Autonomía médica - Organización para la Excelencia de la Salud

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Autonomía
médica
n Julio Portocarrero Martínez
MD. Director ejecutivo del Centro de Gestión Hospitalaria
Introducción y reseña histórica
centro de gestión hospitalaria | víasalud | número 51 | Abril de 2010
Cuando se habla de autonomía profesional (médica), se evidencia una confusión sobre qué significa
y a quién aplica (¿al individuo o a la profesión?).
Para comenzar, aclaremos qué se entiende por autonomía. La palabra se deriva del griego auto, “uno
mismo”, y nomos, “norma”, esto es, la capacidad
de alguien para tomar decisiones sin ayuda de otro.
Para la Real Academia Española, autonomía es la
“condición de quien, para ciertas cosas, no depende
de nadie”. Por otra parte, el Diccionario enciclopédico Norma la define así: “Estado y condición del
individuo o pueblo que se gobierna por sí mismo”,
es decir, se autogobierna. Cuando se trata de un
grupo de trabajo diríamos: grupo de trabajo que
se autogobierna.
Dadas las acepciones anteriores, es fácil comprender por qué muchos entienden que alguien
autónomo es quien puede actuar sin control, sin
responder por su conducta. No obstante, el concep-
4
to moderno de autonomía, propuesto por Kant, se
refiere a la capacidad del individuo de gobernarse
por una norma que él mismo acepta como tal,
sin coerción externa. En este sentido, autónomo
es quien actúa dentro del marco de una norma
libremente adoptada. Aquel quien no es capaz de
reflexionar para elegir libremente un plan, está
destinado a ser controlado por otros.
Para mediados del siglo XVIII, ser médico significaba haber realizado unos estudios universitarios
sin un currículo definido como lo conocemos hoy.
No había concepto unificado de salud y enfermedad,
y los doctores lanzaban teorías más con el ánimo
de competir entre sí que de acertar en el momento
de tratar a un paciente. Entonces, con el propósito
de corregir esta situación de laxitud moral en que
había caído la práctica médica, en Inglaterra se
propuso mejorar el juramento hipocrático mediante
la adopción de una ética profesional de servicio
virtuoso a una misión científica superior. Este fue
el origen de una serie completa de conferencias
sistemáticas de ética para médicos. En ellas se
les invitaba a contribuir al progreso de la misión
curativa de la medicina por medio de una actitud
humilde, abierta al aprendizaje continuo, sin pecar
por exceso de confianza en sí mismos (1).
Uno de los autores más respetados y destacados de la época, y quien fuera promotor de muchas
de estas ideas, fue el médico inglés John Gregory
(2), quien escribió: “siento que el presente estado
imperfecto de nuestro arte debe motivarnos a mejorarlo, no sólo por amor a él, sino por un principio
de humanidad”, para significar que aceptar fallas
y contribuir al avance de la ciencia son deberes
morales de los médicos.
Para la misma época, Thomas Percival, distinguido médico inglés, transformó de manera radical
los conceptos éticos médicos predominantes, al
definirlos como asuntos de categoría profesional,
más que de carácter personal. Hasta ese momento
histórico, la ética médica era una responsabilidad
individual, basada en virtudes personales. A partir
de los trabajos de Percival, dicha responsabilidad
comenzó a verse como colectiva (profesional),
respaldada por el conocimiento científico (1).
El Código de Ética Médica, de la Asociación
Médica Americana (AMA), publicado en 1847
(3), se inspiró en el pensamiento de Percival. Este
código les propuso a los médicos asumir una serie
de obligaciones frente a la comunidad, mientras
esta, a cambio, le otorgaba a la profesión una serie
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centro de gestión hospitalaria | víasalud | número 51 | Abril de 2010
Estos conceptos fueron importados a Estados
Unidos por dos médicos americanos: Thomas
Bond, conocido como “el padre de la medicina
clínica” en ese país, y Benjamin Rush, quizás el
más famoso médico norteamericano del siglo
XVIII. Estos líderes, pioneros de la medicina estadounidense, adoptaron los principios de la ética
gregoriana (John Gregory) y del mejoramiento
médico continuo basado en observación e investigación científica, pero, como siempre hasta la
época, en un contexto moral personal, más que
de grupo o profesional. De hecho, estos ideales
de virtudes individuales fueron adoptados en los
códigos redactados por las sociedades médicas a
comienzos del siglo XIX (sistema de ética médica
de Baltimore, 1832) (1).
calidad
Gráfico 1
de prerrogativas especiales, entre las que sobresale
la libertad para autorregularse. En otras palabras,
le confiere autonomía a la profesión médica. Casi
inmediatamente surgió la discusión acerca del
alcance de la autonomía profesional, es decir, el
interrogante de si los estándares promulgados por
la profesión son de carácter obligatorio para todos
los médicos o si, por el contrario, estos son libres
para establecerlos individualmente.
Sociología del conocimiento
aplicado
centro de gestión hospitalaria | víasalud | número 51 | Abril de 2010
El eminente sociólogo médico Eliot Freidson (4),
en su obra magistral Profession of Medicine, define
profesión como “un grupo de trabajo que se reserva
para sí el derecho a juzgar la calidad de su propio
trabajo”. La sociedad, dice él, le cede este derecho
al profesional a causa de tres supuestos:
• Maestría técnica: el profesional tiene conocimiento técnico inalcanzable para la gente del
común.
• Altruismo: el profesional antepone los intereses
de aquel a quien sirve por encima de sus propios
intereses.
• Autorregulación: que los profesionales se
regulan el uno al otro, sin necesidad de control
externo.
Estos tres supuestos constituyen los pilares
sobre los que se sustentan la autonomía y el profesionalismo. Ellos, a su vez, se apoyan en la confianza
de la sociedad en ese grupo de trabajo (Gráfico 1).
Situación actual
Donald Berwick, presidente del Instituto para el Mejoramiento de la Calidad de Atención en Salud (Institute
for Healthcare Improvement [IHI]), la organización
líder en el mundo en calidad de atención en salud
y en seguridad de pacientes, ha expresado que los
tres supuestos sobre los que se sustenta la autonomía
médica y el profesionalismo se han debilitado, al
punto de estarse evaporando (5).
6
Autorregulación
Supuestos
Confianza
Autonomía: derecho a establecer
sus propios estándares de calidad
Maestría
Aunque en los primeros años las respuestas no
fueron contundentes, desde finales del siglo XIX, por
autonomía profesional se entiende que la profesión
establece y hace cumplir los estándares de calidad
de la práctica (2).
Profesión: grupo de trabajo que se reserva
para sí el derecho a juzgar la calidad
de su propio trabajo
Confianza
Dice Berwick que la abrumadora e inexplicable variabilidad de la práctica, realidad que se ha
hecho evidente gracias al avance de los sistemas
informáticos y de las metodologías de medición, ha
llevado a que se cuestione la maestría técnica. Esto
sin mencionar reportes como “Errar es humano”
y la muy abundante literatura relacionada con los
errores médicos (6).
En 1998, un grupo de las principales empresas
de los Estados Unidos, liderado por la ‘Business
Round Table’, consciente de los miles de millones
de dólares que gasta en salud y del escaso control
del resultado obtenido con esa inversión, inició
una serie de discusiones con el objeto usar su gran
poder de compra (en conjunto) para mejorar el
acceso y la calidad de la atención. (7)
Adicionalmente, los escándalos asociados,
por ejemplo, con el ocultamiento de resultados
de estudios que demuestran la toxicidad de un
medicamento para continuar vendiéndolo y de
profesionales incursos en conflictos de interés
ocultos han minado el supuesto altruismo. En este
documento no se pretende afirmar que la profesión
no es altruista, lo que se afirma es que la sociedad
justificadamente o no, así lo percibe.
Este fenómeno constituye una clarísima intromisión externa, que desconoce la autonomía
médica. La pregunta que uno debería hacerse no
es si esto está bien o mal; la pregunta correcta es
¿por qué ocurrió? La respuesta es: porque ¡falló la
autorregulación! Para Eliot Freidson, sin autorregulación no puede haber autonomía.
Y, finalmente, ¿qué piensa la sociedad acerca
de la autorregulación cuando todos los días se
conocen fallas de atención en proporciones que
exceden ampliamente su expectativa?
El resquebrajamiento de los tres supuestos
—maestría técnica, altruismo y autocontrol—, dice
Berwick, ha generado reacciones sociales como
el movimiento denominado Leapfrog Group (7)
(salto de rana):
Pero este no es un caso aislado. Los aseguradores —en el mundo y ciertamente en Colombia—
han diseñado sistemas de auditoría para evaluar y
controlar la práctica médica; y los hospitales, por su
parte, comienzan a implementar sistemas de pago
por desempeño para los médicos y administradores. Esto no es malo si la recompensa es a la buena
calidad en todas sus dimensiones; desafortunadamente, con frecuencia, lo que se recompensa es
el control perverso de los costos. Todos los días
hay quejas justificadas de los médicos acerca de la
manera irracional cómo se interfiere su actividad:
Estas acciones no son anecdóticas, son sistemáticas y constituyen un incuestionable control externo
sobre la profesión, violatorio de la autonomía
profesional. Es decir, cuando se habla de acciones
que atentan contra la autonomía profesional, el
tiempo del verbo debe ser presente, no futuro. Esta
intervención, producto de la pérdida de confianza
de la sociedad en la profesión médica, ha llevado a
que los médicos, en Estados Unidos y en el Reino
Unido, dice Berwick, y en Colombia y en el resto
del mundo, añadimos nosotros, cada vez más se
sientan menospreciados, constreñidos, irrespetados,
insultados, etc., al punto de llegar a preguntarse
si llegó el momento de escribir el epitafio de la
profesión (5).
Para enfrentar esta situación crítica, a la que,
como hemos insistido, no es ajena Colombia,
pensamos que hay dos caminos:
•
•
Ignorarla. Pretender que no existe y soñar que
en la actualidad la profesión médica goza de
autonomía. Con esta actitud, el control externo
se incrementará de manera progresiva, lo que
evidentemente erosionará la poca autonomía
de que hoy disfruta la profesión médica. Los
leapfrog groups proliferarán, el número de
auditores irracionales se incrementará y los
controles externos cada día serán más numerosos y mayores.
Aceptar que la crisis de la autonomía médica
existe y está para quedarse, si no hacemos algo
efectivo y eficiente para rescatarla. Creemos
que la estrategia para hacerlo es fortalecer los
supuestos básicos sobre los que se sustenta.
A propósito de esta última afirmación, el doctor
Rodrigo Gutiérrez Duque, presidente del Consejo
Directivo del Centro de Gestión Hospitalaria, en su
discurso inaugural del XVI Foro Internacional (junio
de 2007), expresó en nombre del Consejo:
Creemos que el momento actual es crítico
y muy oportuno para invitar a que los médicos
asuman el desafío con base en argumentos
éticos y prácticos. Entre estos hay que destacar
el hecho de que el compromiso de promover el
mejoramiento de la calidad es el soporte sobre
el que se cimienta la confianza de la comunidad
en los médicos y, por ende, su autonomía como
grupo para autorregularse. Siendo fieles a este
compromiso la atención va a mejorar y al mismo
tiempo será posible reconquistar parte de la autonomía perdida en tiempos recientes. Si la profesión
cumple con autorregularse mediante estándares
de atención soportados en la mejor evidencia
científica disponible, la sociedad gana porque es
la directa beneficiaria de una atención de calidad
y la profesión gana porque se hace innecesaria
la intervención de terceros para regularla. Para
aprovechar esta oportunidad es fundamental
entender el momento histórico. Esta comprensión
debe facilitar cambios en la actitud tanto de los
médicos hacia el mejoramiento continuo de la
calidad, como de muchos administradores hacia
la implementación y aplicación de estándares a
la manera de “receta de cocina”.
Aceptando que la segunda alternativa es la
deseable, surge una pregunta: ¿cómo lograrlo?
Rescate de la autonomía médica
Para rescatar la autonomía profesional del médico
proponemos tres acciones complementarias.
Una para cada uno de los supuestos tantas veces
mencionados.
Maestría técnica
Para materializar este supuesto, creemos necesario
reducir la variabilidad de los patrones de práctica,
algo que es factible adoptando estándares de práctica sustentados en evidencia científica.
En la década de los setenta se introdujeron dos
conceptos: (i) los estudios probabilísticos, que son
la mejor evidencia acerca de qué intervenciones
son eficaces en medicina, y (ii) la mejor práctica,
que es aquella que utiliza los resultados de la
investigación científica en el cuidado de pacientes
individuales.
En la medida en que la evidencia científica
mostró correlación sólida entre intervenciones
asistenciales y resultados, nació el gran movi-
miento conocido como medicina basada en la
evidencia (8), el cual, a su vez, sirvió de base
para la formulación de estándares, que no son
nada diferente a recomendaciones explícitas para
situaciones específicas, fundadas en investigación
validada estadísticamente.
Sustentados en los conceptos anteriores, específicamente en los que expresan que sin autorregulación no hay autonomía, proponemos que los
médicos, a través de sus propios representantes,
definan unos estándares de práctica profesional
basados en la mejor evidencia disponible y que,
una vez los adopten libremente, sin coerción externa, se comprometan formalmente a adherirse.
Esta actitud sería una clara muestra del compromiso de la profesión médica con su ejercicio
científico, que reduciría la variabilidad y redundaría
en una mejor calidad de atención para los pacientes. De esta manera, el profesional individual podrá
ofrecerle al paciente, su paciente, un tratamiento
acorde con el conocimiento del mundo, algo que la
sociedad aprecia y que, con seguridad, contribuirá
a recuperar su confianza en la profesión.
Esta forma de práctica, además de mejorar
la calidad y la seguridad de la atención, garantiza
que los recursos del sistema de salud se utilicen en
intervenciones efectivas, que de verdad mejoren
la salud de la población. Más aún, los llamados
costos de la no calidad, como los derivados de
eventos adversos evitables, se reducen, en la
medida en que no son necesarias intervenciones
para corregir fallas.
Lo anterior, lejos de atentar contra la autonomía (autogobierno) de la profesión, es una acción
imperiosa para rescatar el supuesto de maestría
técnica, y por esa vía evitar el control externo, el
cual se hace innecesario, porque se estará ejerciendo desde adentro.
Altruismo
Creemos que una acción concreta para demostrar
que los intereses del paciente, en lo que atañe a
su enfermedad, se anteponen a los del profesional
que le presta el servicio es mediante la implementación efectiva de unas reglas de juego frente a los
7
centro de gestión hospitalaria | víasalud | número 51 | Abril de 2010
número de pacientes que deben atender por hora,
medicamentos que pueden o no prescribir, número
de exámenes que pueden ordenar, etc.
calidad
conflictos de interés de los profesionales de la salud,
que, si no los eliminan, por lo menos muestren
transparencia mediante su revelación. En nuestra
opinión, estar incurso en un conflicto de interés no
constituye falta; esta se puede configurar es por no
revelarlo a quien debe conocerlo.
Autorregulación
Las acciones conducentes a rescatar los supuestos de
maestría y altruismo, si son iniciativa de la profesión
y se implementan sin presión externa, constituyen
señales claras de que la autorregulación es real, no
un mero discurso. Adicionalmente, quienes deben
conocer de las transgresiones a la ética son los propios pares, esto para mostrar que los profesionales
de una misma disciplina se regulan los unos a los
otros: definición de autorregulación.
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Las acciones anteriores son compatibles con las
recomendaciones de la Asociación Médica Mundial,
entidad que, en su declaración de octubre de 1987
—posteriormente revisada en su redacción por
la 170 Sesión del Consejo Divonne-les-Bains, en
mayo de 2005—, adoptó unos principios relativos
a la autonomía y autorregulación profesionales.
A continuación se transcribe textualmente el contenido de dicha declaración (las cursivas son del
autor de este documento y no hacen parte de la
declaración original) (9).
“La Asociación Médica Mundial, habiendo
examinado la importancia que la autonomía y
autorregulación profesional tienen para el cuerpo
médico del mundo, y reconociendo los problemas
y las dificultades que actualmente se presentan a
la autonomía y autorregulación profesional, adopta
la siguiente Declaración:
”1. El elemento principal de la autonomía profesional es la garantía que el médico puede emitir
con toda libertad su opinión profesional con
respecto a la atención y tratamiento de sus
pacientes, tal como lo establece la Declaración
de la Asociación Médica Mundial sobre la Independencia y la Libertad Profesional del Médico,
adoptada en octubre de 1986.
”2. La Asociación Médica Mundial y sus asociaciones médicas nacionales reafirman la
importancia de la autonomía profesional como
8
Las acciones conducentes
a rescatar los supuestos de
maestría y altruismo, si son
iniciativa de la profesión
y se implementan sin
presión externa, constituyen
señales claras de que la
autorregulación es real,
no un mero discurso.
Adicionalmente, quienes
deben conocer de las
transgresiones a la ética
son los propios pares,
esto para mostrar que los
profesionales de una misma
disciplina se regulan los
unos a los otros: definición
de autorregulación.
componente esencial de la atención médica de
alta calidad y, por consiguiente, como un beneficio que se debe al paciente y que debe ser
preservado. Por lo tanto, la Asociación Médica
Mundial y sus asociaciones médicas nacionales
se comprometen a mantener y garantizar ese
principio de ética esencial, que es la autonomía
profesional en la atención de los pacientes.
”3. Paralelamente al derecho a la autonomía
profesional, la profesión médica tiene una responsabilidad permanente de autorregulación y
no obstante la existencia de otros reglamentos
aplicables a los médicos, la profesión médica
debe tomar a su cargo la tarea de regular
la conducta y actividades profesionales del
médico.
”4. La Asociación Médica Mundial urge a sus
asociaciones médicas nacionales a establecer, mantener y participar activamente en un
sistema de autorregulación de los médicos en
sus respectivos países. Esta dedicación a una
autorregulación efectiva es la que finalmente
asegurará a la profesión la autonomía para
tomar decisiones sobre la atención médica de
los pacientes.
”5. La calidad de la atención prestada a los pacientes
y la competencia del médico que entrega dicha
atención, deben ser siempre la preocupación primordial de cualquier sistema de autorregulación.
Los médicos tienen la experiencia para hacer las
evaluaciones necesarias. Tales evaluaciones deben utilizarse en beneficio de los pacientes para
asegurarles la calidad continua de la atención
prestada por médicos competentes. Dentro de
esta preocupación está también la necesidad
de supervisar los adelantos en la medicina
científica y la utilización de métodos terapéuticos seguros y efectivos. Los procedimientos
experimentales deben cumplir las normas de
protección requeridas por la Declaración de
Helsinki de la Asociación Médica Mundial y
otras disposiciones que pueda tomar cada
país. Las teorías científicas de tipo dudoso no
deben ser usadas en pacientes.
”6. Tener conciencia de los gastos es un elemento
esencial de la autorregulación. La atención
de la más alta calidad sólo puede justificarse
por la certeza de que el costo de tal atención
permita que todos los ciudadanos tengan acceso a esa atención. Nuevamente, los médicos
objetiva de los problemas relativos al ejercicio
de la medicina, y a la atención y tratamiento
de pacientes.
”10. La acción colectiva de las asociaciones médicas nacionales de asumir la responsabilidad
de establecer un sistema de autorregulación
profesional realzará y asegurará el derecho del
médico de tratar sus pacientes sin interferencia en su juicio y discreción profesional. Una
conducta profesional responsable por parte de
los médicos y un sistema efectivo y eficiente de
autorregulación organizado por la asociación
médica nacional, son indispensables para
reafirmar al público que cuando ellos sean
pacientes, recibirán una atención médica de
calidad prestada por médicos competentes.”
Es evidente que la declaración anterior se
sustenta en los conceptos enunciados en este escrito, específicamente en el de autonomía médica,
entendida como la “prerrogativa que la sociedad le
confiere a la profesión, no al médico individual, para
autorregularse mediante estándares1 obligatorios
para todos”.
La obligatoriedad de los estándares sigue siendo un tema controvertido. Para unos, los estándares
nunca deben ser obligatorios, aunque admiten que
pueden ser de referencia obligatoria. Para nosotros,
aquellos estándares que se sustentan en evidencia
científica de alta calidad (8) (meta-análisis de
estudios prospectivos aleatorizados) deben ser obligatorios. No obstante su obligatoriedad, se admite
que puede haber situaciones en las que apartarse
del estándar se justifica, caso en el que el médico
puede hacerlo de acuerdo con su conocimiento,
experiencia y criterio.
En general, se aceptan como justificaciones
válidas para apartarse de un estándar las siguientes
situaciones: (a) que el estándar sea contraevidente
con respecto a la evidencia científica, es decir, que
recomiende algo que no está sustentado en evidencia o, peor aún, que la contradiga; (b) conocimiento
de evidencia científica nueva, y (c) particularidad
o particularidades del paciente específico que se
está tratando. En todos los demás casos, es decir,
cuando la evidencia no sea de muy alta calidad, se
recomienda que los estándares sean referentes para
la práctica, nunca (jamás) una camisa de fuerza.
Conclusión
Finalmente, resumiendo lo dicho, es el momento de
que los profesionales de la salud diseñen y pongan
en práctica estrategias de autorregulación, mediante
estándares sustentados en la mejor evidencia disponible, si de reconquistar, al menos en parte, su
autonomía se trata. De no hacerlo, serán objeto de
un progresivo y creciente control externo, porque
la disminución de la variabilidad de los patrones
de práctica les será impuesta, tal como ha venido
ocurriendo en Colombia y en el mundo, mientras
discuten la autonomía como concepto abstracto.
Referencias
1 Jonsen AR. A short history of medical ethics. New York:
Oxford University Press; 2000.
2. Wynia MK, Kurlander JE, Morse R. Physician ethics
and participation in quality improvement: renewing a
professional obligation. In: Jennings B, Baily MA, Bottrell
M, Lynn J, editors. Health Care Quality Improvement:
ethical and regulatory issues. Garrison (NY): The Hastings Center; 2007.
3. American Medical Association. Code of Medical Ethics.
Chicago: American Medical Association Press; 1847.
4. Freidson E. Profession of medicine: a study of the
sociology of applied knowledge. Chicago: University of
Chicago Press, 1988.
5. Berwick DM. The epitaph of profession. British Journal of
General. Practice, Advance online publication, 2008.
6. Seguridad del paciente: primero cultura justa [editorial].
Vía Salud. 2007;39:2-5.
7. Camacho M. Empresarios que promueven la mejora
de la calidad en salud: Leapfrog Group. Vía Salud.
2006;37:9-14.
8. Navas J, Klaus M. Del método científico a la gestión
clínica. Vía Salud. 2004;28:6-12.
9. Asociación Médica Mundial. Declaración de la Asociación
Médica mundial sobre la autonomía y la autorregulación
profesional [en línea]. Traducción al español. Pamplona:
Universidad de Navarra; 2002. URL disponible en: http://
www.unav.es/cdb/ammmadrid1.html.
Notas
1. Estándar: referente de práctica clínica basado en evidencia científica, propuesto por el o los representantes
legítimos de la profesión médica con el propósito de
asegurar que el mejoramiento de la calidad de los
servicios de salud se sustenta en su autonomía.
Guía: conjunto de recomendaciones desarrollado de
manera sistemática a partir de la evidencia científica, con
el propósito de asistir a los médicos y a los pacientes
en el proceso de toma de decisiones sobre la atención
en salud apropiada para circunstancias específicas.
Protocolo: descripción secuencial detallada del conjunto
de actividades técnico-médicas basadas en evidencia,
necesarias para la atención de una situación específica
de salud.
9
centro de gestión hospitalaria | víasalud | número 51 | Abril de 2010
están particularmente calificados para hacer
las evaluaciones necesarias para tomar las
decisiones de control de gastos. Por tal razón,
las asociaciones médicas nacionales deben
incluir el control de gastos en sus respectivos
sistemas de autorregulación. Los puntos comunes en materia de control de gastos tienen
que ver con los métodos de prestación de la
atención médica, el acceso a los hospitales y a
la cirugía, y el uso apropiado de la tecnología.
El control de gastos no debe ser usado como
pretexto para negar a los pacientes los servicios
médicos que necesitan. Tampoco debe permitirse el excesivo uso de facilidades médicas que
aumenten el costo de la atención médica de tal
manera, que no permita acceso a ella a los que
las necesitan.
”7. Por último, las actividades profesionales y la
conducta de los médicos deben siempre estar
dentro de los límites del código de ética profesional o de los principios de ética médica en
vigor en cada país. Las asociaciones médicas
nacionales deben alentar a los médicos a adoptar una conducta ética para mayor beneficio de
sus pacientes. Las violaciones a la ética deben
ser rápidamente corregidas y los médicos
culpables de dichas violaciones deben recibir
medidas de disciplina y rehabilitados. Se trata
de una responsabilidad que sólo las asociaciones médicas nacionales pueden asumir y llevar
a cabo efectiva y eficientemente.
”8. Por supuesto que existen muchos otros tipos de
autorregulación por los cuales las asociaciones
médicas nacionales deben asumir responsabilidad. Se insta a las asociaciones médicas
nacionales a ayudarse mutuamente para hacer
frente a tales problemas y a otros por venir. Se
recomienda el intercambio de información y
experiencia entre las asociaciones médicas
nacionales, la Asociación Médica Mundial
ayudará a facilitar este intercambio a fin de
mejorar la autorregulación.
”9. La Asociación Médica Mundial y sus asociaciones médicas nacionales deben también
educar al público en general con respecto a la
existencia de un sistema efectivo y responsable
de autorregulación por parte de la profesión
médica del país respectivo. El público debe
saber que puede confiar en este sistema de autorregulación para una evaluación honesta y
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