadas cruces a cuestas; pero bien se lo paga también el Santo, como ellos lo reconocen. Cándido Arina es un joven de diez y siete años, el único hijo que tienen sus padres para la labranza, pues las otras cuatro que le siguen son hijas. Por marzo último estuvo muy mal, desahuciado. Ante semejante apuro, los padres del enfermo mandaron decir una misa en Javier por la salud de su hijo, mientras que en Liédena toda la familia comulgaba por el mismo fin. Hoy, en que no se sabía quien estaba más alegre, si el día o las caras de Cándido y de sus padres, se presentaron los tres a visitar al Santo, confesar, comulgar y pir la nueva misa que mandaron decir en acción de gracias. XX.— Trece de julio. — Al pie de las fragosidades del puerto de Areta, y a la orilla del arroyo de ese nombre y no lejos de! pueblo de Ayechu, está el bonito y acaudalado caserío llamado Jacoisti. Un hijo de él, Juan Gil, con la vida y alegría que prestan los veinte años, se llegó hoy al Castillo para confesar, comulgar y oír la misa, que' mandó celebrar en el altar de San Francisco Javier, / por haberle librado, allá en primavera, de las terribles garras de la gripe. XXI.—Ocho de septiembre.—En este hermoso día del nacimiento de la Santísima Virgen, nuestra buena Madre, vino a dur «rucias a San Francisco Javier, y pagarle con una visita lo mucho que le debía, doña Vicenta Lorbés. ¡Hay que oir contar sus penas a los que han estado enfermos (como lo oye con inefable dulzura quien esto escribe) para poder apreciar su profundo agradecimiento al Santo y la devoción con que vienen a visitarle! Doña Vicenta, mujer de un honrado artesano de Pamplona, hacía siete años que contrajo una enfermedad gravísima, que la tenía clavada en la cama constantemente, y que llegó a su horrible apogeo con el derrame por la boca de gran cantidad de sangre.—Vaya, se acerca elfin!se dijo la pobre enferma. "¡No sabe usted, Padre, r.ie decía, las penas que me he pasado! Ser mujer de un artesano: Bueno, me lo ha dado Dios, sí, es cierto...- Y luego cargada de hijos; y siempre en la cama; y desde allí tener que atender a todos, y cuidar de todo... Le digo, Padre, que he sufrido mucho en ese largo tiempo de mi enfermedad. Por remate, después de echar tanta sangre por la boca, me quedé sin fuerzas, con una debilidad extremada... y entonces permitió el Señor que me sintiese embarazada! Temerosa de no poder dar a luz, pues apenas podía poco más que alentar, recurrí a San Francisco Javier, le hice una novena... ¡Cuánto le he rezado, Padre, para que tuviese compasión de mí! Luego le prometí, si me ponía buena, y daba a luz con felicidad, venir a visitarle en su propio Castillo, darle las gracias, y ofrecerle una limosnita. Todo me lo ha concedido el Santo bendito; y por eso vengo a cumplir mi promesa con esta hijita de doce años, Cecilia. „ Alabemos a Dios en sus Santos; y persuadámonos de que San Francisco Javier es el gran paño de lágrimas para todos los afligidos. Muchos otros sucesos podríamos relatar que, aunque pertenecientes a diverso género, no dejan de ser gloriosos para este santo Castillo. Podríamos enumerar, por ejemplo, las primeras comuniones en él hechas, las bodas celebradas, las peregrinaciones venidas, las primeras misas cantadas; pero baste recordarlo en globo para honra del Santo y testimonio fiel de lo mucho en que se le estima. Advertencia final.—Terminemos ahora como hemos terminado otras obritas, declarando que no es nuestra intención prevenir el juicio de la santa Iglesia en los hechos relatados, bastándonos poder afirmar que son, favores extraordinarios con que el gran Apóstol del Oriente sabe endulzar las penas de aquellos que" se acogen a su bondadosa protección. FRANCISCO ESCALADA, S. J. NAVARROS ILUSTRES Exento. Sr. General D. Francisco Javier Elío (Continuación) Y vuelta a recorrer graduaciones, ya de brigadier abajo, y vieron con sorpresa que ningún coronel quería subir de pronto, aunque interinamente, a capitán general; todos declinaban un honor que en aquellas circunstancias les parecía más bien un crimen. Se bajó a los tenientes coroneles, y en esta graduación se halló, porfin,uno que se resignaba a tomar sobre sus hombros el enorme peso de la Capitanía general de Valencia, que entonces pesaba mucho, muchísimo, la sangre de un inocente. El que tan fuertes hombros mostró tener llamábase D. Vicente Vallterra. Todas estas idas y venidas se habían llevado a cabo en el reducido espacio de una noche. Al alborear la mañana del 27, la señalada para el consejo de guerra, ya tenían hombre los que iban a constituirse en tribunal. Temprano era aún, porque apenas había salido el sol, levantándose .sobre la cinta azul que borda las playas valencianas, ciando ya en la iglesia del Real Convento de Predicadores se celebraba el incruento sacrificio de la misa, con asistencia de! presidente, vocales y asesoí del tribunal, que habían acudido para pedir la asistencia y las luces de lo alto, oyendo la Misa del Espíritu Santo, que en tales casos suele rezarse por la Iglesia. •V . LA AVALANCHA Concluida la misa, se dirigió la comitiva, primero al Temple, y no conviniéndoles aquel sitio, se trasladó después al teatro de la Universidad. Valencia parecía aquella mañana un cementerio; como unos 200 hombres calcula el cronista que asistirían a un espectáculo tan insólito como era el de ver a un grupo de subalternos juzgando la conducta de su General en jefe. Es decir, que el grupo de espectadores lo componían el Borrasca y sus hombres. Concluida la lectura del proceso, D. Tomás Hernández, como fiscal, leyó su acusación. Esta se había impreso ya de antemano, y la vendían los ciegos por la calle al precio de un cuarto. Hernández tuvo la imprudente desfachatez de mandar que al pie del escrito se grabase un martillo, que era el símbolo de la sociedad secreta de los Comuneros, haciendo correr la voz de que esta sociedad era la que había condenado a muerte al General. El defensor de Elío, D.José Gallego, no había querido asistir, y se leyó su defensa escrita. Entre estas ceremonias legales se emplearon los días 27 y 28 de agosto. A la una de la tarde de este día no quedaba ya nada que hacer, y el Consejo se trasladó a la Ciudadela, y volvió a constituirse en el gabinete del Gobernador de ella, porque el reo había suplicado al tribunal que antes de sentenciarse su causa se le dejase hablar ante los jueces. Elío apareció en el saloncito del Gobernador, pálido y demacrado de cuerpo, a poder de tantos sufrimientos, pero tan entero y varonil en su espíritu, que los jueces bajaron instintivamente la cabeza mientras hablaba el acusado. El reo protestó allí solemnemente de que aquel tribunal ni era ni podía llamarse Consejo de guerra, toda vez que los oficiales del segundo batallón de milicianos que lo componían no gozaban por entonces de carácter legal. Después, con voz calmada, pero firme, añadió: —Sé que me condenaréis a muerte; pero sabed que esta pena no será otra cosa que un asesinato a mansalva. Si os atrevéis a cometerlo, allá vosotros. El preso volvió a su calabozo, y los jueces se atrevieron a sentenciarle por unanimidad, de suerte que allí mismo se firmó ya la sentencia. Condenábasele "a pena ordinaria de garrote, con arreglo a lo prevenido en el artículo 1.° de la ley de 17 de abril de 1821 (ley Marcial), previa la degradación, con arreglo a la ordenanza» 1. Por la tarde se entregaba el proceso al teniente coronel Vallterra; éste lo pasó al auditor interino Genovés, quien al dar su dictamen, favorable, por supuesto, añadía que "la sentencia, arreglada en todo a las leyes, debia llevarse a efecto con la urgencia que reclamaba la ley llamada Marcial, por la que se le había juzgado al general Elío,. Cumplido este último requisito legal, volvió la sentencia a Vallterra para que le pusiese su firma y darle pronta ejecución. Se la llevaron, pues, y con asombro inaudito de todo el tribunal, Vallterra se negó a suscribir la sentencia, dando como excusa que no era legal aquella su situación en tan anómalo empleo, superior a su grado; que era preciso pasarle un oficio al brigadier D. José Espino, residente en Murcia, para que viniese a tomar posesión interinamente de la Comandancia general, que, según las ordenanzas, era a quien le correspondía. Y era el caso que el brigadier Espino, mandado llamar urgentemente una y dos veces, daba siempre la callada por respuesta. Ya la solución de este imprevisto contratiempo fue muy sencilla. Se llevó al Borrasca con su gente a la plaza del Ayuntamiento. Se les hizo gritar a su sabor; el Ayuntamiento hizo como que se alarmaba y ofició a Vallterra para que, o firmase la sentencia, o se hiciera responsable de aquellas sediciones, y D. Vicente dobló la cabeza, tomó la pluma y condenó a muerte al general Elío. En la orden del día que se dio a los cuerpos de la guarnición, el 3 de septiembre, decíase que la ley Marcial comunicaba al teniente coronel D. Vicente Vallterra la 1 Puede leerse íntegra la sentencia en la nota 30 del apéndice •citado. 153 autorización necesaria para dar ejecución a la sentencia que acababa de firmar el Consejo. Se habían salido, por fin, con la suya las logias y comunidades valencianas. (Continuará.) San f erinín, protector de los navarros (Cuento) Las crónicas celestiales' y cuatro brincos pegaba refieren que cierto día en derredor de la bota. Heg6 a aquella portería, Mas dice el refrán (y es cierto), entre otros varios mortales, que la alegría, si es sana, un navarrico de ley, bien con la virtud se hermana, de los que, de Cristo en pos, lo que confirma mí aserto; dan a Dios lo que es de Dios que aunque el hombre alegre fue, y al rey dan lo que es del rey. a esto oposición no implica Quiero decir que nuestro hombre que, como buen pamplónica, fue honrado a carta cabal, fuera de arraigada fe, buen cristiano y muy leal, cristiano de corazón, sin que por eso os asombre práctico, fino y constante, . que allá, en sus tiempos de maca, y como tal, muy amante fumara tal cual cigarro, de nuestro santo Patrón. jugara al hinque y al marro, Volviendo, pues, a mi historia, al chis y a la capuchaca; llegó a la puerta del cielo, ni que, llegado a mayor, subiendo en rápido vuelo ante los toros luciera por llegar pronto a la gloria; su agilidad de primera, mas, ¡oh caso singular!, - , sus piernas de corredor. Cierto es también que algún día, su asombro fue verdadero al ver que el viejo portero echándolas de tronera, no le dejaba pasar, agarró media jumera y por más que suplicó, en alguna churrería; . por más razones que expuso, y que en nuestra vieja plaza, San Pedro siempre se opuso la de tan grata memoria, y el paso le prohibió, la que ha legado a la historia hasta que, cansado al fin, el temple de nuestra raza, se volvió el hombre a San Pedro la del clásico tendido y le dijo sin arredro: de sol, el del "ajoarriero», —¡Pues que salga San Fermín! de los pollos y el cordero, Salió nuestro "MorenicoB, del jamón y el embutido, quien, enterado del caso, de las cazuelas de callos, mandó que le abriesen paso i " del buen vino y la alegría, a aquel viejo navarrico, ronco el hombre se ponía diciendo de mal talante: de tanto gritar: "¡Caballos!...,,, —¿Navarro y no entrar al cielo?... y al sonar la alegre jota, ¡Pase usté en seguida, agüelo! al redondel se lanzaba ¡¡¡Navarra, siempre p'alanteü! Pamplona, julio de 1922 UN VIFJO IRUÑSHEME. NUESTROS GRABADOS San Fermín, Patrono de Pamplona.—Esta hermosa imagen, que es un busto de plata construido en el siglo XVI, se conserva en la Catedral de Pamplona. En los días de gran solemnidad se expone esta imagen de San Fermín—junto con las de San Francisco Javier, Santa María Magdalena y Santa Úrsula, también de plata —a la pública veneración de los fieles, sobre la mesa del altar mayor de aquel templo. Ví.. " . Antigua puerta de la Roohapea, en Pamp/o- na.—Esta puerta es una de las seis que rasgaban las murallas para dar entrada a la ciudad. Fue construida en 1553, siendo virrey de Navarra don Beltrán de la Cueva, duque de Alburquerque, y en octubre de 1914 comenzó su demolición para ensanchar esa entrada a Pamplona, habiendo terminado las obras de reforma el 4 de marzo de 1915, en las cuales se emplearon 30.000 pesetas. \- **> LA AVALANCHA 154 En un corralillú contiguo a esa puerta se encierran los toros, a la una de la madrugada, en los días de las fiestas de San Fermín, y a las seis de la mañana son conducidos por las calles hasta la plaza en que han de lidiarse por la tarde. . Los navarros en Madrid—El último domingo de mayo se celebró en Madrid una lucidísima procesión para conmemorar el centenario de las canonizaciones de Santa Teresa de Jesús, San Francisco Javier, San Ignacio de Loyola y San Isidro. Con el estandarte de S. Fermín, los navarros de la Corte se disponen a acompañar a la imagen de San Francisco Javier, en la grandiosa procesión citada. Pasarían de 200 los paisanos nuestros que formaban en la misma. Figuraban en ella el Duque de Villahermosa, el Vizconde de Eza, los Condes de Guenduláin, Lizarraga, Val de Erro y Aybar, que asistieron con uniforme, el senador Sr. Gayarre y otros muchos navarros distinguidos. S. M. el Rey presenció el desfile de esta hermosa fiesta desde la Casa Consistorial. REVUELTA El día de la Prensa en Pamplona.—Ea la forma de años anteriores tuvimos loa periodistas de esta capital el día de la buena prensa, festividad del Apóatol San Pedro, miea y comunión general en la iglesia de Jesús y María, a las ocho y medía de ta mañana. Celebró el Banto sacrificio el M. I. Sr. Lectoral D. Emilio B. Torio, y ocupaba un lugar preferente el M. I. señor Deán de la Catedral. Con agrado vimos a distinguidas personas de nuestra ciudad que se asociaron a los periodistas en este religioso acto. / Pamplona por el Corazón de Jesús.—Brillante manifestación de fe dio nuestra capital el jueves, día de San Pedro, ea la eolemne procesión del Corazón de Jeeúe que recorrió las principales calles de Pamplona. Miles de hombres, presididos por el Excmo. Sr. Gobernador militar, Diputación foral, Ayuntamiento de la ciudad y Presidente de la Audiencia, acompañados de dos bandas de música, proclamaron, con sus cánticos y asistencia a este bermoBo acto, el reinado del Divino Corazón. Nuestra enhorabuena al católico vecindario pamplonés y a las dignas autoridades, por el alto ejemplo que dieron en este día. ¡Siempre en SU puesto!—El viaje regio a Las Hurdes lo ha revelado. Aunque el caso era bien sabido. Y la revelación consiste en que en aquellas abandonadas comarcas, donde el Estado comete defección tras defección, la Iglesia está siempre en su puesto. No hay apenas maestros, ni médicos, ni farmacéuticos; pero está el cura. Derrocha sacrificios y generosidades sin cuento. Siembra entre aquellos áridos peñascales jurdanos semillas de cariño, de cultura, de higiene, de patriotismo. En Las Hurdes, como en muchos puntos fuera de aquella comarca, es caei el único centinela avanzado de la civilización. Y ello no se debe a un heroísmo aislado, sino que responde a un plan y a una organización preconcebidos. Ahí está, en prueba, la labor del Obispo de Coria a quien ha premiado el Bey con la preciada condecoración de la Gran Cruz de Isabel la Católica. Ni es ello un fenómeno personal y de esta época. El nombre del obispo Jarrín, y de tantos otroa prelados de •las diócesis que tienen territorio en la región jurdana, lo demnestran. La acción conetante, incansable, indefectible, de la Iglesia junto a los humildes y los necesitados, que es la acción del abnegado clero español en Las Hurdes, dijéraee descrita en el sublime arranque brotado de los labios • • ' • - / y del corazón del Apóatol San Pedro en las tristes horas de la Pasión: cAunque todos te abandonaren, yo no te abandonaré jamás.» Y así junto al leproso, asi en el hoapital, aeí en la línea de fuego, aeí en el barco que naufraga, asi en medio del paludismo crónico. Sumjpre los mismos; siempre en su puesto jla Iglesia, el cu.'a I —3H<nc La literatura pornográfica en Norte América.—Según la legislación yauqui, no es licito para cualquier persona depositar en el correo, o en otro Bistema de distribución, dentro del territorio de loa Estados Unidos, e imprimir libros, folletos, periódicos, cartas e impresos obscenop, deshonestos o lascivos. Cualquier persona que conscientemente se encargue de tales empresas, con intención de vender, distribuir esoa libros, será castigado con una multa nu mayor de 5.000 dólareB, o con traba JOB forzados que no paeen de cinco años, o con ambaB coBaa a ta vez, a discreción del Tribunal. Y otra ley posterior a la de 1909 completa la acción de ésta prohibiendo «a todas las personas importar a los Estados Unidos cualquier libro, folleto, periódico, impreso obsceno u otra producción de naturaleza inmoral... Tales artículos prohibidos y embalajes en que están contenidos serán detenidos a su importación por el oficial de Aduana..» Ya que tanto imitamos del extranjero, sería conveniente seguir la conducta de Norte América en este respecto. Contra el aburrimiento.—Una señora joven le decía en cierta ocasión a Mark Twain: —¡Ahí querido amigo; eBtoy tan abarrida, que ni sus libroB consiguen distraerme. —¿De veras?—contestó el humorista, pues yo le enviaré a usted mañana una cosa que terminara con BU aburrimiento. -¿Sí? —Palabra de honor. Al día siguiente la señora recibía un paquete conteniendo un plumero, una escoba, una aguja y un dedal. De Balmes.— <La razón natural basta para conocer que hay un Dios criador de cielo y tierra. Si viéramos un palacio muy grande, muy hermoso, alhajado con magnífica riqueza y adornado con exquisito primor, ¿no diríamos que es un insensato el que afirmase que aquel palacio, aquellas alhajas, aquellos adornos nadie IOB ha fabricado ni ordenado? Pues bien: el mundo es este soberbio palacio; el sol le ilumina de día, la luna por la noche; el cielo eetá poblado de estrellas; la tierra de hombres, de animales, de plantas; el mar, IOB ríos, de pecea; el aire, de aves; laa estaciones se snceden unas trae otras con orden admirable; en las entrañas de la tierra ee halla el oro, la plata, los metales, las piedras preciosas. Y un mundo de tanta riqueza, tanta hermosura y maravillas, ¿no ha de tener un Criador y ordenador?» COSAS DE FIESTAS REHILETES REFRANEROS venido sea abril, que trae la llave del toril. Tal afirman los aficionados a lasfiestastaurómacas, condensando en un expresivo refrán el reboso de su alegría ante la proximidad de la temporada. Otros añaden: "enero es el mes primero, y abril el que abre el chiquero». Y completan los más eruditos: "Al medio del mes de abril impera el signo de Tauro.» ¡IEN LA AVALANCHA Porque el ingenio popular, retozón a la vez que sentencioso, inquieto, pero observador y locuaz, sin dejar de ser conciso, ha ido, sabia y anónimamente, ilustrando desde el tendido los acaecimientos de la brega con anotaciones al margen, y ha encerrado cada comento en un refrán comprimido, enérgico, categórico, como el perfumista encierra las esencias más concentradas en pomos diminutos. Así dice, al sentarse en su localidad, viendo reverberar la luz sobre la arena, sintiendo las primeras caricias del astro rey y saboreando anticipadamente cálidas emociones: "El mejor torero, el sol., ¡El mejor torero, el sol! Sí, porque sin él se apaga el brillo de la fiesta, se enfrían los entusiasmos, se nubla la alegría y la plaza se convierte en un horno apagado. En un día de sol se responde con mayor alegría que nunca a quien pregunta: "¿A dónde vas?», poniendo en la cristalizada contestación "A los toros,, vibraciones de enardecida intensidad. ' .. ... ; 166 guipa dende er tendió, toos los toros son chicosn, no restan justificación a! descontento popular. Porque, veamos lo que el aficionado pide: "el toro de cinco y el torero de veinticinco,,; y sabido esto, ¿habrá quien niegue que, a cambio de mayor juventud de la pedida en los toreros, los toros que se ofrecen a la lidia son menores de edad? Además, "muchos que son corridos, mejor estarían uncidos,,; y proclaman la conveniencia de cumplir esta otra prescripción: "cada buey a su carreta,,; otros resultan sosos por difíciles de lidia, como afirma el cónclave cuando asevera, por ejemplo: "con toros de Colmenar, tres pases y a matar,,; y a fin de cuentas, únicamente por excepción se otorga al arte el toro que necesita y la ganadería garantizada que reclama, como las que consignan estas sentencias: "Toro veragüeño, honra a su dueño,,, "Miuras en el cartel, taquillas sin papel,,. Y ¿qué decir de los toreros? Mientras son pobres y "mocitos,,, todo son valentías; pero no bien se enrique- PAMPLONA. -Antigua Puerta de la Rochapea, reformada en octubre de 1914, desde la cual son conducidos los toros por las calles de la ciudad, hasta la plaza en que han de lidiarse, todas las mañanas de los días de las corridas de S. Fermín hoto. Aquilino Gnicin Deán Pero con sol y sin él, hoy, a! salir de las corridas, cuando alguien pregunta: "¿De dónde vienes?», se suele responder, solemnizando la siempre triste declaración "De los toros,,, con mayor tristeza que antaño. Salvo raras excepciones, no sale satisfecho e! aficionado de la fiesta; encerrado en el anillo deja, al retirarse de él, la esperanza malograda y el placer evaporado, como flores secas que caen al arroyo porque perdieron su perfume. La causa de su decepción consiste generalmente en la decadencia y en la languidez de las corridas, cuyos episodios recuerda, no ya con la amargura hija de la emoción que se disipó, sino con aquella otra que se siente al ver desvanecida la realidad de una emoción soñada. Y no es porque el público sea en la actualidad más exigente que ayer; es porque cuanto constituye y compone el espectáculo tiene un espíritu menos cumplidor. Aquello de que "siempre juzgan manso al toro :' ios que están en el tablado», como dijo el gran Lope de Vega en su comedia "Pobreza estimada,,, y esas otras dos afirmaciones que añaden: "desde la barrera es torero cualquiera» y "pa er que los cen o se casan, olvidan que "una cosa es correr y otra es huir,, porque, como aseguran dos dichos de Juan del Pueblo, "torero que se casa, ciruela que se pasa», "para matar decentemente, estorba la cuenta corriente,,. Algunos de los que están en este caso llegan a practicar aforismos tan reñidos con su profesión como aquel que recomienda "con animales de cuatro orejas no te metas en consejas», o el otro que proclama "de cuerno, ni ei tintero»; con lo cual vemos que solo "a cabeza pasada son ios floreos y las arrodilladas». Pues aun así, pese a la degeneración de la fiesta, las corridas siguen en auge, las empresas ganan más que pierde la afición, y "de enero a enero, las palmas y el dinero son del torero». ¡Qué más! No pudiendo acabar con el espectáculo el poder del pontífice ni el del cesar, Pío V impuso a los lidiadores, en su Bula de 20 de noviembre de 1567, excomunión mayor, y les privó de sepultura eclesiástica s¡ morían en la lidia; la ley 10, título XVI de la Partida IV, rechazaba su testimonio en juicio. ¡Como si cantaran! El pueblo continuó arruinándose por verlos, y, si no fuese "por un resto de prudencia», tendríamos más toreros que espectadores. — •'--'•• Luis MARTÍNEZ KLEISER. PAMPLONA.—Imprenta Librería y Centro de suscripciones de Jesús García, calle de la Estafeta, número 31 LA AVALANCHA 166 CáJA DE ABOERÜS DE UU RELOJERÍA Y ÓPTICA CASA ARRILLAGA HUCHAS Fundada en 183O En esta casa se venden anteojos de cristal de roca periscópicos y laarienoásclapes que prescriben loe señoree oculistas. •' Z a p a t e r í a , SO, P A M P L O N A TELÉFONO Vinos especiales para enfermos g convalecientes ELABORADOS LO3 AÑOS 1888 Y 89 ' Aceites fiuoB de oliva y especíala pata toda clase de lámparas. 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