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SEMINARIO PERMANENTE DE ACTUALIDAD JURIDICA
El pasado día 10 de noviembre tuvo lugar en la Sala de Conferencias de la Facultad de
Derecho la segunda de las sesiones organizadas por el “Seminario Permanente de Actualidad
Jurídica”. En está ocasión, se presentó una nueva mesa redonda. Al igual que la anterior, ha
despertado gran interés debido a la realidad jurídica, económica y social que nos rodea tanto a
nivel nacional, como internacional. Precisamente por estas cuestiones, ha sido el departamento
de “Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales” el encargado de realizar esta
nueva convocatoria, que conseguiría crear una gran expectación los días previos a su
celebración y finalmente, llenar el aforo de la Sala.
Coordinada por la Dra. María del Mar Méndez Serrano, esta segunda mesa redonda se ha
organizado a propuesta del Catedrático de Derecho Internacional Público de la Facultad de
Derecho de la Universidad de Granada, Javier Roldán Barbero, quién además fue el encargado
de moderar la sesión:
“Por fin una Ley de Tratados en España”
En primer lugar, intervino el Ilmo. Sr. D. José Martín y Pérez de Nanclares,
Catedrático de Derecho Internacional Público de la Universidad de Salamanca y Jefe de la
Asesoría Jurídica Internacional del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación. Martín y
Pérez de Nanclares, comenzó analizando la necesidad que suponía desde hace tiempo la nueva
“Ley de Tratados en España”, destacando principalmente que “es imprescindible situar la ley
en el contexto en el que se ha elaborado” a nivel económico, jurídico y político,
principalmente, porque antaño han sido diversos los intentos por parte del legislador para que
esta nueva normativa viera la luz. Aprobada el pasado mes de junio, con competencia legislativa
plena (no ha sido necesaria remitirla al pleno para su posterior aprobación), por la Comisión de
Asuntos Exteriores del Congreso de los Diputados, nace en un contexto de compromiso o de
propósito del legislador de adaptar las leyes existentes en nuestro país a una política exterior que
viene delimitando y perfilando la actividad normativa nacional.
En segundo lugar, estableció didácticamente una división de la norma en tres tipos de
acuerdos internacionales, también denominados como los “tres caracteres básicos” de los que
se compone: 1. Ley de acción exterior, cuyo instrumento jurídico son los acuerdos
internacionales administrativos. 2. Ley de tratados internacionales reservados al Estado como
sujeto de Derecho Internacional. 3. Ley de inmunidades o memorandos de entendimiento,
debido a su carácter, más técnico que el de los tratados y a su instrumento jurídico, los acuerdos
internacionales no normativos. Asimismo, la justificación de su entrada en vigor se debe a tres
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aspectos fundamentales:
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Obsolescencia de la anterior normativa: Sustituye a la anterior Ley de 1972, que aunque
en su promulgación se consideraba como un magnifico texto, se encontraba enmarcada
en un contexto que difiere del actual porque entre otras cuestiones, las funciones del
Jefe de Estado eran diferentes, las CCAA carecían de competencias y España no
formaba parte de la Unión Europea. En este sentido, el Catedrático de Derecho
Internacional de la Universidad de Salamanca, destaca el carácter preconstitucional y
extemporáneo como seria deficiencia del texto normativo en la actualidad.
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Necesidad de la norma: Entendiendo que la nueva “Ley de Tratados” provenía de la
conveniencia de actualización de regulación en materia de tratados. Todos los Estados
miembros han elaborado proyectos de ley de tratados y España debía de posicionarse
en el mismo sentido.
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El contenido de la norma. El objeto de la ley no es otro que, ordenar la actividad del
Estado en el procedimiento de elaboración de la aplicación de los tratados
internacionales y de los acuerdos internacionales administrativos.
A continuación, el Sr. José Martín y Pérez de Nanclares centró su atención en la propia
estructura de la norma. La Ley se compone de 53 artículos contenidos a lo largo de cinco títulos,
ocho disposiciones adicionales, una disposición derogatoria y cuatro disposiciones finales.
Especial relevancia presentan las disposiciones citadas, puesto que se encargan de regular
competencias del Consejo de Ministros, a pesar de que ello no supone una novedad a destacar
respecto a su predecesora. “A sensu contrario” aquellas competencias atribuidas a los distintos
departamentos ministeriales que igualmente regulan, sí suponen una novedad en esta materia.
La nueva norma, también crea una “Comisión Interministerial” en materia de derechos
internacionales, novedad igualmente importante a destacar, siendo esta una comisión
inter-estatal para facilitar la coordinación y la cooperación con las comunidades, que ha sido
bien acogida por la doctrina y destacada especialmente por el ponente.
Finalmente, Martín y Pérez de Nanclares, centraría su atención en la que quizá sea una de
las principales novedades de la nueva Ley: la posible celebración de dos clases de acuerdos
internacionales: administrativos y no normativos.
Los acuerdos internacionales normativos hacen referencia a acuerdos carácter
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internacional con cierta naturaleza técnica que son celebrados por los propios órganos
competentes en la materia. Dichos acuerdos se rigen en todo momento por el Derecho
Internacional. Un matiz destacado por el ponente, es que las CCAA podrán celebrar dichos
acuerdos a pesar de la competencia Estatal de los mismos, es decir, siendo el Estado el
organismo competente para su celebración la nueva norma también reconoce a las CCAA la
posibilidad de celebrar dichos tratados. Las CCAA podrán además participar en el proceso de
celebración de aquellos que les afecten en sus competencias y ejercitar su derecho de
información en caso de que fuera necesario. Igualmente, se admite la posibilidad de proposición
al Gobierno, por parte de estas, de la celebración de tratados en materias que resulten de su
interés.
Por su parte, los acuerdos no normativos son los más utilizados en la práctica y se
conocen igualmente como memorandos de entendimiento. Dichos acuerdos, son en realidad
declaraciones de intenciones que no implican obligaciones y que también pueden suscribir las
autonomías. En este sentido, enfatizó el Sr. José Martín y Pérez de Nanclares en un dato
estadístico de relevancia, estos acuerdos suponen “el 80% de los acuerdos” celebrados.
En este sentido, hay que prestar atención a los mismos porque ni constituyen fuente de derecho
internacional, puesto que normalmente son declaraciones de tipo político, ni son susceptibles de
asumir derechos y obligaciones. Sin embargo, su repercusión es tal que, conllevan a plantear la
posibilidad de realizar acuerdos mixtos que engloben junto con los acuerdos administrativos
también a estos.
Los acuerdos mixtos englobarían pues, los dos tipos de acuerdos analizados
anteriormente, lo cual “a priori” puede aparentar una serie de problemas en cuanto a su
estructura y contenido. Sobre ello el ponente se pronuncia y afirmaría: “El problema de la UE
no son los acuerdos mixtos, es la enorme vanidad en materia de acuerdos mixtos: sanidad,
transporte…” A esta crítica acompañarían a lo largo de la ponencia otra serie de ellas, como la
centralización de la Ley, o la tipología del acuerdo administrativo… dando lugar a concluir que
a pesar de la buena acogida que ha tenido la nueva “Ley de Tratados”, una vez más, la norma
no es perfecta.
La segunda ponencia igualmente captó la atención del aforo y avanzó un paso más en el
análisis de la nueva norma. En ella intervino el Ilmo. Sr. D. Javier Díez-Hochleitner,
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Catedrático de Derecho internacional público de la Universidad Autónoma de Madrid, quien
destacó nada más comenzar una realidad que sigue existiendo en la actualidad, a pesar de la
promulgación de la nueva norma: “España no puede celebrar acuerdos si no cuenta con la
autorización de la Comisión.”
La problemática de la autorización es paralela a la de la dispersión de tratados
internacionales en nuestro ordenamiento jurídico. Ambas son realidades que la doctrina y la
jurisprudencia han puesto de manifiesto en diversas ocasiones y se esperaba que fueran salvadas
en esta nueva norma. En relación a la primera, la normativa actual tampoco salva el problema y
cómo indicaba el Sr. D. Javier Díez-Hochleitner sigue existiendo. No obstante, la importancia
de la Ley, no reside claramente en ello ni tampoco en la nueva aplicación de los tratados y
acuerdos internacionales y en su tipología, sino en recoger de forma ordenada todo el conjunto
de tratados y acuerdos internacionales que se encontraban dispersos. La doctrina entiende que se
ha podido solucionar el problema de la dispersión pero no se han generado una gran serie de
novedades, tal y cómo esperaba.
Otra problemática en la que enfatizó Díez-Hochleitner es la relativa a la aplicación
provisional de los tratados en este momento, porque los celebrados en España requieren
la aprobación de las Cortes. En este sentido, pone de manifiesto que “no parece sensato
que el Gobierno pueda llevar a cabo provisionalmente un tratado sin la aprobación de
las cortes.” Entrando en el fondo de la norma, es necesario, por tanto, destacar el
artículo 15.11 del cuerpo normativo: “El Consejo de Ministros, a propuesta del Ministro de
Asuntos Exteriores y de Cooperación, y a iniciativa motivada del Departamento competente
para su negociación, autorizará la aplicación provisional, total o parcial, de un tratado
internacional antes de su entrada en vigor. El Ministerio de la Presidencia comunicará el
acuerdo de autorización a las Cortes Generales.”
El artículo 29 también mereció ser analizado, entendiendo que los tratados
internacionales serán de eficacia directa, es decir, se podrán invocar ante los Tribunales
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En esta misma línea, vid. artículo 15 en su totalidad. 4
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nacionales en caso de que así lo requiera el pleito y bajo presunción “iuris tantum2.” En este
sentido, la claridad de la redacción del artículo es determinante y “las disposiciones de los
tratados internacionales válidamente celebrados sólo podrán ser derogadas, modificadas o
suspendidas en la forma prevista en los propios tratados o de acuerdo con las normas
generales de Derecho internacional.” Además, destaca la importancia de la fijación del
momento en el que los tratados internacionales producen efecto, esto es: “desde la fecha que el
tratado determine o, en su defecto, a partir de la fecha de su entrada en vigor.”
Posteriormente, sería interesante destacar la mención al capítulo V de la norma relativo a
“Enmienda, Denuncia y Suspensión de los tratados internacionales” realizada por el ponente.
La remisión al derecho nacional en caso de que el procedimiento de enmienda no concluya con
un tratado internacional, es de importancia, puesto que el propio mecanismo de actuación ya
viene previamente definido en el artículo 38, el cual, establece dos procesos de actuación en tal
caso:
“a) Toma de conocimiento por el Consejo de Ministros, a propuesta del Ministro de
Asuntos Exteriores y de Cooperación, de una enmienda que entre en vigor directamente, en
virtud del procedimiento previsto en el tratado y sin necesidad de ninguna decisión adicional
por el Estado Parte.
b) Aceptación o rechazo por el Consejo de Ministros, a propuesta del Ministro de Asuntos
Exteriores y de Cooperación, de una enmienda adoptada que pueda ser aceptada o rechazada
por el Estado parte en el plazo establecido para ello por el tratado.
Transcurrido dicho plazo sin oposición, la enmienda se entenderá tácitamente aceptada y
el Consejo de Ministros, a propuesta del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación,
tomará conocimiento de su entrada en vigor”
La ley regula en el mismo capítulo, la denuncia y suspensión, siendo estos dos de los
mecanismos más importantes de actuación jurídica a nivel procesal. Ambos igualmente
aparecen recogidos en el mismo precepto, siendo el artículo 39 quien los recoge atribuyendo la
competencia al Consejo de Ministros, a propuesta del Ministro de Asuntos Exteriores y de
Cooperación para que se puedan llevar a cabo.
Se constituyen pues, como un mecanismo jurídico de reacción frente a incumplimiento de
terceros, pudiendo reflejarse como medidas de auto-tutela o represalias.
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En esta misma línea, vid. artículo 29 en su totalidad en relación con el artículo 30 del mismo cuerpo
normativo. 5
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En relación precisamente a las competencias, otro aspecto de la ley que ya analizaba
también el anterior ponente, es la disyuntiva que plantea en cuanto a las grandes luchas
competenciales que también se producen entre el Ministerio de Exteriores y el de Economía
cuando se trata de asuntos internacionales económicos. El problema básico de competencia
reside en la exclusividad de la misma por parte del Estado. Díez-Hochleitner entiende que no
se puede afirmar que la competencia sea exclusiva de la UE, de hecho el reglamento, relativo a
la participación o a la responsabilidad financiera en el arbitraje financiero establece que la
competencia es mixta y los acuerdos son mixtos. Ello por varias razones:
Primero, porque es evidente que la UE no puede reclamar todas las competencias para regular el
mecanismo de resolución de controversias en virtud de su posición a la hora de que se
produzcan demandas entre Estados miembros. Segundo, por la propia condena de un Estado
miembro a otro. Entiende el ponente en este sentido, que a la UE no le conviene la competencia
exclusiva porque tendría que asumir su propia competencia y finalmente quien pagaría el laudo
sería un Estado miembro.
En conclusión, el “Seminario Permanente de Actualidad Jurídica”, ha realizado aportaciones
fundamentales, gracias a esta mesa redonda, en materia de Derecho Internacional que a día de
hoy son materia de estudio y aplicación en los tribunales, despertando cada vez más el interés de
alumnos y profesionales y siendo de obligado conocimiento y aprendizaje, por lo que, este
Seminario continua contribuyendo a ello con mesas redondas como la que hemos tenido
oportunidad de disfrutar.
Gracias a todos por su asistencia y atención.
Lorena Rodríguez Torres
Lda. Derecho (Máster de Abogacía)
Lda. Administración y Dirección de Empresas.
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