¿QUÉ DEBERÍA SABER UN CLÍNICO DE ECONOMÍA?

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Dimensión HUMANA 1997; 1(4): 17-23
Utilización pedagógica
¿QUÉ DEBERÍA SABER UN CLÍNICO DE
ECONOMÍA?
Vicente Ortún Rubio
Departamento de Economía y Empresa
Centro de Investigación en Economía y Salud
Universidad Pompeu Fabra, Barcelona
Ramón Trías Fargas 25. 08005 Barcelona.
tel: 93-5421857, e-mail: [email protected]
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¿QUÉ DEBERÍA SABER UN CLÍNICO DE ECONOMÍA?
Vicente Ortún Rubio
Departamento de Economía y Empresa
Centro de Investigación en Economía y Salud
Universidad Pompeu Fabra, Barcelona
Aquello que un médico debe ser capaz de hacer viene definido en cada momento tanto
por la profesión como por las variables sociales. Son elementos de la competencia
clínica: Primero, la competencia técnica en el empleo de conocimientos y habilidades
para el diagnóstico y tratamiento de los pacientes. Segundo, la consecución de una
efectividad aceptable en el abordaje de los problemas de salud de los pacientes.
Tercero, el comunicarse eficazmente, conseguir cambios conductuales, transmitir
información, aceptar delegaciones; procurar en suma resultados no tan sólo en
términos de recuperación de bienestar, o de paliación del deterioro, sino también en
términos de satisfacción del paciente con el proceso asistencial. Cuarto, la eficiencia en
la gestión de recursos limitados, y quinto, el juicio equilibrado1 .
En este artículo se identifica y desarrolla, en la primera sección, LAS TRES COSAS que
un clínico en ejercicio conviene sepa de Economía. En la segunda sección, se piensa en
el médico del siglo que viene, el que se ha de formar, y se sugiere como la Economía
puede incorporarse a la enseñanza de la Medicina.
TRES COSAS QUE UN CLINICO DEBE SABER HOY DE ECONOMÍA
1a/ Que la eficiencia es la marca del virtuosismo en Medicina, pero que el camino a la
eficiencia pasa por la efectividad.
2a/ Que la ética médica exige la consideración del coste de oportunidad en las decisiones
diagnósticas y terapéuticas.
3a/ Que las utilidades relevantes son las del paciente.
Primera. La eficiencia, marca del virtuosismo.
La eficiencia clínica pasa por la maximización de la calidad de la atención y la satisfacción de
los usuarios con los menores costes sociales posibles. La eficiencia tiene dimensión temporal,
1 Adaptado de Cox K, Ewan C. La docencia en Medicina. Barcelona: Doyma, 1990; 92.
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es dinámica: mejora en la medida que se innove en respuesta a los cambios demográficos, en
morbilidad, en tecnología, en costumbres y preferencias, y en recursos disponibles.
¿Y la equidad?
La equidad -el juicio social acerca de lo que es justo- puede entrar en contradicción con la
eficiencia clínica. El paciente susceptible de obtener la mejora más importante con un
tratamiento puede ser A, y la sociedad estimar que quién debería recibirlo es B, precisamente
por encontrarse en una situación peor. A optimiza la eficiencia y B optimiza la equidad. La
concepción sobre la equidad expresa un juicio social, no profesional. En teoría no debería
haber problema ya que el clínico se limitaría a establecer prioridades con criterios clínicos; la
priorización con criterios no clínicos (de unas enfermedades sobre otras, de unas edades
sobre otras, de unas clases sociales sobre otras...) corresponde a la sociedad.
Lo que ocurre es que esa priorización de prestaciones se efectua de forma ímplicita y poco
transparente. Explicitar tiene costes políticos (decir qué se hace supone también establecer
qué se deja sin hacer y, encima, hay que rendir cuentas) y un político prefiere no
comprometerse.
La sociedad, no obstante, también mira hacia otro sitio y renuncia al planteo de prioridades,
atacando frontalmente la idea de equidad sin que se note. La razón es la siguiente: los
recursos reales que absorberá la sanidad crecerán algo por encima de la riqueza del país en
los próximos años. Si se financian privadamente, se va a una Sanidad para pobres, una pobre
Sanidad. Financiarlos públicamente exige bien un aumento de la carga fiscal (un nuevo
impuesto sanitario por ejemplo) bien una finalización selectiva de las prestaciones. Criterios
selectivos equitativos son los que proporcionan la efectividad de una prestación y la
capacidad de pago de quien la recibe. Pagar públicamente la quimioprofilaxis palúdica de los
cazadores de elefantes puede justificarse en términos de protección ante la importación de
enfermedades transmisibles no deseables. Pagar públicamente intervenciones de efectividad
dudosa a los cazadores de elefantes no puede argumentarse en términos de equidad. La
aportación del cazador de elefantes no tiene porque ir a un financiador privado si puede
recaudarla el financiador público, obteniendo así fondos para otras prestaciones más efectivas
y/o personas con menor capacidad de pago 2 .
Ahora bien, mientras la teoría predica que la equidad expresa preferencias sociales ante la
desigualdad, la práctica muestra que quien operacionaliza el criterio es el clínico ante la
inhibición cómoda de políticos y población. Y un clínico utilizara sus valores, conscientes e
inconscientes, en el mejor de los casos, y las recomendaciones, en el peor, a la hora de
ejercer el juicio sobre prelación de tratamientos y pacientes.
2 Hay que proteger al sistema sanitario público de alguno de sus defensores, aquéllos que propugnan
todo gratis para todos, abriendo paso al deterioro y propiciando los "copagos" controlados por entidades
privadas. La buena defensa de la sanidad pública pasa por conseguir esa financiación que de otra forma
sería privada.
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A la eficiencia social por la efectividad clínica y a la efectividad clínica por la escepticemia
En otro lugar se ha explicado cómo el camino a la eficiencia social pasa por la efectividad
clínica3 y a el se remite al lector interesado. El problema estriba ahora en cómo estimular el
anhelo de efectividad, el reforzar la preocupación por la probabilidad que los pacientes del
entorno próximo al médico tienen de beneficiarse de la actuación del médico. No es fácil. El
conocimiento de la eficacia tiene validez universal y quién contribuye a sus avances goza de
prestigio científico. Quien 'simplemente' se preocupa por mejorar el resultado de sus acciones,
aquel interesado en cuidar la viña, puede incluso convertirse en un profesional incomprendido.
Para llegar a preocuparse por la efectividad de la práctica hay que ser consciente de que las
cosas pueden hacerse de más de una forma y que no necesariamente la propia es la mejor.
Para llegar a preocuparse por la efectividad hay que tener escepticemia, esa condición de
baja infectividad respecto a la cual las Facultades de Medicina confieren inmunidad
permanente4 . Dejando aparte la posible susceptibilidad genética a la escepticemia, parece
claro que una formación que facilite el aprendizaje para la evaluación crítica de la evidencia
constituye el factor de riesgo más vulnerable.
La conciencia de variaciones aparentemente arbitrarias en la forma de practicar la Medicina
(entre médicos, entre áreas pequeñas) podría propiciar la escepticemia. Esta variabilidad
empieza a documentarse en nuestro país, utilizando, por ejemplo, la base de datos del
Conjunto Mínimo Básico de Datos al Alta Hospitalaria5 - 6 . Aunque esta información
elaborada por sanitarios sin bata blanca tiene sumo interés, todavía resulta más propiciadora
de la escepticemia la constatación de variaciones por los propios clínicos implicados:
obstetras y porcentaje de partos con césarea, médicos de familia y prescripción farmacéutica
(total y valores intrínsecos), ginecólogos e indicaciones de histerectomía, o cardiólogos y
utilización de fármacos trombolíticos7 .
Una vez conseguido un cierto nivel de escepticemia surgen las preguntas del tipo para qué
sirven algunas de las rutinas y procedimientos habituales. Este tipo de preguntas lleva a
preocuparse por la efectividad y adecuación y por medir el efecto de la actuación
incorporando las dimensiones de calidad de vida relacionada con la salud.
3 Ortún V, Rodríguez Artalejo F. De la efectividad clínica a la eficiencia social. Med Clin 1999: 95: 385-388.
4 Skrabanek J, McCormick J. Sofismas y desatinos en Medicina. Barcelona: Doyma, 1992. Resulta
compatible la escepticemia con el "dogmatismo terapéutico" requerido para la consecución del efecto
placebo en ciertos individuos.
5 Jané E, Barba G, Salvador X, Salas T, Sánchez E, Bustins M. Variaciones en la tasa de hospitalización por
procedimientos quirúrgicos seleccionados. Aplicación del análisis de áreas pequeñas. Gac Sanit 1996; 10:
211-219.
6 Marqués A, Peiró S, Medrano J, Librero J, Ordiñana R. Variaciones en las tasas estandarizadas de quince
procedimientos quirúrgicos en la provincia de Alicante. Pendiente de publicación.
7 Agustí A, Mateu S, Molina Ll, Arnau JM, Vidal X, Laporte JR. Utilización de fármacos trombolíticos en
Barcelona. Med Clin 1997; 108: 167-170.
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La panoplia de instrumentos relevantes puede presentarse bajo distintos envoltorios:
epidemiológico-investigación sobre servicios sanitarios8 , análisis de decisión y evaluación9 , de
gestión de la utilización10 , de evaluación de tecnologías11 , de revisión y difusión de evidencia
sobre efectividad12 o, incluso, bajo el envoltorio de una política de calidad total13 . Mejor sin
un envoltorio económico; la Economía si impregna los enfoques, cumplirá con su papel.
Segunda. La incorporación del coste de oportunidad
Considerar el beneficio, diagnóstico o terapéutico, que deja de obtenerse en la mejor
alternativa razonablemente disponible constituye una forma de asegurarse que se obtiene el
máximo resultado, en términos de impacto en el bienestar, a partir de unos recursos
determinados.
El verdadero coste de la atención sanitaria no es dinero, ni los recursos que el dinero mide.
Son los beneficios sanitarios -paliación de síntomas, recuperación funcional, mayor esperanza
de vida- que podrían haberse conseguido si esas pesetas se hubieran utilizado en la mejor
alternativa.
El coste de oportunidad puede aproximarse a través de los precios y por otros mecanismos
cuando éstos no existen. Mayor dificultad presenta la conceptualización y medición de los
beneficios. Convendrá distinguir entre beneficios en una decisión diagnóstica y beneficios en
una decisión terapéutica.
El beneficio en una decisión diagnóstica se mide en términos de reducción de incertidumbre.
Un paciente tiene o no tiene una condición desde el inicio del proceso hipotético-deductivo de
diagnóstico. Lo que va cambiando es la idea que médico tiene acerca de tal condición.
Exploración, historia, pruebas diagnósticas sirven -en aquellas ocasiones donde observar y
esperar no procede- para ir revisando esas ideas hasta situar las probabilidades a una
distancia próxima al cero o al uno. La proximidad exigida respecto al cero (descarte de una
condición) o respecto al uno (confirmación de un diagnóstico) depende de múltiples factores,
en especial: efectividad del tratamiento, yatrogenia del tratamiento en caso de error
diagnóstico, y la sensibilidad, especificidad y riesgo de las pruebas que se estén
considerando. El teorema de Bayes ayuda a relacionar las probabilidades posteriores de
8 Véase por ejemplo el boletín mensual "Research Activities" de la "Agency for Health Care Policy and
Research".
9 Para un exponente destacado véase la serie de D Eddy, "Clinical decision making: from theory to
practice", iniciada en JAMA 1990; 263: 287-290.
10 Peiró S, Meneu R. Variaciones en la práctica médica, política sanitaria e investigación en salud.
Variaciones en la Práctica Médica 1995: 7: 1-3. (Variaciones en la Práctica Médica es un Boletín editado por
el Instituto Valenciano de Estudios en Salud Pública).
11 Jovell A, Navarro-Rubio M. Evaluación de la evidencia científica. Med Clin 1995; 105: 740-743. Existe
una Red Internacional de Agencias de Evaluación de Tecnologías Sanitarias, INAHTA, e-mail:
[email protected].
12 Bonfill X. La Colaboración Cochrane. Aten Primaria 1996; 18: 273-278.
13 Romeo JM, Ruiz P. Gestión de calidad total en cirugía de liatiasis biliar. Hospital Severo Ochoa de
Leganés. Madrid: 1994, mimeo.
6
padecer una condición con posterioridad a la prueba diagnóstica con las probabilidades
previas.
Tendrá sentido continuar con un proceso diagnóstico hasta el punto en que los beneficios
adicionales esperados -en términos de ganancias de información, de revisión de
probabilidades- dejen de ser superiores a los costes de las pruebas diagnósticas. Y esos
costes son los de oportunidad: los beneficios informativos que la prueba diagnóstica que se
está considerando podrían reportar al paciente que, razonablemente, más podría beneficiarse
de ella.
En las decisiones terapéuticas, el beneficio se mide en términos de efectividad. Esta
efectividad tiene, como mínimo, un par de dimensiones: cantidad y calidad de vida. La
consideración del coste de oportunidad supone una reflexión acerca del beneficio del
tratamiento que se está considerando en la mejor alternativa disponible.
Tercera: Utilidades relevantes: las del paciente
Conforme una sociedad progresa el componente calidad de vida en el producto de los
servicios sanitarios aumenta. Una gran parte de las actuaciones sanitarias no tienen traducción
en términos de mayor cantidad de vida, pero si en mejor calidad de vida. Al ser la calidad
subjetiva y multidimensional resulta inevitable el activismo del paciente para poder establecer
el curso de acción más efectivo. Ello requiere proporcionar información pronóstica a los
pacientes. Algunos ejemplos pueden ilustrar lo dicho.
La efectividad de la prostatectomía en el tratamiento de la hiperplasia benigna de próstata14
depende de cuáles son las dimensiones de calidad de vida apreciadas por los pacientes
(incontinencia, impotencia). Un video que muestra un par de médicos con prostatismo
sintomático se suministra a los pacientes afectados. En él se aprecia la evolución del médico
que optó ser intervenido quirúrgicamente y en la evolución de quien prefirió la estrategia de la
vigilancia expectante. Lo importante es que ello permite al paciente una decisión informada
(siempre que la información utilizada para elaborar el video sea válida); el que además haya
desplazado las preferencias de los pacientes hacia menos cirugía resulta secundario 15 .
En Ottawa, un librito y una grabación16 permiten a las mujeres que están considerando la
terapia hormonal substitutoria ponderar los beneficios y los riesgos que para cada una de ellas
tendría el tratamiento en función de sus valores, factores de riesgo y estilos de vida.
La orientación hacia las utilidades del paciente resulta generalmente exigible. Se vuelve
imprescindible para valorar la efectividad de los tratamientos con impacto importante en la
14 Este procedimiento, conocido por sus grandes variaciones en tasas, fue objeto de atención por parte de
uno de los primeros "Patient Outcome Research Teams" que financió la "Agency for Health Care Policy
and Research" de Estados Unidos.
15 Wagner E, Barrett P, Barry M, Barlow W, Fowler F. The effect of a shared decisionmaking program on
rates of surgery for benign prostatic hyperplasia. Med Care 1995; 33: 765-770.
16 O'Connor A, Tugwell P et al. Making choices: Hormones after menopause. Ottawa: University of
Ottawa, 1996. email: [email protected]
7
calidad de vida y para realmente actuar como agente del paciente, haciendo lo mejor para él,
lo que supone considerar las variables relevantes (clínicas, familiares, sociales, económicas) a
cada decisión clínica. La medida de la utilidad puede utilizarse en ocasiones para expresar la
preferencia global de un paciente ante diversas alternativas. Esta utilidad viene muy afectada
por la actitud ante el riesgo de los pacientes. La habitual aversión al riesgo hace que en
bastantes ocasiones los pacientes no prefieran las alternativas más efectivas, sino aquellas a
las que asocian la mayor utilidad. Por ejemplo, el tratamiento más efectivo de la trombosis
venosa profunda es una combinación de estreptokinasa y heparina, pero el pequeño riesgo de
hemorragia intracraneal y muerte, asociado a este tratamiento más efectivo, hace que clínicos
y pacientes prefieran el tratamiento menos efectivo, el de heparina sola, con su alto riesgo de
pierna inflamada y dolorosa17 . En bastantes decisiones diagnósticas (amniocentesis para el
síndrome de Down) y terapéuticas (tratamiento médico o quirúrgico de la angina de pecho) la
actitud del paciente ante el riesgo puede ser determinante de la elección.
¿QUÉ DEBERÍAN SABER LOS MÉDICOS DEL FUTURO DE ECONOMÍA? 18
La mayoría de los programas de las Facultades de Medicina de España adolecen de
insuficiente formación metodológica y de disciplinas básicas19 . La escepticemia requiere
fundamentos teoréticos sólidos que permitan evaluar de forma crítica la evidencia disponible y
enfrentarse a problemas para los que no se ha sido preparado específicamente. Ciertamente
hay que retener el conocimiento de las entidades nosológicas y de sus mecanismos, pero hay
que orientar la actividad médica de forma que se gane en integralidad y continuidad. Esto
implica orientar la formación hacia la atención primaria, desplazar al hospital como núcleo
único de educación médica y reconocer, en el nuevo curriculum, la importancia de las
características sociodemográficas y los problemas de salud más prevalentes en nuestra
sociedad20 .
17 Kassirer J. Incorporating patients' preferences into medical decisions. New Engl J Med 1994; 330: 1895-
1896.
18 Este apartado se basa en la documentación técnica elaborada para el proyecto de estudios en Ciencias
de la Salud a raíz del acuerdo entre la Universidad Pompeu Fabra y el Instituto Municipal de Asistencia
Sanitaria de Barcelona. El proyecto está siendo liderado por Jordi Camí y han tenido participación
destacada en el mismo Antoni Sitges, Albert Oriol-Bosch y Josep M a Antó.
19 Rodríguez Artalejo F, Banegas JR, Rodríguez Artalejo A, Rodríguez Artalejo C. Un modelo para el
análisis de la actividad académica en medicina. Med Clin 1997; 108: 499-502.
20 Se plantea como objetivo de los nuevos estudios de Medicina la producción de médicos y médicas con
competencias clínicas para diagnosticar y tratar de forma correcta las enfermedades más prevalentes en su
entorno y capaces de orientar los casos que requieran atención especializada. Además, una licenciatura
polivalente los hará aptos para asumir otras responsabilidades en el proceso de atención a la salud
incluyendo la promoción de la salud, la prevención de la enfermedad, y la gestión de los servicios.
Durante su formación médicos y médicas adquirirán habilidades y actitudes positivas en comunicación
médico-enfermo -familia, ética profesional, práctica interdisciplinaria, investigación y formación continua.
8
La Economía en la educación médica
La educación médica persigue que el estudiante adquiera unos conocimientos, unas
habilidades y unas actitudes. Y la Economía puede impregnar tanto conocimientos como
actitudes. En cuanto a las habilidades clínicas a las que pueda contribuir la Economía
únicamente cabe pensar en la computación.
Los conocimientos médicos pueden verse favorablemente impregnados por la Economía en
diversas áreas:
- cómo se presenta la enfermedad, cómo los pacientes reaccionan ante la misma o ante la
creencia de que están enfermos, y cómo el rol del enfermo varía entre culturas y grupos
sociales. (En este ámbito de forma secundaria a la Psicología y a la Sociología).
- los determinantes de la enfermedad (entorno -físico y social- y estilos de vida
particularmente) y el análisis de la carga global de morbilidad de una sociedad.
- los principios de la prevención de enfermedades y promoción de la salud.
- la financiación, organización y gestión de los servicios sanitarios.
Las actitudes médicas que pueden verse favorablemente impregnadas por la Economía
abarcan también varias áreas:
- el reconocimiento de los derechos del paciente (las utilidades relevantes).
- la habilidad para enfrentarse a la incertidumbre.
- la conciencia de las responsabilidades éticas que la contradicción, en ciertos casos, entre
persecución del bienestar de un paciente y persecución del bienestar del colectivo de
pacientes origina.
Recomendaciones de lectura
La tabla 1 recoge una serie de obras de "Economía" de utilidad para el estudiante de
Medicina. El enfoque económico y el enfoque sanitario abordan los problemas de salud de
forma equivalente: ambos se plantean como mejorar la salud de las poblaciones y su
satisfacción con los servicios sanitarios dados unos recursos. Este estudiante de Medicina no
necesitará una asignatura de Economía en el pregrado. Si la investigación económica sobre la
salud de las poblaciones y de individuos y sobre servicios sanitarios continua contribuyendo a
los conocimientos y actitudes relevantes para un médico entrará de forma natural en los
curriculums.
La situación cambia en la formación de postgrado y continuada donde ya tiene sentido la
inclusión de contenidos específicamente económicos. Así, para un clínico actual la formación
en Economía puede venir motivada por diversas razones: las prácticas clínicas constituyen el
sistema nervioso central del sistema sanitario pero no habrá buena medicina sin buena
organización sanitaria, la mayor parte de los recursos son asignados por el médico, no hay
eficiencia sin efectividad, y -por último- la Economía está adquiriendo relevancia como ciencia
9
de la gestión: Tanto de la gestión macrosanitaria, o política sanitaria, como de la mesogestión
sanitaria, o gestión de centros sanitarios, y de la microgestión sanitaria, o gestión clínica. En la
tabla 2 aparecen unas recomendaciones de lectura para un clínico interesado en la Economía.
Finalmente, en la tabla 3 se indican los contenidos de un curso dirigido a Jefes de Servicio
Clínico, con el énfasis situado en la gestión clínica.
10
Tabla 1
TRES LECTURAS DE "ECONOMÍA" PARA UN
ESTUDIANTE DE MEDICINA
Cochrane A. Effectiveness and efficiency. Random reflections on health services. The
Nuffield Provincial Hospitals Trust, 1972. Traducción al castellano de Salvat, 1985.
McKeown T. The origins of human disease. Oxford: Basil Blackwell, 1988. Traducción al
castellano de Editorial Crítica, Barcelona, 1990.
Rose, Geoffrey. The strategy of preventive medicine. Oxford University Press, 1992.
Traducción al castellano de Masson-Salvat: La Estrategia de la Medicina Preventiva, 1994.
11
Tabla 2
LECTURAS PARA UN CLÍNICO INTERESADO EN LA ECONOMÍA
* Asociación de Economía de la Salud. Instrumentos para la gestión en Sanidad.
Barcelona: SG, 1995.
* Banco Mundial. Informe sobre el desarrollo mundial 1993. Invertir en salud.
Washington: Banco Mundial, 1993.
* Cuervo J et al. Gestión de Hospitales. Barcelona: Vicens Vives, 1994.
* Harrison. Principios de Medicina Interna. Especialmente los nuevos capítulos sobre
coste-efectividad y análisis de decisión de las ediciones undécima y duodécima.
* Lobo, Félix. Medicamentos. Política y economía. Barcelona: Masson, 1992.
* Meneu R, Ortún V (eds). Política y gestión sanitaria: La Agenda Explícita. Barcelona:
SG editores, 1996.
* Martín Zurro A, Cano JF. Atención primaria. Conceptos, organización y práctica
clínica, 3a ed. Barcelona: Doyma, 1994. Especialmente los capítulos 1, 2, 3, 5, 6, 16, 17 y
20.
* Milgrom P, Roberts J. Economía, Organización y Gestión. Barcelona: Ariel, 1993.
* Navarro, Cabasés, Tormo. Informe SESPAS 1995. La salud y el sistema sanitario en
España. Barcelona: SG eds, 1995.
* Organización Panamericana de Salud. Investigación sobre servicios de salud: Una
antología. Washington: OPS, 1992.
* Ortún V. Economía en Sanidad y Medicina. Instrumentos y limitaciones. Barcelona:
Hogar del Libro, 1992.
* Phelps C. Health Economics. Nova York: Harper Collins, 1992.
* Regidor E. Sistemas de información para la política sanitaria. En: Del Llano J, Ortún V,
Martín Moreno J Ma, Gené J, Millán J (dirs): Gestión Sanitaria: Innovaciones y desafíos.
Barcelona: Masson, en prensa.
* Sackett D, Haynes R, Guyatt G, Tugwell P. Clinical Epidemiology. A basic science for
clinical medicine, 2a ed. Toronto: Litle, Brown & Co, 1991. Existen traducciones al
castellano.
12
Tabla 3
CURSO PARA JEFES DE SERVICIO SOBRE CRITERIOS ECONÓMICOS EN
LAS DECISIONES CLÍNICAS
Conceptos y condicionantes de la eficiencia en Sanidad
Conceptos: Eficacia, efectividad, eficiencia y equidad.
Condicionantes: Competitividad internacional, evolución de la Medicina y Estado de
Bienestar. Internacionalización y convergencia.
Banco Mundial. Informe sobre el desarrollo mundial 1993. Invertir en salud. Washington,
1993.
Sen A. La vida y la muerte como indicadores económicos. Investigación y Ciencia, julio
1993, 6-13.
Abordajes de la eficiencia en Sanidad y Medicina
Eficiencia en Sanidad: Aproximaciones "epidemiológica" y "económica". Eficiencia en
Medicina: Obstáculos y estrategia. Gestión sanitaria: Macro, meso y micro. La
introducción de criterios de eficiencia económica en la práctica clínica.
Rose G. Individuos enfermos y poblaciones enfermas. Reproducido en O.P.S.: El desafío de
la Epidemiología. Washington, 1988: 900-909.
Ortún V. Incorporación de los criterios de eficiencia económica a las decisiones clínicas.
Información Comercial Española 1990; 681-682 (mayo-junio): 117-129.
Berwick D. Continuous improvement as an ideal in health care. N Engl J Med 1989; 320:5356.
Conciencia de variaciones, preocupación por la efectividad y las "utilidades" del
paciente, estudios de adecuación.
Evaluación epidemiológica y económica. La efectividad objetiva y subjetiva. Medidas
de producto final y de producto intermedio.
Jané E, Barba G, Salvador X, Salas T, Sánchez E, Bustins M. Variaciones en la tasa de
hospitalización por procedimientos quirúrgicos seleccionados. Aplicación del análisis de áreas
pequeñas. Gac Sanit 1996; 10: 211-219.
Oterino D et al. Utilización innecesaria de la hospitalización: Importancia de la gestión a nivel
de servicio. Rev Calidad Asistencial 1994; 1: 4-8.
Williams A. Los indicadores de calidad de vida en la distribución de recursos: Los AVAC.
Quadern CAPS 1990; 14 (nov): 25-31.
Phelps C. The methodologic foundations of studies of appropriateness of medical care. New
Engl J Med 1993; 329: 1241-45. Recomendables, en el mismo número, los sendos artículos
de Kassirer y Tanenbaum.
13
Las vías clínicas
Técnicas cuantitativas de ayuda a la decisión clínica. Teoría de la decisión, teoría de
juegos e investigación operativa (simulaciones incluídas). Incertidumbre, decisiones
diagnósticas y terapeúticas.
Desarrollo y difusión de las prácticas clínicas: como debería ser y como es.
Dixon A. The evolution of clinical policies. Med Care 1990; 28: 201-220.
Ortún V. Clínica y Gestión. Med Clin 1995; 104: 298-300.
Phelps C. Diffusion of information in medical care. Journal of Economic Perspectives 1992;
3(summer): 23-42.
Magid D et al. Prevention of Lyme disease after tick bites. N Eng J Med 1992; 327: 534-41.
Bonfill X. El posible papel de la epidemiología clínica en el hospital. Revisiones en Salud
Pública 1991; 2: 167-184.
Las vías no clínicas a la eficiencia en Medicina
Posibilidades e implicaciones de la introducción de la competencia en la práctica de la
medicina. Discusión de las posibilidades y limitaciones de la competencia en Medicina.
Financiación de la asistencia, formas de pago y flexibilización profesional y laboral.
Organización, incentivos y control. Responsabilidad sobre los costos que se gestionan.
La reforma microecónomica de la sanidad.
López Casasnovas G (ed): Análisis económico de la Sanidad. Barcelona: Generalidad de
Cataluña, 1994.
V Ortún y G López. La reforma del sistema sanitario español: radicalismo selectivo. Hacienda
Pública Española 1993; 1(Monografías): 15-31.
Cabasés J, Martín J. Contratos de servicios en el sistema sanitario. En: Asociación de
Economía de la Salud (ed): Instrumentos para la gestión en Sanidad. Barcelona: SG 1995;
124-166.
Schotter A. La economía de libre mercado. Barcelona: Ariel, 1987.
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