LAS SIETE IGLESIAS DE ROMA ITINERARIOS PARA EL JUBILEO DE LA MISERICORDIA INTRODUCCIÓN El 28 de octubre del año 312, Constantino en la batalla del Puente Milvio venció a su rival Messenzio, entrando en la ciudad como único Augusto de Roma. Según la tradición, ya antes de esta batalla decisiva, el emperador se había acercado al cristianismo, abandonando el paganismo. Su voluntad era de índole reformadora, que fue reafirmada el año siguiente con el Edicto de Milán, suscrito con Licinio, que al tiempo era Augusto del imperio romano de Oriente. El Edicto de Milán es uno de los más importantes documentos de la época: Licinio y Constantino, los únicos padrones del imperio que quedaron, establecieron para todos los ciudadanos, y entonces también para los cristianos, la libertad de adorar a sus propias divinidades. Los cristianos tuvieron la restitución de los bienes confiscados en el pasado, recibiendo también un resarcimiento por los daños sufridos. Contextualmente, el paganismo perdió el status de religión de estado. Pero estas disposiciones constituyeron solamente una etapa transitoria de las normativas que regulaban las relaciones entre los cristianos y el imperio, tambièn porque Licinio y Constantino tenían puntos de vista diferentes: de hecho, el primero concebía tal concesión como la máxima posible por parte del estado, mientras que para el segundo se trataba de un punto de partida para elaborar facilidades y beneficios cada vez más amplios para los cristianos. En 312, cuando Constantino venció a Lucinio, unificando todo el imperio bajo su mando, la ruta hacia la cristianización fue por eso nuevamente acelerada, aunque su realización definitiva se cumplirà en el 380 con el Edicto de Tessalonica de Teodosio I, con la obtención del apoyo del estado a la religión cristiana, perjudicando aquellas preexistentes. De hecho, Constantino, aunque prohibió algunas actividades mágicas y rituales, no prohibió totalmente el culto pagano, que todavía contaba con muchos seguidores, para buscar una política de compromiso. Apoyó también la expansión del cristianismo, reconociendo el domingo como festividad también por parte del Estado, y favoreciendo al interior de la sociedad del impero el aumento y desarrollo del clero. En este contexto, tenemos que encuadrar también la intensa actividad edificatoria por parte del emperador de basílicas y edificios de culto cristiano. Algunas de estas iglesias nacieron en las cercanías de tumbas y sitios simbólicos ligados, según la tradición, a personajes importantes de la nueva religión, que atribuía grande importancia al culto de las reliquias. 2 Roma, en calidad de sede del poder papal, llegó a ser enseguida la elegida para las peregrinaciones de cristianos que acudían cerca de las tumbas de Pedro y Pablo y de otros mártires (sobre todo desde el siglo VII después de la invasión árabe de la Tierra Santa). Como consecuencia, podría haberse originado la tradición de la visita a las siete iglesias: San Pietro, San Paolo fuori le Mura, S. Sebastiano y San Lorenzo, en calidad de basílicas sepulcrales, osea erigidas en los lugares de sepultura de santos mártires; San Giovanni in Laterano, en calidad de sede del papado, Santa Croce in Gerusalemme, como lugar de conservación de reliquias muy importantes, Santa Maria Maggiore, porque dedicada a la Virgen. Uno de los primeros indicios que documentan un específico interés de devoción con respeto a las siete iglesias deriva de la biografía de una santa medieval, Begga, muerta en el 709, perteneciente a una familia noble real MEROVINGIA. Ella se retirò a la vida religiosa en el monasterio que ella fundó en Andenne-sur-Meuse, de regreso de una peregrinación a Roma e hizo erigir, cerca de la iglesia principal de su ermita, otros seis pequeños oratorios que dieron al complejo el nombre de “SeptEglises”, siete iglesias. Es fácil imaginar que esta idea haya sido inspirada de su peregrinación romana, certificando ya a esa época la existencia de una particular primacía atribuido a las siete basílicas. Papa Bonifacio VIII (1294-1303) en 1300 promovió el primero Jubileo, prometiendo la indulgencia plenaria, es decir la completa absolución de los pecados, a aquellos peregrinos que hubiesen ido a Roma a rogar cerca de las tumbas de los santos Pietro y Paolo. Inicialmente las basílicas patriarcales eran San Pedro y San Pablo extramuros, a las cuales en seguida se añadieron San Juan de Laterán y Santa Maria la Mayor. Algunos textos del siglo XIV, utilizados como guías para el Jubileo, mencionan como lugares que se deben visitar las siete iglesias, citando también, junto a las cuatro arriba mencionadas, Santa Cruz de Jerusalèn, S. Lorenzo al Verano y S. Sebastián: una guía para peregrinos llama a las siete iglesias, “iglesias reales”, porque papas y emperadores las habían fundado y enriquecidas con tesoros, mientras que otro itinerario enumera las indulgencias que se pueden comprar allí. En 1484-87, Inocencio VIII concedió a las monjas de un monasterio alemán, el privilegio que los peregrinos de visita en el convento pudiesen lucrar las mismas indulgencias de las siete iglesias de Roma. La misma comunidad comisionó a Hans Holbein y a otros pintores siete tablas que reproducían las basílicas romanas, realizadas en ocasión del Jubileo de 1500. En base a estos documentos, se puede entonces imaginar que alguien antes de San Filippo Neri, el inventor “moderno” del giro de las siete iglesias, ya hubiese cumplido el itinerario, para comprar las indulgencias, porque se trataba de un fenómeno bastante arraigado en la práctica popular. Entonces es muy probable que la 3 elaboración por parte del santo se inspirase en estos antecedentes, aunque la idea no prevee una associación directa con los eventos jubilares. San Felipe coloca, de hecho, el giro de las siete iglesias, la visita de los lugares más santos de Roma, en el día del jueves santo (la primera vez en 1552) como respuesta espiritual a los festejos inspirados en el paganismo del carnaval romano. Una práctica colectiva, a la cual participaban más de de 5.000 fieles, vivida como un verdadero momento de agregación espiritual y de renovación interior. El itinerario, de dos días, empezaba desde San Pedro, alcanzando la segunda etapa San Pablo, para llegar al tramo extraurbano, conocido como la “Via Paradisi”, encontrando respectivamente San Sebastián, San Juan, Santa Cruz, San Lorenzo, Santa Maria la Mayor. Los peregrinos rogaban por toda la iglesia y por el mundo: una parte de las oraciones estaba concebida para lucrar las indulgencias. Aproximadamente treinta años después de la primera visita de Filippo Neri, papa Sixto V (1585-90) hizo del peregrinaje a las siete iglesias uno de los puntos fuertes de su programa de reforma de las devociones romanas, promulgando en 1586 la bula Egregia populi romani pietas, que asignaba a las siete iglesias una posición privilegiada en la larga lista de iglesias que tenían que convertirse en la meta de procesiones. Presentó también una explicación teológica: como San Juan se dirige, en el Apocalipsis, a las siete iglesias del Asia, representando en ellas la unidad de la Iglesia universal que Dios llena de gracia de los siete dones de su Espíritu, de la misma manera en Roma se veneran siete iglesias, en las que está representada la unidad de la Iglesia, de su jefe, osea el papa. El simbolismo ligado al número siete enunciado por el papa, encontró sucesivas interpretaciones, asumiendo muchos otros significados: los siete viajes de Cristo en la Pasión, las siete efusiones de la sangre de Cristo, las siete palabras de Cristo en la cruz, los siete dones del Espíritu Santo, los siete sacramentos, las siete obras de misericordia, los siete pecados capitales, las siete virtudes teologales y cardenales, los siete salmos penitenciales. El evento del Jubileo, que se repite cada veinticinco años, y el giro anual de las siete iglesias son dos hechos espirituales diferentes y distintos. Hasta el 2000, las bulas de indicción de los Jubileos han excluído las basílicas menores de los lugares para obtener el perdón, limitandolo al peregrinaje en las cuatro basílicas patriarcales. Sin embargo, es igualmente verdadero que la visita a las siete iglesias en el tiempo se reveló una práctica espiritual muy difundida durante los Jubileos también. Un mapa de la ciudad imprimida por el francés Antoine Lafréry en 1575, precisamente en ocasión del Jubileo, presenta solamente las siete iglesias, enlazadas entre ellas por una procesión continua de peregrinos, como signo de atención histórica, popular y espiritual para una tradición que liga desde hace siglos indisolublemente el destino de esos lugares de culto. 4 5 BASILICA DE SAN PEDRO La Basílica de San Pedro fue construida sobre la colina Vaticana, el lugar en el cual, según la tradición, el apóstol Pedro fue martirizado y enterrado. Durante la época romana correspondía a un gran circo construido por Nerón. La antigua basílica, solicitada por Constantino, fue edificada en el siglo IV: se trataba de un imponente complejo, de cinco naves con cobertura de madera, precedido por un gran cuadripórtico, el cual presentaba varias analogías con la contemporánea basílica de San Pablo. En el siglo XIX se recibió la solemne coronación de Carlomagno como emperador, la cual inauguró una larga secuencia de coronaciones, como las de Carlos el Calvo, Otón I, Otón II, Otón III, Federico I Barbarroja y Federico II. A principios del siglo XIV, con el traslado del Papado a Aviñón, la basílica cayó en un abandono progresivo. A fines de siglo, terminado el período de cautiverio, el complejo vaticano fue elegido como la nueva sede papal, volviendo a ser el centro del interés de las instituciones pontificias. Papa Nicolás V (1447-55) decidió adjudicar un proyecto sustancialmente de reconstrucción al arquitecto Bernardo Rossellino, el cual preveía la conservación del cuerpo longitudinal original de cinco naves, la ampliación de una serie de espacios como el transepto y el ábside, el arreglo del Palacio Vaticano y del territorio urbano que lo rodea. Con la obra iniciada, la muerte del Papa llevó a la suspensión del ambicioso proyecto. Fue Papa Julio II (1503-1513) quien marcó el inicio definitivo de la nueva Fábrica de San Pedro: en el 1506 encargó la obra a Bramante, el primero de una larga serie de arquitectos, artistas y proyectistas que trabajarán en la proyección y la dirección de una obra interminable que duró 176 años. 6 Después de que Bramante dirigiese la obra, fueron llamados Rafael Sanzio, Baldassarre Peruzzi, Antonio de Sangallo el Joven, y por ultimo Miguel Ángel, a la edad de 70 años. Miguel Ángel rechazó gran parte del proyecto precedente de Sangallo, porque sostenía que era demasiado costoso y artificial, y retomó el proyecto con la planta a cruz griega, ya utilizada por Bramante, en grado de resaltar el impacto de la cúpula, la cual se transformó en la parte central del proyecto. La cúpula, inspirada en la estructura a “doble casco” diseñada por Brunelleschi para la Basílica de Santa María del Fiore en Florencia, después de la muerte de Miguel Ángel, la obra continuó bajo la dirección de Pirro Ligorio y Vignola, y fue finalizada por Giacomo della Porta y Domenico Fontana. Bajo el pontificado de Papa Paulo V (1605-21), Carlo Maderno decidió establecer definitivamente la planta a cruz latina, agregando un nuevo cuerpo longitudinal a la planta central de Miguel Ángel. Maderno se ocupó también del arreglo de la fachada, con un imponente desarrollo horizontal, también por la falta de campanarios, que no fueron realizados por problemas estructurales. Desde la dominante Logia de las Bendiciones sigue siendo anunciada la solemne elección de cada nuevo papa, de la cual se da la bendición “Urbi et Orbi”. En el 1626, Papa Urbano VIII tuvo el honor de consagrar la basílica, finalmente finalizada con las estatuas que decoran la parte superior de la fachada. Fue el mismo Papa quien encargó a Gian Lorenzo Bernini el arreglo de la gran plaza que se encuentra delante. La solución ideada por el gran artista es la célebre columnata, compuesta por dos grandes alas en semicírculo de gran efecto escenográfico y simbólico. El obelisco en el centro de la plaza, proveniente del Circo Neroniano, ya había sido colocado pocos años antes por Maderno. El mismo arquitecto fue quien ideó una de las dos fuentes que adornan la plaza, la que se encuentra a la derecha, mientras que la de la izquierda fue realizada por Bernini. Bajo el ingreso principal, en el pórtico, se encuentra el mosaico de la Navecilla, realizado por Giotto en el 1300, año del primer Jubileo, para la vieja basílica. De las cinco puertas de ingreso, la más importante, desde el punto de vista histórico, es la realizada por Filarete para la basílica Constantina entre el 1439 y el 1445, dividida en seis paneles, 3 por hoja. En lo alto están representados Cristo y la Virgen ambos en el trono; en los centrales los santos Pedro y Pablo; en la parte inferior el martirio de dos santos, con la decapitación de San Pablo y la crucifixión de San Pedro. La puerta más a la derecha es la Puerta Santa, realizada por Vico Consorti en el 1950. 7 El área interna de la basílica, de tres naves, es verdaderamente inmensa. Solo la nave central mide 90 metros de largo, 26 metros de ancho y 44 metros de altura, y los 23 metros de sus arcadas, alcanzan casi la altura del obelisco de la plaza. Toda la basílica se extiende a lo largo por casi 187 metros, mientras la cúpula, internamente es de 119 metros de altura a los cuales se les suman los 17 metros de la linterna y tiene un diámetro de 42 metros. Para darse una idea de cuan extremadamente grande sea, basta pensar que el baldaquín que sobresale del altar es de 29 metros de altura, como el Palacio Farnesio. Desde el elegante diseño de la pavimentación de mármol realizada por Bernini, con motivo del Jubileo del 1650, la nave central presenta un rico escenario decorativo, caracterizado por el revestimiento de mosaicos realizado entre el siglo XVII y XVIII, que se extiende a lo largo de una superficie de diez mil metros cuadrados. Es importante también la presencia de estatuas ubicadas al interno de nichos, extraídos de las pilastras, entre las que se destaca la antigua estatua de bronce de San Pedro, realizada por Arnolfo di Cambio (siglo XIII). Las pilas de agua bendita, de proporciones gigantescas, con casi 2 metros de altura, fueron realizadas entre el 1722 y el 1725 por Agostino Cornacchini. La célebre Piedad de Miguel Ángel está ubicada en la primera capilla de la nave derecha, dentro una vitrina de cristal como protección. Las arquitecturas, las capillas, los monumentos fúnebres, las pinturas, los mosaicos, las esculturas que se observan a lo largo de esta nave pertenecen a celebres artistas entre los cuales se encuentras Bernini, Fontana, Maderno, Domenichino, Pedro de Cortona. La Capilla del Santísimo Sacramento presenta una verja diseñada por Francesco Borromini, exactamente idéntica a la que se encuentra en la nave opuesta en la capilla del coro. También a la izquierda se encuentran obras pertenecientes a artistas de relieve como por ejemplo Antonio Canova, al cual se debe el monumento de los Stuart del 1829. Entre los múltiples trabajos realizados sobre todo entre el siglo XVII y XIX, se encuentra también una obra más antigua como la tumba de Inocencio VIII, realizada por Antonio Pollaiolo en el siglo XV. En el deambulatorio, el espacio que rodea las cuatro pilastras que sostienen la cúpula, continúa el despliegue de grandes artistas, con nombres que retornan como Antonio Canova (monumento a Clemente XIII) y Bernini (monumento al Papa Alejandro VII), y otros que encontramos por primera vez como Alejandro Algardi, autor de un retablo de mármol, y Bertel Thorvaldsen (monumento a Pio VII), fue el único artista no católico que trabajó para la basílica. La decoración de la parte interna de la cúpula es de mosaico, obra del Cavalier d’Arpino y Giovanni De Vecchi. En las pilastras que sostienen la cúpula se 8 encuentran cuatro esculturas solicitadas por Urbano VIII: San Longino de Bernini; Santa Elena de Andrea Bolgi; Sant’Andrea de Francois Duquesnoy. Bajo la cúpula fue colocado el Baldaquín de San Pedro, realizado por Bernini entre el 1624 y el 1633, soportado por cuatro columnas salomónicas, hechas con el bronce recuperado del Panteón. El baldaquín sobresale del altar papal llamado de Clemente VIII que lo consagró en el 1594, que corresponde exactamente vertical a la tumba de San Pedro. Sobre la pared del ábside que culmina la basílica se distingue la Cátedra de San Pedro, un colosal relicario diseñado por Bernini que contiene la cátedra de la época paleocristiana soportada por las estatuas de cuatro Doctores de la Iglesia, San Agustín, San Ambrosio, San Atanasio, San Juan. Sobre el trono, encuadrada al interno de una corona de rayos dorados rodeada de ángeles se encuentra una gran ventana de alabastro en la cual se destaca la figura de una paloma, símbolo del Espíritu Santo en grado de regalar espectaculares y escenográficos efectos de luz, sobre todo en horas de la tarde, llegando el atardecer, cuando el sol se posiciona detrás del ábside. 9 10 BASILICA DE SAN PABLO EXTRAMUROS La Basílica de San Pablo Extramuros, surge a lo largo de la calle Ostiense, en el lugar que, según la tradición habría sido sepultado el apóstol Pablo. La segunda fundación Constantina en orden de tiempo, después de la Basílica de San Juan de Laterán, fue consagrada el 18 de Noviembre del 324 por Silvestro I. Originariamente el edificio era una pequeña basílica, probablemente con tres naves, de las cuales queda como evidencia solo la curva del ábside. Esa pequeña iglesia no fue en grado de albergar la cantidad de pelegrinos que concurrían: a fines del siglo, durante el reinado asociado de los emperadores Teodosio, Graciano y Valentiniano, se decidió entonces de reconstruirla íntegramente y de dotarla de las dimensiones necesarias con respecto a la importancia del lugar. Larga casi 132 metros, ancha 65 metros y alta 30 metros, la nueva basílica con cinco naves sostenida por 80 columnas de granito, es la basílica patriarcal más grande de Roma después de San Pedro. Esta estructura se mantuvo sustancialmente integra hasta el incendio destructivo del 1823, en el cual se salvaron solamente el transepto, el arco triunfal, el ábside y el claustro. El incendio ocurrió en la noche del 15 de Julio, causado por la negligencia de un obrero que había dejado encendido el fuego que utilizaban para los trabajos de manutención que se realizaban durante el día. La obra de reconstrucción de la basílica fue iniciada por el Papa León XII (1823-1829), que sucedió pocos días después del incendio a Pio VII, el cual agonizante a causa de una caída que le había provocado la rotura del fémur, no había recibido comunicación de lo ocurrido, falleciendo el 20 de Agosto. El nuevo Papa no pudiendo hacer frente al enorme gasto, pidió ayuda económica, promulgando la encíclica Ad plurimas easque gravissimas, obteniendo grandes donaciones provenientes de católicos y no católicos, como el Zar Nicola I de Rusia y el Rey Fouad I de Egipto. La nueva basílica fue reconstruida ex novo, reutilizando hasta lo que el fuego no había destruido: la consagración fue celebrada el 10 de Diciembre de 1854 por el Papa Pio IX (1846-1876), delante de una nutrida platea de obispos y cardenales llegados desde todo el mundo para la proclamación del Dogma de la Inmaculada Concepción. Un amplio cuadripórtico externo de casi 150 columnas, terminado en el 11 1928 por Guillermo Calderini, pero basado sobre un proyecto inicial del arquitecto Luigi Poletti, que precede la basílica. La fachada sobre el porticado está decorada con mosaicos realizados entre el 1854 y el 1874, que reproducen, en lo posible, los originales del siglo X que se perdieron con el incendio; en el nártex se abren los portales que permiten el acceso a la iglesia. La puerta de la derecha, llamada Puerta Bizantina, que data del siglo XI, subdividida en 54 paneles que representan escenas de la vida de Jesús y de los apóstoles, funcionaba como ingreso principal hasta el 1967 cuando fue elegida para cerrar la Puerta Santa, que en cambio es obra del escultor Enrico Manfrini y fue inaugurada en ocasión del Jubileo del 2000. La planta de la basílica es de forma de cruz latina, subdividida en cinco naves, delimitadas por cuatro filas de columnas de granito. A lo largo del entablamento de las naves y del transepto se desliza la célebre serie de mosaicos circulares con los retratos de papales, iniciada durante el pontificado de León I (440-461) que todavía continúa. Sobre los medallones se destaca una serie de frescos del ochocientos que representan episodios de la vida de San Pablo. En el arco triunfal, es posible admirar una decoración musiva original, que data del siglo V, por encargo de Gallia Placidia: al centro está ubicado el Cristo Pantocrator, inscripto en el interior de una circunferencia; en sus lados los símbolos de los cuatro evangelistas, el buey de Luca, el ángel de Mateo (a la izquierda), el águila de Juan, el león de Marco (a la derecha). Más abajo veinticuatro ancianos, doce a cada lado, todos vestidos con el palio llevando en la mano una corona. Todavía más abajo, sobre un fondo azul, se destacan las imágenes de San Pablo (a la izquierda) y San Pedro (a la derecha). A los lados del transepto se presentan dos altares gemelos realizados en bloques de malaquita en estilo neoclásico, donados por el Zar Nicola I de Rusia, dedicados a San Pablo (a la izquierda) y a la Virgen (a la derecha). En concordancia con las naves laterales, a la derecha y a la izquierda del ábside se abren cuatro capillas. En el interior de la capilla del Santísimo Sacramento (diseñada por Carlos Maderno, a la izquierda del ábside), un crucifijo tallado del siglo XIV, que algunos estudiosos lo atribuyen a Pietro Cavallini y otros a Tino da Camaino. Muy preciado es también el tríptico de marmórea de Pedro Bregno (1494) colocado sobre el altar de la capilla de San Lorenzo (también ella de Maderno, a la derecha del ábside). Milagrosamente salvado del incendio es el admirable ciborio de estilo gótico, realizado por Arnolfo di Cambio en el siglo XIII: cuatro columnas de pórfido sostiene un templete gótico, que en los cuatro ángulos contiene, dentro de nichos puntiagudos, las estatuas de San Pablo, San Pedro, San Timoteo y el abad Bartolomé, el comisionista de la obra. Entre agujas y pináculos, sobre una pequeña galería, el ciborio finaliza con una cúspide alta de donde se eleva una cruz dorada. A poca distancia del ciborio se encuentra el Candelabro Pascual, otra preciada obra, data del 12 1170, realizada por Pedro Vassalletto y Nicoló D’Angelo, dividido en siete partes, de las cuales tres contienen escenas de la vida de Jesús. A una altura más baja respecto a la nave central está el confesionario, accesible atreves de dos escaleras de mármol. Este es el lugar donde fue erigida la primer basílica Constantina, de la cual es posible observar el ábside, desde la orientación inversa respecto a la actual. La lámina que cubre el sarcófago con las reliquias del santo se remonta al siglo IV. Superado el transepto, en eje con la nave central y el ábside, una de las partes de la basílica menos dañadas por el incendio. Un mosaico del siglo XIII, realizado por artistas y trabajadores provenientes de Venecia, decora los espacios del cascaron absidal: el redentor bendiciente sentado en el trono con el libro de los Evangelios acompañado a los lados por parejas de santos, Pedro y Pablo sobre la derecha, y el apóstol Andrea y Luca Evangelista a la izquierda; a los pies del trono, en menor escala con respecto a los santos, el comisionista de la obra, Papa Honorio III con hábitos pontificios. En la parte inferior, en el centro está representada la Cruz invicta con los símbolos de la Pasión acompañada por dos ángeles, mientras a sus lados, alternados por palmas están representadas las figuras de diez apóstoles. Bajo la cruz, las imágenes, en menor escala con respecto con las otras figuras del monje Adinolfo, del Abad de San Pablo Juan Gaetano Orsini en el siglo Papa Nicolás III; cinco jóvenes vestidos de blanco, mejor dicho los Cinco Santos Inocentes, los restos de los cuales fueron trasladados a la Basílica Santa María la Mayor por el Papa Sixto V. Así como el ábside también el claustro fue afortunadamente salvado de la destrucción del incendio; su construcción inicio en el 1205 con Pedro Vassalletto y fue llevada a cabo por el hijo junto a los Cosmati. La diferencia de manos y de estilos que ha distinguido la historia de la edificación de este monasterio determino también su “fortuna”, expresada por una increíble y muy variada decoración. 13 14 BASÍLICA DE SAN SEBASTIÁN EXTRAMUROS Conocida originariamente como Basílica de la Memoria Apostulorum, ya que, en tiempos de persecuciones, custodiaba los cuerpos de los apóstoles Pedro y Paulo, la Basílica Mayor de San Sebastián Extramuros surge en el barrio Ardeatino, a lo largo de la Appia Antigua. Es probable que el uso de la palabra "catacumbas" derive de una antigua denominación de ese lugar, "ad catacumbas" (por la presencia de socavones, llamados "kymbas" en griego). De hecho, en la zona de la basílica se concentra una vasta presencia de cementerios paleocristianos. La construcción de la iglesia se remonta a la primera mitad del siglo IV, pero posteriormente fue dedicada a San Sebastián. El cuerpo constantino de la iglesia sigue el módulo de forma circular de tres naves precedido por un amplio atrio cuadrangular. En el 1218, por voluntad del papa Honorio III, fueron realizados unos trabajos de restauración y obras de ampliación del complejo, que comprendieron sobre todo la construcción del campanario y del claustro. En el siglo XVII, la basílica fue objeto de un amplio proyecto de reconstrucción, que en parte utilizó elementos de la estructura originaria. Esta intervención fue promovida por el cardenal Scipione Borghese, que además de ser el nieto de papa Paulo V (1605-1621) fue uno de los más importantes mecenas y coleccionista del principio del siglo XVII. Los trabajos, encargados a Flaminio Ponzio y proseguidos por Giovanni Vesanzio, comenzaron en el 1608. La fachada, terminada en 1613, comprende, en la parte inferior, un pórtico de tres arcos, sostenido por unas columnas en granito, herencia de la basílica constantina, dominado por tres amplias ventanas separadas por parejas de parástades. El dibujo superior de la fachada se termina con un frontón triangular, en el que se destaca el emblema de los Borghese, ahora perdido. 15 El interior, cubierto por un techo en madera en el que están representados San Sebastián y los emblemas del cardenal Scipione Borghese y de papa Gregorio XVI (promotor de una nueva restauración a lo largo del siglo XIX), presenta una nave única. Un arco triunfal marca el acceso al presbiterio de planta cuadrada y está cubierto por una cúpula. En el lado derecho se sitúa la Capilla de las reliquias, que remonta al 1625, en la que se conserva una piedra que presenta las huellas de los pies de Jesus en el momento del "Domine quo vadis", una de las flechas que mataron a San Sebastián y la columna en la que el santo fue ligado durante el martirio. Considerable es también la Capilla Albani, construida durante los primeros años del siglo XVIII, durante el pontificado de Clemente XI Albani, por Carlo Fontana, Carlo Maratta, Alessandro Specchi y Filippo Bariglioni. Del lado opuesto surge la Capilla de San Sebastián, proyectada por Ciro Ferri en 1672: debajo del altar se encuentra la estatua depositada tendida del santo realizada por Antonio Giorgetti (1671-1672) diseñada por Gian Lorenzo Bernini. Con respeto al Bernini, un reciente descubrimiento (2001) reconoció la mano del gran artista en la más estimable obra conservada en la Basílica, el Salvator Mundi, un busto marmóreo realizado cuando tenía más o menos ochenta años y, por eso, considerado su última obra maestra. Desde una escalera situada donde antes de al restauración hecha durante el siglo XVII surgía la nave derecha de la iglesia, se puede bajar al amplio complejo de catacumbas de San Sebastián. 16 17 ARCHIBASÍLICA DE SAN JUAN DE LETRÁN La Archibasílica del Santísimo Salvador y de los santos Juan Bautista y Juan Evangelista, más conocida como Archibasílica de San Juan de Letrán, es la mater et caput de todas las iglesias de Roma y del mundo. Fundada por Constantino entre el 313 y el 318 y consagrada por el papa Silvestro I (314-335) con el titulo de Basílica Sanctissimi Salvatoris, sucesivamente dedicada a los Santos Juan Baptista y Juan Evangelista, surge en la cercanías del monte Celio, al interior de un área que era antiguamente de propiedad de la familia de los Letrán. Después de haber reconocido al Cristianismo la libertad de culto con el edicto de Milan del 313, Constantino ofreció como don al papa Milziade (311-314) los terrenos y la residencia de los Letrán, que mientras tanto habían entrado en su posesión porque eran de propiedad de su mujer Fausta. La planta originaria de la Basílica constantina , de cinco naves, no era muy diferente de la planta actual. Probablemente, como lo documentan las excavaciones arqueológicas, las naves se extendían algunos metros más adelante con respecto a la fachada actual. La iglesia, al tiempo de su fundación, era conocida como “basílica aurea”, porque ricamente decorada, gracias también a importantes donaciones por parte de emperadores, papas y bienhechores. Daños y devastaciones, en consecuencia de saqueos, incendios, terremotos son unas de las causas que han justificado las numerosas intervenciones de restauración que se sucedieron en el tiempo. De hecho, la iglesia fue destruida y reedificada más veces. Desde el punto de vista histórico, entre las intervenciones más importantes, se destacan la restauración de papa Adriano I (772-795), para celebrar en el día de Pascua de 774 el bautismo de Carlo Magno, y los grandes trabajos promovidos por papa Bonifacio VIII para el Jubileo de 1300, que comprendían la construcción de la nueva logia de las bendiciones y los frescos de Giotto y de Cimabue, que hoy se han 18 perdido. El Jubileo de 1300 fue el primer Jubileo de la historia, anunciado precisamente en San Juan de Letrán. El aspecto actual de la fachada fue concebido en 1732 por Alessandro Galilei, ganador de una competencia a la que participaron otros prestigiosos arquitectos, como Luigi Vanvitelli, Ferdinando Fuga y Nicola Salvi. El proyecto, basado principalmente sobre una columnata colosal superada por una balaustrada y por grandes estatuas, propone una nueva lectura en clave tardobarroca de modelos paladinos y a la manera de Miguel Ángel Buonarroti. En el atrio, al interior de un nicho cuadrangular, se encuentra una estatua de la época romana de Constantino, proveniente de sus termas en el Quirinale. El portal principal de ingreso, de bronce, proviene de la Curia Iulia, mientras que la Puerta Santa está situada a la derecha. Los arreglos en el interior, sobre todo en lo que concierne la zona de las naves, es producto de la obra y del ingenio del gran arquitecto Francesco Borromini. El encargo se lo confió papa Inocencio X Pamphili, en ocasión del Jubileo de 1650. La restauración de la Basílica de San Juan en Letrán ha sido seguramente el trabajo más importante en la carrera de Borromini. Sin embargo, su realización se reveló muy difícil, porque tenía que responder a una serie de limitaciones impuestas por los comisionistas, que pedían que preservara lo más posible lo que podía ser conservado, como obsequio al espíritu de los orígenes del cristianismo. Además, el trabajo del arquitecto fue acompañado por un difundido escepticismo por parte de los observadores contemporáneos que dudaban de sus efectivas capacidades de gestionar un proyecto de alto nivel, tanto por las problemáticas estáticas del edificio, como por el tiempo disponible bastante limitado. Borromini comprendió pronto que tenía que renunciar a un programa de reconstrucción total. Entonces conservó sustancialmente invariada la planta originaria de cinco naves y el rico artesonado, realizado pocos decenios antes. Pero no se abstuvo del cumplir algunos interventos de carácter innovativo y casi revolucionario que, en consecuencia, cambiaron radicalmente el aspecto y la disposición de los espacios interiores de la basílica. También para evitar eventuales derrumbamientos durante la remoción de las antiguas columnas de la nave central, ellas fueron incluidas en nuevos pilares, delimitados por altos parástades que suben hasta el techo. Entre los parástades creó 12 nichos con forma de tabernáculo, que desde 1718 contienen las estatuas de los apóstoles. Alternados a los pilares, cinco grandes arcadas liberan el acceso a las naves laterales. La tendencia decreciente de la altura de las naves, desde la central más alta, hasta las naves medianas y laterales más bajas, ha permitido una difusa distribución de la luz interior, mediante la abertura de ventanas puestas en niveles diferentes. 19 El presbiterio y el ábside pertenecen a una reconstruccion del ochocientos que representa las formas antiguas, comisionado por papa León XIII, realizado por Francesco Vespignani siguiendo el dibujo de su padre Virginio. El mosaico de la semicasquete absidal, realizado por Jacopo Turriti en 1291, fue transportado desde la vieja ábside y restaurado. El transepto, entre los ejemplos más significativos de manierismo tardío romano, remonta a la fin del siglo XVI, cuando fue renovado por Giacomo Della Porta en lo que concierne la parte arquitectónica, y por el Cavalier D’Arpino en lo que atañe la pictórica. Al final de la nave central, sobre el altar papal se encuentra el gran tabernáculo ojival, creado por Giovanni di Stefano para Urbano V en 1367. Muy interesante es también el altar de madera utilizado, según la tradición, por los primeros papas para celebrar misa; a la base del altar, dentro de la recinto de la confesión, se encuentra el sepulcro de Martino V, realizado por Simone Ghini en 1443. De la misma epoca de Martino V es también la pavimentación cosmatesca de la basílica (1421). Desde la nave de izquierda se puede acceder al claustro, una verdadera obra maestra de arte cosmatesco, realizado por los Vassalletto, por voluntad de Papa Inocencio III (1198-1216). Está perfectamente conservado el claustro a planta cuadrada, con sus 36 metros por cada lado: es el más grande de Roma. La fachada septentrional, conocida también como Logia de las Bendiciones, encuadrada entre dos campanarios medievales, está precedida por un amplio pórtico, obra de Domenico Fontana. En la plaza delante de la nueva logia fue erigido el Obelisco Lateranense. La comisión de estas obras se debe a Papa Sixto V que en 1586 hizo destruir también el ruinoso Patriarchio, que fue el palacio de residencia de los papas hasta 1305, para sustituirlo con el nuevo Palacio Lateranense. Separado de la basílica, construido en el lugar donde la tradición sostenía que hubiese sido el lugar del bautismo de Constantino, el Baptisterio, de planta octagonal, fue restaurado muchas veces. De grande valor y en óptimo estado de conservación están los mosaicos del catino absidal de la Capilla de San Venanzio, erigida en el 640 por Giovanni IV. Otro importante edificio del conjunto lateranense es la Escalera Santa: según la tradición sería la escalera que Jesús subió en el Pretorio de Ponzio Pilato, traída a Roma por Santa Elena, madre del emperador Constantino. Encima de la escalera se encuentra la capilla privada de los papas transferida desde el antiguo Patriarchio, llamada Sancta Sanctoum, ricamente decorada por los Cosmati en 1278. 20 Un ábside decorado con mosaicos y abierto, erigido al lado de la Escalera Santa, es lo que queda de uno de los ambientes más grandes del Patriarchio, el triclinium, la sala utilizada para los banquetes de Estado. Aunque se hayan conservado algunas partes de mosaicos originales, la estructura actual del edificio no corresponde a la antigua. En el Museo de la Basílica se conserva el Tesoro de la Catedral de Roma, que presenta una rara colección de decoraciones, objetos y hábitos litúrgicos de alto valor artístico, como ostensorios, relicarios, capas, cruces, cálices, tapices, etc. 21 22 BASÍLICA DE SANTA CRUZ EN JERUSALÉN La Basílica de Santa Cruz en Jerusalén se coloca en el Rione Esquilino, cerca de las Murallas Aurelianas, poco distante de la Basílica de San Juan, con la que está conectada por un largo rectilíneo. En aquella zona, por el siglo III, surgía un complejo imperial, que comprendía un palacio llamado Sessorium, las Termas Eleniane, el Circo Variano y el Anfiteatro Castrense, sucesivamente incluido en las Murallas Aurelianas, construidas entre el 271 y el 275. Por voluntad del emperador Constantino y de su madre Elena, la iglesia surgió en el interior del palacio imperial, en un salón del Palacio Sessoriano, alrededor de 320 d.C: la reina hizo convertir un gran atrio, añadiendo un ábside y separando en tres naves el espacio interior. Contrariamente a las otras basílicas paleocristianas que fueron realizadas de manera longitudinal, esta división fue realizada transversalmente. Originariamente la iglesia tenía la función de capilla palatina, destinada al uso privado y se llamaba Basilica Eleniana o Sessoriana. Custodiaba las Reliquias de la Pasión de Cristo, descubiertas por Santa Elena a lo largo de su viaje en Tierra Santa, en el monte Calvario, el lugar de la crucifixión. En el siglo VIII la basílica fue restaurada durante el papado de Gregorio II (715-731) y el de Adriano I (772-795). Una importante intervención de restauración fue efectuada en el siglo XII, por voluntad de Lucio II (1144-45), con la consiguiente adaptación de la iglesia al estilo romántico, y la adición de una torre campanario y un pórtico que actualmente no existe. Todavía, el aspecto actual de la iglesia se remonta al siglo XVIII. Papa Benedetto XIV (1740-58) encargó a los arquitectos Pietro Passalacqua y Domenico Gregorini que modificaran la fachada de la iglesia, desplazándola hacia adelante y construyendo un atrio elíptico, según el gusto tardobarroco. 23 El interior, caracterizado por un suelo cosmatesco, conserva la planta de tres naves del período romántico, dividido por columnas originales de la época romana en mármol oscuro. El altar está dominando por el tabernáculo diseñado por Passalacqua y Gregorini, mientras en el cascarón absidal se destaca un fresco de Antoniazzo Romano, en precedencia atribuido a Pinturicchio, que remonta al final del siglo XV, con el Cristo que bendice rodeado por serafines, que domina una faja semicircular en la que está representada la Historia de la Verdadera Cruz, ambientada en Jerusalén. Donde termina la nave derecha está la capilla de Santa Elena, en la que se conserva una estimable decoración musivaria diseñada por Melozzo da Forlì alrededor de 1484, y restaurada sucesivamente por Baldassarre Peruzzi, que representa el Salvador bendiciendo, rodeado por los Evangelistas y cuatro Historias de la Cruz. Según la tradición, debajo del pavimento de la capilla estaba conservada la tierra de Jerusalén, del que deriva el nombre de la basílica. Atravesando la nave izquierda se accede a la Capilla de las Reliquias, en la que están guardadas las reliquias de la Pasión de Jesus, constituidas por algunas partes de la Verdadera Cruz, la cruz de uno de los ladrones, una porción de la corona de espinas y el Titulus crucis, todos los objetos hallados en Jerusalén por Santa Elena. La restauración del siglo XVIII de la iglesia comportó también la renovación total de la bóveda en la que se destacan grandes telas del pintor Corrado Giaquinto, realizadas en 1743. 24 25 BASILICA DE SAN LORENZO EXTRAMUROS La Basilica de San Lorenzo extramuros fue construida sobre la tumba del santo al cual está dedicada. Según la leyenda difundida por San Ambrosio, el arcediano Lorenzo habría sido condenado a muerte por voluntad del emperador Valeriano, quemado sobre una parrilla. En realidad, parecería que fue decapitado, de la misma manera que el Papa Sixto II y otros obispos y sacerdotes, cuando, con dos sucesivos edictos, en el 257 y 258, Valeriano elaboró un cambio de actitud repentino para con los cristianos, anteriormente muy tolerante, dando la orden de cerrar las iglesias, confiscar los cementerios y la muerte de todos los eclesiásticos. La tumba de San Lorenzo fue centro de particulares atenciones de parte de Costantino, que pensó en construir en el 330 una verdadera basílica, llamada Basílica Mayor. Como otras iglesias de ese período presentaba una planta de forma circular, que contaba con una nave central y dos laterales, que también continuaba alrededor del ábside, formando un deambulatorio. En la parte superior de la nave central, más elevada con respecto al resto del edificio, se abrían grandes ventanas. Durante el pontificado de Pelagio II (579-90), se decidió la construcción de una nueva iglesia para flanquear la basílica constantina, que presentaba serios problemas de estabilidad, a causa de desmoronamientos e infiltraciones de agua. Por un cierto período, al menos hasta el siglo IX, ambas iglesias se mantuvieron abiertas al culto y la Basílica Mayor constantina, antes de su abandono definitivo, fue dedicada a la Virgen. La basílica pelagiana estaba dividida en tres naves con cinco columnas a cada lado, que a su vez formaban seis intercolumnios. Columnas, capiteles, arquitrabes estaban todos hechos con materiales de demolición, provenientes de edificios clásicos del siglo III. Un nártex abarcaba el lado este. El matroneo desplegaba características de originalidad, porque contemplaba la posibilidad de un acceso directo, aprovechando la particular formación del terreno rodeado de colinas. No han quedado refertos de la rica decoración musivaria de la cúpula absidal, porque fue demolida en el sucesivo período. Permanece, en cambio, la decoración del arco del triunfo en el cuál se destaca la figura de Cristo en el trono acompañado a su izquierda por los 26 santos Pablo, Esteban e Hipólito y a su derecha por los santos Pedro, Lorenzo y Pelagio, en calidad de comisionista encargado de ofrecer el modelo de la iglesia. Data del 1148 el tabernáculo realizado por los hermanos Juan, Ángel, Sasso y Pedro, hijos del marmolero Pablo Romano, constituido por cuatro columnas de pórfido rojo coronadas por capiteles corintios provenientes de materiales de demolición sobre las cuales se apoyan dos hileras de columnas, colocadas sobre arquitrabes, de tendencia troncopiramidal en su alzado, y finaliza con un farol y una esfera en su ápice. Una sucesiva obra de ampliación y renovación fue iniciada por el Papa Honorio III (1216-27), que ha sido determinante en el aspecto actual de la basílica: la obra consistió en un cambio de orientación de la iglesia, creando un nuevo cuerpo a la basílica de mayores dimensiones. En esta nueva disposición, al presbiterio se transforma en la nave central del edificio pelagiano. Para adaptarla a esta nueva función fue elevada con nueve escalones creando así un espacio para una cripta, que en armonía con el resto de la basílica, se le realizó un nuevo piso cosmatesco. La planta onoriana es de tres naves, separadas por 22 columnas de diferentes dimensiones y materiales. En la controfachada está ubicado el monumento al Cardenal Guillermo Freschi (fallecido en el 1256) consta de un sarcófago romano del siglo III y un baldaquín cosmatesco, el cual testimonia la gran actividad decorativa y constructiva en el área de la basilica que continuará por todo el siglo XIII. Probablemente data de fines del siglo XII o inicio del siglo XIII, paralelamente con los trabajos onorianos, la construcción del claustro romano, compuesto por dos ordenes de pórticos superpuestos. El acceso al claustro es posible sea desde el interior de la iglesia, por la sacristía, sea desde el exterior, cerca del campanario. En el siglo XIX el arquitecto Viginio Vespiniani llevó a cabo una obra de restauro de tipo "arqueológico", realizado con la intención de llevar la iglesia a su aspecto onoriano original, eliminando las superposiciones renacentistas y barrocas. Luego que la iglesia fuera gravemente dañada por un bombardeo aéreo durante la Segunda Guerra Mundial, se estableció la urgente necesidad de un nuevo restauro de orden reconstructivo. Los trabajos, finalizados en el 1948, utilizaron materiales originales de la iglesia y afectaron sobretodo la fachada de ladrillos, con tres grandes ventanas. La misma fue totalmente reconstruida, sin poder salvar la rica decoración que se encontraba en la parte superior. También el atrio, formado por dos pilastras y seis columnas intermedias, fue sometido a un intenso trabajo de restauro luego de los daños causados por el 27 bombardeo. En el interior del atrio permanecieron intactos los frescos sobre las paredes que datan del siglo XIII, que representan historias de la vida de San Lorenzo y San Esteban. Flanquean a la iglesia, la cual se destaca sobre una gran plaza construida por solicitud del Papa Pio IX (1846-70), el monasterio y el campanario romano. 28 29 BASÍLICA DE SANTA MARIA LA MAYOR Según una tradición popular, la Virgen apareció en el sueño al Papa Liberio en la noche del 5 de Agosto del 358, pidiéndole la construcción de una iglesia en su honor. Esa misma mañana la nieve cubrió el sitio donde luego fue construida la Basílica de Santa Maria la Mayor: Liberio interpretando ésta señal como milagrosa habría trazado en la nieve el perímetro de la iglesia. Las verdaderas razones de la construcción de la basílica derivan del reconocimiento de la maternidad divina de la Virgen, consagrada en el Concilio de Éfeso del 431. Un año después, el Papa Sixto III (432-440), ordenó la construcción de la iglesia, ubicada en la cumbre de la colina del Esquilino, con el intento de dedicarla al culto de la Virgen. La Basílica de Santa Maria la Mayor es la única iglesia de Roma que ha conservado la estructura paleocristiana original, aunque fue enriquecida y ampliada con sucesivas obras. La basílica construida por el Papa Sixto III tiene tres naves, divididas por 21 columnas de demolición por lado con capiteles jónicos, dominadas por un arquitrabe. Eran también 21, por cada lado, las ventanas que iluminaban la nave central, dominada por una cobertura de madera con cerchas a la vista. A lo largo de las paredes se desarrolla una rica decoración de mosaico del período sixtino, que cumplía un preciso orden programático, ligado a las disposiciones conciliares: reafirmar la divinidad de Cristo encarnado en la Virgen y el primado de la iglesia romana en el mundo cristiano. Durante el siglo XII, el Papa Eugenio II (1145-53) ordenó realizar un nuevo piso cosmatesco y proyectó la disposición de un atrio cercano a la fachada. Estas intervenciones fueron fuertemente modificadas o totalmente removidas durante la reestructuración del siglo XVIII de Ferdinando Fuga. Tuvieron más éxito las intervenciones promovidas con miras al Jubileo del 1300 que dotaron a la basílica de un transepto y un nuevo ábside, decorado con un ciclo musivario mariano, obra del fray artista Jacobo Torriti. Del mismo período son 30 también los mosaicos de la fachada realizados por Filippo Rusuti y la preparación de la Capilla del Pesebre por parte de Arnolfo di Cambio, pero que fue a continuación modificada para dar lugar a la Capilla Sixtina. Las obras que datan de, siglo XV conciernen sobre todo al techo y se ve involucrado en el proyecto Giuliano de Sangallo bajo comisión del Papa Alejandro VI. La nave central fue dotada de un rico techo artesonado revestido con el primer cargamento de oro proveniente de las nuevas tierras descubiertas en América, mientras las laterales fueron cubiertas con bóvedas. A fines del siglo XVI el Papa "urbanista" Sixto V, eligió la basílica como el lugar para su propria sepultura, haciendo construir por el arquitecto Domenico Fontana una capilla monumental para sí mismo y su familia. El proyecto iconográfico de la decoración pictórica, dirigida por Giovanni Nebbia y Cesare Guerra en el 1585, donde están representados los antepasados de Cristo, historias de la Virgen y de la vida de Jesus, tiene su punto fundamental en la Capilla del Pesebre ubicada bajo el altar que conserva el antiguo Oratorio del Pesebre, realizado en el siglo XIII por Arnolfo di Cambio, que Domenico Fontana transportó en bloque del ábside de la basílica. El altar en el centro de la capilla, realizado por Sebastiano Torrigiani, es una obra de gran interés: consta de cuatro ángeles de bronce dorado en tamaño natural sosteniendo el sagrario que es el modelo de la capilla, lujosamente decorado con esculturas de bulto redondo y bajorrelieves en las portezuelas. La capilla Sforza, diseñada por Miguel Angel, data de fines del siglo XVI. A principios del siglo XVII, otro Papa, Paulo V Borghese, decidió construir la capilla familiar en el interior de Santa Maria la Mayor, otorgándole el proyecto de la misma a Flaminio Ponzio. En las paredes laterales se destacan las tumbas de los Papas Clemente VIII y Paulo V, circunscripto al interno de una arquitectura de arco triunfal que consta de las estatuas de ambos y una serie de bajorrelieves pictóricos. Las esculturas de la capilla fueron realizadas por varios artistas, todos de una determinada relevancia, entre ellos Camilo Mariani, Stefano Maderno, Nicola Cordier, Ambrosio Buonvicino, Silla Longhi, Pietro Bernini, Francesco Mochi. 31 La dirección de los trabajos pictóricos fue en cambio otorgada al Cavalier de Arpino (penachos y lunetas sobre el altar) que contó con la prestigiosa colaboración de artistas como Ludovico Cigoli (cúpula), Guido Reni, Passignano, Giovanni Baglione (imágenes de los santos). El altar de la capilla custodia el ícono con la figura de la Salus popoli romani (Protectora del pueblo romano), que data del siglo XII-XIII. en la segunda mitad del siglo XVII las condiciones externas del ábside eran tan precarias que el Papa Clemente IX encargó a Gian Lorenzo Bernini de preparar un proyecto de reconstrucción, que no se pudo llevar a cabo, por ser demasiado costoso. Sucesivamente, el Papa Clemente X se hizo cargo del problema, encargó los trabajos a Carlo Rainaldi, y finalizaron con éxito en el 1673. Fueron muy importantes los trabajos de reconstrucción de la fachada realizados por Ferdinando Fuga por encargo del Papa Benedicto XIV. En el proyecto estaba previsto la construcción de un pórtico con cinco aberturas en la parte baja y tres en la galería superior, para cubrir y proteger los mosaicos del siglo XIII que decoran la antigua fachada. La primera piedra de ésta fachada que, dejando vislumbrar el juego policromatico y e, destello de la pared trasera musivaria, puede ser comparada a un tabernáculo en gran escala, fue colocada por Benedicto XIV el 4 de Marzo de 1741. Los trabajos finalizaron en el 1750 y luego de haber supervisado el restauro en su totalidad, el mismo Papa admitió sarcásticamente : "se pensaba que fuésemos empresarios teatrales porque parece un salón de baile". La arquitectura de los dos edificios laterales son: el de la derecha de Ponzio (1605), el de la izquierda de Ferdinando Fuga (1743), construido después de 138 años para uniformar el aspecto de toda la fachada de la basílica. El campanario es de estilo románico. En el interior de la iglesia se encuentra la tumba de Gian Lorenza Bernini, con un estilo muy simple y descarnado, al contrario de la complejidad de la obra del gran artista. 32 JubileeCard es una tarjeta de descuento personal creada para el período del Jubileo de la Misericordia. 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