Konrad Hesse

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Indicaciones y materiales para la enseñanza de la Constitución
Departamento de Derecho Político. UNED
El presente texto se reproduce con fines exclusivamente docentes,
para su uso por parte de profesores y alumnos
en el ámbito de la enseñanza de la Constitución
Konrad Hesse, “Constitución y Derecho constitucional”,
en Benda, Maihofer, Vogel, Hesse, Heyde, Manual de Derecho constitucional,
Madrid: Marcial Pons, 1996, págs. 1-15.
Extracto.
I. Tareas y significado
Cualquier tipo de Unión que pretenda perdurar precisa de un ordenamiento (...) que
haya delimitado su ámbito y regulado (...) la condición de sus miembros. Un
ordenamiento de estas características se denomina Constitución. De ahí que todo
Estado disponga necesariamente de una Constitución (...) Según lo anterior, la
Constitución contiene, por regla general, las normas jurídicas que caracterizan los
órganos supremos del Estado, establecen la forma de crearlos, sus relaciones
recíprocas y sus áreas de influencia, además de la posición fundamental del individuo
respecto al poder estatal.
Esta caracterización general de Jorge Jellinek nos proporciona una primera orientación.
Contiene los aspectos esenciales de la organización del Estado, de sus órganos, de sys
competencias y los límites de la actuación estatal (...)
1. Tareas fundamentales de la Constitución
(...)
a) Integración
La unidad política de acción que denominamos Estado no es hoy, como se presupone en
la descripción de Jellinek, algo que venga sin más dado. Se necesita establecer tal
unidad, y se requiere tanto más su conservación en cuanto que no está corporeizada en
la voluntad uniforme de un pueblo soberano o de una clase dirigente. Antes bien, tiene
que labrarse y asegurarse en el proceso político de la moderna sociedad pluralista; en la
yuxtaposición y contienda de numerosos grupos, en los que la compensación entre las
diferentes opiniones, intereses y aspiraciones, como la resolución y regulación de
conflictos, se han convertido por igual en tarea arquetípica y en condición de existencia
del Estado. Allí donde, partiendo de la pluralidad de voluntades, ya no es posible formar
una voluntad conjunta vinculante, y allí donde ya no se consiga establecer y realizar por
la vía del entendimiento o de las decisiones mayoritarias los objetivos políticos, quiebra
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el Estado como unidad política de acción. Su nacimiento y existencia quedan
condicionados al éxito del proceso de integración estatal (...).
Cualquier proceso necesita del ordenamiento jurídico: la colaboración, aquella que
conduce a la formación de una unidad política y en la que deben ser llevadas a cabo las
tareas del Estado, necesita de la organización y de un proceso ordenado, y la
conciliación de voluntades no depende menos de que se configure el contenido del
ordenamiento de modo tal que encuentre la adhesión de las personas que han de vivir
bajo el mismo. Esta tarea fundamental la cumple la Constitución mediante sus derechos
fundamentales; en esa medida la Constitución puede considerarse como el ordenamiento
jurídico del proceso de integración estatal.
b) Organización
La necesidad del ordenamiento jurídico no sólo se presenta para la formación y
conservación de la unidad política, sino también para la acción e incidencia de los
órganos estatales constituidos con estos fundamentos. En tal medida se necesita una
normación de la arquitectura del Estado y del cumplimiento de sus tareas. La necesidad
de atender a estas tareas de orden por la Constitución ha sido algo habitual. Se trata de
constituir órganos a los que confiar en función de su naturaleza objetiva los diferentes,
determinados y delimitados ámbitos de tareas de incidencia estatal y las competencias
correspondientes, necesarias para el cumplimiento objetivo de tales tareas: la
Constitución funda competencias, creando de esta manera poder estatal conforme a
Derecho con el alcance del respectivo mandato. Es ella la que regula, a menudo sólo en
sus coordenadas fundamentales, los procedimientos que, en lo posible, deben permitir la
adopción de las decisiones adecuadas. Es ella la que ordena los cometidos de los
distintos órganos estatales entre sí, intentando conseguir así que éstos se complementen
objetivamente, que se garantice la cooperación, la responsabilidad, el control y la
limitación del poder y, finalmente, que se impida cualquier abuso de competencias.
Las funciones de integración y de organización son en muchos casos complementarias
entre sí, pues tanto el contenido como el éxito de la acción de los poderes estatales
dependen del logro de una unidad política; ésta, por su parte, depende de dicho
contenido y de dicho éxito, que esencialmente determinan que el Estado encuentre
adhesión y apoyo (...).
c) Dirección jurídica
La función que cumple el ordenamiento jurídico no sólo se aplica al Estado. En sentido
amplio se necesita para toda la convivencia en comunidad dentro del territorio del
Estado, que no sería posible sin el ordenamiento jurídico. Éste no constituye un fin en sí
mismo, no se trata de ordenar por ordenar; lo importante es el contenido de dicho
ordenamiento: debe ser el moralmente recto y, por ende, legítimo. El canon de dicha
rectitud en los tiempos actuales, que han cobrado conciencia de la historicidad de todo
Derecho, no es inferible de un Derecho natural existente al margen del pensamiento y
de la acción humanos. Igualmente injustificado resulta remitirse a un positivismo
escéptico, para el que, sin referencia a contenido alguno, Derecho es cualquier
regulación que haya sido definida como tal por las instancias competentes (...) Hay
experiencias históricas que han demostrado lo que no es moralmente recto y,
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consecuentemente, lo que no puede considerarse Derecho; éste es el caso del
aniquilamiento de existencias sin valor racial o vital bajo el régimen de injusticia
nacionalsocialista. Además (...) se deducen otros cánones de los principios jurídicos
nacidos de la lucha y de la experiencia de muchas generaciones y que han quedado
confirmados por ellas, principalmente de los derechos humanos y civiles, así como de
otros principios como los de independencia judicial o el derecho a audiencia (...).
La función directriz de la Constitución consiste en asumir estos cánones y –sobre todo
en los derechos fundamentales—dotarlos de fuerza vinculante para todo el
ordenamiento jurídico. Por su parte, esta Constitución contribuye (...) a garantizar la
existencia de un ordenamiento jurídico moralmente recto.
2. La Constitución como orden jurídico fundamental de la comunidad
Al cumplir estas tareas fundamentales de formación política de unidad y de orden
jurídico, la Constitución se convierte no sólo en el orden jurídico fundamental del
Estado, sino también en el de la vida no estatal dentro del territorio de un Estado: es
decir, en el orden jurídico fundamental de la comunidad.
Esta Constitución determina primero las decisiones fundamentales que llevan a la
unidad política, según las cuales debe ejecutarse ésta y deben llevarse a cabo las tareas
estatales (...). En las posteriores concreciones de tales decisiones la Constitución ordena
la organización y el procedimiento de formación de la unidad política y de la acción
estatal; establece barreras de acción a los poderes públicos. Positiviza normas según las
cuales han de constituirse los órganos del Estado, ha de determinarse la orientación
política global y han de decidirse las cuestiones pendientes. Es esa misma Constitución
la que regula las competencias de estos órganos y, a grandes rasgos, el procedimiento
con el que han de ejercitarse. Y es ella también la que establece el procedimiento con el
que se de han de superar los conflictos que surjan dentro de la comunidad.
Además de todo ello, la Constitución establece principios fundamentales del
ordenamiento jurídico, y no sólo de la vida estatal en sentido estricto. Positiviza
principios y criterios para establecer y aplicar las normas del ordenamiento. Ordena
todas las esferas de vida esenciales para la convivencia (...): matrimonio, familia,
propiedad, herencia, fundamentos del Derecho penal, principios de la enseñanza, de la
libertad religiosa o de las relaciones laborales o sociales. En todo ello, la Constitución
es el plan estructural básico, orientado por determinados principios (...), para la forma
jurídica de una Comunidad.
II. De la singularidad del Derecho constitucional
El Derecho constitucional se diferencia de otras ramos jurídicas no sólo en función de
sus tareas y de su objeto. Son peculiaridades esenciales su rango, la clase de sus reglas
(...).
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1. Primacía
Al Derecho constitucional corresponde la primacía respecto de todo el restante Derecho
interno. Esta primacía es presupuesto de la función constitucional como orden jurídico
fundamental de la comunidad. De ahí que el Derecho constitucional no pueda ser
derogado ni reformado por leyes ordinarias; ninguna disposición del ordenamiento
jurídico ni acto estatal alguno pueden contradecirlo; todos los poderes públicos, incluso
el legislativo, se hallan vinculados por la Constitución (...).
2. Carácter abierto y vinculante
Esta vinculación (...) no carece de problemas, ya que las normas constitucionales no son
completas ni perfectas. Amplios sectores, incluso los de la vida estatal en sentido
estricto, únicamente están ordenados mediante disposiciones de mayor o menor
amplitud e indeterminación, y alguno sin siquiera están ordenados. La Constitución no
es un sistema cerrado y omnicomprensivo; no contiene una codificación, sino un
conjunto de principios concretos y elementos básicos del ordenamiento jurídico de la
comunidad, para el que ofrece una norma marco. En este sentido es un ordenamiento
abierto.
Esta apertura es siempre limitada. Pero en la medida en que sea suficiente, concede (...)
el margen de actuación necesario para un proceso político libre, tratando de
garantizarlo. Por ello la Constitución posibilita concepciones y objetivos diferentes y su
persecución. Permite, asimismo, tomar en consideración cambios técnicos, económicos
y sociales, adaptarse a la evolución histórica (...). Dado que todos los poderes públicos
están sometidos a la Constitución, se decide aquí la cuestión capital de si y con qué
amplitud es libre el legislador para regular una cuestión concreta, o si se halla sometido
a vínculos constitucionales, cuyo respeto es controlable por el Tribunal Constitucional.
Las relativas apertura y amplitud del Derecho constitucional ofrecerían, sin embargo, el
peligro de conducir a una disolución (...) si no fueran aparejadas a una fijación
determinada y vinculante (...). En consecuencia, (...) determina los fundamentos del
ordenamiento de la comunidad, así como los contenidos que deben ser sustraídos al
debate y a una constante puesta en tela de juicio (...). La Constitución actúa como factor
estabilizador (...). Lo que sobre todo queda establecido de forma vinculante es la
arquitectura del Estado y los procedimientos (...) establecen una determinada fórmula
con la que deben adoptarse las decisiones, excluyendo con ellos luchas desordenadas
por el poder (...).
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