CELEBRACIÓN DEL MIÉRCOLES DE CENIZA - 2011 Tiempo para la reconstrucción No hay que perder de vista que es una celebración para niños/as y jóvenes que necesitan símbolos visuales. También se puede hacer con adultos. Los símbolos, que siempre dan qué pensar, los necesitamos todos para avivar la fe. Elementos necesarios de preparación a la reconciliación. 1. Un cuenco con la ceniza 2. Unas bandejas con las placas de arcilla 3. Las fotocopias con los textos, una para cada participante, con el salmo, y la parábola. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo Saludo: “Edificados en Cristo” Todo depende de vosotros… o una tontería o algo a tener en cuenta… como la Bandera… Monición de Entrada: Monitor 1. Estos días comenzamos el Tiempo de Cuaresma. Atrás quedan los días de carnaval, que son una vieja tradición que supone tres días de fiesta mundana para entrar en un tiempo más intenso de reflexión cristiana y, sobre todo, un tiempo de reencuentro y reconciliación con uno mismo, con los demás y con Dios. Monitor 2. Vamos a pedir perdón y vamos a dar gracias. Y lo haremos con un signo universal como es la recepción de la ceniza, como símbolo de que somos poca cosa, de que somos débiles y limitados, de que necesitamos la ayuda y presencia de los demás, de que queremos volver nuestro corazón y nuestra vida hacia Dios para que él construya la casa de nuevo, nos construya a todos por dentro y nos dé un nuevo corazón, una nueva vida. Lectura del Profeta Joel (2,12-18 ) «Ahora - oráculo del Señor convertíos a mí de todo corazón con ayuno, con llanto, con luto. Rasgad los corazones y no las vestiduras; convertíos al Señor, Dios vuestro, porque es compasivo y misericordioso, lento a la cólera, rico en piedad; y se arrepiente de las amenazas.» Quizá se arrepienta y nos deje todavía su bendición, la ofrenda, la libación para el Señor, vuestro Dios. Tocad la trompeta en Sión, proclamad el ayuno, convocad la reunión. Congregad al pueblo, santificad la asamblea, reunid a los ancianos. Congregad a muchachos y niños de pecho. Salga el esposo de la alcoba, la esposa del tálamo. Entre el atrio y el altar lloren los sacerdotes, ministros del Señor, y digan: -«Perdona, Señor, a tu pueblo; no entregues tu heredad al oprobio, no la dominen los gentiles; no se diga entre las naciones: ¿Dónde está su Dios? El Señor tenga celos por su tierra, y perdone a su pueblo.» Palabra de Dios Oración-Salmo de petición de Perdón Lo escuché. Era justo lo que estaba ansiando. El otro me dijo: “Yo te perdono” y un borbotón de vida se abrió ante mí. Al fin, ¡ya podía levantar la cabeza! ¡Ya podía caminar de nuevo! ¡Ya podía vivir con la paz en el alma! Algo aún se cierra, más aún, la vida se cierra ante entrañas sin misericordia. “Yo te perdono” son las nuevas palabras que nos crean de nuevo y nos infunden vida después de haber ido al país de nuestros gustos y de nuestros antojos. “Yo te perdono” son como las palabras con las que Dios es capaz de recrearse, de recrearme, de volver a modelarme de la arcilla de barro que se ha ido mezclando con las cenizas. Pueden perdonar los que nos quieren de verdad. Pueden perdonar los que han experimentado en su propia vida la gracia del perdón. Pueden perdonar los que creen en el otro y le dan la oportunidad para caminar de nuevo. Pueden perdonar los que viven sin medir ni echar en cara las faltas de los demás. Los que no conocen el perdón en su vida, no pueden perdonar ni olvidar. Sólo serán jueces sin que nadie les haya pedido que juzguen. “Yo te perdono” es la gran palabra de Jesús, y de todos aquellos otros hombres y mujeres que llevan a Dios. “Yo te perdono” es la gran palabra que nos reconcilia con el amor, con nosotros mismos, con el dolor, con los demás, y, sobre todo, con Dios. Primera parte del símbolo: Cerillas Como cada uno de nosotros, nos vamos gastando, nos vamos quemando, nos cansamos y nos consumimos… hasta quedar “hechos polvo”. Nos quemamos unos con otros, pero los que quedamos en nada somos cada uno de nosotros. Canto: Sincera es la Palabra del Señor Como Evangelio se lee despacio la “Parábola de los retornos”. [Esta parábola nos indica claramente qué tipo de PADRE Bueno tenemos y cómo -aunque vaya disminuyendo el valor del banquete- no por eso el perdón, la alegría del reencuentro por el hijo o hija que vuelve es menor. Lo importante no es el banquete, la fiesta (que es una consecuencia) sino la enorme capacidad de acogida, de perdón, de alegría, que el Padre siente cada vez que uno de los suyos vuelve a la casa paterna. Hay que leerla muy despacio. Saboreando cada frase, cada “retorno”.] Lucas 15, 1-3. 11-32 En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús todos los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos: - «Ése acoge a los pecadores y come con ellos.» Jesús les dijo esta parábola: - «Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre: "Padre, dame la parte que me toca de la fortuna." El padre les repartió los bienes. No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente. Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad. Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de saciarse de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba de comer. Recapacitando entonces, se dijo: "Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros. " Se puso en camino a donde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y, echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo. Su hijo le dijo: "Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo, " Pero el padre dijo a sus criados: "Sacad en seguida el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado." Y empezaron el banquete. Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba. Éste le contestó: "Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud." El se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo. Y él replicó a su padre: "Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado." El padre le dijo: "Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado." Palabra del Señor PARÁBOLA DE LOS RETORNOS El padre de la parábola tenía dos hijos. El hijo mayor era un pendón de procesión, el pequeño un pendón de taberna. Con los dineros del padre, el pequeño se marchó por ahí. Terminó comiendo algarrobas. Las algarrobas mal digeridas le endulzaron el corazón. Volvió a casa con el endeble arrepentimiento de los débiles. El padre le esperaba y le vio llegar desde lejos. Para la fiesta del retorno mataron un novillo cebado. El hijo mayor murmuraba por lo bajo, pero se sentó a la mesa. El novillo cebado sabía a perdón. A la mañana siguiente los dos mozos fueron a trabajar, sin hablarse demasiado. Por cada surco que abría el pequeño, el mayor hacía tres. Al caer el día, el mayor se dedicó todavía a limpiar las bestias del establo, mientras el pequeño no tenía ya fuerzas para nada. Así fueron pasando los días. El mayor hacía lo de siempre. El pequeño estaba inquieto. Marchaba al atardecer y volvía tarde oliendo a vino. Un día desapareció. Había vuelto a las andadas. Al cabo de cierto tiempo, regresó vencido. El padre le esperaba y le vio llegar desde lejos. Para la fiesta del retorno mataron un cordero. El avinagrado rostro del mayor entristecía la mesa. Pero el cordero tenía mejor sabor que el novillo cebado, sabía más a perdón. A la mañana siguiente los dos mozos salieron a trabajar sin hablarse nada. El pequeño notaba cómo el hermano mayor se le adelantaba siempre al abrir los surcos. Al caer el día, ya en casa, el mayor se dedicó todavía a aparejar los aperos, mientras el pequeño no podía con su alma. Pasaron los días. El mayor hacía lo de siempre. El pequeño llegaba tarde oliendo a vino. Un día desapareció. Había vuelto a las andadas. Cierto tiempo después, regresó delgado, pálido. El padre le esperaba y le vio llegar desde lejos. Para la fiesta del retorno mataron un pollo. El mayor estaba muy cabreado, callaba y comía de cara al plato. Pero el pollo tenía mejor sabor que el novillo cebado y el cordero, sabía más a perdón. A la mañana siguiente los dos mozos fueron al campo, alejados el uno del otro. El pequeño trabajaba por rutina. Al mediodía ya no pudo más. El mayor lo encontró derrengado en casa. Pasaron los días. El mayor hacía lo de siempre. El pequeño tenía la mirada perdida. Un día desapareció. Otra vez a las andadas. Cuando regresó, destrozada su cara por la tristeza, ya ni hombre parecía. El padre le esperaba y le vio llegar desde lejos. Para la fiesta del retorno en la mesa sólo hubo un plato. El mayor estaba más cabreado que nunca. El padre callaba, pero callaba de otra manera. El hijo supo que cada día, cada día en la mesa había habido un lugar y un plato para él. Esperándole. Y aquel plato sin cocido tenía un sabor mucho mejor que el del novillo cebado, el cordero o el pollo. Mucho mejor que todas las comidas. Era el gusto de un perdón infinito. Pasaron los días. El hijo mayor cada vez más perfecto, con la perfección del hielo. El padre continuaba infinitamente tierno. El hijo pequeño marchaba y volvía, marchaba y volvía. Marchó y volvió setenta veces siete. El padre le esperaba y le veía llegar desde lejos. El hijo encontraba siempre el plato en la mesa. Aunque el mayor fuera incapaz de entenderlo. El padre sabía que el hijo pequeño algún día totalmente vencido, sin fuerzas, desnudo como los que vienen del infierno, se sentaría en la mesa para no marchar ya nunca más. Benditos esos setenta veces siete retornos. Tras ellos el hijo pequeño supo qué clase de padre tenía. Como lo sabemos todos los que hemos tenido que retornar tantas veces. Setenta veces siete. Y cada vez en la mesa celebramos la fiesta del retorno. Josep M. Ballarín [Hacer un breve silencio Quizá sea mejor no hacer ningún comentario u homilía. Si se hace, que no sea en exceso moralizante, ni que tampoco explique otra vez la parábola de los retornos. Ella es suficientemente clara para indicar qué clase de Padre y de perdón necesitamos.] Bendición y Recepción de la Ceniza: sólo quien quiera de verdad (se acercan con su PROPIA CENIZA la de la cerrilla quemada) Oración: Con actitud sincera le pedimos a Dios, nuestro padre, que bendiga estas cenizas que vamos a imponer sobre nuestra frente, y le decimos: - Señor Dios, que te inclinas ante los que saben reconocer sus faltas, sus fallos y errores. Bendice estas cenizas que quieren simbolizar nuestro deseo de conversión, de cambio y de reconciliación. Ayúdanos para que vivamos cerca de ti este tiempo cuaresmal; que la responsabilidad en nuestros estudios, la amistad en nuestras relaciones, la vivencia del servicio y la ayudan, sean nuestra consigna en este tiempo de gracia y salvación. Para que así lleguemos al tiempo de Pascua como personas reconstruidas, nuevas y resucitadas. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén. IMPOSICIÓN y 2ª parte del símbolo Como gesto simbólico, ARCILLA Para cambiar, para acabar con los fallos cometidos, para rehacer aquello en lo que fallamos, hemos de realizarlo con lo que somos. El Padre, perdona y acepta al hijo tal y como es. Por eso junto a la ceniza vamos a recibir un trozo de arcilla. La arcilla permite volver a moldearla cuando no nos gusta como ha quedado la obra. Con arcilla también podemos construir, con ella se hacen los ladrillos que van a incorporarse en nuestra edificación. También la ceniza está presente en las obras. Hay cenizas volcánicas en los cementos que se emplean en el hormigón para dar consistencia y cohesión. Hay cenizas también mezcladas con la arcilla, para hacer ladrillos refractarios, mucho más resistentes al fuego. La arcilla necesita de la cocción, del calor, del fuego (como el de la cerilla) para convertirse en una pieza sólida y resistente. Algo así hace Dios con cada uno, después de crearnos del barro, nos ha recreado con su perdón, volviendo a mezclar nuestro barro con nuestras cenizas como en construcción. La pieza de arcilla que vamos a crear no podría ser como la soñamos si nos olvidamos de la ceniza que lleva incorporada. RECREATE con el trozo de arcilla que vas a recibir. Quiere representarnos a cada uno de nosotros en esos deseos de cambio, de conversión. ¿Con que figura te representarías? ¿Cómo te imaginas vuelto a modelar? ¿Cómo te gustaría soñarte? ¿Cómo crees que Dios te ha soñado? COMPARTIR, O PETICIONES EXPLICANDO EL SÍMOBLO QUE CADA UNO HA HECHO. PADRENUESTRO ORACIÓN FINAL (Bendición de los presentes por medio de las figuritas) Señor Jesús, si Tú no construyes nuestra casa personal, si no estás dirigiendo la obra de nuestra vida, es muy posible que todo se nos venga abajo. Fortalece nuestras vidas, nuestros pasos, para que crezcamos contando contigo. Da consistencia día a día, ladrillo a ladrillo, a nuestra personalidad humana y cristiana. Que estas pequeñas piezas de arcilla nos recuerden en cada instante que tú eres la piedra que sostiene nuestras vidas, el alfarero que nos modela. Nosotros queremos darte cobijo y acogida a ti a y a los demás en nuestra vida. Así nos sentiremos acompañados por tu presencia y la de los otros cada día. Te lo pedimos a ti, Señor Jesús, que vives con nosotros por los siglos de los siglos. Amén. Después se les invita a hacer un compromiso cuaresmal: - Ayudar en casa algo más de lo que lo hacen - Ayudar a alguien en clase - Ser más responsables en el trabajo - Estudiar un poco más, participar más en clase - Hacer algún acto de renuncia - Hacer algo que les cueste - Hacer un rato de oración cada día - Comprometerse toda la clase a hacer la oración de la mañana con seriedad - Participar el 19 de marzo en mi Profesión Perpetua - Iniciar juntos un Proyecto de Voluntariado comprometiéndonos con los más necesitados - Apuntarte a participar en la JMJ Y la bendición de Dios que es amor y quien nos construye y nos reconstruye desde dentro Padre, Hijo y Espíritu Santo, esté con todos vosotros y os acompañe siempre. r/ Amén Podéis ir en paz. r/ Damos gracias a Dios.