Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina Centro Internacional de Estudios Políticos – Universidad Nacional de San Martin Av. Santa Fe 1385 piso 6, (C1059ABH) Buenos Aires, Argentina www.ciep.unsam.edu.ar / [email protected] Autoridades Lic. Carlos Ruta, Rector de la UNSAM Dr. Héctor Mazzei, Secretario Legal y Técnico Lic. Jorge E. Taiana, Director General del CIEP - UNSAM Verónica Gómez, Directora de Investigación, Enseñanza y Comunicación del CIEP-UNSAM Lic. Marina Pecar, Directora de Gestión y Planeamiento del CIEP - UNSAM Consejo Consultivo Académico FLACSO (México) Universidad de Brasilia (Brasil) Universidad de Buenos Aires (Argentina) Universidad de la República (Uruguay) Universidad Mayor de San Andrés (Bolivia) Universidad Mayor San Francisco Xavier de Chuquisaca (Bolivia) Universidad Nacional de General Sarmiento (Argentina) Universidad Nacional de Lanús (Argentina) Universidad Nacional de Mar del Plata (Argentina) Universidad Nacional de Quilmes (Argentina) Universidad Nacional de San Martín (Argentina) Universidad Nacional de Villa María (Argentina) Universidad para la Paz (Costa Rica) Voces contra el Silencio (México) Comité Editorial Comité de Redacción Geraldina Brid Claudia Couso Víctor Abramovich Verónica Gómez Susana Méndez Diego López María Sondereguer Nadia Schiavinato Luis Daniel Vásquez Sebastián Scioscioli Año 2 - Nº 3 Abril 2013 Editorial Artículos María Sonderéguer “El Derecho a tener derechos” en la Nación Argentina. Silvia Dutrénit Bielous “Los equipos de antropología forense en América Latina: coadyuvantes en el camino de la verdad y la justicia”. Ana Buriano Castro “Ofensiva contra la judicialización de los crímenes de lesa humanidad ¿un aporte a la democracia?”. Avances de investigación Lucía C. Bertoia Verdad y Justicia en la construcción de una democracia sustentable María Luisa Rosal La construcción de la memoria histórica a partir de la Comisión para el esclarecimiento Histórico y el Proyecto Interdiocesano para la Recuperación de la Memoria Histórica. Oscar Javier Carbonell Valderrama Memoria y guerra: olvidar y recordar cuando el horror no ha terminado. En la práctica Valeria Barbuto Los sitios de memoria en la agenda de la democracia. Laura Toker Política sobre sitios de memoria en el MERCOSUR. Sandra Raggio Los jóvenes y la memoria. Reseña Abramovich Víctor y Rodríguez Patrinós Paula, Hecho en América Latina. Experiencias de activismo en derechos humanos. Buenos Aires, P. Editores, Ford Foundation y Universidad de San Andrés, 2012. -Chiara BoschieroReátegui Félix, Desaparición forzada y derechos de las víctimas. La respuesta humanitaria a las demandas de verdad, justicia y reparación en el Perú. Lima, Instituto de Democracia y Derechos Humanos de la Pontificia Universidad Católica del Perú, 2012 -Claudia Couso- 1 Año 2 - Nº 3 Abril 2013 Presentación del número La revista Democracia y Derechos se estructura en cinco sesiones que proponen acercamientos diferentes a la temática propuesta. Este número está especialmente dedicado al tema de Memoria, Verdad y Justicia. Las diferentes contribuciones abordan estos tópicos desde una perspectiva regional que permiten conocer las diferentes experiencias Así, siguiendo con la estructura de cada una de las entregas, la revista comienza con una editorial que ofrece un espacio de reflexión sobre los conceptos que se abordan, y la importancia que estos tienen en algunos contextos de la actualidad. En el primer artículo de este número, María Sonderéguer recorre el camino de la historia argentina, y como desde sus inicios se ha reformulado el concepto de ciudadanía. La autora contempla el imaginario sobre el Estado Nación y sus jerarquías simbólicas, buscando en ellas la correlación con respecto a la concepción de derechos. Se resalta la ampliación de los derechos ciudadanos, a partir de los cambios económicos, sociales y políticos de la primera mitad del siglo XX que dan lugar a los derechos políticos y sociales; y como estos se ven finalmente restringidos por las intervenciones dictatoriales que se dan en el país. Silvia Dutrénit Bielous describe en su artículo cual ha sido la contribución de los equipos de antropología forense en el esclarecimiento de la verdad. Teniendo en cuenta que la desaparición forzada de personas ha sido uno de los hechos más impactantes y sistemáticos que han caracterizado a los regímenes autoritarios en América Latina, la labor de los equipos forenses resulta sustancial. El mencionado trabajo hace un repaso por el rol de los equipos forenses que han desarrollado sus labores en algunos de los países de la región y las implicaciones de dichas tareas. El artículo escrito por Ana María Buriano toma el caso de Uruguay para contarnos acerca de la ofensiva antipunitivista en América Latina. El trabajo comienza destacando el rol de la memoria y su importancia en la construcción de la justicia. Sobre los procesos inherentes a esta última, el artículo destaca su rol en las transiciones, las medidas reparatorias, los 2 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2013. Buenos Aires, Argentina inconvenientes a los que se enfrentaron, las sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. La autora toma el caso Gelman, pero tampoco deja de poner su atención en los diferentes lineamientos que en materia de derechos humanos han tenido los diferentes gobiernos uruguayos. También, se analizan algunos aspectos de las consultas populares que han sido llevadas adelante en ese país. A partir de los diferentes aspectos la autora concluye sobre los déficits del debate democrático uruguayo en torno a este tema. Siguen los aportes realizados por los egresados de la Maestría sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina y que constituyen los “avances de investigación” que se presentan a continuación. El trabajo de Luciana Bertoia postula la importancia de los procesos judiciales como bases para la construcción de una democracia sustentable. En este sentido, polemiza acerca del rol de las Comisiones de Verdad, considerando que no pueden ser presentadas ni como la única, ni como la vía más efectiva para tramitar el pasado. Hace un repaso por las diferentes comisiones que se crearon en el Cono Sur, poniendo mayor énfasis en el caso argentino. Finalmente, los conceptos de democracia y Memoria, Verdad y Justicia, le permiten reflexionar sobre la importancia de que estos aspectos sean contemplados de manera conjunta. María Luisa Rosal nos pone en antecedentes de cuál es el proceso histórico que antecede y acompaña a la creación tanto de la Comisión para el Esclarecimiento histórico, como al Proyecto Interdiocesano para la Recuperación de la Memoria Histórica en Guatemala. Dicha reconstrucción ha contemplado las referencias bibliográficas pero también ha contado con la apoyatura de entrevistas a muchos de los principales actores involucrados en tal proceso. El artículo tiene la virtud de lograr una exposición de las circunstancias históricas que va acompañada de un relato que reflejan los climas sociales que han acompañado tales procesos. Oscar Carbonell Valderrama, presenta un relato que, con pinceladas literarias, contacta aspectos de la realidad del conflicto armado en Colombia con el pasado de la dictadura en Argentina. En la sección “En la práctica” Valeria Barbuto nos habla de la importancia de los sitios de memoria en la agenda de la democracia. Con especial énfasis en el caso de Argentina, se refiere a la resignificación que se le ha dado a aquellos lugares en los que el pasado de horror se hizo particularmente presente. Como se ha dado un nuevo sentido a estos lugares 3 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2013. Buenos Aires, Argentina y los contextos y debates políticos que se dieron en torno a ellos son cuestiones que se explicitan en este trabajo. En el mismo sentido que el trabajo anterior, Laura Toker se refiere a las políticas que se dieron en el Mercosur referidas a estos sitios y como las mismas se inscriben en un marco de iniciativas conjuntas. Sandra Raggio, cuenta la experiencia que se lleva adelante en las escuelas secundarias de la provincia de Buenos Aires a través de un programa que propone conectar a los jóvenes con la historia reciente de la zona en que se hallan ubicados los establecimientos educativos a los que asisten. Se hace hincapié tanto en las temáticas que aparecen como relevantes, en el carácter convocante de esta experiencia y en los entusiasmos que genera. Chiara Boschiero reseña un libro recientemente editado por Víctor Abramovich y Paula Rodríguez Patrinós en el que se da cuenta de diferentes experiencias que se han dado en América Latina en post de los derechos humanos. Finalmente, Claudia Couso realiza la reseña de una publicación que analiza las desapariciones forzadas en el marco del conflicto peruano. Revista de aparición bimestral disponible en http://www.unsam.edu.ar/ciep/ 4 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2013. Buenos Aires, Argentina EDITORIAL Memoria, Verdad y Justicia es una tríada conceptual que sirve para comprender los desafíos que se han propuesto los países de Latinoamérica para enfrentar su pasado de dictaduras, desapariciones y horror. Es importante, que tanto las víctimas de las violaciones a los derechos humanos y sus familiares, como la sociedad en general puedan acceder a la verdad. Para lograr el esclarecimiento de los hechos que dieron lugar a las violaciones a los derechos humanos, y la identidad de los autores de tales hechos, es necesario contar con la garantía a que todos los involucrados puedan ser escuchados, lo cual implica la “visibilización” de las víctimas. Deben existir además, las garantías necesarias para buscar y recibir información. Las Comisiones investigadoras y las investigaciones judiciales correspondientes han jugado un papel relevante en este sentido. La verdad no solo se debe limitar al conocimiento de los hechos ocurridos; saber acerca de los responsables de las violaciones de los derechos humanos y sus conductas, y aquellos elementos de carácter subjetivo y objetivo que han facilitado las condiciones y circunstancias que dieron lugar a las situaciones que se quieren dilucidar, ayudará a la no repetición de situaciones que se han presentado en forma masiva y sistemática en los países de la región Es fundamental que los Estados, proporcionen los mecanismos necesarios, para garantizar la protección de los testigos en los procedimientos penales que buscan el esclarecimiento de los hechos y la condena de los responsables materiales y/o intelectuales de los crímenes cometidos. Además de los mecanismos judiciales específicos, muchos países han implementado también lo que se han dado en llamar las Comisiones de la Verdad o Comisiones Investigadoras, las cuales han permitido que se escuchen también las voces de los testigos o las víctimas de la violencia. Es fundamental, además, la preservación de las evidencias: archivos y pruebas de las violaciones cometidas contra los derechos humanos que faciliten el conocimiento de las mismas, y lo preserven en la memoria. La incorporación de la perspectiva de género a la indagación sobre violaciones masivas y sistemáticas a los derechos humanos incide tanto en la conceptualización legal de las conductas como en las políticas de justicia, memoria y reparación. Desde los años noventa, el enfoque de género en la investigación de violaciones masivas a los derechos humanos en situaciones de conflicto armado o en procesos represivos internos permitió identificar una práctica específica de violencia hacia las mujeres, tanto en el caso de las Comisiones 5 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina EDITORIAL de Verdad y Justicia en América Latina como en los tribunales internacionales ad hoc de Ruanda y la ex Yugoslavia. El debate jurídico a nivel internacional pudo entonces caracterizar la violencia sexual en el contexto de prácticas sistemáticas de violencia como una violación específica de los derechos humanos y en 1998, el Estatuto de la Corte Penal Internacional la tipificó como crimen de lesa humanidad. El derecho que tienen todas y cada una de las víctimas a saber la verdad, lleva implícito el deber del Estado en impartir justicia, lo que implica el esclarecimiento, castigo y reparación a las violaciones a los derechos humanos y al derecho internacional humanitario. Una justicia que resulte ser un mecanismo tanto en contra de la impunidad fáctica como de la normativa. Es decir, que no solo se debe garantizar el cumplimiento de las leyes, sino que estas deben estar en consonancia con el pleno goce de los derechos humanos tanto en tiempos de paz como en el contexto de conflictos armados. Las amnistías e indultos y otro tipo de medidas legislativas que limiten el accionar de la justicia no son aplicables a crímenes contra los derechos humanos o el derecho internacional humanitario. Las necesidades políticas, la premura por lograr la pacificación social, y la reconciliación de diferentes sectores, no deben pasar esto por alto la necesidad de justicia. Esta, nace con la investigación de los hechos atentatorios contra los derechos humanos, en miras de la inculpación, detención, procesamiento y en caso de ser reconocidos culpables la condena, según penas apropiadas. En el inicio de este proceso, los Estados deben de adoptar aquellas medidas que consideren necesarias para facilitar el acceso de las víctimas a recursos adecuados y efectivos, tanto para realizar sus denuncias como así también para lograr la reparación del daño sufrido. Reconstruir la historia reciente, significó en cada uno de los contextos nacionales empezar a dar cuenta de relatos no antes escuchados, y dar nombres a realidades sin precedentes. La memoria colectiva es un terreno controversial y fruto de los tiempos históricos. Así, durante las transiciones democráticas muchos países latinoamericanos empezaron a transitar el camino hacia la verdad atravesados aún por el miedo, pero también dando respuesta a los tiempos políticos que corrían. El rol de las Comisiones de la Verdad fue un hito fundamental en este proceso y hasta el día de hoy siguen siendo una de los más importantes registros que existen sobre las violaciones a los derechos humanos. Nos distancian del olvido y dan cuenta de voces que se enfrentaron a las versiones oficiales de la historia. Son “memorias”, porque nos hablan de historias y vivencias diferentes sobre 6 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina EDITORIAL fenómenos sociales que atravesaron la región. Sin embargo, el carácter dialéctico de la memoria no nos permite pensarla como estática, y las mismas son susceptibles de redeficiones de acuerdo a los diferentes momentos históricos por los cuáles se atraviesa. Hay un sentido que esta ha de tener y que supera la mera repetición para convertirse en una memoria que ayude a pensar situaciones actuales y construir realidades futuras. Estas construcciones son sociales, y se diferencian de las épocas oscuras del continente en cuanto dan lugar a una pluralidad de voces que en el pasado no podían ser escuchadas. Los países de la región se encuentran cada uno en diferentes momentos con respecto a este tema y aún hoy, tantos años después, siguen apareciendo noticias que hacen referencia a estos procesos. Recientemente, en el Uruguay se declaró inconstitucional la ley que anuló la ley de caducidad. Esto implica, el posible cierre de decenas de causas que habían sido reabiertas hace poco más de un año cuando el Estado Uruguayo declaró imprescriptibles los delitos de lesa humanidad. La ley de Caducidad de Pretensión Punitiva del Estado, fue promulgada en 1986 –justo a tiempo para que los militares a los que le llovían las citaciones a tribunales no se presentaran a declarar- y establecía la caducidad de los delitos cometidos por funcionarios militares y policiales anteriores al 1° de marzo de 1985. Su constitucionalidad fue debatida en diversas ocasiones. Tampoco faltó la consulta popular: por primera vez en la historia del Uruguay, el 16 de abril de 1989, fue llevada a referéndum una ley nacional; sin embargo, la mayoría, optó porque la ley siguiera vigente. El aspecto positivo fue el debate que se originó en torno a ésta. Y a pesar de que el año pasado el Estado asumió su responsabilidad por las violaciones a los derechos humanos durante el régimen militar cumpliendo con la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso Gelman, la esperanza de lograr mayor justicia se ha visto nuevamente truncada. Por su parte, en Guatemala, dio comienzo este año el juicio del Estado contra Ríos Montt y Rodríguez Sánchez. El primero gobernó al país entre marzo de 1982 y agosto de 1983 luego de un golpe militar. La acusación contempla el haber ordenado unas 100 masacres en las que murieron cerca de dos mil personas y que provocaron el desplazamiento de casi treinta mil. Tras perder la inmunidad parlamentaria, es nuevamente llevado a juicio, tras dos intentos infructuosos. José Mauricio Rodríguez Sánchez es quién lo había acompañado en su gestión como Director de Inteligencia del Estado Mayor presidencial. No es fácil volver a 7 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina EDITORIAL treinta años atrás y poder encontrar evidencias de las atrocidades que fueron dirigidas –tal como se ha señalado en el juicio- en su exclusividad contra miembros de la etnia ixil. Sin embargo, el Tribunal que lleva adelante el caso señala haber encontrado fundamentos suficientes para dictaminar la realización de este juicio en los que se los acusa de genocidio y crímenes contra la humanidad. Un millón de documentos de la dictadura han sido desclasificados muy recientemente en el Brasil por orden de la presidenta Dilma Rousseff. Aunque en dichos documentos no aparecen los nombres de los responsables a las violaciones de derechos humanos, sí figuran las actividades realizadas, los nombres de detenidos desaparecidos, las misiones cumplidas y acciones emprendidas. Y aunque el camino de la justicia aparece con más obstáculos desde que hace un año el gobierno federal descartó cualquier discusión sobre la Ley de Amnistía, también hubo declaraciones por parte del presidente del Supremo Tribunal de Justicia de Brasil que señalan que dicha iniciativa podría ser cambiada si existiera una denuncia para ello. Se abre así esperanzas sobre el rol del poder judicial. En este contexto, existe gran interés en las lecciones aprendidas y los desafíos derivados del caso argentino cuya evolución se ha dado, por casi tres décadas ya, en forma paralela al desarrollo de los estándares internacionales en materia de verdad, justicia, reparación y memoria. En los últimos años además, la Argentina se ha convertido en un actor clave en la adopción de instrumentos tales como la Convención Internacional para la Protección de todas las Personas contra la Desaparición Forzada, las Resoluciones del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas sobre Genética y Derechos Humanos y Derecho a la Verdad, y la creación del mandato del Relator Especial para la Promoción de la Verdad, la Justicia, la Reparación y las Garantías de No Repetición. Estos objetivos de política exterior y las políticas de Estado que hoy los acompañan, tienen su origen en la historia reciente de la Argentina. Lo que estas situaciones anteriormente descriptas nos demuestran es que los debates no están saldados en la región. No solo se han de seguir los procesos judiciales, sino que además estos deben servir para afianzar la institucionalidad vigente. Consideramos que el reconocimiento de la democracia, la justicia y la libertad como valores fundamentales constituye la base sobre la cual debe asentarse el futuro de los países, y 8 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina EDITORIAL éste debe estar acompañado de la profunda comprensión de las reglas de la vida democrática, de la vigencia de los derechos humanos fundamentales y de los mecanismos que toca idear e implementar a fin de asegurar su respeto. La historia reciente y los procesos judiciales para la determinación de la responsabilidad por la perpetración de los crímenes, nos ofrecen elementos para reconstruir una perspectiva sobre las instituciones y sobre los desafíos que nos quedan por enfrentar para fortalecer la democracia y los derechos colectivos e individuales de las personas de nuestra región. 9 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina ARTÍCULOS “EL DERECHO A TENER DERECHOS” EN LA NACIÓN ARGENTINA1 María Sonderéguer2, Resumen El ensayo analiza el camino de institucionalización de derechos y de configuración de una noción de ciudadanía en Argentina desde la declaración de la independencia hasta nuestros días, a partir de distintas narrativas que dan cuenta de los itinerarios imaginarios con que los argentinos construyeron sus representaciones de la nación. Para ello, recorre tanto las “ficciones fundacionales” de la comunidad imaginada y las luchas políticas y sociales de demanda de derechos como la formulación de las leyes y las instituciones que los contienen hasta llegar a nuestra historia reciente. La reflexión sobre el terrorismo de estado, sus significados políticos y jurídicos, las políticas de memoria y las políticas de justicia en la actualidad, se articula con una indagación sobre la reinscripción de la idea de sujeto de derechos -formulada en los textos constitucionales- en la trama de un pacto democrático fundado en la universalidad de los derechos humanos. 1 (Una versión de este artículo fue publicada en el libro Intérpretes e interpretaciones de la Argentina en el bicentenario, de Gustavo E. Lugones y Jorge Flores (compiladores), Edición especial Editorial UNQ, ISBN: 978-987-558-199-9, Bernal, 2010). El ensayo analiza el camino de institucionalización de derechos y de configuración de una noción de ciudadanía en Argentina desde la declaración de la independencia hasta nuestros días, a partir de distintas narrativas que dan cuenta de los itinerarios imaginarios con que los argentinos construyeron sus representaciones de la nación. Para ello, recorre tanto las “ficciones fundacionales” de la comunidad imaginada y las luchas políticas y sociales de demanda de derechos como la formulación de las leyes y las instituciones que los contienen hasta llegar a nuestra historia reciente. La reflexión sobre el terrorismo de estado, sus significados políticos y jurídicos, las políticas de memoria y las políticas de justicia en la actualidad, se articula con una indagación sobre la reinscripción de la idea de sujeto de derechos -formulada en los textos constitucionales- en la trama de un pacto democrático fundado en la universalidad de los derechos humanos. 2 Es licenciada en Letras por la Universidad de Buenos Aires y realizó estudios de posgrado en Estudios de Sociedades Latinoamericanas en la Universidad de la Sorbona, Paris. Es Profesora Titular e investigadora del Centro de Estudios en Historia, Cultura y Memoria de la Universidad Nacional de Quilmes y codirectora de la Colección de Derechos Humanos de la misma Universidad. También es Profesora de la Cátedra Cultura para la Paz y Derechos Humanos que preside Adolfo Pérez Esquivel en la Universidad de Buenos Aires. Dirigió el Centro de Derechos Humanos “Emilio Mignone” de la UNQ y hoy es Directora del Observatorio de Memoria, Género y Derechos Humanos de la Universidad. Fue co-redactora del Plan Nacional contra la Discriminación de la Argentina y Directora Nacional de Formación en Derechos Humanos de la Secretaría de Derechos Humanos de Nación. Actualmente es asesora en temas de derechos humanos del Ministerio de Educación. 10 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2013. Buenos Aires, Argentina ““El derecho a tener derechos” en la Nación Argentina” María Sonderéguer Abstract The essay analyzes the way of institutionalizing rights and setting up a notion of citizenship in Argentina since the declaration of independence to the present day, from various narratives that account for imaginary routes with the Argentines built their representations of the nation. To do this, runs both "foundational fictions" imagined community and political struggles and social rights lawsuit as the formulation of laws and institutions that contain up to our recent history. Reflection on state terrorism, his political and legal meanings, the politics of memory and justice policies currently articulates with an investigation of the reregistration of the idea-made subject of rights in constitutional texts-in the plot of a democratic pact based on the universality of human rights. “Ser argentino”: ficciones fundacionales ¿Quiénes son ciudadanos de la nación argentina? La pregunta recorre la comunidad debatida e imaginada ya en los inicios de la independencia, en 1810, y configura las dimensiones de los legítimos “sujetos de derecho” del incipiente Estado nacional. En los doscientos años transcurridos desde entonces, y en el despliegue normativo e institucional consolidado en la Constitución Nacional de 1853 hasta nuestros días, la racionalidad política del Estado Nación con sus diversas estrategias textuales, desplazamientos metafóricos, subtextos y estrategias retóricas1 dio su forma a una narrativa legal y simbólica estructurada sobre la base de algunas “ficciones orientadoras”2. Esas ficciones, es decir, esos relatos fundadores de un imaginario acerca de la nacionalidad, fueron escandiendo las diferentes circunstancias sociales y políticas, articularon diversos procesos históricos y se postularon, o se revelaron, como las más productivas para la construcción del “ciudadano argentino”. Ellas indican proyectos de nación, articulan una percepción de identidad colectiva y destino común que inciden en la configuración de la democracia, en el concepto de representación y en el paradigma de ciudadanía, en el “sujeto de derecho”, que fue construyendo su hegemonía en nuestro país y que continúa debatiéndose hasta nuestros días. Las naciones modernas se articulan como ficción legal, delimitan fronteras políticoterritoriales, diseñan un modelo de ciudadanía y proponen formas de soberanía e independencia estatal3. Esas ficciones narrativas son relatos que otorgan a ciertas comunidades la continuidad de un sujeto y el carácter persuasivo de esos relatos produce como efecto simbólico que la formación de la nación sea percibida también como la 1 2 Homi Bhabba, comp.Nación y narración, Londres, Routledge, 1990 Véase Shumway, Nicolás, La invención de la Argentina, Buenos Aires, EMECE, 2002 11 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2013. Buenos Aires, Argentina ““El derecho a tener derechos” en la Nación Argentina” María Sonderéguer realización necesaria de un proyecto. Consecuencia de diversas tradiciones y de múltiples pugnas, “ser argentino” es resultado de una construcción social que se funda en un conjunto de condiciones materiales e institucionales y en una cierta imagen del bien común y del modo de alcanzarlo.4 En esa trama, una noción de sujeto de derecho, de derechos, y de derechos humanos ha ido articulándose en los plexos normativos, la Constitución Nacional – esa “narrativa maestra de la Nación” 5-, y las prácticas políticas e institucionales. La primera generación argentina después de 1810, la llamada generación del 37, nombra a quienes pueden reconocerse como una generación significativa en tanto generación, como un conjunto de escritores y políticos que en la primera mitad del siglo XIX, intervinieron activamente en los conflictos sociales y políticos del período y debatieron sobre el programa necesario para la construcción de la nueva nación. Algunos textos, hoy canónicos, como el Dogma Socialista de la Asociación de Mayo -publicado por Esteban Echeverría en 1937- y el relato El Matadero -conocido después de su muerte-; el Fragmento preliminar al Estudio del derecho - también de 1937- y las Bases y punto de Partida para la Organización Política de la República Argentina -de 1852- de Juan Bautista Alberdi, y Civilización y Barbarie: vida de Juan Facundo Quiroga, de Domingo Faustino Sarmiento, de 18456, son, en sus relecturas y apropiaciones posteriores, algunas de las principales narrativas fundadoras de la tradición cultural y política argentina. Esos relatos trazan las figuras de la ciudadanía, los límites imaginarios del Estado Nación y sus jerarquías simbólicas: inscriben, de ese modo, en el “contrato social” los sujetos legítimos de la comunidad. Asociación, Progreso, Fraternidad, Igualdad, Libertad, son algunas de las “palabras simbólicas” de la Asociación de la Joven Generación Argentina (o Asociación de Mayo) que nucleó a la generación del 37. Si en ellas encontramos el ideario conceptual heredero de las revoluciones francesa, inglesa y norteamericana que postuló al sujeto de derechos de la modernidad, también será en las Bases….en donde se formule una estereotipa racial que establece ya, desde los inicios de nuestra constitución como Nación, matrices de discriminación para el ejercicio pleno de los derechos de ciudadanía: “Haced pasar el roto, el gaucho, el cholo, unidad elemental de nuestras masas populares, por todas las transformaciones del mejor sistema de instrucción; en cien años no haréis de él un 3 Anderson, Benedict, Comunidades imaginadas, FCE, México, 2007 Nun, José, Democracia. Gobierno del pueblo o gobierno de los políticos, Buenos Aires, FCE, 2000 5 Segato, Rita, Antropologia y Derechos Humanos. Alteridad y ética en el movimiento de derechos universales, serie Antropológica nro. 356, Brasilia, 2004 4 12 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina ““El derecho a tener derechos” en la Nación Argentina” María Sonderéguer obrero inglés, que trabaja, consume, vive digna y confortablemente”7. Una cartografía discursiva configura al territorio y a la población como núcleos semánticos que condensan los “mapas de poder”8 con los que la Argentina fue configurando la forma de su Estado, una imagen de nación, y las categorías de ciudadano desde mediados del siglo XIX y en buena parte del siglo XX9. La dicotomía Civilización y Barbarie formulada por Sarmiento en el Facundo es el enunciado que permitió instrumentar los límites para nombrar a los sujetos legítimos de nueva república que nacía y, en el combate de la civilización contra la barbarie, indios, gauchos y mestizos quedarán excluidos de las fronteras de la democracia a construir. Como resolución a las disputas políticas que confrontaron a unitarios y federales a lo largo del siglo XIX, el programa formulado por la generación del 37 resume los conflictos en términos de territorio, de raza y tradición. Se aspiraba a recrear a Europa y Norteamérica en el Cono Sur y la Constitución Nacional de 1853, cuyo artículo 25 indica “El Gobierno Federal fomentará la inmigración europea”10 condensa buena parte de esas ficciones fundacionales. Estado Nación y sujeto de derechos Con la federalización de la Ciudad de Buenos Aires, en 1880, se concreta la unificación política y jurídica y el establecimiento definitivo del Estado nacional. Se abre entonces un período de consolidación del proceso modernizador político, económico y social, con la estructuración del Estado, la ocupación total del territorio, el crecimiento a partir de la inserción en el mercado mundial como país productor de bienes agropecuarios, y la sanción de las leyes laicas de educación y de registro civil, con la separación de la Iglesia Católica. 1880 indica un corte. Entre 1883 y 1884 se debaten y sancionan las leyes de educación y de registro civil y el gobierno de Julio Argentino Roca se enfrenta con la Santa Sede y expulsa al Nuncio papal. La ley de matrimonio civil se sanciona en 1888. Con estas leyes, el Estado establece su jurisdicción sobre el nacimiento, la educación, el matrimonio y la 6 Otros miembros significativos de la Generación del 37 fueron Vicente Fidel López, Juan María Gutiérrez, José Mármol, Miguel Cané. 7 Juan Bautista Alberdi, Bases y punto de Partida para la Organización Política de la República Argentina, Plus Ultra, Buenos Aires, 1981 8 Andermann, Jens, Mapas de poder. Una arqueología literaria del espacio argentino, Beatriz Viterbo, Rosario, 2000 9 Véase el excelente trabajo sobre los “cuentos” de educación, de matrimonio, de delito, de la nación, etc. de Josefina Ludmer, El cuerpo del delito. Un manual, Buenos Aires, Perfil libros, 1999, en donde revisa la tradición narrativa argentina. Y también David Viñas, Literatura argentina y política, Buenos Aires, Sudamericana, 1999. 10 “Cada europeo que viene a nuestras playas nos trae más civilización en sus hábitos que luego comunica a nuestros habitantes, que muchos libros de filosofía. Se comprende mal la perfección que no se ve, toca ni palpa. Un hombre laborioso es el catecismo más edificante. Queremos plantar y aclimatar en América la libertad inglesa, la cultura francesa, la laboriosidad del hombre de Europa y los estados Unidos? Traigamos pedazos vivos de ellas en las costumbres y radiquémoslas aquí”, Juan Bautista Alberdi, op. cit. 13 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina ““El derecho a tener derechos” en la Nación Argentina” María Sonderéguer muerte de todos ciudadanos11. La generación del 80: escritores, políticos, funcionarios del Estado, se configura como una coalición político cultural del Estado liberal. El proyecto inmigratorio sostenido por elites progresistas desde la revolución de la independencia se concreta ampliamente en la segunda mitad del siglo XIX y la población inmigrante se asienta preferentemente en los grandes centros urbanos del Litoral y, en especial, en Rosario y en Buenos Aires. La población crece exponencialmente y en relación con la población nativa el impacto es muy significativo; ese incremento llega a ser percibido como una amenaza a la unidad nacional. Entre 1869 y 1895 la población se duplica (pasa de 1.830, 214 habitantes a 3.956,060 habitantes y de ese total más de un millón son extranjeros) y el censo de 1914 acusa una población de 7.885, 237 personas y la proporción de extranjeros sube al 30%12. La concentración urbana acentúa este fenómeno en las ciudades. Como resultado del impacto producido por la inmigración, nacionalizar a la masa de inmigrantes pasa a ser una preocupación básica de las clases gobernantes desde fines del siglo XIX hasta las primeras décadas del XX. Para el nacionalismo liberal “nacionalidad” significa “ciudadanía” 13, es decir, la nacionalidad –más allá de la “raza”, la cultura o la lengua- debe expresar la voluntad de participar y formar parte de la nueva entidad política: la nación argentina. Esta concepción de la nacionalidad sufre los efectos contradictorios del proceso de modernización con la aparición de otro tipo de nacionalismo, para el cual la identidad nacional se articula con la “etnia” o “raza”. El nacionalismo étnico propone entonces una narrativa de la nación organizada por relatos de parentesco y la lógica de los lazos de sangre y elabora una estrategia discursiva sostenida en diversos mecanismos de asimilación y de expulsión del “ciudadano argentino”. Algunas leyes de comienzos del siglo XX: la ley de residencia (Ley 4144) sancionada en 1902, que permite expulsar a “todo extranjero cuya conducta pueda comprometer la seguridad nacional, turbar el orden público o la tranquilidad social”, y la ley de servicio militar obligatorio de 1901, destinada a alfabetizar a la población masculina, indican la estrategia asumida por los sectores dirigentes de la Argentina para trazar los límites del acceso a la ciudadanía nacional. Al mismo tiempo, el discurso literario se configura como uno de los más influyentes en la producción de hegemonía, y proyecta modelos de comportamiento, normas para la 11 12 13 Ludmer, Josefina, El cuerpo del delito. Un manual, Buenos Aires, Perfil libros, 1999 Romero, José Luis, Las ideas políticas en Argentina, FCE, México, 1946 Veáse Nouzeilles, Gabriela, Ficciones somáticas, Beatriz Viterbo, Rosario, 2000 14 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina ““El derecho a tener derechos” en la Nación Argentina” María Sonderéguer invención de la ciudadanía y fronteras simbólicas. Entre leyes y relatos –en los que se destacan Miguel Cané, Eduardo Wilde, Lucio V, López, Lucio V. Mansilla, Eugenio Cambaceres, Paul Groussac- se conforma una trama discursiva que establece los sujetos de derecho legítimos de la nación argentina-. La “educación” y el disciplinamiento de gauchos, mujeres, obreros y/o inmigrantes se articuló en un sistema interdiscursivo que configuró el repertorio normativo y cultural con que el que se organizó el Estado nacional en esos años. Cuando se proponen los primeros pasos de una enseñanza de la literatura en Argentina, se establece una suerte de acuerdo entre los escritores de la generación del 80 y los didactas respecto de los textos que ingresarán a las aulas. En cierto sentido, los debates sobre la identidad nacional en relación con la literatura que alcanzan su punto culminante en el Centenario, con Leopoldo Lugones y Ricardo Rojas, y se prolongan hasta las vanguardias del veinte, fueron actos políticos que se hicieron cargo del sentido de la organización nacional y de las fronteras de construcción de la ciudadanía14. Pero si la ley de residencia de 1902 indica un quiebre respecto de la Constitución de 1853, al establecer un límite respecto de los derechos de ciudadanía “para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino”15, la leyes 1420 que dispone la educación pública, obligatoria y gratuita, la ley de servicio militar obligatorio, que aspira a resolver el analfabetismo de los jóvenes adultos, y la ley Láinez, de 1905, que crea escuelas nacionales en todas las provincias con recursos fiscales suficientes, contribuirán a crear las condiciones para el ejercicio efectivo de los derechos de “libertad, igualdad y fraternidad” previstos en las Declaraciones de Derechos. Desde fines del siglo XIX, se gesta un movimiento político -en sus inicios liderado Leandro N. Alem y luego por Hipólito Irigoyen- que reclamará la universalización del derecho de todos los ciudadanos a elegir a sus gobernantes. Como resultado de la lucha por el sufragio universal se sanciona la ley electoral de 1912, durante la presidencia de Roque Sáenz Peña, que establece el sufragio universal masculino y el voto secreto y obligatorio con representación de mayorías y minorías. La sanción de esta ley implica, en sus consecuencias, una ampliación efectiva del ejercicio de los derechos y una profunda transformación y democratización de los procesos políticos. 14 Véase, entre otros, Carlos Altamirano y Beatriz Sarlo, Ensayos Argentinos. De Sarmiento a la Vanguardia, México, CEAL, 1985 15 Véase Viñas, David, Literatura argentina y política, Sudamericana, Buenos Aires, 1996 15 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina ““El derecho a tener derechos” en la Nación Argentina” María Sonderéguer De los derechos políticos a los derechos sociales Son numerosos los cambios económicos, sociales y políticos que atraviesa la Argentina en la primera mitad del siglo XX. Luego de la primera y segunda presidencia de Irigoyen, interrumpida por el Golpe de Estado de 1930, el país asiste a un proceso de industrialización creciente y los cambios en la estructura económica modifican la estructura social. Con los gobiernos conservadores la legislación laboral y social es escasa y la existente, aunque de cumplimiento obligatorio, en la práctica no llega realmente a imponerse. Entre los años 1943 a 1946 –después del golpe militar de 1943 y con Juan Domingo Perón al frente de la Secretaría de Trabajo- se registran mejoras en las condiciones laborales y la legislación social. Pero será a partir de la llegada a la presidencia de Perón en febrero de 1946 y hasta su derrocamiento en 1955, cuando se producirá un cambio decisivo respecto de la incidencia de los derechos de los sectores trabajadores en la sociedad argentina16. El proceso político y social encarnado en el peronismo implicó una redefinición de la noción de ciudadanía, una ampliación de los derechos políticos a los derechos sociales. Si la igualdad respecto de los derechos políticos formaba parte de la tradición política respecto de la ciudadanía y sus derechos y obligaciones desde el primer gobierno de Irigoyen –igualdad ante la ley, sufragio universal, derechos de asociación- la elaboración discursiva del peronismo en la década 1946-1955 reinscribe la cuestión de la ciudadanía en una matriz nueva de carácter social, al reconocer a los trabajadores como fuerza social autónoma. Esta incidencia puede constatarse al analizar las transformaciones en la relación del gobierno con el sindicalismo, la afiliación masiva y la ampliación del gremialismo, y el incremento del número de parlamentarios de procedencia gremial. En la retórica peronista, ser ciudadano no radica tan sólo en el ejercicio de los derechos individuales: ser ciudadano argentino consiste en participar y decidir respecto de la vida económica y social de la nación. Por cierto, en el marco de este proceso político, social, e institucional, la inclusión en 1949 de los derechos sociales en la Constitución Argentina17 recupera también la influencia del constitucionalismo social que se inicia con la Constitución de México de 1917 y con la Constitución de la República de Weimar en Alemania, en 1919. Es entonces el resultado de la organización de la clase obrera y, en una perspectiva global, está ligada a la emergencia 16 James, Daniel, Resistencia e integración. El peronismo y la clase trabajadora argentina, 1946-1976, Siglo XXI, Buenos Aires, 2006 16 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina ““El derecho a tener derechos” en la Nación Argentina” María Sonderéguer del “Estado de Bienestar” en el siglo XX. El nuevo contrato social que sustenta esta inclusión es la noción de justicia social, que se postula como una superación de las declaraciones formales de derechos humanos, al otorgar al Estado un papel activo en la garantía de los derechos económicos, sociales y culturales. Luego del Golpe de Estado de 1955, que deroga la reforma constitucional de 1949, los derechos sociales quedarán subsumidos en el artículo 14bis de la Constitución de 1957. Pero en la idea contemporánea de ciudadanía, a partir de mediados del siglo XX, impacta directamente Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948. La Declaración, consecuencia del trauma producido por los consecuencias de la segunda guerra mundial y los acontecimientos del horror del Holocausto-Shoá18, produce una ruptura en el paradigma de los derechos humanos, al proponer un sujeto universal de derechos, es decir, un principio de igualdad y dignidad universal que implica un quiebre respecto del paradigma racista que aún entonces mantenía su hegemonía. Y también establece una novedad al enunciar las diferentes categorías de derechos que le corresponden a toda persona por igual, por el solo hecho de ser persona, sin discriminaciones de ninguna índole –sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición- y sin que estado, grupo o persona alguna pueda vulnerarlos o suprimirlos. Si bien las categorías de derechos civiles y políticos retoman los derechos enunciados en las Declaraciones de las revoluciones francesa, inglesa y norteamericana del siglo XVIII: los derechos a la libertad de palabra, expresión, pensamiento, asociación, reunión; el derecho a participar en el gobierno de la cosa pública, de elegir a sus gobernantes y de poder ser elegidos, en tanto derechos que se afirman frente a cualquier pretensión del Estado de impedirlos, las categorías de los derechos económicos, sociales y culturales implican una redefinición respecto del papel del Estado. Estos derechos humanos –a trabajar, a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo, a la protección contra el desempleo, a una remuneración que asegure una existencia conforme a la dignidad humana, a gozar de protección frente a la enfermedad, la vejez, la muerte, la invalidez, al descanso y el tiempo libre; al acceso a la educación y a la vida cultural de la comunidad- ya no sólo protegen a las personas de las intromisiones estatales, ni las habilitan para intervenir en la política, sino que impone al Estado la responsabilidad y la obligación de garantizarlos, de dictar las leyes necesarias y proveer los recursos. 17 Véase la Constitución Nacional de 1949, en Sampay, Arturo Enrique, comp., Las Constituciones de la Argentina (1810-1972) Eudeba, Buenos Aires, 1975 18 Veáse Nun, José, Democracia: gobierno del pueblo o gobiernos de los políticos, FCE, Buenos Aires, 2000 17 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina ““El derecho a tener derechos” en la Nación Argentina” María Sonderéguer De los años cincuenta a los setenta se rearman tradiciones, se postulan instancias fundacionales, se instalan sentidos nuevos respecto de qué significa “ser ciudadano argentino” y cuáles son sus derechos19. Si es posible pensar en una historia social de la “sensibilidad” respecto del sufrimiento de los otros, y en la incidencia de esa historia en la formulación de derechos, en esos veinte años se producen las transformaciones que en la década del setenta delinearán la ruptura que atraviesa el sentido de la vida cotidiana: la evolución de las ideas del nacionalismo, la constitución de una nueva izquierda radicalizada, los cambios en la Iglesia Católica luego del Concilio Vaticano II, las pugnas en el movimiento obrero, la emergencia de una “universidad contestataria”. Los setenta se inician con una intensa movilización social y política que ya, desde fines de la década anterior, con las primeras manifestaciones de lucha armada, muestran un cambio de estrategia, de método y de lenguaje. Pero la dictadura que se inaugura con el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 produce un corte profundo en la vida política y social, constituye la experiencia de terrorismo estatal planificado y sistemático más radical de la historia del país y deja marcas en el cuerpo social que se dejan sentir hasta nuestros días. Aparición con vida Ante la prohibición de la actividad política y gremial, buena parte de la resistencia al terrorismo de Estado se articuló en torno a nuevos actores: los familiares de víctimas, los abogados, algunos representantes de las iglesias, las incipientes organizaciones de derechos humanos. Las primeras acciones fueron netamente defensivas: la conformación de listas de detenidos y desaparecidos, la asistencia jurídica, la denuncia ante instituciones nacionales y extranjeras. Se reclama por los derechos humanos individuales, se intenta restituir lazos elementales de solidaridad y superar el silencio, se reivindican valores universales. A fines de 1976, llega a la Argentina una misión de Amnesty Internacional, que produce un informe con la primera lista pública de víctimas de desapariciones, publicado en marzo de 1977. Patricia Derian, Secretaria Adjunta de Asuntos Humanitarios y de Derechos Humanos de la Secretaría de Estado de los EEUU visita tres veces el país en 1977. En 1979, llega una misión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, cuyo informe, difundido en abril de 1980, legitima internacionalmente las denuncias de los organismos de derechos humanos. A fines de 1980, Adolfo Pérez Esquivel recibe el Premio Nobel de la 19 Véase Sonderéguer, María, comp. Crisis: 1973-1976. Del Intelectual comprometido al intelectual revolucionario. Antología, Editorial UNQ, Buenos Aires, 2008 18 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina ““El derecho a tener derechos” en la Nación Argentina” María Sonderéguer Paz, que tiene como uno de sus efectos legitimar internamente los reclamos del movimiento de derechos humanos y darles nuevo impulso. La consigna “Aparición con vida” resume la demanda cuya respuesta, de haberla, apunta a evidenciar la lógica represiva: o bien los desaparecidos aparecen, o bien debe saberse cómo, cuando y por quién fueron asesinados. Finalmente, la denuncia: “Aparición con vida” y la propuesta: “Juicio y castigo a los culpables”, se instala como ruptura frente al accionar del Terrorismo de Estado y logra cuestionar la legitimidad del régimen militar al interpelar los límites de la legalidad que pretendía imponer y la validez del accionar represivo desatado con el argumento de “la lucha contra la subversión”. Desde el reclamo por el derecho a la vida se va configurando una idea de sujeto de derecho, un horizonte de ciudadanía. Los derechos humanos proyectan un significado para la acción política que se asienta en la noción misma derechos; en ese recorrido, prescriben un sujeto de derechos y son constitutivos de la política20. En 1982, la invasión militar a las islas Malvinas, el conflicto bélico con Gran Bretaña y la derrota posterior produce una desarticulación del régimen militar que intenta entonces negociar algún pacto de salida. Pero la misma estrategia diseñada por las Fuerzas Armadas21 para ello ratifica la cuestión de los derechos humanos como un tema central de la agenda de la transición22. Derechos humanos y democracia En los inicios de la postdictadura, la demanda por la vida que operó como punto de clivaje en relación con la denuncia de la represión estatal fue recuperada por el nuevo gobierno constitucional. Como consecuencia de los años de terror, se produjo una revalorización del sistema democrático parlamentario sostenida por la necesidad de operar con reglas compartidas y soluciones conforme a la ley. Dos recursos utilizados durante la campaña electoral del candidato triunfante en las elecciones de 1983 -Raúl Alfonsín, de la Unión Cívica Radical- son significativos en este sentido: la adopción de la consigna “Nosotros 20 Inés González Bombal y María Sonderéguer, “Derechos Humanos y Democracia”, en Jelín, Elizabeth, comp. Movimientos Sociales y Democracia emergente, CEAL, Buenos Aires, 1987 21 En abril de 1983, las Fuerzas Armadas dan a conocer el “Documento Final”, que fija su posición ante las violaciones de derechos humanos y el “Acta Institucional”, que establece que las operaciones represivas llevadas a cabo por integrantes de las tres Fuerzas debían considerarse como actos de servicio. Un par de semanas antes de las elecciones, en septiembre, se sanciona la “Ley de pacificación nacional” (de autoamnistía) que otorga inmunidad a los sospechosos de actos terroristas y a todos los miembros de las Fuerza por crímenes cometidos entre el 25 de mayo de 1973 y el 17 de junio de 1982. Por último, el decreto 2726 de 1983, dispone, en los últimos días del gobierno militar la destrucción de los documentos referidos a la represión. 22 Véase el artículo de Carlos Acuña y Catalina Smulovitz (1995), “Militares en la transición argentina: del gobierno a la subordinación constitucional”, en AAVV, Juicio, Castigos y memorias, Nueva Visión, Buenos Aires, 1995. 19 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina ““El derecho a tener derechos” en la Nación Argentina” María Sonderéguer somos la vida” y la lectura, antes de comenzar todos sus discursos, del preámbulo de la Constitución Argentina. Iniciado su gobierno, en diciembre de 1983, Alfonsín propone por una parte, el proyecto de aprobación del Pacto de San José de Costa Rica o Convención Americana de Derechos Humanos y por otro, una serie de medidas destinadas a resolver la cuestión de la sanción jurídica al Terrorismo de Estado: crea por decreto presidencial nro. 187/83 la Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas, conformada por “notables”, en respuesta al reclamo de los organismos de derechos humanos, centrado en la creación de una Comisión Parlamentaria Bicameral que permitiera el debate público y abriera la posibilidad de un juicio político. La CONADEP, en los hechos, implicó un sustituto a la propuesta de una Comisión Parlamentaria, pero desarrolló ampliamente sus atribuciones de investigación y elaboró un informe, llamado “Nunca Más”, que resultó un significativo documento oficial respecto del sistema represivo. Finalizado su cometido, el presidente Alfonsín creó la Subsecretaría de Derechos Humanos, dependiente del Ministerio del Interior, adonde fue remitida toda la documentación recabada por la Comisión investigadora. Al mismo tiempo, por decretos del PEN 158/83 y 157/83 se decide el sometimiento a juicio sumario de las tres primeras Juntas Militares que habían gobernado entre 1976 y 1983 –por crímenes tales como tortura y privación ilegítima de la libertad- y la persecución penal -por asociación ilícita, atentados contra el orden público y la paz interior- de las cúpulas de las organizaciones guerrilleras. El 29 de diciembre de 1983, el Congreso aprueba la sanción de la ley 23.040, que deroga la Ley de Pacificación Nacional (o de autoamnistía). Finalmente, en febrero de 1984, se sanciona la ley 23.049 de Reforma al Código de Justicia Militar, que confiere al Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas la jurisdicción inicial para el procesamiento del personal militar aunque establece una instancia de apelación automática a la Justicia Civil. Cuando el Consejo Supremo se niega a juzgar a sus camaradas y emite en septiembre de 1984 un documento que legitima su accionar, la Cámara Federal de Buenos Aires se hace cargo del juzgamiento de las Juntas. El Juicio se inicia en abril de 1985 y finaliza en diciembre. En la sentencia a los comandantes de las tres primeras Juntas militares queda probado el carácter sistemático de la represión militar23. 23 El Gral. Jorge Rafael Videla y el Almirante Emilio Massera son condenados a prisión perpetua; el Gral. Roberto Viola a 17 años de prisión; el Almte. Armando Labruschini a 8 años, el Brigadier Agosti a 3 años y 9 meses. El Gral. Lepoldo Galtieri, el 20 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina ““El derecho a tener derechos” en la Nación Argentina” María Sonderéguer El Juicio a las Juntas y el informe de la CONADEP legitimaron los relatos de las víctimas del terrorismo de Estado: sus testimonios, pautados por el interrogatorio de los jueces eran prueba de los crímenes cometidos. En ese recorrido, las víctimas se constituían en sujeto de derechos, se transformaban en “ciudadanos”, y se quebraba un pasado de a-juricidad. La demanda de justicia ante los crímenes del terrorismo de Estado se resolvía así en términos de juricidad del orden político general, más que de comprensión del sentido de las acciones de las víctimas o de las Fuerzas Armadas”24. El paradigma republicano, construido en el discurso del gobierno de Alfonsín como ficción fundacional, establecía el terreno respecto del cual se diseñaba una política de la memoria ligada a la construcción del Estado de Derecho como horizonte contractual, al mismo tiempo que las apelaciones a la “República perdida” proponían unas “memorias de la política”25 organizadas sobre ese relato fundador. De ese modo, el derecho restituía a las víctimas su condición de sujetos a costa de su abstracción como sujetos concretos, situados histórica y existencialmente. Pero las denominadas leyes de “impunidad”, la ley de Punto Final –ley nro. 23.492, promulgada a fines de diciembre de 1986, que fijó una fecha tope de sesenta días para el llamado a prestar declaración indagatoria de los presuntos implicados en violaciones a los derechos humanos-, la ley Obediencia Debida –ley nro. 23.521, de junio de 1987, que discriminaba grados de responsabilidad y establecía que no podían ser inculpados quienes habían cumplido órdenes- y luego los Indultos -en 1989, el presidente Menem indultó a los militares comprometidos con la represión que habían sido condenados y a los civiles sancionados por actividades guerrilleras- significaron una ruptura del pacto de credibilidad respecto de los alcances del nuevo orden republicano. Políticas de memoria En los primeros años de la llamada “la transición a la democracia”, el sistema político en Argentina se sustentó en una revalorización de la idea de un sujeto de derecho que operó como fundamento de legitimidad y sobre ese horizonte se construyó una suerte de pacto político cultural entre la dirigencia política y la población que signó las opciones políticas de los años posteriores26. Pero desde mediados de los noventa, diversos episodios -las declaraciones de Adolfo Scilingo, un militar “arrepentido”; el nacimiento de HIJOS, una Almte. Anaya y los Brigadieres Lami Dozo y Graffigna son sobreseídos porque al evidencia en su contra fue considerada insuficiente e inconclusa. 24 María Sonderéguer, “De eso sí se habla….” revista Puentes nro. 3, de marzo de 2001 25 Véase Nora Rabotnikof, Memoria y política a treinta años del golpe, en Argentina 1976. Estudios en torno al Golpe de Estado, comps. Clara Lida, Horacio Crespo y Pablo Yankelevich, FCE, Buenos Aires, 2008 26 Oscar Landi e Inés González Bombal (1995), postulan la existencia de un “pacto cultural entre la dirigencia política y la población en su trabajo “Los derechos en la cultura política”, en AAVV, op.cit.. 21 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina ““El derecho a tener derechos” en la Nación Argentina” María Sonderéguer organización conformada por hijos de desaparecidos; la autocrítica respecto del papel de las Fuerzas Armadas durante la dictadura, enunciada por el General Balza, Jefe del Estado Mayor del Ejército argentino; la proliferación de nuevos testimonios sobre las luchas políticas de los años setenta; la multitudinaria movilización por el repudio a los 20 años del Golpe en Plaza de Mayo, en 1996- parecieron indicar una nueva flexión con respecto a los significados del pasado. Estas nuevas memorias abrían el debate respecto de los “bienes políticos” en juego en las disputas de los años setenta y aspiraban a restaurar identidades y tradiciones políticas 27. Las escenas evocadas postulaban lugares fundacionales, construían mitos de origen, recreaban diversas narrativas canónicas de la tradición cultural y política argentina. Configuraban "memorias emblemáticas”28, es decir, operaban como agentes de distribución de sentidos a fin de permitir la inscripción de las experiencias individuales en un relato integrador. Por ende, si en toda narrativa la articulación de los acontecimientos tiene que ver con temas como la ley, la legalidad, la autoridad,29 esos relatos, esos testimonios, intentaban un legado centrado en los derechos económicos, sociales y culturales, aunque no siempre fueran nombrados de ese modo. Cifrados en algunas representaciones de la argentinidad, recuperaban figuras e imágenes históricas y restituían una topografía discursiva: en esos “lugares de memoria”30 procuraban inscribir deberes y derechos, mandatos y prohibiciones. Puesto ya en crisis el paradigma neoliberal de los años noventa, las vicisitudes económicas y políticas y el reclamo por “Que se vayan todos…” de los acontecimientos de últimos días de diciembre de 2001, cerraba un ciclo al tiempo que ponía en cuestión la matriz interpretativa respecto de la interpretación del pasado reciente que había sustentado algunos rasgos de las políticas estatales en relación con la política de derechos humanos entre 1989 y 2001. Con todo, en los noventa, la reforma constitucional de 1994 fue una oportunidad para abrir del debate en relación a la universalidad de los derechos humanos y a partir de su incorporación en el artículo 75, inciso 22, diez tratados de derechos humanos adquirieron rango constitucional –“en las condiciones de su vigencia”-: Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre; Declaración Universal de Derechos Humanos; Convención 27 María Sonderéguer, Memoria y narrativización de la identidad. Historias de vida del movimiento obrero en los años 70, CEDHEM-UNQ, 2005 28 Stern, Steve. “De la memoria suelta a la memoria emblemática: hacia el recordar y el olvidar como proceso histórico (Chile 1973- 1998)” en Memoria para un nuevo siglo. Santiago. LOM. 2000 29 Hayden White, El contenido de la forma. Discurso y representación histórica, Paidós, Madrid, 1992 22 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina ““El derecho a tener derechos” en la Nación Argentina” María Sonderéguer Americana sobre Derechos Humanos; Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y su Protocolo Facultativo; Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales; Convención sobre la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio; Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial; Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW según su sigla en inglés); Convención contra las Torturas y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes; Convención sobre los Derechos del Niño. En el año 2000 comienzan a sustanciarse los llamados Juicios por la Verdad en las Cámaras Federales de La Plata, Córdoba, Mar del Plata, Bahía Blanca y Rosario. Aunque estos juicios no pueden establecer responsabilidades penales ni reconocer imputados ni acusados -quienes declaran sólo lo hacen en calidad de testigos-, implican un avance significativo al contribuir a establecer lo ocurrido durante el terrorismo de Estado y proporcionar información a los familiares de las víctimas y al conjunto de la ciudadanía. Pero la llegada al gobierno de Néstor Kirchner da lugar a una serie de decisiones de política estatal centradas en distintas medidas de justicia retroactiva e instauración de conmemoraciones, fechas y lugares. En ese año 2003, en el mes de agosto, la Cámara de Diputados y la Cámara de Senadores de la Nación anularon las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, y el 14 de junio de 2005, la Corte Suprema de Justicia ratificó la inconstitucionalidad de las leyes, declarándolas "constitucionalmente intolerables", lo que agilizó la reapertura de los juicios a los responsables del Terrorismo de Estado. El 24 de marzo de 2004 se recuperó el predio de la ESMA -Escuela Superior de Mecánica de la Armada- como Espacio para la Memoria y la Defensa de los Derechos Humanos. En su discurso, el presidente Kirchner pidió perdón en nombre del Estado Nacional, rememorando el gesto de expiación del canciller alemán Willy Brandt al arrodillarse ante las víctimas en el memorial del Gheto de Varsovia, en 1970. Ese mismo día, en el acto en el Colegio Militar, hizo descolgar los retratos de Videla y de Bignone que durante años se habían exhibido en el primer piso del Patio de Honor del Colegio Militar de la Nación. Un año después, el 24 de marzo fue declarado “Día de la Memoria la Verdad y la Justicia” y en el año 2006 quedó instituido como feriado nacional. 30 Nora, Pierre, Les lieux de mémoire, Paris, Gallimard, 1992. 23 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina ““El derecho a tener derechos” en la Nación Argentina” María Sonderéguer Las actuales políticas de memoria estatales se proponen como un lugar de encuentro: entre el pasado y el presente, aspiran a construir un pacto refundacional respecto del pasado, un pacto alrededor del “Nunca más” que permita establecer una mínima base de sustentación de lo colectivo31 . En ese recorrido, en los últimos años también se sancionaron algunas leyes significativas en relación a los derechos humanos –la ley de migraciones, la ley de educación nacional, la ley protección integral de niños, niñas y adolescentes, la ley de protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres, la ley de matrimonio igualitario, entre otras- y se llevaron adelantes iniciativas de política social en las que el Estado reforzó su responsabilidad de garante de derechos –la universalización de la jubilación, la asignación universal por hijo-. Con sus límites, es cierto, esas decisiones escriben un nuevo texto instrumental y simbólico respecto de la necesaria indivisibilidad de los derechos humanos en la Argentina de nuestros días. Esas políticas, y la trama discursiva que las sostiene, intentan un lazo entre el lenguaje emancipatorio de los años setenta, las demandas pendientes luego de los primeros años de la democracia y los reclamos por la verdad, la memoria y la justicia. Como señala Segato, inscriptos en el contrato ético político de la edad contemporánea, los derechos humanos “recorren el mundo y se apropian de una época”32 tanto por el trabajo de su positivización en leyes, en la actuación de las cortes judiciales y en la renovación de la jurisprudencia, como por los caminos de la memoria y de la transformación de las sensibilidades. Palabras Clave: Key words Concepto de Ciudadanía Citizenship concept Derechos Right Argentina Argentina 31 Kaufman, Alejandro, "Nacidos en la ESMA". Oficios terrestres. Facultad de Periodismo y Comunicación Social. UNLP, septiembre de 2004 32 Segato, Rita, Antropologia y Derechos Humanos. Alteridad y ética en el movimiento de derechos universales, serie Antropológica nro. 356, Brasilia, 2004 24 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina ARTÍCULOS LOS EQUIPOS DE ANTROPOLOGÍA FORENSE EN AMÉRICA LATINA: COADYUVANTES EN EL CAMINO DE LA VERDAD Y LA JUSTICIA1 Silvia Dutrénit Bielous2 Resumen En América Latina el esclarecimiento acerca del destino de los detenidos desaparecidos relacionados con la represión y la violencia política de las últimas décadas del siglo XX, ha sido escasamente dilucidado. Sin embargo, los equipos de antropología forense son los que mediante un procedimiento técnico y científico han posibilitado localizar restos, dar pistas sobre estrategias represivas y sobre todo, han influido para cambiar la narración de lo ocurrido. Las siguientes páginas llaman la atención sobre ese papel revelador y significativo Abstract Forensic Anthropology Teams in Latina America: Assist in the way of truth and justice In Latin America clarifying the fate of the missing prisoners related to repression and political violence in the last decades of the twentieth century, has been poorly elucidated. The main actors in this process are the forensic anthropology teams through a scientific and technical process that have enabled the localization of remains, give clues about repressive strategies, and above all have had an influence on changing the narrative of what happened. The following pages draw attention to this revealing and significant role. 1 El texto se inscribe en un proyecto regional sobre el trabajo de los Equipos de Antropología Forense en América Latina como otra ruta de acceso al conocimiento de la represión y violencia políticas, aprobado por el CONACYT y que dará inicio en 2013. Este proyecto dirigido por la autora cuenta con la participación de los doctores Ana Buriano (Instituto Mora, México) Álvaro Rico (UdelaR, Montevideo), Ricardo Sáenz (USAC, Guatemala), César Tcach (UNC, Córdoba) e Isabel Torres (UdeC, Santiago). 2 Historiadora y doctora en Estudios Latinoamericanos, es uruguaya y reside en México. Profesora-investigadora titular del Instituto Mora. Pertenece a los Sistemas Nacionales de Investigadores de México y Uruguay y a la Academia Mexicana de Ciencias. Se especializa en la historia reciente de América Latina (en particular, en las decisiones gubernamentales sobre violaciones de los derechos humanos en el pasado y migraciones políticas -asilo y exilio), campo sobre el que publica habitualmente artículos en revistas y libros. En 2010 FLACSO/CLACSO editaron el libro que realizó en coautoría con Gonzalo Varela: Tramitando el pasado. Violaciones de los derechos humanos y agendas gubernamentales y en 2011 Fin de Siglo y el Instituto de Ciencia Política de la Universidad de la República (Montevideo) publicaron el libro de autoría: LA EMBAJADA INDOBLEGABLE. Asilo mexicano en Montevideo durante la dictadura. Mail: [email protected] 25 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2013. Buenos Aires, Argentina “Los equipos de antropología forense en América Latina” Silvia Dutrénit Bielous Introducción: Las violaciones de derechos humanos con su consecuente saldo de víctimas son exponentes distintivos de la historia latinoamericana, especialmente, a partir de los años sesenta del siglo XX. Ello responde a sucesos que tuvieron lugar en contextos nacionales y regionales en donde se procesaron los conflictos mediante extralimitaciones del poder estatal. El ejercicio de la violencia dejó un saldo de muy diferentes delitos entre los que se encuentra la desaparición sistemática de personas. La demanda por el esclarecimiento de lo acontecido y por conocer el destino de los desaparecidos se fue desplazando con el tiempo del ámbito de los familiares de las propias víctimas hasta instalarse en las agendas políticas nacionales y regionales. No obstante, su intensidad fue variando en los años transcurridos entre el fin de aquellos regímenes en los que se ejerció la práctica delictiva y el presente. Sin duda, lo zigzagueante tanto de la fuerza del reclamo como de las políticas gubernamentales que lo atendían se debe a una correlación compleja de distintos problemas sociales y políticos. En todo caso la memoria de aquellos hechos ha marcado el debate cultural y político reciente en América Latina. La historia de los últimos 30 años tuvo la impronta de esa demanda de esclarecimiento y de las formas de responder en el terreno del develamiento de las circunstancias y ubicación precisa de las víctimas. Los desaparecidos son el legado emblemático que dejó la represión y la violencia políticas centradas en la eliminación del “enemigo interno” tanto en el contexto de la denominada “guerra sucia”1, como en el de la lucha contrainsurgente con prácticas de “tierra arrasada”. La búsqueda de sus cuerpos, mediante un trabajo especializado de antropólogos y arqueólogos, y los hallazgos alcanzados han producido un antes y un después en el relato público sobre el pasado delictivo al tiempo que atiende el derecho a la verdad que tienen los familiares. Esta valoración del trabajo de los antropólogos forenses impone compartir puntos relevantes de cómo estos actores han surgido, ejemplarizándolos en algunos países, y qué repercusión tienen en las sociedades afectadas. El camino zigzagueannte de revisión del pasado 26 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2013. Buenos Aires, Argentina “Los equipos de antropología forense en América Latina” Silvia Dutrénit Bielous Los distintos gobiernos han ido modificando su discurso respecto al pasado, procesando con serpenteos la imperiosa obligación de esclarecer los hechos como de fincar responsabilidades en el ámbito de la justicia. Las formas de encaminar las transiciones, desde realidades políticas adversas a la protección de los derechos humanos, se han entretejido sistemáticamente con los equilibrios políticos entre los que “ayer” delinquieron y los que “hoy” gobiernan y no en menos casos, entre los que “ayer” delinquieron y “hoy” mantienen cotos de poder en la esfera pública. Estos distintos presentes mediados por la fuerza de los movimientos sociales, el papel de los partidos y los poderes constituidos, así como el ímpetu de los pronunciamientos realizados por los organismos regionales y multinacionales contra los Estados que no han resuelto el esclarecimiento del pasado2, desembocaron en un desigual proceso, aunque intermitente, de ejecución de acciones gubernamentales -que incluyen al poder judicial, tendientes a revertir la situación.3 Con intensidad y alcance diverso en la región se han constituido comisiones genéricamente denominadas de la verdad. Su momento inaugural se dio en Argentina con la Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas (CONADEP, 1984) y sucesivamente se han formado en otros países como Guatemala con la Comisión para el Esclarecimiento Histórico (CEH,1999).4 Sus resultados simbolizan un reconocimiento oficial y público de la responsabilidad que le cupo al respectivo Estado en los hechos atentatorios contra los derechos humanos. Representan a la vez, primeros relatos en que se ordena cierta información no sólo sobre los delitos en sí, sino sobre la suerte corrida por las víctimas. Lo mismo aún cuando ha sido muy discutido, lo constituye el informe final de la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado en México (FEMOSPP, 2006).5 La información reunida ha servido según los casos para continuar rastreando o abrir encausamientos judiciales. Otras tantas decisiones tomadas con posterioridad respondieron a zigzagueos para frenar la revisión o avanzar en el esclarecimiento. Una observación muy rápida indica que ante los primeros avances en la búsqueda de la verdad siguieron leyes que impidieron avanzar como 1 El entrecomillado refiere a una caracterización en debate por la connotación que tiene el sentido de guerra. La referencia es en particular a las decisiones de inconstitucionalidad de las leyes que impiden investigar los delitos así como a las sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CoIDH) en contra de los Estados que no han cumplido con el esclarecimiento de los hechos y menos aún con fincar justicia en el caso de los responsables. Algunos ejemplos de las sentencias son: Rosendo Radilla, México (2009), Gomes Lund (Guerrilha de Araguaia), Brasil (2010) y Gelman, Uruguay (2011). 3 Un estudio desde diversas miradas sobre estos procesos se puede encontrar en los trabajos de Barahona de Brito y Aguilar Fernández, eds. (2002); Dutrénit Bielous y Varela Petito (2010), Pérotin-Dumon , Roniger y Sznajder (1999), Sikkink (2008), Stabili, coord. (2007) y Zalaquett (1998). 4 Desde la creación de la CEH al presente se han formado otras comisiones como la de Perú, Paraguay, Honduras y Brasil. 5 Véanse por ejemplo los informes: CEH (1999), Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación (CNVR, 1991), CONADEP (1984), Comisión para la Paz (2003) y FEMOSPP (2006). 2 27 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “Los equipos de antropología forense en América Latina” Silvia Dutrénit Bielous por ejemplo, en Uruguay, la de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado, promovida por el Poder Ejecutivo y reforzada por un acuerdo interpartidario, mediante la que el Estado renunció expresamente a su capacidad legal de aclarar y eventualmente castigar responsabilidades delictivas del personal militar y policial.6 Y casi en forma simultánea las leyes argentinas de Punto Final y Obediencia Debida que luego remataron con los indultos otorgados a los condenados por el presidente Carlos Saúl Menem (1989-1999). Con el tiempo distintas rutas nacionales e internacionales contribuyeron a revertir las condiciones de impunidad vigentes.7 Por ejemplo, declaraciones de inconstitucionalidad de leyes y consecuentes recursos judiciales posibilitaron llevar a tribunales y condenar en su caso a los responsables de los delitos; impulso a instancias de entendimiento como la Mesa de Diálogo en Chile (1999), juicios orales como en Argentina, ley de Pretensión Punitiva del Estado en Uruguay (2011) y distintas leyes reparatorias simbólicas y económicas abonan en el mismo sentido. No obstante la tramitación que se ha ido dando, el debate persiste porque todavía es insuficiente lo logrado en cuanto a verdad y justicia y porque quienes fueron afectados por las decisiones tomadas buscan frenar y hasta revertir los hechos judiciales. La insistencia en el reclamo se mantiene viva tanto en América Latina como en otras regiones del mundo. Pero también y esto es fundamental en cuanto al derecho a la verdad, permanencen sin determinar las circunstancias de la inmensa mayoría de los desaparecidos y el destino de sus restos aún constituyen un debe para sus familiares, al mismo tiempo que, para completar el relato social de lo sucedido. En este sentido, las organizaciones de familiares cuya repercusión sin duda se aprecia diferente según cada experiencia nacional han logrado determinar pistas de algunos itinerarios de desaparecidos pero también han alcanzado el develamiento de otros tantos casos. Sus reclamos a la vez que sus exitosos resultados en las investigaciones permitieron remover y vulnerar las estructuras de la impunidad preservadas durante años. No ha sido un camino sencillo. Estas organizaciones se toparon con muchos frenos pero, andando el tiempo, su demanda adquirió no solo repercusión nacional sino también internacional. En un contexto de creciente defensa del derecho a la verdad en el marco normativo de derechos humanos y de cuestionamiento de los delitos de lesa humanidad hay un más intenso 6 Un análisis de esta ley y de las dos instancias de democracia directa mediante las que fue ratifica se puede consultar en Buriano Castro (2011). 7 Las sentencias de la CoIDH han contribuido en ese sentido aunque su cumplimiento tiene considerables limitantes. Véase para el caso Gelman vs Uruguay y Radilla vs México el texto de Dutrénit Bielous (2012). 28 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “Los equipos de antropología forense en América Latina” Silvia Dutrénit Bielous rechazo al sostenimiento de las estructuras que impiden conocer lo sucedido y hallar sus restos. Ahora bien, para esclarecer la situación de los desaparecidos así como algunas formas de la práctica represiva, se ha requerido de varias estrategias. Una de ellas fue ubicar la documentación escrita y oral, sin embargo, esto no sirvió para encontrar datos concretos que permitan llegar a la ubicación de los desaparecidos como a las condiciones que produjeron su desaparición. Otra estrategia fue la de recurrir a los archivos tanto de inteligencia militar y policial como diplomáticos cuya apertura fue tardía. También se ha intentado, con suerte diversa y por distintos motivos, romper el silenciamiento de posibles responsables o cómplices de los delitos. Incluso, se han buscado formas de cuestionar y contener la contrainformación que sigue siendo una herramienta importante para impedir el conocimiento de lo sucedido. Es así que: La necesidad de conocer la verdad, de lograr justicia y reparación para las víctimas (entendidas no solo como aquellos que han sido asesinados o desaparecidos sino también sus familiares y allegados a quienes la violencia también ha afectado directamente) y la sociedad en general, lleva a la búsqueda de herramientas científicas que contribuyen con sus métodos a la consecución de esos elementos de reparación. Una de esas herramientas la constituye la Antropología Forense, que por medio de la aplicación de la antropología social, la arqueología y la antropología física, aporta elementos para entender, esclarecer y reparar hechos de violencia en donde la principal fuente de información son en ocasiones los restos óseos de las víctimas de acciones violentas.8 Es así que la indagación implica incorporar nuevas herramientas, otros métodos científicos y un “abanico“ disciplinario y profesional más amplio. 29 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “Los equipos de antropología forense en América Latina” Silvia Dutrénit Bielous El camino del pico, la pala y el microscopio. En este proceso mutifacético de pesquisa se conforman los Equipos de Antropología Forense (EAF) vinculados con los procesos políticos de esclarecimiento de violaciones de derechos humanos y acción de la justicia, y en especial, a la ubicación de los restos de desaparecidos. Vale decir que no siempre fueron creados en estos contextos; en Chile, por ejemplo, su existencia es anterior y su trabajo tuvo otros fines a partir del golpe de Estado de 1973, como se verá más adelante. Sin embargo, sus expertos asumen en el presente una labor específica relacionada con el develamiento de aquellos sucesos de la historia reciente.9 La aparición de los EAF tiene que ver pues, con la exigencia de incorporar conocimiento, destrezas y herramientas adecuadas y evitar exhumaciones con un carácter poco profesional o dicho de otra forma, no científico. Uso de palas mecánicas por ejemplo que pueden dañar o destruir evidencias, intervención de peritos que pertenecen a la policía o al sistema judicial, en definitiva, un conjunto de elementos que interfieren tanto con la posibilidad del logro de hallazgos o evidencias, o que incluso promueve la existencia de conflictos de interés del personal involucrado.10 Esta situación se ha repetido en varios países. Por ello se afirma entre otros asuntos que: “Existen demasiados ejemplos de mala aplicación, recolección de información y mal entendimiento al momento de presentar resultados a la opinión pública”.11 La creación de los equipos tiene un momento fundacional y emblemático que es cuando se constituye el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF). Dicho momento está estrechamente relacionado con la solicitud de apoyo, por parte de CONADEP y las Abuelas de Plaza de Mayo, a la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS, 8 Casallas y Padilla Piedrahita (2004), p. 296. En la actualidad realizan otro tipo de acciones: “El cuerpo de Tohá [José Tohá fue ministro de Defensa del gobierno de Salvador Allende] fue exhumado el 10 de diciembre de 2010 por requerimiento del ministro de la Corte de Apelaciones de Santiago, Jorge Zepeda, con el fin de practicar pericias forenses para determinar la causa de muerte, comprobar la existencia de señales o rastros de lesiones, si eran resultado de algún acto producido por terceros, y si se habría podido impedir su fallecimiento mediante socorros oportunos y eficaces… En febrero de 2011 se entregaron a los tribunales de justicia los informes periciales que daban cuenta, entre otros aspectos de que ‘a forma de la muerte puede ser calificada como una muerte violenta compatible con el tipo homicida..’. José Tohá fue detenido el 11 de septiembre de 1973 en el Palacio de la Moneda y trasladado a la Escuela Militar donde estuvo algunos días hasta ser enviado a isla Dawson, donde fue sometido a malos tratos y apremios ilegítimos. Debido a su delicado estado de salud, estuvo internado en diferentes centros hospitalarios castrenses, falleciendo el 15 de marzo de 1974 en el Hospital Militar de Santiago”. Servicio Médico Forense (2012) 10 México es uno de los países en que se advierte esa preocupación lo mismo que en la debilidad de EAF independientes. “La Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (Femospp) iniciará en breve exhumaciones en Guerrero en busca de restos desaparecidos de la guerra sucia. En esta ocasión participará un grupo independiente de expertos… ‘La Fiscalía aceptó el convenio porque sabe que la participación de peritos independientes le dará credibilidad a las investigaciones y porque nosotros no vamos a aceptar que la Procuraduría General de la República haga las identificaciones de restos humanos sin conocimiento de los familiares’, manifestó”. González (2004) 11 Reyes-López, Federico (2004) 9 30 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “Los equipos de antropología forense en América Latina” Silvia Dutrénit Bielous Washington, DC). El nombre del Dr. Clyde Snow, uno de los expertos más destacados en antropología forense, está íntimamente ligado a la experiencia fundacional y por la trascendencia que tuvo, a la de América Latina: Entre 1984 y 1989 Clyde Snow pasó más de veinte meses en la Argentina, y en cada uno de sus viajes los estudiantes [argentinos que logró atraer] lo acompañaron a hacer exhumaciones, internándose de a poco en las aguas de esa profesión que no tenía -en el país- antecedentes ni prestigio. -Nadie entendía lo que hacíamos. ¿Sepultureros especializados, médicos forenses?diría Mercedes Doretti desde Nueva York-. La academia nos miraba de reojo porque decían que no era un trabajo científico. Con poco más de veinte años, empleados mal pagos de empleos absurdos, estudiantes de una carrera que no los preparaba para un destino que de todos modos no podían sospechar, pasaban los fines de semana en cementerios de suburbio, cavando en la boca todavía fresca de las tumbas jóvenes bajo la mirada de los familiares. -La relación con los familiares de los desaparecidos la tuvimos desde el principio –diría Luis Fondebrider-. Teníamos la edad que tenían sus hijos en el momento de desaparecer y nos tenían un cariño muy especial. Y estaba el hecho de que nosotros tocábamos a sus muertos. Tocar los muertos crea una relación especial con la gente.12 La creación como EAAF es de 1987 en la que se establece como organización no gubernamental de carácter científico cuyo objetivo es aplicar la antropología forense a los casos de violencia de Estado y delitos de lesa humanidad. Su fin es entonces la recuperación de los cuerpos o sus restos, restituir su identidad y entregarlos a los familiares. Pero sin duda su objetivo abona a lo dicho por Snow, en cuanto a que sus resultados “impedirán a futuros revisionistas negar lo que realmente pasó. Cada vez que recuperamos un esqueleto de una persona joven con un orificio de bala en la nuca, se hace más difícil venir con argumentos.”13 12 13 Guerriero (2010), p. 3. Ibid., p. 4. 31 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “Los equipos de antropología forense en América Latina” Silvia Dutrénit Bielous Esta creación constituye sin duda el momento disparador de lo que en adelante se irá convirtiendo en la creación de otros equipos nacionales, con el apoyo en algunos contextos de la AAAS y con la reiterada asistencia del EAAF. En Argentina comenzaron a trabajar en un cementerio en el norte de la provincia de Buenos Aires, desplazando a sepultureros que con palas mecánicas y sin oficio destruían evidencias. “Hasta el momento, llevan realizadas más de mil exhumaciones, determinaron 446 identidades y restituyeron a sus padres los cuerpos de 247 personas que, así, dejaron de ser desaparecidas”.14 La evolución del EAAF contribuyó a una nueva posición de la antropología forense como práctica científica indispensable para la documentación de las violaciones de los derechos humanos producidas por la represión y la violencia políticas. Muy rápido fue su desarrollo y repercusión regional e internacional. Desde los ochenta han sido convocados a distintos países de América Latina y en la década siguiente comienzan a colaborar en Asia y Europa. Desde entonces y a un cuarto de siglo de su fundación se advierte que sus logros muestran una incidencia no solo real sino también simbólica para documentar los delitos. Ello tanto porque ha suministrado evidencias útiles en procesos penales, Comisiones Especiales de Investigación y Tribunales Internacionales correspondientes, como en la promoción de redes internacionales que multiplican su trabajo en el esclarecimiento de esas violaciones, aunque no de manera exclusiva en casos de represión y violencia políticas. Esto último ha sucedido en México porque no sólo integrantes del EAAF han sido requeridos en cierto momento para la búsqueda de los restos de Rosendo Radilla, desaparecido en los años setenta, sino que también han llegado para dilucidar desapariciones recientes de personas en Ciudad Juárez y Chihuahua.15 Con el tiempo se van formando en diferentes países otros grupos establecidos como ONG similar al EAAF, tal como la Fundación de antropología Forense de Guatemala (FAFG) o el Grupo de Investigaciones de Arqueología Forense de Uruguay (GIAF)16 e, inclusive, desde 2003 se identifican redes o asociaciones de los equipos latinoamericanos como la Asociación Latinoamericana de Antropología Forense (ALAF).17 14 La Nación (2011). Las solicitudes han provenido de instancias gubernamentales y no gubernamentales. 16 Dependiente de la universidad 17 “En el 2002 creamos la Asociación Latinoamericana de Antropología Forense (ALAF), y esta entidad la creamos entre los argentinos, peruanos, colombianos y nosotros, también un venezolano. Este año nos toca volver a tener el congreso aquí en Guatemala, la última semana de octubre. Tenemos un Congreso anual, donde es un intercambio de experiencias, pero también de investigaciones. Una parte muy académica de sistemas de investigación y de intercambio”. Suasnavar (2012). Véase http://alafforense.org/ 15 32 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “Los equipos de antropología forense en América Latina” Silvia Dutrénit Bielous Sin embargo, no todos han sido equipos creados en estas coyunturas. En Chile lo que se conoce genéricamente como equipo de antropología forense es parte del Servicio Médico Legal (SML), y su dependencia del Estado data de mucho tiempo. Se recuerda su actuación durante la coyuntura del golpe de 1973 cuando recibía los decenas y cientos de cuerpos de ejecutados. En ese entonces, los servicios estatales vieron modificados en forma radical los procedimientos de la investigación por muertes violentas. En la investigación de algunos episodios se ha dado a conocer que el SML junto al Servicio de Registro Civil e Identificación, el Cementerio General de Santiago y las fiscalías militares, habían constituido un “verdadero circuito burocrático de la muerte”. Tal como afirman Dinges y Bonnefoy, en ese clima de represión, fuerte control autoritario y miedo generalizado, algunos de los funcionarios adulteraron la realidad de los crímenes además de falsear muchas veces la identidad de las víctimas.18 En tal sentido, se recuerda el caso emblemático de Lonquén en 1978 en el que estuvieron involucradas algunas de estas dependencias. El caso refiere a los restos de 15 hombres que fueron encontrados en el horno de Lonquén (isla de Maipo) y que habían desaparecido en 1973. Dos años más tarde, mientras sesionaba la Tercera Comisión de la Asamblea General de las Naciones Unidas, el delegado de Chile declaró que "muchos de los presuntos desaparecidos no tienen existencia legal". El descubrimiento de los restos en 1978, en lo que se describe como “Trozos de cráneos amarillentos, con huellas de cuero cabelludo; pelos sueltos, negros; ropas desgarradas en las que se reconoce un blue jeans, un chaleco de hombre…”, impugnó esa declaración y conmovió a los familiares y a sectores de la sociedad. Por esa razón el régimen procuró borrar las huellas.19 Esta postura se reforzó, se hizo todavía más drástica con la operación “Retiro de televisores”. Dada la experiencia visible de Lonquén, había que redoblar esfuerzos para desaparecer definitivamente a los ya desaparecidos. De ahí el mensaje encriptado de Pinochet dando la orden de exhumar y remover restos ubicados en diferentes sitios para hacerlos desaparecer definitivamente con su lanzamiento al mar.20 18 Apoyado en Dinges y Bonnefoy (2012), p. 2. “Una vez terminada la investigación, los familiares de los quince pidieron que se les entregaran los cuerpos para sepultarlos. Sin embargo, aunque el Fiscal Militar Gonzalo Salazar ordenó entregar los restos de las víctimas a sus familias, los restos fueron sacados esa noche del Instituto Médico Legal en forma subrepticia y fueron enterrados en una fosa común con el fin de evitar cualquier tipo de demostración contra un régimen que en repetidas ocasiones había declarado que los detenidos desaparecidos eran un invento de la izquierda… Lonquén, sin embargo, comprobó que al contrario de lo que decían las altas cúpulas del régimen, los detenidos desaparecidos no solamente tenían nombre y apellido, pero en este caso habían muerto bajo circunstancias extrañas y sus cuerpos habían sido ocultados”. El caso de Lonquén” en Memoria Viva tomado de http://www.derechoschile.com 19 20 Oliva García (2004). 33 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “Los equipos de antropología forense en América Latina” Silvia Dutrénit Bielous Al llegar Patricio Aylwin en 1990 a la presidencia se comienzan a gestionar políticas para el esclarecimiento y la reparación. Así toma fuerza la localización de los detenidos desaparecidos, tarea que continúa hasta el presente así como la identificación de los restos humanos. Para esta labor se mantiene el SML en una situación visiblemente distinta. Vale aclarar, que los resultados de su trabajo han tenido diversas repercusiones como cuando se evidenciaron sus limitaciones técnicas y científicas: en el 2006, se confirmaron las graves fallas en la identificación de unos cuerpos exhumados por el mismo SML en 1991. Esto implicó que restos que restos que erróneamente habían sido identificados por algunas familias, fueran finalmente recibidos por sus familiares legítimos.21 No obstante este episodio, se han ido afinando científicamente los procedimientos cuyos resultados permiten tanto la localización como la identificación de los restos y proporcionar elementos que ilustren sobre las prácticas represivas. El año 2012 exhibió estos avances; asimismo se advierte cierto cambio en la relación de confianza entre los familiares y el SML.22 Esto último se da en contextos muy complejos, tensos y de emociones encontradas al contener episodios de identificación de restos, entrega de los mismos a sus familiares o exhumación para determinar cómo fueron las posibles circunstancias de la muerte. Así lo expresan integrantes del EAAF: ‘Para los familiares es, por un lado, un momento muy terrible, porque tienen la certeza de que esa persona fue asesinada. Pero, por el otro, sienten cierta paz después de tantos años de incertidumbre. Ahora saben qué pasó, dónde estuvieron, tienen los restos, pueden enterrarlos, tener una sepultura y visitarlos, además de reinsertar en la sociedad a ese ser querido que había perdido su identidad’, expresa [Luis] Fondebrider. ‘Son momentos muy difíciles, de una carga emocional muy fuerte. Pero sabemos que es algo importante para las familias, que influye en su proceso de duelo. En general los familiares se muestran muy agradecidos con nosotros y eso nos da aliento para seguir. Más allá de que somos peritos ante la Justicia, son momentos en los que uno entiende por qué está haciendo esto’, agrega [Silvana]Turner.23 Estos momentos de emoción no han sido ajenos al Uruguay aunque la localización de los restos es todavía muy pequeña en proporción al número de desaparecidos. El grupo de 21 22 23 Centro de Estudios Miguel Enríquez-ArchivoChile (2006). Confróntese La Nación (2012) y véase nota 11. La Nación (2011). 34 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “Los equipos de antropología forense en América Latina” Silvia Dutrénit Bielous expertos que lleva adelante, el GIAF, está integrado por universitarios que trabajan en el Departamento de Arqueología de la Facultad de Humanidades de la Universidad de la República (UdelaR). Su creación en 2005 está directamente relacionada con el cambio de la política de Estado sobre la revisión del pasado. Es decir, desde el momento en que se decide oficialmente comenzar la búsqueda de los detenidos desaparecidos y se establece mediante un acuerdo con la Presidencia de la República. Sin duda se trata de una conformación tardía respecto a la recuperación democrática de 1985; ello se debió al impedimento legal instaurado en diciembre de 1986 mediante la ley de Caducidad. Una serie de episodios se suceden entre aquel año y 2005 por los cuales se dio por cumplido el mandato del art. 4to.24 sin resultado alguno. Se plantea un nuevo intento de hacerlo que comienza con un procedimiento más comprometido en tanto busca desentrañar cómo fueron los hechos y ubicar a las víctimas además de investigar sobre el periodo denominado oficialmente como “terrorismo de Estado”. El propósito fue también el de armar un relato documentado sobre ese periodo.25 El GIAF inició entonces su labor aun cuando el zigzagueo oficial no ha estado ausente y no ha favorecido el trabajo continuo. Además a esta situación se suma la dificultad que supone buscar a los desaparecidos cuando se encuentran indicios de lo que más de un militar ha dicho: la existencia de la “Operación zanahoria”. Esta operación al igual que la de “Retiro de televisores” habría significado la exhumación de los cuerpos de los detenidos desaparecidos casi sobre el final de la dictadura, su cremación y, posteriormente, la desaparición de las cenizas al ser tiradas al Río de la Plata. Sin embargo y pese a los datos, contenidos en un informe militar entregado al presidente Tabaré Vázquez, que son novedosos al tiempo que engañosos, el trabajo del GIAF avanzó esclareciendo algunos casos. Las excavaciones llevadas a cabo posibilitaron, a finales de 2005, ubicar los primeros restos y meses después se encontraron otros.26 En esta 24 “Sin perjuicio de lo dispuesto en los artículos precedentes, el Juez de la causa remitirá al Poder Ejecutivo testimonio de las denuncias presentadas […] relativas a personas presuntamente detenidas en operaciones militares o policiales y desaparecidas, así como de menores presuntamente secuestrados en similares condiciones”. “El Poder Ejecutivo dispondrá de inmediato las investigaciones destinadas al esclarecimiento de estos hechos.” República Oriental del Uruguay/Poder Legislativo (1986). 25 Ese relato quedó plasmado en Presidencia de la República (2007). 26 “Chávez Sosa, sindicalista y militante comunista, había sido secuestrado y torturado durante la dictadura uruguaya (19731985). La Fuerza Aérea Uruguaya entregó un informe al presidente Tabaré Vázquez, en él reconocía la muerte por torturas del desaparecido e informó que había sido enterrado en una chacra de Pando”. Clarín.com (2006). “Fernando Miranda era militante del Partido Comunista y profesor titular de Derecho Civil de la Universidad de la República… El hallazgo y confirmación de la identidad implantó un signo de interrogación acerca de la veracidad de los informes entregados por militares a la Comisión para la Paz y por el comandante en jefe del Ejército al presidente Tabaré Vázquez. En el primer caso, los datos aportados por 35 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “Los equipos de antropología forense en América Latina” Silvia Dutrénit Bielous búsqueda, que pone en evidencia los claroscuros de la política oficial mediada por distintas presiones militares y civiles, se encontraron restos de otro desaparecido en diciembre de 201127 y uno más en marzo de 2012.28 En el último bimestre de 2012 se obtuvo nueva información sobre la posibilidad de hallar más restos, lo que determinó la reactivación de las excavaciones.29 Una parte del delito es el ocultamiento y el ejercicio de la arqueología es enunciarlo como una hipótesis. La Llamada ‘operación Zanahoria’ fue parte del ocultamiento… La Comisión para la Paz… en su Informe Final del año 2003, comunicó que los restos de los detenidos desaparecidos, muertos a partir de 1973, fueron exhumados a fines de 1984 , incinerados y arrojados a Río de la Plata. Las investigaciones realizadas por el GIAF a partir de 2005, demostraron que no en todos los casos este procedimiento tuvo efecto.30 Sin duda es posible afirmar que el trabajo del GIAF también constituye un antes y un después en la historia reciente uruguaya, no tanto por el número de hallazgos sino por la comprobación material, a partir de los cuatro restos humanos encontrados, de que hubo desaparecidos producto de la represión, que ésta se potencia con las huellas de tortura determinadas y con la ejecución de las víctimas identificadas por los expertos. En Guatemala la historia reciente registra desapariciones forzadas masivas, sucedidas durante el prolongado conflicto y como consecuencia de una práctica represiva cuya responsabilidad recae en el ámbito estatal, ya sea en forma diecta por parte de su personal o por grupos que operaron bajo su complicidad. El conflicto en este país se inició en los años sesenta y se extendió por más de 3 décadas; cubriendo toda su geografía. En especial entre 1981 y 1983 el ejército guatemalteco desata una estrategia contrainsurgente que deja como resultado más de 600 masacres. Esta práctica delictiva constituye parte esencial de lo que ha sido caracterizado como el genocidio contra los pueblos indígenas. militares señalaron que los restos de Fernando Miranda fueron inhumados en el Batallón Nº 14, exhumados, incinerados y arrojados al Río de la Plata en 1984. En el segundo caso, el informe del Ejército señaló que los restos fueron inhumados en el Batallón Nº 14, exhumados, cremados y esparcidos en la zona”. La República en la Red (2006). 27 En su informe determinó que el maestro Julio Castro, detenido en 1976, había muerto en la tortura. El hallazgo de sus restos dan prueba de ello pero también de que fue ejecutado. La Comisión también concluyó que su cuerpo, como el de otros detenidos, había sido exhumado, incinerado y arrojado al Río de la Plata como parte de la “Operación Zanahoria”. Lo dicho sobre Castro fue ratificado en un informe de las Fuerzas Armadas en 2005. Confróntese El Observador.com (2011). 28 Detenido el 15 de enero de 1978 “… Según la Comisión para la Paz murió el 3 de febrero, como consecuencia de las torturas”. El Observador. com (2012). 29 LaRed21 (2012). 36 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “Los equipos de antropología forense en América Latina” Silvia Dutrénit Bielous En el informe de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico (CEH) se asienta que “… el Ejército identificó a grupos del pueblo maya como el enemigo interno, porque consideraba que constituían o podían constituir la base de apoyo de la guerrilla, en cuanto sustento material, cantera de reclutamiento y lugar para esconder sus filas”.31 Esta situación hace que no resulte extraño por ejemplo que “De 29 instalaciones militares investigadas por la FAFG, se han encontrado restos humanos en 25”.32 La magnitud de lo acontecido despertó numerosas demandas por ubicar a los desaparecidos, lo que impuso una búsqueda en los años del conflicto a cargo de personal no especializado. Fue en los años noventa cuando comenzó el trabajo de antropólogos, aún antes de que se concretaran los Acuerdos de Paz. Este trabajo pionero fue realizado conjuntamente por el antropólogo Clyde Snow, los expertos del EAAF y de Guatemala. “Tres objetivos movían a estos investigadores: recabar elementos de prueba que permitieran la persecución penal de los responsables del genocidio y las desapariciones forzadas. Intentar descubrir el destino final de los desaparecidos, devolviendo así su identidad a miles de osamentas. Y finalmente, contribuir a la construcción de la memoria histórica de un país tentado por la amnesia y la negación”.33 El grupo de expertos guatemaltecos se constituyó como Equipo de Antropología Forense de Guatemala en 1992 (EAFG) y posteriormente, en 1997, se transformó en la Fundación de Antropología Forense de Guatemala. Los obstáculos no son pocos dado el alcance de la tragedia humana, la diversidad de formas en que se ejecutaron los delitos, la variedad de las formas de desaparición e inhumación (militar, paramilitar y civil) y la extensión de los hechos en un territorio afectado totalmente. “Cuando iniciamos a hacer exhumaciones en Guatemala, estaba aún vigente el Código Procesal Penal anterior, y la única figura que existía dentro de esto era la del médico forense. Entonces, los antropólogos participaban en ese proceso como auxiliares de la investigación del médico forense. Era el médico forense a quien se le entregaba el informe, y era él quien tenía que presentarlo. En 1994 cambió el Código Procesal Penal, y con eso se creó la figura de los peritos y expertos, lo cual vino a otorgar independencia a los 30 31 32 Nadal (2011), p. 117. CEH (1999) p. 41. Escalón (2012). 37 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “Los equipos de antropología forense en América Latina” Silvia Dutrénit Bielous antropólogos para poder realizar su propio trabajo y entregar directamente a la fiscalía o al juzgado, según quien lo pidiera, sus dictámenes”.34 Hasta el momento la FAFG han podido examinar más de 1,400 sitios que registran las huellas de la violencia desatada. Entre ellas la que relata una integrante del EAAF: “A mí lo que sí me marcó un antes y un después fue El Petén, en Guatemala. Ahí en 1982 un pelotón del ejército ejecutó a cientos de pobladores. Nosotros sacamos ciento sesenta y dos cuerpos. En su mayoría chicos menores de doce años. Y no tenían heridas de bala porque para ahorrar proyectiles les daban la cabeza contra el borde del pozo y los arrojaban. Llega un momento que te acostumbras a los huesitos chiquitos, porque son muy lindos, hermosos, perfectos.”35 Sin embargo en México, las desapariciones por la represión política de aquellas décadas se concentra en algunas zonas del vasto territorio, aun cuando existen casos dispersos. Como se le ha tipificado en instancias internacionales, Atoyac de Álvarez en el estado de Guerrero representa la población más afectada por los delitos de lesa humanidad; cerca de 450 son las desapariciones y en todo el estado la cifra llegaría a 800 según la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos y Víctimas de Violaciones a los Derechos Humanos en México (AFADEM). Por tanto no es casual que el caso que determinó un fallo condenatorio al Estado mexicano por parte de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CoIDH), corresponda al de una desaparición en esa localidad. La sentencia emitida en 2009 (caso 12.511 Rosendo Radilla) obliga al Estado a conducir la investigación y los procesos penales en relación con la detención y su desaparición y a continuar con la búsqueda de sus restos. Para el 2009, México había dado un viraje en su versión sobre su pasado represivo en el que la represión política provocó crímenes que aún se mantienen sin esclarecer. Esa inflexión se dio entre 2001 (informe de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, CNDH) y 2002 (creación FEMOSPP) pero no generó una política de ejecución consecuente con la aceptación de esa nueva versión. La Fiscalía tendió líneas de trabajo para develar los crímenes, ubicar los restos de los desaparecidos y conducir a la justicia a quienes resultaran responsables. Sus resultados fueron poco considerables. Apenas se fincaron evidencias 33 34 Ibid. Suasnavar (2012). 38 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “Los equipos de antropología forense en América Latina” Silvia Dutrénit Bielous sobre dos casos en un volumen de muchos cientos de víctimas.36 Los mismos no requirieron del trabajo de excavación de predios. La información de los lugareños de El Ototal hizo posible la ubicación de sus restos y posterior identificación. En este proceso gestionado desde el Ministerio Público de la FEMOSPP en 2005, intervinieron en el peritaje para su identificación tanto el Instituto de Investigaciones Antropológicas (Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM) como la Unidad de Medicina Genómica del Hospital General de México.37 Fue a partir de la creciente incidencia internacional del caso Radilla cuando la Procuraduría General de la República (PGR) procedió a la exploración del posible lugar de enterramiento. Los procedimientos utilizados se realizaron en distintos momentos y con diferentes instrumentos técnicos, y fueron apreciados como poco cuidadosos por expertos de otros países. Durante las primeras excavaciones realizadas en 2008 en lo que fue el cuartel militar de Atoyac de Álvarez, se oyeron distintas opiniones de integrantes de organizaciones de la sociedad civil, en particular de la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos (CMDPDH), en las que se argumentó sobre la necesidad previa de una investigación exhaustiva, con criterios antropológicos, documentos de inteligencia y partes militares para determinar con mayor probabilidad la zona de la inhumación. Incluso se indicó que para hacer efectiva la búsqueda se requerían mapas de la estructura que tenía el cuartel de Atoyac en los setenta. En un sentido similar se pronunció la integrante del EAAF quien consideró que se trabajaba en condiciones difíciles, no se permitía tomar fotos, efectuar mediciones o utilizar simplemente una excavadora. Además explicó que lo más correcto era cavar trincheras de manera sistemática por todas las hectáreas que ocupaba el cuartel militar.38 México no cuenta con un equipo independiente de la PGR que desarrolle en forma sistemática el trabajo como se efectúa en otros países, para contribuir a esclarecer la 35 Guerriero (2010), pp. 12-13. Exp. PGR/FEMOSPP/054/2002. 37 “Se concluyó que los restos pertenecen a Rosas Pérez y Mesino Martínez, quienes al momento de su desaparición tenían 21 y 24 años de edad, respectivamente. De acuerdo con el funcionario, sus restos ‘presentaban huellas de haber sido muertos por causas violentas’, ya que se encontraron evidencias de que recibieron disparos en el cráneo, lo que es una prueba de que los activistas fueron ejecutados extralegalmente”. El Siglo de Torreón (2006). 38 Confróntese Menéndez (2008) y Ocampo Arista y Castillo García (2008). 36 39 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “Los equipos de antropología forense en América Latina” Silvia Dutrénit Bielous situación de las víctimas de la represión y la violencia políticas del siglo pasado.39 Tampoco lo que realiza la PGR como responsable de la búsqueda evidencia una tarea sistemática. Es posible que esta ausencia se deba a la falta de voluntad política gubernamental en el sentido de crear las condiciones adecuadas para avanzar con efectividad en la indagación de los restos de los desaparecidos. Lo realizado siempre ha estado en manos de la PGR, la que eventualmente ha convocado a expertos universitarios mexicanos y al EAAF. No obstante, tal como señalo una experta argentina que participó en calidad de perito, existieron omisiones y errores en la estrategia de la búsqueda, como así también en las excavaciones. En el año 2010, se presentó otra coyuntura de reactivación, y durante unos pocos días, se procedió a excavar. Nuevamente lo realizado estuvo a cargo de la PGR y los familiares de Rosendo Radilla fueron acompañados por un integrante de la FAFG, quien fungió como perito por parte de la coadyuvancia. Ello posibilitó que presentara observaciones y recomendaciones. Vale señalar algunas de las observaciones formuladas: “…destaca el hecho de que en esta diligencia la PGR se limitara a trabajar únicamente en zonas que habían sido ya excavadas previamente, aunque con ampliaciones; además de que se trata de zonas que pertenecían a áreas sociales o visibles de lo que fuera el cuartel militar de Atoyac de Álvarez, lo cual, conforme a la experiencia, reduce las probabilidades de realizar algún hallazgo de restos óseos. Cabe recordar que dicha observación ya había sido formulada años antes por parte del Equipo Argentino de Antropología Forense, durante su intervención en la primera etapa de excavaciones en el año de 2008”. 40 Las investigaciones mediante excavaciones siguen sin ofrecer resultados. En 2011 se reactivó dicho proceso en condiciones diferentes debido a la aplicación de un escaneo del subsuelo con un geo-radar y la intervención de personal especializado del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), quienes fueron habilitados como peritos de la Representación Social de la Federación. El propósito como mencionó la PGR era dar cumplimiento a la sentencia de la CoIDH de 2009 y en ese sentido se afirmó que la excavación había sido realizada en “todos los puntos críticos que resultaron de la inspección 39 En 2008 los familiares estuvieron acompañados por el Equipo Mexicano de Identificación Humana, (EMIH). Cabe señalar que hasta el momento no se ha encontrado información sobre la EMIH que exhiba una presencia activa para el caso de las víctimas de la “guerra sucia”. 40 La Jornada de Guerrero (2010). 40 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “Los equipos de antropología forense en América Latina” Silvia Dutrénit Bielous ministerial, donde se atendieron las zonas marcadas con alta, mediana y baja probabilidad del resultado del escaneo…” 41 Los hallazgos han sido nulos tanto para el caso sentenciado por la CoIDH en contra del Estado mexicano como para los cientos de desaparecidos de esa pequeña población. En México no se aprecian avances en el esclarecimiento de los hechos y en particular, en la ubicación de las víctimas como se ha ido dando en otros países. Lo dicho no debe entenderse como un resultado satisfactorio en los otros países respecto al volumen de víctimas que la represión y violencia políticas de aquellas décadas dejaron. Por eso Atoyac sigue siendo “la tierra de las ausencias” en donde desde hace más de 30 años sus pobladores buscan a los suyos.42 Conclusiones Han transcurrido 25 años desde la constitución del EAAF. Esta trama de la historia reciente latinoamericana está crecientemente marcada por la actuación de los equipos de antropología forense relacionados con el esclarecimiento de las violaciones de los derechos humanos del pasado y en especial con la herencia de los delitos de lesa humanidad. El momento fundacional fue novedoso tanto para Argentina como para los otros países donde se replicó la experiencia. Tal como lo evidencian los itinerarios nacionales de estos casos narrados a manera de ejemplo, una más intensa actividad de los EAF, incluso de su conformación o readecuación para cumplir con el objetivo disparador del EAAF, depende de distintos y complejos condicionantes. La constitución y actividad de los equipos está íntimamente relacionada con una mayor voluntad política gubernamental por dilucidar los hechos del pasado, como en Argentina, no obstante parece vincularse también con el grado de convencimiento y las posibilidades de decisión de los expertos, en condiciones contextuales que no siempre le son favorables. Sin duda, en aquellos países en los que estos equipos intervienen, se han dado cambios significativos, no sólo por los hallazgos de cuerpos y restos humanos, sino también por lo 41 42 Apoyado en La Razón (2011). Gómez Durán (2011). 41 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “Los equipos de antropología forense en América Latina” Silvia Dutrénit Bielous que sus posteriores investigaciones permiten conocer e intepretar de las prácticas represivas. Sus logros dilucidan información acumulada por otras instancias, avanzan en cuanto evidencias reales del pasado delictivo, aportan en el cumplimiento del derecho a la verdad que toda persona tiene y reconfortan afectivamente a los familiares. El aporte trasciende la documentación de evidencias al suministrar pruebas útiles en procesos penales, Comisiones Especiales de Investigación y Tribunales Internacionales para procesos de esclarecimiento. Aún más, sus resultados imponen un cambio en la narrativa que se tenía sobre aquellos hechos delictivos. A pesar de todos estos aportes las ausencias y la opacidad de los hechos que condujeron a ellas persisten. El esclarecimiento de lo que ocurrió a miles de víctimas en la región sigue siendo una deuda de los Estados involucrados y afectados. Ello también significa una situación traumática y permanentemente dolorosa para los familiares de aquellos desaparecidos. 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Buenos Aires, Argentina “Los equipos de antropología forense en América Latina” Silvia Dutrénit Bielous Palabras clave Key words Equipos de Antropología Forense Forensic Anthropology Teams Represión y violencia poíticas Repression and political violence Detenidos desaparecidos Missing prisoners Esclarecimiento Clarifying 52 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina ARTÍCULOS OFENSIVA CONTRA LA JUDICIALIZACIÓN DE LOS CRÍMENES DE LESA HUMANIDAD. ¿UN APORTE A LA DEMOCRACIA? Ana Buriano Castro1 Resumen Desde una mirada histórica el artículo nos muestra el paralelismo y simultaneidad de la ofensiva teórica antipunitivista con el oscilante desempeño de algunos Estados y sus órganos de justicia aun después de removidos los obstáculos jurídicos que sostenían la imposibilidad de juzgar a los perpetradores. La mirada se concentrará en Uruguay país que realizó avances significativos al calor del juicio internacional que en su contra _sería más adecuado decir en su favor_ realizaron Juan Gelman y su nieta Macarena. Luego de esos avances el país parece sumido en una parálisis judicial que tiende a configurar una especie de impunidad de facto. Abstract Offensive against the prosecution of crimes against humanity: a contribution to democracy? From a historical perspective, this paper notes the parallelism and simultaneity of the offensive anti-criminalization rhetoric with the oscillating performance of some states and their justice organisms even after the legal barriers that sustained the impossibility of prosecuting the perpetrators had been removed. The paper focuses on Uruguay, a country that has made significant advances in the heat of the international opinions against it –of perhaps it would be more appropriate to say in its favor- that were made by Juan Gelman and his granddaughter Macarena. After these developments, the country seems mired in legal paralysis that tends to enable a kind of de facto impunity. 1 Profesora Investigadora Titular, Instituto Mora. Doctora en Estudios Latinoamericanos, docente a nivel superior. Investigadora Nacional. Sus líneas de investigación se centran en el análisis del pensamiento político latinoamericano del siglo XIX y en América Latina: perspectivas comparadas, siglo XX. Es autora de libros, capítulos, artículos y ponencias, así como textos relativos a la historia conosureña contemporánea. Entre sus últimas publicaciones:; “Derechos, trauma social y restitución. Sincronía y unicidad: el caso de Uruguay”, Andamios. No. 18, México 2012, pp. 89-116; “Ley de caducidad en Uruguay y esencia ético política de la izquierda”. Perfiles Latinoamericanos, No. 38, México 2011, pp. 173-203; El “espíritu nacional” del Ecuador católico: artículos selectos de El Nacional, 1872-1875. México, Instituto Mora, 2011; “En las redes del agio y la diplomacia: Francisco de Paula Pastor, representante de Ecuador en México, 1832-1864”, Revista Mexicana de Política Exterior, núm. 88, feb. 2010, (coaut.); “La construcción historiográfica de la nación ecuatoriana en los textos tempranos” en La nación y su historia: América Latina, siglo XIX, Guillermo Palacios, coord., México, Colmex, 2009. Mail: [email protected] 53 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2013. Buenos Aires, Argentina “Ofensiva contra la judicialización de los crímenes de Lesa Humanidad”. Ana Buriano Castro Introducción Existe pesimismo en cuanto a su futuro (De Greiff, 2012, pp. 21-22), la memoria y los derechos humanos ocupan un lugar central en la agenda pública de la región. El “nunca más” convertido en consigna de valor taumatúrgico y profiláctico, repetido en distintos tiempos y circunstancias, parece demostrar que la memoria ha resultado insuficiente para conjurar la trasgresión a los derechos inherentes a los humanos. Muchos confían del rol de la justicia en su tarea de condenar las violaciones de los regímenes burocrático autoritarios de los años 60- 80. Consideran que en la actualidad hay una falta de respeto hacia los derechos humanos y una escasa cultura de la tolerancia que impide la construcción de “memorias colectivas aceptadas por amplias mayorías” capaces de convertirse en el germen para la construcción de las nuevas identidades democráticas del futuro: “un legado de violaciones a los derechos humanos sigue reverberando en la escena pública” (Sznadjer y Roníger, 2007: 194-195). Podemos encontrar coincidencia en la crítica si esta se reduce a la capacidad univoca de la justicia para resolver el problema de resocializar a aquellos grupos humanos que han estado sometidos a experiencias traumáticas, en tanto se la conciba como una “solución unidimensional” que judicialice el problema en lugar de politizarlo. (Sznadjer y Roniger, 2007) Pero resulta que esa no ha sido la tendencia dominante en la región. Por el contrario, los regímenes transicionales y pos transicionales han manifestado una marcada preferencia por la contraposición de los derechos, cuyo restablecimiento no ha sido temporalmente sincrónico y unívoco. Y en esta selección de derechos restablecidos la aplicación del derecho penal no ha sido precisamente la solución preferida. Por el contrario, existe un reconocimiento de que los estados han priorizado otras medidas reparatorias de los miles de víctimas emanadas del conflicto regional: comisiones de la verdad con límites y acotamientos estrictos en cuanto a su capacidad investigativa y de judicialización, así como reparaciones morales y materiales. En un examen objetivo la justicia no sale beneficiada en el marco reparatorio de las políticas estatales, con la particular excepción del caso argentino. Otros casos tan diversos como los de Brasil y países de América Central, también nos permiten albergar algunas esperanzas. (Abrao, 2012: 18-39; Solís, Ma. Eugenia, 2012: 118-125). 54 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2013. Buenos Aires, Argentina “Ofensiva contra la judicialización de los crímenes de Lesa Humanidad”. Ana Buriano Castro Desde el inicio de los tránsitos, y en el seno de los países involucrados en este pasado de horror, se inició una dura lucha en torno a los mecanismos idóneos para resocializar a los inculpados sobre nuevas bases. Mayoritariamente -sin desconocer que la generalización oculta distintas realidades-, predominó la idea de que el silencio y la mirada perdida hacia el vacío era la forma de lograr la superación de realidades políticas inestables, generando democracias tuteladas, en las que los perpetradores de los crímenes mantenían el poder, las armas y mucha información sobre las complicidades civiles que habían alimentado su pasaje por los oscuros episodios nacionales y transcontinentales. Todos los derechos siguieron conculcados en épocas en las que las leyes de amnistía se sucedieron en la región: a las autoamnistías brasilera y chilena del 78, le siguieron en los 80 las casi cronológicamente paralelas leyes de Obediencia Debida y Punto Final argentinas, la de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado en Uruguay, la autoamnistía peruana del 95, y nuevos intentos frustrados en Guatemala y Perú. El largo proceso de desmonte de estos marcos amnistiantes exigió largas batallas en cada uno de los países que, en mayor o menos medida, renacieron a la vida democrática con amplias zonas de oscuridad y con la elaboración de complejos relatos hoy desacreditados. Relatos que pretendieron ocultar el carácter terrorista de los Estados de la época, y reducirlo a la mera contingencia del accionar de grupos al margen de la sociedad. La parálisis en la judicialización posibilitada por las amnistías estuvo acompañada en algunos casos por la formación de Comisiones de la Verdad oficiales y en otros por la conculcación total de este derecho bajo la premisa de que la verdad puede “resultar tan conflictiva como el ejercicio de la justicia” según afirmó el ex presidente uruguayo Julio Ma. Sanguinetti (Sanguinetti, 1991: 78). Con ello, aludía a la supuesta capacidad de ambos términos para afectar la reunificación nacional concebida como una reconciliación posible a partir de hacer tabla rasa del pasado, cual se intentó en Uruguay, Brasil y otros países. Por demás está explicar que en esos casos donde no sólo la justicia sino también la verdad fueron concebidos como potencialmente peligrosos se impuso el silencio y la transmisión intergeneracional de las experiencias históricas acumuladas en esos periodos fue virtualmente inexistente o quedó encapsulada en el ámbito grupal sin trascendencia pública. En muchos lugares se dio curso a los procesos de reparación económica y material a través de la restitución de destituidos, leyes jubilatorias, compensaciones por periodos de prisión, 55 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “Ofensiva contra la judicialización de los crímenes de Lesa Humanidad”. Ana Buriano Castro atención médica, etc., medidas obligatorias que les parecieron menos gravosas a Estados olvidadizos que la asunción plena de su responsabilidad en la restitución integral y sincrónica del paquete humanitario. Fueron las transformaciones de la sensibilidad, los cambios en la orientación política de los gobiernos, las acciones detonantes de la justicia internacional y la brega incansable de los familiares y emprendedores en cada país los encargados de remover los obstáculos que prometían sumir el pasado en el silencio y recomponer las sociedades bajo el esquema renaniano de “comunidades del olvido”. No es el objetivo de este artículo reseñar los avances que en materia de memoria, verdad, justicia y reparación caracterizaron el inicio del nuevo siglo. Cierto es que al golpe de las condenas del sistema interamericano las leyes de amnistía fueron removidas en escenarios extraordinariamente variados. Ello permitió ampliar el espectro de la judicialización a distintos ritmos: muy altos en Argentina, considerables en Chile y Perú, lentos en Uruguay, aún inexistentes en Brasil y ni qué decir en Centroamérica. Se abrieron también espacios de verdad y aun países que no daban curso a la creación de comisiones las fueron estableciendo, como ocurrió en Uruguay en 2000 y en Brasil recientemente. Algunos archivos, pocos aún, ayudaron a la búsqueda de respuestas judiciales, humanitarias y fundamentalmente a establecer el sentido histórico de la verdad sobre aquellos regímenes. Los equipos de antropología forense realizaron hallazgos esclarecedores de los esquemas represivos utilizados y echaron por tierra falsos relatos y testimonios. Se erigieron lugares de la memoria: museos, placas recordatorias, memoriales y algunos Estados se vieron obligados a reconocerse responsables de ese pasado por las sentencias interamericanas que sus incumplimientos les acarrearon. Sin querer presentar un panorama idílico, quizá podría decirse que transcurridos los primeros años del nuevo siglo la etapa parecía cerrarse con un panorama alentador que permitiría esperar avances en algunos países o inicios de recuperación de otros que, como Brasil, apenas inician el trámite. En los últimos años y a medida que los casos que no encontraron resolución en el ámbito nacional y comenzaron a alcanzarla en el sistema interamericano han proliferado voces, desde la política y diversos campos disciplinares, que acusan al sistema de impulsar una absolutización del punitivismo al que caracterizan incluso como “deriva neopunitivista” en el 56 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “Ofensiva contra la judicialización de los crímenes de Lesa Humanidad”. Ana Buriano Castro sentido de “una explosión de nuevas figuras penales” y “una lluvia de interpretaciones judiciales que extienden el ámbito de la responsabilidad penal más allá de lo razonable” y a todos los espacios territoriales (Pastor, 2005: 73). Estas críticas que atacan tanto las sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos como las de las jurisdicciones nacionales y les asignan responsabilidad en el “desprestigio” de los derechos humanos se expanden hacia el ámbito de la democracia. Así varios trabajos relativamente reciente de Roberto Gargarella (2011, a, b) han tomado el caso Gelman vs. Uruguay como el ejemplo de la vocación invasiva del sistema interamericano ya no sólo sobre las soberanías nacionales sino sobre las expresiones deliberativas de las democracias latinoamericanas, a partir de la propuesta que la sentencia implica que “la democracia debe arrodillarse frente al Derecho internacional, que a su vez es interpretado por una elite de personas a las que ni conocemos” (Gargarella, 2011, a). Estas posiciones han suscitado lógicamente un gran debate que se sustancia en el ámbito de la Filosofía del Derecho. Desde este campo, con distintos enfoques, énfasis y agudeza han polemizado Javier de Luca (2009), Leonardo Filippini (2005 y 2011), Marcelo Ferreira (2011) y otros. El presente artículo escapa a estos enfoques aunque se asienta en esta polémica. Su intención es, desde una mirada histórica, establecer el paralelismo y simultaneidad de esta ofensiva teórica antipunitivista con el oscilante desempeño de algunos Estados y sus órganos de justicia aún después de removidos los obstáculos jurídicos que sostenían la imposibilidad de juzgar a los perpetradores. La mirada se concentrará precisamente en Uruguay país que realizó avances significativos al calor del juicio internacional que en su contra _sería más preciso decir en su favor_ realizaron Juan Gelman y su nieta Macarena. No deja de ser sorprendente que la crítica teórica contra las sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos escoja para desarrollar su argumentación casos tan emblemáticos por su criminalidad como el de Gelman,1 y que su argumentación se finque en la voluntad ciudadana de no juzgar a aquellos agentes del Estado dictatorial que, en el marco de la Operación Cóndor, trasladaron ilegalmente a una jovencita de 19 años desde 1 No lo es menos el caso Barrios Altos que elige Pastor con el mismo objetivo, aunque podría disculparse la selección en función del objetivo de contraponerlo con otros crímenes de menor grado, por ejemplo Bulacio. (Pastor, 2005) 57 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “Ofensiva contra la judicialización de los crímenes de Lesa Humanidad”. Ana Buriano Castro Argentina a Uruguay con el sólo objeto de esperar su parto, asesinarla y robarle su hija recién nacida, para regalarla luego (venderla quizá) a un funcionario policial. Las disciplinas científicas y académicas “no se confunden con la política o la moral sin embargo, las propias ciencias humanas tienen finalidades ligadas con los valores” (Todorov, 2002). Sin que esta reflexión constituya un reproche no puede negarse que existe algo en la argumentación que lastima esencias últimas y profundas de lo humano. En su disculpa, puede pensarse que finalmente el filósofo del Derecho atisbó en el caso la violación a un sistema de valores cívicos superior, cual es la democracia deliberativa, que le permitió abstraerse de la magnitud de la ofensa social que contiene ese crimen. Así queremos entenderlo y a ello se aplicarán las siguientes páginas. Uruguay ¿un paraíso antipunitivista? Uruguay ha sido uno de los países que se aferró con más fuerza a los marcos amnistiantes para beneficiar a los criminales de lesa humanidad. Quizá podría pensarse que el país es una especie de paraíso para aquellos teóricos del Derecho que promueven formas más civilizadas de convivencia y rechazan el punitivismo como forma de reproche estatal a quienes transgreden las normas, rechazo compartido desde muchos ámbitos y especialidades, pero que no ha logrado permear aún el derecho occidental que no ha encontrado otra forma de sustanciar el reproche. Cierto es que en dos instancias el soberano se manifestó contrario a desactivar, ya fuera por la vía de la derogación, en el referendum de 1989 o de la anulación, en el plebiscito de 2009, la ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado responsable de haber evitado durante un cuarto de siglo no sólo la penalización sino la investigación y el establecimiento de la verdad sobre los crímenes cometidos entre 1973 y 1985. Existen sin embargo fuertes evidencias que contradicen la visión paradisiaca del pequeño país del sur. Aunque Latinobarómetro ubica a Uruguay como uno de los países más pacíficos del continente con índices de criminalidad de 6 cada 100 000 la percepción social sobre la seguridad ciudadana está radicalmente trastocada a partir de la politización del tema y su tratamiento mediático. (Lagos, Dammert, 2011) Todos los estudios estadísticos constatan una estabilidad en la edad en que se cometen los delitos que no ha variado en mucho tiempo. Sin embargo, la derecha uruguaya, encabezada por el sector Vamos Uruguay que lidera Pedro Bordaberry, ha promovido la idea de que el incremento de los 58 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “Ofensiva contra la judicialización de los crímenes de Lesa Humanidad”. Ana Buriano Castro índices de criminalidad proviene de la minoridad infractora, en una clara política de criminalización de la juventud. De esta manera obtuvo apoyo ciudadano para plebiscitar una ley que baja en la edad de imputabilidad a 16 años en un plebiscito que se sustanciará en octubre de 2014 junto con a las elecciones nacionales. Elecciones que en este contexto tienen ya establecido el centro del desiderátum: la seguridad. Recientes encuestas de noviembre de 2012 recabadas por el Grupo Cifra (Encuesta Cifra, 2012), -una de las principales encuestadoras nacionales-, constataron que el apoyo ciudadano a esta modificación constitucional escaló 10 puntos en pocos meses para situarse en un 64%. Este incremento del número de partidarios de penalizar a los menores parece provenir de los votantes frenteamplistas donde la propuesta alcanzó el 50% de apoyo. Por otra parte esa opinión se ha mantenido constante pese a las advertencias de UNICEF en el sentido de que un triunfo de esta consulta sería considerado violatorio de los compromisos del Estado uruguayo con la comunidad internacional, ratificados en 1990 con el reconocimiento de la Convención de los Derechos del Niño. ¿Cómo compaginar entonces estos resultados con la voluntad ciudadana de mantener a los criminales de lesa humanidad a salvo de la punitividad estatal? ¿Tendrá acaso algo que ver con la democracia deliberativa? Realmente no y el problema se finca efectivamente en el ámbito de la capacidad de los Estados para lograr el pleno restablecimiento del Estado de derecho en el curso de las transiciones. Diríamos más, entre la larga permanencia de la ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado y el incremento de la voluntad ciudadana para penalizar a los menores infractores existe una recta conexión. Parece entonces cierta la apreciación de que la impunidad se vuelve una cultura que impregna a la sociedad toda y contribuye a los altos índices de violencia en la región. (Jo-Marie Burt, 2012: 61) Los legados del autoritarismo y el largo correlato de impunidad imprimieron marcas sociales cuya superación exige un consenso en torno a la restitución de la temporalidad de los derechos. Quizá este sea un indicio del efecto que ejerce la exclusión de los derechos fundamentales del pasado sobre la prometida unicidad futura de los mismos, política que, en muy distinta medida, fue sostenida por los elencos gobernantes uruguayos. Queremos enfatizar la diferencia, el “en muy en distinta medida” pues sería absolutamente 59 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “Ofensiva contra la judicialización de los crímenes de Lesa Humanidad”. Ana Buriano Castro injusto comparar las políticas estatales en materia de derechos humanos impulsadas por Sanguinetti o la administración del Partido Nacional con la frenteamplista establecida a partir de 2005. Hay que valorar como más dañina para la reconstitución del tejido social traumatizado el largo periodo de impunidad que inició en diciembre de 1986 con la aprobación de la ley de amnistía y que recién culminó en octubre del año pasado con la aprobación parlamentaria de la ley 18 831 que restablece la pretensión punitiva estatal, que los éxitos en los intentos refundacionales de la dictadura. Este largo periodo durante el cual el Estado negó a las víctimas y sus familiares el derecho a la justicia y a la verdad, y aun a conocer el destino de los menores secuestrados, imprimió un mensaje en el tejido social. La derrota del emprendimiento por derogar en referendum la Ley de Caducidad en 1989 tuvo un significado trágico para los destinos nacionales. Sanguinetti se erigió en el adalid de la victoria, le puso candado al pasado, vaticinó que el tema se extinguiría con la muerte las partes y que la historia -concebida como la gran recolectora de la basura de los tiempos- se encargaría del hecho. (Buriano, 2011: 179) Entonces el silencio ganó las calles, los tribunales y las sobremesas familiares uruguayas tan importantes, hasta entonces, para garantizar la transmisión intergeneracional de las experiencias, particularmente de las políticas (Dutrenit, 1991: 123). Diferente fue el panorama del gobierno frenteamplista. En su IV Congreso Extraordinario “Héctor Rodríguez” celebrado en diciembre de 2003 el Frente Amplio (FA) -que había modificado su esencia constitutiva y realizado ajustes programáticos que lo acercaban al centro del espectro político-, no logró conjuntar una posición favorable a la anulación de la Ley de Caducidad (Cores, 2004; Jaffé, 2008: 84-87). Sin embargo, la administración de Vázquez aprovechó algunos resquicios existentes en el artículo 4to. de la ley que permitieron aplicar la justicia penal a algunos pocos mandos militares y civiles responsables de gravísimos crímenes; así como establecer ciertas medidas para iniciar el camino al restablecimiento del derecho a la verdad. Una investigación histórica confiada a la Universidad de la República y a un equipo de antropología forense de esta misma casa logró dar a conocer algunos archivos que permitieron asentar una primera semblanza de la magnitud que había alcanzado el terror sistemático del Estado aplicado contra grupos políticos y sociales absolutamente desarmados. En tanto las excavaciones, con el hallazgo de dos cuerpos en instalaciones militares, permitieron desmentir la información que fuentes militares anónimas filtraron a la Comisión para la Paz en 2000 y que aseguraba la 60 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “Ofensiva contra la judicialización de los crímenes de Lesa Humanidad”. Ana Buriano Castro inhumación y cremación clandestina de todos los asesinados. Con desprecio de las evidencias las fuerzas armadas siguieron manteniendo un espíritu de cuerpo que no sólo les impidió aceptar su responsabilidad, revelar el paradero de los desaparecidos, sino también apelar a un perdón social, difícil pero no imposible. Tampoco la administración logró definir una política clara en el sentido de depurarlas de elementos comprometidos con violaciones a los derechos humanos. Así veinte años después de finalizada la dictadura se descorría el primer velo de verdad y justicia, negado hasta entonces por la ley de impunidad. Sin embargo los avances eran magros y ella seguía rigiendo e impidiendo el trámite de una cantidad de denuncias, pues las que habían prosperado lo hicieron en el marco de algunas excepciones dejadas por el artículo 4to. de la ley 15 848, es decir: los delitos cometidos por civiles, por los mandos, los delitos económicos, aquellos crímenes fuera del territorio nacional y el secuestro de menores. Todos los demás casos, como desapariciones forzadas, muertes en tortura o la tortura misma seguían amparados en la impunidad. El tema pretendió ser laudado con la detención de las principales figuras y algunos resquicios de verdad histórica. El plebiscito de octubre de 2009 Cuando, en 2007, se decidió convocar al plebiscito anulatorio, avanzaba en la CIDH una demanda contra el Estado uruguayo fincada por Juan y Macarena Gelman en el 2006, presentada luego de haberse agotado las instancias judiciales nacionales que archivaron el caso de la desaparición forzada de María Claudia García de Gelman y el secuestro de su hija recién nacida en Uruguay. Pese a que el Estado uruguayo pudo haber detenido esta demanda en el ámbito de la Comisión Interamericana y dar curso a la desactivación legislativa de la ley no lo hizo. Hay que resaltar que la coalición progresista reunía mayorías parlamentarias suficientes para derogarla sin el concurso de los votos de otras fracciones. Los promotores del plebiscito, nucleados en torno a la Coordinadora Nacional por la Nulidad de la Ley2, esgrimían a favor de su realización los cambios en el contexto mundial, 2 La Coordinadora, presidida por Eduardo Galeano, fue conformada por una serie de organizaciones sociales, políticas, el PITSNT, SERPAJ, la FEUU, el FUCVAN, Amnistía Internacional, personalidades de la cultura y las artes, legisladores frenteamplista, personalidades provenientes de los partidos Nacional y Colorado e integrantes de Familiares a nivel individual pues no esta organización no logró consenso para un pronunciamiento pleno. 61 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “Ofensiva contra la judicialización de los crímenes de Lesa Humanidad”. Ana Buriano Castro continental y nacional en materia de derechos humanos, la aparición de nuevas fuentes documentales sobre el terror de Estado inexistentes en 1989, la presencia de una generación ciudadana que no había logrado expresarse antes y a la que se le legaba un futuro no saneado. Este emprendimiento enfrentó una férrea oposición de algunos sectores frenteamplistas. Los argumentos manejados nada tuvieron que ver con una oposición ilustrada a la restauración de un marco punitivo para los criminales de lesa humanidad. Quizá el más doctrinario de los fundamentos tuvo que ver con el acatamiento a la voluntad ciudadana expresada en el referendum de 1989. Los demás fueron mucho más vulgares y coyunturales. El de más peso quizá haya sido el electoral, pues como se había expresado en el IV Congreso la coalición progresista, “podía renunciar a todo menos a la victoria” (Fernández Huidobro, 2005) en la convicción de que la evocación de los crímenes del pasado restaba votos al FA. Corresponde establecer que V Congreso Ordinario del FA “Líber Seregni”, en diciembre 2007 revisó su posición y apoyó el plebiscito. Aunque la decisión significaba un giro radical, en pocos casos las fuerzas políticas frenteamplistas se incorporaron a la campaña de recolección de firmas para plebiscitar la anulación y menos aún se pronunciaron en sus actos en torno al tema de derechos humanos, que fueron grandes ausentes en la campaña electoral, considerados como un competidor inválido y espurio a los propósitos del FA por mantenerse en el poder. Como es sabido este plebiscito tampoco consiguió anular la ley, aunque logró casi un 48% del electorado. Hubieran hecho falta 46.000 voluntades más para lograr el objetivo. Excede el espacio de este artículo el análisis de las características de ambos emprendimientos, el del 89 y el del 09 y de sus resultados. Se pudo comprobar que el voto por la nulidad fue mayoritario aunque no exclusivamente frenteamplista. El escrutinio reveló un importante cruce de votos, lamentablemente no cuantificados con exactitud, entre los votantes de los partidos tradicionales y la papeleta rosa por la anulación de la ley. En sentido contrario mostró también una alta cantidad de votantes frenteamplistas que sustrajeron la papeleta rosada (correspondiente a la anulación de la ley) del sobre de votación. Este hecho podría dar lugar a una apreciación equivocada de la independencia del votante frente a su partido, más bien parecería demostrar una sumisión del votante a los lineamientos sectoriales de la coalición donde muchas fuerzas políticas instruyeron a sus 62 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “Ofensiva contra la judicialización de los crímenes de Lesa Humanidad”. Ana Buriano Castro votantes en torno a la peligrosidad de votar este emprendimiento. Una aproximación cuantitativa y cualitativa a estos resultados pueden consultarse en un reciente trabajo (Buriano, 2011: 185-192). No puede desestimarse tampoco el papel que jugó en este nuevo fracaso el carácter confuso de las normas que la Corte Electoral uruguaya estableció para este plebiscito. El votante no pudo expresarse en torno a su voluntad de NO anular la ley. Simplemente se estableció que la omisión de la papeleta rosa en el sobre de votación equivalía a la expresión de esta voluntad negativa. Existió así un número indeterminado de votantes que frente a esta forma insólita pueden haber pensado que simplemente se abstenía cuando realmente expresaban un voto negativo a anular la ley. Muchas miradas de los emprendedores se centraron entonces hacia dentro de las propias filas partidarias y no exclusivamente en la campaña mediática, la derecha o el temor ciudadano, como había ocurrido veinte años antes. Ello introdujo los gérmenes de un lento alejamiento de las organizaciones sociales y la coalición; cuestionó el ámbito de gestión de las demandas relativas a los derechos humanos y la esencia ético-doctrinal de la izquierda partidaria que mostró algunas aristas en “voto enojado” de las elecciones municipales de 2010 y cuyo alcance podrá en todo caso ser valorado en su real dimensión en la próximas elecciones nacionales de 2014 (Buriano, 11:195). La extensión alcanzada por la votación en torno a la anulación donde casi la mitad de los ciudadanos habían expresado su voluntad afirmativa sentaba un ánimo social diferente al de 1989. Pocos días antes la Suprema Corte de Justicia (SCJ) había declarado la inconstitucionalidad de la ley para un caso concreto y ello habría un panorama estimulante para poder fincar en ese antecedente los reclamos de justicia. Al mismo tiempo el fallo de la Corte uruguaya admitía los pactos sobre la dignidad humana aprobados por la comunidad internacional como comprendidos dentro del artículo 72 de la Carta Magna. Esta misma Corte nacional, por cierto antes que la Interamericana, se expresó también en torno al valor nulo reafirmante que tenían las consultas ciudadanas para dar cobertura de constitucionalidad a una ley viciada de origen “por transgredir normas o principios sagrados o reconocidos por la Carta" (Proyecto, 2010). Uruguay y la sentencia del caso Gelman Es en este clima y ante los resultados negativos del plebiscito que la CIDH dio curso a la demanda de Juan y Macarena Gelman y la situó a la Corte Interamericana de Derechos 63 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “Ofensiva contra la judicialización de los crímenes de Lesa Humanidad”. Ana Buriano Castro Humanos. Realmente Uruguay pudo nuevamente haber evitado la condena si hubiera tomado las medidas parlamentarias necesarias para hacerlo. Pero una vez más obturó esta salida airosa. En el seno de la coalición frenteamplista se manejó un proyecto de ley Interpretativa de la Caducidad que dejaba sin efecto los artículos inconstitucionales de la ley 15 848. Esta ley tuvo un trámite desafortunado en las Cámaras y cayó en parálisis legislativa a partir del momento en que algunos senadores de la coalición FA, pertenecientes a las mismas fracciones que se encargaron de sustraer la papeleta rosada en el plebiscito de 2009, se negaron a aprobar sus cláusulas. En medio de estas vacilaciones el país recibió la sentencia de la Corte Interamericano de Derechos Humanos, el 24 de febrero de 2011, que está en la base de la crítica de los teóricos del antipunitivismo (OEA. Corte Interamericana de Derechos Humanos, 2011). Escapa al objetivo de este artículo analizar la sentencia, labor que cumplen ampliamente los especialistas referidos en el artículo. El objeto del mismo es mostrar su efecto sobre la realidad uruguaya. En meses anteriores, y de forma paralela a la sentencia condenatoria del sistema interamericano, la SCJ apresuró algunos juicios y declaró la inconstitucionalidad de la ley para 25 casos de desaparición forzada y muerte en tortura. Los juzgados penales decretaron el procesamiento de ocho militares, entre ellos un general en actividad al mando de una región militar del país. El apresuramiento en los juicios tenía que ver con el peligro de prescripción de los crímenes cuyo plazo extremo se cumplía el 30 de noviembre de 2011 ya que finalmente el marco político humanitario interamericano no está plenamente integrado a la legislación nacional. Al mismo tiempo el FA -motivado por la tan criticada sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos que lo instaba a garantizar que le ley de Caducidad “no vuelva a representar un obstáculo para la investigación de los hechos materia de autos y para la identificación y, si procede, sanción de los responsables de los mismos” (OEA, Corte Interamericano de Derechos Humanos, 2011)_ reactivó los intentos parlamentarios para hacer las modificaciones que permitieran algún grado de cumplimiento. Nuevamente ellas se vieron truncadas en este caso por la intervención directa del Presidente de la República y el Vicepresidente que se presentaron ante la bancada en el propio recinto de las Cámaras 64 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “Ofensiva contra la judicialización de los crímenes de Lesa Humanidad”. Ana Buriano Castro para presionar a los parlamentarios en el sentido de no votar la ley con el consiguiente incremento de la crisis política dentro de la coalición. Ello coincidió también con una marcada actividad corporativa de las Fuerzas Armadas, a través de amenazas a jueces, fiscales y abogados y fundamentalmente por medio de chantajes a través de la publicación de documentos comprometedores para las más altas figuras del gobierno. Corresponde señalar también que el presidente Mujica anuló todos los actos administrativos con que sus predecesores ampararon las denuncias en la ley de Caducidad y que ello abrió curso a una verdadera lluvia de acciones judiciales que no han prosperado hasta el momento. Finalmente, al filo de la prescripción de los delitos, el 27 de octubre de 2011 se arbitró una solución a través de la ley 18 831 que restablece la pretensión punitiva del Estado, extiende los plazos procesales restando de su cómputo el periodo en que la justicia estuvo impedida de actuar entre diciembre de 1986 y la fecha de la entrada en vigor de la nueva ley y califica los delitos cometidos durante el periodo dictatorial como crímenes de lesa humanidad de acuerdo a los tratados internacionales reconocidos por la República (Uruguay. Ley 18 831, 2011). Durante el presente año de 2012, el Estado uruguayo cumplió gran parte de los requisitos de la sentencia, a través de un reconocimiento público de responsabilidad del Ejecutivo y estableciendo otros medios de reparación moral y material, hechos que valora Filippini (2011) como altamente positivos (Filippini, 2011). Lejos de una visión optimista se aprecian verdaderos obstáculos que devienen tanto de un gobierno no proclive a la aplicación de la justicia, de un Poder Judicial que actúa con distintas trabas y voluntad fluctuante y que no ha incorporado plenamente el marco jurídico del sistema internacional a su legislación interna. Con pocas y muy honrosas excepciones, las sedes penales siguen aplicando el derecho interno, condenan delitos de lesa humanidad bajo la figura de “homicidio especialmente agravado” susceptible de prescripción, pese a que Uruguay adhirió, en 1995, a la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas cuyo artículo III establece el carácter continuado o permanente del delito mientras no se establezca el destino o paradero de la víctima. El Estado también reconoció lo establecido en el Estatuto de Roma en lo relativo a crímenes de lesa humanidad. Así, a pesar de la ley 18 831 la mayoría de los Tribunales de Apelaciones han revertido fallos y si bien algunas sedes han aplicado la imprescriptibilidad ella se encuentra sometida a casación ante la SCJ sin que este órgano se expida al respecto. Esas apelaciones 65 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “Ofensiva contra la judicialización de los crímenes de Lesa Humanidad”. Ana Buriano Castro congelan los juicios y no es exagerado afirmar que se vive un periodo de impunidad de facto. Una verdadera contraofensiva judicial se libra en el país en estos momentos destinada a resistir la imprescriptibilidad de los delitos y a oponerse a tipificarlos como desaparición forzada. Otros signos preocupantes oscurecen más aún el panorama nacional. Desde altos cargos del Poder Ejecutivo aparecen signos claros de obstrucción a la justicia. Entre ellos negativas a habilitar pruebas u obtener fotos de los lugares de tortura, lentitud en la puesta a disposición de los archivos e insólitas exculpaciones de militares procesados. No se arbitra tampoco una ley de archivos que permita su consulta expedita. En tanto continuaron las investigaciones históricas y las excavaciones de los antropólogos forenses hallaron una víctima más, con visibles signos de haber sido ajusticiada. Los déficits del debate democrático uruguayo La sentencia de la Corte IDH en Gelman vs. Uruguay hizo una contribución importante a la salud del sistema democrático uruguayo, más allá de las reparaciones concretas para el caso: obligó al Estado a reconocer su responsabilidad internacional, impulsó al Ejecutivo a desarchivar las denuncias, promovió la continuidad de la búsqueda de los cuerpos y en su marco, el 4 de junio del presente año, el Estado reconoció su actuación ilegítima durante el periodo de excepción a través de la entrega de un certificado de reconocimiento a cada una de las víctimas o sus familiares. Estas y otras acciones de reparación están claramente al margen de la justicia penal y ninguna de ellas estaba impedida por ley alguna. Fue sin embargo necesario que se emitiera la sentencia para poner fin a la inacción de más de un cuarto de siglo. En el plano de la punitividad la aprobación de la ley 18 831 parece culminar un largo y pesadillesco proceso para dar curso al pleno restablecimiento del Estado de Derecho condicionado, claro está, a que la SCJ no declare su inconstitucionalidad. Como lo muestran algunos estudios estadísticos, como los de Sikkink, los juicios contra las violaciones a los derechos humanos están asociados a la consolidación de la democracia, al fortalecimiento del Estado de Derecho, la disminución de los conflictos y mejoran el tratamiento de los derechos en un ámbito regional e internacional mediante mecanismos complejos en los que se mezclan, en dosis variadas, tanto la disuasión y sanción como la socialización y las huellas inscritas en la memoria colectiva. (Sikkink, 2011, a y Sikkink, 2011, b: 61) 66 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “Ofensiva contra la judicialización de los crímenes de Lesa Humanidad”. Ana Buriano Castro Existen sin embargo marcadas evidencias de una voluntad de revertir el proceso de avances. Ellas no devienen solamente de la demora de algunos órganos del Judicial para expedirse en torno a las apelaciones de los abogados defensores sino en la ausencia sostenida de un clima deliberativo. Con distinta intencionalidad, a través de las décadas transcurridas desde el restablecimiento de la democracia, el discurso del poder presentó el pasado de horror como una carga de la que había que deshacerse rápido para dar curso a un presente de reconciliación. Sanguinetti fue el principal promotor de estas propuestas con sus reiterados llamados a “no tener los ojos en la nuca” y a “dar vuelta la página” sin verdad ni justicia. En 2000, cuando Jorge Batlle instauró la Comisión para la Paz y ella emitió su Informe Final estableció que contenía “las conclusiones definitivas”, expresión de una voluntad gubernamental por cerrar el pasado doloroso con esas páginas y esas verdades. “Verdades” que en muchos casos fueron desmentidas y desacreditadas por nuevos hallazgos. Aunque la primera administración frenteamplista cambió radicalmente la política en materia de derechos humanos, también participó de la obsesión de la clase política uruguaya de cerrar el pasado con la poca verdad y justicia alcanzada en medio de las trabas de la Caducidad. Nos referimos a un desafortunado intento del presidente Vázquez de establecer, con sentido de reconciliación nacional, el Día del Nunca más en la acepción de “nunca más intolerancia y violencia entre uruguayos”. La iniciativa no prosperó, generó incomodidad en múltiples sectores y aclaraciones de la organización de Familiares que debieron recordarle que Nunca más hacía referencia al terror de Estado. Esta obsesión se reiteró en la actual presidencia de José Mujica quien proyectó un discurso que alude a su escasa vocación de cargar las pesadas “mochilas del pasado”, en la intención de otorgar prisión domiciliaria a los procesados mayores de 70 años (la absoluta mayoría de ellos), que manifiesta preferencias temporales por los derechos del futuro frente a los del pasado, que subordina los derechos a la suerte electoral de la coalición frenteamplista y otras expresiones indicativas de que Uruguay no ha logrado hacer la ecuación hacia el futuro que propone Arendt (1996). El país no ha podido “resemantizar la temporalidad y percibir el pasado como fuerza y no como carga, a fin de sumar el tiempo y sus valores a la tarea de la reconstitución democrática del tejido social”. (Buriano, 2012: 106) 67 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “Ofensiva contra la judicialización de los crímenes de Lesa Humanidad”. Ana Buriano Castro Uruguay sigue sin saber qué hacer con su pasado traumático y se debe como sociedad un debate abierto que, pese a las dos instancias de democracia directa, no pudo tener una sociedad atenazada ya por las amenazas de la restauración militar en el referéndum de 1989 o por el temor inducido a hipotecar la victoria del FA en el plebiscito de 2009. Las expresiones de democracia directa por sí mismas no son garantía de deliberación ciudadana. Ni tampoco capaces de salvaguardar el respeto de unas minorías (el 48% del electorado) que, aun hoy, siguen reclamando verdad y justicia. Seguramente ese debate no le permitirá alcanzar un consenso ni la sociedad uruguaya podrá articular un único relato nacional. Logrará en cambio alguna decantación de ese pasado y extraerá premisas que serán socialmente más útiles que las reconciliaciones impuestas o el silencio de la abstinencia acusatoria que promueven los teóricos del antipunitivismo y que por otra parte, ha sido la mala solución que ha primado en el país. La sociedad uruguaya podrá debatir entre las bondades de la justicia reparadora o de la retributiva. Ojalá pueda lograr este objetivo hacia el plebiscito de octubre de 2014 y ojalá también las voces antipunitivistas hacia los delitos de lesa humanidad se escuchen entonces en beneficio de la minoridad infractora. Bibliografía Abrao, Paulo (2012), “[Exposición en el Panel inaugural del Coloquio Hacer justicia: nuevos debates sobre el juzgamiento de crímenes de lesa humanidad: compilación de exposiciones], Buenos Aires, 12-15 de marzo, CELS, ICTJ, pp.18-39. http://www.cels.org.ar/common/documentos/Hacer%20justicia%20cuadernillo.pdf. Consultado: 2.11.2012 Arendt, H. 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Ana Buriano Castro Palabras clave Key words Delitos de lesa humanidad Crimes against humanity Antipunitivismo Anti-criminalization Democracia Democracy Uruguay Uruguay 72 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina AVANCES DE INVESTIGACIÓN VERDAD Y JUSTICIA EN LA CONSTRUCCIÓN DE UNA DEMOCRACIA SUSTENTABLE Luciana Bertoia1 Resumen Gran parte de los países de la región han sufrido en décadas pasadas terrorismo de Estado. El presente trabajo se refiere a las diferentes maneras en que los mismos Estados Nacionales –una vez advenida la democracia- han dado respuesta a esta situación. Tanto las denominadas “Comisiones de la Verdad” como así también los procesos judiciales, han mostrado ser instrumentos útiles a la hora de encarar las transiciones democráticas. La autora, nos explica la importancia de ambos procesos para construir una mirada sobre la realidad pero también un Estado de Derecho. Summary Many of the countries in the region have suffered decades of state terrorism. This paper deals with the different ways in which the United National advented-once-democracy have responded to this situation. Both the so-called "Truth Commission" as well as judicial proceedings, have shown to be useful tools in addressing democratic transitions. The author explains the importance of both processes to build a look on reality but also the rule of law. Agarrar todas las palabras, pisarlas Y que salgan a otra luz, a otra boca. Qué vuelen en la desposesión. Qué empiecen otra vez. Juan Gelman Los países de la región que salieron de una dictadura en los años ’80 vieron la necesidad de tramitar el pasado plagado de crímenes. Frente a ese pasado, los Estados podían tener diferentes objetivos para dar respuesta a la situación planteada: Podían tener intenciones de 1 Periodista. Egresada de la Maestría en Derechos Humanos y Democratización- UNSAM. Mail: [email protected] 73 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “Justicia y verdad en la construcción de una democracia sustentable” Luciana Bertoia castigar a los perpetradores, reparar por los daños padecidos, rendir homenaje a las víctimas, evitar la reiteración de esos abusos y/ o buscar establecer la verdad sobre lo sucedido. Ante esas posibilidades, las comisiones de verdad deben ser pensadas como una vía para tramitar ese pasado pero no como la única ni la más efectiva. Muchas veces detrás de la fachada de estas comisiones se parapetó la idea de una “Verdad sin Justicia”, en la que la impunidad se mostró como un grave escollo para la reconstrucción de un Estado de derecho. Este debate ha tomado actualidad en los últimos meses pues Brasil se plantea la puesta en práctica de una Comisión de Verdad, a 27 años del fin de la dictadura. Este trabajo postulará la idea de que una verdad sin justicia no sienta las bases para la consecución de una democracia sustentable1. Por el contrario. Se examinará la experiencia transicional argentina- que puede catalogarse como “exitosa”- ya que supo combinar los tres elementos de la tríada Memoria, Verdad y Justicia. Verdad La creación de comisiones de verdad no es una práctica que se da únicamente en el Cono Sur. Por el contrario, el Centro Internacional para la Justicia Transicional estima que unos 30 países las han creado en los últimos años. Las comisiones de verdad son paneles de investigación, no judiciales e independientes. Sus miembros son designados para conducir una investigación sobre cuestiones de la historia reciente de un país, para proponer recomendaciones a las autoridades, que tiendan a evitar que se repitan esos crímenes. Generalmente, se elige a sus integrantes por ser referentes respetados por vastos sectores de la sociedad y porque son aceptados como neutrales, lo que asegurará que sus investigaciones y recomendaciones sean acogidas sin suspicacias.2 Priscilla Hayner entiende que existen cuatro características compartidas por las comisiones de verdad, que como veremos se comprueban en la experiencia argentina: 1- Sus investigaciones se centran en el pasado. 2- Investigan un patrón de abusos a lo largo de un determinado período. No indagan en un hecho concreto. 1 En este trabajo se tomarán como elementos de una democracia sustentable las ideas vertidas por el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, Ban Ki Moon, en el mensaje dado el 15 de septiembre de 2011, al conmemorarse el Día Internacional de la Democracia: Cada país debe darse su propio modelo democrático, la sociedad civil debe tener un rol firme y activo; debe haber un Estado de derecho sólido; transparencia y rendición de cuentas. Esto nos lleva en realidad a pensar una teoría de la democratización que tienda hacia la consecución de esos objetivos, a no ver la democracia como un punto de llegada, sino como un proceso. 74 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2013. Buenos Aires, Argentina “Verdad y justicia en la construcción de una democracia sustentable” Luciana Bertoia 3- Son organismos temporarios. Sus actividades pueden durar entre seis meses y dos años. 4- Tienen, en la mayoría de los casos, el aval oficial que les concede el Estado. Ese aval involucra un mejor acceso a las fuentes y mayor seguridad a la hora de conducir las pesquisas, así como implica un compromiso estatal de tomar seriamente las recomendaciones que incluirán los comisionados en su informe final (Hayner, 2008:41). A estas cuatro características, debe sumársele el hecho de que son creadas en períodos de transición desde regímenes autoritarios. La forma en la que se dé esa transición será fundamental para ver las potencialidades que entrañará la tramitación del pasado: ¿Con qué poder llegan quienes detentaban el gobierno y fueron responsables de los crímenes cometidos? ¿Pudieron negociar una amnistía que los ponga a resguardo de cualquier proceso penal? Es probable que en las transiciones pactadas, se acuerde la impunidad/inmunidad de los perpetradores. Como marca Marcelo Cavarozzi (1991, 87-88), la experiencia argentina fue diferente a la ensayada por Brasil, Chile y Uruguay. En esos tres países, los militares pudieron negociar algunos aspectos de las transiciones, en especial asegurar la amnistía 3 de aquellos involucrados en violaciones a los derechos humanos. Los militares argentinos, tras su aventura del Atlántico Sur y por conflictos internos en el régimen, vieron socavada esa posibilidad, lo que decisivamente influyó en la forma de tramitar el pasado. En Argentina, se eligió una vía penal y una “vía de verdad”. En el Cono Sur, existieron diferentes tipos de comisiones de verdad. En un ejercicio casi mecánico, podemos agruparlas entre las que fueron auspiciadas desde el Estado y las que 2 La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos sugiere que una comisión de verdad no es una estrategia válida para cualquier país o cualquier transición. Las decisiones sobre qué camino tomar deben ser producto del debate y del análisis de las circunstancias que se dan en cada país (OHCHR, 2006). 3 La dictadura brasileña (1964-1985) sancionó una Ley de Amnistía en 1979, que sigue vigente aún hoy. La dictadura chilena sancionó la suya en 1978. A diferencia de esos dos países, en Uruguay la Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado fue aprobada en 1986, al año siguiente del fin de la dictadura (1973-1985), pero ya había sido negociada en el Pacto del Club Naval (1984). Argentina sigue un camino inverso: Se decide que la justicia Federal juzgue a los represores, tras un intento fallido de que lo hicieran los tribunales militares. Se los condena y en el fallo, en el punto 30, se abre la posibilidad de avanzar en el proceso de juzgamiento hacia las cadenas de mando. La presión militar se incrementa y, en respuesta, se sancionan la Ley de Punto Final (1986) y la de Obediencia Debida (1987), que ponen coto a los procesos penales. 75 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “Verdad y justicia en la construcción de una democracia sustentable” Luciana Bertoia surgieron de iniciativas puras de la sociedad civil. Entre las primeras, podemos situar la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep), creada en 1983 en la Argentina. En Chile, se formó en abril de 1990 la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación (Rettig) para investigar los crímenes más graves cometidos por el régimen de Augusto Pinochet, especialmente las ejecuciones y desapariciones. En 2003, se designó la Comisión Valech para incluir dentro de los delitos investigados los casos de prisión política y aplicación de tormentos. En 2011, la llamada “Comisión Valech II” confeccionó nuevas listas e hizo una nueva clasificación de los delitos registrados. Entre las dos comisiones, hay diferencias que muestran cómo va tejiéndose la construcción de la memoria/verdad. En Rettig, se excluye tanto a sobrevivientes como represores, dejándose en claro que sólo se examinará lo que está inscripto en “el pasado”. La primera de todas las comisiones en ser creadas fue la de Bolivia. En octubre de 1982, el presidente Hernán Siles Zuazo creó la Comisión Nacional de Investigación de Desaparecidos, pero ésta terminó disolviéndose a los dos años y no concluyó en un informe. Entre las comisiones no oficiales, se pueden mencionar Brasil: Nunca Mais, que fue una iniciativa de organismos de Derechos Humanos y de las iglesias, como lo fue Uruguay: Nunca Más, llevada a cabo por el Servicio de Paz y Justicia (Serpaj) de ese país. En Uruguay, se había creado una comisión parlamentaria para investigar sólo las desapariciones forzadas de personas ocurridas durante la dictadura (1973-1985) pero habían quedado por fuera del objeto de la pesquisa los casos de torturas y de encarcelamiento, que fueron la forma más extendida que adquirió la represión en la República Oriental4. En 2000, el presidente Jorge Battle decidió la creación de la Comisión de Paz para investigar también casos de desapariciones. Es interesante ver las similitudes entre Brasil y Uruguay en lo que respecta a la tramitación del pasado. La Ley de Caducidad (1986) impidió el avance de las investigaciones de los crímenes cometidos durante la dictadura, a excepción de aquellos casos que el Poder Ejecutivo dejara por fuera de los alcances de esa norma. La Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte- IDH) sancionó en febrero de 2011 al país por la vigencia de esa Ley en lo que se conoce como el caso Gelman y llamó a que el Estado la elimine de su 4 En Uruguay, se registró un universo de 5.925 presos políticos entre 1973 y 1984. Uruguay fue el país con mayor proporción de presos políticos en el mundo si se tiene en cuenta que su población rondaba los tres millones de personas (Rico, 2009: 150151). 76 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “Verdad y justicia en la construcción de una democracia sustentable” Luciana Bertoia ordenamiento jurídico. Después de tensas discusiones aún en la progresista alianza gobernante, el Frente Amplio, se llegó el año pasado a una fórmula que la deja sin efecto. Brasil mantiene hasta hoy su ley de Amnistía (1979), a pesar de que la Corte- IDH sancionó en noviembre de 2010 al país por la vigencia de esa ley en el llamado caso Gómes Lund vs Brasil (guerrilla de Araguaia). Mientras la vía de la justicia sigue cerrada, Brasil se decidió a avanzar por la vía de la Verdad, que ya había sido transitada por la sociedad civil pero no desde el Estado. En noviembre del año pasado, la mandataria Dilma Rousseff promulgó la ley que crea la Comisión Nacional de Verdad, una iniciativa que provenía desde el gobierno de su antecesor Luiz Inácio da Silva pero se retomó con fuerza a la hora de la asunción de la Presidenta, una ex presa política de la dictadura. “Para que los hechos que mancharon nuestra historia nunca más vuelvan a ocurrir, es necesario que se conozca la verdad”, dijo Rousseff al momento de poner en vigor la ley. Sin embargo, como se mantiene en este trabajo, la Verdad es una condición necesaria pero no suficiente para crear los valores imprescindibles para la existencia de una democracia sólida y a largo plazo. Además, si bien pone en manifiesto una novedosa intención por parte del Estado, las comisiones de verdad se presentan como un mecanismo útil en tiempos de la transición y su utilidad, 27 años después del fin de la dictadura, se ve difusa. A excepción de que se piense en un concepto amplio de transición. Como en las transiciones la obligación fue dar respuestas5 a los crímenes del pasado, los Estados y las sociedades que no lo hicieron, pueden ser vistos como aún desandándola. En los casos de Brasil y Uruguay, se ve cómo se necesita tramitar el pasado, aunque sea a partir de la “averiguación de la verdad” cuando está cerrada la puerta de la justicia. Analizaremos a continuación la experiencia transicional argentina, que no estuvo ajena a tensiones y retrocesos. El caso argentino La Argentina salió en 1983 de la peor dictadura que reconocería su historia plagada de golpes militares. Los organismos de derechos humanos denunciaban la desaparición de miles de personas, el robo de cientos de niños y niñas, la tortura y el exilio de miles. Los 77 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “Verdad y justicia en la construcción de una democracia sustentable” Luciana Bertoia medios de comunicación empezaron a difundir las imágenes de fosas clandestinas y centros clandestinos de detención, sumado a testimonios desgarradores de sobrevivientes, que terminaron de alguna manera creando un consenso hacia el esclarecimiento o la “publicidad” de lo sucedido en los siete años que duró el denominado Proceso de Reorganización Nacional (1976-1983). Cinco días después de asumir, Raúl Alfonsín firmó el 15 de diciembre de 1983 el decreto 187, que promovía la creación de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep)6. Los organismos de derechos humanos, que aparecían en la transición investidos por un aura de autoridad moral7 por su labor durante la dictadura, reclamaban la creación de una comisión bicameral en el marco del Congreso Nacional, iniciativa rechazada por el Ejecutivo que planteaba que eso llevaría a una politización creciente que pondría en riesgo la aún muy inestable democracia (Crenzel, 2008: 60-61). La estrategia oficial no sólo buscaba una revisión del pasado despolitizada sino que también estuviera acotada en el tiempo. Sólo seis meses para dar curso a las denuncias y, después de eso, todos los esfuerzos deberían estar puestos en consolidar la convivencia democrática. Según el politólogo Marcos Novaro, la justificación estatal para crear la Conadep y no la Bicameral se basó en que ésta era una vía para evitar que se multiplicaran los actores estatales involucrados. De esta forma, la Conadep parecía corporizar la voz de la sociedad y dejar al Estado sumido en una aparente neutralidad o ajenidad para no poner en jaque el recientemente reconquistado régimen democrático (Novaro, 2011: 54). Como es sabido, la Conadep no logró concluir su trabajo en ese plazo, debió pedir una prórroga dada la afluencia de denuncias, y mucho menos se logró dar por clausurado el 5 Entre esas respuestas, se puede enumerar: la de investigar y proporcionar verdad; la de lograr el juicio y castigo a los responsables; la de reconocer la dignidad de las víctimas y la de avanzar sobre algún tipo de reparación. 6 La CONADEP fue una comisión de notables, atributo de las comisiones de verdad para Hayner. Estuvo compuesta por el escritor Ernesto Sábato, la periodista Magdalena Ruíz Guiñazú, el médico René Favaloro (no concluyó), Monseñor Jaime de Nevares, el rabino Marshall Meyer, el obispo Carlos Gattinoni y Graciela Fernández Meijide, referente de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH), entre otros. 7 Los organismos de Derechos Humanos, los familiares de las víctimas y algunos sectores de las iglesias fueron los primeros en alzar las voces para denunciar al régimen autoritario y lo hicieron en medio de la más feroz represión, cuando la mayor parte de los restantes actores se avenían al régimen u optaban por hacer caso omiso de sus arbitrariedades (O’Donnell, 2010: 98-99). O Donnell y y Philippe Schmitter insisten en que el prestigio adquirido por los activistas de Derechos Humanos debía entenderse dentro del fenómeno de “la recuperación de la dignidad personal” que se dio durante la transición. 78 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “Verdad y justicia en la construcción de una democracia sustentable” Luciana Bertoia tema. La Conadep remitió sus denuncias a la Justicia Federal. La Fiscalía que intervino en la conocida “causa 13” eligió 711 casos entre los 1081 incluidos en las causas elevadas por la Comisión, alrededor de un 8 por ciento del total de las denuncias que la Conadep había podido recoger. Como afirma Emilio Crenzel (2008, 102-103), la Conadep produjo efectos políticos y jurídicos de primer orden: 1- Elaboró un conocimiento novedoso sobre la dimensión de las desapariciones en la Argentina; 2- Conformó un corpus probatorio inédito para juzgar a los responsables (el testimonio recogido por la Conadep se convirtió en prueba jurídica para juzgar a los jefes militares en 1985); 3- Anuló la estrategia oficial de que los militares fueran juzgados por sus pares en tribunales militares. Además, una de las estrategias más interesantes que sacó a relucir la Conadep fue la utilización de los medios masivos de comunicación para que los testigos se acercaran y su tarea se viera legitimada. Aparece una idea allí de la publicidad que debe ser rescatada: hacer público para implicar. Los integrantes de la Conadep eligieron distintas vías de difusión de lo que constituía su trabajo, sus hallazgos. Hubo spots radiales llamando a declarar, conferencias de prensa con los sobrevivientes de los centros clandestinos de detención, tortura y exterminio (CCDTyE), pero lo que mayor publicidad logró fue la emisión del 4 de julio de 1984 del Programa “Nunca Más” por Canal 13. El programa que ofrecía testimonios de familiares y ex detenidos-desaparecidos alcanzó una audiencia de 1.640.000 personas. Ante ellos, la Conadep presentó a los desaparecidos resaltando sus datos identitarios básicos y su indefensión frente a un poder total. Al momento de la entrega del informe, el 20 de septiembre de 1984, la Comisión también decidió hacer un acto público que fue transmitido por televisión y por el que miles vieron cómo el escritor Ernesto Sábato depositaba en manos del presidente Alfonsín el trabajo de nueve meses. Pero qué quede claro. La estrategia de la Conadep no sólo pasó por implicar a la sociedad a través de los medios masivos. La entrega del informe fue acompañada por una movilización de unas 70 mil personas a Plaza de Mayo, donde la multitud- antes de que se cumpliera un año del fin de la dictadura que había sembrado el terror y el disciplinamiento social- exigió: “Después de la verdad, ahora la justicia”. Con esa consigna se explicitaba la 79 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “Verdad y justicia en la construcción de una democracia sustentable” Luciana Bertoia vía argentina hacia la justicia transicional: La verdad sirve para enterar a la sociedad, para sacarla de la parálisis en la que el miedo la había sumergido y romper las vendas que muchos se habían atado para no ver, pero no es suficiente. Hay que devolver las cosas a su lugar y la justicia debe servir para ello. Hay un cierto consenso en que la justicia penal puede constituir una de las herramientas más problemáticas para la transición; sin embargo, como se sostendrá en este trabajo, también aparece como una de las más efectivas a la hora de poner en práctica los mecanismos que permitan construir una democracia a largo plazo. Según Leonardo Filipinni (2011:19), la salida penal puede resultar compleja porque replica problemas del castigo y plantea la posibilidad de desestabilizar una democracia en formación, fantasma que acosaba al gobierno radical, como se ha mencionado. Más allá del interregno que significaron las Leyes de Obediencia Debida y Punto Final así como los indultos menemistas a los responsables, la sociedad argentina entendió que la persecución penal de los crímenes de lesa humanidad era la forma más apropiada de tramitar el pasado. La verdad no alcanzaba. Tal es el empeño que a 29 años del fin de la dictadura se están juzgando a los genocidas, tras la anulación de las Leyes de Impunidad en 2003 por parte del Congreso Nacional y el pronunciamiento en ese sentido de la Corte Suprema de Justicia en 2005. Como afirma Filippini, los actuales procesos penales contra los perpetradores no deben pensarse únicamente como una respuesta a los crímenes del pasado sino también como una respuesta a los años en que la impunidad se convirtió en patrón de conducta, atentando contra cualquier idea de un Estado de derecho democrático. Democracia Guillermo O’Donnell llama a pensar la democracia no en términos de régimen, que terminaría siendo un concepto estático, sino como un horizonte móvil, detrás del que hay que caminar día a día para alcanzarlo. Si esta idea fuera correcta, el politólogo afirma que deberíamos ir también detrás de una teoría de la democratización permanente, buscando cada día prácticas más democráticas, pero teniendo en cuenta que todos los avances dados no son irreversibles8 (O’Donnell, 2007: 174). Entonces, deberíamos volver la mirada hacia qué entendemos por democracia y por qué debemos perseguirla. 8 Como ejemplo de la reversibilidad de los avances en los procesos democratizantes, se puede incluir el hecho de que la Argentina logró en 1985 juzgar y condenar a las tres primeras Juntas Militares del Proceso de Reorganización Nacional, pero 80 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “Verdad y justicia en la construcción de una democracia sustentable” Luciana Bertoia El autor establece que el Estado de derecho es el puntal de toda democracia9 de buena calidad. Pero para alcanzar ese atributo, la democracia requiere de un Estado de derecho democrático que asegure los derechos políticos, las libertades civiles y los mecanismos de accountability que preservan la igualdad política de los ciudadanos y las ciudadanas y fijan límites a los abusos de poder estatales y privados. Sin ese Estado de derecho, apoyado en un sistema judicial responsable e independiente, la libertad, la igualdad y la dignidad de la ciudadanía estarán siempre bajo amenaza (O’Donnell, 2007: 179). Entonces, para el politólogo argentino, la democracia excede la caracterización como régimen (asociado a la forma en que se accede a los más altos cargos estatales) y es planteada en términos de relación entre el Estado y la ciudadanía, y entre los propios ciudadanos. Desde una definición mínima del Estado de derecho que postula que éste es un Estado que se rige por la ley y se somete a ella, habría que pensar cuál es el efecto en la propia ciudadanía al percibir que quienes cometieron las peores aberraciones desde el aparato estatal no son juzgados, como sucedió en la Argentina desde 1986 hasta 2003. Si bien las reglas del juego “democrático” siguen en pie (es decir, se elige a quiénes ocuparán las más altas esferas estatales), no es posible pensar que con la impunidad se pueda construir una democracia en el sentido planteado por O’Donnell. No hay Estado de derecho cuando la dignidad de las personas está avasallada y mucho menos cuando no rige la igualdad ante la ley. O’ Donnell se refiere a las democracias existentes en América Latina como democracias políticas o poliarquías. Según el autor, las democracias políticas tienen cuatro características: 1) Se dan elecciones limpias e institucionalizadas; 2) Hay una apuesta incluyente y universalista; 3) Existe un sistema legal que, al menos, asegura los derechos y libertades propios de un régimen democrático; 4) Existe un sistema legal que impide de legibus solutus. Esto quiere decir que no hay ningún poder estatal, gubernamental o social que quede exento de la revisión legal (O’Donnell,2007:73) Este principio se vería claramente violado si se deja sin revisión las tras la sanción de las Leyes de Obediencia Debida y Punto Final así como con los indultos otorgados por el presidente Carlos Menem, se volvió a una situación de impunidad. 81 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “Verdad y justicia en la construcción de una democracia sustentable” Luciana Bertoia responsabilidades de quienes desde el mismo Estado ordenaron y perpetraron crímenes que lesionan a toda la humanidad. Pero si se avanza hacia una idea de democracia sostenida en el tiempo y que, día a día, vaya siendo más abarcativa también deben pensarse otros efectos que podría tener la ausencia de castigo a quienes cometieron aberraciones en el pasado. Durante la última dictadura militar, la responsabilidad por los secuestros, las torturas, las desapariciones forzadas y la sustracción de niños y niñas fue institucional: todas las fuerzas represivas estuvieron implicadas. Dejar sin castigo esos delitos sería una forma de garantizar el sentimiento de inmunidad que caracteriza a esas fuerzas y mantener intacto su espíritu mesiánico, que a lo largo del siglo XX permitió que irrumpieran en la vida institucional del país mediante seis golpes de Estado. Por otro lado, dejar en la impunidad estos crímenes atroces impediría que la sociedad que se está reconstruyendo sobre los escombros que dejaron las dictaduras recupere cierto funcionamiento normal y pueda prestarle un apoyo social e ideológico a la vida política. “Si la sociedad se niega a purgarse de sus peores temores y resentimientos, no sólo enterrará su pasado sino los propios valores éticos que necesita para su vida futura” (O’ Donnell, 2010:64). Tras la caída de la dictadura argentina, el gobierno electo se vio confrontado con dos núcleos problemáticos. Por un lado, la responsabilidad de la verdad, la memoria y la justicia. Por otro, la reedificación del Estado y la creación de un nuevo pacto con la sociedad. Como dice O’Donnell, si hay que acordar normas básicas de convivencia, éstas no pueden basarse en prerrogativas de ciertos sectores. Si bien la creación de un Estado de derecho que funcione es fundamental, no lo es menos la creación de nuevos valores y hábitos democráticos. Para ello, el valor fundamental de la justicia. Como las instituciones judiciales fueron degradadas y reemplazas por el designio criminal de los poderosos, no se podía dejar de reclamar una nueva respuesta de la justicia. Una acción que operara más allá de los culpables y a partir de la demanda de las víctimas y como una medida para restablecer la ley como fundamento y garantía para el conjunto de la sociedad (Vezzetti, 2009:23) Memoria, Verdad y Justicia La memoria es un elemento fundante de cualquier Estado. En los Estados que están saliendo de dictaduras o conflictos prolongados, hay una disputa por el sentido de ese pasado: cómo contarlo, cómo definirlo. Según establece Elizabeth Jelín, la memoria ejerce 82 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “Verdad y justicia en la construcción de una democracia sustentable” Luciana Bertoia un papel altamente significativo en cuanto mecanismo cultural para fortalecer el sentido de pertenencia a una determinada comunidad, por eso no es extraño que la memoria se presente como una arena de luchas políticas (Jelín, 2000). La autora plantea un interrogante que interesa para este ensayo: ¿Cómo el Estado y sus instituciones incorporan interpretaciones del pasado en los procesos de democratización? Y responde que uno de los espacios donde se da esa disputa es la esfera judicial. Ahí volvemos a la idea del derecho como creador de verdad. En el caso argentino, hemos visto que la comisión encargada de aportar verdad encarnaba la sociedad civil, dejando al Estado en una posición de aparente neutralidad. Entonces, analizar cómo uno de los poderes estatales nomina lo sucedido será fundamental para la reconstrucción de las relaciones sociales que se vieron trastocadas. La jurista italiana Chiara Forneris explica que la acción penal, a pesar de ser insuficiente en sí sola, constituye un instrumento fundamental junto a otros mecanismos del recordar, ya que los crímenes de lesa humanidad implican un deber de memoria desde el mismo momento en que no son prescriptibles (Forneris, 2011:98). El proceso penal contribuye, para esta autora, a la reanudación del diálogo y obliga a la sociedad toda a enfrentarse a la historicidad. El juez, en tanto quien interpreta y aplica ese derecho que construirá un relato de verdad, reconoce la existencia de víctimas y culpables y debe establecer medidas de reparación (Forneris, 2011: 92). El magistrado o el tribunal es un pilar fundamental del Estado de derecho, ya que debe ser quien garantice el respeto de los derechos de todos/as los/as ciudadanos/as. Lo que involucra pensar a la justicia dando un doble mensaje. Por un lado, a las víctimas y a los perpetradores, el juez les reconoce su carácter como tales y ofrece reparación a las víctimas. Por otro, con su acción previene al cuerpo social frente a otros crímenes. Pensando la experiencia argentina, se debe mencionar un nudo paradójico. Si bien la confianza en el sistema judicial era poca, debido a la persistencia de jueces y fiscales afines al régimen dictatorial y a las identidades militantes que portaban las víctimas y a una mirada no liberal-republicana por parte de los organismos de derechos humanos, la decisión de tramitar el pasado por vía judicial fue prácticamente unánime. Más allá de cualquier desconfianza, se pensó al ámbito judicial como un componedor de los lazos sociales que podría volver cada cosa a su lugar: las víctimas y los perpetradores. 83 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “Verdad y justicia en la construcción de una democracia sustentable” Luciana Bertoia Es cierto que instituir a la justicia como árbitro de la historia puede ser un peligro. Pero ese peligro evidentemente viene de tomar esa estrategia como la única. Como también sucede si se concibe que con una Comisión de verdad y su informe sobre lo sucedido se puede dar vuelta la página de la historia. Como afirma Hayner (2008: 43), las comisiones de verdad no deben ser consideradas como sustitutas de los tribunales. Los comisionados no cuentan con una capacidad punitiva, no pueden mandar a nadie a la cárcel. Tampoco tienen una capacidad ejecutiva que les permita llevar a la práctica sus recomendaciones. Ni siquiera pueden obligar a alguien a que declare, si no quiere hacerlo. Así han funcionado la mayoría de las comisiones de verdad, a excepción de la Comisión de Verdad y Reconciliación de Sudáfrica que contaba con la potestad de amnistiar a quien reconociera sus crímenes y pidiera perdón. Pero la capacidad legal limitada de las comisiones puede entrañar una potencialidad que no tienen los procesos penales. Como sus investigaciones van más allá de hechos concretos y analizan determinados períodos, las comisiones de verdad pueden determinar patrones de violencia y dar una interpretación más amplia de lo sucedido. Aunque las decisiones judiciales tienden a tener un mayor impacto social. No sólo eso, la realización de un juicio obliga a una mayor implicación social. El rol de la opinión pública se potencia a partir de los procesos penales orales y los medios de comunicación juegan un importante rol. Con la cobertura de las audiencias públicas, los medios contribuyen a crear nuevas sensibilidades que terminarán influyendo en la creación de un relato sobre lo sucedido. La memoria es eso. Un relato que se construye socialmente a partir de otros relatos: los de las víctimas, de sus familiares, de los poderes estales y también de los que provienen de los propios medios de comunicación. Además, los medios no sólo aportan a la publicidad de un proceso y a generar implicancias hacia los sectores de la sociedad que no fueron afectados directos, sino que también operan como mecanismo de control para hacer visible el cumplimiento o no del debido proceso. Con las audiencias públicas, vuelve a inscribirse el juego de lo público, que fue destruido por el terror. Si hay que reconstruir los vínculos colectivos quebrantados, las prácticas que impliquen se muestran como la vía más oportuna para abordar el ejercicio. De todas formas, a diferencia de lo que sucedió con las primeras comisiones de verdad- entre las que se 84 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “Verdad y justicia en la construcción de una democracia sustentable” Luciana Bertoia cuenta la Conadep-, actualmente las comisiones llevan a cabo instancias en las que no son a puertas cerradas. Un ejercicio similar se lleva a cabo en Argentina con los llamados “Juicios por la Verdad”, que no tienen por finalidad punir sino averiguar: cumplir con el derecho a la verdad de los afectados directos y de la sociedad toda. Pensar en construir democracias sustentables obliga a pensar en una ciudadanía activa, consciente de lo que sucede a su alrededor, que tiene derechos y obligaciones ante el Estado y ante sus pares. Un Estado de derecho, con un poder judicial probo, es una forma de recordar que existen esas responsabilidades. Además, no debe perderse de vista el hecho de que a pesar de la existencia de una democracia política, es posible que muchas de las condiciones que facilitaron los abusos en el pasado aún se mantengan. Para ello, la utilidad de pensar en un concepto de justicia transicional ampliado que permita concebir estrategias de juicios a los culpables, purga de funcionarios o integrantes de las fuerzas de seguridad que fueron responsables de los crímenes cometidos en el pasado como una forma de sanear la imagen de las instituciones y terminar con sus prácticas más nocivas, la creación de comisiones de esclarecimiento, la apertura de los archivos estatales de la represión, reparaciones a la totalidad de las víctimas y de acuerdo a sus necesidades, la construcción de monumentos o recordatorios y avanzar hacia reformas profundas de las fuerzas armadas, de seguridad y del propio aparato judicial. Reflexiones finales Después de años de masacres y aberraciones, las sociedades necesitan saber cómo fue posible. Qué sucedió cuando el miedo les nublaba los ojos. Quiénes fueron capaces de tales atrocidades. Necesitan reconstruir una verdad pero también necesitan certezas de que nunca más volverá a pasar. Las comisiones de verdad son instrumentos útiles a la hora de encarar las transiciones desde regímenes autoritarios. Permiten que miembros distinguidos de la sociedad investiguen y den su impresión de los hechos. Ese prestigio también les da la chance de que sus recomendaciones sean escuchadas y atendidas. Las comisiones de verdad sirven también para explicar a nivel macro cuáles fueron las particularidades que la represión asumió e indicar quiénes fueron los responsables (siempre y cuando se haya acordado así). Pero no resuelven otros temas. 85 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “Verdad y justicia en la construcción de una democracia sustentable” Luciana Bertoia Las comisiones de verdad no sustituyen a los tribunales. No tienen el poder del juez ni su potestad de ordenar nuevamente lo que estaba trastocado. No son a quienes la sociedad legó su poder de castigar a los que cometieron crímenes que atentan contra la totalidad del tejido social. En el mejor de los casos, las comisiones de verdad pueden colaborar con la Justicia a la hora de tejer un relato más amplio de lo sucedido que sirva para que, mientras se transita un camino hacia la democracia, se pueda ir construyendo una memoria de lo sucedido. Construir esa memoria es parte de una disputa política, que tiene que ver con construir sentido de lo sucedido, con aglutinar experiencias e identidades. Es parte de la disputa que se dieron las dirigencias estatales a la hora de reconstruir una sociedad y un Estado, destruidos después de las experiencias represivas en la región. Contarse la historia sobre el pasado reciente es una forma de concretar un mito fundacional que permita mirar hacia adelante. Poner a andar las instituciones implica poner en ejercicio al mismo Estado de derecho, que tendrá que asegurar que todos en tanto ciudadanos obedezcamos y nos sometamos a la ley. Si la ley es igual para todos/as significa que transitamos con paso más firme lo que Guillermo O’Donnell denomina democratización permanente. Pensar a la democracia como una utopía que nos permite caminar cada día implica ver que las fórmulas estancas no sirven. La verdad y la justicia contribuyen a la edificación de una memoria, que es imprescindible para la creación de nuevos valores democráticos. Pensar en una verdad sin justicia es no hacer una apuesta al futuro, como también lo es mantener las condiciones institucionales que hicieron posibles violaciones a los derechos humanos en el pasado, como pueden ser un Poder Judicial corrupto y unas Fuerzas Armadas y de Seguridad formadas bajo los mismos planes de estudios y que mantengan a quienes cometieron crímenes aberrantes todavía en su seno. La democratización permanente lleva a revisar el pasado, para modificar el presente y diseñar el futuro. La experiencia argentina deja en evidencia cómo una sociedad, a 29 años de fin del régimen dictatorial, sigue- basada en los pilares de Memoria, Verdad y Justicia- desandando su transición hacia una sociedad más democrática. 86 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “Verdad y justicia en la construcción de una democracia sustentable” Luciana Bertoia Bibliografía Cavarozzi, Marcelo (1991). Más allá de las transiciones a la democracia en América Latina en Revista de Estudios Políticos (Nueva Época), número 74 Crenzel, Emilio (2008). La historia política del Nunca Más: La memoria de las desapariciones en la Argentina- 1ra edición. Siglo XXI Editores Argentina. Filipinni, Leonardo (2011). La persecución penal en la búsqueda de justicia en CELS (2011). Hacer justicia: Nuevos debates sobre el juzgamiento de crímenes de lesa humanidad en Argentina, 1ra edición, Buenos aires, Siglo XXI Editores. Forneris, Chiara (2011). La narración como influencia formativa sobre la norma: el aspecto experimental de la interpretación crítica del pasado argentino. En Andreozzi, Gabriele (2011). Juicios por crímenes de lesa humanidad en Argentina, 1ra edición, Buenos Aires, Atuel. Hayner, Priscilla (2008). 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Buenos Aires, Argentina AVANCES DE INVESTIGACIÓN LA CONSTRUCCIÓN DE LA MEMORIA HISTÓRICA EN GUATEMALA A PARTIR DE LA COMISIÓN PARA EL ESCLARECIMIENTO HISTÓRICO Y EL PROYECTO INTERDIOCESANO PARA LA RECUPERACIÓN DE LA MEMORIA HISTÓRICA María Luisa Rosal Vargas1 Resumen Tras la firma de los Acuerdos de Paz en Guatemala, el 29 de diciembre de 1996, se puso fin al conflicto armado interno, iniciando a su vez, un proceso de transición a la democracia. Dentro de este marco, el 23 de junio de 1994 se firmó el Acuerdo sobre el Establecimiento de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico de las violaciones a los derechos humanos y los hechos de violencia que han causado sufrimientos a la población guatemalteca, así creando en 1997 la Comisión para el Esclarecimiento Histórico (CEH), cuyo mandato fue investigar las violaciones del pasado reciente. Paralelamente, la Iglesia católica, mediante la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala (ODHAG), creo una comisión ad hoc, el Proyecto Interdiocesano para la Recuperación de la Memoria Histórica (REMHI). Tanto la CEH como el Proyecto REMHI tuvieron un papel protagónico en allanar el camino para el proceso de construcción de la memoria histórica en Guatemala. Ambas comisiones, a partir de testimonios, llevaron adelante investigaciones y publicaron informes que por primera vez visibilizaron de manera sistemática las violaciones de derechos humanos cometidos durante el conflicto armado interno, pese a que partieron de mandatos, objetivos y abordajes distintos. Abstract Following the signing of the Peace Accords in Guatemala on December 29, 1996, the internal armed conflict was put to an end, thus beginning the process of democratic transition. In this context, the Accord for the Establishment of a Historical Clarification Commission, signed on June 23, 1994. In 1997, the Historical Clarification Commission was created and mandated to investigate the violations of the recent past. In parallel, the catholic church, through the Office of Human Rights of the Archdiocese of Guatemala (ODHAG), 1 Egresada de Maestría en Derechos Humanos y Democratización. Mail: [email protected] 89 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2013. Buenos Aires, Argentina “Verdad y justicia en la construcción de una democracia sustentable” Luciana Bertoia created and ad hoc commission, the Interdiocesan Project for the Recuperation of Historical Memory (REMHI). Both the Historical Clarification Commission and the REMHI Project played leading roles in paving the path towards the construction of historical memory in Guatemala. Both commissions, based on testimonies, carried out investigations and published reports that made visible for the first time the systematic violations of human rights committed during the internal armed conflict, in spite of differing mandates, objectives and approaches. Introducción Históricamente Guatemala ha sido uno de los países más violentos y excluyentes de la región. Entre el estallido del conflicto armado interno (de aquí en adelante, CAI) en 19621 hasta la firma de los Acuerdos de Paz el 29 de diciembre de 1996, 200.000 guatemaltecos y guatemaltecas murieron, un millón quedaron desplazados dentro del territorio nacional y 45.000 fueron desaparecidos. Fue durante este periodo que, en las campañas de tierra arrasada del Ejército a principios de los años ochenta, las y los niños, en su mayoría indígenas, fueron sometidos a toda clase de violaciones a los derechos humanos, entre ellas, los crímenes de lesa humanidad, que culminarían en un genocidio contra la población maya a manos del Estado, de acuerdo al informe de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico (CEH) (cfr. CEH, 1999). Los Acuerdos de Paz, firmados entre la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG) y el gobierno de Álvaro Arzú, del cual participaron algunos miembros del ejército, inspiraron, en ese momento, un sentimiento de optimismo en el país y también en la comunidad internacional. Por fin había un documento que abordara muchas de las causas y raíces de la violencia y la desigualdad en Guatemala. Con este fin, los Acuerdos de Paz también ayudaron a proporcionar un marco, bajo el cual se proponía una serie de cambios a ser implementados para construir un nuevo proyecto nacional para transformar el país en una sociedad más equitativa y más justa, por lo tanto, más democrática. 1 Edelberto Torres-Rivas (cfr. Torres-Rivas, 1984) periodiza el inicio del CAI desde 1963, pero esta investigación apunta a 1962 como el año del estallido del mismo, según el análisis histórico que hace la Comisión para el Esclarecimiento Histórico (cfr. CEH 1999). 90 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “La construcción de la memoria histórica en Guatemala” María Luisa Rosal Vargas Las dictaduras represivas y brutales desde la independencia hasta 1944, y especialmente aquellas que se inician tras el golpe de estado que derrocó al gobierno democrático de Jacobo Arbenz en 1954, generalizaron la violencia en todo el país, impulsando a su vez una política de seguridad nacional, bajo el pretexto del comunismo, desencadenando la creación y ampliación de estructuras estatales y paraestatales que fueron responsables de desapariciones sistemáticas, torturas, ejecuciones extrajudiciales, secuestros y genocidio. La sociedad, claramente golpeada y reprimida, se ha convertido en una sociedad silenciada por el miedo y ha quedado marcada por las secuelas del pasado traumático, que apenas se están comenzando a enfrentar. Durante casi cuatro décadas, no se pudo hablar de lo que ocurría – no había condiciones sociales y políticas para la construcción de una verdad histórica y el olvido fue la política del Estado. Los procesos e informes de las comisiones de verdad en Guatemala comenzaron a romper ese silencio sobre lo ocurrido, e instalaron un desafío en el seno de la sociedad civil que, por distintos medios, sigue abonando la construcción de una contramemoria que combate esa política estatal del olvido, para que nunca más se vuelvan a repetir los hechos del pasado.2 Esta historia reciente y sangrienta, marcada por un silencio y un olvido impuesto por el terror de Estado, ha ido cambiando durante el transcurso de los últimos veinticinco años, comenzando con la apertura política en 1985. A partir de entonces, distintas demandas para esclarecer el pasado y clamar por justicia acompañaron los procesos de paz. Dentro de los Acuerdos, en 1994 se creó un acuerdo específico para indagar sobre el pasado. En paralelo, la Iglesia Católica hizo su propio trabajo de investigación sobre el pasado, a partir de la creación de una comisión ad hoc. El resultado de ambos emprendimientos fueron los primeros dos informes sobre la verdad de lo ocurrido en Guatemala durante el CAI, y que sirvieron para romper el muro de silencio. En este sentido. Ambas comisiones contribuyeron a dar un importante paso para comenzar a rescatar la memoria histórica. 2 El concepto de contramemoria ha sido tomado de la elaboración de Stern (2000). 91 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “La construcción de la memoria histórica en Guatemala” María Luisa Rosal Vargas La Iglesia católica y la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala Durante los años 1980, incluso antes, el brazo progresista de la Iglesia Católica se convirtió en objeto de la represión estatal, junto a otros sectores sociales que fueron acusados de una “condición subversiva”. Fue durante el CAI que este sector tomó una posición “a favor de los pueblos y los pobres”, y para finales de los años 1970, asumieron la denuncia de las violaciones a los derechos humanos por parte del Estado. Es oportuno mencionar que para finales de esta década, la “Iglesia se convirtió en blanco especial de la persecución” (Klaiber, 1997: 377). Un claro ejemplo de esto es que, para principios de los años ochenta, “la mayoría de las casas parroquiales o centros de la Iglesia habían sido tomados por el ejército; muchos de ellos transformados en destacamentos o bodegas de pertrechos de guerra, como en Chajul, donde a las imágenes de los santos las vistieron con atuendos militares” (Otero, 2008: 195). Varios sacerdotes, monjas, catequistas y religiosos, tanto nacionales como extranjeros, fueron amenazados, detenidos, asesinados, torturados y desaparecidos, y a pesar de que para mediados de la década el nivel de violencia había disminuido, cuando se inició la transición a la democracia con el traspaso del gobierno militar al gobierno democrático de Vinicio Cerezo, la represión no se detuvo del todo (cfr. Klaiber, 1997). Hasta 1984, “la Iglesia guatemalteca dio la impresión de ser una 'Iglesia callada'” (Klaiber, 1997: 379) aunque bajo la superficie, la misma tenía un ejército de discípulos de la Teología de la Liberación.3 Como estrategia para hacer frente a las violaciones de derechos humanos, un grupo mayoritario de obispos publicó varias cartas denunciando situaciones de violencia, de pobreza y de injusticia en el país; aún con la oposición del entonces Arzobispo de Guatemala, Mario Casariego, abiertamente renuente a las posiciones de renovación conciliar (cfr. Klaiber, 1997). La visita del Papa Juan Pablo II en 1983 elevó considerablemente el ánimo dentro de la comunidad católica, pues su presencia alentó a aquellos “que deseaban que la Iglesia tomara una postura más clara y decidida sobre la violencia y los abusos cometidos por el gobierno y las fuerzas del orden” (Klaiber, 1997: 381). Esto se debió, fundamentalmente a que el Papa hizo eco de las denuncias que los 3 En los años setenta cobró forma una corriente intelectual original en la región, conocida como la teología de liberación. Este conjunto de producciones intelectuales recuperó diversas experiencias previas y contemporáneas de militantes cristianos de base que buscaban el cambio social. En Guatemala, los grupos de Acción Católica como algunas congregaciones en particular se identificaron fuertemente con estas ideas. Entre ellas pude mencionar a la Compañía de Jesús, a la congregación de las Hermanas del Sagrado Corazón y a los misioneros de Maryknoll. Expresión de esta renovación, fue también el surgimiento de la Conferencia de Religiosos y Religiosas (CONFREGUA) que asumiría un rol clave en la denuncia de las violaciones perpetradas. 92 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “La construcción de la memoria histórica en Guatemala” María Luisa Rosal Vargas obispos habían hecho anteriormente (cfr. Otero, 2008). Tras la muerte de Casariego en 1984, fue elegido en su lugar el Obispo Próspero Penados, un Obispo de San Marcos comprometido en la lucha contra estas violaciones sistemáticas (cfr. Klaiber, 1997). Ante el auge en el nivel de peticiones de ayuda por parte de las víctimas de la represión estatal y frente a “un número grande de personas presentando distintas necesidades: unas económicas, otras humanitarias, otras familiares, otras de salud” (Otero, 2008: 197), el nuevo Arzobispo Penados vio la necesidad y urgencia de abrir una oficina que atendiera las súplicas del pueblo. El CAI adquirió un fuerte tinte político-religioso, muy especialmente durante la dictadura de Ríos Montt, que era un ferviente evangélico que fundamentó las fuentes de legitimidad de su gobierno en su condición de pastor de la Iglesia de la Palabra (Löwy, 1999: 153). Clifford Kraus, un periodista del Wall Street Journal, llegó a describir a la iglesia evangélica en Guatemala como “un elemento principal de la contrainsurgencia” (Löwy, 1999: 153). De hecho, el período más sangriento y violento en Guatemala fue justamente bajo el control de este pastor evangélico (cfr. CEH, 1999; Löwy, 1999; ODHAG, 1998). En efecto, se desarrollaron lazos íntimos entre el ejército y estos sectores pentecostales, atraídos por su común anticomunismo y anticatolicismo:4 La represión al catolicismo fue acompañada de un proceso de conversión de algunos de sus miembros al pentecostalismo: “las iglesias evangélicas se [convirtieron] en un refugio de la violencia gubernamental y, en este sentido, en una forma de supervivencia de la gente” (Löwy, 1999: 148). Dicho de otra manera, la construcción de la “condición subversiva” en Guatemala, inspirada en la Doctrina de Seguridad Nacional, que funcionó como cemento ideológico común de las dictaduras militares de América Latina, llegó a incluir a las y los que tenían vínculos con la Iglesia católica. En este contexto, la conversión al pentecostalismo se convirtió en una opción para sobrevivir, funcionó como una especie de escudo, si se quiere, a la vez que, se extendió como una forma de contrarrestar los avances y efectos de la Teología de Liberación en el país, vista como una “amenaza subversiva”. Al mismo tiempo, las ramas evangélicas más conservadoras inculcaron y optaron por una “cultura popular tradicional de resignación, fatalismo y aceptación del orden de cosas dado” (Löwy, 1999: 149). 93 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “La construcción de la memoria histórica en Guatemala” María Luisa Rosal Vargas Este diagnóstico que entrelazó anticomunismo con anticatolicismo tuvo también un claro componente racista. La asociación entre guerrilla, catolicismo y comunidades indígenas fue acusada de “subversiva”. Se puede observar este diagnóstico del Estado en todos los niveles. El secretario de prensa de Ríos Montt, Fransisco Bianchi decía: La guerrilla se ganó a muchos colaboradores entre los indios. Por lo tanto los indios eran subversivos. ¿Y cómo se combate la subversión? Es claro que había que matar a los indios porque estaban colaborando con la subversión. Y luego se diría que usted estaba matando a gente inocente. Pero no eran inocentes. Se habían vendido a la subversión (Stoll, 1990: 204, citado en Löwy, 1999: 154-155). Las atrocidades cometidas en materia de violaciones a los derechos humanos, sumado al carácter teocrático que adquirió el régimen de Ríos Montt fueron demasiado lejos. Para contener el escándalo internacional, los militares mismos despojaron de su cargo al dictador “vuelto a nacer” en agosto de 1983 (cfr. Löwy, 1999: p153). Es en este clima es que, el 3 de julio de 1989, se abrió lo que en principio se llamó, la Oficina de Servicio Social del Arzobispado de Guatemala (OSSAG) (cfr. Otero, 2008). Dentro de los primero cuatro meses, la OSSAG vio la necesidad de ampliar sus actividades para incluir servicios legales. Esta unidad, que inicialmente se llamó Programas y Proyectos, pasó a ser la Oficina de Derechos Humanos (ODHAG) (cfr. Otero, 2008). Durante todo este proceso de asistir a las víctimas de la violencia, sectores más conservadores intentaron desprestigiar el trabajo que se hacía, bajo el argumento que temáticas como la defensa de los derechos humanos y otros temas sociales quedaban fuera de la competencia de la Iglesia (cfr. Otero, 2008). Entre las elecciones de 1985 y el inicio del período democrático que en 1986 lleva a la presidencia a Vinicio Cerezo tiene lugar la firma de los Acuerdos de Esquipulas, adoptados el mismo año por todos cinco jefes de Estado de América Central y la consolidación de una diócesis católica unida. La coyuntura externa, marcada por el inminente fin de la Guerra Fría, facilitó estos procesos de cambio en la región. El Acuerdo de Esquipulas II instauró la 4 La legitimación religiosa a las dictaduras militares en América Latina ha sido un común denominador en variados casos (Cfr. 94 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “La construcción de la memoria histórica en Guatemala” María Luisa Rosal Vargas base de todos los mecanismos de negociación que se pusieron en marcha en la región.5 En este mismo marco, en el campo eclesiástico, los procesos internos encontraron cauce, fundamentalmente, a partir del respaldo Vaticano y del recambio de la autoridad episcopal. Estos cambios sentaron las condiciones de posibilidad para la emergencia de un reclamo unificado (aunque no totalmente unánime) por los derechos humanos surgido en el seno de la institución eclesiástica.6 El surgimiento de las comisiones de verdad La recuperación del Estado de Derecho a mediados de los años ochenta significó tanto la refundación del pacto político como la reconstrucción del tejido social. La corrosión del vínculo social y la desnaturalización del ejercicio del poder heredados de las dictaduras, guerras civiles y conflictos armados imponían reconstruir las bases mismas de la relación entre el Estado y la sociedad en América Latina (cfr. Funes, 2001: 45-46). Junto a la apertura democrática, atendiendo a los reclamos de Verdad y Justicia impulsados fundamentalmente por las víctimas, sus familiares y organizaciones de derechos humanos, se inició también un proceso de indagación sobre el pasado reciente. En el caso guatemalteco, las demandas para una comisión de verdad nacieron en el seno de la lucha del Grupo de Apoyo Mutuo (GAM).7 Las peticiones para su creación se remontan a mediados de los años 1980, antes de que llegaran a ser debatidas en las rondas de negociación de los acuerdos, pues éstos ni siquiera existían en ese momento. Tal como Mario Polanco, actual director de la organización, ha señalado, la comisión propuesta al inicio no se llamaba la Comisión para el Esclarecimiento Histórico, sino la Comisión Investigadora para el Paradero de los Desaparecidos, y tal como su nombre indica, ésta tenía por objeto investigar las desapariciones forzadas (Entrevista a Mario Polanco, 24 de octubre de 2012). De acuerdo a la reconstrucción elaborada por Suasnávar, Acevedo y Paiz (2002), en 1984 Catoggio, 2011). 5 El antecedente de este Acuerdo fue la iniciativa del Grupo Contadora, conformado en 1983 e integrado por los países de México, Venezuela, Colombia y Panamá, que se propuso impedir la regionalización del conflicto, favorecer el diálogo y crear condiciones para la paz en la región (Torres Rivas, 2006: 513). 6 El caso chileno ofrece un proceso análogo. Bajo la dictadura del general. Augusto Pinochet el incipiente campo de los derechos humanos emerge en el seno del campo religioso, a partir de la conformación, primero, del Comité Pro Paz (de carácter ecuménico) y, más tarde, de la Vicaría de la Solidaridad, un organismo católico, creado por el mismo presidente de la Conferencia Episcopal Chilena, el cardenal Silva Henríquez (cfr, Klaiber, 1997). 95 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “La construcción de la memoria histórica en Guatemala” María Luisa Rosal Vargas se establecieron dos comisiones para indagar sobre los desaparecidos. En marzo se instituyó la Comisión Pro Paz, compuesta por representantes de la universidad, de la Iglesia católica y protestante, periodistas, miembros del ejército y del gobierno, bajo la coordinación del rector de la Universidad Nacional de San Carlos de Guatemala, Eduardo Meyer Maldonado. Esta comisión fue disuelta a los dos meses debido al incremento de personas desaparecidas, especialmente entre sus propias filas. Tal situación desencadenó la renuncia de conjunta de Meyer Maldonado, del entonces arzobispo metropolitano Monseñor Próspero Penados, del representante de las Iglesias Evangélicas Pastor Virgilio Zapata y del representante de la Asociación de Periodistas de Guatemala, Gonzalo Marroquín (CIDH, 1983-1984). Suerte análoga corrió la llamada “comisión tripartita”, compuesta por el Ministro de Defensa y de Gobernación y el Jefe del Ministerio Público “por no poder dar con el paradero de ninguno de los desaparecidos” (Suasnávar, Acevedo y Paiz, 2002: 447). Sin embargo, GAM continuó buscando maneras de hacer que sus demandas sean escuchadas.8 En 1990, su nuevo campo de batalla para instalar sus demandas por el esclarecimiento de los casos de desaparecidos fue en el seno de la Asamblea de la Sociedad Civil (ASC). Hubo una serie de reuniones que antecedieron la firma del Acuerdo para la creación de una futura comisión de verdad. En la reunión de Metepec, estuvieron presentes representantes del GAM, junto a otros activistas sociales reunidos con la URNG para plantearles sus posiciones. Fue en esa reunión en donde se planteó nuevamente la petición para una comisión de verdad (cfr. Entrevista a Mario Polanco, 24 de octubre de 2012). Esta vez, gracias a la fuerza acumulada en el tiempo y la coyuntura propia, la petición tuvo “eco”, y el 23 de junio de 1994 se firmó –en Oslo, Noruega- el Acuerdo sobre el Establecimiento de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico de las violaciones a los derechos humanos y los hechos de violencia que han causado sufrimientos a la población guatemalteca, en Oslo, Noruega (cfr. CEH, 1999; Gobierno de Guatemala, 1997: 41). La ejecución del Acuerdo se consideró un elemento fundamental para la transición a la democracia. Desde el punto de vista de la mayoría de los actores involucrados, conocer la verdad sobre los crímenes del pasado era imprescindible para construir una democracia. En otras palabras, este Acuerdo era una “condición indispensable para una Paz Firme y 7 Es importante señalar que los actores religiosos no abandonaron el acompañamiento de este proceso, al contrario, siguieron presentes, pero a la par de otros grupos de la sociedad civil que cobraron notable protagonismo. 8 A causa de este rol protagónico, el GAM fue objeto de continuas confrontaciones con las fuerzas de seguridad. Para una buena reconstrucción de la importancia del GAM en este período puede verse el Anuario Interamericano de Derechos Humanos, 1987: 419-425. Disponible 96 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “La construcción de la memoria histórica en Guatemala” María Luisa Rosal Vargas Duradera” (cfr. Gobierno de Guatemala, 1997: 41). De este modo, la concreción del Acuerdo marcó el punto de inicio de un proceso colectivo de construcción de verdad sobre el pasado traumático en Guatemala. Sin embargo, para ello fue necesario un intenso debate para definir los términos del mismo. Las negociaciones pusieron en escena una batalla por imponer de antemano los límites y los alcances que demarcarían el proceso de “esclarecimiento histórico”. La literatura sobre este tema sugiere que las opiniones polarizadas sobre el contenido y alcance del Acuerdo dieron lugar a un mandato más débil de lo esperado por importantes sectores de la sociedad civil. Al mismo tiempo, para los actores estatales y militares involucrados en las negociaciones el Acuerdo había llegado demasiado lejos en su alcance, tomando un rumbo favorable a las posiciones de la URNG y de los defensores de los derechos humanos. En realidad, la negociación entre sectores que habían estado enfrentados hacía imposible un acuerdo 100% favorable a cualquier parte involucrada. Tal como ha señalado Garretón (1997), las fundaciones democráticas exigen un cambio global de la sociedad en su conjunto, que obliga a actores, antes enfrentados bajo la lógica de la guerra en pleno conflicto armado, a sentarse a negociar las nuevas reglas del juego democrático. Hacia 1994, había cuatro actores implicados en las negociaciones: dos estaban directamente involucrados en el CAI, como eran la URNG y el gobierno (con el ejército), uno de ellos, la ASC, se había visto directamente afectado por el conflicto y el cuarto, las Naciones Unidas, era un actor externo, que funcionaba de árbitro e interlocutor entre las partes, deseoso en llegar a una resolución. Aunque estos grupos se mantuvieron representados durante todo el proceso de negociaciones, los representantes de cada uno fueron cambiando dependiendo del gobierno de turno y las circunstancias de las negociaciones. Esto claramente dificultó y retrasó el proceso (cfr. Ponciano Castellanos, 1996). Las condiciones que surgieron del Acuerdo fijaban limitaciones temporales y legales, creando un marco y mandato específico dentro del cual la CEH tendría que funcionar. Se estableció que la Comisión podría iniciar su trabajo en cuanto estuviera firmado el Acuerdo de Paz Firme y Duradera. Al mismo tiempo, se fijó un plazo máximo de trabajo: “un período de seis meses contados a partir de su instalación, prorrogables por seis meses más” En:http://books.google.com.ar/books?id=Z66kKwNwBJ4C&pg=PA423&dq=Comisi%C3%B3n+Investigadora+para+el+Paradero +de+los+Desaparecidos+Guatemala&hl=en&sa=X&ei=YkmdUJGWJILI0QHhjYGoAQ&ved=0CC4Q6AEwAA#v=onepage&q&f=f alse. Acceso: 09/10/2012. 97 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “La construcción de la memoria histórica en Guatemala” María Luisa Rosal Vargas (Gobierno de Guatemala, 1997: 43). Otro de los puntos discutidos fue el período a investigar. Se acordó que la comisión abarcaría los años comprendidos por el CAI. Esto se traducía en unos 34 años de historia sangrienta sucedidos entre 1962 y 1996 (cfr. Gobierno de Guatemala, 1997). La definición, quizás más controversial, se sitúo en los términos de la implementación del acuerdo mismo. Se impuso el criterio que establecía que “los trabajos, recomendaciones e informe de la Comisión no [individualizarían] responsabilidades, ni [tendrían] propósitos ni efectos judiciales” (Gobierno de Guatemala, 1997: 42). Esta decisión limitaba de antemano los procesos de judicialización por los hechos de violencia que se proponían esclarecer. La comisión tendría propósitos de conocimiento y construcción de una “verdad” histórica, sin efectos jurídicos. El contenido positivo del trabajo que llevaría adelante la comisión quedó establecido en una serie de objetivos y medios. El objetivo principal sería la elaboración de un informe que reflejara los hallazgos de la investigación, incluyendo “factores, internos y externos” (Gobierno de Guatemala, 1997: 41). De ello, se desprendería una lista de recomendaciones a seguir para inculcar una “cultura de paz, rendir homenaje a las víctimas y construir una conciencia colectiva en torno al mandato ético-político del Nunca Más, propio de las comisiones de verdad. Los medios para un resultado legítimo exigían la realización de un trabajo llevado adelante “con toda objetividad, equidad e imparcialidad las violaciones a los derechos humanos y los hechos de violencia que han causado sufrimientos a la población guatemalteca, vinculados con el enfrentamiento armado” (Gobierno de Guatemala, 1997: 41). Estos términos daban contenido al mandato de creación de la CEH, a la vez que, formaban parte de un esquema más amplio de transición a una democracia en Guatemala. Desde que se presentó la idea en las primeras reuniones, la posibilidad de establecer una comisión activó una esperanza de que por fin fuera posible, de alguna manera u otra, comenzar a revertir el régimen de impunidad que hizo estragos en Guatemala durante tanto tiempo. La cuestión ahora era de ver cómo se superarían estos obstáculos, ya que la futura comisión contaba con grandes desventajas, antes de siquiera comenzar su trabajo. A partir de un amplio trabajo comparativo, Priscilla Hayner (2008) establece que las comisiones de verdad son “organismos oficiales instituidos para investigar e informar de la pauta de las violaciones a los derechos humanos en el pasado” (2008: 13). Este aval es concedido por el Estado y, en ocasiones también por la oposición armada, como sucede en 98 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “La construcción de la memoria histórica en Guatemala” María Luisa Rosal Vargas los Acuerdos de Paz. Pero, además de tener carácter oficial, reúnen una serie de características comunes. Son organismos temporales, es decir, su labor está delimitada de antemano. Cuentan con este marco temporal para abordar largos períodos de tiempo, en busca de un patrón de abusos, que dé cuenta de la generalidad de lo acontecido más allá de los sucesos concretos y su mandato concluye con la presentación de un informe (cfr. Hayner, 2008: 41). Las comisiones de verdad no son creadas con el fin de reemplazar a los organismos judiciales ni a los procesos de juicio a los responsables de violaciones de derechos humanos. Las Comisiones tuvieron como objetivo la investigación, el registro, la sistematización y la publicidad de las violaciones a los derechos humanos perpetradas. Pretenden marcar una distancia entre los regímenes represivos del pasado, buscando devolverle credibilidad y confianza a las instituciones estatales, que anteriormente trabajaban en función de los regímenes represivos y la impunidad. Las comisiones ad hoc, con autoridad y alcance limitados, fueron creadas a menudo para allanar el camino de las comisiones oficiales, como en el caso de Guatemala. En el seno de las comisiones, está el esfuerzo de responder hondos interrogantes: ¿Qué se debe hacer con una historia reciente repleta de víctimas, perpetradores, cuerpos enterrados en secreto, miedo penetrante y negación oficial? (…) ¿acaso puede una sociedad construir un futuro democrático sobre la base de una historia cegada, negada u olvidada? (Hayner, 2008: 30). Indudablemente, ante las debilidades del sistema de justicia y la desconfianza de las otras instituciones del Estado, las comisiones de verdad han buscado hacerle frente al pasado reciente, ya sea remitiendo los informes a instancias judiciales, elaborando recomendaciones y/o avanzando en la construcción de hipótesis que permitan poner un “nombre” a los abusos cometidos. En efecto, en el marco de los procesos de justicia transicional existe la necesidad de identificar y crear elementos indispensables para una transición a la paz y al nuevo régimen democrático. Esto exige, además del restablecimiento de derechos civiles, políticos y sociales, recordar y revindicar la dignidad de las víctimas, diseñar programas de reparación; promover la justicia y garantizar la futura protección de los 99 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “La construcción de la memoria histórica en Guatemala” María Luisa Rosal Vargas derechos humanos, así como de tender puentes para la “reconciliación” entre diversos sectores históricamente antagónicos (cfr. Hayner, 2008: 13). El Proyecto Interdiocesano para la Recuperación de la Memoria Histórica Nacido en el seno de la ODHAG, Monseñor Penados y Monseñor Gerardi comenzaron a soñar y pensar en una comisión alternativa que podría intentar llenar los vacíos del Acuerdo y, concretamente, los hallazgos de esta comisión podría ser un insumo para procurar suplir la falta de tiempo que tendría la CEH (Entrevista a Carlos Beristain, 19 de octubre de 2012). Por supuesto, este labor estaría inspirada en la Teología de la Liberación, que había ganado fuerza en el catolicismo latinoamericano a partir de la II Conferencia Episcopal Latinoamericana, celebrada en Medellín en 1968 (cfr. Fitzgerald, 2010). Esta corriente teológica impuso un cambio en el modo de explicar la pobreza, interpretada ahora desde las herramientas tomadas de las ciencias sociales, así como, transformó el lugar que ocupaban los pobres en la Iglesia y en la sociedad. Dejaron entonces de ser objeto de caridad para transformarse en sujetos del cambio social. Desde esta perspectiva, el trabajo eclesiástico en el campo de los derechos humanos se convertía en una manera de empoderar a estos sectores vulnerados (cfr. Levine, 1996). Diversos integrantes de esta comisión estaban convencidos de que una organización como la Iglesia católica, de amplia legitimidad entre la sociedad civil y con larga tradición de trabajo entre las comunidades indígenas, sería capaz de preparar el terreno para la llegada de la CEH:9 [Guatemala era un país] muy atado por el miedo y la gente no iba a hablar con una Comisión si la Iglesia no había hecho un trabajo previo. Y la Iglesia tenía la capacidad de poder generar esa confianza con las víctimas y había un compromiso de algunos Obispos en empujar el trabajo del REMHI (Entrevista a Carlos Beristain, 19 de octubre de 2012). [La ODHAG tenía] más facilidad para acercar[se] a las comunidades, mientras la 9 En este punto, es sugerente la reflexión que realiza Marcia Esparza (2007), integrante de la CEH, responsable de relevar los testimonios en Santo Tomás de Chichicastenango. Según su relato, al poco tiempo de comenzar las entrevistas detectó que solo las comunidades ubicadas al lado este de Chichicastenango solicitaban a la Comisión. Estas comunidades habían estado influídas por la presencia de los agentes comunitarios de la Iglesia católica, inspirados en la Teología de la Liberación. El lado oeste, en cambio, de más difícil acceso para estos actores por la misma geografía, habían construido una historia de colaboración con el Ejército para suplir este aislamiento geográfico. Aún después del cese oficial del conflicto armado, estas comunidades seguían bajo el control militar. 100 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “La construcción de la memoria histórica en Guatemala” María Luisa Rosal Vargas [CEH] podría ser más fructuosa en las instancias oficiales y de poder, sobre todo porque la estructura de la Iglesia llegaba hasta donde la comunidad internacional no lo haría (Entrevista a Ruth del Valle, 8 de octubre de 2012). Bajo la convicción de que el nivel de violencia en Guatemala había creado una situación de tanto miedo que llegó a silenciar a su propia gente, la ODHAG, junto a la Conferencia Episcopal de Guatemala (CEG), creó el Proyecto REMHI para recoger testimonios sobre las violaciones de los derechos humanos ocurridas durante el CAI, proponiendo a las víctimas como los promotores del cambio en el país (cfr. ODHAG, 2008). Ellas eran centrales en el trabajo de reconstrucción del tejido social, deshecho por el conflicto armado. Es cierto que el Proyecto fue una iniciativa de la Iglesia Católica, pero desde el comienzo se organizó el trabajo a partir de lo local, desde las víctimas y orientado a las comunidades. “Gran parte del trabajo del REMHI está allí, en esa capacidad de haber trabajado con las voces y la memoria directa de las víctimas” (Entrevista a Carlos Beristain, 19 de octubre de 2012). El procedimiento del trabajo se dividió en cuatro etapas. La primera incluyó la preparación, que tenía que ver con la estructuración del Proyecto, tanto en el ámbito de la ODHAG como de las diócesis, la identificación de coordinadores y entrevistadores, la elaboración de los materiales, las capacitaciones, preparación y lanzamiento de campañas publicitarias de sensibilización y la presentación pública del Proyecto por el Arzobispado Metropolitano de Guatemala. Esta fase comenzó en marzo de 1995 y duró hasta octubre de 1995. La segunda etapa, que era la recogida de testimonios, supuso la recopilación de los testimonios, la identificación de informantes clave y la realización de las entrevistas con ellos, los estudios especiales de casos, su codificación e ingreso en la base de datos. Esta etapa se trabajó se prolongó entre febrero y diciembre de 1996. La tercera etapa fue dedicada al procesamiento y análisis. Exigió la revisión de los testimonios, la revisión de los resultados de las consultorías y de otras fuentes recopiladas, la elaboración de un informe preliminar y, por último, su análisis e integración. Esta fase se inició en enero de 1997 y terminó en noviembre del mismo año. La última etapa era la de devolución y seguimiento. La idea aquí era poder entregar los resultados en el ámbito nacional, diocesano y comunitario y, para ello, realizar actividades religiosas y culturales de reflexión, de conmemoración y de celebración (Entrevista a Ruth del Valle, 8 de octubre de 2012; ODHAG, 1998; ODHAG, s/f). La conformación del equipo se armó de la siguiente manera: Monseñor Gerardi coordinó el 101 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “La construcción de la memoria histórica en Guatemala” María Luisa Rosal Vargas Proyecto desde la ODHAG con Ronalth Ochaeta, Director de la ODHAG. Edgar Gutiérrez fue Coordinador General del Proyecto, con Carlos Beristain como Coordinador del Informe y Oliver Mazariegos, a cargo del sistema informático en general. Luego, Miguel Moerth entró al equipo central para coordinar el análisis de testimonios y Fernando Suazo estuvo a cargo de los aspectos propiamente teológicos del Proyecto, aunque, también, apoyó al trabajo de Marcie Mersky, quien coordinaba las tareas de campo. El equipo central operaba y coordinaba desde la oficina central de la ODHAG, situada en la Ciudad de Guatemala. En cambio, los coordinadores diocesanos, que “conocían los casos, tenían la relación con las comunidades y [tenían] la confianza de los Obispos”,10 fueron quienes asistían a reuniones con el equipo central y coordinaban con él, para luego replicarlas en los talleres de capacitación con los llamados Animadores de Reconciliación a nivel local. Ellos facilitaban la comunicación entre los coordinadores y el equipo central: eran los enlaces (ODHAG: s/f). En realidad el equipo del Proyecto REMHI fue conformado por muy poca gente, en comparación con el equipo de la CEH. Dado que el REMHI fue un proyecto que nació desde el ámbito eclesiástico, la mayoría del equipo estaba conformado por catequistas y laicos (Entrevista a Ruth del Valle, 8 de octubre de 2012). Aprovechando que ya estaba instalada y coordinada la red de iglesias se abrieron trece oficinas en total. También hubo un centro de apoyo a los refugiados guatemaltecos en Campeche, México, dirigido por el Servicio Jesuita de Refugiados. El Proyecto no tuvo presencia ni incidencia en el oriente del país (Entrevista a Ruth del Valle, 8 de octubre de 2012). Ya instaladas las oficinas y el equipo, el Proyecto comenzó su trabajo en octubre de 1995 (ODHAG: s/f). De entrada, el Proyecto REMHI decidió que sí identificaría a las víctimas y a los victimarios. Lo que no fue previsto fue el tiempo que duraría su trabajo, como dice Beristain: En principio iba a ser un trabajo corto – iba a ser un trabajo de unos meses. Tendríamos que recoger unos cientos de testimonios. Pero cuando empezamos a preguntar a la gente, y comenzamos a contactar, y trabajar con los líderes – con los responsables que estaban nombrados en algunas Diócesis, la gente empezaba a decir que...el Proyecto tenía que ser un proyecto más profundo; que no querían hacer solamente un libro; que no querían hacer algo que solamente sirviera para la futura 10 Cfr. Entrevista a Carlos Beristain, coordinador del informe REMHI, 2012. 102 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “La construcción de la memoria histórica en Guatemala” María Luisa Rosal Vargas comisión de verdad; sino que querían algo que les ayudara a recontruirse, ¿no? Nos llevó a replantear un poco la metodología, el tiempo del trabajo, y el proyecto duró tres años (Entrevista a Carlos Beristain, 19 de octubre de 2012). A raíz unos primeros tropiezos metodológicos, el Proyecto REMHI fue desarrollando su propia metodología que ayudaba a ver la violencia desde la experiencia de las víctimas y para también poder dar cuenta de las formas de violencia vividas en Guatemala. El enfoque desde las víctimas, y no desde las violaciones a los derechos humanos, les permitió una cierta flexibilidad para modificar plazos y repensar categorías de violencia a partir de la elaboración de la propia experiencia de los sujetos. Al inicio, el trabajo que fue desarrollando el Proyecto se basó principalmente en la metodología de la comisión de la verdad de El Salvador, que resultó ser una metodología muy rígida...en la que no entraban muchas cosas que [se vieron] en Guatemala, [como] por ejemplo las masacres, que no entran en las fichas habituales sobre ejecuciones extrajudiciales...[y que fue] algo mucho más grande, algo mucho más brutal, más masivo, [y que tuvo] un impacto mayor (Entrevista a Carlos Beristain, 19 de octubre 2012). Ruth del Valle explicó que otro desafío metodológico tenía que ver con poder nombrar los actos atroces en sí. Esta crisis también hizo que el Proyecto construyera una narrativa de las violaciones desde un enfoque centrado en los testimonios de las víctimas, y no tanto desde una perspectiva jurídica de los derechos humanos. Estos nuevos enfoques también demostraron ser útiles, pues evitaban revictimizar a las víctimas durante la recolección de los testimonios, reconociendo el dolor, pero ayudando también a contribuir a reconstruir su dignidad en el proceso (Entrevista a Ruth del Valle, 8 de octubre de 2012). Y así, hasta el formato utilizado para recoger testimonios se distanciaron drásticamente del formato tradicionalmente utilizado en otras comisiones de verdad, que tenían una tendencia a ser más cuantitativo y estandarizado. Los Animadores de Reconciliación, que en otras comisiones, se conocen como los entrevistadores (cfr. Rostica, 2006), reunieron miles de testimonios, y eran personas que provenían de las distintas comunidades en las que el proyecto operó. La gran mayoría no tenía experiencia previa en la toma de entrevistas, pero tenían un profundo conocimiento de 103 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “La construcción de la memoria histórica en Guatemala” María Luisa Rosal Vargas la cultura local, del terreno, hablaban el idioma y, más importante aún, tenían la confianza de la gente, y habían vivido, como ellos, distintas experiencias de violencia (cfr. Entrevista a Ruth del Valle, 8 de octubre de 2012; ODHAG, 1998: XXII). Para destacar la importancia de la necesidad que había de tener entrevistadores bilingües, “el 61% de los testimonios identificados fueron recogidos en quince idiomas mayas, principalmente en K'eqchí, Ixil y K'iché” (ODHAG, 1998: XXVI). Los coordinadores de cada región planearon y llevaron a cabo una serie de reuniones y talleres que recorrieron un abanico de temas, que iban desde el manejo de una grabadora hasta la forma de manejar entrevistas que causaban dolor emocional y mucho sufrimiento (cfr. Entrevista a Ruth del Valle, 8 de octubre de 2012; ODHAG, 1998). Esta experiencia del con los Animadores de Reconciliación fue un éxito, a pesar de que no operó dentro de la lógica de la conformación de equipos de comisiones de verdad. Permitió no solo sensibilizar a los testigos, sino a la nación. Además de dar respaldo institucional al equipo del REMHI: A pesar de que todas las comisiones han trabajado con gente más formada, inicialmente, que nosotros; en el REMHI nosotros trabajamos con agentes comunitarios, curas, monjas, líderes. Muchos de ellos sabían leer, escribir, eran bilingües (...) pero podían no tener una formación académica. Sin embargo, hicieron un buen trabajo, porque creo que ese énfasis en la formación es muy importante, y no se puede dar por hecho de que porque (...) son universitarios o son alguien ha estudiado historia (...) van a saber cómo manejar este tipo de entrevistas. Eso creo que ha sido un error de varias de las comisiones, que no han puesto más énfasis en [la] capacitación y más trabajo con los entrevistadores, también en el sostén a medio plazo de su trabajo, porque es un impacto muy importante. Hay un impacto que se acumula, de hacer entrevistas en las que se maneja mucho sufrimiento y dolor (Entrevista a Carlos Beristain, 19 de octubre de 2012). Previo a la experiencia del Proyecto REMHI, todas las demás comisiones de verdad estaban compuestos de expertos, y previo al trabajo no habían otras comisiones que pudiesen servir como una referencia que respondiera a la realidad guatemalteca. Plenamente consciente de los obstáculos, pero también consciente de los riesgos en no hacer nada en absoluto, el equipo se atrevió a crear y llevar a cabo una investigación exhaustiva, como si fuese una comisión oficial, y el equipo central pasó a ser el arquitecto de todos los aspectos del 104 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “La construcción de la memoria histórica en Guatemala” María Luisa Rosal Vargas proyecto (Entrevista a Carlos Beristain, 19 de octubre de 2012). El Proyecto REMHI forjó su propio camino y desarrolló una metodología única, para construir un relato colectivo de lo que, hasta ese entonces, circulaba de manera fragmentada o ni siquiera había sido puesto en palabras. En ese sentido, se trató de un aporte original, que no había tenido lugar en el marco de comisiones de verdad. No hay duda de que se guiaron por documentos de derechos humanos y otras declaraciones de derechos humanos y convenciones, incluso la misma Constitución de Guatemala, pero el espíritu de su labor estuvo marcada del inicio al fin por la misma tradición católica y su visión de los derechos humanos (cfr. Fitzgerald, 2010). Es decir, una concepción que, reñida con la formulación liberal, buscó promover una concepción integral de derechos humanos (cfr. Catoggio, 2009). Después de tres años de arduo trabajo y dedicación a una investigación exhaustiva, el Proyecto REMHI presentó el informe Guatemala: Nunca Más, producto de su labor. El informe, publicado en cuatro tomos, se dividen de la siguiente manera: Tomo I: Los Impactos de la Violencia, Tomo II: Los Mecanismos del Terror, Tomo III: El Entorno Histórico y Tomo IV: Víctimas del Conflicto (cfr. ODHAG, 2008). Tras 6.494 testimonios en total (cfr. ODHAG, 1998: XXVII) se pudo documentar, con nombre y apellido, a 55.000 víctimas del CAI; se identificaron 300 cementerios clandestinos y se atribuyó el 90.53% de las responsabilidades al ejército, policías, patrulleros de autodefensa civil, comisionados militares y escuadrones de la muerte. El otro 9.3% fue atribuido a las organizaciones guerrilleras (cfr. Rostica, 2006). Pero, como dijo Ruth del Valle en una entrevista, “lo demás es historia conocida”: Monseñor Gerardi fue asesinado el 26 de abril de 1998, cuarenta y ocho horas después de la entrega de un informe que contenía en sus páginas, años de represión y testimonios de miles de víctimas de una historia, hasta ese momento, oculta. Sin lugar a dudas, su asesinato fue un crudo recordatorio de que la impunidad seguía siendo la orden del día y de que había muchas fuerzas que aún ejercían un poder que insistían en mantener el pasado en el pasado. Fue también, sin duda, un costo de ser una comisión ad hoc. La Comisión para el Esclarecimiento Histórico Tras la firma del Acuerdo de Paz Firme y Duradero, el 29 de diciembre, se pudo formar e instalar la CEH, tal como fue planteado en el Acuerdo de Oslo en 1994. Asimismo, la CEH 105 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “La construcción de la memoria histórica en Guatemala” María Luisa Rosal Vargas tuvo que esclarecer tanto las violaciones de derechos humanos, es decir, del Estado; como los hechos de violencia cometidos por la URNG, desde el estallido del conflicto hasta su fin. Como era una comisión oficial, hay que recordar que, a diferencia del Proyecto REMHI, la CEH tuvo acceso, aunque haya sido limitado, a los archivos del Estado (cfr. Hayner, 2008). Las Naciones Unidas designaron al jurista alemán, Christian Tomuschat para presidir la CEH junto con los guatemaltecos Otilia Lux de Cotí y Alfredo Balsells Tojo, seleccionados para completar el “triunvirato”. Coordinada por una oficina de apoyo de la United Nations Office for Project Services (UNOPS), se instaló un equipo central y, a su vez, estaban los coordinadores de las oficinas de campo, que tenían un pequeño equipo trabajando con ellos en las distintas instalaciones para llevar a cabo todas las tareas de la oficina en cuestión. El equipo central coordinaba desde la Ciudad de Guatemala y desde el inicio sostuvieron reuniones para definir la forma en que se iba a proceder con la gran tarea que tenían por delante (cfr. Entrevista a Ana González, 21 de septiembre de 2012). Para el 1 de septiembre, ya se habían instalado las oficinas, 14 en total; situadas en las áreas más afectadas por el conflicto. Cada oficina permaneció abierta durante cuatro o cinco meses, con algunas excepciones (cfr. CEH Tomo I: 1999; Entrevista a Ana González, 21 de septiembre de 2012; Hayner: 2008). El trabajo fue respaldado con un presupuesto más de $9.700.000 que fue donado por catorce países. Además, contó con vehículos donados por la Fundación SOROS para facilitar su movilización durante el trabajo de campo (cfr. Entrevista a Ana González, 21 de septiembre de 2012). El equipo, integrado por abogados, militares, antropólogos, sociólogos e incluso miembros del equipo REMHI, reflejó la complejidad y apeló a un enfoque colaborativo e interdisciplinario del trabajo. Tal como sucedió con el Proyecto REMHI, en el camino, se volvió necesario modificar la metodología y ampliar los temas a ser investigados. Por ejemplo, para armar una base de datos y sistematizar las cifras, se buscó el apoyo de la American Association for the Advancement of Sciences (AAAS); para apoyar la investigación sobre el genocidio, contrataron a un equipo de la ex-Yugoslavia; para investigar las violaciones contra la niñez, llegó una representante de UNICEF y para desarrollar bien un contexto histórico del país, la CEH contó con el aporte de un equipo de académicos guatemaltecos. Estos académicos, recibieron una gran cantidad de documentos desclasificados, con el apoyo de la organización National Security Archive (NSA) de Estados 106 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “La construcción de la memoria histórica en Guatemala” María Luisa Rosal Vargas Unidos. Lo rescatable sobre este último punto fue que el NSA pudo contribuir con documentos pertinentes al período siendo investigado porque hicieron la solicitud de la documentación en el mismo momento en que se firmó el Acuerdo, en 1994 – tres años antes de que empezara a funcionar la CEH (cfr. Hayner, 2008). La importancia de estos documentos se basa en que, en la ausencia de fuentes provenientes de los archivos de las fuerzas armadas, entonces inaccesibles; se pudo establecer a partir de ellos la estructura represiva de las fuerzas armadas y de seguridad (cfr. Hayner: 2008).11 Conformada por un equipo dinámico, apoyado por expertos externos, tanto a nivel nacional como internacional, la CEH inició así su trabajo 31 de julio de 1997 (cfr. Rostica, 2006). Al igual que el Proyecto REMHI, la CEH asumió la tarea de desarrollar una metodología dirigida a investigar los casos de violaciones de derechos humanos. Sin embargo, la CEH se centró en investigar el pasado en relación a un marco jurídico basado en los convenios internacionales de derechos humanos. Una de las primeras crisis metodológicas tuvo fue que las violaciones a los derechos humanos eran concebidas como violaciones a derechos individuales. La emergencia de modalidades represivas que atentaban contra los derechos comunitarios, obligó al equipo a repensar el abordaje. En las zonas donde hubo masacres, la CEH comenzó a tomar testimonios colectivos, ya que era un patrón muy fuerte de la violencia, tal como lo había señalado el Informe REMHI (Entrevista a Ana González, 21 de 11 Además, la CEH recibió información y colaboración de entidades estatales y de organizaciones no gubernamentales nacionales e internacionales. Las entidades estatales incluyeron: la Comisión Presidencial de Derechos Humanos, el Ejército nacional, la Policía nacional, el Procurador de Derechos Humanos, el Procurador General de la Nación y el Organismo Judicial. Las organizaciones no gubernamentales: Asociación de Familiares de Detenidos-Desparecidos de Guatemala (FAMDEGUA), Coordinadora Nacional de Viudas de Guatemala (CONAVIGUA), Convergencia por la Verdad, Centro Internacional para Investigaciones de Derechos Humanos (CIIDH), el Proyecto Interdiocesano de Recuperación de la Memoria Histórica (REMHI), Asociación de Periodistas de Guatemala (AGP), Asociación de Estudiantes Universitarios "Oliverio Castañeda de León" de la Universidad de San Carlos, Asociación Nacional del Café (ANACAFE), Asociación de Veteranos Militares de Guatemala (AVEMILGUA), Centro para la Acción Legal en Derechos Humanos (CALDH), Comité Coordinador de Asociaciones Agrícolas, Comerciles, Industriales y Financieras (CACIF), Comité Campesino del Altiplano (CCDA), Fundación Myrna Mack, Fundación Rigoberta Menchú, Centro de Investigación, Estudio y Promoción de los Derechos Humanos (CIEPRODH), Centro Internacional para Investigaciones en Derechos Humanos (CIIDH), Comisión de la Verdad de la Rectoría de la Universidad de San Carlos, Coordinadora Nacional de Derechos Humanos de Guatemala (CONADEHGUA), Acción Cristiana Guatemalteca (ACG), Academia de Lenguas Mayas, Asamblea Consultiva de la Población Desarraigada (ACPD), Asociación de Mujeres Ixmucané, Centro para el Desarrollo de la Democracia de la Costa Sur (CEDECOS), Coordinadora de Desarrollo Campesino (CODECA), Consejo de Comunidades Etnicas Runujel Junam (CERJ), Consejo Nacional de Desplazados de Guatemala (CONDEG), Conferencia de Iglesias de Evangélicas de Guatemala (CIEDEG), Comité de Unidad Campesina (CUC), Comisión de Derechos Humanos de Guatemala (CDHG), Coordinadora Nacional Indígena Campesina (CONIC), Defensoría Maya, Desmovilizados de URNG, Extensión universitaria de la Universidad de San Carlos, Equipo de Antropología Forense de la Oficina de derechos Humanos del Arzobispado, Equipo de Antropología Forense de CALDH, Federadión de Cooperativas Agrícolas de Guatemala (FEDECOAG), Fundamaya, Fundación Rigoberta Menchú, Grupo de Apoyo Mutuo (GAM), Iglesia Católica, Majawuil Quij, Movimiento de Desarraigados, Radio Chortí, Radio La Voz de Atitlán, Radio de Nahualá, Sindicato de Coca Cola y la Fundación de Antropología Forense de Guatemala. Las organizaciones internacionales incluyeron: La American Association for the Advancement of Science (AAAS), National Security Archive-Proyecto Guatemala (NSA), Gobierno de Suiza, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Tribunal Penal Internacional para la ex –Yugoslavia, Amnistía Internacional, Casa Guatemala-Chicago, Comisión Interamericana de Derechos Humanos-OEA, Human Rights Watch, International Women’s Human Rights Law Clinic, Robert F. Kennedy Memorial Center, Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Washington Office on Latin America (WOLA) (cfr. CEH, 1999). 107 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “La construcción de la memoria histórica en Guatemala” María Luisa Rosal Vargas septiembre de 2012). A medida que el equipo avanzó en la formulación del diseño del trabajo a realizar, varios miembros propusieron la idea de elaborar una hipótesis sobre el genocidio. Esto se convirtió en un tema de debate, sobre todo porque la CEH tenía que mantener un nivel estricto de la objetividad. A pesar de ello, algunos miembros de la Comisión creían que tener una hipótesis como punto de partida orientaría la investigación y dicha hipótesis sería confirmada o rechazada. A medida que la investigación avanzaba, y los testimonios siguieron llegando, se hizo imposible evadir el tema del genocidio (cfr. Entrevista a Ana González, 21 de septiembre de 2012). La CEH estaba formada por nacionales y extranjeros por igual, sin embargo en ningún momento estuvo un guatemalteco a cargo de una oficina regional. Esta decisión operativa se hizo con el fin de conservar el nivel de objetividad y transparencia en el trabajo. Este criterio contrastaba con el esfuerzo del REMHI orientado a la subjetividad de las víctimas. Esta diferencia puede comprenderse a partir de los distintos auditorios a los cuales estaba dirigidos ambos proyectos. El REMHI estaba volcado de lleno a la reconstrucción del tejido social y, por ende, buscaba interpelar especialmente a la ciudadanía. La CEH debía además, rendir cuentas frente al Estado democrático (en construcción) y a la comunidad internacional, que habían avalado su labor (cfr. Entrevista a Ana González, 21 de septiembre de 2012). Otra de las decisiones de la Comisión se tomó con el fin de inspirar confianza en los entrevistados. En un país como Guatemala, que se hizo famoso por el nivel de infiltración como parte de la estrategia contrainsurgente, se partía del presupuesto de que la confianza entre las personas era prácticamente inexistente. Así, la Comisión decidió adoptar una estrategia contraria a la que el Proyecto REMHI había utilizado como su metodología: los entrevistadores serían todos extranjeros. Lo hicieron, sin embargo, contado con la ayuda de intérpretes, especialmente en regiones con niveles de alta concentración de las comunidades indígenas donde el español no era la lengua dominante. (cfr. Entrevista a Ana González, 21 de septiembre de 2012). Para informar sobre su trabajo, como el REMHI, la CEH tuvo un programa de radio destinado a llegar a las comunidades y animarlos a que se presentaran para dar su 108 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “La construcción de la memoria histórica en Guatemala” María Luisa Rosal Vargas testimonio. A diferencia de REMHI, la CEH logró tener presencia en los medios de comunicación de radio. Además se produjeron y se distribuyeron folletos informativos dentro de las diferentes comunidades. Otra diferencia cualitativa fue que la CEH se acercó a varios testigos claves para realizar entrevistas que podían dar cuenta de las acciones de actores de la insurgencia y del Estado, tal como los miembros y ex-miembros del Ejército Nacional y otras entidades del Estado, como los políticos. También realizó entrevistas entre los exPatrulleros de Autodefensa Civil (PAC) y los ex-combatientes de la URNG (cfr. CEH, 1999). Hacia el final de su labor, la CEH organizó un encuentro nacional, en donde se reunieron más de 400 personas, que representaban a 144 sectores del país, que incluían organizaciones de derechos humanos, académicas y campesinas. En ese marco, los distintos sectores fueron invitados a presentar una serie de recomendaciones para que fueran tomadas en cuenta en el momento de su formulación (Entrevista a Ana González, 7 de octubre de 2012). El hecho de que la convocatoria para participar fue recibida con mucho fervor demostró la determinación de la sociedad para seguir siendo un agente activo en los cambios políticos que se estaban produciendo. Después de haber hecho una investigación exhaustiva en 2.000 comunidades, que consistió en la recopilación de 7.338 testimonios, de los cuales 500 fueron colectivos, la CEH pudo identificar, con nombre y apellido, a 42.000 víctimas de violaciones de derechos humanos (cfr. Entrevista a Ana González, 21 de septiembre de 2012; Rostica, 2006). La escritura del informe se estaba llevando a cabo en el mismo momento en que el Proyecto REMHI estaba presentando su informe final. Elaborado en 12 tomos y dividido en tres capítulos, más conclusiones, casos, anexos y una explicación metodológica del trabajo (Oettler, 2000: 2-3), el 25 de febrero de 1999, el informe Guatemala: Memoria del Silencio fue entregado oficialmente al Estado guatemalteco (cfr Rostica, 2006). Reflexiones finales Ante el miedo y el clima de desconfianza el Proyecto REMHI logró forjar el camino para establecer y construir una confianza con las víctimas y sobrevivientes del CAI. Fue un gran logro, dada la situación en un país en donde el silencio se convirtió en una forma de supervivencia. A través de su dedicada labor, fueron capaces de crear condiciones sociales de escucha, un espacio seguro donde la gente pudiera acercarse y, por primera vez, “contar su propia historia, que no había sido antes escuchada, y (…) decir: créame” (ODHAG, 1998, 109 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “La construcción de la memoria histórica en Guatemala” María Luisa Rosal Vargas XXIX). Se podría decir que la limitación más grande se impuso el 26 de abril de 1998, tras el asesinato de Monseñor Gerardi, quien acompañó el Proyecto desde el comienzo. Teóricamente la última etapa era la de devolución de la memoria...Personalmente pienso que el asesinato de Monseñor Gerardi provocó un cisma tal que la ODHAG perdió el norte en este tema y no logró desarrollarlo...Después de la muerte de Monseñor, mucha de la energía de la ODHAG se concentró en el proceso de investigar su muerte (cfr. Entrevista a Ruth del Valle, 8 de octubre de 2012). El trabajo, ahora descentralizado, continuó en algunas diócesis, fundamentalmente mediante los más de 600 animadores de reconciliación que, siendo ellas y ellos mismos miembros de las distintas comunidades afectadas por el CAI, siguieron trabajando en sus comunidades en la etapa de la devolución. Este trabajo sigue hasta hoy en día, tras los informes producidos por la ODHAG (cfr. ODHAG, 2008). Se publicó una versión resumida de Guatemala: Nunca Más, junto con una guía pedagógica orientada a difundir la importancia de la reconstrucción de la memoria histórica (cfr. ODHAG, 2008). Además, se publicaron en versión resumida las recomendaciones para la reconstrucción del tejido comunitario y social. Esta versión es gratuita (cfr. Oettler, 2000). Con respecto a las recomendaciones, el Informe rescató las demandas de las víctimas e hizo una exhortación dirigida al Estado, pero fundamentalmente a las comunidades religiosas, apelando a la responsabilidad moral de éstas en apoyar y ser partícipes activas en el proceso de reconstrucción social (cfr. Fitzgerald, 2010). De este modo, el Proyecto buscaba instalar a la Iglesia católica como una de las instituciones indispensables para el futuro democrático del país. Retrospectivamente, se puede decir que la publicación de Guatemala: Memoria del Silencio tuvo dos logros importantes. El primero es que, al investigar las causas del CAI, realizó un informe que explica en gran detalle lo que había sucedido, y el segundo fue que, finalmente, un informe oficial puso un nombre a lo que había ocurrido en Guatemala: el genocidio (cfr. ODHAG, 2008). Durante años, varios académicos habían descrito las atrocidades como campañas genocidas, pero sin datos empíricos para respaldar estas afirmaciones (cfr. 110 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “La construcción de la memoria histórica en Guatemala” María Luisa Rosal Vargas Oettler, 2008). Es justo decir que, dado los contextos en los que se crean comisiones de la verdad, las limitaciones siempre estarán presentes desde el principio. En el caso de la CEH, el tiempo era una restricción enorme, lo que limitó tanto la cantidad de trabajo que se pudo hacer, así como la profundidad que se pudo dedicar a la indagación sobre cada categoría. Las complicaciones surgieron también durante la formulación de la metodología, aunque muchos de estos obstáculos se superaron a medida que se fueron presentando, como en el caso de los testimonios colectivos. Acordate una de las cosas muy limitantes de la Comisión era que tenía una fecha. Tenía seis meses de mandato. Y llevó un año y medio…Si hubiéramos tenido más tiempo, hubiéramos podido investigar más…Eso lo criticaron muchas organizaciones...yo creo que eso fue lo que se consiguió en la mesa de negociación. O sea, en la mesa de negociación, nunca se consigue todo lo que se quiere…Pero bueno, convengamos que después del genocidio, la sociedad estaba muy débil, a pesar de que estaba, digamos, muy organizada. O sea, de hecho, el genocidio la debilitó enormemente. Pero, sí, las organizaciones, con justa razón, criticaron esos aspectos ¿no? (Entrevista a Ana González, 7 de octubre de 2012). Tal vez el factor que exacerbó más el proceso de investigación y recopilación de testimonios, que son fundamentales para el trabajo de la CEH, fue una fuerte presencia militar dentro de las comunidades, a pesar del hecho de que el conflicto había terminado formalmente (cfr. Esparza, 2007). Así que, como en el caso del Proyecto REMHI - aunque tal vez en menor grado – todavía había miedo a romper el silencio sobre lo que había ocurrido en las comunidades. Cabe decir, sin embargo, que a pesar del temor a las represalias, muchos sobrevivientes pacientemente esperaron para contar sus historias. Recuerdo haber tomado testimonios en una finca de retornados, y había una situación de mucho miedo, de mucha precariedad...La gente esperaba afuera, y a veces esperaba todo el día, sin comer...La gente esperaba lo mismo aunque no tuviera nada que comer. Y tuvieron que esperar todo el día...esperaba 8, 10, 12 horas. Si tuvieron que esperar todo el día, esperaban…Habían sufrido mucho...tremendo, pero era así. 111 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “La construcción de la memoria histórica en Guatemala” María Luisa Rosal Vargas (Entrevista a Ana González, 7 de octubre de 2012). Ciertamente, hay muchas lecciones que aprender de la experiencia de haber tenido dos comisiones de verdad en Guatemala. La enseñanza más obvia es que estas comisiones, aunque ambas tuvieron diferentes enfoques metodológicos y mandatos, se complementan entre sí. El Proyecto REMHI tuvo un enfoque orientado “de abajo hacia arriba”; mientras la CEH operó con un enfoque más vertical, si se quiere. A pesar de esto, contaron con un gran apoyo de sectores de la sociedad civil, al igual que de organizaciones internacionales y, ambas lograron cubrir, a grandes rasgos, el mismo espacio temporal y geográfico, investigando el contexto histórico e, incluso trabajando, en un momento dado, paralelamente (cfr. Fitzgerald, 2010). Ambos informes son ampliamente aceptados y utilizados: han logrado crear espacios de diálogo que eran inexistentes previamente, tanto en espacios sociales, como académicos y en los medios de comunicación (cfr. ODHAG, 2008). Un informe de la ODHAG nota que “la relación entre ambos cuerpos es muy estrecha, el último informe y sus alcances no pueden entenderse sin la existencia del otro” (ODHAG, 2008: 22). Produjeron conclusiones determinantes, seguidas por una serie de recomendaciones, y aunque el informe de la CEH está orientado más hacia el cumplimiento a cabalidad de los Acuerdos de Paz, las recomendaciones de ambos informes están orientadas a “la mitigación del daño...la construcción de la memoria colectiva...el rol de otros agentes sociales...la prevención de las violaciones de derechos humanos (garantías de no repetición)...cambios legislativos y judiciales...[y] cambios sociales” (ODHAG, 2008: 25-27). El trabajo de las comisiones sirve para complementar los procesos judiciales. Los casos judiciales que han avanzado a nivel nacional, regional e internacional han utilizado el contenido de los dos informes para sustentarlos. Esta es una realidad que han señalado tanto dirigentes de organizaciones de derechos humanos en Guatemala como los integrantes de ambas comisiones de verdad: Son cosas que no están pensadas en la judicialización de los casos, porque no es el objetivo de los trabajos de las comisiones…El REMHI fue una prueba...cuando fui perito...ante la Corte Interamericana para el caso Molina Theissen. Hice un peritaje sobre el impacto de la niñez – el impacto de la impunidad en los casos de niñez 112 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “La construcción de la memoria histórica en Guatemala” María Luisa Rosal Vargas desaparecida (Entrevista a Carlos Beristain, 19 de octubre de 2012). Yo creo que de cualquier modo los nombres, los familiares de las víctimas los tienen. Lo que los dieron para la Comisión los pueden dar en cualquier otro lado. Esa es la realidad. Lo importante era que la Comisión, digamos, de alguna manera valida lo que los testimonios – y después las querellas, pueden presentar (Entrevista a Ana González, 7 de octubre de 2012). Entonces la tarea de los que querramos llevar juicios es investigar a quiénes se referían, porque si te dicen: “participó el comandante de la zona o el oficial que estaba a cargo de este grupo” y la masacre se cometió...en tal lugar, solo habrá que buscar la información para ver quién era el que estaba allí. Así es como ha sido posible llevar a cabo algunos juicios (Entrevista a Mario Polanco, 8 de octubre de 2012). De este modo, los informes instalan una verdad y un reclamo ético, pero también construyen condiciones para la judicialización. Hasta los años noventa, aún no existían datos que podían dar cuenta de manera sistemática, la magnitud de las violaciones, a pesar de que salían informes de grupos como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y Amnistía Internacional. Esto significaba que las cifras sobre las violaciones y la cantidad de víctimas siempre eran aproximaciones. Desde que se publicaron los informes, existen ahora cifras que dibujan un panorama más completo de la violencia ocurrida en Guatemala durante casi cuatro décadas. Ambos informes claramente responsabilizan a las fuerzas armadas de haber cometido el grueso de las violaciones. En este sentido, los informes fueron valiosos aportes para poder presentar datos estadísticos para mostrar la verdadera magnitud del terror, convirtiéndolos en referencia nacional e internacional. Aun así, está claro que existen muchos vacíos que se han ido supliendo con el tiempo, a medida que se ha ido cambiando el contexto social y político y, a medida, que el tejido social se ha ido recomponiendo. Carlos Beristain, en una entrevista, hizo referencia al concepto de memorias politizadas: Nosotros no podemos empezar a hablar de militantes políticos de la guerrilla que 113 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “La construcción de la memoria histórica en Guatemala” María Luisa Rosal Vargas fueron asesinados cuando estábamos en el REMHI. La gente no te contaba esas cosas, te contaban más la historia de que “vinieron y lo mataron”, punto. No te contaba en qué estaban, qué hacían, porque tenían miedo y habían construido un relato, en un espacio en que no se podía hablar, porque hablar de eso era peligroso...después de un tiempo, en un clima social más favorable, se puede hablar de otras cosas. La gente se ha atrevido cada vez más a decir, en un ambiente fuera del control del miedo...Entonces...después de las comisiones, se ha abierto el espacio para que esas memorias se puedan reconstruir (Entrevista a Carlos Beristain, 19 de octubre de 2012). Ana González hizo una observación parecida: “la memoria se va reconstruyendo en distintos momentos, según las necesidades y posibilidades de la época, y eso hace que haya memorias de distintas generaciones” (Entrevista a Ana González, 7 de octubre de 2012). Recordando el trabajo que hizo la CEH, Ana González formula una pregunta: “¿Era posible observar ese fenómeno en ese momento desde la Comisión, cuando en realidad se estaba planteando...por primera vez?” (Entrevista Ana González, 2012). Con esta pregunta pone en evidencia las limitaciones que el tiempo y las coyunturas ofrecen para que una sociedad comience a construir su memoria histórica. De acuerdo al modelo elaborado por Henry Rousso, en Le Síndrome de Vichy, la construcción de la memoria colectiva atraviesa distintas etapas: El recuerdo de Vichy había evolucionado en cuatro etapas distintas: 1944-1954, 1954-1971, 1971-1974, de 1974 hasta hoy. (...) fue al considerar que la primera fase, la de la Liberación, Depuración y Reconstrucción, había sido la ocasión de un “trabajo de duelo”, que tomó cuerpo la metáfora analítica. Ese trabajo de duelo se percibía primero en el nivel de los individuos: el duelo en sentido propio, de los muertos y desaparecidos; luego, el duelo en el plano nacional: una vez finalizadas la guerra, la ocupación extranjera, la guerra civil, había que vivir con las heridas y los odios que habían generado y recuperar el ritmo normal de las cosas. De este modo, el encadenamiento de las fases cobraba sentido: el tiempo de la “represión” (de la derrota, de Vichy, del antisemitismo), el “retorno de lo reprimido” y finalmente, la fase “obsesiva”, período en el cual los temas reprimidos, en particular el del antisemitismo 114 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “La construcción de la memoria histórica en Guatemala” María Luisa Rosal Vargas de Vichy, cobraban una dimensión notoria a pesar de la distancia de los cincuenta años transcurridos y de la existencia de generaciones totalmente ajenas a esa guerra (Rousso, 1987: 8).12 A modo de concluir, es verdad que las comisiones fueron producto de determinadas condiciones históricas y políticas y, en ese momento, en Guatemala no era posible acceder a la documentación necesaria para dar cuenta de la magnitud de todos los crímenes cometidos contra todos los grupos. Al mismo tiempo, tampoco constituía una demanda específica de las víctimas. Desde esta perspectiva, sería un error decir que, desde el inicio de este nuevo siglo, no hubo avances en el camino hacia una construcción de verdad, más bien, este es el trabajo que se pudo hacer a partir de los informes de las comisiones. 12 Traducción disponible en: https://docs.google.com/viewer?a=v&q=cache:5_LZ7R_K180J:www.comisionporlamemoria.org/investigacionyense%25C3%25 B1anza/pdf_biblioteca/Rousso%2520Los%2520usos%2520politicos%2520del%2520pasado,%2520cap%25209.pdf+Rousso+%2B+Le+s%C3%ADndrome+d e+Vichy&hl=es419&gl=ar&pid=bl&srcid=ADGEESjqhIbr7xlQvq_JW989Hkp8qUs_C0JB31RDLb9Z3FSHGrzDnUK2JKgt6p9RZR8BRuPwMMgg XQ8b1iZt17lOZk_X_4qXvSA84W68oqTQf8d-Di1dqGcYD6sDHZUfNyiC207azXe&sig=AHIEtbQGGkpEvLeeeGUvwClGJD75PsUlpA. Acceso: 13/11/2012. 115 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. 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Buenos Aires, Argentina “La construcción de la memoria histórica en Guatemala” María Luisa Rosal Vargas Mario Polanco. Entrevista por Skype. 8 de octubre de 2012. --- Entrevista por Skype. 24 de octubre de 2012. Ruth del Valle. Entrevista por correo electrónico. 8 de octubre de 2012. Palabras clave Key words Conflicto armado interno Internal armed conflict Comisiones de verdad Truth commissions Testimonios Testimonies 119 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina AVANCES DE INVESTIGACIÓN MEMORIA Y GUERRA: OLVIDAR Y RECORDAR CUANDO EL HORROR NO HA TERMINADO Óscar Javier Carbonell Valderrama1 Alguna vez escuché que en un caserío alejado de los llanos orientales de Colombia llegaron unos hombres armados y a gritos dejaron en claro que ellos eran quienes tenían el control militar de ese territorio. El jefe del grupo se acercó a un joven que estaba en una pequeña tienda tomándose una cerveza y le pidió que se identificara. El joven le dijo cómo se llamaba, pero no pudo probar que ése era su nombre, ya que no llevaba consigo su documento de identidad. Ante esto, el hombre armado le disparó al joven, quien cayó muerto. La mamá del joven escuchó el disparo cuando estaba zurciendo un pantalón. Luego de unos minutos, llegaron los hombres armados a la casa de la mujer y le dejaron el cuerpo de su hijo en la entrada. Le dijeron que no le diera sepultura, pues en el grupo había un experto en descuartizar cuerpos, quien se ocuparía de ello. Así, la madre tuvo que presenciar cómo el cuerpo de su hijo era desmembrado. A la mamá le prohibieron llorar. Con el fusil apuntando a su humanidad se aseguraron de que no saliera ni una sola lágrima de sus ojos. Su hijo fue enterrado por el descuartizador en un descampado al frente de la casa. A la mamá le fue prohibido desenterrarlo. El grupo armado se fue y advirtieron que volverían. Al día siguiente, las personas del poblado fueron testigos de cómo la costurera del caserío remendaba una a una las partes del cuerpo de su hijo. Silenciosamente, sin llanto, cada una de las partes del cuerpo del joven fue reconstruida con esmero por su madre. Ella lo volvió a enterrar en donde estaba. En cuestión de horas volvió el grupo armado al caserío. El jefe del grupo increpó a la costurera por haber desobedecido la orden que él le había dado. La obligó a desenterrar a su hijo y a deshacer todas las costuras, y su hijo volvió a ser pedazos que alguna vez fueron un todo. La mamá aún no llora. Parece ser que el relato de la costurera y su hijo es verídico, quizá sí ocurrió, pero no como me lo contaron. La idea de la persona que me contó esto era que yo le diera un consejo como abogado, sobre todo porque la mamá del muchacho no se atrevía a denunciar ante las autoridades judiciales el horror por el que había pasado. Sin embargo, en el caserío 1 se Egresado de la Maestría en Derechos Humanos y Democratización- UNSAM 120 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2013. Buenos Aires, Argentina “Memoria y guerra: Olvidar y recordar cuando el horror no ha terminado” Óscar Javier Carbonell Valderrama rumoreaba que era inaceptable que la costurera no denunciara los hechos cuando todos sabían que el grupo armado ya había entregado las armas, gracias a un acuerdo de paz firmado por sus jefes y el gobierno colombiano. Además, la gente del pueblo sabía que el grupo que asesinó al hijo de la costurera actuaba en connivencia con el ejército nacional. Mi consejo fue que le dijeran a la mamá del joven que contara su historia cuando ella lo considerara prudente y no cuando los demás quisieran. Sin duda, lo que he escrito hasta ahora causa horror, incluso es posible que nadie crea mi relato. Es más, ya no recuerdo quién ni cuándo me contó esa historia, solo tengo un recuerdo vago, el recuerdo que queda después de escuchar algo terrorífico u horroroso del conflicto armado interno colombiano. Justamente, el tema de la memoria y la guerra es mencionado por Alejandro Kaufman, quien afirma que cuando existe conflicto interno en una sociedad, la cual se organiza de forma antagónica, la cuestión de la memoria se resuelve tal como se resuelven las guerras civiles o interiores, es decir, “mediante la lógica del triunfo y la derrota, […] [las cuales] preceden al acuerdo, el olvido y el perdón. En cambio, los acontecimientos del horror, la supresión de la memoria y de la identidad, el exterminio, ocasionan una condición de disolución autodestructiva del colectivo social, que sólo puede superarse mediante una situación refundacional de las representaciones simbólicas que instituyen límites respecto de otros colectivos sociales, y sobre todo, respecto del pasado traumático. Si no se levantan esos muros simbólicos como garantía común de que lo acontecido no tendrá repetición, lo que sucede no es que se vaya a repetir exactamente lo sucedido: ocurrirá una continuación, un estado de suspensión del pasado traumático.”1 Por supuesto, Alejandro Kaufman habla desde un contexto diferente al colombiano y yo lo leo a él desde el contexto de la guerra interna colombiana, la cual no termina. Kaufman habla del horror del exterminio realizado a través del terrorismo de estado de la última dictadura argentina, habla del pasado que se refleja en el presente cuando los hijos apropiados recuperan su identidad y se adueñan del espacio físico de la Ex-Escuela de Mecánica de la Armada (Ex-ESMA). Frente al horror del exterminio, la sociedad argentina tiene un punto histórico-simbólico de llegada y otro de partida: los años 1976 y 1983. Llegó el horror en 1976 y partió o se fue en 1983. Casi no se habla de las otras dictaduras, de los otros horrores anteriores a 1976. Las violaciones de derechos humanos cometidas en la dictadura fueron horrorosas, imperdonables, injustificables e imposibles de olvidar; pero está mal dicho cuando digo que fueron “cometidas”, pues no han terminado aún. La desaparición 1 Kaufman, Alejandro, Nacidos en la ESMA. En Oficios terrestres, AA VV. Facultad de Periodismo y Comunicación Social. UNLP, septiembre de 2004, página 30. Disponible en internet: http://www.perio.unlp.edu.ar/oficios/documentos/pdfs/Oficios_15_16.pdf 121 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2013. Buenos Aires, Argentina “Memoria y guerra: Olvidar y recordar cuando el horror no ha terminado” Óscar Javier Carbonell Valderrama forzada de personas no ha terminado y la apropiación de la identidad de los hijos de los desaparecidos y las desaparecidas se sigue cometiendo. Precisamente, la recuperación de la Ex-ESMA es el símbolo de la recuperación de la memoria distinta al paradigma punitivo que en Argentina se había convertido en la única forma de estructurar el discurso estatal frente a la memoria de los horrores de la última dictadura. Mientras la sociedad argentina tiene un punto de llegada y otro de partida, la sociedad colombiana tiene varios puntos de llegada y ningún punto de partida histórico-simbólico. La historia del horror de la guerra colombiana la han escrito quienes hacen la historia desde 1964, año en que es creada la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), al mismo tiempo que la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN). También desde 1981, año en que un puñado de narcotraficantes y miembros de las fuerzas armadas crearon el grupo paramilitar Muerte A Secuestradores (MAS). Incluso, hay algunas personas que afirman que el punto de llegada es en 1997, año en que se crea las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), ejército paramilitar que se creó con la asociación de varios grupos paramilitares. La sociedad colombiana tiene, no solo uno, sino varios puntos de llegada del horror, pero no tiene uno de partida. El horror de la guerra en Colombia no se ha ido. La diferencia del horror argentino del colombiano es que el primero permite narrar y reconstruir la memoria del exterminio, mientras que el segundo no permite narrar la memoria de la guerra, ya que quien se atreva a reconstruirla será etiquetado o estigmatizado como simpatizante, colaborador o afín a cualquiera de los actores del conflicto armado. La continuación del pasado traumático que menciona Alejandro Kaufman cuando no se levantan los muros simbólicos como garantía común de que lo acontecido no tendrá repetición, en Argentina se traduce en que los hijos de las personas desaparecidas, en centenares de casos, no saben que sus padres (apropiadores) son los asesinos de sus verdaderos padres, y que no aparecen los desaparecidos. Mientras tanto, la continuación del trauma de las víctimas en Colombia es que lo acontecido puede volver a ocurrir, pues el horror de la guerra aún no ha terminado; incluso, los colombianos y las colombianas no conocemos cuáles son los horrores cometidos y que aún se cometen en la guerra. La lógica del triunfo y la derrota que preceden al acuerdo, el olvido y el perdón en los conflictos armados internos aparece cuando se ha terminado la guerra. No obstante, esa lógica del triunfo y la derrota que gobernaría al modo como se aborde la memoria podría aplicarse a una guerra de corta duración; dicho de otro modo, la lógica del triunfo y la derrota no se 122 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “Memoria y guerra: Olvidar y recordar cuando el horror no ha terminado” Óscar Javier Carbonell Valderrama puede aplicar a una guerra perenne como la colombiana, que es un conflicto que ha naturalizado, convertido en esencia y trasformado en un fundamentalismo a los dispositivos de la violencia. La guerra colombiana ha sido interiorizada a través de la cotidianidad de la violencia. Justamente, la pregunta que nos debemos hacer es si la reconstrucción de la memoria necesariamente tiene que esperar a que exista en Colombia un punto de partida, tal como ocurrió en Argentina en 1983. En 1985 el estado colombiano llegó a un acuerdo de paz con la guerrilla de las FARC, en donde se acordó la creación del partido político Unión Patriótica (UP). La sociedad colombiana pensó que había llegado el fin de la guerra, pero lo que se obtuvo fue un genocidio contra las personas que hacían parte de la UP. El genocidio de la UP es uno de los pocos cometidos en Latinoamérica en tiempos de democracia y su negación hace parte de la lógica de la guerra, por lo que el horror del exterminio aún no se ha narrado a través de la reconstrucción de la memoria. En 1991 fue elegida una asamblea nacional constituyente en Colombia, en donde se promulgó una nueva constitución política, y la sociedad colombiana se alcanzó a ilusionar con la llegada de un punto de partida. Sin embargo, los grupos paramilitares y narcotraficantes se fortalecieron. La guerra y su horror no se fueron. En 1998 el estado colombiano inició un diálogo de paz con las FARC, la hipocresía de las partes trajo como consecuencia el fortalecimiento militar del estado a través del Plan Colombia (financiado por Estados Unidos), de los grupos paramilitares y de la misma guerrilla. Finalmente, en el año 2003 el estado colombiano firmó un acuerdo de paz con las AUC que trajo como consecuencia la entrega de las armas de varios grupos paramilitares, pero no desmanteló las estructuras paramilitares que hoy siguen sólidas con un nombre nuevo (Bandas Criminales o BACRIM). En la actualidad, en Colombia hay guerra, un conflicto armado interno que tiene como actores al estado, los paramilitares, las guerrillas y el tráfico ilegal de narcóticos, minerales y personas que los permea a todos. El contexto argentino desde el que habla Alejandro Kaufman, en el tema de la memoria, puede servir de referente al contexto colombiano para reafirmar el papel que juega la memoria frente al horror. La memoria, tal como Alejandro Kaufman lo advierte, es la garantía del fracaso del horror. Las víctimas que sobreviven al horror de la guerra ayudarán a que el punto de partida en Colombia sea plausible cuando recuerden y den su testimonio. Pero las víctimas no deben estar solas, suficiente tienen con el trauma ocasionado por el conflicto como para adjudicarles la responsabilidad del fin del horror. A lo que me refiero es que el estado colombiano nunca ha realizado un proceso de diálogo con las víctimas. En Colombia 123 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “Memoria y guerra: Olvidar y recordar cuando el horror no ha terminado” Óscar Javier Carbonell Valderrama se ha dialogado con la guerrilla, los paramilitares, incluso con los narcotraficantes; pero jamás con las víctimas del conflicto armado interno. La mamá costurera que protagoniza la historia narrada al inicio de este escrito aún no llora, pero no lo hace porque se lo hayan prohibido los actores del conflicto armado, sino porque desea hacerlo cuando pueda volver a zurcir su memoria, cuando llegue el día en que el estado colombiano dialogue con ella y le permita volver a reconstruir la memoria de su hijo. Quizá la mamá llore cuando pueda enterrar el cuerpo de su hijo unido como un todo, tal como lo parió al mundo. 124 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina EN LA PRÁCTICA LOS SITIOS DE MEMORIA EN LA AGENDA DE LA DEMOCRACIA Valeria Barbuto 1 Resumen: La historia de Latinoamérica está signada tanto por graves violaciones a los derechos humanos seguidas de procesos de impunidad como por los enormes y diversos esfuerzos que se vienen realizando para afrontar esos crímenes, en pos de la verdad, la justicia, la reparación y la memoria. En la actualidad, la memoria -entendida como medio de transformación social- forma parte de las políticas que integran la agenda democrática. Entre ellas se destacan los debates sobre los modos de señalización y usos de lugares donde se cometieron los crímenes más atroces, sobre la creación de espacios memoriales y sobre las responsabilidades implicadas en la gestión de estos sitios. Abstract: Latinamerica´s history is marked both for serious human rights violations followed by processes of impunity as well as the enormous and diverse efforts being realized to face these crimes in the search for truth, justice, reparation and memory. Nowadays, memory –as means of social transformation- is part of the policies that build the agenda of democracy. The debates on the ways of marking and using these places where awful crimes were committed, about the creation of memorials and about the responsibilities implied in their managing are the most important among these policies. Latinoamérica comparte una trágica historia social y política de crímenes atroces y de procesos de impunidad posterior. Pero también comparte los enormes esfuerzos por afrontar esos crímenes, que en muchas realidades son parte del presente. Se trate de 1 Valeria Barbuto es Directora de Memoria Abierta. Participó en diversos proyectos sobre archivos y derechos humanos, construcción de memoria colectiva sobre el terrorismo de Estado, políticas de reparación a las víctimas, procesos de verdad y de justicia sobre graves violaciones a los derechos humanos y en abordajes de estos temas desde la perspectiva de género. Integró el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) y participa en el Directorio del Espacio para la Memoria, Promoción y Defensa de los Derechos Humanos [ex ESMA]. Es antropóloga egresada de la Universidad de Buenos Aires, con estudios de postítulo en Gestión Cultural del Instituto de Altos Estudios Sociales (IDAES) - Universidad Nacional de General San Martín (UNSAM) y en Democratización y Derechos Humanos del Centro de Derechos Humanos de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile. Desde 2008 forma parte del Equipo de Antropología Política y Jurídica en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. [email protected] www.memoriaabierta.org.ar www.sitiosdememoria.org 125 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2013. Buenos Aires, Argentina “Los sitios de la memoria en la agenda de la democracia” Valeria Barbuto dictaduras, conflictos armados internos, transiciones inconclusas o procesos de paz, en nuestros países las víctimas, los familiares, la sociedad toda se empeña en avanzar hacia la verdad, la justicia, la reparación y la memoria. Los principios, las demandas y las acciones de memoria siempre son discutidos. Pero en general incluyen la vocación de recordar a las víctimas y repudiar los crímenes, tanto como la de promoción de los derechos humanos y las garantías de no repetición. Así, estas iniciativas abarcan la lucha contra la impunidad desde la perspectiva de los afectados en forma directa, pero también al sistema político, la democracia, las instituciones, garantizando el respeto a los derechos más allá de ellos. Por una parte, los procesos de construcción de memoria están vinculados con otras medidas y/o políticas qué discuten cómo abordar lo sucedido. Así, en distintos países, la memoria puede ser una parte de la resistencia a la opresión, una demanda y un eje de la acción política de grupos sociales, una consigna de movilización, parte de la solución de un conflicto o una política de Estado. Además, la memoria se enlaza con otros temas de la agenda democrática. En este sentido, los sitios o lugares de memoria en el mundo convocan a poner a la memoria en acto: del genocidio a la eliminación de la discriminación, del apartheid a la igualdad, de la segregación a inmigrantes hacia la integración, de la represión a los excluidos a la inclusión social, de la guerra a la paz, de la impunidad a la justicia. El objetivo de hacer memoria no es la simple evocación de los hechos, sino la transformación social. En las últimas décadas del SXX tomó impulso a nivel mundial el trabajo en torno a los lugares donde se cometieron graves crímenes contra la humanidad. Una preocupación ya extendida desde el ejemplo de la memoria de la Shoah. En este marco, en 1999, se formó la Coalición Internacional de Sitios de Conciencia1, una red de instituciones que compartían el objetivo de lograr que los sitios de memoria sean espacios de intercambio y debate sobre problemas contemporáneos desde una perspectiva histórica. Esta alianza impulsada por el Museo del District Six (Sudáfrica), Museo Gulag (Rusia), Museo de la Guerra de Liberación (Bangladesh), Lower East Side Tenement Museum (EE.UU.), La Casa de los Esclavos (Senegal), National Park Service (EE.UU.), Memoria Abierta (Argentina), Memorial Terezín 1 http://www.sitesofconscience.org 126 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2013. Buenos Aires, Argentina “Los sitios de la memoria en la agenda de la democracia” Valeria Barbuto (República Checa) y The Workhouse (Reino Unido) tiene hoy más de 200 miembros en todo el mundo. En el marco de consolidar el trabajo de los sitios miembros de la Coalición y en virtud de las similitudes de problemáticas, procesos históricos y otras características, se formaron redes regionales o temáticas. A partir de 2005, comenzó a funcionar de forma muy activa la Red Latinoamericana2. Esta red trabaja para promover la memoria de las violaciones a los derechos humanos ocurridas en América Latina durante los periodos de terrorismo de Estado y de conflicto armado interno, en particular usando los sitios como vehículos privilegiados para la construcción y el fortalecimiento de una cultura verdaderamente democrática y para evitar toda forma de autoritarismo en las generaciones futuras. Hoy la Red Latinoamericana cuenta con 32 sitios en 11 países: Argentina, Brasil, Chile, Colombia, El Salvador, Guatemala, México, Paraguay, Perú, República Dominicana y Uruguay3. Los sitios pueden ser memoriales, archivos, museos, instituciones educativas, cada uno con su enfoque específico. La diversidad también se encuentra en sus formatos institucionales: desde simples organizaciones de base como la sociedad civil Las Abejas de Chiapas que representa la voluntad de movilización social, hasta los museos oficiales como el MUME de Montevideo o el Museo de la Memoria de Chile con la impronta del desarrollo de políticas públicas sobre el tema. De cualquier forma, su fuerza no es intrínseca; y por ello cada uno desarrolla programas destinados a la educación, la preservación del patrimonio, la difusión, etc. 2 Memoria Abierta es la actual coordinadora de la Red. Estos son: Archivo Provincial de la Memoria, Casa por la Memoria y la Cultura Popular, Centro Cultural por la Memoria de Trelew, Comisión de homenaje a las Víctimas de los CCD Vesubio y Protobanco, Mansión Seré, Memoria Abierta y Museo de la Memoria de Rosario (Argentina); Memorial Da Resistencia - Pinacoteca do Estado de San Pablo, Núcleo da Preservaçao da Memoria Política y Memorial da Anistia Política (Brasil); Agrupación de Familiares de D. D. de Paine, Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, Estadio Nacional, Comité de Derechos Humanos Nido Veinte, Fundación 1367 - Casa memoria José Domingo Cañas, Corporación Parque por la Paz Villa Grimaldi (Chile); Centro de Memoria, Paz y Reconciliación (Colombia), Museo de la Palabra y la Imagen (El Salvador), Archivo Histórico de la Policía Nacional, Centro de Investigaciones Regionales de Mesoamérica, Instituto Internacional de Aprendizaje para la Reconciliación Social, Memorial para la Concordia (Guatemala); Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas, Sociedad Civil Las Abejas, Centro de Investigaciones Históricas de los Movimientos Sociales (México); Museo de las Memorias: Dictaduras y Derechos Humanos, Dirección de Verdad, Justicia y Reparación – Defensoría del Pueblo (Paraguay); Asociación Paz y Esperanza, Movimiento Ciudadano Para que no se Repita, Asociación Caminos de la Memoria (Perú); Museo Memorial de la Resistencia Dominicana (R. Dominicana); Centro Cultural Museo de la Memoria – MUME (Uruguay) 3 127 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “Los sitios de la memoria en la agenda de la democracia” Valeria Barbuto La memoria en acto En muchos casos, como el argentino, a lo largo del proceso histórico, la memoria ha discutido, incidido o provocado cambios en las políticas sobre qué hacer con lo sucedido. Podría decirse que esta es una primera dimensión del ejercicio de memoria en el que pasado y presente están vinculados: la vigencia de los derechos humanos incluye la transmisión (el diálogo y el debate), la obtención de verdad y la realización de justicia por graves violaciones a los derechos humanos. En el marco de las disputas políticas sobre cómo tratar los crímenes, la memoria suele ser entendida como un tema del pasado. Sin embargo es un tema de actualidad, tanto sea por la persistencia de la impunidad, por las obligaciones internacionales adoptadas por los Estados, como por la existencia de actores sociales que la reclamen. Por otra parte, de manera coincidente en muy distintas situaciones, los actores sociales remarcan que a partir del pasado se puede generar un mayor entendimiento de las violaciones a los derechos humanos que suceden en la actualidad. Las acciones de memoria sean estas planificadas o no, son una herramienta de disputa de los distintos grupos sociales o actores institucionales. Durante el momento de ejecución de los crímenes la documentación de lo que sucede y su denuncia pública suele discutir con el intento de silenciarlos y eliminar los registros de la barbarie4. Durante las transiciones de los regímenes políticos discuten el reconocimiento social de lo sucedido marcando las características del pasado pero también las ideas centrales del nuevo proceso institucional5. En las etapas de impunidad se despliegan como parte de la movilización social o ponen en práctica formas alternativas para combatirla. Donde se realizan procesos de justicia, la memoria otorga sostén o participa de los debates jurídicos dentro y fuera de los límites de las salas de tribunales. 4 Tzvetan Todorov, en Frente al límite sostiene que la primera justificación de los crímenes intenta negar los hechos, aunque estos intentos fracasan porque existen testigos, documentos y los propios "cuerpos" de las víctimas. El segundo argumento se justifica en el desconocimiento ("no sabía nada de lo que sucedía"), el tercero apela a la obediencia a órdenes, y el último a que otros también lo hicieron, sean estos individuos o naciones (Todorov, T., 1993: Frente al límite, México, Siglo XXI Editores).Este tema ha sido abordado por otros autores entre los que cabe destacar a Paul Ricoeur que ha detallado los argumentos esgrimidos en distintas experiencias nacionales (Ricouer, P., 2003: La memoria, la historia, el olvido, Madrid, Editorial Trotta). 5 La memoria es uno de los campos de disputa sobre cómo se entenderán los crímenes. En los escenarios de comisiones de verdad, juicios, organismos internacionales se despliegan los relatos sobre “excesos”, “bandos”, violencias, guerras, terror planificado y sistemático. El significado político, ético, que logra articular el espacio público en este momento es determinante en el desenvolvimiento de los conflictos posteriores. Por una parte la determinación de lo sucedido: ¿quiénes son las víctimas?, ¿quiénes son los responsables?, qué hechos se reconocerán?, ¿desde cuándo?. Por otra, se forjan ideas centrales del nuevo proceso institucional: la relación entre democracia y derechos, el alejamiento de la barbarie, la igualdad ante la ley. 128 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “Los sitios de la memoria en la agenda de la democracia” Valeria Barbuto Una parte de estas acciones de memoria son las iniciativas en sitios, que pueden ser relevantes porque allí sucedieron hechos trágicos o de resistencia, pero también los lugares de memoria erigidos para conmemorar, resguardar archivos o convertirse en museos (en adelante sitios). En estos casos se construye un patrimonio de la memoria que contiene significados políticos provenientes de complejos procesos dirigidos a transformar sentimientos personales o grupales en significados públicos y colectivos. Desde el aspecto performativo del patrimonio histórico su función simbólica es por un lado comunicar estos significados y por otro producir ciertos "valores". En Argentina, la intensa labor de señalamiento de los lugares de represión, tortura y muerte fue central para lograr el reconocimiento público del sistema implementado. Los sobrevivientes, familiares y organismos de derechos humanos marcaron esta existencia en sus testimonios dados durante la misma represión, ante la CONADEP, en los juicios, en los medios de comunicación. Estas acciones lograron el re-conocimiento de lo sucedido en un sentido que trasciende el “descubrimiento de evidencia” hacia una apropiación social del pasado. Este sentido perdura hasta el presente, más allá de discusiones puntuales, de nuevos datos, de cuánto se amplían las listas de víctimas o cuántos represores se identifican. Sobre ese re-conocimiento se impuso el silenciamiento y la impunidad. Y la misma labor tenaz fue la que discutió con esas políticas transformando la demanda de los lugares de memoria en una pequeña grieta en las posturas estatales sobre el terrorismo de Estado y vinculando estas iniciativas de memoria a otros temas de derechos humanos. Por ejemplo, el desarrollo de las primeras controversias sobre el predio de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) significó para muchos la lucha contra la impunidad pero también la discusión sobre las políticas que debían regir las relaciones cívico-militares. La ex ESMA tiene una primera referencia temporal que es haber sido centro clandestino de detención, tortura y exterminio durante la dictadura. La segunda referencia insoslayable es la pelea contra el decreto que ordenaba demolerla en el año 19986. El entonces presidente Carlos Menem, dispuso trasladar las instalaciones de la ESMA a la Base Naval de Puerto Belgrano, desafectar los inmuebles y construir “un espacio verde de uso público y el lugar de 6 Decreto 8/98. Escuela de mecánica de la Armada (ESMA). Dispone su traslado. Dictado el 06/01/98 y publicado en el B.O. el 09/01/98. 129 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “Los sitios de la memoria en la agenda de la democracia” Valeria Barbuto emplazamiento de un símbolo de la unión nacional”. El Ministerio de Defensa era el encargado de construir ese monumento. Por una parte cabe recordar que el decreto antes mencionado fue firmado poco después de que se presentara en el Congreso Nacional el proyecto que dos meses más tarde derogaría las leyes de punto final y obediencia debida7. Además, y sin mediar interpretaciones, en los propios fundamentos del proyecto se hizo explícito que el objetivo de estas medidas se vinculaba con una política sobre las Fuerzas Armadas y una política de memoria. En el primer caso, la reestructuración institucional y racionalización de los recursos y en el segundo, la política de reconciliación reconociendo el fuerte simbolismo del espacio. El año 1998 no es una fecha cualquiera. El debate público se agitaba en sus intentos por quebrar la impunidad a partir de hechos trascendentes8 que habían puesto en marcha la movilización social que lograría el juicio y castigo en tribunales. El decreto de demolición produjo dos reacciones bien diferenciadas. Por una parte, algunos familiares presentaron una medida cautelar por el resguardo probatorio y simbólico del espacio9. El gobierno de la ciudad, por entonces en manos de Fernando De la Rúa demandó a la Nación por la devolución de un predio que entonces, como hoy, era de enorme valor económico10. Además del interés monetario, en sus declaraciones el jefe de gobierno defendía la autonomía de las Fuerzas Armadas para decidir dónde funcionar. Una política sobre las facultades castrenses que continuaría como presidente, cuando su Ministro de Defensa Ricardo López Murphy declaró que no había posibilidad de que en ese predio se instalara un museo de la memoria e impulsó la reinstalación de las actividades educativas militares. 7 El proyecto fue impulsado por Alfredo Bravo y Juan Pablo Cafiero. Entre los eventos más destacados cabe mencionar, las declaraciones del marino Adolfo Scilingo y su publicación en el libro El Vuelo de Horacio Verbitsky y la discusión por los ascensos de dos represores de la ESMA; la llamada "autocrítica" de Martín Balza jefe del Estado Mayor General del Ejército; la masiva participación en los actos de conmemoración por los 20 años del golpe; el inicio de los escraches de los H.I.J.O.S; las declaraciones en las causas por el derecho a la verdad en varias jurisdicciones del país; las causas judiciales en el extranjero que incluían las constantes demandas de Francia por Astiz, las condenas en ausencia en Italia y el constante movimiento de testigos ante la audiencia Nacional en Madrid. 9 Laura Bonaparte y Graciela Lois, madre y esposa de víctimas respectivamente. 10 Los terrenos donde funcionó la ESMA fueron cedidos en 1924 por la entonces municipalidad al Ministerio de Marina por medio de un convenio que ponía como condición que en dicho lugar se realizaran actividades educativas de la marina y que, de no ser así, el predio con todas sus construcciones volverían a la ciudad. Por tanto, las autoridades de la ciudad plantearon que el artículo primero del decreto 8/98 que trasladó las actividades educativas a la Base Naval de Puerto Belgrano hacía efectiva esta cláusula de revocatoria del contrato. 8 130 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “Los sitios de la memoria en la agenda de la democracia” Valeria Barbuto La justicia otorgó la cautelar a los familiares reconociendo el potencial valor probatorio del lugar y por entender que constituía un patrimonio cultural de los pueblos que los gobiernos no pueden manejar con discrecionalidad11. El litigio entre el Estado Nacional y la Ciudad de Buenos Aires culminaría siete años después con el acuerdo para destinarlo a un Espacio para la Memoria establecido en 2004 por Néstor Kirchner y Aníbal Ibarra12. Este acuerdo es la culminación de un proceso social caracterizado por la negativa a desplegar políticas de memoria por parte de los sucesivos gobiernos nacionales hasta el año 2003, gestiones locales que avanzaron en torno a algunos sitios, y el intenso trabajo de discusión, creación de alianzas y de solidaridades internacionales en torno a la idea de museos por parte de los organismos de derechos humanos. Durante estos años, estas organizaciones profundizaron las acciones de demanda de creación de un “museo” por parte del Estado a la vez que multiplicaron los debates sobre los sentidos asignados a una institución de estas características y sobre las implicancias de crearlo en la ex ESMA. Esta etapa está marcada por la profundización del vínculo entre la acción en pos de la memoria colectiva y la reflexión en torno a la problemática de las memorias en disputa. Es en torno a iniciativas que ligan la memoria con el patrimonio cultural donde surgió con más fuerza el requerimiento de un trabajo profesional y sistemático, por ejemplo en lo relativo a la organización de archivos (documentales, orales), formas de narrar y representar las historias, etc. Así, las iniciativas de memoria de los organismos se profesionalizaron o incorporaron un fuerte vínculo con los investigadores y junto a este movimiento social tomaron impulso los estudios académicos que pusieron en primer plano los conceptos y desarrollos teóricos sobre las memorias colectivas. 11 El Juez Federal reconoció que "el patrimonio cultural se encuentra tutelado por la constitución, ya se trate de hechos heroicos o de hechos horrorosos que causan genuina vergüenza […] la condición distintiva de una expresión cultural no es una cualidad que dependa del reconocimiento de las autoridades […] se origina en la actividad productora de los pueblos […] el testimonio emblemático que los recuerda también forma parte de nuestro patrimonio cultural, por cuyo motivo no puede ser destruido por los gobernantes de turno y reemplazado por un monumento cualquiera". La resolución judicial definitiva tuvo lugar en febrero de 2001 cuando la Corte Suprema de Justicia de la Nación ratificó lo actuado. 12 ESMA. Convenio de creación del Espacio para la Memoria y Para la Promoción y Defensa de los Derechos Humanos, firmado el 24/03/04 por el Gobierno Nacional y el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Publicado en el B.O. el 25/03/04. Ratificado por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires por medio de la Ley 1412 sancionada el 05/08/04. 131 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “Los sitios de la memoria en la agenda de la democracia” Valeria Barbuto De los debates participaron investigadores, directores de museos, intelectuales, periodistas, artistas, etc. Incluso tuvo aportes fundamentales del ámbito internacional a través del intercambio con museos como los abocados a la Shoah o a otros temas, entre ellos la Coalición Internacional de Sitios de Conciencia, que ampliaron el horizonte de un futuro museo de la memoria a la mirada mundial. Fue un debate con distintos tiempos, a veces pausados, a veces álgidos. Para inicios del año 2000 existían estos incipientes debates pero también se avanzaba en el desarrollo de algunos lugares a nivel local. Pues si el escenario público de movilización gestado en el plano nacional desde 1995 fue el campo donde se desplegaron las acciones colectivas, el escenario institucional continuaba siendo adverso. En la Ciudad de Buenos Aires, contamos con algunos ejemplos. La primera Legislatura que asumió en diciembre de 1997 abrió un espacio clausurado en los demás poderes, y así, se llegaba en 1998 a la sanción de la ley que creaba el Parque de la Memoria13. A partir de una demanda de los organismos de derechos humanos, en el año 2000 se aprobaba una ley que revoca la cesión del predio de la ESMA14 y lo destinaba, una vez concluido el litigio legal entre la Ciudad y la Nación, al emplazamiento de un museo de la memoria. Esta fue una expresión importante de la voluntad política de la Legislatura de la Ciudad y el Poder Ejecutivo, entonces bajo un nuevo gobierno, y mostró que existía un “espacio” simbólico y político para pensar la ESMA como espacio de memoria y a los derechos humanos como parte de las políticas de Estado. En 2001 se iniciaron las excavaciones para sacar a la luz los restos del centro clandestino Club Atlético y se formó una comisión para consensuar su destino, en 2003 se creó el Instituto Espacio para la Memoria15. Los significados en torno a la demanda de construir un sitio de memoria variaron de acuerdo al momento histórico y a la geografía. La discusiones son comparables pero no similares si se piensa, por ejemplo, en el significado que puede tener la preservación del Pozo de Vargas en una provincia como Tucumán con el legado autoritario del bussismo y la construcción de la Casa de la memoria y la Vida sobre las ruinas de la ex Mansión Seré dejadas por la corrupción de Juan Carlos Rousselot en Morón. 13 Ley Nª 46. Paseo Público y Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado – Creación. Sancionada el 21/07/98, promulgada el 14/08/98 y publicada en el BOCBA N° 514 el 25/08/98. 14 Ley Nº 392. Sancionada el 01/06/2000, promulgada el 03/07/2000 y publicada en el BOCBA N° 984 el 14/07/2000. 15 Ley Nº 961. Sancionada el 05/12/2002, promulgada por decreto el 27/12/2002 y publicada en el BOCBA N° 1602 el 06/01/2003. 132 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “Los sitios de la memoria en la agenda de la democracia” Valeria Barbuto En el predio donde funcionó el centro clandestino de detención Mansión Seré, fue construido un centro de deportes en los 80’s y durante el menemismo el intendente hizo construir una casa para sus reuniones y fiestas privadas. En el año 2000, la gestión de Martín Sabatella destinó el espacio a la Casa de la Memoria haciendo explícito que el estado municipal asumía su responsabilidad por la memoria, la verdad y la justicia oponiéndose al modelo de los ‘90s en todo sentido: sin impunidad pero también con transparencia, instituciones participativas, cambios en las políticas de las fuerzas de seguridad, etc. Actualmente, este espacio reúne la tarea de excavar para mostrar los cimientos del ex centro clandestino de detención abiertos a las visitas de la comunidad junto con proyectos de investigación, archivos históricos, actividades culturales, artísticas, debates y jornadas de participación. El predio de la ex Mansión Seré, entonces, significa una política de memoria pero también la apuesta por la transformación de las prácticas políticas en el municipio. Los sentidos en torno a la memoria y su vinculación con la agenda de la democracia tomaron un nuevo rumbo a partir de 2003. La definición del gobierno nacional significó para los sitios un contexto de oportunidad para la constitución de un patrimonio de la memoria vinculado a los procesos políticos nacionales. Luego de casi 10 años, esta consolidación dio paso a los problemas y dilemas de la gestión. Si se toma nuevamente el ejemplo de la ex ESMA, Durante los años 2003 y 2004 tiene lugar una primera etapa caracterizada por la decisión política de transformar ese lugar en un espacio de memoria. La imagen de Néstor y Cristina Kirchner junto a Aníbal Ibarra recorriendo el predio de la ex ESMA con sobrevivientes dialoga con aquella en la que el entonces presidente retiró los retratos de los máximos genocidas del Colegio Militar 16 marcando simbólicamente el inicio de un gobierno decidido a acompañar las demandas de los organismos de derechos humanos y transformarlas en políticas de memoria. 16 El 24 de marzo de 2004, el entonces presidente Néstor Kirchner realizó un acto en el colegio Militar en el que se retiraron los retratos de Jorge Rafael Videla y Roberto Bignone, de entre las imágenes de antiguos directores de esa institución. Muchas de las crónicas de ese día resaltaban que el Presidente se dirigió al jefe del Estado Mayor del Ejército con la orden “proceda” y que el militar debió llevarlo a cabo, que la foto original había sido cambiada días antes, que dos generales habían solicitado el pase a retiro y que el ministro de Defensa debió escuchar las repercusiones con posterioridad. Estos y otros datos mostraron la tensa discusión provocada por las decisiones del gobierno nacional con respecto a la memoria. El objetivo del “retiro de los cuadros” (como se lo conoce desde entonces), fue transmitir a las nuevas generaciones de militares que ningún genocida puede ser un ejemplo en su formación. En esa ocasión, el presidente expresó: "Que el 24 de marzo se convierta en la conciencia viva de lo que no debe hacerse en la Patria. Nunca más se tiene que volver a subvertir el orden institucional en la Argentina" y agregó: "Vengo a rescatar el espíritu sanmartiniano del Ejército para que juntos podamos reconstruir el país con 133 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “Los sitios de la memoria en la agenda de la democracia” Valeria Barbuto Se abre allí una segunda etapa de discusión de modelos. La idea mayoritaria fue que todo el predio se convirtiera en un sitio de memoria. Las posiciones variaron en cuanto a cómo intervenir y al destino de la totalidad de los edificios. ¿preservar las instalaciones vacías?, ¿preservar sólo los lugares donde estuvieron las victimas y hacer un museo en otro edificio?; ¿ocupar edificios por instituciones diversas?. En diciembre de 2004, la primera convocatoria de proyectos recibió ideas muy variadas. Las posiciones más extremas promovían que la única actividad en ese lugar debía ser la visita a un predio sin ocupación alguna. En la mayoría se contenían elementos que existen actualmente. Fue notorio el escaso interés y la nula atención prestada por los medios de comunicación. Tampoco se produjo una instancia de evaluación de esos proyectos puesto que no existía un formato institucional capaz de hacerlo y porque la mayoría de las discusiones hasta el año 2007 estuvieron determinadas por la complejidad de la reubicación de las actividades de la marina y la demanda de la mayoría de las organizaciones de derechos humanos de iniciar actividades luego del desalojo total. Con el tiempo se fue delineando un proyecto que promueve actividades directamente vinculadas a la memoria del terrorismo de Estado junto con otras acciones de promoción de los derechos humanos. En este marco, en las 17 hectáreas y 34 edificios conviven distintas instituciones. El predio conserva edificios históricos destinados a la memoria del terrorismo de Estado (ex Casino de Oficiales donde estuvieron los detenidos desaparecidos, otros directamente vinculados al accionar represivo y el Pabellón Central o “cuatro columnas” que es la imagen más representativa). Por otra parte, algunos edificios fueron destinados a organismos públicos que desarrollan políticas de memoria (como el Archivo Nacional de la Memoria y el Centro Cultural Haroldo Conti). Existen también edificios donde algunos organismos de derechos humanos han implementado proyectos propios o con otras instituciones. Por ejemplo, las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora desarrollan junto con la Fundación Música Esperanza una Tecnicatura de Música Popular, la Asociación Madres de Plaza de Mayo instaló el Centro Cultural ECUnHI, las Abuelas de Plaza de Mayo inaugurarán prontamente la Casa por la Identidad. Otra parte del predio lo ocupan instituciones internacionales y nacionales de promoción de los Derechos Humanos y con ello, este predio impulsa una identidad que trasciende la dedicación a la memoria colectiva democracia, pluralidad y justicia social”. La propuesta de retirar los cuadros de los genocidas había sido reiterada por el Centro de Estudios Legales y Sociales –CELS a tres ministros de Defensa hasta que Kirchner la realizó. 134 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “Los sitios de la memoria en la agenda de la democracia” Valeria Barbuto (Instituto de Políticas Públicas en Derechos Humanos del MERCOSUR, Centro de Investigaciones de la UNESCO). Para darle un sentido global a la iniciativa y facilitar la gestión, se creó un ente público bijurisdiccional y de participación Estado-sociedad civil. Las autoridades actuales de este ente llamado Espacio para la Memoria y para la Promoción y Defensa de los Derechos Humanos son los organismos de derechos humanos reunidos en un Directorio, la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación (delegada en el Archivo Nacional de la Memoria) y el Instituto Espacio para la Memoria (organismo descentralizado de la Ciudad de Buenos Aires). Esta integración muestra quiénes fueron los actores que impulsaron la gestión del proyecto. La Ciudad de Buenos Aires, no está allí sólo por la localización geográfica o el litigio legal, sino porque en algún momento fueron las políticas de la ciudad el lugar de resistencia y de tracción hacia una política nacional que al llegar mejoró su realización y las hizo trascender. Este modelo de gestión del patrimonio basada en una densa relación entre organizaciones de la sociedad civil y el Estado es complejo y presenta dilemas y potencialidades. Desde fines de los 90s, cuando se inició en el Parque de la Memoria, la apuesta fue construir una forma institucional que estuviera por encima de cualquier vaivén de las políticas coyunturales. El eje de esta propuesta fue garantizar el compromiso estatal a través de sus representantes y del presupuesto, a la vez que la perdurabilidad de sus objetivos con la presencia de las organizaciones no gubernamentales. En este sentido, en el documento Principios Fundamentales para las Políticas Públicas sobre Sitios de Memoria, el Instituto de Políticas Públicas en Derechos Humanos del MERCOSUR ha definido “a las políticas públicas como una serie de normas, decisiones y prácticas implementadas por diversos actores sociales (cuyos recursos, pertenencias institucionales e intereses varían) tendientes a resolver problemáticas políticamente definidas como de carácter social”. Más específicamente, sobre las políticas públicas sobre sitios enfatiza que “pueden constituir herramientas para la construcción de una ciudadanía fundada en el principio de los derechos humanos como patrimonio común y legitimador de la comunidad política. Y, en consecuencia, resultan significativas las iniciativas de intercambio de experiencias, de coordinación de políticas, e incluso la posibilidad de construir un mapa sudamericano de sitios de memoria que dé cuenta del 135 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “Los sitios de la memoria en la agenda de la democracia” Valeria Barbuto pasado común. No obstante, este abordaje regional debe contemplar las diversas experiencias, así como respetar y fomentar el desarrollo de políticas públicas diseñadas específicamente para cada contexto”17. La gestión de esta política pública presenta desafíos importantes: ¿cómo coordinar los objetivos y la labor de múltiples sitios?, ¿cómo se desarrollan iniciativas abiertas que no presenten un relato único?, ¿cómo puede el Estado llevar adelante una política pública con participación de muchas voces, incluso voces contradictorias? Aunque se trate de un tipo de gestión controversial y discutida, es difícil pensar la posibilidad de tener políticas de memoria, verdad y justicia sin el fortalecimiento de los sujetos políticos que las demandaron y llevaron adelante hasta ahora por más de cuatro décadas. De la misma forma no habrá fin de la impunidad ni avances sustanciales sin un Estado consustanciado. Esa fue la más lúcida perspectiva de los organismos y de los gobiernos nacionales desde el 2003. Por nombrar sólo algunos ejemplos, en 1998 el Parque de la Memoria tuvo el objetivo original de lograr que los poderes reconocieran a las víctimas del terrorismo de Estado cuando nada querían saber al respecto, en 2004 el retiro de los cuadros de genocidas del Colegio Militar permitió dar una señal sin retroceso sobre las Fuerzas Armadas necesarias para la democracia, la ex ESMA convertida en Espacio para la Memoria se transformó en un símbolo intransigible de la afirmación de la memoria sobre la dictadura y los derechos humanos como pilares de las políticas públicas. Entre otras cosas, es por ello que muchos ven este espacio como un buen lugar para potenciar el mensaje de actividades muy diversas. Ahora bien, una vez instalados, estos sitios de memoria requieren discutir y definir sus condiciones de crecimiento. Son espacios activos, complejos, donde se producen y aparecen cosas. Requieren por tanto una gestión que los proteja estableciendo formas de participación e inclusión que puedan contener la perspectiva de los sobrevivientes y los familiares, de las organizaciones que demandaron por ese espacio y de las políticas públicas estatales, pero también de todos aquellos a los que está dirigido este espacio y no forman parte de ningún actor organizado en torno al proyecto. 17 http://www.ippdh.mercosur.int/Documento/Details/59 136 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “Los sitios de la memoria en la agenda de la democracia” Valeria Barbuto Los sitios recuerdan lo sucedido pero se proponen al hacerlo poner en acto una transformación institucional y personal. La responsabilidad de la gestión es custodiar los espacios, impulsar la memoria y dejar huellas en la subjetividad de quienes viven la experiencia de transitarlos. Palabras clave Key words Sitios de la memoria Sites of memory Patrimonio Patrimony Democracia Democracy Políticas de la memoria Policies of memory 137 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina EN LA PRÁCTICA POLÍTICAS SOBRE SITIOS DE MEMORIA EN EL MERCOSUR LAURA TOKER1 Resumen En el marco del proceso de integración política y social regional, el MERCOSUR adoptó un conjunto de Principios Fundamentales para las Políticas Públicas sobre Sitios de Memoria. Este documento, elaborado por el Instituto de Políticas Públicas en Derechos Humanos del MERCOSUR (IPPDH) establece pautas para guiar las iniciativas que se desarrollen sobre el tema en los distintos países que componen el bloque regional. El presente artículo describe brevemente el contenido de dichos Principios Fundamentales, a la vez que da cuenta de los principales debates que surgieron en el proceso de elaboración de ese documento, y que reflejan la multiplicidad de experiencias que existen en la región en materia de creación, preservación y gestión de sitios de memoria vinculados con las graves violaciones a los derechos humanos cometidas por las dictaduras de Cono Sur. Abstract In the framework of the regional social and political integration, MERCOSUR adopted a set of Guiding Principles for Public Policy on Places of Memory. This document, prepared by the Institute of Human Rights Public Policy MERCOSUR (IPPDH) provides guidelines to guide initiatives that build on the theme in different countries that make up the regional bloc. 1 Laura Toker es miembro del Instituto de Políticas Públicas en Derechos Humanos del MERCOSUR. Es licenciada en ciencia política (UBA), y realizó una Maestría en Derecho Internacional de los Derechos Humanos (UBA). Fue asesora técnica en la Dirección General de Derechos Humanos del Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto de Argentina. Fue jefa de trabajos prácticos de la materia Teoría del Estado de la Facultad de Derecho de la UBA y dio clases de derechos humanos en el Instituto del Servicio Exterior de la Nación. 1 El IPPDH fue creado en 2009 (Decisión N° 14/09 del Consejo de Mercado Común del MERCOSUR). Su sede permanente está en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina, y según el Acuerdo suscripto entre el MERCOSUR y la República Argentina tendrá sus oficinas definitivas en el predio donde funcionó la Escuela de Mecánica de la Armada, uno de los centros clandestinos de detención paradigmáticos de la última dictadura militar (1976-1983), que ha sido recuperado como Espacio para la Memoria y la promoción de los derechos humanos. Para obtener más información sobre el IPPDH, acceder a la página web: http://www.ippdh.mercosur.int/ 1 Ver Abramovich, Víctor, “Derechos Humanos en el marco del Proceso de integración”, en revista Democracia y Derechos, año 1/Nro1/ julio de 2012. Disponible en: http://www.ciep.unsam.edu.ar/pdf/revista_version_final_num1_julio2012.pdf 138 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2013. Buenos Aires, Argentina “Políticas sobre sitios de memoria en MERCOSUR” Laura Toker This article briefly describes the content of these fundamental principles, while aware of the major debates that arose in the preparation of this document, and reflect the multiplicity of experiences that exist in the region in terms of creation, preservation and management of sites of memory linked with serious human rights violations committed by the dictatorships of the South American. Introducción. Sobre el marco de las políticas de memoria en el MERCOSUR En los últimos años el proceso de integración de los países del Cono Sur ha cobrado un renovado impulso. La idea de patria grande se ha consolidado, y de la mera integración económica, los Estados han ido tomando decisiones tendientes a reforzar la dimensión política y social del MERCOSUR. En este contexto se crearon organismos permanentes y se han llevado adelante un conjunto de reuniones periódicas especializadas, como la Reunión de Altas Autoridades en Derechos Humanos y Cancillerías del MERCOSUR (RAADDHH), que han potenciado la institucionalidad de este bloque regional. Con el objeto de reforzar este proceso y de consolidar a los derechos humanos como un eje fundamental de la identidad y desarrollo del MERCOSUR, en 2009 los gobiernos acordaron crear en el ámbito de la RAADDHH el Instituto de Políticas Públicas en Derechos Humanos del MERCOSUR (IPPDH)1, como una instancia de cooperación técnica, investigación aplicada y apoyo a la coordinación de políticas públicas en derechos humanos en la región. Entre los ejes de trabajo prioritarios de la RAADDHH, sobre todo a través de la Comisión Permanente de Memoria, Verdad y Justicia, y del IPPDH, está el abordaje de las políticas regionales en materia de lucha contra la impunidad. La consolidación de este tema en la agenda de derechos humanos del MERCOSUR constituye una decisión política relevante, pues ratifica la existencia de un pasado en común a la vez que un compromiso presente con el respeto y garantía de los derechos humanos2. 2 Ver Abramovich, Víctor, “Derechos Humanos en el marco del Proceso de integración”, en revista Democracia y Derechos, año 1/Nro1/ julio de 2012. Disponible en: http://www.ciep.unsam.edu.ar/pdf/revista_version_final_num1_julio2012.pdf 139 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2013. Buenos Aires, Argentina “Políticas sobre sitios de memoria en MERCOSUR” Laura Toker En este escenario se desarrollan distintas políticas tendientes a lidiar con la trama de ocultamientos producida por las dictaduras de la región, y orientadas a generar conocimiento compartido e impulsar el desarrollo de memorias e identidades comunes3. Una de estas iniciativas se ve plasmada en la creación en 2011 de un grupo técnico intergubernamental tendiente a obtener información confiable sobre las coordinaciones represivas del Cono Sur4, de manera tal de aportar a los procesos de verdad y justicia abiertos para revisar, investigar y juzgar las graves violaciones a los derechos humanos cometidas por los Estados en el pasado reciente. En particular, este grupo busca relevar, sistematizar, censar y desclasificar de manera coordinada los principales archivos públicos y sociales que existen sobre estos hechos. Otra de las iniciativas relevantes es la decisión de los gobiernos de adoptar los Principios fundamentales para las políticas públicas sobre sitios de memoria5, elaborados por el IPPDH con el objetivo de establecer pautas comunes para guiar las políticas gubernamentales y sociales que se desarrollen sobre sitios de memoria6. Estos principios establecen parámetros comunes pero flexibles, aplicables en distintos contextos, pues buscan reflejar la pluralidad de experiencias y debates que existen en la región sobre los procesos de construcción de memorias, en los que intervienen diferentes individuos y grupos con objetivos, intereses y memorias distintas e incluso contradictorias. A continuación entonces se describirán algunos de los principales debates que surgieron en el rico proceso de 3 Sobre este punto, Elizabeth Jelin ha sostenido que este tipo de iniciativas vinculadas a “acontecimientos traumáticos de carácter político y situaciones de represión y aniquilamiento” tienen “un papel altamente significativo, como mecanismo cultural para fortalecer el sentido de pertenencia a grupos o comunidades”. Jelin, Elizabeth, Los trabajos de la memoria, Ed. S. XXI, Madrid, 2012, Págs. 9 y 10. 4 En 2011 en el marco de la Comisión Permanente de Memoria, Verdad y Justicia de la RAADDHH se creó el Grupo Técnico de obtención de datos, información y relevamiento de archivos de las coordinaciones represivas del cono sur y en particular de la Operación Cóndor. De acuerdo a la resolución que lo crea, este Grupo Técnico tiene los siguientes objetivos: “1) Relevar los datos e información de fuentes públicas y de la sociedad civil existentes en cada uno de los Estados miembros y asociados; 2) Relevar la normativa, estado de accesibilidad de los archivos y sus niveles de reserva; 3) Favorecer el intercambio de datos e información obrante en cada uno de los Estados Miembros y Asociados y elaborar un sistema regional de datos; 4) Coordinar con las áreas nacionales pertinentes la realización de investigaciones”. MERCOSUR/RAADDHH/ACTANo2/11/Anexo VI. 5 Los Principios fueron adoptados en la XXII RAADDHH, que tuvo lugar en la ciudad de Porto Alegre, República Federativa de Brasil, entre los días 3 y 6 de septiembre de 2012. Ver: Acta/MERCOSUR/XXIIRADDHH/ATAN2/12. Por su parte, esta decisión fue ratificada por los Presidentes y Presidentas del bloque regional, quienes manifestaron que este documento funcionará como una guía orientadora de las políticas públicas de los gobiernos del MERCOSUR en la materia¨ (Ref. Párr. 32 del Comunicado de la Cumbre de Jefes de Estado del MERCOSUR y Estados Asociados, que tuvo lugar en la ciudad de Brasilia, República Federativa de Brasil, los días 6 y 7 de diciembre de 2012. ). 6 A los efectos de estos Principios, se consideran sitios de memoria “todos aquellos lugares donde se cometieron graves violaciones a los derechos humanos, o donde se resistieron o enfrentaron esas violaciones, o que por algún motivo las víctimas, sus familiares o las comunidades los asocian con esos acontecimientos, y que son utilizados para recuperar, 140 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “Políticas sobre sitios de memoria en MERCOSUR” Laura Toker elaboración de ese documento. Luego, en el siguiente apartado, se desarrollará brevemente el contenido de estos Principios fundamentales. Sobre las experiencias y debates en torno a las políticas sobre sitios de memoria en la región. Con la llegada de la democracia, en todos los países de la región se crearon paulatinamente, y no sin conflictos, sitios de memoria que, con formatos y contenidos diversos, han servido para reconstruir los hechos ocurridos, para reparar y homenajear a las víctimas, y para favorecer la construcción de memorias colectivas sobre lo sucedido. La multiplicidad de experiencias es contundente: se crearon sitios en predios donde se cometieron graves violaciones a los derechos humanos y cuya materialidad es testimonio de los crímenes ocurridos, y también en lugares paradigmáticos de la represión o de la resistencia, e incluso en lugares que no tienen una relación física con lo sucedido pero que resultan significativos para una comunidad y que por ello permiten evocar el recuerdo e impulsar procesos de construcción de memorias vinculadas a un pasado doloroso. Las experiencias, y los debates que surgieron en torno a ellas, reflejan la dificultad, y los riesgos, de crear pautas generales que hagan abstracción de los procesos históricos y sociales concretos a los que las memorias se refieren. Es por esto que para elaborar los Principios del MERCOSUR, el IPPDH relevó en forma exhaustiva testimonios de diversos actores y los principales antecedentes normativos y prácticos que existen en los países de la región7. Luego de este proceso, pudieron constatarse diversas posiciones sobre lo que hoy se entiende por sitios de memoria, sus objetivos, formatos y contenidos, así como sobre los posibles modelos de diseño institucional. repensar, y transmitir procesos traumáticos, y/o para homenajear y reparar a las víctimas” (Principio Nro. 1,). Se trata de una definición compleja, que surge a raíz de las experiencias y de los principales debates que se han dado en la región. 7 El plan de trabajo elaborado por el IPPDH para confeccionar los Principios incluyó el relevamiento y sistematización de los estándares del derecho internacional de los derechos humanos aplicables al tema, y también las principales experiencias y debates que se dan en la región. Se visitaron diversos sitios y se realizaron entrevistas y reuniones de trabajo con expertos, funcionarios y organizaciones sociales que abordan el tema. A su vez, se preparó un formulario sobre las principales cuestiones vinculados con las políticas de sitios, así como sobre el papel que pueden tener estas iniciativas en la construcción y consolidación de identidades regionales. Este cuestionario se distribuyó a más de cien instituciones involucradas con tareas de identificación, creación, preservación diseño de contenido y gestión de sitios de memoria, a la vez que a organizaciones sociales, intelectuales y centros de investigación. Las respuestas a este cuestionario fueron procesadas y sistematizadas. 141 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “Políticas sobre sitios de memoria en MERCOSUR” Laura Toker Respecto al formato y contenido de los sitios de memoria creados en predios donde se cometieron graves violaciones a los derechos humanos existen dos tendencias en disputa. Están quienes resaltan la potencialidad de reconstruir el espacio tal cual fue, de representar (en el sentido de hacer presente algo que ya no está) el horror y de ahí promover trabajos de construcción y transmisión de la memoria. Esta postura sin embargo es minoritaria en la actualidad, pues en general se reconoce la necesidad de preservar estos espacios, de manera tal de resguardar su valor histórico y testimonial. Esta segunda perspectiva ha sido acompañada a su vez por un conjunto de decisiones judiciales8 y administrativas9 tendientes a garantizar el aseguramiento físico de estos predios, ya que aportan material probatorio relevante en los procesos judiciales en curso o los que puedan abrirse en el futuro en relación a los crímenes allí ocurridos. Desde este enfoque, preservar estos predios no obstaculiza sin embargo la posibilidad de desarrollar actividades e intervenciones en el espacio tendientes a reconstruir los hechos, elaborar las consecuencias de los procesos históricos en los que dichos hechos estuvieron inmersos, y promover una perspectiva crítica que apunte a la defensa de los derechos humanos en la actualidad. Por otra parte, uno de los temas que generó mayores discusiones está vinculado al papel que se le asigna a los sitios de memoria en el marco de procesos de democratización y reforma de las instituciones que estuvieron directamente involucradas con la comisión de graves violaciones a los derechos humanos. Los debates giran en torno a la pertinencia de crear estos sitios en predios que están bajo la órbita de las fuerzas armadas y/o de seguridad, y sobre el potencial que pueden tener estas iniciativas para impulsar procesos de reforma e incidir en la formación de nuevas generaciones de agentes. Al respecto, si bien en muchos casos se reconoce este potencial, están quienes resisten este tipo de iniciativas 8 La Justicia reconoció en diferentes oportunidades la obligación del Estado de resguardar sitios, y archivos a ellos vinculados, que pudieran contribuir con el esclarecimiento de los crímenes de lesa humanidad. Un ejemplo de Argentina fue la declaración judicial de inconstitucionalidad de un decreto presidencial que ordenaba la demolición de la ex ESMA. Dicha decisión también ordenó resguardar cualquier documentación o testimonio que pudiera aportar datos para la reconstrucción de la verdad, a la vez que reconoció el carácter de patrimonio cultural de esos sitios. En Uruguay, por su parte, se adoptaron medidas de no innovar en predios militares tendientes resguardar los lugares donde podría haber material probatorio. Para más información sobre estos y otros ejemplos, se sugiere ver la nota al pie Nro. 20 del documento Principios Fundamentales para las Políticas Públicas en Derechos Humanos del IPPDH, disponible en la página web: http://www.ippdh.mercosur.int/Novedad/Details/98 9 En algunos casos se aplicaron las normas de patrimonio histórico vigentes a predios que fueron utilizados por las dictaduras como centros clandestinos de detención. En otros casos se dictaron normas específicas tendientes a preservar determinados lugares. Para más información sobre estos antecedentes, se sugiere ver las notas al pie Nro. 21 y 22 del documento Principios Fundamentales para las Políticas Públicas en Derechos Humanos del IPPDH. 142 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “Políticas sobre sitios de memoria en MERCOSUR” Laura Toker pues priorizan el valor reparatorio de los sitios de memoria. Desde esta perspectiva en general se sostiene que para las víctimas y sus familiares puede ser traumático compartir su espacio de duelo y memoria con agentes de instituciones que aún no fueron completamente depuradas. Lejos de ser un tema menor, esta discusión se inscribe en el marco de los debates más amplios que surgen con las transiciones a la democracia en la región, y que aún continúan vigentes pues existen muchos casos de predios que no fueron desafectados y en los cuales se han creado, o se prevé crear, espacios de memoria. Una fórmula de consenso en este punto es la propuesta de identificar y señalizar todos los predios paradigmáticos del accionar represivo. Otro tema que ha suscitado disputa está vinculado al diseño institucional de los sitios de memoria. Aquí la principal discusión es sobre la posibilidad de crear sitios que funcionen en el marco de la estructura estatal y, en su caso, sobre el margen de independencia que deben tener para decidir cuestiones presupuestarias y sobre el contenido de sus actividades. Muchos de los sitios que existen en la región surgieron tras la llegada de la democracia a raíz del esfuerzo de agrupaciones de víctimas y familiares o de organizaciones sociales en un contexto en el cual las políticas de memoria, y en particular las de preservación de predios donde se cometieron graves violaciones, no eran entendidas como responsabilidad de los Estados y, menos aún, como un objetivo de las políticas gubernamentales. El contexto político e institucional de la región hoy es bastante diferente, y los Estados del Cono Sur se han involucrado en muchas de las iniciativas que existen en materia de preservación y creación de sitos de memoria, e incluso varios de estos proyectos tienen un lugar central en las políticas implementadas para lidiar con los crímenes cometidos en el pasado10. 10 Algunos ejemplos de esto: en la Argentina, en el año 2004 se decidió afectar el predio donde funcionaba la ex ESMA para el desarrollo de un espacio de memoria y promoción de derechos humanos, desalojando las unidades de la Armada que aún estaban en el lugar. Como un paso más allá en la institucionalidad de estas iniciativas, en 2011 se sancionó la ley 26.691 denominada de “Preservación, Señalización y Difusión de Sitios de Memoria del Terrorismo de Estado”, que dispuso líneas generales para las políticas del gobierno nacional en esta materia. En Brasil, funciona desde el año 2009 el Memorial de la Resistencia de San Pablo, y en el año 2012 la Secretaria de Derechos Humanos propuso al MERCOSUR la construcción de un memorial sobre el Plan Cóndor en Porto Alegre. En Paraguay, se creó una “Red de Sitios Históricos y de Conciencia”, con el fin de preservar archivos y lugares con valor histórico, obligando en algunos casos a desalojar unidades policiales y militares para afectarlas como museo. En Uruguay, por su parte, recientemente el gobierno nacional afectó el predio donde funcionó el 143 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “Políticas sobre sitios de memoria en MERCOSUR” Laura Toker Este cambio de escenario dio lugar a su vez a la emergencia de sitios de memoria con modelos de gestión mixtos, en donde funcionarios de distintos niveles de gobierno, organizaciones sociales e incluso representantes de universidades o centros académicos participan en la administración de estos espacios. Se trata de modelos de gestión más complejos, pues requieren procesos de negociación y toma de decisiones más lentos, pero que resultan interesantes pues tienden a institucionalizar instancias de diálogo entre los diversos actores involucrados, lo que contribuye a su vez legitimar las políticas que se desarrollan en estos sitios. Más allá de estas y de otras discusiones que se han dado, existen puntos de consenso importantes: hoy no está en discusión la necesidad de diseñar e implementar políticas públicas sobre sitios de memoria, a la vez que hay consenso sobre la importancia de crear canales para la participación efectiva de las víctimas y de sus familiares, de las comunidades locales y de la sociedad en general en las distintas etapas de las políticas públicas que se desarrollen en la materia. Sobre los principios fundamentales para las políticas públicas sobre sitios de memoria La preservación de los predios donde se cometieron graves violaciones a los derechos humanos y la creación de sitos de memoria vinculados a esos sucesos, son herramientas de política pública a disposición de los Estados para cumplir sus obligaciones en materia de justicia, verdad, memoria y reparación. Ello porque además de brindar reparación simbólica a las víctimas y vehiculizar los procesos de memoria, estos espacios permiten contribuir con la justicia y reconstruir y transmitir la verdad de lo ocurrido. La ¨materialidad (de los sitios) es un testimonio de las violaciones allí ocurridas a la vez que constituyen un patrimonio histórico y cultural ineludible para las generaciones futuras¨11 En este sentido, más allá de la multiplicidad de experiencias y debates que existen en la región en torno a los procesos de memoria, los Principios del MERCOSUR disponen una serie de pautas para preservar el valor probatorio de estos espacios, a la vez que establecen la obligación de los Estados de garantizar la disponibilidad y accesibilidad de mecanismos Servicio de Información de Defensa (SID) que operó como un centro clandestino de detención, para el nuevo Instituto Nacional de Derechos Humanos. Allí se colocó, a su vez, una placa en memoria de las personas ilegalmente detenidas en ese lugar. 144 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “Políticas sobre sitios de memoria en MERCOSUR” Laura Toker judiciales y administrativos para que cualquier interesado pueda solicitar la preservación de estos predios. Por otra parte, hay un conjunto de principios que establecen criterios más laxos tendientes a orientar los procesos de identificación, señalización y determinación del contenido de los sitios de memoria. En estos procesos el margen para el diseño de políticas públicas es más amplio, pues existen múltiples alternativas. Es por ello que los principios en este punto tienen un carácter más bien procedimiental, y destacan la necesidad de asegurar la más amplia participación de víctimas, familiares, comunidades locales y diferentes sectores de la sociedad, y la utilidad de crear equipos interdisciplinarios que estudien y difundan ampliamente los temas que aborda cada sitio. Por último, los Principios incluyen una serie de pautas específicas sobre el diseño institucional de los sitios de memoria que establecen la necesidad de contar con marcos jurídicos adecuados, mecanismos de transparencia y monitoreo. También se establece que los sitios deben contar con canales efectivos para la participación social en la administración de estos proyectos. Comentarios finales La decisión de los Estados de la región de adoptar los Principios fundamentales sobre sitios de memoria se inscribe en el marco de un conjunto de iniciativas tendientes a apuntalar la dimensión política, social y cultural del MERCOSUR. El abordaje regional de las políticas en materia de lucha contra la impunidad, ratifica la existencia de un pasado común, de una historia compartida de violencia estatal y avallasamiento sistemático de las dignidad humana. En este contexto, los trabajos de memoria adquieren un valor agregado, pues permiten restituir las referencialidades de acuerdo a las vivencias de los sujetos y de sus comunidades y reconocer los rastros como partes de una experiencia común. 11 IPPDH, Principios Fundamentales para las políticas públicas sobre sitios de memoria, Pág. 2 145 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “Políticas sobre sitios de memoria en MERCOSUR” Laura Toker Así es que las múltiples y heterogéneas experiencias que existen en la región en materia de construcción de memorias han aportado, a veces de manera espontánea y en otros casos de forma deliberada, a la profundización de identidades regionales y, con ello a la progresiva consolidación de una comunidad política y social latinoamericana. En este marco, con la adopción de los Principios del MERCOSUR se crea una plataforma compartida, un marco común, para el desarrollo de políticas tendientes a promover la construcción de memorias vinculadas a situaciones de profundo dolor colectivo. Palabras clave Key words Sitios de la memoria Memory sites MERCOSUR MERCOSUR Resignificación Reinterpretation 146 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina EN LA PRÁCTICA LOS JÓVENES Y LAS MEMORIAS Sandra Raggio1 Resumen El presente trabajo describe aspectos de un programa de la provincia de Buenos Aires destinado a jóvenes y cuyo principal objetivo es rescatar los memoria. Se hace hincapié en cuáles aspectos son aquellos de los que los jóvenes suelen reflexionar y el entusiasmo que esta experiencia conlleva. Abstract This paper describes aspects of a program in the province of Buenos Aires for young and whose main objective is to rescue the memory. The emphasis is on what aspects are those of young people often think and excitement that this experience brings. “Sí me parece importante para saber un poco, o sea para tener cultura de tu propio país, pero hay veces que hablan tanto que no te queda nada, porque te cansan …” Celina, 17 años, Bragado, provincia de Buenos Aires “[una maestra de Construcción de Ciudadanía] me decía que en la época militar hubo una época buena, pero mis amigos no se quedan con eso porque yo desde el primer grado que vengo jodiendo así, entonces ahora me buscan a mí para hablar … Y me creen a mí” Juan, 16 años, 25 de Mayo, provincia de Buenos Aires. 1 Historiadora. Docente e investigadora de la facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Directora General de Promoción y Transmisión de la Memoria de la Comisión Provincial por la Memoria Pcia. de Buenos Aires – Argentina 147 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2013. Buenos Aires, Argentina “Los jóvenes y las memorias” Sandra Raggio Juan y Celina ponen en evidencia lo que muchas veces cuesta tener en cuenta cuando se piensa en la transmisión de las experiencias pasadas a las nuevas generaciones: más que receptores pasivos de una historia, para ellos lejana en el tiempo, pueden convertirse en verdaderos emprendedores de memoria. Con esta premisa, hace nueve años, desde la Comisión por la Memoria de la provincia de Buenos Aires, se lanzaba el Programa Jóvenes y memoria. Recordamos para el futuro. Desde aquel 2002 hasta hoy han transitado la experiencia más de 15000 estudiantes secundarios.1 La propuesta consiste en investigar durante el transcurso del ciclo lectivo, el pasado reciente de la comunidad donde está inserta la escuela. No se fijan límites temporales precisos, sólo se insiste en la escala local y que el tema se inscriba en un amplio eje: “autoritarismo y democracia”. En los primeros tiempos la cuestión de la dictadura en sus distintas dimensiones dominaba el espectro de los problemas de investigación elegidos, aunque nunca fue la única. Sin embargo, poco a poco comenzó a darse una mayor diversidad, y los problemas actuales fueron ocupando un espacio cada vez más relevante: desde la violencia de las fuerzas de seguridad sobre los jóvenes hasta los problemas socio ambientales que padecen en sus comunidades. La difusión es más boca a boca que por las vías institucionales a través del sistema educativo o los medios de comunicación, así cada año se suman un 50% más de equipos participantes. El último año fueron casi 400 escuelas. Un buen porcentaje de ellas permanecen en el Programa durante años, algunas han tenido una asistencia perfecta desde el inicio. Ni docentes ni estudiantes cuentan con todo el espacio y el tiempo institucional en la escuela para desarrollar el proyecto, al contrario, trabajan horas a contra turno e incluso fines de semana y feriados, aún así el interés no disminuye, todo lo contrario, crece año a año. ¿A qué se debe tanto entusiasmo? No voy a intentar dar una respuesta acabada, sólo señalar que lo distintivo del Programa en las políticas de memoria es la centralidad del protagonismo juvenil. Podría conjeturarse con cierta certeza de que este es el principal motivo de que una iniciativa permanezca tantos años sin perder capacidad de convocatoria. Desde sus comienzos se propuso promover la incorporación de los jóvenes al proceso de elaboración social de la experiencia histórica reciente, marcada a fuego por la última dictadura militar. No fue sólo una propuesta novedosa para enseñar ciencias sociales, sino sobre todo una intervención política para promover un trabajo sobre el pasado que lograra ampliar los marcos de la memoria social, incorporando las preguntas (y las 1 El Programa se ha ido extendiendo también a otras provincias: Chaco, Santiago del Estero, Chubut y Entre Ríos. 148 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2013. Buenos Aires, Argentina “Los jóvenes y las memorias” Sandra Raggio respuestas) de las nuevas generaciones. Como señalamos al principio partíamos del supuesto de toda pedagogía crítica: los alumnos son sujetos activos del acto educativo, no destinatarios pasivos. Y así fue: el Programa ha sido apropiado y resignificado por los jóvenes. Hay marcas que lo revelan. Una de ellas es la innovación en las temáticas propuestas. Los estudiantes enlazan el pasado y el presente de modos diversos, encontrando puentes inesperados. Si su punto de partida es la discriminación que pesa sobre ellos por habitar un barrio estigmatizado por la violencia y la pobreza, logran reelaborar su identidad descubriendo su historia de organización y solidaridad silenciada por mucho tiempo. Un arroyo de aguas servidas al que casi ya se acostumbraron, pues así fue desde que nacieron, es redescubierto como un curso de agua casi cristalina hace 40 años. Después vino la ausencia del estado, la acción depredadora del medio ambiente de las empresas privadas, el empobrecimiento de los sectores populares. Las placas recordatorias amuradas en las paredes de la escuela provocan ciertas preguntas que interpelan las marcas de la memoria dejadas por las generaciones anteriores: quiénes son los recordados, quién falta, quién no debería estar2. En los múltiples relatos, una y otra vez, van encontrando los eslabones perdidos de una historia que nunca les fue contada. Otra de las señas de esta participación juvenil es la proliferación de voces. A partir de las palabras de las viejas generaciones ellos van tejiendo la urdimbre de la historia. Pero las voces que cuentan no son sólo aquellas que han ocupado el lugar central en el relato del pasado reciente: los familiares y afectados directos de la represión. Por el contrario, en la escena van emergiendo otros protagonistas, pues las nuevas generaciones necesitan tramitan esa experiencia dando cuenta de las múltiples perspectivas. “ver las distintas opiniones, tratar de entender también a la otra persona que capaz que lo ve desde otro punto de vista, entonces aceptar también otras…, otras interpretaciones de lo que pasó […] porque me interesa saber por ahí por qué los desaparecían, por qué mucha gente se tuvo que ir del país y ver, no se, analizar por ahí qué postura también tenían los militares para llegar a todo eso que hicieron” Paula, Junín, provincia de Buenos Aires 2 En el ex Colegio Nacional de Morón por iniciativa de un grupo de alumnos se quitó la placa que recordaba a un antiguo director que hoy es indicado como colaborador de la dictadura. En la Media 20 de San Martín luego de varios años de investigación acerca de quiénes eran los que figuraban en la placa en conmemoración de los desaparecidos de la escuela, descubrieron que faltaban nombres, entre ellos el de Norma Arrostito, militante montonera, ex alumna de la escuela, desaparecida de la ESMA. Con esta omisión descubrieron también los silencios que son parte constitutiva de las memorias de la dictadura. 149 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina “Los jóvenes y las memorias” Sandra Raggio En la mayoría de las investigaciones los “vecinos”, es decir, el de “al lado”, es convocado a hablar. En ocasiones cuentan lo que vieron: un operativo de secuestro, un falso enfrentamiento. En otras cuentan lo que vivieron: experiencias organizativas en la fábrica o el barrio, la represión, la desocupación, el miedo. También sus relatos reponen en palabras lo que pasa hoy: la pobreza, los problemas en el trabajo, en el barrio, en la escuela. Finalmente, los jóvenes no sólo reciben lo dado, sino que exhuman, escarban, buscan lo oculto, lo silenciado: descubren. Y en este ir y venir del presente al pasado, se va quebrando la percepción del tiempo como presente continuo y por tanto la naturalización de lo que sucede aquí y ahora. Porque en definitiva lo que nos desafía, en este tipo de iniciativas, es de qué manera el pasado significa en el presente: “yo creo que para eso sigue tener memoria y conocer el pasado, para poder decidir cosas en el presente, ¿no? Y poder tomar decisiones sabias. Laura, 17 años, San Martín Palabras clave Key words Memoria Memory Juventud Youth Buenos Aires Buenos Aires 150 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina RESEÑAS DE PUBLICACIONES Hecho en América Latina. Experiencias de activismo de derechos humanos Víctor Abramovich y Paula Rodríguez Patrinós editores. Buenos Aires, Universidad de San Andrés, 2011, 172 páginas. Por Chiara Boschiero1 La Fundación Ford desde hace 50 años estableció tres oficinas en América Latina: en el Distrito Federal de México, en Río de Janeiro de Brasil, y en Santiago de Chile. Con el objetivo de promover la justicia social, construir sociedades más inclusivas y crear mayores oportunidades para todos, la Fundación Ford contribuye al activismo en derechos humanos de la región sosteniendo numerosas organizaciones de derechos humanos y promoviendo una mayor colaboración entre la sociedad civil y el Estado. Esta publicación documenta y compara las distintas experiencias de trabajo de las organizaciones donatarias de la Fundación Ford a lo largo de toda América Latina, construyendo un interesante mapa regional de las principales tendencias en el activismo del movimiento de derechos humanos, su agenda, contextos, relaciones nacionales e internacionales, estrategias de acción, problemáticas, alcances y desafíos. El libro está estructurado en dos partes y nueve capítulos, a los largo de los cuales la investigación hace continua referencias a estudios de casos, evidenciando puntos en común entre las distintas experiencias en la región. La primera parte se concentra en la análisis de seis estudios de casos, que destacan los principales temas y estrategias de la agenda de derechos humanos en la actualidad. Las diferentes experiencias de organizaciones de derechos humanos de Perú, Brasil, Argentina y México dan cuenta de algunas necesidades centrales para una democratización efectiva de la región: las políticas de verdad, justicia y reparación; la reforma de los sistemas judiciales; el fortalecimiento del intercambio entre organizaciones de derechos humanos del hemisferio sur; medidas sustanciales contra la discriminación y la exclusión social y económica; el reconocimiento de la identidad cultural de los grupos étnicos presentes en el territorio; el empoderamiento y coordinamiento de los distintos actores sociales. Finalmente, en la segunda parte del libro los autores procuran inscribir estas experiencias en un marco más amplio, destacando las tendencias principales 151 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2013. Buenos Aires, Argentina RESEÑAS DE PUBLICACIONES del trabajo de las organizaciones de derechos humanos en América Latina: la incidencia política, las estrategias legales y el activismo por la justicia social e inclusión social. A través de un notable conjunto de experiencias concretas, esta publicación da cuenta del papel central de los movimientos sociales en la construcción y defensa de los derechos humanos, evidenciando en particular que el discurso y la práctica de los derechos humanos están en continua evolución y negociación. En América Latina, sucesivamente a la fase de resistencia durante las dictaduras y los conflictos armados internos de los años ’70 y ’80, las distintas organizaciones de derechos humanos han tenido que ampliar su agenda y diversificar sus estrategias de incidencia social y política, ganándose nuevos espacios de acción sea externamente que internamente al Estado. En este nuevo contexto regional, los diferentes colectivos sociales han empezado a reclamar a nivel nacional e internacional la plena realización de todos los derechos: no solo civiles y políticos, sino también económicos, sociales y culturales. La afectación de los derechos humanos responde a problemas complejos y múltiples, frente a los cuales se hace necesaria sea una atención humana de necesidades apremiantes sea un trabajo de defensa a largo plazo, que apunte a promover cambios profundos en las estructuras sociales y políticas. De consecuencia la profesionalización y las alianzas estratégicas se vuelven fundamentales para las organizaciones de derechos humanos, con el fin de estar preparadas a accionar cuando se produzca una oportunidad coyuntural de cambio. A partir de estas consideraciones generales y de los resultados obtenidos en los últimos veinte años, el libro evidencia unos desafíos claves para las organizaciones de derechos humanos de América Latina: la construcción de relaciones con los gobiernos y las instancias estatales para participar de la formulación de políticas públicas de protección de derechos; la exigencia ante el estado y la justicia de los derechos colectivos a través de acciones positivas públicas; la coordinación estratégica entre organizaciones de afectados directos y organizaciones intermedias con perfil profesional o técnico, en el respecto de las demandas de identidad y reconocimiento de cada grupo social; la modificación profunda de las estructuras judiciales para que sean menos excluyentes y reflejen con mayor equilibrio la diversidad propia de la sociedad que integran. A pesar de las dificultades y de los riesgos, la mayoría de las organizaciones de derechos humanos han demostrado saber adaptarse a los 1 Productora del Festival Internacional de Cine de Derechos Humanos de Buenos Aires. Magister en Derechos Humanos y Democratización en América Latina y Caribe. Especialista en temáticas de Comunicación, Derechos Humanos y Género. 152 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina RESEÑAS DE PUBLICACIONES frecuentes cambios de escenario político, perfeccionando gradualmente su capacidad técnica y política. Por lo tanto, los autores finalizan la publicación explicitando que su intención no era compilar una memoria de resultados obtenidos, sino brindar una anticipación de lo que está por venir. contacto: [email protected] 153 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina RESEÑAS DE PUBLICACIONES Desaparición forzada y derechos de las víctimas. La respuesta humanitaria a las demandas de verdad, justicia y reparación en el Perú. Reátegui, Félix (coordinador); Barrantes, Rafael; Peña, Jesús Peña (investigadores). Lima, Instituto de Democracia y Derechos Humanos de la Pontificia Universidad Católica del Perú, 107 páginas. 2012. Por Claudia Couso1 La violencia armada dejó en el Perú una secuela de 16.000 personas desaparecidas, siendo esta una problemática que sigue vigente, ya que el sufrimiento de los familiares se prolonga aún luego de que los contextos que dieron lugar a dichas desapariciones hayan quedado en el pasado. De hecho, la Corte Interamericana de Derechos Humanos, señala que se trata de un delito continuado o permanente, y que por tanto “la acción penal y la pena que se impone judicialmente al responsable no está sujeta a prescripción”. El libro se divide en cuatro capítulos: en su parte inicial se exponen los principales preceptos que encuadran la desaparición de personas en el contexto de la justicia transicional; en el segundo se dimensiona esta problemática en el contexto peruano, reservando el tercer capítulo para describir las respuestas dadas por el Estado; mientras que en el cuarto capítulo se exponen las reflexiones finales, haciendo especial hincapié en la falsa contradicción entre los objetivos humanitarios y los judiciales. Una de las primeras afirmaciones fuertes que dan orientación al trabajo es la necesidad de que la justicia transicional garantice la no repetición en materia de desaparición forzada. El trabajo da cuenta de asociaciones ligadas a este objetivo, tanto en el Perú, como en otros países de América Latina. En el Perú, la importancia de la organización se correlaciona con mayores condiciones de igualdad e inclusión que garanticen el acceso a la justicia y la mirada sobre el pasado. La justicia transicional, además, debe lograr justicia para las víctimas y propiciar un orden más justo y democrático. El primer capítulo hace un repaso por la jurisprudencia sobre procesamientos a los responsables y alivio al sufrimiento de las familias. El trabajo parte de la premisa de que no deberían existir conflictos entre ambos fines, y destaca el acercamiento que se viene 154 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2013. Buenos Aires, Argentina RESEÑAS DE PUBLICACIONES logrando entre ambos enfoques dentro del marco normativo internacional, dando especial relevancia al derecho a la verdad. También hay una consideración especial a la participación que los familiares tienen en las búsquedas, considerando los aspectos relativos a sus culturas, y considerando de este modo, que hay más garantías de igualdad en el acceso a la justicia. El capítulo termina dando ejemplos de algunos casos nacionales, en donde estos temas han tenido relevancia. El segundo capítulo se adentra en el caso peruano, refiriéndose tanto a la magnitud de la problemática como a los caminos seguidos para resolverla. Sin embargo, el trabajo tiene el mérito de no remitirse solamente a las dimensiones cuantitativas de la catástrofe humanitaria, sino que se la considera desde una mirada más comprensiva, que tiene en cuenta los ámbitos legales, forenses, pero también los emocionales los de salud mental, familiar, social, etc. Tiene además la virtud, de poder evaluar situaciones particulares y adaptar la mirada a ellas “Algunas veces es más importante la recuperación de los restos y otras, las reparaciones o la justicia. Las diferencias obedecen a las distintas características de cada contexto, que están moldeadas, por la dinámica de la violencia, y el proceso de justicia transicional, entre otras”. Sin embargo, según señala este mismo trabajo, eso no sucede a nivel del Perú en donde se indica que no se han realizado estudios sobre las necesidades de las personas desaparecidas. También, el trabajo aborda sobre las dificultades económicas que hacen a la búsqueda, ya que según se señala ya que se ha podido contrastar varios casos de familiares que han dudado en iniciar la búsqueda porque saben que los afectará económicamente: “La mayoría de los familiares son personas en situación de pobreza que al asumir estos gastos ponen en riesgo la cobertura de necesidades básicas”, dice el texto; para luego concluir que “Enterrar dignamente los restos de un familiar o tener una nutrición adecuada no deberían ser acciones sobre la que se tenga que optar”. Contar con esos restos sirve según el trabajo, para proporcionar satisfacción a las víctimas y sanción a los responsables. Para finalizar el capítulo, el trabajo hace referencia a los principios que el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos establece en materia de justicia restaurativa y que incluye la restitución para devolver hasta donde sea posible la situación anterior al daño recibido, compensación material, satisfacción mediante el reconocimiento, disculpas y conmemoraciones y la garantía de no repetición de los hechos. Esa es una deuda pendiente en el Perú, en donde entre otras cosas, la situación de indocumentados de muchas de las víctimas hacen que no existan registros de que las personas desaparecidas efectivamente hayan existido. Esto, 1 Lic. En Ciencia Política (UBA) y Magister en Metodología de la Investigación. CIEP- UBA (docencia e investigación). 155 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina RESEÑAS DE PUBLICACIONES finalmente, resulta un indicador de la situación de desigualdad social que se ve reflejada en el acceso a la justicia. El tercer capítulo se refiere a las políticas públicas con respecto en materia de desapariciones forzadas insistiendo en la necesidad de planificación, adecuaciones técnicas, y contemplaciones sobre los casos particulares frente a esta problemática. Las limitaciones institucionales (tanto en lo que se refiere a los aspectos financieros como estructurales y de coordinación) son un problema que ha alcanzado a este tema, y la superposición de áreas o falta de responsabilidades sobre cuestiones específicas ha dificultado el avance sobre las soluciones. Sin embargo, se señala que el Estado ha mejorado su comprensión del tema y viene asumiendo poco a poco mayores responsabilidades. No obstante, se pide tener en cuenta de que manera estos problemas funcionales al Estado afectan a los familiares de las víctimas. Optimizar la forma de recoger y guardar la información es una buena punta para ir en post de esto. Dicha información comprende tanto la testimonial, como la física y la genética. También los inconvenientes relacionados con la formalización de la desaparición de personas, es un aspecto que se aborda en el trabajo: “la cantidad de días previstos para la verificación administrativa es insuficiente, el procedimiento es desconocido para muchos jueces de paz y familiares, la burocratización y los cobros indebidos”. Pero la información por sí misma no alcanza, y se debe procurar tanto el acompañamiento psicosocial y atención en salud mental, lo cual todavía es un desafío pendiente. De igual modo, el apoyo material o logístico a los familiares, siendo estos los que deben asumir un conjunto de gastos para asistir a las citaciones fiscales y a los distintos eventos forenses y para recibir los restos cuando se logra identificarlos. Finalmente, el cuarto capítulo ahonda en lo que denomina la falsa contradicción entre los objetivos humanitarios y los judiciales, considerando que los temores de justicia sin identificación y de identificación sin justicia carecen de sentido. Concluye que los objetivos humanitarios y judiciales pueden conciliarse, y que para ello es necesario pasar de un enfoque retributivo de la justicia a un enfoque restaurativo, lo que implica “dejar de abordar el problema solamente con el objetivo de la punición penal para comenzarlo a verlo también desde el punto de vista de las necesidades de la víctima”. 156 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2012. Buenos Aires, Argentina REVISTA Convocatoria para publicaciones Democracia y Derechos es una publicación del Centro Internacional de Estudios Políticos (CIEP), de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM). La revista, es una herramienta de comprensión y divulgación de los desafíos y debates que hoy enfrenta nuestra región en materia de derechos humanos y democratización. Su contenido es el producto de los lineamientos surgidos de la labor en común de representantes de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización; docentes, expertos y alumnos de la Maestría sobre Derechos Humanos y Democratización; y el staff del CIEP. Democracia y Derechos recibe asimismo propuestas de contribuciones inéditas destinadas a las siguientes secciones: - Artículos - máximo 7000 palabras* - “Avances de Investigación” - piezas preparadas por los estudiantes de la Maestría sobre Derechos Humanos y Democratización – máximo 7000 palabras* - Notas a decisiones jurisprudenciales nacionales e internacionales - máximo 5000 palabras* - “En la práctica” - narraciones de experiencias de profesionales y de actores sociales – máximo 5000 palabras* - Reseñas – comentarios de novedades editoriales sobre derechos humanos y democratización – máximo 1.500 palabras * Incluyendo notas, bibliografía, gráficos y cuadros En sus próximos números, Democracia y Derechos abordará los siguientes temas: - “Derecho en los pueblos indígenas” (plazo máximo para la presentación de contribuciones: 18 de octubre de 2013) “Derechos Humanos y discapacidad ” (plazo máximo para la presentación de contribuciones: 13 de diciembre de 2013) Las propuestas de contribuciones, así como las consultas deben remitirse a [email protected] La pertinencia de las contribuciones recibidas será evaluada por el Comité Editorial y el Comité de Redacción de Democracia y Derechos. La publicación de la contribución puede estar sujeta a sugerencias de modificación, ampliación 157 Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina. Año 2, Nº 3. Abril de 2013. Buenos Aires, Argentina o reducción por parte del Comité de Redacción, a la luz de criterios de edición vinculados a la extensión, objetivos y diseño de la revista. Pautas de redacción y edición Las propuestas deben estar redactadas y editadas en archivo de Word (versión 97 o posterior). El tamaño de la página debe ser A4 (21 cm X 29,7 cm), alineación justificada, con márgenes predeterminados, un interlineado de 1,5 y un espaciado anterior y posterior de 0 puntos. La fuente debe ser Arial en 11 para el cuerpo general del texto y 12 para los títulos y subtítulos del cuerpo. Se debe dejar una línea en blanco antes y después de cada título y antes de cada subtítulo. En la primera página deberá figurar el título del artículo, nombre y apellido del autor o de los autores, seguido de su pertenencia institucional, dirección, teléfono y correo electrónico. Toda aclaración con respecto al trabajo (presentación previa, colaboradores, agradecimientos, etcétera) se indicará con un asterisco en el título, remitido al pie de página. Al comienzo del trabajo deberá aparecer un resumen en la lengua en la que ha sido redactado el artículo con una extensión máxima de 100 palabras, incluyendo también palabras clave del artículo, tanto en español como en inglés. Deberá incluirse a su vez un abstract en inglés, con los mismos requisitos. Las notas deben ir al pie de página. Las citas bibliográficas deberán integrarse en el cuerpo del artículo a través del siguiente formato: (Autor/es, año: página). En caso de haber varias referencias a los/las mismos autores/as, en el mismo año, la distinción se hará de la siguiente forma: Primer texto: (Autor/es, año a: páginas); Tercer texto: (Autor/es, año c: páginas). Las citas de internet deben mencionar autor (en caso de tenerlo), año: página; en su defecto la página web y la fecha de consulta. Para referir información sin autor, contenida en prensa, debe ir de la siguiente manera: periódico, fecha abreviada, página y sección. Citas textuales: en el cuerpo del texto y de una extensión mayor a cinco líneas (extraídas de libros, revistas, periódicos, documentos, testimonios de informantes, entrevistas, etc.) serán en cuerpo 10, en párrafo con sangría 1 cm. La bibliografía citada en el texto se incluirá al final del trabajo, ordenándola alfabéticamente por autor y colocando primero el apellido y luego el nombre, seguidos del año de publicación (entre paréntesis) de la siguiente forma: Libros: Apellido, nombre del autor (año de publicación): Título del libro. Lugar de edición (debe figurar en el idioma original y en el caso que no se tuviera el dato del lugar colocar: s.l.), editorial (evitar el uso de la palabra editorial o su abreviatura). Ejemplo Castro, Nils (2012): Las izquierdas latinoamericanas en tiempos de crear. Buenos Aires, UNSAM edita. Capítulos en obras colectivas: Autor/es (año de publicación), “Título”, en (compilador/es o editor/es): Título de la obra colectiva, lugar de edición, editorial, páginas del capítulo. Ejemplo Grompone, Romeo (2005), “Modernidad, identidades políticas y representación: cuatro décadas y un desenlace abierto”, en Vich Víctor: El Estado está de vuelta: desigualdad, diversidad y democracia, Lima, IEP, p. 76- 98. Artículos en revistas: Autor/es (año de edición), “Título”, nombre de la revista, lugar de edición, volumen o tomo, número, páginas del artículo. (Volumen se escribirá: Vol.; tomo: T; número: N°; página/as: p./pp.) Ejemplo Rius, Pía (2011), “Del Movimiento de Trabajadores Desocupados a la cooperativa social. Trabajo y formas de militancia en la cooperativa social”, Revista Trabajo y Sociedad, Santiago del Estero, 18 páginas, Vol XV; N° 17, pp 265/283. Documentos electrónicos: Las fuentes de Internet deben mencionar autor (en caso de tenerlo), la página web y la fecha de consulta. Ejemplo CEPAL (2004) “Caminos hacia la Equidad de Género en América Latina y El Caribe” 2004 Documento de la Novena Conferencia Regional de la Mujer en el Desarrollo de América Latina y El Caribe, México D.F. del 10 al 12 de junio de 2004. Disponible en http://www.eclac.cl/publicaciones/xml/6/14956/lcl2114e.pdf, consultado en octubre de 2012. Notas en periódicos: Sin firma: Nombre del periódico, fecha abreviada, Título del trabajo, Ciudad, País. Ejemplo Página 12, 16 Enero 2013, Cumbre Mapuche con la Araucanía de fondo, Buenos Aires, Argentina. Autor, “Título del Trabajo”, Nombre del periódico, fecha abreviada, Ciudad, País. Ejemplo Couriel, Alberto, “Influencia de loa actores internacionales sobre la economía uruguaya”, La República, Diciembre 26 de 2012, Montevideo, Uruguay. No se admitirán agregados ni modificaciones una vez iniciado el proceso de edición. La Revista no se hace responsable por originales no publicados ni por su devolución en caso de no ser solicitados. La Revista se reserva el derecho de publicación de las colaboraciones en el número que considere más oportuno. La dirección y redacción de la Revista no acepta ninguna responsabilidad sobre los puntos de vista y afirmaciones de los autores de los trabajos publicados. «La presente publicación ha sido elaborada con la asistencia de la Unión Europea. El contenido de la misma es responsabilidad exclusiva del Centro Internacional de Estudios Políticos de la Universidad Nacional de San Martín y en ningún caso debe considerarse que refleja los puntos de vista de la Unión Europea».