Teletrabajo ¿Una alternativa? Por: Lic. Moisés Hussein Chávez Hernández [email protected] Profesor de la Universidad Autónoma de Aguascalientes y Universidad La Concordia. Lic. José Luis Guadalajara Mendoza [email protected] Consultor empresarial “(…) estoy de vacaciones en la playa y me informan que necesitan una traducción urgente, me voy a mi recámara me conecto a la red, recibo el documento, lo trabajo y lo mando por red” e-lancer entrevistado Introducción El presente artículo se construye a partir de la investigación realizada para la Secretaría del Trabajo y Previsión Social dirigida por el Dr. Octavio Maza, en donde se analiza al teletrabajo como alternativa en los espacios laborales, a partir de la inquietud de algunos teóricos. El artículo resume lo trabajado teóricamente para dar cuenta de la situación laboral actual, de la construcción de las nuevas formas de trabajo, de las implicaciones que éstas representan y abre el panorama para la disertación en torno al futuro del teletrabajo en los países latinoamericanos y en especial en México. La nueva modernidad La condición actual del mundo puede ser interpretada desde diversos modelos analíticos, aunque de fondo nos enfrenta a la sensación que Giddens (2002) relata “de haber sido atrapados en un universo de acontecimientos que no logramos entender del todo y que en gran medida parecen escapar de nuestro control” (17). En este sentido, lo que pasa en el mundo del trabajo resulta ser un ejemplo paradigmático: muchos fuimos criados con la idea de que podíamos acariciar la meta del trabajo asalariado, el cual nos ofrecería garantías casi de por vida; pero al llegar a la edad en que nos incorporamos al mercado de trabajo aquel sueño se tornó muy lejano y finalmente se extinguió. Estamos ante un proceso que engloba grandes segmentos de la población de manera diferenciada: a algunos el cambio nos atrapó a la mitad de la vida y nos obliga a reconfigurar las calificaciones y las carreras profesionales al tiempo que nos exige luchar por no ser desplazados por la avalancha de cambios y reconfiguraciones que nos afectan; por otra parte, las nuevas generaciones han 1 entrado a una condición laboral que termina por ser “natural”, es decir, se trata de sujetos que tendrían que estar mejor adaptados a estos cambios, al uso de las nuevas tecnologías y a las nuevas formas que adquieren los vínculos sociales. Socialmente acudimos a la transformación del mundo del trabajo y junto con él se modifican una amplia gama de aspectos que tienen que ver con la vida en su conjunto. Si asumimos que los cambios se producen tanto por la articulación de razones estructurales como por la acción de los sujetos; el reto para interpretar los cambios es grande. Es decir, que nos implica reconocer que las realidades se conforman de manera diferenciada y por lo tanto debemos reconocer los cambios potenciales del mundo. A manera de ejemplo: no es suficiente discutir si ahora los seres humanos ya no se comunican a causa de la virtualidad; el reto ahora estriba en saber como nos comunicamos a partir de estas nuevas condiciones. Tras lo anterior presentamos algunas reflexiones en torno a esto cambios. Uno de los signos de los tiempos resulta ser la enorme movilidad de los capitales y de la mano de obra (Lash, 1998); concentraremos la atención en esta última: la fuerza de trabajo se mueve determinada por elementos diversos: por un lado existen las fuerzas económicas que abren y cierran los espacios laborales y, por otro, la acción de los sujetos con todas sus implicaciones socio culturales. Desde algunas perspectivas se asume que el mundo como hoy lo vivimos se convierte en efímero, con múltiples contactos pero breves; además con la exigencia de abstracción para lograr la circulación de los bienes y productos. Esto que se aplica a las diversas relaciones sociales toca de manera central el trabajo, los datos de las nuevas configuraciones de las trayectorias laborales han sido documentados por diversos autores. La conjunción de la abstracción de los espacios y el desarraigo [1] de los sujetos presentan una condición que se ha generado a lo largo de esta época (Lash,1998). De manera específica, esto se torna relevante frente a la idea del teletrabajo: cambian las formas de contacto y la idea de pertenencia se modifica. El teletrabajo, como lo hemos visto en esta investigación, implica la posibilidad de incrementar la movilidad de los trabajadores, de modificar la idea de tener compañeros de trabajo permanentes pues los equipos se modifican de acuerdo a los proyectos; por el lado de la pertenencia, los trabajadores se pueden contratar con diversas empresas en distintos lugares. El teletrabajo parece cumplir con todas esas condiciones, pero las preguntas que restan son: ¿qué hacen los sujetos en esta condición?, ¿cuáles son las vías para generar pertenencia? pues si bien las nuevas tecnologías generan formas de aislamiento, generan también formas de articulación social que aun no podemos reconocer, baste como ejemplo que las mismas tecnologías de información permiten la comunicación y la articulación entre grupos de sujetos que de otra forma se mantendrían desarticulados. 3 A partir de las consideraciones planteadas, la novedad de la oferta de teletrabajo en México, y las exigencias de conocimientos especializados en las nuevas tecnologías de la información, visualizamos un perfil actual de teletrabajador: con altos niveles de formación académica, con posibilidad de conectarse a las redes internacionales, que vive en una ciudad con niveles eficientes de desarrollo económico, y que en su mayoría se vio forzado a incorporarse a esta forma de trabajo [2]. En ese sentido, estamos hablando de una élite trabajadora, ya que los requerimientos mínimos necesarios para participar en éstas dinámicas se muestran un tanto inaccesibles, en estos momentos, a la mayoría de las personas en México. Algunas de las más importantes formas en que los sujetos se integran al teletrabajo, son como trabajadores independientes (e-lancers) y por otro lado, a partir de la rearticulación del personal en organizaciones complejas (Toterdill, 2002). Esta última modalidad se ha desarrollado bajo una estrategia organizacional, que se basa en la formación equipos de trabajo especializados, ubicados en espacios geográficos distantes, y que operan como una red inteligente, bajo la coordinación central de la organización sede, formada por un grupo reducido de trabajadores de planta. No obstante, existen otras organizaciones que nos muestran la formación estructurada, en espacios determinados, cuya función es prestar un servicio a cualquier región del mundo en el tiempo real. Tal es el caso de los telecentros sudamericanos (Argentina y Chile) cuya función radica en brindar asesoría telefónica de distintos servicios a personas en todo el mundo en tiempo real. Existen diversas interpretaciones de los cambios que ha sufrido el mundo en este apartado. Presentamos una revisión crítica de algunas propuestas que nos parecen relevantes: el capitalismo desorganizado, y la modernidad liquida. El concepto del capitalismo desorganizado (Lash, 1998) implica la existencia previa de un capitalismo organizado que se concentraba en la existencia de los ferrocarriles, el teléfono alámbrico, los servicios postales y las redes viales; se ubica en los espacios nacionales y pretende que la implementación de la tecnología conlleve el reducir costos en el uso de las tecnologías. Por su parte el capitalismo desorganizado, tiene como modelo paradigmático el cable de fibra óptica, las comunicaciones por satélite y el trasporte vía área. En la época del capitalismo desorganizado implica redes determinadas por la alta tecnología. Desde esta perspectiva estaríamos ante la victoria de los mercados y de las redes, ante otras formas de organización social. Este proceso se acompaña de un cambio en las formas en las que se organiza la producción que pasaron de los modelos de tipo fordista a una empresa desintegrada, que tal vez se concentran en diversos espacios industriales pero la empresa tiende a la desarticulación, se presenta como la articulación de diversas células o redes. Esto implica la necesidad cada vez mayor de telecomunicaciones y permite procesos de subcontratación que devienen en el surgimiento del teletrabajo. Este mundo implica la preeminencia de las altas tecnologías para lograr mantenerse 3 enlazado y en este proceso de circulación de bienes simbólicos y de información se establecen condiciones fundamentales para establecer el teletrabajo. Partiendo de la metáfora de los líquidos, Zygmunt Bauman (2003) analiza el estado actual de las sociedades, los cambios que se han efectuado a través del tiempo, y los efectos que dichos cambios han producido, condición que llama “modernidad líquida”. La llama así ya que los líquidos no conservan una forma estática, sino que se adaptan; pueden filtrarse por cualquier resquicio; los líquidos se derraman, inundan los espacios, modifican constantemente su forma, se desbordan. Y con la sociedad ocurre de forma similar. La modernidad tal como la concibe Bauman, se caracteriza ante todo por un contexto en el cual el tiempo y el espacio han quedado fuera de la práctica vital de los sujetos por un lado, pero también desvinculados entre sí. Tiempo y espacio se relativizan para configurar nuevos escenarios sociales, nuevas prácticas cotidianas, nuevas formas de ejercer el poder y de organizarse. Lo cual se ve de manera muy clara con el teletrabajo el espacio de trabajo ha sido modificado de manera relevante se ha desintegrado y el poder tiene formas muy distintas, que se caracterizan por la vigilancia con altas formas de complejidad. Las instituciones sólidas han casi desaparecido. En palabras de Bauman (2000), “en la actualidad, las pautas y configuraciones ya no están ‘determinadas’, y no resultan ‘auto evidentes’ de ningún modo; hay demasiadas, chocan entre sí y sus mandatos se contradicen” y aun así, esas mismas pautas se modifican constantemente. Ha surgido una pregunta clave: ¿cómo orientarse en un mundo en donde se han perdido los puntos de orientación otrora inalterables [3]? La “modernidad líquida” ha producido profundos cambios en la condición humana. Esta modernidad llega incluso a infiltrarse en la conciencia de muchos sujetos. Pero el cambio opera sobre todo a nivel macrosocial. Bauman se concentra en las formas en que se ejerce el poder en esta nueva situación y habla de la sociedad “pospanóptica”, en la cual el poder y el control son anónimos, en donde las elites y los líderes ejercen su control de formas que antes no eran siquiera imaginables. Otro ejemplo de esta nueva sociedad lo encontramos en las prácticas empresariales. La transformación en el uso de los espacios y los tiempos, ha favorecido que las empresas aumenten las velocidades de circulación (de materiales, de información), con un consecuente aumento de ganancias. Esto, por otra parte, ejerce una presión importante hacia los trabajadores particularmente en lo relativo a las formas de medición de la productividad. La sociedad actual, bajo el concepto de la sociedad líquida, es una sociedad liviana y llena de incertidumbres, en permanente configuración. Se han transformado las instituciones, las organizaciones, los espacios de trabajo, las prácticas cotidianas, las identidades, y a un nivel aún mayor, las naciones enteras y las relaciones internacionales. 3 Tal vez vale la pena partir de una definición de lo que se considera el teletrabajo: El teletrabajo implica la articulación, por un lado, de nuevas formas organizativas, de nuevas formas de trabajo con una base tecnológica que conjuga los avances de la microelectrónica, la informática y las telecomunicaciones. Todo lo anterior nos provee de una forma de trabajo (que se encuentra en rápida expansión) en la que las actividades se realizan a distancia y los resultados son enviados vía sistemas como Internet. Estos sistemas modifican de manera muy importante la configuración que asume el trabajo y las articulaciones sociales que se pueden derivar de los contactos sociales, modifican de igual manera y son modificados por las organizaciones y en ellas. De tal manera que los efectos que estas formas de trabajo, en la vida de los sujetos, estarán determinados por una serie de factores tales como la edad, el sexo, la clase social, la accesibilidad al equipo de cómputo, desarrollarse en un lugar donde se exista un eficiente progreso económico, etcétera. Factores como la interacción entre el tiempo y el espacio se tornan fundamentales para comprender los nuevos rasgos que determinan el acontecer social. En este sentido el concepto propuesto por Giddens (1999) de “desanclaje” resulta relevante, pues permite dar cuenta de un proceso que remite a “despegar las relaciones sociales de sus contextos locales de interacción y reestructurarlas en indefinidos espacio temporales” (32). Esa se divide en dos tipos: la creación de señales simbólicas y el establecimiento de los sistemas expertos. Los primeros referidos a los medios de intercambio que pueden ser pasados de sujeto en sujeto sin menoscabo de las características de las personas; el ejemplo primordial sería el dinero. Los segundos se refieren a sistemas de logros técnicos o de experiencia profesional que organizan grandes áreas del entorno social y material en el que vivimos. De alguna manera la confianza que podemos tener en esos conocimientos o saberes permite movernos con soltura en diversos ambientes de conocimiento. Existen procesos que implican una separación del acto de trabajar, de la necesidad de estar en un espacio determinado. De forma tal que tiempo y espacio resultan condiciones que se trascienden en el teletrabajo. Pero el cambio no se limita a eso también se modifican las formas en las que se pueden establecer vínculos con los pares. Aquello que desde algunas perspectivas implicaba el contacto como el elemento generador de identidad y por lo tanto de fuerza para la acción colectiva se ve modificada pues existen equipos de trabajo que nunca se ven. En este sentido entrevistamos a un profesor a distancia y nos indicaba que él no conoce la cara de sus alumnos; esto tiene efectos mayores en los estudiantes quienes nunca conocen personalmente a sus profesores, ni a sus compañeros. Todo lo anterior deriva una de las preguntas fundamentales, ¿Qué formas adquieren las relaciones sociales ante esta nueva condición? 3 Las condiciones en los e-lancers tienen un efecto similar, ya que las nuevas circunstancias de trabajo crean nuevos escenarios de comunicación, de tal manera que las formas de comunicación cara a cara, se ven sustituidas por chats, videoconferencias, llamadas telefónicas, email, mensajes por celular, etcétera. En una entrevista realizada a un e-lancer, nos mencionaba una anécdota sobre las formas de comunicación en su trabajo: “(…) yo lo criticaba mucho, que hay una pérdida muy, muy fuerte de la relación humana. Pierdes mucho contacto humano, pero al fin y al cabo ese tiene que ser el sistema. Aunque vives con la incertidumbre diariamente, de no saber si entendieron mi idea, de no saber si estaba enojado mi compañero, la única manera que sabíamos que alguien estaba enojado era porque escribía con mayúsculas o que estaba contento porque ponía caritas felices. Es algo muy desgastante” Si bien es cierto que las nuevas formas de comunicación se desarrollan cada vez mas, con el paso del tiempo, también tenemos que decir que con éstas últimas se han presentado conflictos debido a la debilidad de dichos sistemas. Estos conflictos se relacionan con la transmisión parcial o insuficiente del concepto [4] de los proyectos en los cuales se involucran, lo que hace parecer que este factor en particular influye en la calidad del trabajo y, a su vez, afecta de raíz las relaciones laborales. De lo convencional a lo virtual. La construcción de las organizaciones virtuales. Se considera que las organizaciones han cambiado en función de las nuevas tecnologías. Las trasformaciones tecnológicas nos exigen nuevas formas de administrar y con ellas de gestión del trabajo. Con las nuevas tecnologías se facilita procedimientos como el trabajo en red, además que se permiten ahora ofrecer con mayor facilidad servicio las 24 horas del día, o realizar procesos de outsourcing. Desde algunas perspectivas se percibe un cambio de paradigmas que han llevado a trasformaciones en el trabajo y en las organizaciones. Los cambios afectan de manera importante. Sabemos que los cambios en las organizaciones son diversos entre ellos mencionaremos solamente los vinculados con nuestro tema a partir del recuento que hacen Clarke y Clegg (2000) al mencionar un proceso que transita de: De la sociedad industrial a la de la información. De las economías nacionales a la economía global De las jerarquías a las redes Del trabajo intensivo a la alta tecnología, (aunque con ritmos de trabajo cada vez más intensos pues ni siquiera se trata de que estos sean impuestos por las propias empresas sino que son fijados por los requerimientos de las redes internacionales). 3 Se genera una integración virtual en vez de una integración horizontal (esta integración virtual permite que la gente tenga trato con personas que nunca ha visto cara a cara). En el individuo se pasa del trabajo duro a la búsqueda de la efectividad; de la seguridad a la incertidumbre; se trasciende la distinción entre concepción y ejecución; trabajo en equipos. Los contratos de trabajo se flexibilizan. El enfoque está puesto en la discontinuidad no en la continuidad. En resumen las nuevas organizaciones se hacen más adaptadas al constante cambio, flexibilizan sus sistemas de trabajo y sus formas de administración, implementan novedosos sistemas tecnológicos, ponen la atención en la calificación de sus trabajadores y en el trabajo en red, rompen con las limitaciones del espacio físico lo cual les permite diversificar sus mercados laborales e incrementar el alcance de los servicios que están en posibilidad de ofrecer. Esto genera nuevas formas de contratación del personal en las que se establecen contratos de prestación de servicios antes que laborales, lo que genera formas de trabajo con mayor grado de flexibilidad, inestabilidad y con ritmos más intensos pero discontinuos. Las organizaciones en las que con mayor facilidad se puede asentar el teletrabajo son las que se han llamado las organizaciones virtuales (Clegg y Clark, 2000), las cuales implican desde el término mismo de virtual una nueva forma de realidad, que de alguna manera simula la realidad concreta. De hecho es la existencia de las Nuevas Tecnologías de Información (en delante NTI) que permite el advenimiento de este tipo de organización, la cual implica la desestructuración de la organización moderna. Entonces, podemos decir, que las organizaciones virtuales se conforman a partir de redes y se reconfiguran permanentemente a partir de proyectos, la comunicación se realiza mediante vías electrónicas y la autoridad está basa en la responsabilidad, la flexibilidad electrónica permite el almacenaje de la información de manera electrónica, se generan redes entre personas de organizaciones distintas. De hecho es interesante el planteamiento que sostiene que cambio tiene alcances al grado de que no encontramos ante un nuevo tipo ideal (en el sentido Weberiano) de organización. Al modificarse dan lugar a las organizaciones desorganizadas. Las características que tendría este nuevo tipo ideal son (Nohria y Berkley, 1994): La información se almacena en medios electrónicos, ya no en archivos impresos. La comunicación deja de ser cara a cara, se hace vía electrónica. Existe poca estructura, sin embargo la información circula. Las redes permiten que los límites de físicos se trasciendan. De alguna manera se acude a la desaparición de la oficina, tal y como la conocemos, la implementación de nuevas reglas y de novedosas formas de dominación. 3 Algo que no se debe olvidar es que por más adelgazada, desestructurada y virtualizada que resulte la organización mantiene los mismos objetivos y debe ser analizada cuidadosamente con las virtudes que conlleva al ordenar los esfuerzos para organizar el trabajo humano, pero también con sus defectos al hacer uso del trabajo humano cada vez con mayor intensidad, al desplazar cada vez a más personas y al asumir que lo mejor que podría suceder a la humanidad es que los procesos estandarizados terminen por gobernar el mundo, con frases tan peligrosas como “entre menos manos toque el producto menos falla”. El concepto de organizaciones inteligentes muy utilizado en la literatura gerencial resulta muy interesante, nos hace pensar que las organizaciones llegan al sin sentido, pues si los equipos de trabajo se adueñan del control del proceso productivo, no existen garantías de que esto se haga acorde con los intereses de la empresa. La oferta del teletrabajo Específicamente el teletrabajo es un concepto que se remite al uso de las NTI, a las organizaciones virtuales y al trabajo en casa. Implica, entonces, la posibilidad de realizar trabajo en cualquier lugar y en cualquier momento dependiendo de las exigencias del sistema o de los procesos. Consideramos que hay dos elementos fundamentales de este proceso —a parte de los cambios organizacionales ya abordados en capítulos anteriores— los cambios tecnológicos y las implicaciones en la vida de las personas. Los cambios en las tecnologías más contundentes para la implementación del teletrabajo son los relativos a la posibilidad de digitalizar todo tipo de datos, a lo que se suma las comunicaciones vía satélite, la fibra óptica y la posibilidad de comprimir cualquier tipo de información (OIT, 2000). El trabajo “en cualquier lugar y en cualquier momento” se plantea como un nuevo paradigma de trabajo. “en tu auto, tu casa, tu oficina, y hasta en la oficina de tus clientes. Trabajar solo, en pareja o en equipo. Trabajar en espacio real o en el virtual. Esto implica la masiva desintegración del trabajo, llevándolo más allá de los límites tradicionales de la oficina permite hacer el trabajo más confortable mediante herramientas tales como el correo electrónico y la World Wide Web” (Hamilton, 1997). Por otra parte este tipo de trabajos implican la posibilidad de que los trabajadores obtengan contratos aun en lugares remotos, soluciona los problemas de trasporte en las grandes ciudades, evita las dificultades de movilidad para las personas con alguna discapacidad y permite que las madres realicen trabajo a domicilio —lo que facilita la combinación de tareas—; reduce además los costos para las empresas y aumenta la productividad. En estos dos últimos aspectos vale la pena discutir en que medida estos beneficios se ven reflejados en beneficios para los trabajadores; 3 pues existen evidencias suficientes para alertar sobre las formas tramposas de trabajo independiente, en donde las empresas con el afán de liberase de las cargas de las leyes laborales establecen contratos distintos a los laborales y trasladan los costos y los riesgos a los trabajadores. Los riesgos que acompañan a estas ventajas son los relativos a la pérdida de la frontera entre el trabajo y el no trabajo (Maza, 2003) ya la exigencia de nuevas calificaciones y la necesidad de mantenerse en constante aprendizaje. Otro riesgo es la dificultad creciente que experimentarán para encontrar trabajo aquellos que no cuentan con las calificaciones que este exigente mercado de trabajo requiere, así como el desempleo de los mandos medios y de las burocracias. Así como la afectación de los trabajadores de mayor edad, quienes presentan mayor dificultad para hacer uso de las nuevas tecnologías. Algunas de las actividades en las que se realiza el teletrabajo son: las relativas a la industria editorial, al periodismo, arquitectura, traducción, diseño de modas, arte, comercio, educación, contabilidad, asesoría legal, investigación; además de las transacciones que se hacen propiamente por la red. Concluyendo Tras analizar la construcción de las nuevas formas de trabajado, así como su organización, estamos en el entendido, que éstas formas requieren de un análisis riguroso acerca de las implicaciones políticas, económicas y subjetivas en los teletrabajadores, si es que pretende el desarrollo de éstas dinámicas. A pesar de que el teletrabajo representa una nueva forma de trabajo, que produce hasta cierto grado resultados positivos, no existen aún procedimientos certeros para el logro de una comunicación eficiente con calidad humana. El teletrabajo puede ser una opción para aquellos individuos cuyas circunstancias físicas (personas con capacidades diferentes) y personales (madres que tienen que cuidar de sus hijos) que les impidan incorporarse a la dinámica laboral tradicional, sin embargo, tenemos que tener en cuenta que si queremos alcanzar dicha inserción, se tiene que contar con lo mínimo requerido para participar en éstos modelos ya que pareciera ser que cualquiera puede incorporarse a estas dinámicas, lo cual resulta una falacia. Es necesario diseñar(o buscar) e implementar vías de comunicación que permitan a los empleados bajo esta modalidad, interactuar de manera eficiente, eficaz, estrecha y cálida para erradicar la incertidumbre y desconfianza; y por otra parte, fomentar los lazos humanos que permitirán lograr metas y objetivos por medio de la identificación con la organización y de esta forma contribuir en la consecución de la misión y visión de la organización. 3 El trabajo en el hogar implica nuevas distribuciones espacio temporales, además del riesgo de asumir que el tele trabajador lo puede realizar el trabajo en cualquier momento y en cualquier lugar pues depende de las exigencias del sistema. Los hogares entonces deberán ser acondicionados para el trabajo, además de que las formas de organizar la jornada deberán ser muy cuidadosas, ya que se corre el riesgo de que el trabajo invada la vida de las personas. Si se busca acceder a las dinámicas del teletrabajo es necesario considerar los siguientes puntos: • Establecer políticas para integrar a los jóvenes a las NTI. En este sentido se les deberá considerar como una alternativa laboral y de actualización profesional. Se deberá promover el uso cotidiano de las NTI para hacerlos competitivos, no informatizar a las nuevas generaciones implica no solo que se reduce su eficiencia sino que —y esto es lo más grave— no podrán hacer circular sus bienes, ni acercarse a la circulación de la información. • Promover empresarios con vocación de entrar en el teletrabajo, pues si bien una preocupación será una mano de obra calificada y competitiva también se requiere que existan empresarios con la capacidad y las habilidades para hacer uso de esta alternativa; a demás con una cultura de compromiso con los nuevos trabajadores. • Reglas claras e instrumentos para lograr garantías para los trabajadores que logren evitar la simulación del trabajo independiente. Este aspecto parece ser un factor común, se requiere una legislación que permita acuerdos claros sobre este tema, además de que deberá ser una legislación que abarque a todos los países. • Se deben plantear proyectos de investigación que permitan conocer la actitud hacia la incertidumbre de los distintos trabajadores, ya que al ser una nueva condición que cubre la generalidad del mercado laboral debe ser meditada con mayor cuidado. • Reconocer nichos de mercado, aun en grupos de alta calificación. Se debe promover el teletrabajo en los campos que podemos ser competitivos como nación; hasta ahora detectamos teletrabajadores en el área editorial, en la arquitectura, el diseño, la contabilidad. • Establecer planes de gobierno que permitan el desarrollo de estas estrategias, el conocimiento de las ofertas de trabajo y promover la integración de grupos diversos. El recorrido por la información de otros países nos permitió reconocer que los grandes avances en el teletrabajo han estado auspiciados por intentos del gobierno para promoverlo. Los retos de la globalización exigen nuevas formas de vivir, por lo tanto de organizarse para el trabajo, es por eso, que en la medida en que México se integre 3 a dichas dinámicas (con sus respectivas reservas), el camino al bienestar nacional se encontrará mas cerca. NOTAS [1] El desarraigo de los sujetos implica la modificación (sino es que pérdida) de referentes identitarios tradicionales el trabajo, el barrio, la escuela tienden a difuminarse con la ayuda de las nuevas tecnologías de la información. [2] Sin embargo, si consideramos los datos proporcionados por el INEGI sobre la accesibilidad a equipos de cómputo, la tendencia observada en los últimos años es de un avance considerable, pasando de un 16.6% en 2001 a un 28.5% en 2005. En cuanto al uso de las nuevas tecnologías, el avance incrementó de un 7.9% en 2001 a un 17.7% en 2005. [3] Aspecto también planteado por Lash, al parecer la pérdida de los referentes parece ser un punto de preocupación común. [4] Entendiéndose como procedimientos, metodologías, significados, etc REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 1. BAUMAN, Zygmunt (2004) Modernidad líquida. Fondo de Cultura Económica. Buenos Aires. 2. CLARKE, Thomas y Clegg, Stewart (2000) Changing paradigms: The transformation of management knowledge for the 21st century Harper Collins Business. London. 3. CLARKE, Thomas, Stewart Clegg y Eduardo Ibarra Colado (2000) “Estudios organizacionales y paradigmas gerenciales: Elementos esenciales de una nueva retórica”. en Denarius. Revista de Economía y Administración. Núm. 1. UAM-I. México. 4. CLEGG, Stewart R.; Eduardo Ibarra y Luis Bueno (1998) Administración global. Tensiones entre universalismo teórico y realidades locales UAM-I. México. 5. 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