Dominicos | Orden de Predicadores Homilías Ciclo C XXII Domingo del tiempo ordinario 28/08/2016 Dios revela sus secretos a los humildes Introducción “Hijo mío en tus asuntos procede con humildad y te querrán más que al hombre generoso”, es un consejo tomado del libro del Eclesiástico que leemos en la primera lectura. El Evangelio nos recuerda también esta misma virtud cristiana que debe conducir todas nuestras actuaciones para intentar llegar a conocer la mente de Dios que se revela a los humildes. En el evangelio de hoy Jesús aprovecha la ocasión, a propósito de una invitación para comer con un fariseo, para inculcar en los comensales la necesidad de ser los últimos al elegir los puestos en el banquete, y ser así los primeros ante el Señor que invita. Además también, Jesús nos indica a quienes deberíamos invitar en estos casos; que no son otros que los más desamparados. Será ese el camino para descubrir la misericordia de Dios que actúa preferentemente con los más necesitados. Fr. Jesús Mª Gallego Díez O.P. Convento de Ntra. Sra. de Atocha (Madrid) Lecturas Lectura del libro del Eclesiástico 3, 19-21. 30-31 Hijo mío, en tus asuntos procede con humildad y te querrán más que al hombre generoso. Hazte pequeño en las grandezas humanas, y alcanzarás el favor de Dios; porque es grande la misericordia de Dios, y revela sus secretos a los humildes. No corras a curar la herida del cínico, pues no tienen cura, es brote de mala planta. El sabio aprecia las sentencias de los sabios, l oído atento a la sabiduría se alegrará. Sal 67, 4-5ac. 6-7ab. 10-11 R. Has preparado, Señor, tu casa a los desvalidos. Los justos se alegran, gozan en la presencia de Dios, rebosando de alegría. Cantad a Dios, tocad en su honor, alegraos en su presencia. R. Padre de huérfanos, protector de viudas, Dios vive en su santa morada. Dios prepara casa a los desvalidos, libera a los cautivos y los enriquece. R. Derramaste en tu heredad, oh Dios, una lluvia copiosa, aliviaste la tierra extenuada; y tu rebaño habitó en la tierra que tu bondad, oh Dios, preparó para los pobres. R. Lectura de la carta a los Hebreos 12, 18-19. 22-24a Hermanos: Vosotros no os habéis acercado a un monte tangible, a un fuego encendido, a densos nubarrones, a la tormenta, al sonido de la trompeta; ni habéis oído aquella voz que el pueblo, al oírla, pidió que no les siguiera hablando. Vosotros os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo, a la asamblea de innumerables ángeles, a la congregación de los primogénitos inscritos en el cielo, a Dios, juez de todos, a las almas de los justos que han llegado a su destino y al Mediador de la nueva alianza, Jesús. Lectura del santo Evangelio según San Lucas 14, 1. 7-14 Entró Jesús un sábado en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando. Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso este ejemplo: –Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro, y te dirá: Cédele el puesto a éste. Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto. Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: Amigo, sube más arriba. Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales. Porque todo el que se enaltece será humillado; y el que se humilla será enaltecido. Y dijo al que lo había invitado: –Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos ni a tus hermanos ni a tus parientes ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos. Comentario bíblico Primera lectura: (Eclesiástico 3,17-18. 28-29) Marco: La lectura pertenece a la primera colección de proverbios centrados en resaltar la naturaleza y los beneficios de la sabiduría. En esta primera parte, el autor identifica la sabiduría con el temor de Dios. La lectura de hoy invita a dirigir la atención en dos direcciones: la antítesis humildad-orgullo y la práctica de la justicia Reflexiones 1ª) ¡La humildad es andar en la verdad ante Dios y ante la vida! En tus asuntos procede con humildad... Esta es una de las características más importantes de la sabiduría en Israel: ser a la vez humana (apoyada en la reflexión sobre la experiencia) y sobrenatural (fruto de la contemplación de las intervenciones divinas en la historia de la salvación y la luz del Espíritu). El hombre aprende en esta escuela humano-divina a realizar su vida con ponderación y admiración, a la vez que exige una vigilancia permanente. Por eso la humildad es andar con sinceridad los caminos de Dios y de los hombres. Es andar en la verdad que procede de Dios y que orienta la vida. Este sentido de limitación y grandeza a la vez, que existe en el hombre, es el que le empuja y le urge a adoptar una actitud serena y objetiva ante la vida. Y, en este ámbito, la sabiduría de Israel es ejemplar en su riqueza y en su equilibrio. Nunca se puede perder la relación con Dios y la orientación hacia Él. Sin esta relación desaparece la entraña misma del tesoro sapiencial de Israel. Esta sabiduría es añeja y nueva a la vez. Se podría decir de ella lo que dirá Jesús mismo: el verdadero sabio en el reino saca de su arcón cosas viejas y nuevas. Hoy sigue teniendo validez esta comprensión de la vida y de Dios; es necesaria una vuelta a esta orientación sapiencial de la vida humana para que pueda conseguir su sentido. Segunda lectura: (Hebreos 12, 18-19.22-24a) Marco: El contexto es la reflexión sobre la obra de Cristo que supera todas las promesas y cuya alianza desborda ampliamente la antigua. Ahora la exhortación orienta la mirada al actuar con coherencia en todos los ámbitos de la vida guiados por el ejemplo y la obra de Cristo. Reflexiones 1ª) ¡Manifestaciones de la pedagogía de Dios para el tiempo de la espera! La lectura tiene dos partes bien diferenciadas. En la primera, el autor de esta homilía dirigida a cristianos, maltratados y perseguidos, recuerda las actuaciones de Dios en el momento de estipular su primera alianza con Israel. El autor de esta homilía, intenta dos finalidades complementarias: afirmar y rubricar la supremacía del sacrificio y sacerdocio de Cristo sobre las realidades antiguas, es decir, el cumplimiento de la promesa ha superado con creces lo prometido; la realidad desborda las figuras. En la segunda, el autor tiene presente el sacerdocio, el lugar del culto y el esplendor del culto realizado en el templo de Jerusalén y la sencillez de signos en la celebración del misterio pascual de los cristianos (podían hacerlo incluso en sus propias casas con la asamblea reunida). Este contraste impresionaba a los cristianos provenientes del judaísmo y sentían la tentación del abandono. Habría que añadir el hecho de la persecución que los cristianos padecían por parte de los judíos. El creyente sólo debe volver la mirada al pasado para deducir lecciones provechosas para el presente (el Antiguo Testamento sigue teniendo validez y sentido como enseña la constitución conciliar “Dei Verbum”, nn.14-15). El autor quiere que sus lectores orienten su mirada y su vida a Jesús para alcanzar la realidad que allí estaba sucediendo. Evangelio: (Lucas 14,1.7-14) Marco: Seguimos el viaje hacia Jerusalén. Estamos en camino. Es el tiempo de centrar la atención directamente en el discipulado. Estamos en la segunda etapa del viaje a Jerusalén. El interés principal se centra en los rasgos que definen al verdadero discípulo de Jesús en medio del mundo. Reflexiones 1ª) ¡Sabiduría para realizar una buena inversión mientras vamos de camino! ¡Cédele el puesto!... Jesús es invitado y acepta participar en un banquete. Este marco del banquete, permite a Jesús subrayar algunas actitudes. Es necesario recordar que le invita un fariseo principal (y ya sabemos que nunca actuaban con limpieza con Jesús). De hecho, el relato lo recoge claramente: ellos estaban espiando. Jesús, por su parte, observa las actitudes y actuaciones de los convidados: todos buscan los puestos más relevantes. En la sociedad en que vive Jesús y desarrolla su ministerio, aunque las comidas podían, excepcionalmente, incluir a personas de distinto rango social, lo normal era que tal cosa sucediese sólo en circunstancias especiales. Dado que una comida en común implicaba compartir una serie de ideas y valores, y también con frecuencia una misma posición social, convenía cuidar todos los detalles hasta los más mínimos para no contaminarse. Así se comprende mejor el escándalo que producía en sus oyentes cuando Jesús hablaba con toda naturalidad de que en el reino se sentarían juntos todos, sin distinción de procedencias y situación social. Esto era inaceptable en su mundo social. ¡Y además se trata de un banquete de bodas! En este marco narrativo y dramático se desarrolla una escena en dos movimientos principales: lo que hacen los comensales y la reacción de Jesús. Un banquete de bodas estaba regido por un estricto protocolo que se observaba en su tiempo. En ese marco Jesús se atreve a proponerles una parábola que denuncia todo su estatus social. Es necesario estar muy atentos: ¡Hay que ser sagaces para saber la oportunidad de cada acontecimiento! Si quieres crecer en el honor y la estima de los demás vete espontáneamente al último lugar; si el que te invitó tiene otro puesto más alto para ti, ya te hará subir de escalafón. Jesús está pensando en sus discípulos y quiere que sean sagaces y sepan leer adecuadamente los signos de los tiempos y las circunstancias de la vida en vistas al reino, que es el banquete definitivo y glorioso. Él es el Maestro por antonomasia e insuperable. El discípulo es invitado a aprender en esa escuela en la que el Maestro va por delante con sus actitudes. Nuestro mundo sigue necesitando esta desconcertante y escandalosa lección. 2ª) ¡Es necesario adoptar y aceptar los criterios que propone Jesús, el Maestro! ¡Dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos. Jesús se centra ahora en el mundo del anfitrión. Según las normas y el protocolo, vigentes en tiempos de Jesús, el que invita a la boda lo hace, regularmente, a personas de su mismo rango social. Por tanto, espera recibir de ellos, en su momento oportuno, una invitación equivalente. En el fondo, ateniéndose a su protocolo, la invitación a una boda no es expresión de generosidad, sino un intercambio de valores del mismo precio. Jesús ha repetido una y otra vez que el reino es como un banquete de bodas en el que caben todos, porque todos son invitados por el Padre del Hijo que celebra su boda (¡las bodas del Cordero que durarán por la eternidad!). De nuevo el tema de las bienaventuranzas o congratulaciones que tanto le gustaba a Jesús recordar y repetir. Es cuestión de que el discípulo de Jesús sepa optar y elegir bien en cada momento. ¡Desconcertante mensaje para sus desconcertados oyentes! Esto rompía todos los esquemas del estatus social de su tiempo, como acabamos de recordar, recogiendo algunas reflexiones que nos ofrecen los estudiosos del evangelio desde las ciencias sociales. ¡Jesús es así!. ¡El Padre es así!. ¡El Evangelio es así!. Pero la promesa es desbordante: una bienaventuranza y una recompensa gozosa para siempre. Los hombres de nuestro tiempo necesitan que los discípulos de Jesús seamos testigos, en medio del mundo, de estas realidades espléndidas y escandalosas a la vez. Fr. Gerardo Sánchez Mielgo Convento de Santo Domingo. Torrent (Valencia) Este comentario está incluido en el libro: La Palabra fuente de vida. Ciclo A. Editorial San Esteban, Salamanca 2004. La verdadera humildad como generosidad y condescendencia Iª Lectura: Eclesiástico (3,19-21.31.33): La humildad para dejar vivir a los otros I.1. Este último domingo se nos presenta enmarcado en planteamientos muy humanos de la vida; se propone a la comunidad la praxis de la humildad, una de las virtudes que menos estima recibe en este mundo de competencias infernales, de luchas a muerte por los primeros puestos, por las grandes producciones, por los estilos arrogantes de comportamiento. Quien carezca de este estilo, hoy, parece que no tiene futuro. I.2. La primera lectura , del Sirácida, es una colección de dichos y refranes de sabiduría, como casi todo el libro, en que se hace el elogio de la humildad, la reflexión y la limosna. Si tienes conciencia de ser grande, de valer algo, procura manifestarte ante los otros con humildad. Es una virtud ésta, no para aparentar lo que no se es, sino para no apabullar a los otros. IIª Lectura: Hebreos (12,18-19.22-24): II.1. Se prosigue con la alta teología de la carta a los Hebreos sobre la fe. Esta exhortación fervorosa a una comunidad judeo-cristiana que está pasando por un mal momento, por dificultades internas y externas, pone de manifiesto la obra redentora de Cristo, el Sumo Sacerdote, en comparación con la liturgia, ya muerta e irreversible, del antiguo templo de Jerusalén. Ahora la liturgia que se propone es de tipo celeste, vital, existencial. II.2. Se quiere subrayar que la comunidad cristiana, llamada a la santidad, no tiene que tener miedo, porque puede entrar en el misterio de la santidad divina, ya que Jesucristo ha hecho posible que nuestros pecados se borren. No tenemos que tener miedo a la santidad (como les sucedía a Moisés y a los israelitas en el Sinaí frente a la santidad de Yahvé). Ahora con Jesucristo, la santidad de Dios es cercanía, misterio curativo que humaniza la misma religión. Los ángeles, los cielos, la Jerusalén celeste, son los signos para hablar de una experiencia que no debemos perder de vista, una nueva alianza. Evangelio: Lucas (14,1.7-14): La humildad ofrece dignidad a los otros III.1. Nos encontramos con dos parábolas del buen comportamiento en la mesa. El texto de Lucas está bien construido. En la primera Jesús se dirige a los comensales a propósito del puesto que deben ocupar cuando son invitados (vv. 7-11) y en la segunda se dirige a quien invita para que haga una buena elección de los invitados (vv.12-14). Claro, que nada es lógico en estas parábolas, porque sucede que cuando somos invitados nos gustaría ser de los principales; y cuando invitamos nos gustaría hacerlo teniendo en cuenta la importancia de los mismos. No es eso lo que se propone en este conjunto, que toma la “mesa” como símbolo casi religioso. Las famosas “comunidades” fariseas (havurah/havurot, de haver, amigo), tenían cuidado de no invitar a nadie que no cumplieran con normas estrechas de comportamiento, de preceptos, de comidas kosher, etc.. No era admitido cualquiera a estas havurot. Por eso tiene mucho sentido las propuestas “alternativas” de Jesús a los suyos. En la mesa se compartía amistad e ideas, y por eso tenía tanta importancia. III.2. El evangelio, como ya se ha puesto de manifiesto, se nos propone la humildad. ¿Por qué, para ser un buen seguidor de Jesús es necesario ser el último, el servidor de todos? ¿No es una falsedad aparentar lo que no se es? Aquí no cabe otra explicación que el mismo misterio de la condescendencia divina, que siendo poderoso, se ha hecho como uno de nosotros. La parábola de los primeros y los últimos puestos en un banquete le sirve a Jesús para poner de manifiesto la humildad. El marco de esta parábola es la de un sábado en que Jesús es invitado a casa de un fariseo. Los fariseos, sus escribas, no gozan de buen nombre en el evangelio (Lc 20,4647). ¿No es bueno aspirar a ser el primero, el mejor, el más perfecto? Si lo miramos desde la perspectiva de los deportistas en las Olimpiadas parecería que no es muy acertada la proposición de Jesús, aunque hoy sabemos que solamente gana uno; y muchos deportistas nos dan la lección de que es tan importante participar como ganar. III.3. De alguna forma este ejemplo lo podíamos aplicar a la vida cristiana: todos valen en una comunidad, todos tienen algo positivo, todos tienen algo bueno. No importa ser los primeros si ser el primero nos lleva a ser arrogantes e inmisericordes. Por eso la segunda parábola de la lectura de hoy pide que no invitemos o compartamos nuestra amistad con los que nos van a pagar, sino con aquellos que no pueden responder a nuestra generosidad. Y es que el tema de la humildad, cristianamente hablado, se resuelve en la generosidad. El que es humilde es generoso, misericordioso con los otros. Esa es la razón por la que la humildad cristiana es actitud sabia y principio de amor. Fray Miguel de Burgos Núñez Lector y Doctor en Teología. Licenciado en Sagrada Escritura Este comentario está incluido en el libro: Sedientos de su Palabra. Comentarios bíblicos a las lecturas de la liturgia dominical. Ciclos A, B y C. Editorial San Esteban, Salamanca 2009. Pautas Lucas, el autor del evangelio que hoy comentamos, recoge cuidadosamente los hechos de la vida de Jesús de Nazaret trasmitidos por testigos oculares, y nos ofrece ordenadamente el contenido del mensaje cristiano. Lógicamente los primeros capítulos nos hablan del anuncio del Reino, del compromiso personal y de la predicación de Jesús llamando a la conversión. Es el núcleo central del Evangelio, a continuación recoge hechos y enseñanzas de Jesús dirigidos a sus oyentes con la intención de formar actitudes básicas de sus seguidores disposiciones personales que son una ayuda para comprender el mensaje. Son virtudes de menor calibre, (pues también en las virtudes cristianas hay una jerarquía), pero necesarias para conformar la identificación con Cristo. El texto del evangelio de hoy, a propósito de un banquete en el que los invitados buscaban los primeros puestos, da pie a Jesús para hablar de la humildad. “Entró Jesus un sábado en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando.” Hoy vemos a Jesús compartiendo un banquete, invitado por un fariseo. Muchas veces el evangelio nos muestra la humanidad de Jesús, asistiendo a comidas ofrecidas por amigos y seguidores de su mensaje. También acude a otros convites “más hostiles”, pues no rechazó aquellas invitaciones que por curiosidad o por tenderle una trampa le hacían los escribas, fariseos o publicanos, oponentes y enemigos de su mensaje. Jesús participaba con gusto en comidas y banquetes, no era un asceta como Juan el Bautista, sentía la alegría de poder ofrecer su amistad y su mensaje de salvación a todos aquellos que le buscaban con sinceridad. Recordemos el caso de Zaqueo, el recaudador de impuestos, que era un corrupto pero se convierte y devuelve el dinero ganado injustamente y al renacer a una vida nueva Jesús le dice que hay que celebrarlo en torno a la mesa. En el evangelio que hoy comentamos, Jesús es invitado por un fariseo y aprovecha la ocasión para “proponer” a los invitados el lugar que deben elegir al sentarse a la mesa; la actitud del invitado ha de ser la humildad. También hay una segunda parte en el texto dedicada al que invita que veremos luego. En las dos partes de este relato evangélico hay una resonancia del gran mensaje cristiano, la fraternidad, el amor al prójimo. Estamos ante el banquete del amor, el “ágape griego”, pero ahora abierto a todos, preferentemente a los más necesitados. “Cuando te inviten a una boda no te sientes en el puesto principal. Al revés cuando te conviden ve a sentarte en el último puesto…” Es normal ver, hoy día también en cualquier evento, que los invitados al llegar van eligiendo los primeros puestos, la mejor posición. El evangelio nos dice en cambio que nos sentemos en el último lugar. Al leer esta parte del texto sagrado nos puede parecer una anécdota o un detalle sin importante, quizás alguno lo interprete como una simple norma de buena conducta o como una norma de etiqueta. Sin embargo no es así, este hecho aparentemente trivial tiene un calado más profundo porque nos introduce en algo básico para la vida cristiana, como es la humildad. Una virtud difícil de entender porque va en contra de apetencias y deseos propios muy básicos, como son el egocentrismo y el protagonismo. Tenemos que a admitir que hoy no está de moda en esta sociedad tan competitiva y prepotente el ser humilde, es más se nos educa para triunfar, e incluso para el éxito fácil sin esfuerzo. Vivimos inmersos en un culto a la personalidad, un centramiento exagerado en el “sí mismo” que hace del “otro” un simple objeto que cuenta muy poco o nada. En el cristiano al hablar de humildad resuenan en seguida las palabras de Jesús diciendo: “El que quiera ganar la vida la perderá, pero el que está dispuesto a perderla por mi causa la ganará”. Perder para ganar, esta es la disposición última del que ha entendido la necesidad de hacerse pequeño para entender el mensaje cristiano. No es la negación del Yo, ni va en contra de la necesidad que tiene cada ser humano de formarse y enriquecer su personalidad siendo así cada vez más valioso para la comunidad a través de su esfuerzo. La autoestima es un valor pedagógico porque es bueno reconocer los propios valores; la humildad no niega la autoestima, la enriquece, la completa, pues nos hace conscientes de que todo proviene de Dios, que dependemos de Él y todo lo que somos se sustenta en ese lazo invisible pero real con nuestro creador, porque todo se nos ha dado. El humilde toma consciencia de su valor y de su pequeñez ante la obra divina. En consecuencia la humildad ayuda a aceptar los planes de Dios sobre nosotros, y estar dispuestos a servir, sobre todo a los más necesitados. El mensaje evangélico de hoy se completa diciendo que cuando venga el que te invitó te dirá, “amigo sube más arriba”. Es la recompensa ante la postura de la persona discreta y humilde. Porque todo el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido, así termina la primera parte de este relato. “Cuando des una comida o una cena invita a aquellos que no pueden pagarte, te pagaran cuando resuciten los justos.” La segunda parte de este relato es también un consejo dirigido a aquellos que organizan una comida (dar alimento, en todos los sentidos). “Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos o a tus parientes ni a los vecinos ricos porque corresponderán invitándote y quedarás pagado. Invita a pobres lisiados y ciegos; dichoso tú porque no pueden pagarte, te pagarán cuando resuciten los justos.” La conducta de los que invitan a un banquete esperando algún beneficio ha sido siempre así y sigue siéndolo, doy algo para que me des algo, te invito para que después me invites tú. Pero Jesús pide algo más a sus seguidores, pide un cambio de mentalidad que consiste en la gratuidad del amor desinteresado, tal como él lo practicó en su vida y predicó cuando señalaba las bases del Reino de Dios, que había que construir. Este es el contraste y el escándalo para muchos cuando no entienden que imitar al Maestro es poner nuestra mesa a disposición del necesitado, pobres, cojos, mancos o ciegos, ya que El se despojó de su rango, como señala Pablo el apóstol converso, y se hizo el último y el servidor de todos. Al final de este texto, como de pasada, hay una referencia a la recompensa que debemos de esperar al final de la vida. Dice así, “te pagarán cuando resuciten los justos”. De una forma más explícita y detallada, encontramos esta misma idea en el evangelio de San Mateo en ese pasaje tan conocido del juicio final. Que podríamos resumir diciendo que, la salvación será para aquellos que en su vida han prestado atención a las necesidades y carencias ajenas. Siendo significativo para los seguidores de Cristo la afirmación según la cual el Juez Supremo se identifica con los necesitados, pues al socorrer a aquellos que tienen hambre o sed o son extranjeros o están desnudos, en la cárcel o enfermos conmigo lo hicisteis. (Mat.25, 31-46). Fr. Jesús Mª Gallego Díez O.P. Convento de Ntra. Sra. de Atocha (Madrid) Infantil XXII Domingo del tiempo ordinario - 28 de agosto de 2016 Elección de asientos Lucas 14, 1, 7-14 Evangelio Entró Jesús un sábado en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos lo estaban espiando. Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso este ejemplo: - Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto pricipal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro, y te diga: "Cédele el puesto a éste". Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto. Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: "Amigo, sube más arriba". Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido. Y dijo al que le había invitado: - Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos, porque corresponderán invitándote y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos Explicación Jesús no quiere que sus amigos sean vanidosos, ni creídos. Y por eso les dijo en una ocasión : - Cuando vayas a una fiesta no te pongas en los asientos primeros y principales, porque puede llegar alguien de más categoría que tú y te avergonzarás si oyes decir : ¡ Quítate de ahí, y deja el puesto a este ! Al contrario. Cuando te inviten a alguna fiesta ponte en los últimos puestos. Así podrás escuchar a quien te convidó : Amigo, ¡ sube más arriba ! Todo el que quiere destacar será rebajado, pero el que sea sencillo será realzado. Evangelio dialogado Te ofrecemos una versión del Evangelio del domingo en forma de diálogo, que puede utilizarse para una lectura dramatizada. Elección de asientos - Lucas 14, 1, 7-14 Narrador: Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando. Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso esta parábola: Jesús: «Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro y te dirá: "Cédele el puesto a éste." Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto. Niño 1: Maestro, veo que no te gusta la gente que quiere aparentar. Jesús: Mira, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: "Amigo, sube más arriba." Niño 2: Ya veo, maestro, quieres que seamos personas humildes. Jesús: Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido. Narrador: Y dijo al que lo había invitado: Jesús: Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado. Niño 1: Ya entiendo, maestro, quieres que hagamos las cosas con amor, sin egoísmo … Jesús: Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos. © Orden de Predicadores 2016 www.dominicos.org