¿Crisis de la Ciencia Económica además de la Crisis

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¿Crisis de la Ciencia Económica además de la Crisis Económica?
Primera de Dos Partes
Versión Preliminar. No Citar
Guillermo Cavazos
Universidad Autónoma Metropolitana
México
ABSTRACT
La crisis financiera del 2008 puso de manifiesto la incapacidad de la teoría económica dominante
para predecirla, explicarla y para proponer medidas de política adecuadas que permitieran una
salida rápida y apropiada, que permitieran reinsertar a la economía mundial en una senda de
crecimiento y desarrollo sostenido con una mayor equidad. En este documento se muestra que
esta incapacidad proviene del método de estudio de los problemas y fenómenos económicos
asumido por la teoría económica neoclásica, al que además considera como el único método
válido para construir una teoría económica “científica”. Este método reduce todos los problemas y
fenómenos económicos a únicamente dos explicaciones, o bien son producto de una falla de mercado, o
bien son resultado de una falla de gobierno. Por ello, las únicas alternativas propuestas para la
cualquier problema económico, incluyendo, por supuesto, a las crisis financieras, son o bien una
mayor desregulación gubernamental y mayor liberación de los mercados o bien eliminar las
fricciones o fallas que impiden que los mercados, incluyendo los financieros, funcionen
adecuadamente, a fin de permitir que la economía capitalista de libre mercado logre una
asignación económicamente eficiente de recursos escasos.
En este documento se muestra también que el método de la economía marxista, es decir,
el materialismo dialéctico es una herramienta analítica mucho más adecuada para el análisis de
los problemas y fenómenos económicos, ya que busca estudiarlos en su evolución contradictoria
y transformación constante, considerando que el sistema económico y las relaciones económicas
entre los individuos que lo conforman tienen una determinación histórica y que los fenómenos y
problemas económicos en general, y las crisis financieras en particular, son resultado de la lucha
de clases y de las contradicciones inherentes al modo de producción capitalista. En este
documento se muestra también que todos estos aspectos son ignorados en el análisis económico
neoclásico, por lo que sus explicaciones y propuestas normativas no podrán abandonar el
reduccionismo referido a la dicotomía fallas de mercado-fallas de gobierno.
Finalmente, en este documento se contraponen estas dos posiciones, mostrando que
muchos de lo que se asumen como resultados del modelo ortodoxo son en realidad supuestos
normativos por lo que su construcción es tautológica que favorece las recomendaciones
normativas de libre mercado. Como resultado de esta contraposición se tiene la pertinencia del
análisis económico marxista, es decir, del materialismo dialéctico, para estudiar los problemas y
fenómenos económicos que caracterizan a las economías capitalistas, incluyendo las crisis
financieras.
JEL: B41, B51, G01
Palabras Clave: crisis económica, individualismo metodológico, materialismo dialéctico,
sistema económico, teoría económica neoclásica.
1
I.- Introducción.
El estudio de los problemas económicos, y de manera muy especial el de la crisis financiera del
2008, ha profundizado un debate al interior de las ciencias económicas, el de su capacidad para
predecir y explicar esta clase de fenómenos. Por un lado, se tiene la posición ortodoxa que
reduce todos los problemas y fenómenos económicos a únicamente dos explicaciones, o bien son
producto de una falla de mercado, o bien son resultado de una falla de gobierno. Desde esta
perspectiva, se considera: 1) que el mercado es un mecanismo de asignación eficiente de
recursos escasos, 2) que debido a que los intercambios se realizan siguiendo la regla del quid pro
quo, los procesos económicos que ocurren al interior de los mercados, es decir, los procesos de
producción, intercambio y consumo preservan el valor de las dotaciones iniciales, por lo que los
mercados no alteran la distribución, 3) que cualquier intervención gubernamental en el sistema
económico, es decir, en los procesos de mercado atenta, en principio, contra el logro de
asignaciones eficientes, lo que se conoce como falla de gobierno, 4) que las intervenciones
gubernamentales en el sistema económico únicamente están justificadas a fin de propiciar y
preservar “el correcto” y libre funcionamiento de los mercados cuando éste no se dé, es decir,
cuando subsistan fallas de mercado, 5) que las estructuras económica y social son resultado de la
mera agregación de los cálculos económicos individuales, por lo que no tienen ninguna
determinación histórica, y por lo que todo lo que ocurre en ellas y en los mercados puede
estudiarse únicamente a partir del comportamiento individual de los agentes económicos,
productores y consumidores, lo que se conoce como individualismo metodológico.
Este razonamiento se circunscribe dentro de la caracterización popperiana de la ciencia,
lo que Milton Friedman llamó como “la metodología de la economía positiva”, según el cual la
construcción de la ciencia económica implica partir de supuestos y abstracciones muy generales
y distantes de la realidad para que mediante el método hipotético deductivo, y en el caso de la
teoría económica neoclásica, mediante la modelación matemática deductiva, se arribe a
resultados teóricos de carácter general que presumiblemente permiten predecir, más no explicar,
la ocurrencia de una gran cantidad de fenómenos económicos particulares. El criterio de
demarcación científica es la falseación empírica, es decir la confrontación de las predicciones
teóricas con los fenómenos económicos reales.
Para la teoría económica neoclásica, el sistema económico es un sistema aislado, sin
ninguna determinación histórica y social, en el que las decisiones económicas de los agentes, y
2
en consecuencia los precios resultantes de ellas, son únicamente resultado de: 1) los gustos y
preferencias de los consumidores, 2) de la tecnología de los productores, y 3) de las dotaciones
iniciales, esto es lo que se conoce como los fundamentales de la economía. En este marco se deja
totalmente de lado la existencia del conflicto social y de la lucha de clases, por lo que incluso la
construcción teórica ya no requiere incorporar clases sociales sino agentes económicos,
productores y consumidores, que en el marco de la competencia perfecta, se asumen socialmente
como iguales, diferenciados únicamente por su función de utilidad, es decir, por sus gustos y
preferencias, en el caso de los consumidores; y por su función de producción, es decir, por la
tecnología elegida, en el caso de los productores.
El considerar al sistema económico aislado y que las estructuras social y económica son
resultado de la mera agregación de las decisiones individuales tiene una fuerte implicación
metodológica. No sólo se trata de la justificación del individualismo metodológico, sino de su
imposición como el único método válido para estudiar cualquier fenómeno y problema
económico. Así, problemas económicos tan distintos como la escasez de agua, el nivel de
inventario de una empresa o la crisis económica se estudian siguiendo el mismo método,
partiendo de la conducta individual, lo que significa optimizar una función objetivo para agentes
representativos y la pertinencia en todo momento de la modelación matemática-deductiva, lo que
lleva permanentemente a omitir las dos preguntas previas fundamentales que subyacen a toda
investigación científica: 1) ¿qué es y cómo es lo que se pretende estudiar?, cuya respuesta es de
carácter eminentemente ontológico y 2) ¿cómo puede estudiarse?, cuya respuesta es de carácter
eminentemente metodológico.
Por otro lado, se tienen las posiciones heterodoxas, entre las que destaca la marxista, en
las que se considera que las estructuras social y económica son resultado de una determinación
histórica y que las ciencias económicas buscan principalmente explicar el comportamiento y
evolución del sistema económico capitalista, entendido como un sistema complejo, dinámico,
con múltiples interrelaciones, históricamente determinado en el que la estructura es un
condicionante del comportamiento individual y no al revés. Contrario al análisis económico
neoclásico, en el análisis económico marxista se tienen dos pilares: 1) el materialismo, que postula
la existencia objetiva de los fenómenos económicos e interpreta su desarrollo cómo un resultado de
las relaciones sociales capitalistas, y 2) la dialéctica, que aporta los criterios para estudiar estos
procesos en su evolución contradictoria y transformación constante. Ambos fundamentos permiten
3
indagar la dinámica de la economía capitalista como el modo de producción predominante, en
función de sus contradicciones objetivas (fuerzas productivas versus relaciones de producción) y
confrontaciones subjetivas (lucha de clases). La distorsión naturalista del materialismo y la
reducción vulgarizada de la dialéctica a un sistema codificado de leyes, no justifican su abandono
cómo principios analíticos. Así, el método de la economía marxista es el método del materialismo
dialéctico que estudia las leyes del movimiento social y económico, las contradicciones y los
desequilibrios complejos que subyacen y determinan el comportamiento económico individual, pero
que permanecen ocultos en su manifestación, por lo que el reduccionismo metodológico y la mera
modelación matemática-deductiva no pueden revelarlos.
En este documento se contraponen estas dos posiciones, mostrando que muchos de lo que
se asumen como resultados del modelo ortodoxo son en realidad supuestos normativos previos a
la construcción y modelación teórica. Se muestra además la incapacidad de la teoría económica
neoclásica para entender, explicar y siquiera predecir la crisis económica y financiera actual, ya
que al ser ésta resultado de la dinámica y de las contradicciones inherentes al capitalismo, queda
totalmente fuera del marco teórico ortodoxo en el que todos los problemas económicos son
resultado únicamente de fallas de mercado o bien de fallas de gobierno. Finalmente se muestra la
pertinencia del análisis económico marxista, es decir, del materialismo dialéctico, para estudiar
la crisis económica actual como una crisis inevitable producto de las contradicciones inherentes
al modo de producción capitalista.
II.- Sobre el Método de la Teoría Económica Neoclásica.
2.1. Aspectos Generales.
Una forma de distinguir entre economía ortodoxa y economía heterodoxa es a través del método.
Para los economistas ortodoxos hay una única forma de estudiar los problemas de la ciencia
económica (a lo que se le ha llamado monoeconomía) y es a través del único método de
investigación que asumen como científico, el método hipotético-deductivo que corresponde a la
caracterización popperiana de la ciencia positiva. Ello lleva a que cualquier problema estudiado
se aborde siempre de la misma manera, recurriendo a la racionalidad instrumental y al
individualismo metodológico, lo que permite la representación formal a través de modelos
4
matemáticos del problema planteado. Ello significa suponer en todo momento que el sistema
económico y social es resultado de la mera agregación de los cálculos económicos individuales.
Esta forma de proceder implica, además, dejar de lado cualquier esfuerzo ontológico y
metodológico previo a la etapa de la modelación, lo que lleva a que la mayoría de los
investigadores que proceden de esta forma no se cuestionen dos preguntas centrales en todo
proceso de investigación: ¿cómo es lo que pretende estudiarse?, ¿cómo puede estudiarse?. La
respuesta a la primera pregunta es de carácter eminentemente ontológico. La segunda es de
carácter metodológico. El ignorar estas preguntas lleva a asumir a priori que los diversos
fenómenos que la disciplina pretende estudiar tienen características relevantes homogéneas y a
considerar, también a priori, un mismo método de estudio para estudiar problemas cuya
naturaleza es tan diferente, como la pobreza, la escasez de agua, o la decisión de desarrollo de
una nueva tecnología en una empresa. Estos apriorismos ontológicos y metodológicos implican
una serie de consecuencias centrales que caracterizan a toda la construcción teórica neoclásica y
a toda su agenda de investigación:
1) Cuando se construye un modelo matemático, no se hacen explícitos los supuestos
que subyacen a la construcción teórica y que permiten la modelación
matemática-deductiva. La mayoría de estos trabajos asumen que el lector conoce
que detrás de un agente que optimiza una función objetivo, se encuentran la
racionalidad perfecta, la información perfecta y completa, y la benevolencia
mínima de los agentes; que se tienen mercados competitivos y completos; que los
conjuntos de producción y consumo son convexos; que el bienestar se asimila
únicamente con la satisfacción de preferencias individuales; etc. Y aun, cuando el
modelo se construye relajando algunos de los supuestos fundamentales del
modelo de base, tampoco se indica qué acontece con el resto de los supuestos.
Todo esto lleva a ocultar aspectos relevantes de la construcción teórica, como: a)
Dejar sin exponer limitaciones relevantes del modelo. Por ejemplo, un resultado
fundamental de la teoría pura del comercio internacional es el teorema de
igualación del precio de los factores de Samuelson, según el cual cuando dos
países comercian el precio de los factores, capital (la tasa de interés) y trabajo (el
salario) tiende a igualarse en ambos países. Este resultado ha sido frecuentemente
esgrimido como un sólido argumento teórico a favor del libre comercio. Sin
5
embargo, este resultado depende de varios supuestos frecuentemente implícitos u
obviados en la presentación tradicional del modelo, en particular del supuesto de
que la tecnología es libre y homogénea en ambos países, lo que evidentemente no
se cumple en la realidad. b) El llegar a tener supuestos mutuamente excluyentes,
como ocurre con los supuestos de descentralización de las decisiones de los
agentes individuales y el de una agencia centralizada de compensaciones,
presentes en el modelo de equilibrio general competitivo1; o como ocurre con los
supuestos de un conjunto completo de mercados y el de mercados competitivos2.
c) El tener resultados tautológicos, es decir, cuya deducción lógica se obtiene
1
La teoría del equilibrio general competitivo se construye sin dinero. Ello es por la imposibilidad lógica de
incorporar el dinero a la teoría del valor, es decir, de encontrar una solución no trivial (en la solución trivial el precio
es cero) al valor relativo del dinero con respecto al resto de los bienes en la economía. Esto equivale a responder a la
pregunta ¿el dinero vale porque compra (satisface una necesidad específica de los agentes y entonces su valor se
determina simultáneamente junto con el valor de las demás mercancías del sistema) o compra porque vale
(previamente a los intercambios los agentes le han otorgado un valor relativo) ?. Benetti (1990) resume los
principales intentos por incorporar el dinero a la teoría neoclásica del valor, destacando los de Patinkin (1965), el
modelo de generaciones traslapadas de Samuelson (1958), y los de la teoría de la búsqueda (Kiyotaki & Wright,
1989, 1991, 1993; Wright, 1995; Trejos & Wright, 1999); pero, tal como lo señala el propio Benetti, ninguno de
ellos ha logrado incorporar el dinero a la teoría del valor de una manera plenamente compatible con la propia teoría
del equilibrio general competitivo, resolviendo de una manera totalmente satisfactoria la determinación no trivial del
valor de la moneda.
La imposibilidad de incorporar el dinero a la teoría del equilibrio general va unido al problema de que los
intercambios de trueque se bloquean (Cfr. Benetti, 1990), ya que necesariamente cada agente tiene que encontrar a
la contraparte precisa que simultáneamente posea el bien que este agente quiere y desee el bien que este agente tiene
y quiere intercambiar. Para evitar que los intercambios de trueque se bloqueen, la teoría del equilibrio general
incorpora la hipótesis de la agencia centralizada de compensaciones, según la cual cada agente entrega el bien que
quiere intercambiar y recibe el bien deseado a través de este organismo centralizado. Sin embargo, esta hipótesis es
incompatible con la que considera la descentralización total de de todas las decisiones económicas. A pesar de su
importancia para la construcción teórica, esta hipótesis es normalmente obviada en los modelos neoclásicos, siendo
Debreu (1959) el único que la hace explícita.
2
En la teoría del equilibrio general no se requiere dinero, ni como medio de cambio, ya que los intercambios se
realizan a través de la agencia centralizada de compensaciones, ni como reserva de valor, ya que se asume que todos
los mercados presentes y futuros, están abiertos en el momento en el que los agentes toman sus decisiones
económicas, es decir, en el momento t0. Esta última hipótesis se conoce como la hipótesis de un conjunto completo
de mercados. Stiglitz (1994) mostró que esta hipótesis es mutuamente excluyente con la hipótesis de mercados
competitivos, según la cual en todos los mercados hay un número tan grande de compradores y vendedores que
ninguno tiene poder de mercado, por lo que demandantes y oferentes siempre son price-takers. Stiglitz muestra esta
incompatibilidad lógica con el ejemplo de un profesor universitario. Como en la teoría del equilibrio general, las
mercancías están diferenciadas por sus características físicas, y por fecha y lugar de entrega, el trabajo del profesor
X hoy es una mercancía distinta al trabajo del profesor X mañana y en cada momento del tiempo. Como se trata de
mercancías distintas, el precio se determinará en sus respectivos mercados, de manera simultánea al precio de las
demás mercancías del sistema. Sin embargo, como se trata de mercancías distintas, y el trabajo de cada profesor es
distinto, entonces al final se tiene que si se incorpora la hipótesis de un conjunto completo de mercados, se tendrá un
único oferente en este tipo de mercados, el profesor X en cada momento del tiempo.
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directamente de los supuestos del modelo, sin necesidad de construcciones
matemáticas adicionales.
2) El considerar que los mercados y los fenómenos que ocurren en ellos pueden
estudiarse de manera aislada, es decir, a partir del análisis económico neoclásico
sin considerar sus componentes sociales, históricos, culturales y psicológicos.
Steiner & Vatin (2009) consideran, a partir de una perspectiva weberiana, que
todo mercado está caracterizado por: a) un componente social, es decir, que es
una construcción social en la que se presenta el intercambio económico de bienes
entre dos o más individuos. b) por un componente cultural, ya que cada mercado
es un conjunto de comportamientos y reglas de comportamiento (instituciones)
que son compartidas y aceptadas por todos sus participantes. Para estos autores,
tales reglas provienen de la cultura, ya que ésta se define como el conjunto de
rasgos del comportamiento adquiridos, compartidos y aceptados por los miembros
de una sociedad. Por lo tanto, los mercados no sólo están socialmente
determinados, sino que también lo están culturalmente, es decir, que el
comportamiento de los individuos en el mercado varía de una cultura a otra, de
acuerdo a las reglas que en cada cultura se establezcan, pudiendo incluir
comportamientos éticos y ecológicos. c) un componente histórico, ya que los
mercados son instituciones que evolucionan con el tiempo, por lo que están
también históricamente determinados. d) un componente de demanda, ya que todo
mercado está caracterizado por un conjunto de compradores o consumidores (que
tal como lo establece la disciplina de la mercadotecnia –o marketingfrecuentemente no son los mismos) cuyo comportamiento se ve afectado por una
cantidad de factores, incluyendo los sociales, culturales y psicológicos. Y e) un
componente de oferta, ya que en todo mercado concurren o compiten oferentes
(empresas) de distintos productos y servicios estableciendo relaciones no sólo
económicas, sino también sociales con sus clientes.
Así, solamente los últimos dos componentes o dimensiones de los
mercados son estudiadas por la teoría económica neoclásica, por lo que, de
acuerdo a estos autores, su estudio de los problemas y fenómenos que ocurren en
los mercados siempre es incompleto.
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3) Otra consecuencia del apriorismo ontológico y metodológico que caracteriza a la
teoría económica neoclásica es que a pesar de considerar que la economía es una
ciencia social, su método de estudio excluye la existencia de clases sociales y del
conflicto social. No es que considere que la sociedad no está conformada por
clases sociales, sino que es una categoría que no se requiere en la construcción
teórica neoclásica. Al asumir que el sistema social y económico es resultado de la
mera agregación de los cálculos y comportamientos económicos individuales,
entonces el único método válido y pertinente de estudio de los problemas
económicos es el individualismo metodológico, para que a partir del estudio de la
conducta de los agentes individuales se reconstruya toda la estructura económica
y social. Ello lleva, por ejemplo, a tener al “agente representativo” cuyo estudio
microfundamenta la macroeconomía.
Las corrientes heterodoxas, en cambio, se caracterizan por asumir una pluralidad de
métodos, lo que lleva a coincidir con lo establecido por Tony Lawson “… en toda investigación
científica el método de estudio está subordinado en todo momento a la naturaleza del objeto de
estudio” (Lawson, 2006).
2.2. La Economía Neoclásica como Ciencia Positiva.
En esta diferencia entre monismo metodológico y pluralismo metodológico subyacen, en
realidad, caracterizaciones distintas de lo que se considera o no como conocimiento científico.
Friedman (1953) al establecer de manera explícita los fundamentos metodológicos de la teoría
económica neoclásica, consideró que la ciencia económica al ser una ciencia positiva (es decir,
una ciencia cuyos resultados se evalúan como “verdaderos o falsos” y no como “buenos o
malos”) tiene un carácter eminentemente predictivo, por lo que sus hipótesis y resultados son
sujetos de contrastación empírica permanente. Para Friedman, la importancia de una teoría
científica radica en que simplifica al máximo la realidad, eliminando todo lo que resulta
irrelevante para la predicción de los fenómenos estudiados, ya sea que se trate de fenómenos
naturales o de fenómenos económicos. Esa simplificación da origen a hipótesis descriptivas que
permiten la construcción de una teoría general que permite la predicción de fenómenos
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particulares. Tales supuestos o hipótesis descriptivas sustentan un conjunto de hipótesis
explicativas que constituyen el cuerpo de la teoría. Para Friedman, el poder de las ciencias
positivas radica precisamente en que mientras más simples y generales sean sus supuestos, lo que
implica mayor distancia con la realidad, su capacidad de predicción aumenta.
En su célebre artículo “La Metodología de la Economía Positiva”, Milton Friedman
(1953) considera que la economía es una ciencia positiva cuya metodología es muy similar a la
de las ciencias naturales. Friedman argumenta que la economía, como una ciencia positiva, es un
cuerpo sistematizado de conocimientos relativos a “lo que es” y no a “lo que debe ser”. Esta es la
razón por la que la economía tiene una naturaleza predictiva y no explicativa.
Friedman, intentando seguir a Popper, considera que debido al carácter predictivo de la
economía, sus hipótesis se validan empíricamente. Por ejemplo, es posible tener dos o más
teorías económicas positivas acerca de los efectos del salario mínimo en la economía. Una de
estas teorías puede predecir que el salario mínimo disminuirá la pobreza debido al mayor nivel
de ingreso de los trabajadores menos capacitados. Al otro extremo puede tenerse otra teoría
positiva que prediga que el salario mínimo incrementará la pobreza debido al mayor nivel de
desempleo causado por esta política. Como la economía es una ciencia positiva, sus teorías se
someten a la validación empírica, por lo que la mejor teoría será aquélla cuyas predicciones
hayan sido validadas a través de hechos. En este sentido, Friedman considera que sólo
prevalecerá la teoría capaz de hacer mejores predicciones, empíricamente validadas.
Al ser la economía una ciencia positiva, la teoría económica no puede asumirse nunca
como completa y absolutamente verdadera, sino sólo como general, provisional, incompleta y no
refutable hasta el momento. Como todas las ciencias positivas, la economía avanza en la medida
en que los hechos falsean una hipótesis que hasta ese momento se consideraba como no
refutable, por lo que nuevas teorías con mayor y mejor poder de predicción la sustituirán.
De esta manera, Friedman considera que la economía, al ser una ciencia positiva, sus
hipótesis y resultados se juzgan únicamente como verdaderos o falsos y no como buenos o
malos. Esto significa, en otras palabras, la posibilidad de construir una ciencia económica libre
de valores o lo que Weber llamó wertfreiheit. Así, para Friedman la economía es una ciencia
positiva cuya metodología es muy similar a la de las ciencias naturales. De acuerdo a esta
metodología, la “mejor” teoría económica será aquélla que a través de hipótesis más simples
pueda predecir una mayor cantidad de hechos y fenómenos económicos. Ésta es la razón por la
9
que en el enfoque ortodoxo todas las hipótesis deben ser muy generales y simples, pero también
muy alejadas de la realidad.
En todas las ciencias, pero en especial en las ciencias sociales, los modelos son una
abstracción de la realidad. Por ello, la construcción de un modelo incorpora supuestos irreales.
Algo de simplificación siempre se requiere para enfatizar lo que es importante y eliminar del
modelo aquello que se considere superfluo o irrelevante para explicar el objeto o fenómeno
estudiado. Sin embargo, la metodología seguida por la teoría neoclásica, tal como fue descrita
por Milton Friedman (1953), va demasiado lejos en este camino, ya que en el afán de construir
modelos demasiado generales, capaces de predecir la mayor cantidad de fenómenos económicos,
se pierde de vista la necesidad de contar con modelos que sean una representación razonable de
la realidad. Es decir, se olvida que los supuestos que constituyen la base para la elaboración de
un modelo científico no deben contradecir lo que es verdad o lo que ocurre en el mundo real. Tal
como lo estableció Keynes (1920 [1948]) “… una teoría científica intenta explicar los hechos
que ocurren en la realidad… por ello no puede pretender pedirle a la realidad que se adecue a sus
hipótesis y resultados”.
El considerar que la economía es una ciencia positiva, precisamente en el mismo sentido
que cualesquiera de las ciencias físicas, implica que el método de la economía es el mismo
método de las ciencias positivas o el método científico (llamado también método hipotético
deductivo3) que se utiliza para producir conocimiento en las ciencias físicas.
Por ello, Friedman (1953: 13-16) considera que la mayoría de las críticas realizadas a la
teoría económica neoclásica no son válidas porque se trata de críticas hechas a la irrealidad de
sus supuestos y no a la validez de sus resultados ni a la consistencia lógica de su construcción.
Más adelante estableció:
3
El método hipotético deductivo es la caracterización Popperiana del método científico. Tradicionalmente en la
filosofía positivista se consideraba que la ciencia partía de la observación de hechos y que de esa observación
repetida de fenómenos comparables, se inferían las leyes generales que gobiernan esos fenómenos. Popper rechazó
la posibilidad de elaborar leyes generales a partir de la inducción y sostuvo que en realidad esas leyes generales son
hipótesis que formula el científico, y que se utiliza el razonamiento deductivo para que a partir de esas hipótesis de
carácter general se elaboren predicciones de fenómenos individuales. En esta concepción del método científico es
muy importante la verificación o falsación de las hipótesis formuladas, ya que ello permite la falsabilidad de las
teorías científicas. Esto significa que las hipótesis, o las teorías como conjunto de hipótesis, pueden ser refutadas a
través de la experimentación. En el método hipotético deductivo, las teorías científicas no pueden nunca reputarse
verdaderas, sino a lo sumo no refutadas.
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Las cuestiones metodológicas abstractas que hemos discutido están relacionadas directamente
con la crítica perenne que se le hace a la teoría económica “ortodoxa” a la que se le considera
“irrealista” porque… asume que los mercados son perfectos; la competencia es pura; las
mercancías, el trabajo, y el capital son homogéneos… Críticas de este tipo dejan de lado el
aspecto soportado por la evidencia de que una hipótesis difiere en uno u otros aspectos de la
realidad ya que la teoría que está siendo criticada busca predicciones para una gran cantidad de
fenómenos [y no para un único aspecto de la realidad] (Friedman, 1953: 30-31).
Para Friedman, lejos de ser una desventaja o limitación, los supuestos irreales son una
ventaja para la construcción teórica, ya que toda teoría positiva requiere de supuestos muy
simples y generales que permitan abstraer de la realidad los aspectos más relevantes. Así, el
poder de una teoría positiva reside en que al simplificar la realidad al máximo, logra con
supuestos muy simples y generales predecir una mayor cantidad de fenómenos. Friedman
establece que como la economía es una ciencia positiva, entonces requiere contar con este tipo de
supuestos. Si se permitiera tener supuestos muy realistas, entonces se tendría una teoría
económica muy limitada que únicamente sería capaz de predecir fenómenos económicos muy
particulares y no los de carácter general. Además, como ciencia positiva, las hipótesis y
resultados de la ciencia económica se validan a través de su verificación empírica, por lo que si
la experiencia no falsea lo que predice la teoría, entonces sus resultados e hipótesis se validan,
como si éstas fueran reales.
A fin de explicar el rol de los supuestos irreales en la construcción de una teoría
económica significativa, Friedman & Savage (1948) utilizaron el ejemplo del juego de billar. Un
experto jugador de billar no conoce nada acerca de física o de geometría, nunca hace cálculos
geométricos de distancias o ángulos para golpear con precisión la bola de billar. Sin embargo, su
comportamiento en la mesa de billar es como si él hiciera tales cálculos geométricos. Así, a fin
de predecir la dirección de la bola después de que la ha golpeado y la distancia que recorrerá, es
útil asumir que el jugador experto la ha golpeado como si él fuera un matemático que hubiera
realizado tales cálculos. Así, para Friedman, la gran virtud de la economía como ciencia positiva
radica en que a partir de supuestos muy generales puede construir teorías no sólo consistentes,
sino poderosas y significativas, es decir, teorías muy generales capaces de predecir una gran
cantidad de fenómenos particulares. Entre más simples y generales sean sus supuestos, lo que
implica mayor distanciamiento con la realidad, mayor capacidad de predicción se tiene:
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Esta opinión [la de que los supuestos tienen que ser reales], tan generalmente mantenida, es
esencialmente errónea y produce mucho daño. Lejos de suministrar medios más sencillos para
separar las hipótesis válidas de las no válidas, solamente confunde la cuestión, promueve
concepciones erróneas acerca del significado de la evidencia empírica para la teoría económica,
conduce por una dirección equivocada a un numeroso esfuerzo intelectual dedicado al
desarrollo de la economía positiva e impide el logro de un consenso sobre hipótesis
experimentales en economía positiva.
… el realismo de los “supuestos” de una teoría puede juzgarse independientemente de la validez
de sus predicciones… la relación entre la significancia de una teoría y el “realismo” de sus
“supuestos” es casi opuesta a lo que sugiere la crítica. Hipótesis verdaderamente importantes y
significativas tienen “supuestos” que son representaciones de la realidad claramente
inadecuadas y, en general, cuanto más significativa sea la teoría menos realistas serán los
supuestos (naturalmente lo contrario no es válido: los supuestos que no son realistas no
garantizan una teoría significativa). La razón es sencilla. Una hipótesis es importante si “explica”
[o predice] mucho a través de poco, esto es, si abstrae los elementos comunes y cruciales de la
masa de circunstancias complejas y detalladas que rodean el fenómeno que ha de explicarse y
permite hacer predicciones válidas sobre ellas. Para ser importante, por consiguiente, una
hipótesis debe ser descriptivamente falsa en sus supuestos; no toma en cuenta ninguna de las
muchas otras circunstancias concomitantes, ya que su verdadero éxito demuestra que son
irrelevantes para los fenómenos que han de explicarse [o predecirse]. (Friedman, 1953: 14-15).
Para Friedman, la importancia de una teoría científica radica en que simplifica al máximo
la realidad, eliminando todo lo que resulta irrelevante para la predicción de los fenómenos
naturales o económicos. Esa simplificación da origen a hipótesis descriptivas que permiten la
construcción de una teoría general que permite la predicción de fenómenos particulares. Las
hipótesis descriptivas sustentan un conjunto de hipótesis explicativas o sustantivas que
constituyen el cuerpo de la teoría. Un ejemplo de una hipótesis descriptiva es la de la
competencia perfecta4. Para ilustrar la importancia de esta hipótesis en la ciencia económica,
Friedman recurrió a un ejemplo de la física. En esa ciencia la predicción de muchos fenómenos
particulares requiere suponer la existencia de un vacío. Un cuerpo que se deja caer al vacío se
4
La teoría económica neoclásica distingue entre competencia perfecta y competencia pura. En la competencia
perfecta en cada mercado hay un número muy grande de agentes oferentes y demandantes sin que alguno de ellos
pueda influir por sí solo en el precio, por lo que se trata de agentes tomadores de precio (price-takers). Además cada
uno de ellos tiene su propia función, de utilidad en el caso de los consumidores y de producción en el caso de los
productores. En la competencia pura también se tienen agentes price-takers, pero todos ellos comparten la misma
función de utilidad (lo que significa que los consumidores tienen gustos y preferencias homogéneos) o de
producción (lo que significa que los productores tienen una tecnología homogénea).
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acelera a razón de 9.8 m/s2. Evidentemente no vivimos en un vacío, y cuando se deja caer un
cuerpo a la tierra, desde cualquier altura, enfrenta la presión atmosférica, pero para predecir en
cuanto tiempo llegará al suelo es útil suponer que vivimos en un vacío e ignorar la resistencia del
aire, que para este caso resulta irrelevante. Lo mismo sucede con la predicción de muchos
fenómenos económicos, para los que es conveniente suponer la existencia de competencia
perfecta. Evidentemente no vivimos en un mundo de competencia perfecta, como tampoco
vivimos en un vacío, pero para la construcción teórica y para la predicción de los fenómenos
económicos particulares resulta muy útil suponer que se presentan como si viviéramos en el
mundo ideal de la competencia perfecta.
Así, Friedman establece que el contenido medular de la teoría económica positiva viene
dado por un cuerpo de hipótesis sustantivas. Debido a la naturaleza positiva de la ciencia
económica estas hipótesis tienen fundamentalmente un carácter predictivo y no explicativo y se
contrastan y validan empíricamente:
Considerada como un cuerpo de hipótesis sustantivas, la teoría ha de juzgarse por su poder de
predicción respecto a la clase de fenómenos que intenta “explicar”. Únicamente la evidencia
empírica puede mostrar si es “aceptada” como válida o “rechazada”… La única prueba
importante de la validez de una hipótesis es la comparación de sus predicciones con la
experiencia. La hipótesis se rechaza si sus predicciones se ven contradichas (“frecuentemente” o
más a menudo que las predicciones de una hipótesis alternativa); se acepta si no lo son; y se le
concede una gran confianza si sus predicciones han sobrevivido numerosas oportunidades de
contradicción. La evidencia empírica no puede “probar” nunca una hipótesis; únicamente puede
dejar de desaprobarla; que es lo que generalmente queremos decir, de forma un tanto inexacta,
cuando afirmamos que la hipótesis ha sido “confirmada” por la experiencia.
Debería advertirse de forma explícita que la “predicción” por medio de la cual se
comprueba la validez de una hipótesis no es preciso que se refiera a fenómenos que todavía no
se han producido; es decir, no es preciso que sean predicciones de acontecimientos futuros;
puede referirse a fenómenos que han sucedido, pero tratarse de observaciones que no se han
realizado todavía o que son desconocidas para la persona que efectúa la predicción. (Friedman,
1953: 14-15).
Como ciencia positiva, la economía tiene un carácter fundamentalmente experimental.
Esto no significa que las predicciones particulares requieran validarse a través de experimentos
controlados, diseñados y construidos para eliminar lo que pudieran considerarse como molestias
o distorsiones, sino que las hipótesis y resultados de la teoría positiva se validan y verifican a
13
través de la experiencia, es decir, a través de su capacidad de predicción. Para Friedman, en
economía, las manifestaciones de los fenómenos económicos son “experimentos” que llegan a
producirse y donde se validan o no las predicciones de distintas hipótesis alternativas. Así, la
imposibilidad de efectuar experimentos controlados tampoco distancia a la economía de las
ciencias positivas:
La incapacidad para llevar a cabo determinados ‘experimentos controlados’ no refleja… una
diferencia básica entre las ciencias físicas y las ciencias sociales, tanto porque [la imposibilidad
de realizar experimentos controlados] no es algo peculiar de las ciencias sociales –piénsese, por
ejemplo, en la astronomía- como porque la distinción entre un experimento controlado y uno no
controlado es solamente cuestión de grado. Ningún experimento puede controlarse
completamente, y cada experiencia está parcialmente controlada, en el sentido de que algunas
influencias perturbadoras son relativamente constantes durante su curso (Friedman, 1953: 16).
Por todo esto, la teoría económica neoclásica se considera como una teoría positiva, por
lo que sus supuestos nunca son “realistamente” descriptivos, ya que se consideran abstracciones
y aproximaciones adecuadas de la realidad que permiten realizar predicciones de fenómenos
económicos que resultan verificables a través de la evidencia empírica. “Precisamente, el poder
explicativo [predictivo] de la ciencia positiva, reside en que simplificando al máximo la realidad
proporciona predicciones para una gran cantidad de fenómenos” (Friedman, 1953: 36).
2.3. El Individualismo Metodológico de la Economía Neoclásica.
Otro aspecto metodológico a considerar es que la Teoría Económica Neoclásica se construye a
través del individualismo metodológico, es decir, que considera que el sistema económico es
consecuencia de la agregación de los distintos comportamientos individuales. Así, el producto
social es resultado de la agregación de las distintas producciones de los agentes individuales, al
igual que el bienestar social que también resulta de la agregación de los distintos bienestares
individuales. Por esta razón, la teoría neoclásica considera que para entender al sistema
económico en su conjunto y predecir, por lo tanto, la ocurrencia de cualquier fenómeno
económico, aun cuando se trate de fenómenos agregados, como la inflación o el desempleo, no
se requiere una comprensión holista del sistema económico ni de la sociedad, sino que
únicamente se requiere estudiar el comportamiento económico de los agentes individuales.
14
El individualismo metodológico es un presupuesto metodológico según el cual todos los
fenómenos o problemas estudiados pueden reducirse al estudio de la unidad más pequeña. Ésta
es la estrategia metodológica seguida por la teoría económica neoclásica en la que los agentes
económicos racionales, individuos o empresas, son considerados como la unidad central del
análisis económico. De acuerdo a esta estrategia metodológica, todas las características y
propiedades de los individuos racionales, es decir, del homo oeconomicus, se encuentran dadas,
es decir que no pasaron por ningún proceso de socialización ni de determinación histórica, sino
que simplemente aparecieron. Es así, como las dotaciones iniciales, es decir, lo que los agentes
tienen; las preferencias, que corresponden a lo que los agentes quieren; y la tecnología, que atañe
a lo que los agentes saben, se consideran como propiedades dadas y generalmente invariantes del
sistema económico, por lo que constituyen los aspectos o variables fundamentales del análisis
económico y de las que dependen, en última instancia, todas las demás, incluyendo los precios.
De esta manera, la teoría económica neoclásica explica (o predice) todo el sistema económico y
todos los fenómenos y problemas que en él ocurren, únicamente a partir de la conducta
individual. Esto no significa que la teoría neoclásica niegue la existencia de clases sociales o del
conflicto social, sólo que considera que no son elementos necesarios para su construcción
teórica, es decir, para la predicción de los fenómenos económicos que considera relevantes.
Así, siguiendo lo establecido por Friedman, el individualismo metodológico es el único
método válido y pertinente para estudiar científicamente los fenómenos económicos, ya que al
eliminar las relaciones sociales se eliminan aquellos aspectos irrelevantes del análisis, por lo que
la teoría económica construida a partir del estudio de los agentes individuales llega a ser una
teoría más simple y general, es decir, capaz de revelar las regularidades que caracterizan al
sistema económico y que cuenta, por lo tanto, con un mayor poder de predicción. Por ello, la
teoría neoclásica considera que aún los fenómenos económicos agregados, como la inflación, el
desempleo, la pobreza, la producción nacional, etc., tienen su origen en la conducta individual de
los agentes y que estos fenómenos no son más que resultado de la mera agregación matemática5
de las distintas conductas económicas de los agentes individuales que conforman el sistema.
5
A fin de evitar el problema de que la agregación de los comportamientos destruya las propiedades individuales, la
teoría económica neoclásica trata a nivel macro a todos los individuos como si fueran iguales, es decir, recurre al
agente representativo que caracteriza a la teoría macroeconómica microfundamentada.
15
2.4. El Fundamento Normativo de la Teoría Económica Neoclásica.
Con lo expuesto en el apartado anterior resulta evidente que el individualismo metodológico
busca fortalecer la capacidad de predicción de la teoría, descartando cualquier posibilidad de
descubrir determinaciones sociales e históricas, así como relaciones estructurales causales.
Además, la metodología seguida por la teoría neoclásica no sólo no permite explicar la
naturaleza y características de los fenómenos económicos, sino que crea una zona favorable para
la construcción de una teoría cuyas hipótesis y resultados privilegian el libre mercado. Así, si en
la construcción de la teoría se incorporan supuestos como que los agentes son totalmente egoístas
y racionales, que cuentan con información perfecta y completa, que tienen benevolencia mínima
y que los mercados trabajan perfectamente, y si además se agrega una metodología que se centra
en el estudio del comportamiento individual y que excluye la existencia de clases sociales y del
conflicto social, entonces los resultados normativos de esta teoría serán que la economía
competitiva (o de libre mercado) produce el mejor de los mundos posible. Esto, evidentemente,
es consecuencia de una relación tautológica entre los supuestos y el conjunto de
recomendaciones normativas y no se trata, por lo tanto, de una deducción lógica a partir de los
resultados de los modelos de economía positiva.
Todo esto lleva a considerar a la teoría económica neoclásica como un programa de
investigación científica en el sentido de Lakatos, en el que la teoría del equilibrio general es el
núcleo duro invariable, y en el que las demás teorías construidas alrededor de ella, asumiendo
estos supuestos básicos y siguiendo su misma metodología, conforman lo que Lakatos llamó “el
cinturón protector del núcleo” que es variable. Si se considera también que la metodología
seguida es la única metodología válida para la construcción de una teoría científica, entonces la
teoría económica neoclásica queda protegida contra cualquier crítica. Bastará con argumentar
que tal crítica no es contra la consistencia lógica de la teoría, sino contra la realidad de sus
supuestos, para que tal crítica se repute como irrelevante, y que será siempre la realidad y no la
pretendida crítica científica la encargada da validar o de refutar el modelo teórico a través de su
capacidad de predicción.
Sin embargo, este razonamiento significa tratar cada modelo como un “todo unificado”,
sin considerar la relación que se tiene entre cada supuesto y los resultados obtenidos. Al analizar
cada supuesto por separado se obtiene la implicación de cada uno de ellos en los resultados de la
teoría. Por ejemplo, Simon (1955, 1956, 1969 [1996]) demostró que la racionalidad perfecta es
16
un requisito indispensable para obtener un equilibrio general competitivo (EGC) que sea óptimo
de Pareto. El modelo de EGC tiene algo de verdad en él, pero no mucho, ya que sus resultados
dependen de supuestos que claramente contradicen la realidad. La teoría del equilibrio general
muestra que se puede crear un modelo que prediga adecuadamente a pesar de ser poco realista,
sólo basta añadirle otro supuesto poco realista. El modelo de EGC en su conjunto predice el
logro de asignaciones eficientes (usando el óptimo de Pareto como criterio único de eficiencia)
cuando se tienen agentes perfectamente racionales actuando en una economía competitiva, pero
para ello requiere incorporar otros supuestos como el tener información completa y perfecta, un
conjunto completo de mercados y una agencia centralizada de compensaciones. Siguiendo este
razonamiento, tal como lo sugirió Stiglitz en su discurso de aceptación del Premio Nobel 2001,
el modelo de Ptolomeo de que la Tierra era el centro del Universo y de que los planetas y el sol
giraban alrededor de ella, podría ser salvado sobre el de Copérnico, sólo bastaría con añadirle
nuevos epiciclos, que son supuestos que, al igual que lo ocurrido con los de la teoría del
equilibrio general, contradicen totalmente la realidad.
Friedman estableció que los supuestos irreales son necesarios para la construcción de una
teoría con mayor generalidad y capacidad de predicción. Sin embargo, dejó de lado las preguntas
relevantes en relación a los supuestos incorporados en una teoría positiva: ¿son tales supuestos
una abstracción adecuada de la realidad?, ¿cuál es la dependencia entre los resultados de la teoría
y los supuestos incorporados?, ¿qué tanto cambiarían los resultados de la teoría al eliminar o
cambiar un supuesto en particular?, ¿se trata, entonces, de un supuesto o una hipótesis ad-hoc
para obtener resultados también ad-hoc?, ¿cuál es el costo, en términos de la construcción de la
teoría, de eliminar ese supuesto?, ¿cuál es el criterio de decisión para incorporar o no cada
supuesto en particular en la construcción de un modelo teórico?. Blaug (1980 [1992]), mostró
que en la construcción de cualquier modelo teórico se tienen previamente juicios de valor
personales que sustentan la decisión de cuáles hipótesis incluir y qué hacer con ellas. Ello lleva a
la imposibilidad de la wertfreiheit de Weber o libertad de valores en la construcción de la
ciencia.
De esta manera, la teoría del equilibrio general, como el núcleo o el fundamento de base
de la teoría económica neoclásica, está sustentada en hipótesis normativas que claramente
incorporan la ideología del laissez-faire. Así, el razonamiento de esta teoría es tautológico, la
predicción de que los mercados competitivos permiten lograr asignaciones Pareto-eficientes es
17
posible no sólo porque se incorpora el supuesto de agentes con racionalidad perfecta actuando en
una economía competitiva, sino porque el concepto mismo de eficiencia, que se presenta como
positivo, en realidad es normativo. En esta teoría, el óptimo de Pareto deja de ser un criterio
particular de eficiencia para constituirse como el valor supremo al que aspira la sociedad y como
el criterio universal de evaluación de lo que resulta bueno o malo para los agentes económicos.
Así, partiendo de estos supuestos y de un precepto normativo previo: la eficiencia
paretiana, la propia teoría neoclásica otorga un imprimátur para calificar como “científicos” a los
trabajos, desarrollo teóricos y recomendaciones de política económica que están sustentados en
sus hipótesis, que siguen su metodología y cuyos resultados llevan invariablemente a recomendar
políticas de libre mercado. Esto significa que la economía neoclásica se sustenta y parte de una
visión previa puramente normativa, y que la transforma en “ciencia económica” o “economía
positiva”, en el mismo sentido defendido por Friedman, y que le otorga cierta “inmunidad
científica” a este programa de investigación. Esto lleva a revestir de conceptos y postulados
positivos, es decir, de “rigor científico”, una teoría económica cuyo fundamento es
esencialmente normativo.
2.5. Las Implicaciones Normativas de la Teoría Económica Positiva.
Lo expuesto hasta ahora lleva a establecer que esta metodología de construcción del
conocimiento científico es sumamente cuestionable, no sólo porque permite construir modelos
totalmente incompatibles con la realidad, sino porque la única prueba de validación de las
hipótesis y resultados del modelo es su capacidad de predicción. Así, el criterio de elección entre
dos modelos teóricos alternativos, es decir, que pretenden predecir, más no explicar, la misma
clase de fenómenos, es precisamente su capacidad de predicción. En este sentido, Friedman
utiliza otro ejemplo, el de dos teorías que pretenden predecir la caída de las hojas de los árboles.
Cuando se tienen dos teorías sobre este fenómeno, la mejor será aquella que prediga con mayor
exactitud el momento y la manera en que este fenómeno ocurrirá. Lo mismo sucede con el
ejemplo presentado de las teorías económicas que relacionan el establecimiento de un salario
mínimo en la economía con el nivel de pobreza de la población. La mejor entre ellas, será
aquella teoría cuya capacidad de predicción sea más exacta. Si una teoría predice que el
establecimiento de un nivel de salario mínimo disminuirá la pobreza disminuirá, mientras que
18
otra predice que la incrementará, entonces la validación empírica permitirá rechazar una teoría y
no rechazar la otra.
Sin embargo, al considerar que la esencia de la economía positiva es predictiva y no
explicativa, es decir al asimilar la explicación a la capacidad de predicción, entonces la teoría
económica positiva es incapaz de descubrir las relaciones estructurales causales de los
fenómenos económicos, ya que sus hipótesis buscan únicamente predecir la ocurrencia de tales
fenómenos. La frase “la clase de fenómenos que la hipótesis intenta explicar” en realidad se
refiere a “la clase de fenómenos que la hipótesis intenta predecir”. Así, dentro de la propia teoría
económica positiva se asume que poder predictivo y capacidad explicativa de una hipótesis son
equivalentes.
Al circunscribirse dentro del campo de la ciencia positiva, es decir, al tener una
naturaleza predictiva y no explicativa, la teoría económica neoclásica considera al sistema
económico como una gran caja negra cuya composición estructural resulta totalmente
desconocida e ignorada en la construcción teórica. Por ello, el razonamiento mainstream
únicamente puede pretender predecir la ocurrencia de diferentes fenómenos económicos, pero
jamás explicar cómo llegaron a presentarse. Por ejemplo, se conoce el sistema de ecuaciones que
determina los precios relativos, pero se ignora cómo se forman los precios en los mercados
competitivos. Por ello, la teoría neoclásica tampoco tiene respuesta a la pregunta de si ¿continua
siendo válido conocer cómo se forman los precios en los mercados competitivos cuando la
mayor parte de la actividad económica en el mundo actual no tiene lugar en los mercados sino al
interior de las empresas?.
Otro ejemplo se tiene en el ámbito de la teoría monetaria ortodoxa que predice el
momento y magnitud de la inflación después de un incremento de la oferta monetaria, pero no
explica cómo y por qué este momento y magnitud ocurrieron específicamente. Los resultados de
esta teoría positiva llevan a ciertas recomendaciones normativas que establecen que: el único
objetivo de la política monetaria debe ser el control de la inflación, que la política monetaria
debe implementarse con independencia de la política fiscal y que la política monetaria no debe
conducirse discrecionalmente sino que debe conducirse a través de una serie de reglas, que
establecen con claridad el nivel de incremento de la oferta monetaria que permitirá alcanzar
ciertos objetivos de inflación, como ocurre en el caso de las reglas de Friedman, o de reglas que
otorgan cierta rango de flexibilidad, como ocurre con el caso de las reglas flexibles de Taylor. La
19
conducción de la política monetaria a partir de estos criterios normativos permitirá predecir cuál
será el efecto de ese input sobre el nivel de precios.
Como la implementación de una recomendación normativa a manera de política
económica equivale a introducir un input en el sistema económico para obtener un output
deseado, pero sin conocer la manera en que ese output se obtuvo, la teoría económica neoclásica
no puede responder a la pregunta ¿qué pasa cuando la predicción falla, es decir cuando el
fenómeno predicho no ocurre?. Además, este razonamiento no solo ignora las determinaciones
sociales e históricas del sistema económico, sino que también ignora muchos de los elementos
que conforman el sistema económico y las relaciones estructurales causales entre ellos, y aun
ignora la posible retroalimentación simple y compleja entre inputs, sistema y outputs. Esta
complejidad podría llevar a que la predicción no ocurra de la manera esperada.
Al circunscribirse en el ámbito de las ciencias positivas, la predicción constituye el
principal de objetivo de la economía neoclásica, ya que se trata de una ciencia positiva, cuyos
resultados teóricos se juzgan como verdaderos o falsos y no como buenos o malos, lo que la lleva
a asumirse como una ciencia libre de valores. Sin embargo, para Friedman, y en general para la
economía mainstream, una ciencia “libre de valores” no significa una ciencia no-normativa.
Friedman escribió:
La confusión entre economía positiva y economía normativa es inevitable ya que las
conclusiones de la economía positiva parecen ser, y lo son, inmediatamente relevantes para
problemas normativos importantes, para los problemas de qué es lo que debería hacerse y
cómo puede alcanzarse determinado objetivo (Friedman, 1953: 3-4).
Para Friedman, si una teoría de economía positiva suministra predicciones correctas,
implícitamente está indicando lo que debe o no debe hacerse:
La economía positiva es, en principio, independiente de cualquier posición ética o cualesquiera
juicios normativos. Como dice *John Neville+ Keynes, la economía se refiere a “lo que es” y no a
lo “que debiera ser”. Su tarea reside en suministrar un sistema de generalizaciones que puede
utilizarse para hacer predicciones correctas acerca de las consecuencias de cualquier cambio en
las circunstancias. Su funcionamiento ha de ser juzgado por la precisión, alcance y conformidad
de las predicciones que suministra con la experiencia. En resumen, la economía positiva es, o
puede ser, una ciencia objetiva precisamente en el mismo sentido que cualesquiera de las
ciencias físicas… Por otro lado, la economía normativa no puede ser independiente de la
economía positiva. Cualquier conclusión política se basa necesariamente sobre una predicción
20
acerca de las consecuencias de hacer una cosa en lugar de otra, predicción que debe estar
basada –implícita o explícitamente- en la economía positiva (Friedman, 1953: 10-11).
Friedman (1953: 13-16) considera que el estatus de la economía como disciplina
científica está en su razonamiento y en su metodología y no en sus resultados teóricos o en sus
recomendaciones normativas. Y es, precisamente, el método científico de las ciencias positivas,
es decir, el también llamado método hipotético deductivo seguido por la economía como
disciplina científica, el que permite la deducción de prescripciones normativas a partir de los
resultados de los modelos de teoría económica positiva. En el ejemplo de los salarios mínimos, la
“mejor” teoría es una teoría positiva que ha sido validada (o no refutada) a través de hechos
empíricos. Para Friedman, siguiendo la tradición popperiana de la ciencia, cuando los hechos
validan una teoría positiva, ésta se asume como no refutable. Una teoría positiva no refutable
tiene importantes implicaciones normativas. En el caso de la teoría económica acerca de los
salarios mínimos, éstas serían la derogación de las leyes que establecen salarios mínimos en
todos los países. Así, Friedman considera que el aceptar o rechazar una recomendación
normativa proviene de la validez, veracidad y capacidad de predicción de una teoría positiva, lo
que se prueba a partir de la evidencia empírica: “… las diferencias más importantes acerca de la
economía política en el mundo occidental son de esta clase [al nivel de la teoría positiva], en sí
corresponden a un enunciado „positivo‟ que ha de aceptarse o rechazarse sobre la base de la
evidencia empírica” (Friedman, 1953: 12).
De esta manera, en la teoría económica ortodoxa se considera que existe una relación
lineal entre los resultados de la economía positiva y las recomendaciones normativas propuestas.
Sin embargo, afirmar que en cada resultado positivo hay recomendaciones normativas implícitas
es ambiguo, ya que este razonamiento considera:
1) que todas las implicaciones normativas son inequívocas porque ellas provienen de un
resultado de teoría positiva que es verdadero.
2) que todos los problemas económicos provienen de la dicotomía fallas de mercadofallas de gobierno, y que, por lo tanto, todo lo que se necesita para resolver cualquier
21
problema económico (considerando que el gran problema económico es la asignación
Pareto-eficiente de recursos escasos) es eliminar la falla que lo originó6.
3) que es posible construir una ciencia económica libre de valores.
Sin embargo, en la relación lineal que la teoría neoclásica asume entre economía positiva
y economía normativa hay varias dificultades teóricas y metodológicas relevantes. La primera
corresponde a la construcción misma del modelo teórico de base, la teoría del equilibrio general
que resulta insuficiente para lograr una representación adecuada del sistema de precios. Entre las
dificultades metodológicas se destacan dos. La primera tiene que ver con la imposibilidad de
deducir conclusiones normativas o recomendaciones de política económica a partir de premisas
positivas o de resultados de teoría económica positiva, es lo que se conoce como la Guillotina de
Hume. Desde el siglo XVIII, en su Tratado sobre la Naturaleza Humana, David Hume (1734
[1977]) demostró que está cerrado lógico para deducir de un conjunto de premisas positivas, es
decir, que incluyen un “es” y que se juzgan, por lo tanto, como verdaderas o falsas, una
conclusión normativa, que incluye un “debe ser” y que se juzga, por lo tanto, como buena o
mala. Hume demostró también que la única forma de lograrlo es cuando se tiene una
construcción tautológica, es decir, cuando la conclusión está auto autocontenida en las premisas.
Considérese, por ejemplo, la siguiente construcción:
Premisas:
o Juan y Pedro son hermanos
o Pedro tiene un problema
Conclusión:
o Juan debe ayudar a Pedro
6
Por ejemplo, el enfoque ortodoxo considera que los problemas de la contaminación o de la escasez de agua se
deben a fallas de mercado. En el primer caso, debido a las externalidades negativas que produce la contaminación, lo
que lleva a que los agentes que contaminan no compensen a los demás por los efectos negativos que les causan. En
el caso de la escasez de agua se considera que el problema se resuelve definiendo plenamente los derechos de
propiedad del agua y creando un mercado competitivo para este producto. El precio fijado por este mercado
permitirá una asignación eficiente de este recurso escaso.
22
Del conjunto de premisas no puede deducirse lógicamente tal conclusión, a menos que se
incluya una premisa adicional que convierta la construcción en una tautología. En este caso, esa
premisa adicional sería:
o Los hermanos se ayudan.
Así, la conclusión es en realidad una repetición de esta nueva premisa, y no una
deducción del conjunto de ellas. Algo similar ocurre dentro de la teoría económica neoclásica
cuyas recomendaciones normativas que privilegian las políticas de libre mercado del tipo laissezfaire provienen en realidad de supuestos normativos del mismo tipo y no son deducciones de los
resultados de sus modelos de economía positiva.
La otra dificultad metodológica en esta relación lineal entre economía positiva y
economía normativa, está relacionada con la naturaleza del concepto de eficiencia como
concepto normativo previo. El óptimo de Pareto no sólo resulta un criterio débil de eficiencia,
insuficiente para evaluar políticas económicas alternativas, sino que también resulta un criterio
de eficiencia ad-hoc, que permite calificar de eficientes a las asignaciones logradas por el libre
mercado, a pesar de que este mecanismo marginalice a la mayoría de la población, destruya
recursos naturales o haga a la economía dependiente y muy vulnerable a los acontecimientos
externos. El análisis del óptimo de Pareto como criterio único de eficiencia hace evidente que la
concepción neoclásica de sustentar la economía normativa en la economía positiva es incorrecta.
Así, partiendo de un precepto normativo previo, el óptimo de Pareto como criterio de
eficiencia, todas las recomendaciones de política económica propuestas por la teoría económica
neoclásica privilegian la economía competitiva, es decir, el libre mercado. Cuando se habla de
políticas neoliberales, es decir, de la nueva generación del laissez-faire, los economistas
ortodoxos, afirman, siguiendo la línea trazada por Friedman, que tales recomendaciones de
política económica como la desregulación de las actividades económicas, la privatización, la
apertura comercial y financiera, etc., se basan en los resultados de la teoría económica positiva y
no en juicios normativos, es decir, que estas políticas están sustentadas en el rigor científico de la
teoría económica neoclásica que no ha sido refutada por los hechos, y no en la ideología o en el
evidente sesgo ideológico del libre mercado.
23
2.6. La Dicotomía Fallas de Mercado-Fallas de Gobierno en la Teoría Económica
Neoclásica.
2.6.1. Las Fallas de Mercado.
Desde que Pigou (1912, 1920) construyó lo que hoy se conoce como “la vieja economía del
bienestar”, propuso que en el sistema económico existen situaciones que imposibilitan la
igualación de de los productos netos marginales social e individual y que por lo tanto provocan
que el máximo bienestar social no se alcance a través de los mercados competitivos. A estas
situaciones, Pigou las llamó fallas de mercado. Desarrollos posteriores dentro de la propia
economía del bienestar llevaron a determinar que esas situaciones en realidad impiden que los
mercados competitivos, es decir, que el libre mercado logre una asignación Pareto-eficiente de
recursos, con lo que nuevamente el bienestar social alcanzado no es máximo u óptimo. En
general, la “nueva economía del bienestar” clasifica estas situaciones o fallas de mercado en seis
tipos:
1) Competencia imperfecta. Cuando existen monopolios o algunas otras estructuras
microeconómicas no competitivas, los productores privados tienen incentivos para
disminuir la producción, aumentando con ello el precio y las ganancias
extraordinarias de que se apropian, lo que provoca pérdidas de bienestar social. Ello
justifica la intervención gubernamental, a fin de regular a los monopolios y cárteles,
de manera que el precio y la cantidad producida sean cercanos a la solución del
mercado competitivo y se subsane la pérdida de bienestar social.
2) Bienes públicos, que por sus características no son suministrados por el mercado o
son proveídos de manera insuficiente.
Los bienes públicos puros tienen dos características distintivas:
*) No rivales, es decir, que pueden usarse simultáneamente por varios usuarios, por lo
que el costo de beneficiar a un usuario adicional o costo marginal de uso es cero,
*) No excluyentes, es decir, que resulta imposible impedir su uso o disfrute.
Ejemplos de bienes públicos son el alumbrado público, un faro de navegación,
una boya en el mar, o cierto tipo de información, en los que no es posible excluir su
uso, y en los que el costo de beneficiar a un usuario adicional es nulo.
24
Debido a que los productores privados no se apropian de la totalidad de los
beneficios obtenidos con el uso de un bien de este tipo, carecen de incentivos para su
producción en la cantidad que se demanda socialmente, por lo que el gobierno debe
intervenir para proveerlos en la cantidad requerida a fin de que no quede demanda
insatisfecha.
3) Externalidades, que corresponden al hallazgo original del Profesor Pigou, y que
como se señaló son consecuencias de las acciones de los agentes económicos que
imponen un costo a otros, sin que los compensen, como ocurre con la contaminación
(externalidades negativas), o generan un beneficio sin que reciban alguna retribución
a cambio, como la fumigación aérea que realiza un agricultor (externalidades
positivas).
Los gobiernos intervienen buscando que los agentes económicos eviten las
conductas dañinas o que compensen a los demás por los daños que sus acciones
económicas les causen, y buscando que el beneficio de sus acciones económicas les
sea retribuido.
4) Mercados incompletos. Muchas veces aun cuando el costo de suministrar un bien
sea inferior al precio que los consumidores están dispuestos apagar por él, la oferta es
insuficiente, a esto se le conoce como mercados incompletos, ya que hay escasez de
oferta o demanda insatisfecha. Los seguros y, en especial, cierto tipo de préstamos
son ejemplos de mercados incompletos, que justifican la intervención del gobierno en
ellos.
5) Mercados complementarios. Muchas veces se requiere la intervención del gobierno
para planificar y coordinar el funcionamiento de distintos mercados que sólo
funcionan de manera conjunta. Un ejemplo muy sencillo es el café y el azúcar, donde
no tendría sentido producir café si no se produce azúcar o un edulcorante.
6) Información Asimétrica e Incompleta. En muchos mercados los oferentes
proporcionan a los consumidores poca información sobre las características del
producto, por lo que las decisiones que toman los consumidores están sesgadas y
serían distintas si dispusieran de toda la información. Ello justifica la intervención del
gobierno, tanto para obligar a las empresas a proporcionar la información completa,
25
como para proveer la información que el mercado suministra de manera insuficiente,
lo que lleva a considerar que la misma información es un bien público.
Las fallas de mercado no son excluyentes, y a menudo se presentan conjuntamente, o
como consecuencia de otra. Por ejemplo, muchas externalidades surgen como consecuencia de la
existencia de mercados incompletos (por ejemplo si no existe un mercado de derechos de pesca,
se tiende a pescar excesivamente7) y éstos se originan a partir de problemas de información.
La teoría del equilibrio general demuestra que bajo un conjunto de condiciones o
supuestos, el sistema de precios de mercados competitivos permite el logro de asignaciones
Pareto-eficientes de recursos escasos. Sin embargo, la teoría económica neoclásica considera que
cuando se presenta alguna de estas situaciones o fallas de mercado, el sistema económico fracasa
en el logro de asignaciones económicamente eficientes, por lo que recomienda, siguiendo la
metodología expuesta con anterioridad, la intervención gubernamental a fin de eliminar la falla y
de que el sistema retorne o empiece a funcionar en las condiciones ideales de la competencia
perfecta. Por ello, la mayor parte de las recomendaciones normativas de la teoría económica
neoclásica buscan situar a las economías reales en niveles de funcionamiento cercanos al ideal de
la competencia perfecta.
2.6.2. Las Fallas de Gobierno.
El argumento de fallas de mercado fue fortalecido con la experiencia de la Gran Depresión. Esta
época puso en evidencia, aun en las economías más ricas del mundo que, debido a la presencia
de fallas de mercado, el libre mercado no es capaz de propiciar la coordinación plena entre
individuos de manera que satisfagan aun sus necesidades básicas. Para responder a estos
problemas y con sustento en la teoría keynesiana, los gobiernos asumieron un papel más activo
para estabilizar la economía, para regular las actividades de agentes que pudieran perjudicar a
otros, e implementaron programas como el subsidio al desempleo, el seguro social, los fondos de
7
Éste es un ejemplo de lo que se conoce como Tragedia de los Comunes. Garret Hardin (1968) señaló que los
bienes comunitarios o los recursos comunes terminan arruinando a las sociedades ya que se sobreexplotan de
manera irracional y nadie se hace responsable de su mantenimiento. Esto es similar al problema que identificó
Friedman (1962: 88) de lo que acontece en las escuelas públicas, que al ser propiedad de toda la sociedad terminan
siendo propiedad de nadie, por lo que nadie se hace responsable de su mantenimiento y sus usuarios acaban
utilizando y dañando irresponsablemente las instalaciones.
26
garantía a los depósitos, subsidios al campo, mejora de las condiciones laborales, regulación de
los bancos y la bolsa de valores, etc. Este conjunto de programas, que en Europa fue conocido
como el Estado Benefactor, fue impulsado en Estados Unidos por el Presidente Roosevelt con el
nombre de New Deal. Estas políticas permitían además, redistribuir la riqueza en una economía
capitalista. El sustento teórico era que a partir del segundo teorema fundamental de la economía
del bienestar, en una economía capitalista no eran necesariamente excluyentes eficiencia y
equidad, y que a través de una redistribución de las dotaciones iniciales y dejando que el
mecanismo de mercado actuara se podían lograr asignaciones eficientes que al mismo tiempo
fueran más equitativas. Esto es porque la teoría del equilibrio general demuestra que los
mercados no redistribuyen, sino que al incorporar la regla de intercambio de quid pro quo (cada
compra requiere ser financiada por una venta o de intercambio de bienes equivalentes en valor),
el mecanismo de mercado preserva el valor de las dotaciones iniciales a los precios de equilibrio
(que son los únicos precios a los cuales se efectúa el intercambio).
Así, la nueva economía del bienestar fue el sustento teórico del Estado Benefactor que
dominó la escena política en los países Occidentales durante gran parte del siglo XX. Superada la
Gran Depresión y tras la Segunda Guerra Mundial, muchas economías occidentales se
recuperaron y empezaron a disfrutar tasas de crecimiento económico sin precedentes, fue la
época de los 30s Gloriosos (1945-1975). A fin de propiciar que la mayor parte de la población
disfrutara de esa prosperidad, los gobiernos implementaron programas de lucha contra la
pobreza, especialmente en los 1960‟s. Estos programas se englobaron dentro del Estado
Benefactor. Stiglitz (1988) encontró evidencia suficiente de que la mayoría de estos programas
habían fracasado a finales de los 1980‟s en su objetivo de erradicación de la pobreza. Programas
como los de asistencia médica, los de mejoramiento de vivienda, apoyo a grupos marginados,
etc., han creado más problemas que los que han solucionado. En Estados Unidos, por ejemplo, el
Programa de Mejoramiento de Viviendas de gente de escasos recursos, se ha encaminado a
sustituir las viviendas de baja calidad por otras mejores que los pobres no pueden pagar, lo que
los obliga a vivir en condiciones aun peores que las iniciales. Los fondos de pensiones y de
seguridad social para los ancianos han terminado en sistemas quebrados que se han convertido en
una gran carga fiscal para toda la sociedad, lo que ha originado disposiciones por las que los
jóvenes actuales no disfrutarán de esas mismas prestaciones. Todo esto es lo que se conoce como
la crisis del Estado Benefactor.
27
Esto dio origen a lo que en la Teoría de la Elección Pública y en la teoría ortodoxa de las
finanzas públicas se conoce como fallas de gobierno o fallos en la intervención del Estado.
Stiglitz (1988) identifica cuatro causas, por las que los programas gubernamentales fracasan
sistemáticamente en el logro de sus objetivos de mayor bienestar social que incluya la equidad:
1) Información limitada. El gobierno desconoce las consecuencias más importantes de
las decisiones que toma.
2) Control limitado de las empresas y agentes privados. El éxito de muchos de los
programas gubernamentales depende del desempeño de empresas privadas sobre las
que el gobierno no tiene pleno control. Por ejemplo, una ley para controlar el precio
de los alquileres, puede implicar una severa disminución en la oferta de vivienda de
alquiler, así como un deterioro en las condiciones de las viviendas existentes por falta
de mantenimiento.
3) Control limitado de la burocracia. Aquí se presenta un problema de agencia, en el
que el burócrata encargado de implementar un programa público busca maximizar su
propio beneficio, lo que representa un conflicto de intereses y un objetivo contrario a
los objetivos del programa.
4) Limitaciones
impuestas
por
los
procesos
políticos.
Muchas
decisiones
gubernamentales se orientan a satisfacer intereses de grupos sociales particulares,
aquellos que resultan votantes decisivos o quienes financian campañas electorales,
por lo que muchos programas no buscan maximizar la utilidad social o el logro de la
equidad, sino que están subordinados a los procesos políticos.
Uno de los autores que ha estudiado más exhaustivamente las fallas de gobierno ha sido
James Buchanan (1981), quien desarrolló la Teoría de la Elección Pública, también conocida
como Escuela de Virginia, en la que se aplicó el análisis neoclásico para realizar un estudio
microeconómico de los procesos gubernamentales. El principal resultado de esta teoría es que el
gobierno fracasa al optar por una función de bienestar social sobre la que busque realizar
asignaciones óptimas, debido a su gigantismo, excesivo burocratismo y a que está subordinado al
proceso político, por lo que son las asignaciones realizadas por el mercado, aun con la presencia
de fallas de mercado, y no por el gobierno las que alcanzan el máximo bienestar posible para la
28
sociedad. Así, esta propuesta se convirtió en una respuesta teórica a la nueva economía del
bienestar. Para esta teoría cada intervención gubernamental en el mercado crea más pérdidas de
bienestar y problemas que los que pretende resolver. Otros autores destacables dentro de esta
Escuela son Stigler, Tullock, Niskanen, Mueller, etc.
La Teoría de la Elección Pública de Buchanan sostiene que el fracaso del gobierno no
debe juzgarse solamente comparando la situación empírica o real con la ideal, ya que ello
llevaría a constatar tanto el fracaso del gobierno, a través de asignaciones ineficientes, como el
del mercado, a través de la presencia de externalidades y otras fallas de mercado. Para Buchanan
la comparación pertinente es entre la asignación lograda por el gobierno y la asignación lograda
por los mercados competitivos. Por su parte, Jeannot (1999), sustentado tanto en la teoría del
fracaso del gobierno de Buchanan como en la teoría de las fallas de mercado, considera que la
comparación pertinente no es entre una situación real y una utópica, sino entre el mercado y el
gobierno como dos instituciones imperfectas, susceptibles de mejorar.
La crítica realizada por la Escuela de Virginia parte, al igual que la economía del
bienestar, del supuesto de que las políticas gubernamentales se implementaban para conseguir el
máximo bienestar de los gobernados. En especial critica al keynesianismo que dotaba a los
gobiernos de una sólida base teórica para señalar lo que debían hacer para mejorar las
condiciones de vida de los ciudadanos y así gozaran de mayor bienestar. Los teóricos
keynesianos consideraban que la teoría económica keynesiana proveía recomendaciones políticas
adecuadas que permitían alcanzar un mayor bienestar. Además de que estas recomendaciones
solamente podían ser, por un lado, formuladas solamente por un grupo reducido de expertos en
teoría económica, y por otro, implementadas solamente por un reducido grupo de políticos
cultos, juicios y altruistas, ya que se preocupan por el bienestar social (que puede interpretarse
como un interés común). A estos supuestos Roy Harrod los llamó Harvey Road (Keynes nació en
la casa de sus padres ubicada en Harvey Road No. 6 en Cambridge).
Esta idea asume que la teoría económica no sólo explica o predice lo que acontece en el
sistema económico, sino que debido a que lo que acontece en el sistema económico influye en
las decisiones de los políticos, las políticas a seguir deben provenir de la teoría económica.
Frente a este argumento, la teoría de la elección pública ha buscado mostrar que la influencia no
sólo es recíproca, sino que la formulación de las políticas y el mismo sistema político tiene un
impacto mucho mayor en el sistema económico que el que éste tiene sobre el sistema político.
29
La teoría de la elección pública cuestiona esta “desinteresada” preocupación de los
políticos en el máximo bienestar social, ya que considera que los políticos también son agentes
que forman parte del sistema económico y que como el resto de los agentes defienden
egoístamente sus propios intereses. Estos intereses son electorales, de partido e incluso de
riqueza personal, pero que cualquiera que sea su motivación, siempre tendrán en cuenta las
características propias del proceso político para lograrlos. Es decir, que su actuación política
(decisiones de políticas implementadas) no busca alcanzar el máximo bienestar social, sino el
logro de intereses particulares y que esta actuación siempre se ve limitada por las características
del proceso político. Por ello, en el análisis siempre hay que considerar la presencia de políticos
que ocupan puestos de elección popular y de burócratas de primer nivel que son nombrados
directamente por los políticos y burócratas de menor nivel que a su vez son designados por otros
burócratas. Cada uno de ellos tiene intereses diferentes, y en el ámbito de su responsabilidad, las
decisiones políticas que tomen irán encaminadas a lograrlos.
2.6.3. El Reduccionismo a la Dicotomía Fallas de Mercado-Fallas de Gobierno
Debido a su método de construcción teórica y a su carácter eminentemente predictivo y no
explicativo, la economía neoclásica únicamente propone como soluciones a cualquier problema
económico las que se encuentran dentro de la dicotomía fallas de mercado-fallas de gobierno.
Salvo muy raras excepciones, como ocurrió por ejemplo, en el caso de Debreu, los economistas
neoclásicos pocas veces reconocen las limitaciones de la modelación matemática-deductiva. En
vez de ello, defienden sus modelos a partir de su capacidad de predicción de eventos y
fenómenos económicos. Ello lleva a que el único problema económico que se considere sea la
asignación Pareto-eficiente de recursos escasos que tienen usos alternativos. Además, aun
considerando éste como el único problema económico, la teoría económica neoclásica considera
que cuando la predicción no se cumple es decir, cuando la economía competitiva fracasa en el
logro de asignaciones Pareto-eficientes o cuando los mercados no funcionan adecuadamente, las
únicas explicaciones para ello provienen de esta dicotomía, dicotomía fallas de mercado-fallas de
gobierno, por lo que no se tienen explicaciones alternativas para los problemas y fenómenos
económicos.
Por ejemplo, en el enfoque dominante no se han considerado situaciones en las cuales el
funcionamiento de los mercados, aun siendo apropiado, sin fallas de mercado o de gobierno, no
30
conduzca a asignaciones eficientes, o incluso que bajo este funcionamiento los mercados lleguen
a colapsarse. Éste es el caso de las crisis de los mercados financieros, que se presentan aun
cuando desde la teoría su funcionamiento se explica a partir de la hipótesis de “mercado
eficiente”. Precisamente, debido a que la economía financiera ortodoxa considera agentes
racionales, con expectativas racionales y actuando en un “mercado eficiente”, no puede decir
nada relevante acerca de las crisis financieras, ni sobre sus orígenes, ni sobre la política para
prevenirlas y enfrentarlas. En este marco teórico no hay espacio para una política de intervención
pública y de regulación de los mercados financieros, ya que se ignora que el verdadero problema
es que los mercados capitalistas, y en especial los mercados financieros, son intrínsecamente
inestables y que la crisis es inherente a este sistema económico. Una analogía del colapso de un
sistema cuando está funcionando adecuadamente, ocurre con el corazón humano, el cual puede
llegar a colapsarse en el momento preciso de su funcionamiento óptimo, cuando trabaja lo mejor
posible, a su máxima eficiencia y cuando guarda un equilibrio con el resto de los órganos
corporales.
En consecuencia, la teoría de las fallas de mercado y la teoría de las fallas de gobierno no
pueden explicar ni el colapso ni la crisis de un sistema de libre mercado. Por lo tanto, se
requieren explicaciones alternativas, ya que además de las fallas de mercado y de gobierno,
también se tienen fallas en la teoría. Todo esto conduce a un problema teórico que muestra los
límites de la visión ortodoxa de política económica sobre temas tan importantes como la crisis
financiera, el cambio estructural, la política de estabilización, la reducción de la pobreza, la
distribución del ingreso, la relación entre economía y naturaleza, etc. En otras palabras, el ámbito
de lo que es no implica lo que debe ser, sino que simplemente acota lo que se presume debe ser
y establece el conjunto de posibilidades de lo que puede ser y las condiciones bajo las que esto
sería posible.
III.- Sobre el Método de Análisis Económico de Marx.
(Este Capítulo se encuentra basado en los trabajos de Claudio Katz sobre el tema)
3.1. Aspectos Generales.
En El Capital, Marx presenta un análisis del sistema económico capitalista siguiendo un orden
de exposición que va de lo más abstracto a lo más concreto, es decir, un método abstracto31
deductivo, que en la ciencia económica tiene su origen en el método empleado por David
Ricardo, en el que las situaciones reales empíricas son casos concretos. En el modelo expuesto
por Marx, los fenómenos económicos reales son manifestaciones de aspectos esenciales de la
realidad que no son observables directamente, sino que se presentan enmascarados bajos
distintas apariencias, por lo que se encuentran ocultos, y solamente el análisis científico y crítico
de la realidad permite conocerlos y entenderlos. Ello lo llevó a expresar la realidad social a
través de distintas categorías abstractas cuyo análisis permite concluir que en el sistema
económico capitalista inevitablemente se presentarán la caída de la tasa de ganancia y como
consecuencia crisis económicas recurrentes, así como la polarización económica de las clases y
la agudización del conflicto social.
En el método de análisis empleado por Marx resulta importante distinguir entre el método
de análisis, propiamente dicho y a partir del cual Marx obtiene sus conclusiones, y el método de
exposición bajo con el cual organiza El Capital. En el primero, parte de la observación directa de
la realidad, lo que en dialéctica se conoce como el concreto real para de ahí pasar al mundo de
las abstracciones, es decir, a la construcción de las categorías analíticas relevantes que permitirán
emprender el viaje de retorno a la esfera real, pero ahora a través del concreto pensado, que se
distancia del concreto real, y constituye una rica totalidad, con múltiples determinaciones y
relaciones. Así, lo concreto pensado proviene de un proceso de abstracción científica crítica, al
que Marx (1863 [2000]) llamó como “el método científico correcto”, que permite identificar lo
concreto como una síntesis de múltiples determinaciones, es decir, como “la unidad de lo
diverso”. Así, la esfera de lo real es, en Marx, al mismo tiempo, el punto de partida, como una
realidad caótica y desordenada, y el punto de llegada, como una realidad mentalmente
construida. Pero, a diferencia del método dialéctico de Hegel, el método de Marx considera la
necesidad de apropiarse de lo concreto y de reproducirlo como un “concreto pensado” que de
ningún modo constituye el proceso de formación del concreto o de la realidad misma, que se
encuentra material e históricamente determinada. En cambio, el método de exposición de El
Capital parte de la presentación y análisis de las categorías abstractas, para a partir de ellas
explicar el funcionamiento de la economía capitalista.
El método de Marx es también holista ya que considera que los fenómenos económicos y
sociales están determinados por aspectos de la realidad que no son observables o perceptibles
empíricamente, aunque sean totalmente decisivos, y en el que el todo, en este caso el sistema
32
económico y social determina a las partes individuales. Tampoco el sistema es observable por los
individuos, aunque estos se encuentren determinados por él. Por ejemplo, el capital y el valor no
son, de acuerdo a Marx, empíricamente perceptibles, aunque son determinantes de muchos
aspectos observables de la realidad económica. Evidentemente, aquí se tiene una gran diferencia
entre los métodos de análisis económico marxista y neoclásico. Mientras que en el primer caso,
se privilegia la explicación de la realidad a través del sistema de interrelaciones de categorías
abstractas no observables empíricamente y que, por lo tanto, no son sujetas de contrastación
empírica; en el análisis económico neoclásico se privilegia la predicción, y no la explicación, de
los fenómenos económicos reales, en el que el criterio de demarcación científica se encuentra
establecido por la contrastación o falseación empírica de las predicciones de la teoría económica.
El método de análisis económico de Marx tiene dos pilares:
1) el materialismo, que postula la existencia objetiva de los fenómenos económicos y
considera que su desarrollo es un resultado de las relaciones sociales y económicas
capitalistas, y
2) la dialéctica, que aporta los criterios para estudiar los fenómenos y procesos
económicos en su evolución contradictoria y transformación constante.
Estos fundamentos del método de Marx permiten indagar la dinámica del modo de
producción capitalista en función de sus contradicciones objetivas (fuerzas productivas frente a
relaciones de producción) y de sus confrontaciones subjetivas (conflictos de clases). Así, el método
del materialismo dialéctico permite estudiar las leyes del movimiento, las contradicciones y los
desequilibrios complejos de la economía y sociedad capitalista, mismos que no pueden estudiarse a
través de la lógica formal. tradicional no puede abordar. Este método permite superar tanto las
limitaciones del individualismo metodológico y de la racionalidad instrumental de la teoría
económica neoclásica, como también las limitaciones de la macrofundamentación holista de la
mayoría de las teorías económicas heterodoxas. Un aspecto clave de este método es la clara
diferenciación entre aspectos económicos determinantes y determinados que están ausentes en los
enfoques económicos indeterministas como el neoclásico. Asimismo, el método marxista se opone
tanto al empirismo (o caracterización popperiana de la ciencia), que sólo acepta la validez de los
resultados teóricos empíricamente corroborables, como al antiemprismo, que rechaza el uso de
instrumentos cuantificadores para evaluar la consistencia de los resultados teóricos.
33
El método de análisis propuesto por Marx modificó sustancialmente la dialéctica idealista
hegeliana que consideraba que los objetos no existen sin la mente ya que son combinación de
sensaciones, pero también modificó sustancialmente el materialismo mecánico de Ludwing A.
Feuerbach, que excluía la posibilidad de que las sociedades, en cuanto cosas u objetos reales,
tuvieran una determinación histórica. Sin embargo, el materialismo dialéctico de Marx no
constituyó ni la antítesis ni la prolongación de ambos, sino de se trató de un nuevo método de
análisis científico, capaz de ofrecer explicaciones más adecuadas de la historia humana, en general,
y de la sociedad y economía capitalistas, en particular.
3.2. Singularidades Metodológicas.
Oskar Lange (1974) y Roman Rosdolsky (1979) respondieron en forma opuesta a la interrogante de
cuáles son las singularidades del método de Marx. Lange sostuvo que el marxismo comparte con
toda la ciencia económica procedimientos comunes de investigación, en particular el método
abstracto-deductivo que en el marxismo es identificado con otra terminología, y que su principal
diferencia metodológica es la elección de ciertas premisas, como por ejemplo la transitoriedad
histórica del capitalismo. Lange estimó que la economía marxista denomina abstracción a la
inducción, es decir, a la generalización de premisas provenientes de la observación directa de los
fenómenos económicos, y que llama “concreto pensado” a las conclusiones obtenidas
deductivamente a partir de esas premisas, y que además recurre a las formas de corroboración de
tales conclusiones que son usuales en toda la ciencia económica.
Rosdolsky, por su parte, cuestionó la existencia de un procedimiento común a todo el
pensamiento económico y estableció que la dialéctica es el método particular del marxismo.
Atribuyó a la dialéctica los principales descubrimientos y aportaciones de Marx a la ciencia
económica, como la dimensión social del valor, las diferencias entre plusvalía y ganancia, la
primacía de la explotación sobre la competencia en la explicación del capitalismo, etc. Asimismo
consideró que la dialéctica permitió superar la pobreza de las abstracciones y la confusión de niveles
analíticos que predominaba entre los economistas clásicos.
La posición de Lange ha sido asumida por el pensamiento ortodoxo que considera la
semejanza del método de Marx con el método abstracto-deductivo de David Ricardo y su oposición
al método inductivo de Malthus. Ello lleva a identificar a Marx, tal como incluso lo hizo Keynes,
34
dentro de los economistas clásicos que continuaron el pensamiento y el trabajo de Adam Smith y de
David Ricardo. Esto es porque en el trabajo de Marx están presentes muchos de los postulados
teóricos de la economía clásica como: la preeminencia de la producción sobre el consumo y el
intercambio; la jerarquización de las categorías reproducción, distribución y excedente; la
consideración del productor como el agente central del sistema económico; la concepción de un
sistema económico conformado por tres clases sociales: productores capitalistas, terratenientes y
trabajadores asalariados; la aceptación del principio de la población de Malthus; la incorporación
de la teoría del valor-trabajo de Ricardo y la consecuente aceptación del trabajo como el
fundamento del valor; la tendencia a caer de la tasa de ganancia; etc.
Morishima (1977), por su parte, destaca otra similitud entre el método de análisis de Marx y
el método de la economía ortodoxa, que es la de recurrir, como Walras, a un modelo de equilibrio
general en el que establece ciertas relaciones microeconómicas básicas que luego son agregadas a
escala macroeconómica. Sin embargo, aquí hay una gran diferencia, ya que para la economía
ortodoxa, el todo es el resultado de la mera agregación de las partes individuales, por lo que para
estudiar al sistema económico basta con estudiar a los agentes económicos individuales y
posteriormente proceder a agregar los resultados. Mientras que para Marx el comportamiento
individual se encuentra condicionado por el sistema como un todo.
En cambio, los autores que comparten la postura de Rosdolsky, es decir, que destacaron las
especificidades del método marxista, ubicaron al uso de la dialéctica como el aspecto central del
método de análisis de Marx. Althusser (1969) destacó el carácter materialista de la dialéctica de
Marx, proponiendo una original conceptualización del significado de la conjunción de ambas
nociones. Otros autores, como Godelier (1970), plantearon que el método de Marx consta de dos
etapas que combinan procedimientos hipotético-deductivos con el método dialéctico para la
comprensión de las relaciones lógicas básicas (primera etapa) y para estudiar las estructuras en su
génesis, desequilibrio y ocaso (segunda etapa). Dentro de esta corriente, Zeleny (1974) le asignó
tanto a la lógica formal como a la dialéctica roles centrales en el análisis marxista. Para este autor, la
lógica formal permite rol preeminente establecer los rasgos estables y axiomatizables de los
fenómenos económicos, mientras que la dialéctica permite estudiar la totalidad de los procesos
económicos en su transformación continúa.
Los autores que buscan asimilar el método marxista al método inaugurado por Ricardo en la
ciencia económica, dejan de lado algunos de los rasgos particulares de la teoría económica marxista.
35
Rosdolsky sostiene que el método de Marx es totalmente distinto al de resto de las escuelas del
pensamiento económico, tanto ortodoxas como heterodoxas, porque su objeto de estudio es distinto.
Y tal como sostiene Tony Lawson (2006) en la actividad científica, el método está en todo momento
subordinado a la naturaleza del objeto de estudio.
La economía marxista estudia las leyes del funcionamiento y las contradicciones del
capitalismo, considerando la transitoriedad histórica de este modo de producción. En cambio, la
economía neoclásica estudia las condiciones bajo las cuales el mercado llega a ser un mecanismo de
asignación Pareto-eficiente de recursos escasos, suponiendo: 1) la conducta racional de los agentes
económicos, 2) un concepto único y universal de eficiencia económica, 3) ausencia de conflicto
social y de determinación histórica de los individuos y las sociedades, y 4) que el mercado es
proceso económico neutro, de carácter ahistórico.
Esta diferencia en el objeto de estudio implica grandes diferencias metodológicas: 1) La
economía marxista estudia la dinámica de un régimen económico-social históricamente
determinado, mientras que la economía neoclásica al considerar al consumidor individual como el
agente económica principal, estudia las reacciones individuales frente a los estímulos de la oferta y
la demanda, lo que la lleva a privilegiar el análisis estático frente al dinámico; 2) la economía
marxista privilegia el estudio de la producción y de la distribución de las mercancías y no los
mecanismos individuales de elección económica, tal como lo hace la economía neoclásica; y 3) la
economía marxista estudia el sistema de relaciones que caracteriza a la economía capitalista
mientras que la economía neoclásica estudia el comportamiento de los agentes económicos
individuales.
Marx tuvo claro en todo momento, y lo hace explícito repetidas veces a lo largo de su obra,
que su objeto de estudio era descubrir las leyes que determinan el movimiento de la economía
capitalista. Por ello desarrolló un método específico, en función de las exigencias de esta
investigación. Así, Marx investigó el carácter socialmente condicionado de toda elección y decisión
económica, por lo que sus modelos no podían estar fundados en criterios de consumo y de elección
individual racional. Por el contrario, privilegian el estudio de las condiciones de la producción y del
sistema económico como una totalidad que se encuentra histórica y socialmente determinado.
Debido a la naturaleza del objeto de estudio de la economía marxista, su método también
difiere con el muchas corrientes heterodoxas del pensamiento económico. Aunque de acuerdo a
Sheyla Dow (1985) las corrientes heterodoxas tienen en común su rechazo por el método de la
36
economía neoclásica, en particular por el individualismo metodológico y la racionalidad
instrumental, ello no significa que compartan un método común. Por ejemplo la Nueva Economía
Institucional considera que las instituciones, en cuanto reglas de los procesos económicos,
constituyen la estructura de tales procesos y que una gran variedad de agentes son sus protagonistas,
por lo que las instituciones constituyen el aspecto central del análisis económico. Mientras que la
economía marxista considera que el eje del análisis económico son las leyes del capital en función
del comportamiento de las clases sociales. Por lo tanto, aquí también se tienen objeto y método de
investigación muy diferentes.
El institucionalismo así como otras corrientes heterodoxas buscan comparar las distintas
modalidades o variedades de capitalismos, mientras que la teoría económica marxista conceptualiza
prioritariamente el funcionamiento general de este sistema, considerando que independientemente
de sus variedades o matices, en los sistemas económicos capitalistas, es decir, en donde existen
capital y trabajo asalariado, como relaciones sociales de producción, se tienen leyes económicas
cuyo cumplimiento es ajeno a la voluntad de los individuos que los conforman.
Otras corrientes heterodoxas indagan alguna peculiaridad del capitalismo, pero ninguna de
ellas se concentra en el análisis global del proceso de valorización. Por ejemplo, los sraffianos o
neoricardianos se interesan por la reproducción técnica, los neoschumpeterianos por la innovación,
los regulacionistas por aspectos laborales, los economistas ecológicos por la manera en que el
capitalismo destruye el medio ambiente y la manera en que pudiera preservarse, etc. En cambio, la
economía marxista estudia todas estas características del capitalismo remarcando su determinación
histórica y su carácter de clase, puntualizado su conexión con la competencia por la apropiación del
trabajo excedente. Por ejemplo, en comparación con los enfoques neoricardiano y
neoschumpetriano, la economía marxista analiza las condiciones técnicas y las rentas tecnológicas
pero destacando sus vínculos con la plusvalía.
Así, el marxismo no estudia a los agentes económicos individuales, sino que analiza el rol
que cumplen las clases explotadoras y explotadas en el cambio social, relacionando los procesos
objetivos de acumulación y crisis con los procesos subjetivos de resistencia, organización y
conciencia de clase. Tampoco estudia a las instituciones, a las condiciones técnicas de producción,
al cambio técnico o el daño al medio ambiente como procesos económicos de manera aislada, sino
como resultado de las relaciones económicas y sociales de producción. Con esto es evidente que la
discrepancia entre objetos de estudio entre el marxismo y la ortodoxia y entre el marxismo y la
37
heterodoxia implica también el uso de métodos de análisis distintos, tal como remarcó
acertadamente Rosdolsky.
3.3. La Ruptura Materialista de Marx con la Dialéctica Hegeliana
La teoría materialista de Marx reconoce muchas influencias intelectuales como el método dialéctico
de Hegel, los conceptos de clase social y lucha de clases provenientes de los historiadores franceses
de la Restauración, la teoría del valor-trabajo de Ricardo, la filosofía materialista de Feuerbach, etc.
Sin embargo, buscó ir más allá de todas ellas. En el caso del método dialéctico de Hegel, Marx
transformó el esquema de deducciones lógicas a priori por un método de estudio concreto del
capitalismo. Además incorporó a la dialéctica la historia real, lo que convirtió una lógica del ser y
una secuencia pura de conceptos en una forma de análisis teórico basado en fundamentos empíricos.
Por ello, sus categorías centrales como trabajo, dinero y valor, no provinieron de la dialéctica de
Hegel sino de la economía política inglesa.
Esta reorientación que introdujo Marx a la dialéctica hegeliana, buscando una apropiación
conceptual de la realidad, ha sido en los últimos años un tema de intensa controversia. Algunos
autores, como John Rosenthal (1999), sostienen que Marx se “escapó” de Hegel, abandonando la
dialéctica o manteniendo sólo una aplicación restrictiva de esta lógica para elaboraciones parciales,
como por ejemplo ocurre en el análisis de la relación entre el dinero y la mercancía. Esta
interpretación plantea que, en su madurez, Marx sustituyó las derivaciones lógico-dialécticas por el
estudio empírico del funcionamiento del capital. En lugar de razonar abstractamente en torno al
valor investigó los datos verificables de los precios, jerarquizó la investigación concreta de la
mercancía y dedujo la plusvalía de las evidencias del beneficio.
Del lado opuesto se tiene a autores como Tony Smith (1993a, 1993b, 1999) que defienden a
Hegel de las objeciones que tradicionalmente recibió de los marxistas, estableciendo que su método
dialéctico no está conformado únicamente por conceptos puros totalmente distanciados de la
realidad empírica, sino que considera la existencia primordial de los procesos reales. Este
argumento considera errado oponer el materialismo de Marx al idealismo de Hegel y destaca que
tanto Marx como Hegel explicaron a través del pensamiento una realidad exterior, cuya existencia
aceptan en común. La diferencia entre ambos métodos está circunscrita a la relevancia asignada por
Hegel a las ideas y creencias (leyes, religión, patriotismo) en la explicación e interpretación de los
acontecimientos históricos, frente a la primacía dada por Marx a los procesos socio-económicos
38
objetivos (o materiales). Otra diferencia es que la verificación hegeliana de cada postulado se realiza
en el propio terreno de las ideas, mientras que Marx recurrió a una comprobación basada en la
praxis material.
El enfoque de Tony Smith, sin embargo, no toma en cuenta que Marx fue antagonista y no
sólo discípulo de Hegel, porque, tal como señala Callinicos (1998), en su revisión de la dialéctica
hegeliana, Marx eliminó la auto-generación de conceptos, el espíritu absoluto y el círculo
teleológico que se cancela en una finalidad pre-determinada. Por ello, el método de Marx significó
una ruptura con el método de Hegel, lo que implico una “inversión” del idealismo hegeliano en
materialismo, y la sustitución de la preeminencia del estado y la vida espiritual por la gravitación de
la economía con la consecuente creación de conceptos claves para la explicación del capitalismo
(fuerzas productivas, modo de producción, clases sociales, etc.). Tal como establece
Likitkijsomboon (1992), Marx cambió el sujeto de la dialéctica, al sustituir la búsqueda de la verdad
del mundo centrada en el desarrollo del espíritu por un análisis de las relaciones sociales en que se
apoya el capital.
De esta manera, Marx ni abandonó la dialéctica hegeliana, ni la mantuvo invariable.
Rosdolsky (1972) enfatiza que Marx remodeló este método de razonamiento, lo que le permitió
superar los obstáculos metodológicos y teóricos de la concepción ricardiana del capital.
3.4. El Materialismo Dialéctico.
Cómo todas las teorías que adoptan la postura filosófica materialista, la teoría económica marxista
defiende la existencia objetiva de los fenómenos y procesos económicos, es decir establece que los
procesos económicos existen, se presentan y se desenvuelven con independencia de la percepción
que tienen los sujetos de esta acción. Tales fenómenos y procesos se pueden conocer y actuar sobre
ellos o se puede ignorarlos y ser agentes pasivos de su desarrollo, pero en ningún caso la presencia
de ellos deriva del hecho de ser pensados, enunciados, explicados o propuestos por alguna teoría
económica.
La incorporación de la filosofía materialista permite trabajar con racionalidad, objetividad y
sistematicidad en el descubrimiento de las características del capitalismo y en el enunciado de sus
leyes. Tal como Althusser sostiene: “al defender la factibilidad del conocimiento objetivo, el
marxismo lucha contra las interferencias religiosas, místicas o espiritualistas, que obstaculizan la
comprensión de los procesos sociales” (Althusser, 1986: 14).
39
Pero el marxismo no se limita a reconocer que los hechos económicos ocurren sin el
requisito previo de su conceptualización. Destaca también que estos acontecimientos son el
producto de las relaciones sociales (como el trabajo asalariado) que establecen objetivamente los
individuos (es decir, independientemente de su voluntad) en el proceso de producción y que dan
lugar a la estratificación de la sociedad en clases propietarias y proletarias. Estas relaciones sociales
son el fundamento de la generación, apropiación y distribución de la plusvalía, cuya acumulación
bajo la forma de capital configura las características del modo de producción prevaleciente.
El situar en el centro del análisis a las relaciones sociales de producción lleva a rechazar el
carácter natural y ahistórico de los procesos económicos capitalistas8, una concepción que
particularmente caracteriza a la teoría económica ortodoxa de la actualidad en razón de la
universalización del principio de escasez. Así, al señalar la objetividad de los fenómenos y procesos
económicos, Marx establece: 1) su origen capitalista y su consecuente temporalidad, 2) que los
fenómenos económicos se presentan y desarrollan “a espaldas de los individuos”, es decir que les
imponen una sucesión de hechos tan involuntarios cómo las quiebras, los derrumbes de precios, las
inversiones frustradas o las crisis generalizadas, y 3) que estos fenómenos económicos tienen su
origen en el funcionamiento intrínsecamente desequilibrante del sistema económico capitalista.
Asimismo, al centrar el análisis en las relaciones sociales, el materialismo marxista busca
explicar con mayor claridad el sistema de dominación que subyace al proceso de producción y
acumulación de mercancías. Este análisis permite establecer el carácter fetichista de las
explicaciones convencionales de la mercancía, el dinero o el capital, que presentan a estas categorías
cómo instrumentos físicos de vigencia universal (nuevamente de carácter natural y ahistórico) y no
como productos particulares de las relaciones capitalistas predominantes.
El materialismo marxista es dialéctico porque su objeto o “materia” de estudio, es decir, las
relaciones sociales de producción, es investigada en su evolución constante y transformación
permanente. Esto no significa darle un rol secundario al pensamiento ni “ignorar el impacto causal
8
Marx demostró repetidamente que cuando las propiedades o las consecuencias de un sistema social son atribuidas
a la “naturaleza” es porque se olvida su génesis y sus funciones históricas, es decir todo aquello que lo constituye
como un sistema de relaciones. Con mayor precisión, Marx señala que el hecho de que este error metodológico sea
tan frecuente se debe a las funciones ideológicas que cumple al lograr, por lo menos imaginariamente, “eliminar a la
historia”. Así, por ejemplo, al afirmar el carácter “natural” de las instituciones burguesas y de las relaciones
burguesas de producción, los economistas clásicos justificaban el orden burgués al mismo tiempo que inmunizaban
a la clase dominante contra la idea del carácter histórico, y por lo tanto transitorio, de su dominación.
40
de las ideas” cómo suponen algunos autores como Jon Elster (1991). El marxismo no reduce el
pensamiento a un proceso fisiológico-cerebral, ni lo identifica con la simple percepción sensorial de
los acontecimientos exteriores. Al plantear que la existencia social de los hombres es determinante
de su conciencia, no asigna al pensamiento un simple rol de “reflejo” de la realidad objetiva.
En palabras del propio Marx (1857 [2006]), la dialéctica es un método que permite explicar
e interpretar la realidad social inmediata, utilizando las categorías abstractas y concretas requeridas
para cada nivel del análisis. El método dialéctico permite establecer un conjunto de categorías
explicativas del capitalismo (como valor, mercancía, dinero, trabajo asalariado) cuyas relaciones
permiten explicar cómo funciona este sistema (leyes de acumulación, reproducción, igualación de la
tasa de ganancia, tendencia decreciente de la misma, etc.) y cómo opera en la realidad inmediata
(inversión, crisis, competencia).
El método dialéctico permite también establecer una relación bidireccional entre el punto de
partida y de llegada de este estudio (en este caso el sistema económico capitalista), puesto que las
caracterizaciones surgidas de la observación empírica y de su conceptualización se alimentan
mutuamente. Por ejemplo, partiendo de la observación de los precios de mercado se descubre su
fundamento en el valor, se conceptualiza su comportamiento mediante la teoría del valor-trabajo y
se corrobora esta interpretación analizando la evolución de dichos precios. La unidad de este
procedimiento radica en que las categorías abstractas (valor, mercancía) anteceden lógicamente y
determinan a sus equivalentes en el plano concreto (precio, capital industrial), pero a su vez estas
últimas nociones constituyen el precedente empírico de la misma investigación. En este proceso
bidireccional cada fenómeno se conceptualiza, por una parte, a partir de sus manifestaciones
directas (es decir partiendo de la observación directa), y por otra, cada fenómeno o manifestación
económica en la realidad se interpreta y explica recurriendo al proceso de abstracción. Así, con este
método, cada categoría contiene potencialmente a otra y es deducida lógicamente de ella, por lo que
se trata de un procedimiento que permite resolver las preguntas relevantes que surgen de la
observación directa de los fenómenos y procesos económicos.
De esta manera, el método dialéctico integra en un solo proceso de análisis, el “mundo real”
de los puntos de partida y de llegada, con el “mundo conceptual” de las abstracciones construido
durante las etapas intermedias de la reflexión. Por ello, este método contiene un “camino de
investigación”, que va de lo más concreto (o “concreto real” a lo más abstracto, y un “camino de
exposición” inverso, en el cual las consideraciones más abstractas ya presuponen a las más
41
concretas. Tal como estableció Rosen (1998), la unidad del método radica en la interconexión de
estas dos etapas.
Cuadro I.- El Método Bidireccional del Marxismo.
Mundo de las Abstracciones
Valor como Categoría
Teoría del Valor-Trabajo
Método de Investigación
Método de Exposición
Mundo Real de los Fenómenos y
Procesos Económicos
Concreto Real
Concreto Pensado
(Precios de Mercado)
(Precios determinados por el Valor)
Fuente: Elaboración del Autor
El uso de la dialéctica implica una exposición dual de las contradicciones del capitalismo, en
sus formas potencialmente iniciales y en sus modalidades desarrolladas posteriores. Por ejemplo, las
crisis de realización9 son analizadas de manera abstracta a nivel de la mercancía, como una
oposición entre el valor de uso y el valor de cambio y luego concretamente, como un resultado del
conflicto entre los requerimientos de valorización del capital y las necesidades sociales de los
9
De acuerdo a Paul Sweezy (1942 [1974], una crisis de realización se presenta cuando por las contradicciones
propias del sistema económico capitalista, los productores capitalistas se ven imposibilitados para realizar el valor
íntegro de las mercancías que producen.
42
consumidores. La crisis de sobreproducción son investigadas abstractamente como un producto de
la ruptura en el intercambio de las mercancías con sus equivalentes en dinero y concretamente,
como un efecto de la acumulación. Esta posibilidad de exponer el mismo fenómeno en instancias
diferentes del análisis es un atributo del método dialéctico que rechaza las categorías inmutables y
analiza los procesos en su cambio y movimiento constante. Para aplicar este procedimiento hay que
sustituir los razonamientos lineales de causa-efecto por un “ir y venir” de “avances en espiral”.
La dialéctica conecta las distintas fases del análisis a través de las mediaciones. Por ejemplo,
para esclarecer la relación existente entre los valores y los precios se recurre a sucesivas categorías
intermedias (valor individual, valor social, precio de producción, precio de mercado). La necesidad
de estas mediaciones es una consecuencia del divorcio existente entre la apariencia y la esencia de
los fenómenos económicos, dada la opacidad que presentan todos los procesos económicos bajo el
capitalismo. En este sistema económico, la lógica del valor está borrada en el movimiento de las
transacciones cotidianas, tampoco es perceptible en la producción real en las empresas que el origen
de la ganancia radica en la plusvalía, así como que cualquier rastro de la expropiación de la
acumulación originaria o primitiva10 desaparece en la reproducción del capital. Sin recurrir a las
mediaciones abstractas, no hay forma de eliminar estos velos que encubren el funcionamiento real
del capitalismo.
De esta manera, el método dialéctico implica analizar cada fenómeno económico cómo una
consecuencia o desenlace específico de situaciones potenciales previas. Pero estas consecuencias
dependen también de las condiciones que rodean la concreción del hecho. Por ejemplo, las crisis
financieras que derivan de los desequilibrios industriales sólo se consuman cuándo estos desajustes
desestabilizan también el ámbito de la circulación monetaria. Este tipo de circunstancias no son la
causa sino el detonante de la crisis, pero definen cómo se materializa o concretiza cada
acontecimiento. Así una crisis financiera potencial debida a estas contradicciones del capitalismo se
llega a materializar. Otro ejemplo es la determinación de los precios de mercado, cuyo nivel
10
Para Marx (1863 [2000]), acumulación primitiva significa la expropiación de los productores directos, y más
específicamente, “el aniquilamiento de la propiedad privada que se funda en el trabajo propio, esto es, la
expropiación del trabajador”, permitiendo un elemento clave del capitalismo: “la explotación del trabajo
formalmente libre de otros, es decir, el trabajo asalariado”. El sentido de la acumulación primitiva es privatizar y
expropiar los medios de producción producidos mediante el trabajo de otros, de tal modo que sus nuevos
propietarios puedan aprovecharse de la existencia de población sin medios que tiene que trabajar para ellos. Esta
privatización destruyó decenas de formas tradicionales de definir los derechos de acceso de la población a los
medios de producción y los recursos naturales: vinculación de los siervos a la tierra, derechos comunales, derechos
de compascuo (el derecho y obligación reciproca de introducir el ganado en tierras ajenas), derechos de campo
abierto y otras.
43
depende en general del valor de las mercancías, pero se establece concretamente en función de: 1) la
composición orgánica prevaleciente en los sectores o ramas en que se elaboró el producto, y 2) de la
oferta y demanda del mismo. Estas circunstancias definen que un precio de mercado se sitúe por
encima o por debajo de su valor.
El razonamiento dialéctico avanza en el análisis mediante el uso de categorías sucesivas. Sin
embargo, el orden de estas nociones no es arbitrario ni contingente, sino que corresponde a la lógica
del fenómeno estudiado. Por ejemplo, la ganancia es analizada a partir de la plusvalía y no al revés,
porque se parte de la caracterización del funcionamiento del capitalismo fundado en la explotación
del trabajo asalariado.
Los marxistas, como Bertell (1998), comparan el uso de la dialéctica con el de un
microscopio, porque es un instrumento que permite satisfacer múltiples objetivos de comprensión
en función del campo de focalización de los temas investigados. Sirve para aislar los problemas
investigados y para asociarlos con la interpretación de la realidad como totalidad concreta. Tal como
establece Kossik (1963 [1965]), ello permite abstraer e integrar simultáneamente el análisis,
facilitando su esclarecimiento y contextualizando su desarrollo.
Así, la metodología dialéctica permite lograr una investigación global y uniforme compuesta
por niveles de abstracción diferenciados. Por ejemplo, Marx analizó cómo funciona el capitalismo
como sistema económico antes de indagar su dinámica competitiva. Ello lo llevó a establecer una
distinción analítica entre el “capital en general” y “muchos capitales particulares”(lo que implica
también una distinción entre “la tasa general de ganancia del sistema” y “tasas de ganancia
particulares”) para demostrar primero que el fundamento de todo el sistema es la explotación del
trabajo asalariado (tomo 1 de El Capital), para analizar posteriormente la lógica de la reproducción
capitalista (tomo 2) y para demostrar y explicar finalmente por qué el desarrollo de este modo de
producción conduce a las crisis periódicas (tomo 3). Con esta diferenciación, cada tipo de problema
puede estudiarse en el nivel de abstracción que le corresponde sin confundir la investigación
genérica del funcionamiento del capitalismo con el análisis concreto de las crisis que lo afectan.
El materialismo y la dialéctica son los pilares del método marxista, pero la conjunción de
ambos términos tiene una historia muy conflictiva. Marx no utilizó la denominación materialismo
dialéctico, pero sí Engels, Plejanov (1895 [1958]), (1896 [1977]) y Lenin (1914 [2000]) para
referirse a los fundamentos metodológicos del marxismo. A partir de la división que hizo Stalin
44
(1938 [1977]) entre materialismo dialéctico y materialismo histórico11 su concepción particular del
materialismo dialéctico se convirtió en la doctrina filosófica oficial de la Unión Soviética aplicada
como la filosofía general para el desarrollo de las ciencias sociales y naturales en ese país. Fue el
sistema referencial de todas las disciplinas y el cimiento ideológico del Estado soviético,
denominado oficialmente como “diamat” que introdujo una aguda distorsión del sentido del
materialismo y de la dialéctica.
En el diamat el materialismo fue identificado con la primacía de la naturaleza sobre el
espíritu y en lugar de referirse a la “materia” como la realidad social circundante se le vinculó a la
estructura físico-química del universo. Se ignoró así, lo que para Marx constituyó su sustento
metodológico, que las leyes científicas obtenidas a partir de este método se limitan exclusivamente
al funcionamiento del capitalismo, como un régimen económico-social, para obtener a partir de él
principios relacionados con la gravedad o la termodinámica. Cuando se afirma, por ejemplo, que en
el capitalismo “ciertos procesos económicos se imponen a los individuos”, se establece que esta
imposición proviene de la explotación del trabajo asalariado y no de alguna fuerza de la naturaleza.
Para Marx, las leyes económicas no constituyen principios que actúen con la contundencia,
regularidad e inevitablidad de las leyes de la naturaleza, sino que dado su carácter histórico,
adquieren fundamentalmente un rasgo de temporalidad. Por el contrario, tal como establece Adolfo
Sánchez Vázquez (1977), el diamat, al presentar al desarrollo humano cómo un subproducto directo
de la naturaleza, asimiló el materialismo a una especie de naturalismo, que ignora su carácter
praxeológico, es decir su articulación en torno a la práctica humana.
Kedrov y Spirkin (1969), así como Graham (1976), establecen que el diamat también
simplificó el materialismo reduciendo el proceso de conocimiento a la detección y traducción
interna del universo exterior, suponiendo, además, la existencia de una correspondencia unívoca
directa entre el mundo real y el mundo conceptual, y convirtiendo a los protagonistas del proceso
cognitivo en simples receptores pasivos de sensaciones. Acertadamente, en su crítica al diamat,
Nestor Kohan (1998) señaló que esta gnoseología ingenua ignoró que para Marx el conocimiento es
un proceso de transformación de la realidad y simultánea autotransformación del sujeto.
11
En ese documento Stalin define el materialismo dialéctico como la aplicación de las leyes dialécticas a la
naturaleza y redefine el materialismo histórico (término acuñado por Plejánov) como la extensión de las mismas a la
historia y la sociedad. Sin embargo muchos marxistas critican esta división, pues consideran que el método de Marx
es precisamente a la inversa, ya que Marx desarrolló en sus trabajos la concepción materialista de la historia como
un método de análisis, sin llegar a representarla nunca como un sistema. Fue Engels quien posteriormente intentó
construir una ontología marxista, partiendo de los métodos utilizados por Marx en sus análisis históricos. Dicha
ontología que posteriormente sería conocida como materialismo dialéctico.
45
Para Petruccelli (1998-99) y Achaval (1999), el diamat no sólo malinterpretó la filosofía
materialista, sino que también vulgarizó a la dialéctica mediante su reducción a un conjunto de leyes
(salto de cantidad en calidad, unidad de los contrarios, negación de la negación) de aplicación
mecánica y acción automática. Además, fue ritualmente citada como recurso polémico en
numerosos debates para justificar alguna estrategia política eludiendo definiciones precisas sobre
cuestiones concretas.
De esta manera, el diamat extremó un proyecto inicial de Engels de aplicar la dialéctica al
análisis de la naturaleza. Esta pretensión fue objetada desde su origen por varios teóricos,
destacando Lukacs (1969), puesto que supone que un método de interpretación de la realidad social,
es decir, un método del conocimiento de la esfera social, constituye al mismo tiempo no sólo un
método de los fenómenos naturales, sino, y esto es más grave, un mecanismo rector de los cambios
en la naturaleza. Dentro de los marxistas contemporáneos existe un mayoritario rechazo a esta
prolongación (Cfr. Carchedi (1991), Arnaud (1998)], quedando muy pocos teóricos marxistas a
favor de esta vinculación [Woods y Grant (1995)]
El diamat sustentó una “ciencia socialista” que criticaba la producción de conocimiento
científico relacionado con los intereses de grupos sociales dominantes, llegando a considerar,
incluso, que las matemáticas, la física o la zoología pueden caracterizarse en términos de clase. Esta
problemática fue ampliamente discutida por Aronowitz (1988). Esta interferencia ideológica en el
pensamiento científico constituyó el punto culminante de la deformación del materialismo
dialéctico por parte del diamat, sin que esto cuestione la especificidad del método marxista que
remarcó Rosdolsky.
3.5. El Materialismo Dialéctico frente al Individualismo Metodológico y al Holismo
Metodológico.
Marx consideraba que solamente a través del método científico correcto, es decir, a través de lo que
posteriormente sería conocido como el materialismo dialéctico, podían descubrirse las leyes rectoras
del capitalismo, estableciendo las categorías analíticas pertinentes como plusvalía, ganancia y valor.
Y que sólo a través de estas leyes podían explicarse las contradicciones de este sistema, como crisis
recurrentes e inevitables, tendencia decreciente de la tasa de ganancia, desequilibrios de la
acumulación, etc., y caracterizarse sus complejos desequilibrios como la volatilidad de capitales, la
inestabilidad de la producción, la insuficiencia del consumo, etc.
46
Mario Bunge (1982, 1985, 1987) estable que quiénes interpretan que la dialéctica es una
forma “esotérica y metafísica” de presentar el simple fenómeno del cambio, no toman en cuenta el
aporte clave de este tipo razonamiento para comprender la dinámica cambiante del capitalismo. La
dialéctica no es un enredo que identifica lo “opuesto con lo diferente”, ni un juego de “choques”
permanentes que niegan la estabilidad de los procesos. Por el contrario, para Bunge, la dialéctica es
una modalidad de pensamiento que contribuye a interpretar y a explicar los procesos contradictorios
y sujetos a transformación constante, que caracterizan al capitalismo. No es una cámara fotográfica
que retrata o describe cómo es el sistema capitalista en un momento dado, sino que busca presentar
“la película completa” de este sistema.
Muchos problemas económicos cotidianos pueden ser resueltos sin la necesidad del método
del materialismo dialéctico. En este caso, las características de tales problemas permiten su
resolución ya sea mediante la aplicación de los principios filosóficos de identidad, no contradicción
o tercero excluido, o mediante las reglas de la lógica formal. Ejemplos de estos problemas son el
cálculo de niveles óptimos de producción o consumo, la definición de cursos de acción alternativos,
como la elección entre alternativas de inversión, o la toma de decisiones en determinados contextos.
Pero de acuerdo a Claudio Katz (2000), este tipo de problemas, que conforman el núcleo de la teoría
económica neoclásica, no conforman la totalidad de la ciencia económica y ni siquiera constituyen
su objeto principal.
La teoría económica ortodoxa, sustentada en el marginalismo, sólo busca definir y
jerarquizar preferencias, valorar utilidades o niveles de satisfacción, elegir entre bienes escasos,
cuantificar costos de oportunidad, calcular niveles óptimos de producción y consumo, establecer
niveles de eficiencia, etc. Para este tipo de problemas basta con recurrir a la lógica formal, es decir,
a plantear o a representar el problema de manera formal, lo que permite aplicar los supuestos que
subyacen a la teoría ortodoxa (como la conducta racional de los agentes, en su caso la competencia
perfecta, la existencia de propiedad privada, la definición universal de eficiencia económica, etc.)
para deducir de manera axiomática la solución óptima al problema planteado.
Sin embargo, cuando la ciencia económica busca ir más allá del proceso de decisión
individual para comprender las leyes que rigen el movimiento, transformación y evolución del
sistema económico, y la manera en que éste afecta y condiciona la conducta individual, la dialéctica
es imprescindible. Así, el materialismo dialéctico representa una alternativa no sólo frente a la
microfundamentación ortodoxa, sino también frente a la macrofundamentación heterodoxa, porque
47
no se sustenta ni el individualismo metodológico ni el holismo sistémico. Esto es porque el
materialismo dialéctico permite estudiar las relaciones sociales que establecen los individuos en
cada época, en función del desarrollo alcanzado por las fuerzas productivas y por ello asigna a las
clases sociales y a la lucha de clases un lugar predominante en la investigación.
El hecho de que la teoría económica marxista no centre su objeto de estudio en la decisión
individual no significa que la economía marxista y su método, el materialismo dialéctico, ignoren al
individuo, tal como han supuesto algunos críticos e incluso algunos marxistas analíticos como
Ludolfo Paramio (1992) y Jon Elster (1992). Esto es porque el materialismo dialéctico, como
método de investigación, no excluye el estudio de la acción y la conducta individual, sólo
contextualiza y explica el condicionamiento social de las elecciones individuales. Por otra parte, tal
como establece Ricardo Gómez (1995) aunque el materialismo dialéctico parte efectivamente de un
análisis totalizador, la sociedad en su conjunto y los grupos y los conjuntos sociales no son
investigados en contraposición a los individuos, sino a través de ellos. Y a diferencia del holismo
metodológico, Photis Lysandrou (1996) destaca que el materialismo dialéctico no supone la
existencia de sistemas dados, ni agregaciones constituidas previamente, sino que analiza la manera
en cómo las relaciones sociales entre individuos y los conflictos y las contradicciones que se
presentan y desarrollan entre ellos, agrupados en clases sociales, se encuentran históricamente
determinados para conformar el entramado social y la sociedad misma en una época histórica
determinada.
3.6. La Crítica al Determinismo del Materialismo Dialéctico.
El análisis de las leyes del capital permite reconocer la complejidad de las contradicciones
económico-sociales, discriminando los niveles de análisis y definiendo categorías e instancias
determinantes, determinadas y autónomas, en función de las condiciones de cada problema o
fenómeno económico estudiado. Este tipo de estudio del sistema económico capitalista requiere
distinguir entre contradicciones principales y secundarias y aceptar que ambas son necesarias y se
condicionan mutuamente. También requiere distinguir entre cambios reales y analíticos, y entre
fenómenos económicos potenciales y realizados, lo que lleva a establecer la interdependencia e
interrelación de los diferentes procesos económicos. Así, el método de Marx refiere las oposiciones
dialécticas de la práctica social, eliminando el carácter formal de las contradicciones, así como su
interpretación superficial o aparente (acontecimientos ilusorios).
48
Con ello, el materialismo dialéctico estudia las leyes y tendencias del proceso de
valorización, buscando descubrir sus determinaciones causales. Este propósito estuvo presente tanto
en la gestación del método marxista como en algunos destacados autores marxistas posteriores,
principalmente en Althusser (1969) y sus sucesores como Callinicos (1993) y Ballibar (2000). Sin
embargo, este propósito fue también criticado y revertido por cierta corriente marxista que critica el
determinismo y el esencialismo del método marxista. Autores como Sprinker y Kaplan (1993) y
Resnick y Wolff (2006) cuestionan la existencia de determinaciones y consideran inconveniente
definir instancias jerárquicas de explicación, afirmando que en las totalidades sociales
interactuantes, cada acontecimiento o fenómeno económico debe ser visto cómo causa y efecto de
un proceso desigual y contingente. Por ello, estos autores y otros como Amariglio (1996) remarcan
el carácter impredecible de los procesos económicos, subrayando la inutilidad de cuestionar la
exactitud o veracidad de la teoría del valor, siendo más conveniente cuestionar sobre su pertinencia
para la ciencia económica. Otros autores como Stepehen Cullenberg (1994) cuestionan la
inconveniencia de indagar la existencia de una tendencia decreciente de la tasa de ganancia o incluso
cuestionan, tal como lo hace Richard Wolff (1998), la clasificación de las clases sociales en función
de un criterio jerarquizado de propiedad.
No obstante, esta visión indeterminista diluye la lógica de las relaciones causales que
permite explicar los fenómenos económicos. Si todos ellos fueran contingentes, multifacéticos e
interactuantes, no hay forma de tener una explicación consistente de los fenómenos económicos, ya
que desaparecen los principios ordenadores y se recae en una especie de “teoría ecléctica de los
factores” donde distintos elementos explican las mismas y distintas situaciones. Al negar la
jerarquía de las determinaciones se oscurecen los vínculos causales del proceso histórico y los
fenómenos económicos se vuelven enigmas de sucesos inconexos, incapaces de ser entendidos y
explicados ya que corresponden a casualidades y accidentes azarosos.
Este enfoque indeterminista impide definir si la acumulación tiende al equilibrio, al
desequilibrio o a la crisis. Tampoco permite establecer si los precios de mercado provienen del
valor, de las fuerzas del mercado, de las instituciones, o de las colusiones entre empresas. Pero este
enfoque, además, cuestiona el reconocimiento materialista de la existencia de una realidad objetiva,
independiente del proceso cognitivo, ya que supone que las diversas explicaciones corresponden a
una diversidad equivalente de hechos o situaciones y no a variadas interpretaciones de un mismo
49
hecho objetivo. De esta forma se debilita la posibilidad de optar por alguna de ellas y comprender lo
que efectivamente ocurre.
Con esto es evidente que en el enfoque indeterminista desaparecen también los criterios para
discriminar entre una creencia y una conclusión científica o entre un mito y una teoría científica. El
enfoque indeterminista cuestiona la existencia de un estándar de verdad, es decir, que sostiene que
cada forma de pensamiento debe ser vista como una expresión del pluralismo de la verdad, lo que
da origen a verdades plurales que impiden distinguir entre lo cierto y lo falso, por lo que
imposibilitan el conocimiento racional y la construcción de verdades científicas. Así, bajo este
enfoque no puede si la teoría del valor o la tendencia decreciente de la tasa de ganancia son
correctas o incorrectas, comprobables o inverificables, tampoco permite cuestionar la teoría
ortodoxa del equilibrio general, ya que sus argumentos no están dirigidos a dilucidar si una teoría es
verdadera o falsa y si resuelve correctamente el problema planteado. Tal como Anderson (1983),
Meiskins (1985) y Sofianou (1995) establecen, este retroceso analítico está estrechamente vinculado
con la ciencia posmoderna y proviene de una revisión antidialéctica y antimaterialista del método
marxista.
3.7. La Corroboración Empírica en el Materialismo Dialéctico.
Claudio Katz (2000) considera que para el estudio de las leyes del capital en una ciencia factual
como lo es la economía, la corroboración empírica de los resultados teóricos es vital, pero por una
razón muy diferente a la falseación empírica de las ciencias positivas. Para el materialismo
dialéctico se requiere la corroboración empírica ya que establece la posibilidad de intervenir
activamente sobre los hechos y fenómenos económicos.
El método del materialismo dialéctico además de contribuir a esta comprobación facilitando
el reconocimiento de los problemas relevantes y la elaboración de las teorías que permiten
entenderlos y explicarlos, establece las modalidades de esta corroboración. Estas modalidades que
promueve el método marxista difieren sustancialmente de los procedimientos de contrastación
empírica utilizados en la economía ortodoxa, ya que exigen “traducir” los agregados
macroeconómicos corrientes a conceptos compatibles con la teoría del valor. A diferencia del
positivismo popperiano neoclásico, que supone la inmediata contrastación empírica de los
resultados teóricos, el materialismo dialéctico acepta la validez de resultados no corroborables
inmediatamente. Ello lleva a investigar las conjunciones de tendencias y contratendencias que
50
presentan distintos grados de comprobabilidad. Tal como Carchedi (1991) señala, algunas de estas
tendencias tienen manifestaciones empíricas definidas como sucede con la acumulación; otras se
verifican cíclicamente como ocurre con la crisis; y otras se comprueban observando también las
contratendencias como se tiene con comportamiento de la tasa de ganancia.
Para Katz (2000), el método marxista permite superar las deformaciones e insuficiencia
empiristas y antiempiristas que existen en la investigación económica. En el primer caso se tienen
las corroboraciones y validaciones empíricas que son características de la economía neoclásica y
que están claramente influenciadas por el empirismo neopositivista del Círculo de Viena, por lo que
ignoran el carácter no inmediato, ni directamente confirmado por la experiencia, del conocimiento.
Este tipo de corroboraciones empíricas tienden a olvidar que la economía es una disciplina
perteneciente al campo de las ciencias sociales, y no una ciencia de la naturaleza, por lo que resulta
esencial considerar que el sujeto forma parte del objeto de estudio, de manera que no es posible el
aislamiento y reproducción experimental de los fenómenos estudiados, por lo que la comprobación
exige un conjunto de mediaciones.
Dentro de las distintas corrientes y enfoques marxistas, también se tienen ciertas dosis de
este tipo de empirismo, especialmente en las corrientes pragmáticas que minimizan o incluso
desconocen la dimensión teórica de la investigación en ciencias sociales y sus criterios de validación
científicos. Estas vertientes tradicionalmente proclaman la “supremacía de la práctica” cómo el
único criterio de cientificidad, tal como lo reivindica Pierre Fourgeyrollas (1981).
En cambio, en las corrientes antiempiristas el problema es inverso, ya que se desconoce la
importancia de corroborar los resultados teóricos para evaluar la pertinencia de una teoría científica.
En la mayoría de las corrientes heterodoxas, el antiempirismo se expresa, tal como lo hacen Patrick
Baert (1996) y Tony Lawson (1994), en un creciente escepticismo en la utilidad de los pronósticos y
predicciones cómo criterio de validez de las teorías científicas. Sin embargo, Marx (1863 [2000])
mismo estableció que el descubrimiento de las leyes del capital necesariamente implica la
posibilidad de formular predicciones y contrastarlas con el curso de los acontecimientos (como por
ejemplo ocurre con la tendencia decreciente de la tasa de ganancia). Esto es porque, de acuerdo con
Collin Cottrell (1998), se olvida que la formulación de pronósticos o predicciones es una
consecuencia lógica de la objetividad y factibilidad del conocimiento científico.
Entre los autores marxistas de diversas corrientes que abogan por este tipo de
antiempirismo, principalmente porque consideran que las categorías del marxismo, tal como
51
aparecen en El Capital, son aproximaciones conceptuales no susceptibles de ninguna medición.
Autores como Nicos Poulantzas (1972) estimaron que la plusvalía es una noción inconmensurable.
Otros, como los que participan en el debate que presenta Fred Moseley en su Introducción a El
Método de Marx en el Capital (1973), rechazan el aspecto cuantitativo de la teoría del valor,
destacando que esta concepción sólo ofrece una explicación de la explotación. Otros más, como
Geert Reuten (1993), sostienen que el tiempo de trabajo incorporado en las mercancías no es
observable ni cuantificable.
Sin embargo, tal como establece Likitkijsomboon (1995), si se abandonan estas mediciones,
la teoría del valor aparecería como una construcción arbitraria basada en conceptos totalmente
ajenos y divorciados de la realidad. Así, el poder corroborar la ley del valor es uno de los principales
desafíos para la teoría marxista que el materialismo dialéctico contribuye a resolver, aportando todas
las mediaciones necesarias para probar la existencia de una determinación objetiva de los precios en
función del tiempo de trabajo socialmente necesario para la producción de las mercancías. Si se
abandona este objetivo, una parte central de la teoría económica marxista perdería sentido. Aunque
tal corroboración no es sencilla, avanzar en su investigación resulta indispensable para el análisis
concreto del capitalismo.
3.8. El Materialismo Dialéctico en el Estructuralismo Marxista y en el Realismo Crítico.
El materialismo dialéctico como método de estudio de las contradicciones objetivas y subjetivas del
sistema económico capitalista se apoya en el materialismo histórico, es decir, en la teoría de la
concepción materialista de la historia construida por Marx para analizar científica a la historia
humana. Este marco teórico explica la dinámica del proceso histórico en función de dos criterios:1)
el conflicto entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción, y 2) el desenlace de la
lucha de clases. Esta teoría proveyó de explicaciones más fecundas y poderosas de la historia
humana y de la evolución de la sociedad que las interpretaciones institucionales, éticas o religiosas
de la época. Así, tal como Callinicos (1997) establece, la historia humana se explica a partir del
surgimiento y ocaso de cada modo de producción y su estudio se sustenta en el análisis de los
mecanismos de transformación de estos regímenes que condicionan cierta dirección histórico-social
del proceso de cambio.
52
Por ello, el materialismo histórico aporta elementos decisivos para el análisis económico que
permiten establecer las conexiones y relaciones entre los componentes objetivos y subjetivos de los
procesos estudiados. Pero, tal como Katz (2000) establece, esta interrelación fue ignorada por la
vertiente estructuralista del marxismo, ya que centró su investigación en el funcionamiento de los
procesos económicos, ignorando su génesis y temporalidad. Por ello, como es evidente en Althusser
(1990), esta vertiente promovió el estudio de la causalidad estructural, privilegiando el análisis
sincrónico, es decir, de la organización de los conceptos y categorías en cierto sistema, sobre el
análisis diacrónico, es decir, el movimiento de sucesión de los conceptos y categorías.
Esto tiene dos serias implicaciones metodológicas en el estructuralismo marxista: 1) la
función del sujeto quedó diluida, y 2) el rol de la dialéctica (que es analizar los fenómenos en su
proceso de transformación) quedó seriamente debilitado. Así, al estudiar la conformación estructural
de los problemas y fenómenos económicos, el análisis del capitalismo perdió historicidad y tendió a
desvirtuarse. Ello es porque la dinámica de este sistema no puede investigarse partiendo de criterios
que eliminen el movimiento. Las categorías que se utilizan para estudiar al capitalismo (valor,
acumulación, capital, etc.) requieren necesariamente vincular el pasado con el presente de este
modo de producción. Tal como Brossat y Avenas (1975) y Nair (1975) establecen, mediante la
causalidad estructural solamente se pueden conocer las relaciones internas de los fenómenos
económicos de manera estática, lo que se asemeja a una observación fotográfica que oscurece y
dificulta el estudio de las contradicciones investigadas.
No obstante, aun con estas distorsiones, el estructuralismo marxista ha sido mucho más
fecundo para el estudio del capitalismo que el estructuralismo heterodoxo contemporáneo. Entre
sus aportaciones destacan los mecanismos y las relaciones estructurales causales de muchos
procesos económicos, aunque sin especificar la lógica y la evolución distintiva del capital.
Esta clase de causalidad estructural, así como el antiempirismo y el materialismo del tipo
althusseriano están muy presentes en el Realismo Crítico, que constituye una vertiente
contemporánea de la filosofía de la ciencia, en la que el término “materialismo” es sustituido por
el de “realismo”. En el campo de la ciencia económica el principal defensor de esta vertiente es
el profesor de Cambridge Tony Lawson, quien cuestiona principalmente las concepciones
idealistas y empiristas de la teoría ortodoxa, objetando, además, su omisión de las estructuras,
mecanismos y regularidades que caracterizan a la reproducción social. El Realismo Crítico
reivindica la objetividad de los fenómenos y procesos económicos, enfatizando la distinción
53
entre su dimensión ontológica (la existencia de tales fenómenos) y su dimensión epistemológica
(el conocimiento que se tiene sobre ellos).
John Roberts (1999) critica el estructuralismo marxista estableciendo que elimina a la
historia como determinante de la acción humana y omite la gravitación de la explotación en el
trabajo y el rol de las clases sociales, por lo que en esta vertiente la causalidad estructural deviene en
neo-funcionalismo del tipo que considera el Realismo Crítico.
En la ciencia económica el Realismo Crítico tiene raíces althusserianas ya que incorpora
la argumentación anti-idealista (diferenciación entre “objeto real” y “objeto pensado”) y antiempirista (contraposición de las causalidades estructurales al conocimiento inmediatamente
observable). Además se opone al empirismo neoclásico, proponiendo diferenciar las
manifestaciones observables de los hechos (lo empírico), de las conjunciones de eventos (de lo
actual) y de las leyes causales (y de lo real), a fin de probar que el acceso al conocimiento no es
inmediato ni experimental.
Sin embargo, el realismo crítico no interviene directamente en la problemática marxista,
ni se propone como el método que permita resolver las dificultades metodológicas de esta teoría.
Por el contrario, de acuerdo a Tony Lawson (2006), aspira a desarrollar un modelo de reflexión
útil para la economía heterodoxa, investigando aspectos como el condicionamiento institucional
de la economía, la imprevisibilidad, la incertidumbre, la irreversibilidad de los procesos
económicos, etc. Por ello, el método del Realismo Crítico ha encontrado gran aceptación en
distintas
corrientes
heterodoxas
como
el
poskeynesianismo,
el
evolucionismo,
el
neoinstitucionalismo y el regulacionismo francés. En todas estas corrientes heterodoxas pueden
encontrarse autores que reivindican la utilidad del realismo crítico para superar el reduccionismo
neoclásico, e incluso hay quienes sostienen que permite superar el “fundamentalismo” marxista.
En los últimos años ha habido un fuerte debate sobre la pertinencia del método del
Realismo Crítico en la ciencia económica. Algunos autores, como Jonathan (1998) opinan que es
necesario porque aporta conceptos útiles para estudiar leyes, mecanismos y procesos
económicos. Otros como Richard Marsden (1998) destacan líneas de cruce con la dialéctica. Sin
embargo, se tienen también otros autores como Kevin Magill (1994) y Callinicos (1994) que
señalan la inconveniencia de encontrar puntos de convergencia entre el método de Marx y el
54
método del Realismo Crítico, entendido como una nueva ontología universal dominadora de las
ciencias sociales.
IV.- Conclusiones.
La economía neoclásica, al circunscribirse dentro de la caracterización popperiana de la ciencia
positiva, asume que sus resultados teóricos son libres de juicios de valor, por lo que únicamente
pueden juzgarse como falsos o verdaderos (refutables o no refutables en la terminología de Porter) a
través de su contrastación empírica. Esta consideración lleva a que la teoría económica ortodoxa
privilegie la formalización y la consistencia lógica de sus modelos, sobre la pertinencia práctica de
sus resultados, y también a establecer la capacidad de predicción, y no la capacidad de explicación,
como el criterio principal de demarcación científica. Todo esto tiene importantes consecuencias en
el estudio de los problemas y fenómenos económicos. Si todos ellos, sin importar sus características,
se estudian de la misma manera, es decir, partiendo del estudio de la conducta individual de los
agentes (esto es la aplicación del individualismo metodológico), lo que permite la construcción de
un modelo matemático que representará la conducta optimizadora de los agentes económicos,
entonces el conjunto de soluciones para cualquier problema económico siempre es el mismo, es
decir, se sitúa dentro de la dicotomía fallas de mercado-fallas de gobierno.
Pero esto no es todo, además de que las soluciones siempre se reducen a esta dicotomía,
siempre favorecen las políticas de libre mercado o el laissez-faire. Ello es porque la mayor parte de
las veces no se hacen explícitos los supuestos normativos que subyacen a la construcción teórica
como: la racionalidad de los agentes, la benevolencia mínima, una concepción particular y
restrictiva de la eficiencia económica, la competencia perfecta (que en realidad es un conjunto de
varios supuestos), etc. Así, casi la totalidad de los modelos de la economía neoclásica se encuentran
elegantemente formalizados y muestran una gran consistencia lógica que, sin embargo, tiene muy
poca aplicabilidad para la solución de la mayoría de los problemas económicos relevantes y nula
pertinencia para el entendimiento del sistema económico capitalista.
Así, el pretender sustentar las recomendaciones de política económica en los resultados de
economía positiva de los modelos matemáticos de la teoría económica neoclásica, en realidad lo que
hace es sustentar tales recomendaciones en los supuestos normativos previos que subyacen a esos
modelos. Un ejemplo se tiene con las políticas económicas del Consenso de Washington que
buscaron implementar un programa de reforma económica neoliberal en los países del Tercer
55
Mundo (ahora llamados países emergentes) de América Latina. El Banco Mundial, El Fondo
Monetario Internacional, El Banco Interamericano de Desarrollo, El Departamento del Tesoro de
los Estados Unidos, y otras organizaciones económicas con sede en Washington, consideraron
económicamente eficientes y adecuadas las políticas de este programa de reforma económica
porque aparentemente se sustentan en los resultados de lo que ellos consideran que es teoría
económica. Por ello, se considera que las políticas de privatización, apertura comercial, apertura
de financiera, eliminación de subsidios, desregulación de actividades económicas, etc., se
sustentan en el resultado positivo de que la asignación lograda por los mercados competitivos es
Pareto-eficiente, es decir, en el Primer Teorema fundamental de la economía del bienestar. De
igual manera, las políticas de reducción del déficit fiscal, de desmantelamiento de las
instituciones públicas de apoyo a los grupos vulnerables, la privatización de los servicios
educativos y de salud, etc., se sustentan en el resultado positivo de que las asignaciones
centralizadas son ineficientes y de que para lograr una mayor equidad no se requiere sustituir a
los mercados competitivos con un mecanismo de planificación centralizada, es decir, en el
Segundo Teorema fundamental de la economía del bienestar. Nuevamente las soluciones se
reducen a la dicotomía fallas de mercado-fallas de gobierno.
Si las recomendaciones y los programas de política económica provienen no de los
resultados de un modelo teórico, sino de los supuestos normativos iniciales, entonces detrás de
las recomendaciones de política económica sustentadas en el óptimo de Pareto no se encuentra
un modelo teórico que irremediablemente concluya su implementación, si no detrás de ellas se
encuentra toda una agenda normativa que representa los intereses de los grupos dominantes de la
sociedad. Por ejemplo, en Latinoamérica ¿cuáles grupos sociales se han beneficiado con las
políticas del Consenso de Washington y sus programas de ajuste estructural?, ¿quiénes han sido
los principales beneficiados del libre comercio?, ¿quién se ha beneficiado con las
privatizaciones?, ¿a quién beneficia la flexibilización del mercado o sector laboral?, etc. La
Teoría económica ortodoxa no puede responder a estos cuestionamientos porque ni siquiera
considera las clases sociales y menos aun el conflicto social y la lucha de clases.
Para responder a este tipo de cuestionamientos se requiere otra teoría, cuyo objeto de
estudio no sean problemas triviales para la ciencia económica como la manera en qué deciden los
agentes (que en realidad es un problema mucho más cercano a la psicología y a las ciencias de la
conducta), la medición de niveles de utilidad o satisfacción o incluso si una función es
56
diferenciable en el espacio de Rn. En otras palabras se requiere de una teoría cuyo objeto de
estudio sea el sistema económico capitalista, su evolución y sus contradicciones. Pero además, se
requiere también de un método adecuado para abordar esta problemática.
En este documento se buscó mostrar que la economía marxista satisface ambos
requisitos, es decir, la relevancia de su objeto de estudio, así como la pertinencia de su método.
El método de la economía marxista es el materialismo dialéctico que permite estudiar las leyes
del movimiento social y económico, las contradicciones y desequilibrios de la economía
capitalista, así como su evolución contradictoria y transformación constante.
La economía marxista considera la existencia objetiva, es decir, independiente de los
procesos del pensamiento, de los fenómenos económicos, y el materialismo dialéctico, contrario
a lo que acontece con el individualismo metodológico, proporciona su explicación y permite su
comprensión, además de mostrar la manera en que se puede incidir en ellos. Así, por ejemplo, las
crisis financieras son estudiadas muy diferentes en ambas teorías. Para la teoría neoclásica son
resultado únicamente de una falla de mercado, es decir, de la existencia de fricciones que
impiden que los mercados financieros se comporten adecuadamente, o bien son el resultado de la
excesiva intervención gubernamental en ellos. Por lo que la solución a la crisis nuevamente recae
en la dicotomía fallas de mercado-fallas de gobierno. No contempla la posibilidad de que una
crisis se presente aun cuando los mercados funcionen libremente sin fricciones o fallas y sin
intervención gubernamental alguna. Cuando esto sucede en la realidad, es algo que queda fuera
del alcance de la comprensión de este marco teórico.
Por el contrario, para la teoría marxista, la crisis es resultado de las contradicciones
inherentes a la economía capitalista, por lo que son inevitables. Esta teoría muestra además,
cómo los esfuerzos por salir de ella, son, en realidad un reflejo de la lucha de clases, por lo que
muchas veces la crisis es planteada como una oportunidad para las clases oprimidas, pero
también plantea que muchas medidas para salir de ella son esfuerzos reaccionarios de las clases
dominantes que permiten acrecentar su predominio.
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