Historia de la Villa de Galapagar X

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La Edad Contemporánea.
El sigloXIX
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Vista de Galapagar desde las inmedicaiones de la aún inexistente Carrtera Madrid-El Escorial.
L
a invasión francesa tuvo serias consecuencias, negativas incluso, para
Galapagar, lugar donde se asentó un destacamento galo para aprovechar su
situación estratégica. Situado el pueblo junto a dos caminos de acceso a Madrid, a
los franceses les pareció extraordinariamente favorable a sus planes. Aquel destacamento acuarteló en la iglesia, inclusive con sus caballerías, produciendo en ella
serios deterioros a más de provocar la desbandada de gran parte de la población.
Ésta quedó reducida a 242 habitantes que hubieron de vivir en 54 casas harto deterioradas. Por otra parte, al disminuir tanta y tan de repente la mano de obra, mermó
considerablemente la actividad y producción agrícola del pueblo, base principal
sobre que conseguir el logro de la consabida subsistencia. De ahí que hubieran de
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echar mano, para mantenerse, al transporte de leña y carbón vegetal, que desde sus
montes llevaban a la capital, convirtiendo, finalmente, tal trabajo en su principal
fuente de manutención.
Uno de los factores que más contribuyó al fracaso de los franceses fue, sin
lugar a duda, la falta del control, nunca del todo logrado, sobre las susodichas
comunicaciones, ya que éstas se vieron incesantemente interrumpidas a causa
de la acción de la guerrilla. Esto dio lugar a que el grueso del ejército quedara convertido en ingente e inútil masa paralizada e ignorante del a dónde y por
dónde dirigirse, quedando incluso incapacitada para recibir los imprescindibles
suministros de víveres y municiones de forma regular, siempre temerosos de los
ataques por sorpresa de los guerrilleros1. Para asegurar, de una forma mínima,
sus comunicaciones, los franceses se vieron obligados a emplear un sin fin de
tropas en pequeños puntos estratégicos, fortificándolos, la verdad sea dicha, de
forma muy precaria y con unas defensas mínimas, que al menos les sirvieran
para, de vez en cuando, repeler los ataques de la guerrilla. Antoine Laurent
Apollinaire Fée2 nos relata en sus memorias de forma muy elocuente todo esto,
narrándonos lo que ocurría describiéndonos la situación en Galapagar:
“Vivaqueamos en medio de las ruinas de Galapagar. Solamente había
quedado en pie la iglesia y en una de sus torres permanecía un vigía en
observación; si veía venir a lo lejos hombres armados, amigos o enemigos, tocaba la campana; el número de golpes correspondía al de los hombres que se aproximaban, Inmediatamente, la reducida guarnición
tomaba las armas y se retiraba, en caso de necesidad, a una especie de
blocao; precaución fatigosa pero frecuentemente útil. Algunos vecinos
desposeídos erraban harapientos alrededor de los vivaques; nos miraban
en silencio sin pedir nada, pero su palidez y flaqueza eran elocuentes y
obtenían algo de pan que devoraban ávidamente."
No estaba falto de razón Antoine Laurent en su descripción, pues conocemos por
otros documentos conservados en el Archivo Histórico Nacional3 de la Junta
Superior de la provincia de Ávila, que el susodicho remitió al Gobierno tres partes
de guerra o informes sobre acciones de la guerrilla en el Puente del Arzobispo
(Toledo), y en Galapagar. Veamos, pues, cómo nos relata el Comandante Blas
Rubio uno de sus encuentros con las tropas francesas en nuestro pueblo, el día 1 de
abril de 1812:
"Señor Vicepresidente, y demás Vocales: En el día de ayer primero de
abril fui a Colmenarejo con cinco soldados de mi mando a sacar las
raciones, y después de hecha esta diligencia, las remití por un paisano a
ARTOLA, Miguel. La España de Fernando VII. "Historia de España de Ramón Menéndez Pidal."Vol XXXII,
Madrid, Espasa Calpe, 1978. p. 213.
2
"Recuerdos de la guerra de España, llamada de la Independencia 1809 - 1813". Ed. Ministerio de Defensa, Madrid
2007 pág. 53.
3
A.H.N. Diversos-Colecciones, 131, N.19. Depósito de la Guerra. Guerra de la Independencia Española (18081814). Ejército Español 3ª Época. 7º Ejército de las Provincias Vascongadas, Navarra y Castilla La Vieja.
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la Casa del Pino, en donde estaban esperando mis soldados, y yo partí
con dichos cinco soldados a Galapagar para hacer ver a los franceses el
poco miedo que tienen los bergantes, y teniendo la fortuna de que no nos
vieron los centinelas de la torre hasta que estábamos entrando, que
inmediatamente hicieron su señal a cuyo tiempo animé a mis soldados
para que me siguiesen y no darles lugar a meterse en sus parapetos, por
lo que entrando con la mayor rapidez les confundimos a quantos
encontramos por las calles, sin saber donde meterse, siendo su pérdida
entre muertos y heridos que quedaron por las calles de diez y nueve a
veinte y tener la fortuna por nuestra parte de no haver la menor desgracia. Creo firmemente que esta comandancia havrá quedado aterrada a el ver que seis bergantes han tenido el valor de llegar hasta la
Plaza. Lo que comunico a V.E. para si tiene a bien participárselo a mi
General Castaños. Dios Guarde a V.E. muchos años Cuartel ambulante y Abril de mil ochocientos doce. Blas Rubio."
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Plaza de la iglesia en 1891.
Por dicha acción de guerra, la Regencia del Reino propuso que se iniciase un
expediente para realizar las pertinentes consiguientes averiguaciones por parte de la
Junta Superior de la provincia de Ávila al objeto de conceder a los héroes un premio, dado su valor y arrojo ante el enemigo.
Las penurias no sólo fueron para los civiles que habitaban Galapagar. Por
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una carta de fecha del 12 de abril de 1812, que Delaporte, comandante militar
del distrito de Galapagar4, dirigió al General Hugo, jefe del Estado Mayor de
la provincia, conocemos cuáles fueron tales carencias, que, para los soldados
franceses, destinados en este puesto, fueron: Soportar de continuo escasez de
víveres y vino, a pesar de que, confiscando, se avituallaban en las incursiones
hechas en, y sobre todo, Valdemorillo y Colmenarejo. Esta situación se prolongó durante toda la campaña de Portugal.5 Coyuntura que fue aprovechada por
los guerrilleros españoles, los cuales consiguieron ser más temidos cada vez por
las tropas invasoras, las cuales les denominaban "brigands. Ni más ni menos
que bandidos.
El estado de hostigamiento continuado a las fuerzas francesas6, y la cercanía de
las tropas del general inglés Wellington, forzaron a José Bonaparte a retirarse de
Madrid con su Estado Mayor el 11 de agosto de 1812, aunque la reconquista de la
capital de forma definitiva no tuvo lugar sino en 1813.
Terminó la Guerra de la Independencia, pero no llegó la definitiva paz al
Reino. Durante todo el siglo XIX acontecían hechos, de modo especial durante
el reinado de Fernando VII, que impedían el desarrollo económico de Castilla.
Durante la regencia de María Cristina de Borbón, y en el marco de las Guerras
Carlistas7, se produjo una de las grandes desamortizaciones8, o secularización de
los bienes eclesiásticos, de la historia contemporánea de España, y que fue llevada a cabo por Juan Álvarez Mendizábal9 en 1836 y durante el reinado de Isabel
II. Los terrenos desamortizados fueron básicamente los de titularidad eclesiástica de manera especial los bienes de las órdenes regulares y, aunque no fue tal proceso desamortizador el que pusiera el mayor número de bienes en venta, sí fue el
que tuvo mayor repercusión mediática. Durante la regencia de Espartero incluso se vendieron propiedades del clero secular (1841).
Joseh Léopold Sigisbert Hugo, nacido en Nancy el 15 de noviembre de 1773, progresó en la carrera militar
con las campañas napoleónicas. En España luchó durante tres años contra el guerrillero "El Empecinado", y
consiguió derrotar a los guerrilleros de la zona del Tajo y restablecer las comunicaciones con los ejércitos del
sur. Murió en París el 29 de enero de 1828.
5
A.H.N. Diversos-Colecciones, 134, N.19. Depósito de la Guerra. Guerra de la Independencia Española
(1808-1814). Ejército Español 3ª Época. 7º Ejército de las Provincias Vascongadas, Navarra y Castilla La
Vieja. Original escrito en lengua francesa.
6
Sobre las acciones de los guerrilleros véase: MARTÍNEZ LAÍNEZ, Fernando. "Como lobos hambrientos:
Los guerrilleros en la Guerra de la Independencia (1808-1814). Algaba 2007.
7
Tres guerras entre los partidarios de Isabel II, hija de Fernando VII, y los partidarios de Carlos María Isidro
de Borbón, hermano de Fernando VII, por los derechos a la sucesión de la corona. Los partidos liberales apoyaban a la Reina Isabel II, y los absolutistas al pretendiente Carlos.
8
Consistió en poner en el mercado, mediante una subasta pública, las tierras y bienes que normalmente no
cambiaban de manos por compra-venta al estar en poder de las denominadas "manos muertas", como la
Iglesia, principalmente las Órdenes religiosas, y también las posesiones de los nobles, que las habían acumulado como beneficiarios de donaciones y testamentos. La finalidad que se pretendía con esta medida
era la de acrecentar la riqueza nacional, y crear una "burguesía", y una clase media de labradores propietarios. Al mismo tiempo, la hacienda pública obtenía unos ingresos, con los que se pretendía amortizar la
deuda pública.
9
Juan de Dios Álvarez Méndez cambió el apellido Méndez por Mendizábal durante la guerra de la independencia.
Dictó los decretos de la desamortización de 19 de febrero y de 8 de marzo de 1836, decretos por los que fueron
expropiadas y puestas a la venta las propiedades en poder de la iglesia y, de modo especial, las que pertenecían a
las órdenes religiosas. En un principio, Mendizábal pensaba que las tierras pasarían a manos del pueblo para crear
una clase media o burguesa, sin embargo por la falta de capital de éste pasaron a manos de los que menos las necesitaban: Las oligarquías terratenientes.
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En Galapagar este proceso se llevó a cabo, por ejemplo, suprimiendo la capellanía existente con sus tierras, las cuales fueron subastadas10. No fue ésta la primera
desamortización de bienes, ya que, durante el reinado de Felipe II, en el siglo XVI,
éste consiguió autorización de la Santa Sede para vender la jurisdicción de la
Iglesia sobre determinados territorios y quedarse con el importe de tal venta.
También durante el reinado Carlos III, se había producido la desamortización de
los bienes de la Compañía de Jesús después de su expulsión en 1767.
En este tiempo fueron puestos en venta la mitad de sus bienes, los de los jesuitas. En tiempos de Carlos IV, el valido Godoy dispuso una primera desamortización general (1798-1808) A más de esto fueron confiscadas las rentas de algunas
otras órdenes religiosas. Tanto José I como las Cortes de Cádiz introdujeron parecidas medidas, siempre intentando más o menos los mismos objetivos: Cultivo de
las tierras como solución al problema del crecimiento demográfico patrio, y, sobre
todo, la ayuda para armar el rompecabezas financiero del Estado fomentando el
mejoramiento de la Hacienda Pública a más de fomentar el desarrollo económico
de España, multiplicando el número de propietarios de tierras, no sólo las cultivables sino que también y primordialmente, de las cultivadas.
Las leyes de Mendizábal, y posteriormente las de Madoz revitalizaron el
comercio de la tierra y la propiedad urbana, llegándose a generalizar la compraventa inmobiliaria. En aquel tiempo había en España unos 1900 monasterios,
conventos y abadías masculinos. Muchos, si no la mayoría, en zona rural. Todos,
o casi, quedaron deshabitados al ser disueltas sus comunidades. Hubieron de
dispersarse, pues, muchos de los religiosos exclaustrados, solucionaron su problema pasando a formar parte del clero secular. Las desamortizaciones solucionaron
muchos problemas, pero, desde luego, ni mucho menos, todos. Además hicieron
aparecer otros como el descontento de la Santa Sede con el gobierno, como consecuencia de la falta de la dotación económica a que quedó sometido el clero, casi
ayuno de recursos en tales circunstancias. ¿Solución?: El Concordato de 1851
con la Santa Sede. Ésta reconoció la nueva situación en cuanto tal, comprometiéndose a no reclamar la restitución de lo desamortizado siempre y cuando el
Estado contribuyese con subvenciones dedicadas al mantenimiento del susodicho clero. Y así hasta ahora.
Prueba de que las desamortizaciones hechas a la Iglesia no fueron suficientes
para resolver los problemas del Estado es clara, si tenemos en cuenta que, durante el gobierno del general Espartero11, Pascual Madoz, ministro de Hacienda,
decidió en 1855 poner en venta, sobre todo, los bienes comunales de los municipios, y también alguno de los del patrimonio real, aunque en menor cantidad. Y
conste que no sólo salió perjudicada la Iglesia, que perdió muchos de sus priviAún hoy no está claro si la desamortización de la capellanía se realizó durante el mandato de Mendizábal, o si se
efectuó en 1855 durante la desamortización de Pascual Madoz, pero, en cualquier de los casos, los libros de registros de la capellanía se conservan en el Archivo Histórico Nacional, puesto que una vez desamortizados los bienes eclesiásticos, sus documentos, por orden de la Real Hacienda, pasaron a ser custodiados por la Academia de la
Historia, que, ante la carencia de medios, solicitó la creación de un archivo especial, que es el que hoy conocemos
como Archivo Histórico Nacional, creado por R. D. del 28 de marzo de 1866.
Joaquín Baldomero Fernández-Espartero Álvarez de Toledo, Príncipe de Vergara y Duque de la Victoria.
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Croquis de Vias Pecuarias.
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legios, sino también sectores como el agrario en su parcela más humilde, los
campesinos que vieron alterados muchos de sus derechos consuetudinarios y sus
tradicionales formas de explotación agropecuaria. En cambio otros agricultores,
y la mayoría de los miembros de las clases medias, se beneficiaron y pudieron
disfrutar de la liberación de gravámenes y tributos de tipo feudal por impuestos
por los antiguos propietarios eclesiásticos.
Una de las consecuencias de este período de inestabilidad política y social fue,
sin lugar a dudas, la pérdida de población generalizada en Castilla, lo que provocó que pueblos con un número reducido de habitantes quedasen prácticamente
deshabitados. Este caso es el de Navalquejigo que consiguió segregarse de
Galapagar en 1748 para ser anexionado nuevamente el 8 de enero de 1845. En
los años siguientes se iniciaron distintos procedimientos administrativos relativos a deslindes y peticiones de segregación para formar nuevamente un núcleo
de población independiente hasta que en 1895 Navalquejigo es segregado de
Galapagar para incorporarse como anejo a El Escorial donde permanece hoy día,
pero como un despoblado12.
En Galapagar, al igual que en otras localidades, se habían producido ocupaciones de las tierras de titularidad municipal durante el año 1836, pero sin llegar a
efectuarse la subasta, por lo que por una ley de 6 de mayo de 1855, coincidiendo con las leyes desamortizadoras, se da carta de naturaleza a estas ocupaciones,
y se ordena que se instruyan expedientes a fin de regularizar la propiedad de las
tierras, y que se comience ya a abonar por ellas los impuestos correspondientes.
Sin embargo, en 1872, aún se pide por parte del Consistorio que los vecinos
paguen por los terrenos que habían ocupado, algunos desde 183013.
En el Archivo Municipal de Galapagar se conservan expedientes del año
1861, los cuales nos sirven para conocer cómo, en un momento determinado,
aquellas tierras comunales pasan a manos privadas.14 Esta medida, la de vender
tierras comunales15 para sufragar gastos de diversa índole, se ha practicado en
otras diferentes ocasiones. En 1843 se enajenan de este modo tierras del común
para costear las obras de reparación de una fuente pública y unos pilones.16
Normalmente estas ventas de tierras no dan los frutos deseados, y es necesario
un largo proceso, para que los adjudicatarios de estas dichas tierras abonen el
importe por el que fueron tasadas las mismas. Un ejemplo interesante lo tenemos en 1872, año en el que se inicia un expediente al objeto de reclamar el
importe de la venta de bienes de propios, que se había realizado entre los años
1855 y 1859 para poder acometer, con los beneficios obtenidos, distintas obras
públicas17.
Fue, pues, ésta la desamortización que tuvo mayor trascendencia, si relacionamos
sus efectos con los de todas las habidas anteriormente. Sobre todo, si tenemos en
A. M. G. C ª 4654.
Se llamaban bienes comunes o comunales los que eran propiedad de un municipio y que no proporcionaban una
renta al mismo. Eran explotados de forma libre por todos los vecinos del lugar.
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A.M.G. Cª 4652 Exp. 26
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A. M. G. C ª 4651 Exp. 12
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Plano de los caminos de Galapagar, firmado por Francisco Sanz
el 22 de noviembre de 1891.
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cuenta su duración, y el volumen de bienes desamortizados, que, sin duda, fue el más
grande. Finalmente, a más de todo lo dicho, y porque ni podemos ni debemos dar de
lado u olvidar las repercusiones ciertas, que tuvo en la sociedad española de entonces,
y. sin duda alguna, en la posteridad. Y esto, a pesar de reconocer todos los partidos
políticos la necesidad de acabar con las manos muertas, para, de una vez por todas,
poder modernizar el país. Los cálculos que con posterioridad se han realizado de la
cantidad de bienes desamortizados muestran que el 30% pertenecía a la iglesia, el 20%
a la beneficencia, y el 50 % restante a las propiedades municipales18.
Con la privatización de los bienes comunales, muchos campesinos se vieron
privados de unos recursos que contribuían a su subsistencia: Leña, pastos y un no
pequeño etcétera. Por ello se acentuó la pobreza de la clase más desfavorecida, lo
cual era grave. Tanto que, como consecuencia, se incrementó la tendencia emigratoria de la población rural a las zonas industrializadas del país, o, sobre todo,
a la América Latina sin excluir la otra.
Como derivación de la reforma administrativa de Maria Cristina en 183319,
por la que se aprobaba la división provincial de la península, a propuesta del
político Javier de Burgos, se trastocaban los límites provinciales, realizando de
hecho una nueva división jurisdiccional en nuestra patria. Como consecuencia de
ello, Galapagar dejó de pertenecer a la provincia de Guadalajara para ser incluido en la de Madrid, y pasando también a formar parte del partido judicial de
Colmenar Viejo, que, por contar con un juzgado de primera instancia y con juez
profesional, se convirtió en aquel entonces en el lugar donde habían de trasladarse los vecinos de nuestro pueblo para tratar y resolver los asuntos y problemas
judiciales. Y así, hasta que en 1887 Galapagar pasa a pertenecer al partido judicial de El Escorial, dándose por satisfechos sus habitantes al volver, administrativamente hablando, a una relación, que se había roto y desplazado, y que, después de hacía casi dos siglos, recuperaba el Municipio de Galapagar. Otra de las
reformas, también de gran trascendencia para nuestro municipio con la susodicha nueva división provincial de Javier de Burgos, fue la que dejaba sin valor el
dominio ejercido por el Señorío del Infantado, el cual, durante siglos, había estado presente, como una sombra maligna y cuasi todopoderosa, en Galapagar.
En 1837 la vanguardia de las tropas dirigidas por Juan Antonio de Zaratiegui20,
que avanzaban desde Segovia, entraron en el pueblo donde fueron recibidas con
muestras de satisfacción por parte de la población, destacando por su entusiasmo
Esteban Luna que dejándose llevar por los acontecimientos y en compañía de otros
paisanos rompieron una lápida conmemorativa de la Constitución de Cádiz de 1812.
Como recompensa posteriormente fue nombrado cartero, pero esa es una historia
que ya narraremos cuando llegue su momento21.
MARTÍ GILABERT, Francisco, La desamortización española, Ediciones Rialp, S. A, 2003.
Real Decreto de 30 de noviembre del citado año. (Gaceta de Madrid nº 154 de 3 de diciembre de 1833).
20
Zaratiegui fue secretario del general Zumalacárregui, participó durante la primera guerra carlista consiguiendo la
fama por esta incursión que le llevó desde el norte hasta casi las puertas de Madrid. Derrotado y preso por el general Espartero tuvo que exiliarse a Francia. En 1849 es indultado y nombrado Teniente General al frente del cuerpo de la Guardia Civil, creado en aquellos años.
21
Estos hechos los conocemos por estar así relatados en las actas de reuniones del pleno del año 1868.
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Río Guadarrama a su paso por La Navata.
En 1848, según el Diccionario geográfico-estadístico-histórico de Pascual
Madoz, Galapagar pertenecía al partido judicial de Colmenar Viejo, y a la diócesis de Toledo. "Situado en la carretera que de Madrid se dirige a Castilla la
Vieja", tiene 406 almas, 86 casas, incluida la del Ayuntamiento, una cárcel, una
escuela de instrucción primaria, común a ambos sexos, y a la que concurren 22
niños y 13 niñas. También tiene una fuente, y una iglesia dedicada a Nuestra
Señora de la Asunción, templo de la comunidad católica a cuyo servicio estaba
un párroco y un teniente o coadjutor. El diccionario de Pascual Madoz continúa
su relato poniéndonos en conocimiento de que, a las afueras de la población se
encuentra una ermita, la de la Vera Cruz, por cierto que en estado ruinoso, y el
cementerio. Así mismo nos habla, como parte del pueblo, de la fonda, la venta y
casa de guardas de Caño de Moros, y de una casa de postas. Había varias canteras. El terreno del campo es de mediana calidad, y produce trigo, cebada, centeno, y avena, todos ellos cultivados como cereales de secano.
También se cultivaban algarrobas, garbanzos y alguna que otra leguminosa
más. Los montes les proporcionaban leñas, y asimismo pastos en que mantener un más bien escaso ganado lanar, vacuno y caballar. Sus habitantes también
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La plaza del caño en sus orígenes. El edificio de dos pisos que se observa, aún se conserva hoy día.
se dedicaban a la cría y caza de conejos, y en sus campos no faltaban ni liebres
ni perdices. Pescaban barbos y alguna que otra rara anguila en el Guadarrama.
En cuanto a la industria, y comercio, el Galapagar de aquel tiempo era un pueblo eminentemente agrícola. Sólo tenía una fábrica de loza fina, que ya acusaba su decadencia, un molino harinero, que estaba solo y no muy floreciente.
Comerciaban los galapagueños con piedras y madera, que trajinaban hasta
Madrid, por entonces ni tan cerca ni tan magníficamente comunicado como
en la actualidad.
El crecimiento de la población fue positivo a lo largo de todo el siglo. Así se
afirma en los padrones de 1888. Sabemos que existían 193 casas de un piso, y 11
de dos alturas. Existían 33 viviendas diseminadas por el campo, y 27 apiñadas en
Navalquejigo. Su población de hecho era de 635 habitantes, y de derecho de 641.
Ya, a punto de finalizar el siglo, en concreto en 1897, los presentes allí avecindados eran 812 personas, y ausentes 3222.
A mediados del siglo XIX se produce la transformación de la base económica
municipal centrándose en el sector primario con excedentes de pequeño valor,
salvo los derivados de los montes ya tradicionales en su historia territorial. Sólo
la caza, la pesca y el carreteo a Madrid de la piedra y la madera se mantuvieron
como actividades económicas.
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A. M. G. C ª 4655 Exp. 1
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Edificios singulares: El Ayuntamiento con su cárcel, la escuela primaria, la
ermita de la Veracruz y el cementerio.
Continúan prestando servicio la fonda y la venta citadas. También la casa de
postas denominada Mesón, y las Ventas del Camino Real, que ocupaban el solar
en el que la carretera de El Escorial se cruzaba con la de Guadarrama, y en el
que posteriormente se ubicó una sala de proyección de películas de cine.
El paisaje del término municipal era como una fotografía característica de
todo aquello que señaló y marcó durante mucho tiempo la actividad económica
del Municipio. Por una parte, las canteras de piedra, que dan carácter, reflejándose en la desnudez pétrea de mucho de nuestro paisaje, y del duro y bregado
paisanaje trabajador, urbanístico hoy, pero rural, originario y primigenio, y que
llegó a su máximo desarrollo y mayoría de edad en las construcciones palaciegas
de la corte madrileña. Y por otra, la abundancia de dehesas y zonas de pasto para
la ganadería a la sombra de sus encinas, pinos… y arbustos y pastizales verdes,
bucólico ruralismo serrano a punto de desaparecer en su totalidad hoy.
El centro urbano, según referencia cartográfica en un plano del Instituto
Geográfico, realizado a escala 1:5000, se agrupaba alrededor de las actuales plazas
del Caño, Constitución y de la Iglesia, así como a lo largo de las calles: Álamo,
Calvario, Cantos, Caño, Colmenarejo, Estanco, Gitano, Maja, San Gregorio y
Torrelodones, entre otras. En las afueras, el corazón de nuestro pueblo, sólo puede
competir en interés con la ermita del Cerrillo, única existente en este momento,
puesto que las de San Gregorio y Veracruz han desaparecido por completo.
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La plaza de la Constitución con el edificio del Ayuntamiento al fondo.
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Los últimos años del reinado de Isabel II se caracterizan por una profunda crisis
económica y política, que se materializó el 19 de septiembre de 1868, ni más ni
menos que en el destronamiento de la reina y el gobierno provisional presidido por
el general Serrano. A consecuencia de esta revolución, denominada "La Gloriosa",
comienza un período en la historia de España, conocido como sexenio democrático, (1868-1874) y que comprende la monarquía de Amadeo I que va de 1870 a
1873, y la Primera República, entre los años 1873 y 1874. Pero aquel año de1868
también quedó marcado por la sublevación de la colonia de Puerto Rico el 23 de
septiembre, y por la de Cuba el 10 de octubre, y como guinda de la fea y mala tarta
de la profunda crisis económica se coloca, coronándola la peseta como unidad
monetaria. El 2 de enero de 1874, Emilio Castelar, presidente de la I República, que
había perdido la confianza del Parlamento, presentó su dimisión, acontecimiento,
que aprovechó el general Pavía para dar un golpe de estado, y poner con él fin a la
Primera República Española.
Mientras esto ocurre en el resto de España ¿qué sucedía en Galapagar?. El 29
de septiembre de 1868 a las siete de la noche "la junta rebolucionaria de este
pueblo ha secundado el glorioso alzamiento iniciado en la siempre heroica ciudad de Cádiz por los distinguidos Generales que se hallan al frente de la rebolución de Andalucía destituyendo al Alcalde y Ayuntamiento la dicha Villa. Acto
continuo se procedió al nombramiento de la junta provisional de gobierno cuyos
sufragios recayeron en los Señores siguientes: Presidente Honorario Juan José
Martínez, Presidente Vicente Escohotado, Vicepresidente Julián Rodríguez,
Vocales Francisco de Averasturi, Antonio Polín, Saturnino de Pablo, Félix
López, Antonio González, Antonio Moreno y como Secretario y Jefe de la fuerza armada a Ignacio Martínez"(sic).
La Junta Revolucionaria de Galapagar, presidida por Julián Rodríguez, ordena a Pedro Sánchez, que comandaba una fuerza compuesta de 12 hombres
armados, para que tomen el pueblo de Colmenarejo, al cual conminaron para
que se pronunciase a favor de los revolucionarios. Los vecinos de Colmenarejo
aclamaron a los galapageños con júbilo y alegría (en este sentido se expresa el
acta del pleno de fecha 30 de septiembre de 1868) dejando nombrada una junta
revolucionaria en aquel pueblo.
En la noche del 1 de octubre la Junta Provisional se reúne con la finalidad de
tomar todas las medidas necesarias para hacerse con el control del pueblo, para ello
citan también a los cargos salientes al objeto de tomar la cuenta y razón de los fondos municipales, conminándoles a entregar el arca con los caudales y los libros de
cargo y data. En la misma reunión se acuerda organizar una fuerza armada y los
salarios que percibirán los integrantes de dicha fuerza (7 reales diarios la tropa y 10
reales diarios los sargentos).
Otra de las medidas tomadas fue la de ordenar a los tenderos, por medio de edictos, que bajasen los precios de los productos de primera necesidad. Se nombró una
comisión cuya función era la de controlar el ganado que se iba a utilizar para el consumo, ya que la mayoría de las reses presentaban signos de enfermedad.
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Detalle de la fachada de la Iglesia de Alpedrete con su torre y su doble campanario.
De no menos impacto fue la destitución del profesor y de la profesora de primeras letras, ya que, según consta en el acta, estaban ejerciendo la enseñanza contra la
voluntad de la mayor parte de los padres de familia. También se señala en dicha acta
que alguno de los vecinos se dirigieron a la superioridad, en dos ocasiones, para quejarse de los abusos que cometían al igual que de sus faltas reiteradas en el cumplimiento de sus obligaciones y de que, a pesar de todo, eran mantenidos en sus puestos por ser adictos al gobierno de Isabel II. Como es de suponer, ante la algarabía
general que se vivía en aquellos días en Galapagar, los profesores decidieron poner
tierra de por medio abandonando el pueblo. La Junta Revolucionaria ante esta
situación se vio en la obligación de nombrar un maestro interino, cuyo nombramiento recayó, previa publicación en el Boletín Oficial, en José la Torre.
La Junta se reunió nuevamente el siete de octubre "observando rigurosamente los
principios estampados en la gloriosa bandera que se enarboló en la inmortal Isla de
Cádiz". El motivo de reunirse fue la convocatoria, por sufragio universal, para la
elección de cargos municipales. Se convocó al vecindario mayor de 25 años, por
medio de anuncios, para realizar la votación, que, según consta en el acta no llegó a
efectuarse, ya que por aclamación popular con vivas a la libertad, la soberanía nacional, al sufragio universal y abajo los Borbones fueron elegidos los mismos que integraban la Junta Revolucionaria. No fueron incluidos en la nueva lista ni Julián
Rodríguez ni Antonio González por ser del pueblo de Navalquejigo, que, aunque
en el año 1868 permanecía agregado a Galapagar, debido a la participación de éstos
en la Junta Revolucionaria y demostrar valor y fidelidad al espíritu liberal se le concedió, en principio, la independencia administrativa segregándose de Galapagar.
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Los elegidos para regir el destino de Galapagar fueron: como Presidente honorario, Juan José Martínez, como Presidente efectivo, Vicente Escohotado, y como
Vocales Francisco Averasturi, Antonio Polín, Saturnino de Pablo, Félix López,
Anastasio Moreno, Natalio Martínez e Ignacio Martínez que ejercía las funciones
de secretario y jefe de las fuerzas armadas.
La nueva junta elegida por aclamación popular pronto comenzó a tomar medidas de carácter gubernativo, como restituir en el cargo de médico-cirujano a
Alejandro Pérez, que había sido anteriormente destituido por su fidelidad a la causa
liberal, o retirar el armamento al guarda que había sido nombrado por la Reina.
Como la guardia rural había sido disuelta, resultaba indispensable contar con
alguien encargado de la vigilancia de los montes, se nombró a Anastasio Moreno
"por haber sufrido muchos perjuicios y expropiaciones personales por defender la
causa liberal". Al secretario se le fijó un sueldo de 600 escudos, mientras que al
maestro era de 150 reales mensuales, corriendo además por su cuenta la compra de
libros, materiales y alumbrado.
Uno de los nombramientos más polémicos que tuvo lugar en aquellos años fue el
de Esteban Luna como cartero, precisamente aquel que apoyando la causa de
Carlos María Isidro de Borbón destruyó la lápida conmemorativa de la
Constitución de 1812 cuando entraron las tropas en el pueblo de Zaratiegui.
Cuando el nombramiento realizado por el Director General de Correos fue conocido en el pueblo, el Consistorio reaccionó quejándose por considerar a esta persona contraria a la causa liberal y, como contraposición, propusieron otras personas de
Corrida de toros.
92
Corrida de toros, ambas imágenes en la Plaza del pueblo.
"buena conducta y liberales sin tacha". Según nos relata el acta, los desmanes de
Esteban provocaron la ruina de muchas familias del pueblo, cuestión ésta que nunca
cayó en el olvido. El mismo acta nos da noticia de que Esteban, poco tiempo después de producirse los insinuados, pero reales saqueos, fue juzgado y condenado a
resarcir los daños causados.
El clamor popular pronto dio paso a las primeras voces discordantes con la forma
con la que habían sido elegidos alcalde y concejales, pidiendo la repetición de las
elecciones conforme a lo establecido por ley.
Pero en la vida de Galapagar no todo eran revoluciones, también tenían cabida las fiestas, los bailes y, como no, las corridas de toros. La primera de la que
tenemos constancia documental tuvo lugar en 1872, a través de una solicitud que
dirige la Corporación al Gobernador Civil, pidiendo autorización para "lidiar un
toro de muerte" en la plaza de la Constitución, en conmemoración del cuarto
aniversario de la Revolución de 1868 (La Gloriosa). Desconocemos el nombre
del torero que se pretendía contratar, así como también desconocemos la ganadería y las características del toro23.
Como en el resto de los pueblos de España también en Galapagar, a partir de la
Ley desamortizadora de diciembre de 186924, se transforma el mapa del territorio
municipal. Para sanear las arcas de los Ayuntamientos, lo que antes eran tierras
comunales y de propios, pasan, en buena medida, a ser propiedad de una clase arisA.M.G. Libro de Actas del Pleno de 23 de septiembre de 1872.
ESCUDERO J., Antonio, Curso de Historia del Derecho, Madrid, 1985, p. 851 y ss.
23
24
93
X
tocrática o burguesa acomodada, que las adquieren, por compra, a precios generalmente bajos. Éste es el origen de gran parte de las grandes propiedades actuales así
como de la pérdida pública de los antiguos montes, de los cuales sólo queda uno
como Comunal: "Cuesta Blanca".25 Pero Galapagar continúa desde la Guerra de la
Independencia en una constante y prolongada crisis con pequeñas fluctuaciones.
Los jornaleros seguían sin encontrar trabajo, y esta situación sólo era paliada con
una periódica enajenación de terrenos municipales, y subastas en las que los jornaleros no podían pujar por no disponer de capital suficiente.
Los Concejos, ante la falta de recursos públicos como consecuencia de la venta de
la mayoría de los terrenos, necesitan llevar a cabo la revisión de los padrones de bienes para mejorar el rendimiento de los ingresos obtenidos mediante sistema impositivo. Se forman, en distintos años, Juntas Periciales para el amillaramiento26 del término municipal. Asimismo son frecuentes las peticiones de terrenos sobrantes en la vía
pública para la construcción de viviendas por parte de algunos jornaleros.27
Plaza del caño. Las mujeres visten trajes tradicionales y se observa un carro tirado por bueyes
utilizado para trajinar mercancías a Madrid.
25
A. M. G. Año 1866. Autorización del Ministro de la Gobernación para la enajenación de tierras del Común de
Vecinos. C ª 4654 Exp. 42.
26
Es un padrón o lista de bienes, generalmente rústicos, en lugares que la Hacienda no había catastrado.
Comprende, pues, una relación numerada y por orden alfabético de apellidos de todos los dueños de bienes inmuebles y ganado. Su elaboración se realizaba por medio de declaraciones juradas de los dueños. Anualmente se efectuaba una revisión, y así se conocían los caudales y granjerías de los vecinos. Teniendo en cuenta estos datos se
repartían e imponían las contribuciones.
27
Generalmente se concedía el terreno de forma gratuita con la condición de construir en un plazo no superior a
los dos años.
94
Otra de las fuentes de ingreso de los Ayuntamientos, y para algún que otro vecino, fue el hallazgo de animales mostrencos. Ya hemos repetido hasta la saciedad que
Galapagar tiene su origen en el hecho de pasar distintas vías o caminos por su término municipal. Pues bien, era frecuente que mientras los rebaños atravesaban
nuestro territorio, alguno se extraviase. Cuando era hallado por un vecino, era entregado en el Ayuntamiento, quien, a su vez, lo entregaba a la persona, que lo había
hallado, para su custodia. Se expedían bandos y avisos por los pueblos cercanos para
que el legítimo propietario reclamase el animal. En el caso de que apareciera el propietario, debía de pagar una multa más los gastos de mantenimiento de la res. En
caso contrario, tal res era subastada, y, con las ganancias, se pagaban los gastos, que
hubiese ocasionado su cuidado. Por regla general, quien pujaba por el animal, solía
coincidir con la persona que lo había encontrado.
Por otra parte, hasta 1890 el cuidado y vigilancia de los caminos se encargó a los
alguaciles, pero, a partir de dicho año, se estableció en el pueblo un pequeño destacamento de Guardias Civiles, cuya guarnición estaba compuesta por 5 guardias casados
y 2 solteros, que fueron alojados en una casa alquilada por 24 pesetas en la calle Cuesta
de la Maja28. Poco después, en 1899, se trasladó el cuartel a la Calle Ejidillo hasta que
en 1951 se realizó una edificación de nueva planta en la Carretera de Colmenarejo.
Para su construcción el Gobierno Civil aportó 35.979 pesetas, y el Ayuntamiento,
amén de los terrenos, aportó la no desdeñable cantidad de 64.000 pesetas.29
Un factor importante, que alterará el territorio y la actividad económica de
Galapagar y pueblos limítrofes, fue la construcción del ferrocarril. En concreto, la
línea Madrid-Irún, que pasará por Villalba, y la línea de Ávila y Medina del Campo
que lo hará por El Escorial. Estas líneas fueron promovidas por la familia francesa
Péreire, a través de la Sociedad General de Crédito Mobiliario Español y la
Compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España, creada esta última en
diciembre de 1858, y teniendo como objetivo la unión por ferrocarril de Madrid
con la frontera francesa.30 El proyecto primitivo no contemplaba la posibilidad de
atravesar Galapagar para dirigirse a El Escorial, ya que el primitivo trazado pasaba por Brunete y Valdemorillo31, pero poco después fue revisado el proyecto originario para hacerlo tal y como hoy día lo conocemos. Se inauguró la aludida línea el
1 de julio de 1888. Y ambas líneas, la abulense y la segoviana, dan servicio a
Galapagar, que contó a fines de este siglo con el apeadero de La Navata que, alejada del núcleo tradicional y medular del centro, contribuyó, en gran medida, al origen de las colonias de veraneantes del no muy pasado siglo XX.
Para poder tener un acceso más rápido a la línea férrea, fue preciso abordar la
mejora de los caminos, unas veces por medio de expropiaciones como la realizada
en 1899 para unir el pueblo con la estación de Torrelodones, cambiando su trazado
y anchura y, otras, por medio de acuerdos con los propietarios de las tierras. Uno de
los casos mejor documentado es el del apeadero de La Navata. En 192532 el Pleno
A. M.G. C ª 4883 Exp. 63.
A. M.G. C ª 4510 Exp. 5.
30
AGUADO MARTÍN, Javier. El Ferrocarril Villalba-Berrocal. Ed. Lluis Prieto. Barcelona, 2005. pág. 11 y ss.
31
A. G. A. Sección Obras Públicas C ª 28491.
32
A. M. G. Libro de Actas del Pleno, sesión 5 de octubre.
28
29
95
X
Municipal reunido en Sesión Permanente decide que se lleve a cabo la construcción
del apeadero. Diez años después se crea una comisión para delimitar los terrenos en
los que se debía ejecutar la obra de dicho apeadero y, en el entretanto, en 1929 se
expropiaron terrenos de la finca Los Rosales con el fin de construir la carretera a La
Navata33. En 1935 la Compañía de los Ferrocarriles del Norte delimitó los terrenos,
lo cual fue comunicado al Pleno municipal, como paso previo al inicio de las obras
de construcción del apeadero34.
Apedadero de La Navata. Lugar de partidas y reencuentros.
Hasta el año 1945, durante el pleno celebrado el 5 de mayo, no se toma el acuerdo de solicitar que el apeadero de Galapagar-La Navata sea convertido en estación
con apartadero donde puedan realizarse facturaciones. La primera propuesta en este
sentido partió del concejal D. Eugenio Martínez Andrés, en la sesión del 14 de
agosto de 1940.
Asimismo en 1935, y como fórmula para disminuir el paro obrero, la
Corporación Municipal decidió solicitar al Director General de Caminos la construcción de un camino desde el puente del Herreño hasta el apeadero de
Navalquejigo, actual estación de las Zorreras.35
A. M. G. C ª 4651 Exp. 3.
A. M. G. Libro de Actas del Pleno, sesión 12 de junio.
35
A. M. G. Libro de Actas del Pleno, sesión de 27 de marzo.
33
34
96
Una de las funciones de los municipios, que se arrastra desde la Edad Media,
es la atención a las capas más desfavorecidas de la población, creando hospitales para dar cobijo y curar las heridas de los transeúntes y viajeros, o la asistencia a los pobres. Galapagar no difiere del resto de los pueblos castellanos y, en
la medida de sus posibilidades económicas, contribuye en la ayuda al necesitado. Se conservan, para el siglo que nos ocupa, las listas de familias pobres que
recibían, por parte de las arcas municipales, ayudas para pagar los gastos que
tuviesen de médico y farmacia. El 4 de agosto de 1883 el Consistorio decidió
en reunión plenaria alquilar por 50 pesetas anuales un pajar en la plaza del
Caño, propiedad de una mujer llamada Luisa, para dar asilo a los pobres. En
dicho año las familias que recibían de forma gratuita asistencia médica y farmacéutica sumaban un total de 36.
En el siglo XIX la falta de condiciones higiénico-sanitarias no parece que
difieran del resto de los pueblos de la región, cuya característica predominante era la escasez de medios, aunque comienza a tomarse conciencia de la necesidad de tomar medidas al respecto, y así fue cómo se constituyeron las Juntas
Municipales de Sanidad, cuya misión era la de velar por la salud de los vecinos. Una de las actuaciones más interesantes fue la que se produjo en marzo de
1876 como consecuencia de una epidemia de sarampión, en la que el médico
titular, Antonio Fernández Barrera y Pardo,36 informa a la Junta de los diversos casos que se habían detectado, por lo cual la Junta decide reunirse con el
médico titular anteriormente citado y otro médico de la villa, Mariano Pérez,
para conocer si la enfermedad era contagiosa o no, cuánto tiempo había transcurrido desde que se detectó el primer caso, y, además, cuáles habían sido las
causas para su rápida propagación.
Según el informe de los médicos sabemos que el origen fue la hija de la maestra
de niñas, y que en 48 horas se infectaron otras 26 niñas y 6 niños. La Junta
Municipal de Sanidad acordó suspender las clases en todos los colegios, y pedir
ayuda al Gobierno Civil, ya que los niños infectados eran, en su mayoría, de familia humilde y sin los recursos económicos, que permitieran la compra de las imprescindibles medicinas. Es de resaltar que el Gobierno Civil atendió tal petición del
Consistorio con una aportación de 500 pesetas. La Junta también acordó que los
enfermos no salieran de sus casas hasta que no obtuvieran la autorización médica.
También que sus ropas se lavasen aguas abajo del Puente Nuevo. El total de afectados, finalmente, ascendió a 69 niños y 80 niñas. Y éste no fue el único caso, pues
en 1895, según nuestras noticias, hubo otra epidemia de sarampión, y, en esta ocasión, el contagio partió de un niño, que vivía habitualmente en San Lorenzo de El
Escorial. Resultado de la nueva epidemia: Infección de 49 niños y 36 niñas. En este
caso fallecieron 4, de los cuales 2 eran menores de 3 años, y otros 2 de entre tres y
seis años de edad.37 De todos modos constatemos que el sarampión no fue la única
enfermedad endémica de nuestra población. También hubo casos, documentados,
de escarlatina coincidentes con la epidemia, que se produjo en 1896.38
A.M.G. Cª 4854 Exp. 55
A.M.G. Cª 3182 Exp. 13
38
A.M.G. Cª 3182 Exp. 12
36
37
97
X
Los médicos eran contratados por el propio Ayuntamiento y, aún hoy, se conservan los contratos de trabajo de estos profesionales. Por las cláusulas de los contratos conocemos que éstos se realizaban por cuatro años prorrogables y si el médico
pretendía trabajar en otro pueblo debía comunicarlo al Consistorio con un mes de
antelación, también tenía libertad para ausentarse del pueblo con motivo de intervenciones quirúrgicas, siempre y cuando no superasen las 24 horas. El servicio diario del médico consistía en la visita diaria de los enfermos, asistencia a partos y
vacunación de familias pobres, así mismo, tenía obligación, como ya hemos expuesto anteriormente, de atender a las familias declaradas pobres, por lo que se le entregaba una lista con los nombres de dichas familias. Por todos estos servicios, en el
año 1890, cobraba la cantidad de 750 pesetas anuales, que le eran abonadas por trimestres vencidos. Debido a la proximidad de Colmenarejo se le permitía ser también titular en dicho pueblo.
Grupo de niñas a la salida de la escuela.
En lo referente a obras públicas del momento hemos de destacar el proyecto
de reforma de la Casa Consistorial del año 1889,39 para instalar la escuela de
niños en la planta alta. Este proyecto fue abordado tras un acuerdo que tomó el
Ayuntamiento en pleno en la sesión del 10 de febrero de 1889, siendo alcalde
Miguel Alberquilla. Dicha reforma venía motivada por la antigüedad del edificio escolar, que se encontraba en un estado verdaderamente ruinoso, a más de no
reunir las condiciones higiénico-sanitarias necesarias mínimas, careciendo incluso de habitaciones para los maestros, requisito indispensable en la legislación del
39
A.M.G. Cª 4834 Exp. 1
98
momento para poder tener en funcionamiento un edificio escolar. Al objeto de
hacer un seguimiento a tal proyecto se formó una comisión encargada de estudiar las obras, que era necesario realizar. La financiación de las obras de reforma
o reconstrucción del edificio se realiza a través de los fondos procedentes de los
bienes de Propios, que fueron enajenados como compensación de los atrasos en
el pago de la contribución provincial por parte del Ayuntamiento. El anuncio del
concurso de las obras fue publicado en el Boletín Oficial de la Provincia, el lunes
13 de mayo de 1889, y fue elegido el proyecto presentado por el arquitecto Juan
Martínez González.
Por un acta del Ayuntamiento, la del Pleno de fecha 8 de junio de 1869
sabemos hoy que el colegio de niñas se trasladó a la Casa Consistorial, pues
una inspección del Ministerio de Educación reveló que el local utilizado (el
portal de una casa) no reunía las mínimas condiciones para ejercer la docencia, aunque parece ser que el detonante del traslado de las clases, según nos
refiere el acta, fue la visita masculina que recibía la maestra, Isidra López,
durante las clases, visitas que no fueron bien vistas ni por la inspección ni por
los padres de las alumnas. Para la instalación de la escuela se eligió una dependencia que utilizaron anteriormente en la Casa Consistorial y que entonces se
encontraba ocupada por el juez de paz, Vicente Escohotado, que es el mismo
que presidiera la Junta Revolucionaria en 1868. Ante la inminencia de la pérdida del despacho, Vicente contraatacó la decisión del Consistorio alegando
que el acuerdo no estaba legalmente tomado, lo que indignó aún más si cabe
a la corporación. Por la descripción que nos hace el secretario en el acta40 sabe40
A.M.G. Libro de Actas del Pleno. Sesión 12 junio 1869.
99
X
Plano del edificio municipal, Planta Baja. Datado en 1889.
100
Plano del edificio municipal, Planta Primera.
X
101
mos hoy que Vicente Escohotado fue acusado de luchar contra los liberales
uniéndose a un partido reaccionario en las elecciones de enero de ese
mismo año, de ejercer de juez de paz sin la autoridad del pueblo y, por último, de apropiarse, durante los años 1857 a 1860 en los que era alcalde
Sebastián Greciano, de lo recaudado a los vecinos por llevar a pastar su
ganado a la dehesa del Congosto, delitos por los que había sido denunciado en el año 1861.
Siguiendo con el tema de la habilitación de escuelas, y la enseñanza, hay
que destacar la labor que realizó la Junta de Instrucción Primaria. Tenemos
noticias de las tareas, que desempeñó tal Junta por las actas de sus sesiones,
y, también, por otros informes acerca de plazas de profesores, y sobre la
atención proporcionada a diversos menores. En 1897, por acuerdo de 2 de
octubre, quedó formada, por el Alcalde, un Concejal, el cura párroco y tres
padres de familia, aquella Junta de Instrucción Primaria.
Los galapagueños que cursaron estudios universitarios durante aquella
centuria. Paulino de las Heras Puente que estudió en la Facultad de
Filosofía y Letras entre los años 1856 y 1865 41, y D. Julián Mateos García,
que se matriculó en ciencias 42 en el curso 1868/69, aunque las clases no
debieron de ser de su agrado, puesto que abandonó dichos estudios para
matricularse en derecho 43 obteniendo la licenciatura tras cursar los correspondientes estudios en los años que van de 1871 a 1876. Este camino del
derecho fue el que siguió asimismo, años después, D. Pablo Vicente
Escohotado Sánchez terminando su carrera en el año 1898 44.
La creciente mortalidad experimentada en el primer tercio del siglo XIX
obligó a que se comenzase a enterrar fuera de las iglesias, concretamente
desde 1811 en España fue obligatorio enterrar los cadáveres fuera de las
iglesias, esta medida tomada por José Bonaparte tenía como finalidad evitar
que se enterrase en sitios cerrados de gran afluencia de personas, costumbre
poco higiénica sobre todo en períodos de epidemias. En Galapagar habrá
que esperar hasta 1883 para que sea atendida una petición del médico para
que se estudie por el Pleno la necesidad de construir un cementerio civil alejado de la población 45. Esta medida fue complementada por la ordenanza
municipal de 1897, en su artículo 31, en el que se dispone que: "Ningún
cadáver, podrá exponerse al público ni conducirlo destapado al cementerio
en el ataúd así como tampoco introducirlo dentro de la iglesia." Con anterioridad Carlos III y Carlos IV intentaron adoptar soluciones semejantes
pero no llegaron a aplicarse con rigurosidad por ser antipopulares, ya que
veían que los lugares elegidos para los enterramientos siempre estaban alejados y desprotegidos.
A. H. N. Universidad C ª 6593 Exp. 17.
A. H. N. Universidad C ª 5869 Exp. 5.
43
A. H. N. Universidad C ª 4425 Exp. 30.
44
A. H. N. Universidad C ª 3944 Exp. 14.
45
A.M.G. Actas del Pleno de 28 de julio de 1883.
41
42
102
El sigloXX
L
os primeros años del siglo son años difíciles marcados por las pérdidas de
las últimas colonias de ultramar, la lucha por la recuperación económica y
la industrialización, cosa que se produjo de modo muy especial con la primera
Guerra Mundial. Pero todo esto sólo fue percibido, de forma significativa, por la
clase media, que fue de hecho la más beneficiada. La clase trabajadora siguió pasando hambre y necesidades. En Galapagar las cosas no fueron diferentes a las del resto
de los pueblos castellanos, inclusive a los de toda España. En la documentación
conservada aparecen indicios, que corroboran dicha situación. Por lo que se refiere
al crecimiento de la población, continúa la recuperación poblacional iniciada a
mediados del siglo anterior, y que prosigue en éste con creciente intensidad. En
1900, en Galapagar, la población era de 915 habitantes. En 1910, de 1.124. Y en
1920, de 1.127.
Vista aérea de Galapagar tomada en 1960.
X
Este crecimiento poblacional trajo algunos cambios en las infraestructuras del
Municipio. Fue entonces cuando se abordaron obras civiles tan importantes como
103
la ampliación del cementerio. Concretando un poco más: En el año 1902 la ampliación de la capilla y la construcción del depósito de cadáveres y en 1905, siendo
secretario municipal Juan Polín y Sevillano, y alcalde Venancio Sánchez, llevan al
Pleno, en su sesión de 6 de agosto, el proyecto de ampliación del cementerio no
sólo a causa de las pésimas condiciones en que se encontraba el mismo, sino también, y sobre todo, debido a lo reducido de su tamaño, lo que obligaba a la exhumación de cadáveres, incluso antes de los diez años de haber sido enterrados. En dicha
sesión del Pleno, se acordó asimismo ensanchar las medidas del cementerio al
mismo tiempo que se construía un depósito de cadáveres, y un cementerio civil.
Todo ello con cargo al presupuesto corriente, por lo cual no hubo de recurrirse a
partidas extraordinarias de gastos.
El expediente de contratación de las obras de ampliación del cementerio se conserva en el archivo municipal1. En su pliego de prescripciones técnicas se nos describe cómo debía realizarse la tapia: Con piedra, pues de ella había de ser, y sacada
de las canteras del Municipio, rematando la misma con un tejadillo o albardilla
cubierta de teja para que el agua de lluvia no penetrara en los paramentos a más de
ser dada de cal de Valdemorillo. El depósito de cadáveres debía tener unas dimensiones de 5 metros por 4 de luz interior. El coste de las obras fue tasado en 1.700
pesetas. La apertura de plicas de la subasta fue el día 27 de agosto en el local de la
casa consistorial, y los licitadores fueron Lucas Guadaño, que ofertó 1.600 pesetas;
Domingo Rodríguez que ofreció hacerlo con 1.645 pesetas; Segundo Sánchez, lo
hizo con 1.545 pesetas; Evaristo Greciano, con 1.550 pesetas y Manuel Joaquín
Domínguez, con 1.423 pesetas, siendo éste, como era lógico, quien ganó la subasta.
Las obras comenzaron cinco días después.
En 6 de febrero de 1932 el Pleno del Ayuntamiento acordó por unanimidad el
derribo de la pared que dividía en dos el cementerio, uniendo así los cementerios
civil y católico2.
El primer cuarto del siglo vendrá marcado por la gripe de 1918. Hasta ese año la
mortalidad infantil en los pueblos del centro y del sur de la península rondaba el
10%, porcentaje que, por supuesto, fue rebasado a consecuencia de la epidemia gripal. No disponemos aún de un estudio sistemático sobre los padrones, que nos permita conocer cuál fue la consecuencia de esta epidemia en Galapagar, aunque esperamos muy ilusionados que, en breve, se publique un estudio sobre la evolución de
la población realizado por el profesor Alfonso Cruz,3 estudio, que por cierto será el
primero elaborado a partir de un análisis exhaustivo de los padrones conservados en
el Archivo Municipal de Galapagar.
A principios de siglo asistimos también a dos grandes proyectos públicos, uno la
construcción de un nuevo matadero municipal, el otro, el acondicionamiento de los
lavaderos públicos "del mallejo".
A. M. G. C ª 4854 Exp. 52
A. M. G. Libro de Actas del Pleno de 6 de febrero de 1932
3
CRUZ NAÏMI, Luis Alfonso "Propuesta didáctica sobre la evolución histórica de la inmigración en Galapagar
(Madrid) en el marco de la enseñanza activa para alumnos de Educación Secundaria". Rev. Didáctica Geográfica
nº 10 (2008).
1
2
104
En 1905 se acuerda por el Pleno la construcción de un nuevo matadero ya que el
existente en aquellos años se hallaba donde hoy día se ubica el mercado municipal
y sus pestilentes olores eran muy molestos para una población que se extendía en
aquella dirección. El proyecto está fechado en 1908 y se conserva en el Archivo
Municipal.4 En 1955 se solicita una subvención a la Diputación Provincial para
sufragar los gastos de su construcción. Entre tanto, fueron realizadas distintas obras
de mantenimiento hasta que en 1981 fue clausurado, cerrando sus puertas de forma
definitiva. En el año 2002 el matadero municipal fue acondicionado5 y hoy día es
un centro de educación de adultos.
El lavadero "del mallejo" en la calle Guadarrama fue construido en 1902, y reformado en 1925, en la década de los 70 se adquirieron grifos nuevos e incluso estaba
proyectado realizar una estructura para cubrir el lavadero6 pero finalmente el proyecto se abandonó.
Otra anécdota curiosa, ésta sí, reflejada en los Libros de Actas del Pleno, fue la
destitución del alcalde D. Casimiro Miguel de la Fuente, ordenada por el
Gobernador Civil de la Provincia, ya que, tras una inspección rutinaria, pudieron
comprobar que, en un establecimiento del hasta entonces alcalde, se vendían productos farmacéuticos sin autorización. Los concejales salieron en defensa de su
compañero alabando sus condiciones morales y competencia, demostrada desde
octubre de 1923, justificando su acción por no existir ninguna farmacia en el pueblo.7 Por otra parte, alegaban que su sustitución sería muy difícil.
X
El antiguo matadero municipal reconvertido hoy en escuela de adultos.
A.M.G. Cª 4854 Exp. 61. y Cª 4453 Exp. 7
A.M.G. Cª 4930 Exp. 1.
6
A.M.G. Cª 4774 Exp. 3
7
A.M.G. Libro de Actas del Pleno de 13 de junio de 1926.
4
5
105
Galapagar, Plaza de la Maja.
En cuanto a la primera institución crediticia en implantarse en el lugar, aparte los
censos contratados con la Iglesia, fue la "Caja de Socorros Mutuos de Galapagar",
presidida por Raimundo Greciano desde el 9 de marzo de 19288. A día de hoy desconocemos sus estatutos y el capital con el que se fundó, aunque en cualquier caso
es muy probable que no tuviese una gran repercusión ante la proximidad de su creación y puesta en funcionamiento con la crisis financiera internacional, conocida
como "crac de 1929".
Galapagar sigue marcado en su desarrollo por la acción de los "benefactores",
aquellos terratenientes que aportaban ciertas cantidades dinerarias para realizar
obras sociales. Por las Actas del Pleno, hoy sabemos cómo siendo alcalde Marcos
Mamolar, en la sesión celebrada el 16 de septiembre de 1926, se decidió cambiar el
nombre de la calle Voluntarios por el de Antonio Cembrano Muñoz, que era el
dueño de la finca denominada "La Monja y Río", y que contribuyó, entre otras
obras, a la construcción de un tramo del alcantarillado del pueblo con una donación de 500 pesetas para celebrar el nacimiento de una hija en 1923. Al año siguiente colaboró con otro donativo, éste de 1.500 pesetas por haber sido agraciado con
un premio de lotería.
8
A.M.G. C ª 4501 Exp. 29.
106
Pero, sin duda, el fenómeno territorial más significativo para el municipio
fue el de la configuración de dos núcleos de población separados del casco
originario, núcleos que nacen con el carácter de colonias veraniegas de
Madrid y próximos a los apeaderos de las estaciones de La Navata y
Torrelodones, precisamente en sus zonas limítrofes, colonias que reciben el
nombre de La Navata y Fuente la Teja respectivamente. La Navata se desarrolla en la confluencia del río Guadarrama con el apeadero del tren donde
solamente existían 16 edificaciones con 23 habitantes habituales. Estas
colonias suponen el inicio de un modelo, que presidirá la ocupación territorial de Galapagar a lo largo del siglo, y que hará compatibles primeras y
segundas residencias, extremo éste que se acentuará muy singularmente en
las últimas décadas del siglo.
La aparición del automóvil pronto dejó su impronta en el municipio. El primer accidente del que tenemos noticia fue provocado por un vehículo a motor,
y ocurrió el día 16 de julio de 1904. En él cual resultó muerto el peatón que
fue atropellado9. Pero no todo fueron desgracias. También supuso una ayuda a
la economía ante la apertura de nuevos horizontes para la industria. Incluso
para la local, como fue, por ejemplo, la instalación por parte de Alfredo
Gallego, del primer surtidor móvil de combustible en la carretera de las Rozas
a El Escorial en abril de 193410.
El nuevo sistema de transporte, entonces recién surgido, debe ser calificado de
revolucionario para aquella época, porque supuso la proliferación de un tipo de
comercio ambulante, que en modo alguno gustó a los ya comerciantes con establecimiento fijo en nuestro municipio. Por eso el 19 de junio de 1936 los comerciantes de Galapagar, viendo peligrar su negocio, denunciaron aquella práctica en los
siguientes términos:
"…desde hace más de cuatro meses acuden con una camioneta cuatro o
cinco señores como dependientes sin saber quiénes son más que de Madrid,
traen géneros de todas clases de alimentación y parando en distintas calles
y plazas de esta población, hacen el reparto de los mismos a las casas particulares todos los Domingos consecutivos, empezando la venta en casa de
D. Anastasio Moreno, Concejal de este Ayuntamiento y terminando después de recorrer varias casas del pueblo en la casa Cuartel de la Guardia
Civil y todo ello mientras nuestros establecimientos permanecen cerrados
con arreglo a las disposiciones vigentes del trabajo…" 11
Vemos pues, cómo en el Libro de Actas se refleja el Pleno del día 12 de marzo
de 1919. En aquella fecha y reunión el concejal Raimundo Greciano Alberquilla
presentó una denuncia contra el maestro de la escuela de niños por dedicarse a
la cría de conejos en la misma casa donde habitaba, es decir, la colindante con la
escuela. Dice así:
A.M.G. Libro de Actas del Pleno de 18 de julio de 1904.
A.M.G. Cª 4742 Exp. 37.
11
A.M.G. Cª 4836 Exp. 6.
9
10
107
X
"y enterados los señores reunidos teniendo en cuenta lo perjudicial que
es para la salud pública el que se tengan conejos en sitio tan concernido y
por otra parte el perjuicio que hace a la habitación donde los tiene y el mal
olor que despide para los vecinos por unanimidad acordamos se requiera
a dicho Sr. Profesor para que en el plazo de diez días retire dichos conejos de su casa habitación y de no hacerlo así se proceda contra él como
corresponde y con respecto a los otros particulares de la decencia se convoque a la Junta de Primera Enseñanza"
Éste no es el único caso, que nos da pistas sobre la magnitud del estado de
pobreza, en que se vivía en aquellos años en esta localidad. En la sesión del pleno
de 12 de junio de 1935 se decide la acogida, en un colegio, de dos niños abandonados en medio de la vía pública por su madre, la cual se marchó del pueblo,
ya que su marido había muerto, y ella no tenía medios para alimentarlos. Dichos
niños, Felipe y Juliana, fueron recogidos en el entretanto por D. José Guadaño
Rodríguez, quien les cuidó y alimentó en su propia casa.
En el Pleno de 12 de abril de 1930 se presentó un proyecto a efectos de la división del territorio, el cual nos es de extrema utilidad para conocer los lugares
habitados en aquellos años, y su denominación12.
Galapagar Villa: Calles Álamo, Antonio Cembrano, Carretera de El
Escorial, Cantos, Calvario, Caño, Colmenarejo, Concejo, Comercio,
Ejidillo, EL Escorial, Gitano, Guadarrama, Juan Fraile, Maja, Plaza
de la Constitución, Plaza de la Iglesia, Plaza del Caño, Plaza de La
Maja, Procesiones, San Gregorio, Soberanía, Torrelodones, Travesía del
Caño, Travesía del Comercio, Travesía de Soberanía y Veracruz.
Colonia Fuente de la Teja y Rosario: Situada en el extrarradio son
edificios instalados en un grupo que no tiene calles ni plazas abiertas. En
igual situación se encuentran La Navata.
Viviendas aisladas en parajes conocidos como: El Congosto, El
Cerrillo, Suertes Nuevas, Los Rosales, Cerrolen, Tajo grande,
Peregrinos, Monte Ana, Cuatro Matejas, Bellas Vistas, Chavola,
Monja, Higueras, Tejera, Villa Rosario, Casa Amarilla, Cerca del
Rosario, San José de Navazarza, Los Cerrillos, El Peñote, La Trinidad,
Las Canchas, La Ventilla, Matadora, Dehesa Nueva, Chaparral, La
Peraleda, La Dehesa Vieja, Herreño, Los Llanos, Coto Nuevo, Puente
Nuevo, La Viña, Regaderas, Las Minas (fundición), Gamones,
Torreón., El Ahijón, Cerro del Aire, Bañamoros, Vinatea, Vallejo de los
Haces y Navalcorredores.
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A. M. G. Libro de Acuerdos del Pleno de 1930. pp.44 y 45
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