21094 caja agraria en liquidación

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República de Colombia
Corte Suprema de Justicia
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA
SALA DE CASACIÓN LABORAL
CLARA CECILIA DUEÑAS QUEVEDO
Magistrada Ponente
SL8165-2014
Radicación No. 41683
Acta No. 21
Bogotá, D.C., dieciocho (18) de junio de dos mil
catorce (2014).
Se resuelve el recurso de casación interpuesto por
EFRAÍN FLÓREZ OCHOA, contra la sentencia proferida
por la Sala Laboral del Tribunal Superior del Distrito
Judicial de Antioquia, el 19 de mayo de 2009, en el
proceso promovido por el recurrente contra C. I. FLORES
LOS SAUCES S.A.
Radicado n° 41683
Se acepta el impedimento del Magistrado Dr. JORGE
MAURICIO BURGOS RUÍZ, conforme a lo dispuesto por la
causal
primera
del
artículo
150
del
Código
de
Procedimiento Civil.
I.
ANTECEDENTES
Efraín Flórez Ochoa demandó a la sociedad C.I.
Flores los Sauces S.A., para que de manera principal “se
reconozca la vigencia del contrato de trabajo desde el despido hasta
la fecha de la sentencia y con posterioridad a ésta” en razón a que
la demandada no dio cumplimiento a lo previsto por el
parágrafo 1º del art. 29 de la L. 789/2002 que modificó el
artículo 65 del C.S.T. Subsidiariamente, pide que sea
condenada a pagarle la indemnización por despido injusto
contemplada en el art. 6º de la L. 50/1990; indemnización
por enfermedad profesional con culpa patronal; perjuicios
materiales y morales; la indexación de valores adeudados
y las costas procesales.
En sustento de sus pretensiones, refirió que a través
de un contrato de trabajo a término indefinido, prestó sus
servicios a la demandada desde el 22 de abril de 1985 al
10 de julio de 2003; que desempeñó el cargo de celador
armado nocturno; que devengaba un salario mensual
correspondiente
a
la
suma
de
$1.000.000;
que
la
demandada tenía su propio sistema de vigilancia privada y
que el 26 de mayo de 2003 le comunicaron que a partir
2
Radicado n° 41683
del 4 de julio de la misma anualidad iniciaría labores en el
cultivo.
Agregó que con la anterior decisión la empresa
pretendió desmejorarle el salario y las condiciones de
trabajo, lo cual afectaba su estabilidad laboral; igualmente
precisó que por órdenes impartidas por el jefe de personal,
capacitó a cuatro celadores de una compañía de seguridad
privada, quienes asumirían su cargo y el de otros tres
compañeros
más,
circunstancia
que
le
generó
una
alteración mental, pues «su mente estaba alterada y divagando
sobre su estado futuro, su salario, sus deudas, sus obligaciones
familiares, su esposa, que pasaría con su vida, que sería de su
estabilidad laboral».
Expuso que el 2 de junio de 2003 se presentó a
laborar y el jefe de personal le pidió que se presentara ante
el gerente de la empresa; que en la oficina de gerencia se
le comunicó que pasaba al turno de día para ejercer
labores
en
el
cultivo,
ante
lo
cual
expresó
su
inconformidad, pues con un salario mínimo no podría
cumplir con sus obligaciones financieras y familiares; que
los representantes de la demandada contestaron: «Esté
tranquilo que le damos todos los domingos y festivos, y horas extras,
para que el salario no se le rebaje, y llamamos al banco para que le
amplíen el plazo de la deuda, descanse hoy y mañana empezamos a
trabajar».
3
Radicado n° 41683
Dijo que pensó que lo habían despedido y procedió a
golpear la mesa, perdió el control de su mente y «sin poder
autodeterminarse por si (sic) mismo, agarró por la camisa al jefe de
personal y lo soltó luego, destruyó algunas cosas de la oficina y salió
de allí con la ayuda de NELSON RODRIGUEZ (sic) OSORIO, empleado
de la empresa que procuró calmarlo»; que al llegar a su casa,
maltrató a su esposa; señaló también que en la clínica le
diagnosticaron una alteración mental, «y lo remitieron
inmediatamente para el hospital San Juan de Dios de la Ceja (clínica
de tratamientos especializados en neurología, en donde fue internado
por espacio de 24 días)».
Adujó que el 10 de julio de 2003, la empresa lo
despidió de manera unilateral y sin justa causa; que la
accionada le desmejoró las condiciones de trabajo lo cual
le generó una «alteración de la mente y el estado físico, psilógico
(sic), y emocional.»; que fue objeto de presiones indebidas por
parte de la empleadora, que le ocasionaron un estado de
depresión, «que provocó la pérdida de su control físico y mental, y
que le generó una enfermedad profesional de la cual requiere
tratamiento permanente.» (fls. 1 a 23).
C.I.
Flores
los
Sauces
S.A.,
precisó
que
en
cumplimiento del D. 356/1994, el que prevé que el
servicio de vigilancia debe estar a cargo de «personas
jurídicas de vigilancia privada y no a cargo de los particulares», se
vio obligada a cambiar su propio sistema de vigilancia,
ante lo cual y en aras de proteger la estabilidad laboral del
actor -quien desempeñaba el cargo de vigilante- y no despedirlo
4
Radicado n° 41683
con el consecuente pago de la indemnización a que tuviese
derecho, se le dijo que no se preocupara, que continuaría
vinculado a la compañía en el área de cultivo; propuesta
que para nada le gustó al demandante, tanto así que
reaccionó de manera violenta y con agresión física al
gerente de
la empresa, hecho este
que
motivó
la
terminación del vínculo laboral con justa causa; señaló
también que jamás ejerció presión alguna sobre el
demandante ni tiene culpa en su presunta enfermedad.
En su defensa propuso las excepciones de indebida
integración del litisconsorcio por pasiva; prescripción;
causa
legal
de
la
terminación
del
contrato;
pago;
inexistencia de la obligación; compensación e inexistencia
de culpa.
II.
LA SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA
Con sentencia del 23 de febrero de 2009, el Juez
Laboral del Circuito de Rionegro, Antioquia, absolvió a C.I.
FLORES LOS SAUCES S.A., de todas las pretensiones
incoadas en su contra por EFRAÍN FLÓREZ OCHOA. Se
abstuvo de imponer costas en la instancia.
III.
LA SENTENCIA DEL TRIBUNAL
Llegado el proceso a la segunda instancia por
apelación de la parte demandante, el ad quem mediante la
sentencia recurrida en casación, confirmó la del a quo, e
igual que éste, se abstuvo de imponer costas en la alzada.
5
Radicado n° 41683
En lo que interesa al recurso extraordinario de
casación, manifestó que el actor cumplió con su deber
probatorio al demostrar el despido, con lo cual la carga de
la
prueba
para
acreditar
la
justeza
del
mismo
correspondía a la demandada, quien efectivamente así lo
hizo, en tanto la testigo JUDY NORELLA TORO precisó
que el contrato de trabajo del actor fue cancelado «…por
agresión física y verbal al gerente y al jefe de recursos humanos de la
empresa en una reunión en la oficina de la gerencia»; igual lo hizo
el señor NELSON RODRÍGUEZ OSORIO quien manifestó
que «se encontraba en una oficina colindante con la de gerencia y
escuchó que la secretaria salió gritando y pidiendo auxilio, por lo cual
procedió a dirigirse allí a coger a EFRAIN (sic) para controlar los
ánimos»; lo mismo dice la señora MIRIAN STELLA ARIAS
HENAO, quien indicó que «el motivo de terminación del contrato
de trabajo del demandante fue la agresión que éste le propinó al
gerente».
Asimismo y luego de reproducir el último parágrafo
del artículo 7º del Decreto 2351 de 1965, consideró que el
traslado del actor no obedecía a un capricho de la
empresa, sino a la obligación legal de ajustar el cuerpo de
vigilancia –D. 356/1994-, razón por la cual la demandada le
presentó una alternativa de trabajo en aras de respetarle
su estabilidad laboral, esto es, no hubo desmejora o
vulneración de sus derechos «o por lo menos no existe ninguna
prueba idónea al interior del expediente que establezca tal afirmación
en forma certera por lo tanto estando el trabajador en situación de
dialogar y llegar a un consenso con los superiores de la empresa
6
Radicado n° 41683
decidió
extralimitase
en
su
comportamiento
agrediéndolos
y
violentándolos de manera incontrolable, siendo esta una actuación
bastante desproporcionada con respecto a la decisión tomada por la
entidad».
Igualmente precisó el Tribunal, que la propuesta
perfectamente podía generarle sentimientos encontrados y
de alteración en su sistema psíquico, tal como lo
manifestó el médico de la junta regional de calificación de
invalidez; sin embargo, «el comportamiento agresivo y violento
hacía sus superiores, tal como lo indica el mismo libelo demandatorio
y lo acepta el señor FLOREZ (sic) OCHOA en su interrogatorio de
parte, no puede, ni debe ser en forma alguna tolerado por el
accionado estoicamente, toda vez que en su accionar se insiste, no
hubo ánimo persecutorio, por el contrario se tomo (sic) su tiempo entre
la fecha del aviso y la de iniciación de las nuevas labores,
precisamente con el fin de no generar un trauma, ni una desmejora de
las condiciones del peticionario».
Aseveró también que el actuar de la accionada estuvo
acorde con lo establecido en la cláusula 8ª del contrato de
trabajo, según la cual «las partes pueden convenir que el trabajo
se preste en lugar distinto del inicialmente contratado, siempre que
tales traslados no desmejoren las condiciones laborales o de
remuneración del trabajador, o implique perjuicios para él. (…) El
trabajador se obliga a aceptar los cambios de oficio que decida el
empleador dentro de su poder subordinante, siempre que se respeten
las condiciones laborales del trabajador y no se les causen perjuicios.
Todo ello sin que se afecte el honor, la dignidad, los derechos mínimos
al trabajador, de conformidad con el artículo 23 del Código Sustantivo
del Trabajo (…)».
7
Radicado n° 41683
Explicó que el artículo 62 del CST, contempla como
justa causa para dar por terminado el contrato de trabajo
por parte del empleador «Todo acto de violencia, injuria, malos
tratos o grave indisciplina en que incurra el trabajador en sus labores,
contra el patrono, los miembros de su familia, el personal directivo o
los compañeros de trabajo»; y que los comportamientos del
actor constituyen «móviles o causas para dar por terminado el
contrato de trabajo con justa causa».
Consideró también que si bien es cierto la alteración
síquica del accionante se dio, ello no justifica su conducta,
razón por la cual la demandada podía conforme a la ley,
dar por terminado el contrato de trabajo en forma
unilateral y con justa causa.
Aseguró igualmente que el dictamen emitido por la
Junta Regional de Calificación de invalidez de Antioquia,
indica que el actor posee una pérdida de la capacidad
laboral del 35,60%, la que es de origen común y con fecha
de estructuración el 22 de septiembre del año 2005, esto
es, con mucha posterioridad a la terminación del vínculo
laboral. Asimismo, señaló que efectuado el traslado del
dictamen, el apoderado judicial de la parte actora solicitó
su aclaración, lo objetó por error grave e indicó que
presentaría
un
estudio
neurológico
que
informe
al
Despacho las secuelas de la enfermedad que padece el
demandante.
8
Radicado n° 41683
Aclaración que efectivamente la rindió la Junta
Regional de Calificación de Invalidez de Antioquia, en la
que
precisó
que
no
presenta
variación
alguna
el
porcentaje, ni el origen de la pérdida de la capacidad
laboral, además informó que para una depresión mayor se
requiere de cierta predisposición, sin que sea posible que
un único evento como lo fue el cambio de la situación
laboral genere la enfermedad; que dicha decisión la objetó
el apoderado judicial del actor «por error grave frente al
dictamen, solicitando que como prueba de la objeción se nombre un
médico psiquiatra».; que el a quo, mediante providencia
debidamente notificada, no le dio trámite a esa objeción,
guardando el demandante absoluto silencio, «sin que sea
esta la indicada para solicitar las pruebas de la objeción que declaró
el A quo improcedente».
Finalmente, concluyó que la terminación unilateral
del vínculo laboral se realizó de manera legal y justa, dado
que al actor no se le vulneró su derecho al trabajo ni a la
estabilidad laboral, como tampoco se excedió el ius
variandi “o por lo menos ello no fue probado en debida forma por la
parte actora, siendo ella (sic) su obligación.”.
IV.
EL RECURSO EXTRAORDINARIO
Pretende la parte demandante que la Corte «CASE» la
sentencia recurrida, para que, en sede de instancia,
revoque la del a quo y, en su lugar, condene a la
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Radicado n° 41683
demandada al pago de «Indemnización por despido injusto.
Indemnización por enfermedad profesional con culpa patronal.
Indemnización de perjuicios materiales y morales. Indexación de los
valores adeudados. Sobre costas decidirá como corresponda».
Con fundamento en la causal primera de casación
formuló dos cargos, que no fueron replicados, los cuales y
en el orden que fueron propuestos se proceden a estudiar.
V.
PRIMER CARGO
Está formulado en los siguientes términos:
Por la vía directa se acusa el fallo impugnado por aplicación indebida
de los artículos: 4° de la Ley 776 de 2002, 62, 64 y 216 del Código
Sustantivo del Trabajo, los dos primeros modificados por el 7° del (sic)
2351 de 1965 y por el 28 de la Ley 789 de 2002, respectivamente;
artículos 60, 61 y 145 del Código Procesal del Trabajo y de la
Seguridad Social; 74 y 77 del Código de Procedimiento Civil. Artículos
6°, 17 y 21 del decreto (sic) 356 de 1994 (Estatuto de Vigilancia y
Seguridad Privada); artículos 1502 y 1504 del Código Civil. Artículos
29 y 53 de la Carta Política (fl.13).
Señala que la anterior violación se produjo como
consecuencia de haber incurrido en los siguientes yerros
fácticos:
1. Dar por demostrado, sin estarlo, que la sociedad
demandada estaba ‘«obligada legalmente a cambiar el
cuerpo de vigilancia como lo requieren las normas
privadas que regulan la materia”’.
2. No dar por demostrado, estándolo, que al
demandante le fue cambiado su contrato de trabajo en
10
Radicado n° 41683
cuanto a la labor y en cuanto a la jornada de trabajo
mediante decisión unilateral de la entidad empleadora
desmejorándole notoriamente su salario.
3. Dar por demostrado, sin estarlo, que no obedeció a
‘“su amaño o capricho”’ el cambio de labor y jornada a
que sometió la empleadora al demandante.
4. Dar por demostrado, sin estarlo, que ante el cambio
de labor y jornada el demandante estuvo ‘“en situación
de dialogar y llegar a un consenso con los superiores
de la empresa”’.
5. Dar por demostrado, sin estarlo, que
‘“decidió conscientemente extralimitarse
comportamiento”’ frente a los superiores de la
‘“agrediéndolos
y
violentándolos
de
incontrolable”’.
el actor
en su
empresa
manera
6. Dar por demostrado, sin estarlo, que ‘“el empleador,
fue requerido para ajustar su sistema de vigilancia
según las nuevas disposiciones que se dictaron para
regular la materia, específicamente el Decreto 356 de
1994”’ y que para ello necesariamente tenía que
cambiarle al actor su labor y su jornada de trabajo.
7. No dar por demostrado, estándolo, que
demandante es inimputable frente a los hechos
descontrol mental que protagonizó frente a
superiores de la empresa ante la inminencia
cambio de su labor y jornada de trabajo.
el
de
los
del
8. Dar por demostrado, sin estarlo, el consentimiento
del demandante en ‘“el comportamiento agresivo y
violento hacia sus superiores”’ ante la inminencia del
cambio de su labor y jornada de trabajo.
9. Dar por demostrado, sin estarlo, que ‘“los
comportamientos de la empresa accionada se ajustan
perfectamente a lo establecido en la cláusula octava
del contrato de trabajo que milita a folio 38...”’.
10. Dar por demostrado, sin estarlo, que ‘“los
comportamientos desatados por el actor”’, constituyen
‘“móviles o causas para dar por terminado el contrato
de trabajo con justa causa”’.
11
Radicado n° 41683
11. Dar por demostrado, sin estarlo, que el actor
incurrió conscientemente en violencia, injuria, malos
tratos o grave indisciplina contra el patrono, los
miembros de su familia, el personal directivo o los
compañeros de trabajo.
12. Dar por demostrado, sin estarlo, que la alteración
síquica del actor ‘“de manera alguna justifica la
conducta cometida”’.
13. Dar por demostrado, sin estarlo, que el despido del
demandante fue legal y justo.
14. No dar por demostrado, estándolo, que la entidad
demandada violentó los derechos al trabajo y a la
estabilidad laboral del demandante y se excedió en el
ius variandi.
15. No dar por demostrado, estándolo que la entidad
empleadora demandada actuó con negligencia al exigir
del demandante la aceptación pasiva del cambio de
jornada y labor con la consecuente desmejora salarial
demostrando abuso y total indiferencia frente a los
evidentes perjuicios que causaba al actor tanto de tipo
económico como laboral, sociológico y sicológico.
16. No dar por demostrado, estándolo, que esa actitud
negligente y abusiva de la demandada referida en el
numeral que antecede causó al demandante insomnio
durante varios días y ‘“un estado de paranoia y
depresión profunda distorsionando su realidad y
perdiendo por ende su juicio ejecutivo.”’
17. No dar por demostrado, estándolo, que la reacción
violenta del demandante ante su superior que le
notificaba el cambio de jornada y labor en el trabajo
‘“se debió a una condición de estrés agudo y un
trastorno depresivo ansioso”’, lo cual alteró el juicio
ejecutivo y racional. Que su actuación violenta ‘“en
ningún caso puede tomarse como una reacción propia
y natural… la alteración de su juicio ejecutivo era
evidente ante la condición de estrés agudo a la que
venía siendo sometido”’.
18. No dar por demostrado estándolo que la
enfermedad mental padecida por el actor desde el 03
de junio de 2003 es una enfermedad profesional.
12
Radicado n° 41683
19. No dar por demostrado, estándolo, que existe
relación de causalidad entre la enfermedad mental
padecida por el actor y el exceso en el ius variandi, el
abuso y total indiferencia de la demandada frente a
los evidentes perjuicios que causaba al actor tanto de
tipo económico como laboral, sociológico y sicológico al
someterlo al cambio de labor y de jornada laboral.
20. No dar por demostrado, estándolo, que la
enfermedad mental que aqueja al demandante por
culpa de la entidad empleadora demandada, le causó
perjuicios materiales y morales, tales como la pérdida
del 35% de su capacidad laboral, la pérdida de su
empleo,
la
imposibilidad
de
cumplir
sus
responsabilidades como jefe de familia y la penosa
situación de verse ante el mundo como un hombre
disminuido mentalmente, siempre sujeto al tratamiento
psiquiátrico y a la ingestión de droga siquiátrica.
21 Dar demostrado (sic) sin estarlo que el ius variandi
incidió en la causa del despido.”.
Como pruebas y piezas procesales erróneamente
apreciadas, enlista la demanda y su contestación; los
documentos de folios 38, 45, 61 y 189 del expediente; la
calificación de la enfermedad mental padecida por el
demandante; el documento de folio 46; el contrato de
trabajo; constancias de sustitución patronal; orden de la
demandada al actor con fecha 26 de mayo de 2003
«manifestándole su decisión unilateral de cambiarle su labor y su
jornada laboral a partir del 4 de julio de 2003»; carta de despido;
liquidación definitiva del contrato; confesiones de la
demandada en el interrogatorio de parte; objeciones
formuladas por el apoderado del demandante a la
calificación de la enfermedad mental padecida por el actor;
decisiones judiciales de folios 200 a 201 y 215 a 217;
testimonios de Judy Norella Toro Mejía, Nelson Rodríguez
13
Radicado n° 41683
Osorio, Mirian Stella Arias Henao, Jorge de Jesús Gómez
Soto y Consuelo Salazar Valencia.
De la misma manera, la censura dice que el Tribunal
no valoró la historia clínica, el documento de folios 35 y 36
con los resultados de la evaluación médica y laboral del
demandante relacionada con la enfermedad mental que le
sobrevino como consecuencia del cambio de labor y de
jornada; el certificado médico de egreso; constancias del
crédito adquirido por el demandante con la Caja Social de
Ahorros; constancia médica sobre el actor del 19 de
septiembre de 2003 y el dictamen que evalúa los
perjuicios sufridos por el demandante.
En la demostración del cargo manifiesta, que si el
Tribunal estableció que el actor se encontraba en estado
de alteración síquica y de trastorno depresivo mayor al
momento en que agredió a los representantes de la
empresa que le notificaron el cambio de labor y de
jornada, debió revocar el fallo absolutorio del a quo.
Arguye también que el dictamen de la Junta Regional
de Calificación de Invalidez de Antioquia, muestra la
pérdida del control mental que padeció, a partir del 3 de
junio de 2003, lo que conllevó a su hospitalización «desde
esta misma fecha hasta el 18 de junio, fecha a partir de la cual
continuo incapacitado por 25 días más»; que esa Junta indicó
que al hospitalizarlo presentó durante 15 días cambios de
comportamiento, llanto y risas inmotivadas, que hablaba
14
Radicado n° 41683
incoherencias
y
presentaba
agresividad;
que
le
suministraron droga y fue remitido a consulta siquiátrica
permanente; que la «EVALUACIÓN MÉDICA Y LABORAL»,
refuerza el análisis de la Junta Regional.
Continúa su argumentación, al señalar que:
Las pruebas de folios 38, 44 y 45 demuestran que al
actor se le exigió el cambio de la labor contratada de
“celador” para las “labores de cultivo”, y se le despidió
el 10 de julio de 2003, sin haberlo escuchado en
descargos, aduciendo la empresa los hechos del 03 de
junio de 2003, cuando el demandante se hallaba en el
estado de descontrol mental que le llevó a la clínica en
esa misma fecha; por tanto no fueron interpretados
acertadamente por el sentenciador toda vez que no
tuvo en cuenta ni la violación del derecho de defensa
en el acto del despido, ni el estado de descontrol
mental del trabajador en los actos que se le señalan
como motivo de la terminación del contrato de trabajo.
(fl. 19).
Insiste en que la reacción violenta del actor ocurrió
por encontrarse desequilibrado, en estado de descontrol
mental y por ende inimputable.
Agrega que no existe prueba alguna que demuestre
que la accionada hubiera sido requerida para ajustar su
sistema de vigilancia, pues únicamente lo adujo en la
respuesta a la demanda y al responder el interrogatorio de
parte; que «para ello no era menester contratar con una empresa de
vigilancia; bien hubiera podido proceder como lo indican los artículos
2°, 6° numeral 1°, 17, 21 y 22 del mismo Decreto; y para hacerlo ya
había contado con nueve (9) años completos transcurridos desde la
vigencia del Decreto 356 del 11 de febrero de 1994»
15
Radicado n° 41683
Finalmente alude al dictamen de la Junta Regional
de Calificación de Invalidez para explicar que en este se
calificó su enfermedad como de origen común, pero estima
que ella es de estirpe profesional, pues se originó por el
trato de la empleadora que le cambió su jornada y labor,
circunstancia que le impediría cumplir con su obligaciones
financieras y familiares; que lo “obligaba a los cincuenta y tres
años de edad a acostumbrarse a la jornada de trabajo diurna y en
una labor para él desconocida. (…).”.
VI.
El
CONSIDERACIONES DE LA CORTE
fundamento
de
la
decisión
absolutoria
del
Tribunal consistió en que si bien es cierto la alteración
síquica del actor existió, la misma en lo absoluto justifica
la conducta cometida por él, por tanto, era dable terminar
el contrato de trabajo, tal como lo contempla el numeral 2º
del art. 62 del C.S.T., tesis que no comparte la censura y
la razón por la cual le atribuye la ilegalidad a la sentencia
recurrida.
Planteado así el asunto y para establecer cuál de las
dos tesis se ajusta a legalidad, la Sala se adentra en el
estudio de las pruebas denunciadas por la censura como
erróneamente valoradas y como dejadas de apreciar, no
sin antes recordar que por disposición expresa del artículo
7° L. 16/1969, sólo tres medios de prueba se reputan
como
calificados,
para
que
sobre
ellos
se
pueda
16
Radicado n° 41683
estructurar eventuales errores de hecho, a saber: el
documento auténtico, la inspección judicial y la confesión
judicial, lo cual significa que si el fallo cuestionado está
soportado en pruebas diferentes a éstas, ora el ataque se
estructura
únicamente
sobre
las
que
no
tiene
tal
connotación, fácil será concluir que el sentenciador de
alzada no incurrió en eventuales yerros fácticos.
1.- En efecto, el dictamen pericial que evalúa los
perjuicios sufridos por el demandante y que aparece a
folios 221 a 230, no tiene el carácter de prueba calificada
en casación laboral y, por ende, no es posible edificar
sobre dicha «pericia», alegaciones conducentes a demostrar
error fáctico alguno
2.- Al mismo tiempo, debe recordarse también que la
prueba testimonial no es calificada en casación laboral,
ésta, igual que la anterior, solo podría estudiarse en la
medida que previamente se demuestre tales yerros con las
pruebas aptas para ello, lo cual no ocurre en este proceso,
de manera que al no darse tal circunstancia es irrelevante
consideración alguna al respecto, por demás, todas las
testimoniales que tuvo en cuenta el Tribunal y que el
ataque las enlista como equivocadamente apreciadas, son
contestes en preciar que el señor EFRAÍN FLÓREZ OCHOA
efectivamente cometió los actos de violencia y malos tratos
en contra de los directivos de la empresa, faltas que a la
postre sirvieron de fundamento para darle por terminado,
con justa causa, el vínculo laboral.
17
Radicado n° 41683
3.- Igualmente, advierte la Sala que la solicitud de
objeción por error grave del dictamen emitido por la Junta
Regional de Calificación de Invalidez de Antioquía, en el
que se indica que la fecha de estructuración de la
invalidez, por enfermedad «común», corresponde al 22 de
septiembre de 2005, esto es, dos años después de
ocurridos los hechos que motivaron el despido del
trabajador, le fue denegada al actor en la primera
instancia, sin que éste hubiese recurrido tal decisión en la
oportunidad procesal pertinente, tal y como lo precisó el
Tribunal, hace inviable en sede de casación, determinar si
la enfermedad era de origen profesional, como lo sostiene
la censura valiéndose tan sólo de un elocuente discurso,
pero sin encontrar soporte probatorio para respaldar su
dicho y desvirtuar la conclusión del Tribunal; razón por la
cual la Sala debe atenerse a lo dicho por la Junta Regional
de Antioquia, quien calificó la enfermedad como de origen
«común» en la fecha señalada, máxime que y como lo dice
la misma junta cuando aclara su dictamen, la sola
propuesta del cambio de actividad, no le podía generar la
enfermedad que padece el señor EFRAÍN FLÓREZ.
4.- De otra parte, de la «EVALUACIÓN MÉDICA Y
LABORAL»,
emitida
por
un
especialista
en
salud
ocupacional con posterioridad a la fecha del despido -10 de
julio de 2003-, y a la cual no se refirió expresamente el
Tribunal, estima la Sala que dicha prueba no modificaría
necesariamente su convencimiento, pues éste en ningún
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Radicado n° 41683
momento desconoció el estado de alteración que tenía el
demandante, dado que fue enfático en señalar que «si bien
es cierto la alteración síquica del actor existió», lo que consideró
fue que la «misma de manera alguna justifica la conducta
cometida», soporte éste que en verdad debió destruirlo la
censura, esto es, demostrar que dicho estado mental hacía
del actor una persona incapaz a la luz del art. 1504 del
CC, lo cual no logra con su discurso la parte recurrente.
5.- Igual situación se predica del examen médico de
egreso, cuya «Fecha de nota de consulta», es del 18 de julio de
2003 y de la constancia médica calendada el 19 de
septiembre de 2003, pues las mismas en lo absoluto
demuestran que la conducta asumida por el trabajador es
justificable.
Por lo demás, encuentra la Sala que la parte
recurrente relaciona el examen de egreso como prueba
equivocadamente apreciada y como no valorada, con lo
cual incurre en un contrasentido, pues no resulta
procedente ni lógico que se denuncie simultáneamente la
equivocada apreciación y la falta de valoración de un
mismo medio de convicción.
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Radicado n° 41683
6.- En lo que corresponde con la foliatura contentiva
de la historia clínica del demandante en papel de fax que
aparece a folio 146 a 152, es totalmente ilegible, razón por
la cual, no es posible emitir pronunciamiento al respecto.
7.- En cuanto a la documental obrante a folios 42 y
44, ésta solamente refleja la proyección de pagos de un
crédito adquirido por el demandante, pero no aporta
ningún elemento de juicio que logre desvirtuar los motivos
en que se fundamentó el Tribunal para tomar la decisión
sobre la existencia de la justa causa, máxime que el
empleador para cuando le propuso el cambio de labor de
vigilancia
para
ir
a
cultivo,
le
ofreció
todas
las
comodidades para que no viera alterada su situación
económica y financiera como lo confiesa el propio
demandante al relatar el hecho 11 de su demanda.
8.- En lo atinente a la carta de despido, ésta no fue
mal apreciada por parte del Tribunal, toda vez que con ella
se tuvo por probado lo único que válidamente es dable
establecer de ese documento, esto es, que la decisión de
dar ruptura al contrato de trabajo provino del empleador y
que éste alegó una justa causa.
Recapitulando, debe reiterarse que el fallador de
segunda instancia en ningún momento desconoció el
estado de descontrol mental que aduce el censor, lo que
consideró, fue que el comportamiento agresivo y violento
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Radicado n° 41683
desplegado contra sus superiores, no podía tolerarse por
la demandada, puesto que en su actuar no hubo ánimo
persecutorio y que si bien la alteración síquica existió, ella
no justifica la conducta violenta asumida por el actor.
Tesis
que
está
en
completa
armonía
con
la
jurisprudencia de esta Sala de Corte, basta para ello citar
la sentencia del 2 de marzo de 2009, radicación 30911, en
la que se sostuvo lo siguiente:
Esta Sala de la Corte, en reiteradas ocasiones, se ha
pronunciado sobre los hechos que configuran la simple
indisciplina del trabajador, que, en principio, no es
motivo para terminar el contrato con justa causa y su
diferencia con las injurias o malos tratamientos, que sí
lo son, como lo asentó en la sentencia del 22 de marzo de
1985, en donde dijo lo que a continuación se transcribe:
El concepto trascrito distingue claramente los actos de
violencia, injuria y malos tratamientos, de la indisciplina. Es
suficiente que el trabajador, en el cumplimiento de sus
labores, ejecute actos de violencia, injuria o malos
tratamientos en contra de las personas que señala la
norma, para que el patrono pueda terminar el contrato
con justa causa. En cambio, no todo acto de indisciplina
autoriza la rescisión del contrato, sino únicamente el que
ostente el carácter de grave.
La distinción no es causal (sic). Es evidente que la violencia,
la injuria y los malos tratamientos, por sí solos alteran
los fundamentos mismos de la organización de la
empresa; (…)
No debe perderse de vista que la surgida del contrato de
trabajo es una relación que, dadas las diferentes obligaciones y
facultades que surgen para el empleador y para el trabajador y
el papel que cada uno de ellos cumple en el desarrollo del
contrato, se caracteriza por estar esos sujetos de la relación
contractual en la necesidad de relacionarse permanentemente,
de tal suerte que exista entre ellos una permanente
comunicación, que no es extraño que en algunas oportunidades
se presente en condiciones de tensión.
21
Radicado n° 41683
Aún cuando es claro que las partes deben tratarse con respeto
y consideración y que el artículo 56 del Código Sustantivo del
Trabajo le impone al trabajador un deber de obediencia, ello no
impide que exprese sus opiniones con firmeza o, incluso, que
formule críticas a las conductas o actuaciones del empleador o
de su representantes, relacionadas con la prestación de sus
servicios, pues, como lo ha explicado esta Sala de la Corte, no
puede considerarse que el trabajador sea totalmente ajeno a la
marcha de la actividad económica de la empresa y, en
particular, de las labores relacionadas con las funciones que
deba cumplir.
Por esa razón, tiene derecho a emitir sus apreciaciones sobre
las instrucciones y órdenes que se le den y, en general, sobre la
forma como se le esté exigiendo el trabajo que se comprometió a
ejecutar, ya que “si bien en desarrollo de la subordinación
propia de toda relación laboral, es deber de los trabajadores el
acatar las órdenes e instrucciones que le impartan sus
superiores jerárquicos dentro del marco obligacional del
contrato, por ser el empleador quien en principio asume los
riesgos, no es menos cierto que ese postulado debe
acomodarse al sentido común, al conjunto de tales
obligaciones y especialmente al deber de colaboración
que le incumbe a las partes en todo vínculo jurídico”. (…)
Importa por ello traer a colación el criterio expuesto por la Sala
en la sentencia del 21 de abril de 2004, radicación 20721, en la
que en un caso de contornos similares al presente, esto dijo:
“Es que no puede confundirse, como al parecer lo hace el
recurrente, la firmeza y el sentido de la dignidad con la
grosería y el insulto. (…).” (El resaltado es de la Sala).
De conformidad con la línea jurisprudencial que se
transcribe en precedencia, advierte la Corte que el
trabajador está habilitado para formular reclamos al
empleador por conductas que él estime irregulares o
ilegales, pero debe hacerlo en forma que no implique «acto
de violencia, injuria, malos tratamientos o grave indisciplina», pues
de ser así, su conducta, como ocurrió en el caso bajo
estudio, puede configurar la justa causa de terminación
del contrato de trabajo prevista en el numeral 2º literal a)
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Radicado n° 41683
del art. 7º del D. 235l/1965, que fue precisamente lo
establecido por el sentenciador de
primer grado y
confirmado por el Tribunal.
Ahora bien, al margen de entrar a determinar si el
empleador tenía o no razón para cambiar la labor del actor
en cumplimiento de lo dispuesto por el D. 356/1994, que
exige que las labores de vigilancia de una empresa deben
ser desempeñadas por compañías de vigilancia, esa
circunstancia no justifica la conducta adoptada por el
demandante quien desbordó claramente los límites del
respeto
debido
a
sus
superiores,
al
asumir
comportamientos inadecuados e irrespetar, agredir y
maltratar al directivo de la empresa demandada.
De acuerdo con lo expuesto en precedencia, para la
Sala no resultan desacertadas las conclusiones del ad
quem, al determinar que «estando el trabajador en situación de
dialogar y llegar a un consenso con los superiores de la empresa
decidió
extralimitarse
en
su
comportamiento
agrediéndole
y
violentándose de manera incontrolable, siendo esta una actuación
bastante desproporcionada con respecto a la decisión tomada por la
entidad” y “Si bien es cierto la alteración síquica del actor existió, la
misma
de
manera
alguna
justifica
la
conducta
cometida,
encontrándose el empleador avalado por la ley para proceder a
finiquitar en forma unilateral el vínculo contrato.», conclusiones
que se mantienen incólumes por cuanto ninguno de los
medios probatorios denunciados logran desvirtuarlas.
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Radicado n° 41683
Las consideraciones que preceden, son suficientes
para concluir que el Tribunal no incurrió en alguno de los
veintiún yerros fácticos enlistados por la censura, razón
por la cual el cargo está llamado a la improsperidad.
VII.
SEGUNDO CARGO
Está formulado en los siguientes términos:
Por la vía directa se acusa el fallo del Tribunal de violar en el
concepto de infracción directa los artículos 1502 y 1504 del
Código Civil, y aplicación indebida de los artículos 6° numeral
1, 17 y 21 del Estatuto de Vigilancia y Seguridad Privada,
Decreto 356 del 11 de febrero de 1994; violaciones legales que
le llevaron a la aplicación indebida del artículo 62 del Código
Sustantivo del Trabajo, modificado por el artículo 7° del Decreto
2351 de 1965 y a la infracción directa del artículo 64 ibídem,
modificado por el 6 de la Ley 50 de 1990 y por el 28 de la Ley
789 de 2002.
En la demostración del cargo expresa que existe
contradicción en los razonamientos del Tribunal, ya que si
admitió la alteración síquica del recurrente cuando
ocurrieron los hechos que motivaron el despido, «forzoso era
que lo hubiera exonerado de toda responsabilidad por falta de
capacidad legal para incurrir conscientemente en los actos que se le
imputan».
Asevera igualmente, que aun si se aceptara que no se
le violentaron los derechos al trabajo y a la estabilidad
laboral y que no fue excedido el ius variandi, esos hechos
no desvirtúan la alteración síquica y el trastorno depresivo
mayor que padecía al momento de las circunstancias que
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Radicado n° 41683
motivaron el despido; que a la luz de los art. 1502 y 1504
del CC, una persona trastornada mentalmente carece de
capacidad para consentir y para incurrir en acto del que
puedan derivarse consecuencias jurídicas.
Afirma que el Tribunal aplicó indebidamente el D.
356/1994 por darle alcances que no contempla, pues en
éste no se le exige a ninguna empresa cambiar el cuerpo
de vigilancia; que por el contrario, «sus artículos 6° numeral 1,
17 y 21, prevén la continuidad del servicio de vigilancia por los
mismos trabajadores de la empresa».
VIII. CONSIDERACIONES DE LA CORTE
Como el cargo está dirigido por la vía directa, se
acepta como supuesto fáctico incontrovertible el hecho de
que «el actor posee una pérdida de la capacidad laboral del 35,60%
de origen común estructurada el 22 de septiembre del año 2005 y que
tiene
como
enfermedad
base
el
trastorno
depresivo
mayor»,
conclusión a la cual arribó el Tribunal luego de analizar el
dictamen proferido por la Junta Regional de Calificación
de Invalidez de Antioquia.
Corolario de lo anterior, la parte recurrente para
endilgarle al Tribunal la violación de los artículos 1502 y
1504 del CC, tenía en primer lugar que demostrar que la
fecha de estructuración de la invalidez causada por
«trastorno depresivo mayor» ocurrió el 03 de junio de 2003,
fecha en que el actor cometió los actos de violencia contra
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Radicado n° 41683
sus superiores y no el 22 de septiembre de 2005, como lo
dictaminó la Junta de Calificación de Invalidez de
Antioquia, ataque que sólo podía lograrlo por la vía de los
hechos, no del puro derecho; por demás y como se dejó
precisado al despachar el primer cargo, tal acometido
estuvo llamado al fracaso.
Ahora bien, resulta verdad que el Tribunal al
sustentar su decisión, aceptó la existencia de la alteración
psíquica del actor, pero fue enfático en precisar que dicha
alteración era entendible dada la nueva situación laboral
del actor, la que sin duda le generaba «sentimientos
encontrados», que en momento alguno pueden justificar el
comportamiento
agresivo
y
violento
para
con
sus
superiores, conclusión ésta que no es caprichosa, mucho
menos violatoria de los art. 1502 y 1504 del CC, como lo
afirma la censura, toda vez que la misma fue plenamente
respaldada por lo dictaminado por la Junta de Calificación
de Invalidez de Antioquia, la que al efecto precisó:
Vale la pena agregar que una sola situación considerada como
estresante, como la presentada por el paciente, no se puede
considerar como la causante de un trastorno depresivo mayor,
sin que exista un factor predisponente individual porque, si así
fuera, todas las personas al verse en una situación difícil de su
vida y que impliquen cambios importantes, en vez de asumirlos
como se hace generalmente, desencadenarían el mismo
trastorno (Fl. 204 a 205).
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Radicado n° 41683
Quiere decir lo anterior que no toda alteración
psíquica suprime la libre determinación de la voluntad, ni
conlleva necesariamente a que dicha persona no esté en
sano juicio, mucho menos que no pueda conocer y medir
debida y razonablemente las consecuencias de sus actos,
pues para tener certeza que una persona es incapaz por
ser «demente» como dice el art. 1504 del CC, o es una
persona con «discapacidad mental» como lo precisa el par. del
art. 2º de la L. 1306/2009, debe existir plena prueba de
tal alteración, que no la hay en el caso de autos, o por lo
menos no está demostrado que al momento de suceder los
hechos que llevaron a la terminación del contrato de
trabajo, ese cuadro de alteración en su sistema psíquico,
hubiese afectado de manera absoluta las facultades
mentales del actor, o este careciera de lucidez mental para
actuar.
Refuerza lo anterior, la sentencia de la Sala Civil de
esta Corporación del 13 de julio de 2005, Rad. C1100131100211999-09882-01, en la que se precisó lo
siguiente:
De ahí que con relación a los actos jurídicos del demente
no interdicto, la Corte tiene explicado, reiterando
doctrina anterior, que como “no toda enfermedad mental
permite decretar la nulidad de un testamento o de actos
o contratos ejecutados o celebrados por quien la padece”,
con ese propósito se “requiere la prueba de que ‘ha
habido una perturbación patológica de la actividad
psíquica que suprime la libre determinación de la
voluntad’
y
además
que
‘esa
perturbación...fue
concomitante a la celebración del contrato’”, es decir,
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Radicado n° 41683
“deberá acreditarse en forma plena que dicha persona a
la sazón no estaba en su sano juicio porque padecía una
enfermedad mental que no le permitía conocer y medir
debida o razonablemente las consecuencias de su actos”
(sentencia de 25 de mayo de 1976, CLII-171/172).
Acogiendo lo expuesto por Antonio Rocha, en el mismo
antecedente se agregó que “‘la doctrina y los jueces se
muestran más renuentes a anular por incapacidad mental un
testamento que un contrato, porque el testador, cuando se
discute el testamento no puede comparecer ya a defender su
voluntad. Pero ni en uno ni en otro caso, basta la duda
sobre la demencia, sino como en toda sentencia
condenatoria se requiere la plena prueba’ (De la prueba en
derecho, 5ª Ed. Bogotá 1967, pág. 601). En idéntico sentido se
expresa la Corte en sentencia del 2 de junio de 1942 (LIII, pág.
613)”. (Se resalta).
Finalmente, no resulta verdad que el num. 1º del art.
6, 17 y 21 del D. 356/1994, previeran «la continuidad del
servicio de vigilancia por los mismos trabajadores de la empresa.»,
como lo afirma la parte demandante, antes por el
contrario, lo que las mismas preceptivas establecen es que
dicho
servicio
debe
ser
prestado
por
empresas
especializadas en vigilancia, que no lo es la demandada,
quien está dedicada al cultivo de flores; más aún, si la
censura quería controvertir el alcance dado por el Tribunal
a estas preceptivas, debió encausar el alcance por
interpretación errónea de las mismas, nunca por la
aplicación indebida.
Con todo y como se dijo al despachar el primer cargo,
al margen de entrar a determinar si el empleador tenía o
no razón para cambiar la labor del actor en cumplimiento
de lo dispuesto por el D. 356/1994, esa circunstancia no
justifica la conducta adoptada por el demandante, quien
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Radicado n° 41683
desbordó claramente los límites del respeto debido a sus
superiores, al asumir comportamientos inadecuados e
irrespetar, agredir y maltratar al directivo de la empresa C.
I. FLORES LOS SAUCES S.A.
Sin más consideraciones, fácil es concluir que el
cargo está llamado a la improsperidad.
Sin costas en el recurso extraordinario, dado que no
hubo réplica.
En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de
Justicia, Sala de Casación Laboral, administrando justicia
en nombre de la República de Colombia y por autoridad de
la ley, NO CASA la sentencia proferida el 19 de mayo de
2009, por la Sala Laboral del Tribunal Superior del
Distrito
Judicial
de
Antioquia,
dentro
del
proceso
promovido por EFRAÍN FLÓREZ OCHOA contra C. I.
FLORES LOS SAUCES S.A.
Costas como se indicó en la parte motiva.
Cópiese, notifíquese, publíquese, insértese en la Gaceta
judicial y devuélvase al Tribunal de origen.
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RIGOBERTO ECHEVERRI BUENO
Presidente
ELSY DEL PILAR CUELLO CALDERÓN
CLARA CECILIA DUEÑAS QUEVEDO
GUSTAVO HERNANDO LÓPEZ ALGARRA
LUIS GABRIEL MIRANDA BUELVAS
CARLOS ERNESTO MOLINA MONSALVE
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