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La teoría del órgano y los estados contables
Por Alejandro Horacio Ramírez (*)
I. La importancia de los estados contables
La ley 19.550 regula dentro de sus disposiciones generales (Capítulo I) una sección referente
exclusivamente a la contabilidad de las sociedades (Arts. 61 a 73). Este lugar de preponderancia
dentro de la ley se da debido a que la contabilidad de la sociedad es, en primer lugar, una forma de
información para los socios y para los terceros, pero a su vez es también un sistema de control,
que se desarrolla a través de un registro de procesos contables y hechos económicos, del cual se
puede obtener información relacionada con el patrimonio y sus resultados, en la dinámica de una
empresa[i].
Para comprender mejor a los estados contables en general, es útil enfocarse en el balance anual
de las sociedades, y sobre todo en sus funciones, las cuales fueron enumeradas por De Gregorio,
diciendo que eran, en primer lugar, las de posibilitar el conocimiento a cualquiera que tenga interés
en el estado patrimonial de la sociedad, ayudar a la defensa de la integridad del capital social,
permitir saber si existen utilidades, o no, para su eventual distribución, ser una especie de
periódica rendición de cuentas de los administradores[ii] y ser la base para establecer la cuota del
patrimonio social correspondiente a los socios recedentes[iii], a lo que agregaba este autor que
estas normas adquieren importancia no sólo para los accionistas, sino para los terceros que
quieran hallarse en relación comercial con la sociedad, por lo que todas las normas pertinentes son
de orden público porque se las establece más allá del interés de los particulares[iv].
Es evidente la importancia que la ley le ha dado a la contabilidad de la sociedad, pero esta
importancia no surge sólo de la ley. Los estados contables tienen una importancia per se, y esto se
debe en gran medida a que de ellos depende el ejercicio adecuado de varios de los derechos
esenciales de los socios, en especial el derecho a la información y el derecho a percibir o no
dividendos, por lo que se puede decir que son la base para el ejercicio de esos derechos.
II. Los órganos como estructura de funcionamiento de la sociedad
Habiendo resaltado brevemente la importancia de los estados contables para el funcionamiento de
la sociedad, debemos adentrarnos y analizar a la sociedad internamente, es decir en su
composición y funcionamiento. Al analizar este tema, es predominante la concepción, dentro del
derecho comercial, de que las sociedades funcionan por medio de sus órganos[v], es decir en otras
palabras, que la estructura interna de estas “implica la existencia de centros de atribución de
funciones o poderes, entre los cuales se encuentra repartida por la ley y el estatuto la competencia
para desarrollar la actividad volitiva, intelectiva o simplemente material del ente"[vi].
Así el sistema de los órganos, en especial en el caso de las sociedades anónimas, cuenta con
funciones atribuidas a cada uno de ellos[vii], pero vale aclarar, sin que exista una posición de
jerarquía de uno sobre otro, sino que “la ley persigue un funcionamiento orgánico y armónico de los
mismos"[viii], por ello, se entiende que tanto el directorio, como la asamblea así como la sindicatura
son órganos constitutivos necesarios para la existencia de la sociedad como persona jurídica (art.
166 inc 3).
No siendo el objeto de este trabajo adentrarnos en la teoría del órgano de las sociedades
comerciales, sólo diremos que hay algunos actos en la vida social, que dada su importancia o
complejidad, la ley requiere que sean realizados por más de uno de los órganos que la componen,
en pos de ese equilibrio que esta organicidad busca lograr dentro de la sociedad, y para ello
dispone que se hagan mediante un proceso combinado entre los órganos que la componen, y tal
es el caso de los estados contables según intentaremos desarrollar a continuación.
III. Los estados contables como resultado final de la función de varios órganos.
Como venimos afirmando, hay ciertos actos dentro de las sociedades, que por su naturaleza
requieren su actuación en pleno, pero no de todas las partes simultáneamente, sino proviniendo de
la participación en partes de cada uno de sus órganos en un proceso con un orden determinado.
Estos actos necesitan en especial de la participación de aquellos órganos que son requeridos
obligatoriamente por la ley, es decir la asamblea y el directorio[ix], primero de éste y luego de
aquélla.
De esta forma, estos actos se dan dentro de las sociedades, pero hay que aclarar que no importa
la actuación de cada órgano en particular, sino que lo importante es la combinación de los actos de
los diferentes órganos, donde lo relevante es el resultado final que se da por la fusión de dichas
actuaciones[x], todo desarrollado en torno a un procedimiento que es llevado a cabo para lograr el
resultado, y es justamente este procedimiento[xi] el que es importante en la elaboración y
aprobación de los estados contables[xii], donde se requerirá una fusión orgánica e inescindible
para lograr la finalidad, es decir los propios estados contables[xiii].
Entonces es claro, que la formación del balance no consta de un acto unitario plurisubjetivo -acto
complejo-, sino de varios actos distintos, unidos entre ellos por un orden de sucesión necesario, en
el doble sentido de que cada acto es necesario para la validez del posterior, y que tampoco puede
invertirse el orden cronológico establecido por la ley para su ocurrencia[xiv].
De esta forma vemos que los estados contables son preparados por el órgano de administración
de la sociedad (Art. 63 y ss), y la ley dice expresamente que "la asamblea tiene competencia
exclusiva para tratar los asuntos del art. 234", es decir el "Balance general, estado de los
resultados, distribución de ganancias, memoria e informe del síndico y toda otra medida relativa a
la gestión de la sociedad que le competa resolver conforme a la ley y el estatuto o que sometan a
su decisión el directorio, el consejo de vigilancia o los síndicos" (art. 234 inc 1). Tal es la
importancia que la LSC da a los balances, y sobre todo a su paso por la asamblea, que dispone
que "El derecho a la aprobación e impugnación de los estados contables y a la adopción de
resoluciones de cualquier orden a su respecto, es irrenunciable, y cualquier convención en su
contrario es nula" (art. 69), como dice Otaegui al emplear el vocablo "nula", la ley lo hace en el
sentido de nula de nulidad absoluta[xv]. Asimismo Fargosi es tajante al sostener su postura acerca
de que "los estados contables sólo pueden ser de competencia de la asamblea, y si ello pudiera
ser decisión que adoptase el directorio, se establecería una exorbitación de la competencia de este
último órgano que no puede ser tolerada sin echar por tierra la estructura organizativa interna de
las sociedades"[xvi], ya que no es concebible la traslación de competencia entre los distintos
órganos[xvii].
En este sentido, la ley solo permite distribuir dividendos conforme "un balance confeccionado de
acuerdo con la ley y el estatuto y aprobado por el órgano social competente" (art. 68), es decir la
asamblea.
Sin perjuicio de lo dicho, algunas corrientes doctrinarias sostuvieron que el directorio podría
aprobar los balances, debido a un supuesto vacío legal de la ley, que nada dice al respecto. Sin
embargo la jurisprudencia fue clara al decir que "el "Balance aprobado", expresión empleada por el
legislador en el art. 245 de la ley 19.550, quiere decir aprobado en asamblea. Sostener que esa
aprobación pueda provenir del directorio implica olvidar que es éste quien formula el
balance"[xviii].
Verón también entiende esto así, y aclara que los estados contables, elaborados por los directores,
adquieren virtualidad jurídica mediante resolución de la asamblea[xix].
Es decir que sin aprobación de la asamblea, contablemente podrá ser caratulado de "Balance",
pero desde la visión del derecho societario no tendrá los efectos jurídicos que la ley imputa a los
mismos, ya que hasta tanto no consiga la aprobación del órgano de gobierno jurídicamente, será
tan solo un proyecto de balance, pero nunca un balance[xx]. Los únicos efectos jurídicos que el
balance puede tener antes de su aprobación, son los que se requieren para la configuración del
delito del balance falso (art. 300 Código Penal)[xxi].
IV. Conclusiones
Atento lo repasado a lo largo del presente, se intentó lograr una aplicación integrativa de la ley de
sociedades, proponiendo resaltar la importancia del funcionamiento de la sociedad en pleno, es
decir de todos sus órganos, sin dar preminencia a uno sobre otro, siempre sin desconocer que, al
fin de cuentas, quien elige a los miembros de los restantes órganos es la asamblea, pero
aclaramos que esto no le da mayor poder al órgano de gobierno por sobre el de administración,
sino que solo le permite integrar a este último.
Dicho ello, en los estados contables podemos encontrar una necesidad de esta actuación conjunta
o plena de la sociedad, y como es necesario el juego articulado constante entre sus órganos, para
poder lograr un funcionamiento societario equilibrado. Un desconocimiento de este equilibrio, sin
dudas se derivara en conflictos societarios que afectaran a la empresa bajo la forma jurídica de
sociedad.
(*)Abogado. Docente de derecho comercial y societario en la Universidad de Buenos Aires.
[i]Moro, Emilio F. “Estado contable aprobado” LL 2008-C, 544 - Derecho Comercial Sociedades
Doctrinas Esenciales Tomo II, 553-Enfoques 2009 (abril), 81
[ii]Así lo entendió la jurisprudencia al denegar la posibilidad de los socios de demandar la rendición
de cuentas a los administradores, ya que las obligaciones de éstos nacen de la ley y los balances
hacen las veces de periódicas rendiciones de cuentas. CNCom, Sala E, 9/6/92, "Savini, María
Cristina c/Savini. Oscar s/rendición de cuentas -sumario", RDCO, 1992-436.
[iii]Muguillo, Roberto “Aspectos contables para abogados”, Abeledo Perrot, Bs.As.
[iv]De Gregorio "Los Balances de las Sociedades Anónimas", trad. esp., Buenos Aires, 1950, núms.
8 y 10, cit en Fargosi, Horacio P. “Anotaciones sobre el balance en la ley de sociedades
comerciales” LL 147, 1083-Derecho Comercial Sociedades Doctrinas Esenciales Tomo II, 511
[v] COLOMBRES, Gervasio “Curso de derecho societario” Ed. Abeledo Perrot, Buenos Aires, 1972,
pág. 143 y “La teoría del órgano en la sociedad anónima” Abeledo Perrot, 1964, HALPERIN “Curso
de Derecho Comercial” T I, pág. 274; ZALDIVAR, MANOVIL, RAGAZZI, ROVIRA y SAN MILLAN,
“Cuadernos de Derecho Societario”, Vol. I, Abeledo-Perrot, 1974, pág. 273, CABANELLAS DE LAS
CUEVAS, Guillermo, “Derecho Societario. Parte General. Los órganos societarios” T.IV, pág. 13
[vi] FARGOSI, Horacio "Estudios de derecho societario", p. 171, Buenos Aires, 1978 o
"Anotaciones sobre el Comité Ejecutivo" LL 146-852
[vii] CABANELLAS DE LAS CUEVAS, Guillermo, “Derecho Societario. Parte General. Los órganos
societarios” T.IV, pág. 46 y ss.
[viii] HALPERÍN, Isaac. - OTAEGUI, Julio. C., "Sociedades anónimas", p. 210, Buenos Aires, 1998
[ix] FERRARA, Francesco "Gli Imprenditori e le societá, Pág. 433 pfo. 197, cit en SILBERSTEIN,
Isidoro "Contratación del director con la sociedad anónima" Ed. Zavalía, pág. 9.
[x] CARNELUTTI ""Teoría general del derecho", p. 344, trad. esp. Madrid, 1941" cit en FARGOSI,
Horacio "El directorio ¿aprueba el balance?"; LL 2003-E, 1242-Derecho Comercial Sociedades
Doctrinas Esenciales Tomo III, 703
[xi] JAEGER, P. G., "Il bilancio d'esercizio delle società per azioni", p. 7; cit en FARGOSI, H. "El
directorio ¿aprueba ..." ob.cit.
[xii]Coincide con esto la doctrina nacional, sin dejar lugar a dudas de la necesidad de ambos
órganos para darle validez al acto, Conf. SASOT BETTES, "Sociedades anónimas - Las
asambleas", p. 377, Buenos Aires, 1978; ZALDÍVAR y otros "Cuadernos..." ob. Cit., ps. 639 y 392,
Vol. III; OTAEGUI, Julio C., "Invalidez de actos societarios", p. 400, Buenos Aires, 1978 y NISSEN,
Ricardo, "Ley de sociedades comerciales", t. II, p. 99, Buenos Aires, 1994).
[xiii]FARGOSI, H. "El directorio ¿aprueba ..." ob.cit.
[xiv] COLOMBO, Giovanni "Il bilancio di esercizio delle società per azioni", p. 375,Padova, 1965; cit
en FARGOSI, H. "El directorio ¿aprueba ..." ob.cit.
[xv]OTAEGUI, Julio. "Invalidez de actos societarios". Ed. Abaco de Rodolfo de Palma, pág. 401.
[xvi]FARGOSI, H. "El directorio ¿aprueba ..." ob.cit.
[xvii] Conf. ROMANELLO, E. "Facultades gestorias de la asamblea y responsabilidad de los
Directores" LL 1986-E, 1626 y ss.
[xviii]Okretich, Raúl A. c. Editorial Atlántida S. A., Cámara Nacional de Apelaciones en lo
Comercial, sala D, 06/06/1995, LL 1996-A, 191
[xix]VERON, A. V. "Aprobación de los estados contables", en Derecho Empresario, 1980, T. 7, pág.
986
[xx]CABANELLAS DE LAS CUEVAS, Guillermo. "Derecho Societario. Parte General. T. VII
"Contabilidad Y Documentación Societaria". Ed. Heliasta, pág. 293 y ss
[xxi]RUSENAS, R. "Balances Falsos o incompletos", Buenos Aires, 1991, pág. 89 y ss
Citar: elDial DC1C9B
Publicado el: 23/04/2014
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