libros electrónicos

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Todo está cambiando... Hacia el libro electrónico
Roberto Porras Telefónica España
Tecnologías
El libro electrónico es un fenómeno incipiente pero en auge. ¿Qué posibilidades ofrece? ¿Qué retos tiene que afrontar? La respuesta, en este artículo.
Desde hace unos meses, las noticias referidas a los “libros electrónicos”, se suceden en los medios de
comunicación. Carmen Balcells, prestigiosa agente literaria, ha cedido los derechos de distribución digital
de las obras de alguno de sus escritores representados (entre otros, Gabriel García Márquez o Mario
Vargas Llosa). A su juicio, “Cuando surge un nuevo soporte, como los libros electrónicos, nadie sabe qué
va a desencadenar. Pero prefiero estar ahí. Cuando sea masivo, ya no tendré nada que vender porque los
interlocutores serán gigantescos”[1]. Juan José Millás, también escritor y Premio Nacional de Narrativa
en España, lanzó antes del verano un servicio de suscripción a sus microrrelatos a través del teléfono
móvil para clientes de MoviStar en España. No debería extrañar, ya que, para él: “el móvil es uno de los
múltiples soportes que hoy en día tiene la escritura”. Algunos de los profetas de la nueva economía, como
Chris Anderson, prefieren estar al margen de esta ola de optimismo hacia los nuevos dispositivos de
lectura. El reputado director de la revista Wired (y creador de la teoría del “Long tail” [2]) afirmaba hace
unos años que “los libros son el formato perfecto para leer algo largo; no creo que haya un soporte digital
que sea mejor”[3]. Por su parte, Jeff Bezos, fundador de Amazon y creador del “Kindle” no comparte esa
opinión y cree que, pese a no haber experimentado variaciones significativas durante siglos, el libro
también es susceptible de ser mejorado por la tecnología: “Si quieres crear algo que compita con el libro,
tiene que ser tan bueno como ellos y buscar otras cosas que los libros no puedan hacer”.
Siendo más incisivos y clasificando la naturaleza de las novedades que se están produciendo en el
mercado editorial y de los medios de comunicación, podríamos decir que estamos presenciando una
masiva digitalización de los catálogos editoriales, que aunque comenzó a principios de los 90, sobre todo
con bibliotecas públicas y obras sin derechos de autor, alcanza ahora a las novedades editoriales (es decir,
con derechos de autor). Catálogos que se distribuyen a través de canales alternativos, como Internet, y que
se reproducen en dispositivos móviles, generalmente “readers” (lectores electrónicos). En todos estos
campos se están produciendo cambios sustanciales que, unidos a otras tendencias que se habían
desarrollado en paralelo, como la impresión bajo demanda de libros, el acceso y consulta de fondos
ingentes de información ya digitalizada (como Google Books) o la desintermediación en la cadena de
publicación de libros (los portales de autopublicación, como Scridb en Estados Unidos o Bubok en
España, de notable éxito), hacen que las reglas del negocio editorial (el “último bastión” que se había
resistido a la digitalización), estén cambiando de forma profunda y vayan a hacerlo aún más en los
próximos años.
Érase una vez... Kindle
En noviembre de 2007, Amazon lanzó en Estados Unidos la propuesta
que competía con los libros tradicionales a un precio de 489 dólares. Lo
llamó “Kindle” (“encender”, en inglés). Y era un dispositivo de lectura,
basado en la tecnología de tinta electrónica, que ofrece al usuario tener
una experiencia de lectura similar a la de los libros tradicionales. Desde
ese dispositivo, se tenía acceso a una completa librería de contenidos
digitales. No fue el primer dispositivo de estas características en lanzarse al mercado. A esas alturas, Sony
llevaba ya un par de años comercializando sus equipos, también basados en tinta electrónica. Pero sí nacía
con la idea de incorporar una novedad relevante: conexión 3G a la red móvil. De esta manera, se rompía
el “cordón umbilical” que hasta ese momento había unido a los dispositivos de lectura con un PC, a través
del cual cargaban la información. A través de la conexión, el Kindle permitía acceder y disfrutar desde
cualquier sitio de libros de actualidad, así como las cabeceras más relevantes de revistas, periódicos y
blogs y acceso a la versión online de Wikipedia.
Para hacer posible un servicio con las características de Kindle, que integra dispositivo, servicio y
contenidos, Amazon tuvo que invertir importantes dosis de energía en cada uno de los elementos. Por un
lado, diseñando y fabricando su propio dispositivo de lectura. En él, decidió incorporar un teclado
completo (algo inusual hasta ese momento) y unas aplicaciones que favorecieran la experiencia de
búsqueda de información y consulta, como una enciclopedia o un buscador, que permite recuperar
resultados, tanto de los libros almacenados en el dispositivo, como de la web de Amazon o de Wikipedia.
Por otro lado, tuvo que desarrollar un estándar propio de protección de los contenidos (“DRM”, Digital
Right Management), basado en Mobipocket, empresa que había adquirido previamente. Y, finalmente,
utilizó su capacidad de influencia con editoriales y medios de comunicación para convencerles de que el
momento de digitalizar y comenzar a distribuir sus títulos en Internet (incluyendo las últimas novedades)
había llegado. A día de hoy, su tienda online de venta de contenidos tiene más de 350.000 libros en
formato digital, incluidos los best-sellers del momento. El precio al que los vende es de 9,90 dólares,
precio sensiblemente menor que las versiones en papel (entre 21-24 de la edición en tapa dura).
A los pocos meses del lanzamiento de Kindle, Amazon trasladó su atención
hacia la telefonía móvil, lanzando una aplicación para terminales iPhone que
permitía disfrutar también de los contenidos de Kindle. La importancia de
estos dispositivos dentro de la estrategia de la empresa californiana se hizo
más evidente cuando el pasado mes de abril anunció la adquisición de la
compañía Lexcycle, desarrollador de “Stanza” una de las aplicaciones de
lectura más utilizadas entre los usuarios de iPhone. “Estamos en los
primeros días para los ebooks y nosotros creemos que hay mucha
innovación por delante”, declaraba Cynthia Portugal, portavoz de Amazon, al anunciar la operación. Un
punto de vista que refuerza la impresión de que la lectura de los contenidos literarios y de actualidad no se
realizará únicamente desde dispositivos específicos como los “lectores electrónicos”, sino desde otros que
ya están presentes en nuestra vida cotidiana: los teléfonos móviles.
El último golpe de mano de Amazon, llegó a principios de octubre, cuando anunció que a partir del día 19
de octubre, el Kindle se podría comprar y disfrutar desde más de 100 países en el mundo. La venta del
dispositivo continuaba haciéndose desde el portal americano (a un precio de 279 dólares, que a los pocos
días redujo hasta los 259), pero, una vez recibido el equipo, éste funciona como si estuviera en Estados
Unidos. Este modelo de servicio tiene algunas carencias, como que los contenidos siguen siendo
básicamente en inglés (a excepción de una decena de diarios internacionales) y que las capacidades de
distribución de equipos que tiene Amazon en algunos países (como España), son muy limitadas. Pero el
movimiento es audaz y denota la voluntad de hacer de Kindle un producto a escala mundial,
adelantándose, una vez más, a los movimientos de sus competidores.
En los 2 años que transcurren desde el lanzamiento del servicio Kindle, hasta que decide abrir su venta a
prácticamente todo el mundo, Amazon ha lanzado dos nuevas versiones de dispositivo (“Kindle 2” y
“Kindle DX”, ésta de 9 pulgadas, táctil y que permite la escritura), ha reducido el precio de su producto
básico hasta los 259 dólares (un tercio del precio inicial) y ha ampliado su catálogo de contenidos de
pago. Entre otros, con diarios internacionales, como El País o El Mundo[4], en modo de suscripción.
El tamaño de la oportunidad
Cada una de las cifras que ha comunicado Amazon posteriormente, no ha dejado de
causar asombro. En abril de 2008, cinco meses después de su lanzamiento, informó
de que habían vendido 240.000 unidades de Kindle. Cuando salió a la venta su
versión Kindle DX, a mediados de junio de este año, se agotaron todas las unidades
en dos días. Y finalmente, unas semanas más tarde informó que el 35% de las
compras de libros que contaban con edición electrónica y en papel eran realizadas
por los usuarios de Kindle. Es decir, un nicho del 0,2% del mercado americano
(suponiendo que existía entonces una planta de 700.000 reproductores Kindle),
generaba más de un tercio de las ventas de los best sellers en Amazon.
La irrupción de Kindle fue vista por los analistas con expectación desde sus inicios. La primera
estimación de cuál podría ser el nivel de ventas que alcanzaría la hizo el analista Mark Mahaney de City
Group en mayo de 2008. Su previsión era que Amazon distribuyera 189.000 equipos en ese año, 476.000
en 2009 y 2,2 millones de unidades en 2010. En ese año, la facturación de Amazon en esta categoría
alcanzaría 741 millones de dólares, considerando también los ingresos derivados de los contenidos
consumidos por los usuarios. En total, un 2,6% de la facturación de la compañía. La tasa de adopción de
equipos consideraba la hipótesis (calificada de “optimista” entonces) de que, se convertiría en un
fenómeno masivo como el iPod de Apple, por lo que su curva de adopción en el mercado sería
equivalente en los primeros años, pese a que “Kindle obliga a los usuarios a cambiar completamente sus
hábitos de lectura”.
Cuando Amazon anunció en agosto de 2008 que sus ventas hasta ese momento ascendían a 240.000
unidades (en poco más de 9 meses desde el lanzamiento en noviembre del año anterior), el mismo analista
modificó al alza sus previsiones iniciales, augurando que en 2009 venderían 794.000 equipos y en 2010,
3,3 millones, pasando a representar un 3,8% del total de facturación de la empresa entonces, 1.074
millones de dólares. En resumen, en dos meses había subido sus estimaciones iniciales de venta en más de
un 45%.
No obstante, las cifras de penetración de este tipo de dispositivos, nos indican que no estamos ante “la
muerte del libro físico”, sino ante un “mercado de nicho” que lo seguirá siendo durante algunos años. Así,
Forrester Research[5] anticipa que en el año 2013 existirán un total 13 millones de dispositivos de lectura
conectados en Estados Unidos. En términos de población americana, alcanzará una penetración de un
4,5% en cinco años. Se denota un crecimiento muy rápido, pero sin llegar al nivel de otros fenómenos
“masivos” como el iPod: cinco años después de su lanzamiento, 50 millones de consumidores
norteamericanos disponía de un reproductor MP3.
Para llegar a estos volúmenes, anticipan que el fenómeno se popularizará amparado en una mejora de las
prestaciones, con pantalla a color y capacidades de reproducción de video, y un aumento de la
competencia de Amazon que derivará en una reducción del precio de los equipos por debajo de los 99
dólares. Creen, asimismo, que el uso de los dispositivos de lectura se trasladará del ámbito puramente
doméstico a aplicaciones profesionales y entornos educativos.
Hasta la fecha no se han realizado estimaciones sobre el tamaño que este
mercado puede alcanzar en España. A su favor, cuenta la importancia del
sector editorial y de medios de comunicación en nuestro país, desde donde se
editan muchos títulos que se distribuyen en los países de habla hispana. La
facturación del sector editorial en 2006 alcanzó los 3.000 millones de euros
[6]. Adicionalmente, un 15% de esa cifra se genera a través de la exportación
de libros a otros países. En su contra, siendo pesimista, el incipiente peso que
la distribución a través de Internet tiene sobre las ventas actuales en el sector:
sólo un 0,7% de la facturación se hace online. En Estados Unidos, por
ejemplo, los usuarios de Internet compran el 13% de sus títulos a través de
este canal.
The Cocktail Analysis ha realizado recientemente una encuesta sobre el grado de conocimiento de estos
dispositivos en España[7]. Concluyen que aún el desconocimiento es muy alto: pese a que un 75% de los
usuarios de Internet han oído hablar de lectores electrónicos, la mayoría son incapaces de recordar de qué
marca. En el estudio observan que la disposición a adquirir un equipo de lectura aumenta de forma
significativa a medida que lo hacía la intensidad en los hábitos de lectura: de las personas que leen más de
10 libros al año, un 5% ya lo tiene y un 59% estaría interesado en adquirirlo, frente a 3%-49%
respectivamente, en usuarios que leen de 1 a 5 libros al año. Las razones de uso estaban basadas en la
comodidad de transportarlo, así como en la posibilidad de leer en cualquier sitio.
Cuando se les preguntaba a los encuestado sobre cuál es el precio que estarían dispuestos a pagar por un
lector electrónico, la media declara que en torno a los 70 Euros. Un 54%, preferiría que no subiera de los
50 Euros. Aún muy lejos de los precios a los que se comercializan estos equipos en los países
occidentales.
Siguiendo la estela de Amazon
Lo que es indudable es que Kindle ha mostrado un camino de servicio (equivalente al ecosistema
desarrollado por Apple con i-Tunes y iPod) y que ha agitado al sector editorial de una forma que no había
ocurrido antes. Su principal perseguidor es Sony, con mayor experiencia en la venta de lectores
electrónicos y que está intentando sobreponerse al éxito que está alcanzando Amazon. Sus ventas no
tienen mucho que envidiar a las de su competidor. Así, ha declarado que en 2008 vendió 400.000
dispositivos de lectura en el mercado norteamericano y ya han dado el salto a otros países y venden en
Reino Unido, Alemania y Francia. No obstante, no incorporarán dispositivos conectados hasta navidades
de este año, cuando comenzarán a comercializar su equipo “Daily edition” en Estados Unidos, más de dos
años después que Amazon, lo cual da otra indicación de la audacia del movimiento de estos. Antes, había
completado su gama de producto, con un lector táctil (el PRS 700), a finales del 2008 y un dispositivo de
“bajo coste” (por debajo de los 199 dólares) este verano. En Europa, con Plastic Logic, iLiad (escisión de
Philips para los libros electrónicos), Hanlin y TXTR, por ejemplo, ya existen dispositivos de lectura que
se comercializan en el mercado. También otros que llegan desde Taiwan y China.
No hay noticias aún de para cuándo estos dispositivos de lectura estarán conectados a través de 3G, como
el Kindle. Se esperaba el desembarco de Amazon en alguno de los mercados europeos a lo largo de 2010,
aunque aún no se ha producido.
No obstante, “la partida” no está restringida sólo a fabricantes de dispositivos o empresas de distribución
en Internet. La prestigiosa cadena de librerías norteamericanas Barnes&Noble (con 799 tiendas en todo el
país está considerada la librería más grande del mundo) también está dispuesta a jugar sus bazas. En
marzo de este año pagó más de 15.000 millones de dólares por Fictionwise, un portal de venta de libros
electrónicos fundado en 2000. Después de esta adquisición, está su intención de competir en el mercado
de libros electrónicos conectados, haciendo de Fictionwise su tienda de descarga de contenidos, y ha
anunciado el lanzamiento de su servicio utilizando el dispositivo fabricado por Plastic Logic. Aún no hay
fecha de lanzamiento comercial del nuevo servicio, que se espera con expectación, ya que hay interés en
saber cuál puede ser el resultado de ventas de una empresa que tiene un impresionante canal físico en el
que distribuir este tipo de equipos.
El proyecto de Barnes&Noble demuestra que el reto está en encontrar un modelo de negocio en el que
encajen todas las piezas y que no existe una fórmula única. Por ejemplo, una fórmula de éxito es la
utilizada por Apple para la música con el ecosistema iTunes-iPod. Volviendo al caso que nos ocupa, por
un lado, tenemos las piezas técnicas imprescindibles del servicio: dispositivo, servicio de conectividad y
contenido atractivo (con control de derechos digitales). Por otro, las comerciales, con la distribución de
equipos y la captación de clientes. Amazon ha mostrado un camino, en el que asume la mayor parte de
estos elementos, a través de un “modelo cerrado”, y proporciona un servicio al usuario “sin fisuras”: la
compatibilidad entre los contenidos y el dispositivo es total (“descargo el libro y lo leo”) y el cliente sabe
a quién recurrir en caso de que tenga problemas. Tratar de replicarlo en un “modelo abierto”, con
empresas que proporcionan partes del servicio, requiere que una de ellas adopte el liderazgo y la
responsabilidad de sumar las piezas creando un servicio excelente y que no ofrezca dudas al usuario final.
Barnes&Noble, en Estados Unidos ha asumido este papel. Los operadores de telecomunicaciones,
alrededor de la conectividad también están en una buena posición para crear este servicio e impulsarlo en
el mercado.
Es relevante recuperar lo dicho unos párrafos más arriba: “estamos en los primeros días de un cambio
profundo”. Los dispositivos actuales, permiten disfrutar de una oportunidad de lectura equivalente a la
que proporcionan los libros en papel. Y no es poco. Sin embargo, tienen un importante camino de mejora
que con certeza se recorrerá en los próximos años y que hará que cambie la forma en que leemos, o mejor,
en que “disfrutamos de los contenidos literarios”. La aparición de aparatos a color, que permitan
añadir notas y comentarios, que reproduzcan vídeo y la posibilidad de establecer comunicaciones
“bidireccionales” (es decir, que permita subir archivos a la Red, no sólo descargarlos desde un sitio,
como ocurre ahora), hará que los contenidos se adapten, se enriquezcan hacia formatos más ricos,
multimedia, y la capacidad de interacción del usuario con esos contenidos sea mayor.
Situación en España
En este momento, existen tímidos movimientos que denotan que el mercado está despertando a este
fenómeno. Por un lado, en las cadenas de distribución es habitual ya encontrar dispositivos de lectura. Los
que hay disponibles hoy no incorporan conexión 3G y su precio es superior a los 300 Euros. Tenemos,
entre otros, equipos de iLiad, Cybook, y Papyre, de la empresa española Grammata (adaptación sobre un
equipo fabricado en China). El Corte Inglés ha comenzado a distribuir después del verano su equipo de
lectura a través de su canal de distribución. Se llama “Inves-Book 600” y también es una adaptación sobre
un equipo fabricado en Asia.
En el caso de los contenidos, existe un amplio catálogo en formato digital, gratuito y para obras sin
derechos de autor, tanto en la Biblioteca Virtual Cervantes (un auténtico veterano en este campo, ya que
acaba de cumplir 10 años desde su lanzamiento), como en la Biblioteca Nacional, que está en pleno
proceso de digitalización de su catálogo. Para contenidos de pago y parte de catálogo vivo de editoriales,
El Corte Inglés y La Casa del Libro a través de sus portales en Internet distribuyen un catálogo de 15.000
referencias, proporcionado en ambos casos, por un distribuidor digital español llamado Publidisa.
Una noticia muy esperanzadora, que puede tener un efecto dinamizador en el mercado, es el anuncio que
hicieron antes de verano las principales editoriales españolas: Planeta, Random House Mondadori y
Santillana. Comunicaron su intención de comercializar de forma conjunta sus títulos en versión digital.
Sin duda, esto puede animar al resto de editoriales a digitalizar sus contenidos y a comenzar su
distribución en Internet. Por otro lado, los periódicos han desarrollado desde hace años una estrategia
digital, compatible con la distribución en papel y, por ejemplo, aparte de la edición online de sus diarios,
realizan versiones para distintos dispositivos móviles. Incluso, como hemos comentado, los usuarios de
Kindle en Estados Unidos pueden suscribirse a El País o El Mundo.
Adicionalmente, otra ventana de desarrollo puede abrirse al amparo de las medidas del sector educativo
que pretenden la incorporación de las nuevas tecnologías en las aulas de toda España. En este contexto,
no sería descartable que alguna de las actuaciones que se están haciendo en el ámbito autonómico, viera
en estos dispositivos de lectura una herramienta útil para sus fines.
"Algo" que está cambiando
No querría terminar el artículo sin incorporar una referencia literaria que creo resume muchos de los
conceptos que hemos tratado. La he extraído del libro “El Gatopardo”, del escritor Giuseppe Tomasi de
Lampedusa. En el libro se cuenta la historia de una familia siciliana, perteneciente a la nobleza, en el siglo
XIX cuando Garibaldi desembarca en la isla para favorecer la revolución y derrocar la monarquía. La
escena que he elegido es aquélla en la que Tancredi, miembro de la familia informa su tío, el Príncipe de
la Salina, de que parte a alistarse al lado de Garibaldi. Ante la sorpresa de éste, le dice:
-“Si allí no estamos también nosotros, no sabemos qué puede ocurrir. Si queremos que todo siga como
está, es preciso que todo cambie. ¿Me explico?”
Yo creo que sí.
«Artículo incluido en el boletín eKISS nº 115, una publicación semanal interna de Telefónica»
REFERENCIAS
[1] Extraído de entrevista publicada en el diario El País en fecha 27/8/2009
[2] Del long tail al free
[3] Extraído de entrevista publicada en el diario Cinco Días en fecha 15/9/2006
[4] Diarios españoles
[5] Forrester Research. “How big is the eReader opportunity?”. Mayo 2009
[6] Federación de gremio de editores. Comercio interior de libros en España 2006
[7] The Cocktail Analysis. “Prospección del mercado de dispositivos lectores de ebooks”. Abril 2009
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