Antes del siglo XX no se habían considerado las edificaciones vernáculas como valores arquitectónicos, normalmente se manejaron conceptos elitistas, que menospreciaban a estas construcciones. Actualmente esto se ha discutido en el ámbito internacional, llegando a ser considerado como patrimonio. Parece ser un tema de moda dentro del medio arquitectónico, pero algunas personas no conocen a fondo el concepto. En la búsqueda posmoderna por encontrar manifestaciones mas cercanas al ser humano, rechazando la abstracción nacional, se han nombrado tendencias neovernáculas a aquellas que rescatan los valores arquitectónicos de una región. Fraptom, en contraparte a la arquitectura internacional, plantea la correspondencia del hacer arquitectónico en relación a cada región en la que se realiza. Desde la segunda década de este siglo, Le corbusier muestra cierto interés respecto a construcciones tradicionales y afirma que el "folclore" proporciona información importante y profunda de las necesidades humanas, pues satisface al hombre, los hace saborear. "[...] la abundancia de los bienes materiales y espirituales [...] El floclore pone en juego la intención poética, la intención de agregar materialismo en beneficio de la sensibilidad, la manifestación de un instinto creador". Asimismo, es conocida la influencia de la arquitectura vernácula mexicana en la obra de Luis Barragan. Roberto Littman se refiere a esta influencia definiéndola como "la sabia humildad de la tradición vernácula, que no ha olvidado la convivencia con el paísaje". Por su parte, Barragan, en el discurso pronunciado al recibir el premio Pritzker, señalo que: "Desde la infancia disfrute de la arquitectura popular: de las paredes blanqueadas con cal, de la alegría y el embrujo de paz de los patios y las huertas; el colorido de las casas; de los acueductos, abrevaderos y trojes. En fin, de tantos espacios logrados con tanta belleza y espontaneidad en el campo y en la provincia [...] En los párrafos anteriormente citados, se aprecia que tanto Le Courbusier como Barragan, manifiestan un profundo respeto por la obra vernácula, a la vez que observamos elementos que definen, escriben y valoran esta arquitectura. La utilización de materiales regionales es característico de estas construcciones. La arquitectura vernácula recibe varias acepciones según el autor y la época de la definición. Generalmente se habla de diferentes términos utilizándolos como sinónimos, así se pueden encontrar expresiones arquitectónicas como: popular, de masas, primitiva, campesina, indígena o folclórica, pero conceptualmente, el termino correcto es arquitectura vernácula, "aquella concebida como no culta, sin un estilo deliberado, y no relacionada con la arquitectura oficial". Bernard Rudofsky, en publicación "Arquitectura sin Arquitectura" (1960), resultado de una exposición homónima en Nueva York, acuña el termino "vernácula" para estas edificaciones, y por primera vez realiza un estudio y descripción de estas construcciones. Valeria Prieto, en la publicación titulada "Arquitectura popular mexicana", utiliza como sinónimos a la arquitectura vernácula y la popular. Comentando que estas construcciones "[...] le confieren carácter propio y singular a cada región [...] constituyen la tradición arquitectónica más genuina e integran una gran parte importante del patrimonio cultural del país". En la publicación del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), titulada "Arquitectura vernácula", se define a la arquitectura popular como la destinada a grandes masas o grupos marginados, diferenciándola de la arquitectura vernácula y estableciendo que: " [...] en ella aparecen constantes de elementos de carácter popular y tradicional. Surge como síntoma de la realidad de un pueblo bien definido, representa su devenir histórico, sus circunstancias culturales y la síntesis de sus origines e influencias[...] y es congruente con la situación geográfica." Es notable que se señala a los factores culturales e históricos como determinantes en la formación de la arquitectura vernácula. Además se hace mención de que otra característica que distingue a la misma, es la autoconstrucción y el sistema de autoconsumo. Por otra parte Francisco López Morales, en su libro "Arquitectura vernácula en México", la define como la "[...] que nació de un lento y decantado proceso histórico en el cual mezcla elementos indígenas, africanos y europeos". Es decir, la combinación de la arquitectura prehispánica de México y los diversos elementos de la "Arquitectura popular española". Si se hace una comparación entre la variedad de los actuales elementos de la arquitectura vernácula de México, con la española, se encontrara gran similitud. Conjunto de casas de adobe en una comunidad del Estado de México. La sencillez de las fachadas genera la belleza que Barragan exploto. En 1975, en Bulgaria, se realizo el simposium internacional del ICOMOS sobre arquitectura vernácula y su adaptación a las necesidades de la vida moderna. En este se asevero que "actualmente, la definición de arquitectura vernácula no es suficientemente precisa y es de suma importancia crear una noción más exacta sobre ella para estudiar su tipología y morfología". Esta afirmación da una idea acerca de lo poco que hasta ese año se había discutido y estudiado sobre la arquitectura vernácula y a la vez se sientan las bases para el inicio de importantes estudios posteriores. Le Courbusier y Barragan manifestaron un profundo respeto por la obra vernácula. El italiano Roberto Frudi dice que la arquitectura vernácula "Ha nacido y se ha desarrollado con un tipo de economía y de civilización que va desapareciendo [...]", continua su explicación afirmando que en la actualidad la mayoria de las personas considera inútil la conservación de la arquitectura de este genero, debido a la desaparición de tipo de economía que la genero. Sin embargo, asevera que si se estudia mas a fondo, se encontrara que no es solo un problema arquitectónico, sino también histórico, económico, etnológico y social. Estas observaciones resultan muy atinadas, pues actualmente gran parte de la destrucción de este tipo de arquitectura sigue vinculada con la desaparición en nuestro país de métodos tradicionales de la agricultura o debido a la industrialización y la emigración de la población rural a las ciudades. *Maestro en Ciencias. Profesor de la ESIA Tecamachalco. Detalle arquitectónico de ventanas de madera. La arquitectura vernácula esta vinculada con la desaparición de métodos tradicionales de la agricultura, la industrialización o la emigración de la población rural a las ciudades. Los análisis de las publicaciones en México, se han centrado en la relación de la arquitectura con el medio fisico, haciendo énfasis en los aspectos climáticos y geográficos de cada lugar. Resaltan los aspectos constructivos como soluciones pragmáticas de la arquitectura vernácula; así mismo, en algunos estudios, se ha hecho notar la degradación y desaparición de este tipo de edificaciones, haciendo un llamado de atención y conciencia para las autoridades y futuras generaciones. Amos Rapoport en "Vivienda y cultura" menciona la importancia de vincular la arquitectura vernácula con los factores socioculturales. Enuncia que al habitat debe responder a las diferentes necesidades culturales y hace un llamado, en el cual manifiesta que la ignorancia o desprecio hacia el estudio de la arquitectura vernácula, propicia el deterioro de estos edificios. Para Rapoport, la casa no solo es resultado de los aspectos físicos, como apuntan la mayoria de autor es del tema, sino que es consecuencia de varios factores socioculturales y esta se modifica por la situación climática y los sistemas constructivos. Apunta entre otras cosas, que una vivienda necesariamente debe ser valida, en lo social y en lo cultural. A partir de 1984 y hasta 1996, el ICOMOS desarrollo diversas reuniones en varios países, llegando a la publicación de la Carta Internacional del Patrimonio Vernáculo Construido, definiendo como "el conjunto de estructuras fisicas que emanan de la implantación de una comunidad en su territorio y que responden a su identidad cultural y social." en el primer seminario internacional de arquitectura vernácula, en México 1993, se define a esta, como el "producto de la participación comunitaria, que mantiene sistemas constructivos resultado de sus recursos disponibles." Se hace mención de que la técnica, el resultado volumétrico, así como el color y las relaciones espaciales, son producto del conocimiento comunitario heredado, sirviendo esta como medio de identidad del grupo. En las conclusiones de este seminario, se destaca que hay factores constantes en la producción vernácula que la distinguen de otras construcciones, como son el uso de materiales renovables reproducidos en gran escala; el empleo de materiales reciclables que al termino de su vida útil se integran al ecosistema natural sin alterar modos de vida y patrones tradicionales; ofrece expectativas a largo plazo coherentes a la protección del medio ambiente; depende exclusivamente de la economía local o regional con la utilización solo de sus propios insumos; individual o colectiva, su ejecución es local y existe siempre la participación del usuario o la comunidad Notas: Hemeroteca Virtual ANUIES http://www.hemerodigital.unam.mx/ANUIES Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior http://www.anuies.mx ESENCIA Y ESPACIO Agosto - Septiembre de 1998 La arquitectura vernácula es una realidad y un tema de reflexión que rehusa ser traspapelado. Por el contrario, exige que se reflexione acerca de él con más ahínco del invertido en anteriores momentos, hasta lograr que la sociedad reconozca todo lo que está inmerso, en este gran mundo y se decida a defenderlo. Fotos: Ricardo Antonio Tena Núñez Un indicio que mostraría la renuencia del tema y la realidad de ser soslayado, lo encontramos en las sucesivas reuniones que se han realizado, a fin de proferir una voz de alerta a más profesionales y a toda la sociedad, acerca del riesgo de perder una buena parte de nuestro patrimonio histórico. Bien visto, aquellos foros y este (Encuentro internacional sobre arquitectura vernácula en la Habana,Cuba), podrían llevar como subtítulo un grito de alarma similar al que profirieron muchas conciencias lúcidas ante la ominosa presencia del fascismo. Aquellos, gritaron hasta enronquecer, como lo ha consignado León Felipe: "¡Hey, que viene el lobo!" Parafraseando, podríamos decir: ¡Hey, que nuestra arquitectura vernácula se pierde! Hemos unido nuestra voz a la de otros colegas para intentar persuadir, hasta con vehemencia, acerca de la gravedad que representaría esa pérdida. Juntos hemos dicho que buena parte de los soportes sobre los cuales esta constuída nuestra nacionalidad e identidad, están en riesgo de socavarse junto con la destrucción dela arquitectura vernácula. Esto quiere decir que dentro de los valores que califican a esa arquitectura sin arquitectos, a esa arquitectura paradigmática de alta tecnología, a esa arquitectura predominante rural y campesina, siempre nueva y renovada, debe incluirse el construir un soporte de nuestra nacionaidad. Debe tenerse en cuenta que la arquitectura vernácula constituye un valladar en contra del abatimiento; un recuerdo que habla de la posibilidad de otro tipo de vida. Quisiera abundar sobre aquello que está involucrado en la destrucción de nuestro patrimonio, a sabiendas que esto repercute en sus ámbitos particulares y suele ser bastante denso, las cadenas de mediaciones que explican la destrucción de las culturas locales, también lo son. No obstante, son suficientemente claras las grandes zancadas a través de las cuales tiene lugar este proceso genocida. Así, pues, preguntémonos de nueva cuenta: ¿por qué está siendo destruida la arquitectura vernácula a ciencia y paciencia? ¿Por la incuria social, por el desgano de muchos que somos testigos sin levantar la voz, por los trastupijes de funcionarios corruptos aliados a empresarios venales, por la ignorancia del valor ahí acumulado, por considerar que los tiempos cambian y la arquitectura con ellos? ¿Por éstas razones y otras más? Sí, pero unido con todas las causas anteriores se encuentra el espíritu que subyace en la modernidad, propiciándolas, originándolas, alentándolas y dándoles sentido, que a su vez se complementan con la renovada expansión del neoliberalismo actual. En efecto, la modernidad se exportó y trasplantó a todos los países, incluso a México, a partir de la idea de que era la única forma de superar las limitaciones y aherrojamientos característicos del pasado teológico y metafísico de la humanidad, como los titulara Augusto Comte, para advenir al mundo positivo, es decir, a la razón, al progreso, a la libertad. A la modernidad se le presentó como la "constitución completa y estable de la armonía mental, individual y colectiva". La modernidad era sinónimo de razón y ciencia, éstos a su vez, eran caminos confiables que llevarían a la plenitud humana, al reino del bienestar, al progreso infinito. ¿Quién podía rehusarse a entrar a ese nuevo estadio histórico? ¿Quién podía preferir permanecer en lo que desde ese momento fue visto como el pasado de ignominia, de atraso y de superchería? En consecuencia, lo que había que hacer era trasplantar la modernidad, injertarla en nuestro territorio para bien de la población. De este modo se sacaría a nuestro pueblo del marasmo secular en que había estado postrado y se le abrirían las puertas de la ilustración, con mayúscula y con minúscula. En México, los grandes liberales del siglo pasado creyeron con fervor en los beneficios que nos reportaría ingresar a la modernidad: así, de una buena vez, de sopetón, de inmediato. Después supimos que la modernidad se implantó en nuestras tierras porque nos dejamos llevar por lo que antonio Caso, connotado filósofo mexicano, llamó el "bovarismo nacional" ¿Recuerdan ustedes la celebre novela de Flaubert? Sin embargo, no todo era miel sobre hojuelas, la presencia de una mosca en la sopa, una piedra en el zapato, pronto vino a enturbiar el ambiente de euforia en que vivían los prohombres y promotores de la modernidad; un sector social, sin saberlo, sin tener conciencia de ello, estaba opuesto inconscientemente a la misma. Se trataba de los indígenas, quienes en ese momento, representaban la mayoría del país. En efecto, la población indígena, lejana y distante de los afanes modernizadores y racionalistas de los liberales, permanecía aferrada a sus modalidades de vida, costumbres y tradiciones. Bien podemos considerar que vivía en un permanente estado de misoneismo, de rechazo a lo nuevo. No lo hacía por obstinación irracional o mítica, se aferraba a sus ideas, creencias, a la estructura y a sus relaciones sociales porque habían sido justamente estas formas de relacionarse con sus congéneres y por supuesto, con sus depredadores, las que les habían permitido subsistir y sobreponerse a la brutal embestida que jamás pueblo alguno ejerció sobre otro: la conquista que diezmó a la población indígena en menos de un siglo. ¿Qué hacer con los indígenas?, que hacer con quienes eran renuentes y hasta refractarios a la modernidad?, cabía otra decisión distinta a la que se tomó con un denuedo digno de mejores causas, la de modernizarlos aun a costa de ellos mismos?, ¿acaso no se les estaba haciendo un bien sacándolos de la barbarie en que vivían, a pesar de que en ellos podría encontrarse el deseo de evolucionar, de modernizarse? No cabe duda, unos de buena fe y otros carentes de ella, pero todos se sentían salvadores de esa enorme población atrasada. Los medios para lograrlo eran palpables: educación a los grupos no belicosos, exterminio y aplacamiento a los hostiles y beligerantes para después... ¡conocimientos, ciencia y educación! ¿ Y qué se quería decir cuando se hablaba de educación? Inculcar en la población, no solamente en la indígena, pero con mayor ahínco en ella, las ideas liberales, las formas capitalistas de relacionarse y el racionalismo que les daba fundamento a unas y otras. Esta educación se impartiría no en el idioma de cada una de las etnias, sino en castellano; se sustituirían sus viejas creencias mágicas por los conocimientos objetivos susceptibles de ser comporbados, es decir, por la ciencia; se inculcaría el conocimiento y respeto a las formas de gobierno democráticas, en fin se impulsaría el afán de competencia y enriquecimiento. En suma, cuando se hablaba de educar, se quería decir modernizar a la población, imbuir en ella los valores y fines de la sociedad liberal burguesa. Fácilmente se colige que educar a la población indígena quería decir, "desindianizarlos", extirparles lo que tenían de "indios", de incultos, de atrasados, de indolerntes. Costumbres, hábitos, formas de relacionarse, idioma, religión, visión del mundo y de la vida, estructuras de gobierno, todo cuanto les confería identidad debía ser extirpado. Y así se hizo, o mejor dicho, así se intentó consumar, con una enjundia digna, como hemos dicho, de mejores causas. Son bien conocidas, aunque ahora no se suela mencionarlas, las campañas de exterminio emprendidas por las figuras cimeras del liberalismo mexicano, Juárez y Díaz, en contra de los yaquis al momento siguiente de haber ejecutado al invasor francés y a sus adláteres nacionales. La historia del indígena en México, es la historia de su sobrevivencia puesta en entredicho a lo largo de los siglos. Podemos y debemos concluir que la modernidad era antagónica no sólo del artesanado, como asentó Marx, también lo era del indigenismo en los países en los cuales el artesanado ni siquiera representaba la forma predominante de producción, como en el nuestro. El antagonismo capitalista respecto del indigenismo -antagonismo estructural, histórico- se ha decuplicado al influjo de la exportación de capitales en su fase de Estado, que encuentra su manifestación más vívida en la entronización de la globalización, en un mundo regido por los intereses de las grandes potencias. Como se sabe, al capital le es consustancialmente indispensable, expandir sus mercados, contar con un número siempre creciente de compradores de sus productos. La conversión de todos los seres humanos en posibles consumidores y los objetos que produce en mercancías, representa para el una necesidad insalvable. Únicamente por medio de dichas conversiones le es posible transformar sus productos en mercancías y el capital inicial en valorizado. En consecuencia, como en Jericó, al capital también le es indispensable echar por tierra todos los obstáculos que se interponen a su afán de multiplicación de ganancia; sólo que no emplea trompetas, sino cañones, bloqueos e invasiones. El resultado no es la expansión de la fe, sino la sustitución de los viejos órdenes ideológicos por el ansia del consumismo. Por su peso cae, que el indígena es lo que es, gracias, entre otras cosas, a su identificación con el entorno humanizado que ha creado. Su vivienda y espacios comunales forman parte de él, son su alter ego. El indígena mexicano, como lo ha hecho ver con prístina claridad John Womack, llevó a cabo una revolución, la de 1910, no para modificar y trastocar su mundo por otro modernizado, sino para mantener vivo aquel que lleva viviendo por siglos. Su vitalidad, su capacidad de resistencia y sobrevivencia lejos de hablar de su atraso, ponen en evidencia su fuerza, sus recursos, su capacidad de continuar revitalizando sus costumbres, sus hábitos, sus modalidades de vida. Anteriormente decíamos que la arquitectura vernácula, la de estos grupos étnicos, es un valladar y un recuerdo, ambos dirigidos a hacer patente la posibilidad de otras modalidades de vida y, por lo que a espacios arquitectónicos urbanísticos toca, su perfecta adecuación al entorno natural. Habría que estudiar más a detalle esta cualidad, hoy inapreciable, en la casa maya, para confirmar que es un ejemplo a seguir como tantos otros, hoy que grupos numerosos intentan dar forma a una arquitectura autosustentable. Es un valladar con el que la globalización pretende terminar, con la finalidad de que al acabar las tradiciones, el pasado, los recuerdos, los héroes, seamos presa fácil del afán consumista que necesita inculcar. La guerra en contra de los grupos étnicos en Chiapas muestra que estas palabras no son gratuitas. La modernidad no tolera áreas que no estén bajo su férula. No está por demás decir que nosotros somos nuestro pasado, o como dijo Ortega, que el ser humano no tiene una naturaleza sino que tiene historia. Pues bien, nuestro pasado, nuestra historia esta entretejida, entre otros hilos, por los manufacturados por los indígenas que hacen de México un país multiétnico y multicultural. Para terminar, quiero reiterar lo asentado por Justo Sierra con motivo de una reunión de los grupos americanistas en México 1910: "Todo ese mundo ... cuyos archivos monumentales venías a estudiar aquí, es nuestro, es nuestro pasado, nos lo hemos incorporado como un preámbulo que cimenta y explica nuestra verdadera historia nacional, la que data de la unión de conquistados y conquistadores para fundar un pueblo mestizo que (permitidme esta muestra de patriótico orgullo) está adquiriendo el derecho a ser grande". Estamos ciertos de que en reuniones como la presente, que cobra un significado mayor por relizarse en un país que, como nuestros indígenas, se ha negado a ser devorado por el capitalismo, encontramos amigos y espíritus afines que nos permiten consolidar el derecho de todos los pueblos, los indígenas por delante, a ser diferentes. Sin esto, la democracia seguirá siendo no una realidad, sino una meta a alcanzar. Hemeroteca Virtual ANUIES http://www.hemerodigital.unam.mx/ANUIES Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior http://www.anuies.mx ARQUITECTURA VERNÁCULA Objetivo: El objetivo primordial es el análisis de la arquitectura vernácula en los municipios de la cierra Gorda de Querétaro, dando a conocer los diferentes tipos de arquitectura vernácula de acuerdo a sus materiales, costumbres tradiciones y dependiendo principalmente de las características climáticas, naturales y ambientales de cada una de las regiones. Introducción: La sierra Gorda Queretana: zona chichimeca conquistada por los guerreros y misioneros españoles, que ahora se consideran como un valuarte de la arquitectura virreinal. Localizada en parte de los estados de S.L.P., Guanajuato, Hidalgo, Tamaulipas y en mayor proporción en el estado de Querétaro, comprendiendo los municipios de Arroyo Seco, Jalpan de la Serra, Landa de Matamoros, Pinal de Amoles y San Joaquín. La vivienda actual es producto de dos géneros de influencia, una histórica y otro natural. La influencia histórica comprende el efecto de las tradiciones culturales en la vida rural; La influencia natural consta de dos importantes elementos, el clima y los recursos naturales. El clima influye en la arquitectura en cuanto a la protección del hombre, quien a través de su vivienda crea microclimas que favorecen su existencia. Los recursos condicionan los materiales de construcción que son obtenidos del medio natural para su empleo y su transformación. Arquitectura Vernácula: Se refiere principalmente a la arquitectura popular de una región, caracterizándose por el uso de materiales de la región. Localidad Clima Cimentación Estructura Muros Pisos Querétaro Templado Semi-seco A base de piedras Adobe, piedra tablón de madera Adobe, tabique, Pierda y tierra Cantera arcillosa Teja de barro y lamina de asbesto Jalpan Cálido Sub-Humedo Horcón enterrado Troncos de madera Adobe, tablas de madera Hoja de caña, tejamanil Tierra sin apisonar Techos Amealco Templado Sub-Humedo Piedra Morillos de madera Sillar de tepetate Tierra tepetatosa Teja de barro y lamina de asbesto The Other Modern: The Traditional City and its Architecture in the Twentieth Century THE EXHIBITION The Other Modern: The Traditional City and its Architecture in the Twentieth Century, is an exhibition and conference that will examine 20th century traditional urbanism and architecture from two directions: one looking back, from an historical perspective and the other, looking forward, drawing lessons from the past for a vision of the new millennium. The exhibition will revisit the history of architecture of the Twentieth Century by highlighting the Modern traditional city and its architecture from 1900 to 1999. Until recently, architectural historians have equated ‘modern’ with the modernist movement. Yet Twentieth Century modern architecture and urbanism have not been exclusively modernist. By definition, the term ‘modern’ sits in contradistinction to modernism. The former refers to current times whereas the latter identifies a specific historical ideology. Despite the modernist representation of history as a continual, inevitable progression away from tradition, modern cities, neighborhoods and buildings were built throughout the Twentieth Century that adapted the tradition of classical and vernacular architecture to the current conditions of life and society. In fact, the regional and national values of The Other Modern have been powerful forces of architectural and urban progress, and they have gained a renewed and emotional presence in the closing years before the millennium. The yearning for such buildings and places has increased as the integrity of the traditional urban environments has been eroded and destroyed. Throughout the world, cultures have continued to design, build and reconstruct cities and buildings governed with notions of permanence and continuity as a way of establishing meaning for themselves and future generations. The traditional city is manifested through time tested principles of construction, building typologies, and urban organizations, nature providing the reference point that ties the myriad of cultures to the human condition. The diversity of traditional and vernacular architectural expressions create a dialogue between the idea of the universal and the specific building traditions of a region. The Other Modern exhibition will consist of original drawings and photographs of buildings and urban interventions selected in archives and museums around the world. In addition, new models and drawings, including by computers, will be constructed in various university schools of architecture. With this mix of material the curators intend to create an exhibition that appeals to a large public, including high schools’ students, developers, public officials, etc. The exhibition includes projects and built works by Gunnar Asplund (Sweden), Lina Bo Bardi (Brasil), Dom Bellot (France-Canada), David Brutzkus (Israel), Alexeï Chtchoussev (Russia), Michel De Klerk (Holland), Hassan Fathy (Egypt), Raymond Hood (USA), Leon & Rob Krier (Luxemburg), Edwin Lutyens (England), Luis Moya (Spain), Ragnar Ostberg (Sweden), Auguste Perret (France), Marcello Piacentini (Italy), Dimitris Pikionis (Greece), Josef Plecnik (Czech Republic), Richard Riemerschmid (Germany), Eriel Saarinen (Finland), François Spoerry (France), Robert Stern (USA), Heinrich Tessenow (Germany), and dozens of others. Moreover the exhibition will examine important contributions such as the garden cities, the university campuses, the regionalist and vernacular movements (the Neo-Mediterranean Style, etc. ), and the reconstruction of the cities devastated during the first and second World Wars. THE CATALOGUE The Italian and English versions of the catalogue will contain 520 pages and more than 800 illustrations in black & white and colors. The first section consists of historical and theoretical essays; the second presents and analyzes the development of The Other Modern chronogically and typologically throughout the Twentieth Century. The final section deals with Visions for the New Millenium. Authors include Matthew Bell, Maurice Culot, Victor Deupi, Léon Krier, Denis Hector, Jorge Hernandez, Jean-François Lejeune, Michael Lykoudis, Catherine Lynn, Caroline Mierop, Demetri Porphyrios, Vincent Scully, Gabriele Tagliaventi, David Watkin, Carroll William Westfall, etc. THE ORGANIZERS The Other Modern will be the centerpiece of the third edition of the International Triennale of Architecture and Urbanism of Bologna in 2000. It follows the first two editions organized in 1992-3 and 1995-6 by A Vision of Europe and the events set up in Alexandria and Chicago by the Classical Architecture League. Created in 1992 by a group of architects, engineers, architectural historians directed by Ivo Tagliaventi, the not-for-profit association promotes the preservation of historic cities and neighborhoods as well as the transformation and development of suburban and periurban areas into new traditional neighborhoods based upon a structure of streets, blocks, and squares. Supported by the EEC Commission and with the collaboration of important European and American private and public institutions, both Triennales culminated in an exhibition inaugurated by H.R.H. The Prince of Wales and held at the Centro San Giorgio in Poggiale in the core of Bologna, and at other venues in Brussels, Istanbul (United Nations Conference Habitat II), Oslo, San Sebastián, Bilbao, Lisbon. The Third Triennale is jointly organized by The New Architecture Group, a network of European and American institutions with extensive experience in the organization of architectural events. The exhibition will open in Bologna in the spring, and at the end of the year in Oslo and San Sebastian before going to Chicago, Washington D.C. and New York. It is expected that after 2000 the exhibition will travel to other locations around the world. Curators: Michael Lykoudis, University of Notre Dame: tel: 001-219-631 6168 fax: 001-219-631 8486 Gabriele Tagliaventi, University of Ferrara, Italy: tel: 39-051-233 717 fax: 39-051-222 329