Documento 2 - Ángeles Abogados

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“BREVES REFLEXIONES ACERCA
DEL CASO KALIMBA… Y SU LIBERTAD”
Por: Leopoldo Ángeles González
Una de las noticias para comenzar el día de hoy fue la liberación del artista
Kalimba. Previamente nos habíamos pronunciado al respecto en el sentido de los tintes
políticos de dicho asunto, y de las posibilidades – bastantes – de que el Juez Penal de la
causa emitiera en contra de dicha persona el auto de formal prisión.
Sin embargo, en lo que parece la historia de un verdadero Juzgador ajeno a las
presiones sociales, políticas e incluso del medio artístico, decretó en beneficio de nuestro
personaje un auto de libertad por falta de elementos suficientes para procesarlo. ¿Qué
significa esto? – básicamente que las pruebas aportadas por la Procuraduría General de
Justicia en el estado de Quintana Roo, y que de inicio fueron suficientes para el dictado de
una orden de aprehensión en contra de Kalimba, fueron suficientemente desvirtuadas por
las ofrecidas y desahogadas por la defensa dentro del término Constitucional ampliado de
144 horas.
Sin embargo, como todo acto jurídico relacionado con el desempeño diario del
Derecho Penal, no podríamos pasar por alto lo siguiente:
A).- Llama la atención que en los medios de comunicación el Procurador del
Estado de Quintana Roo manifieste que la resolución que nos ocupa (auto de libertad) sea
contradictoria con la orden de aprehensión inicialmente emitida por el Juez 2º Penal de dicho
Estado (véase http://www.eluniversal.com.mx/notas/740413.html), argumentando incluso dicho
funcionario que existían entre 80 y 88% de probabilidades de que el Juez dictara la formal
prisión en contra de Kalimba.
En primer lugar, creo que no podemos tildar de “incongruente” una resolución
que fue emitida con un mayor cúmulo de probanzas que la orden de aprehensión inicial,
dado a que ésta deriva de un expediente en el que por la rapidez con la que fue integrado no
se otorgó un plazo razonable a la defensa de Kalimba para aportar las pruebas que
acreditaran la falsedad de la acusación en su contra, la ausencia de alguno de los elementos
necesarios para justificar el delito de violación, o la no participación del artista en los hechos;
como no fue así, la defensa no tuvo más opción que aportar dentro del plazo de 144 horas
los elementos probatorios que tal vez hubiere allegado durante la investigación previa – lo
que posiblemente hubiera generado un resultado distinto – es decir, en vez de la
consignación realizada por el Ministerio Público en contra del cantante, un inejercicio de la
acción penal.
Por otro lado, argumenta el Procurador que la resolución emitida por el Juez
Penal que puso en libertad a nuestro personaje, se baso en el hecho de que no hubo
violencia en el acto sexual entre Kalimba y su denunciante, quien es menor de edad, debido
a que las recientes reformas al Código Penal del Estado establecen que tal elemento no es
necesario cuando se trata de una relación sexual en la que está involucrado un menor de
edad.
Sin embargo, el funcionario en cuestión pasó por alto que dicho razonamiento
únicamente aplica cuando la víctima (i) es menor de 14 años de edad; (ii) por cualquier
causa no está en posibilidades de producirse voluntariamente en sus relaciones sexuales; ó
(iii) de resistir la conducta delictuosa; situación que al parecer no ocurrió en este caso, dado
a que, según la información que se ha filtrado en los medios de comunicación, la joven
denunciante tuvo conocimiento del acto pues intentó defenderse de él gritando – lo que fue
descartado según las pruebas de sonido que se hicieron el día de ayer en las instalaciones
del Hotel en donde acontecieron los hechos.
Conclusión: ahora la Procuraduría tendrá que acreditar que la relación sexual
celebrada por la menor de edad con el cantante se debió a que no estaba en posibilidades
de decidir voluntariamente tal acto, que por cualquier otra razón no pudo resistirse al mismo
o que fue empleada la violencia moral, puesto que la física al parecer ya quedó descartada.
B).- Lo anterior nos lleva al delito de estupro contemplado en el artículo 130 del
Código Penal de Quintana Roo, que establece que: “Al que por medio del engaño realice cópula
consentida con persona mayor de catorce y menor de dieciocho años de edad, se le impondrá prisión de cuatro
a ocho años.” Es decir, si la relación sexual ya fue aceptada por la menor de edad – más no
comprobada la existencia de la violencia, y en dudas si podía o no resistirse a la misma –
tampoco se podría imputar a Kalimba el tipo penal en estudio, pues éste requiere de un
engaño previo para tener la relación sexual.
Es decir, sería contradictorio para el Ministerio Público y la menor ofendida
argumentar ahora que fue “engañada” por nuestro personaje para sostener la relación
sexual, tal vez diciéndole que si sostenían ese encuentro “serás mi novia”, “te haría artista”,
“te llevaría a México para que te conociera mi familia”, “te adentraría al mundo artístico pues
tienes la madera suficiente para ello”, “te amo”, “te quiero”, “deseo verte más seguido y que
me visites en mis conciertos”, “quiero que te vayas de gira acompañándome”, etc., cuando
en principio se supone que la relación sexual aconteció bajo los influjos de la violencia física.
Conclusión: si en el estado de Quintana Roo un adulto sostiene una relación
sexual con una persona de más de catorce años de edad pero menos de dieciocho, sin
emplear engaños, ni violencia física o moral, y que esté en pleno uso de sus facultades
físicas y mentales (no intoxicada por alcohol o drogas), es decir, con su pleno consentimiento, no
constituye delito alguno ni se atenta, según la legislación de dicho Estado, contra la libertad
y seguridad sexual de la menor. ¿Qué opina al respecto?
C).- Siempre se ha criticado que el sistema judicial penal beneficia a los ricos y
perjudica a los pobres, debido a que los primeros tienen la capacidad económica suficiente
para una defensa profesional y técnica, mientras que los segundos deben atenerse a lo que
su defensor público realice en el procedimiento, que no siempre será mucho debido a la
excesiva carga de trabajo que enfrentan en su labor cotidiana – por supuesto con sus
excepciones.
También se ha discutido mucho el tema del daño social que enfrenta una
persona cuando es sometida a un procedimiento judicial penal, desde que es detenida y
presentada a los medios de comunicación como “el asesino”, “el violador”, “el defraudador”,
“el golpeador”, “el capo”, etc., hasta que es liberada con un auto de libertad o sentencia
absolutoria.
¿Por qué? – porque la gente que conoce la situación – operadores del
proceso, familiares, amigos y público en general - se predispone inmediatamente a asumir
como ciertas las imputaciones que se le hacen a quien es presentado por los medios, y
como precisamente éstos no le dan la misma cobertura noticiosa cuando es puesto en
libertad – salvo excepciones como la de Kalimba que atañe no a un sentido de justicia, sino
de negocio y morbo – aquél siempre será catalogado como el delincuente que alguna vez
fue detenido y enjuiciado, aunque posteriormente absuelto, ese estigma lo perseguirá por
siempre.
¿A qué voy con todo esto? Me llama la atención la encuesta publicada por el
periódico “El Norte” en su sitio oficial de Internet que establece que 72% de la opinión
pública opina que Kalimba era inocente y sólo el 10% que era culpable. ¿Cuál es la
diferencia entre él y la gente que es injustamente detenida y enjuiciada y que no gozan de
esos porcentajes de inocencia, pero sí, por el contrario, el resto de su vida serán
estigmatizados como delincuentes a pesar de no serlo?.
¿A poco Usted cree que Kalimba ya no va a tener trabajo por estos hechos? –
¡al contrario! Va a tener agenda llena de compromisos porque estos últimos días en lugar de
afectarlo como un producto artístico le beneficiaron. La pregunta entonces sería: ¿por qué
entonces estigmatizar a los demás pero a las figuras públicas no? – creo que esto es muy
difícil de responder y seguramente necesita de un estudio serio realizado por psicólogos,
criminólgos, sociólogos y demás disciplinas afines que nos permitan llegar a una conclusión
razonable, pero las últimas reformas en materia de justicia penal acontecidas en el mes de
junio del 2008 parece que pondrán una solución a este tema.
En efecto, si el proceso penal que actualmente conocemos mantiene como
regla general la prisión preventiva, en lugar de la libertad de los imputados, las reformas a
las que hemos hecho alusión y que entrarán en vigor en cada Estado de la República una
vez que los mismos modifiquen sus legislaciones penales, prevén exactamente lo opuesto:
enfrentar en libertad cualquier proceso penal que se inicie en tu contra, salvo que el mismo
se relacione con la delincuencia organizada, homicidio doloso, secuestro, delitos cometidos
con medios violentos como armas y explosivos, así como delitos graves que determine la ley
en contra de la seguridad de la nación, el libre desarrollo de la personalidad y de la salud, lo
que sin duda permitirá un “beneficio social” a favor de todas aquellas personas que sean
sometidas a un procedimiento penal y obtengan resolución favorable, pues no enfrentarán el
estigma de haber sido detenidos y presentados como delincuentes por los medios de
comunicación, ni tampoco sufrirán las secuelas de su internamiento en una prisión
preventiva que no únicamente los destruye a ellos, sino a todos los que los rodean.
D).- Por último, no debemos dejar pasar por alto el valor cívico del Juez Penal
del asunto que nos ocupa, pues en la generalidad de los casos, sin atreverme a señalar un
porcentaje, aquella autoridad judicial que decretó una orden de aprehensión seguramente
emitirá en contra del imputado el auto de formal prisión, y este Juzgador no lo hizo.
Ello implica que la variación en su criterio se debió, esperemos, a que las
pruebas aportadas por la defensa le desvirtuaron las inicialmente allegadas por el Ministerio
Público en el curso de la investigación, o le plantearon una perspectiva distinta de los
hechos que al parecer ocurrieron entre Kalimba y la menor ofendida.
Ojala que la resolución del auto de libertad que puso en libertad al personaje
del que hablamos, no genere tintes políticos en Quintana Roo, ni comiencen con ideas de
querer enjuiciar políticamente a dicho Juez, de destituirlo o cambiarlo de Juzgado o de
adscripción, porque ello mandaría la señal equivocada de que hacer Justicia atenta contra el
sistema, o unos cuantos interesados, cuando debe ser el objetivo primordial de toda
Autoridad Judicial de esta naturaleza.
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