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LAS CERÁMICAS IBÉRICAS CON DECORACIÓN
ESTAMPILLADA DEL CERRO DE LA CRUZ
(ALMEDINILLA, CÓRDOBA)
Iberian Iron Age pottery with stamped decoration from the settlement at Cerro de la Cruz
(Almedinilla, Córdoba)
MÓNICA CAMACHO CALDERÓN *, LUISA M. SALDAÑA PUENTES *,
FERNANDO QUESADA SANZ *
RESUMEN
Presentamos un catálogo, análisis y estudio cronológico y espacial de las cerámicas ibéricas
con decoración estampillada procedentes del poblado ibérico del Cerro de la Cruz (Almedinilla), uno de los muy pocos en Andalucía excavados en extensión. Procedentes normalmente
de niveles superficiales y muy fragmentadas, al contrario de lo que es normal en las estancias
de este poblado destruido violentamente hacia 141 a.C., es posible que estas piezas formen
parte de una fase ligeramente más antigua al nivel de destrucción y con vinculaciones con el
área de Jaén e incluso la Submeseta Sur.
Palabras clave: Cultura Ibérica, Cerámica, Decoración estampillada.
ABSTRACT We present a detailed catalogue, analysis and chronological study of the pottery with stamped decoration from the excavations at the Iberian Iron Age settlement at Cerro de la Cruz
(Almedinilla, Córdoba). These pieces have usually been found in superficial strata and are
usually very fragmentary shards, in striking contrast with the usual pattern of almost complete
pottery vessels found in the different buildings from the this site, violently destroyed c. 141
BC. It is possible that these productions are part of a slightly earlier chronological phase of
the site, and that they have connections with the region of Jaén to the Northeast, and even
with the Southern Meseta of the Iberian Peninsula.
Key words: Iberian Iron Age, Pottery, Stamped decoration.
* Departamento de Prehistoria y Arqueología, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Autónoma
de Madrid, Campus de Cantoblanco, 28049 Madrid. [email protected]
Trabajo realizado en el marco del Proyecto de Investigación “Resistencia y asimilación: la implantación
romana en la Alta Andalucía. Estudio y musealización del Cerro de la Merced y Cerro de la Cruz (Córdoba)
y su territorio” (HAR2013-43683-P), dentro del Programa Estatal de Fomento de la Investigación Científica y Técnica de Excelencia del MINECO. Se agradecen sus observaciones a los evaluadores anónimos
designados por la Revista.
Fecha de recepción: 15-1-2015. Fecha de aceptación: 20-2-2015.
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MÓNICA CAMACHO CALDERÓN, LUISA M. SALDAÑA PUENTES y FERNANDO QUESADA SANZ
INTRODUCCIÓN
El Cerro de la Cruz es un importante oppidum ibérico ubicado en la Subbética.
Forma parte del actual municipio de Almedinilla, en la esquina suroriental de la provincia de Córdoba, lindando ya casi con Granada y Jaén. Es un yacimiento conocido desde
mediados del s. XIX, y contribuyó a la inicial definición de lo ‘ibérico’ (Quesada et al.,
2010). En época moderna ha sido objeto de campañas de excavación en 1985 (Vaquerizo,
1990), 1987 y 1989 (Vaquerizo et al., 2001) y, recientemente, en cuatro campañas sucesivas entre 2006 y 2009, seguidas de varias campañas de estudio de materiales (Muñiz
y Quesada, 2010). La ciudad fue destruida violentamente y abandonada a mediados del
siglo II a.C., lo que ha permitido unas excepcionales condiciones de conservación de
materiales e incluso de esqueletos mutilados de parte de sus habitantes (Quesada et al.,
2014). La amplitud del área excavada (fig. 1), y la excelente conservación de las estructuras, convierten por ahora al Cerro de la Cruz en el mejor exponente de la urbanística
y cultura material de Baja Época Ibérica en Andalucía y uno de los más significativos
de la Península.
ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE LA CERÁMICA ESTAMPILLADA
Entendemos como estampilla cualquier motivo decorativo resultado de la impresión
de un objeto sobre la pasta, bien por un instrumento simple bien por una matriz (Lillo,
1978:12). Hasta el momento no hemos documentado ninguna de estas matrices en las
numerosas estancias del poblado excavadas a nivel de pavimento, lo que por otro lado no
es sorprendente ya que hasta donde sabemos no se ha localizado ninguna en el ámbito
ibérico.
En este trabajo analizaremos conjuntamente las cerámicas con estampillas halladas en
las sucesivas campañas de excavación en el Cerro de la Cruz, algunas publicadas sumariamente sólo con un dibujo, y la mayoría inéditas. No haremos referencia a estampillas
sobre otros soportes, como pesas de telar, que corresponden a otro tipo de fenómeno
(Vaquerizo et al., 2001:216-221).
La investigación sobre cerámica estampillada peninsular ha seguido una trayectoria
relativamente lenta, en especial en el ámbito cultural ibérico. Los primeros trabajos que
muestran una preocupación sobre la cerámica con decoración estampillada se centran
en la zona meseteña y en la castreña del noroeste peninsular, aunque hay algunos meritorios precedentes ibéricos (Ramos, 1958). Si bien es cierto que se trata de un tipo de
decoración porcentualmente escasa en los yacimientos, esto no justifica que apenas fuera
mencionada en las publicaciones antiguas. Algún acercamiento preliminar habría por parte
de ciertos autores (Cura, 1971; 1975; Gual, 1976) para el caso catalán, debido a la necesidad de identificación y diferenciación respecto a la cerámica gris tardorromana. Pero
tendrían que pasar años hasta que a finales de los 70 y principios de los 80 aparecieran
las primeras sistematizaciones sobre las cerámicas estampilladas, en Portugal (Arnaud
y Gamito, 1974-77), en la Meseta (Almagro, 1976-78:fig.17 y 134 ss), o en el Sureste,
en especial con el catálogo general de Lillo (1977-78, 1981). Especial relevancia reviste
para nosotros el único trabajo de conjunto dedicado a la zona andaluza, concretamente en
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LAS CERÁMICAS IBÉRICAS CON DECORACIÓN ESTAMPILLADA DEL CERRO DE LA CRUZ (ALMEDINILLA, CÓRDOBA)
Fig. 1.—Plano de la fase ibérica del Cerro de la Cruz con indicación de los hallazgos de fragmentos con
decoración estampillada en cada sector.
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el Alto Guadalquivir, y uno de los trabajos más completos sobre su problemática (Ruiz
y Nocete, 1981). Estos estudios se han convertido en bases de referencia descriptiva y
tipológica para estudios ulteriores, incluyendo el presente, de cara a clasificar y estudiar
casos concretos.
De este modo, se aprecia cómo a partir de los años 80, el foco de atención se fue
ampliando desde aquellas aéreas que tradicionalmente habían proporcionado más hallazgos —Meseta norte y noroeste peninsular además de Cataluña— a éstas y otras regiones,
con la incorporación de nuevos datos de estampillas sobre cerámicas a torno de cocción
oxidante y aplicaciones estampilladas en Cataluña (De la Pinta, 1986; Álvarez y Conde,
1990), en la zona de Ciudad Real (Fernández y Fonseca, 1985), Valencia (Mata, 1985),
en Cantabria (Bohingas, 1986) o en Extremadura (Rodríguez Díaz, 1989). Hacia los años
noventa del siglo pasado la investigación recibió gran impulso, por un lado con trabajos
concretos como nuevas aportaciones, como los trabajos de De la Pinta (1993) y por otro
con un mayor interés por la producción, la dispersión e influencias, como los trabajos
sobre la zona de Arse (Martí, 1994), o el trabajo de Blanco (1993), en este caso en Coca
sobre la zona vaccea y producciones grises. Asimismo aparece una gran sistematización
de marcas ibéricas, aunque referidas únicamente a contenedores (Mata y Soria, 1997),
junto con toda una serie de publicaciones sobre la zona de Valencia.
En los últimos años siguen publicándose nuevos ejemplos procedentes de diversos
contextos, aunque falta una obra de conjunto. Así, conocemos nuevos materiales de la
región valenciana (Valor et al., 2005) o en Portugal, en este caso sobre cerámica tosca
a torno con motivos de aspas (Sanabria et al., 2013:1258; Mataloto et al., 2014). Sobre
todo se ha publicado un importantísimo repertorio de estampillas figurativas, incluso
antropomorfas con escenas de lucha, que están por completo ausentes en el Cerro de la
Cruz (Fernández Maroto et al., 2007). En la Submeseta Sur, donde el área de Valdepeñas
se parece configurar como un punto nuclear de producción hasta el punto de acuñarse
la expresión ‘tipo Valdepeñas’ (Blasco y Blanco, 2014:13), los trabajos recientes indican
que las estampillas están presentes ya en el siglo IV a.C. perdurando durante todo el
siglo III a.C. al menos (Fernández Maroto et al., 2007:217-219).
Desde el estudio de Ruiz y Nocete de 1981 no se ha publicado un análisis detallado
de la cerámica estampillada en Andalucía; de hecho, los dos estudios fundamentales
sobre la cerámica ibérica y turdetana no le dedican una atención especial, enfrascados
como estaban en su momento en cuestiones tipológicas más globales (Escacena, 1986;
Pereira, 1988). Incluso un estudio detallado de los motivos decorativos omite las estampillas (Escacena, 1986:718-1071), pese a la evidencia de que las estampillas forman parte
integral de la sintaxis decorativa, reservándose espacio, e incluso baquetones engrosados,
para su colocación en la superficie del vaso (Ruiz y Nocete, 1981:376). El único trabajo
reciente específico, y básicamente descriptivo que conocemos sobre la campiña cordobesa
aparece también en estos años (Martínez y Tristell, 1999). Una novedad interesante es la
publicación de fragmentos de cerámicas estampilladas ‘de tipo Valdepeñas’, con modelos
cercanos al Cerro de las Cabezas de dicha localidad, en un contexto de santuario de Jaén,
el del Castellar (Nicolini et al., 2004; Moreno, 2013:405).
Las cerámicas estampilladas constituyen en todos los yacimientos ibéricos del área
cordobesa y jienense un porcentaje muy reducido del total, y los trabajos recientes de
excavación y prospección marcan un panorama similar tanto para el ibérico pleno como
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para la etapa de presencia romana. En el poblado de Castellones de Ceal, cuyo repertorio
cerámico es muy próximo al del Cerro de la Cruz, aunque ligeramente más tardío, las
estampillas no se documentan hasta donde sabemos (Mayoral, 1995). Similar es el caso
de Giribaile en Jaén, y los puntos cercanos de Miralrío 5 y el recinto de La Monaria,
donde las estampillas documentadas sobre recipientes cerámicos presentan motivos que
se encuentran a caballo entre los del área de Ciudad Real y los del Cerro de la Cruz
con perduraciones en época romana (Gutiérrez, 2002:175,223,391-393,402-403). En la
zona granadina las estampillas suponen también una muy escasa proporción del material
en La Puebla de Don Fadrique, con tipos más próximos al área murciana que a la zona
cordobesa (Adroher y López, 2004:129,n.º1). Mirando en dirección contraria, hacia el
oeste, los datos publicados de los estratos ibéricos de Alhonoz, sobre el Genil, donde
la muestra es muy grande, indican una práctica ausencia de estampillas en los niveles
del Ibérico Pleno y Tardío y lo mismo ocurre en otros yacimientos del curso medio del
Genil como Monturque, Écija o Santaella (López, 1999). El panorama es similar en la
campiña (López, 1987) o en la zona del Guadajoz.
En la actualidad la bibliografía o referencias específicas para la zona fronteriza
bastetano-turdetana (Quesada, 2008) sigue siendo muy escasa, así como los estudios de
conjunto que permitan entender la cerámica estampillada de manera global en el ámbito
peninsular, en sus distintas variantes (sobre cerámicas oxidantes y reductoras, su posible
motivación —en el caso de las rosetas por ejemplo— a partir de producciones foráneas
de barniz negro, etc.). Por tanto, un repertorio importante como el del Cerro de la Cruz
de Almedinilla constituye una muy estimable adición a la información disponible.
CLASIFICACIÓN DE LAS ESTAMPILLAS DEL CERRO DE LA CRUZ
Hemos clasificado las estampillas del Cerro de la Cruz en seis tipos básicos con
una serie de variantes menores, atendiendo a unas características formales similares, que
aunque con diferencias estilísticas, entendemos que forman parte del mismo concepto.
La tipología crecedera que ofrecemos a continuación (tabla 1) es propia y responde
exclusivamente a los ejemplares aparecidos hasta ahora en el Cerro de la Cruz. Como
presenta nuevas variantes y matices distintos en la ordenación, establecemos las pertinentes
equivalencias con el trabajo fundamental sobre las estampillas del ámbito andaluz (Ruiz
y Nocete, 1981) (tabla 2). También se han tenido en cuenta los criterios clasificatorios
empleados en su momento por Lillo (1977-78).
Esto nos ha permitido establecer una serie de paralelos, que aunque no pretenden
realizar un análisis exhaustivo de todos los ejemplos peninsulares estampillados, sí buscan
aportar una preliminar relevante información.
Nuestra clasificación viene definida solamente por las características formales de la
estampilla, sin atender a los motivos decorativos de otro tipo presentes en el propio vaso,
a los que aludiremos en el siguiente epígrafe. Como consideraciones técnicas generales
podemos apuntar varias cuestiones. Los tipos son en matriz simple en positivo (Lillo,
1977-78:12-13), que en la tabla 1 ha sido señalizada con el sombreado en negro (es
decir, el relieve aparece en blanco y la zona rehundida en negro). En todos los casos,
entendemos que las estampillas se localizan longitudinalmente a modo de friso o registro
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TABLA 1
CLASIFICACIÓN DE LAS ESTAMPILLAS DEL CERRO DE LA CRUZ.
(El sombreado negro corresponde al fondo rehundido de la estampilla. Los tipos generales se presentan en
números romanos, junto con una letra minúscula que corresponde a la variante dentro del tipo)
TABLA 2
TABLA DE CORRESPONDENCIA ENTRE LOS TIPOS DEFINIDOS PARA
EL CERRO DE LA CRUZ (ALMEDINILLA) Y LOS TIPOS DEFINIDOS POR
RUÍZ Y NOCETE (1981) EN SU ESTUDIO DEL ALTO GUADALQUIVIR
Tipología Cerro de la Cruz
Tipología A. Ruíz y F. Nocete (1981)
Tipo I
Tipo B-II
Tipo II
Tipo B-II
Tipo III
Tipo B-III
Tipo IV
Tipo B-III
Tipo V
Tipo A-III
Tipo VI
Tipo A-II
horizontal, nunca formando metopas complejas, composiciones ni apareciendo aisladas.
Las estampillas se han realizado pre-cocción, dejando a veces visibles las rebabas en la
impresión de la estampilla o el rehundimiento de la pasta en el interior del vaso cerámico,
que resultan del acto de ejercer fuerza sobre la pasta aún húmeda con la matriz (ver un
caso claro en la fig. 6, n. cat. 14).
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Tipo I: Aspa inscrita en círculo (fig. 2)
Este motivo se refiere a cuatro sectores en negativo en la cerámica resultado de
dejar en relieve un aspa, normalmente en posición de ‘x’ más que en posición de ‘cruz
griega’. La estampilla se aplica con cierta profundidad a partir de una matriz cilíndrica
(tabla 1, Tipo I:Ia). Este tipo lo integran cinco ejemplares del conjunto: Nos. Cat. 1, 5,
8, 11 y 16 (fig. 2).
Según Lillo (1978:14) se define como cruz simple, inscrita en circulo y según Ruiz
y Nocete (1981:357) se identifica con el tipo B-II, de enmarque circular y motivo radial.
Es un tipo bastante homogéneo; tres de los cinco ejemplares que lo representan muestran
1,2 cm de diámetro y el cuarto 0,9 cm. No podemos saber si esos cinco ejemplares se
realizaron con la misma matriz; pero sí podemos apuntar que es el motivo más estandarizado de la muestra.
Pese a ser el tipo más frecuente del conjunto del Cerro de la Cruz, es en el que
menos paralelos hemos podido obtener. En Andalucía encontramos ejemplos focalizados
en la provincia de Jaén, como en Castellar (Ruiz y Nocete, 1981:fig.4:2) y en Guadalimar
(Ruiz y Nocete, 1981:fig.3:24). En lo que se refiere a la zona ibérica fuera del ámbito
andaluz, hemos encontrado ejemplos en la zona valenciana de Kelin, correspondientes al
Cerro de San Cristóbal (Valor et al., 2005:fig.7:1 y fig.10:9), pero en este caso impresa
sobre una olla de cocina (como veremos después, soporte bastante diferente al de nuestro
repertorio). También para la zona de la Meseta se documenta algún ejemplar, vinculado
con la tradición de Cogotas (Lillo, 1981:fig.1:39). La sencillez del motivo tampoco
autoriza a buscar relaciones complejas.
Tipo II. “Rosetas” (fig. 3)
Este segundo tipo lo componen estampillas cuya apariencia evoca a nuestro juicio
motivos naturales florales. Se obtienen mediante lo que leemos como pétalos que quedan
en negativo, obtenidas a partir de elementos —en positivo en la matriz— más o menos
triangulares con ángulos redondeados, que se distribuyen radialmente.
Dentro de este tipo recogemos cinco ejemplares (Nos. Cat. 7, 17, 19, 20 y 21, fig. 3).
Cada uno es en realidad una variante del modelo básico, cuya variabilidad depende del
número y el aspecto geométrico de los pétalos (tabla 1:IIa-IIe). Lillo (1978:14,21) los
define como soliformes, rosáceas o palmetas y Ruiz y Nocete (1981:356,357) como su
tipo B-II, de enmarque circular y motivo radial. En realidad, las tres primeras variantes
son muy próximas entre sí, y el pequeño tamaño de la matriz puede explicar sin más
complicaciones la variabilidad observada. De todos modos, y por cuestiones de método,
hemos preferido dividir antes que agrupar ya que en el futuro sería más fácil reunir
variantes que separarlas una vez hecha la clasificación.
La primera variante (tabla 1:IIa; N. Cat 17) consta de un tipo de roseta formado por
nueve triángulos isósceles truncados de dimensiones variables (0,2 × 0,4 cm de media)
que conforman sus pétalos, distribuidos radialmente en una circunferencia de 1,2 cm
de diámetro. La siguiente, (tabla 1:IIb; N. Cat. 21) está formada por siete triángulos,
cuyas aristas son menos pronunciadas, dando mayor apariencia de pétalo a la impronta
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una vez positivada. Otra de las variantes (tabla 1:IIc; N. Cat. 20) presenta también siete
pétalos —suponemos, por su conservación parcial—, con apariencia más redondeada que
la anterior. Según sus dimensiones, 1,4 cm de diámetro del círculo en ambos casos, y el
mismo número de pétalos, podríamos considerar que se haya utilizado la misma matriz
y que la deformación que presenta una de ellas respondería a una excesiva presión de
la matriz sobre la pasta; aunque la apariencia estilística más redondeada de la IIc nos
lleva provisionalmente a su diferenciación.
La siguiente variante es la más naturalista del conjunto (tabla 1:IId; N. Cat. 19),
formada por cuatro sectores de círculo, cada uno de los cuales a su vez dividido en
forma de dos pétalos; así que el resultado es de un motivo de ocho pétalos en negativo,
quedando una fina cruz griega en positivo de 1,5 cm cada brazo. Dada su peculiaridad
(roseta octopétala generada a partir de una matriz dividida por una incisión en aspa) esta
variante podría haber sido también considerada como variante del Tipo I.
El último de los casos (tabla 1:IIe; N. Cat. 7) bastante fragmentado, lo hemos considerado una variante que estaría formada por unos diez pequeños triángulos distribuidos radialmente por una circunferencia de aprox. 1,3 cm de diámetro, apareciendo algo
deformados.
En cuanto a los paralelos, vamos a hacer un análisis del tipo en su conjunto, sin
diferenciar ahora los casos por variantes, ya que la variabilidad en cuanto a número de
pétalos y el carácter geométrico de los mismos es bastante amplia. En Andalucía encontramos ejemplares de siete pétalos en Cerro Miguelico (Ruiz y Nocete, 1981:fig.3:29) y
Bobadilla (Ruiz y Nocete, 1981:fig.4:12) y de seis pétalos, en Castellar (Ruiz y Nocete,
1981:fig.4:10). En la provincia de Córdoba encontramos un ejemplar de ocho pétalos en
el yacimiento del Cerro del Algibe [sic en publicación] (Martínez y Tristell, 1999:fig.6).
En el Sureste tenemos un ejemplar de ocho pétalos (Lillo, 1978:fig.5:19. En la zona
de Valencia, en Sagunto, tenemos un motivo a base de pétalos, aunque con un número
muy superior (Martí, 1994:fig.1:2) y en el yacimiento de Kelin, un ejemplar de diez
pétalos (Valor et al., 2005:fig.5:11), y en el yacimiento de El Moluengo (Valor et al.,
2005:fig.2:9). En los Villares, también hay motivos de este tipo radial, de unos diez pétalos
(Mata, 1985:fig.5:30).También en Barcelona encontramos un ejemplar de siete pétalos,
bastante geométrico, en el yacimiento de Mas Castellà (De la Pinta, 1993:fig.3:3). En
Ciudad Real, en el yacimiento de Motilla de los Palacios, vemos este motivo, de siete
pétalos, sobre un oinochoe (Fernández y Fonseca, 1985:fig.5). En la zona de Badajoz,
en el yacimiento prerromano de la Ermita de Belén (Zafra) (Rodríguez Díaz, 1989:figs.6
y 9; 1991:fig.11:23) hay un ejemplar de ocho pétalos.
En la zona celtibérica, aparecen en cerámicas grises dos motivos del que se conservan
apenas tres y cuatro pétalos que encajarían también en este tipo (Blanco, 1993:fig.6:103,104).
En la Meseta encontramos ejemplos de seis y ocho pétalos (Lillo, 1978:fig.1:47,50).Es
reseñable también la aparición de motivos similares en Celada (Cantabria), aunque con
trece pétalos y en cerámica a mano. Por último, en la zona portuguesa, en el yacimiento
de Cabeça de Vaiamonte-Monforte, encontramos un motivo de ocho pétalos (Arnaud y
Gamito, 1974:fig.1:7-8,X:76-80).
Debemos apuntar que la variante IIc, de pétalos más redondeados y menos triangulares, normalmente aparece con un botón central, como es el caso de las estampillas del
sureste recogidas en Lillo (1978:fig.5:16); aunque en el yacimiento de Heretat de Valiente
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(Valencia) encontramos, localizada en un asa, un motivo de siete pétalos, tendente a
lágrima, sin botón central en este caso (Mata, 1985:fig.5:30). Así mismo, podemos añadir
que para la variante IId hemos encontrado un único paralelo, apuntando a la originalidad
del ejemplar; perteneciente al yacimiento de Can Balençó (Barcelona), es llamativo que
pertenece a un contenedor ibérico, una tinaja sin hombro, situándose justo encima del
asa (Mata y Soria, 1997:fig.17:33089).
De este amplio repertorio de paralelos podemos deducir que es un motivo ampliamente
utilizado en el mundo prerromano peninsular, distribuido por toda la Península Ibérica,
que se da en territorio ibérico y no ibérico. Posiblemente sea la sencilla realización de
este motivo lo que la hace tan frecuente, ya que la podemos encontrar en cerámicas a
mano o a torno, en cerámicas reductoras u oxidantes.
Sin embargo, siendo el motivo de roseta característico de las cerámicas áticas de
barniz negro del siglo IV a.C., cabría pensar si el desarrollo de estas estampillas podría
estar relacionado con una influencia más o menos directa. En este sentido, un paso
intermedio podría estar constituido por la existencia de cerámicas ibéricas impresas con
motivos directamente copiados, con bastante precisión, de las estampillas de la cerámica
ática, caso por ejemplo de algunos ejemplares murcianos en los que cabe pensar incluso
en que artesanos ibéricos se hicieron con matrices importadas (Page y García, 1984-85),
que aplicaron sin embargo con un gusto radicalmente diferente al griego. Sin embargo,
en contra de esta idea milita la forma tan distinta en que se disponen las estampillas
importadas sobre platos en el caso mencionado y la posibilidad de un origen peninsular.
Tipo III. Círculo con motivo reticular interno (figs. 4 y 5)
Se trata de un motivo circular con retícula interna (tabla 1:tipo III). Podemos considerar que los tipos III, IV y V están relacionados entre sí en tanto que todos ellos se
basan en una malla reticular interna, diferenciándose por la forma del marco externo (y
por tanto, por la forma del cuño o matriz), respectivamente un círculo, un óvalo y un
cuadrángulo en los tipos III, IV y V (ver figs. 4, 5 y 6).
En todos los casos de este Tipo III se obtienen un total de dieciocho cuadraditos
en negativo, de diferentes dimensiones, distribuidos en cuatro columnas y cinco filas,
resultado de cuatro líneas verticales que intersectan con cuatro horizontales, quedando
estas líneas en positivo. Los pequeños cuadrados resultantes se van adaptando al enmarque circular de manera que por los extremos no se presentan como cuadrados perfectos.
En el repertorio de Lillo (1978:23) no hay motivos análogos, sólo podemos hacer
referencia al carácter de enrejado en positivo, definido para un motivo dentro de las
estampillas del Cabecito del Tesoro de tendencia oval, mucho más alargado, que estaría
más en consonancia con nuestro Tipo IV. En canto al repertorio recogido por y Ruiz y
Nocete (1981:356-357) se puede incluir dentro de su modelo B-III, de enmarque circular
y motivo reticulado (tabla 2).
Podríamos distinguir dos variantes atendiendo a sus dimensiones y secundariamente a
la orientación de la matriz en el momento de la impresión, que puede o no ser intencional.
En la primera variante (tabla 1:IIIa) se dispone la retícula en orientación perfectamente
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vertical y horizontal, con unas dimensiones de matriz de 1,6 cm de diámetro. A este
motivo pertenecerían dos de los ejemplares de la muestra (Nos. cat. 9 y 10; ver fig. 3),
y ambos procedentes de la misma matriz, puesto que podemos observar el mismo defecto
en ambos: en la zona inferior izquierda se pierde el dibujo, unos tres cuadrados, por lo
que debiera ser un desperfecto de la matriz original.
La segunda variante (tabla 1:IIIb) se caracteriza porque dispone sus líneas de manera
oblicua, quedando los cuadrados a modo de rombos; mejor definido el motivo que en el
caso anterior. Dentro de esta variante se presentan dos casos con dimensiones distintas:
de 1,4 cm y 1,7 cm de diámetro.
Los paralelos que hemos documentado para la variante IIIa se sitúan, por una parte,
en la zona andaluza, en el yacimiento de Cástulo (Ruiz y Nocete, 1981:fig.4:17,18). La
variante IIIb es igualmente infrecuente, aunque aparece en la zona del Alto Guadalquivir
en el yacimiento de Torrejón (Ruiz y Nocete, 1981:fig.4:19). Ya fuera de Andalucía, se
documenta en La Atalaya II (Chelva, Valencia) (Valor et al., 2005:fig.5:9). En la provincia
de Badajoz tenemos otro ejemplo en el yacimiento de Ermita de Belén, aunque de menor
número de cuadrados (Rodríguez Díaz, 1986-1990: fig.11:5). Para la zona celtibérica,
tenemos paralelos referentes a la cerámica gris celtibérica en Coca (Segovia) (Blanco,
1993:figs.2:23,4:46). Así mismo, podemos encontrar algún paralelo en el sur de Portugal
(Arnaud y Gamito, 1974-77:fig.1:3,83 para el motivo IIIa y 1:83,84 para el motivo IIIb).
Tipo IV: Marco oval con motivo reticular interno (fig. 6)
Como hemos apuntado ya, este tipo se define por una matriz de tendencia oval
que acoge un motivo reticular en su interior (tabla 1:tipo IV:IVa, IVb) (ver fig. 6). En
el repertorio de Lillo (1978:22-23,fig.6) encontramos —definidos como “enrejado en
positivo con contorno oval”— casos muy similares en la necrópolis del Cabecico del
Tesoro, aunque con mayor cantidad de cuadraditos y de líneas en la retícula. En el de
Ruiz y Nocete (1981:356-357) correspondería con su tipo B-III, un enmarque circular,
donde entran también las ovaladas, y de motivo reticulado.
Podríamos distinguir dos variantes dentro de este tipo. La IVa (tabla 1) que definimos
como ‘oval’ al aparecer recortadas y curvadas las esquinas del rectángulo, aunque los
laterales y la malla son bastante rectos. Distribuye los doce cuadrados en tres columnas y
cuatro filas resultado de la intersección de dos líneas verticales con tres horizontales, que
quedan en positivo; en este caso el tamaño de los cuadrados es inferior al de las líneas
intersticiales. La variante IVb (tabla 1) presenta trece pequeños cuadrados, que distribuye
en tres columnas y cinco filas, adaptándose a un enmarque de tendencia totalmente oval
en disposición vertical; la columna central es totalmente recta, siendo las dos extremas
las que cierran de manera curva el modelo.
En cuanto a los paralelos para este tipo, no hemos encontrado grandes similitudes
en otros yacimientos. Vemos alguna cercanía a un ejemplar del Cabecico del Tesoro
(Verdolay, Murcia) (Lillo, 1978:fig.6:2,3), pero sobre soporte distinto, un pondus. En la
zona andaluza tenemos ejemplares en el Cerro del Algibe (Córdoba) (Martínez y Tristell,
1999:fig.5), aunque con dos columnas en lugar de tres, sigue ese esquema de óvalo de
esquinas rematadas descrito para la variante IVa; así como en Cástulo (Jaén). Podríamos
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CPAG 24, 2014, 423-458. ISSN: 2174-8063
LAS CERÁMICAS IBÉRICAS CON DECORACIÓN ESTAMPILLADA DEL CERRO DE LA CRUZ (ALMEDINILLA, CÓRDOBA)
considerar también como paralelo el ejemplar del poblado prerromano de Turó de Can
Olive (Cerdanyola, Barcelona) (De la Pinta, 1993:fig.3:6), aunque mucho más sencillo,
de dos columnas.
Tipo V: Marco cuadrado o rectangular con motivo reticular interno (fig. 6)
El Tipo V se define como una retícula que se enmarca en un cuadrado o rectángulo,
con una serie de variantes atendiendo a la complejidad de la retícula (tabla 1:tipo V:Va,
Vb y Vc). De forma general, Lillo (1978:14) lo define como cuadrados simples pequeños
formando conjuntos; y según Ruiz y Nocete (1981:356-357) correspondería a su tipo
A-III, de enmarque cuadrado y de motivo reticulado.
La primera variante, Va, la integran los ejemplares que presentan un enmarque cuadrado, bastante regular, formado por nueve pequeños cuadrados distribuidos en tres filas
y tres columnas, resultado de la intersección de dos líneas verticales y dos horizontales,
que quedan en positivo. En la segunda y tercera variante del modelo (tabla 1:Vb y Vc) se
distribuyen los cuadrados en cuatro filas y cuatro columnas, cuyo resultado es, por tanto,
de dieciséis pequeños cuadrados, resultado de la intersección de tres líneas verticales y
cuatro horizontales, que quedan en positivo. En uno de los casos (tabla 1:Vc) aparece
el enmarque deformado en su parte inferior, algo expandida, debido probablemente a
la presión de la matriz al estampar, lo que hace que no tenga la presencia de cuadrado
perfecto, sino de tendencia rectangular sin los lados rectos ni perfectamente paralelos.
Sin embargo, la variante IVb presenta un tamaño de los pequeños cuadrados uniforme.
Por tanto, por sus características formales podríamos pensar en una misma matriz para
estas variantes.
Son escasos los paralelos encontrados para este tipo V. Para variante Va, totalmente
cuadrangular, Lillo (1978:fig.1:53,54,55) sugiere una vinculación con las estampillas de
la Meseta. Más próximos son los paralelos de Guadalimar (Ruiz y Nocete, 1981:fig.2:10).
Asimismo, se presentan paralelos en el poblado prerromano de la Ermita de Belén (Zafra,
Badajoz) (Rodríguez Díaz, 1991:fig.11:2,16,18) sobre pastas grises y oxidadas, como
también sobre cerámica a torno tosca y cerámicas grises y oxidadas (Rodríguez Díaz,
1991:fig.9:8 y 11:2).
Tipo VI: marco cuadrangular con aspa interna (fig. 7)
Podríamos describir este primer tipo de tendencia horizontal como un aspa inscrita
en un rectángulo de aristas redondeadas, pero dejando patente la forma cuadrangular,
introduciéndose otras líneas que complementan los huecos resultantes y crean un motivo
más complejo (tabla 1:tipo VI:VIa, VIb, VIc). Es el único de los motivos del Cerro de
la Cruz en que la decoración que se pretende es la formada por las líneas en positivo
resultantes de los huecos en negativo, en lugar de la apariencia inversa de los tipos
anteriores; es decir, a la hora de que el cerebro interprete un patrón decorativo. En el
Tipo VI, excepcionalmente, ‘mandan’ visualmente los elementos realzados; en el resto,
los rehundidos.
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En Lillo (1978) no encontramos ningún motivo realmente similar. En cambio, Ruiz
y Nocete sí lo recogen para la Alta Andalucía (1981:358-359), clasificado como su tipo
A-II: estampilla de enmarque cuadrado, donde entra también el rectangular, y de motivo
radial, en el que habría un punto central entre cuyos vanos interradiales habría motivos
decorativos variados.
Hemos distinguido tres variantes dentro de este tipo. En el primer caso (tabla 1:VIa) el
aspa en positivo resulta de realizar cuatro triángulos isósceles en negativo —obtusángulos
en los lados largos y acutángulos en los cortos— y, a su vez, el interior de éstos queda
también definido en positivo. Los triángulos laterales no cierran en la base con una línea
en negativo y el triángulo inferior no define perfectamente el triangulo positivo interior
sino que se junta ese espacio con el brazo inferior derecho del aspa. Las dimensiones
de este motivo son de 1 x 0,75 cm.
En la segunda variante (tabla 1:Vb), dentro del marco rectangular se define el motivo
a partir de triángulos y rectángulos en negativo, quedando dos líneas paralelas en la parte
superior unidas por el centro, del que salen dos líneas oblicuas dirigidas a los vértices del
rectángulo. Las dimensiones de este motivo son 0,9 x 0,75 cm, muy similares al anterior.
La última de las variantes (tab. 1:Vc) presenta un aspa inserta en el rectángulo de
vértices rematados, a cuyos brazos se añaden unos apéndices de forma levemente curva,
todos en la misma dirección, desde el brazo del aspa hacia la izquierda, excepto uno de
ellos, en dirección contraria, que sale del mismo brazo superior derecho, es decir, que
de este salen dos apéndices y un brazo queda libre. Las dimensiones de este ejemplar
de estampillas 1,5 x 2 cm más grande que los anteriores.
Éste es un tipo de estampilla que, dentro de unas características formales básicas,
destaca por su originalidad. Uno de los ejemplares más próximos procede de la misma
provincia de Córdoba, en el Cerro del Algibe (Córdoba) (Martínez y Tristell, 1999:76-77).
De este motivo además tenemos uno casi idéntico en Casillas del Cura (Venta del Moro,
Valencia), donde se ha realizado un interesante estudio de distribución como uno de los
centros de producción importantes. Aquí además vemos similitudes con otros paralelos
encontrados para la zona de Jaén: Cerro Miguelico (Ruiz y Nocete, 1981:fig.1:5), Albalate (Ruiz y Nocete, 1981:fig.1:6), Puentes del Obispo (Ruiz y Nocete, 1981:fig.1:10),
Santana (Ruiz y Nocete, 1981:fig.2:1). Así mismo, este tipo de motivos se encuentra
distribuido por la zona valenciana, aparte del ya citado yacimiento de Casillas del Cura,
en Sinarcas, se localiza en El Molón (Lorrio, 2001:fig.4.4). En Andalucía también se
documenta en Castellar (Ruiz y Nocete, 1981:fig.1:4) y en uno de los hornos importantes,
en Guadalimar (Ruiz y Nocete, 1981: fig.2:2,3,4,5,7,8,9).
CATÁLOGO DE PIEZAS CON ESTAMPILLAS EN EL CERRO DE LA CRUZ
En el presente catálogo (ver síntesis en tabla 3 y figuras 2 a 7) el criterio de enumeración ha sido por fragmento conservado, aunque se especificará en cualquier caso
si existiera posibilidad de integrar una misma pieza, indicando la asociación en el texto
mediante una barra (i.e. 13/19) cuando la identidad sea indudable porque los fragmentos
casan (y veremos la importancia de este dato cuando se trata de dos fragmentos hallados
lejos entre sí). Tras la identificación del tipo de estampilla, nos centraremos en la articulación del motivo estampillado dentro del conjunto decorativo y formal de la pieza.
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LAS CERÁMICAS IBÉRICAS CON DECORACIÓN ESTAMPILLADA DEL CERRO DE LA CRUZ (ALMEDINILLA, CÓRDOBA)
El tipo de pasta que presentan la mayoría de las cerámicas es el tipo 1, la más
común en el Cerro de la Cruz, tanto en piezas decoradas como sin decorar, empleada
para le cerámica fina decorada, en formas tanto pequeñas como medianas. Son pastas
oxidantes muy depuradas, de grano y desgrasantes finos, en color crema, anaranjado y
rojizo. Excepción a esta norma es el ejemplar N. cat. 5 (fig. 2), que presenta pasta de
Forma
cerámica
5288
—
Tipo I
R
D-16
Estancia F/G/H
1985
6
5289
—
Tipo V
R
C-16
Espacio H
1985
3
6
5290
¿
Tipo IV
R
C-16
Espacio H
1985
4
6
5291
—
Tipo V
R
C-16
Espacio H
1985
5
2
5292
—
Tipo I
R
C-16
Espacio H
1985
6
4
5293
—
Tipo III
R
C-16
Espacio H
1985
7
3
5294
—
Tipo II
R
C-16
Espacio H
1985
8
2
912
52100/44200? Tipo I
—
E15
Calle S
1987
9
4
5296
41230?
Tipo III
A
E15
Estancia T/V
1987
10
4
5297
41230 ?
Tipo III
—
E15
Estancia T/V
1987
11
2
1007
—
Tipo I
A
F15
Calle S
1987
12
6
1397
—
Tipo V
—
F15
Calle S
1987
3
267
—
Tipo II
A
F14
Sobre estancia O
1987
1989
1989
13
14
7
1377
42211
Estancia
(Figura 7)
Nivel
/contexto
/UE
C
E14
Tipo IV
—
G14
Estancia Ñ/E
15
6
5298
16
2
1313
Tipo I
E
E14
Calle S
1989
17
3
5300
—
Tipo II
—
K15
Plaza AE
1989
4
5299
—
Tipo III
G
F11/G11
Estancia W/J
1989
2006
18
19
20
21
22
23
3
—
Tipo V
Calle/
basurero S
Campaña
excavación
N.º de
Inventario
2
2
Cuadricula
Figura
1
Tipo
N.º Catálogo
TABLA 3
CATÁLOGO DE PIEZAS.
(Criterio de ordenación: fecha de excavación. Los ejemplares ya tenían asignados un número de registro
resultado de la base de datos general del inventario de material, que también se ha añadido en el texto.
Este catálogo, realizado exprofeso para el presente trabajo, es sólo una ordenación correlativa)
42210
2278
—
Tipo II
1004
J14
Estancia AI (=II) Nivel de
derrumbe adobes superficial
4423
—
Tipo II
1005
I14
Calle XXV
2006
5295
—
Tipo II
1003
I14
Calle XXV (relleno moderno
grava)
2006
5
4553
41230 ?
Tipo III
1040
I13/H13
Calle XXV. Relleno medieval
2006
7
4825
—
Tipo VI
1006
I13/I14
Calle XXV. Pavimento.
2007
H11
Calle XXV. Pavimento superficial y relleno sobre zócalo de
muro ibérico.
2007
3
3
7
24
4781
¿
Tipo VI
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Fig. 2.—Catálogo de estampillas del Cerro de la Cruz. Tipo I. Nos. Cat. 1, 5, 8, 11, 16. (Nos. Cat.
8 y 16 a partir de Vaquerizo y Quesada, 2001).
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LAS CERÁMICAS IBÉRICAS CON DECORACIÓN ESTAMPILLADA DEL CERRO DE LA CRUZ (ALMEDINILLA, CÓRDOBA)
tipo “sándwich”, de interior gris y exterior anaranjado por la cocción pero de arcilla
base idéntica. Esta evaluación se ha realizado mediante examen visual bajo lupa de 10
aumentos a la luz directa, respondiendo a una descripción de texturas y colores, y no
como un verdadero análisis mineralógico o de otro tipo (Vaquerizo et al., 2001:162).
Asimismo, una característica común a todas las piezas es que presentan decoración
pintada complementando a la estampillada (o más bien, a la inversa). Se observa que
en varios de los ejemplares (por ejemplo Nos. cat. 12, 14, 17, 22) el artesano trazó una
línea de guía incisa para guiarse en la realización de la hilera de estampillas o se sirvió
del límite inferior de la banda de pintura, que por tanto le sirve de enmarque (N. cat.
23). Por otro lado, hay casos en los que se evidencia en el modelado de la pieza una
previa disposición para la aplicación de estampilla, por la presencia de baquetones o
rehundidos que delimitan el campo para el futuro estampillado (por ejemplo, N. cat. 9,
14). En otras ocasiones simplemente se aprovecha la localización más vistosa del vaso
—a menudo el hombro— para colocar el friso de estampillas.
Tal y como se observa en la tabla 3, aunque apenas son siete los ejemplares que conservan el borde, en sólo cinco de ellos podemos precisar a qué tipo cerámico corresponde
según la tipología estándar que hemos creado para el Cerro de la Cruz (Vaquerizo et al.,
2001:162-203). En algunos de los casos (Nos. cat. 14 y 16) nos movemos dentro de la
Clase 40000 de Formas Cerradas Medianas, más concretamente en los Grupos 41000 y
42000, de “Vasos de cuello corto acampanado” y “Vasos de cuello alto acampanado”
respectivamente. En conjunto son recipientes de pasta fina cuidada y pintada de carácter
doméstico, destinados al almacenaje a corto plazo.
Concretamente la variante 42211 ya se identificó como característica de la cerámica
estampillada, vasos de tamaño medio/grande y con baquetones en el arranque del cuello;
apuntando además a que su perfil del borde y cuello recuerda a las imitaciones de crateras áticas aparecidas en Andalucía (Nos. cat. 14, 16) (Vaquerizo et al., 2001:183). En
otros casos (Nos.cat. 9, 10 y 22) los hemos ligado al tipo 41200, que está directamente
relacionado con el 41100, con el que formaría “vajilla”. Hasta ahora no se había documentado decoración estampillada en este tipo, considerándose únicamente la decoración
pintada (Vaquerizo et al., 2001:182). Los otros dos fragmentos de bordes (Nos.cat 3 y
24) son demasiado reducidos e imprecisos como para atribuirlos a un tipo preciso.
N.º CAT. 1 (fig. 2)
Número de Inventario: 5288.
Tipo: Pertenece al Tipo I.
Forma cerámica: Indeterminado, fragmento de galbo.
Descripción: No se conserva decoración pintada. Apenas tenemos una estampilla y otra
fragmentada. Se localizan en un marcado rebaje del perfil de la pieza, diseñado sin
duda para enmarcar la hilera de estampillas.
Localización: Sector Central, corte D-16, sobre las estancias F/G/H, nivel R (superficial,
manto vegetal y tierra de arrastre reciente, cf. Vaquerizo 1990: 85).
Bibliografía: Dibujo en Vaquerizo, 1990:220,fig.38:42.
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N.º CAT. 2 (fig. 6)
Número de Inventario: 5289.
Tipo: Pertenece al Tipo V, variante Va.
Tipología cerámica: Indeterminado, fragmento de galbo.
Descripción: La decoración pintada en rojo vinoso se muestra a modo de banda de
unos 2 cm, hasta una prominencia en el perfil (de aprox. 0,5 cm), que es llamativa
puesto que sirve de soporte a incisiones verticales, único caso del yacimiento que
presenta esta combinación de decoración. Éste es el límite del comienzo del campo
de la hilera de estampillas —de las que conservamos cuatro completas—, donde
apoyan uno de los vértices de cada cuadrado de enmarque; excepto uno de la serie
que aparece aprox. a 0,2 cm de la línea.
Localización: Sector Central, corte C16, sobre la estancia H, nivel R superficial.
Bibliografía: Dibujo en Vaquerizo, 1990:231,fig.49:4.
N.º CAT. 3 (fig. 6)
Número de Inventario: 5290.
Tipo: Pertenece al Tipo IV, variante IVb.
Forma cerámica: Fragmento de borde (¿) Podría ser un baquetón y fractura, no hemos
podido localizarlo.
Descripción: Se conservan tres estampillas completas y parte de una cuarta. Es llamativo
que se localicen en el borde, único caso del yacimiento. En este caso no se conserva
decoración pintada. La separación entre las estampillas es mínima (máximo 0,3 mm
entre sus bordes más próximos).
Localización: C16, sobre la estancia H, contexto R.
Bibliografía: Dibujo en Vaquerizo, 1990:231,fig.49:5.
N.º CAT. 4 (fig. 6)
Número de Inventario: 5291.
Tipo: Pertenece al Tipo IV, variante IV.
Forma cerámica: Indeterminado, fragmento de galbo.
Descripción: Sólo conservamos una única estampilla, que apoya el lado superior en los
restos de una banda roja, con la que su lado superior queda perfectamente alineado;
parece sin embargo que la pintura sobrepasa el campo de la estampilla cubriéndola
casi dos líneas al centro. Está situado en un rebaje de la pasta en el perfil por debajo
de la decoración.
Localización: Sector Central, corte C16, sobre la estancia H, contexto R.
Bibliografía: Dibujo en Vaquerizo, 1990:231,fig.49:8.
N.º CAT. 5 (fig. 2)
Número de Inventario: 5292.
Tipo: Pertenece al Tipo I.
Forma cerámica: Indeterminado, fragmento galbo.
Descripción: Se conservan resto de decoración pintada a modo de banda (suponemos
en color rojo vinoso). En este caso aparece una hilera de tres estampillas —las dos
extremas fragmentadas— no perfectamente lineal, pues una de ellas se desvía hacia
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LAS CERÁMICAS IBÉRICAS CON DECORACIÓN ESTAMPILLADA DEL CERRO DE LA CRUZ (ALMEDINILLA, CÓRDOBA)
abajo. Se localizan en un marcado baquetón de la pasta en el perfil, que le sirve de
enmarque.
Localización: Sector Central, Corte C-16, sobre la estancia H, nivel R.
Bibliografía: Dibujo en Vaquerizo, 1990:231,fig.49:6.
N.º CAT. 6 (fig. 4)
Número de Inventario: 5293.
Tipo: Pertenece al Tipo III, variante IIIc.
Forma cerámica: Indeterminado, fragmento de galbo.
Descripción: Presenta decoración pintada en dos bandas (de color suponemos rojo vinoso),
separadas por el campo de estampillas, de aprox. 2,5 cm. De la hilera de estampillas
del mismo tipo se conservan cuatro completas y una fragmentada, que se localizan
en un rehundimiento de la pasta en el perfil. Se distribuyen a una distancia regular
(de aprox. 1cm) tanto entre ellas como en referencia a las bandas pintadas.
Localización: Sector Central, corte C-16, sobre la estancia H, nivel R
Bibliografía: Dibujo en Vaquerizo, 1990:241,fig.59:6.
N.º CAT. 7 (fig. 3)
Número de Inventario: 5294.
Tipo: Pertenece al Tipo II, variante IIe.
Forma cerámica: Indeterminado, fragmento de galbo.
Descripción: En este ejemplar se conserva una sola estampilla, que se localiza en un
engrosamiento exterior de la pasta, que sirve de soporte a la misma y de enmarque
a lo que suponemos sería una banda pintada en rojo vinoso.
Localización: C16, sobre la estancia H, nivel R.
Bibliografía: Dibujo en Vaquerizo, 1990:241,fig.59:7.
N.º CAT. 8 (fig. 2)
Número de Inventario: 912.
Tipo: Pertenece al Tipo I.
Forma cerámica: Sólo se conserva parte del galbo pero se podría considerar como
posible fragmento de pithos, de tipo 52100 (Vaquerizo et al., 2001), aunque en ese
caso resultaría una verdadera rareza. Es más posible que forme parte de una forma
globular cerrada de gran tamaño.
Descripción: Presenta un acabado alisado interior y exterior. La decoración a base de
estampillas se enmarca dentro de dos bandas pintadas de color rojo vinoso. La
banda pintada superior tiene tres incisiones y la banda inferior dos, la primera más
ancha que la segunda. A partir de esta última banda encontramos una decoración de
dos sectores de círculo y parte del siguiente, de diez arcos concéntricos de anchura
variable. En el fragmento se conservan siete estampillas completas y las dos extremas
parcialmente conservadas. Las estampillas no se distribuyen a una distancia uniforme
una de otra en misma hilada y tienden a situarse por su límite superior a la última
incisión, que le sirve de guía.
Localización: Sector Central. F15, en el espacio S (calle y basurero).
Bibliografía: Vaquerizo et al., 2001:fig.109:912.
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Fig. 3.—Catálogo de estampillas del Cerro de la Cruz. Tipo II. Nos. Cat. 7, 17, 19, 20, 21. (N. cat.
7 a partir de Vaquerizo, 1990).
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Fig. 4.—Catálogo de estampillas del Cerro de la Cruz. Tipo III. Nos. Cat. 6, 9,10, 18. (N. cat. 6 a
partir de Vaquerizo, 1990).
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MÓNICA CAMACHO CALDERÓN, LUISA M. SALDAÑA PUENTES y FERNANDO QUESADA SANZ
N.º CAT. 9 (fig. 4)
Número de Inventario: 5296.
Tipo: Pertenece al Tipo III, variante IIIa.
Forma cerámica: Indeterminado, fragmento de galbo. Aunque sea de dimensiones reducidas, podríamos pensar en algo similar al 41230, una forma cerrada mediana de
cuello acampanado con cuello corto y hombro alto marcado, por la posibilidad de
que pudiera pertenecer al mismo tipo, e incluso a la misma pieza, que el ejemplar
siguiente (N. cat. 10).
Descripción: Presenta acabado exterior e interior alisado. La proporción conservada es
bastante escasa, sólo pudiendo constatar decoración estampillada correspondiente
a tres estampillas, que formarían una hilera. También se conservan unos pequeños
restos de pintura rojo oscuro, pero no se puede determinar si pertenecerían a una
banda bajo la decoración estampillada.
Localización: corte E15, sobre las estancias T/V, contexto/UE ‘a’ (primer contexto de
derrumbe ibérico).
Bibliografía: Inédito.
N.º CAT. 10 (fig. 4)
Número de Inventario: 5297.
Tipo: Pertenece al Tipo III, variante IIIa.
Forma cerámica: Fragmento galbo. Podríamos pensar en una forma similar al tipo 41230,
una forma cerrada mediana de cuello acampanado con cuello corto y hombro alto
marcado (Vaquerizo et al., 2001:146). Posiblemente pertenezca a la misma `pieza
que el número de catálogo 9.
Descripción: Presenta acabado alisado en el exterior e interior. La decoración pintada
aparece únicamente al exterior en color rojo vinoso, que se distribuye en forma de
banda por todo el cuello, seguida de unos motivos pintados en tono más oscuro,
marrón, en forma de línea continua (de aprox. 0,3 cm) de la que penden unos trazos
verticales de límite inferior engrosado (hasta 1,2 cm de longitud). En la zona del
hombro nos encontramos la hilera de estampillas, de la que conservamos tres, una
completa y las extremas fragmentadas.
Localización: Corte E-15, sobre (o en) las estancia T/V.
Bibliografía: Inédito.
N.º CAT. 11 (fig. 2)
Número de Inventario: 1007.
Tipo: Pertenece al Tipo I.
Forma: Indeterminada, fragmento de galbo.
Descripción: Presenta acabado alisado en el exterior y el interior. Sólo conservamos parcialmente una única estampilla, el resto de la decoración pintada se distribuye en finas
líneas de grosor variable en color rojo vinoso y negro de la siguiente manera: dos
rojas, una negra, tres rojas y una negra; y sobre esta última se solapa la estampilla.
Localización: Sector Central, F15, calle S (subzona del basurero), contexto/UE ‘a’.
Bibliografía: Dibujo en Vaquerizo et al., 2001:fig.108:1007.
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N.º CAT. 12 (fig. 6)
Número de Inventario: 1397.
Tipo: Pertenece al Tipo IV, variante IVc.
Forma cerámica: Indeterminado, fragmento de galbo.
Descripción: Presenta un acabado interior y exterior alisado. Es llamativo que en este caso
no encontramos decoración pintada, o al menos no conservada, únicamente presenta
la hilada de estampillas que se posiciona en un rehundimiento en la pasta que sirve
de enmarque, entre dos acanaladuras. Se conservan tres estampillas completas y una
mínima parte de una cuarta, que se distribuyen a una distancia homogénea dentro
de la serie (0,5 cm aprox.).
Localización: Sector Central, F15, en el espacio S contexto basurero A3
Bibliografía: Dibujo en Vaquerizo et al., 2001:fig.113:1397.
N.º CAT. 13/19 (fig. 3)
Número de Inventario: 267/2278.
Tipo: Pertenece al tipo II.
Hemos considerado en el catálogo los dos fragmentos por separado porque se encontraron
en campañas y en cuadriculas diferentes, pero corresponden a la misma cerámica.
Tipología cerámica: Indeterminado, fragmentos de galbo.
Descripción: Acabado alisado exterior e interior. El campo de las estampillas (de 2,5
cm de media) está enmarcado en la parte superior e inferior por dos bandas de
color rojo vinoso. En este caso, la hilada de estampillas se encuentra localizada en
un engrosamiento de la pasta en el exterior a modo de baquetón. Las estampillas se
encuentran a una distancia variable unas de otras y respecto a las bandas pintadas,
conservándose un total de seis completas y las dos extremas fragmentadas.
Localización: Es un caso extraordinario de fragmentos que encajan entre sí. Uno procede del contexto ‘a’ (superficial) del área F14 (campaña de 1987); y el otro de la
UE 1004 (superficial, entre adobes de derrumbe, en la cuadrícula J14 (campaña de
2006), sobre la estancia II (=AI de 1989). Es decir, entre ambos fragmentos hay
una distancia en línea recta de unos veinte a veinticinco metros. Dada su posición,
esto indica que proceden de algún punto ladera arriba, y con el tiempo uno de los
fragmentos se quedó entre los escombros en la parte alta, y el otro se deslizó ladera
abajo. Ninguno corresponde al nivel de destrucción del poblado, sino que probablemente son anteriores, por mucho que pudiera parecer que fueran posteriores. En los
niveles superficiales es donde han aparecido los escasos fragmentos de cerámica ática
de barniz negro y figuras rojas (Vaquerizo et al., 2001:210) que deben pertenecer a
una parte más antigua del poblado, situada quizá más cerca de la cima, en la zona
más deñada por las trincheras de la Guerra Civil (Muñiz, 2010).
Bibliografía: Un fragmento es inédito. El otro se dibujó en Vaquerizo et al., 2001:
fig.108:s/n.
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N.º CAT. 14 (fig. 7)
Número de Inventario: 1377.
Tipo: Pertenece al Tipo VI, variante VIc.
Forma cerámica: Vaso de cuello alto acampanado, rematado en borde sencillo abierto
al exterior, perteneciente a la variante tipo 42211, de 33,4 cm de diámetro interior
(Vaquerizo et al., 2001).
Descripción: Presenta un acabado interior y exterior alisado. La decoración pintada en
rojo vinoso se distribuye al interior en una ancha banda de pintura roja (de 5,4 cm)
que arranca en el labio y al exterior en el borde y en los dos tercios inferiores del
cuello (5 cm), quedando el superior sin pintar. En el arranque del hombro se encuentra un rehundimiento en el perfil que es el soporte de la decoración estampillada,
y debajo, paralela a ella (a 0,5 cm) se encuentra una línea incisa (de 0,01 cm). Por
último, restos de otra banda pintada de rojo vinoso (de 1 cm) Se conservan seis
estampillas, cuatro completas y las dos extremas fragmentadas; siendo lo curioso
de este ejemplar que en una ocasión la estampilla aparece girada 90° dentro de la
serie de motivos horizontales —pudo ser por motivos de espacio, o por un cambio
de orientación del motivo dentro de la serie, que no podemos saber si se repetiría
ya que no se ha conservado entera—. Además, como ya hemos comentado respecto
al tipo, el hecho de que de un brazo salgan dos apéndices y uno quede libre podemos hacer mejor el seguimiento dentro de la serie, donde observamos que tres de
las estampillas presentan esta característica en el brazo superior derecho, que sería
la norma, después aparece la estampilla en orientación vertical y la siguiente se
estampa en orientación con el doble apéndice en la parte inferior derecha, es decir,
se ha vuelto a rotar, intencionadamente o no.
Localización: Corte E14, en el espacio S (subzona de basurero), contexto “c”.
Bibliografía: Vaquerizo et al., 2001:fig.120:1397.
N.º CAT. 15 (fig. 6)
Número de Inventario: 5298.
Tipo: Pertenece al Tipo IV, variante IVa.
Forma cerámica: Indeterminado, fragmento de galbo.
Descripción: Presenta acabado exterior e interior alisado. La decoración pintada en rojo
vinoso se muestra a modo de banda, hasta un rebaje en el perfil (de aprox. 0,4 cm),
límite del comienzo del campo de la hilera de estampillas, a su vez también rehundido
(por lo tanto en el perfil obtenemos varios leves puntos de inflexión); quedando a una
separación de unos 0,8 cm respecto a la decoración pintada. Conservamos apenas una
completa y otra fragmentada. Respecto a la colocación de la estampilla es llamativo
que aparece una en disposición vertical, pero la siguiente aparece girada casi 90°.
Localización: Corte G14, estancia Ñ/Este.
Bibliografía: Inédito.
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LAS CERÁMICAS IBÉRICAS CON DECORACIÓN ESTAMPILLADA DEL CERRO DE LA CRUZ (ALMEDINILLA, CÓRDOBA)
N.º CAT. 16 (fig. 2)
Número de Inventario: 1313.
Tipo: pertenece al Tipo I.
Tipología cerámica: Vaso de cuello alto acampanado de 22,8 cm de diámetro, rematado
en borde sencillo abierto al exterior, en este caso perteneciente a la variante tipo
42211, formada por vasos grandes con decoración estampillada y baquetones en el
arranque del cuello (Vaquerizo et al., 2001).
Descripción: La decoración pintada localizada en el interior consiste en una banda de
pintura roja (de 1,2 cm) que arranca en el borde. Al exterior se conservan restos
de pintura roja posiblemente pertenecientes a una banda que cubriría todo el cuello
hasta la línea de estampillas. Solamente se conserva la parte superior de una única
estampilla, sin embargo, parece que hay indicios de cuatro posibles estampillas más,
formando de esta manera una hilera o friso. Se localiza en un rehundimiento realizado
en la pasta en la zona del cuello del vaso que le sirve de enmarque. Al interior hay
engrosamiento por presión.
Localización: Sector Central, corte E14, en el espacio S (subzona basurero), contexto E.
Bibliografía: Vaquerizo et al., 2001:fig.122:1313.
N.º CAT. 17 (fig. 3)
Número de Inventario: 5300.
Tipo: Pertenece al Tipo II, variante IIa.
Forma cerámica: Indeterminado, fragmento de galbo.
Descripción: presenta acabado exterior e interior alisado. La decoración estampillada
se realiza en un leve adentramiento en el perfil enmarcado entre la carena y una
incisión, por encima de la pequeña carena se localiza otra incisión. Esa pequeña
carena, además, sirve de gruía sobre la que apoya la línea de estampillas, de la que
se conservan una y media. Es interesante que en este ejemplar existan restos de
pintura roja entre las dos incisiones, sobre la que se estampa.
Localización: Corte K15, Estancia AE.
Bibliografía: Inédito.
N.º CAT. 18 (fig. 4)
Número de Inventario: 5299.
Tipo: Este ejemplar está bastante fragmentado, pero hemos considerado que por similitudes formales de la estampilla, aunque incompleta, podría encajar dentro del Tipo
III, dentro de la variante IIIb aunque de mayores dimensiones.
Forma cerámica: Indeterminado, fragmento de galbo.
Descripción: Presenta acabado interior y exterior alisado. Se conserva apenas una
estampilla incompleta, debajo de la cual se hizo un rehundimiento en la pasta, que
marca el límite bajo el cual comienza la decoración pintada en rojo vinoso en lo
que aparenta ser una banda.
Localización: corte F11-G11, en las estancias W/J, contexto “g”.
Bibliografía: Inédito.
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Fig. 5.—Catálogo de estampillas del Cerro de la Cruz. Tipo III. Núm. Cat. 22.
N.º CAT. 19: Ver N. Cat. 13/19
N.º CAT. 20 (fig. 3)
Número de Inventario: 4423.
Tipo: Pertenece al Tipo II, variante IIc.
Forma cerámica: indeterminado, fragmento de galbo.
Descripción: Presenta un acabado exterior e interior alisados. En el exterior se conserva
debajo de la línea de las estampillas restos de pintura rojo vinoso sin el campo bien
definido que cubre prácticamente la totalidad del fragmento no parece que sea una
banda definid, aunque posiblemente su límite superior estaría en el leve punto de
inflexión de rebaje de la pasta donde se localiza la hilera de estampillas. Se conservan
restos de tres estampillas, aunque todas están fragmentadas; parecen estar distribuidas
a modo de línea sin una separación uniforme entre ellas, sin enmarcarse de manera
clara por ningún elemento decorativo.
Localización: Corte I14, Estancia XXV, UE 1005.
Bibliografía: Inédito.
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Fig. 6.—Catálogo de estampillas del Cerro de la Cruz. Tipo IV. Nos. Cat. 3 y 15 (N. Cat. 3 a partir
de Vaquerizo, 1990). Tipo V. Nos. Cat. 2, 4 y 12 (N. Cat. 2 y 4 a partir de Vaquerizo, 1990 y N.
Cat.12 a partir de Vaquerizo y Quesada, 2001).
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N.º CAT. 21 (fig. 3)
Número de Inventario: 5295.
Tipo: Pertenece al Tipo II, variante IIb.
Forma cerámica: Indeterminado, fragmento de galbo.
Descripción: Presenta acabado alisado en el interior y el exterior. Se conservan tres
estampillas, todas ellas fragmentadas. La pintura de color rojo vinoso se presenta
exclusivamente al exterior, sin el campo bien definido y aparecen restos también entre
las propias estampillas. Es posible que toda la superficie estuviera pintada, sobre la
que se estamparía, ya que incluso se han encontrado restos de pintura dentro de los
pétalos de la estampilla.
Localización: Cuadrícula I14, en la UE 1003 (nivel moderno de apisonado de tierra y
grava para recorrido museístico).
Bibliografía: Inédito.
N.º CAT. 22 (fig. 5)
Número de Inventario: 4553.
Tipo: Pertenece al Tipo III, variante IIIb.
Forma cerámica: Vaso de gran tamaño, de 41 cm de diámetro, de cuello alto acampanado, rematado en borde sencillo abierto al exterior; en este caso perteneciente a la
variante tipo 42211 (Vaquerizo et al., 2001).
Descripción: Presenta acabado alisado al interior y el exterior. En cuanto a la pintura,
todo el borde se encuentra en rojo vinoso hasta la altura del comienzo del hombro,
donde aparecen los restos de una siguiente línea en pintura negra. A partir de ésta se
enmarca el campo de la línea de estampillas, localizadas en el punto de inflexión del
hombro, limitada en su parte inferior por una fina línea incisa que le sirve de guía
y, a un centímetro de esta, los restos de una banda de pintura roja no bien definida.
Parece que este campo se comparte con decoración de medios círculos concéntricos
—cinco— en color negro.
Localización: Corte I13-H13, Estancia XXV (calle), UE 1040 (relleno de pozo medieval).
Bibliografía: Inédito.
N.º CAT. 23 (fig. 7)
Número de Inventario: 4825
Tipo: Pertenece al Tipo VI, variante VIb.
Forma cerámica: Indeterminado, fragmento de galbo.
Descripción: presenta acabado exterior e interior alisado. La decoración pintada en rojo
vinoso se distribuye sólo al exterior en forma de banda en la zona correspondiente
al cuello. En la zona del hombro se localiza la decoración estampillada, distribuida
en dos hileras con el mismo tipo; es el único ejemplar del yacimiento que presenta
la serie en dos hileras. La primera de ellas apoya su parte superior en el límite de
la banda roja sirviéndola de guía, de la que se conservan cinco estampillas, tres
completas y las dos exteriores fragmentadas; de la segunda hilera, se conservan tres,
todas ellas fragmentadas. La separación media entre estampillas es de 0,7 cm y las
dos hileras están dispuestas de manera paralela (con una separación media de 0,5
cm), intentando hacer coincidir una estampilla debajo de la otra.
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Fig. 7.—Catálogo de estampillas del Cerro de la Cruz. Tipo VI. Nos. Cat. 14, 23 y 24 (N. Cat. 14 a
partir de Vaquerizo y Quesada, 2001).
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Localización: I13-I14, UE 1040 (relleno de basurero medieval UN 1042).
Bibliografía: Inédito.
N.º CAT. 24 (fig. 7)
Número de Inventario: 4781.
Tipo: Pertenece al Tipo VI, variante VIa.
Forma cerámica: Fragmento de borde indeterminado, no hay ninguna equivalencia tipológica en el Cerro de la Cruz.
Descripción: presenta un acabado interior y exterior aliado. La decoración pintada sólo se
presenta en el interior en una banda rojo vinoso sobre el labio. La hilera de estampillas se localiza en la zona del cuello. Se conservan tres estampillas, una de las
cuales no totalmente horizontal sino desviada ligeramente hacia el borde, separadas
aproximadamente 0,45 cm entre sí.
Localización: H11, Estancia XXV, UE 1068 (tierra suelta sobre UC 1083, intrusiones
medievales).
Bibliografía: Inédito.
Debido a la problemática específica en torno a la necrópolis de Los Collados de
Almedinilla (Vaquerizo, 1988; 1993), en este trabajo se han estudiado únicamente los
ejemplares hallados en el poblado. Haremos referencia sin embargo al único ejemplar
hallado en la necrópolis que sepamos que presenta decoración estampillada. En 1867 Luis
Maraver y Alfaro localizó en un cerro situado al SE del poblado del Cerro de la Cruz la
necrópolis ibérica de Los Collados, donde se hallaron 253 sepulturas, presentando entre
tres y cuatro urnas funerarias, así como gran cantidad de material, desde objetos cerámicos hasta armas de distinto tipo. Aunque no se ha podido establecer una relación directa
entre esta necrópolis y el poblado, resulta significativo que una de las urnas funerarias
presente decoración estampillada, tratándose además, del único ejemplar completo encontrado. Se trata de un vaso globular de borde moldurado, engrosado y entrante, base con
pie indicado y ónfalo, que se adscribe al tipo IX de la tipología realizada por Vaquerizo
(1988-89) y forma 22 de “barniz rojo ibérico-tartesio” de Cuadrado (1969). La decoración
estampillada se localiza en el hombro y es de una hilera de estampillas, cuyo motivo
podemos incluir dentro de lo que hemos clasificado como Tipo II: Rosetas (compuesto por
un enmarque circular, con seis pétalos en negativo formados por triángulos distribuidos
radialmente), decoración que se encuentra acompañada por una capa de barniz rojo en
el interior del labio y toda la superficie exterior, a excepción de la línea de estampillas
y una línea de reserva. El paralelo más significativo en cuanto a la forma del vaso se
localiza en el yacimiento de la Custodia (Navarra) con una cronología de entre finales
del siglo IV a.C. y comienzos del siglo III a.C. (Vaquerizo, 1989:117,fig.5 y lám.IV).
La cronología establecida para esta necrópolis corresponde a finales del siglo V a.C. y
mediados del siglo III a.C., aunque el momento de máximo apogeo se situaría en el siglo
IV a.C., por lo que, como podemos comprobar, no se puede relacionar totalmente para
la fase de destrucción del poblado del Cerro de la Cruz.
La casi ausencia de cerámica estampillada en Los Collados corre paralela a la misma
situación en otras necrópolis del mismo ambiente y bien conocidas, como la cercana de
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Los Torviscales y las Cabezuelas en Fuente Tójar (Marcos y Vicent, 1983; Vaquerizo,
1986; Vaquerizo et al., 1994), la Bobadilla (Maluquer et al., 1981), la de Castellones de
Ceal (Chapa et al., 1998) con ausencia de estampillas, al igual que en el caso arcaico del
Cerrillo de la Compañía de Hornos (Molinos y Ruiz, 2007). Mucho más numerosos en
cambio son los ejemplares procedentes de la necrópolis, mucho más oriental, de Tutugi/
Galera: Sep. 24bis (Pereira et al., 2004:92-93); Sep. 27 (ibídem,98); Sep. 134 (ibídem,134);
Sep. 142 (ibidem,139-140); Sep. 147 (ibídem,148); Sep. 152 (ibidem,159); Sep. 25bis
(Uriarte, 2004:190 y fig.2); Sep. 50 (Rodríguez Ariza, 2014:135). En esta necrópolis las
estampillas sobre ollas globulares se pueden pues calificar como bastante frecuentes,
sobre todo en contextos más tardíos de los siglos III-II a.C. (Rodríguez Ariza, 2014:132).
CONTEXTO
Los materiales en sí mismos, como hemos ido viendo, no pueden darnos respuesta
significativa a algunas de las cuestiones fundamentales planteadas, como son su cronología y funcionalidad; así que atenderemos ahora a la contextualización de dichos
objetos en el yacimiento. En el caso del Cerro de la Cruz, los materiales cerámicos que
presentan decoración estampillada han sido localizados fundamentalmente en dos tipos
de contextos: por un lado, en contextos superficiales o removidos, incluso en el relleno
de pozos medievales (Muñiz y Quesada, 2010); por otro en espacios que corresponden
a espacios abiertos, calles y plazas dentro del poblado. No se documentan fragmentos
en los contextos bien sellados por derrumbes de las habitaciones, donde la mayoría de
las piezas pueden reintegrarse en su casi totalidad, ya que a la destrucción por incendio
siguió un abandono definitivo del hábitat (Quesada et al., 2014).
Resulta especialmente significativo el hecho de que en la mayoría de los casos los
fragmentos se presentan en los niveles superficiales de las excavaciones de los años
ochenta del siglo pasado (nivel superficial “R” y “contextos” (i.e. UEs) de tipo “a”
(superficial), o sus equivalentes en las Unidades Estratigráficas de las excavaciones de
2006-2009. Por este motivo, debemos puntualizar que la asociación en estos casos a una
estancia o calle específica viene dada por su identificación en niveles infrapuestos, pero
sin que suponga que pertenezcan al contexto de esos espacios, salvo en los pavimentos
sucesivos de la calle XXV (fig. 1).
Debemos hacer referencia especial a un caso llamativo, resultado del hallazgo a nivel
superficial: la localización de dos fragmentos de una misma pieza (N. cat. 13/19, fig. 3)
a 20 metros de distancia el uno del otro (F14/J14, fig. 1), debido al arrastre producido
en estos niveles superficiales por la pendiente que presenta el propio asentamiento.
El espacio AE (Sector Norte, Cuadricula K-15) es otro espacio interpretado como
una zona de tránsito del poblado (plaza), que se caracteriza por haber sido construida de
la siguiente manera: sobre la roca natural se colocan varias capas de piedras y tierra con
mucha cerámica, ésta muy fragmentada y rodada. El fragmento localizado (N. Cat. 17,
fig. 2) pertenece al contexto A, el nivel más superficial, por lo que no podemos distinguir si estos fragmentos formarían parte de alguna de las capas de horizontalización de
la calle o del nivel de colmatación posterior a la destrucción y abandono del poblado,
siendo quizá la segunda opción la más probable (Vaquerizo et al., 2001:120).
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El espacio XXV (Sector Norte, Cuadriculas I-13/ I-14/H-13/ H-11, fig. 1) se excavó
en las campañas realizadas en la década de los 2000, así que es otro de los espacios que
se encuentra en fase de estudio. Es claramente una de las calles principales del poblado,
rectilínea a lo lardo de decenas de metros, siguiendo las curvas de nivel y desembocando
en la plaza AE. En la UE 1005 de I-14/J-14, interpretado como relleno sobre pavimento
de calle, se localizan fragmentos cerámicos muy rodados, entre los que se halló uno
estampillado (N. cat. 20, fig. 3), junto con huesos y metal mezclados. En la UE 1040
de I-13/ H-13, contexto identificado como el relleno de un basurero medieval (UN1042)
localizado en un vaciado moderno para la cimentación de la viga de sujeción de la
techumbre, se localizó uno de los fragmentos con decoración estampillada (N.º cat. 23,
fig. 6). En la UE 1006 de I-13/I14 UE se encontró uno de los fragmentos (N.º cat. 22,
fig. 5) en lo que se considera el pavimento de la calle, formado por un aglomerado de
tierra con cal muy apisonada guijarros rodados de pequeño y medio tamaño, con algunas
inclusiones de cerámica y huesos por lo general muy rodados y triturados. Por último,
en la UE 1068 de H-11, un nivel de relleno ubicado bajo el nivel de arrastre (1001) que
cubre un zócalo de muro de piedra (UC1083) se localizó otro de los fragmentos (N.º
cat. 24, fig. 7)
El espacio S (Sector Central, Cuadriculas F-15 / E-14, fig. 1) es un callejón abierto
directamente sobre la roca madre, al sur de una de las terrazas principales, que pasó a
ser utilizado como basurero en la última fase de ocupación del poblado. En este lugar se
disponen varios depósitos sedimentarios conformados por tierra suelta con abundancia
de cenizas, de distinta potencia según puntos y separados entre sí por capas alternas de
tierra arcillosa. La tierra cenicienta contiene una altísima proporción de hueso calcinado,
así como material cerámico muy abundante, que incluye bastantes piezas más o menos
completas y rotas de antiguo; en tanto que los paquetes arcillosos resultan prácticamente
estériles. La cronología establecida para el nivel A1 sería mediados siglo. II a.C. mientras
que para el nivel A3 se propuso una cronología de muy finales del siglo IV o III a.C.
(Vaquerizo, 1987:288-289; Vaquerizo et al., 2001:120-121). En este caso la mayoría de
las piezas pueden adscribirse a un determinado contexto o nivel estratigráfico: el ejemplar
N. cat. 8 no tiene un contexto definido, el ejemplar N. cat. 11 se localiza en el nivel A,
el ejemplar N. cat. 12 se localizó en el nivel A3, el ejemplar N. cat. 14 se localizó en
el contexto C y el ejemplar N. cat. 16 en el contexto E.
Otros dos fragmentos pertenecientes posiblemente a la misma pieza (Nos. cat. 9 y
10) pertenecen también a un nivel muy superficial sobre las estancias T y V, ladera abajo
del sector central (fig. 1).
El mayor número de fragmentos (Nos. cat. 1 a 7) se localiza en la parte más baja de
la ladera, en las cuadriculas D-16/ C-16, en el nivel superficial R, por lo que las piezas
podrían adscribirse la zona de los espacios inferiores H, F y G. El espacio H —excavado
parcialmente— parece haber sido un espacio abierto, probablemente una calle o un porche,
ubicado al Sur de la terraza más baja del sector central, convirtiéndose en la última fase
de ocupación del poblado en un área de servicio quizá en relación con la manufactura
del lino (Vaquerizo et al., 2001:120). Por otro lado, la estancia F es un único espacio
rectangular excavado en la roca, constituyendo ésta el pavimento de la estancia; resulta
significativa la existencia de un pie derecho central. El espacio G parece estar relacionado
con la estancia F, aunque no se encuentra una clara comunicación y parece ser un pequeño
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CPAG 24, 2014, 423-458. ISSN: 2174-8063
LAS CERÁMICAS IBÉRICAS CON DECORACIÓN ESTAMPILLADA DEL CERRO DE LA CRUZ (ALMEDINILLA, CÓRDOBA)
compartimento. En este espacio se produjo el hallazgo de cerámica de material ibérico de
gran calidad y huesos de animales en un nivel de tierra negruzca con gran cantidad de
manchas de carbón. Este espacio ha sido interpretado como un basurero o un lugar para
arrojar los desechos de los habitantes de la estancia aneja. Sin embargo, parece que con
el tiempo la funcionalidad de este espacio fue modificada (Vaquerizo et al., 2001:115).
Sólo hay un caso —debatible— en que un fragmento de muy pequeño tamaño (N.
cat. 18, fig. 3) procede de lo que podría ser un contexto de habitación, la denominada
W en 1989 (fig. 1). Pero este espacio comenzó a excavarse en 1989, y no se finalizó su
excavación hasta la campaña de 2007, por lo que aún se encuentra en proceso de estudio.
Este espacio correspondería posiblemente a un semisótano abierto a la calle XXV, con
presencia gran cantidad de material. La cerámica estampillada encontrada corresponde
al contexto ‘g’, próximo al suelo.
Queda pues claramente definida la ubicación superficial de la gran mayoría de los
fragmentos, su aparición en contextos de basurero (Espacio S), en hoyos medievales
(US1040), o en espacios de tránsito donde se superponen capas de tierra con cerámica
machacada (unidades superficiales de los espacios H AE, S y XXV) (ver Catálogo
y resumen en tabla 3; además ver las consideraciones realizadas en Vaquerizo et al.,
2001:120-121 y 208). Queda también claro que no hay una sola pieza completa del los
cientos procedentes del nivel de destrucción de c. 141 a.C. con estampillas.
CRONOLOGÍA
Dado este panorama, la atribución cronológica para las producciones estampilladas
del Cerro de la Cruz (que por otro lado son bastante homogéneas en factura, técnica y
tipología), plantea problemas.
Algunas de las zonas que han sido estudiadas, como el departamento F, muestran una
posible ocupación que podría remontarse originariamente a fines del siglo IV a.C. Pero
el conjunto de las zonas excavadas del poblado corresponde como es sabido a una sola
fase que como mucho puede abarcar la primera mitad del s. II a.C. (Muñiz y Quesada,
2010; Quesada et al., 2014).
Las investigaciones en torno a la cerámica ibérica con decoración estampillada del
Alto Guadalquivir apunten a una cronología desde el s. IV a.C. y al menos durante
todo el s. III a.C., pero en el Cerro de la Cruz no es posible asegurar una perduración
hasta el s. II a.C. De hecho, del estudio de los contextos parece deducirse que estos
fragmentos estampillados corresponden a una fase algo anterior del poblado que, o bien
fue casi obliterada por las masivas construcciones del s. II a.C., o más bien que estas
piezas proceden de la ladera alta del Cerro, donde las evidentes estructuras ibéricas fueron muy dañadas por las excavaciones de principios del s. XX, por la erosión y por las
trincheras de la Guerra Civil. Esto coincide con los similares patrones de dispersión y
ubicación estratigráfica para las cerámicas importadas precampanienses, rodadas y muy
fragmentarias que, como ya hemos apuntado, sólo aparecen en los niveles superficiales
de la zona excavada hasta ahora, y en escaso número. En consecuencia, cabría pensar en
una cronología a lo largo del s. III a.C. para las producciones estampilladas del Cerro
de la Cruz, fragmentarias, superficiales y escasas en número.
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CONCLUSIONES
Parece que el resultado de conseguir una cerámica estampillada es un acto bien
pensado, que influye tanto en el trabajo del alfar como en la decoración, ya que todo
parece estar coordinado, según las características a las que hemos aludido en epígrafes
anteriores. Esto quedaba patente ya en el análisis de Ruiz y Nocete (1981:376).
En cuanto a la proporción relativa de los distintos Tipos de estampilla, la muestra
es muy escasa para proponer una estadística fiable. De entrada, los 24 fragmentos del
catálogo se reducen a 23 porque los fragmentos 13/19 corresponden con plena seguridad
al mismo vaso. Dicho esto, hay 5 piezas con estampillas del Tipo I (aspa en círculo),
un 21,7% del total. Los Tipos II (rosetas) y III (marco circular con motivo reticular
interno) aparecen en idéntico número y proporción. Los Tipos V de marco rectangular
con motivo reticular interno, y el VI, de marco cuadrangular con aspa interior, son los
siguientes más frecuente, con 3 piezas cada uno (un 13% cada uno). Por último, el Tipo
IV (marco oval con motivo reticular interno) se da en solo dos piezas (8,7% del total).
La bajísima proporción de piezas estampilladas sobre el total de cerámicas del
yacimiento queda de manifiesto claramente en el hecho de que de la zona estudiada
ya por completo proceden 4491 vasos cerámicos distintos (desde los completos aunque
restituidos, o un sólo fragmento), de los que sólo 14 (un 0,3%) son estampillados. Si
contabilizáramos fragmentos en lugar de vasos completos, la proporción caería hasta
niveles estadísticamente despreciables.
Como hemos podido observar en la tabla 2, de correspondencia con los tipos de
Ruiz y Nocete, no hemos encontrado ningún tipo nuevo dentro del poblado que no
pueda relacionarse con los tipos ya establecidos para el Alto Guadalquivir. Sin embargo,
sí podemos hacer referencia a la ausencia en el Cerro de la Cruz de los tipos más frecuentes —representando un 30% del conjunto— según los datos recogidos por Ruiz y
Nocete (1981) para la zona del Alto Guadalquivir, como son los tipos con decoración
en espiral o curva (AV y BV, en Ruiz y Nocete, 1981:362). Tampoco hay presencia de
motivos figurativos, abundantes en otras zonas, como por ejemplo, en el Cerro de las
Cabezas de Valdepeñas (supra), ni motivos especialmente elaborados.
La mayoría de los fragmentos conservados con estampillas son galbos de pequeño
tamaño, no pudiendo obtener demasiada información tipológica, pues apenas siete ejemplares conservan su borde o elementos diagnósticos. En el caso del Cerro de la Cruz, la
posición de la estampilla se encuentra normalmente en la parte del hombro de la cerámica,
siendo el N. cat. 3 el único caso en el que se sitúa en el borde, y esto es una diferencia
notable respecto a los tipos documentados en el Alto Guadalquivir (Vaquerizo et al.,
2001:183). Sin embargo, esta localización es bastante común en el resto de paralelos
documentados, así como su aparición en otras zonas como en bases de tipos abiertos o
en asas. En cambio, una característica común con los ejemplares del Alto Guadalquivir
es que coincide en que se dan siempre sobre vasos cerrados decorados con pintura y de
buena calidad (Ruiz y Nocete, 1981:372).
No podemos proporcionar apenas datos respecto a las cuestiones socio-económicos
derivados, ya que para la fase del poblado documentada este tipo de objetos que encuentran de manera residual. No hemos podido adscribir estos hallazgos a contextos funcionales concretos, ni asociarlos a otros elementos. Varios autores ya han apuntado ideas
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LAS CERÁMICAS IBÉRICAS CON DECORACIÓN ESTAMPILLADA DEL CERRO DE LA CRUZ (ALMEDINILLA, CÓRDOBA)
al respecto. De la Pinta (1993) diferencia distintos significados para los distintos tipos
funcionales de cerámicas. Así, podríamos hablar de símbolos de pertenencia, decorativos
y de propiedad, según nos refiramos a objetos artesanales o domésticos, respectivamente,
y ambos aspectos posiblemente en la vajilla de lujo. Arnaud y Gamito (1974-77) han
puesto de manifiesto un evidente rasgo de afirmación cultural personal en los motivos
y Ruiz y Nocete (1981) añaden un posible carácter ideológico o religioso en algunos
tipos muy concretos, además de destacar el aspecto industrializado para algunos de los
yacimientos.
Como apuntábamos respecto a la cronología de estos hallazgos, refiriéndonos a su
contexto, podemos suponer que los materiales son algo más antiguos que el momento
de destrucción del poblado, pudiendo remontarse a las dataciones propuestas para otros
yacimientos, dentro del s. III a.C. Los trabajos recientes demuestran que las estampillas
no son, a partir del s. IV a.C., producciones propias de la Meseta, sino que abundan
igualmente en Andalucía (Lillo, 1977-78:17-18; Ruiz y Nocete, 1981:355) y los ejemplares
del Cerro de la Cruz vendrían a incidir en esta idea. A grandes rasgos, para la cultura
ibérica abarcaría desde la estandarización de la producción cerámica ibérica, es decir,
desde mediados del s. IV a.C. —excepcionalmente principios del mismo— ocupando el
ibérico pleno en sus fases más avanzadas hasta las guerras púnicas.
AGRADECIMIENTOS
Queremos expresar nuestro especial agradecimiento a D. Ignacio Muñiz Jaén, Director
del Ecomuseo del Río Caicena-Museo Histórico de Almedinilla, así como a la corporación municipal, su entusiasmo en el desarrollo de este Proyecto, inicialmente sustanciado
mediante un Convenio específico entre el Ayuntamiento de Almedinilla y la Fundación
de la Universidad Autónoma de Madrid. Expresamos también nuestro agradecimiento
a todos los miembros del equipo que desde 2006 viene colaborando en los trabajos de
campo y gabinete.
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