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Lo Absurdo de la Vida sin Dios
William Lane Craig
Traducido por Joel Naranjo. The Absurdity of Life without God
La Necesidad de Dios y la Inmortalidad
El Hombre, escribe Loren Eiseley, es el Huérfano Cósmico. Es la única criatura en el
universo que pregunta, "¿Por qué?” Otros animales tienen su instinto para guiarlos, pero
el hombre ha aprendido a hacer preguntas. "¿Quién soy?" pregunta el ser humano. "¿Por
qué estoy aquí? ¿A dónde voy?”. Desde la Ilustración, cuando se despojó de los grilletes
de la religión, el hombre ha intentado contestar estas preguntas sin hacer referencia a
Dios. Pero las respuestas que ha hallado no han sido estimulantes, si no oscuras y
terribles. "Eres un subproducto accidental de la naturaleza, el resultado de la materia
más el tiempo y el azar. No hay ninguna razón para tu existencia. Todo lo que enfrentas
es la muerte."
El hombre moderno pensó que al librarse de Dios, se había librado de todo aquello que
lo reprimía y ahogaba. Sin embargo, descubrió que al matar a Dios, se había dado
muerte a sí mismo. Porque si no hay Dios, la vida de hombre se vuelve absurda.
Si Dios no existe, tanto el hombre como el universo están inevitablemente condenados a
la muerte. El ser humano, como todos los organismos biológicos, debe morir. Sin la
esperanza de la inmortalidad, la vida de hombre lleva sólo a la tumba. Su vida no es si
no una chispa en la oscuridad infinita, una chispa que nace, parpadea, y muere para
siempre. Por consiguiente, todos debemos enfrentar lo que teólogo Paul Tillich ha
llamado "la amenaza del no ser". Porque aunque ahora sé que existo, que estoy vivo, sé
también que algún día ya no existiré, que ya no seré más, que voy a morir. Este
pensamiento es pasmoso y amenazador: ¡pensar que la persona que llamo "yo" dejará de
existir, que no será más!
Recuerdo vivamente la primera vez que mi padre me dijo que algún día yo moriría. De
algún modo, como niño, el pensamiento simplemente nunca había cruzado por mi
mente. Cuando me lo dijo, quedé lleno de miedo y una insoportable tristeza. Y aunque
intentó repetidamente asegurarme esto ocurriría en mucho tiempo más, eso no parecía
importar. Fuese antes o después, el hecho innegable era que yo moriría y ya no sería
más, y esta idea me resultó abrumadora. Eventualmente, como todos, llegué a
simplemente a aceptarlo. Todos aprendemos a vivir con lo inevitable. Pero esa
percepción infantil sigue siendo cierta. Como el existencialista francés Jean-Paul Sartre
observó, “algunas horas o algunos años no hacen diferencia alguna una vez que se ha
perdido la eternidad”.
Ya sea que llegué antes o después, la perspectiva de la muerte y la amenaza del no ser
es un horror terrible. Pero una vez conocí un estudiante quién no sentía esta amenaza.
Decía que había crecido en una granja y estaba acostumbrado a ver los animales nacer y
morir. La muerte era para él simplemente algo natural, parte de la vida, por así decirlo.
Yo estaba intrigado por lo diferente que eran nuestras perspectivas acerca de la muerte y
encontraba difícil entender por qué él no sentía la amenaza de no ser. Después de varios
años, pienso que encontré mi respuesta leyendo a Sartre. Sartre observó que la muerte
no es amenazante en tanto la veamos como la muerte del otro, cuando la vemos en
tercera persona, por así decirlo. Es sólo es cuando la internalizamos y la vemos primera
persona ("mi muerte: Yo voy morir") que la amenaza del no ser se vuelve real. Como
indica Sartre, muchas personas nunca asumen esta perspectiva de primera persona en su
vida; uno puede mirar incluso su propia muerte desde un punto de vista de tercera
persona, como si fuera la muerte de otro o incluso de un animal, como hizo mi amigo.
Pero el verdadero significado existencial de mi muerte sólo puede apreciarse de la
perspectiva de primera persona, cuando comprendo que yo voy morir y dejaré de existir
para siempre. Mi vida es simplemente una transición momentánea del olvido al olvido.
Y el universo, también, enfrenta la muerte. Los Científicos nos dicen que el universo se
está expandiendo, y todo en él se aleja más y más. Mientras esto sucede, se vuelve más
y más frío, y su energía se agota. En el futuro todas las estrellas se consumirán y toda la
materia colapsará en estrellas muertas y agujeros negros. No habrá luz en absoluto; no
habrá calor; no habrá vida; sólo los cadáveres de estrellas y galaxias muertas, siempre
expandiéndose en la oscuridad interminable y las frías profundidades del espacio: un
Universo en ruinas. Así que no sólo la vida de cada persona individual está condenada;
la raza humana entera está condenada. No hay escapatoria. No hay esperanza.
Lo Absurdo de la Vida sin Dios y sin Inmortalidad
Si no hay Dios, entonces el hombre y el universo están condenados. Como prisioneros
sentenciados a muerte, esperamos nuestra inevitable ejecución. No hay Dios ni
inmortalidad. ¿Y cuál es la consecuencia de esto? Significa que la vida misma es
absurda. Significa que la vida que tenemos carece de significado, valor, o propósito
último. Miremos cada uno de éstos.
No hay Significado Último sin Inmortalidad y sin Dios
Si cada persona deja de existir cuándo muere, entonces ¿qué significado último puede
darse a su vida? ¿Importa realmente si alguna vez existió? Su vida puede ser importante
en relación a ciertos eventos, pero ¿Cuál es el significado último de cualquiera de esos
eventos? Si todos los eventos carecen de sentido, entonces ¿Cuál puede ser el
significado o influencia última de cualquiera de ellos? En última cuenta no hacen
ninguna diferencia.
Veámoslo desde otra perspectiva: Los científicos dicen que el universo en originó en
una explosión denominada el "Big Bang" hace unos 13 mil millones años. Suponga que
el Big Bang nunca hubiera ocurrido. Suponga que el universo nunca hubiera existido.
¿Qué diferencia sustancial haría? De todos modos, el universo esta condenado. En
última cuenta, no hace ninguna diferencia si el universo alguna vez existió o no. Por
consiguiente, carece de significado último.
Lo mismo es verdad respecto la raza humana. La humanidad es una especie condenada
en un universo agonizante. Porque la raza humana dejará de existir en el futuro; da lo
mismo si alguna vez existió. La humanidad, así, no es más significativa que un
enjambre de mosquitos o un corral de cerdos, pues su destino es el mismo. El mismo
ciego proceso cósmico que los escupió en primer lugar se los tragará a todos en el
futuro.
Y lo mismo es verdad de cada persona individual. Las contribuciones del científico al
adelanto de conocimiento humano, las investigaciones del doctor para aliviar el dolor y
el sufrimiento, los esfuerzos del diplomático por afianzar la paz en el mundo, los
sacrificios de hombres buenos en todo lugar para mejorar la condición de la raza
humana: todos éstos llegan a nada. Éste es el horror de hombre moderno: dado que
acaba en nada, es nada.
Pero es importante ver que no es sólo inmortalidad lo que necesita el hombre si su vida
ha de ser significativa. La mera duración de la existencia no hace a esa existencia
significativa. Si el hombre y el universo pudieran existir para siempre, pero no hubiera
Dios, su existencia aún carecería de significado último. Como ilustración, una vez leí un
cuento de ciencia-ficción en que un astronauta estaba aislado en un yermo trozo de
piedra perdido en el espacio exterior. Con él tenía dos frascos: uno contenía veneno y el
otro una poción que lo haría vivir para siempre. Comprendiendo su predicamento, bebió
el veneno. Pero entonces, para su horror, descubrió que había bebido el frasco
equivocado, habían bebido la poción de la inmortalidad. Y eso significaba que él estaba
maldito a existir para siempre, una vida interminable y carente de sentido. Ahora, si
Dios no existe, nuestras vidas son exactamente igual. Podrían seguir y seguir y aún
carecer absolutamente de sentido. Aún podríamos preguntar de la vida, "¿Y qué?” Así
que no es sólo la inmortalidad lo que el hombre necesita si su vida ha de ser
significativa en último término; necesita a Dios y la inmortalidad. Y si Dios no existe,
carece de ambos.
El hombre del siglo XX llegó a entender esto. Lean "Esperando a Godot" de Samuel
Beckett. Durante toda la obra dos hombres mantienen una conversación trivial mientras
esperan que llegué un tercer hombre, quién nunca lo hace. Nuestras vidas son así, está
diciendo Beckett; sólo matamos el tiempo esperando. ¿Qué?, no lo sabemos. En un
trágico retrato del hombre, Beckett escribió otra obra en que el telón se abre revelando
un escenario cubierto de basura. Durante treinta largos segundos, el público se sienta y
mira fijamente en silencio esa basura. Entonces el telón se cierra. Eso es todo.
Los existencialistas franceses Jean-Paul Sartre y Albert Camus entendieron esto
también. Sartre retrató la vida en su obra "Sin Salida" como el infierno. La línea final de
la obra son las palabras de resignación, "Bien, sigamos con él." Así, Sartre escribe en
otra parte acerca de la "náusea" de la existencia. Camus, también, vio la vida como un
absurdo. Al final de su novela breve "El Extranjero", el héroe de Camus descubre en un
destello de comprensión que el universo no tiene significado y no hay Dios para darle
uno.
Así, si no hay Dios, entonces la vida misma carece sentido. El hombre y el universo
carecen de significado último.
No hay Valor Último Sin Inmortalidad y sin Dios
Si la vida acaba a la tumba, entonces da lo mismo si uno ha vivido como un Stalin o
como un santo. Dado que el destino de cada uno finalmente no se relaciona con la
propia conducta, usted puede simplemente vivir como mejor le parezca. Como lo puso
Dostoyevsky: "Si no hay inmortalidad, todas las cosas están permitidas". Sobre esta
base, un escritor como Ayn Rand esta completamente en lo cierto al alabar las virtudes
del egoísmo. Viva totalmente para el yo; ¡no hay nadie que le haga rendir cuentas! De
hecho, sería estúpido hacer algo diferente, pues la vida es demasiado corta para
arriesgarla actuando por otra cosa que no sea puro interés propio. Sacrificarse en favor
de otro sería estúpido. Kai Nielsen, un filósofo del ateo que intenta defender la
viabilidad de la ética sin Dios, al final admite,
No hemos sido capaces de mostrar que la razón requiere el punto de vista moral, o que
todos que las personas verdaderamente racionales, desprovistas de mitos o ideologías,
no necesitan ser individuos egoístas o los amorales clásicos. La razón no decide aquí. El
cuadro que he pintado para usted no es uno agradable. La reflexión acerca de él me
deprime. . . . La pura razón práctica, incluso con un adecuado conocimiento de los
hechos, no le llevará a la moralidad.i
Pero el problema es aun peor. Porque, dejando de lado la inmortalidad, si no hay Dios,
no puede haber estándares objetivos del bien y el mal. Todo lo que confrontamos es, en
palabras de Jean-Paul Sartre, el hecho desnudo, carente de valor, de la existencia. Los
valores morales son ya sea sólo expresiones de gusto personal o los derivados de la
evolución y condicionamiento socio-biológico. En un mundo sin Dios ¿Quién puede
decir qué valores son correctos y cuales no? ¿Quién puede juzgar que los valores de
Adolfo Hitler son inferiores a los de un santo? El concepto de moralidad pierde todo
significado en un universo sin Dios. Como un eticista ateo contemporáneo señala,"decir
que algo es malo porque. . . esta prohibido por Dios, es. . . absolutamente comprensible
para cualquiera que cree en un legislador Divino. Pero decir que algo está mal. . . aun
cuando no haya ningún Dios para prohibirlo, no es comprensible. . . . " "El concepto de
obligación moral [es] ininteligible aparte de la idea de Dios. Las palabras permanecen
pero su significado ha ido"ii. En un mundo sin Dios, no puede haber bien y mal en un
sentido objetivo, sólo nuestros juicios subjetivos cultural y personalmente relativos.
Esto significa que es imposible de condenar la guerra, la opresión, o el crimen como
algo malo. Ni tampoco es posible alabar la fraternidad, la igualdad y el amor como algo
bueno. Porque en un universo sin Dios, el bien y el mal no existen, sólo esta el hecho
desnudo y sin valor de la existencia, y no hay nadie que diga que tu tienes la razón y yo
estoy equivocado.
No hay Propósito Último Sin la Inmortalidad y sin Dios
Si la muerte nos espera con los brazos abiertos al final del camino, ¿cuál es entonces el
propósito de la vida? ¿Es todo para nada? ¿No hay razón para la vida? ¿Y qué del
universo? ¿Es absolutamente en vano? Si su destino es una tumba helada en el vacío del
espacio exterior, la respuesta debe ser: Sí, es vano. No hay ninguna meta, ningún
propósito para el universo. Los restos de un universo muerto simplemente seguirán
expandiéndose y expandiéndose. Para siempre
¿Y qué de hombre? ¿No hay ningún propósito en absoluto para la raza humana? ¿O
simplemente desaparecerá algún día en el olvido de un universo indiferente? El escritor
inglés H. G. Wells previó tal perspectiva. En su novela "La Maquina del Tiempo", el
viajero del tiempo de Wells viaja lejos en el futuro para descubrir el destino de hombre.
Todo lo que encuentra es una tierra muerta, salvo por un poco de liquen y musgo,
orbitando un gigantesco sol rojo. Los únicos sonidos son el zumbido del viento y las
suaves olas del mar. "Más allá de estos sonidos inanimados", escribe Wells, "el mundo
estaba silencioso. ¿Silencioso? Sería difícil expresar su quietud. Todos los sonidos de
hombre, el balido de oveja, los gritos de las aves, el zumbido de los insectos, el
movimiento que sirve de fondo a nuestras vidas, todo se había acabado"iii 3. Y así, el
viajero de tiempo de Wells regresó. ¿Pero a qué? meramente un punto anterior en la
carrera sin objeto hacia el olvido. Cuando como no cristiano leí por primera vez el libro
de Wells pensé, "¡No, no! ¡No puede acabar así!" Pero si no hay Dios, así es como
acabará, nos guste o no. Ésta es la realidad en un universo sin Dios: no hay esperanza;
no hay propósito.
Lo que es verdad para la humanidad como un todo es verdad individualmente para cada
uno de nosotros: estamos aquí sin ningún propósito. Si no hay Dios, entonces nuestra
vida no es cualitativamente diferente de la de un perro. Como el antiguo autor de
Eclesiastés lo pone "Los hombres terminan igual que los animales; el destino de ambos
es el mismo, pues unos y otros mueren por igual, y el aliento de vida es el mismo para
todos, así que el hombre no es superior a los animales. Realmente, todo es absurdo, y
todo va hacia el mismo lugar. Todo surgió del polvo, y al polvo todo volverá". (Ecl
3:19-20 NVI). En este libro, que se lee más como un pedazo de literatura existencialista
moderna que como un libro de la Biblia, el escritor muestra la futileza de placer, la
riqueza, la educación, la fama política, y la honra en una vida condenada a acabar en la
muerte. ¿Su veredicto? “¡Vanidad de vanidades! Todo es vanidad!" (1:2). Si la vida
acaba a la tumba, entonces no tenemos ningún propósito último por el cual vivir.
Pero más que esto: aun si no acabara con la muerte, sin Dios la vida aún carecería de
propósito. El hombre y el universo serían entonces simples accidentes del azar, lanzados
a la existencia sin razón. Sin Dios, el universo es el resultado de un accidente cósmico,
una explosión fortuita. No hay razón para su existencia. En cuanto al hombre, es un
capricho de la naturaleza—un producto ciego de la materia, más el tiempo, más el azar.
Es simplemente un poco de cieno que desarrolló racionalidad. Como un filósofo lo ha
puesto: "La vida humana está montada sobre un pedestal subhumano y debe
desplazarse por sí sola en el corazón de un universo silencioso e inconsciente.''iv
Lo que es verdad del universo y de la raza humana también es verdad de nosotros como
individuos. Si Dios no existe, entonces usted es simplemente un aborto de naturaleza,
lanzado a un universo sin propósito para vivir una vida sin propósito.
Así, si Dios no existe, significa que el hombre y el universo existen sin propósito, dado
que el fin de todo es la muerte, y llegaron a existir sin propósito, dado que son sólo
productos ciegos del azar. En pocas palabras, la vida carece absolutamente de razón.
¿Entiende usted la gravedad de la alternativa que se nos presenta? Si Dios existe, hay
esperanza para el hombre. Pero si Dios no existe, todo lo que nos queda es la
desesperación. ¿Entiende por qué la pregunta sobre la existencia de Dios es tan vital
para el ser humano? Como un escritor acertadamente lo ha puesto "Si Dios está muerto,
entonces el hombre también está muerto".
Desgraciadamente, la gran masa de la humanidad no comprende este hecho. Continúan
adelante como si nada hubiera cambiado. Me recuerda la historia de Nietzsche del loco
que en las primeras horas de la mañana irrumpió en el mercado, linterna en mano,
gritando: "¡Busco Dios! ¡Busco Dios!" Dado que muchos de los presentes no creían en
Dios, provocó mucha risa. "¿Dios se ha perdido? " se mofaron de él. "¿O está
escondido? ¡O quizá se ha ido de viaje o ha emigrado!" Le gritaron y se rieron.
Entonces, escribe a Nietzsche, el loco se volvió hacia ellos y los atravesó con su mirada
"¿Donde esta Dios? " gritó, 'yo les diré. Nosotros lo hemos matado: ustedes y yo. Todos
nosotros somos sus asesinos. ¿Pero cómo hemos hecho esto? ¿Cómo pudimos beber al
mar? ¿Quién nos dio la esponja para borrar el horizonte entero? ¿Qué hicimos cuándo
desencadenamos esta tierra de su sol? ¿Hacia donde se está moviendo ahora? ¿Lejos de
todos los soles? ¿Acaso no nos hundimos continuamente? ¿Hacia atrás, hacia los lados,
adelante, en todas las direcciones? ¿Queda un arriba y un abajo? ¿No estamos
extraviándonos como en una infinita nada? ¿No sentimos el aliento del espacio vacío?
¿No se ha vuelto más frío? ¿No viene noche y más noche? ¿No deben encenderse las
linternas por la mañana? ¿No oímos todavía del ruido de los sepultureros que están
enterrando Dios? . . . Dios está muerto. . . . Y nosotros lo hemos matado. ¡Cómo
nosotros, asesinos entre los asesinos, nos consolaremos!"v
La muchedumbre miró fijamente al loco en el silencio y asombro. Por fin este azotó su
linterna en el suelo. "He venido demasiado pronto" dijo. "Este tremendo evento todavía
está en de camino, no ha alcanzado los oídos del hombre todavía". Los hombres no
comprendieron realmente las consecuencias de lo que habían hecho al matar a Dios.
Pero Nietzsche predijo que algún día la gente comprenderían las implicaciones de su
ateísmo; y este descubrimiento introduciría una edad de nihilismo: la destrucción de
todo significado y valor en la vida.
La mayoría de las personas aun no reflexiona en las consecuencias del ateísmo y así,
como la muchedumbre en el mercado, sigue inconscientemente su camino. Pero cuando
comprendemos, como hizo Nietzsche, lo qué el ateísmo implica, entonces su pregunta
nos golpea fuertemente: ¿cómo nosotros, los asesinos de todos los asesinos, nos
consolaremos?
La imposibilidad Práctica del Ateísmo
Casi la única solución que el ateo puede ofrecer es que enfrentemos la absurdidad de la
vida y vivamos valientemente. Por ejemplo, Bertrand Russell escribió que debemos
construir nuestras vidas en "el firme fundamento de la inflexible desesperación"vi. Sólo
reconociendo que el mundo realmente es un lugar terrible podemos enfrentar
exitosamente la vida. Camus dijo que debemos reconocer la absurdidad de la vida
honestamente y entonces debemos vivir en amor el uno por el otro.
El problema fundamental con esta solución, sin embargo, es que es imposible vivir de
forma consistente y alegre dentro de tal cosmovisión. Si uno vive de forma consistente,
no será feliz; si uno vive felizmente, es sólo porque no es consistente. Francis Schaeffer
ha explicado bien este punto. El hombre moderno, dice Schaeffer, vive en un universo
de dos pisos. En el piso de abajo está el mundo finito sin Dios; aquí la vida es absurda,
como hemos visto. En el piso superior está el significado, los valores, y el propósito.
Ahora, el hombre moderno vive en el piso de abajo porque cree que no hay Dios. Pero
no puede vivir felizmente en un mundo tan absurdo; por tanto continuamente da saltos
de fe al piso superior para afirmar el significado, valor, y propósito, aún cuando no tiene
derecho a ello, dado que no cree en Dios.
Echémosle, entonces, una nueva mirada a cada una de las tres áreas en que vimos que la
vida es absurda sin Dios, para mostrar cómo el hombre no puede vivir consistente y
alegremente con su ateísmo.
Significado de la Vida
Primero, el área del significado. Vimos que sin Dios, la vida no tiene ningún
significado. Aun así, los filósofos continúan viviendo como si la vida tuviera
significado. Por ejemplo, Sartre afirmó que uno puede crear significado para su vida
escogiendo libremente seguir un cierto curso de acción. El propio Sartre escogió el
Marxismo.
Ahora esto es absolutamente incoherente. Es incoherente decir que la vida es
objetivamente absurda y después decir uno puede crear significado para su vida. Si la
vida es realmente absurda, entonces el hombre esta atrapado en el piso inferior. Intentar
crear significado en la vida representa un salto al piso superior. Pero Sartre no tiene
ninguna base para este salto. Sin Dios, no puede haber ningún significado objetivo en la
vida. El programa de Sartre realmente es un ejercicio de autoengaño. Sartre realmente
está diciendo, "Hagamos como que el universo tiene significado." Esto es simplemente
engañarnos a nosotros mismos.
El punto es este: si Dios no existe, entonces la vida objetivamente carece de sentido;
pero el hombre no puede vivir de forma consistente y feliz sabiendo que la vida no tiene
sentido; así que para ser feliz simula que la vida tiene significado. Pero esto es, claro,
completamente inconsistente, porque sin Dios, el hombre y el universo carecen de
cualquier significancia real.
El valor de Vida
Volvámonos ahora al problema de valor. Aquí es donde ocurren las inconsistencias más
escandalosas. En primer lugar, los humanistas ateos son totalmente incoherentes al
afirmar los valores tradicionales del amor y hermandad. Camus ha sido correctamente
criticado por sostener inconsistentemente la absurdidad de la vida y la ética del amor y
hermandad humana. Los dos son lógicamente incompatibles. Bertrand Russell, también,
fue inconsistente. Pues aunque era ateo, era un abierto crítico social, denunciando la
guerra y las restricciones a la libertad sexual. Russell admitió que no podía vivir como
si los valores éticos simplemente fueran una cuestión de gusto personal, y que
encontraba su propia visión, por consiguiente, "increíble." "No sé la solución",
confesóvii. El punto es que si no hay Dios, no puede existir un bien y mal objetivos.
Como dijo Dostoyevsky "Todas las cosas están permitidas."
Pero Dostoyevsky también mostró que el hombre no puede vivir de esta manera. No
puede vivir como si fuera perfectamente correcto que soldados maten niños inocentes.
No puede vivir como si fuera perfectamente correcto que dictadores como Pol Pot
exterminen a millones de sus propios compatriotas. Todo en él clama que estos actos
son malvados, realmente malvados. Pero si no hay Dios, no puede hacerlo. Así que da
un salto de fe y afirma los valores de todos modos. Y cuando lo hace, revela la
insuficiencia de un mundo sin Dios.
El horror de un mundo desprovisto de valor se hizo real para mi con una nueva
intensidad hace unos pocos años atrás, cuando vi un documental televisivo de la BBC
llamado "The Gathering", Se trataba de una reunión de sobrevivientes del Holocausto
en Jerusalén dónde reencontraron amistades perdidas y compartieron sus experiencias.
Un prisionera, enfermera, contó como había llegado a ser la ginecóloga de Auschwitz.
Ella observó que las mujeres embarazadas eran agrupadas por los soldados bajo la
dirección del Dr. Mengele y alojadas en los mismos cuarteles. Pasado algún tiempo,
notó que no se volvía a ver a ninguna de estas mujeres. Hizo algunas averiguaciones.
"¿Dónde están las mujeres embarazadas que fue alojadas en esos cuarteles?” "¿No se
enteró? " fue la respuesta. "El Dr. Mengele las usó para vivisección."
Otra mujer contó cómo Mengele había ligado a sus pechos para que no pudiera
amamantar a su pequeño. El doctor quería descubrir cuánto tiempo un infante podía
sobrevivir sin nutrición. Desesperadamente esta pobre mujer intentó mantener a su bebé
vivo dándole los pedazos de pan empapados en café, sin resultados. Cada día el bebé
perdía peso, un hecho que era ávidamente monitoreado por el Dr. Mengele. Una
enfermera vino en secreto a esta mujer y le dijo, "He arreglado una manera para que
usted pueda salir de aquí, pero usted no puede llevar a su bebé con usted. Traje una
inyección de morfina que puede darle al niño para acabar su vida." Cuando la mujer
protestó, la enfermera insistió: "Mire, su bebé va a morir de todas maneras. Al menos
sálvese usted." Y así, esta madre le quitó la vida de su propio bebé. El Dr. Mengele se
enfureció cuando se enteró de ello, porque había perdido su espécimen de
experimentación y, buscó entre los cadáveres para encontrar el cuerpo descartado del
bebé y así poder tener un último registro de peso.
Mi corazón se rasgó por estas historias. Un rabino que sobrevivió al campo lo resumió
bien cuando dijo que en Auschwitz era como si existiera un mundo en que todos los
Diez Mandamientos hubieran sido invertidos. La humanidad nunca había visto tal
infierno.
Y aún así, si Dios no existe, entonces en cierto sentido, nuestro mundo es Auschwitz: no
hay un bien y un mal absolutos; cualquier cosa esta permitida. Pero ningún ateo, ningún
agnóstico, puede vivir de forma consistente con tal perspectiva. El propio Nietzsche,
quién proclamó la necesidad de vivir más allá del bien y del mal, rompió con su mentor
Richard Wagner a causa del problema del antisemitismo del compositor y su estridente
nacionalismo alemán. Del mismo modo, Sartre, escribiendo justo después de la Segunda
Guerra Mundial, condenó el antisemitismo, declarando que una doctrina que lleva al
exterminio no es meramente una cuestión de opinión o gusto personal, de igual valor
que su opuestoviii. En su importante ensayo "El Existencialismo Es un Humanismo",
Sartre se esfuerza vanamente por eludir la contradicción entre su rechazo a la idea de
valores divinamente preestablecidos y su deseo urgente afirmar el valor de la persona
humana. Como Russell, no podía vivir con las implicaciones de su propio rechazo de
los absolutos éticos.
Un segundo problema es que si Dios no existe y no hay inmortalidad, entonces todos los
actos malvados de los hombres quedan impunes y todos los sacrificios de los hombres
buenos quedan sin recompensa. ¿Pero quién puede vivir con tal perspectiva? Richard
Wurmbrand, quien fue torturado por su fe en las prisiones comunistas dice
"La crueldad de ateísmo es difícil de creer cuando el hombre no tiene fe en la
recompensa del bien o el castigo de mal. No hay ninguna razón para ser humano. No
hay restricción de las profundidades de mal que hay en el hombre. Los verdugos
comunistas a menudo decían, 'no hay Dios, no hay más allá, no hay castigo para el mal.
Podemos hacer lo que queramos.' Incluso escuché a un torturador decir, 'Doy gracias a
Dios en quien no creo, por haber vivido hasta a esta hora cuando puedo expresar todo el
mal en mi corazón.' Lo expresó en la increíble brutalidad y tortura infligidas en los
prisioneros"ix.
Y lo mismo se aplica a los actos de auto-sacrificio. Hace varios años, ocurrió un terrible
desastre aéreo en pleno invierno, en que un avión que despegaba del aeropuerto de
Washington, D.C., se estrelló contra un puente sobre el río Potomac, zambullendo a los
pasajeros en las heladas aguas. Cuando los helicópteros de rescate llegaron, la atención
se enfocó en un hombre que una y otra vez empujó la escalera de cuerda colgante hacia
otros pasajeros en lugar de ser el mismo llevado a la seguridad. Seis veces pasó la
escalera. Cuando llegaron nuevamente, había fallecido. Había dado gratuitamente su
vida para que otros pudieran vivir. La nación entera volvió sus ojos a este hombre en
respeto y admiración por el acto bueno y desinteresado que había realizado. Y aún así,
si el ateo está en lo correcto, ese hombre no fue noble, hizo la cosa más estúpida
posible. Debió haber ido primero por la escalera, empujando a otros si era necesario
para sobrevivir. ¿Pero morir por otros que ni siquiera conocía, renunciar a toda la breve
existencia que tendría? ¿Para que? Para el ateo no puede haber ninguna razón. Y aún así
el ateo, como el resto de nosotros, reacciona instintivamente con alabanza para la acción
generosa de este hombre. De hecho, uno probablemente nunca encontrará a un ateo que
viva de forma consistente con su sistema. Porque un universo sin responsabilidad moral
y carente de valor es inimaginablemente terrible.
El propósito de Vida
Finalmente, miremos el problema del propósito de la vida. La única manera en que la
mayoría de las personas que niegan el propósito en la vida viven felizmente es, ya sea,
inventando algún propósito, lo que es auto engaño como vimos con Sartre, o no
llevando su perspectiva a sus conclusiones lógicas. Tome el problema de muerte, por
ejemplo. Según Ernst Bloch, la única manera en que el hombre moderno puede vivir
ante la muerte es tomando prestada subconscientemente la creencia en la inmortalidad
que sus antepasados sostuvieron, aunque él mismo no tiene ninguna base para esta
creencia, dado que no cree en Dios. Al tomar prestados los remanentes de una creencia
en la inmortalidad, escribe a Bloch, "el hombre moderno no siente el abismo que
incesantemente lo rodea y que ciertamente finalmente lo engullirá. A través de estos
remanentes, salva su sentido de identidad. A través de ellos surge la impresión de que el
hombre no está pereciendo, si no solo que un día el mundo tiene el capricho de no
aparecerle más." Bloch concluye, "Este ánimo, bastante superficial se alimenta de una
tarjeta de crédito prestada. Vive de esperanzas antiguas y del apoyo que estas una vez
habían proporcionado"x. El hombre Moderno ya no tiene derecho a ese apoyo, dado que
ha rechazado a Dios. Pero para vivir con un propósito, hace un salto de fe al afirmar una
razón por la cual vivir.
A menudo encontramos la misma inconsistencia entre aquéllos que dicen que el hombre
y el universo llegaron a existir sin ninguna razón o propósito, simplemente por
casualidad. Incapaz de vivir en un universo impersonal en que todo es producto del
ciego azar, esta gente comienza a atribuir personalidad y motivos a los procesos físicos
mismos. Es una manera extraña de hablar y representa un salto del piso inferior al
superior. Por ejemplo, Francis Crick, a medio camino de su libro "El Origen del Código
Genético" comienza a escribir "naturaleza" con una "N" mayúscula y en otra parte habla
de selección natural como siendo "inteligente" y como "pensando" en lo que va a hacer.
Fred Hoyle, el astrónomo inglés, atribuye al propio universo las cualidades de Dios.
Para Carl Sagan el "Cosmos", que él siempre escribe con mayúscula, obviamente
cumple el papel de un dios sustituto. Aunque todos estos hombres profesan no creer en
Dios, contrabandean un Dios suplente por la puerta trasera porque ellos no pueden
soportar vivir en un universo en que todo es el resultado aleatorio de fuerzas
impersonales.
Y es interesante ver a muchos pensadores traicionar sus perspectivas cuando son
llevadas a su conclusión lógica. Por ejemplo, ciertas feministas han levantado una
tormenta de protesta contra la psicología sexual Freudiana porque es chauvinista y
degradante respecto de las mujeres. Y algunos psicólogos se han sometido y han
revisado sus teorías. Ahora, esto es totalmente inconsistente. Si la psicología Freudiana
es realmente verdad, entonces no importa si es degradante para las mujeres. No se puede
cambiar la verdad porque no nos guste a lo a que lleva. Pero las personas no pueden
vivir de forma consistente y feliz en un mundo dónde otras personas son devaluadas.
Sin embargo, si Dios no existe, nadie tiene valor alguno. Sólo si Dios existe puede
alguien de forma consistente sostener los derechos de las mujeres. Pero si Dios no
existe, entonces la selección natural dicta que el varón de la especie sea dominante y
agresivo. Las mujeres no tendrían más derechos que los que tienen una cabra hembra o
una gallina. En la naturaleza cualquier cosa que es, esta bien. ¿Pero quién puede vivir
con tal perspectiva? Al parecer, ni siquiera los psicólogos Freudianos que traicionan sus
teorías cuando son empujadas a sus conclusiones lógicas.
O tomemos el conductismo sociológico de alguien como B. F. Skinner. Su perspectiva
lleva a la clase de sociedad prevista en "1984" de George Orwell, dónde el gobierno
controla y programa el pensamiento de todos. Si las teorías de Skinner son correctas, no
puede haber objeción a tratar a las personas como a las ratas en la jaula de Skinner,
recorriendo sus laberintos, estimulados con comida y choques eléctricos. Según
Skinner, todas nuestras acciones están determinadas de todas formas. Y si Dios no
existe, ninguna objeción moral puede levantarse contra este tipo de programación,
porque el ser humano no es cualitativamente diferente de una rata, dado que ambos no
son más que materia, más tiempo, más azar. Pero, de nuevo ¿quién puede vivir con tal
perspectiva deshumanizante?
O finalmente, tome el determinismo biológico alguien como Francis Crick. La
conclusión lógica es que el ser humano es como cualquier otro espécimen de
laboratorio. El mundo se horrorizó cuando descubrió que en campos como Dachau los
nazis habían usado a prisioneros para experimentos médicos en humanos vivos. ¿Pero
por qué no? Si Dios no existe, no puede haber ninguna objeción en usar a alguien como
conejillo de indias humano. El fin de esta perspectiva es el control de la población en
que el débil y el no deseado son muertos en orden a dar lugar al fuerte. Pero la única
manera en que podemos protestar de forma consistente contra esta perspectiva es si
Dios existe. Sólo si Dios existe puede haber propósito en la vida.
El dilema de hombre moderno es así verdaderamente terrible. Y en la medida en que
niega la existencia de Dios y la objetividad de los valores y el propósito, este dilema
permanece sin resolver también para el hombre "posmoderno." De hecho, es
precisamente la conciencia de que el modernismo produce inevitablemente la
absurdidad y desesperación lo que constituye la angustia de la posmodernidad. En
algunos respectos, la posmodernidad es solo la conciencia de la bancarrota de la
modernidad. La cosmovisión atea es insuficiente para mantener una vida feliz y
consistente. El hombre no puede vivir de forma consistente y feliz como si la vida
careciera finalmente de significado, valor o propósito. Si intentamos vivir de forma
consistente dentro de una cosmovisión atea, seremos profundamente infelices. Si en
cambio logramos vivir felizmente, es sólo desmintiendo nuestra cosmovisión.
Confrontado con este dilema, el ser humano se debate patéticamente por algún medio de
escape. En un notable discurso ante la Academia Americana para el Avance de Ciencia
en 1991, el Dr. L. D. Rue, confrontado con el predicamento del hombre moderno,
postuló audazmente que debemos engañarnos a nosotros mismos por medio de alguna
"Mentira Noble" para pensar que nosotros y el universo aún tenemos valorxi.
Afirmando que "La lección de los últimos dos siglos es que el relativismo intelectual y
moral es profundamente la realidad", el Dr. Rue reflexiona que la consecuencia de tal
descubrimiento es que búsqueda del plenitud personal (o la auto realización) y la
búsqueda de la coherencia social se independizan una de la otra. Esto porque desde el
punto de vista del relativismo la búsqueda de la autorrealización se privatiza
radicalmente: cada uno escoge su propio juego de valores y significado. Si hemos de
evitar la "opción del manicomio", dónde la autorrealización es perseguida sin tener en
cuenta la coherencia social, y la "opción totalitaria" dónde la coherencia social se
impone a expensas de la plenitud personal, no tenemos otra opción que abrazar alguna
Mentira Noble que nos inspire a vivir más allá de nuestros intereses egoístas y así lograr
la coherencia social. Una Mentira Noble "es una que nos engaña, nos compele más allá
del propio interés, más allá del ego, más allá de la familia, la nación, [y] la raza." Es una
mentira, porque nos dice que el universo esta imbuido de valor (lo qué es una gran
ficción), porque tiene una pretensión de verdad universal (cuando no la hay), y porque
me dice que no viva para mi propio interés (lo qué es evidentemente falso). "Pero sin
tales mentiras, no podemos vivir."
Éste es el espantoso veredicto pronunciado sobre el hombre moderno. Para sobrevivir,
debe vivir en el auto engaño. Pero incluso la opción de la Mentira Noble es finalmente
impracticable. Para ser feliz, uno debe creer en el en un significado, valor y propósito
objetivos. ¿Pero cómo puede uno creer en esas Mentiras Nobles y al mismo tiempo en
el ateísmo y relativismo? Mientras más convencido se esté de la necesidad de una
Mentira Noble, menos se puede creer en ella. Como un placebo, una Mentira Noble
opera sólo en aquéllos que la creen verdad. Una vez que hemos visto a través de la
ficción, la Mentira pierde su poder sobre nosotros. Así, irónicamente, la Mentira Noble
no puede resolver el predicamento humano para cualquiera que ha llegado a ver ese
predicamento.
La opción de la Mentira Noble lleva por consiguiente, en el mejor de los casos, a una
sociedad en que un grupo elitista de illuminatis engaña a las masas para su propio bien,
perpetuando la Mentira Noble. ¿Pero entonces por qué aquéllos de nosotros que estamos
bien informados debemos seguir a las masas en su ilusión? ¿Por qué debemos sacrificar
nuestro interés propio por una ficción? Si la gran lección de los últimos dos siglos el
relativismo moral e intelectual es, entonces ¿por qué (si pudiéramos) pretender que no
sabemos esta verdad y vivir una mentira en cambio? Si alguien contesta, "en beneficio
de la coherencia social", uno puede legítimamente preguntar por qué debo sacrificar mi
interés propio en beneficio de la coherencia social. La única respuesta que el relativista
puede dar es la coherencia social es en mi propio interés, pero el problema de esta
respuesta es que el interés propio y el interés de la manada no siempre coinciden.
Además, si (por puro interés individual) me preocupo de la coherencia social, la opción
totalitaria me siempre está abierta: olvidemos la Mentira Noble y mantengamos la
coherencia social (así como mi propia autorrealización) a expensas del bienestar
personal de las masas. Rue consideraría tal opción indudablemente repugnante. Pero ahí
esta el problema. El dilema de Rue es que él obviamente valora profundamente la
coherencia social y la plenitud personal en si mismas; en otros términos, estas son
valores objetivos, los que según su filosofía no existen. Él ya ha hecho el salto al piso de
arriba. La opción de la Mentira Noble afirma lo que niega y así se refuta a si misma.
El Éxito del Cristianismo Bíblico
Pero si el ateísmo falla a este respecto, ¿que pasa con el Cristianismo bíblico? Según la
cosmovisión cristiana, Dios sí existe, y la vida de hombre no acaba a la tumba. En el
cuerpo de resurrección el ser humano puede disfrutar de vida eterna y comunión con
Dios. El Cristianismo bíblico por lo tanto provee de las dos condiciones necesarias para
una vida significativa, valiosa, y con propósito para el hombre: Dios e inmortalidad.
Debido a esto, podemos vivir de forma consistente y feliz. Así, el Cristianismo bíblico
tiene éxito precisamente donde el ateísmo colapsa.
Conclusión
Ahora, quiero dejar claro que no he mostrado aún que el Cristianismo bíblico sea
verdad. Pero lo que he hecho es exponer claramente las alternativas. Si Dios no existe,
la vida es fútil. Si el Dios de la Biblia existe, entonces la vida es significativa. Sólo la
segunda de estas dos alternativas nos permite vivir de forma feliz y consistente. Por
consiguiente, me parece que aun cuando la evidencia para estas dos opciones sea
completamente igual, una persona racional debiera escoger el Cristianismo bíblico. Me
parece positivamente irracional preferir la muerte, la futileza, y la destrucción a la vida,
el significado y la felicidad. Como dijo Pascal, no tenemos nada que perder y el infinito
que ganar.
Notas
i 1 Kai Nielsen, "Why Should I Be Moral?" American Philosophical Quarterly 21
(1984): 90.
ii Richard Taylor, Ethics, Faith, and Reason (Englewood Cliffs, NJ: Prentice Hall,
1985), 90, 84.
iii H.G. Wells, The Time Machine (New York: Berkeley, 1957), chap. 11.
iv W.E. Hocking, Types of Philosophy (New York: Scribner's, 1959), 27
v Friedrich Nietzsche, "The Gay Science," in The Portable Nietzsche, ed. and trans. W.
Kaufmann (New York: Viking, 1954), 95.
vi Bertrand Russell, "A Free Man's Worship," in Why I Am Not a Christian, ed. P.
Edwards (New York: Simon & Schuster, 1957), 107.
vii Bertrand Russell, Letter to the Observer, 6 October, 1957.
viii Jean Paul Sartre, "Portrait of the Antisemite," in Existentialism from Dostoyevsky
to Satre, rev. ed., ed. Walter Kaufmann (New York: New Meridian Library, 1975), p.
330.
ix Richard Wurmbrand, Tortured for Christ (London: Hodder & Stoughton, 1967), 34.
x Ernst Bloch, Das Prinzip Hoffnung, 2d ed., 2 vols. (Frankfurt am Main: Suhrkamp
Verlag, 1959), 2:360-1.
xi Loyal D. Rue, "The Saving Grace of Noble Lies," address to the American Academy
for the Advancement of Science, February, 1991.
Tomado de
http://www.reasonablefaith.org/site/News2?page=NewsArticle&id=8137
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