LA ENERGÍA NUCLEAR EN LA VIDA DIARIA Marisa España La energía nuclear, debido a sus múltiples aplicaciones, está presente en diferentes áreas de la vida diaria del ser humano, pero si hay una en la que es especialmente importante es en el área de la salud. El descubrimiento de la radiactividad, junto con el de los RX, supuso una revolución, en los procedimientos para el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades, pero también en estas aplicaciones se puso en evidencia la aparición de efectos radioinducidos, tanto en profesionales sanitarios como en pacientes. La energía nuclear se ha ido desarrollando en las aplicaciones médicas conjuntamente con la aparición de nuevas tecnologías, que han mejorado la calidad de vida del ser humano, disminuyendo la morbilidad y mortalidad de muchas enfermedades. Estas nuevas tecnologías han permitido disponer de herramientas cada vez potentes, para la optimización de la dosis recibida por los pacientes, que siempre ha de ser la mínima compatible con una imagen apta para el diagnóstico o con el objetivo terapéutico del procedimiento, y también han contribuido a mejorar la protección radiológica de los profesionales. A finales de los años 40 comienza la utilización de la energía nuclear en el campo médico, construyéndose en 1946 el primer reactor productor de radionúclidos, y el desarrollo de la Medicina Nuclear. Desde esa fecha la aparición de nuevos radiofármacos, y de nuevas tecnologías como el SPECT (Single photon emisión computed tomography), y más recientemente el SPECT-CT han permitido obtener imágenes de órganos no solo morfológicas, sino funcionales y morfo-funcionales de una gran calidad. En este último caso, la dosis efectiva recibida por el paciente es la suma de las dosis por irradiación externa del TC e interna por la administración del radiofármaco. La aparición de la tecnología PET (Tomografía por emisión de positrones), PET-TC y PET-RM (PET-Resonancia Magnética) ha supuesto un gran avance para la medicina nuclear, al permitir obtener información fisiológica o bioquímica de los procesos. Sin embargo esta técnica exige disponer de un ciclotrón relativamente cerca de la instalación dado que los radiofármacos utilizados son de vida media muy corta. También la oncología radioterápica se beneficia de la energía nuclear para el tratamiento de enfermedades oncológicas. Desde los primeros equipos de Co60, que en su gran mayoría han sido sustituidos por aceleradores lineales, hasta la utilización de fuentes radiactivas encapsuladas para braquiterapia convencional o de alta tasa. En la actualidad también se dispone de equipos de terapia por protones, que permiten suministrar con mayor precisión la dosis de radiación en tumores cercanos a estructuras críticas, con menor dosis de radiación a los tejidos sanos. Sin embargo la utilización de esta tecnología continua siendo muy limitada debido a su gran complejidad y alto coste. Se siguen abriendo expectativas a nuevos tratamientos oncológicos, como la utilización de emisores α en braquiterapia o en radioinmonoterapia. Estas tecnologías han ido acompañadas de procesos de optimización de la protección radiológica tanto para los profesionales como para el paciente, que han permitido que la energía nuclear forme parte del presente y del futuro de nuestra vida diaria.