La Avalancha : revista ilustrada. Año 28, n. 654 [i.e. 656] (6 julio 1922)

Anuncio
Año XXVIII
Pamplona 6 de julio de 1922
Núm. 654
1
BIBLIOTECA CATÓLICO-PROPAGANDISTA
Teieria, 4O,
2.°
ADMINISTRACIÓN, ESLAVA, 3
DIRECCIÓN, NAVAS DE TOLOSA, 23, 2.°
8. FERMÍN Y EL PUEBLO NAVARRO
enervantes aficiones e insanos vicios, la dignidad del que
ha de responder a su noble pasado y aun la gravedad del
que siente sobre sí el peso de la gloria de muchas centu^ Uno de los cuadros más hermosos que contemplar se
rias; es que se trata de un pueblo cuyos hijos saben apapueden, es el de un pueblo celebrando la fiesta de sus
recer, como aquellos caballeros de esclarecidas órdenes,
preclaros antepasados. Quien lo
según frase de San Bernardo»
observa no puede menos de exleones a la llamada del clarín,
clamar conmovido: Ese pueblo
cuando lo demandan graves invive, sabe sentir; el alma de las
tereses religiosos y patrióticos,
generaciones que le precediey corderos al so lido de la camron, lo conmueve y agita con
pana, para rendir su adoración
sublimes arranques; por sus veal Dios de sus padres; es que
nas todavía circula, con calor
se trata de un pueblo para el
vivificante, sangre ennoblecida,
que el tiempo no parece pasar,
y como cuida de inspirarse en
dejando huellas destructoras, silos ilustres hechos que a sus
no amontonando nimbos de luz,
padres enaltecieron, no hay duesplendores de gloria, títulos de
da que logrará realizar una misuperior hidalguía; de un puesión saludable en la tierra.
blo cuyas alegrías son las más
expansivas porque su corazón
Y cuando ese pueblo es el
está sano, y las más francas
pueblo navarro, y el preclaro
porque no tiene en el fondo de
antepasado el glorioso San Fersu alma contrariedades que no
mín, la hermosura del cuadro
sepa
dominar con la potente
adquiere proporciones extraorfuerza
de su espíritu; de un puedinarias y reviste atractivos sinblo
que
con frecuencia pasea,
gulares. Es que se trata de un
con
aire
dominador, su mirada
pueblo apegadísimo a sus tradipor la tierra, porque primeraciones, de un pueblo que siente
mente fija sus ojos en el cielo.
los ardores de sangre juvenil;
Y se trata de San Fermín, del
es que se trata de un pueblo
venerable patriarca que preside
que sabe guardar para sus gloa
la familia navarra, del que
riosos progenitores un amor
nos
dio el glorioso nombre con
acendrado, no desmentido por
el
que
santamente nos enorgulos años ni aminorado por la
llecemos, del que comunicó al
distancia que pongan los siglos;
corazón navarro los impulsos
es que se trata de un pueblo
que tanto lo han levantado, del
que, en los regocijos a que se
San Fermín, Patrono de Navarra
que imprimió saludable direcentrega para celebrar la memoImagen de plata en la Catedral de Pamplona
ción
a las energías de nuestro
ria de sus ilustres ascendientes,
sabe manifestar, admirablemente hermanados, el candor y
sencillez con todos Jos encantos de la primera edad, los
bríos y entusiasmos de un corazón fogoso no gastado por
pueblo y lo hizo enamorarse delideal sublime que tanto
lo ha enaltecido y dignificado; se trata de Fermín, del que
enseñó a andar a este pueblo de modo que diera pasos
¡,
146
LA AVALANCHA
de gigante; de aquel Fermín que en torno de sí reúne y
concentra todo el pueblo navarro; del Fermín en cuyo
honor, ya en vida, resonaron las calles de Iruña con aclamaciones que repercutieron las montañas, continuando su
eco sin cesar, y que, como dice San Braulio en el siglo V,
era célebre entre los vascones, venerado con efusión por
los intrépidos pechos que abatieron, no pocas veces, el
vuelo de las águilas romanas, que desesperaron después a
ios pretenciosos godos y que subyugaron al feroz sarraceno; del que comunicó a los navarros ardores no extinguidos, sino acrecentados por los más furiosos vendavales, e infundió en el alma de este pueblo el temple que
miran otros con asombro. Y se trata del pueblo navarro
y de Fermín, unidos por el amor más probado y la fidelidad más inquebrantable; del pueblo navarro y de Fermín,
que aparecen como identificados en u.ia misma alma, de
manera que se crea ver la figura de Fermín dibujada en
el carácter navarro, y a éste, ennoblecido y dignificado
por el aliento soberano que Fermín le infunde. ¡Oh Navarra! querida patria mía, no sé si me ciega el amor que
te tengo; pero, aunque yo callara, hechos numerosos, con
voz más elocuente, pregonarán tu gloria; porque miro
tus montanas, no holladas por maléficos genios, rodeadas del ambiente más puro, impregnadas de la más dulce poesía y revestidas de fresca y lozana vegetación, de
las honradas costumbres que en sus laderas florecen. Y
admiro tu Ribera, vivificada por los ardientes rayos del
sol del cristianismo, y abundante en frutos de abnegación
y de virtudes cristianas las más acrisoladas; y observo,
sobre todo, que aquel prodigio de virtud y de heroicidad,
aquel asombro del mundo, el Apóstol de las Indias, nuestro insigne Javier, recordaba con fruición y orgullo, a
menudo, que era navarro, y con tal recuerdo sentía impulsos para lo más sublime, y nada reconocía superior
para quien lleva tu nombre.
¿Y de dónde, de quién le viene a Navarra este temple,
esta hidalguía? ¿De quién este valioso patrimonio y rica
herencia? Ya lo sabéis y lo he indicado: de Fermín, que
supo comunicar a sus paisanos el mayor entusiasmo por
el ideal más alto, y dar a sus corazones el temple más
levantado.
Recordémoslo, no para envanecernos tontamente, sino
para agradecérselo a nuestro Patrono, quizás para humillarnos, y en todo caso, para reanimarnos.
(Del exordio del sermón que, por encargo del Excmo. Ayuntamiento de esta capital, predicó en la festividad de la Octava de S. Fermín,
del año 1908, nuestro paisano el M. I. Sr. Dr. D.Justo Goñi, Provisor y Vicario General de Tarazona.)
EL miLAGRO DE SAN FERMÍN
s seguro que cuando los "iruñshemesn o
"pamplónicas», y aun algunos que no lo son
pero que pertenecen a la Cuenca, y aun los
de algunos otros pueblos de Navarra, lean el
precedente epígrafe, van a creer que el milagro de nuestro Santo moreno es el que se repite invariablemente, todos los años, durante las populares fiestas
que, por él, se llaman precisamente "sanfermines,,.
Y partiendo de esa creencia, habrá quien se figure que
el citado milagro consiste en que un pueblo serio, como
el pamplonés, sea ejemplo viviente de la más sana alegría durante las fiestas; o en que las gargantas y piernas
cíe nuestros mozos baten todos los records de la resis-
tencia; o en que la ciudad resuelva el problema de la penetración de los cuerpos, así en las calles y plazas como
en los espectáculos públicos de toda clase; o en que se
coma y se beba a todo pasto, sin averías graves en los
estómagos; o en que todo el mundo arme jolgorio, sin
que surjan la menor riña .ni disgusto; o. finalmente, y este es el milagro más patente en las fiestas, en que, a pesar del enorme peligro que los clásicos encierros envueive para los "tradicionales,, corredores, nunca htfya ocurrido una desgracia irreparable ni aun en los años en
que los toros tuvieran que abrirse paso a través de una
muralla de carne humana, ni en aquellos otros, más fre- cuentes, en que algunos ilustres curdas eran empitonados por toros de trapío, quedados en el ruedo, antes de
llegar a la entrada de los toriles.
Y a fe que este último hecho reviste caracteres inconfundibles de milagro.
Porque es perfectamente explicable que, no obstante
lo peligroso del espectáculo, pueda transcurrir un año
sin que suceda ninguna desgracia; pero que pasen un
año y otro y docenas de años, y que los toros, aislados
unas veces, alcancen y acometan a personas también aisladas, O que, en tropel la torada, alcance, pise y cornee a
la gente caída en informes montones, y que no haya memoria de ningún muerto en esos lances, en los innumerables años que vienen repitiéndose, es algo que sale de
las naturales y humanas contingencias y reviste sorprendentes caracteres de extraordinario, de sobrenatural.
Pero ese milagro, de todos presenciado repetidamente
y por ello casi olvidado, no es el que ha determinado la
publicación de estas líneas: hay otro muy importante,
muy conocido, muy transcendental, en el que, sin embargo, no hemos parado mientes los paisanos de San
Fermín.
Y eso que el hecho es de notoriedad extraordinaria y
ha de quedar incorporado a las páginas más transcendentales de la "Historia Universal,,.
Vamos, pues, a relatarlo con la mayor precisión posible.
Alrededor de la mesa de régimen de un suntuoso y
concurrido balneario hallábanse reunidos varios comensales, charlando con aquella franca y abierta camaradería
•que es propia de tales centros.
Formaban la tertulia, una señora y una señorita francesas, ambas muy piadosas, y varios españoles, entre ellos,
dos navarros, uno del corazón de nuestra montaña y el
otro de la vieja Iruña, "pamplónica,, que no había más
que pedir.
Hacía poco tiempo que había terminado la gran guerra
europea, y no hay que decir que tal asunto era la materia
de conversación de los reunidos.
Se hablaba de ia enorme duración que había tenido la
lucha armada, de las alternativas de la guerra en todos
los frentes, de la enorme mortandad de Rusia, de la gran
organización alemana, de la tenacidad inglesa, de la acometividad francesa, de la belicosidad lírica italiana, de la
sabiduría y prudencia de España, al mantenerse neutral,
de todos los temas, en fin, que han ocupado al mundo
entero desde agosto de 1914 hasta los últimos meses de
1918 y aun gran parte de 1919.
Por ese camino hubo de llegarse a tratar de la crítica
situación en que se hallaron los ejércitos aliados en la
primavera de 1918, por haber traído los alemanes a Occidente todas las fuerzas del frente oriental, a causa de la
paz entonces pactada con Rusia.
Los franceses entonces afirmaron, con la proverbial
presunción de sus compatriotas cuando se trata de asuntos guerreros, que gracias al valor legendario de los "peludos,, pudo salvarse el ejército inglés del peligro que
corrió a consecuencia de la ruptura de sus líneas el día
21 de marzo, y operaciones subsiguientes del ejército alemán en los días inmediatos.
Mas el pamplonés no estaba conforme con tal opinión;
y con toda cortesía, pero con todo tesón a la vez, hubo
de replicar a las preopinantes que el peligro de aquellos
días no lo habían conjurado los aliados de ningún grupo,
sino un Santo, y que ese Santo era un pamplonés, era
San Fermín.
LA AVALANCHA
La demostración de esa tesis fue rotunda: le bastó
enumerar los hechos tales cuales habían sucedido.
En efecto, el día 21 de marzo los ejércitos alemanes
rompieron las líneas avanzadas en el frente inglés, y como consecuencia de ello, dichos ejércitos llegaron pocos
días después a Villers Bretonneux, esto es, a quince kilómetros de Amiens.
Nadie creía, ni los mismos aliados lo esperaban, que
el avance de los alemanes pudiera contenerse en forma
alguna.
Pero lo cierto es que no pasaron un kilómetro más; y
aunque todos consideraban que Amiens sería presa segura para los invasores, la ciudad no llegó a ser conquistada como se temía, y no solo eso, sino que la parada o
detención fue definitiva, y ello ocasionó a la larga, con la
intervención de los americanos, la liberación del territorio francés y el triunfo de los aliados.
Pero nadie cayó en la cuenta de cuál fuera la causa de
cambio tan radical en el curso de la guerra.
147
la carne los acontecimientos de ia Historia, os dirá que
el avance alemán de la primavera de 1918 fue contenido
y roto por el esfuerzo de los ejércitos aliados.
El creyente que mire los acontecimientos con los ojos
del espíritu, tendrá que reconocer que aquella detención
del ejército enemigo a las puertas de Amiens, cuando la
desmoralización se iniciaba en el ejército aliado, no tiene
explicación meramente humana, y hay que remontar los
ojos del espíritu a la región sobrenatural, y allí veremos
a San Fermín deteniendo con su mano poderosa la invasión, de otro modo inevitable, sobre Amiens y salvando
a su antigua grey de los horrores de la misma.
AI menos a mí me parece que no hay otra explicación
satisfactoria que la última.
Y ello me hace recordar que los pamploneses no nos
hemos portado muy bien con nuestro Santo.
Porque, sabiendo que su cuerpo está allí, ¿cómo no
hemos organizado todavía una peregrinación navarra para
visitarlo?
MADRID.—La colonia navarra disponiéndose a acompañar a au Patrono en la procesión
del Tercer Centenario de la Canonización de San Isidro
.
.
Y sin embargo, ello se debía a nuestro Santo, ello se
debía al milagro de San Fermín.
Porque esa ciudad de Amiens guarda el cuerpo de
nuestro Santo Patrono y fue diócesis regida por tan ínclito varón; y San Fermín es un Santo que, dondequiera
que esté, derrama a raudales los beneficios de su mano
pródiga.
Por esa razón no podía dejar a sus hijos espirituales,
de la diócesis que en la última época de su vida rigiera,
expuestos a los males que la invasión extranjera les había de producir.
Y los extranjeros no pisaron el suelo de Amiens: las
ovejitas del rebaño de Fermín se salvaron de los horrores más cruentos de la guerra, como son el asalto y atropellos subsiguientes, de los que difícilmente se priva
ningún ejército triunfador en el momento de romper la
resistencia enemiga.
El milagro de San Fermín estaba realizado.
La tesis precedente obtuvo el asentimiento y conformidad de todos los reunidos.
*
Lector católico y navarro:
En la fachada principal üe la Catedral de Amiens hay
una imagen de nuestro Santo Patrono, primer obispo
que fue de aquella ciudad. En el interior hay una reliquia
de precio inestimable: el cuerpo glorioso del Santo, objeto de veneración constante por parte del vecindario de
aquella población y de otros muchos pueblos de Francia.
El observador descreído que solo mire con los ojos de
•
Foto.
Satué
El celoso párroco actual de San Lorenzo^ parece que
tiene el propósito de organizaría; y nosotros nos atrevemos a suplicarle que lleve adelante esa laudable empresa
y que una nutrida peregrinación de navarros pueda visitar, sin tardar mucho, aquellos famosos lugares donde
tuvo lugar el milagro de San Fermín.
ROCHAPEENSIS.
LAS MODAS Y LA MORAL
A necesidad y el pudor fabricaron los
primeros vestidos. La necesidad los
hizo sencillos; el pudor los hizo modestos. "Pero vinieron, dice San Juan
Crisóstomo, la ambición, el capricho y
las competencias, y llevaron hasta el
crimen lo que en su origen no pasaba
de ser una necesidad sencilla y natural; siendo lo peor, que en toda esta
locura no han querido nunca los hombres ver pecado alguno...»
Pero hay que desengañarse de una vez. El lujo excesivo, por lo superfino, o por lo impúdico, no dice bien
con la moral del Evangelio cristiano.
'
.•••'./•-
'"••,
".'".
•-
.."• > / . • > . •
:
"•.
i . ' * > ; . . ' - ,
:
'/,}',•"•;.:
.^.-•••..-v-1""
'•',
-v " ." •' v
LA AVALANCHA
148
En primer lugar, este abuso en la indumentaria y adorno perjudica a la paz\ moderación y buen orden en las
casas cristianas, y esto se opone al Evangelio, que se
promulgó para dirigir no sólo la vida privada, sino también la doméstica.
Decidme francamente: ¿no está en Ja mente de todos,
que en muchas familias reina el desorden, la discordia, la
miseria, porque se quiere vestir con un lujo superior a
sus fuerzas? Algunas parece que se casan sólo para arruinar con los gastos de su vanidad a las familias que cargan con ellas. Hemos visto disipar en pocos años la dote
más pingüe, derrochar en un día las fatigas de un año.
La moda es como el juego: cuanto más se pierde, se impone más. Cuanto más encandila al principio, más pronto se desprecia y se pospone por otra. Cuanto más extranjera y costosa, tanto mejor... ¿Qué importa que se
devoren patrimonios enteros? Lo que importa es aparentar, darse aires de abundancia, aunque mañana haya de
malvender las galas para no ser víctimas del ayuno.
Mucho lujo, gran boato,
Modas, trajes, ilusiones,
Y luego... pocos doblones,
Y economía en el plato.
•
•
•
.
.
.•
cador? ¿No es sobrada desgracia el que "asustéis con
esas tendencias a vuestros futuros (como muy bien decía
la insigne María de Echarri), porque el presupuesto de
sus prometidas les horroriza y no saben hasta dónde llegará esa locura por lucir?., ¿No es bastante fárrago veros envueltas en tanta luisiyna y canesú, y encajes de Irlanda y guipures y tul y tafetanes y terliz... sino que también queréis cargar con la responsabilidad de las almas
ajenas, a las cuales cazáis como moscas entre vuestras
telas... de araña?...
**•
Acordaos que sois templos de Dios. Si os preciáis de
honestas, mostradlo en los hechos. Abrid el Evangelio y
ved cómo habla Jesucristo de la profanidad e indecencia
de los vestidos. Unas veces los desprecia comparándolos
a la yerba y al heno; otras los abomina en la persona del
rico Epulón; otras los increpa en la indumentaria arrogante de los fariseos. Y cuando el porte de los vestidos
raya en escándalo, entonces aquel mansísimo Cordero
ruge como un león, y respira fuego w terror.
¡Ay del mundo a causa del escándalo!... ¡Ay de aquel
que lo introduce en el mundo!... Mejor le fuera ser sumergido en el mar, antes que escandalizar una sola alma...
. E., S.J.
•
También es culpa de la moda que se descuiden las
obligaciones del propio estado.
¿Qué tiempo queda para ello? La mitad del^ día se va
en componerse para aparentar. La otra mitad'en procurar lucir ostentosamente todo aquel fastuoso aparato, en
celebrar semejantes bagatelas, en criticarse mutuamente
y en comentar los Futuros figurines.
¡Ah! sí, se me olvidaba... Queda tiempo para ciertas
devociones: para ir a la última misa, procurando allí no
ser la última en apropiarse la última moda. Para las devociones que enseñan a orar, y a velar sobre las conductas de los criados, y a educar cristianamente a los hijos,
para esas no hay tiempo. ¿Habrán pasado de moda?...
Otro mal moral muy grave que acarrea el modo de trajear, la moda excesiva, es que deforma el alma, y la
acomoda a la extravagancia o frivolidad del hábito externo, o delata estos vicios, si ya existen.
Al tenor del vestido va el porte de la persona, Lo ndículo, lo indecoroso, acusa rareza e impudor, y engendra más impudor y rareza; es justamente causa y efecto
de esos vicios. El vestuario, el tocado exterior, puede
mucho en orden a despertar o adormecer las pasiones
humanas. El traje puede engañar acerca de la fortuna,
que hay muchos mendigos disfrazados de reyes; pero no
engaña sobre la característica del alma. Aunque, como
sucede con todo lo terreno, más fuerza tiene para pervertir que para santificar. "El hábito bien puede no hacer
al monje», pero seguramente el hábito puede deshacerle,
aseglararle, degradarle.
.
Dañan, además, las modas excesivas al alma, en cuanto que ofenden no pocas veces la modestia y el rubor,
y son señuelos de deshonestidad y lascivia.
Parece que se escogen las modas más aptas para despertar las pasiones vergonzosas, tís horrible el abuso que
en algunas partes se hace de lo que se llama toilette de
verano, estación infernal de la moda. Unas veces serán
las delicadas muselinas que más bien delatan que amparan un imprudente escote; otras veces serán las cortas o
mal recogidas prendas, o caladas de claro en claro, o ligeras de turbio en turbio, o ajustadas de todo en todo...
Ello es que, a pesar de los pesares, gentes extranjeras de
vida non sancta imponen su indumentaria, aun a personas educadas y piadosas, pero tiranizadas imperiosamente por la moda; y no se ve, al exterior, la debida línea
divisoria entre las hijas de Eva y las de María.
¿No os basta, pobres mujeres, sudar unas veces bajo
la prensada incomodidad de tanta balumba? ¿No es sobrado tener que hacer el ridículo, y desvirtuar vuestra
natural gentileza con todo ese andamiaje feísimo de to-
RASGOS DE LA PATRIA
Recuerdos de sanfermines
o puede ser más grato el recuerdo de los sanfermines pamploneses que conservamos frescos
en la memoria todos los que hemos tenido la dicha de presenciarlos alguna vez, por tratarse
de fiestas inimitables por lo solemnes, animadas, bulliciosasy espléndidas, muy difíciljnente igualadas por otras, y no superadas
en este sentido por ninguna, según opinión de muchos.
y (¡Por fuerza que fiestas tan rumbosas y brillantes que raíces tan
hondas de piedad y floraciones
tan abundantes y ricas de entusiasmo y alegría parecen
tener en el corazón de los pamploneses, han debido ser
elaboradas en la costumbre por el amor más firme y la
devoción más intensa, al través de los siglos, por medio
de una tradición gloriosa que ha llegado a saturar, a henchir poco a poco el alma popular de fervor y regocijo,
de buen gusto y dulcedumbre, de lucimiento,, de hermosura y de grandeza sorprendentes, inspirados por el amor
a San Fermín, patrón de Navarra.
Así ha debido suceder, indudablemente, como podríamos comprobar rebuscando noticias antiguas referentes
a la importancia creciente de los sanfermines.
Muchos de los navarros que ahora vivimos hemos conocido las fiestas de Pamplona celebradas en el último
tercio del siglo anterior, conservando de ellas el mejor
recuerdo; y yo, por mi parte, no olvidaré la satisfacción
inmensa que me causaron las primeras que vi, que fueron las del año 1886, en las cuales, como director de un
diario de la capital, pude ser testigo de la impresión gratísima que el desarrollo del programa de festejos produjo a huéspedes tan ilustres como Sarasate, Arrieta, Zabalza y otros músicos eminentes, así como a otros conspicuos periodistas que vinieron de Madrid para maravillarse y gozar como nosotros. Lo cual no tiene naJa de
extraño, porque también hemos oído a nuestros padres
y abuelos hablar del raido que metían los sanfermines
en sus tiempos, que eran los de Romea, Cuchares y
Pepe Hillo.
•y./
LA AVALANCHA
No creo que sea difícil encontrar en Pamplona noticias
nuevas acerca de los sanfermines de la última mitad del
siglo XVIII, las cuales serán ciertamente interesantísimas,
a juzgar por las que, en diferentes ocasiones, hemos leído
en la prensa referentes a esa época.
De principios del siglo XVIII conocemos detalles de
las fiestas que Pamplona celebró en 1712, los cuales fueron publicados hace ya algunos años por el excelente patriota y buen alcalde de la capital D. Alfonso Gaztelu; detalles de sanfermines que me permito recordar para que
no se olviden.
Se trata de un escrito procedente, sin duda, del archivo municipal de Pamplona, el cual nos hace saber que el
6 de julio de 1712, a las cuatro de la tarde, fue el Ayuntamiento a vísperas de San Fermín, celebradas en la iglesia de San Lorenzo, acompañado de juglares, danzantes
y ciudadanos pamploneses; y que en la noche del mismo
día se cantó salve solemne. El abanderado de San Fermín fue D. Fermín de Ansa.
Al día siguiente, o sea el de la fiesta, "fueron los regidores, con mucho acomp.0 de cavalleros y ciudadanos, á
la Cathedral; se formó la procesión, concurriendo los cavildos de San Fermín, San Nicolás y San Lorenzo y las
comunidades de los conventos y los gremios con estandartes y el abanderado con el suyo. Se recogió el sagrado cuerpo y reliquias del glorioso San Fermín en San
Lorenzo, y al llegar al árbol grande que está junto á la
fuente de San Antón, se hizo una salva de artillería, y
continuó por San Antón, Salineria, cabezera de la Plaza
, por la puerta de D. joseph de Caparroso, por la calle
Maior se llegó á San Lorenzo, donde se celebró la misa,
oficiándola la música de la Santa Iglesia. Los regidores
salieron vestidos con joias, cadenas y cordondillos, sin
embargo de los lutos,,.
Cuanto a los festejos profanos, en este año 1712 no
funcionó el teatro, pero sí al siguiente, sabiéndose que
en 4 de julio fue contratada la compañía de Antonio Lorraiga, "con aiuda de cien reales de á ocho por treinta
funciones,,.
Respecto a las corridas de toros, el Ayuntamiento las
honraba con su presencia, constando que ya el día 6, al
, salir de vísperas, fue desde la casa consistorial "sin formalidad de horden, á la casa toril, á la muestra de los
toros. Y no fue el Virrey por no haber venido el que estaba nombrado, y dichos regidores y vecinos fueron de
gala».
El día 11 de julio de dicho año 1712, "a las dos de la
tarde salió la ciudad de su casa con sus clarines, timbales, maceros y tenientes de justicia á caballo, y después
en tres coches los regidores fueron hasta la casa del toril, entrando por la plaza del Castillo con danzas y julares, subiendo á los valcones de la casa de D. Agustín de
Sarasa (¿actual edificio de Iruña?). Salieron á despejar la
plaza D. Joseph de Anoz, del Consejo de S. M., y su Alcalde de la Corte Maior, y habiendo hecho la cortesía al
Consejo, fueron continuándola y la hicieron á la ciudad,
dando la vuelta á toda la plaza y pasando después por
devajo de los valcones donde entraron y subieron á ocupar sus puestos, é inmediatamente que salieron los caballos del despejo se dio orden para que sacasen el toro».
Acerca de la entrada de los toros en la plaza, aparecen
algunas noticias originales y muy curiosas que pueden
servir de precedente histórico al encierro famoso y característico de las fiestas de Pamplona, puesto que los
mismos abanderados del Santo y aun también los regidores intervenían en la operación, hasta que en sesión de
7 de noviembre, creo que del citado año, propuso el Vizconde de Azpa "si gustaba la ciudad de tomar resolución
de que los abanderados de San Fermín no entrasen con
los toros la mañana que se hace el encierro de ellos en
la casa toril para la corrida principal de las fiestas del
glorioso patrón San Fermín, respecto de que este acto
era muy indecente y no decoroso hacia la ciudad y el
abanderado, y habiendo oido esta proposición y discurrido sobre ella los señores regidores, habían resuelto que
entrasen los abanderados con los toros, como también á
parecido á los hombres de maduro juicio acción indecorosa que un señor regidor entre haciendo oficio de ba-
14»
quero, y que á mas son muchos los riesgos que se han
esperimentado sin que el valer ni la abilidad pueda prevenirlos, pues no le hay para que un caballo tropiece y
caiga corriendo por empedrados; todos unánimes y conformes resolvieron que de aquí adelante los señores regidores no entren en la forma acostumbrada ni en otro
modo alguno, pena de quinientos ducados».
Queda, pues, probado que los capitalistas y Lagartijos que, con asombro general, corren delante y rozando
las astas de los toros, en los renombrados encierros de
Pamplona,, vienen a ser como una prolongación o un resurgimiento del antiguo abanderado del Santo, y aun de
los mismos regidores de la ciudad, que hasta 1712 intervenían directamente, exponiéndose a percances serios
que alguna vez sufrieron en el acto de llevar al toril las
reses bravas, confundiéndose con ellas, especialmente el
abanderado, del cual asegura un documento de la época,
que, mirado a cierta distancia, "no se sabia si iba montado en un toro ó en un caballo». De manera que la afición
pamplonesa de los encierros parece que ha tenido raíz
tan honda en el espíritu popular, que, aunque amputada
arriba, retoñó después abajo, por no decir abajo y arriba
al mismo tiempo, con los brotes vigorosos que hoy tiene.
De los sanfermines respectivos a los siglos XVII y
XVI no puedo ofrece ahora pormenores, ni cabrían en
este espacio; pero tampoco son necesarios para demostrar la tesis, porque seguramente nadie habrá olvidado
que desde 1643 hasta 1657 sostuvo Pamplona, con el
mayor empeño, pleitos célebres y costosos en defensa de
San Fermín, y que en 1597 interpuso las más altas influencias para que Felipe II adquiriera en Amiens una
reliquia del excelso Santo pamplonés; hechos estos y
otros que prueban el entusiasmo incomparable de Pamplona por su Patrono, así como también los obsequios
que le dedicaba, porque sin duda que a tan gran devoción corresponderían también grandes fiestas.
Sobre los sanfermines medioevales, aunque no sepamos mucho, no ignoramos que en 1471 fue atribuida por
los pamploneses la liberación de su ciudad al glorioso
San Fermín, aparecido con tal objeto, :ra yendo la paz y
el triunfó de los suyos; hecho o suposición que demuestra la devoción de Pamplona, reveladora de los cultos y
de las fiestas que le dedicaba desde tiempos antiguos;
porque tampoco habrá olvidado nadie que en el siglo XII
el obispo D. Pedro Paris, para dar más esplendor y
brillantez a dichas fiestas, dispuso que se celebraran con
doble música y cantores, dejando rentas perpetuas para
ello, en conmemoración de la adquisición de la reliquia
del Santo en 1186.
Los sanfermines de la Edad media debieron tener importancia; y así lo cree la opinión sensata, y representándola y encauzándola, un prestigio tan indiscutible como
el eminente Campión. Porque Campión, ateniéndose a
los datos que conocemos, o a otros, describe con verdadero lujo de detalles, en su hermosa novela Don García
Almorabid, la fiesta de Pamplona de 7 de julio de 1276.
Una inmensa muchedumbre, henchida de gozo, espera
en la puerta de la Catedral la salida de la procesión.
Preséntanse los cabezudos persiguiendo con vejigas a los
alborotados chiquillos y segadoras, y luego los gigantes
Pero-Suciales, Mari-Suciales, Jacefluzurari.
Abrense
las puertas del templo, y aparecen las cruces parroquiales. Vienen las hermandades y gremios con sus estandartes, algunos de seda, bordados de oro, con pinturas del
Santo y de los útiles de los oficios; y detrás, los pendones
de los barrios, con acompañamiento de atabaleros y
trompeteros vestidos con dalmáticas rojas. Pasan el Merino de Pamplona y las Montañas con su insignia, el Sayón con el hacha al hombro y 60 escuderos con espadas
desenvainadas. Desfilan los fieles, llevando reflejada en
el semblante la más sólida piedad; siguen los frailes menores, y detrás una multitud de enfermos y lisiados, entonando tristes cánticos. Llega la música, compuesta de
gaitas, trompetas de bronce, trompas de madera y cuernos. Continúa la línea de la procesión, con el Síndico de
la Docena llevando el pendón rojo; y en seguida, el pueblo, enfervorizado, arrodíllase ante la imagen de San Fermín, a la cual escoltan y alumbran con hachas de cera
* ^ ; ' p * ; ^ <-¿i5f^' •
150
LA AVALANCHA
los más conspicuos de la ciudad y del reino, precediendo
al Prior y a los Canónigos regulares de San Agustín.
Cierra la procesión el Concejo presidido por eí Alcalde,
llevando delante varios heraldos que con sus olifanís o
bocinas tocan algunas melodías. La devoción, el entusiasmo y la alegría se comunican a todos, al paso de la
solemne procesión del año 1276, que presenciamos admirados.
Resulta, pues, indudable que la importancia creciente
de los sanfermines responde a una tradición gloriosa,
mejorada de generación en generación, como los aniilos
de una cadena formada con eslabones cada vez mayores
quemábanse perfumes de la Arabia que, al tributar honor gentílico a las estatuas de Júpiter o de Diana, perfumaban deliciosamente el ambiente de aquella morada del
poderoso senador que en la gran asamblea del Senado
ocupaba su excelsa silla en representación de la Vasconia pirenaica.
Apenas hacía veintidós años que en la capital de Judea
había sido crucificado un Hombre-Dios, hecho sobrehumano que había conmovido al pueblo judío y a su dominador el pueblo romano, y todavía no había llegado a
la región de los bosques pirenaicos la noticia de tan inusitado acontecimiento.
I
PAMPLONA.-Salida de la procesión de San Fermin, de la iglesia de San Lorenzo,
, '
el día de su festividad del año 1921
'
y cuyo principio se escondiera en la lejanía misteriosa;
porque la devoción y el entusiasmo de los pamploneses
aumenta constantemente hasta culminar en las fiestas
alegres, rumbosas, espléndidas y brillantes de la actualidad.
JUAN P. ESTEBAN y CHAVARRÍA.
EL HIJO DE FIRMO EL SENADOR
RA a fines del imperio de Claudio, poco antes de que ocupase
el trono de los cesares el impío
Nerón, cuando en la hermosa
Pompeyópolis según los romanos, é Iruña según los vascones,
vivía una ilustre familia compuesta del jefe de la casa, el senador Firmo, su esposa la noble
matrona Eugenia, y sus hijos Firmino, Fausto y Eusebia. Numerosa servidumbre de esclavos romanos y criados indígenas atendían a los mandatos del ilustre
~~~~
senador Firmo y de los suyos.
El palacio de Firmo era como de aquella época, suntuoso, con estancias regias y decoración suntuaria. Alfombras persas cubrían en parte los pavimentos de mosaicos;
recias columnas pétreas decoraban el pórtico y el peristilo; sobre trípodes broncíneos hallábanse colocadas las
divinidades, y en artísticos fogariles y braseros de plata
•
Foto.
Roldan
El joven Firmiiio
Como hijo mayor, primogénito del gran senador Firmo, el joven Firmino era servido y educado con todo el
boato de su nobilísima prosapia. Tarde de verano era
aquella en que el adolescente mocito habíase levantado
de su litera, después de sestear en el ledas las horas de
la tarde estival.
Atentos a que su joven señor se despertara, estaban los
esclavos Román y Flavio.
En cuanto se descorrió la cortina del dormitorio y puso Firmino los pies en la alfombra de piel de pantera que
cerca de la litera estaba, los esclavos Román y Flavio se
acercaron, pusieron la rodilla en tierra, y con la cabeza
inclinada esperaron órdenes.
—Al baño—dijo Firmino,—y haciendo de sus manos
asiento los jóvenes esclavos, se sentó en ellas el aristócrata joven y lo condujeron en volandas a la pila de mármol donde el baño perfumado aguardaba al patricio.
El joven, asistido de sus esclavos, tomó su baño conservando los paños de honestidad, y una vez terminado
el refrigerio, los dos esclavos le enjugaron con lienzos
finos, le ungieron con afeites aromáticos, le arreglaron
los cabellos morenos que a modo de melenas le cafan
con gracia hasta los hombros, pusiéronle la blanquísima
linostalia {túnica blanca), la sobrevesta de Afinísima lana,
y calzándole las sandalias de rica piel de Iberia, colocáronle en los brazos los brazaletes de oro y echaron sobre
sus hombros, con pliegues graciosos, el rico manto de
lintea, paño de seda traído de los confines de Persia.
Cuando el joven estuvo vestido, hizo un gesto de satisfacción, salió de la estancia y se dirigió al tabulinam,
salón principal del palacio donde, sentados en sillas cúrales, apoyados los pies en cojines artísticos, se hallaban ya, vestidos para salir, sus padres Firmo y Eugenia.
Firmino se acercó a su padre Firmo, que, al inclinarse
aquél lleno de respeto, éste le besó en la frente.
LA AVALANCHA
Eugenia no se satisfizo con besarle en la frente, 'sino
que, abrazándolo, le dio dos sonoros Ilesos en las mejillas,
a los que el joven correspondió emocionado.
Luego lo miró al vestido, y viendo los plegados del
manto o clámide algo desordenados, se lo hizo notar al
hijo, y éste, dirigiendo una mirada severa a los dos esclavos que le habían acompañado, confundió a éstos que,
en acto de sumisión, hincaran una rodilla en tierra y alzaran las manos implorando clemencia.
Firmino alzó la mano, y aquéllos se levantaron agradecidos.
Firmo interrogó a su hijo:
—¿Adonde vas esta tarde?
—Voy, señor, a los juegos dispuestos por los tribuni
voluptatium.
Los discóbulos van a lanzar en competencia su arma,
y quiero oir los aires nuevos que el artista de la flauta
doble, el diestro spondale, va a tocar en el stadiam por
vez primera.
Allí, mientras los jóvenes patricios, los hijos de Faustino y Fortunato, compañeros tuyos de Senado, liban, ríen
y danzan, les haré compañía.
—¿Has dado tu lección de lingüicultura y filosofía?
—El maestro la ha hallado satisfactoria.
—Vete en paz, y aquí los dioses te protejan.
Firmino besó la mano a sus padres, se inclinó y salió
gallardo y gentil. Cruzó por entre las columnas del peristilum, pasó bajo los pórticos del atriam, y seguido de
los esclavos Román y Flavio, y de dos más que se les
161
pañeros de Firmo, Faustino y Fortunato, trataron de pedir a Honesto explicaciones particulares de la peregrina
doctrina que difundía.
Honesto visitó durante tres días la regia morada de
Firmo. Este, su esposa, sus tres hijos y los dos amigos
senadores oyeron de boca del intrépido apóstol todo e!
proceso de la redención llevada a cabo por el HombreDios.
La semilla evangélica había germinado en aquellos
corazones. Pronto daría frutos copiosos de bendición.
fWtter-nicia.cl cristiana.
Desde que el apóstol Honesto había frecuentado la
morada del senador Firmo, los esclavos y esclavas, los
criados todos habían notado una transformación notable
en la familia. No se explicaban tal cambio ni acertaban a
descifrar la preocupación que en el palacio reinaba.
Era a la caída de la tarde cuando la familia de Firmo
se levantaba de la mesa. Sobre el triclinio se veían casi
intactas las viandas, las frutas y los vinos.
Padres e hijos se retiraron a sus respectivas estancias.
El joven Firmino, seguido de sus dos esclavos Román y
Flavio, se disponía al descanso. Sentado ante su ledas
vio que se" acercaban a servirle sus esclavos, y recordando la sublime doctrina de fraternidad humana y las palabras de Cristo, repetidas y comentadas por el apóstol
Honesto, en un ímpetu de amor cristiano, abrazó y besó
en la frente a sus dos esclavos, diciéndoles:—Ya no hay
PAMPLONA —Antigua banda de música de la Casa Misericordia, con su director D. Miguel Astráin (q. e. p. d.),
compositor del "Vals de San Fermín,, que se ejecula anualmente, en la tarde del 6 de julio, al acompañar ai
Excmo. Ayuntamiento a las solemnes vísperas que se celebran en la capilla de nuestro glorioso Patrono
agregaron, marchó, ante las reverencias de los que hallaban al paso, hasta el campo de lucha.
E51 sacerdote Honesto
Mientras Firmino marchaba, lleno de digna grandeza, a
los juegos, sus padres Firmo y Eugenia se encaminaron,
rodeados de sus familiares, al templo de Júpiter, donde se
rendían honores a la falsa divinidad. Al marchar por
una de las avenidas de Pompeyópolis, un extranjero, un
propagandista, un apóstol, estaba exponiendo ante sus
oyentes una doctrina nueva, una doctrina descendida del
cielo.
El Senador y su esposa se maravillaron. El atrevimiento era inaudito, y las explicaciones del extranjero y
sus argumentos, irrebatibles.
El pueblo le escuchaba absorto. Los senadores com-
distinción entre señor y esclavo. Jesucristo, que era Dios,
bajó del cielo a salvar a la humanidad. Desde hoy seréis
vosotros hermanos míos.
#* *
Estupefactos quedaron los dos jóvenes esclavos al oír
las palabras que salían de labios de su señor.
Arrojáronse conmovidos a sus pies, besándoselos. Se
arrodillaron ante él, le cogieron las manos, y estampando
en ellas ósculos de amor respetuoso, le decían:
—¡Que no, Firmino, que vos sois el grande, el hijo
del poderoso senador Firmo, el magnífico, el bueno, y
nosotros somos unos pobrecitos parias, contentos de ser
tus humildes esclavos! ¡Que los dioses te protejan siempre! ¡Que te sean propicios! ¡Que te hagan dichoso!
Firmino estaba ante ellos, escuchando aquellas frases
cálidas de reconocimiento de sus esclavos, puesta la vista
en el cielo, elevando el corazón a Dios.
* * * " " •
LA AVALANCHA
163
Volviéndose a sus esclavos, les dijo:
—Todos los dioses de la república son una ficción.
Sólo Jesucristo es el que merece alabanzas y honor.
Y alzándolos del suelo les atrajo a su pecho, exclamando;
—¡Padre nuestro, que estás en los cielos! ¡Bendícenos!
* **
Y cuentan las crónicas que cuando, años después del
martirio del Santo Fermín, el obispo de Amiens San Salvio descubrió el cuerpo glorioso del Santo en la iglesia
de San Acheul, en dicha ciudad francesa, se hallaron junto al cuerpo del mártir otros dos cuerpos de mártires,
decapitados como el santo Obispo de Pamplona. ¿Serían,
acaso, los dos esclavos Román y Flavio, que seguirían a
su señor después de recibir la fe y el bautismo domésticamente propagados?
Conjeturas de antiguos breviarios de'Amiens y Pamplona, así parecen indicarla
HILARIO OLAZARÁN.
EL CASTILLO DE JAVIER
Conclusión/'
XV'III.—Veintiocho de mayo.—Mt refería en Pamplona una señora este curioso lance. Visitaba ella el castillo
de Javier; bajaba devotamente la escalera antigua; rezaba
ante la imagen del santo; y oye decir al que le enseñaba
el Castillo: Pídale algo difícil, que todo lo concede.
He aquí la gracia. Tenía la señora una hija que deseaba entrar religiosa; pero su padre se oponía tenazmente, con harta pena de hija y madre. Al rezaren esta
ocasión ante el Santo y escuchar lo que la decían, levanta
los ojos y le hace esta súplica: Que se vaya pronto la
hija monja, Santo mío.
Aquella misma tarde regresó a Pamplona, y al tropezar con ella su marido, el primer saludo fue este: Chica,
mucho tiempo hace que estoy martirizando a esa pobre
criatura. Mira, dila que por mi parte se puede ir monja
cuando quiera. Así es San Francisco Javier.
XIX. — Trece de junio.—Buenos parroquianos de San
Francisco Javier son los de Liédena, como lo canta bien
claro su hermosa peregrinación de entunicados con pesadas cruces a cuestas; pero bien se lo paga también el
Santo, como ellos lo reconocen.
Cándido Arina es un joven de diez y siete años, el
único hijo que tienen sus padres para la labranza, pues
las otras cuatro que le siguen son hijas. Por marzo último estuvo muy mal, desahuciado. Ante semejante
apuro, los padres del enfermo mandaron decir una misa
en Javier por la salud de su hijo, mientras que en Liédena toda la familia comulgaba por el mismo fin.
Hoy, en que no se sabía quien estaba más alegre, si el
día o las caras de Cándido y de sus padres, se presentaron los tres a visitar al Santo, confesar, comulgar y pir
la nueva misa que mandaron decir en acción de gracias.
XX.— Trece de julio. — Al pie de las fragosidades del
puerto de Areta, y a la orilla del arroyo de ese nombre
y no lejos de! pueblo de Ayechu, está el bonito y acaudalado caserío llamado Jacoisti. Un hijo de él, Juan Gil,
con la vida y alegría que prestan los veinte años, se llegó
hoy al Castillo para confesar, comulgar y oír la misa, que'
mandó celebrar en el altar de San Francisco Javier, / por
haberle librado, allá en primavera, de las terribles garras
de la gripe.
XXI.—Ocho de septiembre.—En este hermoso día del
nacimiento de la Santísima Virgen, nuestra buena Madre,
vino a dur «rucias a San Francisco Javier, y pagarle con
una visita lo mucho que le debía, doña Vicenta Lorbés.
¡Hay que oir contar sus penas a los que han estado
enfermos (como lo oye con inefable dulzura quien esto
escribe) para poder apreciar su profundo agradecimiento
al Santo y la devoción con que vienen a visitarle!
Doña Vicenta, mujer de un honrado artesano de Pamplona, hacía siete años que contrajo una enfermedad
gravísima, que la tenía clavada en la cama constantemente, y que llegó a su horrible apogeo con el derrame
por la boca de gran cantidad de sangre.—Vaya, se acerca
elfin!se dijo la pobre enferma.
"¡No sabe usted, Padre, r.ie decía, las penas que me
he pasado! Ser mujer de un artesano: Bueno, me lo ha
dado Dios, sí, es cierto...- Y luego cargada de hijos; y
siempre en la cama; y desde allí tener que atender a
todos, y cuidar de todo... Le digo, Padre, que he sufrido
mucho en ese largo tiempo de mi enfermedad.
Por remate, después de echar tanta sangre por la boca,
me quedé sin fuerzas, con una debilidad extremada... y
entonces permitió el Señor que me sintiese embarazada!
Temerosa de no poder dar a luz, pues apenas podía poco
más que alentar, recurrí a San Francisco Javier, le hice
una novena... ¡Cuánto le he rezado, Padre, para que tuviese compasión de mí! Luego le prometí, si me ponía
buena, y daba a luz con felicidad, venir a visitarle en su
propio Castillo, darle las gracias, y ofrecerle una limosnita.
Todo me lo ha concedido el Santo bendito; y por eso
vengo a cumplir mi promesa con esta hijita de doce años,
Cecilia. „
Alabemos a Dios en sus Santos; y persuadámonos de
que San Francisco Javier es el gran paño de lágrimas
para todos los afligidos.
Muchos otros sucesos podríamos relatar que, aunque
pertenecientes a diverso género, no dejan de ser gloriosos para este santo Castillo. Podríamos enumerar, por
ejemplo, las primeras comuniones en él hechas, las bodas
celebradas, las peregrinaciones venidas, las primeras misas cantadas; pero baste recordarlo en globo para honra
del Santo y testimonio fiel de lo mucho en que se le estima.
Advertencia final.—Terminemos ahora como hemos
terminado otras obritas, declarando que no es nuestra
intención prevenir el juicio de la santa Iglesia en los hechos relatados, bastándonos poder afirmar que son, favores extraordinarios con que el gran Apóstol del Oriente
sabe endulzar las penas de aquellos que" se acogen a su
bondadosa protección.
FRANCISCO ESCALADA, S. J.
NAVARROS ILUSTRES
Exento. Sr. General D. Francisco Javier Elío
(Continuación)
Y vuelta a recorrer graduaciones, ya de brigadier abajo, y vieron con sorpresa que ningún coronel quería subir de pronto, aunque interinamente, a capitán general;
todos declinaban un honor que en aquellas circunstancias
les parecía más bien un crimen. Se bajó a los tenientes
coroneles, y en esta graduación se halló, porfin,uno que
se resignaba a tomar sobre sus hombros el enorme peso
de la Capitanía general de Valencia, que entonces pesaba
mucho, muchísimo, la sangre de un inocente.
El que tan fuertes hombros mostró tener llamábase
D. Vicente Vallterra. Todas estas idas y venidas se habían llevado a cabo en el reducido espacio de una noche.
Al alborear la mañana del 27, la señalada para el consejo
de guerra, ya tenían hombre los que iban a constituirse
en tribunal.
Temprano era aún, porque apenas había salido el sol,
levantándose .sobre la cinta azul que borda las playas valencianas, ciando ya en la iglesia del Real Convento de
Predicadores se celebraba el incruento sacrificio de la
misa, con asistencia de! presidente, vocales y asesoí del
tribunal, que habían acudido para pedir la asistencia y
las luces de lo alto, oyendo la Misa del Espíritu Santo,
que en tales casos suele rezarse por la Iglesia.
•V
.
LA AVALANCHA
Concluida la misa, se dirigió la comitiva, primero al
Temple, y no conviniéndoles aquel sitio, se trasladó después al teatro de la Universidad. Valencia parecía aquella mañana un cementerio; como unos 200 hombres calcula el cronista que asistirían a un espectáculo tan insólito
como era el de ver a un grupo de subalternos juzgando
la conducta de su General en jefe. Es decir, que el
grupo de espectadores lo componían el Borrasca y sus
hombres.
Concluida la lectura del proceso, D. Tomás Hernández, como fiscal, leyó su acusación. Esta se había impreso ya de antemano, y la vendían los ciegos por la calle al
precio de un cuarto. Hernández tuvo la imprudente desfachatez de mandar que al pie del escrito se grabase un
martillo, que era el símbolo de la sociedad secreta de los
Comuneros, haciendo correr la voz de que esta sociedad
era la que había condenado a muerte al General.
El defensor de Elío, D.José Gallego, no había querido
asistir, y se leyó su defensa escrita. Entre estas ceremonias legales se emplearon los días 27 y 28 de agosto. A
la una de la tarde de este día no quedaba ya nada que
hacer, y el Consejo se trasladó a la Ciudadela, y volvió
a constituirse en el gabinete del Gobernador de ella, porque el reo había suplicado al tribunal que antes de sentenciarse su causa se le dejase hablar ante los jueces.
Elío apareció en el saloncito del Gobernador, pálido y
demacrado de cuerpo, a poder de tantos sufrimientos,
pero tan entero y varonil en su espíritu, que los jueces
bajaron instintivamente la cabeza mientras hablaba el
acusado.
El reo protestó allí solemnemente de que aquel tribunal ni era ni podía llamarse Consejo de guerra, toda vez
que los oficiales del segundo batallón de milicianos que
lo componían no gozaban por entonces de carácter legal.
Después, con voz calmada, pero firme, añadió:
—Sé que me condenaréis a muerte; pero sabed que
esta pena no será otra cosa que un asesinato a mansalva.
Si os atrevéis a cometerlo, allá vosotros.
El preso volvió a su calabozo, y los jueces se atrevieron a sentenciarle por unanimidad, de suerte que allí
mismo se firmó ya la sentencia. Condenábasele "a pena
ordinaria de garrote, con arreglo a lo prevenido en el
artículo 1.° de la ley de 17 de abril de 1821 (ley Marcial),
previa la degradación, con arreglo a la ordenanza» 1.
Por la tarde se entregaba el proceso al teniente coronel Vallterra; éste lo pasó al auditor interino Genovés,
quien al dar su dictamen, favorable, por supuesto, añadía
que "la sentencia, arreglada en todo a las leyes, debia
llevarse a efecto con la urgencia que reclamaba la ley
llamada Marcial, por la que se le había juzgado al general Elío,.
Cumplido este último requisito legal, volvió la sentencia a Vallterra para que le pusiese su firma y darle pronta ejecución. Se la llevaron, pues, y con asombro inaudito de todo el tribunal, Vallterra se negó a suscribir la
sentencia, dando como excusa que no era legal aquella
su situación en tan anómalo empleo, superior a su grado;
que era preciso pasarle un oficio al brigadier D. José
Espino, residente en Murcia, para que viniese a tomar
posesión interinamente de la Comandancia general, que,
según las ordenanzas, era a quien le correspondía.
Y era el caso que el brigadier Espino, mandado llamar
urgentemente una y dos veces, daba siempre la callada
por respuesta.
Ya la solución de este imprevisto contratiempo fue
muy sencilla. Se llevó al Borrasca con su gente a la plaza del Ayuntamiento. Se les hizo gritar a su sabor; el
Ayuntamiento hizo como que se alarmaba y ofició a
Vallterra para que, o firmase la sentencia, o se hiciera
responsable de aquellas sediciones, y D. Vicente dobló
la cabeza, tomó la pluma y condenó a muerte al general
Elío.
En la orden del día que se dio a los cuerpos de la
guarnición, el 3 de septiembre, decíase que la ley Marcial
comunicaba al teniente coronel D. Vicente Vallterra la
1
Puede leerse íntegra la sentencia en la nota 30 del apéndice
•citado.
153
autorización necesaria para dar ejecución a la sentencia
que acababa de firmar el Consejo. Se habían salido, por
fin, con la suya las logias y comunidades valencianas.
(Continuará.)
San f erinín, protector de los navarros
(Cuento)
Las crónicas celestiales'
y cuatro brincos pegaba
refieren que cierto día
en derredor de la bota.
Heg6 a aquella portería,
Mas dice el refrán (y es cierto),
entre otros varios mortales,
que la alegría, si es sana,
un navarrico de ley,
bien con la virtud se hermana,
de los que, de Cristo en pos,
lo que confirma mí aserto;
dan a Dios lo que es de Dios
que aunque el hombre alegre fue,
y al rey dan lo que es del rey.
a esto oposición no implica
Quiero decir que nuestro hombre que, como buen pamplónica,
fue honrado a carta cabal,
fuera de arraigada fe,
buen cristiano y muy leal,
cristiano de corazón,
sin que por eso os asombre
práctico, fino y constante, .
que allá, en sus tiempos de maca, y como tal, muy amante
fumara tal cual cigarro,
de nuestro santo Patrón.
jugara al hinque y al marro,
Volviendo, pues, a mi historia,
al chis y a la capuchaca;
llegó a la puerta del cielo,
ni que, llegado a mayor,
subiendo en rápido vuelo
ante los toros luciera
por llegar pronto a la gloria;
su agilidad de primera,
mas, ¡oh caso singular!,
- ,
sus piernas de corredor.
Cierto es también que algún día, su asombro fue verdadero
al ver que el viejo portero
echándolas de tronera,
no le dejaba pasar,
agarró media jumera
y
por más que suplicó,
en alguna churrería; .
por más razones que expuso,
y que en nuestra vieja plaza,
San Pedro siempre se opuso
la de tan grata memoria,
y
el paso le prohibió,
la que ha legado a la historia
hasta que, cansado al fin,
el temple de nuestra raza,
se volvió el hombre a San Pedro
la del clásico tendido
y le dijo sin arredro:
de sol, el del "ajoarriero»,
—¡Pues que salga San Fermín!
de los pollos y el cordero,
Salió nuestro "MorenicoB,
del jamón y el embutido,
quien, enterado del caso,
de las cazuelas de callos,
mandó
que le abriesen paso i "
del buen vino y la alegría,
a aquel viejo navarrico,
ronco el hombre se ponía
diciendo de mal talante:
de tanto gritar: "¡Caballos!...,,,
—¿Navarro
y no entrar al cielo?...
y al sonar la alegre jota,
¡Pase usté en seguida, agüelo!
al redondel se lanzaba
¡¡¡Navarra, siempre p'alanteü!
Pamplona, julio de 1922
UN
VIFJO IRUÑSHEME.
NUESTROS GRABADOS
San Fermín, Patrono de Pamplona.—Esta hermosa imagen, que es un busto de plata construido en
el siglo XVI, se conserva en la Catedral de Pamplona.
En los días de gran solemnidad se expone esta imagen
de San Fermín—junto con las de San Francisco Javier,
Santa María Magdalena y Santa Úrsula, también de plata
—a la pública veneración de los fieles, sobre la mesa del
altar mayor de aquel templo.
Ví.. " .
Antigua puerta de la Roohapea,
en Pamp/o-
na.—Esta puerta es una de las seis que rasgaban las murallas para dar entrada a la ciudad.
Fue construida en 1553, siendo virrey de Navarra don
Beltrán de la Cueva, duque de Alburquerque, y en octubre de 1914 comenzó su demolición para ensanchar esa
entrada a Pamplona, habiendo terminado las obras de
reforma el 4 de marzo de 1915, en las cuales se emplearon 30.000 pesetas.
\- **>
LA AVALANCHA
154
En un corralillú contiguo a esa puerta se encierran los
toros, a la una de la madrugada, en los días de las fiestas
de San Fermín, y a las seis de la mañana son conducidos
por las calles hasta la plaza en que han de lidiarse por la
tarde. .
Los navarros en Madrid—El último domingo de
mayo se celebró en Madrid una lucidísima procesión para conmemorar el centenario de las canonizaciones de
Santa Teresa de Jesús, San Francisco Javier, San Ignacio de Loyola y San Isidro.
Con el estandarte de S. Fermín, los navarros de la Corte se disponen a acompañar a la imagen de San Francisco Javier, en la grandiosa procesión citada. Pasarían
de 200 los paisanos nuestros que formaban en la misma.
Figuraban en ella el Duque de Villahermosa, el Vizconde
de Eza, los Condes de Guenduláin, Lizarraga, Val de
Erro y Aybar, que asistieron con uniforme, el senador
Sr. Gayarre y otros muchos navarros distinguidos.
S. M. el Rey presenció el desfile de esta hermosa fiesta desde la Casa Consistorial.
REVUELTA
El día de la Prensa en Pamplona.—Ea la forma de
años anteriores tuvimos loa periodistas de esta capital
el día de la buena prensa, festividad del Apóatol San Pedro, miea y comunión general en la iglesia de Jesús y
María, a las ocho y medía de ta mañana.
Celebró el Banto sacrificio el M. I. Sr. Lectoral D. Emilio B. Torio, y ocupaba un lugar preferente el M. I. señor Deán de la Catedral.
Con agrado vimos a distinguidas personas de nuestra
ciudad que se asociaron a los periodistas en este religioso acto.
/
Pamplona por el Corazón de Jesús.—Brillante manifestación de fe dio nuestra capital el jueves, día de San
Pedro, ea la eolemne procesión del Corazón de Jeeúe que
recorrió las principales calles de Pamplona.
Miles de hombres, presididos por el Excmo. Sr. Gobernador militar, Diputación foral, Ayuntamiento de la
ciudad y Presidente de la Audiencia, acompañados de
dos bandas de música, proclamaron, con sus cánticos y
asistencia a este bermoBo acto, el reinado del Divino Corazón.
Nuestra enhorabuena al católico vecindario pamplonés
y a las dignas autoridades, por el alto ejemplo que dieron
en este día.
¡Siempre en SU puesto!—El viaje regio a Las Hurdes
lo ha revelado. Aunque el caso era bien sabido. Y la revelación consiste en que en aquellas abandonadas comarcas, donde el Estado comete defección tras defección, la
Iglesia está siempre en su puesto. No hay apenas maestros, ni médicos, ni farmacéuticos; pero está el cura. Derrocha sacrificios y generosidades sin cuento. Siembra
entre aquellos áridos peñascales jurdanos semillas de
cariño, de cultura, de higiene, de patriotismo. En Las
Hurdes, como en muchos puntos fuera de aquella comarca, es caei el único centinela avanzado de la civilización.
Y ello no se debe a un heroísmo aislado, sino que responde a un plan y a una organización preconcebidos.
Ahí está, en prueba, la labor del Obispo de Coria a quien
ha premiado el Bey con la preciada condecoración de la
Gran Cruz de Isabel la Católica.
Ni es ello un fenómeno personal y de esta época. El
nombre del obispo Jarrín, y de tantos otroa prelados de
•las diócesis que tienen territorio en la región jurdana,
lo demnestran.
La acción conetante, incansable, indefectible, de la
Iglesia junto a los humildes y los necesitados, que es la
acción del abnegado clero español en Las Hurdes, dijéraee descrita en el sublime arranque brotado de los labios
• • ' • - /
y del corazón del Apóatol San Pedro en las tristes horas
de la Pasión: cAunque todos te abandonaren, yo no te
abandonaré jamás.»
Y así junto al leproso, asi en el hoapital, aeí en la línea de fuego, aeí en el barco que naufraga, asi en medio
del paludismo crónico. Sumjpre los mismos; siempre en
su puesto jla Iglesia, el cu.'a I
—3H<nc
La literatura pornográfica en Norte América.—Según la legislación yauqui, no es licito para cualquier persona depositar en el correo, o en otro Bistema de distribución, dentro del territorio de loa Estados Unidos, e imprimir libros, folletos, periódicos, cartas e impresos obscenop, deshonestos o lascivos. Cualquier persona que conscientemente se encargue de tales empresas, con intención
de vender, distribuir esoa libros, será castigado con una
multa nu mayor de 5.000 dólareB, o con traba JOB forzados
que no paeen de cinco años, o con ambaB coBaa a ta vez,
a discreción del Tribunal.
Y otra ley posterior a la de 1909 completa la acción
de ésta prohibiendo «a todas las personas importar a los
Estados Unidos cualquier libro, folleto, periódico, impreso obsceno u otra producción de naturaleza inmoral...
Tales artículos prohibidos y embalajes en que están contenidos serán detenidos a su importación por el oficial de
Aduana..»
Ya que tanto imitamos del extranjero, sería conveniente seguir la conducta de Norte América en este
respecto.
Contra el aburrimiento.—Una señora joven le decía
en cierta ocasión a Mark Twain:
—¡Ahí querido amigo; eBtoy tan abarrida, que ni sus
libroB consiguen distraerme.
—¿De veras?—contestó el humorista, pues yo le enviaré a usted mañana una cosa que terminara con BU
aburrimiento.
-¿Sí?
—Palabra de honor.
Al día siguiente la señora recibía un paquete conteniendo un plumero, una escoba, una aguja y un dedal.
De Balmes.— <La razón natural basta para conocer
que hay un Dios criador de cielo y tierra.
Si viéramos un palacio muy grande, muy hermoso,
alhajado con magnífica riqueza y adornado con exquisito
primor, ¿no diríamos que es un insensato el que afirmase
que aquel palacio, aquellas alhajas, aquellos adornos nadie IOB ha fabricado ni ordenado?
Pues bien: el mundo es este soberbio palacio; el sol le
ilumina de día, la luna por la noche; el cielo eetá poblado de estrellas; la tierra de hombres, de animales, de
plantas; el mar, IOB ríos, de pecea; el aire, de aves; laa
estaciones se snceden unas trae otras con orden admirable; en las entrañas de la tierra ee halla el oro, la plata,
los metales, las piedras preciosas.
Y un mundo de tanta riqueza, tanta hermosura y maravillas, ¿no ha de tener un Criador y ordenador?»
COSAS DE FIESTAS
REHILETES REFRANEROS
venido sea abril, que trae la llave del toril.
Tal afirman los aficionados a lasfiestastaurómacas, condensando en un expresivo refrán el reboso de su alegría ante la proximidad de la temporada.
Otros añaden: "enero es el mes primero, y abril el
que abre el chiquero».
Y completan los más eruditos: "Al medio del mes de
abril impera el signo de Tauro.»
¡IEN
LA AVALANCHA
Porque el ingenio popular, retozón a la vez que sentencioso, inquieto, pero observador y locuaz, sin dejar de ser
conciso, ha ido, sabia y anónimamente, ilustrando desde
el tendido los acaecimientos de la brega con anotaciones
al margen, y ha encerrado cada comento en un refrán
comprimido, enérgico, categórico, como el perfumista
encierra las esencias más concentradas en pomos diminutos.
Así dice, al sentarse en su localidad, viendo reverberar
la luz sobre la arena, sintiendo las primeras caricias del
astro rey y saboreando anticipadamente cálidas emociones: "El mejor torero, el sol.,
¡El mejor torero, el sol! Sí, porque sin él se apaga el
brillo de la fiesta, se enfrían los entusiasmos, se nubla la
alegría y la plaza se convierte en un horno apagado.
En un día de sol se responde con mayor alegría que
nunca a quien pregunta: "¿A dónde vas?», poniendo en
la cristalizada contestación "A los toros,, vibraciones
de
enardecida intensidad.
'
..
... ;
166
guipa dende er tendió, toos los toros son chicosn, no
restan justificación a! descontento popular.
Porque, veamos lo que el aficionado pide: "el toro de
cinco y el torero de veinticinco,,; y sabido esto, ¿habrá
quien niegue que, a cambio de mayor juventud de la pedida en los toreros, los toros que se ofrecen a la lidia son
menores de edad? Además, "muchos que son corridos,
mejor estarían uncidos,,; y proclaman la conveniencia de
cumplir esta otra prescripción: "cada buey a su carreta,,;
otros resultan sosos por difíciles de lidia, como afirma el
cónclave cuando asevera, por ejemplo: "con toros de
Colmenar, tres pases y a matar,,; y a fin de cuentas,
únicamente por excepción se otorga al arte el toro que
necesita y la ganadería garantizada que reclama, como
las que consignan estas sentencias: "Toro veragüeño,
honra a su dueño,,, "Miuras en el cartel, taquillas sin
papel,,.
Y ¿qué decir de los toreros? Mientras son pobres y
"mocitos,,, todo son valentías; pero no bien se enrique-
PAMPLONA. -Antigua Puerta de la Rochapea, reformada en octubre de 1914, desde la cual son conducidos los toros
por las calles de la ciudad, hasta la plaza en que han de lidiarse, todas las mañanas de los días de las corridas de S. Fermín
hoto. Aquilino Gnicin Deán
Pero con sol y sin él, hoy, a! salir de las corridas,
cuando alguien pregunta: "¿De dónde vienes?», se suele
responder, solemnizando la siempre triste declaración
"De los toros,,, con mayor tristeza que antaño.
Salvo raras excepciones, no sale satisfecho e! aficionado de la fiesta; encerrado en el anillo deja, al retirarse de
él, la esperanza malograda y el placer evaporado, como
flores secas que caen al arroyo porque perdieron su
perfume.
La causa de su decepción consiste generalmente en la
decadencia y en la languidez de las corridas, cuyos episodios recuerda, no ya con la amargura hija de la emoción que se disipó, sino con aquella otra que se siente al
ver desvanecida la realidad de una emoción soñada.
Y no es porque el público sea en la actualidad más
exigente que ayer; es porque cuanto constituye y compone el espectáculo tiene un espíritu menos cumplidor.
Aquello de que
"siempre juzgan manso al toro
:'
ios que están en el tablado»,
como dijo el gran Lope de Vega en su comedia "Pobreza
estimada,,, y esas otras dos afirmaciones que añaden:
"desde la barrera es torero cualquiera» y "pa er que los
cen o se casan, olvidan que "una cosa es correr y otra
es huir,, porque, como aseguran dos dichos de Juan del
Pueblo, "torero que se casa, ciruela que se pasa», "para
matar decentemente, estorba la cuenta corriente,,. Algunos de los que están en este caso llegan a practicar aforismos tan reñidos con su profesión como aquel que recomienda "con animales de cuatro orejas no te metas en
consejas», o el otro que proclama "de cuerno, ni ei tintero»; con lo cual vemos que solo "a cabeza pasada son
ios floreos y las arrodilladas».
Pues aun así, pese a la degeneración de la fiesta, las
corridas siguen en auge, las empresas ganan más que
pierde la afición, y "de enero a enero, las palmas y el
dinero son del torero».
¡Qué más! No pudiendo acabar con el espectáculo el
poder del pontífice ni el del cesar, Pío V impuso a los
lidiadores, en su Bula de 20 de noviembre de 1567, excomunión mayor, y les privó de sepultura eclesiástica s¡
morían en la lidia; la ley 10, título XVI de la Partida IV,
rechazaba su testimonio en juicio. ¡Como si cantaran! El
pueblo continuó arruinándose por verlos, y, si no fuese
"por un resto de prudencia», tendríamos más toreros que
espectadores.
—
•'--'•• Luis MARTÍNEZ KLEISER.
PAMPLONA.—Imprenta Librería y Centro de suscripciones de Jesús García, calle de la Estafeta, número 31
LA AVALANCHA
166
CáJA DE ABOERÜS DE UU
RELOJERÍA Y ÓPTICA
CASA ARRILLAGA
HUCHAS
Fundada en 183O
En esta casa se venden anteojos de cristal de roca
periscópicos y laarienoásclapes que prescriben loe señoree oculistas.
•'
Z a p a t e r í a , SO, P A M P L O N A
TELÉFONO
Vinos especiales para enfermos g convalecientes
ELABORADOS LO3 AÑOS 1888 Y 89
'
Aceites fiuoB de oliva y especíala pata toda clase de
lámparas. Vinos garantizado? para consagrar.
Para pedidos y demás dirigirse a) almacén de aceites
de D. Agapito Peralta, 8. Miguel, 22, Pamplona.
METÁLICAS
LA VASCONIA, Sociedad anónima de Banoa y Crédito, ha implantado en su Caja de Ahorros las huchas metálicas que tanto éxito han alcanzado en el extranjero
y en varias provincias de España,
con cuyo sietema se fcmenta la
virtud del ahorro que tantos beneficios proporciona al que la practica. Es la primera Sociedad que
establece este servicio en Navarra.
El dinero ingresado en estas huchas y depositado en la Caja de
Ahorros de LA VASCONIA, produce al imponente un interés de
tres por ciento anual, que se computa por decenas, y es dinero disponible a la vista todos los días
laborables, mañana y tarde.
LA VASCONIA facilita gratis a
sus clientes estas huchas en condiciones que se darán a conocer
al que lo desee.
O
QQ
CB
A los señores sacerdotes
SOMBRERERÍA DE AZNAREZ
Sombreros para señoree sacerdotes, dede 8 á 30 ptas.
Solideos y gorros. Bonetes á 1*60 pesetas.
Ramos para iglesias, en talco y tela, en todos coloreB
y formaB. Precios económicos.
Valentina Andía, San Lorenzo, 31, 1.° Pamplona.
••••••<*•*•*»•••••<(••<»••••«*-*••«
FUNDICIÓN DE CAMPANAS
VIDAL ERICE
Ctl
DESCALZOS, 71, PAMPLOM
En esta Casa, que ba merecido I» reLumendación de la Autoridad supeiior
eclesiástica, se haoeu campanas de todaB
formas y tamafioe con bronce de primera
clase. Los únicos metales que se emplean
para la aleación son cobre y estafioinglée
superior, en proporción para obtener uno
bronce campanil. Se refunden las viejas
y se garantizan para dos años.
. empleado desde hace veinte años por toda clase de personas,
éiávi ^ rnfcs apreciado y recomendado por los médico* ttás «Mofes4e
la rdad, á quienes proporcloaó grandes satisfacciones.
.ts personas qop sufren Anemlb, Baqultlamo, O«lor*s y41td#a,
jpiobreolmlBiito da sanar*, DaftllldaA, InapetenoU j W»wm
tn*«lonea dinoll«a, ven desaparecer aus j»dscTmientoi y las <KMnl*rientes ae fortalecen enformaInesperada, mucho mas al empl—W
SHOJiStituyente^ extranjeros y aún nacionales, no «mtootuM estado
é»afiimitaelon y tolerancia.
Informe* qae fl^araa en el prospecto, de la* mis saUdsi Nfj«médtcas espafiotas, prueban lo expuesto.
BE VENTA EN LAS PRINCIPALES FARMACIA»
ITO «UERAL • Farmacia d« Viwas P é r « • A U K S b l
A
' mw*$tr* al <p* lo pida ai trato-, m*wm?m*an<l» 75 céntima jmmjfmi f ttm
el mejor tónico y nutritivo.
n
PEPTONA JDE LECHE
Farmacia: León, 13-Laboratorio: Granada, 5-Madrid
LOS MEJORES CALZADOS
CASA DE LLÓRENTE
Mayor, 9, PAMPLONA
•-s
Zapatería de P.KEPARAZ
Eslava, 1, Pamplona
SUCURSALES EN T A P A L L A Y SANGÜESA
Abundante y variado surtido en calzado
de todas claeee, construido en aus talleres.
|PrecioB ein competencia.
SE SIRVEN LAS MEDIDAS EN OCHO HORAS
loa
convalecientes y
personas
débilee,
C A E N E PEPT0NIZADA
Tí
Medicamento de Familias * * •
PARAS
Inapetencias., malas digestiones, anejnia, tisis, raquitismo, &
15
Toda clase de Vómitos y olarre
a s en niños y adulto.
se ouran pronto j bien
BM los S n l i c i l a
Uinilt9rios
tosdeBismnt*
y Gerio de Vivas Pérez. Asi b
afirman indiscutlbltl
autoridades médicas.
De venta en laa principales farmacias y almacenes de drogafl del mundo.
B
TENGO SIEMPRE
Diplomas, medallas, cintas y reglamentos para laa Hijas de María y para el Apostolado de la Oración.
Librería depárela. Estafeta, 31
I
P
Descargar