¿Hace falta flagelarse tanto?

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REPORTAJE: Vida & Artes
¿Hace falta flagelarse tanto?
Tras la euforia económica, la recesión debilita la confianza y cunde el descrédito
de las instituciones - España no debe renegar de lo logrado: no todo fue burbuja
en los últimos años
AMANDA MARS 16/07/2010
Si se le pide a Josep Piqué que recuerde su época como ministro de Asuntos Exteriores, entre 2000 y
2002, reconoce que tuvo la suerte de vivir un momento dulce: "España era un caso de éxito económico,
se nos percibía como un país muy dinámico, con grandes empresas y un peso político creciente.
Si se le pide a Josep Piqué que recuerde su época como ministro de Asuntos Exteriores, entre 2000 y
2002, reconoce que tuvo la suerte de vivir un momento dulce: "España era un caso de éxito económico,
se nos percibía como un país muy dinámico, con grandes empresas y un peso político creciente. Eso
generó confianza en nosotros mismos y autoestima, algo que ha ido construyéndose a lo largo de
décadas".
Cuando los españoles se sientan en el diván, sale a relucir la factura moral de la ahora tan reconocida
burbuja económica: una aguda incertidumbre y una desconfianza creciente en las instituciones, según
economistas y sociólogos. Cunde cierto temor a que lo andado en las últimas décadas se esfume y la
necesidad de convencer a los mercados de que no todo fue un acceso de euforia.
España entra en el último tramo del siglo XX en el selecto club de las democracias y las economías de
mercado prósperas. Ficha por el mercado común europeo y comparte moneda con los mismísimos
alemanes. La tasa de titulación universitaria crece del 24% al 33% entre 1995 y 2006. La renta per
cápita se duplica en el mismo periodo. Desde 1994 hubo crecimiento medio económico ininterrumpido
del 3,5% durante 14 años. Las grandes empresas de servicios españolas se privatizan y acaban por
colarse entre las mayores del mundo. El cuento se adereza con que la simbólica presencia de españoles
en la lista mundial de grandes fortunas que elabora Forbes se multiplicó en 2007 al calor del ladrillo.
Al año siguiente, muchos se esfumaron, claro. Y buena parte de esta riqueza, también.
"La Arcadia feliz se está poniendo ahora en cuestión por la crisis. La prensa anglosajona determinó al
comenzar lo más duro del declive en España: The party is over (La fiesta terminó), pero yo en eso no
estoy de acuerdo. Este país tiene muchísimas capacidades, cuenta con multinacionales punteras, no
toda aquella prosperidad formó parte de una fiesta", añade Piqué.
Los canapés escasean, hay poco ánimo para el baile y la gente mira a la orquesta con recelo: los
españoles forman parte del grupo de los europeos más pesimistas sobre su futuro laboral, solo
superados por Rumania, Bulgaria y Grecia, según los datos del último Eurobarómetro. Una tercera
parte de los ciudadanos tiene poca o ninguna confianza en mantener su empleo en los próximos 12
meses y el 66% teme que cuando se jubile su pensión no sea suficiente para llevar un nivel de vida
digno. Y la encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) revela que la clase política se
percibe como lastre y no como solución: tras el paro y la crisis, la clase política ya es el tercer problema
de los ciudadanos. La mayoría ve mala o muy mala la situación económica y política y cree que dentro
de un año será peor.
Una verdadera "depre colectiva", por utilizar unas palabras recientes de Felipe González. El ex
presidente arengó a su partido el pasado 10 de junio, con motivo del centenario del Grupo
Parlamentario Socialista: "Recuerden que cuando ganamos las elecciones en el 82 teníamos 4.500
dólares per cápita y ahora tenemos 34.500 y todavía a día de hoy, con el golpe de la crisis, algo que no
me gusta decir, lo recordaré, tenemos un PIB un poquito superior a Italia, ¿quién nos lo hubiera dicho?
http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Hace/falta/flagelarse/elpepisoc/20100716elpe... 16/07/2010
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Por tanto, estamos mal, pero es mucho peor que estar mal tirar piedras contra nuestro propio tejado
como hace permanentemente la oposición, como hace irresponsablemente el PP, están peor otros
países pero no se autoflagelan".
Los expertos consultados sí creen que en otros países sufren también la incertidumbre. Propensos o no
a la flagelación, nadie vislumbra la salida de la crisis. "No veo derrotismo en la sociedad, lo que veo es
que falta un guionista, un guión que explique la historia y fundamente que la mayor parte de este
progreso ha sido real, que no todo ha sido una burbuja. Hay una pregunta ansiosa: si este progreso no
habrá sido un fuego de artificio", reflexiona Antón Costas, catedrático de Política Económica de la
Universidad de Barcelona.
Para Emilio Ontiveros, presidente de Analistas Financieros Internacionales (AFI) y catedrático de la
Universidad Autónoma de Madrid (UAM), "lo que se ha deteriorado -y es muy importante- es la
confianza de las instituciones: el Estado, las instituciones políticas, las jurídicas... Incluso la Iglesia, si
me apura", ya que otros problemas, como los casos de corrupción, se han añadido a la crisis para
minar la confianza en el sistema. "Hay una percepción de debilidad y esto es muy importante porque la
confianza de la gente es lo que forma ese capital social que mueve la economía", añade.
José María Maravall, jurista, sociólogo y ministro de Educación en los ochenta, en cambio, quita hierro
a la desconfianza cuando echa la vista atrás. "No hay que olvidar que el periodo de más confianza, del
86 al 92, fue también el periodo en que hubo una huelga general y la época de las deudas sociales.
Después del ajuste se hablaba de pagar una deuda social". Esta crisis, admite, es más profunda que la
recesión de los noventa. "Pero no veo un problema de falta de confianza interna. El cambio es que
ahora, por primera vez, el futuro se ve peor, pero eso también ocurrió en otros países como Estados
Unidos", añade.
A José Ramón Huidobro le cuesta ser optimista. Además de autor de poesías, Huidobro trabajaba
hasta diciembre en el servicio de tierra para la malograda compañía aérea Air Comet, que pertenecía al
presidente de la CEOE, Gerardo Díaz Ferrán, y al vicepresidente de la patronal, Gonzalo Pascual. Los
socios solicitaron el concurso de acreedores (la antigua suspensión de pagos) para el grueso de sus
negocios y, acto seguido, los traspasaron a un inversor que gestiona las quiebras de empresas.
"¿Cómo no se va a desmoralizar la gente? Todo esto es desmoralizante. Dicen que Díaz Ferrán se
sorprende de que le abucheemos por la calle y después de lo que ha ocurrido se ha hecho fuerte en la
patronal, sigue hablando del mercado laboral...", explica Huidobro, quien no ha visto a ningún actor
demasiado acertado en la gran historia de la crisis. "Los sindicatos no han estado a la altura, y el
Gobierno... Pues es indicativo que nosotros, por ejemplo, no nos fuéramos a protestar por nuestra
crisis al Ministerio de Trabajo ni una vez".
Cuando estalló el vertido de BP ante las costas del golfo de México, un enfadado Barack Obama recalcó
que quería enterarse bien y rápido de a quién había que dar "una patada en el trasero" como
responsable del desastre. En el caso de los perjudicados de esta crisis, la clase trabajadora, los traseros
responsables se multiplican. "Todos hemos hecho cosas mal colectivamente", admite Josep Piqué,
quien destaca el problema del desapego hacia la política. Para Ontiveros, "probablemente la gente se
debería enfadar con todas las instituciones, las públicas y privadas, las que han sido cómplices" de este
modelo de crecimiento durante años.
Jesús Fernández Villaverde ha asistido al despegue internacional de España. Cuando el profesor de la
Universidad de Pensilvania llegó a Estados Unidos, en 1996, "este país no existía". "Para mí, la muestra
el termómetro fue aparecer en The New York Times, y con el tiempo empezó a hablarse del chef Ferran
Adrià, y de Madrid y Barcelona como lugares interesantes donde vivir, más allá de los tópicos del sol y
la calidad de vida". Desde Filadelfia, Villaverde explica que, "cuando esta crisis pase, seguiremos
teniendo empresas como el Santander, el BBVA, Zara o Telefónica que no existían como son ahora
hace 15 años y Madrid es una ciudad económicamente vibrante".
"No éramos tan prósperos, pero tampoco es todo tan malo, hemos perdido un poco la imagen
internacional que habíamos conseguido de país serio que hacía bien las cosas, pero, en realidad, si
pasamos esta crisis será como una graduación, como demostrar que también somos un país serio a la
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hora de demostrar que salimos del atolladero", apunta Villaverde.
Fernando Vallespín, catedrático de Ciencia Política y de la Administración de la UAM y ex presidente
del CIS, ve diferencia en la reacción anímica entre generaciones ante esta crisis. "A los mayores les
vuelve la decepción, la inseguridad después de una época en la que parecía que tocaban la gloria, pero
esto es reversible. Los jóvenes ya no se ven como bichos raros cuando viajan al extranjero, han crecido
en una época de prosperidad económica, en una economía de mercado con derechos sociales, y eso
marca".
A esta generación pertenece Margarita Calvo, la madrileña con mejor nota de Selectividad de la
comunidad (9,90). Empezará el este año la carrera de Bioquímica en la Universidad Completense de
Madrid y cree que, cuando la acabe, habrá escampado la tormenta. En cualquier caso, asegura que
"trabajando duro sí se puede tener un hueco en el mercado laboral" y esta idea, añade, no vale solo
para estudiantes de expedientes brillantes: "Yo creo que sirve para todos. Soy optimista... Hay que ser
optimista".
El sociólogo Fermín Bouza explica que "el primer movimiento de atribución de responsabilidades es al
partido del Gobierno, lógicamente, pero no le echan la culpa al capitalismo". "También hay quien
empieza a pensar en la ineptitud de la clase política, lo que es muy peligroso. Este desapego no para de
crecer, es real", alerta. Lo que sí deja claro, es que "la gente ya no se siente hoy parte de un país
menor". "Hay una crisis muy grave y no existen problemas de orden público, por ejemplo".
Desde que la selección española de fútbol ganó el Mundial el pasado domingo, no han faltado voces
entusiastas que han hablado del estímulo a la confianza que puede generar y cómo puede contribuir a
la economía a salir del paso. Dos días después, el miércoles, comenzó un debate sobre el estado de la
nación en el que surgieron pocas propuestas.
La viñeta de Andrés Rábago, El Roto, que ayer publicaba este periódico mostraba a una fila de
hombres de traje empujándose bajo la leyenda "Antes de empujar todos en la misma dirección,
convendría averiguar a dónde vamos". Rábago lo aclara: "Lo que quiero decir es que hay que mirar las
cosas con mayor profundidad. Se saben cuáles son los males, pero las soluciones son un cambio de
sistema y el sistema nunca se suicidará". El autor asegura que no hay que echarle la culpa de todo a los
políticos. "Representan a la mayoría, pero a lo mejor, si en lugar de afrontar el debate político desde la
perspectiva de las ideologías complejas lo hiciéramos simplemente contraponiendo lo sucio y lo limpio
de las cosas, podríamos ir más lejos".
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