ponencia jm carbonero dipusevilla marzo 2016

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Jornadas sobre Contratación Electrónica
Diputación de Sevilla, 14 de marzo de 2016
José Miguel Carbonero Gallardo
Jornadas sobre Contratación electrónica
Diputación de Sevilla-Inpro
El nuevo panorama de los procedimientos de adjudicación tras las
últimas Directivas europeas y las leyes de transparencia
José Miguel Carbonero Gallardo
Doctor en Derecho, T.A.G.
Jefe del Servicio de Contratación Administrativa
Diputación de Granada
Esquema
1) Introducción: naturaleza y evolución histórica de los procedimientos de adjudicación y de la
modificación de los contratos públicos
2) Los procedimientos de adjudicación en la Directiva 2014/24/UE, de 31 de marzo, sobre
contratación pública. Tratamiento de los procedimientos en el anteproyecto de Ley de Contratos del
Sector Público (2015)
3) La incidencia de las normas sobre transparencia en los procedimientos de adjudicación
1)
Introducción: naturaleza y evolución histórica de los procedimientos de
adjudicación y de la modificación de los contratos públicos
Los procedimientos de adjudicación de los contratos administrativos son un
elemento esencial de la contratación pública. Desde su origen, desde que fueran
conocidos como la forma de los contratos en el siglo
XIX,
los procedimientos de
adjudicación fueron considerados como garantes de la transparencia y objetividad de la
Administración a la hora de seleccionar a los contratistas, y por ende, invertir dinero de
la Hacienda pública. Ello además de contratar en las mejores condiciones para el interés
de la Administración, lo que originariamente se identificaba necesariamente con el
mejor precio.
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José Miguel Carbonero Gallardo
En esencia es ese el doble papel que siguen desempeñando los procedimientos de
adjudicación en nuestros días. Por un lado, el cumplimiento de una serie de
formalidades, de trámites procedimentales, sirve hoy para la determinación de la oferta
económicamente más ventajosa. Tras el procedimiento de adjudicación, la
Administración debe conseguir contratar la prestación ofertada con la opción óptima de
entre las que hayan sido propuestas por los empresarios con capacidad suficiente para
ello. De esta forma el procedimiento es un instrumento para poner a disposición de la
Administración las mejores prestaciones posibles, satisfaciendo el objeto contractual y
el interés público que siempre debe subyacerle. Se cumple así con las exigencias de
economía de la Administración; con los principios de eficacia e incluso de eficiencia.
Dicho de otro modo, el procedimiento de contratación se pone al servicio de los
principios de buena administración.
Pero el procedimiento de adjudicación sirve al mismo tiempo, al igual que lo
hizo en sus orígenes, para la salvaguarda de una serie de principios que no están
directamente relacionados con el objeto del contrato, sino con la naturaleza de la
Administración. En el siglo
XIX
se hablaba de poner a salvo a la Administración y a sus
funcionarios de los tiros de la maledicencia, es decir, los procedimientos debían servir
para adjudicar los contratos de forma imparcial y objetiva como corresponde a las
instituciones que tutelan el interés público y gestionan los recursos de todos los
ciudadanos.
Este papel que también deben desempeñar los procedimientos de adjudicación
no ha mermado un ápice en nuestros días. Sólo se ha actualizado la forma en que lo
expresamos. Pero no cabe duda de que los procedimientos de adjudicación siguen
evitando la arbitrariedad en la selección de los contratistas (tal vez no con absoluta
eficacia, pero en buena medida sí que lo hacen). Incluso hemos visto que alguna de las
últimas leyes sobre la materia era presentada como un instrumento contra la
corrupción. Actualmente este papel lo asociamos con la objetividad de la
Administración en la tutela del interés general, derivado de la propia Constitución
Española de 1978.
Pero en esencia es este mismo papel el que desempeñan los procedimientos de
adjudicación cuando los ponemos a la luz del derecho comunitario al que estamos
obligados desde hace más de dos décadas. En efecto, hemos visto cómo el derecho
comunitario somete la contratación pública a la consecución efectiva de principios y
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libertades básicas, tales como los de igualdad de oportunidades para todos los
ciudadanos y empresarios de la Unión, y que se sustancian procedimentalmente en la
publicidad, en la igualdad para concurrir, en la transparencia y en la objetividad para
determinar la oferta económicamente más ventajosa.
Pues bien, para mí éstas son las mismas funciones que siempre se encomendaron
al procedimiento de adjudicación, aunque actualizadas y puestas en consonancia con el
ordenamiento jurídico comunitario del que formamos parte. Lo que probablemente
también ha ocurrido es que con el tiempo se ha acentuado excesivamente la
preocupación por el procedimiento en comparación con la preocupación por la
determinación ágil de la prestación más conveniente para la ejecutar el contrato de la
Administración. De ese modo, como hemos visto, el instrumento para la Administración
que son la contratación administrativa y sus procedimientos han llegado a ser
considerados instrumentales pero para luchar contra otras patologías: la corrupción
fundamentalmente. Y, desde luego, los procedimientos de contratación han demostrado
que para eso no son el mejor remedio. O al menos, no tal como han estado diseñados
hasta ahora.
Respecto de las modificaciones contractuales, una primera aproximación a su
concepto y naturaleza nos obliga a remontarnos a las clásicas doctrinas del derecho
administrativo, con mención obligada de la conocida como Escuela de Burdeos. Hasta
hace bien poco tiempo el estudio de la contratación pública, adjetivada como
administrativa, conllevaba frecuentemente la mención de que los contratos persiguen
una finalidad de interés público y ese interés público subyacente motivaba su génesis,
procedimiento de adjudicación y fase de ejecución. En esta última, se admitió la
posibilidad de modificar el contrato precisamente por razón de interés público
suficientemente justificado, de modo que era posible imponer la modificación al
contratista, y en algunos casos se contemplaba la correspondiente indemnización. El
interés público no ha desaparecido de la contratación, claro está. Pero admítanme el
comentario de que actualmente está compartido en cuanto que dicho interés no es sólo
ya el de la Administración que promueve la celebración y ejecución de un contrato. Ese
interés público existe; pero en la contratación pública actual, ha ganado peso el interés
público que hay al otro lado: esto es, el interés de los ciudadanos en que el dinero
público sea administrado de forma transparente y eficiente. Esta nueva contemplación
de la contratación impregna todas sus fases y, como veremos, está influyendo en las
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últimas regulaciones de la materia, tanto comunitarias como nacionales. Y lo está
haciendo en todas sus fases, tanto en la medular de los procedimientos de adjudicación
como en la de ejecución, donde se vigilan extremadamente las modificaciones para que
estos, so pretexto del interés público de la Administración contratante, no resulten una
quiebra de esas otras facetas de interés público presentes y a las que me he referido
hace un momento.
2)
Los procedimientos de adjudicación en la Directiva 2014/24/UE, de 31 de
marzo, sobre contratación pública. Tratamiento de los procedimientos en el
anteproyecto de Ley de Contratos del Sector Público (2015)
Comenzaré exponiendo resumidamente la regulación que la vigente
Directiva (DCP) hace de los procedimientos de adjudicación; regulación cada vez
más exhaustiva por parte de la Unión Europea, pues no olvidemos que es en la
aplicación de los procedimientos donde se dirimen, se garantizan o se frustran los
grandes principios de la contratación (intereses públicos): libertad de concurrencia,
competencia, libre mercado, transparencia…
2.1- Procedimientos:
El catálogo de procedimientos que ahora ofrece la DCP presenta las
siguientes fórmulas: abierto, restringido, licitación con negociación, diálogo
competitivo, asociación para la innovación, procedimiento negociado sin publicidad
previa.
A) Abierto
Su concepto no cambia, pues consiste en que cualquier operador económico
interesado podrá presentar una oferta en respuesta a una convocatoria de licitación
(art. 27 DCP). Con carácter general (salvo cuando haya precedido anuncio de
información previa), el plazo mínimo para la recepción de las ofertas será de 35 días
a partir de la fecha de envío del anuncio de licitación (también la nueva Directiva
permite la reducción en cinco días de este plazo ordinario, no del urgente que
menciono a continuación, cuando se admite la presentación de las ofertas por
medios electrónicos). Cuando ese plazo sea impracticable a causa de una situación
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de urgencia debidamente justificada por el poder adjudicador, estos podrán fijar un
plazo no inferior a 15 días a partir de la fecha de envío del anuncio de licitación. Las
ofertas deberán presentarse acompañadas de la información para la selección
cualitativa que solicite el poder adjudicador.
B) Restringido
El mismo comentario cabe hacer respecto de este procedimiento, pues para
la DCP (art. 28), en el procedimiento restringido cualquier operador económico
podrá presentar una solicitud de participación en respuesta a una convocatoria de
licitación (solicitud acompañada también de la información que el poder
adjudicador haya solicitado para la selección cualitativa). A la postre, sólo podrán
presentar una oferta los operadores económicos invitados por el poder adjudicador
tras la evaluación por este de la información proporcionada. Cabe la posibilidad de
que el poder adjudicador limite el número de candidatos a invitar, con un mínimo
de cinco (art. 65 DCP). No obstante, cuando el número de candidatos que cumplan
los criterios de selección y satisfagan los niveles mínimos de capacidad (ver art.
58.5) sea inferior al número mínimo, el poder adjudicador podrá seguir adelante con
el procedimiento invitando solo a los candidatos que cuenten con la capacidad
exigida. Y, esto también es importante, el poder adjudicador no podrá incluir en el
mismo procedimiento a otros operadores económicos que no hayan solicitado
participar en el mismo, o a otros candidatos que no posean las capacidades exigidas.
En el caso del procedimiento restringido se suceden dos fases principales o
dos plazos de concurrencia (presentación de solicitudes de participación por parte
de los operadores económicos interesados, y presentación de ofertas por parte de
los candidatos finalmente invitados). Para el primer lapso, el plazo mínimo para la
recepción de las solicitudes de participación será de 30 días a partir de la fecha de
envío del anuncio de licitación o, en caso de que se utilice un anuncio de
información previa como medio de convocatoria de la licitación, de la invitación a
confirmar el interés. En el segundo caso, el plazo mínimo para la recepción de las
ofertas será también de 30 días, a partir de la fecha de envío de la invitación a licitar
(en mi opinión, si la norma dispusiera que esta invitación se publique en lugar de
ser enviada –notificada- individualmente, sería más seguro e igual para todos
computar el plazo desde la fecha de publicidad; sin embargo, estableciendo el
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cómputo desde el envío, queda la incertidumbre del momento en que cada operador
económico la recibe y eso puede dar lugar a desigualdades).
Este plazo de presentación de ofertas puede fijarse de mutuo acuerdo entre
el poder adjudicador y los candidatos seleccionados, siempre que así lo disponga el
Estado miembro, y siempre que el plazo fijado sea idéntico para todos los candidatos
seleccionados. A falta de acuerdo, el plazo no podrá ser inferior a 10 días a partir de
la fecha del envío de la invitación a licitar.
También en el procedimiento restringido se prevé la reducción en cinco días
del plazo para la recepción de ofertas (no el de las solicitudes de participación) si el
poder adjudicador admite la presentación electrónica de las ofertas.
Y cuando los plazos (ambos, en este caso) sean impracticables a causa de una
situación de urgencia debidamente justificada por los poderes adjudicadores, estos
podrán fijar: a) un plazo para la recepción de las solicitudes de participación que no
será inferior a 15 días a partir de la fecha de envío del anuncio de licitación; b) un
plazo para la recepción de ofertas que no será inferior a 10 días a partir de la fecha
de envío de la invitación a licitar.
C) Licitación con negociación
Esta vez, la terminología utilizada por la Directiva me parece acertada, pues
al antiguo procedimiento negociado con publicidad, le da la denominación correcta
conforme al vocabulario tradicional español. De este modo, habiendo publicidad se
opta ahora por el nombre de “licitación con negociación”, en los que “cualquier
operador económico podrá presentar una solicitud de participación en respuesta a una
convocatoria de licitación que contenga la información indicada en el anexo V, partes B y C,
proporcionando la información para la selección cualitativa que haya solicitado el poder
adjudicador.
En los pliegos de la contratación, los poderes adjudicadores determinarán el objeto
de la contratación facilitando una descripción de sus necesidades y de las características
exigidas para los suministros, las obras o los servicios que hayan de contratarse, y
especificarán los criterios de adjudicación del contrato. Indicarán asimismo qué elementos de
la descripción constituyen los requisitos mínimos que han de cumplir todas las ofertas. La
información facilitada será suficientemente precisa como para que los operadores
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económicos puedan identificar la naturaleza y el ámbito de la contratación y decidir si
solicitan participar en el procedimiento.
El plazo mínimo para la recepción de las solicitudes de participación será de 30 días a
partir de la fecha de envío del anuncio de licitación o, en caso de que se utilice un anuncio de
información previa como medio de convocatoria de la licitación, de la invitación a confirmar
el interés. El plazo mínimo de recepción de las ofertas iniciales será de 30 días a partir de la
fecha de envío del anuncio de la invitación…
Sólo podrán presentar una oferta inicial aquellos operadores económicos
invitados por el poder adjudicador tras su evaluación; y además éste podrá limitar el
número de candidatos aptos que van a ser invitados (art. 29.2 DCP).
La oferta inicial es la base de las negociaciones ulteriores; aunque es posible
que el poder adjudicador se reserve la opción de adjudicar directamente a alguna de
las ofertas iniciales, expresándolo así en el anuncio de licitación o en la invitación a
confirmar el interés (art. 29.4).
En ningún caso se negociarán los requisitos mínimos ni los criterios de
adjudicación (art. 29.3). Es decir: se negocia sobre la base de los requisitos mínimos
y de los criterios de adjudicación; a partir de su cumplimiento.
Tal como viene siendo lícito, los procedimientos de licitación con
negociación podrán realizarse en fases sucesivas, a fin de reducir el número de
ofertas que haya que negociar, aplicando los criterios de adjudicación especificados
en el anuncio de licitación, en la invitación a confirmar el interés o en otro
documento de la contratación. Para ello, esta opción deberá ser indicada por el
poder adjudicador en el anuncio de licitación, en la invitación o en algún otro
documento de la contratación (art. 29.6).
Finalmente, cuando el poder adjudicador piense concluir las negociaciones,
informará a los licitadores restantes y establecerá un plazo común para la
presentación de ofertas nuevas o revisadas. Verificará que las ofertas definitivas se
ajustan a los requisitos mínimos y cumplen lo dispuesto en el artículo 56.1,
evaluarán las ofertas definitivas con arreglo a los criterios de adjudicación y
adjudicarán el contrato de conformidad con los artículos 66 a 69 (art. 29.7). Lo que
no se negociará son las ofertas definitivas: una vez presentadas estas, la
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adjudicación recaerá sobre alguna de ellas, sin que puedan ser modificadas por los
operadores económicos.
Me interesa destacar que la nueva Directiva dota de más contenido
procedimental al negociado. Siempre habíamos apreciado que el negociado carecía
de pautas para el órgano de contratación; no en vano ha solido decirse que es un
procedimiento informal. Ahora la Directiva aumenta notablemente la densidad
procedimental y esas pautas que hemos de observar para desarrollar correctamente
un procedimiento que muchas veces es sospechoso de fraudulento.
D) Diálogo competitivo
El diálogo competitivo mantiene su esencia. En él, la nueva Directiva
menciona expresamente la relación calidad-precio, pues “a petición del poder
adjudicador, se podrán llevar a cabo negociaciones con el licitador que haya presentado la
oferta que presente la mejor relación calidad-precio de acuerdo con el artículo 67, con el fin
de confirmar compromisos financieros u otras condiciones contenidas en la oferta, para lo
cual se ultimarán las condiciones del contrato, siempre que ello no dé lugar a que se
modifiquen materialmente aspectos fundamentales de la oferta o de la contratación pública,
en particular las necesidades y requisitos establecidos en el anuncio de licitación o en el
documento descriptivo, y no conlleve un riesgo de falseamiento de la competencia ni ocasione
discriminaciones” (art. 30.7 DCP).
E) Asociación para la innovación
Este es un nuevo procedimiento de adjudicación, según el cual “cualquier
operador económico podrá presentar una solicitud de participación en respuesta a una
convocatoria de licitación, proporcionando la información para la selección cualitativa que
haya solicitado el poder adjudicador” (art. 31.1 DCP). Esto en cuanto a quiénes pueden
participar. Pero, cuál es la razón de ser de este nuevo procedimiento viene
establecido en el art. 31.2, según el cual “la asociación para la innovación tendrá como
finalidad el desarrollo de productos, servicios u obras innovadores y la compra ulterior de los
suministros, servicios u obras resultantes, siempre que correspondan a los niveles de
rendimiento y a los costes máximos acordados entre los poderes adjudicadores y los
participantes” (art. 31.2).
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Como es lógico, “en los pliegos de la contratación, el poder adjudicador
determinará cuál es la necesidad de un producto, servicio u obra innovadores que no puede
ser satisfecha mediante la adquisición de productos, servicios u obras ya disponibles en el
mercado. Indicará asimismo qué elementos de la descripción constituyen los requisitos
mínimos que han de cumplir todos los licitadores. La información facilitada será lo
suficientemente precisa como para que los operadores económicos puedan identificar la
naturaleza y el ámbito de la solución requerida y decidir si solicitan participar en el
procedimiento” (art. 31.1).
El procedimiento en sí, tiene similitudes con otros ya conocidos (negociado,
diálogo competitivo, restringido). Por ejemplo:
el plazo mínimo para la recepción de las solicitudes de participación
será de 30 días a partir de la fecha de envío del anuncio de licitación;
igual que en el abierto, restringido, diálogo competitivo y licitación
con negociación.
Sólo podrán participar los operadores invitados por el poder
adjudicador tras la evaluación de la información facilitada, y este
podrá limitar el número de candidatos aptos a invitar; igual que en
restringido, diálogo y licitación con negociación.
Puede estructurarse en fases sucesivas; igual que la generalidad de
los procedimientos. La particularidad en este caso consiste en que
dichas fases pueden seguir la secuencia de las etapas del proceso de
investigación e innovación, que podrá incluir la fabricación de los
productos, la prestación de los servicios o la realización de las obras.
La asociación para la innovación fijará unos objetivos intermedios
que deberán alcanzar los socios y proveerá el pago de la retribución
en plazos adecuados (art. 31.2).
Se podrán negociar todas las ofertas, iniciales y ulteriores, pero
nunca la definitiva; y no son negociables los requisitos mínimos ni
los criterios de adjudicación; igual que en licitación con negociación
y diálogo competitivo.
Se trata de un procedimiento dotado de mucha flexibilidad, que en realidad
lo que permite es un amplio uso de la negociación, lo que en realidad proclama la
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Directiva como una de sus líneas principales. Procedimentalmente no me parece
que ofrezca mucho mayor interés, salvo el desarrollo que haga el legislador. Es
también importante tener en cuenta que se trata de un procedimiento cuyo objeto
lo constituyen prestaciones que normalmente no están entre los objetivos de la
mayoría de poderes adjudicadores, sino de aquellos que operan en sectores
innovadores, de investigación, con importante capacidad inversora, etc. Luego
presumo que, al igual que ha ocurrido durante la vigencia de las Directivas de 2004
con el diálogo competitivo, la asociación para la innovación será un procedimiento
que nunca utilicen la mayoría de los poderes adjudicadores españoles.
F) Procedimiento negociado sin publicidad previa
Como es tradicional, se contempla la posibilidad de un procedimiento
negociado sin publicidad para la contratación de obras, servicios y suministros, bajo
la concurrencia de circunstancias concretas y tasadas por la propia DCP.
Esencialmente, los supuestos previstos por el artículo 32 DCP coinciden con los ya
contemplados por la Directiva de 2004. Pero la verdadera cuestión a reflexionar no
es la de los supuestos concretos previstos por la norma; para mi, lo que debe ser
revisado es la posibilidad misma del procedimiento negociado sin publicidad:
cuando las propias normas están fomentando la transparencia y publicidad y la
tecnología permite una convocatoria rapidísima, cada vez tiene menos sentido
defender que se adjudiquen contratos comunes sin promover concurrencia.
Pero en cuanto a los procedimientos de adjudicación, es igualmente
interesante la incursión que hace la nueva DCP en tareas no propiamente
procedimentales, sino preparatorias de la adquisición, con el objetivo de comprar
mejor. Hace tiempo que los profesionales de la contratación hablamos de que no es
suficiente ya ser un experto conocedor de la normativa sobre contratación pública,
sino también ser un buen “comprador público”. Esto exige otra cualificación
distinta a la jurídica y esa línea se refrenda con este tipo de novedades incorporadas
a la DCP. En este sentido, el art. 40 se refiere a las consultas preliminares del
mercado: “antes de iniciar un procedimiento de contratación, los poderes adjudicadores
podrán realizar consultas del mercado con vistas a preparar la contratación e informar a los
operadores económicos acerca de sus planes y sus requisitos de contratación. Para ello, los
poderes adjudicadores podrán, por ejemplo, solicitar o aceptar el asesoramiento de expertos o
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autoridades independientes o de participantes en el mercado, que podrá utilizarse en la
planificación y el desarrollo del procedimiento de contratación, siempre que dicho
asesoramiento no tenga por efecto falsear la competencia y no dé lugar a vulneraciones de los
principios de no discriminación y transparencia”.
Y como ello conlleva riesgos, el art. 41 limita la participación previa de
candidatos o licitadores: “cuando un candidato o licitador, o una empresa vinculada a
un candidato o licitador, haya asesorado al poder adjudicador, sea o no en el contexto del
artículo 40, o haya participado de algún otro modo en la preparación del procedimiento de
contratación, el poder adjudicador tomará las medidas adecuadas para garantizar que la
participación de ese candidato o licitador no falsee la competencia. Estas medidas incluirán
la comunicación a los demás candidatos y licitadores de la información pertinente
intercambiada en el marco de la participación del candidato o licitador en la preparación del
procedimiento de contratación, o como resultado de ella, y el establecimiento de plazos
adecuados para la recepción de las ofertas. El candidato o licitador en cuestión solo será
excluido del procedimiento cuando no haya otro medio de garantizar el cumplimiento del
principio de igualdad de trato. Antes de proceder a dicha exclusión, se dará a los candidatos o
licitadores la oportunidad de demostrar que su participación en la preparación del
procedimiento de contratación no puede falsear la competencia. Las medidas adoptadas se
consignarán en el informe específico previsto en el artículo 84”.
La
Directiva
2014
continúa
enfatizando
la
importancia
de
las
especificaciones técnicas. Importancia tanto porque su rigor influyen en la calidad
de la prestación contratada posteriormente, como porque no deben dar lugar a
discriminación alguna. Y en esta misma línea aparecen ahora las etiquetas (art. 43
DCP): “Cuando los poderes adjudicadores tengan la intención de adquirir obras, suministros
o servicios con características específicas de tipo medioambiental, social u otro, podrán
exigir, en las especificaciones técnicas, en los criterios de adjudicación o en las condiciones de
ejecución del contrato, una etiqueta específica como medio de prueba de que las obras,
servicios o suministros corresponden a las características exigidas, siempre que se cumplan
todas las condiciones siguientes:
a)
que los requisitos aplicables a efectos de la etiqueta se refieran únicamente
a criterios vinculados al objeto del contrato y sean adecuados para definir
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las características de las obras, los suministros o los servicios que
constituyan el objeto del contrato;
b)
que los requisitos aplicables a efectos de la etiqueta se basen en criterios
verificables objetivamente y no discriminatorios;
c)
que las etiquetas se establezcan en un procedimiento abierto y
transparente en el que puedan participar todas las partes implicadas
pertinentes, incluidos organismos públicos, consumidores, interlocutores
sociales, fabricantes, distribuidores y organizaciones no gubernamentales;
d)
que las etiquetas sean accesibles a todas las partes interesadas;
e)
que los requisitos aplicables a efectos de la etiqueta hayan sido fijados por
un tercero sobre quien el operador económico no pueda ejercer una
influencia decisiva.
-
Importante:
-
Los poderes adjudicadores que exijan una etiqueta específica deberán
aceptar todas las etiquetas que confirmen que las obras, suministros o
servicios cumplen requisitos equivalentes a efectos de la etiqueta.
-
Si a un operador económico, por razones que no se le puedan atribuir,
le hubiera resultado manifiestamente imposible obtener la etiqueta
específica indicada por el poder adjudicador o una etiqueta
equivalente dentro de los plazos aplicables, el poder adjudicador
aceptará otros medios adecuados de prueba, como por ejemplo un
expediente técnico del fabricante, a condición de que el operador
económico interesado demuestre que las obras, suministros o
servicios que ha de prestar cumplen los requisitos de la etiqueta
específica o los requisitos específicos indicados por el poder
adjudicador.
-
Cuando una etiqueta cumpla las condiciones descritas como
obligatorias anteriormente, pero establezca igualmente requisitos no
vinculados al objeto del contrato, los poderes adjudicadores no
exigirán la etiqueta como tal, pero podrán definir las especificaciones
técnicas por referencia a las especificaciones detalladas de esa
etiqueta o, en su caso, a partes de estas, que estén vinculadas al objeto
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del contrato y sean adecuadas para definir las características del
objeto del contrato.
Y la misma importancia y papel similar juegan los informes de pruebas,
certificación y otros medios de prueba (art. 44 DCP): “Los poderes adjudicadores
podrán exigir que los operadores económicos proporcionen un informe de pruebas de un
organismo de evaluación de la conformidad o un certificado expedido por un organismo de
este tipo como medio de prueba de la conformidad con los requisitos o los criterios
establecidos en las especificaciones técnicas, los criterios de adjudicación o las condiciones
especiales de ejecución.
Importante:
- “Cuando los poderes adjudicadores exijan la presentación de certificados
establecidos por un organismo de evaluación de la conformidad determinado, los
certificados de otros organismos de evaluación de la conformidad equivalentes
también deberán ser aceptados por los poderes adjudicadores”.
-
“Los poderes adjudicadores deberán aceptar otros medios de prueba
adecuados que no sean los contemplados en el apartado 1, como un
expediente técnico del fabricante, cuando el operador económico de que se
trate no tenga acceso a dichos certificados o informes de pruebas ni la
posibilidad de obtenerlos en los plazos fijados, siempre que la falta de acceso
no pueda atribuirse al operador económico de que se trate y que este
demuestre que las obras, suministros o servicios que proporciona cumplen los
requisitos o criterios fijados en las especificaciones técnicas, los criterios de
adjudicación o las condiciones de ejecución del contrato”.
Y mención especial por su importancia, me merece el tratamiento que la DCP
2014 hace de la división de contratos en lotes (art. 46). En esta cuestión, hay para
mí un cambio de rumbo. A partir de la nueva Directiva, la regla general es la libertad
para dividir el objeto del contrato en lotes, y hay que justificar la decisión contraria;
todo ello guiado hacia el objetivo de facilitar el acceso de las PYMES a los contratos
públicos. De este modo, “los poderes adjudicadores podrán optar por adjudicar un
contrato en forma de lotes separados, y podrán decidir el tamaño y el objeto de dichos lotes.
Excepto en el caso de los contratos cuya división resulte obligatoria en virtud del apartado 4
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del presente artículo (a establecer por los Estados, el paréntesis es mío), los poderes
adjudicadores indicarán las principales razones por las cuales han decidido no subdividir en
lotes. Dicha decisión se incluirá en los pliegos de la contratación o en el informe específico al
que se refiere el artículo 84”.
A efectos de un mayor reparto de los contratos públicos entre distintos
operadores económicos, la Directiva permite todas estas posibilidades:
1. Los poderes adjudicadores precisarán, en el anuncio de licitación o en la
invitación a confirmar el interés, si las ofertas pueden presentarse para uno, varios
o todos los lotes.
2. Los poderes adjudicadores estarán facultados para limitar el número de
lotes que puedan adjudicarse a un solo licitador, incluso en el caso de que se puedan
presentar ofertas para varios o todos los lotes, siempre que en el anuncio de
licitación o en la invitación a confirmar el interés se indique el número máximo de
lotes, siempre que en el anuncio de licitación o en la invitación a confirmar el
interés se indique el número máximo de lotes por licitador. Los poderes
adjudicadores indicarán en los pliegos de la contratación los criterios o normas
objetivos y no discriminatorios que se proponen aplicar para determinar qué lotes
serán adjudicados, en caso de que la aplicación de los criterios de adjudicación
pueda dar lugar a que un solo licitador se le adjudique un número de lotes superior
al máximo indicado.
3. Los Estados miembros (no los poderes adjudicadores directamente, este
paréntesis es mío) podrán disponer que, en caso de que pueda adjudicarse más de
un lote al mismo licitador, los poderes adjudicadores estén facultados para
adjudicar contratos que combinen varios lotes o todos los lotes cuando dichos
poderes hayan especificado, en el anuncio de licitación o en la invitación a
confirmar el interés, que se reservan dicha posibilidad, y hayan indicado los lotes o
grupos de lotes que puedan combinarse.
2.2.- Criterios:
Art. 67 DCP. Criterios de adjudicación del contrato.
1.- “Sin perjuicio de las disposiciones legales, reglamentarias o administrativas
nacionales relativas al precio de determinados suministros o a la remuneración de
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determinados servicios, los poderes adjudicadores aplicarán, para adjudicar los contratos
públicos, el criterio de la oferta económicamente más ventajosa”.
2.- “La oferta económicamente más ventajosa desde el punto de vista del poder
adjudicador se determinará sobre la base del precio o coste, utilizando un planteamiento que
atienda a la relación coste-eficacia, como el cálculo del coste del ciclo de vida con arreglo al
artículo 68, y podrá incluir la mejor relación calidad-precio, que se evaluará en función de
criterios que incluyan aspectos cualitativos, medioambientales y/o sociales vinculados al
objeto del contrato público de que se trate. Dichos criterios podrán incluir, por ejemplo:
a) la calidad, incluido el valor técnico, las características estéticas y funcionales, la
accesibilidad, el diseño para todos los usuarios, las características sociales, medioambientales
e innovadoras, y la comercialización y sus condiciones;
b) la organización, la cualificación y la experiencia del personal encargado de
ejecutar el contrato, en caso de que la calidad del personal empleado pueda afectar de
manera significativa a la ejecución del contrato, o
c) el servicio posventa y la asistencia técnica y condiciones de entrega tales como la
fecha de entrega, el proceso de entrega y el plazo de entrega o el plazo de ejecución.
…/…
2.3.- Mayor flexibilidad en el uso de la negociación
Se considera que los procedimientos que permiten la negociación con
publicidad previa han demostrado su eficacia para celebrar contratos con empresas
u ofertas transfronterizas. En cambio, dados sus efectos perjudiciales sobre la
competencia, los procedimientos negociados sin publicación previa de anuncio de
licitación, deben utilizarse únicamente en circunstancias excepcionales. En
cualquier caso, el procedimiento de licitación con negociación debe ir acompañado
de salvaguardias adecuadas que garanticen la observancia de los principios de
igualdad de trato y de transparencia.
En particular, los poderes adjudicadores deben indicar con antelación los
requisitos mínimos que caracterizan la naturaleza del procedimiento, los cuales no
deben ser alterados en las negociaciones. Los criterios de adjudicación y su
ponderación deben permanecer estables a lo largo de todo el procedimiento y no
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deben ser objeto de negociación, con vistas a garantizar la igualdad de trato para
todos los operadores económicos (Considerandos 42, 45 y 50 Directiva 2014/24/UE).
2.4.- Asociación para la innovación
En el ámbito de los procedimientos de contratación, destaca también la
novedad de la asociación para la innovación, como fórmula a utilizar “cuando las
soluciones ya disponibles en el mercado no puedan satisfacer una necesidad en relación con
el desarrollo de productos, servicios u obras innovadores y la adquisición ulterior de los
suministros y servicios u obras resultantes”.
En tal caso, la asociación para la innovación supone un procedimiento de
contratación específico que permite a los poderes adjudicadores establecer dicha
asociación a largo plazo con el objetivo de desarrollar la solución innovadora y la
posterior adquisición de los nuevos productos, servicios u obras resultantes,
siempre que estos se ajusten a un nivel acordado de prestaciones y de costes, sin
necesidad de acudir a un nuevo procedimiento de contratacion para la adquisición.
El Anteproyecto de Ley de Contratos del Sector Público (2015) dedica, como
es natural, mucha atención y muchos artículos a los procedimientos de
adjudicación. El catálogo de ellos y su regulación no difieren esencialmente de la
Directiva, como también es natural. Voy a comentar aquí sólo algunas cuestiones
que me parecen destacables, teniendo en cuenta que se trata sólo de un
Anteproyecto, por ahora. Se generaliza la sustitución inicial de la documentación de
los licitadores por una declaración responsable (art. 140 APLCSP), si bien con un
contenido más detallado por parte de la Ley. De ese contenido, destaco algo que, en
mi opinión, debería ser obligatorio en la actualidad: “la designación de una dirección de
correo electrónico en que efectuar las notificaciones, que deberá ser “habilitada” de
conformidad con lo dispuesto en la disposición adicional decimoquinta, en los casos en que el
órgano de contratación haya optado por realizar las notificaciones a través de la misma. Esta
circunstancia deberá recogerse en el pliego de cláusulas administrativas particulares”.
Se establece una regulación aún más extensa y compleja de los criterios de
adjudicación. Es lógico, pues son la clave de la adjudicación. Pero también es cierto
que los operadores necesitamos mayor claridad por parte del legislador a la hora de
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implantar conceptos como los del coste o ciclo de vida de las prestaciones a
contratar.
Desde un punto de vista estrictamente práctico y realista, destaco que por
primera vez, la Ley de Contratos se refiere a los servicios dependientes del órgano
de contratación con relación a determinadas actuaciones de trámite. Esto disipa
dudas para los funcionarios, pues hasta ahora sólo se atribuían actuaciones al
propio órgano o a la mesa de contratación, cuando en realidad muchos actos de
trámite son y deben ser realizados por los servicios técnicos (administrativos, en
realidad) por agilidad y porque son más propios de ellos (notificaciones,
requerimientos…).
Se prevé, por fin, un procedimiento abierto simplificado, tras décadas de
demanda por quienes nos dedicamos a la contratación administrativa.
Respecto del procedimiento negociado, se avanza en la regulación de su
contenido; esto es, se va dotando de más contenido legal a la negociación. Y esto era
también una necesidad, porque la negociación no es una operación bien asumida
por los órganos de contratación en España, y necesitamos más pautas legales para
desarrollar tales procedimientos con cierta seguridad (no olvidemos la desconfianza
que pesa sobre toda la contratación pública en general, sobre los procedimientos
negociados en particular, y sobre los gestores públicos que los desarrollamos).
En este sentido, tiene interés el siguiente mandato del art. 167.5 APLCSP, que
no hace más que seguir fielmente lo establecido por el artículo 29.3 DCP: “Los órganos
de contratación, en su caso, a través de los servicios técnicos de ellos dependientes,
negociarán con los licitadores las ofertas iniciales y todas las ofertas ulteriores presentadas
por éstos, excepto las ofertas definitivas a que se refiere el apartado octavo del presente
artículo, que éstos hayan presentado para mejorar su contenido y para adaptarlas a los
requisitos indicados en el pliego de cláusulas administrativas particulares y en el anuncio de
licitación, en su caso, y en los posibles documentos complementarios, con el fin de identificar
la oferta económicamente más ventajosa.
No se negociarán los requisitos mínimos de la prestación objeto del contrato ni
tampoco los criterios de adjudicación”.
Y destaco también muy positivamente que el APLCSP transcribe la Directiva
(art. 29.4), al establecer que “los órganos de contratación que así lo hubiesen advertido en
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el anuncio de licitación en el pliego, podrán adjudicar el contrato sobre la base de las ofertas
iniciales sin que medie negociación” (art. 167.9 APLCSP).
3) La incidencia de las normas sobre transparencia en los procedimientos de
adjudicación
Como ya he adelantado, acaso la más reciente influencia sobre los
procedimientos de adjudicación (en realidad, sobre toda la contratación pública) es
la ejercida por las leyes sobre transparencia. En mi opinión, además, esa influencia
ha sido muy acertada en orden a una de las principales preocupaciones de los
ciudadanos: la corrupción en la gestión del dinero público a través de la
adjudicación de contratos. Traigo aquí unas reflexiones publicadas con el expresivo
título de “publicidad, por fin, para los procedimientos negociados”.
Pues si, por fin: publicidad y concurrencia. Porque al menos yo, cada día que
pasaba comprendía menos por qué las leyes siguen reservando un amplio espacio
para la existencia de procedimientos negociados sin publicidad. Desde que se
generalizó la utilización del perfil de contratante tras la LCSP (2007), es difícil
mantener que la gran mayoría de los procedimientos negociados que se tramitan,
que lo son por tener un valor estimado inferior al umbral que fija la norma (200.001
€ en el caso de obras, y 60.001 en los demás contratos), no gocen de publicidad y
baste con solicitar oferta al menos a tres empresarios capacitados. Actualmente, con
eso último el órgano de contratación cumple con la legalidad vigente; y a partir de
eso todo el debate que queramos, pues la cuestión lo admite.
La recién publicada Ley 1/2014, de 24 de junio, de Transparencia Pública de
Andalucía (BOJA núm. 124, de 30 de junio), incorpora una Disposición adicional
séptima, titulada “Transparencia en los procedimientos negociados sin publicidad”, que
responde a esta opinión (al menos a la mía), y lo hace sin paliativos, en unos
términos muy claros (dicho esto a reserva, siempre, de lo que los juristas podemos
llegar a complicar cualquier precepto claro): “Las personas y entidades incluidas en el
artículo 3 de esta ley deberán publicar en su perfil del contratante, simultáneamente al envío
de las solicitudes de ofertas a las que se refiere el artículo 178.1 del texto refundido de la Ley
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de Contratos del Sector Público, aprobado por Real Decreto Legislativo 3/2011, de 14 de
noviembre, un anuncio, al objeto de facilitar la participación de otros posibles licitadores.
Las ofertas que presenten los licitadores que no hayan sido invitados no podrán
rechazarse exclusivamente por dicha circunstancia”.
La Ley andaluza 1/2014 contiene otras medidas en materia de contratación.
Explícitamente, su artículo 15.a) añade nuevas obligaciones de publicar información
acerca de la actividad contractual, con gran exhaustividad; e incluso la publicación
estadística relativa a los tipos de procedimientos utilizados. Eso si, respecto de los
contratos menores se permite que la publicación sea trimestral. Es de agradecer este
último detalle, pero habría sido mejor que antes de aprobar el precepto, se
coordinasen las múltiples obligaciones de publicidad que ya existen y que se solapan
por referirse a contenidos parecidos o idénticos: Ministerio de Economía, Cámara de
Cuentas, Unión Europea…
El paso dado ahora por la ley andaluza me parece bueno, y en una parte, en
cuanto al segundo párrafo de aquella D.A. séptima, eleva a ley lo que ya aplicábamos
por doctrina de la JCCA. Porque el órgano consultivo había concluido que la
solicitud de participación y la presentación de ofertas en un procedimiento
negociado sin publicidad por parte de empresarios no invitados previamente por el
órgano de contratación, obliga a éste a formular invitación, en el primer caso, y a
aceptar la oferta en el segundo, siempre que las mismas hayan sido presentadas en
tiempo hábil, considerado el estado del procedimiento, y reúnan los demás
requisitos precisos para ser tomadas en consideración (informe 33/09, de 1 de
febrero de 2010).
Indudablemente, la convocatoria pública de los procedimientos negociados
redunda en la concurrencia, en la igualdad de oportunidades para los empresarios y,
a la postre, en unas mejores condiciones de los contratos que celebra la
Administración. Esto no es ningún descubrimiento brillante, pero ha tenido que ser
una coyuntura de crisis institucional la que ha obligado a que el legislador actúe:
más vale tarde que nunca, o a la fuerza ahorcan (que cada uno se quede con el
refrán que prefiera, o con los dos, pues no son excluyentes). Desazona un poco la
prolongadísima vacatio legis, pues su disposición final quinta establece que la ley
entrará en vigor al año de su publicación en el BOJA; y que las entidades locales
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andaluzas dispondrán de un plazo máximo de dos años, desde la entrada en vigor de
la Ley 19/2013, de 9 de diciembre, para adaptarse a las obligaciones contenidas en
esta ley. Contrasten este lapso (que suena a moratoria), por ejemplo, con la entrada
en vigor al día siguiente de la LRSAL (mandato más virtual que efectivo), y
tendremos una muestra más del disloque normativo en que vivimos.
Pues bien, la ley de contratos no había dado este paso hasta ahora, a pesar de
ser un desarrolladísimo texto, especializado en los procedimientos de adjudicación y
modificado para su mejora en incontables ocasiones. Y tampoco lo han hecho las
Directivas europeas, que son las que realmente tiran de un convoy en el que el
derecho nacional hace mucho tiempo que va remolcado. Basta leer las recientes
Directivas sobre contratación pública, publicadas el pasado mes de marzo, para
quedarse con las ganas de encontrar en el procedimiento negociado sin publicidad
esta verdadera medida para favorecer la concurrencia. Es cierto que el negociado
por razón de la cuantía (el más frecuente, repito) es un invento español no previsto
en aquellas normas europeas (aparece, que yo sepa, en la guía práctica de
contratacion de la Comisión), pero la evolución expansiva de estas les hace llegar
cada vez a detalles menores de la contratación, y a este podrían haber llegado con
más justificación que a otros.
Retomando una idea anterior, actualmente, con el uso generalizado del perfil
de contratante, publicar la convocatoria para presentar oferta a un contrato no
supone dificultad ni tiempo alguno. Siendo así, y mirando a la legislación nacional,
¿por qué no había obligado hasta ahora a esta publicidad? Y para no culpar siempre
a otro nivel de gobierno o administración, es cierto que esta publicidad siempre ha
podido hacerla voluntariamente cada poder adjudicador (como de hecho se están
contratando todos los contratos menores por algunas entidades, redundando no
sólo en concurrencia sino en mejores condiciones para la Administración
compradora), ¿por qué tampoco se hace? Pues que cada uno formule su propia
respuesta, pues aunque es fácil pensar inmediatamente en la falta de voluntad y en
alguna medida sirve de respuesta, también es cierto que la publicidad generalizada
de todos los negociados plantea algunas otras dificultades “técnicas” que merecen
consideración.
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Y es que, aunque el paso es bueno y muy conveniente, no puede ser el único
porque los procedimientos de adjudicación son un complejo sistema en el que han
de encajar muchos elementos. Por eso, en mi opinión, a la próxima ley de contratos
(cuya cuenta atrás ya se ha iniciado para los legisladores nacionales de la Unión) le
sigue quedando mucho terreno para emplearse a fondo. Porque la publicidad de la
generalidad de las convocatorias está bien, pero debe acompañarse de algunos
ajustes.
Por ejemplo, tratándose de contratos muy comunes, pensemos en
suministros corrientes u obras sencillas, la convocatoria en el perfil puede propiciar
la concurrencia de un número elevado de empresarios, excesivo para un
procedimiento negociado; más aún ahora que se admite la participación con la mera
aportación de una declaración responsable (aunque la nueva Directiva sobre
contratación pública, 2014/24/UE, art. 56.2, ciñe a los procedimientos abiertos la
posibilidad de examinar las ofertas antes de comprobar los criterios de selección y
la inexistencia de motivos de exclusión, y algo tendrá que decir sobre esto la futura
ley nacional). Eso conlleva dificultades de gestión administrativa que hay que
considerar: la carga burocrática de un procedimiento negociado sin publicidad es
muy inferior a la de un procedimiento abierto (bien es cierto que no sería la misma,
pues por ejemplo, se puede prescindir de la intervención de mesa de contratación),
y en alguna medida ambas cargas comenzarían a aproximarse. Con el dato añadido
de que el número de procedimientos negociados es muy elevado.
Por otra parte, y desde el importante punto de vista conceptual, no es viable
desarrollar una negociación con muchos empresarios. Pensemos que hubiera que
negociar con tantos empresarios como concurren a un procedimiento abierto; esto
no sólo es imposible materialmente, sino que tampoco encaja con las más
elementales técnicas de negociación.
La reflexión anterior me lleva a la última que quiero dejar apuntada. Con un
alto número de empresarios concurrentes a un procedimiento negociado, lo más
operativo es la adjudicación bajo criterios sencillos: objetivos exclusivamente, o
casi. Pero eso choca con otro de los límites del procedimiento negociado, pues
abundan desde hace años las sentencias, resoluciones, informes, etc., que dejan
claro que el procedimiento negociado, por definición, exige negociación, y no debe
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convertirse en lo que hace ya tiempo el profesor MORENO MOLINA denominaba
“mini-subastas”. Y, por otro lado, determinados contratos (los muy estandarizados
como los que he mencionado) y determinados valores estimados (por ejemplo, los
que actualmente legitiman el procedimiento negociado por razón de la cuantía),
deberían poder adjudicarse en atención casi exclusiva al precio. Por eso, y utilizando
aquí una terminología desenfadada, tal vez lo que necesitamos es la “legalización”
de una “mini-subasta” para ciertos casos. Es decir, un procedimiento simplificado,
abreviado o con parecida denominación, propuesto desde hace mucho tiempo por
GIMENO FELIÚ (y ensayado ya en Aragón merced a ley autonómica, y en Navarra
gracias a ley foral). Un procedimiento que parta de la publicidad que le damos a un
abierto, pues resulta sencillo y rápido con el perfil según he dicho; que participe de
la simplicidad procedimental del negociado sin publicidad, pues acorta mucho los
trámites y plazos; y cuya adjudicación pueda decidirse en atención a criterios
sencillos y preferiblemente objetivos, lo que supone también seguridad jurídica y
agilidad.
La necesidad de un procedimiento con estas o parecidas características es,
como digo, una demanda antigua entre nosotros. Quizás esta nueva obligación legal
de Andalucía es un elemento que coadyuva a evidenciarla. Repito que la obligatoria
publicación de los procedimientos negociados es un buen paso, también necesario,
que no debía esperar más, aunque precise otros ajustes en el sistema de
adjudicación de contratos públicos. De alguna manera, este avance dado en pro de la
transparencia, hace más perentoria la incorporación legal de un procedimiento de
adjudicación más ágil y sencillo que los ordinarios.
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