El`autor`delprimer ochomil

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CARLOS SORIA:
LOGROS Y RETOS
Picos a los 65
Everest a los 76. El Eve-
rest es una montaña
de récords: el más
joven, el más rápido,
la primera pareja..., y
también el de más
edad. Según el registro
de Explorersweb, Min
Bahadur Serchan, de
Nepal, coronó el pico
más alto del mundo en
mayo del 2008, a los
76 años. Un día después, consiguió la misma hazaña un japonés,
Yuichiro Miura, de 75.
El K2 a los 65. Y Carlos
Soria es el escalador
de más edad en ascender otra de las cimas
más emblemáticas y
exigentes: el K2 (8.611
metros), en el 2004 y
a los 65 años.
61 ASCENSIONES
Hasta el pasado mes
de noviembre, se contabilizaron 61 ascensiones a montañas de
más de 8.000 metros
por parte de personas
que han superado la
barrera de los 65
años, según las estadísticas del alemán
Eberhald Jurgalski que
recoge en un informe
el geógrafo y alpinista
Pedro Nicolás.
Cho Oyu. Es el pico
ascendido más veces,
en concreto 19, por
personas de más de
65 años; en segundo
lugar está el Everest
(18 veces), y después,
el Manaslu (11).
Con oxígeno. De las
citadas 61 ascensiones,
la mayoría, 53, se han
culminado utilizando
oxígeno embotellado.
LA VANGUARDIA 39
T E N D E N C I A S
DOMINGO, 13 MARZO 2011
Siete cimas
A los 70 años completó
su proyecto de subir las
siete cumbres más altas
de los siete continentes
Los ochomiles pendientes
Este año intentará el Lhotse y el Dhaulagiri;
el que viene, el Kangchenjunga, y en el
2013, el Annapurna
El último
El primero
El pasado otoño,
a los 71 años,
coronó el Manaslu
A los 51 años consiguió
su primera montaña de
más de ocho mil metros,
el Nanga Parbat
Josep Manuel Anglada coronó en 1974 el Annapurna
El ‘autor’ del primer
ochomil
U
R. M. BOSCH Barcelona
n año después
de que Carlos
Soria intentara
por primera vez
el Manaslu, Josep Manuel
Anglada y sus compañeros
de cordada Jordi Pons y
Emili Civis se convertían
en los primeros alpinistas
españoles que coronaban
un ochomil, el Annapurna
Este (8.026 metros). A las 9
de la noche del 28 de abril
de 1974, Josep Manuel Anglada, de 42 años, pisaba la
cima y tras disfrutar de la
vista que permitía una luna
casi llena, el grupo emprendió el descenso hasta los
7.600 metros, donde hicie-
mos dos años preparando
la expedición; buscando patrocinadores, tramitando
los permisos e informándonos sobre la ruta. Entonces
no era como ahora, que vas
a una librería especializada
y encuentras cartografía y
guías, a mí me sirvieron de
mucho los consejos que me
dio años antes mi amigo
Lionel Terray [integrante
de la expedición que por
primera vez llegó a la cima
de un ochomil, el Annapurna, en 1950]”. Otro asunto
peliagudo era la financia-
TRIBUNA
Ferran Latorre
Himalayista
no lograron hacer cima.
Sus expediciones al Himalaya, al Karakorum y a
Sudamérica se prolongaban durante tres meses.
Además de escalar y abrir
nuevas rutas cultivaba otra
de sus pasiones, viajar. Ahora, sigue manteniendo una
intensísima actividad viajera y deportiva, al margen
de los ochomiles. Acaba de
regresar de los Dolomitas,
donde cada año va a esquiar; practica espeleología, escalada, barranquismo y senderismo junto a su
A sus 77 años,
escala, practica
la espeleología,
el barranquismo
y el senderismo
ron vivac. En el campo base les esperaban el resto de
la expedición y un ejército
de 200 porteadores, además de seis sherpas. Eran
otros tiempos.
“Llegamos sin oxígeno,
por una vía nueva, y no tuvimos ningún accidente grave, aunque los sherpas que
nos tenían que ayudar a cargar el material hasta los
campamentos avanzados
nos dejaron, se quedaron
en el campo base porque tenían miedo a los aludes”,
cuenta Anglada, de 77
años, en su casa del
Eixample barcelonés.
“Estuvi-
Josep Manuel Anglada sigue escalando
ción de la aventura, que se
resolvió con la ayuda de algún patrocinador y la venta
de 7.000 postales a 100 pesetas cada una.
La de Anglada se trataba
de una expedición a la
antigua usanza: los alpinistas y los 200 porteadores
emplearon 19 días en llegar
al campo base desde la
ciudad nepalí de Pokara y
con una carga de 7.000 kilos. El Annapurna fue el
primer y último ochomil;
aunque se enroló en la
primera expedición catalana
al Everest,
J.M.A
mujer, Elizabeth Vergés,
también escaladora. Estos
días está ultimando un viaje a India para Semana Santa; en verano hará senderismo en Colombia y en otoño
en el Himalaya.
Empezó a aficionarse al
alpinismo en Gran Bretaña
y Alemania, países en los
que estudió comercio e
idiomas de los 14 a los 20
años. Luego regresó para
trabajar en la empresa familiar dedicada a la venta de
productos de herboristería
y también al papel. Y tuvo
tiempo para inventar y patentar el tanka, un dispositivo para trabar material de
montaña.c
¿QUÉ OPINA DE SUBIR
OCHOMILES A LOS 70 AÑOS?
www.lavanguardia.es/participación
Una actitud
vital admirable
E
l proceso de cambios en el que se
ha visto involucrado el mundo del
alpinismo durante las últimas décadas, ha provocado también una
cierta normalización del himalayismo clásico. Para decirlo de otra manera, se ha producido un aterrizaje suave de lo que otrora era
una actividad extrema: la de conquistar los
ochomiles por sus rutas normales. Las cumbres más altas siguen siendo objeto de deseo
y conquista, y en este contexto de universalización transversal, han entrado en juego
unos nuevos protagonistas: los alpinistas de
edades avanzadas. A priori nos podría parecer una veleidad temeraria, pero conociendo personalmente algunos de esos casos
–en particular, el de Carlos Soria–, creo que
se trata de una actitud vital admirable.
Primero deberíamos situar las cosas en su
lugar. Escalar algunas de las grandes montañas por su ruta normal ha dejado de ser una
actividad extrema. Ello no quiere decir que
esté exenta de momentos muy duros y difíciles y que no siga supeditada a los avatares
caprichosos de la incertidumbre. Es más, subir a según qué ochomiles sigue considerándose un actividad notable. Pero en cualquier caso esas montañas han dejado de ser
patrimonio exclusivo de los mejores, y aho-
Más que una temeridad,
es una bonita alegoría
de quien desea seguir aferrado
a la vida con las botas puestas
ra cada cual puede plantearse la ascensión a
su medida. Hay quien escogerá un itinerario
técnicamente difícil, en un estilo ligero y
comprometido; una actividad reservada para los grandes alpinistas. Pero también hay
espacio para ascensiones más conservadoras, en estilo clásico, por rutas normales y
en compañía de otras expediciones. Para estos casos, se necesita una buena condición
física, experiencia y criterio, y sobre todo capacidad de sufrimiento e ilusión. Ninguna
de estas facultades caduca de una manera
determinante con la edad. Quizás la más crítica, la de la forma física, podría albergar algunas dudas. Pero no son necesarias ni la explosividad ni la rapidez; es más, la capacidad de aclimatación a la altura, un factor mucho más determinante, no parece que disminuya especialmente con la edad. Otra valoración merecen las cuestiones médicas, pero
ahí, cada uno conoce sus limitaciones.
Queda por lo tanto la ilusión como factor
por encima de todos los demás. Pitágoras decía que el hombre es mortal por sus temores
e inmortal por sus deseos. Ahuyentado el temor excesivo por la experiencia, por la serenidad y por la enorme ilusión de hombres
como Soria, queda el deseo vital de seguir
conquistando las grandes montañas. Y en su
justa medida, más que una temeridad, es
una bonita alegoría de quien desea seguir
aferrado a la vida con las botas puestas.
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