LA NATURALEZA DE LAS CONTRAVENCIONES AL REGIMEN FINANCIERO SILVIA BARRERO VARELA LUIS FERNANDO LIZCANO ZEA PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA FACULTAD DE CIENCIAS JURIDICAS DEPARTAMENTO DE DERECHO ECONOMICO SANTAFÉ DE BOGOTÁ, D.C. 2000 LA NATURALEZA DE LAS CONTRAVENCIONES AL REGIMEN FINANCIERO SILVIA BARRERO VARELA LUIS FERNANDO LIZCANO ZEA Trabajo de grado Presentado como requisito para optar al título de Abogado Asesor Científico JUAN CARLOS PRIAS B. Abogado PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA FACULTAD DE CIENCIAS JURIDICAS DEPARTAMENTO DE DERECHO ECONOMICO SANTAFÉ DE BOGOTÁ, D.C. 2000 AUTORIDADES ACADEMICAS GERARDO REMOLINA VARGAS (S.J.) Rector Dr. LUIS FERNANDO ALVAREZ (S.J.) Decano del Medio Dr. GUSTAVO ZAFRA ROLDAN Decano Académico Dr. HERNANDO BERMUDEZ Director Dpto de Derecho Económico AGRADECIMIENTOS Con reconocimiento a: Directivas de la Pontificia Universidad Javeriana. A nuestros Docentes y Asesores, con mención especial al Dr. Juan Carlos Prias, por su calidad humana, dedicación y apoyo. Especial mención a nuestros padres, por su ayuda incondicional. CONTENIDO Pag INTRODUCCIÓ N 1 CAPÍTULO PRIMERO 1. PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA 6 1.1 DESCRIPCIÓ N DEL PROBLEMA: DE AFTALION A GOLDSHMIDT 6 1.1.1 El Derecho Penal Administrativo 10 1.1.2 La Unidad del Derecho Penal Tradicional 17 1.1.3 Visión al Panorama Nacional 20 1.2 EL MITO DE LAS INFRACCIONES AL ORDENAMIENTO FINANCIERO COLOMBIANO: EVOLUCIÓ N ECONOMICA 25 CAPITULO SEGUNDO 2. NATURALEZA DE LAS CONDUCTAS QUE VIOLAN LA NORMATIVIDAD FINANCIERA 38 2.1 LA TEORIA DEL HECHO PUNIBLE 38 2.1.1 EL Delito y sus Elementos 40 2.1.1.1 Tipicidad 47 2.1.1.2 Antijuridicidad 50 2.1.1.3 Culpabilidad 52 2.2 NATURALEZA JURÍDICA DE LA CONTRAVENCIÓ N 56 2.3 EL ELEMENTO SUBJETIVO DE LA CONTRAVENCIÓ N 64 2.4 APLICACIÓ N DE LA TEORÍA DEL HECHO PUNIBLE AL SISTEMA FINANCIERO 73 CAPITULO TERCERO 3. LA SUPERINTENDENCIA BANCARIA: ORGANO DE INSPECCIÓ N, VIGILANCIA Y CONTROL EN EL SECTOR FINANCIERO 89 3.1 ESQUEMA FUNDAMENTAL DE LA INTERVENCIÓ N 89 3.2 DE LAS FACULTADES PROPIAS DE LA SUPERINTENDENCIA BANCARIA 3.3 99 ANALISIS DE LA FACULTAD SANCIONATORIA DE LA SUPERINTENDENCIA BANCARIA 103 3.3.1 Diagnóstico 104 3.3.2 Pronóstico 133 CAPITULO CUARTO 4. EL ORDEN PUBLICO ECONOMICO COMO BIEN JURIDICO TUTELADO 134 4.1 EL BIEN JURIDICO TUTELADO 134 4.1.1 Nociones Generales 134 4.1.2 El Orden Público Económico tiene un alcance superior al entendimiento que cada de las esferas del Derecho puede darle en la estructura normativa de nuestra legislación nacional. 4.2 138 CONCEPCIÓ N DEL SECTOR FINANCIERO COMO UN SERVICIO PUBLICO 156 CAPITULO QUINTO 5. CONCLUSIONES 170 5.1 LA CRISIS FINANCIERA: REFERENCIA OBLIGADA 170 5.2 LOS PRINCIPIOS Y GARANTÍAS PENALES, SE CONSTITUYEN EN EL MARCO QUE DELIMITA LA ACTUACIÓ N DE LAS AUTORIDADES ADMINISTRATIVAS, AL MOMENTO DE IMPONER UNA SANCIÓ N 171 5.3 EL DERECHO SANCIONATORIO A LA LUZ DE LA NUEVA CONCEPCIÓ N DE ESTADO 5.4 LAS CONTRAVENCIONES A LA NORMATIVIDAD FINANCIERA COMO UNA DE LAS MODALIDADES DEL HECHO PUNIBLE 5.5 174 179 LAS MATERIAS PENALES NO SE CONDENSAN DE MANERA EXCLUSIVA EN LOS CODIGOS PENALES Y DE PROCEDIMIENTO PENAL 5.6 LA NUEVA ESTRUCTURA EN LA LEY 599 DE 2000. EL NUEVO CONCEPTO DE INJUSTO PENAL 5.7 182 183 EL REMEDIO NO DEBE JUSTIFICAR LA DESPROTECCIÓ N A LOS CIUDADANOS BIBLIOGRAFIA ANEXOS 185 INTRODUCCION Varios han sido los lineamientos trazados por quienes han encausado sus labores en la búsqueda de un concepto, que fije los límites en el comportamiento de aquellos que han decidido prestar sus servicios en una actividad que como la financiera, exige un nivel de diligencia superior por sus connotaciones socioeconómicas. Del manejo que aquellos agentes del mercado económico realicen en torno al cumplimiento de sus funciones, depende el desarrollo de una política sana en el sector financiero, patrón de las economías modernas. No cabe duda que las autoridades nacionales, han puesto toda su atención en la sistematización de un régimen que tipifique las conductas antijurídicas que afectan de manera inminente el desarrollo de la actividad financiera. Con este propósito y en aras de defender a cualquier costo el interés que el Estado tiene en el buen manejo del orden económico y social, surgen nuevas dudas con relación al alcance de los principios que gobiernan el debido proceso en materia de responsabilidad en el sector financiero. De acuerdo con lo anterior, este proyecto de grado, trata de resaltar las posturas acogidas por las autoridades administrativas en ejercicio de sus facultades sancionatorias en materia financiera, entidades que según nuestro criterio, han procurado implementar un sistema que de vieja data se caracteriza por su poder de imposición, propio de un estado paternalista. Además, se pretende focalizar las posiciones encontradas en torno a la aplicación de los principios del Derecho Penal en materia administrativa en el sector financiero, particularmente los principios de tipicidad, antijuridicidad y culpabilidad. En resumen, se espera hacer una contribución para aquellos a quienes se les ha encomendado la tarea de proteger el sistema financiero, haciendo un estudio sobre las posiciones existentes en cuanto a la aplicación de los mencionados principios del Derecho Penal en materia administrativa como parte del Debido Proceso, a fin de lograr, en la medida de lo posible, conclusiones ajustadas a Derecho en materia de responsabilidad personal en el área financiera. De antemano debemos resaltar que el enfoque central del presente trabajo de grado, tal y como ha quedado establecido en los términos del anteproyecto aprobado por la facultad, está encaminado a analizar la forma en que la Superintendencia Bancaria como organismo de inspección, vigilancia y control de las entidades financieras, impone sanciones a los representantes y demás funcionarios de las mismas, a TITULO PERSONAL. Esto es así por cuanto la revisión del tradicional aforismo “Societas Delinque Non Potest”, hace parte de un examen riguroso que aunque ligado al tema de la responsabilidad en materia administrativa contravencional, se constituye en un asunto de profundo análisis e investigación, que perfectamente podría asumirse como un trabajo investigativo independiente que demandaría un estudio exhaustivo del problema de la imputación jurídico penal de las instituciones financieras como personas jurídicas, propósito que dejamos en manos de quienes pretendan asumir dicha responsabilidad. De cualquier manera, resulta de gran importancia abarcar el estudio de las sanciones que a título personal se les impone a los funcionarios de las instituciones financieras, en la medida en que de dicho análisis se puede establecer el tratamiento otorgado a los referidos agentes financieros por parte de las autoridades administrativas - entiéndase la Superintendencia Bancaria -, reflejándose el pensamiento de ésta última en punto de la naturaleza jurídica de las contravenciones al régimen financiero, y las críticas que tal posición merece. 2 El derecho de castigar, como facultad exclusiva del aparato estatal, se expresa primordialmente en dos figuras contempladas en el sistema penal vigente: el Delito y la Contravención. Paulatinamente la contravención ha sido objeto de múltiples tratamientos y apreciaciones por parte de las corrientes doctrinarias en campos diversos al Derecho Penal, tal como sucede en materia financiera. Por su desordenada aplicación en dichos campos, su naturaleza hoy en día encierra una gran polémica, motivo por el cual su alcance se ha interpretado de manera ambivalente por las autoridades administrativas y jurisdiccionales. Para comprender la aplicación de las fórmulas jurídicas del Derecho Sancionatorio, se hace necesario llevar acabo un estudio de la metodología que ha seguido la Superintendencia Bancaria como organismo de inspección, vigilancia y control de las entidades financieras en el ejercicio de dichas facultades, al momento de imponer una sanción de carácter personal contemplada en el ordenamiento jurídico financiero. El ejercicio de dicha facultad sancionatoria, se ha desarrollado en medio de un amplio debate orientado a precisar si las infracciones, cuya vigilancia compete a ciertas autoridades administrativas, como es el caso de la Superintendencia Bancaria, hacen parte de los denominados Hechos Punibles, o sí por el contrario, constituyen infracciones de estricta naturaleza administrativa respecto de las cuales, no se predican los elementos que integran el ilícito penal, vale decir el principio de la tipicidad, antijuridicidad y culpabilidad, en lo que podríamos denominar “Derecho Contravencional Financiero”. De acuerdo con lo anterior y tomando en consideración las anotaciones previas, se presenta el CAPITULO I como EL PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA, con el claro propósito de situar al lector en el debate suscitado a partir de la distinción entre el Derecho Penal y el 3 Derecho Penal Administrativo. Mediante la breve exposición de los argumentos principales debatidos a nivel de doctrina nacional e internacional, se procura plasmar los elementos de juicio necesarios para la precisión de los fundamentos que darán soporte a nuestra tesis. A su vez, la segunda parte de este capítulo sugiere de una manera a nuestro juicio novedosa, una apreciación de cómo los hechos históricos han contribuido a la evolución de las formas de Estado, comprendida desde la concepción y manejo que el ente estatal le ha dado a la economía. No pretendemos realizar en este aparte una extensa y profunda disertación sobre la evolución del Estado, sin embargo, convencidos de que la concepción que se tenga de éste es fundamental a la hora de fijar las políticas económicas, abordamos el tema dándole una presentación propia a partir de la cual, pretendemos relacionar el esquema de la intervención y supervisión del Estado en la economía con el acontecer histórico. A su vez, el CAPITULO II sobre la NATURALEZA DE LAS CONDUCTAS QUE VIOLAN LA NORMATIVIDAD FINANCIERA, parte del análisis de la teoría fundamental del Hecho Punible, sus elementos y principales características, a fin de establecer y permitir la comprensión de los aspectos básicos concernientes al área del Derecho Penal, conceptos imprescindibles para la comprensión integral del tema de estudio. No podemos concluir nuestro planteamiento, sin que antes se haya tenido en cuenta las nociones básicas que integran el Derecho Penal y su naturaleza. Sin pretender convertir nuestra investigación en un tratado de Derecho Penal puro, presentamos lo que en nuestro concepto debe tenerse en cuenta a la hora de precisar el alcance de las disposiciones eminentemente penales al campo administrativo. En este punto es necesario advertir, que afrontar el tratamiento de este capítulo a puertas de una reforma penal, implica la tarea de acoplar las disposiciones y finalidades de la reforma a las normas financieras preexistentes relacionadas con las facultades sancionatorias. Por lo anterior, el tema de la Reforma Penal es considerado a lo largo de éste trabajo con el ánimo de darle continuidad y vigencia a las ideas aquí expresadas. 4 Como CAPITULO III se presenta a LA SUPERINTENDENCIA BANCARIA: ORGANO DE INSPECCION, CONTROL Y VIGILANCIA EN EL SECTOR FINANCIERO. Constituye el aporte principal a nuestra investigación y el eje central de nuestro trabajo de tesis. A través de la recolección de información consistente en Resoluciones proferidas por la Superintendencia Bancaria sobre sanciones impuestas a los administradores de entidades financieras en un término de diez (10) años, se pretende obtener una visión global de la posición asumida por esta entidad en relación a la aplicación, manejo y alcance de la imposición de sanciones a título personal a los agentes involucrados en la prestación del servicio financiero. Lo anterior, tomando como punto de partida la expedición de la Ley 45 de 1.990 a partir de la cual se ha realizado una reorganización del sistema financiero surgida a raíz de la crisis del sector de los años 80´s. Los frutos de dicha investigación serán la base para la formulación de las conclusiones producto de esta labor. Por último, se encuentra una breve referencia sobre el tema del ORDEN PUBLICO ECONOMICO COMO BIEN JURIDICO TUTELADO en el sector financiero y la concepción de la actividad financiera como servicio público, de lo cual se pretende derivar las ventajas o desventajas de la aplicación del IUS PUNIENDI en materia administrativa. Del resultado que se obtenga de las labores de investigación, a nivel de doctrina y jurisprudencia, asumiremos una posición fundada en los postulados constitucionales sobre la naturaleza jurídica de las infracciones a la normatividad financiera. 5 CAPÍTULO PRIMERO 1. PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA El planteamiento del problema se genera a partir de dos corrientes encontradas pero igualmente aceptadas. Por un lado la teoría del Derecho Penal Administrativo promovida por James Goldschmidt, la cual concibe al Derecho Penal Administrativo como una ciencia independiente del Derecho Penal y con principios generales propios; su contrapartida, la del Derecho Penal Especial, propuesta por Enrique Aftalion, se fundamenta en la plena aplicación de los principios del Derecho Penal y por lo tanto en la de sus efectos en materia administrativa. 1.1 DESCRIPCION DEL PROBLEMA: DE AFTALION A GOLDSCHMIDT La actividad del ser humano es objeto de múltiples limitaciones, que se han expandido en la medida en que el hombre participa de las tareas que especialmente el avance y desarrollo de la economía le ha impuesto. La restricción de las libertades, en virtud de las regulaciones que integran cada rama del ordenamiento jurídico, ha procurado un equilibrio social que pretende alcanzar el bienestar de los hombres. El Derecho Penal, definido como el Derecho del Hombre, ha sido objeto de múltiples cambios ligados al origen, formación y evolución del Estado, ya como agente mismo, ya como 6 organismo de dirección, en ejercicio de su poder de imperio. Por esta razón las funciones que el legislador le ha encomendado al Derecho Penal han pasado de las simplemente represoras a las preventivas, protectoras y aún resocializadoras del hombre. Paralelamente, el Derecho Económico y en particular el Derecho Financiero, han evolucionado a pasos agigantados; a pesar de ser Derechos contemporáneos, llenos de grandes falencias conceptuales, como la que hoy nos compete estudiar, se han convertido en Derechos de avanzada y motor de nuevas tenencias jurídicas, que se proyectan como mecanismos de colaboración de política económica y estatal. El Derecho Financiero ha tenido gran incidencia en el campo de las diferentes economías de las regiones; de ahí que por sus características de transformación, agilidad, formulación, cambio y protección del denominado ORDEN PUBLICO ECONOMICO, busque implementar mecanismos tan veloces como la propia economía, para proteger los intereses jurídicos encomendados, mediando la actuación de los organismos administrativos con funciones de policía administrativa, quienes se ocupan de definir, haciendo valoraciones objetivas de la normatividad jurídica y ética, la conducta ideal de los agentes involucrados en la banca. Este panorama precisamente por sus connotaciones socioeconómicas, no puede desconocer una polémica no resuelta hasta el momento. Ante el planteamiento anterior, es preciso advertir que la doctrina nacional y extranjera no ha sido pacífica en cuanto al tema y se ha debatido entre dos posiciones extremas que caen en la lucha de los “administrativistas contra los penalistas”, olvidando que el punto en cuestión, no puede reducirse a si las infracciones reglamentadas en el Estatuto Orgánico del Sistema Financiero son de estricta naturaleza penal o administrativa, pues, contrario a que se presente 7 una disfunción, se aprecia una yuxtaposición de éstas dos áreas que amerita una apreciación de fondo. Los doctrinantes vanamente se desprenden del problema esencial y de la importancia de una respuesta que se ajuste, no únicamente al rápido desarrollo de las economías, sino al cumplimiento de los principios que desde siempre han fundamentado el Derecho Sancionatorio, valga decir, las herramientas y procedimientos que obligan a una autoridad al momento de imponer una sanción. La norma sancionatoria se compone básicamente de dos partes: la descripción típica de la conducta y la sanción, ambas consecuencia de la ejecución del comportamiento descrito. Es precisamente ese segundo componente, el que ha servido de base para la exposición de diversas doctrinas sobre la aplicación o no de los principios del Derecho Penal a conductas propiamente administrativas, como es el caso de la función policiva del Estado, la prestación de los servicios públicos, y los regímenes de inspección, control y vigilancia de las actividades cruciales que desempeña el Estado para la libre y armónica convivencia de sus asociados. Definitivamente la problemática que nos ocupa, no puede solucionarse presentando una respuesta tal como aquella que se fundamenta en la aparente naturaleza administrativa o penal de las disposiciones por la ubicación de los preceptos que describen la conducta; por la finalidad de la sanción que impone la norma; por la mayor o menor gravedad de la sanción; por la autoridad competente para dilucidar el asunto objeto de controversia; por la simple diferencia entre el delito y la contravención; por la interpretación de un nuevo Derecho; o aún por la postulación de intereses jurídicos que se adecuen de mejor manera a las necesidades del Estado dependiendo de su evolución en el sector financiero; por la creencia que el Derecho punitivo se reduce a las formas jurídicas que se presentan en nuestro actual Código Penal; o 8 por la conjugación de normas que por su apariencia no dejan duda de estar comprendidas en la normatividad penal. Tampoco se trata entonces, de apreciar la aplicación y validez de una responsabilidad subjetiva o de la responsabilidad de índole objetiva a conductas desarrolladas en el campo administrativo, o de precisar si el problema se deriva de la punibilidad, culpabilidad, antijuridicidad, tipicidad; o si acaso son los principios penales verdaderos valores suprajurídicos en el campo sancionatorio. Reducir nuestra investigación a estos temas, nos llevaría a adentrarnos en tópicos reiteradamente abordados por la doctrina y jurisprudencia lo que a nuestro juicio, no contribuiría a resolver las inquietudes jurídicas que se generan de las infracciones cometidas por los agentes que actúan en el Sistema Financiero. A continuación y como muestra del tratamiento que le han dado los estudiosos al tema, abordamos el marco conceptual que viene a guiar y fundamentar las apreciaciones que expone este trabajo. Como lo advertimos desde un principio, la discusión en torno de la naturaleza jurídica de las infracciones al orden financiero se resumen en 2 tesis: (i) Tesis Penalista y; (ii) Tesis de estricta naturaleza Administrativa. Los linderos que demarcan los límites del Ordenamiento Penal y el Administrativo, no han sido claros al precisar la naturaleza y componentes de las órdenes y prohibiciones consagradas en las normas financieras, que tienen por objeto limitar la actividad de los agentes que interactuan en este sector como mecanismo de control de la actividad bancaria, con el propósito de regular y prevenir las causas que puedan eventualmente ocasionar un caos que rompa el equilibrio macroeconómico. 9 Para la corriente de los administrativistas, los mandatos plasmados en normas de carácter tributario, aduanero, disciplinario, financiero, cambiario y aquellas que comportan un ingrediente netamente de política estatal que se sale de la órbita penal y de las materias que naturalmente comprende la legislación penal, constituyen un Derecho Contravencional que se nutre de los principios básicos de las actuaciones administrativas, porque a pesar de consagrar un derecho calificado como REPRESIVO, los intereses jurídicos que respalda sólo le conciernen a las instituciones estatales y no de manera directa a la comunidad en general, como sería el caso de un genocidio, el secuestro en todas sus modalidades, y el mismo aborto en las comunidades donde dicha práctica sigue siendo reprochable socialmente, y cuya protección por la naturaleza misma de estos problemas le incumbe al Derecho Punitivo. El soporte doctrinal en esta corriente, parte de la premisa fundamental que afirma que los preceptos contentivos de órdenes y prohibiciones con su consecuente sanción son otra cosa distinta al denominado por los penalistas INJUSTO PENAL. Por otra parte, quienes creen que la discusión pierde sentido simple y llanamente porque aquellas infracciones son de naturaleza penal, argumentan que todas las figuras jurídicas que reprochan y sancionan ciertos comportamientos son delitos o contravenciones como categorías del Hecho Punible. 1.1.1 El Derecho Penal Administrativo. No hace mucho tiempo viene utilizándose la expresión de “Derecho Penal Administrativo”, que se presenta como una nueva rama del Derecho, por supuesto autónoma y guiada por sus propios principios. Sin embargo, trazar la frontera entre el Derecho Penal y el Derecho Administrativo no ha sido fácil; su delicada y 10 tenue línea de separación, muchas veces desaparece para dar origen a discusiones que aún hoy ocupan la mayoría de las páginas de la doctrina y horas de la academia. En líneas generales, encontramos una tendencia ciertamente autoritaria que pugna por la intromisión del Derecho Administrativo en el campo Penal, y una tendencia contraria que convierte verdaderas actuaciones administrativas en materias penales. La primera de las mencionadas se recoge precisamente en el Derecho Penal Administrativo entendido como el conjunto de preceptos sin calificativo, caracterizados principalmente por contemplar una pena entendida como sanción en sentido general, a fin de procurar el bienestar social, el orden público y la armonía estatal. Luego se trata de preceptos que contemplan verdaderas normas administrativas de carácter sancionatorio, como es obvio con evidentes consecuencias administrativas. La teoría de mayor resonancia que busca caracterizar la contravención por la indiferencia ética o la creación política, fue precisamente ésta, la del Derecho Penal Administrativo sostenida por JAMES GOLDSCHMIDT. La teoría de Goldschmidt se basa en que el Derecho Penal se ocupa de la delimitación de las esferas individuales, de los hombres como individuos en tanto que el bien público, que sobrepasa lo individual, es una cuestión que incumbe al Orden Administrativo del Estado. Con este pensamiento se sostiene que el Derecho Penal Administrativo es “el conjunto de aquellas disposiciones mediante las cuales la administración estatal encargada de favorecer el bienestar público estatal vincula a la transgresión de una disposición administrativa como supuesto de hecho, una pena como consecuencia administrativa.”1 Es preciso entender el marco conceptual que dio origen a ésta teoría, ella se compaginaba 1 James Goldschmidt, citado por Jorge Pinzón y Fernando Carrillo. Sector Financiero y Delincuencia Económica 1.985 Pág 303. 11 perfectamente con la ideología de lo que entonces se conocía como Estado de Derecho, cuando aún no se percataban del elemento social, pues se trataba de un Estado Gendarme, espectador, impávido, único e incontrovertible del juego de las leyes de la economía, juicioso seguidor del dominante capitalismo naciente; ignorante aún de las libertades individuales y del contenido de los Derechos que vendrían a reafirmarse como fundamentales posteriormente. Lo importante era que dentro de esa política la administración tenía bien definidos los cauces dentro de los cuales se encontraba perfectamente clara la inclusión de los ilícitos administrativos pues al fin y al cabo, se trataba de pocas disposiciones de reducido alcance penal. Sin embargo, la tan mencionada inflación penal no fue sólo de esta índole sino también de otras especies jurídicas hasta desbordar los límites de ese Estado Gendarme y obligarlo a intervenir, regular y controlar, son los principios de la intervención del Estado en la Economía y después en el sector financiero, que tal como lo veremos más adelante, marcaron un nuevo esquema y concepción de lo que se ha llamado Derecho Penal Administrativo. “La aparición del Derecho Penal Administrativo fue el resultado de la concurrencia de diversos factores y, fundamentalmente, del abandono de la filiación de la Policía, hecha imposible por la transformación del concepto de esta; a lo que hay que añadir el aumento del intervencionismo administrativo. Así las cosas la Administración pasa a primer plano. La Administración tiene fines propios que alcanzar, individualizados respecto de los que comprende de forma expresa el Ordenamiento Jurídico, y para poder lograrlos cuenta con una potestad sancionadora propia, gracias a la cual se autoayuda y puede imponer coactivamente el cumplimiento de las normas. Sin necesidad, pues de insistir en la exposición de esta postura (puesto que la literatura primaria y secundaria sobre el particular es conocida y más que suficiente) baste subrayar que la meta del Derecho Penal Administrativo es la completa despenalización del Injusto Administrativo. Expresado en otros términos, el 12 Derecho Penal Administrativo conoce -y no se atreve a negar- la paternidad del Derecho Penal, pero busca su identidad en la ruptura con el padre y en el énfasis sobre lo administrativo”.2 No podríamos haber encontrado una mejor introducción al tema del Derecho Penal Administrativo, es en síntesis la esencia de sus fundamentos y una verdad revelada que se arraigó con GOLDSCHMIDT, padre e hijo y, cuando empezaba a decaer cobró vida nuevamente con EBHARD SCHIMTH. Se originó como una tendencia que sobrepasó las fronteras del Derecho Penal tradicional. Es fácil percibir que para JAMES GOLDSCHMIDT el Derecho Penal Administrativo es totalmente AUTONOMO, poseedor de una naturaleza propia que se encuentra por fuera del ámbito Penal porque simple y llanamente en su esencia y sustancia no es Derecho Penal, es parte del Derecho Administrativo y como tal no podría equipararse el ilícito administrativo y el ilícito penal pues “el delito criminal ataca a los bienes jurídicamente protegidos, en tanto que el delito administrativo no se proyecta en la conciencia jurídica o moral y sólo representa una lesión a simples intereses administrativos declarados administrativamente”3. Planteadas así las cosas nos encontramos frente al precursor de aquellos que sostienen que no es posible aplicar a las conductas propias del Derecho Penal Administrativo, vale decir, a las infracciones administrativas (llamadas así por lo pronto) las normas, principios, y valores del Derecho Penal. Conforme a ella, no puede calificarse como contravención penal una infracción a normas propias del Derecho Financiero, Cambiario o Fiscal, en cuanto estas disposiciones se orientan al control de actuaciones administrativas propiamente dichas. 2 Alejandro Nieto. Derecho Administrativo Sancionatorio 1.994 Pág: 181. 13 “La teoría de Goldschmidt se basa en que el Derecho Penal se ocupa de la delimitación de las esferas individuales – ya lo habíamos dicho-, de los hombres como individuos, en tanto que el bien público , que sobrepasa lo individual , es una cuestión que incumbe al orden administrativo del Estado. A partir de esta distinción entre “el hombre individuo” y el “hombre miembro” concluye que, cuando lesiona los deberes que incumben a la primera calidad, comete delito, y cuando lesiona los de la segunda una contravención administrativa”4. Nos encontramos pues, ante una lesión social que no constituye una lesión individual en el entendido que no merecería el reproche penal por estar subordinada a intereses meramente administrativos. Pero, es que acaso, ¿podríamos concebir una lesión social que no implique una lesión individual cuando el todo formado por cada una de sus partes está constituido por el interactuar de los hombres en sociedad como individuos?. Muy de cerca a estas apreciaciones también se encuentra ERIK WOLF, el cual reconoce a su vez una diferencia entre el delito administrativo y el delito penal fundamentada principalmente en la culpabilidad y en la antijuridicidad. De esta misma manera otros autores a nivel internacional se han agrupado para respaldar este pensamiento: ADOLFO SCHONKE, LANGE, MICHELS y BOCKELMANN. Su posición, la misma, se acentúa en la doctrina expresando como conceptos distintos las figuras del delito, contravención y las denominadas contravenciones/infracciones administrativas. Siguiendo con nuestra exposición y continuando con la misma línea de análisis expone GUIDO ZANOBINI, que la posición autonomista que avala el Derecho Penal Administrativo 3 Jorge Pinzón y Fernando Carrillo. Op. Cit. Pág: 299. 14 se fundamenta en la punibilidad al admitir que de él se generan penas que no son aplicadas por el Estado en cumplimiento de su función de administrar justicia, sino que son la aplicación de la facultad administrativa del Estado, facultad guiada por preceptos muy distintos a los del Derecho Penal Común. A su vez, MANCINI acepta la existencia de un Derecho Penal Administrativo, condicionado tal vez, pues requiere del elemento sancionatorio previsto y otorgado por el Derecho Penal, así “se refiere a interés de policía o hacienda, regulada en vía principal por normas administrativas y en vía secundaria por normas penales”5. Otros como SPOTA han defendido la existencia de un Derecho Penal Administrativo fundado en el móvil delictivo, donde además predomina el elemento objetivo sobre el intencional toda vez que lesiona a la administración pública más que un interés jurídico individualizado. Los argumentos, todos ellos fruto de profundas discusiones y análisis planteados por la doctrina foránea y nacional han coincidido en la formulación del problema a partir de la “sanción” como componente de la conducta represiva, diferenciándola de la pena, como consecuencia propia del comportamiento criminal. Para la gran mayoría no existe diferencia cualitativa ente la noción del delito y la contravención, como especies del hecho punible, de ahí que se sostenga que la contravención comparte los elementos de tipicidad, antijuridicidad y culpabilidad. Lo propio aplica para el Derecho Penal Administrativo que se estructura desde el punto de vista normativo, por el precepto y la sanción, presentando en su descripción una conducta reprochable por el legislador y por ello mismo prohibida, de ahí la tipicidad; la valoración que el precepto hace al proteger determinados intereses jurídicos, de donde se colige la antijuridicidad, y por último el presupuesto de mayor controversia, la culpabilidad que 4 Eugenio Raúl Zafaroni. Tratado de derecho Penal 1.987 Pág: 237. 15 como se verá para algunos debe ser objeto de examen al valorar la conducta del agente investigado. En el gran recorrido de estas posiciones, nos encontramos con argumentos que hacen una presentación del problema de manera diferente. Decir, como lo exponen algunos de los grandes maestros del Derecho, que la contravención, como parte del Derecho Penal Administrativo, en absoluto puede fundarse en las normas rectoras de nuestro Estatuto Punitivo, por la simple y llana respuesta de que la imposición de las sanciones en estos casos la hacen organismos de carácter gubernativo y no los funcionarios judiciales, es tanto como solucionar un problema sustancial y estructural, como lo es la determinación de la naturaleza administrativa o penal de la contravenciones, con un factor coyuntural como es la asignación de competencias a las autoridades para la resolución de los conflictos. Para los adeptos de esta línea doctrinal, el Derecho Sancionatorio, tal y como ya se había mencionado, comprende los delitos, las contravenciones penales, y otra especie, que para muchos son residuales, y se les ha denominado infracciones, faltas o contravenciones administrativas. Los tratadistas del Derecho Penal Económico consideran que estas conductas -denominadas infracciones administrativas- son aquellas no calificadas por el legislador como penales y que por lo tanto se constituyen en reglas sociales con una previsión fundada en la vulneración del bien jurídico tutelado, y que es precisamente ello lo que determina su naturaleza eminentemente administrativa y excluyente de la autoridad penal. 5 Jorge Pinzón y Fernando Carrillo. Op. Cit. Pag: 303 16 Es importante resaltar que una de los notas fundamentales de estos doctrinantes, ha consistido en presentar como fundamento de su tesis, los diferentes modelos económicos planteados como política de Estado en momentos de coyuntura económica. Del Estado gendarme, donde la participación de los entes gubernamentales era limitada, hasta el Estado director e interventor en las cuestiones económicas, donde la participación se caracteriza por la actividad reguladora y su actuación como agente económico, las instituciones jurídicas han evolucionado para responder como instrumentos eficaces de los cuales puede valerse el propio Estado para la ejecución de sus funciones constitucionales y legales. Es precisamente éste el argumento que fundamenta el hecho de que las infracciones financieras no ocupan el campo designado para los asuntos netamente penales, toda vez que el Estado en su deseo por resolver ágilmente los conflictos que le interesan por sus connotaciones socioeconómicas, ha implementado como mecanismos represivos la tipificación de conductas sancionables, y de cuya facultad de imposición de las sanciones se las ha encomendado a organismos con funciones de policía administrativa. 1.1.2 La Unidad del Derecho Penal Tradicional. La unidad del Derecho Penal se ha visto reflejada en el pensamiento de otro gran número de pretigiosos juristas. El padre de todos ellos ENRIQUE AFTALION. Ha sido él quien ha desarrollado uno de los más completos y complejos estudios acerca del tema que concluye con una aguda crítica al planteamiento del jurista alemán Goldshmidt. Finca su tesis en el duro cuestionamiento al concepto de autonomía preconizado por sus opositores para justificar la existencia del Derecho Penal Administrativo: “En verdad – indica- todo depende del alcance que se asigne a la palabra autonomía. Si sólo se significa con ella la conveniencia de su independización docente, con fines didácticos, nada hay que objetarle. Pero no estimo correcto hablar de nuevas ciencias, de autónomas ramas del saber, cada vez que 17 encontramos criterios contingentes para efectuar nuevas parcelaciones sistemáticas de los datos dogmáticos de un Ordenamiento Jurídico”.6 Así se fundamentan quienes consideran que no hay diferencias sustanciales u ontológicas entre las normas penales aplicadas por las autoridades judiciales y aquellas que rigen la potestad sancionadora de la administración. En consecuencia las infracciones en materia administrativa comparten los principios rectores contenidos en el Código Penal aplicables por excelencia a las contravenciones penales y a los delitos. “Si a un contraventor –dice- a quien se hace purgar una pena de 30 días de arresto, se le dice que no se preocupe, que la sanción que sufre no es penal, sino administrativa, es probable que no sienta por ello mayor alivio, pues el buen sentido sanchopancesco, le hace ver cuánto hay de inútil sutileza en el distingo.”7. Para exponer su tesis, el citado autor se dedica a desvirtuar cada uno de los pilares que sostienen la tesis autonomista de Goldschmidt. Ya hemos visto como la tan propugnada autonomía se convierte en el eje principal de la teoría de Goldschmidt. Pero ese elemento que el jurista alemán preconiza como el más sólido argumento de su teoría acerca del Derecho Penal Administrativo, es fuertemente criticado por el precursor de la unidad del Derecho Penal Común. Echando mano de principios fundamentales del Derecho advierte: “A nuestro juicio, sólo pueden existir 2 ideas regulativas para saber si una rama cualquiera es, o no, científicamente autónoma: a)si los principios que la informan, por su carácter ontológicamente original y por constituir una construcción jurídica sistemática, completa y cerrada, hacen innecesaria toda recurrencia a los principios de otra rama, estaremos frente a una disciplina plenamente autónoma; b)si los principios de la rama en cuestión 6 Carrillo y Pinzón Ob. Cit. Pág. 312. Enrique Aftalión y Laureano Landaburu. Acerca de las Faltas o Contravenciones. Derecho Penal Administrativo. 1955. 7 18 aparecen como contingentes excepciones , o especificaciones de los de otra disciplina, a la que se recurre además para la solución de los casos no previstos, no cabe hablar de una rama autónoma, sino, a lo sumo, de un recuadro o ramal más o menos excepcional (Derecho de excepción) ó especializado ( Derecho Especial)”8. Así las cosas, de la autonomía legislativa, didáctica y científica no todas se podrían predicar del Derecho Penal Administrativo, tal como lo advertimos al iniciar este análisis. De la misma manera AFTALION cuestiona la teoría impulsada por Goldschmidt desde la óptica de la discusión entre Delitos y Contravenciones. A su turno ADOLFO MERKL establece : “Se pierden inútiles esfuerzos tratando de determinar qué figuras delictivas corresponden al Derecho penal criminal y cuáles al Derecho Penal Administrativo. Se trata de una idea quimérica. Sólo el Derecho Positivo puede contestar a la pregunta de si un hecho determinado corresponde al Derecho Penal judicial o al administrativo, según sea la forma en que se hallen establecidas las competencias.”9 En otras palabras, según este autor sería penal si estando ante un injusto penal aborda su conocimiento la jurisdicción o será derecho penal administrativo si lo conoce la autoridad administrativa competente. La represión de las llamadas infracciones administrativas atribuidas a determinadas autoridades administrativas no constituyen una concesión al Derecho Penal Administrativo sino el ejercicio de verdaderas funciones judiciales que adoptan del Derecho Penal para las necesidades de la administración pero que en lugar de fraccionarlo refuerzan la unidad absoluta de sus valores, según FRITZ FLEINER. 8 9 Carrillo y Pinzón Ob. Cit. Pag: 81 Adolfo Merkl, citado por Jorge Pinzón y Fernando Carrillo. Op. Cit. Pag: 309. 19 HANS KELSEN también niega la distinción sustancial entre la esfera judicial y la administración respecto de la materia penal. De igual forma se explican LUIS JIMENEZ DE ASUA, VICENZO MANCINI y SEBASTIAN SOLER. Concluyen todos, que no se podría concebir al Derecho Penal Administrativo como una ciencia autónoma, sino como un auténtico Derecho Penal al cual le son aplicables las normas del Derecho Penal y debe entendérsele como un DERECHO PENAL ESPECIAL. 1.1.3 Visión al Panorama Nacional. El planteamiento anterior comparte numerosas premisas con los estudios abordados en la órbita nacional. La evolución y tendencias de la doctrina foránea también se han visto reflejadas en la doctrina nacional. No ha sido menos convulsionada la presentación de este asunto en medio de los estudiosos del tema a nivel interno, aquí la historia se calca y a su vez se aprecian dos corrientes fuertemente debatidas, cada una por varios doctrinantes de reconocimiento nacional. Los tratadistas BERNARDO GAITAN MAHECHA, JAIRO HERNANDEZ VASQUEZ, PAUL CAHN-SPEYER WELLS y EDUARDO LAVERDE TOSACANO, entre otros, han defendido el criterio penalista en aras de la aplicación de los principios del Derecho Penal al campo de las infracciones administrativas. “Entonces, en la medida en que se sostenga el Derecho Penal Administrativo, dentro del esquema del Derecho Penal, pues vamos a tener siempre una serie de principios a los cuales podemos recurrir cuando las normas especiales, las normas penales administrativas no dispongan cosa diferente, como sucede entre nosotros, que generalmente las normas incriminadoras simplemente se limitan a describir, cuando estamos de buenas, a describir la infracción y no más, y decir cuál es la pena o sanción que se va a imponer y pare de contar. Entonces, decíamos en aquella oportunidad y hoy lo tenemos que reafirmar, ese Derecho Penal Administrativo, lo hemos concebido como un Derecho Penal especial al cual le es aplicable todo ese repositorio de 20 principios del Derecho Penal común o fundamental y que la doctrina desde tiempo antiguo ha venido estructurando cada vez más con mayor precisión.”10 Ha dicho el Doctor. Hernando Hernández Quintero en conferencia dictada en 1.984 en el Centro de Estudios Jurídicos y Económicos, preconizando así la tesis que proclama la unidad del Derecho Penal común y concediendo simples prerrogativas al Derecho Penal Administrativo como parte especial del todo fundamental. A su vez, PAUL CAHN-SPEYER WELLS acudiendo al método de integración, sostiene que a falta de regulación expresa y completa se debe aplicar aquel régimen que consagre los principios básicos y normas elementales a fin de procurar el régimen sancionatorio aplicable. “(… ) mientras el legislador administrativo no establezca un régimen sancionatorio propio, claro y expreso, los principios generales del Código Penal son, y tienen que ser, aplicables en toda su extensión y en todos los casos en que se sancionen conductas administrativas; obviamente, repito, en la medida de la inexistencia de reglas propias especiales.”11 De manera independiente, y con gran acierto a nuestro juicio, JORGE PINZON y FERNANDO CARRILLO, reconocidos juristas de nuestro escenario nacional contemporáneo, en su tesis de grado acuden no sólo a la lógica jurídica sino a los preceptos inmutables del Derecho para concluir que debe negarse la existencia de una diferencia esencial entre delito administrativo y el penal que justifique la dualidad vigente entre Derecho penal y el mismo administrativo.12 10 Hernando Hernández Quintero. Los Delitos Económicos en la Actividad Financiera 1.998 Pag: 101. Paul Cahn Speyer Wells, citado Hernando Hernández Quintero. Op. Cit. Pág: 102. 12 Pinzón y Carrillo. Op. Cit. Pag: 323 11 21 “No la hay intrínsecamente en el hecho o acto mismo, de acuerdo con el concepto unitario de ilicitud; ni tampoco existe una diferencia extrínseca por lo que toca a la consecuencia o sanción que deriva del ilícito, pues tanto las sanciones penales como las administrativas son de la misma naturaleza (aflictiva, represiva o intimidatoria) y se han diferenciado sólo en razón del hecho de aplicarse por diferentes clases de autoridades, lo que tampoco constituye una diferencia sustancial.”13 De la misma forma proclaman una autonomía legislativa del Derecho Penal Administrativo, mas no una verdadera autonomía científica, pues partiendo del planteamiento anterior por el cual exponen con apoyo en SOLER, que un hecho ilícito no es un hecho contra el Derecho Penal sino contra todo el Derecho, el llamado orden administrativo es parte del orden jurídico total y como tal no tiene sentido contraponer el fin del Derecho Penal al fin del Derecho Administrativo, que es la conservación del bienestar público-estatal, cuando la realidad es que como un todo y tal cual reza la Constitución Nacional, su finalidad última no puede ser otra que el mantenimiento del orden público y convivencia social. Los perceptibles matices dados al Derecho Penal Administrativo no desvirtúan su naturaleza penal pues aunque sus actos son formalmente administrativos no dejan de ser actos punitivos y por lo tanto materialmente jurisdiccionales. Para concluir, estos autores sostienen que reconocer una diferencia y autonomía de principios que nadie conoce y nunca han encontrado al Derecho Penal Administrativo, es abrirle las puertas a la inseguridad jurídica y arbitrariedad: “El divorcio de los principios generales del Derecho Penal común a que conduce la teoría autonomista, ocasiona la consecuencia absurda de que se sometan las 13 Carrillo y Pinzón Ob. Cit. Pág: 323 22 infracciones menos graves desde el punto de vista social (faltas administrativas y fiscales) a un régimen más duro y con menos garantías para el infractor, que aquel al cual se ajustan las infracciones más graves (delitos), por lo que casi es preferible en muchos casos ser acusado de la comisión de algún delito común y no de las infracciones administrativas, cuyas penas alcanzan actualmente sumas exorbitantes”14. Pero la doctrina nacional también se ha dividido y entonces de igual forma encontramos a varios autores que han defendido con gran vehemencia y sin vacilaciones, que no es posible aplicar los principios del Derecho Penal a ciertas conductas del ámbito administrativo. Para ellos, mientras los penalistas se desgastaban y se sumían en la discusión ya antigua de la división bipartita entre delito y contravención, para otros división tripartita entre crimen, delito y contravención, estos autores se atrevían a reconocer la esterilidad teórica e ineficacia práctica de esta división para defender la existencia de infracciones eminentemente administrativas, tipificadas en normas administrativas y con sanciones de la misma índole aplicadas por órganos de esta naturaleza. Así se han expresado entre otros ENRIQUE LOW MURTRA, JUAN FERNANDEZ CARRASQUILLA, NILSON PINILLA PINILLA, FRANCISCO JOSE SINTURA VARELA Y JAIME BERNAL CUELLAR. El Dr. ENRIQUE LOW MURTRA, pionero en nuestro país en el estudio del Derecho Penal Administrativo, señaló en su artículo “Policía Administrativa y Actividad Financiera”: “ Es mi sentir, el Derecho Administrativo Punitivo ni hace parte del Derecho Penal común ni se puede regir por sus orientaciones y principios, ni es conveniente autorizar que a este se extiendan sus reglas”15. 14 15 Carrillo y Pinzón Ob. Cit. Pág.: 326. Enrique Low Murtra, citado por Hernando Hernández Quintero. Pág.:102. 23 Más contundentes han sido las palabras de nuestro profesor NILSON PINILLA PINILLA en el sentido que fundamenta su teoría en la descriminalización como política de un Estado donde la Rama Jurisdiccional ya no da a vasto y donde la siempre recurrida salida del Derecho Penal ya no es la panacea para afrontar una enfermedad totalmente distinta en sus causas y manifestaciones. “La realidad colombiana muestra su inflada criminalización sustantiva, abatida por una desbordante descriminalización de hecho. Una vez más, se aprecia cómo las previsiones jurídicas llegan a alejarse de la materialidad fáctica y se pone en realce la frustración del sistema punitivo tradicional ante el creciente volumen de las tareas que se le señalan pues, queriendo encomendar todo, le restan dedicación y eficacia para afrontar con éxito lo que no puede ser solucionado por otras vías, que es lo único que filosóficamente debe corresponderle al Derecho Penal como última ratio entre todas las opciones del Estado”16. Continúa advirtiendo que la reacción del Estado debe ser proporcional al desvalor que lleva implícita la conducta, haciendo eco de las ideas propuestas por EBEHARD SCHMIDT en la medida que el ilícito penal debe referirse a bienes jurídicos vitales mientras que el ilícito administrativo se reduce a intereses de la administración. Todo para concluir que “El Derecho Administrativo Sancionatorio no forma parte del Derecho Penal, ni es un Derecho Penal especializado, ni contiene normas incriminadoras (… ), así participe de algunas características contiguas, que le han llevado a recibir el más común pero menos apropiado nombre del Derecho Penal Administrativo.” 17 A su turno y como se expondrá más adelante, el actual Procurador General de la Nación, Dr. Jaime Bernal Cuellar, ha defendido notablemente su posición en torno al Derecho Penal Administrativo, ya que plantea la posibilidad de que las infracciones administrativas propias del sector financiero sean analizadas a la luz de una nueva ciencia, la del “Derecho Penal 16 17 Nilson Pinilla Pinilla. Fundamentos de Derecho Administrativo Sancionatorio Pág: 80 Ibid. Pag. 86 24 Administrativo” donde se logre la agilidad y eficacia que demandan las circunstancias planteadas en este escenario. Luego reconoce a su vez la autonomía del Derecho Penal Administrativo. De esta manera se da por terminada la presentación general de las posiciones más sobresalientes en relación con la aplicación de los principios del Derecho Penal a las infracciones administrativas y se estructura el marco teórico fundamental para comenzar el análisis propuesto desde un inicio cual es la determinación de la naturaleza jurídica de las infracciones que se presentan en el desarrollo de la actividad financiera, todo con el firme propósito de evaluar la aplicación que se viene dando al Debido Proceso en estas actuaciones administrativas. Como presupuesto de este análisis se hace necesario referirnos al contexto que rodeó el nacimiento de la infracción financiera desde el punto de vista de la concepción históricojurídica de la misma. 1.2 EL MITO DE LAS INFRACCIONES AL ORDENAMIENTO FINANCIERO COLOMBIANO: EVOLUCION ECONOMICA A lo largo de los últimos 20 años el sistema financiero colombiano se ha desarrollado y modernizado notablemente. En efecto, hoy las instituciones financieras están encaminadas a ofrecer la solidez que de ellas demanda el público y a desempeñar un papel mucho más activo en la movilización de recursos de la economía. Pero este proceso no ha sido gratuito, su evolución ha marcado importantes hitos en la historia económica del país. El sistema 25 financiero colombiano es pilar fundamental de la economía, motor de la movilización y distribución de los recursos hacia los diferentes sectores que la integran. Por lo anterior, es que es imposible dejar de lado la obligada referencia a la evolución histórica económica que arroja una concepción del Estado caracterizada por la intervención en el sistema financiero, lo que nos permite precisar el panorama y desarrollo que ha tenido el esquema de supervisión y control de las entidades financieras a fin de establecer la naturaleza predicable de la responsabilidad de quienes administran y desarrollan el servicio público de la banca. Desde mucho tiempo atrás se ha aceptado que las tendencias históricas y filosóficas de cada momento han marcado no sólo las apreciaciones jurídicas de los ordenamientos sino también han matizado la concepción del derecho vigente y han originado distintas posturas en relación con la intervención del Estado, el derecho de castigar y el régimen sancionatorio de las infracciones económicas. Ese relato es el que no podemos omitir aquí. La concepción de las infracciones al sistema financiero y su evolución han dependido en muchos casos de esa historia que hoy arroja un proceso de recuperación del sistema. Desde la crisis de la década de los 80´s – gran punto de quiebre en la evolución del sistema financiero- se han visto fortalecidas una gran variedad de medidas inspiradas en las directrices de un evidente proceso de liberalización del esquema financiero. Con el anhelo de generar un ambiente más libre, competitivo y transparente, se ha gestado un campo de acción de alta trascendencia que procura la efectividad de los mandamientos económicos y que constituyó un complemento a aquellas medidas de liberación; se trata del fortalecimiento del esquema de supervisión y control de las entidades financieras que no sólo se logró mediante la consolidación de especializados órganos de control y vigilancia, sino a 26 través de todo un establecimiento de medidas coercitivas e impositivas a fin de lograr el cumplimiento y efectividad de la tutela a la confianza del público en el sistema financiero. La anterior presentación encuentra su fundamento en el surgimiento de una nueva ciencia del Derecho, se trata del Derecho Penal Económico. Y es que los hechos económicos pueden ser subsumidos de diversas maneras por el ordenamiento jurídico; una de ellas, es la consideración que de éstos debe hacer el Derecho Penal o para entendernos mejor, debemos decir, el Derecho Sancionatorio. Muchos han entendido a la economía como una ciencia altamente relacionada con el hombre y su evolución, sin embargo sus efectos se perciben como un valor abstracto que debe conllevar una disciplina de acción económica, de respeto a ciertas leyes naturales de la economía, de lógica18 y normas legales-rectoras. En razón a la aspiración suprema del Estado de lograr la estabilidad del orden económico a través de disposiciones viables se justifica la efectiva existencia y respeto de aquellas normas que en algún grado buscan el cumplimiento de la función económica del Estado las cuales se encuentran imbuídas en gran cantidad de los preceptos del Derecho Penal Económico. Concretada su razón de ser es necesario advertir que nos es imposible desconocer el modelo económico y marco histórico que dió pie a esta nueva concepción del Derecho. 18 Carece de sentido acometer el estudio de una materia sin apegarse a las reglas de la lógica, ya se razone partiendo de una caso particular a un principio general(inducción) o de un principio general a una aplicación particular (deducción). Un silogismo adecuado hace más fácil poder sacar conclusiones verdaderas, especialmente cuando se pueden comprobar las premisas. Thomas J. Hailstones. “Economía Fundamental” Guía para un sistema económico. Pág:36. 27 Fernando Uribe Restrepo, en Salvamento de Voto en relación con la sentencia de la Corte Suprema de Justicia de febrero 23 de 1.983 por medio de la cual se declaró la inexequibilidad del Decreto 3743 de 1.982 expuso: “El modelo económico colombiano, dentro de esta noción más moderna y científica, no es ni mucho menos capitalista-liberal. Corresponde a la morfología socioeconómica que ha sido denominada “estructura del atraso”, que se atribuye a una economía no industrial, y en una fase ulterior, menos primitiva, consistente propiamente en la especial estructura llamada subdesarrollo. Este nuevo modelo es particular, propio del siglo XX, y si bien entre nosotros parte de la base de la existencia de una economía de mercado, se aparta fundamentalmente del modelo clásico de WEBER, principalmente por la importancia que aquí tiene el intervencionismo del Estado, la planificación y la consideración de lo colectivo (justicia social). La economía del subdesarrollo se caracteriza por una estructura primaria y dual, por un funcionamiento inestable y dependiente, y principalmente por vivir asediada por el círculo vicioso de la pobreza (a nivel individual: pobreza – hambre- enfermedad- desempleo- pobreza) resulta evidente que ninguno de estos rasgos característicos se presenta en el modelo económico liberal, capitalista, ni corresponde a su tipología. Se tiene entonces que el orden económico del país es un orden en equilibrio inestable, que implica desajustes crónicos más o menos acentuados, pero que resultan ser una normalidad aceptable dentro de la malformación estructural, a menos que, en un momento dado, tales desajustes se acumulen excesivamente, se entrelacen, agudice y descontrolen”.19 Bajo el contexto anterior he aquí la respuesta de los órganos, instituciones e instrumentos del Derecho. El acondicionamiento de las normas a los hechos ocurridos ha generado la reacción necesaria en el Derecho para establecer sin carácter dubitativo dos ramas del Derecho que, 19 Salvamento de Voto. Magistrado Fernando Uribe Restrepo, en el proceso de constitucionalidad número 1015 por Decreto de Emergencia Económica número 3743 de 1.982. 28 para efectos del control de la economía y en aras del fortalecimiento y control del esquema de supervisión y vigilancia, se han entrelazado a fin de lograr la mayor estabilidad posible en el campo económico, se trata del Derecho Económico y el Derecho Penal, lo que para muchos ha obligado a hablar de este novedoso tema del Derecho Penal Económico en donde también se yuxtapone, en aras de sus fines, el esquema sancionatorio. Por qué surge la confrontación ideológica entre dos especies de Ordenamiento Jurídicos? La respuesta sin duda, está dada para nosotros, por la evolución histórica del Estado. El Derecho Penal moderno es eminentemente garantista20 y libertario, porque se nutre de los principios derivados de la Revolución Francesa. El Antiguo Régimen como antecedente principal de los hechos revolucionarios se caracterizaba por un Estado autoritario y absoluto donde existía una excesiva concentración de poder y una elevada tensión social provocada por la acentuada división de clases sociales que venía de mucho tiempo atrás. Esto estaba unido a la pobreza económica de la nación y a la incapacidad del Luis XV como rey para conducir a Francia por los senderos de la prosperidad que ya se empezaban a vislumbrar en el resto de las Monarquías Europeas. La cada vez más severa crisis económica y el inconformismo político agudizado por las ideas de jóvenes filósofos como VOLTAIRE, ROUSSEAU, DIDEROT, D´LAMBERT y su influencia en el despertar de la conciencia política de la burguesía francesa, llevaron a la convocatoria de los Estados Generales lo que desembocó en la conformación de una Asamblea Constituyente ápice del grito revolucionario. 20 A pesar de su naturaleza represiva ejerce una función desde la creación de la misma norma de intimidación para prescribir la realización de determinadas conductas que por antisociales no admitidas. Con ese efecto intimidativo que genera las personas cuentan con un instrumento para la protección de sus derechos legales y constitucionales. Instrumentos de control social. Por otro lado se le permite al incriminado en las distintas etapas de su juicio actuar en su defensa y con cumplimiento de las garantías constitucionales. 29 Con la toma de la Bastilla y el grito de “Libertad, Igualdad y Fraternidad” estalla el 14 de julio de 1789 la Revolución Francesa. Bajo esta premisa se procuraba lograr la obediencia de los gobernados y ante todo el de establecer barreras a la continuación de regímenes absolutos y despóticos. El magistrado Vladimiro Naranjo ha definido los ideales de la Revolución así: “En efecto, la barrera más eficaz para impedir que el poder caiga en el despotismo, aparte de una adecuada organización de las instituciones políticas, es la convicción arraigada entre gobernantes y gobernados de que el poder no debe ejercerse sino en interés de toda la comunidad, con el objetivo de buscar el bien común y dentro de los parámetros del Estado de Derecho, es decir ajustándose a la normatividad jurídico-constitucional”21. No sólo en el ámbito político y jurídico cobra gran trascendencia el desarrollo de la revolución, pues no sólo fue el germen del constitucionalismo liberal, sino que en materia económica abre campo al pensamiento de lo que en la teoría se conoce como el pensamiento de los clásicos. El principal de ellos Adam Smith. Padre de la llamada economía clásica, sus ideas dominaron el mundo occidental a comienzos del siglo XIX. En síntesis, “la teoría clásica pone el acento en el interés propio del hombre y el automatismo de las leyes económicas universales, que tienden a llevar a la economía hacía el equilibrio del pleno empleo si el gobierno adopta la política “laissez-faire”.22 El análisis de la anterior concreción de su teoría cobija a la vez un esquema político donde encontramos a un Estado Liberal naciente, con el correlativo desvanecimiento de lo que hasta ahora había sido el Estado Gendarme. Se trataba de un Estado observador en todo sentido, no sólo en materia económica porque es el que surge para proteger las libertades del individuo, se trata de la concepción del Estado en procura del bienestar del individuo. Ya lo había expuesto Jean Jaques Rousseau en su “Contrato Social” cuando dispuso que, mediante el acuerdo de voluntades el hombre como individuo se despoja de sus intereses particulares para 21 Vladimiro Naranjo. “Teoría Constitucional e Instituciones Políticas” 1.994 Pág. 114. 30 sumarlos a los intereses colectivos a fin de que un sólo ente fije las reglas indispensables de esa convivencia necesaria.23 Ello no es más que el reflejo del Estado Gendarme y la concepción del individuo como ser superior a lo colectivo. Bajo este marco se desarrolla lo que se conoce como el Liberalismo Económico que pasaría a constituirse en la filosofía de gran parte del siglo XIX y principios del XX, no sólo guiaría los senderos de la política económica y estrategias de mercado sino que delinearía la fisonomía de un Estado observador. Según esta filosofía, el hombre es libre para buscar su propia ocupación y de actuar como mejor le conviniera a su interés particular, se da la exaltación del individualismo donde la sociedad se veía unida, como atrás se explicó, por intercambios mutuos con el propósito de lograr el fin propio. “Según Adam Smith (… .) el individuo que buscaba su propia ganancia era conducido por una “mano invisible” a fomentar el bienestar de sus semejantes y el de la sociedad en general.”24 Entonces, la libertad que había constituido el paradigma de la Revolución ahora se convertía en el motor de un modelo económico fundamentado en ella, se le otorgaba un amplísimo espectro de libertad al hombre para que fuera él quien decidiera su actividad económica a seguir, la premisa fundamental del sistema era la competencia, lo que conllevaba a la libertad de ingreso o egreso de los mercados y además al mantenimiento en él en virtud del libre juego de la oferta y la demanda. Bajo ese contexto se plantea la política de la no intervención del 22 M.H. Spencer. “Economía Contemporánea”. 1.993 Pág:146 Este acto de asociación transforma la persona la persona particular de cada contratante en un ente normal y colectivo, compuesto de tantos miembros como votos tiene la asamblea, la cual recibe de este mismo acto su unidad, su yo común, su vida y su voluntad. Op. Cit. NARANJO. Pág.196. 23 Thomas J. Hailstones. “Economía Fundamental” 1972 Pág: 78. 23 31 Estado en la economía, perfecto lo explica la premisa cumbre de esta concepción económica “dejar pasar, dejar hacer”25. Frente a esta forma de Estado y de convivencia se forja el Derecho Penal que viene a ser todo lo contrario, represivo, intimidatorio y retador de una sociedad embuída de principios liberales y novedosos. Por lo anterior, se concibió entonces como un Derecho de aplicación restrictiva, de naturaleza garantista de esa libertad exclusivamente, concepción producto de la clara tendencia que se apreciaba en materia económica y que se ve con todos los clásicos26 porque ellos suponen que el hombre, creado libre, tiene un elemento que se equipara al manejo de los mercados, se trata de que igual libertad se aprecia también en el mercado y la posibilidad que ellos tienen de llegar a ser perfectos. En ese escenario el Estado cumple un papel similar, es un Estado policía para un mercado que tiende a la perfección. Ya ha sido largamente explicado cómo la primera formalización de la economía se atribuye a Adam Smith, hemos visto cómo él estructuró la economía como una ciencia, aunque no se debe entender que fue el primero que conceptualizó el tema pues ya desde los egipcios el tema había sido objeto de múltiples discusiones. Vimos también sus principales argumentos y cómo 25 laissez paser, laissez faire. 26 Durante el siglo XIX, las ideas de Adam Smith, se complementaron y desarrollaron por la labor de muchos de sus seguidores dentro de los cuales nos referiremos especialmente a tres de ellos: a) Jean Baptiste Say – La Oferta crea su propia demanda. Esta fué la famosa ley de mercados desarrollada por este economista francés en su obra Tratado sobre política económica. La ley de Say se convirtió en el eje principal de la economía. b) David Ricardo – Fue uno de los primeros pensadores económicos que concibió a la economía como un modelo o sistema analítico donde trató de precisar las múltiples relaciones que en él tomaban curso y de determinar entre otras cosas las fuerzas que determinaban la producción de la riqueza de una economía y su distribución entre las distintas clases de la sociedad. c) John Stuart Mill – Creyó firmemente en la libertad individual y en consecuencia más que economista se distinguió por ser un estudiosos de una política económica donde se tomara en cuenta de manera predominante el aspecto social y de reforma de la economía. Op. Cit. Spencer Pág:147 32 expuso que la economía estaba regida por leyes de la oferta y de la demanda, pues como ius naturalista que era, pensaba que esta tenía sus propias fuerzas naturales que mantendrían en equilibrio el mercado. En síntesis, y para no desviar del cauce que guía esta investigación consideramos necesario reiterar que abogaba por la no intervención del Estado en la Planificación económica creando una teoría que le dió sustento ideológico al “Estado Gendarme”. Consideró que las funciones del aparato estatal sólo debían limitarse al cuidado de las fronteras, el mantenimiento del orden público y a la asistencia de algunos servicios públicos como la justicia y la educación; junto con la protección a la propiedad privada, cumplimiento de los contratos y resolución de conflictos económicos como mediador, pero jamás como parte. El Estado Gendarme tuvo como contrapartida la teoría del Derecho Administrativo propugnada por Digüit, quien sostenía que siempre el Estado al actuar lo hacía para prestar un servicio público luego, no podía considerarse como un simple observador sino por el contrario era parte activa de la convivencia diaria. Esta apreciación se mantuvo por largo espacio y, con la revolución Bolchevique y con los postulados del totalitarismo y racionalismo de la economía resurge el intervencionismo y una nueva concepción del Estado. Las razones para que se gestara esta nueva tendencia eran más que fundamentadas, la economía apoyada en un excesivo individualismo que rayaba ya en los límites del egoísmo y el materialismo, fomentó el abuso de la libertad económica en donde la competencia como regulador del sistema no podía fomentar el interés general. No sólo se hicieron más acentuadas las diferencias sociales, poniendo de manifiesto un evidente olvido del aspecto social, sino que los mercados sufrieron transformaciones abrumadoras pasando de ser el ideal de perfecto a escenario de monopolios 33 donde las empresas pequeñas eran explotadas por las de mayor tamaño. Por lo anterior, no sólo la producción se vió afectada sino también la renta y como consecuencia de todo la dignidad del trabajador. Fue el tratadista John Maynard Keynes quien avisoró estas deficiencias y criticó duramente la tendencia económica anterior y por lo mismo a la escuela de los clásicos, como consecuencia de ello se impuso el Estado Interventor. Dice Keynes que el Estado no puede tener una concepción pasiva, que tiene que intervenir y dicha intervención fue planteada en primera instancia en los siguientes términos: el gobierno debe invertir en obras públicas cuando los gastos de inversión privada disminuyen. Posteriormente, como lo veremos más adelante, la función interventora del Estado se ampliaría muchísimo más. Para muchos el Derecho intervencionista surge con la ocasión de otra Revolución, ha sido para varios conocida como la Revolución Industrial a partir de la cual la producción dejaba de estar centrada en el campo agrícola para abrir espacio al naciente sector industrial. Este giro de actividad productiva no sólo conllevó nuevas formas de vida sino que hizo necesario el establecimiento de los instrumentos necesarios para afrontar el cambio planteado por el maquinismo. Sin embargo, otros sostienen que la verdadera razón de la intervención del Estado en la vida del hombre se debe a las guerras mundiales porque en ellas no puede ser el Estado un observador pasivo pues tiene que canalizar todos los recursos al mantenimiento del ente estatal. Lo anterior, se suma también a la influencia solidarista que pretendía aliviar las cargas sociales, aunque en realidad lo que se buscaba era cómo lograr que el Estado se sostuviera así mismo. 34 Pues bien sea cual fuere le verdadera causa de la intervención, la realidad es que se había situado al hombre frente a un nuevo Estado. Dicha intervención económica se veía reflejada en muchos aspectos de la convivencia social. Se trataba de ponerle fin a las arbitrariedades que había propiciado el régimen del liberalismo económico. Pero ese interés debía ser reglado y por ello surge el DERECHO ECONOMICO. Se buscaba restringir el desarrollo de los procedimientos ilegales en las empresas. Las leyes antimonopolistas se hicieron necesarias para evitar la restricción de la competencia. Las leyes laborales se hicieron esenciales para proteger los derechos de los trabajadores, la reglamentación de los servicios públicos es precisa para impedir la explotación de los consumidores.27 Ante este panorama no podía ser la banca la excepción, se trataba de una tendencia alcista a la intervención del Estado en la economía bajo la forma de una reglamentación de naturaleza socioeconómica. Y llegado el momento de precisar la naturaleza de estas reglamentaciones, no podemos evitar pensar que la manera de hacerlas efectivas era estableciendo e imponiendo sanciones. El Derecho Económico tiene un germen sancionatorio. Como lo hemos visto se da entonces el encuentro de dos manifestaciones del Estado en torno al Derecho Sancionatorio, se trata del Estado del “dejar pasar, dejar hacer” y el del Estado Interventor. Es el encuentro de dos concepciones distintas del Derecho Penal. Paralelamente los anglosajones resuelven el problema de manera distinta, ellos pueden malear las normas a los hechos, no tienen que hacer revoluciones para cambiar un Ordenamiento, en 27 Cfr. Hailstone. Op. Cit. Pág.:80. 35 efecto llegaron a una monarquía constitucional por medio de un camino relativamente sano, existe medición de poderes pero no revoluciones. Constituyeron una monarquía simbólica sin cortarle la cabeza a nadie. Ese cambio que los anglosajones hicieron tan fácil lo hicieron también en materia penal y económico. Por lo anterior, superaron hace mucho tiempo las típicas cuestiones penales que aun hoy nos desvelan a los continentales. Como consecuencia del pensamiento y formación continental surge el dilema que hoy nos ocupa, es un problema de encuentros, se trata de un Estado con un papel novedoso que debe ser ágil, eficaz y hacer cumplir sanciones siempre con el ideal de protección de las garantías del individuo. Por otro lado, la concepción del Derecho Intervencionista traducido en un Estado de la misma naturaleza con tendencia restrictiva de la libertad económica. Colombia y la economía interna no escapa del contexto anteriormente planteado, en efecto el Estado interventor se inició formalmente en Colombia en 1.936. A su vez, en materia financiera se dió la respuesta de los órganos, instituciones e instrumentos del Derecho interno. Y es que como lo vimos a nivel global, en el interior de nuestro Ordenamiento también se ha dado el acondicionamiento de las normas a los hechos ocurridos lo que ha generado la reacción necesaria en la filosofía del esquema de control y vigilancia. El punto de partida de esta exposición es el primer descalabro financiero generado por la ambición desmedida de Judas Tadeo Landinez, es que suelen ser estos descalabros la iniciativa legislativa para nuevos horizontes. Fue este personaje quien en 1839 crea el primer establecimiento bancario dirigido a captar dinero a interés y a prestarlo. Sin embargo, el incontrolado ánimo especulativo de Landinez lo mueve a hacer adquisiciones de bienes en todos los casos respaldadas por papeles emitidos por él, lo que genera que cuando los ahorradores pidan sus recursos de vuelta la 36 iliquidez del patrimonio de Landinez lleva al pánico económico y a la lógica bancarrota. En este prematuro momento Landinez jamás imaginó que sería el causante de las primeras formas de intervención del Estado en un negocio indispensable para la economía. Se generó entonces la conciencia de que el Estado tenía que anticiparse a la que había sido la terrible primera experiencia de la intermediación financiera. En efecto, a partir de este descalabro se empieza a vivir una etapa de transición donde se procura encontrar la estabilidad y solidez de la economía y en especial la del sector financiero. Sin embargo esa relativa estabilidad conseguida hasta el momento sólo se ve solidificada con la promulgación de la Ley 45 de 1.923, consecuencia directa de la Misión Kemerer a Colombia. Con esta ley y tal como lo veremos más adelante se abrió paso a “esa alta potestad de policía frente a las actividades bancarias, al tenor del artículo 120 de la Constitución Política de Colombia de entonces le compete cumplirla al Ejecutivo Nacional, y se ejerce en virtud de una discutible delegación por medio de un organismo especializado llamado Superintendencia Bancaria”28. 28 Op. Cit. Pinzon/Carrillo Pág.: 21 37 CAPITULO SEGUNDO 2. NATURALEZA DE LAS CONDUCTAS QUE VIOLAN LA NORMATIVIDAD FINANCIERA 2.1 LA TEORIA DEL HECHO PUNIBLE La ciencia del Derecho Penal tiene por objeto principal la Teoría del Hecho Punible, de ahí que una breve exposición sobre sus principales componentes sea indispensable en un análisis sobre la protección del bien jurídico denominado ORDEN ECONOMICO Y SOCIAL aplicado en este caso al sector financiero. El ejercicio del IUS PUNIENDI como facultad propia del Estado, principia en la regulación que propone el legislador, al denominar determinados comportamientos como Delitos y Contravenciones, dos conceptos que comparten los principios que fundamentan la dogmática jurídico penal y los elementos que definen al Hecho Punible, género de las especies mencionadas. La ciencia del Derecho Penal comprende en palabras del tratadista BERNARDO GAITAN MAHECHA “todos los conocimientos relacionados con el IUS PUNIENDI o Derecho de Castigar”29 es decir, que no se reduce a la concreción en normas de los actos que ameritan una sanción de 29 Bernardo Gaitan Mahecha. “Derecho Penal General” 1.991 Pág: I-1 esta naturaleza, sino que abarca un interés superior, como es la protección de los derechos, ya sean individuales o colectivos, y que por su importancia social requieren de mecanismos que garanticen su defensa. Esto no quiere decir, que de cualquier forma el Estado, de manera arbitraria, pueda imponer fórmulas que pretendan salvaguardar dichos intereses, se trata de que en el marco constitucional de los Estados Modernos se logre prevenir la realización de conductas que pongan en peligro la seguridad y el bienestar de los ciudadanos como potenciales víctimas de las infracciones a las leyes imperativas o prohibitivas y, además logre establecer reglas que encaminen dichas facultades represoras, dentro de un procedimiento ajustado a los lineamientos del Debido Proceso y del Derecho de Defensa. La Teoría del Hecho Punible abarca no sólo las conductas que expresamente el legislador establece en el Código Penal, sino por el contrario, cobija comportamientos que son posibles de ubicar en normas que, a pesar de ser incorporadas en otros ordenamientos, versan sobre materias de naturaleza penal. Por lo tanto, un criterio puramente formal no es suficiente para establecer aquello que hace parte del Derecho Penal como ciencia, o aquello que por sus cualidades o características debe alejarse de la materia que en este capítulo nos ocupa. El ejercicio del IUS PUNIENDI, de ninguna manera queda reducido a la regulación de un conjunto de comportamientos en normas legales, por el contrario su contenido es mucho mas amplio, es así que incluye la realización de una política criminal, que se ocupe de los fenómenos sociales, en este caso los de matiz económico. La ciencia penal ha sido objeto de rotundas transformaciones y cambios que se manifiestan en la doctrina del Hecho Punible y que con absoluta precisión expone el profesor GAITAN 39 MAHECHA al comentar el sentido de lo escrito por el autor CIVOLI: “Desde que CIVOLI anunció que –el delito no es injusto por ser punible sino que es punible por ser injusto- , se plantea en el campo del Derecho Penal la necesidad de investigar la ilicitud y la concepción normativa del Derecho que considera al delito como la acción típica, antijurídica y culpable, no se limita hoy a buscar solamente en el campo del ordenamiento jurídico la ubicación de la norma sino a remontarse más atrás o sea hacia el campo de la antijuridicidad material o sustancial para saber qué acciones deben o no deben tipificarse como delitos en un código penal.”30 (el subrayado no pertenece al texto). Por lo tanto, no pretendemos en este capítulo proponer una nueva tesis sobre el Hecho Punible y sus elementos, por el contrario de lo que se trata es de comprender los presupuestos que integran el injusto penal y de esta manera confrontarlos con la naturaleza de aquellos comportamientos descritos como infracciones administrativas que en materia financiera son de conocimiento de la Superintendencia Bancaria como Organismo de Inspección, Control y Vigilancia. 2.1.1 El Delito y sus Elementos. El Delito como la máxima expresión del Hecho Punible no tiene definición en nuestra legislación penal. El artículo 2 del Código Penal describe sus componentes de la siguiente manera: “Para que una conducta sea punible debe ser típica, antijurídica y culpable.”3132 A su vez, el artículo 1833 plantea que “son el Delito y la Contravención las dos únicas conductas de esta naturaleza, es decir, Hechos Punibles”. 30 Gaitan Mahecha Ob. Cit. Pág: 46 Código Penal de 1.981. 32 La ley 599 de 2.000 proferida por el Congreso de Colombia donde se plasma la Reforma al Código Penal de 1.980 establece en su artículo 9 la descripción de los elementos, que según su articulado, integran la “Conducta Punible”, a saber: “Para que la conducta sea punible se requiere que sea típica, antijurídica y culpable.” 33 Artículo 19 de la Ley 599 de 2.000. 31 40 Si entendemos al delito como un ente jurídico necesariamente debemos incluirlo en el ámbito de la ontología, que es la rama de las ciencias que estudia el fenómeno de los entes. Pero, ante el interrogante sobre el valor del delito, su respuesta se encuentra localizada en el sistema general del Derecho. Para las ciencias jurídicas sólo existen hechos jurídicos, la contrapartida del hecho jurídico, es el hecho no jurídico, siendo el primero aquello cuya principal cualidad es la producción de efectos jurídicos no interesa si éstos son conforme o no a Derecho. A su vez, el hecho jurídico puede calificarse de lícito o ilícito en tanto se vulnere o no los bienes jurídicos protegidos por las leyes. Los hechos jurídicos también pueden ser involuntarios o naturales, siempre y cuando provengan de la naturaleza o de una causa no imputable a la voluntariedad de los seres humanos, en la medida en que produzcan consecuencias jurídicas. La voluntad, propia de los seres humanos, es criterio de distinción entre los denominados hechos jurídicos voluntarios, y hechos jurídicos involuntarios, siendo consecuencias los primeros de la naturaleza volitiva e intelectiva del hombre; por estas características para algunos autores los hechos jurídicos voluntarios son los mismos actos jurídicos, por cuanto participa en su ejecución el factor subjetivo, psíquico propios de los seres humanos. Los hechos jurídicos, donde se encuentra ínsita la voluntariedad del hombre pueden tener o no connotaciones en lo penal, encasillándose al delito en aquellos hechos jurídicos voluntarios e ilícitos de carácter penal. El delito por ser un hecho jurídico (en cuanto el Derecho le otorga efectos jurídicos), voluntario (porque quien lo realiza es el hombre) y consciente y por tanto 41 imputable (que se entienda como propio del agente del delito el comportamiento dañoso), es una acción jurídicamente ilícita, que hace parte de las llamadas CONDUCTAS PENALES. Derecho Penal, conductas penales, hechos punibles, son nociones que se relacionan y nos introducen en el campo de lo que comúnmente se ha calificado como el ILICITO PENAL. Es que la ciencia del Derecho Penal , impone sus valores a los contenidos propios que la caracterizan, así sucede con la figura del Hecho Punible, noción representativa del Derecho Represor, o IUS PUNIENDI. Así, el hecho punible, se constituye en uno de los principales mecanismos con que cuenta el Estado para las protección de los derechos inherentes al hombre; mediante la tipificación de conductas con este calificativo se pretende castigar la transgresión o puesta en peligro de los derechos preexistentes, objetivo primordial que se constituye en la razón de ser de la determinación de conductas punibles. Por lo anterior, se erige el delito como el objetivo primordial de la ciencia del Derecho Penal, y sus cualidades y características lo diferencian de otras figuras represivas. El Derecho Penal, en palabras de BERNARDO GAITAN MAHECHA es normativo, valorativo, finalista y sancionatorio.34 Estas características quedan inmersas en su objetivo 34 A. Normativo.- Lo es desde dos puntos de vista: el primero porque no se le reconoce sino a través de normas escritas; a diferencia de otras instituciones, como las del derecho civil, la única fuente del Derecho Penal es la norma positiva. (… ) El segundo, por que el Derecho Penal legislado cumple una función de regulación del comportamiento social, imponiendo, si se requiere, límites a la libertad del ser humano, orientando su proceder, de modo que no atente contra el derecho ajeno. B. Valorativo.-El Derecho Penal contiene con respecto a cada acción descrita como punible un juicio de valor, que esencialmente consiste en considerar la antijuridicidad de ella; ese juicio además se impone con respecto a las características objetivas y subjetivas del comportamiento a fin de establecer correctamente su naturaleza y las consecuencias adecuadas a su realización. C. Finalista.- En cuanto persigue una finalidad preventiva, al anunciar las consecuencias de la conducta descrita si esta se realiza.(… ) La finalidad siguiente es la represiva, (… )La pena además tiene una finalidad de prevención especial para evitar la reincidencia(… ) D. Sancionatorio.-Es la característica fundamental del Derecho Penal: de ahí su nombre. (… ) Desde antiguo la característica esencial de esta rama del derecho público es la de estar dirigida a la punibilidad de las conductas que el estado erige como violatorias del orden jurídico y que merecen sanción. Cfr. Bernardo Gaitan Mahecha. Op.Cit. Pág.:I-8 42 fundamental, el Delito, de ahí que este concrete la función de regulación del comportamiento social, delimitando las libertades de los seres humanos, de tal modo que no se ataque los derechos ajenos. Exponer los lineamientos relevantes de la Teoría del Hecho Punible obliga a hacer mención de la discutida pero importante distinción entre las modalidades mas sobresalientes de los ILICITOS, estamos hablando del ILICITO CIVIL Y EL ILICITO PENAL. Para concretar una noción del Delito es necesario diferenciar entre estas dos figuras, y para ello resultan suficientes los comentarios que sobre el particular el doctor BERNARDO GAITAN MAHECHA , en su obra ya mencionada nos presenta. Para tratar el tema de las diferencias entre los ilícitos expone: “Un primer grupo de teorizantes encuentra la diferencia en la dirección volitiva del autor; un segundo grupo la ubica en la naturaleza del ataque; un tercer grupo en el carácter del bien o interés lesionado; finalmente, un cuarto grupo, en el modo de considerarse el acto ilícito por el derecho”35 Resulta interesante cómo los teóricos del Derecho pretenden delimitar de alguna forma el ámbito de aplicación de las modalidades de ilícitos, vale la pena recordar algunas características que fueron utilizadas como soportes de las tesis planteadas por cuanto la definición del delito se sustenta en algunas de ellas. Para algunos, el ilícito penal se constituye en una violación directa de la ley del Estado en tanto que el ilícito civil lo ofende de manera indirecta, mediando en principio la violación de la voluntad de la persona privada. Se resalta de esta postura la importancia del elemento subjetivo en el comportamiento del hombre, tesis planteada entre otros autores como HEGEL y MERKEL, la cual se explica en los fines 35 Ibid. Pág. VI-1 43 pretendidos por el agente infractor bien sea para lesionar de manera directa el interés general previsto en la ley del Estado ó, el interés particular propio de cada individuo. Quienes creen que la diferencia entre estas dos grandes figuras radica en la naturaleza del ataque a intereses de la comunidad, consideran que el delito es un síntoma revelador de peligrosidad criminal, es decir que su distinción con el ilícito civil se expresa en la mayor o menor gravedad de la transgresión, cualidades del acto lesivo, de tal modo que el ilícito penal envuelve un grado de peligro no existente en el ilícito civil. Esta posición es sostenida por los autores positivistas que caracterizan al delito por sus connotaciones sociales y el peligro que representa en la sociedad. La teoría que hace la distinción entre el ilícito penal y el ilícito civil a partir del carácter del bien jurídico lesionado, considera que el delito vulnera intereses propios de la esfera del Derecho público, en tanto que el ilícito civil se refiere única y exclusivamente a intereses privados que hacen parte de la rama del Derecho Privado. Entonces el ilícito civil son todas aquellas transgresiones al Derecho Privado, mientras que el ilícito penal implica la violación a normas de Derecho Público. Por último, quienes piensan que la diferencia está en el modo como la ley tipifica el acto ilícito, se reducen a afirmar que es ilícito civil cuando el legislador ha calificado la sanción como “civil”, en tanto que es penal cuando de la misma forma se le impone la denominación de sanción penal. Al violarse un precepto no penal se estructura un ilícito civil, a contrario sensu, si se viola una norma penal se consuma un ilícito penal. 36 36 Cfr. Bernardo Gaitan Mahecha Pág: 71 44 A título de conclusión, se observa cómo cada corriente doctrinaria se preocupa por fundamentar una distinción entre las dos clases de ilícitos, siendo de gran valor para el desarrollo de la dogmática jurídico penal, en particular la teoría del hecho punible. Aunque no podemos negar que tan importante discusión sirva como instrumento para comprender en parte el tratamiento que los códigos proponen para la aplicación del hecho punible, es punto de mayor trascendencia aquel que busca resolver cuáles son los factores y condiciones que se han de tener en cuenta para tipificar una conducta como delito. De ahí que pensemos que la distinción entre el ilícito civil y el ilícito penal parte del principio de TIPICIDAD, regulado en los códigos penales y de procedimiento penal, en tanto que lo típico se refiere a las descripciones normativas de aquellos hechos que son realmente merecedores de ser punibles teniendo en cuentas los valores sociales y políticos. Ahora bien, dentro de la categoría del ILICITO PENAL encontramos el objeto fundamental de la ciencia penal, “el Delito”. El Delito, es manifestación propia del ejercicio del IUS PUNIENDI, como facultad del Estado, y enmarca una serie de comportamientos del hombre que han sido descritos como punibles por el órgano representativo del Estado, por cuanto son objeto de reproche político y social en la medida que dichas conductas ponen en peligro o lesionan la seguridad de los ciudadanos. El Delito encuentra su mejor definición en las palabras de uno de los máximos expositores de la escuela clásica, hacemos mención del maestro FRANCESCO CARRARA, que en sus palabras define al Delito de la siguiente manera: 45 “INFRACCION DE LA LEY DEL ESTADO, PROMULGADA PARA PROTEGER LA SEGURIDAD DE LOS CIUDADANOS, RESULTANTE DE UN ACTO EXTERNO DEL HOMBRE, POSITIVO O NEGATIVO, MORALMENTE IMPUTABLE Y POLITICAMENTE DAÑOSO”37. Cada escuela penal, que expresa un pensamiento criminal propio de la época, define al Delito de diversas maneras claramente resumidas por BERNARDO GAITAN MAHECHA.38 Habiendo quedado expuestas las distintas definiciones acerca del Delito, el mismo planteamiento hay que concretarlo en la normatividad vigente, hablamos de la ley 599 de 2.000, nuevo Código Penal que empezará a regir a partir del 24 de julio de 2.001, tal como se verá adelante. Carentes de una definición normativa, los elementos que integran el denominado HECHO PUNIBLE, son base fundamental para cualquier exposición conceptual del delito. 37 Carrara. Ob. Cit. Pág.:VI-13 “… Noción sociológica. Tradicionalmente se entiende bajo esta denominación el concepto del delito formulado por la Escuela Penal Positiva… “Garófalo dice que es delito natural la violación de los sentimientos altruístas fundamentales de piedad y probidad en la medida en que se encuentran en la sociedad civil, por medio de acciones nocivas para la colectividad”(… ) Combinó BERENINI la definición del delito natural acogida después por los positivistas, diciendo: Son acciones punibles (delitos) las determinadas por los móviles individuales (egoístas) y antisociales, que perturban las condiciones de vida y contravienen la moralidad media de un determinado pueblo en un momento dado.(… ) Noción normativa: Observando BINDING el fenómeno de que en realidad el delincuente no viola la ley penal, sino que realiza el supuesto en ella establecido, da origen a la teoría de la tipicidad, sobre la que ha de constituirse posteriormente la denominada definición normativa del delito.(… ) Con apoyo en las observaciones de BINDING, ERNESTO BELING construye ampliamente la teoría de la tipicidad, primero en su trabajo “Doctrina del Delito” y mas tarde en la “Doctrina del Delito-Tipo”(… ).En 1915 MAX ERNESTO MAYER enriquece las construcciones belingnianas separando un nuevo elemento en la definición del delito, que entonces aparece como la acción no solamente típica sino además antijurídica. Finalmente EDMUNDO MEZGER ,en el año de 1931, define el delito diciendo que es la acción típicamente antijurídica y culpable, con lo cual llega a completar la definición normativa”. Op. Cit. Gaitan Mahecha. Pág VI-14. 38 46 2.1.1.1 Tipicidad. El artículo 29 de nuestra actual Carta Política, consagra el principio fundamental del Debido Proceso, es importante para nuestro planteamiento resaltar el siguiente aparte del precepto constitucional: “(....) Nadie podrá ser juzgado sino conforme a las leyes preexistentes al acto que se le imputa...”39 La máxima expresión constitucional del Debido Proceso es el postulado de la LEGALIDAD, norma rectora del Código Penal y por consiguiente, de aplicación preferente, siendo a su vez criterio de interpretación de la ley penal. En efecto, el artículo 29 Constitucional es desarrollado por el artículo 1 de la ley penal en los siguientes términos: “Nadie podrá ser condenado por un hecho que no esté expresamente previsto como punible por la ley penal vigente al tiempo que se cometió”40, principio de legalidad cuya importancia radica en ser la base fundamental de la estructura propia del delito, que por razones obvias comparte la anterior característica, valga decir la tipicidad.41 No en vano se creó una teoría propia del delito apoyado sobre el elemento descrito, toda vez que al interior de esta teoría están inmersos los pensamientos liberales producto de las revoluciones históricas que condensan los postulados de libertad, justicia e igualdad. El principio de legalidad aludido no se limita al desarrollo normativo de unas conductas que por consideraciones sociales y públicas son susceptibles de reproche penal por el legislador, conlleva además el poder coercitivo emanado de la soberanía del Estado, poder que requiere su justa matización mediante el control que de esta potestad sancionadora se haga, para evitar de 39 Constitución Política de Colombia. Artículo 29. Op. Cit. Código Penal de Legis. Art. 1. 41 Artículo 10 Ley 599 de 2.000: Tipicidad. “La ley Penal definirá de manera inequívoca, expresa y clara las características básicas estructurales del tipo penal.” 40 47 esta forma un ABUSO DEL PODER y así garantizar la convivencia pacífica y segura. Así expresa BECCARIA este importante principio: “Las leyes son las condiciones bajo las cuales hombres independientes y aislados se unieron en sociedad, hastiados de vivir en un continuo estado de guerra y de gozar de una libertad que resultaba inútil por la incertidumbre de conservarla. Sacrificaron una parte de ella para gozar del resto con seguridad y tranquilidad. La suma de todas esas porciones de libertad sacrificadas al bien de cada uno, constituye la soberanía de una nación, y el soberano es el depositario y administrador legítimo de ellas. Pero no bastaba con formar ese depósito, sino que había que defenderlo de las usurpaciones privadas de cada hombre en particular, que trata siempre, no solo de sustraer el depósito su porción personal , sino de apoderarse también de los demás. Se necesitaban motivos sensibles que bastasen para desviar el ánimo despótico de cada uno de los hombres de volver a sumergir en el antiguo caso las leyes de la sociedades. Fue pues la necesidad lo que constriñó a los hombres a ceder parte de la propia libertad; es cierto, por consiguiente, que nadie quiere perder de ella en el fondo público más que la mínima porción posible, la exclusivamente suficiente para inducir a los demás a que lo defiendan a él. La suma de esas mínimas porciones posibles constituye el derecho de castigar; todo lo demás es abuso, no justicia; es hecho, no derecho… ”42 El principio de legalidad es entonces, garantía de los ciudadanos quienes conocedores de las conductas sancionadas por la ley, tienen pleno conocimiento de aquello que se ajusta al orden y a la legalidad y aquello que irrumpe las esfera de lo que está permitido contraviniendo las disposiciones legales. El sistema usado por nuestro Código Penal consiste en la descripción normativa de unas conductas, que como ya lo dijimos, son merecedoras de reproche penal, imponiendo sanciones privativas de la libertad y pecuniarias tratando de cumplir con las finalidades preventivas, retributivas, protectoras y resocializadoras propias de la SANCION PENAL. 42 Beccaria Cesare. De los Delitos y de las Penas 1.99 Pág: 4. 48 La Tipicidad , elemento del delito, se define en el artículo 3 del Código Penal de la siguiente forma: “La ley penal definirá el hecho de manera inequívoca”43. Esto quiere decir que los hechos constitutivos del delito, deben necesariamente ser descritos con todas sus particularidades por la norma, de tal modo que sus términos deben ser claros, completos, expresos y determinados por el legislador de manera previa, es decir, determinados antes de la realización de la conducta calificada como punible. Por la tipicidad de la norma penal se exige una composición literal integrada de elementos objetivos, y aún subjetivos que complementen perfectamente la conducta que se ha querido sancionar por ser, objeto de reproche penal. De lo anterior deducimos que en cuanto se trata de una imputación normativa integrante de una realidad fáctica que se vuelve jurídica, el tipo penal tiene una connotación objetiva y subjetiva, en palabras de PEDRO ALFONSO PABON PARRA, “(… ) Se trata de una descripción formal independiente de cualquier juicio de valor, aspecto que corresponde a los ámbitos de la antijuridicidad y la culpabilidad.”44 La descripción que hace la norma penal del comportamiento criminal es abstracta, por cuanto establece un contenido general e impersonal de la conducta haciéndose posible adecuar los comportamientos en concreto constitutivos del ilícito. El legislador califica como hechos punibles ciertas acciones que han merecido un reproche social en la medida que constituyen atentados que ponen en peligro el orden político, económico y social y en general a los bienes jurídicos tutelados. Esa concepción original, la percibe el legislador al momento de determinar ciertas infracciones que por su realce y connotación socio-económica ameritan la protección propia brindada por los mecanismos que ofrece las ciencias penales. 43 Código Penal. Op. Cit. Art. 3. 49 Para muchos se habla del denominado objeto jurídico, calificado por ALFONSO REYES ECHANDIA así: “Entiéndase por objeto jurídico el interés que el Estado busca proteger mediante los diversos tipos penales y que resulta vulnerado por la conducta del agente cuando ella se acomoda a la descripción hecha por el legislador.”45 “La tipicidad como instrumento jurídico que comprende las conductas normativas, abstractas y reprochables moral y políticamente, tiene una innegable connotación de estrategia criminal, de ahí su reprochabilidad, pero para que queden cabalmente constituidas deben presentar, un aspecto coactivo sancionatorio.46 La norma penal no sólo se ocupa de describir íntegramente acciones merecedoras de estos calificativos sino que para que cumpla con las funciones propias que se le han encomendado, es necesario incluir como elemento final su consecuencia, definida como la sanción penal potencial para el/los partícipes de la modalidad delictiva. “El valor jurídico de una prohibición radica sustancialmente en el marco consecuencial, delimitado por la respectiva norma contentiva de cada tipo.”47 2.1.1.2 Antijuridicidad. Habiéndose clarificado los componentes básicos de la tipicidad como elemento integrante del hecho punible, el otro elemento, cuya importancia para muchos supera el presupuesto comentado, por cuanto en éste se vislumbra los valores propios de la comunidad, y aquellas cualidades e intereses que el Estado procura proteger, es la ANTIJURIDICIDAD. 44 Pedro Alfonso Pabón Parra. Teoría del Hecho Punible Pag: 72. Alfonso Reyes Echandía. Derecho Penal 1.998 Pág: 105. 46 Pabón Parra. Op. Cit. Pág: 72. 47 Ibid. Pág: 131. 45 50 Dice el artículo 4 de nuestro Código Penal: “Para que una conducta típica sea punible se requiere que lesione o ponga en peligro, sin justa causa, el interés jurídico tutelado por la ley”48 La antijurídicidad presupone que el hecho sea típico, de tal modo que si el comportamiento lesivo no se adecua a una de las descripciones normativas mal haríamos en atribuirle un calificativo de antijurídico penal. Sin embargo, puede ser que una conducta sea antijurídica, pero no típica, esta hipótesis se aleja de la noción básica que comprende al delito pues para que haya delito se requiere que una conducta antijurídica sea típicamente penal. Como se ha podido observar a lo largo de este trabajo investigativo, de la concepción que tengamos sobre este elemento podremos obtener conclusiones diversas sobre la determinación de la naturaleza jurídica de las infracciones definidas en el Estatuto Orgánico del Sistema Financiero y todas las demás del Derecho Administrativo Sancionatorio. REYES ECHANDIA expone con suma claridad el significado del término antijurídico: “Entendemos por antijuridicidad el desvalor de una conducta típica en la medida en que ella lesiona o pone en peligro, sin justificación jurídicamente atendible, el interés legalmente tutelado. Hablamos de un desvalor porque la naturaleza de la conducta lleva a un enjuiciamiento negativo de la misma, desde el momento en que ella se pone en contradicción con el ordenamiento jurídico penal. Decimos “conducta típica” porque la antijuridicidad penalmente relevante sólo se predica de aquella conducta que sea subsumible dentro de un tipo penal determinado. Una antijurídicidad atípica no tiene significación alguna en el campo del derecho penal. Hacemos referencia a la lesión o al peligro de lesión que se ocasiona a un bien jurídicamente tutelado, porque es ese daño de lesión o peligro lo que configura el germen de su ilicitud. Empleamos, finalmente, la expresión “sin 48 Código Penal. Op. Cit. Art. 4. 51 justificación jurídicamente atendible”, para indicar que cuando se vulnera un interés jurídicamente protegido en circunstancias que legitimen la lesión la agresión respectiva no puede ser calificada de antijurídica.”49 Por lo anterior, la antijuridicidad en lo fundamental ha quedado por demás explicada en sus nociones básicas, basta por mencionar que gran parte de la disyuntiva planteada en este trabajo parte de la noción de antijuridicidad, por cuanto para mucho los bienes jurídicos tutelados por las leyes penales se refieren a aquellos que tocan la individualidad del hombre, otros por su parte, abren las puertas a la normatividad penal para que se postulen normas cuya protección se extienda a aquellos bienes que, aunque de manera directa no afectan algunos de los valores propios del hombre, sino que discretamente y por medios indirectos ponen en peligro intereses que bien podríamos calificar de supra-individuales. Sin embargo, estos valores también le conciernen en la medida que una variación en las piezas fundamentales del orden político, social, económico, en este caso financiero, puede ocasionar problemas mayores a los concebidos como nociones básicas de lo que es antijurídico con relevancia en lo penal. 2.1.1.3 Culpabilidad. Por último, el delito, como categoría particular del hecho punible, implica además de lo típico y antijurídico, que la acción sea consecuencia de dos factores propios de la naturaleza del hombre; conciencia y voluntad. Unidos dicen del fenómeno de la culpabilidad, en sus distintas modalidades, estamos entonces en frente del elementos subjetivo, de los tipos penales. La culpabilidad como elemento del delito, ha sido tratada por el Legislador en los artículos 4, 5, 35 y siguientes del Estatuto Punitivo, y son estos preceptos los que desarrollan la mención que 49 Reyes Echandía. Op. Cit. Pág: 28. 52 del elemento se hace en el artículo 29 Constitucional de la siguiente forma: “Toda persona se presume inocente mientras no se le haya declarado judicialmente culpable.”50 Para que una conducta típica y antijurídica sea punible debe ser realizada con culpabilidad, en los términos del artículo 4 así: “Para que una conducta típica y antijurídica sea punible debe realizarce con culpabilidad. Queda proscrita toda forma de responsabilidad objetiva” 51. La culpabilidad ha sido desligada de la acción, para que su determinación como presupuesto fundamental del delito se lleve a cabo una vez el fallador verifique la tipicidad y el grado de lesión al bien jurídico tutelado por la ley (antijuridicidad). Esto no quiere decir que efectivamente, la culpabilidad como elemento subjetivo, se desligue de la conducta delictiva, pues el acto es el resultante de una fase encontrada en el interior del hombre quien precisamente al tener la facultad de conocer y entender aquello que está permitido y prohibido, voluntariamente materializa, mediante su conducta, aquello que inició en su pensamiento. La culpabilidad presupone unas condiciones físicas y psicológicas presentes en los seres humanos, que permiten la dirección del comportamiento según lo querido o estimado por quien realiza la conducta. La imputabilidad, en los términos del legislador, es precisamente aquello que necesariamente debe existir antes de cualquier consideración sobre el grado de culpabilidad, predeterminado en la norma como elemento propio del tipo. Define el artículo 31 del Código Penal a la inimputabilidad: “Es inimputable quien en el momento de ejecutar el hecho 50 Constitución Política. Op. Cit. Artículo 29. Código Penal de 1980. El principio de la culpabilidad fue tratado por el Artículo 12 Ley 599 de 2.000 en los siguientes términos: “Sólo se podrán imponer penas por conductas realizadas con culpabilidad.Queda erradicada toda forma de responsabilidad objetiva.” 51 53 legalmente descrito, no tuviere la capacidad de comprender su ilicitud o de determinarse de acuerdo con esa comprensión, por inmadurez psicológica o trastorno mental.”52 La IMPUTABILIDAD bien se puede definir haciendo una lectura distinta del mencionado artículo de la siguiente manera: “Es imputable quien en el momento de ejecutar el hecho legalmente descrito, tuviere la capacidad de comprender su ilicitud y de determinarse de acuerdo con esa comprensión.” Ha sido discutido por la doctrina, si la culpabilidad presupone la imputabilidad, de tal modo que sin esta no puede llegar a predicarse aquella, tema que no nos compete dilucidar ni resolver, de ahí que hayamos partido de la corriente mayoritaria y que compartimos en su totalidad. El legislador ha establecido, para efectos penales, unos criterios para la definición de quienes tienen la calidad de imputable e inimputable , siendo los parámetros fundamentales la edad y las condiciones psíquicas, psicológicas y sociales del hombre. Partiendo de la noción a la que nos hemos referido, la culpabilidad se puede definir como la conjugación de los aspectos intelectivos y volitivos del hombre para la ejecución de conductas tipificadas por el legislador colombiano y de cuya comisión se vulnera o se pone en peligro el bien jurídico tutelado. 52 Código Penal. Op. Cit. Art. 31 y 33 Ley 589 de 2.000. Inimputabilidad: “Es imputable quien en el momento de ejecutar la conducta típica y antijurídica no tuviere la capacidad de comprender su ilicitud o de determinarse de acuerdo con esa comprensión, por inmadurez psicológica, trastorno mental, diversidad o estados similares”. 54 Lo típico, lo antijurídico y lo culpable, así queda descrito lo que se ha calificado como Delito por nuestro ordenamiento penal, pero la culpabilidad no es una noción unívoca por cuanto la forma de unión de la voluntad, la conciencia y el “querer” del sujeto agente de la modalidad delictiva determina la clasificación de la culpabilidad. En los términos del artículo 35 del Código Penal la culpabilidad puede ser dolosa, culposa o preterintencional53. Es dolosa, cuando la conducta tiene como base fundamental el conocimiento y la intención del sujeto agente del reato; es culposa cuando el victimario mediando voluntad ejecuta la modalidad delictiva previendo el resultado dañoso pero confiando en poder evitarlo ó, cuando carente de dicha previsión incumple de esta forma el deber genérico de cuidado; la preterintención puede definirse como aquella especie de la culpabilidad en donde el infractor con conocimiento y voluntad comete una acción proscrita por la ley pero de cuyo resultado a pesar de ser previsible no era el deseado en tanto que se excedió en su intención inicial. De ésta forma la Teoría del Hecho Punible deja en claro aquellos comportamientos merecedores de un reproche penal de tal modo que sólo si la conducta es típica, antijurídica y culpable es sancionada con una pena, de otra forma posiblemente nos encontremos en un ámbito totalmente distinto del que se ocupa el Derecho Penal. Pero es que el Hecho Punible no es sólo el delito sino también la contravención. Lo que sucede es que por ser esta una categoría propia de aquel género fundamental comparte en su totalidad los elementos referidos anteriormente para el Delito. Es decir, para que haya una 53 Artículo 21 Ley 599 de 2.000: “La conducta es dolosa, culposa o preterintencional.” La Ley 599 de 2.000 hace mención de las formas de culpabilidad (dolo, culpa o preterintención) como modalidades de la conducta punible y no como especies del género culpabilidad. 55 contravención la acción debe ser concretada por el legislador en una norma, lesionar o poner en peligro determinados intereses jurídicos y realizarse mediando dolo, culpa o preterintención. Preguntamos entonces, ¿todo aquello que es reglado como infracción, que no es delito, es una contravención de aquellas que contempla el Estatuto Punitivo? A este tema nos referiremos en el acápite siguiente. 2.2 NATURALEZA JURIDICA DE LA CONTRAVENCION La contravención, como categoría especial del hecho punible, ha sido reconocida por nuestro Código Penal en su artículo 1854, por ello y como lo dijimos anteriormente, ésta comparte todos los elementos propios del delito, es decir, LA TIPICIDAD, LA ANTIJURIDICIDAD Y LA CULPABILIDAD. Aunque pueda parecer sencilla la aplicación a esta modalidad de acción punible, de los elementos descritos y explicados en el aparte anterior, el problema que la doctrina se ha planteado se desprende a partir de las consideraciones sobre la posible existencia de un sólo concepto de contravención - refiriéndose a aquella reconocida por nuestro estatuto punitivoposición refutada por quienes dicen que la “contravención” es una figura que no pertenece única y exclusivamente a la esfera del Derecho Penal, de tal modo que existen contravenciones penales y no penales, compartiendo sólo las primeras los elementos del delito, siéndoles aplicables los principios y categorías propias de la ciencia penal. 54 Artículo 9 de la Ley 599 de 2.000. 56 La contravención ha sido estudiada como parte del Derecho Administrativo Sancionatorio y, obviamente como una de las modalidades del hecho punible, algunos autores a su vez tratan de hacer distinciones creando nuevas figuras, muchas veces guiados por un afán incomprensible, que en lugar de ser útil para el mejor entendimiento de las fórmulas propias del Derecho Sancionatorio, a nuestro juicio las confunden dando pie para que se planteen teorías disímiles sobre la naturaleza jurídica de las infracciones no calificadas como delitos. Son dos los sistemas tradicionales que pretenden establecer una clasificación satisfactoria sobre las modalidades del hecho punible, por un lado la doctrina francesa hace una clasificación tripartita, en crimen , delitos y contravenciones, dependiendo del grado de lesión ocasionado a los intereses jurídicamente protegidos. Por su parte, la corriente jurídica proveniente de los Italianos considera que el hecho punible sólo puede ser catalogado como delito o contravención. A su vez, en relación a la contravención, como modalidad del hecho punible, se han debatido diversas tesis en torno a su naturaleza jurídica, con el propósito de marcar un criterio que la distinga del delito, no lográndose hasta el momento un resultado favorable y que complazca las expectativas de los grandes tratadistas y mucho menos justifique la clasificación bipartita del hecho punible, tomada por nuestra legislación de la doctrina Italiana. El profesor LUIS CARLOS PEREZ en su obra “ DERECHO PENAL PARTE GENERAL Y ESPECIAL” resume con gran claridad los criterios mas sobresalientes sobre el punto: “Tan artificiosa como la clasificación tripartita es la bipartita de delitos y contravenciones, pues los hechos constitutivos son análogos o tienen igual naturaleza, a poco que se ahonde en la cuestión. Para sostener la distinción y aun la diferencia se alegan motivos que no resisten el análisis, y siempre se llega a la misma solución: desde ciertos puntos de vista, 57 un acto es delicitivo; desde otros, ese acto es contravencional. Revísanse en seguida los pretendidos caracteres diferenciales. 1. Los delitos atacan sentimientos eticosociales, mientras que las contravenciones no producen efecto lesivo en esa esfera. Razón difícil de aceptar porque no hay un catálogo de esos sentimientos eticosociales, y si fuera posible conformarlo no regiría para toda una comunidad, sino para determinadas agrupaciones. Además, la práctica señala contravenciones cometidas contra los vínculos de solidaridad social, contra los derechos humanos y contra intereses de gran trascendencia pública, más nocivos que un número considerable de delitos. 2. Los delitos quebrantan un derecho y ofenden el orden social, mientras que las contravenciones violan apenas un reglamento, como que su función es la de disciplinar mediante sanciones breves rápidamente impuestas. Tampoco es fundado el argumento, porque las contravenciones también quebrantan el orden preestablecido y a veces más seriamente que muchos delitos. De otro lado, el reconocimiento y la aplicación de elementos que antes se tenían en cuenta únicamente para los delitos ( tipicidad, antijuridicidad, culpabilidad), obligan a estudiar las contravenciones en la ley y en la persona, no solo en el capricho de los reglamentos. 3. Afírmase que de las contravenciones conoce la policía y de los delitos la justicia ordinaria. Diferencia que carece de sustento porque hay conductas cuyo juzgamiento se atribuye indistintamente a los funcionarios de la rama y a los administrativos. 4. También argúyese que las contravenciones tienen menor pena que los delitos, cosa rotundamente negada por el derecho penal administrativo. La multa a una empresa por desobedecer exigencias sobre su funcionamiento es a veces tan elevada que implica el cierre de las actividades o el cambio de labores, afectando a numerosas personas confiadas en quienes fallaron por culpa o dolo en los manejos. La disolución de una compañía equivale a la muerte civil. La anulación de una licencia puede ocasionar 58 catástrofes financieras. La suspensión de una personería es medida equivalente a la pérdida de la libertad con que se sanciona mucho delitos”.55 Pero la discusión sobre la naturaleza de la contravención y su diferencias con el delito no se reducen a las dos categorías del hecho punible, sino que aún por fuera de la esfera de las ciencias penales, el estudio de aquella figura a llevado a muchos a creer que las también denominadas “infracciones” hacen parte de otro Derecho distinto y que califican como DERECHO PENAL ADMINISTRATIVO. Es necesario partir de los comentarios expuestos por las diferentes corrientes doctrinarias para luego, en la medida de lo posible, determinar con exactitud la naturaleza jurídica de la contravención. Se trata a la contravención como aquel fenómeno que agrupa conductas consideradas por el legislador de poca gravedad y que tan sólo reflejan peligro para la organización social, vulnerando bienes jurídicos calificados como accesorios. Hay que advertir que las soluciones simplistas sobre el punto concluyen que la contravención, conlleva una menor lesión que el delito a los intereses jurídicamente protegidos. Las palabras del autor BERNARDINO ALIMENA, transcritas por el profesor Jiménez de Asúa , son el punto de partida para el análisis propuesto: “Hay, pues, que convencerse de que la distinción entre delitos y contravenciones no depende de su gravedad específica y que hasta puede haber 55 Luis Carlos Pérez Derecho penal- parte general y especial 1987 pág. 336-337 . 59 contravenciones más graves que ciertos delitos, precisamente por la esfera mediata ofendida por las contravenciones.”56 Reducir el concepto de contravención a un segundo plano, calificándolo como mecanismo protector de intereses jurídicos de menor entidad, no es ni puede ser la respuesta correcta ante la pregunta discutida sobre su naturaleza jurídica, pensamos que la figura contravencional ha sido maltratada al ser considerada como fenómeno residual del delito, de ahí que para comprender la complejidad del tema planteado necesariamente haya que ahondar en las investigaciones realizadas a nivel doctrinal y que marcan su campo por las connotaciones históricas del momento en que surgieron. En una exposición sobre las principales posiciones, el maestro LUIS JIMENEZ DE ASUA en su “Tratado de Derecho Penal”, resume con suma claridad la manera como se ha enfocado el análisis del problema, posiciones todas ellas controvertidas por cuanto ninguna expone un criterio ontológico de diferenciación lo suficientemente claro, capaz de marcar los territorios del delito y la contravención. Los criterios que han sido determinantes en la distinción y por consiguiente en la naturaleza jurídica de las contravenciones se nutren en las corrientes IUS NATURALISTA de la historia, en los valores sociales que se pretenden proteger, en la mayor o menor gravedad de los intereses protegidos, en la valoración del elemento subjetivo del delito y la contravención, y en el modo de tutelar los derechos preexistentes y que hacen parte de la esfera del hombre. 56 Luis Jiménez de Asua. Tratado de derecho Penal 60 La corriente del Derecho Natural, que para algunos se reduce al mismo estudio de la antijuridicidad, parte de la vulneración de los derechos que preceden a las leyes, siendo las contravenciones la violación de la ley mas no del derecho, de tal modo que aquellas nacen con la ley, distinto a lo que sucede con el delito de donde la lesión o puesta en peligro se concentra en el derecho propiamente tal, es decir, los derechos que afectan directamente los intereses del hombre. El tratadista Jiménez de Asúa al comentar la posición del IUS NATURALISMO resalta como uno de sus principales exponentes, la escuela TOSCANA, junto con CARMIGNANI y CARRARA plantean las distinciones de las dos figuras delictivas a partir de lo que ellos han denominado como “transgresiones” concepto que hace alusión a las contravenciones:“… No podría clasificárselas tomando por norma el daño o el derecho violado. porque en ellas no hay daño, ni violación del derecho; por lo menos su esencia no lo exige. No sería posible, pues, aplicar, en la clasificación de las contravenciones, el criterio con que clasificamos los delitos.”57 Nos encontramos ante una postura estructurada sobre las bases de la desobediencia y el peligro, para concluir que las contravenciones no contienen mas que un temor para el orden social, despojadas de toda inmoralidad siendo simples desobediencias. De la noción de “desobediencia” planteada, autores que fundaron la escuela cimentada en la antijuridicidad, parten de la infracción no moral para concluir que las contravenciones o desobediencias son mecanismos para evitar los delitos, y aún mas para impedir otros hechos nocivos que sin ser delitos son de peligro social. De esta corriente se reconoce el trabajo del tratadista BINDING quien expone una teoría innovadora sobre la naturaleza jurídica de las contravenciones, en palabras de Jiménez de Asúa:“...Suele caracterizarse la teoría de BINDING, 57 Luis Jiménez de Asúa. Tratado de Derecho Penal. Pág: 141 61 diciendo que a su juicio, las contravenciones son tan sólo una desobediencia… Aunque CARLOS BINDING proclama que delitos y contravenciones son actos injustos, nos permitimos afirmar que sólo en la antijuridicidad parece estribar la diferencia que Binding busca… Ahora bien, por eso mismo que se observa el fenómeno en conjunto, es difícil diferenciar las acciones realmente perjudiciales de las que no lo son y, para no tolerarlas todas “ prefiere, conforme al principio del mal menor, prohibirlas todas, y para evitar la injusticia de castigar como dañoso todo un grupo de acciones, en el que puede haber algunas que no lo sea por no lesionar un bien jurídico, las reprime, no atendiendo a la violación de un bien de esa índole, sino como pura y simple desobediencia de la norma que el Estado se ve en la necesidad de establecer , a fin de evitar con ellos males mayores que podría producirse en buena parte de los casos… ”58 El concepto de ANTIJURIDICIDAD, ha sido el instrumento de muchos penalistas, y su principal justificación, para pretender despenalizar algunos comportamientos que según las nuevas tendencias doctrinales, son merecedores de un reproche social distinto al que realizan las normas penales. Fueron VON STEIN, OTTO MAYER, FRANZ VON LISTZ, entre otros, los que dieron las bases para difundir un pensamiento creador de unas figuras, como las denominadas “INFRACCIONES”, componentes del nuevo Derecho Penal fundado en raíces administrativistas. Esto ha llevado a pensar que al lado de las contravenciones y de los delitos existen mecanismos que por no compartir los elementos propios del delito, hacen parte del Derecho Penal Administrativo. La antijuridicidad, como ya lo dijimos, sirvió de fundamento para estructurar estas tesis, creando según nuestra opinión un eslabón indeterminado en la carrera de las figuras represivas propias del Estatuto Punitivo. 58 Jiménez de Asúa Ob. Cit. pág: 143. 62 La tendencia a la descriminalización de las conductas lesivas hizo pensar que el delito, es de lo único que se ocupa el Derecho Penal, siendo propio de la esfera del Derecho Administrativo sancionatorio nuevas figuras como las infracciones o faltas, su origen fue entonces, el fenómeno de la ANTIJURIDICIDAD, toda vez que la contravención surge del hecho que no contraría la entidad propia de un bien jurídico, y por consiguiente no lo ofende, sino que está en contradicción con las condiciones de ambiente que se consideran necesarias para su tranquilo desarrollo y para el desenvolvimiento de otros bienes jurídicos. No se han quedado atrás quienes postulan la tesis que distingue al delito de la contravención partiendo de la presencia del elementos subjetivo de la conducta sancionable. Para estos autores el delito se compone de una acción típica, antijurídica y culpable, mientras que la contravención aunque típica y antijurídica, prescinde del juicio valorativo de la culpabilidad. Por consiguiente, el elemento subjetivo en la contravención, se presume en virtud de la presunción iuris et de iure o iuris tantum, siendo lo único importante la sola comparación entre el comportamiento y la norma, deduciéndose de ella, la infracción sin mas aditamentos. De la misma corriente algunos doctrinantes concluyeron que aún en las contravenciones se predica la culpa, como fenómeno subjetivo de la falta, de tal modo que la presencia de aquella justifica la sanción, relegándose en su totalidad la INTENCIONALIDAD DEL AGENTE INFRACTOR. Con relación a las posiciones que pretenden distinguir los dos fenómenos punibles, teniendo en cuenta la gravedad o no de la lesión, o las formas de tutelar el derecho, a pesar de la acogida que aquellos criterios han tenido por momentos en la legislación Francesa, e inclusive en la Italiana, no ahondan en distingos ontológicos contentándose con señalar unos efectos 63 prácticos sin definir y mucho menos dar respuesta efectiva al problema discutido. Argumentar que el delito se diferencia de la contravención por el mero hecho de la gravedad de la pena, es desconocer que en más de una ocasión las sanciones que el propio legislador le imprime a las contravenciones, pueden llegar a ser aún más severas que la de los propios delitos. Por otra parte, las distintas fórmulas para procurar la protección de los derechos, no facilita la distinción de los comportamientos merecedores de reproche penal con aquellos que sólo irrumpen en la esfera administrativa sancionatoria, si es que existen motivos para predicar la existencia de aquella categoría. Definitivamente las posiciones comentadas abrieron posibilidades que pese a no ser del todo aceptadas, han coadyuvado a la evolución del concepto y mejor postulación de la figura, acorde con los fines del Estado y como instrumento que aunque reprima ciertas conductas debe en su aplicación, respetar las mínimas garantías ciudadanas con el fin de que no se vean violentadas por el afán de los organismos jurisdiccionales de buscar responsables a costa de los derechos fundamentales de los hombres. Y aunque sea una realidad que nos cuesta aceptar, nuestro legislador cambia alternativamente la denominación de diversos hechos punibles en cuanto delitos o contravenciones, sin que esto obedezca a una técnica legislativa fundamentada en una diferenciación exacta de los que es cada una de las especies del hecho punible. 2.3 EL ELEMENTO SUBJETIVO DE LA CONTRAVENCION El concepto de “ CULPABILIDAD” ha sido el fruto de un largo recorrido que parte de lo que era en épocas pasadas “la responsabilidad primitiva” tiempos estos donde no se concebían científicamente las nociones de Derecho, ni delito y menos aún la noción del elemento 64 subjetivo, como factor propio de la responsabilidad del hombre. El fenómeno de la responsabilidad no fue ajeno en sí al Derecho antiguo, sus cambios y transformaciones, cubrieron en parte su núcleo esencial, en cuanto a la valoración de los actos del ser humano, origen de todo acontecimiento lícito o dañoso. En el Derecho primitivo, la responsabilidad se caracterizaba por ser eminentemente objetiva, impersonal por el sólo hecho del resultado, ajena a la voluntariedad del hecho, siendo la venganza, mas no la pena, la secuela del delito. El juicio de valoración de la conducta humana, primera causa directa de la responsabilidad moderna, surgió como criterio de gran trascendencia, no sólo para la construcción de la definición del Hecho Punible, sino como respuesta al gran interrogante nacido de las injusticias, resultante de lo que era en ese entonces la sanción primitiva, y mucho después del establecimiento definitivo de la vida social y de la aparición de un poder, que atenuó la venganza indiscriminada convirtiéndola en proporcional. La responsabilidad, y sus formas jurídicas de atribución, no son indiscutiblemente un problema estrictamente penal, de ahí que se tenga en cuenta ciertos principios que rigen todo esquema de responsabilidad, por ser aquellos su razón de ser y ante todo justificativos del concepto. La valoración del comportamiento del hombre, es el primer paso del examen consecuente de imputación y atribución de las sanciones preestablecidas como consecuencia de la ilicitud de las conductas realizadas. La responsabilidad a título de conclusión, implica un comportamiento del hombre contrario a Derecho, con capacidad de conocer y comprender la ilicitud de sus actos y de reflexionar sobre las consecuencias de los mismos. Aristóteles concibió la responsabilidad moral y jurídica del hombre aclarando, que “el principio de una acción mala, como de una acción buena es una determinación, un acto de voluntad y 65 todo aquello que en nosotros tiende a la razón”59, estando en nosotros el actuar conforme o no a Derecho, siendo el hombre un ser responsable cuando obra voluntariamente y estando libre de toda coacción que limite su capacidad de reflexión y conocimiento. Corolario de lo anterior, resultan suficientes los comentarios del tratadista ORLANDO GOMEZ LOPEZ en su obra ya citada, que traduce nuestro pensamiento en los siguientes términos: “... En el período primitivo de la vida social, no se reparó en que el delito era una conducta y en que esta era el producto no sólo de una actividad física sino también de una actividad psíquica que regía la actuación material hasta cierta medida; en tal virtud, en un principio, la culpabilidad no valoró el aspecto subjetivo del comportamiento, sino que se castigaba por la sola producción del daño (responsabilidad objetiva). Es con posterioridad, cuando se distingue en el acto humano una fase subjetiva y otra objetiva, que el concepto de responsabilidad se va subjetivando, pues se lo hace recaer sobre la presencia de un elemento subjetivo del acto; de allí que el dolo y la culpa en la teoría psicológica de la culpabilidad, fueron tomados como formas de culpabilidad y no como elementos de la acción...”60 Bien podemos observar que la noción o el concepto de responsabilidad implica en primera instancia la valoración del comportamiento humano en su aspecto físico y psicológico, esquema necesario para exponer una tesis sustentada de la noción de responsabilidad, de lo contrario caeríamos, como ya ha quedado expuesto, en juicios atentatorios contra la libertad del hombre, desconocedores todos ellos de las mínimas garantías constituidas en favor de los potenciales procesados. 59 60 Aristóteles, citado por Orlando Gómez López. El Homicidio 1.997 Pág: 52. Ibidem. Pág. 53 66 Conceptos tales como la responsabilidad civil, contractual y extracontractual, la responsabilidad penal con su teoría del hecho punible y sus especies delito y contravención no son instituciones lejanas de los postulados que rigen la responsabilidad en general; todo ello en razón de que es sólo la conducta humana la causa inmediata del nacimiento de cada una de aquellas figuras, prescindir del análisis de los aspectos cognoscitivos y volitivos del hombre es tanto como volver nuevamente a los esquemas primitivos mencionados y a los postulados concebidos en leyes lejanas de la noción de justicia. Siendo la contravención una figura que ineludiblemente hace parte del gran género responsabilidad, necesariamente ha de compartir sus elementos, garantías y presupuestos fundamentales. Existe la inquietud infundada para algunos, de que la contravención administrativa como instrumento del Estado, hace parte del Derecho Penal como especie del hecho punible, hipótesis de la que se ha válido un sin número de penalistas para defender la tesis que pretende aplicar los principios propios del Derecho Penal a las ya tantas veces mencionadas faltas administrativas. Aunque no negamos que existen suficientes argumentos, todos ellos válidos para sustentar esta corriente, creemos que la aplicación de los principios del Derecho Penal en materia contravencional administrativa necesariamente debe partir de los postulados a los que hemos hecho mención, es decir, de la evolución del juicio de responsabilidad, en donde el elemento subjetivo que hace parte de la acción debe ser valorado con anterioridad por el fallador para concluir si existe o no una responsabilidad así sea de orden administrativo. El elemento subjetivo de la contravención, ha sido tal vez el tema más debatido por lo menos a nivel de los organismos administrativos y judiciales que, especialmente en el campo del 67 Derecho Financiero, enfatizan en su negación por cuanto consideran a la contravención financiera como una figura cercana al Derecho Administrativo por fuera de todo contexto jurídico penal. La máxima autoridad nacional en asuntos administrativos, expone en reiteradas jurisprudencias una tesis fundada en los principios del Derecho Administrativo aplicados al fenómeno de la infracción financiera, en los siguientes términos: “ No comparte el Consejo de Estado la consideración hecha por la parte demandante, en el sentido de que las contravenciones a las normas del derecho público económico deban, por su tipificación referirse al examen de la culpabilidad en la conducta por cuanto que la contravención en términos generales supone, en materia de derecho administrativo la infracción a un precepto claramente establecido, sin consideración a la intencionalidad o culpa de la parte infractora.”61 Dicha posición adoptada por el máximo tribunal de lo contencioso administrativo, ha sido ratificada en varios de sus pronunciamientos aún después de la promulgación de la Carta Política de 1991. A continuación, expondremos algunos de ellos: "...El segundo punto de impugnación es el referente a la imposición de la sanción con fundamento en el Decreto 2920 de 1982, el cual no es aplicable en este caso según lo sostiene la recurrente, porque la conducta sancionada por la Superintendencia Bancaria no se encuentra tipificada en ninguno de los literales del artículo 1o. del mencionado decreto. Sobre este aspecto la Sala precisa que el artículo 22 del Decreto 2920 de 1982 faculta de una manera general el Superintendente Bancario para imponer sanciones una vez agote el procedimiento de descargos y se cerciore que cualquier institución sometida a su vigilancia ha violado una norma o su estatuto o reglamento o cualquiera otra legal a que deba estar sometido. 61 Consejo de Estado. Sentencia del 24 de Julio de 1987. 68 De suerte que, como la conducta que se cuestiona está prohibida por el artículo 21 de la Ley 105 de 1927, la sanción que le corresponde aplicar a la Superintendencia Bancaria es la prevista en el régimen sancionatorio general establecido en el artículo 22 del Decreto 2920 de 1982, cuyo tenor es el siguiente: Cuando el Superintendente, después de pedir explicaciones a los administradores o a los representantes legales de cualquier institución sometida a su vigilancia, se cerciore que estos han violado una norma o su estatuto o reglamento, o cualquiera otra legal a que deba estar sometido, impondrá el establecimiento, por cada vez, una multa a favor del Tesoro Nacional no menor de $500.000 ni mayor de $2.000.000, graduándola a su juicio, según la gravedad de la infracción o el beneficio pecuniario obtenido, o según ambos factores. De modo pues, que habiéndose establecido la conducta prohibida por el artículo 21 de la Ley 105 de 1927 y que el Superintendente Bancario está facultado para imponer sanciones conforme a las previsiones del artículo 22 del Decreto 2920 de 1982 anteriormente transcrito, la Sala considera que la sanción impuesta ajustó a la ley, por lo cual no habrá de darle prosperidad al cargo”.62 Ratificando su posición en el campo del derecho contravencional financiero, el Consejo de Estado plantea lo siguiente en relación con el principio de la culpabilidad, norma rectora del Derecho Penal: “ (...) Respecto de la aplicación de la disposición contenida en el artículo 81.7 de la Ley 142 de 1994 al sub lite, que requiere el actor, se advierte que han coincidido la jurisprudencia y la doctrina en señalar que el derecho administrativo sancionatorio no necesita acudir al derecho penal, toda vez que corresponden unas finalidades y procedimientos diferentes a los del derecho penal. En consecuencia, las sanciones impuestas a los infractores por 62 Consejo de Estado. Sentencia del 31 de Marzo de 1995 69 contravenciones administrativas, excluyen la prueba de los factores subjetivos propios de la conducta delictiva, como son el dolo y la culpa”.63 Así mismo, el máximo tribunal expone su criterio uniforme en materia de responsabilidad fiscal: “(...) En el ámbito de la responsabilidad fiscal, el bien jurídico protegido está constituido de manera general, por los intereses patrimoniales del Estado. La distinción de algunos penalistas entre bien jurídico protegido e interés jurídico protegido, no tendrá efectos prácticos relevantes en materia de responsabilidad fiscal. La definición de gestión fiscal dada en el Concepto No. 848 del 31 de julio de 1996 y reiterada en éste, no contiene una enumeración limitativa o taxativa de las actividades sujetas al control fiscal, sino enunciativa”.64 Complemento de lo anterior el Consejo de Estado en punto de las sanciones de carácter tributario ha manifestado: “ (...) Acerca de la vigencia de la ley en el tiempo y de la inaplicabilidad del principio de favorabilidad en materia de sanciones administrativas (sanciones tributarias) ha señalado que las disposiciones aplicables son las vigentes en la época de la ocurrencia de los hechos toda vez que por regla general, la ley no es retroactiva, como quiera que se expide para que rija en el futuro, desde su promulgación hasta que sea derogada. La norma que consagra una conducta irregular y le cuantifica una sanción, es una norma sustancial, de aplicación hacia el futuro, es decir, para conductas que ocurran después de su vigencia y no antes. Por ende, resulta inaplicable el principio de favorabilidad que consagra el artículo 29 de la Constitución Nacional; este es excepción al principio 63 64 Consejo de estado. Sentencia del 13 de Marzo de 1998. Consejo de Estado. Sentencia del 19 de Septiembre de 1996 70 de irretroactividad de la ley en el ámbito penal, no en materia tributaria en la cual no son aplicables los principios orientadores del derecho penal”.65 La posición del alto tribunal de lo contencioso administrativo en relación con lo que comúnmente se ha conocido como faltas o contravenciones administrativas, también ha sido objeto de tratamiento jurisprudencial en materia disciplinaria, muestra de ello lo encontramos en el siguiente aparte de la Providencia que se transcribe a continuación: “(...) Precisada la naturaleza de los actos de sanción disciplinaria respecto a los empleados de la Rama Judicial, cuyo control corresponde al Contencioso Administrativo, es claro que entratándose de un acto de contenido particular, previamente a la acción jurisdiccional se debe agotar la vía gubernativa, mediante el procedimiento especial, si existe para el caso, o el general subsidiario previsto en el Código Contencioso Administrativo tal como lo prescriben los artículos 1 inciso 2 y 81 de este estatuto. El Tribunal Administrativo de Cundinamarca al resolver la apelación, la consideró improcedente de acuerdo con lo dispuesto en los Artículos 29 y 45 del D. 1888 de 1989. Al estar consagrada en los Artículos 29, 45 y de las normas concordantes del D. 1888 de 1989, una vía gubernativa especial para los asuntos materia de dicha normatividad, señalando los recursos que proceden contra los actos impositivos de sanciones disciplinarias respecto de empleados judiciales, e igualmente, el organismo colegiado ante el cual surte esos recursos, el procedimiento administrativo a seguir es el allí previsto, según el artículo 1 inciso 2 del C.C.A”.66 Para los defensores de la inaplicabilidad de los principios del Derecho Penal al campo de la contravención financiera, esta resulta de la comparación del precepto y la conducta, obviando el examen de la culpabilidad del agente infractor. 65 Si acogiéremos como propias las Consejo de Estado. Sentencia del 10 de Marzo de 1995 71 afirmaciones antes referidas, en absoluto tendría sentido llevar acabo una análisis de la culpabilidad en la contravención, por cuanto para su conformación se prescinde del elemento subjetivo de la conducta, pero tan indispensable es, en nuestra opinión, hacer mención del tema, por cuanto contamos con el artículo 29 de nuestra Carta Política – norma que habla sobre el debido proceso- de donde fácilmente podría pensarse lo contrario en relación con el punto en discusión. El principio de la culpabilidad se constituye en garantía de las libertades personales, en la medida que sólo aquellas conductas producto del actuar imprudente o doloso del sujeto agente atañen como consecuencia una sanción “negativa” en virtud de la ruptura de las reglas prescritas para la defensa de determinados intereses. No en vano la máxima expresión del IUS PUNIENDI –el Derecho Penal- proscribe en su artículo 5 la responsabilidad objetiva, precisamente porque el apoderamiento de una fuerza incontrolable del Estado, producto del poder de imperio del que es único titular, lo conduciría a cometer atrocidades en los juicios de responsabilidad imputando conductas a quienes de ninguna manera pueden llegar a ser tratados como culpables. No nos queda ninguna duda que las dos especies del hecho punible, delitos y contravenciones, requieren para su existencia la presencia del elemento subjetivo de tal modo que “no hay delito y contravención sin culpabilidad”. Cosa distinta sucede con las comúnmente denominadas “faltas o infracciones”, respecto de las cuales no se puede deducir tan claramente la aplicación del principio de la culpabilidad pues, 66 Consejo de Estado. Sentencia del 9 de Marzo de 1995 72 aunque nacieron como figuras similares en su sus orígenes a las contravenciones penales, lo hicieron sin criterios ontológicos y, justificadas en la protección ágil y eficaz del orden público económico, y otros bienes jurídicos supraindividuales, razón por la cual se han venido ubicando en un nuevo derecho “al Derecho Penal Administrativo” o “Derecho Administrativo Sancionatorio”, en donde el principio de la culpabilidad no ha sido reconocido como norma rectora. En resumen, debemos advertir que no ha quedado establecido aun por la doctrina una exclusiva naturaleza atribuible a la contravención, lo que para muchos ha llevado a que se desdibuje la función de esta en nuestro Código Penal pues termina siendo la determinación de delitos de menor cuantía. 2.4 APLICACIÓ N DE LA TEORIA DEL HECHO PUNIBLE AL SISTEMA FINANCIERO Una vez concluida la exposición sobre la teoría del hecho punible y sus explicaciones en torno a sus especies, es necesario darle cauce a estas ideas y concretar lo anteriormente dicho al panorama que en materia sancionatoria nos presenta la actividad financiera. Por lo tanto, a continuación se pretende dar el contenido a los lineamientos generales anteriormente planteados para poder apreciar cómo en la práctica se puede entender la implementación del delito y la contravención en el Sistema Financiero colombiano. La consolidación del Estado interventor viene generando una nueva concepción y alcance del Derecho. Ya en el capítulo II de este trabajo, abordamos los antecedentes históricos que han marcado los diversos modelos económicos y en consecuencia las diferentes formas de Estado 73 que se han generado. Vimos también cómo, paralela a esta evolución fáctica, surgía una nueva concepción del Derecho donde se partía de aquella premisa que reconoce mayor injerencia al bien público y social. Es que es imposible en este punto, desconocer que es el hombre como ser humano y conjunto de valores, el que marca la evolución de los Ordenamiento Jurídicos y sus tendencias. Se trata de la concepción de la norma jurídica, en este caso la penal, frente al hecho económico. Hay que advertir que el objeto de la economía viene a ser el hombre en sus relaciones comportamentales en cuanto que aquel busca adecuar los recursos escasos para producir bienes y servicios que satisfagan a lo sumo sus necesidades fundamentales. Por lo tanto, la influencia recíproca del Derecho y sus normas jurídicas sobre la economía y viceversa, han generado la conciencia de un condicionamiento mutuo que manifiesta la configuración en este campo de un poder normativo de lo fáctico: “Así, las normas jurídicas deben acoplarse a tales condicionamientos en cuanto busquen ocuparse de regular con realismo dicha especificidad económica.”67 La realidad económica colombiana encuentra su expresión jurídica en una serie de normas e instituciones propias de un Estado interventor. Esta intervención aunque matizada, encuentra asiento en los diversos aspectos de la convivencia estatal siendo uno de sus mayores expresiones la intervención del Estado en la economía y consecuentemente en el sector financiero. Esta intervención en el campo económico es el fruto de diversas variables que se conjugan para producir un escenario de economía de mercado. Ante todo se posiciona el Estado frente a una realidad cambiante que sitúa al hombre como centro de gravitación alrededor del cual giran los recursos para su satisfacción, todo esto teniendo como parámetro 67 Carrillo y Pinzón. Op. Cit. Pág: 64. 74 obvio el interés y los fines públicos jurídicamente relevantes para el Estado Social de Derecho. RUDOLF STAMMLER lo ha expresado así: “Las relaciones entre el Derecho y la Economía no son de naturaleza casual, ambas entidades de la vida social no están en conexión de causa efecto; esto supondría la concepción de ambos factores gozando de existencia independiente, como dos objetos distintos; aunque se observen diferentes aspectos o tipos de fenómenos en la vida social, estos se encuentran yuxtapuestos o coordinados y sobre ellos está la unidad de la existencia social humana.”68 Analizada esa estrecha vinculación que une al hecho económico con la norma jurídica es necesario ahora, para efectos de esta investigación abordar el tema del Derecho Penal Económico, ya explicado en su noción, a partir del cual podemos derivar la aplicación práctica de toda aquella Teoría del Hecho Punible expuesta anteriormente y que analizada a la luz del Sistema Financiero cobra no sólo validez sino que se muestra aplicada a la realidad:, se trata de ubicar esa protección penal a la confianza en el sistema financiero dentro de la perspectiva atrás señalada: la contravención y el delito. El Derecho Penal Económico se consolida a partir de la concepción del Orden Económico y Social como bien jurídico tutelado, asunto que será explicado a profundidad más adelante. La delincuencia económica expresada en el ámbito económico, fiscal, financiero y administrativo tiene una especial connotación. Sus procedimientos delictivos son desempeñados con mucha sofisticación y organización, son en la mayoría de los casos de extrema gravedad para la estructura económica, aunque paradójicamente se caractericen por la ausencia de repudio social. Diría la comunidad, que quien mata y comete homicidio es un 68 Carrillo y Pinzón Ob. Cit. Pág: 66. 75 verdadero delincuente que merece la pena de muerte pero cuando se encuentran frente al especulador, acaparador, usurero o inclusive frente al respetable banquero que promovió la desconfianza del inversionista o abusó de la buena fe del ahorrador no se genera ese rechazo social. No se ha tocado un valor intrínseco del hombre ni se ha usurpado violentamente en su esfera privada celosamente custodiada por la intimidad, simplemente se ha afectado un valor externo de conducta pública y ello produce la benevolencia que la comunidad le concede al delincuente. ¿Cuál podría ser la razón aparente para lo anterior?. Todo se desprende de la valoración que se le ha dado al bien jurídico tutelado, el ORDEN ECONOMICO, pues se ha dispuesto que el Derecho Penal no va a proteger la realización del fenómeno económico como hecho en sí y por lo tanto fuente del perjuicio para el individuo como ser directamente afectado, sino que por el contrario se pretende la protección del orden, de ese todo que va más allá de toda individualidad. Aunque ésta protección colectiva del sistema genera un descenso en la sensibilidad individual sobre la lesión o puesta en peligro causada, el Estado sabe que sólo así garantiza el valor supremo y los fines propuestos para el hombre. En otras palabras, se tutela el sistema y de manera indirecta cada uno de los intereses particulares. Es precisamente esta especial connotación, lo que hace posible nuestro trabajo de investigación, quizás de no ser por ella no se justificaría la idea de darle alcance a una infracción de índole administrativa- con naturaleza penal tal vez, fundamentada en el supremo valor del ORDEN esta vez ECONOMICO Y SOCIAL. 76 Todas las consideraciones anteriores se aplican a la protección penal que en concreto debe gozar el sistema financiero. Bien es sabido que la función primordial de dicho sistema se convierte en la INTERMEDIACION como mecanismo para lograr los recursos a disposición de las unidades deficitarias provenientes de las superavitarias, todo a través de verdaderos profesionales de la materia. Es esta función básica y primaria del sector financiero lo que hace notar que más que un interés individual está en juego el interés colectivo y de orden público, se trata de proteger la confianza en uno de los sectores pilares de la economía de un Estado, su desajuste puede causar una crisis estatal de tal magnitud que conllevaría a la incapacidad del Estado no sólo de manejar los recursos, fuente de toda riqueza, sino de mantener las instituciones y su legitimidad. Es la sociedad la titular del bien jurídico ORDEN ECONOMICO el cual se ha tratado de proteger penalmente de la siguiente manera: Llegado el tema de la protección penal en el Sistema Financiero como expresión de la teoría del hecho punible, es forzoso hacer referencia al Decreto 2920 de 1.982. Desde luego, es imperativo hacer un recorrido histórico por los acontecimientos más relevantes ocurridos en el sector financiero, para así hallar la génesis y el fundamento del citado Decreto 2920. La historia de este Decreto es la historia de la Banca que se repite; en efecto, es un fenómeno recurrente, en donde lo más llamativo es que se dan continuas crisis relacionadas con el sector. La famosa misión Kemerer estableció en 1.923 una serie de criterios para ajustar el comportamiento de la banca. El camino propuesto por dicha misión, deja de lado el 77 tecnicismo dominante en Colombia con respecto a las materias económicas, para buscar la estabilidad monetaria preparando el terreno para la implantación del patrón oro. Este cambio de mentalidad implicaba así mismo la adecuación de las instituciones estatales, producto de lo cual, por ejemplo, se creó el Banco de la República a través de La Ley 30 de 1992. Poco a poco se va avanzando entonces, en la Intervención del Estado en la Economía. Fruto de la Misión Kemerer fueron las leyes 25 de 1923 (orgánica del Banco de la República), 45 de 1923 sobre establecimientos bancarios y 46 de 1923 que trataba los instrumentos negociables. Por otro lado, surgieron fenómenos económicos como el crédito directo al gobierno, la adquisición de documentos de deuda pública, entre otros, producto del papel activo de los bancos en coordinación con la creciente intervención del ente estatal en la economía. El manejo del encaje bancario como instrumento monetario, así como la laxitud presentada frente a la posibilidad de la inversión de los bancos en acciones de otras instituciones financieras análogas, lograron que las políticas monetarias y crediticias se convirtieran en instrumentos de desarrollo, comenzando a ser asumidas sin tener en cuenta la cantidad de oro que para el momento tuviera el país. Avanzando en el tiempo, encontramos que durante los años 50´s el Banco de la República se convirtió en el rector de las políticas monetaria y cambiaria, generando nuevas condiciones económicas para las entidades del sector financiero. Así las cosas, surge la necesidad de crear un intermediario financiero no bancario que invirtiera directamente en aquellas empresas que ayudara a transformar; en efecto, nacen las corporaciones financieras, las cuales consolidan el proceso de lo que podría llamarse inversión intrasectorial. 78 En aras de marcar total independencia entre los intereses privados que de alguna forma tuvieran incidencia en las decisiones a tomar, y los patrones de las políticas cambiaria, monetaria y crediticia, fue creada la Junta Monetaria del Banco de la República, con lo que éste último pasó a ser el organismo ejecutor de las medidas que aquélla adoptase. Los años 60´s denotan una profunda crisis cambiaria reflejada en la quiebra de varios bancos tales como el Bananero del Magdalena y el Comercial de Barranquilla. Sin embargo el gobierno acertó al expedir el Decreto 867 de 1966, el cual reglamentó de manera rigurosa el control de cambios. Producto de las adecuadas medidas tomadas por el gobierno, los inicios de la década del 70 presentaban un panorama alentador, pues a pesar de la crisis bancaria de los años 60´s, los inconvenientes pudieron ser superados. Se evidencia un auge en las exportaciones y el crecimiento real de la economía alcanza índices muy alentadores. Como si esto fuera poco, el plan de desarrollo de “Las Cuatro Estrategias”, escogió el sector de la construcción como líder de la economía en el país, lo que trajo como consecuencia la creación de las corporaciones de ahorro y vivienda estructuradas por el Decreto 678 de 1972. Se pretendía canalizar el ahorro hacia la construcción contando con medios de financiación independientes y autónomos. Sería imposible continuar avanzando en el presente recorrido histórico, sin mencionar el nacimiento del UPAC, como sistema de protección al ahorrador contra el proceso inflacionario; el valor de la unidad de poder adquisitivo constante, debería actualizarse según las variaciones en el promedio de los índices de precios al consumidor (IPC). El mencionado 79 esquema atraería la inversión hacia el sector financiero, por cuanto los rendimientos aparecerían interesantes. Dados los avances anteriormente expuestos, el ambiente es propicio para la aparición de la Reforma Financiera de 1974. Esta reforma toma como bandera la teoría monetarista, propugnando por el funcionamiento del sistema económico a partir de sus propias fuerzas y al margen de la intervención estatal: apoyada en las ideas de los profesores Shaw y McKinnon, participantes en las deliberaciones que en el país se produjeron con respecto al tema financiero, la reforma consistió básicamente en una flexibilización de las tasas de interés, un manejo monetario a las tasas de redescuento, una reestructuración de la política de crédito del Banco de la República y el fortalecimiento de los mecanismos de control a las operaciones de mercado abierto. El reordenamiento inmerso en la reforma de 1974, se sustentaba en la idea casi incontrovertible de que el sector financiero era el más importante dentro de la estructura económica colombiana. En efecto, paulatinamente y como producto de la diversificación de las formas de captación, el incremento de la riqueza financiera se tornó incontrolable. En 1977 la bonanza cafetera genera consecuencias incontenibles dentro del sistema financiero. Resulta protuberante la competitividad de las instituciones frente a la captación de los dineros, y por ello es necesario retroceder en el tiempo para hallar la solución; se promueven las restricciones monetarias para regular los medios de pago con la imposición correlativa de un encaje marginal del 100% sobre los depósitos en cuenta corriente, lo que genera una elevación exorbitante de la tasa de interés. Las consecuencias de esta situación no se hicieron esperar; saltan a la vista los cambios en la rentabilidad de los sectores, el desprecio por la liquidez y la aparición de los “banqueros” que se desempeñaban al margen de las exigencias estatales. 80 Las perspectivas sobre los años venideros no podrían ser más desalentadoras, y a su vez, pronosticaban lo que sería la crisis financiera de 1982: la crisis de recesión mundial que alejaba las posibilidades de inversión en el sector especulativo fijando la inversión en el sector financiero, un fenómeno de inflación desbordante para América Latina, el excesivo control a la oferta monetaria generando fuentes de poder y control económico que derivaron en el desvió de la actividad bancaria, pues ahora se trataba de una actividad meramente especulativa donde se buscaba poder económico. Paralelo a esto se desarrolla el fenómeno de la concentración del crédito y de las captaciones paralelas por entidades que no estaban sometidas a ningún control o exigencia. Es en este escenario, en donde nace el Decreto 2920 de 1982 como producto de esta profunda crisis bancaria. A esta situación de hecho se genera una respuesta legislativa evolucionada de las bases sentadas en el tantas veces citado Decreto 2920: la consolidación de tres hechos punibles que obedecen al cumplimento de fundamentales directrices como fueron el de evitar la especulación con los recursos captados del público, la concentración del crédito en los accionistas del banco y en último lugar, la captación masiva y habitual en cabeza de agentes no autorizados. El artículo 208 del Estatuto Orgánico del Sistema Financiero, Decreto 663 de 1.993, contempla los tipos antes aludidos.69 De la descripciones típicas de las conductas calificadas como delictivas según la anterior 69 La Ley 599 de 2.000 contempla bajo el título de DELITOS CONTRA EL ORDEN ECONOMICO Y SOCIAL en el capítulo referente a los DELITOS CONTRA EL SISTEMA FINANCIERO los tipos penales de: Utilización Indebida de Fondos captadas del Público, Operaciones no Autorizadas con Accionistas o Asociados, Captación Masiva y Habitual de Dineros y Manipulación Fraudulenta de Especies Inscritas en el Registro Nacional de Valores e Intermediarios. A su vez el artículo 474 de esta misma Ley contemplas la derogatoria del Decreto 100 de 1.980 y demás normas que lo modifican y complementan. 81 preceptiva, se denota la intención que tuvo el legislador por trasladar el ejercicio de la actividad financiera a personas idóneas capaces de controlar los recursos monetarios e invertirlos de manera adecuada en los sectores que bien los necesitan. Pero no solo era de interés concederles dichas atribuciones a los profesionales de la Banca, sino que además se buscó procurar el cumplimiento de los procedimientos y requisitos que el Estado exige, por cuanto dicha actividad es de interés público y merece por tanto el mejor tratamiento para su adecuado cumplimiento. Los comportamientos descritos como delitos en el Estatuto Orgánico del Sistema Financiero hoy concebidos en la Ley 599 de 2.000 son los siguientes:70 (i) INDEBIDA UTILIZ ACION DE RECURSO S CAPTADOS DEL PUBLICO “Los directores, administradores, representantes legales y funcionarios de las entidades sometidas a la inspección y vigilancia de la Superintendencia Bancaria, que utilizando fondos captados del público lo destinen sin autorización legal a operaciones dirigidas a adquirir el control de entidades sujetas a la vigilancia de la Superintendencia Bancaria o de otras sociedades incurrirá en prisión de dos (2) a seis (6) años.”71 Los presupuestos de los que se compone el tipo penal parten de la calificación del sujeto agente para la tipificación perfecta de su conducta en el delito, de tal modo que sólo los administradores son llamados a responder penalmente en la medida que utilicen los recursos obtenidos mediante las operaciones pasivas de crédito desarrolladas por la misma entidad 70 71 Los tipos descritos a continuación mantienen la redacción anterior a la reforma del Código Penal. Artículo 208 Nral 1 del Estatuto Orgánico del Sistema Financiero. 82 financiera, y sin el lleno de las autorizaciones que exige el mismo estatuto para destinar los dineros captados a la toma de control de establecimientos de crédito u otras sociedades de distinta naturaleza. Sólo los funcionarios que administran recursos captados del público, de entidades vigiladas por la Superintendencia Bancaria pueden ser calificados como sujetos activos del hecho punible, ello porque el tipo penal contiene como ingrediente normativo el que la entidad esté bajo la supervisión del organismo de control previsto por la norma. El bien jurídico tutelado es el Orden Económico y Social siendo a su vez objeto jurídico del tipo, materializado en la indebida utilización de los recursos captados del público, teniendo en cuenta que no todos los recursos que manejan estas entidades provienen del ahorro de público, sólo aquellos que vienen del público constituyen el objeto material del hecho punible. (i) O PERACIONES NO AUTORIZ A D A S CON ACCIONISTAS Dispone el artículo 208 numeral 2 del Estatuto Orgánico del Sistema Financiero: “ A la pena anterior estarán sujetos los directores, administradores, representantes legales y funcionarios de las entidades sometidas al control y vigilancia de la Superintendencia Bancaria que otorguen créditos o efectúen descuentos en forma directa o por interpuesta persona, a los accionistas de la propia entidad por encima de las autorizaciones legales.”72 Nuevamente la norma penal expone la necesidad de que el sujeto activo sea un funcionario de la entidad vigilada por la Superbancaria. Describiendo el comportamiento a partir del verbo rector definido como el otorgamiento de créditos o descuentos a los accionistas de la misma 83 entidad crediticia, pretende el legislador evitar de cualquier forma una indebida concentración del crédito en manos de los titulares de la propiedad accionaria para fines meramente personales en perjuicio de terceros que no son otros que los ahorradores. Este tipo penal al igual que la gran mayoría de los que protegen el orden público económico, son de aquellos denominados tipos penales en blanco que exigen para su integración disposiciones jurídicas complementarias, y en el caso particular debemos comprender quienes se consideran como accionistas, y hasta qué monto es permitido la concesión de créditos en favor de aquellos, entiéndase por ello cupos individuales de crédito. (ii) CAPTACION MASIVA Y H ABITUAL Dice el numeral 3 del artículo 208: “ Quien capte dineros del público en forma masiva y habitual sin contar con la previa autorización de la autoridad competente incurrirá en prisión de dos (2) a seis (6) años”73 Consiste la conducta en realizar la función de captación propia de las entidades financieras debidamente autorizadas, que por el contrario se ejecutan por personas naturales o jurídicas que no han sido calificadas como profesionales por la autoridad competente. Captar es recibir recursos sin contraprestación directa en bienes o servicios, esta actividad para que sea punible debe desarrollarse habitualmente por el sujeto agente del delito, la habitualidad está definida en reglamentos que mal que bien integran el tipo penal comentado y que supeditan la integración 72 73 Artículo 208 Nral 2 Estatuto Orgánico del Sistema Financiero. Artículo 208 Nral 3 estatuto Orgánico del Sistema Financiero. 84 típica de la conducta teniendo en cuenta un número determinado de obligaciones adquiridas o de personas con las cuales se haya hecho la operación pasiva. 74 Ahora bien, el tema de las contravenciones sigue siendo para todos un asunto controvertible en donde sólo se tiene claro que es producto de una clásica división, ya sea bipartita o tripartita del hecho punible. Se ha hablado siempre de la tradicional división entre delitos y contravenciones y a partir de allí han sido muchos los criterios de diferenciación de estas dos figuras. Pero nuestra investigación, como se dijo con anterioridad, no se centra en el estudio y análisis de 74 El artículo 1 del Decreto reglamentario 3227 de 1982 modificado por el Decreto 1981 de 1988, artículo 1 define el concepto de captación masiva de dineros del público en los siguientes términos: “ Para los efectos del Decreto 2920 de 1982, se entiende que una persona natural o jurídica capta dineros del público en forma masiva y habitual en uno cualquiera de los siguientes casos: 1. Cuando su pasivo para con el público esté compuesto por obligaciones con más de veinte(20) personas o por más de cincuenta obligaciones(50) obligaciones, en cualquiera de los dos casos contraída directamente o a través de interpuesta persona. Por pasivo para con el público se entiende el monto de las obligaciones contraídas por haber recibido dinero a título de mutuo o a cualquiera otro en que no se prevea como contraprestación el suministro de bienes o servicios. 2. Cuando, conjunta o separadamente, haya celebrado en un período de tres (3) meses consecutivos mas de veinte(20) contratos de mandato con el objeto de administrar dineros de sus mandantes bajo la modalidad de libre administración o para invertirlos en títulos o valores a juicio del mandatario, o haya vendido títulos de crédito o de inversión con la obligación para le comprador de transferirle la propiedad de títulos de la misma especie, a la vista o en un plazo convenido, y contra reembolso de un precio. Para determinar el periodo de los tres meses a que se refiere el inciso anterior , podrá tenerse como fecha inicial la que corresponda a cualquiera de los contratos de mandato o de las operaciones de venta. PAR 1- En cualquiera de los casos señalados debe concurrir además una de las siguientes condiciones: a. Que el valor total de los dineros recibidos por el conjunto de las operaciones indicadas sobrepase el 50% del patrimonio líquido de aquella persona; o b. Que las operaciones respectivas hayan sido el resultado de haber realizado ofertas públicas o privadas a personas innominadas, o de haber utilizado cualquier otro sistema con efectos idénticos o similares. PAR. 2. No quedarán comprendidos dentro de los cómputos a que se refiere el presente artículo las operaciones realizadas con el cónyuge o los parientes hasta el 4 grado de consanguinidad, 2 de afinidad y único civil, o con los socios o asociados que, teniendo previamente esta calidad, en la respectiva sociedad o asociación durante un periodo de seis (6) meses consecutivos, posean individualmente una participación el el capital de la misma sociedad o asociación superior al cinco por ciento ( 5%) de dicho capital. Tampoco se computarán las operaciones realizadas con las instituciones financieras definidas por el artículo 24 del Decreto 2920 de 1982. 85 interminables elucubraciones sobre la naturaleza jurídica de la contravención y la argumentación jurídica de sus relaciones con el delito. Bien es claro que la contravención hace parte del hecho punible y de ahí la razón para empezar nuestro análisis con el estudio de la Teoría del Hecho Punible. Sin embargo, nuestro análisis va enfocado en otra dirección, visión que trató de clarificarse en los primeros capítulos de este trabajo. El título que hemos escogido, bien ayuda a precisa el alcance de nuestras disertaciones, “ LA APLICACION DEL IUS PUNIENDI… ” Ello conlleva a adentrarnos en el análisis de aquellos “vasos comunicantes”, que ligan al Derecho Penal con el Derecho Administrativo dentro de un Ordenamiento Jurídico, pero que no por ello, y pecamos en adelantarnos en las conclusiones, implica hablar de un delito administrativo o de una contravención administrativa, por el contrario se trata de reafirmar la esencia de un comportamiento contravencional propio de una área de acción eminentemente administrativa, tal como es el sector financiero. Ha quedado claro ya la existencia de los delitos financieros respecto de los cuales no existe duda en la aplicación de los principios del Derecho Penal y que se encuentran tipificados en el Estatuto Orgánico del Sistema Financiero integrado eso sí a la reforma del Código Penal de 1.980, dentro de un mismo estatuto, lo que hacen que no sean objeto de profundo análisis para esta tesis. 86 Por otro lado, encontramos en la ley 23 de 1.991 y en la ley 228 de 1.995 la regulación de aquellas conductas que típicamente han sido conocidas como contravenciones de las eminentemente penales, ellas aunque nos ofrecen un buen punto de partida, tampoco son el objeto central de este trabajo. Por el contrario suele suceder, especialmente en el campo financiero, que existen conductas de los agentes involucrados en la actividad financiera que además de constituir prácticas inseguras y no autorizadas, son violatorias de claras disposiciones legales de naturaleza financiera. Se les conoce como INFRACCIONES ADMINISTRATIVAS. Estas son las que nos interesan y para ilustrarnos en el tema exponemos a continuación algunos típicos ejemplos de ellos: 1. Violación a las normas sobre el límite al otorgamiento de créditos. 2. No registrar en los pagarés pagos parciales efectuados. 3. No devolución a los usuarios de los créditos de los pagarés totalmente cancelados. (artículo 624 del Código de Comercio) 4. No disponer de registros contables adecuados75 que permitan verificar las operaciones de crédito con constructores. (artc. 51, 53, 55, 56, 57 Código de Comercio) 5. Constitución de modalidades de instrumentos de captación (certificados) que no encajan dentro de las modalidades de captación permitidas, según la naturaleza de la Entidad Financiera. 6. Defectos en la relación capital- pasivo por parte de la entidades financieras. Incumplimiento de las normas legales sobre la observancia de los límites de endeudamiento. 75 Se trata de que no existan registros cronológicos en libros elaborados técnicamente que indiquen una historia detallada, clara y fiel de los asientos de cada cliente. 87 7. Retraso en la contabilidad del patrimonio autónomo de los bonos de valor constante. Este poder llamado por muchos como la facultad de policía económica, fue entregado por la ley 45 de 1.923 a la Superintendencia Bancaria, como organismo encargado de la inspección, vigilancia y control del sistema financiero. Esto es la simple expresión de una de las formas de intervención del Estado en la economía, su razón de ser se encuentra justificada por mas de 20 siglos de historia, por lo tanto contiene profundas razones no sólo filosóficas y jurídicas sino también prácticas y de conveniencia76. Sin embargo, su alcance y naturaleza no siempre es claro. Ya comprendido el marco conceptual que rodea nuestro tema y clarificadas las conductas a las que nos referiremos, es hora de abordar el papel que ha asumido la Superintendencia Bancaria en el ejercicio de sus funciones de policía económica, es hora de exponer los elementos de juicio que nos llevaran, más adelante, a precisar el alcance del IUS PUNIENDI en materia administrativa y en especial en el sector financiero, junto con la exposición de las apreciaciones personales pertinentes al caso. Por lo anterior, abordamos a continuación el estudio de las 76 Se esbozan a continuación las principales teorías que le dan cuerpo a la institución de la policía económica Teoría de la tutela jurídica: la función de inspección y vigilancia que ejerce el Estado emana de una potestad tuitiva del Estado en defensa de los intereses mismos de los particulares. Protege así los intereses patrimoniales de las sociedades sometidas a su inspección, de los abusos de las administraciones y de otros órganos sociales de dirección; tutela los intereses de los socios y protege también los derechos de los terceros que podrían ser desconocidos. b) Teoría del intervencionismo absorbente: la tarea de inspección y vigilancia es parte de la función constitucional de dirección de la economía la cual le permite al Estado imponer la iniciativa oficial sobre la privada por la defensa del orden público prevaleciente en la primera. c) Teoría teleológica: ubica la función de inspección y vigilancia que ejecuta el gobierno sobre el sector privado de la economía dentro de sus objetivos propios. El control gira en torno a una finalidad económica, jurídica o moral, fuera de la cual pierde su razón de ser y su sentido. Los citados fines enmarcan las facultades discrecionales del gobierno, cuya actuación va en busca de objetivos de orden público económico, tutela jurídica o defensa moral. Enrique Low Murtra, citado por Pinzon & Carrillo.. “Intervención Gubernamental en las actividades del sector privado en la Economía” Pág: 101 y ss. a) 88 principales Resoluciones de la Superintendencia Bancaria en torno a la facultad de Inspección, Control y Vigilancia en la actividad financiera. CAPITULO TERCERO 3. LA SUPERINTENDENCIA BANCARIA: ORGANO DE INSPECCION, VIGILANCIA Y CONTROL EN EL SECTOR FINANCIERO 3.1 ESQUEMA FUNDAMENTAL DE LA INTERVENCION77 Para poder abordar el capítulo referente a la Superintendencia Bancaria como Organo de Inspección, Control y Vigilancia del Sistema Financiero no basta con decir que esta institución es un organismo de carácter técnico adscrito al Ministerio de Hacienda y Crédito Público, creado por la ley 45 de 1.923 con personería jurídica, autonomía administrativa, financiera y patrimonio propio de acuerdo con lo previsto en el artículo 35 de la ley 510 de 1.999. Es necesario, por el contrario, hacer una clara y precisa referencia a su función de policía administrativa que, para efectos de este trabajo, implica el análisis de la función primordial de la Superintendencia Bancaria como órgano supervisor de la actividad financiera. A grandes 89 rasgos podemos decir que esta función deriva de la atribución constitucional otorgada al Presidente de la República en el numeral 24 del artículo 189 de la Constitución Política en el que se dispone: “Corresponde al Presidente de la República como jefe de Estado, jefe del gobierno y suprema autoridad administrativa: (… ) 24. Ejercer, de acuerdo con la ley, la inspección, vigilancia y control sobre las personas que realicen actividades financiera, bursátil, aseguradora y cualquier otra relacionada con el manejo, aprovechamiento o inversión de recursos captados del público. Así mismo, sobre las entidades cooperativas y las sociedades mercantiles.”78 Pero la lectura de este artículo nos sitúa en un aspecto de primordial importancia a la hora de analizar el tema de la Superintendencia Bancaria, se trata de la intervención del Estado en la economía y más estrictamente en el sector financiero. Es que la historia de la Superintendencia Bancaria es la historia de la intervención del Estado en la economía colombiana. En los principios del siglo XIX, el Estado Colombiano fue ajeno a las operaciones de los bancos que desarrollaban una actividad meramente privada regulada por las disposiciones del Código de Comercio al encuadrarse típicamente en una actividad de carácter mercantil. No existía supervisión por parte del Estado en relación con los bancos y compañías de seguros a pesar de que la Constitución de 1.886 había considerado en su artículo 120 lo siguiente: “Corresponde al Presidente de la República como suprema autoridad administrativa: 77 78 Intervención debe entenderse en el sentido planteado en el capítulo I de ésta tesis. Constitución Política de Colombia. 90 (… ) 17. Organizar el Banco Nacional y ejercer la inspección necesaria sobre los bancos de emisión y demás establecimientos de crédito conforme a la ley.”79 A su vez, la ley 27 de 1.888 consagraba unas limitadas disposiciones sobre inspección de compañías anónimas por graves motivos de necesidad pública, precisando su extensión a los libros de contabilidad y a la elección de juntas directivas entre otros aspectos, luego viene a punto la cita del Dr. Ramón E. Madriñan tomada de la exposición de motivos de la ley 45 de 1.923: “El país no cuenta en realidad con un sistema de inspección bancaria, excepto para comprobar el cumplimiento de las leyes fiscales.”80 Son innegables las consecuencias de toda índole que para el mundo entero acarrearon las dos guerras mundiales: la primera entre 1914 y 1918, al final de la cual se expide en Colombia la Ley 51 de 1918 en la que se establece uno de los primeros y precarios regímenes de supervisión al cual estaría sometido la entidad bancaria, pero aún sujeto al Código de Comercio. Posteriormente, y avanzando lentamente frente a los estragos causados por la Primera Guerra, se desarrolla la misión Kemerer, cuyos planteamientos fueron esbozados en el acápite pertinente de este trabajo de grado, y cuya llegada al país señala los primeros objetivos que deben ser perseguidos por el órgano encargado de la inspección, vigilancia y control sobre el sector financiero; ideas que pueden sintetizarse en los siguientes términos: “En virtud de la ley 45 de 1.923 fruto de los estudios y recomendaciones de la misión precedida por el profesor Edwin Kemerer se dispuso sobre la estructura de los establecimientos de crédito que se identifican con el nombre de bancos, 79 Constitución Política de 1.886. En Boletín Jurídico Financiero. Artículos y Ensayos “Setenta y cinco años de la supervisión, la regulación y la intervención estatales en las actividades bancarias y aseguradoras” Junio 30 de 1.998 Pág:5. 80 91 estableciendo sobre ellos un completo régimen de inspección a cargo de la Superintendencia Bancaria, previa definición de un objeto social exclusivo y excluyente, y la determinación de los actos y operaciones mediante los cuales podría alcanzar ese objeto al tiempo que se exceptúan del proceso ejecutivo universal de la quiebra, común a todos los comerciantes para someterlos a liquidación administrativa”. Así se estructuró un ordenamiento excepcional para ellos, distinto del simplemente especial que se había establecido en la ley 51 de 1.918.81 La Gran Depresión de 1929 hace resaltar los planteamientos económicos de John Maynard Keynes, para quien el único remedio eficiente frente a la encrucijada vivida por esa época, consistía en establecer una fuerte intervención estatal, contrarrestando de tal forma las afirmaciones relativas a la mano invisible de la economía. En efecto, sostuvo la imperiosa necesidad de convertir al ente público en ejecutor de estrategias económicas con el fin de dar cauce a los recursos y proveer efectivamente los bienes indispensables a sus asociados. La tesis de Keynes influyó en el pensamiento de los economistas a nivel mundial, con lo que llegada la Segunda Guerra ocurrida entre 1938 y 1945, las bases de un aparato estatal fuerte y económicamente activo, aparecerían como herramientas ideológicas para hacerle frente. El artículo de creación de la Superintendencia Bancaria (artículo 19 Ley 45 de 1.923), modificado posteriormente por la ley 57 de 1.931 establecía lo siguiente: “Crease dependiente del gobierno una sección bancaria encargada de la ejecución de las leyes que se relacionen con los bancos comerciales, hipotecarios, el Banco de la República y todos los demás establecimientos que hagan negocios bancarios en Colombia. El jefe de dicha sección se llamará superintendente bancario, será colombiano y tendrá la 81 Ibid. Pág.6. 92 supervigilancia de todos aquellos establecimientos bancarios y ejercerá todas las facultades y cumplirá todas las obligaciones que se le confieren e impongan por la ley.”82 Así pues, fruto de los descalabros financieros de los años pasados surge la Superintendencia Bancaria como organismo encargado de implementar esa supervisión. Ya en 1936, tal como lo habíamos citado en el capítulo I de este estudio, se consagra nítidamente la intervención del Estado en la economía y en consecuencia se da inicio a su estricta reglamentación e implementación. En el artículo 28 de la reforma constitucional de 1.936 se establecía: “El Estado puede intervenir por medio de las leyes en la explotación de industrias o empresas públicas y privadas, con el fin de racionalizar la producción, distribución y consumo de las riquezas, o dar al trabajador la justa protección a que tiene derecho.”83 Aquí se plantea una forma de intervención en la economía de manera amplia y extensiva que aún no concretaba toda su visión en el sector financiero, intervención que por el momento sólo podía llevarse a cabo mediante el mandato de la ley entendiéndose por este el acto del congreso o la facultad extraordinaria del presidente. Fue sólo hasta 1.968 cuando el artículo 32 dispuso que “Se garantiza la libertad de empresa y .la iniciativa privada dentro de los límites del bien común, pero la dirección general de la economía estará a cargo del Estado. Este intervendrá, por mandato de la ley, en la producción, distribución, utilización y consumo de los bienes, y en los servicios públicos y privados para racionalizar y planificar la economía a fin de lograr el desarrollo integral,”84 que se entendió la intervención como una facultad presidencial, pues a su 82 Ley 57 de 1.931, artículo 1. Art.28 de la reforma de 1936. 84 Constitución Política de Colombia en 1.968. 83 93 vez en el ordinal 14 del artículo 120 se dijo que: “Corresponde al Presidente de la República como jefe de Estado y suprema autoridad administrativa, (… ) ejercer, como atribución constitucional propia, la intervención necesaria en el banco de emisión en las actividades de personas naturales o jurídicas que tengan por objeto el manejo o aprovechamiento y la inversión de los fondos provenientes del ahorro del público”.85 Sumado a esto encontramos el numeral 15 del artículo 120 en donde el Presidente de la República, con la misma calidad de Jefe de Estado y Suprema Autoridad Administrativa ejerce la inspección necesaria sobre los establecimientos de crédito conforme a las leyes. Función esta que por su carácter permanente y especializado ya se realizaba por intermedio del Ministerio de Hacienda y Crédito Público y de la Superbancaria como órgano técnico y administrativo. En este panorama el Presidente de la República desarrollaba sus funciones a través del ejercicio de Decretos Especiales emanados directamente del cumplimiento de la Constitución Política y que se conocieron como Decretos Autónomos o Constitucionales, hoy ya sustituidos en razón del nuevo régimen de intervención planteado por la Constitución Política de 1.991. Aquí se modificó el alcance de la facultad que en la reforma de 1.968 se había consagrado como propia del Jefe de Estado al disponer en el artículo 355 la exigencia de un marco legal para su ejercicio, estableciendo en sus aspectos generales la competencia legislativa, verbigracia, “La actividad financiera, bursátil, aseguradora y cualquier otra relacionada con el manejo, aprovechamiento e inversión de los recursos de captación a las que se refiere el literal d) del numeral 19 del artículo 150 son de interés público y sólo pueden ser ejercidas previa autorización del Estado, conforme a la ley, la cual regulará la forma de intervención del Gobierno en estas materias y promoverá la democratización del crédito.”86 85 86 Ibid. Pag: 31. Constitución política de 1.991. 94 En términos generales el marco constitucional del tema de la intervención y regulación del sistema financiero se encuentra en el artículo citado anteriormente, junto con los artículos 189 Numeral 24 y 25 y, artículo 150 numeral 19. De acuerdo con lo anterior podemos advertir que en principio la facultad de intervención en dicha materia, descansa sobre el Congreso que según el artículo 150 Numeral 19 es el encargado de expedir normas generales a las cuales debe sujetarse el gobierno para regular la actividad financiera leyes de intervención económica, precisar fines y alcances. Según Nestor Humberto Martínez, “en particular se destaca ahora, la exigencia de leyes marco como presupuesto de las competencias del ejecutivo, en asuntos tales como el comercio exterior, la regulación de la actividad financiera y bursátil, la organización del crédito público y la determinación del régimen de cambios internacionales. Lo que antes constituía facultades omnímodas del Presidente de la República hoy constituyen atribuciones regladas por el Congreso, en el afán de construir un sistema institucional más moderado desde el punto de vista de equilibrio de poderes."87 De acuerdo con lo anterior encontramos la ley 35 de 1.992, mediante la cual se pretende desarrollar el artículo 150 Numeral 19, literal d) a través de la cual se determinan los objetivos de la intervención en las actividades financieras, buscando la prevalencia del interés público y el fomento de la libre competencia mediante el tratamiento de la intervención y de la inspección, vigilancia y control. El primero de sus objetivos, es decir la intervención, se enmarca dentro del “propósito general de salvaguardar la solvencia, la confianza y los intereses de los usuarios de los servicios financieros, dentro de un contexto de eficiencia, libre competencia, transparencia y seguridad.”88 A su vez, con respecto a las funciones de Supervisión y Control se establecen que seguirán siendo ejercidas a través de la Superbancaria en los términos hasta ahora establecidos. 87 Boletín Jurídico Financiero. Artículos y Ensayos. “ Glosas a la doctrina constitucional” Mayo 18 de 1.998. Pág: 11. 95 En síntesis, así se ha expresado el Consejo de Estado sobre la intervención: “La corporación en numerosas providencias que hoy retoma la Sala al decidir el presente asunto ha sentado el siguiente criterio jurisprudencial sobre la actividad de vigilancia desarrollada por la Superintendencia Bancaria en relación con las corporaciones financieras: La función policiva de la Superintendencia Bancaria. El Estado siempre adopta una actitud ante el sector privado, en general y ante el sector financiero en particular, la cual va desde la simple vigilancia policiva, ajena a la actividad de los particulares pero que implica la existencia de unos límites insuperables por los intervinientes en el sistema financiero hasta la intervención en su sentido más amplio como es la participación directa, a través de entidades oficiales y aun a través de un dirigismo absoluto del sector. Nuestro país se ubica en algún punto entre los dos extremos mencionados, de cierto intervencionismo, que tiende a disminuir, de acuerdo con las últimas medidas adoptadas por el gobierno. La decisión respecto de qué grado de intervencionismo se desea corresponde al constituyente, el cual plasma en la Carta Política la amplitud de la esfera pública en frente a la esfera privada y los mecanismos por los cuales se permite la intervención del Estado en los asuntos privados. Sin embargo, no puede el constituyente ocuparse, como no le corresponde, en llenar de contenido particular este marco general de intervencionismo por lo cual asigna ciertas facultades en la materia a los órganos constituidos como son, el Congreso y el Presidente, para que adopten dentro de la órbita de sus respectivas competencias las políticas generales sobre la actividad intervenida. A ello corresponden algunas de las atribuciones asignadas por los artículos 32, 76 y 120 entre otros, de la anterior constitución, y 33, 150 y 189 de la actual, suponiendo los 88 Exposición de Motivos de la Ley 35 de 1.993. 96 derechos y garantías en dichos textos consagrados, un límite al Estado, en los términos en tales normas contemplados. En relación con la intervención en el sector financiero, la anterior Constitución contemplaba, a parte de la cláusula general de competencia radicada en cabeza del órgano legislativo ( art. 76) una función constitucional propia del Presidente, como una manifestación del carácter intervencionista del Estado a través de su órgano administrativo, cual era la contemplada en el ordinal 14 del artículo120, por medio de la cual podía el gobierno regular ciertas materias atinentes al sistema financiero (intermediarios financieros) mediante los llamados reglamentos autónomos o decretos constitucionales, en tanto que su legitimidad derivada directamente de la Constitución y no de una ley formal o materialmente concebida. Esta atribución intervencionista en cabeza del gobierno (desaparecida de la actual Constitución), difería de aquella por medio de la cual, y con sujeción a la ley, ejercía la inspección necesaria sobre los establecimientos de crédito (art. 120 ordinal 15 de la Constitución Nacional de 1.886, hoy dispuesta en el artículo 189 Nral 24 Constitución Nacional de 1.991) función policiva que debía por lo mismo sujetarse a la forma en que la ley, los decretos con fuerza de ley y los reglamentos autónomos consagraban su ejercicio, por obligaciones a cargo de los intermediarios, así como las sanciones procedentes cuando quiera que las obligaciones mencionadas eran incumplidas o transgredidos los límites legalmente establecidos, y las respectivas competencias de los órganos creados a efecto de ejercer dicha inspección. Obviamente, no puede el Presidente ejercer directamente tal atribución por lo cual la ley creó un órgano policivo de índole técnica, a cuya cabeza se haya un agente del Presidente, que ejerciera dicha atribución: La Superintendencia Bancaria. Constituyendo así esta dependencia, una manifestación del principio de desconcentración administrativa inherente a los Estados modernos. 97 El decreto 1939 de 1.986 (incorporado en la parte pertinente al artículo 4.1.1.0.1 y siguientes del Estatuto Financiero) fija la estructura y funciones de dicha Superintendencia, (en cuanto a su actividad es reglada), la cual obviamente en tanto que ente estatal, supone una forma particular de reflejar dicho intervencionismo, la de la policía administrativa, (no de participación directa ni de fomento) esto es, la de un ente vigilante de los agentes particulares o empresas financieras oficiales intervinientes en el sector para preservar que en desempeño de sus actividades se acojan a los lineamientos normativos correspondientes. En este orden de ideas, las normas que fijan conductas obligatorias para los intermediarios financieros, cuyo cumplimiento acarrea una sanción económica son expresiones de la atribución de los órganos constituidos competentes a la luz de la Constitución, de fijar políticas y orientaciones generales de la actividad del sector. Así, tratándose la Superintendencia de un órgano de inspección y ejecución (art. 120 ord 15 CN 1886) y siendo las reglas que señalan las obligaciones de inversión a la que nos hemos venido refiriendo una manifestación de las políticas del Estado se podría entrar a juzgar la conveniencia de las medidas a aplicar estando en presencia de una conducta que según dichas normas generales era sancionable por no ser deseable a luz de las políticas que en materia de interés social habían adoptado los órganos constituidos competentes (junta monetaria como delegataria del legislador o el presidente en ejercicio de las atribuciones del ord, 14 art 120 de la CN de 1.886). 98 Competía pues, a la Superintendencia una vez verificado los hechos constituidos de la conducta sancionable y habiendo permitido el ejercicio del derecho de defensa de la entidad financiera, aplicar la sanción respectiva, de modo que de no haberlo hecho hubiera significado una omisión de un acto propio de sus funciones.”89 Como no es adecuado ni pertinente en este capítulo agotar el tema del análisis de la intervención del Estado en la economía, motivo por el cual sólo hemos presentado los lineamientos básicos de la evolución de este aspecto para situar a nuestro lector en las funciones de la Superintendencia Bancaria como órgano de inspección, control y vigilancia, entendidas ellas como una forma de intervención del Estado en la economía que justifica la breve referencia al tema anterior. 3.2 DE LAS FACULTADES PROPIAS DE LA SUPERINTENDENCIA BANCARIA Es hora de entrar de fondo en la presentación de lo que nos ha de ocupar de ahora en adelante: la SUPERINTENDENCIA BANCARIA, cuya reglamentación la encontramos a nivel legislativo en la ley 510 de 1.999 que modificó el Decreto 663 de 1.993 y en donde se regula la actividad de las Entidades Financieras y las funciones de esta entidad. Ya hemos visto cómo a partir de 1.923 aparece en el escenario económico-financiero la SUPERINTENDECIA BANCARIA. Su mantenimiento es relativamente estable mientras sufre un proceso de adecuación que se ve replanteado únicamente hasta la expedición de la ley 45 de 1.990, cuerpo jurídico que procura el restablecimiento del orden financiero 89 En Anales del Consejo de Estado. Tomo CXXVII. Tercera parte. Abril- Mayo-Junio de 1.992, Pág. 406/8. Tomado de Sentencia Consejo de Estado. Sala de lo Contencioso Administrativo. Sección Cuarta. C.P. Guillermo Chaín Lizcano. Sentencia de 9 de febrero de 1.996. Expediente No. 7339. 99 especialmente a través de una de sus particularidades más sobresalientes como es la introducción del esquema matriz-filial por el cual la SUPERBANCARIA tiene que adecuarse nuevamente. Esta ley no sólo pretendía fortalecer la supervisión estatal sino que también pretendía crear condiciones para el ejercicio de un adecuado control al interior de las entidades lo que se traducía en un nuevo papel del revisor fiscal pues se buscaba que el control más que externo fuera interno. Adicionalmente, en la misma línea de acción y no contentos con estas disposiciones, el proyecto de ley establecía que: “Por su parte, la regulación asigna a la Superbancaria una facultad propia de las entidades de supervisión, cual es la de señalar por vía general las circunstancias o eventos en los cuales debe entenderse que una operación se realiza con una persona o con un grupo o categoría de ellas, y de establecer frente a casos particulares si determinadas personas conforman un grupo de vinculadas, de forma tal que la totalidad de los créditos a los cuales han accedido o vayan a acceder deben tomarse en cuenta como un sólo riesgo para efectos de la determinación de los límites de crédito.”90 Esto es sólo un ejemplo de los casos en que se demandaba una nueva organización de la Superbancaria en consideración a las nuevas perspectivas que planteaba el esquema filialmatriz. Posteriormente, hasta 1.999 este organismo se vuelve a ver sometido a nuevas expectativas a la luz de la ley 510 de 1.999 la cual modifica el Estatuto Financiero. Consolidada y fortificada en su papel de órgano de Supervisión y control por excelencia del sector financiero se le atribuyen a la Superbancaria los siguientes objetivos: 90 Proyecto de ley 45 de 1.990. 100 “Artículo 325: -NATURALEZ A, OBJETIVO S Y FUNCIONES: 1. Naturaleza y objetivos. La Superintendencia Bancaria es un organismo de carácter técnico adscrito al Ministerio de Hacienda y Crédito Público que ejercerá las funciones que legalmente le competen para alcanzar los siguientes objetivos: a) Asegurar la confianza pública en el sistema financiero y velar porque las instituciones que lo integran mantengan permanente solidez económica y coeficientes de liquidez apropiados para atender sus obligaciones; b) Evitar que las personas no autorizadas, conforme a la ley, ejerzan actividades exclusivas de las entidades vigiladas; c) Velar por la adecuada prestación del servicio financiero haciendo cumplir las normas que lo rigen; d) Prevenir situaciones que puedan derivar en la pérdida de confianza del público, protegiendo el interés general y, particularmente, el de terceros de buena fe; e) Procurar que en el desempeño de las funciones de inspección y vigilancia asignadas, se de especial atención a las prelaciones que trace el Gobierno Nacional, a través de la autoridad correspondiente, para el manejo de la política monetaria, crediticia, financiera y de cambio exterior; f) Velar porque las entidades sometidas a su inspección y vigilancia no incurran en prácticas comerciales restrictivas del libre mercado y desarrollen su actividad con sujeción a las reglas y prácticas de la buena fe comercial, y g) Adoptar políticas de inspección y vigilancia dirigidas a permitir que las instituciones vigiladas puedan adaptar su actividad a la evolución de sanas prácticas y desarrollos tecnológicos que aseguren un desarrollo adecuado de las mismas.”91 A renglón seguido se establecen las entidades vigiladas por la Superintendencia Bancaria: “2. ENTIDADES VIGILADAS: Corresponde a la Superintendencia Bancaria la vigilancia e inspección de las siguientes instituciones: a) Establecimientos bancarios, corporaciones financieras, corporaciones de ahorro y vivienda, compañías de financiamiento comercial, sociedades fiduciarias, almacenes generales de depósito, sociedades de arrendamiento financiero o leasing, organismos cooperativos de grado superior de carácter financiero, sociedades administradoras de fondos de pensiones y de cesantías, entidades descentralizadas de los 91 Artículo 325 Estatuto Orgánico del Sistema Financiero. 101 entes territoriales cuyo objeto sea la financiación de las actividades previstas en el numeral 2. del artículo 268 del presente Estatuto autorizadas específicamente por la Financiera de Desarrollo Territorial S.A. - Findeter, compañías de seguros, cooperativas de seguros, sociedades de reaseguro, sociedades de capitalización, corredores de seguros y de reaseguros y agencias colocadoras de seguros; b) Oficinas de representación de organismos financieros y de reaseguradores del exterior; c) El Banco de la República; d. El Fondo de Garantías de Instituciones Financieras; e) El Fondo Financiero de Proyectos de Desarrollo FONADE, y f) Las demás personas naturales y jurídicas respecto de las cuales la ley le atribuye funciones de inspección y vigilancia permanente. Parágrafo. - Podrán ser sometidas al control y vigilancia de la Superintendencia Bancaria, a criterio de esta, las sociedades que administran el sistema de tarjetas de crédito, a quiénes se aplicarán las normas relativas a las compañías de financiamiento comercial.” A su vez, son de estas entidades de las cuales se pueden predicar las funciones generales de la Superbancaria, sin perjuicio de otras contempladas en la ley ( art. 326 E.O.S.F.), a saber: 1. Función de Aprobación u objeción para el funcionamiento de Entidades Financieras. 2. Función respecto de la actividad de las Entidades. 3. Función de Control y Vigilancia. 4. Facultad de Supervisión. 5. Facultad de Prevención y Sanción. 6. Funciones de Certificación y Publicidad. 7. Facultades en relación con el Sistema General de Pensiones. Sin embargo, para efectos de este trabajo, las funciones que se han de tener especialmente en cuenta están presentadas en lo numerales 3, 4 y 5 del artículo 327 del Estatuto Orgánico del 102 Sistema Financiero. En efecto, en ellas se encuadra el ejercicio del Régimen Sancionatorio objeto de debate en cuanto a su naturaleza y aplicación en esta tesis. Es éste régimen sancionatorio el que se divide en una responsabilidad de tipo personal y otra de naturaleza institucional. Teniendo en cuenta éstas dos clases de responsabilidad, es preciso advertir que nuestro punto principal de raciocinio obedece a la determinación de la naturaleza jurídica, de las contravenciones 92 financieras, referidas a las sanciones personales. Según lo consagra el artículo 209 de ese mismo Estatuto Orgánico del Sistema Financiero, es evidente que el Superintendente Bancario en ejercicio de sus funciones de inspección y vigilancia tiene la atribución de imponer sanciones a las Entidades Financieras (Institucional) y a los directores, gerentes, revisores fiscales y, en general a cualquier funcionario o empleado de las entidades vigiladas. Las medidas sancionatorias pueden, en primer lugar, estar dirigidas a una Institución Financiera que viole una norma legal o de sus estatutos o reglamentos y, en segundo lugar, puede interponerse contra los directores, gerentes, revisores fiscales y en general contra cualquier funcionario de la entidad. A continuación, y con fundamento en el esquema anterior, hacemos la presentación del trabajo de campo, parte esencial de esta investigación, para ilustrar el modo de proceder de la Superintendencia Bancaria al momento de imponer una sanción; se trata de determinar el panorama que presenta el esquema sancionatorio al interior del Sistema Financiero lo que nos llevará a elaborar un pronóstico y algunas conclusiones asociadas al tema de estudio. 92 Artículo 209. - SANCIONES ADMINISTRATIVAS. Cuando cualquier director, gerente, revisor fiscal u otro funcionario o empleado de una entidad sujeta a la vigilancia del Superintendente Bancario, autorice o ejecute actos violatorios del estatuto de la entidad, de alguna ley o reglamento, o de cualquier norma legal a que el establecimiento deba sujetarse, el Superintendente Bancario podrá sancionarlo, por cada vez, con una multa hasta de un millón de pesos ($1.000.000.00) a favor del Tesoro Nacional. El Superintendente Bancario podrá, además, exigir la remoción inmediata del infractor y comunicará esta determinación a todas las entidades vigiladas. Esta suma se ajustará anualmente, a partir de la vigencia del decreto 2920 de 1982, en el mismo sentido y porcentaje en que varíe el índice de precios al consumidor que suministre el DANE. Las multas previstas en este artículo, podrán ser sucesivas mientras subsista el incumplimiento de la norma y se aplicarán sin perjuicio de lo dispuesto en los numerales 1., 2. y 3. Del artículo 208 del presente estatuto. 103 3.3 ANALISIS DE LA FACULTAD SANCIONATORIA DE SUPERINTENDENCIA BANCARIA Antes de presentar el diagnóstico producto del trabajo de campo llevado a cabo en las instalaciones de la Superintendencia Bancaria, resulta indispensable reparar en lo dispendioso y y complejo de la labor de investigación y recopilación de información en punto de las resoluciones proferidas por este organismo contra los funcionarios de las diversas instituciones financieras. La dificultad radicó en la ausencia de una base de datos que determinara con precisión el contenido de cada una de las providencias dictadas por la Superintendencia; situación que prolongó demasiado el referido trabajo de campo, por cuanto resulta casi imposible acceder a las resoluciones concernientes al tema bajo análisis. Aunque como bien se manifestó en la introducción del presente trabajo, no es materia de nuestro estudio el análisis de las sanciones a nivel institucional, bien vale la pena señalar que cualquier intento de llevar a cabo un trabajo investigativo acerca de las sanciones impuestas por la Superintendencia Bancaria a nivel institucional, no sólo sería complejo, sino imposible al menos si pretende ser realizado por dos personas; ello conduciría a los investigadores a examinar todas y cada una de las instituciones financieras de manera independiente, sin contar , como ya se dijo, con un sistema de información adecuado para estos efectos. 3.3.1 Diagnóstico. La experiencia recogida de la investigación llevada a cabo en las instalaciones de la Superintendencia Bancaria, y que consistió en la evaluación de las Providencias proferidas por este organismo en un período de diez años, en ejercicio de sus 104 facultades sancionatorias personales, reconocidas en la actualidad en el Estatuto Orgánico del Sistema Financiero, puede resumirse en cuatro presupuestos que reflejan el común denominador de que se ha valido la Superintendencia en los años noventa para fundamentar su posición en torno a los lineamientos que se deben tener en cuenta al momento de imponer sanciones a funcionarios de la banca. Son estos: a) La profesionalidad del banquero como agente experto en el ejercicio de la actividad financiera, primordialmente en el desarrollo de sus funciones como facilitador de la intermediación financiera. b) Los deberes y obligaciones concebidos desde la Constitución Política, reconocidos por el Estatuto Orgánico del Sistema Financiero, reglamentados en las distintas resoluciones, circulares y demás actos administrativos con poder vinculante, que son los instrumentos jurídicos que guían los comportamientos de los agentes financieros hacía la realización de los fines previstos por las leyes y que tienen por objeto respetar y proteger el bien jurídico tutelado del ORDEN PUBLICO ECONOMICO c) El parámetro subjetivo, comúnmente conocido como “diligencia y cuidado” en el desempeño de las funciones de los intermediarios financieros, supuesto que no en pocas oportunidades fue retomado por la Superintendencia para sustentar algunos de sus fallos y que aleja en gran parte la posibilidad de estructurar una evolución histórica y jurídica de la posición asumida por este organismo en relación con el punto; d) El juicio de valoración objetivo de los comportamientos prohibidos, último presupuesto que denota las raíces que este organismo ha implantado en el esquema del procedimiento administrativo “sancionatorio” y que tiene por objeto primordial marcar las pautas necesarias de un procedimiento que se ajuste a las formalidades propias de los juicios, en cumplimiento del artículo 29 Constitucional, y en búsqueda de preservar el interés jurídico más preciado por el sector financiero: la confianza del público. 105 Estos conceptos canalizan en cierta forma el pensamiento de la Superintendencia, por lo menos en el periodo referido, es por eso que cada una de las resoluciones estudiadas reflejan de alguna manera alguno de los cuatro elementos arriba mencionados, siendo de especial importancia consignar desde ya, que como método de examen de las contravenciones financieras, según posición unánime de esta institución, se ha dado la adecuación de aquellas nociones dentro de un esquema de valoración objetiva de las infracciones. Esto es consecuencia de la política asumida de tiempo atrás por la Superintendencia y que conlleva la implantación de un sistema ortodoxo, que se observa desde 1990 y que no ha sido modificado al menos en los primeros meses del nuevo milenio. En efecto, la Superintendencia Bancaria examina ante todo el comportamiento objeto de investigación con la normatividad vigente, esto implica que a juicio de éste organismo, las obligaciones de los banqueros ya sean constitucionales, legales o estatutarias, son de estricto e inmediato cumplimiento, trazan el campo de acción de los funcionarios y los límites de sus actuaciones, porque entiende que violando la preceptiva que consagra estos deberes se pone en peligro la confianza del público. Es la implementación del Debido Proceso a partir del Derecho Administrativo, a juicio de este organismo, es suficiente a la hora de cumplir con las formas procedimentales, aún cuando las funciones que ejerce no sólo se refieran al desarrollo de una simple actuación administrativa sino a la verificación del cumplimiento cabal de los preceptos que regulan el comportamiento de los agentes financieros para determinar si es necesario la imposición de sanciones en virtud de las contravenciones cometidas. Se entiende como propias de la actuación que desarrolla para estos casos la Superintendencia, las normas consignadas en el Código Contencioso 106 Administrativo y que desarrollan en su concepto, de manera suficiente, el principio general del Debido Proceso elevado a categoría de derecho fundamental por el Constituyente de 1991. De acuerdo con lo anterior, se ha percibido que la Superintendencia en el ejercicio de sus facultades sancionatorias, ha entendido que este procedimiento que adelanta es el desarrollo de un procedimiento netamente administrativo, generando una limitación del derecho de defensa de los ciudadanos investigados por conductas irregulares, en cuanto que no es de recibo por la institución plantear hipótesis tales como el mejor manejo de los servicios financieros prestados, la ausencia de lesión de los intereses que se tutelan o la inexistencia de daño patrimonial a la entidad financiera. Siempre que la actividad ejecutada por el agente financiero no se ajuste a las normas que imponen sus obligaciones, es deber, y así lo plantea en la mayoría de sus decisiones la Superintendencia, imponer una sanción. Resulta en cierta manera “desconcertante” cómo una posición que aparentaba estar consolidada en los despachos de la Superintendencia al principio de la década de los noventa sufre un descalabro cronológico cuando encontramos providencias sustentadas en la apreciación de los comportamientos de los agentes financieros, no cimentadas en bases objetivas de comparación conducta-precepto, sino fundadas en el examen de los comportamientos subjetivamente considerados a partir de “la diligencia y cuidado” que deben prestar quienes interactuan en el mercado financiero. Lo que parecía tan evidente es entonces oscuro y lleno de suficiente dudas que dificultan una interpretación clara del pensamiento de la Superintendencia. Esa incertidumbre derivada de cada una de las providencias examinadas se aprecia aun más en los diversos intentos de esta Entidad por consolidar una argumentación que de alguna forma rescate la posición de este organismo, de ahí que no en pocas oportunidades la Superintendencia acuda a los fallos de los Tribunales Contenciosos 107 Administrativos y del mismo Consejo de Estado, para ratificar sus apreciaciones en torno al punto, pero lo que resulta extraño y curioso, a nuestro juicio, es que aunque se haya reconocido por el Constituyente en el artículo 230 de la Constitución Política como criterio auxiliar de interpretación, la jurisprudencia de los jueces y altos tribunales, este organismo de inspección, vigilancia y control que entendemos es autónomo en sus decisiones, no sólo por pertenecer a otra rama del poder público sino porque de esta forma se garantiza a plenitud el adecuado ejercicio de sus facultades de policía administrativa, plasma en su decisiones como propias el pensamiento de los altos tribunales de las Jurisdicción Contenciosa Administrativa, calcando sin técnica alguna los pronunciamientos judiciales. Lo anterior deja de ser una mera sospecha cuando encontramos entremezclados argumentos propios de un juicio de valoración objetivo, con otros cuyas raíces giran en torno a la prelación de la culpabilidad, principio que se aparta de los considerandos de los máximos tribunales de la jurisdicción del Estado. Al examinar las decisiones más sobresalientes sobre el tema, encontramos que la Superintendencia con sus posturas, aparentemente, asume una posición ecléctica sobre la materia, posición merecedora de todo reproche por cuanto resulta ser un desacierto que va en contravía de los lineamientos propios del procedimiento sancionatorio. No asumir un criterio unívoco, lógico y razonado sobre los pasos y fundamentos que en los términos de la Superintendencia determinen el marco en la valoración de las infracciones acaecidas, además de generar cierta incertidumbre en el manejo del procedimiento, no permite el adecuado ejercicio de una defensa material y técnica. 108 La Superintendencia Bancaria plantea un esquema fundado en los principios y normas que rigen a las actuaciones administrativas, de ahí que es la comparación objetiva la verdadera intención de este organismo al menos desde 1990 sin que haya sufrido modificación dicha tendencia, acentuada con mayor precisión y claridad en los últimos pronunciamientos proferidos en el año 2000. En el periodo comprendido entre 1.992 y 1.998 este organismo se convierte en verdugo de la corriente de los penalistas, alejando de plano toda intromisión del Derecho Penal a las actuaciones que califican como propias del Derecho Administrativo. No obstante, se encuentran en las gacetas de esta institución pronunciamientos que se constituyen en las excepciones a la regla general. Es equivocado afirmar que la Superintendencia no ha respetado de alguna forma el principio general del Debido Proceso, pero en nuestra opinión lo que si resulta una vulneración directa de la Carta Política es la interpretación que se le ha dado por esta entidad al Debido Proceso en las actuaciones que desarrolla en ejercicio de sus facultades sancionatorias. En toda resolución proferida por esta entidad se observa cómo el DEBIDO PROCESO se entiende constituido de un auto de cargos, su correspondiente traslado y la imposición de la sanción. Esta interpretación reduce este derecho fundamental al seguimiento de las formas procesales de cada juicio, sólo en cuanto al inicio y preclusión de las distintas etapas procesales. Aunque las formas propias de los juicios es parte del Debido Proceso, este no se compone sólo de aquellas formalidades procesales sino que su contenido tiene un efecto sustancial y por ello se integra de una serie de derechos, garantías y mecanismos esenciales, sobre todo, hablando de procedimientos de responsabilidad, en cuanto es un proceso en donde sobradamente se deben 109 respetar esos derechos y garantías. Por ello causa aversión pensar que estamos ante un proceso ajustado a la Normatividad Jurídica y al verdadero contenido reconocido al Debido Proceso. En este orden de ideas, el Debido Proceso ha sido concebido por la Superbancaria como un formalismo procesal para cumplir con un requisito, olvidando que están en juego normas de carácter sustancial, como aquellas que plasman el derecho de defensa, que hacen parte del Debido Proceso y que priman sobre el derecho adjetivo en los términos del artículo 228 de la Constitución Política. Es el largo trayecto recorrido en el presente trabajo de campo el que nos permite hablar con autoridad sobre el tratamiento que la Superintendencia ha dado al DERECHO DE DEFENSA de los actores del proceso, derecho que ha quedado reducido a una explicación formal y rudimentaria de las actividades y conductas asumidas por los funcionarios de los establecimientos financieros y que en nada les favorece a la hora de atenuar o eximir de responsabilidad, por cuanto sólo es el CASO FORTUITO O LA FUERZA MAYOR, a juicio de la Superintendencia, la causal, hasta ahora reconocida, como excluyente de responsabilidad. La presentación formal de las providencias examinadas a partir de 1990 incluyen cinco acápites en donde ya en concreto se establecen los pasos realizados a lo largo de todo el procedimiento: a. Manifestación expresa de las facultades que le confiere la ley para imponer sanciones a quienes han quebrantado normas administrativas. b. Quién y cuál es la calidad de la persona procesada. Aquí se recalcan las funciones, los deberes y obligaciones del administrador - procesado. c. Las normas que se consideran quebrantadas. 110 d. Resumen de las explicaciones dadas por el presunto infractor. e. La sanción respectiva. De esta forma la Superintendencia da cumplimiento a las formas fijadas para el desarrollo adecuado del Debido Proceso en las actuaciones administrativas, pero aplicado a actuaciones que tienen por objeto imponer una sanción. Se observa desde la misma presentación de la Resolución el interés por fundamentar su decisión en el cumplimiento o no de las normas consagradas en las leyes financieras y que regulan la actividad de los agentes que interactúan en este mercado. En el periodo comprendido entre el 1 de enero 1992 a 31 de mayo de 2000 se revela, en su mayoría, una tendencia a la imposición de sanciones en contra de los presuntos infractores, ello a nuestro juicio no muestra la eficacia de esta institución en el manejo idóneo de los procedimientos que adelanta sino por el contrario es consecuencia directa de la posición que han venido asumiendo y que limitan claramente los instrumentos con que cuenta la defensa para desvirtuar la responsabilidad, obedeciendo a una prioridad que se reduce a la “agilidad” en el procedimiento y a intereses políticos que en nada son representativos de los Estados de Derecho. No obstante lo anterior, y guardando las debidas proporciones de todo diagnóstico, puede decirse que estas estadísticas que reflejan en su mayoría la imposición de sanciones son el resultado, como lo dijimos, de los límites al derecho de defensa, pero no negamos que también en numerosas oportunidades estas hayan sido justamente impuestas. Esta tendencia demarcada en el tiempo y que convierte a esta institución en juzgador arbitrario de sus interés, lleva consigo una necesidad de generar temor por parte de este organismo de inspección control y vigilancia con el propósito de evitar, en lo posible, la reincidencia en estos 111 comportamientos, pero el precio que se paga por esta meta alcanzan al Derecho Sustantivo, por cuanto a toda costa se interpreta por la Superintendencia que el ejercicio de sus facultades sancionatorias se ajusta sólo en el marco de lo administrativo a pesar de que al final la consecuencia de este procedimiento es una sanción.93 Del examen efectuado a la resoluciones de la Superintendencia Bancaria en los últimos años concluimos que su posición definitivamente tiende a favorecer un procedimiento ágil fundado en la protección al ORDEN PUBLICO ECONOMICO, mediando un análisis objetivo de los cargos que se imputan. Los resultados del trabajo de campo llevado a cabo son los siguientes, sustentados a partir de los pronunciamientos más claros sobre el tema en controversia. (i) 1992 Se califica al procedimiento sancionatorio en este período con un realce netamente administrativo, cuyas bases normativas se concretan a partir de las disposiciones contenidas en el Código Contencioso Administrativo. No obstante la calificación de administrativas de éstas 93 Tanto el objeto del Derecho Penal como las funciones de la pena se han desarrollado a partir de la noción de Estado en cada una de sus etapas de formación. En principio, el objeto de la ciencia penal se confundiera con los valores éticos y morales del hombre. Con la aparición del modelo de Contrato Social y el Estado Liberal el objeto del Derecho Penal se fundamentó en la protección de la esfera jurídica ajena de tal modo que sólo tenían sentido los tipos penales que resguardaran al hombre de una intromisión dañina en su esfera personal. Paralelamente, en cuanto a la pena, se puede decir que su finalidad se desprende desde la teoría de la retribución hasta la concepción de que la pena tiene un fin resocializador, En la actualidad se ha propuesto como función fundamental de la pena que se busque la educación social por encima de las teorías que pretendieron en su momento justificar la venganza o las penas desproporcionadas. En el interregno de estos dos grandes extremos que se ubican al inicio y final de la evolución de la función de la pena aparece la función preventiva de la sanción penal que a su vez se determina según una naturaleza especial y otra general. La primera, en términos de Claus Roxin, se refiere a la incidencia sobre el delincuente para inducirle a comportarse legalmente en el futuro, y la segunda consiste en la incidencia sobre la generalidad amenazando con una pena las conductas especialmente dañosas para la sociedad y condenando a quienes infrinjan la orma. 112 actuaciones, la Superintendencia hace énfasis en el cumplimiento estricto de las etapas que a su juicio integran el debido proceso de las actuaciones que realiza en ejercicio de sus facultades sancionatorias. Como ilustración en la Resolución No. 158594 se puede apreciar una muestra de la ortodoxa posición de la entidad en torno al manejo general que se alcanza a observar en la mayoría de las Resoluciones al imponer una sanción: “Por lo expuesto observa este Despacho que las explicaciones personales por el Dr. XXX en su calidad de representante legal de Administradora de Fondo de Pensiones y Cesantías XXX, no desvirtúan la violación de la circular externa 049 de 1.991 ni constituyen causal exonerativa de responsabilidad, habida cuenta de la responsabilidad, atribuida por la circular externa 049 de 1.991 a los administradores de las sociedades destinatarias de tal instructivo la cual se halla radicada en cabeza suya como expresamente lo reconoce en comunicación del pasado 3 de febrero.”95 De lo anterior se evidencia cómo en frente de una alternativa clara e indiscutible que radica en la estructuración de un procedimiento administrativo con pocas posibilidades de defensa, salen a colación posiciones cómodas que buscan eximir de responsabilidad mediando una interpretación normativa en favor del procesado y en donde queda incluida la actividad que este haya desempeñado. Del examen de los fallos de la Superintendencia en este periodo resulta pertinente afirmar que en la mayoría de las decisiones la entidad no se preocupó por establecer aquellas causales que en su criterio eximirían de responsabilidad a los presuntos infractores, nuevamente es de trascendencia a esta investigación reiterar que en frente de tales resoluciones se llega a concluir Cfr. Claus Roxin. Iniciación al Derecho Penal de Hoy. Ediciones Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Sevilla: 1.981. 94 Hemos omitido de las Resoluciones estudiadas la mención expresa de los nombres personales de los implicados y de la Entidad Financiera a fin de evitar lesionar derechos de terceros. 95 Resolución No. 1585 de 1.992. De fecha 30 de abril de 1.992 en contra de XXX, gerente general de XXX por contravención a la circular externa No. 049 de 1.991 y 060 de 1.991. 113 la preponderancia por el cumplimiento de las formalidades procesales aún a pesar del desconocimiento que se genere del contenido sustancial de las normas procedimentales. De las premisas anteriores se puede inferir que sólo en la medida que los presuntos actores de la infracción demuestren la inexistencia de la falta o de responsabilidad, mediante la demostración de la ausencia de participación en las decisiones y ejecución de las mismas, siempre y cuando se part de las obligaciones y deberes emanados de la leyes que regulen el ejercicio de sus cargos, estos serán eximidos de toda responsabilidad. De lo contrario, las explicaciones que manifiesten en sus descargos no pasan de ser un requisito para el cumplimiento de las formas propias del juicio que adelanta la entidad administrativa. En las resoluciones revisadas y que hacen parte de este período, se observó que para la superintendencia resulta de particular importancia la determinación de las funciones de los agentes financieros que se vinculen a estos procedimientos, por cuanto el nivel de profesionalismo del banquero lo involucra en el cumplimiento estricto de los deberes de su encargo con mayor rigor. Para la Superbancaria el cumplimiento, al menos formal, del postulado constitucional del DEBIDO PROCESO, es de su interés por cuanto de esta forma se garantiza la continuidad del proceso en la medida que se evita juicios de nulidad, por actuar en contravía de los cánones constitucionales. Al respecto dice la Superintendencia en Resolución 1770 de 199296: 96 Resolución 1770 de Mayo 15 de 1.992. XXX Representante Legal XXX, ver síntesis en el Anexo 2. 114 “ De suerte, pues, que “ (...) el Estado sí puede imponer sanciones a las personas, sólo que para ello se requiere que en ejercicio de esa atribución actúe de conformidad con las normas constitucionales o legales que señalen las faltas, las sanciones, la autoridad competente para imponerlas y las formas propias de cada juicio.” (… )Y cuando la Constitución exige que la sanción se imponga de acuerdo con las formas propias de cada juicio, ello significa que, por regla general, solo se puede decretar una medida de esa naturaleza cuando el legislador haya establecido un procedimiento acorde con el respectivo juicio. Esto es lo que la doctrina conoce como el principio universal del debido proceso y que constituye un desarrollo del principio de la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley”(Tribunal Administrativo de Cundinamarca, sentencia del 19 de mayo de 1987). (… ) De otra parte, el precepto constitucional en comento, al exigir que las sanciones se impongan según el debido proceso, consagra implícitamente la obligación de garantizar el derecho del implicado a ser oído antes de la sanción, o sea el conocido derecho de defensa. De manera, pues, que en principio un procedimiento que no consagre debidamente el derecho de defensa desconoce el precepto constitucional en cita, como quiera que ello implica que no se den las formas propias de cada juicio. Así las cosas, no obstante la indiscutible importancia que para la estabilidad económica y financiera del país tiene(...) la función preventiva y represiva que la ley le atribuye al Superintendente Bancario, no es posible ejercer esa atribución sin que previamente se soliciten explicaciones(...) Y, por tanto, si se procede en forma contraria, esto es, sin pedir explicaciones, el acto mediante el cual se adopte la medida sancionatoria resulta inválido (Tribunal Administrativo de Cundinamanrca, sentencia del 3 de julio de 1987).(… ) Expresado en otro giro. A nadie escapa que la Superintendencia Bancaria, al ejercer las funciones preventivas y represivas que la ley le ha atribuido, (...) desarrolla un papel fundamental en la actividad económica y financiera del país, que sin lugar a dudas, justifican un procedimiento ágil y eficaz a fin de que su acción sea oportuna para controlar cualquier conducta que vulnere el orden jurídico económico financiero. Pero en razón a que el constituyente exige que toda sanción se imponga previo el cumplimiento del debido proceso y como (...) la función sancionatoria de la Superintendencia Bancaria no se encuentra dentro de la situación de excepción establecida en(...) la Constitución Nacional, la consecuencia es la de que cualquier regulación legal que 115 se haga en esa materia debe garantizar el derecho de defensa. Eso significa, entonces, que la administración no puede imponer válidamente sanciones (...) si previamente no ha ofrecido la oportunidad de solicitar explicaciones (...), pues de no ser así la omisión se traduciría en desconocimiento del derecho de defensa” (Tribunal Administrativo de Cundinamarca, sentencia del 19 de mayo de 1987). No es el primer fallo en el que la Superintendencia fundamenta su decisión en Jurisprudencia de los altos tribunales de la Jurisdicción del Estado, hecho que dificulta en gran parte la identificación de la posición de la entidad administrativa. No obstante tales remisiones a las providencias del Tribunal de lo Contencioso Administrativo, se podría concluir de estas resoluciones que la Superbancaria comparte la tesis de los jueces administrativos en lo que se refiere a la interpretación dada al “cumplimiento del debido proceso”. Frente a tales apreciaciones es necesario decir que para la superintendencia las formas propias de cada juicio se desarrollan a partir del traslado al procesado para que rinda las explicaciones pertinentes, tesis que reduce el derecho de defensa a un formalismo procesal que integra los formas propias de este particular procedimiento, posición que en nuestro concepto desvía el real significado de este derecho, por cuanto él tiene un contenido ontológico que se deduce de la interpretación material de la noción y no de su sola apariencia formal, como lo pretende hacer valer la Superintendencia. Los motivos que fundamentan estos procedimientos se sustentan en la implementación de mecanismos e instrumentos procesales que brinden una protección ágil al bien jurídico que se tutela, mediando la realización de etapas preclusivas que poco permiten determinar con exactitud las condiciones en que se llevaron a cabo las actividades que se investigan como presuntas faltas al Estatuto Orgánico del Sistema Financiero y demás disposiciones. 116 Como conclusión del periodo que se examina, puede decirse que la Superintendencia Bancaria desde entonces, defiende su posición en torno a la imposición de una sanción a partir de un juicio de responsabilidad objetiva. (ii) 1993 El sistema que la Superintendencia venía adoptando en los períodos anteriores, se mantiene con ciertas diferencias que llevarían a pensar que este organismo adoptó para su claro esquema de procedimiento sancionatorio, figuras que en principio resultarían ser parte de una valoración subjetiva de la responsabilidad. Esto se fue dando en la época en que se expidió el nuevo Estatuto Orgánico del Sistema Financiero, en donde las facultades concedidas al Superintendente para la prevención e imposición de las sanciones pertinentes a los funcionarios de la banca, no tuvieron mayores cambios y diferencias con la normatividad que regía hasta ese entonces. La Superbancaria en Resolución 0276 de este año, demuestra cómo, aún dentro del procedimiento que venía surtiéndose en estos asuntos, resulta de particular importancia el análisis de la actividad de los agentes financieros comparándolas con unos parámetros abstractos de comportamiento. Se expresa en la Resolución comentada: “Así las cosas, tratándose de un profesional de la actividad aseguradora, como lo es la persona que nos ocupa, desempeñándose como gerente de la sucursal XXX., se encuentra, mientras esté en el ejercicio de sus funciones y según los términos del art. 92 de la Ley 45 de 1923, incorporado como artículo 1.2.0.2.4. del Estatuto Orgánico del Sistema Financiero, en la obligación de administrar diligentemente los asuntos de las entidades, así como también de no violar a sabiendas ni permitir que se violaran ninguna de las disposiciones a ellas aplicables, lo cual supone 117 básicamente adelantar una gestión ordenada y especialmente prudente de los negocios sociales, cumpliéndose así un deber legal, por cuya virtud un directivo o administrador está en la obligación de cuidar los intereses patrimoniales de la institución. (… ) Es casi general, como punto de partida para establecer la responsabilidad de los administradores en la legislación comparada, que se determine la diligencia que deben poner en el desempeño de su cargo. Es decir, basta observar cómo en las diferentes legislaciones se encabeza el precepto sobre la responsabilidad, estableciendo el deber general de diligencia de los administrados.” 97(El subrayado no corresponde al texto original). De lo anterior debemos resaltar que aunque se observa del examen de este período el ánimo de la Superintendencia por mantener el principio de responsabilidad objetiva en los agentes financieros, se abre en varias oportunidades las puertas que nos conduce hacia un análisis del comportamiento de los banqueros que no se reduce a la ejecución de los formalismos procesales sino a la demostración del cumplimiento del deber de diligencia en los negocios que se adelantan en las instituciones crediticias. Un análisis sobre la máxima diligencia que deben efectuar los administradores en el desarrollo de la actividad financiera denota cómo los matices de valoración objetiva de la conducta, se entremezclan con conceptos que parten del análisis individual de la actividad de los agentes financieros a partir de un parámetro abstracto de comportamiento como es la “máxima diligencia en los negocios y operaciones propias del sector”. Para la Superbancaria el cumplimiento de los formalismos procesales, incluyendo los términos preestablecidos por la ley para cada una de las etapas destinadas a esta modalidad de 97 Resolución 0276 de febrero 4 de 1.993 contra XXX, Gerente sucursal XXX. Ver Anexo 5 118 procedimientos, son de imperativo cumplimiento, de ésta forma en muchas de sus resoluciones resaltó la importancia del principio de la “PRECLUSION O EVENTUALIDAD”98. Este principio hace alusión al desarrollo procesal de cada una de las etapas previstas por la ley con un orden lógico y dentro de unos términos perentorios y preclusivos que permiten un procedimiento mucho mas ágil. Así lo ha interpretado la entidad, pero el problema redunda en cumplir a costa de las garantías sustanciales de los procesados, las formas preestablecidas para éstos procedimientos, ello demuestra que la agilidad ha venido actuando en desfavor de otros derechos de mayor envergadura e importancia. No obstante lo anterior, la Superintendencia aboga por el cumplimiento de los principios que integran el Debido Proceso a partir de las normas del Código Contencioso Administrativo, ente ellas el artículo 35 del Decreto 01 de 1984. La Resolución 1495 de este año resulta ser un ejemplo claro del seguimiento estricto que la Superbancaria ha venido haciendo en pro de los postulados normativos del Código Contencioso Administrativo. Ello es así por cuanto en dicha resolución se demostró preocupación por el cumplimiento del traslado para descargos del procesado, pero más que los términos impuestos por las normas en favor de aquellos para que expongan sus explicaciones, observamos en dicha resolución una tendencia clara y desesperada por buscar un fallo que los absuelva de los cargos que se imponen, a partir de las interpretaciones distintas que se le hacen a las disposiciones legales con el fin de acreditar la licitud de las actividades investigadas, dice la renombrada resolución: “Bajo esta perspectiva, no comparte este despacho el argumento expuesto por el Dr. 98 Resolución 0393 de 11 de febrero de 1.993 contra XXX. Directoria (e) XXX; 0394 de 11 de febrero de 1.993 contra XXX. Directora (e) XXX: 0395 de 11 de febrero de 1.993 contra XXX. Director (e) XXX. 119 XXX en punto a que el mencionado instructivo (...) no prohibe la cesión del contrato de leasing, sino que impide a los establecimientos de crédito, contabilizarla como garantía real (...), amen de que (...) no le es aplicable a las empresas de servicios financieros en la medida en que está dirigida exclusivamente a los representantes legales y revisores fiscales de las “corporaciones financieras y establecimientos de crédito.”99 (iii) 1994 En este año al igual que los anteriores examinados, la Superbancaria mantiene su posición en la medida que parte del análisis objetivo del comportamiento siendo aún mas acentuado en este periodo en cuanto que el parámetro de la “máxima diligencia” que en anteriores oportunidades fue materia de discusión para la entidad, no se tuvo en cuenta, al menos en los primeros meses del año, reduciéndose al examen comparativo entre la norma infringida y la actividad presuntamente ilícita.100 Se ha observado que la Superintendencia no mantiene una posición clara sobre el punto que se examina, profiriendo fallos que se alejan por completo de la tesis que en todos los años ha pretendido defender, por eso encontramos resoluciones como la 742 de 1994 que se transcribe a continuación: “La conducta desplegada, contraria al criterio expuesto denota, sin objeción alguna, un comportamiento descuidado y negligente en el desarrollo de una sana administración sin que sea posible legalmente recepcionar como causales exonerativas de tales contravenciones la insuficiencia de personal o la excesiva confianza con respecto a un buen cliente”. (El subrayado no corresponde al texto original). 99 Resolución 1495 de mayo 13 de 1.993 contra XXX. Representante Legal XXX. Ver anexo 5 Resolución 272 de 1 marzo de 1.994contra XXX Miembro Junta Directiva XXX; 0273 de 1 de marzo de 1.994 contra XXX. Miembro Junta Directiva XXX; 0274 de 1 de marzo de 1.994 contra XXX. Miembro Junta Directiva de XXX; 0275 de 1 de marzo de 1.994 contra XXX. Miembro Junta Directiva XXX 100 120 Renglón seguido este fallo dice: “Los administradores deben ajustarse en el desempeño de sus funciones a las prescripciones legales y estatutarias. Es obvio que no pueden entenderse que estén autorizadas para actuar en contra de la ley o en contrario del contrato social. Cuando el administrador actúa dentro del límite del contrato social, dentro del marco de sus atribuciones legales y estatutarias, compromete a la sociedad como persona jurídica (...) por el contrario cuando los administrados actúan por fuera del límite de sus atribuciones, cuando contrarían la ley o los estatutos sociales, comprometen su responsabilidad personal y lógicamente deben responder en su conducta dolosa o culposa.” Esta resolución concluye expresando: “Finalmente y con respecto al sustento expuesto en el escrito de respuesta a las explicaciones solicitadas con base en el principio de la buena fe a que alude el artículo 83 de la Carta Política (...) No sobra recordar como el artículo 83 de la Constitución vigente consagra el principio de la buena fe, como una presunción no excluyente de comprobación en contrario, pues bien en este caso se han solicitado unas explicaciones sobre unos hechos y comportamientos cuyo contenido reflejan claramente omisiones injustificadas, actuaciones descuidadas y negligentes, y conductas violatorias del Ordenamiento Jurídico vigente sobre la actividad de los Almacenes Generales de Depósito y sus empleados, todo lo cual se aparta de los postulados de una sana administración y, por ende, de la buena fe como expresión de haber manejado los negocios ajenos con la diligencia y cuidado de un buen padre de familia”101 De lo anterior necesariamente debemos concluir que la posición de la Superbancaria no es clara, mucho menos uniforme llevando al examinador a confusiones sobre los elementos y parámetros que aquella institución toma en cuenta al momento de imponer una sanción porque, como se puede apreciar, esta providencia transcrita se sustenta en la valoración de la culpabilidad del agente financiero, en el manejo y desarrollo de su actividad, y en ese sentido el esquema de valoración objetiva que argumenta en sus fallos la Superintendencia, se oscurece, demostrando una falta de criterio absoluta en sus apreciaciones. 101 Resolución 742 de 25 de abril de 1.994 contra Elsa Beatriz Rey lesmes. Directora Almacenar. 121 Este grado de inconsistencia que aparenta demostrar la institución con sus fallos, se debe al tratamiento que reciben los procedimientos que ella adelanta, por cuanto el solo hecho de calificar sus actuaciones como administrativas, desconocen la normatividad y el principio que cobija todo el campo del derecho sancionatorio, que al final resulta ser parte de las funciones que en estos casos ejecuta la institución, toda vez que se imponen sanciones a funcionarios de la banca que presuntamente han cometido infracciones. De ahí que en varias oportunidades la entidad ha tenido que acudir a las bases, principios y conceptos que deben tenerse en cuenta al valorar una actividad como infracción o no de las normas vigentes. (iv) 1995 En éste periodo la entidad define la posición que ha pretendido adoptar, demarcando los límites del procedimiento sancionatorio, de sus facultades y de los criterios que debe tomar en cuenta al valorar la actividad de los funcionarios cuyos comportamientos examina. La resolución 0373 de 1.995 nos expone un panorama más exacto de la posición asumida por la Superbancaria en este periodo: “Inicialmente debe precisarse que este despacho no comparte las explicaciones dadas por el señor XXX, descritas en el considerando séptimo de esta resolución teniendo en cuenta que el desconocimiento de las obligaciones que la ley impone a los revisores fiscales de las entidades vigiladas no puede argumentarse como pretexto para justificar su incumplimiento. En efecto, es responsabilidad de los destinatarios de los instructivos emitidos por la Superintendencia Bancaria su cabal estudio e íntegra aplicación, razón por la cual, al argumentarse el desconocimiento de las reglas que gobiernan la actividad 122 profesional de los revisores fiscales en el sector financiero, antes de desvirtuar el cargo formulado, permite evidenciar la falta de diligencia del señor XXX en el cumplimiento de sus deberes. En tal sentido, es una regla universal, prevista en el artículo 9 del Código Civil, que la ignorancia de la ley no sirve de excusa para su incumplimiento, con lo cual se deduce la responsabilidad del señor XXX en la inobservancia del deber de posesionarse ante la Superintendencia bancaria, mucho mas cuando en forma alguna se demostró la existencia de alguno de los elementos constitutivos de la fuerza mayor o caso fortuito, o el hecho de un tercero, o causales que podrían haberlo eximido de responsabilidad en este caso. Por lo demás, la exigencia del cumplimiento de la norma sobre posesión ante el Superintendente Bancario, previamente al ejercicio del cargo, se justifica en consideración a que los revisores fiscales de las instituciones financieras, se hayan en una posición jurídica de garantes frente a un bien jurídico de protección legal expresa, cual es la confianza pública en el sistema financiero, como un aspecto de capital importancia para la conservación del Orden Público económico”.102 (el subrayado no corresponde al texto original). Resulta de particular interés resaltar del fallo mencionado, el hecho de que la Superintendencia no ha desechado como elemento de gran importancia para la valoración de los comportamientos investigados, los niveles de diligencia y cuidado que deben cumplir los administradores y demás funcionarios de las entidades financieras con las especificaciones propias del cargo que ocupan. Por otro lado, esta entidad desde antes, y ahora con más fundamentos se apega a las nociones y pautas de los procedimientos administrativos para aplicarlos en estos asuntos. Ya en relación con los principios a los que se liga para la evaluación de la actividad que investiga, la Superbancaria toma en consideración no sólo los niveles de diligencia y cuidado, sino la lesión o puesta en peligro del bien jurídico que se tutela, es decir la antijuridicidad material, pero advirtiendo que sólo es posible exonerarse de responsabilidad en 102 Resolución 0373 de 2 de marzo de 1.995 contra XXX. Revisor Fiscal Suplente XXX. Ver anexo 10 123 la medida que estemos en presencia del CASO FORTUITO ó LA FUERZA MAYOR ó EL HECHO DE UN TERCERO. Otra de las manifestaciones que son de nuestro interés para el análisis propuesto, la encontramos en la resolución 0577 del mismo año que expone lo siguiente: “Pero ante el hecho de que sus descargos no fueron suficientes para eximir de responsabilidad por la conducta infractora que se le imputa, se considera procedente imponerle una sanción personal, a efectos de que a futuro dentro de la órbita de las funciones que le corresponde como órgano fiscalizador ponga en ejecución todos y cada uno de lo medios idóneos para la consecución de las finalidades encomendadas por la ley 43 de 1990”103. La función de prevención frente a posibles infracciones que se cometan a futuro, se resalta en la resolución nombrada que complementa lo que hasta ahora se ha dicho para este periodo. No sólo a nivel de los elementos considerados por la Superbancaria, tales como la antijuridicidad y la culpabilidad, permiten afirmar que varios de los conceptos propios del Derecho Penal han sido aplicados por la institución, sino como se aprecia, la finalidad que persiguen al imponer una sanción se acerca mucho a los objetivos pretendidos con las penas estatuidas en el Códigos Penal, en la medida que también buscan prevenir a las personas frente a la comisión de comportamientos prohibidos y catalogados como punibles. La Resolución 0783 de 1995 demuestra una vez más que las sanciones a imponer, se fundamentan en el peligro que corre el sector financiero en general por la comisión de infracciones: “Por otro lado, es procedente recordar que la actividad que desarrollan las instituciones financieras sometidas a la inspección y vigilancia de la Superintendencia Bancaria es de interés público, y como 103 Resolución 0577 de 23 de marzo de 1.995 contra XXX. Revisor Fiscal XXX. 124 tal se encuentra considerado en el artículo 335 de la Constitución Política dado que a través de las operaciones que realizan las instituciones financieras pueden canalizarse recursos o dineros que provengan de la ejecución de actividades delictivas y de esta manera resultar comprometidos en estas conductas ilícitas...”104 (El subrayado no corresponde al texto original). La mencionada resolución concluye: “Séptimo. Que conforme quedó expuesto, las explicaciones suministradas no son de recibo habida cuenta de que no existe causal alguna que justifique el incumplimiento a los artículo 7,69,71 parágrafo de la resolución externa 21 de 1993”. Vale la pena preguntarse si la Superintendencia al decir “no existe causal alguna que justifique el incumplimiento” estaría admitiendo la posibilidad de que ciertas conductas aunque puedan llegar a ser catalogadas como infracciones, por estar justificadas exonerarían de responsabilidad a los presuntos infractores o, si por el contrario, lo que se trató de explicar era que por no estar incursos en una causal de FUERZA MAYOR O CASO FORTUITO no existe fundamento para exonerar de las sanciones establecidas. Creemos que por lo que se ha demostrado en providencias anteriores, la Superbancaria hacía alusión a la única forma de exoneración que ha reconocido hasta el momento, EL CASO FORTUITO O LA FUERZA MAYOR ó EL HECHO DE UN TERCERO. No sólo se reconoce en dicha resolución que la banca es de interés público, sino que plantea la posibilidad de que la Superbancaria viene examinando las actividades de los agentes financieros 104 Resolución 0783 de 11 de abril de 1.995 contra XXX. Gerente Departamento Internacional XXX. 125 a partir de la importancia del bien jurídico que se tutela, su mayor o menor lesión o puesta en peligro. La Resolución 1230 de 1.995 expone las siguientes consideraciones de gran interés para ésta investigación: “Importa para el caso que nos ocupa examinar, aunque sólo sea brevemente, el aspecto relacionado con la profesionalidad del derecho financiero, característica en que por lo demás se identifica con el derecho comercial, delimitada en tratándose de aquel por condiciones tales como que las instituciones financieras gozan de varios privilegios y prerrogativas respecto de los demás particulares, dada su particular naturaleza y la actividad en la que se ocupan...” “...Para la Superbancaria los anteriores hechos constituyen un conjunto, una realidad jurídica m anifiesta en la negligencia o falta de actividad cuidadosa en el desempeño de sus funciones como empleado de Almacenar en el Area Especializada del Comercio Exterior.” “Ahora bien, independiente de la responsabilidad penal, la actuación administrativa implicaba que el funcionario debía dar estricto cumplimiento a las normas del Estatuto Orgánico del Sistema Financiero anotadas, sin que sea permisible en este campo, dejar al criterio de la persona que el aviso especial podía suplirse con las comunicaciones remitidas a otras autoridades, atendiendo que las normas imponen una regla de conducta especial y no discrecional del funcionario de las instituciones financieras, lo cual en últimas, comporta la responsabilidad de no observar la conducta debida sin necesidad de entrar a determinar si el hecho fue o no voluntario simplemente debe tomarse para efectos de la imposición de una actividad represiva la inejecución del acto impuesto por al ley, la culpabilidad se deriva del acto omisivo del agente destinatario de la norma”. En este fallo la Superbancaria examina la actividad catalogada como posible infracción, a partir del nivel profesional del banquero. ¿Acaso valorar las cualidades, el nivel de conocimientos y la calidad de profesional propia de los banqueros es algo que debe hacerse en un 126 procedimiento que dice se fundamenta en principios como la responsabilidad objetiva?. Indiscutiblemente aquí se parte de un juicio de responsabilidad objetiva teniendo en cuenta la premisa de que el funcionario no tiene un manejo discrecional de la ley; la legislación financiera es ortodoxa en ese sentido, el banquero debe ceñirse a lo establecido por ella. (v) 1996 En el periodo comprendido entre enero y diciembre de 1.996 encontramos numerosos fallos de esta corporación en donde nuevamente se demuestra su posición objetiva al momento de valorar las actividades que se creen son constitutivas de infracciones o faltas. Se resalta dentro de este contexto la Resolución 0053 que expresa lo siguiente: “No existiendo particularidades, el análisis de la infracción debe hacerse a la sombra del examen ordinario, esto es , para que una circunstancia pueda ser considerada como eximente de responsabilidad administrativa, una vez establecido que el directivo obra en contra de las disposiciones que regulan su actividad, ésta debe, por lo menos, ser ajena a los comportamientos que le son atribuibles y además, estar vinculado a la infracción en relación de causa- efecto.”105 Es decir, que sólo en la medida en que el procesado demuestre que los cargos que se imputan son ajenos a sus funciones o a su autoría, o que tales comportamientos indiscutiblemente no contravienen a las disposiciones legales, podría pensarse en que este será absuelto de los cargos imputados. Nuevamente la Superbancaria en varios de sus pronunciamientos demuestra su interés por valorar las actividades investigadas a partir de las calidades de los agentes financieros, es decir su nivel profesional y funciones encomendadas. Prueba de ello la encontramos en la resolución 105 Resolución 0053 de 15 de enero de 1.996 contra XXX. Gerente Unidad Negocios XXX. 127 0699 de 1.996 en donde se denota el predominio de los deberes del encargo y las obligaciones de los administradores para concluir a partir de tales consideraciones que aquellas se cumplieron inadecuadamente o se desconocieron en su totalidad, situaciones que inexorablemente motivarían la imposición de sanciones. (vi) 1997 La Resolución 0068 de 1.997 es representativa de este periodo por cuanto a partir del citado año la Superbancaria adopta un criterio uniforme y concluyente sobre las reglas de juego que deben conducir su actividad como autoridad que sanciona las conductas anómalas, que contravienen las normas previstas en el Estatuto Orgánico del Sistema Financiero y demás normas que regulan la materia: “En ese orden de ideas, es imperativo de las instituciones vigiladas adoptar mecanismos y reglas de conductas apropiadas tendientes a evitar que puede ser utilizadas como instrumentos para realizar actividades ilícitas y de sus funcionarios aplicarlas bajo su absoluta responsabilidad y diligencia extrema. Por consiguiente, en razón a que las explicaciones del Dr. XXX no configuran presupuestos de fuerza mayor o caso fortuito, y por el contrario, se estiman desvirtuadas según lo expuesto en el presente acto administrativo, no encontrándose eximentes de responsabilidad procede la imposición de las sanciones administrativas contempladas en la ley.”106 A juicio de la Superbancaria las actuaciones desarrolladas en virtud de sus facultades que le permiten sancionar a los entes y personas naturales que intervinieron en esas operaciones constitutivas de faltas a las normas financieras, SON DE CARACTER ADMINISTRATIVO y por tanto se rigen por las disposiciones propias de las actuaciones administrativas. Aunque no 106 Resolución 068 de 1.997 de 28 de enero de 1.997 contra XXX. Gerente Oficina XXX. 128 se niega la posibilidad de que existan causales distintas al CASO FORTUITO ó LA FUERZA MAYOR, como formas excluyentes de la responsabilidad que se imputa, sólo existe hasta el momento reconocimiento claro de la institución únicamente con relación a estas eximentes de responsabilidad. Vale la pena mencionar lo que se dijo en la Resolución 0124 de 1.997: “De los hechos que sirvieron de base para imponer la presente sanción al actor, se evidencia en cada una de ellas la falta de diligencia traducida en conductas omisivas imputables al mismo tiempo que lo comprometen en la comisión de dichos actos por faltas de control adecuadas en la ejecución de las mismas”107. En este pronunciamiento se examina el nivel de diligencia del funcionario que se investiga, pese a ello la conclusión no puede ser que esta entidad admite un esquema de responsabilidad a partir del dolo o culpa del agente financiero; lo que es curioso es el tratamiento que del factor subjetivo del comportamiento investigado se efectúa por la Superbancaria, por cuanto aquel se valora como parte de la acción, de tal modo que su presencia resulta del desconocimiento de la normas por acción u omisión en el desempeño de sus funciones. Entender que los agentes financieros responden por sus comportamientos bien sea por la vía de la acción o de la omisión, nos hace recordar la noción que se tiene de la banca como SERVICIO PUBLICO y que por tanto condicionan la labor de quienes desempeñan esta actividad, a ser responsables de sus conductas tanto positivas como negativas que pongan en peligro o lesionen el Orden Público Económico. 107 Resolución 0124 de 5 de febrero de 1.997 contra XXX Corredor. Presidente XXX. 129 La Resolución 0303 de 1.997 otra vez nos demuestra el punto de partida de la Superbancaria que examina la responsabilidad dentro del marco de las atribuciones legales y estatutarias del procesado: “Como conclusión de todo lo anterior, este despacho encuentra que ninguno de los argumentos expuestos por el ex revisor de XXX desvirtuó los cargos efectuados por esta Superintendencia y que igualmente, no se aportó prueba alguna que permitiera evidenciar que el revisor fiscal dio cabal cumplimiento a sus funciones legales y estatutarias a la ley, de las normas que esta despacho mediante el pliego de cargos correspondiente imputó como transgredidas.”108 (vii) 1998 La Resolución 0186 de 1.998 concreta la posición actual de la Superbancaria, por cuanto desliga en su totalidad la aplicación de los principios y normas generales del Código Penal a las actuaciones que ellos desarrollan y califican como netamente administrativas: “Para imponer una sanción administrativa a la Superintendencia le basta establecer que la conducta se enmarca dentro de la vulneración de una norma legal, en el ejemplo del Estatuto Orgánico del Sistema Financiero, dentro de un régimen de responsabilidad claramente objetivo que no tiene en cuenta las formas de la culpabilidad, sino apenas el acaecimiento de eventos que puedan enmarcarse dentro del hecho fortuito o la fuerza mayor. La preservación del Orden Público Económico en cabeza del Estado impone, por delegación Constitucional en cabeza de la Superbancaria el deber de investigar las violaciones a los preceptos del Estatuto Orgánico del. Sistema Financiero. a través de un procedimiento especial que conduce a la aplicación de sanciones. Ello no significa que debe aplicar reglas y principios del derecho penal como las relativas a la tipicidad, la antijuridicidad, o la culpabilidad”109. 108 109 Resolución 303 de 31 de marzo de 1.997 contra XXX. Exrevisor fiscal XXX. Resolución 0186 de 16 de febrero de 1.998 contra. Director XXX Agencia XXX. 130 Ya en este periodo la entidad deja bien en claro que sólo mediando prueba del caso fortuito o fuerza mayor, los agentes serán eximidos de toda responsabilidad, de lo contrario cualquier explicación tendiente a fundamentar una causal justificativa de su actuación o de inculpabilidad, no son razones suficientes que influyan de manera directa en la decisión de fondo. Con esta posición supremamente conservadora podemos llegar aún a concluir que resulta ser discrecional de la Superbancaria la admisibilidad de nuevas causales que permitan eximir de responsabilidad a los agentes financieros, eso sí teniendo presente que sólo atacando el acto mismo, el procesado tendría la oportunidad de obtener resultados favorables. (viii) 1.999 En 1.999 la Superbancaria no muestra avances en cuanto a la posición que ha venido adoptando en los periodos examinados, por el contrario, aparentemente sus actuaciones se han limitado a transcribir argumentos de pronunciamientos anteriores, en donde impera el sistema de las responsabilidad objetiva en las actuaciones denominadas por ellos ADMINISTRATIVAS. Como muestra de lo anterior, se puede observar la siguiente resolución que transcribiremos a continuación: “Finalmente, en cuanto al argumento de que la interpretación errónea de la norma fue de buena fe, resulta importante precisar que en el campo de las contravenciones administrativas la responsabilidad es objetiva, esto es, que bastan que objetivamente aparezcan evidenciados los hechos que puedan dar lugar a la aplicación de sanciones respectivas. Así las cosas este despacho no evidencia causal alguna eximente de responsabilidad” 110. 110 Resolución 029 de 14 de enero de 1.999 contra XXX. Expresidente XXX. 131 No queda duda que este periodo se caracteriza por el triunfo de la tesis de quienes pregonan porque las contravenciones reglamentadas en las normas financieras son de naturaleza administrativa quedando proscrita la aplicación en esta materia de los principios y demás disposiciones del Código Penal. La nueva tendencia gira en torno a la protección del Orden Público Económico mediante la estructuración de un procedimiento ágil y eficaz que evite la puesta en peligro de la confianza del público en el sistema financiero. (ix) PERIODO DE ENERO A MAYO DE 2.000 La Superintendencia Bancaria en los primeros meses del año 2.000 reitera su posición más que debatida en las Resoluciones hasta el momento comentadas, afirmando tal y como lo hace en la Resolución 0851 de 2.000, que sólo en la medida en que se demuestren circunstancias imprevisibles e irresistibles en las situaciones que se investigan es válido pensar en que los presuntos infractores se les exima de responsabilidad. Dice la mencionada providencia: “De lo anteriormente expuesto se infiere que los defectos en cuestión no provienen de circunstancias imprevisibles e irresistibles sino que se generaron por actos imputables a la administración, toda vez que ésta no adoptó previsiones suficientes para evitar infringir las normas pertinentes, no obstante que su calidad de profesional en el ejercicio de la actividad financiera le impone la obligación de estar atento a dar cumplimiento de las mismas. Así las cosas, frente a la presencia de los hechos mencionados en referencia no se predican circunstancias exonerativas de responsabilidad. 132 En este sentido, el Consejo de Estado en sentencia del 24 de julio de 1.987, con ponencia del Consejero Aldana Duque expuso: “La legislación es clara por cuanto con la sola producción de la inobservacia de una disposición de derecho administrativo, se halla la parte actora incursa y los administrados en las sanciones establecidas”. En el mismo sentido el honorable Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso administrativo, en sentencia de 28 de febrero de 1,992 señaló: “Tampoco exonera de la imposición de la sanción la falta de culpa, el error excusable de buena fe, ni la ausencia de dolor (… ) porque como bien lo anota la colaboradora fiscal tratándose de contravenciones administrativas, la responsabilidad es de carácter meramente objetiva y resulta de la simple transgresión de la norma independientemente de los motivos o de las circunstancias”111. Por lo anterior, la Superintendencia respalda a plenitud las consideraciones que al respecto ha mantenido desde los años 80 el Consejo de Estado, en donde se aboga por la aplicación de las disposiciones legales y reglamentarias propias del Derecho Administrativo a las infracciones o faltas financieras olvidando como tantas veces lo hemos mencionado, el sentido de las funciones que en estos casos desempeña la autoridad administrativa. 3.3.2 Pronóstico. A partir del postulado constitucional establecido en el artículo 29 de la Carta Política estamos convencidos que la Superintendencia Bancaria apelará al cumplimiento estricto de los principios que integran el tantas veces mencionado Debido Proceso. Es decir, que no creemos que la entidad administrativa en un período largo modifique su concepción con relación a la naturaleza de los procedimientos sancionatorios que instruye, ello no implica que esta institución no cumpla con una serie de etapas y formalismos procesales, con el único propósito de evitar posibles nulidades o actuaciones inconstitucionales. Seguimos preocupados por la limitación dada al Derecho de Defensa, porque mientras la Superbancaria mantenga la 111 Resolución 0851 de 31 de mayo de 2.000 contra XXX 133 posición consagrada desde los años 90, dicho derecho se seguirá reduciendo al traslado perentorio para descargos siendo esta una instancia con pocas probabilidades de triunfo para aquellos que se vean implicados en este tipo de diligencias. A pesar de todo, y como pudimos observar, la Superbancaria no ha podido estructurar una posición verdaderamente radical frente al dilema, es por eso que aún pudiese pensarse, que ésta entidad administrativa revaluará a largo plazo sus consideraciones en torno a la noción de las infracciones financieras, su naturaleza y elementos que la complementan. 134 CAPITULO CUARTO 4. EL ORDEN PUBLICO ECONOMICO COMO BIEN JURIDICO TUTELADO 4.1 EL BIEN JURIDICO TUTELADO 4.1.1 Nociones Generales. Nunca ha sido fácil la precisión de una noción única y universal para definir los “bienes jurídicamente tutelados”. La palabra “bien” tiene un significado muy preciso para el Derecho Civil. Unicamente las cosas que están dentro del patrimonio de un sujeto de derechos, y que además tienen características pecuniarias o económicas, merecen el calificativo de bien. Luego apreciado en este sentido, el bien jurídico estaría compuesto de dos requisitos indispensables: que la cosa esté dentro del patrimonio de una persona, y que la cosa sea susceptible de evaluación económica o pecunaria. El jurisconsulto ULPIANO definía los bienes como las cosas provechosas, es decir, las que hacen feliz al hombre, concepto que hace honor a la etimología de la palabra. Dice del bienestar o de la felicidad del hombre, concepción que está íntimamente relacionada con la apreciación de este concepto en materia Penal. Sin embargo, su apreciación no puede equipararse a la valoración material y objetiva de lo que es el bien para el Derecho Civil, pues su concreción más que a su materialidad, atiende a ciertos principios político criminales que permiten explicar al bien jurídico tutelado como “(… ) el interés que el Estado busca proteger mediante los diversos tipos penales y que resulta vulnerado por la conducta del agente cuando ella se acomoda a la descripción hecha por el legislador (...) 112. En resumen, el bien jurídico tutelado, se nos presenta como una noción común en las distintas áreas del Derecho sin que ello niegue la impresión que causa el tratamiento jurídico penal que le imprime la legislación criminal a éste concepto. Bien jurídico hace alusión a los valores que están inmersos en una sociedad y que nuestro legislador ha recogido en los diferentes códigos, con el único propósito de salvaguardar aquellos intereses ético-sociales, de gran trascendencia para la comunidad en un momento determinado. Dicha noción es de gran importancia- sin que ello niegue la protección que del mismo hacen las otras ramas del Derecho- a la hora de calificar por el legislador, si determinadas conductas son merecedoras de un reproche criminal en lo que se ha denominado como “antijuridicidad material”, elemento integrante del hecho punible. El análisis sobre la antijuridicidad material es de gran importancia, por cuanto de ninguna forma la valoración de los comportamientos humanos puede quedar reducida al simple examen formal de éstos, tal y como lo anota el ilustre tratadista Fernando Velázquez en su obra Derecho Penal Parte General: “Sin duda alguna, la antijuridicidad debe ser entendida como un juicio negativo de valor en virtud del cual se determina si la conducta típica y antinormativa pugna o no con el ordenamiento jurídico en su conjunto; para precisarlo no basta, sin embargo, la verificación de la ausencia de una norma permisiva o causal de justificación –aspecto formal-, sino que es indispensable determinar si la conducta del caso concreto representa una amenaza o daño para el bien jurídico tutelado –aspecto material. Con ello queda claro, al mismo tiempo que se trata de un juicio objetivo y subjetivo, al igual que sucede con la conducta humana a la cual está referido.”113. 112 Alfonso Reyes Echandía. “Derecho Penal” 1996 Pág: 107. 136 En igual sentido se pronuncia el profesor Juan Fernández Carrasquilla en su obra Derecho Penal Fundamental Vol. II: “Como el Ordenamiento Jurídico y cada una de las normas de que consta tienen por finalidad la protección de los bienes jurídicos contra conductas dañosas o al menos peligrosas (que emanen de personas en general distintas al titular del bien de que se trate), solamente pueden calificarse como antijurídicas las conductas efectivamente lesivas o ciertamente amenazadoras de la identidad de tales bienes. Se dice por esto que una conducta es antijurídica cuando entra en contradicción con los fines del Ordenamiento Jurídico. Y aquí tenemos entrelazados ya los dos aspectos presentados, pues la antijuridicidad material no es otra cosa que la lesividad o peligrosidad de la acción para los bienes jurídicamente protegidos, siempre, claro está, dentro del marco de la ley (nullium crimen), pues precisamente se trata de mostrar el contenido y la razón de ser de la antijuridicidad formal y de ninguna manera reemplazar esta última por criterios valorativos extralegales o extrajurídicos”.114 Son los principios político-criminales aludidos anteriormente, los que demuestran el interés que tiene el legislador en proteger bienes jurídicamente trascendentes. Pero al llegar aquí nuevamente se pierde la fuerza de su noción, pues con excepción de algunas posiciones minoritarias, las cuales llevan a consecuencias poco convincentes para un moderno Estado de Derecho, predomina actualmente en la doctrina penal, la concepción de que la tarea del Derecho Penal consiste y debe consistir en la protección de los bienes jurídicos más importantes del Ordenamiento Jurídico. Acaso esto no relativiza aún más el concepto de bien jurídico tutelado haciéndolo inmanejable a la hora de precisar su verdadera función?. Así JAKOBS, quien relativiza la importancia de la teoría de los bienes jurídicos expone: “Socialmente dañino y por ello hecho delictuoso es un hecho no por sus efectos externos, sino porque contradice la validez de la 113 114 Fernando Velázquez. Derecho Penal Parte General. Juan Fernández Carrasquilla. Derecho Penal Fundamental. 137 norma”115. Al concepto de bien jurídico tutelado se le reconocen dos funciones principales: 1) la delimitación del ius puniendi estatal y 2) la de servir de criterio para la interpretación de los tipos penales. Sin embargo, no es fácil encontrar una teoría que haya conseguido elaborar un concepto preciso de bien jurídico tutelado y de su alcance, a partir de la cual se permita delimitar con exactitud la aplicación del Derecho Penal. En este sentido, los intentos de formular un concepto positivo, abstracto de bien jurídico han fracasado debido a su escasa utilidad y valor ideal. Dificulta la precisión de su interés, refiriéndolo a valores o intereses indispensables para la existencia y funcionalidad de la comunidad jurídica, a valores vitales protegidos jurídicamente, valores culturales en cuya existencia la generalidad confía y en general a la relación real de la persona con los primordiales aspectos de convivencia. De acuerdo con lo anterior, todo caería dentro de la visión de bien jurídico tutelado y por lo tanto todo debería ser objeto de una penalización estricta y férrea del Derecho Penal, sin cabida a vacilaciones, el Derecho Penal vendría a convertirse en aquella superestructura en la cual no podría precisarse sus límites y alcances porque en últimas todo llevaría al Derecho Penal. Obviando, la última ratio116, obviando la dimensión de la antijuridicidad penal117, el Derecho Penal vendría a ser el todo, vehículo sancionador e intimidador de la sociedad. Por lo anterior es cada vez más frecuente la invocación de nuevos bienes jurídicos universales, en parte cada vez menos aprehensibles de manera empírica y concreta, todo en aras de la justificación de un función protectora atribuida al Derecho Penal, cada vez más amplia e 115 Jakobs. En Abanto A. Manuel. “Derecho Penal Económico. Consideraciones Jurídicas y Económicas”. 1.997 Pág: 41. 116 Concepto que debe entenderse en función de la aplicación residual de las normas contentivas de materias penales en la órbita del Derecho. 117 Queda claro que el concepto de antijuridicidad debe entenderse como una institución jurídica no exclusiva del Derecho Punitivo. Un comportamiento puede ser constitutivo de una apreciación antijurídica sin que por ese hecho sea merecedor necesariamente de reproche penal. 138 incontrolable. Indica lo anteriormente dicho de manera extrema una instrumentalización peligrosa del bien jurídico tutelado para dirigir ampliamente la vida social.118 Planteadas así las cosas y expuesta la corriente fundamental en torno al alcance del bien jurídico tutelado, se presenta aquel, que para los efectos de nuestro trabajo, constituye el punto de partida y de estudio para nuestra investigación. Se trata del Orden Público Económico. 4.1.2 El Orden Público Económico tiene un alcance superior al entendimiento que cada una de las esferas del Derecho puede darle en la estructura normativa de nuestra legislación nacional. La importancia del bien jurídico se denota desde el primer momento en que el legislador ordinario o extraordinario decide considerar que determinados intereses deben ser protegidos mediante una ley, entendida ésta en su sentido material. La noción abstracta del bien jurídico, es percibida por el legislador en representación de la sociedad y concretada en las distintas normas cuya tarea fundamental radica en transformar los valores ético-sociales, en descripciones típicas de comportamientos codificados que son permitidos, o prohibidos, en aras de obtener un equilibrio armónico de los intereses sociales. Siendo nuestro tema de estudio, la valoración de las conductas sancionadas por el legislador y calificadas de alguna manera como contravenciones financieras, nos ocuparemos de concretar el “bien jurídico” en estas descripciones normativas. Como se ha dicho a lo largo de nuestro análisis propuesto, las contravenciones por ser parte del denominado “DERECHO SANCIONATORIO”, se caracterizan fundamentalmente, 118 Cfr. Abanto Vasquez. Pág: 42. 139 vistas desde la órbita comportamental, por integrarse de precepto y su consecuente sanción. La sanción, es un elemento provisto de funciones que tiene como tarea primordial la protección del bien jurídico que el legislador a querido salvaguardar concretamente en esas normas. Es por eso que nuestro Código Penal al definir las funciones de la pena, establece que éstas tienen finalidades de prevención y protección, buscando precisamente que se preserven los valores sociales impuestos en los preceptos transgredidos. Como se dijo anteriormente, la noción del bien jurídico se relaciona con el concepto de “ANTIJURIDICIDAD”, que por ser una institución jurídica, no le pertenece de manera exclusiva a la rama del Derecho Penal, sino que hace parte a su vez de todas las ramas como la Civil y la propia Administrativa. El común denominador de éste componente, radica en la protección de los valores ético-sociales proporcionada en determinados momentos por el legislador. Así pues, es nuestro deseo mostrarle al lector el punto de discusión de ésta tesis; de ahí que temas tan polémicos en la doctrina foránea y nacional como la naturaleza del elemento antijuridicidad, su discusión planteada por WELZEL sobre la existencia de una sola noción de antijuridicidad para todas las ramas del Derecho, la definición abstracta y concreta del bien jurídico como factor integrante de la antijuridicidad, aunque sean temas sumamente importantes y de gran trascendencia jurídica, no serán objeto de esta investigación. Sin embargo, sí constituyen la base de estudio para examinar el problema que nos ocupa, no sin antes advertir que los comentarios en ésta instancia son en parte el fundamento de las conclusiones que se pretenden elaborar. El Derecho Bancario como rama integrante del Derecho, tiene como fin primordial la protección del Sistema Financiero en general, protección que se concreta fundamentalmente 140 en la preservación de la confianza del público, sin dejar de lado al sector financiero calificado como sistema de canalización de recursos que en su total extensión, incluye ello su estructura administrativa y su actividad en general, es objeto de tutela, mediante los diferentes mecanismos que permiten un balance en el denominado “ORDEN PUBLICO ECONOMICO”.119 El Orden Económico y Social u Orden Público Económico, como bien jurídico tutelado, es definido como el conjunto de condiciones necesarias para el adecuado desempeño de los agentes que interactuan en el mercado económico, buscando el equilibrio socio económico, mediante políticas institucionales y de mercado que permitan una estabilidad y seguridad libres de perturbaciones económicas. Los intereses protegidos en el catálogo de los delitos financieros, deben ser valorados teniendo presentes la inestabilidad, que caracteriza a las economías en vía de desarrollo, como sucede en nuestro país, y el modelo constitucional de Estado propuesto por nuestra Carta Política y que consiste en un esquema de planificación e intervencionismo estatal en los diferentes estadios de la economía. La Banca, como agente que interactúa en el mercado macroeconómico, es factor de gran importancia para el logro de los fines del Estado, de ahí que para muchos su consideración de servicio público, obliga a que los agentes que se mueven en dicho sector sean profesionales, y por tanto sometidos a una serie de deberes y obligaciones que permitan el adecuado manejo de los recursos captados con el fin de procurar el bienestar general y ante todo evitar el desmedro 119 Se llama la atención en el sentido que el Código Penal que entra en vigor desde el 2.001 en razón de promulgación de la Ley 600 de 2.000 modifica el título correspondiente al bien jurídico tutelado por los tipos penales financieros en cuanto que el Estatuto Orgánico del Sistema Financiero hace alusión exclusivamente a la protección de la confianza del público mientras que el nuevo Código Penal se refiere al Sistema Financiero en general. 141 o puesta en peligro de la confianza del público. El “Orden Económico y Social” cobija dos grandes sectores; el primero hace alusión al conjunto de empresas que intervienen en la producción, distribución, utilización o prestación de bienes y servicios y el segundo, es precisamente la actividad financiera, que al cumplir con su función de intermediación, procura la adecuada distribución de los recursos en la economía y a su vez, propende por la desconcentración del crédito para prevenir que los agentes financieros asuman un alto riesgo de pérdida, que afecte de cierta forma la solvencia o liquidez de la institución financiera. Para cumplir con los mencionados propósitos, se ha dispuesto por la normatividad financiera una serie de deberes y obligaciones que han de asumir los agentes financieros para el adecuado manejo de los recursos en cada una de las operaciones, sean activas o pasivas, buscando con ello evitar la concentración del riesgo y obtener el mejor funcionamiento de la institución. En efecto, uno de los mecanismos implementados por las leyes para el adecuado cumplimiento de los fines previstos, ha consistido en delimitar las operaciones de crédito con los accionistas de la entidad crediticia con el claro propósito de evitar que estos a costa de los ahorradores, se aprovechen de su posición privilegiada en el sector para la utilización indebida y en interés particular de los recursos que manejan los organismos de crédito. La protección establecida por las leyes financieras pretende estar al margen de los cambios que día tras día ocurren en este sector, de ahí que se hayan creado normas mucho mas expeditas que pretenden salvaguardar al sector financiero de una manera más ágil y eficaz. Así se han implementado fórmulas que buscan prevenir las contravenciones a los lineamientos que determinan el adecuado funcionamiento de la actividad financiera y además resarcir el daño originado por la comisión de infracciones con el propósito de proteger de mejor manera el interés jurídico previsto por estas normas. Y aunque los preceptos de los que hemos hecho 142 mención se justifican a la hora de valorar el bien jurídico que se encuentra en juego en esta actividad, la protección penal es mucho mas exigente por cuanto no sólo se toman en cuenta los parámetros técnicos y objetivos para valorar la conducta del agente infractor, sino el elemento subjetivo que debe ser analizado y probado antes de imponer una pena, como consecuencia de la proscripción de la responsabilidad objetiva en materia penal. Al reconocer al “Orden Económico y Social” como bien jurídico tutelado por la Ley Penal y Financiera, en concreto se protegen los postulados que conducen al sector financiero en general. Resulta pertinente en esta instancia hacernos la pregunta en relación a lo que en términos generales, incluye el ORDEN ECONOMICO Y SOCIAL. El punto de partida necesariamente debe ser aportado desde el enfoque de nuestro modelo económico de desarrollo. Este panorama muestra una evidente tendencia del intervencionismo del Estado procurando integrar el aspecto económico con el marco constitucional y legal vigente. Nos encontramos ante un orden económico en vía de desarrollo, con un alto índice de vulnerabilidad últimamente convulsionado por las rencillas políticas, apoyado en instituciones democráticas débiles golpeadas por el escepticismo, la incredulidad y aparente falta de legitimidad, ello implica constantes alteraciones del orden económico. Lo anterior fomenta algunos factores de riesgo tales como: 1) Incremento del desempleo, 2) Incremento de la inflación generado por el deterioro del poder adquisitivo de la moneda, 3) Falta de inversión extranjera, 4) Parálisis de la industria junto con el de otros sectores de la economía, 5) Evasión fiscal, 6) Creciente tendencia a la utilización del crédito internacional, 7) Devaluación y 143 problemas de las tasas de interés, 8) Anormalidad del mercado cambiario 9) Incremento del déficit fiscal y, 10) Aumento de la pobreza, entre otros. A todas las anteriores circunstancias, causas de un desorden económico y social, se le agregan otras circunstancias de igual o tal vez mayor trascendencia que desencadenan el caos, los ciclos recesivos y en general el deterioro económico. Luego, el Orden Público Económico implica la determinación de las reglas de juego que de alguna manera restablezcan o eviten el caos causado no sólo por las fluctuaciones externas del mercado sino por la actuación de los agentes económicos que interactuan en el mismo. De lo expuesto surge con meridiana claridad, que un modesto juicio sobre la antijuridicidad de la conducta arroja un evidente carácter de la pluriofensividad del bien jurídico que se tutela, mucho más allá de la simple lesión al patrimonio económico. Lo dicho hasta el momento nos permite concluir que este bien jurídico se condensa en normas básicas de comportamiento colectivo, particularmente en el ámbito del Orden Económico Social. Como bien lo señala el ilustre profesor de Friburgo KLAUS TIEDEMANN, existe un cúmulo de delitos que si bien pueden tener una ubicación específica en relación con un bien jurídico tutelado determinado, la manera como ellos se realizan, la entidad de la lesión o su medio comisivo comprometen el Orden Económico Social. Así se deduce de sus comentarios sobre este punto: “Existen situaciones que demuestran que tales delitos contra el patrimonio, clásicos en el Código Penal, son también o pueden convertirse en un delito económico en sentido estricto. Así lo indica el ejemplo del daño, el cual, desde el punto de vista del sabotaje económico, puede concebirse como un delito económico y en muchos ordenamientos jurídicos se halla previsto como tal; e igualmente lo indican los recientes casos de alteración de computadores con ayuda de magnetos, etc., en los cuales la finalidad de la acción y la entidad del daño adquieren nuevas 144 dimensiones. Hay aquí un entrelazamiento entre dogmática penal y política criminal, en el sentido de que nuevas formas de daño social, derivadas de acciones previstas ya como delitos patrimoniales, pueden y deben mover al legislador a examinar si, a la luz de todo el sistema penal y social, exigen la creación de nuevas figuras delictivas a fin de proteger bienes jurídicos también nuevos”120. Las cualidades que desde antaño se le han reconocido al derecho impositivo o sancionatorio, están impregnadas de un sentido garantista del orden social, dicho de otra manera, se funda en la protección de los derechos y aún en el cumplimiento de los deberes del hombre. La autoridad competente en su evaluación sistemática del deber ser, reprocha determinadas conductas por catalogarlas bien como peligrosas o bien porque ocasionan una lesión, generándose multitud de sanciones impuestas por la autoridad. La exposición de la que ha sido merecedora tan importante bien jurídico, se ha debido a que de una u otra forma, de su protección depende en gran parte el desarrollo armónico del sistema financiero, componente esencial para el impulso de la economía. Pero, volviendo al punto de análisis, hay que decir que la evolución de la noción jurídica -técnica del Orden Económico y Social ha estado muy ligada, como ya se había dicho, al desarrollo de instituciones jurídicas como aquellas que hacen parte del Derecho Penal y su conexión directa con la noción e implantación de los diferentes modelos de Estado. Una breve explicación de lo anterior es suficiente para observar la importancia de la conexión con el concepto que de Estado se tenga. Dos periodos fundamentales, sin ir mas allá, son el reflejo constitucional que nuestra historia 120 Klaus Tiedemann. Lecciones de Derecho Penal Económico. Comunitario, Español, Alemán. 1.993. Pág: 62. 145 nacional nos presenta, en el periodo que va desde 1886 a 1991, es decir del ESTADO DE DERECHO al ESTADO SOCIAL DE DERECHO; del rigor del formalismo institucional, a la protección de los derechos del hombre como valor supremo de la Carta Magna. Los distinguidos penalistas han observado cómo el concepto de antijuridicidad, su dogmática y aplicación, deben analizarse a partir de los lineamientos constitucionales, en relación al Estado, su objetivo, sus valores y principios, y en fin en relación con la normatividad rectora del Ordenamiento Jurídico. El abogado penalista, profesor AUGUSTO IBAÑEZ, encamina el estudio sobre la antijuridicidad partiendo de los periodos mencionados, por cuanto son un claro ejemplo de la transformación de las costumbres penalistas y del cambio de concepto del hecho punible. Vale la pena recalcar algunos de sus importantes comentarios en esta materia, desarrollado en su libro APUNTES DE DERECHO PENAL PARTE GENERAL: “No es un predicamento insignificante el cambio perpetrado por la entrada en vigencia de la Constitución de 1991. El derecho penal se ve afectado, que aunque no directamente en su objeto, sí en su estructura y en la ruta de los principios fundamentales del derecho penal. Se afirma y con razón valedera que uno de los principales cambios entre una y otra Constitución, es decir entre la carta de 1886 y la de 1991, es el paso de un mero “Estado de Derecho “ a un Estado Social de Derecho”.121 El concepto del hecho punible y de aquellos comportamientos también reprochados por nuestra legislación, necesariamente tienen que ser analizados dentro del contexto de nuestra reforma constitucional, es decir en relación con la tutela de los derechos constitucionales 121 Augusto Ibañez. Apuntes de Derecho Penal. Parte General. 1.998 Pág: 46. 146 fundamentales, individuales o colectivos, entiéndase como LOS BIENES JURIDICOS TUTELADOS DESDE LA CONSTITUCION y que subordinan el principio de legalidad. Toda norma, sea esta civil, penal, administrativa, o cualquier otra, debe necesariamente ser evaluada, desde una perspectiva proteccionista de los derechos del hombre, para imputar, defender, formular, acusar y plantear el modelo típico de la conducta sancionable. El principio de la UNIDAD DEL DERECHO, sirve para entender que las ciencias jurídicas cobran sentido en la medida que sus instituciones protejan de manera armónica, los distintos bienes jurídicos, respetando el ámbito de su aplicación y el volumen normativo de las demás ramas que tienen preestablecidos correctamente sus linderos, sin alejarse, eso sí, de los puntos de contacto, valga decir los principios rectores de todo Ordenamiento Jurídico. Así las cosas, el problema del bien jurídico tutelado, concretamente de aquellos que han recibido la calificación de SUPRA-INDIVIDUALES, se puede observar de los comentarios del maestro y profesor alemán KLAUS TIEDEMAN que en su obra “ LECCIONES DE DERECHO PENAL ECONOMICO”, propone un estudio sobre lo que el denomina “LA DETERMINACION DE LOS BIENES JURIDICOS SOCIALES (O COLECTIVOS)”: “Frente a la determinación conceptual a través de bienes jurídicos supra- individuales ( sociales) y a la reforma diseñada, se ha objetado en Alemania, sobre todo, el que favorece la tendencia expansiva del Derecho Penal, por ejemplo a través de la creación de tipos de peligro abstracto, con lo que los bienes jurídicos supra –individuales o sociales serían frecuentemente expresiones vacías sin una existencia real.”122 122 Op. Cit. Klau Tiedemann. Pág. 35. 147 La preexistencia o no de delitos, la necesidad de una mayor protección del Derecho Penal sobre el Orden Público Económico, su aplicación en este campo como LA ULTIMA RATIO, o la premisa de que el derecho penal no tiene por qué entrometerse en campos que son de competencia de otras ramas, no son argumentos suficientes que lleguen a desnaturalizar o negar la existencia de tan importante bien jurídico, como lo es EL ORDEN ECONOMICO SOCIAL. No dudamos que la trascendencia de los valores económicos, posiblemente hagan necesario una protección de índole penal, que mal que bien existe tanto en el Código Penal como en el propio Estatuto Orgánico del Sistema Financiero, lo importante, y eso debe quedar claro desde este momento, es que el mencionado bien jurídico se justifica en la medida que los avances del proceso económico han venido involucrando una serie de intereses tanto estatales como individuales, que merecen un tratamiento legislativo garantista de aquellos valores económicos, y que reproche las conductas antijurídicas que ocasionen lesión o peligro al manejo adecuado de la banca, como factor del equilibrio económico. La intervención de los agentes en el sector financiero exige un nivel de diligencia superior, no tanto por las sanciones que devendrían del incumplimiento de normas técnicas o jurídicas sino porque es EL ORDEN ECONOMICO Y SOCIAL el interés que está en manos de aquellos profesionales de la banca, y cuyo desequilibrio acarrearía serios problemas que afectan de manera inminente la actividad de las personas consideradas como agentes económicos. La defensa del bien jurídico al que hemos hecho mención, debe realizarce dentro de un marco que proteja de alguna forma los derechos de las personas a las cuales se les imputa una serie de faltas, que presuntamente han atentado contra el Orden Económico y Social. La trascendencia del bien jurídico tutelado, no puede llegar a negar los derechos de las personas procesadas, porque en lugar de procurar el equilibrio de los intereses financieros y económicos, se 148 ocasionan desequilibrios más graves, por haberse lesionado intereses que también exigen protección y respeto, como son aquellos que deben ser tenidos en cuenta al adelantar un procedimiento de naturaleza sancionatoria. La doctrina extranjera ha reconocido por su parte, la importancia que tiene en la actualidad la defensa del sistema financiero y sus implicaciones en la economía de un país. Nuevamente hacemos referencia al libro “LECCIONES DE DERECHO PENAL ECONOMICO”, de KLAUS TIEDEMANN, que expone el tema así : “La crítica en relación a las dificultades de determinación del bien jurídico en este ámbito constituye un enfoque legítimo pero que en su conjunto resulta erróneo. En el actual y complicado proceso económico adquieren cada vez mayor importancia numerosos bienes jurídicos intermedios entre los intereses del estado y los intereses de un agente económico individual así como de los consumidores. Así por ejemplo, el interés supra individual en el funcionamiento del tráfico crediticio y del mercado de capitales, es decir en el sistema económico crediticio tiene en el actual orden económico un lugar legítimo, así como el interés en una información adecuada sobre las circunstancias económicas de las sociedades mercantiles de capital, como las sociedades anónimas, es algo por sí mismo digno de protección”.123 A su vez, en el ámbito nacional el Dr. Jaime Bernal Cuellar, en su monografía “Delitos Financieros”, expone uno de los grandes problemas que se presenta en el denominado “Derecho Administrativo Sancionatorio” y los alcances de los procedimientos de ésta naturaleza en el proceso penal: “(...) Por las razones anteriores, ocurre con frecuencia que el funcionario de la rama jurisdiccional fundamenta sus decisiones en pruebas aportadas por peritos o provenientes de la Superintendencia Bancaria, con respecto a los cuales no se hacen los juicios de valor necesarios, sino que se 123 Ibid. Pág: 75. 149 aceptan sin ninguna controversia, desembocándose en no pocos casos en una responsabilidad objetiva, proscrita en el Código Penal...”124 La investigación penal, que se inicia como producto de un informe remitido por la Superintendencia Bancaria, es totalmente independiente de las consideraciones y resoluciones que dicho ente administrativo profiere, por cuanto las propias directrices que diferencian al proceso penal de otros y que consisten en los principios constitucionales y legales del debido proceso, del derecho de defensa, de la presunción de inocencia, y del principio de la culpabilidad como presupuesto de la responsabilidad penal, se ven limitados y muchas veces se niegan en procedimientos administrativos, en donde se opta por alejar al procesado de unas garantías que debieran exigirse con mayor rigor. Esta situación no ocurre en los procesos penales porque aquí el funcionario jurisdiccional está supeditado a cumplir con las normas rectoras que conducen al proceso y que se nutren de aquellos principios mencionados. Ante esta verdad somos de la opinión que se deben establecer verdaderos sistemas de prevención criminal que eviten la agresión a este bien jurídico. Más que la imposición de la sanción por conductas que ya han lesionado bienes jurídicos, debe generarse la conciencia capaz de intimidar y que se deriva de la facultad de castigar del Estado, expresada en toda su extensión y dimensión para combatir más que las consecuencias las causas que originan ciertas conductas generadoras en muchos casos de efectos irreversibles. El papel del Estado en relación al sector financiero se justifica en la medida que proyecte aquellos instrumentos y estrategias necesarias para la protección del Orden Económico y 124 Jaime Bernal Cuellar. Delitos Financieros. Monografías Jurídicas. 1.985 Pág: 5. 150 Social, pero dentro de un marco jurídico que implica no sólo la expedición de normas y estructuración de procedimientos eficaces que restablezcan el orden económico lesionado, sino que en verdad las decisiones administrativas y judiciales que se adopten sean consecuentes con la lesión o puesta en peligro del bien jurídico que se tutela. Ello conlleva además, que las facultades sancionatorias de la administración se desarrollen cumpliendo a cabalidad los presupuestos que hacen parte del debido proceso y respetando el derecho de defensa y demás garantías constitucionales. Sólo tiene sentido imponer una sanción cuando la actividad de los agentes económicos hayan puesto en peligro o lesionen el ORDEN PUBLICO ECONOMICO. Faltas, contravenciones, fallas, delitos administrativos, cualquiera que sea el nombre que se le designe a las descripciones establecidas por el Estatuto Orgánico del Sistema Financiero, y cuyo acaecimiento da como resultado la imposición de una sanción, sólo cobran sentido cuando cumplan los fines de prevención y represión en frente de actividades que atenten realmente contra el Orden Económico Social. Pues bien, de esta forma se han presentado los lineamientos, que a nuestro juicio, son los más relevantes y que ahora debe tener presente el lector, antes de concretar el asunto, materia de examen en este capítulo, que no es otro distinto a la definición material de la “LA ANTIJURIDICIDAD”. En anteriores párrafos se hizo breve referencia a las reflexiones hechas por el tratadista Hanz Welzel, al hablar sobre la antijuridicidad, como concepto que es compartido por cada una de las ramas del Derecho, sin que ello implique que a la luz de cada ciencia jurídica la 151 antijuridicidad deba entenderse de manera distinta en cada una de ellas. La antijuridicidad es una, en términos de Welzel, y por tanto las diferencias entre las rama del Derecho giran en torno del ilícito al que hagamos referencia, bien sea civil o penal. Sobre el particular dice el autor Ramsés Behnam en su obra sobre la “Antijuridicidad” al hacer mención del recordado pensamiento del autor alemán: “Afirma Welzel que, la naturaleza penal o extrapenal de esta ley contrastada, no influye en la antijuridicidad, pues ésta sigue siendo la misma, sea cual fuere la rama del Ordenamiento Jurídico, que resulte violada. Lo que depende de la naturaleza de la ley no es la antijuridicidad como cualidad, sino el propio acto antijurídico, esto es, el ilícito. Ciertamente, el concepto puede aparejar, tanto un ilícito civil, como un ilícito penal, como el daño culposo o, la perturbación arbitraria del poseeedor o viceversa”125. Esta posición que expone Welzel sobre la antijuridicidad, a pesar de que ha sido objeto de múltiples críticas, es a nuestro juicio una introducción que de entrada demuestra nuestro pensamiento en la medida que consideramos a la ANTIJURIDICIDAD, como un concepto que no se predica única y exclusivamente del Derecho Penal, sino que cubre todas las ramas del Derecho. Por ser entonces un concepto compartido, o por lo menos predicable en cada área del Derecho, obliga a determinar cuál es su sentido y función como institución jurídica que integra todo el Ordenamiento Jurídico. En primer lugar recordemos que la antijuridicidad, entendida desde el punto de vista material, hace referencia a la protección de una serie de valores sociales e individuales reconocidos por el Derecho y a los cuales se les brinda tutela mediante la promulgación de normas de distinta 125 Behnam Ramsés. La Antijuridicidad. 1.997 Pág: 23. 152 naturaleza. Es por eso que la ANTIJURIDICIDAD se define a partir de los bienes jurídicos reconocidos por el legislador, de tal modo que es la lesión o puesta en peligro de los intereses jurídicos tutelados lo que permite entender y distinguir la ANTIJURIDICIDAD MATERIAL de otras figuras, como por ejemplo la tipicidad, también reconocida como antijuridicidad formal. Para que una conducta sea punible debe ser típica, antijurídica y culpable126, y para que la conducta típica sea punible requiere, en los términos del artículo cuatro (4) del Código Penal127, que lesione o ponga en peligro, sin justa causa, el interés jurídico tutelado por la ley. En la actualidad las escuelas mas reconocidas del Derecho Penal, no niegan la existencia de la “antijuridicidad” como elemento integrante de la definición del delito, pero su definición y aplicación discrepa dependiendo de la posición que se adopte, de ahí que BEHNAM en su obra comentada expone el criterio de las escuelas alemanas e italianas en relación con la antijuridicidad material así: “ Si la antijuridicidad, en la doctrina alemana, es la unión de dos elementos: de la tipicidad y de la ausencia de una causa justificante- excluyendo al tercer elemento del delito, que es la culpabilidad, ella no es así en la doctrina italiana. Es verdad que tal doctrina, a lo menos en líneas generales, aprueba, como elementos constitutivos del delito, esos mismos elementos. Ella reconoce que el delito está compuesto por la tipicidad de la conducta y por la falta de una causal de justificación y la culpabilidad. Sin embargo, lo que la distingue de la doctrina alemana, es que ella, por lo menos, según el criterio mayoritario, intuye en la antijuridicidad no solamente la fusión de los dos primeros elementos del delito ya indicados, sino también la unión de la culpabilidad”128. 126 Decreto- ley 100 de 1980; Libro Primero, parte general Título I Cap. único, art.2 Decreto – ley 100 de 1980 Libro Primero, parte general Título I Cap. único, art. 4 128 Op. Cit. Beham. Pág 23 127 153 No negamos que es de gran importancia la concreción del enfoque que deba dársele al concepto de antijuridicidad, en los términos de la cita referida, pero a la luz de nuestro actual Ordenamiento Jurídico Penal no podemos dudar del hecho de que la antijuridicidad material se encuentra dentro de la descripción normativa del hecho punible y que hace alusión a la lesión o puesta en peligro del bien jurídico que se tutela. La protección del bien jurídico es la razón de ser de la norma de prohibición que describe los delitos en función de las necesidades sociales y en cumplimiento de una política criminal acorde con dichas necesidades, pero la salvaguarda de los valores ético sociales, pretendida al implementarse la noción de la antijuridicidad material, no sólo se predica de las materias consideradas por tradición como penales, sino de todo el Ordenamiento Jurídico, porque semejante juicio de valoración que parte de la aceptación o el reproche de la conductas desarrolladas teniendo en cuenta sus incidencias sobre los bienes jurídicos que se tutelan, han sido el fin buscado por el legislador al momento de redactar la norma y por tanto la aplicación del precepto para el caso concreto exige una valoración de la actividad que demuestre la lesión o puesta en peligro de los intereses jurídicos protegidos por el Ordenamiento jurídico en general. En resumen, la antijuridicidad material proyectada hacia el sector financiero, hace referencia a la verificación de los comportamientos que ponen en peligro el Orden Económico y Social, y que en cierta forma obligan a un estudio cuidadoso de las implicaciones que resultan del ejercicio de la actividad del banquero en contravía de las normas de prohibición, y que se reprochan siempre y cuando surjan de aquellas una lesión o puesta en peligro de los intereses jurídicamente protegidos. El Orden Económico y Social que define en el caso concreto la 154 antijuridicidad material predicable del sistema financiero, ha de entenderse en dos planos que explican a cabalidad el contenido del bien jurídico que se tutela; el primero de ellos hace alusión al interés del Estado por preservar el Orden Económico en cuanto que fija las pautas o reglas que conducen a las actividades económicas dentro de un marco que preserve el interés general, ello en ejercicio de sus facultades de intervención reconocidas constitucionalmente. Esta cualidad no es discutida en la medida que al Estado le interesa defender el Orden Económico en favor de sus intereses colectivos. En segundo lugar, el Orden Económico se entiende como el desarrollo armónico de las actividades productivas y operaciones que se realizan en el entorno de la economía y que debe ajustarse a los parámetros establecidos en las leyes con el fin de que no se quebrante el orden jurídico impuesto. En estos términos, si la actividad de los agentes del mercado económico atenta de manera directa contra el Orden Económico Social promovido por el Estado, se justifica la imposición de las sanciones a los infractores que ponen en peligro dicho interés jurídico relevante. En las discusiones suscitadas con anterioridad a la promulgación del Código penal de 1980 se dijo por parte del Dr. LUIS CARLOS GIRALDO MARIN en el proyecto de 1978 lo siguiente: “ El anteproyecto de 1978 no sólo indica en forma más precisa el bien jurídico que se tutela, sino que subdivide en cinco capítulos la materia puesto que le dio una reestructuración general y completa al título. En total, 43 artículos (… ) Las repercusiones funestas de la delincuencia de que se habla se extiende a muy diversos campos: a lo económico, porque especuladores, acaparadores, usureros, agentes del pánico y otros malandrines, ejercen su actividad pirática sobre el pueblo consumidor, entorpecen la libre competencia, y persiguen la libertad de mercadeo; a lo financiero, porque llevan la desconfianza a los inversionistas, y abusan de la buen fe de los ahorradores; a lo fiscal, porque el fraude tributario incide en menoscabo del tesoro público y, además, afecta al industrial y al comerciante honestos, ya que los expone a la bancarrota, por la ruidosa competencia de los 155 inescrupulosos; y a lo administrativo, por el muchas veces efectivo poder corruptor sobre los servicios oficiales. Pues es en lo moral , en donde el daño es más grave, porque la impunidad frecuente crea el hábito de burlar la ley y al enriquecimiento fácil de los bribones desanima al ciudadano correcto, y de esta manera en síntesis, se derrumba el código de valores de nuestra conducta pública y privada. (… ) Los llamados delitos económico y más concretamente contra el “orden económico”, tutelan la organización que el Estado intervencionista de hoy establece, para que la sociedad alcance los fines que le son propios .por ello se nace el acento en la expresión “ orden” resalta el interés público por sobre el individuo particular de los banqueros, comerciante, industriales, agricultores ,ganaderos etc., los que también resultan tutelados de manera refleja o mediata.”129 Es así que desde ése entonces ya se empezaba a pensar en la necesidad de un reconocimiento expreso del Orden Económico Social, como bien jurídico supraindividual y de gran interés para el Estado. La participación del Estado en la economía se expresa en la imposición del Orden en todos los frentes de su interés en procura del bienestar general, entre ellos y como una de los más importantes, se encuentra el Orden Económico y Social que comprende al sector financiero y las implicaciones de éste en el entorno macroeconómico. Precisamente dicho Orden lo concibe el legislador plasmándolo en las normas financieras que contienen una prohibición en favor del sector financiero; de ahí que sea indispensable para el conocimiento de la lesión o puesta en peligro del sector financiero, que aún las autoridades administrativas observen si la actividad de los agentes financieros es o no antijurídica materialmente, como estudio previo a la imposición de una sanción, sólo así realizan el fin que el mismo legislador ha establecido para el mejor desarrollo de la actividad bancaria. 129 Antonio José Cancino Moreno. Los Delitos contra el Orden Económico y Social en el nuevo Código Penal. Pág: 28 y ss. 156 El Orden Económico y Social, como bien jurídico tutelado es la base para la interpretación de las normas que describen las faltas de ésta índole y con mayor razón, aquellas que hacen alusión a la protección de la banca, concebida como servicio público esencial. 4.2 CONCEPCION DEL SECTOR FINANCIERO COMO UN SERVICIO PUBLICO Es factible que al abordar las primeras hojas de este capítulo, nuestro lector se pregunte cuál es la finalidad de entender la concepción del sector financiero como Servicio Público. Como primera medida, más allá de comprender los términos planteados aquí, a través de los cuales se califica la actividad financiera como servicio público, a fin de subrayar el deseo de protección al interés general como propósito primordial del sistema, este análisis, consciente de la trascendencia social y jurídica que tiene esta actividad, procura integrar toda nuestra investigación, para demostrar que existe un papel superlativo del banquero en nuestra economía, fundamentado principalmente en esta concepción y dado por el hecho de que viene a constituirse en un verdadero administrador de un servicio público, el de la Banca. En efecto, la industria bancaria como mecanismo irrigador de recursos en los diferentes sectores de la economía del país, es considerado como servicio público, no sólo por la participación del Estado en aquel sector, sino por las connotaciones sociales que de suyo implica. Al menos desde la ley 45 de 1.923 la Banca se vio sometida a un régimen de concesiones, noción ligada al concepto de servicio público, calidad confirmada a partir de 1959 según el Decreto 1593 de ese año. 157 Es incuestionable como principio de Derecho Público, que todo lo referente al régimen monetario es atributo del poder y elemento integrante de la soberanía del Estado. Podría ser precisamente ésta soberanía monetaria, la razón principal por la cual se deba entender a la actividad financiera como servicio público, pues el sector bancario al desarrollar su función de intermediación mediante los sistemas de captación y colocación de recursos, se constituye en variable de gran trascendencia en la ecuación económica de un país. Bajo éste parámetro de funcionamiento, decir que la industria bancaria es servicio público, obliga a que ésta cumpla necesariamente con las características y cualidades propias de aquel concepto. Se ha definido al servicio público, como aquel conjunto de actividades encaminadas a satisfacer unas necesidades de carácter general en forma continua y obligatoria, según los requerimientos del Derecho Público.130 La noción tradicional de servicio público mencionada, se estructura a partir de lo comúnmente conocido como “necesidades de interés general”, concepto que por su indeterminación ha imposibilitado una comprensión exacta de la materia. Es que uno de los grandes problemas que caracteriza el ejercicio de la abogacía, radica en la dificultad que se origina en la comunicación humana, por cuanto las palabras, que son el medio de expresión común del hombre, mantienen una relación difícil con las ideas; de ahí que en muchas ocasiones nos encontremos con frases de escritos que por su vaguedad no exponen la idea que ha pretendido comunicar su autor. Aquella dificultad es tradición en la Normatividad Jurídica, alcanzando a figuras jurídicas tales como la noción de “servicio público” que infortunadamente no es la excepción. Este problema que en el pasado no tuvo mayor incidencia seguramente porque no se contaba con los medios actuales para facilitar como ahora una crítica 130 En providencia de la Corte Suprema de Justicia de 12 de junio de 1969 sobre la industria bancaria como servicio público. 158 constructiva, no impidió calificar la actividad financiera, en ese entonces, como servicio público, muy a pesar de las trabas acontecidas a raíz de las limitaciones conceptuales. Para considerar una actividad como servicio público, según la concepción clásica, se requiere del suministro de aquellos bienes y servicios de interés general desarrollados de manera continua y obligatoria. Ya habíamos mencionado que los servicios públicos no son sólo aquellos donde el ente estatal participa de manera activa en su control y regulación, sino también muchos de ellos que se caracterizan por la participación directa del Estado en la ejecución algunas veces exclusiva del servicio. El especial entorno del sistema financiero en donde la premisa básica es la confianza de los asociados en el sector y de éste último en sus agentes y funcionarios, impone que el análisis de la responsabilidad inicie con la valoración de la especial posición de los agentes que interactúan en este mercado, dentro de la guarda y el respeto del Orden Económico Social, primordialmente, porque ejercen un servicio público por concesión del Estado y, constituyen un canal esencial para el flujo de los recursos monetarios en la economía. No en vano señaló el Magistrado Dr. HERNAN TORO AGUDELO en sentencia de 12 de junio de 1.969 la concepción del sistema financiero en aquel momento: “Entre nosotros el Estado Colombiano enfocó todo el sistema bancario como un verdadero servicio público, originario del Estado pero susceptible de ser prestado por los particulares, bajo sus regulaciones soberanas, y mediante concesión. Aunque formalmente no se califique de servicio público al que presta la banca privada, las regulaciones y controles a su expansión, y las limitaciones a las tasas de interés como fuente de utilidades, son típicas 159 normaciones de servicio público. Y aunque se habla de permisos de funcionamiento, lo que hay implícito es el otorgamiento de concesiones temporales. Y conviene advertir que este servicio público, estrechamente vinculado a los conceptos de soberanía monetaria y a la regulación general del crédito público o social, no pueden equiparse, de modo absoluto, a otros servicios económicos prestados por particulares, como los de transporte, por ejemplo, que si tienen hoy el carácter de servicios públicos no es porque se originen en funciones estatales, sino por la importancia que para la comunidad adquirieron con el progreso tecnológico, la expansión del intercambio y el desarrollo económico en general.”131 Así pues, la actividad del funcionario bancario constituye el pilar del ejercicio del servicio público fundamental encomendado al sector financiero y conlleva una relación de confianza de doble vínculo, el primero con la sociedad por ejercer el papel de custodio y administrador de los recursos que ella le confía y el segundo con la propia entidad a la cual presta sus servicios en cuanto ésta debe, por obvias razones de carácter funcional, descargar el contenido operativo de su actividad en sus administradores y auxiliares. El banquero, merced a esta concepción, adquiere una especie de apostolado que debe ejercer en el entendido de que su actividad implica el manejo de bienes y recursos que no son de su propiedad, ni de la institución a la cual prestan sus servicios y que además en su administración debe cumplir dentro de la más sana ortodoxia, el rol económico de intermediación que permita canalizar los excedentes superavitarios hacia los sectores que por déficit así lo requieran, todo esto, en 131 Sentencia de 12 de junio de 1.969. Corte Suprema de Justicia. MP: Hernán Toro Agudelo. 160 protección de los intereses del ahorrador y minimizando en lo posible el riesgo en la colocación de lo captado. No es extraño a nuestra historia financiera el que, dada la lesividad de las irregularidades que ocurren en su seno, la respuesta del Ordenamiento Jurídico haya de darse dentro de la perspectiva del Derecho Penal, bien por la vía de la aplicación del régimen punitivo tradicional, o, en los últimos tiempos, como resultado de la tipificación de estatutos especiales promulgados con destino a dicho sector. Hasta ahora, la tendencia que podría arrojar las experiencias pasadas es que la delincuencia menor, del empleado contra la institución financiera, era recogida por el régimen general del Código Penal, en tanto los estatutos especiales constituían una reacción relativamente novedosa contra nuevas formas de criminalidad y corrupción empresarial. La criminalidad del funcionario bancario, especialmente la radicada en personas de segundo o tercer orden de jerarquía, había sido examinada bajo la órbita del delito tradicional, que se vale de la oportunidad y la confianza, en tanto el comportamiento de los mas altos administradores y accionistas se consideró como una forma de lesión a un interés de superior jerarquía por encima del patrimonio económico de la entidad, por los efectos de la misma sobre el conjunto general de la economía, situación acentuada aún por la nueva calificación del banquero como administrador de un servicio público primordial. No obstante lo anterior, tal diferenciación puede resultar meramente artificial, ya que desde la base de la organización administrativa de una institución bancaria, pueden originarse hechos que atenten contra la confianza pública en el sector financiero. No es una exageración afirmar en esta instancia que considerar al sector financiero como 161 servicio público, es de especial importancia e interés para toda la industria bancaria, porque constituye de alguna manera una justificación suficiente para la medida del grado de tutela y protección de los derechos involucrados, que pueda brindar el ordenamiento a dichas instituciones y por esa misma vía al Orden Económico Social. Considerar a la Banca como servicio público no sólo se justifica por las incidencias que esto tenga en el mercado económico, sino por los intereses que de suyo maneja y que se hacen acreedores de una intervención del Estado para su regulación, control, y en determinados casos para su participación como agente financiero. Todo lo que hasta el momento se ha dicho para fundamentar la tesis de que la actividad de la Banca es servicio público, es válido hoy en día, pero dadas las reformas impuestas por el constituyente de 1991, como la implementación de una nueva forma de Estado más activo y calificado como director de la economía del país, obliga a mejorar las falencias de la doctrina clásica, pues ella implicaba pretender consolidar el significado de servicio público a partir de las “necesidades generales”, lo cual no es eficiente y mucho menos razonable. La reforma constitucional de 1991 obliga a revaluar estas doctrinas que a estas alturas podemos calificar como en parte obsoletas, lo que nos permita concluir, ahora con mayor razón, que la actividad financiera es servicio público que le interesa al Estado. Calificar determinadas actividades como servicios públicos, ha venido siendo una labor que según los grandes expositores de la materia, se utiliza para explicar la razón de ser del Estado, las relaciones entre las distintas autoridades y los particulares y la misma intervención de los entes gubernamentales en la vida económica. Son varios los apartes en donde nuestra Carta Política hace mención expresa de la noción de “servicio público”, particularmente en su Título 162 XII bajo la denominación “REGIMEN ECONOMICO Y DE LA HACIENDA PUBLICA”. La doctrina clásica no definía con exactitud la noción “servicio público”, pero la caracterizaba al considerarla como actividad sometida a un régimen especial, modificable, y que subordinaba los intereses particulares. En esta noción reinaba mucha discrecionalidad por parte del Estado en la calificación del servicio como público y en los lineamientos que conducirían su desarrollo. El poder de imperio demarcaba en gran parte la naturaleza pública o privada del servicio, este esquema hoy por hoy a dejado de tener vigencia no sólo en el campo de lo académico sino de manera afortunada en las principales leyes, como la ley superior prevista en nuestra Carta Política. El reconocido tratadista, profesor de cátedra, Dr. HUGO PALACIOS MEJIA, concluye que nuestra actual Constitución establece tres criterios utilizados para distinguir los servicios públicos, que cobran sentido dependiendo de su ubicación y significado impreso por el constituyente al hacer uso del término con connotaciones distintas pero con un alcance económico idéntico: “El fenómeno de la multiplicidad de acepciones de la expresión “servicio público” no se presenta solo en Colombia, por el contrario, un distinguido jurista francés ha dicho que la expresión “servicio público ” (… ) está saturada de significados múltiples que se sobreponen, se entrecruzan, se reenvían los unos a los otros, y entre los cuales el deslizamiento es constante (… ). Al examinar las normas relativas a los servicios públicos resulta indispensable, pues, en cada caso, precisar cuál de las acepciones fue la que el constituyente o el legislador dieron a esta expresión. En efecto, ella se utiliza a veces, aun con un alcance instr u m e n talpara referirse a todas las actividades y estructuras que la Constitución o la Ley colocan bajo la dirección directa o indirecta de las autoridades públicas. De ello hay varios ejemplos en nuestra Constitución (cita. artículos 48 y 49). Este es, por supuesto, el uso que puede tener mas contenidos, esto es, el que permite calificar como “servicios públicos” más aspectos de la vida de la sociedad. Se utiliza, también, la expresión “servicios 163 públicos” de acuerdo con lo que fueron las enseñanzas de Jéze, para referirse a un régimen jurídico especial, que confiere a quienes se rigen por él ciertas obligaciones y facultades que no se encuentran en la órbita del derecho privado. Pueden mostrarse varios textos constitucionales donde tal uso ocurre (cita el artículo 52, 150 No. 23); mas aún, este es el significado con el cual la constitución emplea con mas frecuencia los términos “servicios públicos”. Pero al mismo tiempo, la expresión “servicio público” se emplea como un m ito legitim ante , porque buena parte de la literatura política y jurídica supone que cuando las autoridades se ocupan de los servicios públicos lo hacen para satisfacer un deber social de altísimo rango, lo cual legitima en principio sus decisiones. También ese uso aparece en nuestra Carta. (cita el art. 365) “132. La actividad financiera comparte en su mayoría las características básicas de los servicios públicos según lo expuesto por el Dr. Palacios, y participa por lo tanto de los elementos que califican la expresión servicio público en cada una de sus acepciones. La banca, como todos sabemos, está regulada por medio de un Estatuto Especial, precisamente porque encontramos de por medio la prestación de un servicio especializado que exige un nivel de profesionalismo de los agentes partícipes del sector bancario, hacemos hincapié en que la normatividad se ocupa de delimitar el modo como han de operar los banqueros, las obligaciones y prohibiciones a las que están sometidos, las operaciones permitidas en el sector, y en general consagra todas aquellas condiciones indispensables para el cabal y mejor desarrollo de las funciones y servicios financieros; pero no sólo se preocupa por reglamentar la ejecución de la actividad desde su origen sino también delimita la participación misma del Estado como agente interventor y regulador de las políticas a seguir acorde con las finalidades planteadas y en favor de los lineamientos generales que rigen también otros rublos de la economía para que ella como un todo actúe armónicamente. 132 Hugo Palacios Mejia. “El Derecho de los Servicios Públicos” 1.999 Pág: 9 y ss. 164 Es también nota característica del sector, la participación del Estado a través de sus organismos de inspección, vigilancia y control, la banca central, y los entes de apoyo en la capitalización de las entidades financieras, de donde fácilmente se colige que el Estado actúa positivamente en el mercado no sólo como ente inspeccionador sino como agente colaborador, que coadyuva con sus políticas al mejoramiento de la actividad bancaria, por tener conciencia de las connotaciones socio-económicas que conlleva el mejoramiento o desmejoramiento de los servicios financieros. Por último, y aunque resulte un poco reiterativo, es de suma trascendencia para el Estado brindar los mecanismos que permitan un adecuado desarrollo de la actividad económica, por cuanto se pretende consolidar la participación de cada una de las variables económicas, en procura de un orden cuyos resultados inmediatamente se ven reflejados en las condiciones sociales de vida; precisamente la industria financiera al involucrar intereses supraindividuales obliga a que el aparato estatal la tome como un servicio de su interés y prioridad. Si para el lector no han sido más que suficientes los fundamentos expuestos con anterioridad y que consideran a la Banca como servicio público del Estado, ello se debe a que las razones jurídicas y filosóficas del punto, comentadas en muchos apartes, son de difícil comprensión pero como de la claridad de las nociones depende en su totalidad la conclusión que desde el título mismo nos hemos propuesto asumir como propia, creemos que toda duda hasta el momento no resuelta se aclara con la visión económica del término “servicio público”, propuesta por el profesor HUGO PALACIOS MEJIA. Para este reconocido tratadista la noción “servicio público” se convierte en un instrumento de gran utilidad no sólo para el Estado sino para el bienestar de todos en general, en la medida de que sea comprendida desde una perspectiva económica. 165 Se considera determinado bien o servicio como parte del concepto de “servicio público”, siempre y cuando el mercado mismo sea impotente en el suministro de aquel bien o servicio, ya no tiene relevancia la noción ambigüa de necesidades de “interés general”, propuesta por la doctrina clásica-francesa, pasándose a aquella que concibe al servicio público como aquel que por fallas del mercado económico no puede ser suministrado sin la ayuda del aparato estatal. La teoría económica propone esta definición y la justifica en la medida que protege la competencia, ayuda a la redistribución del ingreso y controla los ciclos económicos. “La teoría económica convencional ofrece otro criterio para saber cuándo debe actuar el Estado. Reconoce que en toda sociedad hay ciertos bienes que la gente desea adquirir, como por ejemplo, el ambiente sano, pero que el mercado no puede proveer en forma adecuada; y ciertos costos sociales de la actividad privada, como por ejemplo, la polución, que el mercado no puede evitar. Y, ante esas “fallas del mercado” justifica la acción del Estado como necesaria para proporcionar bienes públicos.”133 No obstante la visión moderna de servicio público, cercana mucho más, a la nueva formulación de Estado propuesta por nuestra Carta Política, como ESTADO SOCIAL DE DERECHO, nos apartamos de las consideraciones de los escépticos para afirmar que nada niega la consideración de la banca como servicio público a la luz de la Constitución Política de 1.991. La actividad financiera requiere de una reglamentación que determine las responsabilidades de los agentes que en ella actúan, pero no es suficiente por cuanto es indispensable la participación del Estado en la dirección del servicio público financiero. Partiendo de la exposición normativa establecida en el artículo 365 de la Constitución Política, 133 Ibid. Pág: 15 166 HUGO PALACIOS MEJIA construye una nueva definición de servicio público y reconoce a los servicios financieros como parte de aquel amplio concepto: “La constitución proporciona algunos pocos elementos para elaborar el concepto de “servicios públicos”, pero, en cambio, se esmera en comunicar la idea de que son algo muy importante para la comunidad, por eso proclama que son “inherentes a la finalidad social del estado”. Podría decirse, con base en el artículo 365, que si existe el Estado es, entre otros fines, para que se ocupe de los “servicios públicos”. Seis elementos importantes se encuentran en el artículo 365 de la Constitución. Tales elementos son: a. El primero se desprende del deber que se impone al Estado de asegurar que se presten los servicios públicos a todos los habitantes del territorio. Los servicios públicos deben ser, pues actividades encaminadas a proporcionar algo que todos los habitantes buscan en algún momento de su vida, o en todos los momentos, y que en principio podría ser provisto por el Estado. No son “servicios públicos”, entonces, aquellas actividades que sólo satisfacen necesidades muy peculiares u ocasionales. Mas aún los servicios públicos deben proporcionar bienes y servicios relativamente homogéneos, poco diferenciados, para que puedan ser fuente de satisfacciones para todos los habitantes (… ). b. El segundo elemento se deduce de la exigencia de que la prestación de los servicios sea “eficiente”. Esto es, los servicios públicos deben ser el resultado de actividades en las que sea posible medir la relación entre los costos en los que incurre al prestarlos , y los resultados que se obtienen. No tendrían recibo, dentro del texto constitucional colombiano, la tesis del Consejo de Estado Francés que cité atrás, y según la cual “las necesidades del servicio público deben prevalecer sobre toda consideración de interés financiero.” c. Un tercer elemento repara en que la Constitución elude definir por sí misma el régimen general de los servicios públicos, y concede al legislador una facultad amplia para hacerlo. Pero no exige que ese régimen 167 ponga a los particulares en condiciones de inferioridad frente a las autoridades, o que sea esencialmente modificable. d. El cuarto elemento que aparece manifiesto en el artículo 365 consiste en que, lejos de haber allí una “publicatio praevia” que encomiende al Estado la tarea de prestar los servicios públicos, lo que existe en el inciso segundo del artículo es lo contrario; la habilitación constitucional directa, inequívoca, tanto en favor del Estado, como de los particulares, para prestar los servicios públicos. Habilitación que, por su alto origen, ni el legislador podría desconocer. El inciso aludido dice que el Estado podrá prestar los servicios públicos; no dice en forma alguna que sea su obligación o su derecho exclusivo. Y añade la norma que también los particulares podrán prestarlos. e. El quinto elemento de nota consiste en que las actividades de servicio público pueden encaminarse a proveer tanto “bienes públicos” como “bienes privados”. En efecto, la Constitución califica de “servicio público” la preservación del ambiente, “bien que el mercado no puede cumplir en forma eficiente, porque una vez que el ambiente es sano no es posible privar de sus beneficios a nadie; esto es los costos y los beneficios del ambiente sano que no pueden repartirse adecuadamente entre las personas por medio del sistema de precios en un mercado competitivo. Por eso es claro que el concepto de servicio público incluye actividades dirigidas a producir lo que los economistas denominan “ bienes públicos”. f. El último elemento que aparece en la Constitución consiste en que los servicios públicos pueden tener también por objeto la provisión de “bienes privados”, es decir, los que el mercado puede producir con eficiencia, excluyendo de la posibilidad de adquirir tales bienes a quienes no contribuyen a pagarlos (tales como la electricidad, las comunicaciones, y los servicios financieros)(… )134 134 Ibid. Pág: 21 y ss. 168 Por muy extensa que haya sido la cita referenciada, se justifica no sólo porque ha quedado explicado la teoría constitucional del término “servicio público” sino como bien se observa, los elementos mencionados sustentan la hipótesis planteada, de la cual no duda el Dr. Palacios Mejía, al referirse a la actividad financiera como servicio público. La Banca es servicio público por cuanto ejecuta unas actividades que permiten un bienestar general por sus connotaciones socio económicas, y además están a disposición de todos en cualquier momento. Es servicio público porque la relación costo–beneficio de las operaciones financieras está claramente determinada; es servicio público porque participan en su desarrollo tanto los particulares como el propio Estado a través de sus entes que lo representan ya como agente intermediario, ya como organismo de inspección, vigilancia y control; es servicio público porque provee bienes cuyos costos son eficientes, y de gran utilidad para el Estado y en donde están involucrados los intereses de todos los habitantes del territorio. Además es servicio público porque es un bien, el cual no puede ser provisto de manera exclusiva por los particulares ello por las connotaciones socioeconómicas que de suyo implica. Así pues, los administradores del sistema financiero vienen a asumir la calidad de administradores de un servicio público ya reconocido y explicado. De acuerdo con lo anterior, la conducta profesional que exige el sistema financiero tiene que ser considerada ya no estrictamente como una conducta ejercida tan sólo por un personal calificado que presta su actividad de manera continua y diligente, sino que a su vez debe entenderse en relación a un administrador de un servicio público que tiene una responsabilidad social de alta exigencia. Sin embargo, ello no autoriza a la entidades encargadas del control y vigilancia, a la hora de imponer sanciones, el valorar la conducta objetivamente so pretexto de esta consideración, 169 prescindiendo de la aplicación de los principios del Derecho Penal, por el contrario, antes de realizar esta evaluación indebida, no sólo debe valorarse la culpa sino que debe hacerse con mayor exigencia y según ello, la aplicación de los principios penales debe darse en toda su extensión, no sólo por el estatus del implicado sino como respuesta a la comunidad que espera del Estado y sus entidades, medidas ejemplares en todo sentido, no sólo en la severidad de la sanción, para quienes han defraudado su confianza. La Banca como servicio público justifica la participación activa del Estado en el sector financiero para la preservación del Orden Económico y Social, bien jurídico tutelado por las infracciones descritas en las normas financieras. 170 CAPITULO QUINTO 5. CONCLUSIONES 5.1 LA CRISIS FINANCIERA: REFERENCIA OBLIGADA En las conclusiones de ésta tesis, se hace necesario resaltar las consecuencias de la crisis financiera por la que atraviesa nuestro país, como uno de los factores que incrementaron el riesgo de los agentes del sector, a ser susceptibles de padecer sanciones impuestas por la Superintendencia Bancaria. Después de la crisis de los 80´s, la actual que vivimos en ésta época, es a nuestro juicio de mayores dimensiones e implicaciones. Hoy la vemos como una amenaza que parecía superada y controlada, pero que en ciertos momentos cobra fuerza generando la escasez de crédito para empresas, falta de confianza para el retorno de capitales, iliquidez y en general, falta de confianza del país en su sector financiero, lo que produce en cierto aspecto la parálisis de los sectores industriales y productivos. Dentro de este contexto, se plantearán a continuación los argumentos que a nuestro juicio, sustentan la posición asumida en relación con la naturaleza jurídica de las contravenciones al régimen financiero, teniendo en cuenta el nuevo modelo de Estado propuesto por la Constitución Política de 1991, en particular los principios y garantías fundamentales que integran el gran bloque de los Derechos Constitucionales expuestos en la Carta Fundamental. 5.2 LOS PRINCIPIOS Y GARANTIAS PENALES, SE CONSTITUYEN EN EL MARCO QUE DELIMITA LA ACTUACION DE LAS AUTORIDADES ADMINISTRATIVAS, AL MOMENTO DE IMPONER UNA SANCION. Los Principios de todo Ordenamiento Jurídico, se constituyen en el punto de partida para la comprensión de los conceptos y demás fórmulas jurídicas propias de cada rama del Derecho, por eso es que se debe en su totalidad a ellos la comprensión del significado de las normas jurídicas, al igual que su alcance y limitaciones. En los principios encontramos las respuestas a la gran mayoría de las inquietudes que nos asaltan, ello es así, en la medida que se constituyen en la brújula que conduce al jurista en el momento en que decide interpretar las normas contentivas de los Códigos y demás leyes en general. Los principios que se mencionan en los primeros artículos del actual Código Penal, no deben ser comprendidos como si aquellos tuvieran un alcance limitado que se redujera a las disposiciones legales del Estatuto Punitivo; ello en cuanto que aquellos en su mayoría, han sido tomados o se han fundado de principios de mayor envergadura, que delimitan el sentido y el alcance de las ciencias jurídicas135. Concluir que las infracciones administrativas que se resaltan en las normas financieras, deben encasillarse en delitos o contravenciones de carácter penal, o por otro lado, calificárseles como simples faltas de naturaleza netamente administrativa, no resuelve el complejo problema 135 Juan Fernández Carrasquilla. Derecho penal Fundamental. Pág: 3. 172 expuesto a lo largo de este proyecto de grado. La respuesta no está en el tinte que le demos a la figura sancionatoria, sino en la adecuada interpretación de ésta para su correcto uso, ajustado a un esquema de Estado que pregona la democracia y que se califica desde el artículo primero (1) de la Carta Política de 1991, como “ Estado Social y Democrático de Derecho”. Como buen punto de partida debemos decir, que de las normas rectoras plasmadas en el Código Penal, la gran mayoría han sido el resultado de grandes confrontaciones políticas, jurídicas y militares; todo por la lucha incansable de aquellos valientes que decidieron en cierta forma, retar el poder de imposición del Estado Imperio, determinando los límites y barreras al ejercicio del poder que se predicaba en toda extensión a favor del gran “ leviatan”, y que al final se constituyó en consigna de las grandes batallas, la lucha por los derechos humanos y la defensa del individuo considerado fin en sí mismo, ello fundado en la protección, de uno de los más importantes valores propios de los seres que integramos la especie humana, “ LA DIGNIDAD DEL HOMBRE”. No queda duda que el poder sancionatorio al que tantas veces nos hemos referido, es desarrollado por el Estado al momento de imponer una sanción a cualquiera de los funcionarios o agentes que interactúan en el sector financiero; de ahí que no debemos reducir los triunfos históricos obtenidos en favor de la protección del ciudadano, cuando se enfrenta al ejercicio del IUS PUNIENDI, al catálogo normativo propuesto por el Derecho Penal tradicional, por cuanto dichos logros deben tenerse en cuenta, no sólo en los estrados judiciales haciendo mención de los delitos cometidos, sino en frente de las autoridades administrativas, por ser los principios de legalidad, tipicidad, antijuridicidad y culpabalidad, primordialmente, aquellas garantías ahora reconocidas en favor de los presuntos autores de 173 delitos o contravenciones. Sólo examinando la actuación de los administradores del sector financiero y teniendo presente los postulados mencionados, puede la autoridad judicial o administrativa absolver o condenar en las dos situaciones, con la tranquilidad de haberse respetado los principios o normas rectoras del Derecho Penal, que también forman parte del “Derecho Sancionatorio”, por haber concedido en debida forma la oportunidad al procesado de ejercitar una defensa justa, real, viable y acorde con sus intereses; pero ante todo, con la conciencia de haber aplicado correctamente el principio general del debido proceso que a nuestros ojos, en el campo del Derecho Sancionatorio, implica el cumplimiento cabal de los principios mencionados vale decir, LA TIPICIDAD, LA ANTIJURIDICIDAD, LA CULPABILIDAD, normas rectoras que forman parte del aspecto sustancial, que le da sentido a los formalismos procesales impuestos por las leyes para este tipo de asuntos, todo en favor de la dignidad humana, fin concebido por el Derecho y reconocido constitucionalmente desde el preámbulo de la Constitución Política vigente. La sanción debe ser sometida a los más estrictos controles y a las más severas restricciones: ésto es lo primero que hay que decir para que tenga sentido comenzar a hablar con verdad de los principios penales136, éstas palabras manifestadas por el abogado Juan Fernández Carrasquilla, demuestran una necesidad que se aprecia en la órbita del denominado Derecho Sancionatorio, porque dicha rama se caracteriza por las atribuciones concedidas al Estado para hacer efectivas las penas que se instituyen en las leyes. Esto exige un adecuado manejo de las fórmulas jurídicas que contienen dichas sanciones, encontrándose la solución en los principios que demarcan la órbita de esta rama del Derecho y que pregonan no sólo por la efectividad del Estado, al ejercer sus facultades, sino en la protección racional de los bienes 136 Juan Fernández Carrasquilla Derecho Penal Fundamental. Pág: 3. 174 jurídicos que se tutelan teniendo presente las garantías y derechos de quienes se encuentran a disposición de los organismos de control y vigilancia. Esos estrictos controles al poder sancionatorio del Estado deben entenderse a partir de nuestra Constitución Política y la noción de Estado Social de Derecho, que integra el nuevo marco constitucional y que inspira cada una de las instituciones jurídicas a la luz de los postulados constitucionales vigentes. 5.3 EL DERECHO SANCIONATORIO A LA LUZ DE LA NUEVA CONCEPCION DE ESTADO La nueva concepción de Estado que la Carta Política de 1991 expone desde sus primeros artículos, no es un simple planteamiento académico al que no se le deba atribuir una función real y trascendental, que influya en el manejo e interpretación de las instituciones jurídicas. El Constituyente de 1991 al implantar como parte de nuestro sistema constitucional una nueva forma de Estado, consideró que tanto la regulación y reglamentación de la actividad de éste, como su contacto con la sociedad, ostentan el mismo nivel de jerarquía e importancia sobre todo cuando se piensa en un panorama garantista de los derechos y libertades de los asociados. Tanto el reconocimiento expreso que nuestra Carta política hace de los derechos fundamentales individuales y colectivos, como la estructuración y organización del aparato estatal, sus tareas y deberes, se fundamentaron en la aspiración constitucional que se planteó en su momento y que señalaba la necesidad de implementar un Estado de Derecho sustentado en la democracia y en el contacto directo con las necesidades sociales. Este modelo de Estado permite retomar los postulados propios de los Estados Liberales como también la 175 participación activa del aparato estatal en favor de la sociedad, propia del Estado Social, lo que quiere significar una síntesis de cada uno de estos modelos, superando las falencias de uno y otro sistema. Los principios defensores de las libertades individuales, incluyendo el postulado de la legalidad, como limitación de la actividad del estado, tienen por objeto procurar el progreso efectivo de cada uno de los ciudadanos. Dicho progreso se constituye en el común denominador entre los sistemas liberales y de intervención estatal, que caracterizan al Estado Social y Democrático de Derecho. El planteamiento entonces de una serie de garantías constitucionales y legales en favor de los ciudadanos, incluye una protección real de los intereses que se encuentran en juego. Estos al estructurarse como bienes jurídicos justifican la tutela que brinda el Estado y la imposición de las penas necesarias para la defensa de dichos intereses, pero de ninguna manera debe entenderse que el ejercicio del poder de imposición del ente estatal en procura de los bienes jurídicos, permiten que éste imponga autoritariamente su voluntad, actuación que en nuestro panorama constitucional vigente, pecaría por inconstitucional. Las garantías de los ciudadanos constitucionalmente reconocidas, implican no sólo la adecuación de un modelo efectivo de protección de los bienes jurídicos tutelables, sino el reconocimiento por parte del Estado, de un adecuado procedimiento para la imposición de sanciones a quienes de alguna forma han lesionado o puesto en peligro intereses jurídicos de trascendencia social. Lo anterior significa que el modelo constitucional de Estado Social y Democrático de Derecho, debe ser puesto en práctica con mayor razón cuando el mismo Estado ejercita sus facultades sancionatorias, no sólo para entender las funciones de protección, prevención y salvaguarda de intereses de la sociedad, sino para reconocer en favor de los presuntos autores de infracciones su oportunidad a una adecuada defensa material. Sólo quienes efectivamente han lesionado o puesto en peligro sin justa causa los bienes jurídicos, 176 son merecedores del reproche social en la medida que el daño potencial o efectivo se efectué, mediando un comportamiento doloso o negligente del presunto infractor. Hablando sobre las infracciones a la Normatividad Financiera, el ejercicio de las funciones de inspección, vigilancia y control de la Superintendencia Bancaria, se desarrollan a partir del modelo de Estado propuesto por el Constituyente. La Superintendencia Bancaria como organismo de supervisión y control de las entidades que están bajo su vigilancia, cumple en el sector financiero las funciones que constitucionalmente han sido reconocidas al Estado, para el desarrollo armónico de dicho sector de gran interés para la economía. La actividad financiera por ser un servicio público de grandes connotaciones socio económicas, requiere de una estricta supervisión y participación activa del estado. Los agentes que interactúan en dicho sector están obligados a cumplir con la normatividad impuesta, de tal modo que las contravenciones a dichas disposiciones facultan al ente de control y vigilancia a imponer las sanciones previstas en las mismas leyes. Cuando la Superintendencia Bancaria se encuentra en frente de dichas contravenciones o faltas ejecutadas por los administradores de las entidades financieras, se ve obligada a abocar el conocimiento de aquellas infracciones, pero al igual que los administradores de las entidades financieras, las funciones de dicho ente de control están supeditas al cumplimiento de los preceptos constitucionales y legales, que determinan el debido proceso para este tipo de actuaciones desarrolladas ante el ente administrativo. Dichas actuaciones administrativas se justifican a partir de las funciones de inspección, vigilancia y control de las entidades financieras y sus directivos, que no es cosa distinta al reconocimiento constitucional de una de las formas de intervención del Estado en la economía, particularmente en el sector financiero. La intervención como parte del Estado Social, incluye la participación activa de los entes estatales en las actividades de importancia para la sociedad y 177 que sean de interés público. Pero las consecuencias del modelo estatal no se limitan a la justificación del poder sancionatorio de la administración, sino que necesariamente deben rodear el procedimiento desarrollado ante la Superintendencia, a partir de la noción del debido proceso y de las normas rectoras que sustentan su actuación. Esto quiere decir, que junto al Estado Social se pregona por el Estado de Derecho y sus garantías constitucionales adjetivas y sustantivas que preceden la imposición de sanciones y que rodean de protección a quienes en juicio deben demostrar la ausencia de responsabilidad frente a los cargos que se les imputan. La Constitución de 1991 reconoce como derecho fundamental el DEBIDO PROCESO, concepto que desarrolla los postulados liberales compartidos por nuestro modelo estatal y que se constituye en una de las garantías individuales constitucionales, que de no hacerse efectiva, se vulneraría el orden jurídico planteado desde la Carta Fundamental. Para entender y aplicar adecuadamente el principio del debido proceso, debemos partir de su razón de ser, que se encuentra en el derecho material que se protege en las normas sustantivas. En el caso concreto, el punto de partida lo encontramos en las facultades sancionatorias del Estado y en las normas que imponen una prohibición, la cual en el campo del sistema financiero pretende proteger de manera efectiva el bien jurídico del ORDEN ECONOMICO SOCIAL. El debido proceso del Derecho Sancionatorio, contiene una serie de principios y normas sustanciales, que obligatoriamente deben ser consideradas por la autoridad administrativa al momento de imponer una sanción que en un Estado Social y Democrático de Derecho, debe estar precedida por la adecuación del comportamiento en alguna de las contravenciones establecidas en las normas financieras, por la comprobación del grado de lesión o puesta en peligro de manera efectiva del ORDEN ECONOMICO Y SOCIAL y por 178 la valoración de la diligencia y cuidado que implica el ejercicio profesional de la actividad financiera. El Estado Social y Democrático de Derecho, responde a la preocupación de defender la sociedad del poder del Estado; de ahí que si las providencias de los organismos de inspección y vigilancia se alejan total o parcialmente de los principios que garantizan el adecuado ejercicio del IUS PUNIENDI, dichos fallos serían representativos de un Estado absolutista, merecedores de todo el reproche social por su manifiesta inconstitucionalidad. Aunque somos conscientes de que el ORDEN PUBLICO ECONOMICO requiere de una actuación ágil y eficaz de los organismos que tienen a cargo su protección, no resultan acertadas a nuestro juicio las consideraciones de los que se oponen a la aplicación de tales principios en este tipo de actuaciones, por cuanto la protección del ORDEN PUBLICO ECONOMICO no justifica la violación de postulados tales como, el principio del debido proceso, de la legalidad, de la tipicidad, de la antijuridicidad y de la culpabilidad, que como se ha visto conforman el aspecto sustancial de las formas propias de las actuaciones que se adelantan ante estas autoridades administrativas. La efectividad en la protección del ORDEN PUBLICO ECONOMICO, se obtiene a partir de la valoración en concreto de los comportamientos de los presuntos infractores, porque de lo contrario, resulta imposible verificar si con la actividad que se investiga, se pone o no en peligro el bien jurídico que se tutela. No es posible en un Estado de Derecho, justificar la tutela de intereses jurídicos, mediante la imposición de penas de manera arbitraria; esto quiere decir, que la protección del orden económico y social no se logra incrementando el volumen de las sanciones, sino determinando en cada caso si la conducta es calificada como infracción por las normas financieras, si dicha infracción se llevó a cabo sin justa causa, si desde el punto de vista 179 de la antijuridicidad de la conducta se puso en peligro o se lesionó el bien jurídico tutelado, y si ha mediado negligencia por parte del agente infractor. Sin tales valoraciones se puede incurrir en actos de autoridad pero no jurídicos, toda vez que no se tendría certeza de la vulneración del ORDEN PUBLICO ECONOMICO, razón de ser de las normas que establecen las faltas o contravenciones. De esta forma se han puesto en una balanza el ORDEN PUBLICO ECONOMICO y los derechos y garantías constitucionales de los presuntos infractores de la ley Financiera, intereses que no se contraponen en un Estado Social y Democrático de Derecho sino que se complementan mutuamente en aras de proteger los bienes jurídicos que interesan al Estado, desarrollando los postulados de legalidad y debido proceso que regulan la actuación de los entes estatales y que pretenden salvaguardar la dignidad del hombre. 5.4 LAS CONTRAVENCIONES A LA NORMATIVIDAD FINANCIERA COMO UNA DE LAS MODALIDADES DEL HECHO PUNIBLE El catálogo de lo que se ha definido como “contravenciones especiales”, está previsto en la ley 23 de 1991 modificada por la Ley 228 de 1995. En ellas se encuentra tipificadas como punibles una serie de conductas que han sido calificadas por el Legislador, como contravenciones de carácter penal. De la simple lectura de los comportamientos descritos en aquella normatividad, resulta de gran importancia reseñar que la gran mayoría de dichas contravenciones son delitos o lo han sido en algún momento, pero que por razones de política criminal, se han degradado a la categoría de contravención por diferentes motivos entre los cuales podemos nombrar: 180 - Las consecuencias poco nocivas para el conglomerado social de los comportamientos que se describen como contravenciones. - Los intereses jurídicos que se encuentran en juego y que se han considerado como parte de la esfera privada, por cuanto sus efectos nocivos no involucran directamente el interés público. - Por razones procesales entre ellas el factor cuantía, limitada hasta cierto monto dependiendo del valor del objeto material de la conducta punible. A nuestro juicio, cualquier distinción planteada por la doctrina nacional y extranjera, en relación a las diferencias entre los delitos y las contravenciones, no aplican al menos para la Normatividad Jurídica penal vigente, por cuanto el legislador se ha encargado de oscurecer y alejar toda posibilidad de diferenciación entre las dos especies del hecho punible. Lo anterior se debe a que el catálogo de “contravenciones especiales” establecido en las leyes que regulan la materia, no se distinguen de los delitos tradicionales. La misma Ley 23 de 1991 resulta en nuestra opinión confusa, en la medida que trata de plantear un sistema especial para las contravenciones “ penales ”, aún en aquellos puntos sustanciales en donde debería pensarse sin vacilación en la aplicación de las normas rectoras del Código Penal. Dispone la ley 23 en su artículo 16 que “... En los aspectos del derecho material no regulado por la presente ley son aplicables las disposiciones generales del Código Penal...”. Aunque en materia de principios del derecho penal consagrados en la parte general del Código, la ley 23 de 1991 no hace modificación alguna, sólo la redacción de la norma podría llevar a pensar al intérprete, sobre la posibilidad de que en materia de contravenciones especiales, pudo considerarse por el legislador la idea de implementar diferencias entre las dos modalidades de 181 hecho punible, diferencias que fatalmente hubieran podido terminar en la inaplicabilidad de los principios del Derecho Penal a las contravenciones que el propio legislador ha querido entender como penales. Lo anterior sólo demuestra en nuestra opinión, que se carece de una técnica legislativa que interprete adecuadamente las distintas instituciones jurídicas, ocasionando más de un problema, tanto al jurista como a las propias autoridades del Estado, que de manera desafortunada se han apartado al menos en el campo sancionatorio, de los postulados y normas que deben regir sus actuaciones al momento de poner en práctica el ejercicio del IUS PUNIENDI. Para nosotros las contravenciones financieras son reales contravenciones penales y por tanto, deben necesariamente compartir los elementos y características propias de los hechos punibles. De lo contrario la clasificación bipartida de las modalidades de comportamiento punible sería artificiosa y aceptarían en su totalidad las críticas de los autores del Derecho Penal, que en su mayoría no reconocen diferencias sustanciales entre los delitos y lo que el legislador ha establecido como contravenciones. Como bien puede observarse, de las conductas establecidas como faltas en las leyes financieras, los comportamientos que allí se describen tienen una naturaleza propia que los diferencia de los delitos tradicionales, pero que al igual que éstos, son merecedores de reproche por parte de la sociedad y del Estado. Es por lo anterior, que se justifica la aplicación de los principios tales como la tipicidad, la antijuridicidad y la culpabilidad no sólo por ser considerados éstos postulados como controles necesarios al Estado cuando 182 ejerce sus facultades sancionatorias, sino porque materialmente al ser contravenciones, comparten los elementos y características de los hechos punibles. 5.5 LAS MATERIAS PENALES NO SE CONDENSAN DE MANERA EXCLUSIVA EN LOS CODIGOS PENALES Y DE PROCEDIMIENTO PENAL El Decreto- Ley 100 de 1980 establece en su artículo 375 lo siguiente: “Las disposiciones contenidas en el libro primero de este código se aplicarán también a las materias penales de que tratan otras leyes o normas, siempre que estas no dispongan otra cosa”.137 La disposición que se transcribe sólo ratifica la posición que se ha venido asumiendo a lo largo del presente trabajo de grado. Las materias penales que como bien menciona el artículo pueden encontrarse en otras leyes, necesariamente se relacionan con el objeto del Derecho Penal. Ya en anteriores capítulos se había dicho que el objeto de las Ciencias Penales, no es otra cosa que el “HECHO PUNIBLE” que se caracteriza por sus elementos de tipicidad, antijuridicidad y culpabilidad. Las contravenciones financieras al ser consideradas como verdaderas contravenciones penales, comparten en su totalidad las características del hecho punible, a pesar de encontrarse reguladas en otras normas distintas a las del Estatuto Punitivo. En tanto que son materias penales por referirse a una de las modalidades del hecho punible, se le aplican en toda su extensión los principios del Derecho Penal. Su naturaleza, como se ha visto, chocaría con postulados que no consideren a la tipicidad, la antijuridicidad y la 137 Decreto- Ley 100 de 1980 art. 375. Código Penal vigente 183 culpabilidad como elementos de necesaria valoración para la interpretación y aplicación de dichas contravenciones. 5.6 LA NUEVA ESTRUCTURA EN LA LEY 599 DE 2000. EL NUEVO CONCEPTO DE INJUSTO PENAL La Ley 599 de 2000138 desarrolla en su libro Primero los postulados constitucionales que fundamentan el nuevo modelo de Estado, a partir del concepto de la Dignidad del Hombre. El Derecho Penal se sustenta en el respeto de la dignidad humana, así lo expone el artículo primero(1) de la ley 599, que no es cosa distinta al desarrollo legal de la Carta fundamental que en su artículo primero (1) expone como fundamento del Estado Social de Derecho el respeto a la dignidad y demás garantías constitucional del hombre. A partir de la mencionada premisa la ley 599 desarrolla las normas rectoras que se constituyen en la esencia y orientación del sistema penal.139 El sistema penal recoge el objeto de la ciencia mencionada a partir del concepto del hecho punible que incluye sus dos especies, el delito y la contravención.140 En ellas, como se ha visto, se encuentran incluidas las infracciones a las normas financieras, cuya interpretación se enmarca a partir de los elementos que integran la noción de la conducta punible, éstos son la tipicidad, la antijuridicidad y la culpabilidad.141 138 Nuevo Código Penal que entrará a regir en el 2001. El artículo 13 de la Ley 599 dice: Las normas rectoras contenidas en este Código constituyen la esencia y orientación del sistema penal. Prevalecen sobre las demás e informan su interpretación. 140 El artículo 19 de la Ley 599 dice: Las conductas punibles se dividen en delitos y contravenciones. 141 El artículo 9 de la Ley 599 establece: Para que la conducta sea punible se requiere que sea típica, antijurídica y culpable. 139 184 La estructura de la Ley 599 de 2000 se edifica a partir del sistema denominado FINALISTA, pero incluyendo en varias de su figuras e instituciones jurídicas postulados filosóficos y metodológicos de otras escuelas. El finalismo como escuela predominante a la luz de la reforma del Código Penal, parte del análisis de dos conceptos: el método y el objeto del Derecho Penal. A partir de dichos conceptos plantea las tres estructuras fundamentales en la teoría de la acción a saber: a) El concepto final de acción; b) La naturaleza dolosa de la participación; c) El poder actuar de otra manera. Sobre este planteamiento el sistema finalista introduce los elementos de tipicidad, antijuridicidad y culpabilidad, tomando como punto de partida el concepto final de acción, cuya estructura ontológica se sustenta en la premisa fundamental de que el hombre siempre actúa acorde a una finalidad, que exterioriza mediante la expresión material de su comportamiento. La acción se examina en el campo de lo ilícito y lo antijurídico y no de la culpabilidad, que queda limitada al conocimiento de los hechos. Así las cosas, el comportamiento, el dolo y la imprudencia se entienden como parte del desvalor de la acción, y la antijuridicidad material como parte del desvalor de resultado. Los anteriores argumentos expuestos a la luz de la reforma del Código Penal, son de gran importancia e interés para la posición que se ha asumido en el presente trabajo de grado, porque entendiendo a la contravención financiera como modalidad de la conducta punible obliga siempre al intérprete y al jurista a tener en cuenta, al momento de valorar el comportamiento de los presuntos infractores de la ley financiera, el elemento subjetivo como parte de la acción desplegada por el agente financiero. 185 Por otra parte el concepto de lo antijurídico, se analiza teniendo en cuenta la EFECTIVIDAD de la lesión o puesta en peligro de los bienes jurídicos tutelados 142 . Es decir, que de no demostrarse un daño o peligro concreto al ORDEN PUBLICO ECONOMICO, la conducta no es antijurídica materialmente y por tanto no susceptible de sanción. Esta concreta pero necesaria exposición planteada a grandes rasgos, sobre la nueva teoría de la acción punible en los términos de la ley 599 de 2000, nos permite afirmar que dentro del sistema implementado por la reforma al Código Penal, el elemento subjetivo del comportamiento, debe necesariamente ser valorado por el juez o la autoridad administrativa, en tanto que su examen ya no es independiente al estudio del comportamiento típico, sino que hace parte de éste. En otras palabras, el elemento subjetivo por ser parte de la acción, debe ser considerado a la hora de verificar si la conducta es o no constitutiva de infracción. Así las cosas, el nuevo esquema del Código Penal pone en tela de juicio la vigencia del principio de la “responsabilidad objetiva” que ha servido de sustento para los desafortunados pronunciamientos de la Superintendencia Bancaria. 5.7 EL REMEDIO NO DEBE JUSTIFICAR LA DESPROTECCION A LOS CIUDADANOS A nuestro juicio, la Superintendencia Bancaria ha tratado de justificar la ausencia de las garantías constitucionales de los presuntos infractores, argumentando la necesidad de proteger el ORDEN PUBLICO ECONOMICO de manera ágil, mediante la implementación de procedimientos que en su gran mayoría terminan con la imposición de sanciones. Creemos que 142 El artículo 11 de la ley 599 de 200º establece: Para que una conducta típica, sea punible se requiere que lesione o ponga efectivamente en peligro el bien jurídicamente tutelado por la ley penal. 186 la pronta respuesta del Estado en la toma de decisiones, no debe subordinar los derechos y garantías de quienes se someten al PODER SANCIONATORIO de la autoridades administrativas. Si bien la Superintendencia Bancaria como organismo de inspección, vigilancia y control, viene desarrollando un procedimiento FORMAL, cumpliendo con unas etapas preclusivas que a su juicio, cumplen con el mandato constitucional del debido proceso; la verdad es que los presuntos infractores, no encuentran en dichas garantías formales una protección adecuada de sus derechos. No tomar en cuenta los principios de tipicidad, antijuridicidad y culpabilidad para fundamentar la imposición de sanciones es tanto como afirmar que en un Estado Social y Democrático de Derecho, resulta constitucional desatender las garantías ciudadanas y más aún, aceptar como posible el desconocimiento de la dignidad del hombre. En éstos términos, no existe una real aplicación del debido proceso que como bien a quedado explicado, no se limita al planteamiento formal de una etapas del procedimiento, sino que incluye además la posibilidad de que se ejercite una defensa material y técnica, fundada en la verificación de los supuestos fundamentales que deben preceder la imposición de toda sanción. De mantenerse la posición de la Superintendencia Bancaria en estos asuntos, no existirá diferencia entre la imposición arbitraria de sanciones y el procedimiento realizado por dicha entidad que precede la sanción, y que sólo se lleva a cabo con el fin de dar cumplimiento obligatorio de un requisito para evitar posibles nulidades. Igualmente creemos que en la medida que se desatiendan los postulados de tipicidad, antijuridicidad y culpabilidad, la sanción que se impone, no obedecería a unas consideraciones reales sobre los supuestos fácticos que rodearon la presunta falta, mucho menos si EFECTIVAMENTE se puso en 187 peligro el ORDEN PUBLICO ECONOMICO, bien jurídico que pretende tutelar el legislador al tipificar las contravenciones de carácter financiero y que justifica el reproche que se plantea en dichas normas. El replanteamiento de los postulados que fundan el ejercicio de las facultades sancionatorias, permiten que en el nuevo modelo de Estado se reconozca el postulado de Justicia Material propia de los Estados Modernos. 188 BIBLIOGRAFIA ABANTO VASQUEZ, Manuel A. Derecho Penal Económico. Consideraciones Jurídicas. IDEMSA, 1.997. ARANGO LONDOÑO, Gilberto. Estructura Económica Colombiana. Mac Graw Hill. Bogotá, 1.997. AFTALION, Enrique R. Derecho Penal Administrativo. Editorial Arayú. Buenos Aires, 1.955. BACCIGALUPPO, Enrique. Curso de Derecho Penal Económico. Editorial Marcial Pons. Madrid/Barcelona, 1.998. BEHNAM, Ramses. La Antijuridicidad. Traducido por Heliodoro Fierro-Méndez. Ediciones Doctrina y Ley. Bogotá, 1.997. BERNAL CUELLAR, Jaime. Delitos Financieros. Monografías Jurídicas. Editorial Temis Librería. Bogotá, 1.985. CANCINO, Antonio José. Los Delitos contra el Orden Económico Social en el nuevo Código Penal. Ediciones Librería del Profesional. Bogotá, 1.982. 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Bogotá, 1.995. ZAFFARONI, Eugenio Raúl. Tratado de Derecho Penal. Parte General. Tomo I. EDIAR. Argentina, 1.987 ANEXO Este Anexo constituye la muestra gráfica del trabajo de campo llevado acabo en la Secretaría General de la Superintendencia Bancaria y en donde consta las Resoluciones más sobresalientes en torno a la imposición de sanciones a los administradores y demás representantes de las entidades financieras. Su propósito fundamental radica en presentar un cuadro estadístico sobre algunos casos de imposición de sanciones. Por otro lado, constituye la referencia obligada a partir de la cual se determinan los datos identificadores de las resoluciones que se han tratado especialmente en los capítulos anteriores. Como se apreciará los nombres de las personas han sido omitidos a fin de evitar lesionar los derechos de terceros sin embargo, los nombres de las entidades y los cargos desempañados por el supuesto infractor han sido conservados a fin de ilustrar al lector sobre los alcance de la facultad sancionatoria de la Superbancaaria. A su vez, el motivo de la sanción pretende mostrar cuáles en la práctica han sido aquellas conductas sancionadas y comprobar una vez más que no ha sido mucha la evolución de la Superbancaria a la hora de imponer una sanción cuando se trata de valorar los principios del Derecho Penal. Para efectos de entender la terminología empleada presentamos a continuación un GLOSARIO de los términos utilizados: GLOSARIO - EOSF: Estatuto Orgánico del Sistema Financiero. - CE: Circular Externa - CBJ: Circular Básica Jurídica - Cco: Código de Comercio - SB: Superintendencia Bancaria - CFC: Compañía de Financiamiento Comercial - CAV: Corporación de Ahorro y Vivienda - RZ: Rechazado - BANREP: Banco de la República -. RES: Resolución - Informe de Visita: Documento elaborado por funcionarios de la Superintendencia Bancaria en ejercicio de la facultad de inspección. SUPERINTENDENCIA BANCARIA SANCIONES PECUNIARIAS A TITULO PERSONAL 1992 NO. RES. FECHA ASPECTOS GENERALES ENTIDAD MULTA IMPUESTA IMPUGNACION MOTIVO DE LA SANCION 0009 3/01/1992 Exrepresentante Legal Seguros Universal y Seguros de Vida Universal. $300,000.00 Violación Decreto 1691/60 y Decreto Auton omo 678/72 0016 3/01/1992 Exjefe Departamento Contabilidad Impuestos Corporación Financiera del Transporte $200,000.00 Informe de Visita 313/90 RECUR DECISION SOS SI X NO X CONF. X X 0081 14/01/1992 Exdirector Agencia La Estrada Creditario. $1,000.000.00 Extralimitación al expedir una aceptación Bancaria. 0106 15/01/1992 Gerente General Transleasing S.A. $1,087,000.00 Violación a Estatutos de Transleasing. X X 0142 17/01/1992 Revisor Fiscal Seguros Uconal. $150,000.00 Violación Decreto1032/91 art. 3.1.6.2.3 X X 0166 22/01/1992 Exgerente CORPAVI $250,000.00 Informe de Visita 013/90 X X 0359 5/02/1992 Exjefe Unidad Crédito de la Corporación Financiera del Transporte. $200,000.00 Informe de Visita 313/90 0380 5/02/1992 Excontador Seguros Universal. $280,000.00 Violación al Decreto 2160/86 y artículo 50 y 53 del C.Co. 0381 5/02/1992 Exgerente Financiero Seguros Universal. $280,000.00 Violación al Decreto 2160/86 y artículo 50 y 53 del C.Co. 0468 10/02/1992 Exrepresentante Legal Seguros Uconal. $600,000.00 Violación artc. 3 dec. 1032/91 irregularidad seguro obligatorio. 0469 10/02/1992 Exrevisor fiscal Seguros Universal. $280,000.00 Violación art. 2 Dec. 1691/60 y art. 56 de la ley 45/90 REVOC MOD. X X X X X X X X 1210 2/04/1992 Exrepresenante Legal Corporación Financiera Industrial S.A. (en liquidación) $4,000,000.00 Informe de Visita No. 152/91 X X 1323 13/04/1992 Exdirectos Agencia La Estrada Creditaria. $1,000,000.00 Informe de visita No. 115/91 X X 1399 20/04/1992 Auxiliar contabilidad creditario Chapinero. $40,000.00 Irregularidad pago de cheque incumplimiento art. 4.3. Manual de Cuentas Corrientes. X X Los Nombres de las personas fueron omitidos a fin de evitar lesionar derechos de terceros. 1 SUPERINTENDENCIA BANCARIA SANCIONES PECUNIARIAS A TITULO PERSONAL 1992 1400 20/04/1992 Exjefe cuentas corrientes creditario Chapinero. $50,000.00 Irregularidad pago de cheque incumplimiento art. 4.3. Manual de Cuentas Corrientes. 1574 30/04/1992 Representante Legal Administradora Ganadera de Pensiones y Cesantías. $300,000.00 Contravención Circular Externa 049/91 y 060/91 X 1576 30/04/1992 Representante Legal Porvenir S.A. $450,000.00 Contravención Circular Externa 049/91 y 060/91 X 1578 30/04/1992 Representante Legal Fondo Diners S.A. $500,000.00 Contravención Circular Externa 049/91 y 060/91 X X 1581 30/04/1992 Representante Legal Cesantías de Colombia S.A. $100,000.00 Contravención Circular Externa 049/91 y 060/91 X X 1583 30/04/1992 Representante Legal Colfondos S.A. $450,000.00 Contravención Circular Externa 049/91 y 060/91 X X 1585 30/04/1992 Gerente General Skandia. $300,000.00 Contravención Circular Externa 049/91 y 060/91 X X $100,000.00 Informe de Visita No. 113/91 X X $200,000.00 Contravención artículo 12 Ley 65/66 y Res. 3750/74 X X X X 1617 5/05/1992 Exgerente Oficina Av. 19 Creditario. X X X 1671 11/05/1992 Representante legal Agencia de Seguros La Sabana. 1731 14/05/1992 Representante Legal Interya Seguros Ltda. $1,000,000.00 Informe de Visita entre 31 de julio y 8 de agosto de 1.991 1770 15/05/1992 Representante Legal Leasing de Colombia S.A. 4/06/1992 Exgerente Creditario sucursal Usaquen. $1,000,000.00 Informe de Visita No. 003/91 X $50,000.000 Informe de Visita No. 118/91 X X 2076 2259 10/06/1992 Exrepresentante Legal Seguros Universal (en Liquidación) $100,000.00 Violación art. 50-53 C. Co. y Decreto 1691/60, 678/72 2481 19/06/1992 Gerente Sucursal Pasto Banco del Estado. $50,000.00 Violación art. 3 Decreto 1939/86 2489 23/06/1992 Exgerente Comercial oficina Multibanca Corabasto Creditario. $50,000.00 Informe de Visita No. 120/91 2524 24/06/1992 Revisor Fiscal Banco Colpatria. $100,000.00 Informe de Visita 122/90 X X X X X Los Nombres de las personas fueron omitidos a fin de evitar lesionar derechos de terceros. 2 SUPERINTENDENCIA BANCARIA SANCIONES PECUNIARIAS A TITULO PERSONAL 1992 2525 24/06/1992 Exrevisor Fiscal Banco Colpatria. $200,000.00 Informe de Visita 122/90 X X 2783 10/07/1992 Exgerente departamental Creditario Cartagena. 10/07/1992 Subgerente Creditario sucursal Puente Aranda. 10/07/1992 Exgerente Sucursal Creditario Puente Aranda. 10/07/1992 Exfuncionaria Corporación Finnaciera Transporte S.A. 10/07/1992 Presidente Granhorrar. $50,000.00 Informe de Visita No. 123/91 X X $50,000.00 Informe de Visita No. 108/91 X RZ $100,000.00 Informe de Visita No. 108/91 X $50,000.00 Informe de Visita No. 97/91 X $150,000.00 Informes de Visitas Nos. 209 y 219/90 X 2784 2785 2790 2791 2807 $50,000.00 Informe de Visita No. 120/91 X 3173 10/07/1992 Exsubgerente operativo Corabastos Crediotario. 6/08/1992 Gerente Creditario Barrio Galán. $150,000.00 Informe de Visita No. 125/91 X X 3559 7/09/1992 Exdirector Cartera BCH Usaquén. $100,000.00 Informe de Visita No. 111/91 X X 3560 7/09/1992 Exsubgerente operaciones BCH. $100,000.00 Informe de Visita No. 111/91 X X 3561 7/09/1992 Funcionaria del BCH. $100,000.00 Informe de Visita No. 111/91 X X 3562 7/09/1992 Jefe Cuentas Corrientes sucursal Banco Mercantil Pereira. $2,000,000.00 Informe de Visita No. 279/90 X X $200,000.00 Informe de Visita No. 279/90 3739 9/09/1992 Subegerente Sucursal Pereira Banco Mercantil. 16/09/1992 Gerente Asegurar Ltda. $500,000.00 3933 25/09/1992 Exjefe departamento Cartera Corfitranporte. $200,000.00 Incumplimiento artículo 28 Decreto 1798/90 Informe de visita 313/90 4069 5/10/1992 Exgerente Seguros del Comercio Sucursal Bucaramanga. 13/10/1992 Representante Legal Colpatria Fondo de Pensiones y Cesantías. $100,000.00 Violación art 92 Ley 45/23 $100,000.00 Contravención Circular Externa 049/91 3590 4212 X X X X X X X X X Los Nombres de las personas fueron omitidos a fin de evitar lesionar derechos de terceros. 3 SUPERINTENDENCIA BANCARIA SANCIONES PECUNIARIAS A TITULO PERSONAL 1992 4458 29/10/1992 Representante Legal soc. Jorge Jimenez & Cia. Corredores de seguros. $50,000.00 Violación artículo 3.2.1.0.5.0 EOSF y art. 1351 del Cco. X 4531 3/11/1992 Revisor Fiscal Leasing Capital. $200,00.00 Informe de Visita No. 093/91 4533 3/11/1992 Presidente Leasing Capital S.A. $500,000.00 Informe de Visita No. 078/92 4557 4/11/1992 Oficial servicos bancarios Banco Cafetero Cucuta. 9/11/1992 Representante Legal Leasing Bogotá S.A. $300,000.00 Contravención No. OJ090/72 $500,000.00 Informe de Visita No. 075/92 X 4606 X X X X X X 4722 13/11/1992 Gerente Fiduciaria Alianza S.A. $500,000.00 Violación art. 16 Decreto 938/89 X X 4901 30/11/1992 Presidente Davivienda. $150,000.00 Df.inv. Alta liquidez X X 4921 30/11/1992 Gerente Sucursal Barranquilla Creditario. $50,000.00 Informe de Visita No. 007/91 5109 18/12/1992 Revisor Fiscal Seguros La Andina S.A. $20,000.00 Informe de Visita No. 122/91 X X 5110 $30,000.00 Informe de Visita No. 039/90 X X 5113 18/12/1992 Revisor Fiscal Seguros Comerciale Bolivar S.A. 18/12/1992 Gerente Banco Popular Sucursal Florencia. $100,000.00 Violacion art. 715 y 737 del Cco. Circular Externa No. DV 21/85 X 5114 18/12/1992 Jefe giros Banco Popular Florencia. $100,000.00 Violacion art. 715 y 737 del Cco. Circular Externa No. DV 21/85, Ley 1 de 1.980 X 5115 18/12/1992 Gerente Banco Popular Sucursal Florencia. $100,000.00 Violacion art. 715 y 737 del Cco. Circular Externa No. DV 21/85, Ley 1 de 1.980 X 5118 18/12/1992 Gerente Sucursal Cali Banco Popular. $150,000.00 Informe de Visita No. 165/91 X X Los Nombres de las personas fueron omitidos a fin de evitar lesionar derechos de terceros. 4 SUPERINTENDENCIA BANCARIA SANCIONES PECUNIARIAS A TITULO PERSONAL 1992 4458 29/10/1992 Representante Legal soc. Jorge Jimenez & Cia. Corredores de seguros. $50,000.00 Violación artículo 3.2.1.0.5.0 EOSF y art. 1351 del Cco. X 4531 3/11/1992 Revisor Fiscal Leasing Capital. $200,00.00 Informe de Visita No. 093/91 4533 3/11/1992 Presidente Leasing Capital S.A. $500,000.00 Informe de Visita No. 078/92 4557 4/11/1992 Oficial servicos bancarios Banco Cafetero Cucuta. 9/11/1992 Representante Legal Leasing Bogotá S.A. $300,000.00 Contravención No. OJ090/72 $500,000.00 Informe de Visita No. 075/92 X 4606 X X X X X X 4722 13/11/1992 Gerente Fiduciaria Alianza S.A. $500,000.00 Violación art. 16 Decreto 938/89 X X 4901 30/11/1992 Presidente Davivienda. $150,000.00 Df.inv. Alta liquidez X X 4921 30/11/1992 Gerente Sucursal Barranquilla Creditario. $50,000.00 Informe de Visita No. 007/91 5109 18/12/1992 Revisor Fiscal Seguros La Andina S.A. $20,000.00 Informe de Visita No. 122/91 X X 5110 $30,000.00 Informe de Visita No. 039/90 X X 5113 18/12/1992 Revisor Fiscal Seguros Comerciale Bolivar S.A. 18/12/1992 Gerente Banco Popular Sucursal Florencia. $100,000.00 Violacion art. 715 y 737 del Cco. Circular Externa No. DV 21/85 X 5114 18/12/1992 Jefe giros Banco Popular Florencia. $100,000.00 Violacion art. 715 y 737 del Cco. Circular Externa No. DV 21/85, Ley 1 de 1.980 X 5115 18/12/1992 Gerente Banco Popular Sucursal Florencia. $100,000.00 Violacion art. 715 y 737 del Cco. Circular Externa No. DV 21/85, Ley 1 de 1.980 X 5118 18/12/1992 Gerente Sucursal Cali Banco Popular. $150,000.00 Informe de Visita No. 165/91 X X Los Nombres de las personas fueron omitidos a fin de evitar lesionar derechos de terceros. 5 SUPERINTENDENCIA BANCARIA SANCIONES PECUNIARIAS A TITULO PERSONAL 1993 NO. RES. 00276 FECHA ASPECTOS GENERALES ENTIDAD MULTA IMPUESTA 4/02/1993 Gerente Sucursal Norte Seguro Estado Gles S.A. $1,500,000.00 MOTIVO DE LA SANCION RECURSOS SI NO IMPUGNACION DECISION CONF. REVOC. 00392 11/02/1993 Directora Creditario Agencia San Roque Barranquilla $50,000.00 Informe de Visita No. 122/91 X RZ 00393 11/02/1993 Directora (e) Creditario Agencia Delicas Barranquilla $50,000.00 Informe de Visita No. 122/91 X RZ 00394 11/02/1993 Directora (e) Creditario Agencia Porvenir Barranquilla. $50,000.00 Informe de Visita No. 122/91 X RZ 00395 11/02/1993 Director (e) Creditario Agencia El Paraíso Barranquilla. $50,000.00 Informe de Visita No. 122/91 X RZ 00396 11/02/1993 Exgerente Creditario Sucursal Barranquilla. $50,000.00 Informe de Visita No. 122/91 X X 00397 11/02/1993 Exgerente Creditario Sucursal Multibanca Corabastos $50,000.00 Informe de Visita No. 120/91 X X 00402 12/02/1993 Revisor Fiscal C.F.Norte S.A. $150,000.00 Informe de Visita No. 094/91 X X 01142 15/04/1993 Revisor Fiscal Banco Superior. $100.000.00 Informe de Visita No. 024/92 X X 01198 20/04/1993 Exgerente Escobares Asociados Corredores de Seguros. $100.000.00 Informe de Visita No. 094/92, violación art. 1.2.0.2.4 . EOSF 01293 27/04/1993 Exrevisor fiscal Seguros Caribe S.A. $100.000.00 Violación art. 1080 Cco. $300,000.00 Violación art. 4.1.1.0.3. EOSF, circular Externa 029/989 01370 4/05/1993 Gerente Almagran Pereira. X X X X 01495 13/05/1993 Representante Legal Leasing Gran Colombia. $500,000.00 Informe de Visita No. 013/93 X 01656 21/05/1993 Presidente Leasing Citibank $100,000.00 Incumplimiento artículo 209 EOSF X X $100,000.00 Violación art. 207, Cco X X 01833 7/06/1993 Revisor Fiscal La Nacional de Seguros. MOD. Informe de Visita X Los Nombres de las personas fueron omitidos a fin de evitar lesionar derechos de terceros. 6 SUPERINTENDENCIA BANCARIA SANCIONES PECUNIARIAS A TITULO PERSONAL 1993 02260 9/07/1993 Revisor Fiscal FES y CFC 02269 9/07/1993 Presidente Banco de Caldas. $100,000.00 Informe de Visita CFC-01-92 X X $1,500,000.00 Informe de Visita No. BC-08-92 X X 02367 21/07/1993 Gerente Sucursal Cra. 7a Banco de Caldas. $300,00.00 Informe de Visita No. BC-08-92 X X 02370 21/07/1993 Vicepresidente Banco Caldas. $800,000.00 Informe de Visita No. BC-08-92 X X 02388 21/07/1993 Gerente Sucursal Corabasto Creditario. $50,000.00 Informe de Visita No. 120/91 03028 13/09/1993 Gerente Comercial Fiduciaria Bursátil. $3,500,000.00 Operaciones de Compraventa de títulos a futuro en nombre propio. X X 03029 13/09/1993 Exrepresentante Legal Fiduciaria Bursátil S.A. $3,500,000.00 Operaciones de Compraventa de títulos a futuro en nombre propio. X X 03030 13/09/1993 Miembro Junta Directiva Fiduciaria Bursátil. $3,000,000.00 Violación art. 438 Cco. X X 03030 13/09/1993 Miembro Junta Directiva Fiduciaria Bursátil. $3,000,000.00 Violación art. 438 Cco. X X 03030 13/09/1993 Miembro Junta Directiva Fiduciaria Bursátil. $3,000,000.00 Violación art. 438 Cco. X X 03030 13/09/1993 Miembro Junta Directiva Fiduciaria Bursátil. $3,000,000.00 Violación art. 438 Cco. X X 03143 24/09/1993 Gerente Creditario Sucursal Valledupar. $50,000.00 Informe de Visita 121/91 X X 03375 13/10/1993 Exrepresentante Legal ALCALDAS S.A: $200,000.00 Informe de Visita No. AGD-026/93 X X 03414 15/10/1993 Revisor Fiscal ALCLADAS S.A. $200,000.00 Informe de Visita No. AGD-026/93 X X X X 03594 3/11/1993 Revisor Fiscal Inversiones Delat Bolivar S.A. $75,000.00 Informe de Visita No. 013/92 03602 4/11/1993 Gerente UPAC Colpatria Santamarta $100,000.00 Violación CE No. 036/85 y CE 72/88 y 40/89 X X Los Nombres de las personas fueron omitidos a fin de evitar lesionar derechos de terceros. 7 SUPERINTENDENCIA BANCARIA SANCIONES PECUNIARIAS A TITULO PERSONAL 1993 03841 25/11/1993 Exrepresentante Legal Seguros Médicos Voluntarios. $200,000.00 Violación art. 238 Nral 1 Cco. X 03904 26/11/1993 Gerente Creditario Cartagena. $50,000.00 Informe de Visita No. 123/91 X 03905 26/11/1993 Gerente Creditario Cartagena. $50,000.00 Informe de Visita No. 123/91 X RZ 03909 26/11/1993 Liquidador Seguros Médicos Voluntarios. $200,000.00 Informe de Visita Operaciones Marzo 31/92 X X 03910 26/11/1993 Subgerente Creditario Cartagena. $300,000.00 Informe de Visita 123/91 03990 2/12/1993 Revisor Fiscal Financiera Colpatria. $250,000.00 Informe de Visita No. RF-01/92 04161 16/12/1993 Junta Directiva Leasing Santander. $300,000.00 Violación artcs. 73 y 325 EOSF X X X X X X Los Nombres de las personas fueron omitidos a fin de evitar lesionar derechos de terceros. 8