Cirugía reconstructiva

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Cirugía reconstructiva
por Carol Wallace, maestría en Ciencias,
asesora acreditada en rehabilitación
Volumen 17 · Número 7 · Noviembre/Diciembre 2007
Traducción al español: The BilCom Group
Volume 17 · Issue 7 · November/December 2007: Reconstruction Surgery
English Version is available in Library Catalog
Una, dos, tres, cuatro: todas al armario. Cuatro piernas protésicas de cuatro protésicos
diferentes. Cada uno me decía que podía hacerme una prótesis por encima de la rodilla con la
que no sentiría dolor. Y con todas fue igual: las usaba unos meses y luego... al armario. La
frustración y el dolor no justificaban mi deseo de verme completa. Habiendo encontrado tanta
funcionalidad en las muletas, cada vez que dejaba la pierna en el armario, las muletas se
convertían en un alivio después del dolor que me producía caminar con una prótesis.
Momento crucial
Desgraciadamente, los cuatro protésicos intentaron insinuar que yo no
estaba motivada para llevar una prótesis. Luego de pasar muchas horas
con cada uno tratando de obtener un ajuste que no fuera doloroso,
finalmente, siempre llegaba a un punto de frustración, y la pierna
terminaba en el armario. En 11 años, ninguno de los protésicos me
sugirió ni una sola vez que consultara a un médico. Depositaba mi
confianza en que el protésico sabría lo que era mejor en ese momento y
ni se me ocurría solicitar una cita con mi cirujano.
Para empeorar las cosas, como facilitadora de un programa de un grupo
de apoyo de compañeros amputados, debía recordar constantemente que
era la única persona del grupo que no llevaba una prótesis. Una vez más,
la insinuación parecía ser que no me esforzaba lo suficiente.
Un cambio de rumbo
A causa de los crecientes problemas de mis manos por el uso exhaustivo
de las muletas y por mi necesidad de conquistar el desafío protésico que
tenía por delante, decidí que, antes de continuar, debía consultar a un
cirujano ortopédico. Puesto que pertenecía a una organización para el mantenimiento de la
salud (HMO, por sus siglas en inglés) en el norte de California, fui remitida a un nuevo
miembro del personal que se especializaba en amputados. Los resultados de la evaluación
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indicaron que era necesaria una cirugía reconstructiva para eliminar el dolor y darle una nueva
forma a mi muñón, para que fuera más adecuado para llevar una prótesis.
Según mi médico, el dolor en los amputados de extremidad inferior puede originarse en
distintas zonas y estructuras, incluidos los huesos, los músculos, los nervios, los vasos
sanguíneos y la piel. A menudo, estos síntomas dolorosos pueden provocar una discapacidad
o dificultad importante para realizar las actividades cotidianas y una menor capacidad para
llevar una prótesis. Me recomendó que considerara la posibilidad de someterme al
procedimiento Ertl, que intenta recrear una extremidad duradera, que no produzca dolor y que
pueda cargar peso dentro de la prótesis, tanto para amputaciones por encima de la rodilla
(transfemorales) como por debajo de la rodilla (transtibiales). Mi HMO aceptó pagar los
gastos de esta cirugía.
Al despertar de la cirugía con ese viejo dolor conocido que me
quemaba intensamente, me di cuenta de que había olvidado cuán
dolorosa puede ser una cirugía de amputación.
Creo firmemente en tomar decisiones informadas basadas en la mayor cantidad de
información posible, de manera que pedí de hablar con algunos pacientes que se habían
sometido a este procedimiento. Me explicaron que sentían que los resultados de las cirugías
habían sido muy positivos; sin embargo, también agregaron que la cirugía no había sido
agradable ni tampoco el período de recuperación.
Después de leer la poca información que pude encontrar sobre el procedimiento Ertl en ese
momento, me puse en contacto con diversos cirujanos de la comunidad para conversar con
ellos sobre el procedimiento y para comparar sus valoraciones. Desgraciadamente, no
pudieron darme una opinión porque no tenían conocimiento de este procedimiento. Tampoco
me dieron mucho ánimo y sugirieron que tal vez debería considerar, simplemente, la
posibilidad de no llevar una prótesis. Uno dijo que consideraría practicarme una cirugía,
puesto que probablemente yo tendría un neuroma (abultamiento de una terminación nerviosa)
cerca del extremo del muñón, pero no me
ofrecía demasiadas esperanzas sobre el
resultado final de la cirugía. Esto era muy
distinto de lo que me habían propuesto
anteriormente: darle una forma
completamente nueva a mi muñón y la
capacidad de cargar peso con mayor
comodidad en el extremo, lo que
permitiría que la prótesis se ajustara
mucho mejor.
Manos con guantes quirúrgicos en una mesa de instrumentos quirúrgicos
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En un esfuerzo por cubrir todas las posibilidades, a continuación entrevisté y seleccioné un
nuevo protésico que consultó mi cirujano, porque existían algunas diferencias importantes en
la forma en que se debía diseñar mi prótesis para acomodar mi nuevo muñón reconstruido.
Después de analizar el tema con mi grupo de apoyo y mi familia, y de sopesar todos los pros y
los contras, opté por la cirugía y volé a Chicago con mis padres.
Déjà vu
Aunque le temía a la cirugía, al menos sabía bien qué esperar, o eso pensaba. Al despertar de
la cirugía con ese viejo dolor conocido que me quemaba intensamente, me di cuenta de que,
de algún modo, había olvidado cuán dolorosa puede ser una cirugía de amputación. Además
del dolor, que controlaba rápidamente con un botón que bombeaba un maravilloso opiáceo
cada cinco segundos, se me presentaron todos los recuerdos de la amputación original hace 11
años.
Durante los primeros días de mi recuperación, también reviví dolorosamente el por qué de la
amputación original de mi pierna. Recordé la lucha que viví tratando de vencer al cáncer
mientras me adaptaba a vivir sin una pierna. El lado positivo es que, esta vez, me recuperé de
este balancín emocional mucho más rápidamente en comparación con la primera vez. Esta vez
no me habían arrancado la vida, para comenzar todo de cero. Ya sabía cómo vivir con una
pierna, así es que lo único que tenía que hacer esta vez era recuperarme de la cirugía. Después
de derramar algunas lágrimas por todo lo que había tenido que atravesar, en pocos días volví a
ser la persona divertida y optimista que siempre había sido.
Todo es diferente, pero nada ha cambiado
Después de haberme recuperado completamente, comencé el proceso de ajuste protésico y me
fui caminando con mi nueva pierna después de solo tres visitas al protésico, y sin sentir dolor.
Qué sensación maravillosa, después de todos esos años de caminar con dolor.
Aunque la cirugía reconstructiva fue todo un éxito y yo tenía
una pierna nueva maravillosa, aumenté bastante de peso en un
período relativamente corto, una consecuencia negativa de mi
decisión de dejar de fumar antes de la cirugía. Y puesto que
había vivido tantos años sin utilizar una prótesis y que,
realmente, nunca había sentido la comodidad o funcionalidad
de llevar una, cerca de un año más tarde decidí agregar un
último integrante a mi colección del armario. Desde entonces,
continúo utilizando las muletas. Pero esta vez fue por elección,
no porque sintiera que no me quedaba otra opción.
Como consecuencia de ser líder en un grupo de apoyo de
compañeros y visitante hospitalaria, he conocido a muchos
amputados que experimentaron algunos de los mismos síntomas que yo antes de la cirugía
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reconstructiva. Tal como me sucedió a mí, los cirujanos les habían dicho que tendrían que
aprender a vivir con el dolor. Les han recetado medicación para aliviar el dolor, pero esto solo
sirve para enmascarar el problema. Algunos cirujanos operan para tratar de localizar y
eliminar el dolor, pero son pocos los que llevan a cabo una cirugía reconstructiva completa.
Los cirujanos fueron educados y capacitados para salvar extremidades, y son muy pocos los
que han practicado una gran cantidad de cirugías reconstructivas, y menos aún los que fueron
capacitados para realizar el procedimiento Ertl.
Si está padeciendo dolor en el muñón, con o sin una prótesis, he aquí algunos puntos para
tener en cuenta si decide buscar ayuda:
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Recoja toda la información que sea posible sobre la cirugía reconstructiva. Existen
opiniones profesionales diversas respecto del procedimiento Ertl, en contraposición con
otras metodologías quirúrgicas que intentan corregir el problema del dolor. Algunos
cirujanos llevan a cabo su propia versión del procedimiento Ertl y llaman a esa cirugía
el procedimiento Ertl.
La Internet es una rica fuente de información. Los demás amputados son otra fuente.
En primer lugar, hable con el primer cirujano que le atendió. Si no está satisfecho, pida
una segunda opinión.
Hable con su protésico además de con otros protésicos de su comunidad. Puede que
conozcan el trabajo de los cirujanos locales como para sugerirle a uno al que podría
consultar, de acuerdo con sus necesidades particulares. Recuerde que ellos fabrican
extremidades protésicas de acuerdo con los muñones que dejan estos cirujanos.
Pida de hablar con pacientes que se hayan sometido a la cirugía reconstructiva con el
cirujano que eligió.
Antes de la cirugía, haga que su cirujano hable con su protésico para trabajar juntos con
el fin de obtener el mejor resultado.
Asegúrese de comprender a qué tipo de procedimiento quirúrgico se someterá.
Esté preparado para el regreso de viejas emociones.
Planifique estar sin una prótesis durante 2 a 3 meses para permitir la cicatrización.
Asegúrese de asumir por completo el compromiso de llevar satisfactoriamente una
nueva prótesis antes de someterse al dolor y al gasto de la cirugía.
En tanto que hablo con más amputados que se han sometido a la cirugía reconstructiva, la
mayoría de ellos están totalmente satisfechos de haber decidido someterse a la cirugía. Lo
único de lo que me arrepiento es de no haber ido al primer cirujano cuando la primera prótesis
no funcionó a causa del dolor que me producía. Si me hubiera sometido a la cirugía
reconstructiva antes y hubiera aprendido a llevar la prótesis en ese momento, estoy segura de
que la llevaría hoy en día.
Para obtener más información sobre el procedimiento Ertl, visite www.ertlreconstruction.com
Nota del editor: las opiniones representadas en este artículo no son necesariamente las de la
Coalición de Amputados de América (ACA, por sus siglas en inglés).
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Sobre la autora
Carol Wallace tiene una maestría en Ciencias en la especialidad de
Asesoramiento y es Asesora Acreditada en Rehabilitación, conferenciante
sobre temas relacionados con la motivación, autora y editora. Es amputada por
encima de la rodilla a causa del cáncer. En la actualidad, se desempeña como
gerente de un establecimiento privado de atención geriátrica en Roseville,
California.
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