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DE CIVE (Número 0)
2010
RECENSIONES
EHRLICH. E.: Escritos sobre Sociología y Jurisprudencia. Trad., notas y estudios
preliminares de J.A. Gómez García, J. L. Muñoz de Baena y G. Robles Morchón.
Marcial Pons, Madrid 2005.
Casi un siglo después de su publicación aparecen por vez primera en castellano
algunos textos fundamentales del, para muchos, padre de la Sociología del Derecho,
Eugen Ehrlich. Tan llamativa circunstancia ilustra, bien a las claras, la escasa
importancia atribuida hasta hoy a esa disciplina en nuestro ámbito cultural. Y también
abunda en la meritoria labor de los traductores, quienes no sólo han puesto al alcance de
lector español obras fundamentales del autor austriaco, y ello tras superar continuas
vicisitudes académicas y personales, sino que las acompañan de sendos estudios
introductorios, complementarios entre sí, que pretenden ajustar su comprensión por
parte del lector no especialista.
Y así el profesor J. A. Gómez García en su estudio Derecho, vida y derecho
vivo en el pensamiento iusfilosófico de Eugen Ehrlich analiza pormenorizadamente
cómo el sociologismo de Ehrlich se sustenta sobre el concepto de vida (das Leben). Para
lo cual comienza con una breve descripción de su concepción del derecho y de la
ciencia jurídica a la que sigue un análisis del concepto de “la vida” en el pensamiento
germánico desde el romanticismo hasta el sociologismo del propio Ehrlich. La
enunciación del concepto de “derecho vivo” (lebendes Recht.) y el examen de la
función epistemológica que desempeña en su pensamiento, así como el tránsito desde
ese derecho vivo al derecho libre, completan el estudio que concluye identificando ese
derecho vivo aristotélicamente como unidad existente específica en tanto que un
viviente determinado.
El profesor J. L. Muñoz de Baena, se pregunta, a su vez, por El lugar de Ehrlich
en el debate sobre la ciencia jurídica. Cuestión a la que, tras fijar el marco
epistemológico del problema y examinar sucintamente tanto el postivismo jurídico
formalista como el sociologismo jurídico, responde afirmando que resulta sumamente
dudoso que la Sociología sea la única ciencia posible sobre el derecho y que incluso
resulta cuestionable que sea posible construir una ciencia sobre el derecho, sea o no ésta
la Sociología. Ello no obsta, desde luego, en modo alguno, al hecho de que la
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Sociología jurídica sea un valiosa disciplina auxiliar, tanto para el teórico del derecho
como para el operador jurídico forense. La importancia de Ehrlich estribaría, pues, más
en sus opiniones sobre el cometido práctico del intérprete de las normas que en las que
vertió sobre la fundamentación teórica de la ciencia que debería guiarlo, todas ellas
debidas a un positivismo excesivamente ingenuo, “ramplón”.
Tal y como se anuncia en el prólogo y contra lo que esperaba el lector, no figura
en el texto el estudio del último de los traductores, el profesor Robles Morchón. Estudio
que, por razones de extensión ha sido publicado en forma separada en el Centro de
Estudios Políticos y Constitucionales bajo el ehrlichiano título Ley y derecho vivo. Así
las cosas el resto del volumen reproduce alguno de los textos básicos de Eugen Ehrlich.
El primero de ellos, Libre investigación del derecho y ciencia del derecho libre, de
1903, un clásico de la literatura antiformalista germana en el que Ehrlich establece las
bases teóricas de su concepción filosófica.
Y en efecto, siguiendo ideas ya expuestas en su temprano Über Lücken im
Rechte y espoleado por la coincidencia de tales ideas con las expuestas por Gény insiste
en no considerar el Derecho como un sistema cerrado y pleno de reglas jurídicas
abstractas, sino consistente en decisiones particulares de modo que el juez, cuando las
reglas jurídicas establecidas no lo permiten, debe acomodar el Derecho a las
necesidades de su tiempo mediante su libre descubrimiento. Como es bien sabido, el art.
1 del anteproyecto del Código civil suizo, -según el cual el juez “ha de decidir ante todo
de acuerdo con el tenor literal e interpretación de la ley civil, después según el Derecho
consuetudinario, y allí donde también éste falte, de acuerdo con la doctrina acreditada y
la tradición, fracasadas todas estas fuentes, habrá de promulgar su juicio según la regla
que él habría formulado si fuera legislador”-, se basaría por entero en tal punto de vista.
El segundo de los textos, Sociología y Jurisprudencia, defiende la tesis de que la
Jurisprudencia es, ante todo, una disciplina práctica, una disciplina que enseña la
aplicación práctica del Derecho, pero que ese cometido sólo puede cumplirlo en toda su
extensión cuando proporciona una morfología de la sociedad humana y de las fuerzas
que en ella actúan, cuando investiga sobre su naturaleza y límites. De ese modo, la
Jurisprudencia se transforma en Ciencia del Derecho, en doctrina del Derecho entendido
como fenómeno social; y así resulta ser una rama de la Sociología. Una Sociología
entendida como la concibió A. Comte con la única finalidad de investigar y explicar las
organizaciones sociales: je n’impose rien, je ne propose même, j’expose…
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Por último el volumen incluye los dos textos de Ehrlich en su famosa polémica
con Kelsen a raíz de la recensión por parte de éste último de la obra de Ehrlich
Grundlegung der Soziologie des Rechts que originó sucesivas réplicas y contrarréplicas
hasta la Schlusswort por parte de Kelsen. Lamentablemente, por razones de edición, no
se incluyen en el volumen los textos de Kelsen lo que no impide al lector hacerse una
idea cabal de esa inicial fractura entre normativismo y sociologismo a partir del breve
estudio preliminar y de los propios textos de Enrlich.
Y, en efecto, Kelsen acusó a Ehrlich de confundir los planos del discurso al
mezclar injustificadamente el ámbito del ser (Sein) con el del deber ser (Sollen). Desde
el punto de vista metodológico, es aceptable, según Kelsen, la distinción entre una
Sociología del Derecho (Rechtssoziologie) y una Ciencia del Derecho (Rechtswissenschaft). La primera tendría como objeto el ser del Derecho, la segunda el deber
ser, de manera que no cabría una reducción de uno de los planos metodológicos al otro;
cosa en la que habría incurrido Ehrlich.
Ehrlich, por su parte, respondió acaloradamente, tal y como se comprueba en los
textos traducidos, señalando que Kelsen le había menospreciado intelectualmente al
considerarle incapaz de distinguir ambos planos, y afirmando que en su trabajo el
Derecho aparecía tratado siempre como regla de deber ser y nunca como regla de ser.
Las dificultades de comprensión por parte de Kelsen se derivarían de la
propia
dificultad de crear conceptos adecuados para un campo científico nuevo. En este
sentido, distinguía entre proposición jurídica (el Derecho legislado y el de juristas) y
norma jurídica (la que corresponde al Derecho vivo, al realmente vigente en la vida
social).
Una polémica entre normativismo y sociologismo que, pese a la superación del
positivismo del que ambos son tributarios, sigue de algún modo vigente en nuestros
días. Vigencia, por cierto, que es de esperar comience a cobrar entre nosotros la propia
obra de Ehrlich gracias a esta magnífica edición que, paradójicamente, cuenta entre sus
mayores virtudes la llamada de atención sobre la necesidad de completar la traducción
de los textos ehrlichianos.
Aurelio de Prada
Universidad Rey Juan Carlos
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OCKHAM, G. DE: Sobre el poder de los emperadores y de los papas. Traducción y
trabajos preliminares de J.C. Utrera García, Madrid, Marcial Pons, 2007, 166 pp.
Con esta edición ve la luz, por vez primera en
castellano, el considerado
testamento intelectual y político de uno de los más importantes pensadores de la
tradición occidental: Guillermo de Ockham. Un
testamento,
por lo demás,
especialmente singular y relevante no tanto porque recoja algunos de los principales
motivos a los que se consagró durante más de dos décadas o porque ofrezca una
expresiva y peculiar síntesis de su pensamiento, -que también-, sino por las
excepcionales circunstancias en las que fue escrito.
Y es que, tal y como señala el prof. Utrera en su estudio preliminar, la temática
del De imperatorum et pontificum potestate, no responde a las expectativas del título
que la encabeza y que no se debe al propio autor. Y así en el texto no se encuentra un
tratamiento riguroso del origen, la legitimidad y las funciones del poder espiritual y
temporal ni tampoco una reflexión ordenada de las relaciones entre ambos, sino todo lo
más alusiones poco sistemáticas a esas cuestiones que Ockham trató de forma
exhaustiva en otros tratados más extensos y académicos de los que resulta meramente
complementario.
Por el contrario son las circunstancias precisas en las que el autor compuso este
escrito las que le confieren singularidad y relevancia. Estamos, tal y como se desprende
del Prólogo, ante un Ockham acosado y confinado: perseguido y excomulgado por la
Iglesia aviñonense, hostigado por sus enemigos, difamado, enfrentado a la mayor parte
de los franciscanos y que al carecer de una instancia jurídica imparcial en la que
defenderse recurre a una vía extrajudicial.
Recurre a poner en público conocimiento, sin omitir nada de cuanto hizo,
escribió o dijo desde que se sometió a la regla de san Francisco, para que todos los
“fieles en Cristo” sepan si puede probarse algo contra él, tal que no debe contársele
entre los “hijos de la luz”, entre los que “obran la verdad, y vienen a la luz, para que sus
obras se manifiesten como hechas en Dios” .Y así, concediendo por entero que
verdaderamente pueda atribuírsele que se sustrae a la obediencia de la Iglesia
aviñonense” y para que la
“palabra de Dios” no “quede encadenada” a su boca
Ockham trata brevemente “cuestiones necesarias para demostrar las ofensas con las que
la Iglesia aviñonense se empeña en oprimir en especial al Imperio romano y a otros
reinos, y en general, al común de los fieles”.
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Todo ello, desde luego, no sólo en aras del cumplimiento de la obligación que
todo cristiano, hasta el más humilde de los fieles, tiene de corregir los errores y
combatir la herejía personalmente cuando es la jerarquía eclesiástica la que yerra
pertinazmente y sometiéndose, sino también y por lo mismo, rogando y suplicando que
“si quienquiera que leyese lo que haya de componer me hallara incurso en error alguno,
juzgue digno exponérmelo por escrito mediante un argumento o autoridad que yo esté
obligado a reconocer; y si yo no pudiera responder razonablemente, concederé que he
errado. Pues en modo alguno me sonrojaré al ser conquistado por la verdad… “
Con semejante declaración de principios, no es de extrañar, tal como se señala
asimismo en el Estudio preliminar, que más allá de las diatribas y censuras de Ockahm
a los excesos del papado de su tiempo, lo que el De imperatorum propugna es que las
instituciones eclesiásticas y sus cargos son artificios humanos que responden a
necesidades circunstanciales y que, en consecuencia, se pliegan a una racionalidad
prudencial idéntica en lo fundamental a la que opera en el ámbito del poder laico. Sólo
se distinguirían por su fin específico, de modo que si el del poder laico es la paz social
compatible con la preservación de los derechos y libertades concedidos por Dios y la
razón a todos los hombres, el de la Iglesia es la consecución de la concordia en la
vivencia y la práctica religiosa compatible con paralelos derechos y libertades
concedidos por Dios y la razón al hombre cristiano en su condición de tal.
En otros términos, lo que el texto viene a propugnar, por decirlo de nuevo con el
prof. Utrera, es un genuino modelo constitucional para la Iglesia, un sistema de frenos
y contrapesos al poder de esta institución humana a favor de un régimen moderado
orientado al escrupuloso cumplimiento de sus fines, entre los que se hallan el respeto de
los derechos individuales en los que encuentra su último fundamento racional. Todo lo
cual tendrá un impacto directo en los principales autores del movimiento conciliarista,
desde los que el pensamiento político de Ockham se transmitirá a la escolástica
española, a los monarcómacos del siglo XVI y a los grandes autores modernos del XVII
como Grocio o Hobbes.
En suma la presente edición no sólo viene a colmar una laguna en nuestra
lengua de la obra de uno de los grandes de la tradición occidental y ello con una
traducción que sigue fielmente el estilo poco dado a la ambigüedad y al circunloquio
del autor, sino que, con el espléndido estudio preliminar que la precede, viene a poner
de manifiesto cómo el nominalismo y la teología de la omnipotencia del Ockham
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especulativo desembocan en una Filosofía política que inaugura conceptos y problemas
capitales del pensamiento político moderno
Aurelio de Prada
Universidad Rey Juan Carlos
AGUILERA PORTALES, Rafael Enrique, Teoría política y jurídica contemporánea
(Problemas actuales), México, Porrúa, 2008.
La obra Teoría política y jurídica (problemas actuales), del Prof. Dr. Rafael
Enrique Aguilera Portales, es producto de una fructífera labor investigadora en la
Facultad de Derecho y Criminología de la Universidad Autónoma de Nuevo León en
estos dos últimos años. El iusfilósofo malagueño aborda en este libro problemáticas
múltiples y enriquecedoras desde su acostumbrada perspectiva analítica. El lector se
percata a lo largo de las líneas de los distintos ensayos publicados por la prestigiosa
editorial Porrúa, de su actualidad inmediata, lo cual nos invita a desarrollar un
pensamiento crítico ante las actuales carencias que presentan los sistemas políticos y
jurídicos. Además, la procedencia de los mismos (Chile, España, Colombia, Cuba, Perú
y México) nos habla del infatigable compromiso que ha sostenido el autor por difundir
la Filosofía Política y Jurídica a lo largo de todo el continente de América Latina.
En el transcurso de la lectura de los ocho capítulos que comprende este libro, el
lector también puede percatarse del estilo analítico, abundante y crítico, por medio del
cual nuestro autor aborda problemas jurídicos y políticos complejos. Al inicio de la
obra, el escritor nos invita a replantear cuestionamientos de gran relevancia como la
importancia que tiene en la actualidad la Filosofía del Derecho en los círculos no sólo
académicos, sino en la práctica cotidiana de juristas e intérpretes judiciales. En el
segundo capítulo se aborda la interesante, laberíntica y muy discutida relación entre los
tres ámbitos normativos la moral, el derecho y la política, en dicho apartado nuestro
autor lleva a cabo un análisis evolutivo sobre estas cuestiones, tomando una postura a
favor de estas interacciones sin acudir a ninguna postura iusfilosófica radical, pugnando
en consecuencia por una postura iusfilosófica, moderada, critica y progresista.
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Una de las más controversiales y polémicas temáticas la constituye el debate sobre la
legitimidad y justificación de la desobediencia civil en el seno de nuestros Estados
democráticos y sociales de derecho. En este sentido, en el tercer apartado el autor
aborda este complejo problema desde una perspectiva innovadora, explicando su
naturaleza y clarificando su distinción conceptual y práctica con otras figuras similares
como la desobediencia civil al derecho, el derecho de resistencia, la objeción de
conciencia.
El
profesor-investigador
se
enmarca
dentro
de
la
corriente
neoconstitucionalista realzando su carácter multidimensional y la importancia de ésta en
la Filosofía del Derecho contemporánea. Precisamente en el cuarto tema de la obra
encontraremos el ensayo titulado: Estado Constitucional, derechos fundamentales e
interpretación constitucional, este apartado nos recuerda la relevancia y trascendencia
de la defensa y protección de los derechos fundamentales a partir de una visión
principialista y valorativa de los mismos y realizando una crítica sobre los antiguos
modelos positivistas y legalistas de mediados del siglo pasado que brindaban modelos
subsuntivos aún para la solución de los casos difíciles. En este sentido, se apoya de una
serie de iusfilósofos y autores que se han enmarcado dentro de la corriente
neoconstitucionalista como Prieto Sanchís, Peter Häberle, Pérez Luño, Peces-Barba,
Gustavo Zagreblesky, Ronald Dworkin, García Valdés, Luigi Ferrajoli, Cruz Villalón,
Ángela Figueruelo, entre otros más.
Como buen conocedor del pragmatismo norteamericano, y en especial del
pensamiento político de Richard Rorty, el capítulo quinto lo dedica a una amplia
reflexión sobre la fundamentación filosófica de los derechos humanos en la obra de
Rorty. El autor nos adentra al pensamiento del filósofo americano, además de realizar
una severa crítica sobre actual menosprecio existente sobre la dogmática jurídica debido
a las fuertes reticencias del positivismo jurídico decimonónico que sigue influyendo en
las estructuras jurídicas contemporáneas. En el siguiente capítulo se analiza el tema del
multiculturalismo, federalismo y derechos culturales, el autor nos lleva de la mano a
realizar un análisis profundo, conciso y sugerente sobre las distintas teorías sobre el
multiculturalismo, la rígida problemática relacionada con los derechos colectivos, la
homogeneización y la diversidad cultural y la ciudadanía multicultural, tema
ampliamente trabajado en otras obras y al cual hace alusión también el último capítulo
del libro.
El penúltimo ensayo da un tratamiento filosófico y constitucional bastante
amplio al problema del origen, evolución y constitución del principio de la tolerancia
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en el Estado Constitucional. En este sentido, el autor lleva a cabo un análisis crítico y
propositivo sobre lo que debería constituir el principio de la tolerancia en los modernos
Estados Constitucionales. Al respecto, aborda cuestiones filosóficas que fueron
nutriendo este pensamiento político y jurídico moderno hasta llegar a su recepción
institucional, para lo cual realiza un análisis entre el Estado laico, neutral y
aconfesional. De igual forma, expone este principio como virtud pública, liberal y
democrática fundamental para nuestros Estados democráticos y sociales de derecho.
Finalmente, en el último apartado de esta obra, expone los distintos modelos de
ciudadanía democrática y cosmopolita, tema que como decíamos, constituye uno de los
trabajos que el autor ha desarrollado profusamente en los últimos años de su trayectoria
como investigador desde una perspectiva no solamente teórica, sino práctica a través de
distintos proyectos de investigación con el apoyo y financiación de CONACyT y la
UANL. Sin duda alguna, es enriquecedora la panorámica que nos brinda el análisis de
los distintos enfoques de ciudadanía en autores como Jürgen Habermas, Peter Häberle,
Luigi Ferrajoli, David Held, Martha Nussbaum; después de realizar una larga reflexión
al respecto, concluye con una propuesta que nos gustaría reproducir: Una democracia
republicana no se reduce a un sistema numérico de mayorías y minorías, ni de la
democracia es la tiranía de la mayoría sobre la minoría, sino la posibilidad de
expresión del pluralismo político de una sociedad. Concepción que, como afirma muy
bien el autor, debería ser respaldada por nuestros pueblos latinoamericanos ante los
constantes y tensos problemas de las desigualdades sociales, respeto a los derechos
fundamentales y los derechos diferenciados o de minorías.
Este libro está recomendado tanto a público especializado como a cualquier
lector no avezado en las temáticas descritas, dada la facilidad de la lectura.
Rogelio López Sánchez∗
∗
Profesor de Derechos Fundamentales de la Facultad de Derecho y Criminología de la Universidad
Autónoma de Nuevo León, Monterrey, secretario académico de la Revista Internacional de Teoría
Política y Jurídica Isotimia.
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