Antes del siglo XX no se habían considerado las edificaciones

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Antes del siglo XX no se habían considerado las edificaciones vernáculas como valores
arquitectónicos, normalmente se manejaron conceptos elitistas, que menospreciaban a estas
construcciones. Actualmente esto se ha discutido en el ámbito internacional, llegando a ser
considerado como patrimonio. Parece ser un tema de moda dentro del medio arquitectónico, pero
algunas personas no conocen a fondo el concepto.
En la búsqueda posmoderna por encontrar manifestaciones mas cercanas al ser humano,
rechazando la abstracción nacional, se han nombrado tendencias neovernáculas a aquellas que
rescatan los valores arquitectónicos de una región. Fraptom, en contraparte a la arquitectura
internacional, plantea la correspondencia del hacer arquitectónico en relación a cada región en la
que se realiza. Desde la segunda década de este siglo, Le corbusier muestra cierto interés respecto
a construcciones tradicionales y afirma que el "folclore" proporciona información importante y
profunda de las necesidades humanas, pues satisface al hombre, los hace saborear. "[...] la
abundancia de los bienes materiales y espirituales [...] El floclore pone en juego la intención
poética, la intención de agregar materialismo en beneficio de la sensibilidad, la manifestación de
un instinto creador". Asimismo, es conocida la influencia de la arquitectura vernácula mexicana
en la obra de Luis Barragan. Roberto Littman se refiere a esta influencia definiéndola como "la
sabia humildad de la tradición vernácula, que no ha olvidado la convivencia con el paísaje". Por
su parte, Barragan, en el discurso pronunciado al recibir el premio Pritzker, señalo que: "Desde la
infancia disfrute de la arquitectura popular: de las paredes blanqueadas con cal, de la alegría y el
embrujo de paz de los patios y las huertas; el colorido de las casas; de los acueductos, abrevaderos
y trojes. En fin, de tantos espacios logrados con tanta belleza y espontaneidad en el campo y en la
provincia [...] En los párrafos anteriormente citados, se aprecia que tanto Le Courbusier como
Barragan, manifiestan un profundo respeto por la obra vernácula, a la vez que observamos
elementos que definen, escriben y valoran esta arquitectura.
La utilización de materiales regionales es característico de estas construcciones.
La arquitectura vernácula recibe varias acepciones según el autor y la época de la definición.
Generalmente se habla de diferentes términos utilizándolos como sinónimos, así se pueden
encontrar expresiones arquitectónicas como: popular, de masas, primitiva, campesina, indígena o
folclórica, pero conceptualmente, el termino correcto es arquitectura vernácula, "aquella
concebida como no culta, sin un estilo deliberado, y no relacionada con la arquitectura oficial".
Bernard Rudofsky, en publicación "Arquitectura sin Arquitectura" (1960), resultado de una
exposición homónima en Nueva York, acuña el termino "vernácula" para estas edificaciones, y
por primera vez realiza un estudio y descripción de estas construcciones.
Valeria Prieto, en la publicación titulada "Arquitectura popular mexicana", utiliza como
sinónimos a la arquitectura vernácula y la popular. Comentando que estas construcciones "[...] le
confieren carácter propio y singular a cada región [...] constituyen la tradición arquitectónica más
genuina e integran una gran parte importante del patrimonio cultural del país". En la publicación
del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), titulada "Arquitectura vernácula", se define a la
arquitectura popular como la destinada a grandes masas o grupos marginados, diferenciándola de
la arquitectura vernácula y estableciendo que: " [...] en ella aparecen constantes de elementos de
carácter popular y tradicional. Surge como síntoma de la realidad de un pueblo bien definido,
representa su devenir histórico, sus circunstancias culturales y la síntesis de sus origines e
influencias[...] y es congruente con la situación geográfica." Es notable que se señala a los
factores culturales e históricos como determinantes en la formación de la arquitectura vernácula.
Además se hace mención de que otra característica que distingue a la misma, es la autoconstrucción y el sistema de autoconsumo.
Por otra parte Francisco López Morales, en su libro "Arquitectura vernácula en México", la define
como la "[...] que nació de un lento y decantado proceso histórico en el cual mezcla elementos
indígenas, africanos y europeos". Es decir, la combinación de la arquitectura prehispánica de
México y los diversos elementos de la "Arquitectura popular española". Si se hace una
comparación entre la variedad de los actuales elementos de la arquitectura vernácula de México,
con la española, se encontrara gran similitud.
Conjunto de casas de adobe en una comunidad del Estado de México.
La sencillez de las fachadas genera la belleza que Barragan exploto.
En 1975, en Bulgaria, se realizo el simposium internacional del ICOMOS sobre arquitectura
vernácula y su adaptación a las necesidades de la vida moderna. En este se asevero que
"actualmente, la definición de arquitectura vernácula no es suficientemente precisa y es de suma
importancia crear una noción más exacta sobre ella para estudiar su tipología y morfología". Esta
afirmación da una idea acerca de lo poco que hasta ese año se había discutido y estudiado sobre la
arquitectura vernácula y a la vez se sientan las bases para el inicio de importantes estudios
posteriores.
Le Courbusier y Barragan manifestaron un profundo respeto por la obra vernácula.
El italiano Roberto Frudi dice que la arquitectura vernácula "Ha nacido y se ha desarrollado con
un tipo de economía y de civilización que va desapareciendo [...]", continua su explicación
afirmando que en la actualidad la mayoria de las personas considera inútil la conservación de la
arquitectura de este genero, debido a la desaparición de tipo de economía que la genero. Sin
embargo, asevera que si se estudia mas a fondo, se encontrara que no es solo un problema
arquitectónico, sino también histórico, económico, etnológico y social. Estas observaciones
resultan muy atinadas, pues actualmente gran parte de la destrucción de este tipo de arquitectura
sigue vinculada con la desaparición en nuestro país de métodos tradicionales de la agricultura o
debido a la industrialización y la emigración de la población rural a las ciudades.
*Maestro en Ciencias. Profesor de la ESIA Tecamachalco.
Detalle arquitectónico de ventanas de madera.
La arquitectura vernácula esta vinculada con la desaparición de métodos tradicionales de la
agricultura, la industrialización o la emigración de la población rural a las ciudades.
Los análisis de las publicaciones en México, se han centrado en la relación de la arquitectura con
el medio fisico, haciendo énfasis en los aspectos climáticos y geográficos de cada lugar. Resaltan
los aspectos constructivos como soluciones pragmáticas de la arquitectura vernácula; así mismo,
en algunos estudios, se ha hecho notar la degradación y desaparición de este tipo de edificaciones,
haciendo un llamado de atención y conciencia para las autoridades y futuras generaciones. Amos
Rapoport en "Vivienda y cultura" menciona la importancia de vincular la arquitectura vernácula
con los factores socioculturales. Enuncia que al habitat debe responder a las diferentes
necesidades culturales y hace un llamado, en el cual manifiesta que la ignorancia o desprecio
hacia el estudio de la arquitectura vernácula, propicia el deterioro de estos edificios. Para
Rapoport, la casa no solo es resultado de los aspectos físicos, como apuntan la mayoria de autor
es del tema, sino que es consecuencia de varios factores socioculturales y esta se modifica por la
situación climática y los sistemas constructivos. Apunta entre otras cosas, que una vivienda
necesariamente debe ser valida, en lo social y en lo cultural.
A partir de 1984 y hasta 1996, el ICOMOS desarrollo diversas reuniones en varios países,
llegando a la publicación de la Carta Internacional del Patrimonio Vernáculo Construido,
definiendo como "el conjunto de estructuras fisicas que emanan de la implantación de una
comunidad en su territorio y que responden a su identidad cultural y social." en el primer
seminario internacional de arquitectura vernácula, en México 1993, se define a esta, como el
"producto de la participación comunitaria, que mantiene sistemas constructivos resultado de sus
recursos disponibles." Se hace mención de que la técnica, el resultado volumétrico, así como el
color y las relaciones espaciales, son producto del conocimiento comunitario heredado, sirviendo
esta como medio de identidad del grupo.
En las conclusiones de este seminario, se destaca que hay factores constantes en la producción
vernácula que la distinguen de otras construcciones, como son el uso de materiales renovables
reproducidos en gran escala; el empleo de materiales reciclables que al termino de su vida útil se
integran al ecosistema natural sin alterar modos de vida y patrones tradicionales; ofrece
expectativas a largo plazo coherentes a la protección del medio ambiente; depende
exclusivamente de la economía local o regional con la utilización solo de sus propios insumos;
individual o colectiva, su ejecución es local y existe siempre la participación del usuario o la
comunidad
Notas:
Hemeroteca Virtual ANUIES
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Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior
http://www.anuies.mx
ESENCIA Y ESPACIO
Agosto - Septiembre de 1998
La arquitectura vernácula es una realidad y un tema de reflexión que rehusa ser traspapelado. Por
el contrario, exige que se reflexione acerca de él con más ahínco del invertido en anteriores
momentos, hasta lograr que la sociedad reconozca todo lo que está inmerso, en este gran mundo y
se decida a defenderlo.
Fotos: Ricardo Antonio Tena Núñez
Un indicio que mostraría la renuencia del tema y la realidad de ser soslayado, lo encontramos en
las sucesivas reuniones que se han realizado, a fin de proferir una voz de alerta a más
profesionales y a toda la sociedad, acerca del riesgo de perder una buena parte de nuestro
patrimonio histórico. Bien visto, aquellos foros y este (Encuentro internacional sobre arquitectura
vernácula en la Habana,Cuba), podrían llevar como subtítulo un grito de alarma similar al que
profirieron muchas conciencias lúcidas ante la ominosa presencia del fascismo. Aquellos, gritaron
hasta enronquecer, como lo ha consignado León Felipe: "¡Hey, que viene el lobo!" Parafraseando,
podríamos decir: ¡Hey, que nuestra arquitectura vernácula se pierde!
Hemos unido nuestra voz a la de otros colegas para intentar persuadir, hasta con vehemencia,
acerca de la gravedad que representaría esa pérdida. Juntos hemos dicho que buena parte de los
soportes sobre los cuales esta constuída nuestra nacionalidad e identidad, están en riesgo de
socavarse junto con la destrucción dela arquitectura vernácula. Esto quiere decir que dentro de los
valores que califican a esa arquitectura sin arquitectos, a esa arquitectura paradigmática de alta
tecnología, a esa arquitectura predominante rural y campesina, siempre nueva y renovada, debe
incluirse el construir un soporte de nuestra nacionaidad. Debe tenerse en cuenta que la
arquitectura vernácula constituye un valladar en contra del abatimiento; un recuerdo que habla de
la posibilidad de otro tipo de vida.
Quisiera abundar sobre aquello que está involucrado en la destrucción de nuestro patrimonio, a
sabiendas que esto repercute en sus ámbitos particulares y suele ser bastante denso, las cadenas de
mediaciones que explican la destrucción de las culturas locales, también lo son. No obstante, son
suficientemente claras las grandes zancadas a través de las cuales tiene lugar este proceso
genocida.
Así, pues, preguntémonos de nueva cuenta: ¿por qué está siendo destruida la arquitectura
vernácula a ciencia y paciencia? ¿Por la incuria social, por el desgano de muchos que somos
testigos sin levantar la voz, por los trastupijes de funcionarios corruptos aliados a empresarios
venales, por la ignorancia del valor ahí acumulado, por considerar que los tiempos cambian y la
arquitectura con ellos? ¿Por éstas razones y otras más? Sí, pero unido con todas las causas
anteriores se encuentra el espíritu que subyace en la modernidad, propiciándolas, originándolas,
alentándolas y dándoles sentido, que a su vez se complementan con la renovada expansión del
neoliberalismo actual.
En efecto, la modernidad se exportó y trasplantó a todos los países, incluso a México, a partir de
la idea de que era la única forma de superar las limitaciones y aherrojamientos característicos del
pasado teológico y metafísico de la humanidad, como los titulara Augusto Comte, para advenir al
mundo positivo, es decir, a la razón, al progreso, a la libertad. A la modernidad se le presentó
como la "constitución completa y estable de la armonía mental, individual y colectiva".
La modernidad era sinónimo de razón y ciencia, éstos a su vez, eran caminos confiables que
llevarían a la plenitud humana, al reino del bienestar, al progreso infinito. ¿Quién podía rehusarse
a entrar a ese nuevo estadio histórico? ¿Quién podía preferir permanecer en lo que desde ese
momento fue visto como el pasado de ignominia, de atraso y de superchería? En consecuencia, lo
que había que hacer era trasplantar la modernidad, injertarla en nuestro territorio para bien de la
población. De este modo se sacaría a nuestro pueblo del marasmo secular en que había estado
postrado y se le abrirían las puertas de la ilustración, con mayúscula y con minúscula. En México,
los grandes liberales del siglo pasado creyeron con fervor en los beneficios que nos reportaría
ingresar a la modernidad: así, de una buena vez, de sopetón, de inmediato. Después supimos que
la modernidad se implantó en nuestras tierras porque nos dejamos llevar por lo que antonio Caso,
connotado filósofo mexicano, llamó el "bovarismo nacional" ¿Recuerdan ustedes la celebre
novela de Flaubert?
Sin embargo, no todo era miel sobre hojuelas, la presencia de una mosca en la sopa, una piedra en
el zapato, pronto vino a enturbiar el ambiente de euforia en que vivían los prohombres y
promotores de la modernidad; un sector social, sin saberlo, sin tener conciencia de ello, estaba
opuesto inconscientemente a la misma. Se trataba de los indígenas, quienes en ese momento,
representaban la mayoría del país.
En efecto, la población indígena, lejana y distante de los afanes modernizadores y racionalistas de
los liberales, permanecía aferrada a sus modalidades de vida, costumbres y tradiciones. Bien
podemos considerar que vivía en un permanente estado de misoneismo, de rechazo a lo nuevo.
No lo hacía por obstinación irracional o mítica, se aferraba a sus ideas, creencias, a la estructura y
a sus relaciones sociales porque habían sido justamente estas formas de relacionarse con sus
congéneres y por supuesto, con sus depredadores, las que les habían permitido subsistir y
sobreponerse a la brutal embestida que jamás pueblo alguno ejerció sobre otro: la conquista que
diezmó a la población indígena en menos de un siglo.
¿Qué hacer con los indígenas?, que hacer con quienes eran renuentes y hasta refractarios a la
modernidad?, cabía otra decisión distinta a la que se tomó con un denuedo digno de mejores
causas, la de modernizarlos aun a costa de ellos mismos?, ¿acaso no se les estaba haciendo un
bien sacándolos de la barbarie en que vivían, a pesar de que en ellos podría encontrarse el deseo
de evolucionar, de modernizarse? No cabe duda, unos de buena fe y otros carentes de ella, pero
todos se sentían salvadores de esa enorme población atrasada. Los medios para lograrlo eran
palpables: educación a los grupos no belicosos, exterminio y aplacamiento a los hostiles y
beligerantes para después... ¡conocimientos, ciencia y educación!
¿ Y qué se quería decir cuando se hablaba de educación? Inculcar en la población, no solamente
en la indígena, pero con mayor ahínco en ella, las ideas liberales, las formas capitalistas de
relacionarse y el racionalismo que les daba fundamento a unas y otras. Esta educación se
impartiría no en el idioma de cada una de las etnias, sino en castellano; se sustituirían sus viejas
creencias mágicas por los conocimientos objetivos susceptibles de ser comporbados, es decir, por
la ciencia; se inculcaría el conocimiento y respeto a las formas de gobierno democráticas, en fin
se impulsaría el afán de competencia y enriquecimiento.
En suma, cuando se hablaba de educar, se quería decir modernizar a la población, imbuir en ella
los valores y fines de la sociedad liberal burguesa. Fácilmente se colige que educar a la población
indígena quería decir, "desindianizarlos", extirparles lo que tenían de "indios", de incultos, de
atrasados, de indolerntes. Costumbres, hábitos, formas de relacionarse, idioma, religión, visión
del mundo y de la vida, estructuras de gobierno, todo cuanto les confería identidad debía ser
extirpado. Y así se hizo, o mejor dicho, así se intentó consumar, con una enjundia digna, como
hemos dicho, de mejores causas.
Son bien conocidas, aunque ahora no se suela mencionarlas, las campañas de exterminio
emprendidas por las figuras cimeras del liberalismo mexicano, Juárez y Díaz, en contra de los
yaquis al momento siguiente de haber ejecutado al invasor francés y a sus adláteres nacionales. La
historia del indígena en México, es la historia de su sobrevivencia puesta en entredicho a lo largo
de los siglos. Podemos y debemos concluir que la modernidad era antagónica no sólo del
artesanado, como asentó Marx, también lo era del indigenismo en los países en los cuales el
artesanado ni siquiera representaba la forma predominante de producción, como en el nuestro.
El antagonismo capitalista respecto del indigenismo -antagonismo estructural, histórico- se ha
decuplicado al influjo de la exportación de capitales en su fase de Estado, que encuentra su
manifestación más vívida en la entronización de la globalización, en un mundo regido por los
intereses de las grandes potencias.
Como se sabe, al capital le es consustancialmente indispensable, expandir sus mercados, contar
con un número siempre creciente de compradores de sus productos. La conversión de todos los
seres humanos en posibles consumidores y los objetos que produce en mercancías, representa
para el una necesidad insalvable. Únicamente por medio de dichas conversiones le es posible
transformar sus productos en mercancías y el capital inicial en valorizado. En consecuencia, como
en Jericó, al capital también le es indispensable echar por tierra todos los obstáculos que se
interponen a su afán de multiplicación de ganancia; sólo que no emplea trompetas, sino cañones,
bloqueos e invasiones. El resultado no es la expansión de la fe, sino la sustitución de los viejos
órdenes ideológicos por el ansia del consumismo.
Por su peso cae, que el indígena es lo que es, gracias, entre otras cosas, a su identificación con el
entorno humanizado que ha creado. Su vivienda y espacios comunales forman parte de él, son su
alter ego. El indígena mexicano, como lo ha hecho ver con prístina claridad John Womack, llevó
a cabo una revolución, la de 1910, no para modificar y trastocar su mundo por otro modernizado,
sino para mantener vivo aquel que lleva viviendo por siglos. Su vitalidad, su capacidad de
resistencia y sobrevivencia lejos de hablar de su atraso, ponen en evidencia su fuerza, sus recursos,
su capacidad de continuar revitalizando sus costumbres, sus hábitos, sus modalidades de vida.
Anteriormente decíamos que la arquitectura vernácula, la de estos grupos étnicos, es un valladar y
un recuerdo, ambos dirigidos a hacer patente la posibilidad de otras modalidades de vida y, por lo
que a espacios arquitectónicos urbanísticos toca, su perfecta adecuación al entorno natural. Habría
que estudiar más a detalle esta cualidad, hoy inapreciable, en la casa maya, para confirmar que es
un ejemplo a seguir como tantos otros, hoy que grupos numerosos intentan dar forma a una
arquitectura autosustentable. Es un valladar con el que la globalización pretende terminar, con la
finalidad de que al acabar las tradiciones, el pasado, los recuerdos, los héroes, seamos presa fácil
del afán consumista que necesita inculcar. La guerra en contra de los grupos étnicos en Chiapas
muestra que estas palabras no son gratuitas. La modernidad no tolera áreas que no estén bajo su
férula.
No está por demás decir que nosotros somos nuestro pasado, o como dijo Ortega, que el ser
humano no tiene una naturaleza sino que tiene historia. Pues bien, nuestro pasado, nuestra historia
esta entretejida, entre otros hilos, por los manufacturados por los indígenas que hacen de México
un país multiétnico y multicultural.
Para terminar, quiero reiterar lo asentado por Justo Sierra con motivo de una reunión de los
grupos americanistas en México 1910: "Todo ese mundo ... cuyos archivos monumentales venías
a estudiar aquí, es nuestro, es nuestro pasado, nos lo hemos incorporado como un preámbulo que
cimenta y explica nuestra verdadera historia nacional, la que data de la unión de conquistados y
conquistadores para fundar un pueblo mestizo que (permitidme esta muestra de patriótico orgullo)
está adquiriendo el derecho a ser grande".
Estamos ciertos de que en reuniones como la presente, que cobra un significado mayor por
relizarse en un país que, como nuestros indígenas, se ha negado a ser devorado por el capitalismo,
encontramos amigos y espíritus afines que nos permiten consolidar el derecho de todos los
pueblos, los indígenas por delante, a ser diferentes. Sin esto, la democracia seguirá siendo no una
realidad, sino una meta a alcanzar.
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ARQUITECTURA VERNÁCULA
Objetivo:
El objetivo primordial es el análisis de la arquitectura vernácula en los municipios de la cierra Gorda de Querétaro, dando a
conocer los diferentes tipos de arquitectura vernácula de acuerdo a sus materiales, costumbres tradiciones y dependiendo
principalmente de las características climáticas, naturales y ambientales de cada una de las regiones.
Introducción:
La sierra Gorda Queretana: zona chichimeca conquistada por los guerreros y misioneros españoles, que ahora se consideran
como un valuarte de la arquitectura virreinal. Localizada en parte de los estados de S.L.P., Guanajuato, Hidalgo, Tamaulipas y en
mayor proporción en el estado de Querétaro, comprendiendo los municipios de Arroyo Seco, Jalpan de la Serra, Landa de
Matamoros, Pinal de Amoles y San Joaquín. La vivienda actual es producto de dos géneros de influencia, una histórica y otro
natural. La influencia histórica comprende el efecto de las tradiciones culturales en la vida rural; La influencia natural consta de
dos importantes elementos, el clima y los recursos naturales. El clima influye en la arquitectura en cuanto a la protección del
hombre, quien a través de su vivienda crea microclimas que favorecen su existencia. Los recursos condicionan los materiales de
construcción que son obtenidos del medio natural para su empleo y su transformación.
Arquitectura Vernácula:
Se refiere principalmente a la arquitectura popular de una región, caracterizándose por el uso de materiales de la región.
Localidad
Clima
Cimentación
Estructura
Muros
Pisos
Querétaro
Templado
Semi-seco
A base de
piedras
Adobe, piedra
tablón de madera
Adobe, tabique, Pierda y tierra
Cantera
arcillosa
Teja de barro y lamina
de asbesto
Jalpan
Cálido
Sub-Humedo
Horcón
enterrado
Troncos de madera
Adobe, tablas
de madera
Hoja de caña,
tejamanil
Tierra sin apisonar
Techos
Amealco
Templado
Sub-Humedo
Piedra
Morillos de madera
Sillar de
tepetate
Tierra tepetatosa
Teja de barro y lamina
de asbesto
The Other Modern: The Traditional City
and its Architecture in the Twentieth Century
THE EXHIBITION
The Other Modern: The Traditional City and its Architecture in the Twentieth Century, is an
exhibition and conference that will examine 20th century traditional urbanism and architecture
from two directions: one looking back, from an historical perspective and the other, looking
forward, drawing lessons from the past for a vision of the new millennium. The exhibition will
revisit the history of architecture of the Twentieth Century by highlighting the Modern
traditional city and its architecture from 1900 to 1999. Until recently, architectural historians
have equated ‘modern’ with the modernist movement. Yet Twentieth Century modern
architecture and urbanism have not been exclusively modernist. By definition, the term
‘modern’ sits in contradistinction to modernism. The former refers to current times whereas
the latter identifies a specific historical ideology.
Despite the modernist representation of history as a continual, inevitable progression away
from tradition, modern cities, neighborhoods and buildings were built throughout the
Twentieth Century that adapted the tradition of classical and vernacular architecture to the
current conditions of life and society.
In fact, the regional and national values of The Other Modern have been powerful forces of
architectural and urban progress, and they have gained a renewed and emotional presence in
the closing years before the millennium. The yearning for such buildings and places has
increased as the integrity of the traditional urban environments has been eroded and destroyed.
Throughout the world, cultures have continued to design, build and reconstruct cities and
buildings governed with notions of permanence and continuity as a way of establishing
meaning for themselves and future generations.
The traditional city is manifested through time tested principles of construction, building
typologies, and urban organizations, nature providing the reference point that ties the myriad
of cultures to the human condition.
The diversity of traditional and vernacular architectural expressions create a dialogue between
the idea of the universal and the specific building traditions of a region. The Other Modern
exhibition will consist of original drawings and photographs of buildings and urban
interventions selected in archives and museums around the world. In addition, new models and
drawings, including by computers, will be constructed in various university schools of
architecture. With this mix of material the curators intend to create an exhibition that appeals
to a large public, including high schools’ students, developers, public officials, etc. The
exhibition includes projects and built works by Gunnar Asplund (Sweden), Lina Bo Bardi
(Brasil), Dom Bellot (France-Canada), David Brutzkus (Israel), Alexeï Chtchoussev (Russia),
Michel De Klerk (Holland), Hassan Fathy (Egypt), Raymond Hood (USA), Leon & Rob Krier
(Luxemburg), Edwin Lutyens (England), Luis Moya (Spain), Ragnar Ostberg (Sweden),
Auguste Perret (France), Marcello Piacentini (Italy), Dimitris Pikionis (Greece), Josef Plecnik
(Czech Republic), Richard Riemerschmid (Germany), Eriel Saarinen (Finland), François
Spoerry (France), Robert Stern (USA), Heinrich Tessenow (Germany), and dozens of others.
Moreover the exhibition will examine important contributions such as the garden cities, the
university campuses, the regionalist and vernacular movements (the Neo-Mediterranean Style,
etc. ), and the reconstruction of the cities devastated during the first and second World Wars.
THE CATALOGUE
The Italian and English versions of the catalogue will contain 520 pages and more than 800
illustrations in black & white and colors. The first section consists of historical and theoretical
essays; the second presents and analyzes the development of The Other Modern chronogically
and typologically throughout the Twentieth Century. The final section deals with Visions for
the New Millenium.
Authors include Matthew Bell, Maurice Culot, Victor Deupi, Léon Krier, Denis Hector, Jorge
Hernandez, Jean-François Lejeune, Michael Lykoudis, Catherine Lynn, Caroline Mierop,
Demetri Porphyrios, Vincent Scully, Gabriele Tagliaventi, David Watkin, Carroll William
Westfall, etc.
THE ORGANIZERS
The Other Modern will be the centerpiece of the third edition of the International Triennale of
Architecture and Urbanism of Bologna in 2000. It follows the first two editions organized in
1992-3 and 1995-6 by A Vision of Europe and the events set up in Alexandria and Chicago by
the Classical Architecture League. Created in 1992 by a group of architects, engineers,
architectural historians directed by Ivo Tagliaventi, the not-for-profit association promotes the
preservation of historic cities and neighborhoods as well as the transformation and
development of suburban and periurban areas into new traditional neighborhoods based upon a
structure of streets, blocks, and squares. Supported by the EEC Commission and with the
collaboration of important European and American private and public institutions, both
Triennales culminated in an exhibition inaugurated by H.R.H. The Prince of Wales and held at
the Centro San Giorgio in Poggiale in the core of Bologna, and at other venues in Brussels,
Istanbul (United Nations Conference Habitat II), Oslo, San Sebastián, Bilbao, Lisbon. The
Third Triennale is jointly organized by The New Architecture Group, a network of European
and American institutions with extensive experience in the organization of architectural
events. The exhibition will open in Bologna in the spring, and at the end of the year in Oslo
and San Sebastian before going to Chicago, Washington D.C. and New York. It is expected
that after 2000 the exhibition will travel to other locations around the world.
Curators:
Michael Lykoudis, University of Notre Dame: tel: 001-219-631 6168 fax: 001-219-631
8486
Gabriele Tagliaventi, University of Ferrara, Italy: tel: 39-051-233 717 fax: 39-051-222 329
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