Número de registro: 21639 Novena Época Instancia: Tribunales

Anuncio
AMPARO DIRECTO 93/2009.
Número de registro: 21639
Novena Época
Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta
Tomo: Tomo XXX, Julio de 2009
Página: 2086
AMPARO DIRECTO 93/2009. **********
CONSIDERANDO:
CUARTO. Previo al estudio de los conceptos de violación hechos valer, es menester precisar
que, contrario a lo estimado por la tercera perjudicada, no se surte causal de improcedencia
alguna del juicio de garantías por considerar actualizadas las excepciones de falta de
legitimación de la parte actora y de litisconsorcio pasivo necesario que se invocaron en el
juicio natural y no analizó la autoridad responsable antes de estudiar el fondo, así como por el
indebido examen que se aduce se hizo de la diversa excepción de falta de legitimación
pasiva.
Lo anterior es así porque, como se observa, para sostener las razones que se invocan se
requeriría adentrarse en la sentencia reclamada y determinar si se analizaron los presupuestos
procesales que refiere la tercera perjudicada lo que, obviamente, implicaría examinar el fondo
del asunto conforme lo establece la jurisprudencia P./J. 135/2001, localizable en la Novena
Época del Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo XV, enero de 2002, página
5, que dice: "IMPROCEDENCIA DEL JUICIO DE AMPARO. SI SE HACE VALER UNA
CAUSAL QUE INVOLUCRA EL ESTUDIO DE FONDO DEL ASUNTO, DEBERÁ
DESESTIMARSE. Las causales de improcedencia del juicio de garantías deben ser claras e
inobjetables, de lo que se desprende que si se hace valer una en la que se involucre una
argumentación íntimamente relacionada con el fondo del negocio, debe desestimarse."
QUINTO. Son infundados los conceptos de violación hechos valer.
No asiste razón al quejoso cuando aduce, sustancialmente, que es equivocada la
determinación de la autoridad responsable al considerar ajustado a derecho el testamento
cuya nulidad se demandó, en virtud de que no tomó en cuenta que incumple las formalidades
prescritas en los artículos 2829, 2830, 2832, 2834, 2841, 2842, 2843, 2845 y 2846, así como
el principio de continuidad que rige a ese acto jurídico, previsto en los diversos numerales
2666 y 2847 de la legislación sustantiva civil de la entidad; el notario que autorizó dicho acto
debió cerciorarse de la incapacidad que afectaba a la testadora (disminución visual aguda)
desde que lo inició a fin de que procediera conforme al citado 2842, o sea, asistiéndose de
dos testigos que deberían reunir las condiciones estatuidas en el diverso 2832, mas no tratar
-1-
AMPARO DIRECTO 93/2009.
de salvar esas circunstancias al final como lo hizo, apoyándose en los dispositivos 92 de la
Ley del Notariado y 2845 del invocado Código Civil jalisciense, calificando la mencionada
incapacidad como ceguera.
Se arriba a esa conclusión en virtud de que, por los motivos que a continuación se expondrán,
no se está en el supuesto a que alude el anotado arábigo 2842, por lo que no era necesario que
la redacción del testamento se sujetara a las formalidades relacionadas con esa regla especial.
Los artículos 2841, 2842, 2843, 2845, 2846 y 2847 de la codificación civil para el Estado, en
su orden precisan: "Artículo 2841. El testamento público abierto, es el que se otorga y dicta
de una manera clara, precisa y terminante por el testador ante el notario, salvo lo dispuesto en
el artículo siguiente."; "Artículo 2842. Se requiere de dos testigos cuando: I. El testador sea
menor de edad; II. El testador no sepa leer y escribir; III. El testador sea sordo, mudo, o
ciego; IV. El notario no conozca al testador, ni haya bases suficientes para su plena
identificación; y V. En el caso previsto en el artículo 2833."; "Artículo 2843. El notario
redactará por escrito las cláusulas del testamento, sujetándose estrictamente a la voluntad del
testador, y las leerá en voz alta para que éste manifieste si está conforme. Si lo estuviere,
firmarán todos el instrumento, asentándose el lugar, año, mes, y día en que hubiere sido
otorgado, precisándose, además, la hora de su inicio y de su terminación."; "Artículo 2845.
Cuando sea ciego el testador, se dará lectura en voz alta al testamento dos veces: una por el
notario y otra por uno de los testigos u otra persona que el testador designe."; "Artículo 2846.
Concluido el acto lo deberán firmar el testador y los testigos en los casos a que se refiere este
código y el notario, además el testador y los testigos si es el caso escribirán de su puño y letra
su nombre debajo de su firma, y finalmente el testador estampará las dos huellas digitales de
sus pulgares; en caso de que el interesado no cuente con alguno o ambos pulgares, se
estampará cualquiera otra de sus huellas digitales, debiéndose razonar ésta circunstancia."; y,
"Artículo 2847. Las solemnidades se practicarán ininterrumpidamente y el notario dará fe de
haberse llenado todas ellas. Faltando alguna de las mismas, quedará el testamento sin efecto,
y el notario será responsable de los daños y perjuicios. No se considera interrumpido el
testamento por la impresión de la escritura."
También se estima conveniente traer a colación lo que respecto a las normas transcritas se
expresa en la exposición de motivos de las reformas al Código Civil estatal, vigente desde el
catorce de septiembre de mil novecientos noventa y cinco, que es del siguiente tenor: "El
título relativo a la ‘forma de los testamentos’, se modifica en esta iniciativa por lo que
corresponde a los testigos instrumentales, que más que ser un elemento de seguridad en este
acto solemne, en la actualidad se estaban constituyendo precisamente en lo contrario, ya que
han sido varios los casos que recientemente han conocido los tribunales en los que personas
interesadas en anular algún testamento aducen alguna falta de solemnidad y para probar su
dicho, llaman a declarar ante el tribunal a los testigos instrumentales, quienes tomando
partido por algunas de las partes en contienda y quizá por motivos inconfesables, sus
-2-
AMPARO DIRECTO 93/2009.
declaraciones son a complacencia de quien los presenta. De esta forma llega al absurdo de
algunas sentencias que al valorar lo afirmado por el notario en el testamento público abierto,
contra lo dicho por los testigos instrumentales ante la autoridad judicial y conforme a la
letrística interpretación del código procesal civil, al hacer una valorización de las pruebas,
dan crédito suficiente al dicho de los testigos con los sofismas de que es el dicho de tres
contra uno y peor aún cuando se señala, que como el notario es responsable de esas
irregularidades, el dicho del fedatario es parcial e interesado en el procedimiento judicial.
Todo esto ha traído inseguridad para la validez de los testamentos y como resultado que los
señores notarios ante el cúmulo de dificultades que ello les acarrea, optan por mejor no
autorizar testamentos, con los consiguientes trastornos sociales que ello implica. La
menguada credibilidad a lo afirmado por el fedatario, se traduce en que se considera a este
funcionario como no depositario de la fe pública en su totalidad, ya que necesita
complementarla con otros elementos como es la presencia de testigos. Se ha echado también
a la borda la profesionalización que actualmente ha tomado la actividad notarial, ya que
conforme a las leyes vigentes desde hace 20 años en el Estado, sólo pueden obtener la
posibilidad del ejercicio notarial quienes demuestren tener la honorabilidad que se requiere
para ello, pero además la práctica y desarrollo académico que acrediten ser capaces para el
desempeño; ya que se ha instituido el sistema de oposición para la obtención del fíat
respectivo; además los fedatarios son vigilados en su actividad en forma permanente por
parte del Ejecutivo por conducto de la Procuraduría de Justicia y del Colegio de Notarios; por
ello se requiere, debe considerarse a los fedatarios como plenos depositarios de la fe y la
confianza públicos, y por ende suficiente su dicho para que se otorguen ante su fe las
disposiciones testamentarias, sin necesidad del concurso de los testigos instrumentales, salvo
los casos especiales que ahí se indican y que vienen a ser la excepción. El testamento público
abierto es el más común en la actualidad, ya que su redacción y eficacia quedan a cargo del
notario, a quien se hace responsable de ello, pero no quiere decir que por esta generalización
sea la forma más segura y eficaz de cumplir con la esencia de una disposición testamentaria.
Las principales objeciones que se hacen a esta forma de testar se encuentran, en que la
voluntad del testador puede no ser la auténtica, ya que está sujeta a la interpretación del
notario, pero hay otra más; al quedar estampadas estas disposiciones en los libros del
protocolo y además remitirse copia de ellas al Archivo de Instrumentos Públicos, el secreto
notarial que se exige a los fedatarios es sumamente vulnerable, porque bastará cualquier
deslealtad de algunos empleados de la propia notaría o del Archivo de Instrumentos Públicos,
para que den la información a personas que diciéndose interesadas, quisieren conocer el
sentido y alcance de una disposición testamentaria; violando con ello el derecho a la reserva
que le asiste al testador con motivo de su testamento. Se ha buscado mediante la adecuación
de los testamentos público cerrado y ológrafo, garantizar en forma total esta reserva. Por lo
que ve al testamento público abierto, subsistiendo las causas de limitación a la intervención
de testigos instrumentales, se señala que antes de cerrarse el pliego que contiene la
disposición testamentaria, el notario debe leer para sí dicha disposición a efecto de verificar
su regularidad y en caso de que haya una observación deberá hacerla saber al testador para
-3-
AMPARO DIRECTO 93/2009.
que la corrija; así mediante ese testamento, se obtiene la seguridad de la responsabilidad por
la intervención notarial en el contenido del testamento, que sólo el testador y el notario
conocerán y además, de que el contenido del testamento sólo se conocerá cuando se abra por
la autoridad judicial con motivo de su trámite. ..."
De los numerales copiados se advierte lo siguiente: que el testamento público abierto es el
que se emite directamente por el testador ante un notario, a menos de que aquél sea un menor
de edad, no sepa leer y escribir, sea sordo, mudo o ciego, no lo conozca el notario ni le sea
factible identificarlo, porque entonces tendrán que intervenir dos testigos; que el fedatario
asentará por escrito la voluntad del otorgante y la leerá en voz alta para que éste exprese su
conformidad; que tratándose de ciegos, el documento se leerá en dos ocasiones, una por el
referido notario y, otra por uno de los testigos o persona distinta que el testador elija y al
finalizar firmarán todos los participantes, debiendo estampar los testigos su nombre debajo de
la firma y el otorgante, además, sus huellas dactilares.
Asimismo, de la mencionada exposición de motivos se colige que la injerencia de los testigos
solamente se justifica en los supuestos especialmente previstos (menores de edad, sordos,
mudos, ciegos, etcétera), en aras de que en todos los demás casos se dé a la actuación del
fedatario la mayor credibilidad posible y evitar que se confiera a los susodichos testigos
instrumentales mayor importancia de la que poseen pues, la práctica ha demostrado que
pueden llegar a convertirse en cómplices de quienes se interesan en destruir las disposiciones
testamentarias, con el consiguiente menoscabo de la función autenticadora del verdadero
depositario de la fe pública, pasando por alto la honorabilidad que implica el ejercicio de su
actividad, la preparación profesional que al efecto se exige y la supervisión que sobre él
ejerce la autoridad competente.
Por otra parte, también es menester tener en cuenta lo prescrito por el artículo 14 del mismo
Código Civil, que previene: "Las leyes que establecen excepción a las reglas generales, no
son aplicables a caso alguno que no esté expresamente especificado en las mismas leyes.";
que no es otra cosa que el principio de interpretación taxativa de la ley, conforme al cual las
normas que regulan hipótesis específicas son de observancia estricta y operan justo para la
situación que contemplan, sin que se permita su extensión a casos análogos.
Luego, atendiendo a lo expresado, es claro que, en la especie, no existía razón para que en la
escritura 2,162 de diecisiete de junio de mil novecientos ochenta y ocho, que contiene la
última voluntad de la autora de la sucesión, aquí tercera perjudicada, tuvieran que satisfacerse
las formalidades que, reiteradamente, recalca el quejoso, referentes a la designación de dos
testigos que no se ubiquen en los supuestos del numeral 2832, esto es, que sean empleados o
dependientes económicos del notario, éste en sí mismo, que se trate de menores de edad,
ciegos, sordos, mudos, personas que no estén en su sano juicio o no entiendan el idioma del
otorgante, los herederos, legatarios, descendientes, ascendientes, cónyuge o hermanos, así
-4-
AMPARO DIRECTO 93/2009.
como quienes hubieren sido condenados por el delito de falsedad, toda vez que la
disminución de la capacidad visual en grado elevado es obvio que no es equivalente a la
ceguera a que literalmente se refiere el preinserto artículo 2842, fracción III, lo que en el caso
se corrobora por el hecho de que la testadora pudo firmar el instrumento en comento, según
se advierte de la parte en que se asentó: "... expliqué a la testadora el alcance, la trascendencia
y consecuencias legales, quien lo aceptó, aprobó y ratificó por ser su voluntad lo expresado
por ella, firmó ante mí e imprimió sus huellas digitales en unión de la persona que leyó el
testamento a ruego de la testadora y del suscrito notario a las 19:30 (diecinueve horas treinta
minutos) del día y mes de su fecha. Firmado.**********. Firmado. **********. El sello de
autorizar."
A lo anterior se añade la circunstancia de que, como bien lo sostuvo el órgano de alzada, en
autos no se demostró que la autora de la sucesión padeciera de ceguera, ya que no se ofreció
prueba encaminada a demostrarlo. Sin que resulte útil para ese efecto la escritura 3,603 de
diecinueve de noviembre de mil novecientos noventa y seis, pasada ante el notario diez de
Zapopan, Jalisco, relativa al penúltimo testamento otorgado por la de cujus, el cual se llevó a
cabo conforme a los requisitos estatuidos en el multimencionado artículo 2842 del Código
Civil para el Estado de Jalisco, ante la manifestación de la testadora acerca del deterioro de su
capacidad visual, porque solamente quedaría demostrado que, desde entonces, le aquejaba
ese mal, pero en modo alguno implica que, a la fecha en que se tiró el diverso documento
cuya nulidad se impugna, existiera propiamente ceguera y, por lo mismo, fueran aplicables
las reglas especiales.
En ese orden de ideas, devienen infundadas las diversas alegaciones consistentes en que no
era suficiente designar a un tercero para leer el testamento por segunda ocasión, sino que
tenía que ser leído por alguno de los testigos instrumentales o, en todo caso, por la persona
que la otorgante eligiera y no como lo hizo el notario, que fue quien designó a uno de sus
colaboradores, toda vez que si el notario procedió así, fue a petición de la testadora ya que,
conforme se estableció, no estaba obligado a seguir esa formalidad; pero, además, esa
circunstancia no hace que la disposición testamentaria pierda su eficacia, dado que finalmente
se acató lo ordenado por el dispositivo 2843 (copiado párrafos atrás), en la medida que se
redactó por escrito la disposición de la otorgante, se leyó en voz alta para que manifestara su
conformidad y estampó su rúbrica, dejando expresión del lugar, fecha y hora en que se llevó
a cabo el acto, tal como se advierte de la transcripción que efectuó la Sala responsable en la
sentencia reclamada, precepto que sí tenía que cumplimentarse a cabalidad por tratarse de
una regla general del testamento público abierto.
Adicionalmente, cabe decir que en el juicio de origen no se acreditó que el licenciado
********** fuera empleado del fedatario, como se afirma; al margen de que, se insiste, no
existe motivo para examinar la calidad de esa persona a la luz del invocado arábigo 2832, en
atención a que no se trata propiamente de un testigo de los que se prevén en el diverso
-5-
AMPARO DIRECTO 93/2009.
artículo 2842.
Igual consideración merece lo esgrimido en el sentido de que también se desatendieron las
obligaciones relacionadas con las firmas, ya que únicamente se plasmaron la perteneciente a
la autora de la sucesión demandada y la del notario, infringiendo el citado numeral 2846;
debido a que, se reitera, esa norma operaría en las hipótesis especiales en que sí es
indispensable la participación de testigos (2842), pero no en la especie, que se rige por las
restantes disposiciones de índole general.
Tampoco tiene razón el peticionario respecto a que con las confesionales expresas de la
representante de la sucesión tercera perjudicada y de ********** notario cincuenta de esta
ciudad, en cuanto a que ante su fe pasó la escritura 2,162, adminiculadas tanto con la diversa
confesión tácita derivada de la omisión de responder plenamente cada uno de los puntos de
hechos de la demanda, como con las documentales públicas consistentes en la ya señalada y
en la diversa 3,603, en que se otorgó el penúltimo testamento, se demuestra, en general, el
estado de incapacidad de la testadora y el desacato a las formalidades contenidas en los
dispositivos apuntados a lo largo de esta resolución y que, según el impetrante, acarrean la
nulidad demandada.
Porque esos medios de convicción sólo ponen de relieve que el diecisiete de junio de mil
novecientos noventa y ocho, entre las dieciocho treinta y diecinueve treinta horas, ante el
funcionario público referido, se autorizó el acto jurídico en estudio; que se captó la voluntad
de la testadora y fue leída en primera vez por el notario y, en segunda, por otra persona, a
ruego de aquélla, dada la afectación de su vista; que, finalmente, fue signado de conformidad;
proceder que es correcto según lo explicado, en tanto que para su configuración se respetaron
las reglas generales del testamento público abierto (numerales 2841, 2843 y 2847), que son
las aplicables al no surtirse el supuesto de excepción (la ceguera) que implicara la obediencia
de la norma especial.
Finalmente, se considera innecesario ocuparse de los alegatos formulados por la tercera
perjudicada, toda vez que no forman parte de la litis constitucional, de acuerdo a lo que
previene la jurisprudencia 39 del Tomo VI, Materia Común, página 31, del último Apéndice
al medio de difusión aludido, de la voz: "ALEGATOS. NO FORMAN PARTE DE LA LITIS
EN EL JUICIO DE AMPARO."
Consiguientemente, procede negar la protección federal solicitada.
Por lo expuesto y con fundamento en el artículo 190 de la ley de la materia, se resuelve:
ÚNICO. La Justicia de la Unión no ampara ni protege a ********** contra la autoridad y
por el acto que se precisan en el resultando primero de esta ejecutoria.
-6-
AMPARO DIRECTO 93/2009.
Notifíquese; háganse las anotaciones pertinentes en el libro de gobierno; con testimonio de
esta resolución vuelvan los autos al lugar de su procedencia y, en su oportunidad, archívese
este expediente.
Así lo resolvió, con las observaciones y sugerencias hechas al proyecto en la sesión
respectiva, el Quinto Tribunal Colegiado en Materia Civil del Tercer Circuito, por mayoría de
votos de los Magistrados Enrique Dueñas Sarabia y Jorge Figueroa Cacho, contra el de la
Magistrada Alicia Guadalupe Cabral Parra, siendo esta última ponente original, y quien
enseguida emitirá su voto particular. Engrosó como ponente de la mayoría el segundo de los
Magistrados mencionados.
Conforme a lo previsto en los artículos 8, 18, fracción II y 21 de la Ley Federal de
Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental, 47 del reglamento de la
misma ley, así como 2, fracciones XXI y XXIII, y 8 del Reglamento de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación y del Consejo de la Judicatura Federal, para la aplicación de la Ley
Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental, en esta versión
pública se suprime la información considerada legalmente como reservada o confidencial.
-7-
Descargar