Cuadro Comparativo de las Potencias Imperialistas del siglo XIX al XX

Anuncio
Cuadro Comparativo de las Potencias Imperialistas del siglo XIX al XX
Principales Países
Imperialistas
Reino Unido de la
Gran Bretaña e
Irlanda del Norte
Francia
Alemania
Holanda
Características de su sistema
imperialista
Principales
Posesiones en el Mundo
Bélgica
Japón
Imperio Ruso
España
Portugal
La disputa por África.
Los europeos controlaban una parte relativamente pequeña del continente africano antes de 1880.
Anteriormente, cuando sus intereses económicos se encontraban más limitados (en el caso de África, al
comercio de esclavos, principalmente), los Estados europeos, en general, estaban satisfecho con lidiar
con los Estados independientes ya existentes y no habían intentado establecer el control directo sobre los
vastos territorios africanos. En su mayor parte, la presencia occidental en África se había limitado a
controlar la red de comercio regional y en establecer ciertos puntos de apoyo donde los extranjeros
pudieran realizar sus actividades misioneras y comerciales. Sin embargo, durante las últimas dos
décadas del siglo XIX la búsqueda de colonias se convirtió en una competencia conforme la mayoría de
los Estados europeos se involucraban en una carrera por el control de territorios.
Durante las guerras napoleónicas los británicos se habían establecido en Sudáfrica al tomar el control de
Ciudad del Cabo, originalmente fundada por los holandeses. Después de las guerras napoleónicas los
británicos impulsaron a los colonizadores a trasladarse a lo que ellos conocían como la Colonia del
Cabo. Las políticas británicas disgustaron a los bóers o afrikaners, tal como era llamados los
descendientes de los colonos holandeses, de modo que ello los llevó a emigrar en 1835 hacia el norte,
en el Trek, hacia la región entre los ríos Orange y Vaal (más tarde conocida como Estado Libre de
Orange) y al norte del río Transvaal). Sin embargo, las hostilidades entre los gobiernos ingleses y los
bóers continuaron. En 1877 el gobernador inglés de la colonia del Cabo tomó Transvaal, pero una
revuelta bóer llevó a que el gobierno inglés reconociera Transvaal como la República pendiente de
Sudáfrica. Estas luchas entre ingleses y bóers no evito que los grupos blancos masacraran y
subyugaron a los pueblos zulú y xhosa de la región.
En la década de 1880, la política inglesa en Sudáfrica fue determinada, en gran medida, por Cecil
Rhodes (1853-1902). Rhodes fundo las compañías explotadoras de diamantes y de oro que
monopolizaban la producción de estas preciadas mercancías y le permitieron tomar el control de un
territorio al norte del Transvaal al que llamo Rodesia por su propio nombre. Rhodes era un gran
campeón de la expansión inglesa, una vez dijo: "Si hubiera un Dios creo que lo que le gustaría que yo
hiciera es pintar cuanto sea posible de África con el rojo británico".
Uno de sus objetivos era crear una serie de colonias británicas desde "Ciudad del Cabo hasta El Cairo",
todas enlazadas por vías de ferrocarril. Sin embargo, sus ambiciones imperialistas lo llevaron al colapso
en 1896, cuando el imperio británico lo obligó a renunciar como primer ministro de colonia del Cabo
después de que conspiró para derrocar al gobierno sudafricano de la nueva República de Sudáfrica sin la
aprobación británica. Aunque el gobierno inglés había deseado evitar la guerra con los sudafricanos, no
pudo impedir que los extremistas de ambos lados se precipitaran hacia un conflicto.
La guerra de los Bóers desde 1899 hasta 1902, cuando los bóers fueron superados por un ejército inglés
más numeroso. La política británica hacia los derrotados fue notablemente conciliatoria. Transvaal y el
Estado Libre de Orange tenían gobiernos representativos en 1907 y en 1910 se creó la Unión de
Sudáfrica. Al igual que Canadá, Australia y Nueva Zelanda, se convirtió en un dominio
completamente autónomo dentro del Imperio Británico.
Otras posesiones británicas.
Los ingleses mostraron un interés activo en Egipto después de que el Canal de Suez fue abierto por los
franceses en 1869. Creyendo que era su ruta de salvación para llegar a la India, los británicos trataron de
ejercer el control del área del canal. Egipto era un estado sólidamente establecido con un gobierno
musulmán autónomo, pero eso no impidió que los ingleses situaran allí una fuerza expedicionaria en
1882. Aunque declararon que su ocupación era sólo temporal, pronto establecieron un protectorado
en Egipto. Desde Egipto, los ingleses se movilizaron hacia el sur, hasta Sudán, y lo tomaron tras
haber evitado una guerra incidental con Francia. Para no quedarse atrás, Italia se unió a la lucha
imperialista. Su humillante derrota contra los etíopes en 1896 sólo condujo a que los italianos lo
intentaran de nuevo en 1911, cuando invadieron y tomaron Trípoli otomana y la renombraron como
Libia.
Las posesiones portuguesas y francesas.
Antes de 1880, los demás asentamientos europeos en África únicamente habían sido establecidos por los
franceses y los portugueses. Estos últimos se mantuvieron dentro de sus asentamientos de Angola en la
costa occidental y de Mozambique en la costa oriental. En 1830 los franceses habían comenzado la
conquista de Argelia en el norte musulmán de África, aunque no fue sino hasta 1879 cuando se implantó
la autoridad civil francesa. El año siguiente, 1880, el conflicto europeo por las posesiones en África
cobró fuerza. Hacia el año 1900 los franceses habían añadido la gran área de África Occidental Francesa
y de Túnez a su gran imperio africano. En 1912 los franceses establecieron un protectorado sobre gran
parte de Marruecos; el resto se dejó para España.
Bélgica y África Central.
África Central también fue añadida a la lista de colonias europeas. El interés popular por las abrumadoramente densas junglas tropicales de África Central primero surgió en las décadas de 1860 y de 1870 por
los exploradores, como el misionero escocés David Livingston y el periodista anglo estadounidense
Henry M. Stanley Pero la verdadera fuerza conductora de la colonización de África Central fue el Rey
Leopoldo II (1865-1909) de Bélgica, quien emprendió de manera entusiasta la tarea de crear un imperio
belga en África: "Abrir la civilización", dijo, "a la única parte del globo donde ésta no ha penetrado, para
traspasar la oscuridad que envuelve a poblaciones enteras, es una cruzada, si se me permite decirlo así, una
cruzada digna de este siglo de progreso". Sin embargo, como suele suceder con estos tipos de discursos, las
ganancias eran mucho más importantes para Leopoldo que el progreso; su trato hacia los africanos era tan
brutal que incluso los demás europeos condenaron sus acciones. En 1876 Leopoldo creó la Asociación
Internacional para la Exploración y Civilización de África Central y convenció a Henry Stanley de
establecer poblados belgas en el Congo. Alarmados por las acciones de Leopoldo, los franceses también se
movilizaron en el territorio al norte del río Congo.
Posesiones de Alemania.
Entre 1884 y 1900 la mayor parte del resto de África se repartió entre los poderes europeos. Alemania se
integró a las filas del imperialismo colonialista de esa época. Inicial-mente Bismarck había menospreciado el
significado de las colonias, pero conforme las presiones políticas internas a favor de un imperio alemán se
intensificaron, se transformó en un converso político del colonialismo, aunque sin verdadera fe. Como él
mismo lo expresó: "Todo este asunto colonial es una farsa, pero lo necesitamos para las elecciones". Los
alemanes establecieron colonias en el suroeste de África, los territorios de Camerún, Togolandia y
Tanganica.
El impacto sobre África.
Hacia 1914, Inglaterra, Francia, Alemania, España y Portugal se habían repartido todo el continente
africano (véase mapa 24.1). Sólo Liberia, fundada por los esclavos estadounidenses emancipados, y
Etiopía seguían siendo formalmente Estados libres. A pesar de las racionalizaciones "humanitarias" con
respecto a la "carga del hombre blanco", África había sido violentamente conquistada por los Estados
europeos determinados a crear imperios coloniales. Cualquier pueblo que osara resistirse (a excepción de
los etíopes, quienes habían derrotado a los italianos) era simplemente destrozado por la fuerza militar
superior de los europeos.
El imperialismo en Asia.
Aunque Asia había estado abierta a la influencia occidental desde el siglo XVI, no mucho de su
inmenso territorio había caído bajo control directo de los europeos. Los holandeses se habían establecido
en las Indias Orientales, los españoles estaban presentes en las Filipinas, y los franceses y portugueses
tenían puestos comerciales en la costa de la India. China, Japón, Corea y el sudeste de Asia habían
logrado evitar la ocupación de casi todos sus territorios por las potencias occidentales. Sin embargo, los
británicos y los rusos eran los que habían colonizado la mayor parte del territorio asiático comparación
con los demás países del continente europeo.
No fue sino hasta que comenzaron exploraciones en Australia por el Capitán James Cook entre 1768 y
1771 que Gran Bretaña tuvo un interés activo en el oriente. Esta disponibilidad de tierra para el pastoreo
de borregos y el descubrimiento del oro en Australia condujeron a un flujo de colonizadores que
masacraron a muchos de los habitantes indígenas. En el año 1850 el gobierno de Londres les concedió,
prácticamente, a las diversas colonias australianas la absoluta autonomía y 50 años más tarde, el enero
de 1901, todas las colonias se unificaron en la Comunidad de Naciones del Imperio Británico. Cerca de
Australia estaba Nueva Zelanda, a la que los ingleses habían declarado colonia en el año 1840, y que
obtuvo el estado de "dominio" en 1907.
Una empresa comercial privada conocida como la British East India Company (Compañía Británica de
las Indias Orientales) había sido responsable de subyugar gran parte de la India. Sin embargo, en 1858,
tras una revuelta de los cipayos, o sea de las tropas indias del ejército de la British East India Company,
las fuerzas rebeldes habían sido aplastadas y el Parlamento Británico transfirió los poderes de la
compañía directamente al gobierno en Londres. En 1876, el título de emperatriz de la India fue otorgado
a la reina Victoria; los indios eran ahora sus súbditos coloniales.
La expansión rusa en Asia fue consecuencia lógica de su tradicional crecimiento territorial. Los
exploradores rusos habían penetrado en el territorio inhóspito de Siberia en el siglo XVII y llegaron a la
costa del Pacífico en 1637. En el siglo XVIII los rusos reclamaron el territorio de Alaska, que vendieron
a Estados Unidos en 1867. Gradualmente, los colonizadores rusos se fueron trasladando hacia la fría e
imponente Siberia. En total, se establecieron siete millones de rusos en Siberia entre los años 1800 y
1914, y para entonces, 90% de la población era eslava y no asiática.
Los rusos también se desplazaron hacia el sur, atraídos por climas más cálidos y el desmoronamiento del
Imperio Otomano. Hacia 1830 los rusos habían establecido el control sobre toda la costa septentrional
del Mar Negro y luego continuaron avanzando hacia Asia Central, asegurando la región transcaspia en
1881 y Turkestán en 1885. Estos avances llevaron a los rusos hasta las fronteras de Persia y Afganistán,
donde los británicos también tenían intereses debido a su deseo de proteger sus posesiones en la India.
En 1907 rusos y británicos acordaron hacer de Afganistán un Estado con calidad de amortiguador entre
el Turkestán ruso y la India británica, y dividir Persia en dos esferas de influencia. Detenidos por los
ingleses en su expansión hacia el sur, los rusos se trasladaron hacia el oriente de Asia. La ocupación rusa
de Manchuria y su intento de internarse en Corea trajeron la guerra junto con la nueva potencia imperialista: Japón. Después de perder la guerra ante Japón en 1905, los rusos accedieron a un protectorado
japonés en Corea y su expansión rumbo a Asia llegó a detenerse de forma temporal.
China.
Las fuerzas del imperialismo después de 1880 condujeron a los occidentales a desplazarse hacia las
nuevas áreas de Asia que habían permanecido hasta ese entonces libres de su influencia. Hacia el siglo
XIX la dinastía Mancha, que gobernaba el Imperio Chino, estaba mostrando signos de decadencia. En
1842, los ingleses habían obtenido (por medio de la guerra) la isla de Hong Kong y los derechos
comerciales de varias ciudades chinas. Otras naciones occidentales pronto se apresuraron a obtener
privilegios comerciales similares. Los intentos chinos de resistirse a esta invasión extranjera condujeron
a derrotas militares y a nuevas demandas. Sólo la rivalidad entre las propias grandes potencias previno la
absoluta desintegración del Imperio Chino. En cambio Inglaterra, Francia, Alemania, Rusia, Estados
Unidos y Japón establecieron esferas de influencia y contratos de arrendamiento a largo plazo de territorios chinos. En 1889, presionados por el secretario de Estado de Estados Unidos, John Hay, los chinos
accedieron a aceptar una política de "puertas abiertas" por la que ningún país restringiría el comercio
con los demás en su esfera de influencia.
Japón y Corea.
Japón evitó la intrusión occidental hasta 1853-1854, cuando las fuerzas navales estadounidenses, bajo el
comando del comodoro Matthew Perry, obligó a los japoneses a concederle a Estados Unidos privilegios
comerciales y diplomáticas. Sin embargo Japón logró evitar la suerte de China.
Corea había excluido en buena parte a los occidentales. El destino de Corea fue determinado, primero,
por la lucha entre China y Japón en 1894-1895, y más tarde entre Japón y Rusia en 1904-1905. Las
victorias de Japón le dieron una clara superioridad y en 1910 Japón formalmente se anexó a Corea.
Sudeste de Asia.
En el sudeste de Asia, Gran Bretaña estableció el control sobre Burma (la actual Myanmar) y los
Estados Malayos, mientras que Francia desempeñaba un activo papel en metimiento de Indochina. La
ciudad de Saigón fue ocupada en el año de 1858 y cuatro años después fue tomada Cochinchina.
En la década de 1880 los franceses extendieron su "protección" Camboya, Annam, Tonkin y Laos, y los
organizaron en la Unión Indochina Francesa. Sólo Siam (Tailandia) permaneció libre como un Estado
amortiguador debido a la rivalidad entre franceses e ingleses.
Las islas del Pacífico fueron también la escena de una gran competencia entre potencias y presenciaron
la entrada de Estados Unidos al escenario imperialista. Las Islas de Samoa se convirtieron en la primera
colonia importante estadounidense; las islas de Hawai serían las siguientes en poco después de que los
estadounidenses habían convertido Pearl Harbor en una estación naval en el año 1887, los colonizadores
tomaron el control de la industria azucarera de las islas. Cuando los nativos hawaianos intentaron
reafirmar su autoridad, los marines de Estados Unidos fueron llevados al área para "proteger las vidas"
de los estadounidenses. Hawai fue anexado a Estados Unidos en 1898 durante la era de fervor
nacionalista, como consecuencia de la guerra hispano-estadounidense. La victoria sobre España impulsó
a los estadounidenses a extender su imperio al ocupar Puerto Rico, Guam y las islas Filipinas.
Aunque los filipinos deseaban la independencia, los estadounidenses se rehusaron a concedérsela.
Como dijo el presidente William McKinley, Estados Unidos tenía el deber de "educar a los filipinos,
elevarlos y cristianizarlos", una sorprendente declaración en vista de que casi todos ellos habían sido
católicos romanos durante siglos. Tomó tres años y 60,000 elementos del ejército para "pacificar"
Filipinas y establecer el control estadounidense.
Respuestas al imperialismo.
Cuando los europeos impusieron su cultura en los pueblos que consideraron inferiores, ¿cómo
respondieron los pueblos conquistados? Los intentos iniciales de expulsar a los extranjeros sólo
condujeron a devastadoras derrotas a manos de los occidentales, cuya tecnología industrial les dio
las armas modernas de guerra necesarias para aplastar a los pueblos indígenas. Acostumbrados al
dominio de pequeñas élites, los pueblos simplemente aceptaron a sus nuevos gobernantes, haciendo
que el gobierno de los occidentales fuera relativamente fácil. Los pueblos conquistados se
adaptaron, posteriormente, a la forma de gobierno extranjera de distintas maneras. Los
tradicionalistas buscaron mantener sus tradiciones culturales, mientras que los modernizadores
creían que la adopción de las formas occidentales les permitiría reformar sus sociedades y con el
tiempo desafiar al gobierno occidental. La mayoría de la gente probablemente se encontraba entre
estos dos extremos. Cuatro ejemplos ilustran los distintos enfoques a la forma en que los pueblos
indígenas respondieron a gobiernos extranjeros.
Hacia principios del siglo XX, una nueva clase de líderes africanos había surgido. Educados
en escuelas coloniales y algunos incluso en el occidente, fueron la primera generación de africanos
en saber mucho sobre el occidente y en escribir en el idioma de sus amos coloniales. Aunque esta
"nueva clase" admiraba la cultura occidental e incluso no le agradaban las formas de sus propios
países, muchos llegaron a odiar a los extranjeros y su arrogante desdén por los pueblos colonizados.
Los occidentales habían exaltado la democracia, la igualdad y la libertad política, pero estos valores
no se aplicaban en las colonias. Había pocas instituciones democráticas y los pueblos dominados sólo
podían aspirar a los trabajos de bajo rango de la burocracia colonial. Igualmente importante era el
hecho de que la prosperidad económica del occidente nunca se extendió a las colonias. Para muchos
africanos el colonialismo significaba la pérdida de sus granjas o los terribles trabajos en las
plantaciones y en las fábricas explotadoras dirigidas por los extranjeros.
Aunque los africanos de la clase media no sufrían al grado que lo hacían los pobres campesinos o los
trabajadores de las plantaciones, también tenían quejas. Usualmente calificaban sólo para los trabajos
más insignificantes en gobierno o las empresas. La supuesta superioridad de los europeos sobre los
nativos también fue expresada de diversas formas. Se establecieron clubes elitistas, escuelas e iglesias
especiales a medida que más oficiales europeos llevaban consigo a sus esposas y comenzaron a
formar familias.
Los europeos también tenían el hábito de dirigirse a los nativos por su primer nombre o de llamar a los
hombres adultos "niño". Dichas condiciones llevaron a muchos de la clase urbana educada a tener
sentimientos complicados con respecto a sus amos coloniales y la civilización que representaban.
Aunque estaban dispuestos a admitir la superioridad, en muchos aspectos, de la cultura occidental, estos
nuevos intelectuales odiaban ferozmente el dominio colonial y estaban determinados a afirmar el destino
de su propia nacionalidad y cultura. De esta mezcla de esperanzas y resentimientos surgieron los
primeros indicios de nacionalismo moderno en África.
China.
La humillación de China por las potencias occidentales condujo a mucha violencia, pero los occidentales
usaron esta anarquía como una excusa para obtener más concesiones de los chinos. Un estallido mayor
de violencia contra los extranjeros se dio en la Rebelión de los Boxers en los años 1900-1901. "Boxers"
fue el nombre popular que se le dio a los chinos que pertenecían a una organización secreta llamada
Sociedad de los Puños Armoniosos, cuyo objetivo era expulsar a los extranjeros de China. Los Boxers
asesinaron a misioneros extranjeros, a chinos convertidos al cristianismo, a trabajadores de ferrocarriles,
a empresarios extranjeros e incluso a los enviados alemanes a Beijing. La respuesta a los asesinatos fue
inmediata y abrumadora. Un ejército de tropas inglesas, francesas, alemanas, rusas, estadounidenses y
japonesas atacó Beijing, restauraron el orden y demandaron más concesiones del gobierno chino. El
gobierno imperial estaba tan debilitado que las fuerzas del Líder revolucionario Sun Yat-sen (I 866-1
925). Quien adopto un programa de nacionalismo y socialismo", derrocó a la dinastía Manchú en el año
1912. La nueva República de China siguió siendo débil y poco efectiva, y sus penurias estaban lejos de
terminar.
Japón.
A finales de la década de 1850 y principios de la de 1860, parecía como si Japón siguiera los pasos de
los chinos para ser dividido por las agresivas potencias occidentales en esferas de influencia. Sin
embargo, una sorprendentemente rápida transformación produjo un resultado muy distinto. Antes de
1868, el Shogún, un poderoso gobernante militar de soberanía hereditaria asistido por la nobleza
guerrera conocida como los samurai, ejercía verdadero poder sobre a Japón. Las funciones del
emperador se habían vuelto principalmente religiosas. Después de las concesiones del Shogún a las
naciones occidentales, un sentimiento de repudio condujo a un levantamiento samurai en el año 1867 y a
la reinstauración del emperador como cabeza legítima del gobierno. El nuevo emperador era el astuto,
dinámico y joven Mutsuhito (1867-1912), quien llamó a su reinado el Meiji (el Gobierno iluminado).
Los nuevos líderes, que eran controlados por el emperador, inauguraron una sorprendente
transformación que se conoce desde entonces como la Restauración Meiji.
Al reconocer la obvia superioridad militar e industria del occidente, los nuevos líderes se decidieron a
modernizar Japón absorbiendo y adoptando los métodos occidentales. Miles de jóvenes japoneses fueron
enviados al extranjero para recibir educación occidental, especialmente en las ciencias sociales y
naturales. Un ejército a la alemana y una flota naval al estilo inglés fueron establecidos. Los japoneses
también copiaron métodos industriales y financieros de los Estados Unidos y desarrollaron un sistema
comercial e industrial, un sistema administrativo altamente centralizado copiado de los franceses.
Inicialmente, los japoneses adoptaron los principios franceses de igualdad social y legal, pero para 1890
habían creado un sistema político que era democrático en su forma, pero autoritario en la práctica
Al imitar al occidente, Japón también desarrolló un poderoso Estado militar. El reclutamiento militar
universal fue introducido en el año 1872 y, con el tiempo se estableció un moderno ejército para tiempo
de paz de 240,000 elementos. Los japonenses siguieron ávidamente el modelo imperialista occidental.
Derrotaron a China en 1894-1895, se anexaron parte del territorio chino, y establecieron su propia esfera
de influencia en China. Después de haber derrotado a los rusos en 1905, los japoneses convirtieron
Corea en una colonia bajo un gobierno áspero. Los japoneses habían demostrado que una potencia
asiática podía jugar el juego imperialista "del hombre blanco" y proporcionaron un poderos ejemplo a
los pueblos de otras regiones de Asia y África.
La India.
El gobierno británico había tenido bajo su control a la India desde mediados del siglo XIX. Después de
aplastar un levantamiento mayor en 1858, lo ingleses gobernaron a la India de forma directa.
Supervisados por el Parlamento, un grupo de servidores públicos británicos dirigieron los asuntos de sus
entonces casi 300 millones de habitantes.
Los británicos llevaron orden a una sociedad que fue dividida por las guerras civiles desde hacía tiempo
y crearon gobierno relativamente honesto y eficiente. También llevaron la tecnología occidental, los
ferrocarriles, los bancos, las industrias, el conocimiento médico y los hospitales, introdujeron escuelas
secundarias al estilo occidental y universidades donde las clases medias y altas indias, así como
profesionales, recibían educación para que pudieran se subordinados entrenados en el gobierno y el
ejército.
Pero el pueblo indio pagó un alto precio por la paz y estabilidad que llegaron con el dominio británico.
Debido al crecimiento de la población en el siglo XIX, la pobreza extrema se convirtió en una forma de
vida para la mayoría de los indios; casi dos terceras partes de la población estaban desnutridas en 1901.
La industrialización británica trajo consigo poca mejoría para las masas. La fabricación de productos
británicos arruinó a las industrias y la riqueza india fue usada para pagarles a los oficiales británicos
y a un enorme ejército. El sistema de educación servía para las clases altas y la élite de los indios, y
sólo se impartía en la lengua inglesa del gobernante, mientras que 90% de la población seguía siendo
analfabeta. Incluso para los indios que se beneficiaban más de sus educaciones occidentales, el
dominio británico era degradante. Los mejores trabajos y las mejores casas estaban reservados para
los británicos. A pesar de su educación, los indios nunca fueron considerados como iguales de los
británicos, cuyas actitudes raciales quedaron muy en claro gracias a Lord Kitchener, uno de los
comandantes militares más importantes de la India cuando dijo: "Es esta conciencia de la inherente
superioridad de los europeos la que nos ha otorgado a la India. Sin importar lo educado o inteligente
que sea un nativo, y sin importar lo valiente que pruebe ser, creo que no se le puede otorgar ningún
cargo que logre que se le considere como igual de los oficiales británicos". Tales actitudes petulantes
de prejuicios raciales dificultaron al gobierno inglés, sin importan lo beneficioso que éste fuera, y le
impidieron ser aceptado, lo que condujo al surgimiento de un movimiento nacionalista indio. Hacia
1833, cuando se formó el Congreso Nacional de la India, los indios moderados y educados comenzaron
a buscar la autonomía. En 1919, en respuesta a la violencia e insensibilidad británicas, los indios
demandaron su absoluta independencia.
Los resultados del nuevo imperialismo.
Hacia el año 1900 casi todas las sociedades de África y Asia estaban ya fuera bajo el dominio colonial
absoluto o, como en el caso de China y del Imperio Otomano, en un punto de colapso virtual. Sólo un
puñado de Estados, como Japón en Asia Oriental, Tailandia en el sudeste de Asia, Afganistán y Persia
en el Medio Oriente, y la montañosa Etiopía en África Oriental, logró escapar a la desintegración interna
o al dominio colonial. En su mayor parte las excepciones eran resultado del azar más que de la
planeación. Tailandia escapó a la subyugación principalmente porque los oficiales en Gran Bretaña y
Francia pensaron que era más conveniente convertir al país en un Estado amortiguador que pelear por él.
Etiopía y Afganistán sobrevivieron debido a su remota ubicación y sus terrenos montañosos. Sólo Japón
logró evitar el destino común por medio de una coordinada estrategia de reformas políticas y
económicas. Con la llegada del imperialismo finalmente se estableció una economía global, y el dominio
de la civilización occidental sobre los territorios de África y Asia parecía estar completo. Al mismo
tiempo la competencia por las tierras en el extranjero también acentuó las existentes rivalidades entre los
Estados europeos.
Descargar