196 3.a De la parte media de la cresta iliaca de un lado, 21

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3. De la parte media de la cresta iliaca de un lado,
21 centímetros y medio; á la del opuesto, 27 centímetros.
4. a Déla parte media de la cresta iliaca á la tuberosidad del isquion, 19 centímetros.
El estrecho superior divide en dos partes iguales esta
distancia, de modo que las partes laterales de las pelvis
mayor y menor tienen cada una 9 centímetros y medio.
5. a De la parte anterior y superior de la sínfisis tle
los pubis á la primera apófisis espinosa del sacro, 19 centímetros.
Hay que descontar 6 centímetros y medio para el espesor de la base del sacro, y uno y medio para el de la
sínfisis; quedan 11 centímetros para el intervalo sacropubiano.
6.a De la tuberosidad ciática de un lado á la espina
iliaca posterior y superior del lado opuesto, la extensión
media en una pelvis ordinaria es de 17 centímetros y
medio.
7.a De la espina iliaca anterior superior de un lado
á la postero-superior del otro, la extensión media es 21
centímetros.
8. a De la apófisis espinosa de la última vértebra lumbar á la espina iliaca anteró-superior de ambos lados,
17 centímetros y medio.
9.a Del gran trocánter de un lado á la espina iliaca
postero-superior del opuesto, 25 centímetros.
10. De la parte media del borde inferior de la sínfisis del pubis á la espina iliaca posterior de ambos lados, 17 centímetros.
Para apreciar bien estas dimensiones, se lian ideado
a
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unos instrumentos que se llaman pelvimetros. Se emplea
también la mano sola, ó uno ó varios dedos.
Los pelvimetros son de varias formas, pero sólo hablaremos de los más principales; tales son el de Baudelocque, el de Contouly, el de Mme. Boivin y el de VanHuevel.
El pelvímetro ó compás de gruesos de Baudelocque,
consiste en dos varillas metálicas encorvadas en semicírculo , dispuestas de modo que puedan abrazar en su
concavidad la mayor parte de la pelvis. La extremidad
libre de estas varillas termina en un botón lenticular que
se aplica sobre las partes al hacer la medición; la otra
extremidad forma ángulo recto y se une á la opuesta,
pudiéndose abrir y cerrar como un compás;- entre estas
dos prolongaciones rectas hay. una lámina graduada que
pasa por las ranuras de las ramas del compás y que marca el grado de separación de las puntas.
Este pelvímetro sirve para la medición exlerna y
presta buenos servicios; es útil, sobre todo, cuando no
se puede introducir ningún cuerpo extraño en la cavidad
vaginal, como sucede en las doncellas.
Para emplear este instrumento se aplican ambos botones lenticulares en el extremo de la línea que se quiere
medir, por ejemplo, en la sínfisis pubiana y en la primera tuberosidad del sacro, en ambas espinas iliacas
superiores. Así se averigua la extensión del diámetro
antero-posterior, del trasversal y la altura de los huesos
innominados, que son los que más comunmente se exploran.
El pelvímetro de Coutouly se parece mucho á la medida de los zapateros; se compone de dos láminas meta-
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licas que encajan paralelamente una en otra; la que tiene la ranura se llama rama hembra: por esía ranura sé
desliza la rama macho; su extremidad está doblada en
ángulo recto. La rama macho tiene una escala de graduación.
Para usarle se introducen dos dedos en la vagina, y
sobre ellos se desliza la extremidad encorvada de las dos
ramas unidas del instrumento; aplicándola en la eminencia del sacro; después se tira de la rama macho de atrás
adelante, hasta que su corvadura se detiene en la sínfisis pubiana; la distancia que queda entre las dos placas
terminales indica la extensión del diámetro que se mide.
Este instrumento tiene muchos inconvenientes, y por
esto casi no se usa; se sostiene mal, y por lo tanto su
aplicaciones difícil; distiende mucho la mucosa vaginal;
y los órganos de la excavación, se oponen á su desarrollo
completo.
Mme. Boivin ha ideado un instrumento que llama
intrapelvímetro, parecido al de Coutouly; pero se diferencia en que las dos ramas están articuladas y pueden
introducirse por separado, una en el recto para aplicarse
al ángulo sacro-vertebral, y otra en la vagina, poniendo en contacto la parte vertical con la sínfisis del pubis.
Modernamente el Sr. YanHuevel, profesor distinguido de Bruselas, ha imaginado un pelvímetro que,
perfeccionado, es el mejor que puede emplearse.
El pelvímetro de Yan Huevel consiste en un compás
de gruesos compuesto de dos ramas, una fija y otra movible; la primera tiene 30 centímetros, es algo encorvada y aplanada en su extremidad; penetra en la vagina
para hacer la mensuracion interna; tiene un anillo en su
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parte media, y más abajo un arco de círculo graduado,
y se articula como im compás en la prolongación de una
vaina, que alójala extremidad inferior de la otra rama.
La segunda rama ó varilla interna puede alargarse ó acortarse á voluntad; tiene en su extremidad superior un tornillo horizontal; se encorva hacia afuera; descendiendo
se hace recta y cuadrangular, y después penetra en la
vaina ya dicha. Esta, abierta por sus dos extremos, presenta en su pared externa una ranura donde recibe nna
arista de la varilla, que impide la salida de ésta; en su
pared interna hay un muelle con una punta que atraviesa esta pared, y corresponde á un agujero ó depresión
de la varilla par.a impedir sus movimientos, en tanto que
no se levanta este muelle.
El arco de círculo sujeto á la rama vaginal se aplica
al lado derecho de la varilla exlerna, sostenido por una
abrazadera que tiene en su parte externa un tornillo de
presión para fijar sobre dicho arco de círculo la abertura
de las ramas, impidiendo su movimiento.
Para emplear este instrumento se aplican sus extremidades sobre las espinas iliaca anteriores y superiores,
sobre la cresta iliaca y tuberosidad ciática del mismo lado, ó el botón del tornillo horizontal sobre la apófisis
espinosa de la última vértebra lumbar, y en el extremo
de la rama vaginal contra el monte de Yénus, y así sucesivamente para conocer los diámetros exteriores de la
pelvis.
Para hacer la medición interna, se acuesta la mujer
en una cama, de modo que sobresalgan las nalgas del
borde del colchón. Se marcan con tinta los extremos de
los diámetros del estrecho superior; después se introduce
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uno ó dos dedos de la mano izquierda en la vagina hasta
el promontorio; con la mano derecha se tiene el compás
abierto, y se desliza la rama vaginal en el interior de los
órganos genitales, guiada por los dedos, que la comprimen contra el ángulo sacro-vertebral, mientras que el
pulgar de la misma mano se introduce en el anillo, y así
queda sostenido el instrumento con una sola mano.
Entonces el pulgar, el índice y el medio de la mano
derecha cogen la rama externa encima del arco de círculo, y la suben ó la introducen más en la vaina, hasta que
el botón de! tornillo horizontal corresponde á la señal
hecha con tinta en el monte de Venus; en seguida se empuja hacia adelante con el anular la palanca del tornillo
de presión, para sujetar las ramas.
Se saca el instrumento, y se anota la distancia marcada en el arco de círculo graduado.
Terminado este primer tiempo, se afloja el tornillo
de presión; se introduce en la vagina el índice izquierdo
para aplicarle detrás del pubis, y á su vez se lleva con
la mano derecha la rama vaginal, con la concavidad hacia adelante, y en cuanto llega al borde superior de la
sínfisis se sujeta con toda la mano, pasando el dedo pequeño por el anillo.
Se coge después con los tres primeros dedos de la
mano derecha la varilla externa encima del arco de círculo , y el anular empuja hacia adelante la palanca del tornillo de presión , cuando el tornillo horizontal corresponde á la señal-hecha en el monte de Yénus. Si hubiera dificultad para retirar el pelvímetro, se destornilla el tornillo horizontal, cuidando de ponerle en su situación pr:mitiva después de la extracción.
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La regla graduada marcará la distancia de los dos
extremos, la cual debe deducirse de la medida anterior
para saber la extensión del diámetro sacro-pubiano.
Del mismo modo se empleará este instrumento para
estudiar los diámetros oblicuos.
El mejor de todos los pelvimetros es la mano del Profesor. La palpación exterior da á conocer la conformación de la pelvis, la distancia de las espinas iliacas y la
altura déla pelvis.
La introducción de uno ó dos dedos en la vagina basta para apreciar las dimensiones de la excavación y de
los estrechos. Se introduce el dedo índice en la vagina;
se dirige arriba y atrás hacia el ángulo sacro-vertebral;
cuando ya se tienta éste, se levanta la muñeca hasta que
el borde radial toque la parte inferior de la sínfisis pubiana; con el dedo de la otra mano, y separando los
grandes y pequeños labios, se marca el punto que corresponde á la sínfisis; se retira el dedo, y aplicándole
sobre una medida, se gradúa la distancia que hay entre
el ángulo sacro-vertebral y la sínfisis.
De la misma manera puede apreciarse la dimensión
de todos los diámetros de la pelvis.
ARTICULO 2.°
Tumores de la excavación pelviana.
Por igual razón que los vicios de conformación de la
pelvis, pueden oponer obstáculo permanente al parto los
tumores sólidos ó líquidos de la excavación, y que estrechen su cavidad.
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Estos tumores son de naturaleza variable y exigen
indicaciones particulares. Pueden desarrollarse en los
huesos, como los exóstosis, osteosarcomas, y en las
partes blandas, como el edema de los grandes labios,
las colecciones sanguíneas ó trombus de la vagina, quistes , excrescencias, pólipos, tumores fibrosos del cuello
uterino, quistes del ovario, y otros muchos que la patología quirúrgica estudia. Las materias fecales acumuladas en el recto y endurecidas, un cálculo vexical, son
obstáculos pasajeros que han impedido más de una vez
el parto.
En cada caso de éstos, se obrará según lo aconseja
la cirugía; la indicación general para el tocólogo es rechazar, desviar los tumores del punto donde estorban, y
si esto no es posible, operarlos. Es preciso á toda costa
destruir todo lo que impida la salida del feto, y así es que
á veces basta un enema oleoso para que termine pronto
el parto.
CAPITULO
II.
CAUSAS QBE SE REFIEREN AL FETO.
No basta que la madre esté bien conformada, sino
que es preciso además que por parte del feto no se destruya la exacta proporción que debe existir entre él y el
conducto por donde ha de pasar. Sucede lo contrario en
muchas ocasiones, y ya el feto está mal conformado, ya
su presentación y posición no es la normal, ó es excesivo el volumen de alguna de sus regiones. Hemos, pues,
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de estudiar los casos de distocia esencial que se refieren al feto.
ARTICULO 2.°
Presentaciones anormales del feto.
Al hablar de las presentaciones del feto hemos de intento dejado de hablar de la presentación de tronco, advirtiendo *que no debían estas figurar en el parto natural porque no puede éste verificarse por sí solo. Siendo la
presentación de tronco uno de los casos mejor caracterizados de distocia esencial, creemos que este es el lugar
en que debemos hablar de dicha presentación.
Puede ponerse en relación con el estrecho superior
el plano lateral derecho ó el izquierdo del feto, y en cada
una de estas presentaciones admitiremos dos posiciones.
Cuando presentándose el plano lateral derecho corresponde la cabeza del feto á la mitad izquierda de la pelvis , será la primera posición; cuando corresponde á la
mitad izquierda diremos que está en segunda posición.
Lo mismo sucederá en la presentación del hombro izquierdo del feto. Denotnínanse estas posiciones céfaloiliaca izquierda y céfalo-iliaca derecha.
La aparición, fuera de la vulva de un brazo ó de
una mano, no autorizan para admitir nuevas posiciones,
porque esto no supone variación en el mecanismo del
parto.
El diagnóstico de la presentación del tronco puede
hacerse en los últimos meses del embarazo por la forma
del vientre que es prolongada trasversaímente, y si las
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paredes abdominales no están muy tensas podrá sentirse la cabeza del feto en una fosa iliaca; algo podrá
ilustrarnos también el sitio en que se perciba el ruido
cardiaco; durante el parto es difícil antes de la rotura de
la bolsa de las aguas conocer por el tacto vaginal la presentación del tronco, pues si bien no se encuentra el
tumor formado por la cabeza como en la presentación de
vértice, es imposible llegar con el dedo á la parte que se
presenta.
Rotas ya las membranas puede tocarse el'hombro ó
el codo en el centro del estrecho, que se conoce fácilmente por la forma de estas partes.
Es preciso también averiguar la posición, y para esto
debemos recordar que la cabeza corresponde á la izquierda de la pelvis en dos posiciones, en la primera
del hombro derecho y en la primera del hombro izquierdo ; y repárese que en la primera del hombro derecho,
el dorso corresponde á las paredes abdominales ó delante, y en la primera del hombro izquierdo corresponde atrás
ó á los lomos de la madre. Por consiguiente, si la cabeza está en el lado izquierdo y el dorso del feto corresponde adelante tendremos una primera posición del hombro derecho. Si la cabeza está en el lado izquierdo, y el
dorso corresponde atrás, tendremos una primera posición del hombro izquierdo. Del mismo modo en las otras
dos posiciones en que la cabeza corresponde al lado derecho, si el dorso del feto se dirige adelante , tendremos
una segunda posición del hombro izquierdo. Hay , pues,
que saber dónde está la cabeza y el plano posterior.
Si se presenta la mano, para saber cuál es, se volverá de modo que la palma corresponda delante y arriba,
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y si el pulgar mira á la derecha de la madre será la
mano derecha y vice-versa. Si el dorso de la mano mira
al muslo derecho, la cabeza estará en este mismo lado, y
si á la izquierda, en el lado izquierdo. Cuando el dedo
meñique mira al pubis, corresponde el plano dorsal adelante; y cuando al coxis, á los lomos de la madre.
El parto en la presentación de tronco es casi siempre imposible por sí SQIO , si bien puede verificarse cuando la pelvis sea muy ancha, el feto muy pequeño ó
cuando las contracciones uterinas cambien las relaciones
del feto con la madre haciendo una versión espontánea.
Aun en estos casos, el parto ha de ser doloroso y lento,
y el feto sufre presiones que determinan su muerte.
No siendo posible el parto, tiene que intervenir el
arte, haciendo una operación tocológica que se llama
versión.
AKTICULO i.°
Vicios de conformación del feto.—Fetos monstruosos y múltiples.—Volumen excesivo general ó parcial.
No todos los vicios de conformación del feto tienen
una misma importancia en el acto del parto: los fetos
anencéfalos y acéfalos nacen tan fácilmente como los
bien conformados.
Las monstruosidades por unión perjudican al parto;
dos fetos unidos producen un volumen doble, y es casi
imposible su paso por la pelvis.
En la generalidad de los casos, este volumen exagerado de dos fetos reunidos, es más bien ilusorio que efec-
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livo para ser obstáculo al parto; no es doble del volumen
ordinario de un feto, muy lejos de eso, y la razón es la
siguiente: lo general, si no.lo constante, es que el parto se anticipe; raro es el parto doble de todo tiempo ; si
á esto añadimos la existencia de esa monstruosidad, incompatible casi siempre con la vida del feto, tenemos
otra causa para que termine antes el embarazo. Ahora
bien; si el parto se verifica á los siete meses, como el
feto no está bien desarrollado, los dos juntos tienen mucho menos volumen que uno solo de todo tiempo, y el
resultado es que en las monstruosidades por unión, casi
siempre se verifica el parto espontáneamente.
La indicación en este caso es terminar el parto prescindiendo de los fetos, pero salvando la madre.
Volumen excesivo. Priéde ser el feto muy voluminoso; pero á menos de una estrechez en la pelvis, es
difícil que sea tan exagerado este volumen que impida
verificarse el parto. Sin embargo, un feto muy desarrollado supone una cabeza muy grande, tanto, que alguno
de sus diámetros sea superior al correspondiente de la
pelvis. En tal caso el parto es largo y penoso ; gasta las
fuerzas de la mujer, se debilitan las contracciones uterinas, y en último resultado, pueden sobrevenir fenómenos
graves para la parturiente y para el mismo feto. Es necesario intervenir oportunamente para terminar el parto;
hay que extraer la criatura por los medios conocidos.
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ARTICULO 3.°
Enfermedades del feto.—Tumores.—Hidropesías varias.
Los tumores desarrollados en la superficie del feto
pueden constituir un obstáculo en el acto del parto; se
observan en el tronco, en el cuello, en el periné y en
la cara, y tienen un volumen variable, siendo algunas
veces exagerado.
Si los tumores impiden la salida del feto y son accesibles, es preciso extirparlos, vaciarlos, según los casos;
si no hacemos esto, producirán la muerte del feto, ya
por sus mismas condiciones, ó por la lentitud que inducen en el parto. Nuestra conducta seguirá siendo ia misma ; tratemos ante todo de salvar á la madre.
Hidropesías. Aunque no muy común, es el más
grave de los obstáculos, lo que se llama hidrocéfalo, ó
sea la colección de serosidad en el interior del cráneo. Se
ha admitido también un hidrocéfalo externo, que no es
más que la infiltración serosa ó sanguinolenta de los tegumentos craneanos. Este último no constituye un obstáculo formal al parto.
No es difícil diagnosticar el hidrocéfalo cuando el
feto se presenta de cabeza. Se siente con el dedo una
superficie de consistencia diferente en los varios puntos
de su extensión, es dura y resistente mientras los dolores , y blanda y fluctuante en el intervalo; los espacios
membranosos son mayores, las comisuras tienen un dedo
de extensión, y las fontanelas llegan á ser como la palma
de la mano; se notan también los bordes de los huesos
muy separados.
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