a fondo: encuentros ante las obras la pintura de los estados unidos de américa en el Museo Thyssen-Bornemisza Contaminaciones (norte) americanas estrella de diego pintura americana en el Museo Thyssen-Bornemisza I Que los Estados Unidos en un país de hibridizaciones culturales y razas mezcladas es algo obvio ya desde finales del siglo XIX. Por eso, en 1920, en su casa de un barrio residencial de Nueva Jersey, el poeta William Carlos Williams mira a su criada y escribe unos versos que son, sobre todo, un aluvión de ideas, un torrente que se va precipitando, quién sabe si como el mundo que le rodea. La criada, Contaminaciones (norte) americanas por estrella de diego una nativa americana, Elsie, ya sin pasado propio y trabajando en su casa de un barrio residencial de la costa Este, denuncia los desarraigos, las subjetividades impuestas, esas historias perdidas que son el futuro -y el presente- de América, de Norteamérica. Porque, de hecho, antes de 1920, mucho antes, América ya produce “productos impuros”, un arte hibridizado en el cual, y como ocurre en las obras de América Latina de los artistas desde mediados del XIX, se mezclan los estilos, se crean unos curiosos espacios y figuras que quizás sean un modo de rebelarse contra las modas europeas, aquellas que se importan con el arte académico que va a dominar el panorama artístico estadounidense hasta la inauguración del Armory Show en 1913, momento en que fácticamente entra la vanguardia en los Estados Unidos. Apenas dos años antes de que Marcel Duchamp pintara su Desnudo bajando una escalera de 1912, que causó gran furor en dicha exposición, en Estados Unidos Frank Benson seguía trabajando en un tipo de pintura realista, muy convencional. Aunque el arte hibridizado estaba presente en ese Early American Art –arte de los primitivos americanos- que a cada paso hace un alarde de impureza, de estilos mezclados, a fondo: encuentros ante las obras como se muestra en el trabajo de Savage, Bonell o Eunice quien juega con su mismo aspecto mestizado. Se trata Pinney. Se trata, tal vez y como en el caso de América Latina de disfrazarse de “negro” para que, como en el caso de cuya pintura “mal pintada” no es sino un modo de rebe- Baker, las blancos parisinos o neoyorquinos, piensen que larse contra la dominación visual de Occidente –porque la los “negros” con los cuales se asocian eran auténticos “afri- fórmula espacial de la perspectiva es un modo de control canos” y no “Africanamerican”. Y tratan de adaptarse al del mundo inequívoco-, de formas de contaminación entre estereotipo que de ellos se tiene: enfatizan su “otredad” Europa y las propuestas espaciales que se encuentran en para ser aceptados en un proceso etnomimético, enten- los pobladores que viven en tierras americanas antes de la dido el término en la acepción de Robert Cantwell -lo que llegada de los europeos, los “nativos”. surge en el reino de las relaciones sociales, la forma en que Sea como fuere, en 1920, año en que William Carlos Williams escribe su poema, Norteamérica está hibridizada no sólo 3 por la presencia acallada de esos nativos, como queda claro en el primer y muy conocido verso de Williams, donde el poeta resume su desconcierto y hasta la perplejidad de una época entera: The Pure Products of America Go Crazy (Los tomamos las inf luencias culturales, las tradiciones y las prácticas y luego las manifestamos a los otros. Dicho de otro modo, la representación misma de la cultura. En su puesta en escena etnomimética Baker juega, por ejemplo, sobre esa débil y preciosa frontera entre el yo y el otro y desde su ambición de vivir en Harlem hasta su productos puros de América se trastornan). paseo de gran dama por París, Josephine es a la vez fami- América, siempre en busca de su imagen, vive en esos años requirieran las circunstancias. 20 una fabulosa contradicción que Nueva York encarna de un modo extraordinario. Frente a una indudable liberalidad en las costumbres y un esplendor de la economía que expresa el cielo de los 20, en el suelo, bajo el suelo, repta un conservadurismo económico y hasta racial que va a quedar claro apenas unos años después, en la época liar y exótica, travistiéndose de blanca o de negra según lo De igual modo en el juego de papeles cambiados, las mujeres blancas usaban Bakerf ix para dar a su pelo el aspecto que presentaba el pelo de Baker –lo muestra la imagen de Kiki que presenta Man Ray. Sin embargo, hay una diferencia esencial entre una y otra mascarada: los de la plena crisis. negros lo hacían por supervivencia, los blancos para seguir Aunque en los 20, antes de la gran crisis, las cosas van tan como siempre ha sucedido en la historia occidental, tenía bien que incluso es posible permitirse ese lujo inaudito cada vez vuelta. la moda negrófila, para hacer ese viaje por lo exótico que, que habla de otra de la hibridizaciones más fuertes de los Estados Unidos. Se puede jugar a ser los “yo de color” Cuando las cosas van tan bien es posible jugar, aunque un rato. Disfrazarse de “negro” en Nueva York, como Al sea un rato, a perder la identidad, a perderse, desaparecer Johnson en el Cantor de jazz o la propia Josephine Baker, entre las calles, recuperar ese exotismo loco, consumista, de a fondo: encuentros ante las obras salón: un baile. ¿Y dónde mejor que en Harlem? “Harlem negro americano –al cual interesaba la superficie de África era una sucursal del paraíso”, comentaba Arna Bontemps. y los ritmos de África- pero yo no era África. Era Chicago y Kansas City y Broadway y Harlem.” Y así la isla, que mira siempre el Sur, decide volver los ojos hacia el Norte en 1925, hacia la avenida Lenox. De este modo, Es la historia que siempre se cuenta de la conocida negrófila los blancos se pasean por Connies Inn o Cotton Club y se Nancy Cunnard, la rica heredera inglesa, desheredada por empeñan en encontrar a un deseo de la modernidad también: la familia tras la relación amorosa con un músico afroame- volverse salvaje, durante un rato al menos. Los neoyorquinos ricano, Henry Crowder –por quien dejó al poeta Aragon. esperaban vivir su libertad y su placer y en ningún sitio como Siempre echaba en cara a su pareja no ser suficientemente en Harlem. Porque Harlem era un estado de ánimo. “africano”, lo cual él contestaba con paciencia que no era africano, que era americano. Era, claro, un modo de reformular el pasado y el presente 4 para los Africanamericans pero, al tiempo, era un modo de Pero se debería ser justos y no presentar a Cunnard como representar un posible presente también para el resto de una negrófila más, a pesar de sus inclinaciones, tan de la la ciudad. Había en esa búsqueda, en esa construcción, época, a estereotipar lo “africano”. De hecho, en el año 1929 una cierta melancolía, un atisbo de apropiación indebida y asistida por Crowder, planteaba un proyecto que merece la de algo que es de otros y que se encuentra a menudo en las pena comentar y que, además, la llevaría a recorrer el mundo diferentes construcciones de América. “Creé a mis perso- en busca de información. Negro, un proyecto de 1931 que najes negros sin lija ni barniz”, comentaba Claude McKay, quería ser una apuesta cosmopolita para reunir una anto- fotografiado por Berenice Abboot en 1927. logía de la cultura negra, será un hito en las propuestas de la época, sobre todo porque se promovieron contribuciones de No obstante, desde Harlem, a menudo, para Harlem, escritores blancos organizando de este modo un territorio África acababa por parecer lejana. De hecho, pintores de encuentro –entre otros Ezra Pound, Samuel Beckett, como Archibald Motley Jr. mos tr aban una realidad además de afromaericanos como la propia Zora Neale mucho más compleja que aquella que exhibían las repre- Husryon o Du Bois. Cunnard fue la primera en presentar sentaciones al uso, las que los blancos esperaban. Los de forma tan directa las voces negras. habitantes de sus cuadros son urbanos, progresistas, jóvenes; con rasgos, mezclados, impuros. “The pure Sin embargo, en 1931 habían pasado demasiadas cosas: products of America go Crazy”. o una cosa al menos –la gran Depresión –o las grandes depresiones más bien- que en 1939 el cine exorciza a través Es la idea de América como un país mestizado, mezclado, del Mago de Oz, como si la pantalla fuera capaz de desdra- impuro, del que habla Langstone Hughes: “Yo era sólo un matizar la terrible situación. a fondo: encuentros ante las obras 5 Así, la niñita protagonista, Dorothy Gale, al volver a Kansas a buscar y tratan de incorporar a una imagen de América después de sus aventuras por las tierras de Oz exclama: hasta entonces ni siquiera contemplada, la naturaleza “Qué gracioso. Este es el sitio que andaba buscando todo parece ser devuelta a ese lugar áspero y nada idealizado ese tiempo. Y ni siquiera lo sabía. Este es el sitio más al cual en realidad pertenece, una naturaleza que se tuvo bonito del mundo entero. Oh, tiíta Em, en ningún sitio que conquistar palmo a palmo y que incluso después de como en casa.” conquistada reta cada día al levantarse. En ningún sitio como en casa podría ser, de hecho, el leit América trata de buscar entonces un pasado, su pasado, motif de los años 30 americanos, unos años difíciles que unas raíces que, frente a las ciudades cosmopolitas, le hablan de un regreso, no cabe duda, quizás del más radical devuelvan a sus orígenes. Pero los orígenes se inventan de los regresos: volver a casa. siempre, se sueñan siempre. Los orígenes son siempre la De hecho, la citada refulgente vida urbana que invade la construcción de la imagen de América durante los 10 y los narrativa del deseo porque no hay palabras que los definan, porque faltan, porque se han perdido. 20, el epítome de la modernidad ejemplificado por el propio Sin embargo, ese regreso imposible, como todas las vueltas perfil de Nueva York, devuelve la mirada hacia una América atrás, se esconde a menudo insidioso tras algunas de las que la propia imagen corporativa -las ciudades modernas- estrategias de la cultura occidental y en este sentido América han desbancado, han olvidado, han dejado apartada. no es una excepción. ¿Por qué todos los que deciden ser El país se ha derrumbado y con él los sueños modernos de las ciudades invencibles: las gentes vagan por las calles en busca de empleo, hacen cola esperando un pedazo de “modernos” miran hacia detrás? ¿Por qué quieren regresar a los orígenes? ¿Por qué para ser “moderno” hay que volver y volver dónde? pan. Pero, al tiempo, el campo sufre inundaciones que ¿Cómo regresar, pues, a América y a qué América? ¿Dónde destruyen las cosechas del Medio Oeste y los pequeños buscar América, en qué paisajes? Así, América trata de campesinos caen como la bolsa frente a la mecanización buscar América desesperadamente sin entender que en los cultivos. América es tan sólo una idea, un sueño, que está en todas ¿Qué hacer? ¿A qué imagen recurrir cuando todas las partes y en ninguna. imágenes donde ref lejarse parecen tan devastadoras? Y Se buscan entonces lo que se imaginan tiempos mejores, América, perdida, sin una imagen estable en la cual refle- de simplicidad y proximidad con la tierra –casi la idea de jarse, decide entonces buscar América. En los 30, con el Pinney-, como si la situación extrema después del 29 fuera país en ruinas, con los campos agotados, con la pobreza casi leída igual que un castigo por haberse alejado de los evidente que algunos artistas como Dorothea Lange salen orígenes, por haber olvidado la imagen de la América rural. a fondo: encuentros ante las obras Obras de teatro como The Shakers, de Doris Humfrey, ¿Cómo buscar entonces América? ¿Dónde encontrarla? hablando de la simplicidad de estas gentes de Filadelf ia ¿Cómo crear una imagen de América? ¿Cuál de las Américas? basada en la vida agraria, o el libro de James Adams The ¿Cuál de todas se quiere rescatar en ese viaje programado Epic of America, donde se fundamenta el propio concepto por la nostalgia? ¿Cuál se acabará por construir si entonces, “American dream”, dan prueba de esa búsqueda de un si desde siempre, no hay una sola, pura, sin mezclas? pasado que se rescata, que trata de pagar las culpas del olvido propiciadas por la modernidad de las ciudades. que construir un arte americano, proyectar su imagen. Y los sueños iniciados por el Work Progress Administration II Y vuelven a la memoria las reuniones del Cedar Bar durante los años 50, ese bar del University Place que era el lugar 6 Y para encontrar América, como se la sueña, claro, hay de encuentro de la vanguardia neoyorquina, la establecida y la emergente. La ciudad entera se sentaba a beber y a hablar hasta altas horas de la madrugada. Se trataba del punto de reunión de los chicos de la Escuela de Nueva York, “hombres llenos de pasión”. Allí también, en el Cedar Bar, se buscaba América. Con la guerra recién terminada, con una Europa agotada y deshecha, el mundo patas arriba, América buscaba una imagen única, sin f isuras, de sí misma. Y para buscarla, volvía los ojos hacia imágenes de la realidad- o eso creía. Querían construir una imagen de la americanidad segura de sí misma: la que corresponde a esa invención colectiva que fuera la Escuela de Nueva York, con poco de Escuela (Administración para el progreso del trabajo) en los años 30 se hacen realidad con el Expresionismo Abtracto. Si América es grande, tendrá por fuerza que ser una. Su arte deberá presentarse como el producto ambiguo que no despierte sospechas y deberá sobre todo ser moderno. Y para ser moderno, hay que ser abstracto. Si la búsqueda de América en los años 30 recupera y construye los paisajes que en realidad existen sólo en la imaginación de quien los concibe, presentando una América que en ese sueño unificador es rural, agraria -en el fondo la imagen del Medio Oeste que obvia el resto de los paisajes americanos-, la operación se perfecciona en los 50: los paisajes abstractos, interiores, rubrican esa maniobra de borrar las diferencias y presentan una imagen unitaria, sin espacio, sin referentes. El paisaje repetido en el cual el horizonte ha dejado de estar, como en los paisajes del Medio Oeste. y mucho de sueño. Se trataba, en el fondo, de una misma ¿Qué es América, pues, como casa, como raíces, como búsqueda de la americanidad que se atisba, tal vez por paisaje, como imagen corporativa, como sueño americano, defecto, en los 20 en el citado William Carlos William: Pure si el paisaje es inestable, si la naturaleza es cambiante? Products of America Go Crazy (Los productos puros de América ¿Por qué, sobre todo, buscar las respuestas en la tierra y se trastornan). la tierra de quién? a fondo: encuentros ante las obras III “Mi pintura no sale del caballete. No suelo estirar un lienzo antes de ponerme a pintar. Prefiero colocar el lienzo sin estirar sobre la pared dura o sobre el suelo. Necesito sentir la resistencia de una superficie dura. Sobre el suelo estoy más cómodo. Me siento más cerca, más como una parte de mi propia obra porque puedo dar vueltas, trabajar desde los cuatro lados y literalmente estar sobre la pintura. Se parece al método de los pintores sobre la arena del Oeste”, explicaba Pollock en el primer y único número de Possibilities, el invierno de 1947. Sin duda, a su modo, Jackson Pollock también buscaba el 7 mito de América para encarnarlo. Sus legendarios paisajes supuestamente interiores, aquellos que había pintado sobre el suelo, erguido sobre Picasso, eran su peculiar regreso a los orígenes, un paisaje plano, de espacio imposible como las historias de guerra de los nativos americanos, espacios donde los elementos figurativos se camuflan en medio de un mundo sin sombras. Si la búsqueda de América en los años 30 recupera y construye los paisajes que en realidad existen sólo en la imaginación de quien los concibe, presentando una América que en ese sueño unificador es rural, agraria -en el fondo la imagen del Medio Oeste que obvia el resto de los paisajes americanos-, la operación se perfecciona en los 50: los paisajes abstractos, interiores, rubrican esa maniobra de borrar las diferencias y fig. 1 presentan una imagen unitaria, sin espacio, sin referentes. Jackson Pollock Marrón y plata I, c. 1951 Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid Porque, desde luego, el Oeste es la clave. El hecho mismo de “buscar América” está enraizado con la propia conquista del a fondo: encuentros ante las obras Oeste. Y es aquí donde surge la paradoja pues, ¿a quiénes IV pertenecieron esos paisajes y quienes los pintaron como En 1986 James Luna exponía su cuerpo iner te en el suyos y los reconocieron como suyos antes de la llegada Museum of Man de California. Era el cuerpo sedado que de los colonizadores? yacía en la sección de los indios Kumeyaay, un tiempo pobladores del área de San Diego. Lleno de cicatrices, En toda construcción de una identidad nacional -y buscar estaba rodeado por tres cajas de cristal que contenían América a través de sus paisajes lo es - a menudo acabamos sus objetos personales: en una artefactos de los sesenta por apropiarnos de lo “otro”, de unos orígenes inciertos que, (discos de Hendrix, chapas con consignas típicas ...), en como todo origen, nunca nos pertenecieron en realidad. otra una colección de zapatos y en la tercera los “objetos médicos” utilizados en los rituales de la reserva en La Jolla, Así es que para ser Americano Pollock debe regresar a lugar donde había vivido desde 1975. Arizona con la imaginación. Tal vez por eso triunfan de un 8 modo irrefutable las comentadas fotografías de Namuth. No aparecía en ninguna parte explicación alguna para esas No en vano Namuth había tomado fotografías de chamanes cajas pero estaba claro que formaban parte de su historia durante un viaje a Guatemala en 1947, recuerda Karmel. En -un pasado y un presente confusos en los que lo indígena esas fotos Pollock aparece como un chamán, en tanto presa y lo colonizado se mezclaban en apariencia, igual que la de los supuestos raptos del inconsciente, tal y como exigía medicina de la reserva -representada por los artefactos la etiqueta de la Escuela de Nueva. rituales- se fundía con la nueva medicina -esa medicina blanca que le hacía dormir un sueño artificial. Más aún: sus años de infancia en Arizona –el Oeste- hacían de él también el candidato idóneo para convertirse en el Explicaba, sin embargo, el por qué de las cicatrices, fruto representante oficial de esas raíces que todos, unos tras de caídas y reyertas durante sus borracheras, tratando tal otros, fueron tratando de reconstruir los que esperaron vez de liberarse de la presión de la sociedad dominante. encontrar América. ¿Qué más daba que América estuviera Beber para olvidar, para ser libre -al menos eso creía el en todas partes y en ninguna? ¿Qué más daba que esas artista hasta su desintoxicación y posterior incorporación ansiadas raíces procedieran en el caso de Pollock más de como asistente a personas con problemas de alcoholismo. las visitas a las exposiciones y museos de Nueva York en Luego, ese desencadenarse del alcohol significó salir del aquellos años –como la montada en el Moma en 1941, Art aturdimiento y sacar a otros de aturdimientos semejantes. of the United States que también influiría en Gottlieb– que de sus recuerdos de juventud, como pretende hacer creer La dependencia del alcohol se convierte para Luna en él mismo en la entrevista de 1944, quién sabe si también metáfora de la dependencia de la sociedad dominante y Pollock preso de su propio mito, recuerda Kirk Varnedoe? el artista explora los ritos de purificación reintegrando su a fondo: encuentros ante las obras 9 cuerpo indio a su cuerpo indio: “Siento que mi arte será misteriosa o mediatizada también para ellos. Estos repre- fuerte mientras siga ayudando a los alcohólicos. Nosotros sentantes de la más pura cultura mestizada, nacidos en los indios hemos sobrevivido todo este tiempo por nuestra su mayoría en los Estados Unidos y con frecuencia hijos o habilidad para adaptarnos. Aún tenemos curanderos, líderes nietos de americanos, debían recuperar unas maneras de y guerreros. Pero ahora nuestros guerreros están armados representación, unos iconos que a veces no formaban parte con armas legales, políticas y artísticas.” directa de sus vivencias recientes. Recuperar el pasado de los ancestros como acto de autoafirmación: pero ¿cómo Las cicatrices en el cuerpo de Luna no son sino los vestigios recuperar ese pasado sin borrar el presente, su presente? de la colonización, de ese proceso de “curación” al que la Ellos ya no eran japoneses, ni chinos, ni africanos, ni meji- mirada dominante somete las diferencias. canos, sino hibridizados Esa era la esencia que querían defender, la única válida para defender, pues como decía Sea como fuere, la subjetividad es siempre una subjetividad Gina Valdés en el poema ¿De dónde eres? : “Soy de aquí/ construida a partir del estereotipo y lo entiende muy bien la y soy de allá/from here/ and from there/ born in L.A./ del crítica americana Lucy Lippard, con una larga bibliografía otro lado / y de éste.” en el tratamiento de problemas relacionados con el “arte político”, cuando en 1990 publica el libro Mixed Blessing. De este lado y de aquel. Seguramente Homi Bhabha New Art in Multicultural America. tenía razón cuando reflexionaba en cómo el otro está ahí mismo cuando creemos estar hablando tranquilamente La multiculturalidad era enfocada desde la óptica de todas “entre nosotros”. Esa es la trampa del arte producido en las Américas, explicitaba la autora, si bien una muy buena los Estados Unidos: que a menudo se manufactura como parte de los artistas discutidos desarrollaban su trabajo en “puro”, pero que es maravillosamente impuro, contami- los Estados Unidos. Y no debería en absoluto sorprender nado, quebrado. si se tiene en cuenta la misma génesis del fenómeno que desde mediados de los 70 se había empezado a desarrollar en el mundo anglosajón y dentro de esa categoría que podríamos llamar “arte político”, usando una terminología contaminada y deteriorada. Lo más peculiar de esos ar tistas es que a menudo se veían abocados a hablar de una historia que ya no era con frecuencia su propia historia, sino la historia de sus antepasados, la historia silenciada, negada, desviada y a menudo Autora: Estrella de Diego Coordinación: Ana Moreno, Begoña de la Riva. Diseño: AGV diseño Edita: Fundación Colección Thyssen-Bornemisza, Madrid 2012 Todos los derechos reservados © de la presente edición: Fundación Colección Thyssen-Bornemisza, 2012 © de las imágenes: Fundación Colección Thyssen-Bornemisza, 2012 © de los textos: sus autores