SAP Madrid 12.05.2014. Tentativa inidónea impune. Omisión del

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Audiencia Provincial de Madrid, Sección 7ª, Sentencia 242/2014 de 12 May. 2014,
Rec. 32/2013
Ponente: Molino Romera, Ana Mercedes del.
Nº de Sentencia: 242/2014
Nº de Recurso: 32/2013
Jurisdicción: PENAL
Diario La Ley, Nº 8411, Sección Jurisprudencia, 31 de Octubre de 2014, Editorial LA LEY
LA LEY 125393/2014
Texto
Sección nº 07 de la Audiencia Provincial de Madrid
C/ Santiago de Compostela, 96 - 28071
Teléfono: 914934580,914933800
Fax: 914934579
37051540
N.I.G.: 28.079.00.1-2013/0002348
Apelación Sentencias Procedimiento Abreviado 32/2013
Origen : Juzgado de lo Penal nº 05 de Madrid
Procedimiento Abreviado 333/2010
Apelante: D./Dña. Secundino , D./Dña. Amparo , D./Dña. Domingo y D./Dña. Carlos Antonio y
MUTUA MADRILEÑA AUTOMOVILISTA
Procurador D./Dña. JUAN ANTONIO VELO SANTAMARIA, Procurador
DOROTEA SORIANO CERDO y Procurador D./Dña. JORGE DELEITO GARCIA
Letrado D./Dña. FRANCISCO SANTIAGO FERNANDEZ ALVAREZ
Apelado: FISCAL
SENTENCIA Nº 242/2012
AUDIENCIA PROVINCIAL
Ilmas. Sras. de la Sección 7ª
Doña María Luisa Aparicio Carril
Doña Ángela Acevedo Frías
D./Dña.
MARIA
Doña Ana Mercedes del Molino Romera
En Madrid a doce de mayo de dos mil catorce
Visto en segunda instancia, ante la Sección Séptima de esta Audiencia Provincial de Madrid, el
Juicio Oral nº 333/10 procedente del Juzgado de lo Penal nº 15 de Madrid, seguido por un
delito de homicidio imprudente y omisión del deber de socorro contra Secundino y contra la
entidad Mutua Madrileña Automovilística, venido a conocimiento de esta Sección en virtud de
recurso de apelación que autoriza el artículo 795 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal ,
interpuesto en tiempo y forma contra Sentencia dictada por el Ilmo. Sr. Magistrado Juez del
expresado Juzgado con fecha 2 de junio del 2012 .
Ha sido ponente la Ilma. Sra. Magistrada Dña. Ana Mercedes del Molino Romera.
ANTECEDENTES DE HECHO
PRIMERO.- Por el Ilmo. Sr. Magistrado-Juez del Juzgado de lo Penal núm. 15 de Madrid, se
dictó sentencia, de fecha 2 de junio de 2012 , siendo sus hechos probados: "Apreciando en
conciencia la prueba practicada se declara probado que sobre las 18.50 horas del día 26 de
junio de 2003, Secundino , antes circunstanciado, quien carecía del permiso o licencia que le
habilitaba para conducir vehículos a motor y se encontraba bajo el influjo de bebidas
alcohólicas, conducía el vehículo Volkswagen Golf, matricula ....-WCK , de su propiedad,
asegurado en la MUTUA MADRILEÑA DEL AUTOMOVIL, con póliza en vigor núm. NUM000 , sin
utilizar el cinturón de seguridad del propio turismo, por la calle Ronda de los Montes de la
localidad de Tres Cantos, faltando a las más elementales normas de circulación, y tras realizar
la detención en un semáforo en la vía existente, condujo a una velocidad muy superior a la
fijada a la genérica de la vía que estaba fijada en 40 Km/h, circulando en un margen
comprendido de entre 80 a 120 Km/h., y al llegar a la intersección de la citada calle Ronda de
los Montes con la intersección con la calle La Maliciosa de igual localidad, a la altura de la
Glorieta de Valdelaosa, colisionó en momentos inmediatamente anteriores a las 08.59 horas
de ese mismo día, con el turismo, Renault, modelo 18, matrícula D-....-DV , propiedad de
Domingo , con póliza en vigor núm. NUM001 con la MUTUA MADRILEÑA AUTOMOVILISTA, que
en ese momento estaba siendo utilizado por Enriqueta , quien hacía uso del oportuno cinturón
de seguridad, que procedía en su circulación de la propia calle La Maliciosa y que estaba
cruzando la intersección para acceder a la calle Ronda de los Montes, tras observar la señal de
Stop que en ese lugar dirigía la circulación.
El vehículo Golf impactó fuertemente contra la mitad del lateral izquierdo del turismo Renault,
lo que determinó que Enriqueta falleciese a consecuencia de la sección completa de la aorta, lo
que origina la muerte de forma inmediata por provocar una hemorragia masiva y shock
hemorrágico, siendo esta la causa inmediata de su fallecimiento. Secundino resultó lesionado
con herida superficial incisa en parietal derecho, erosiones y contusiones varias, en frontal, en
parpado superior derecho, en mano izquierda, y en rodilla derecha.
Secundino , tras realizar distintas llamadas por su teléfono móvil, abandonó el lugar del
accidente, omitiendo prestar a Enriqueta , quien se hallaba desamparada y en peligro
manifiesto el debida auxilio, no constando en modo alguno que para tal actuar existiese riesgo
propio o de tercera persona, dirigiéndose a su domicilio próximo sito en la calle Sector
Descubridores núm. 15 de esa localidad, procediéndose a cambiar la ropa ensangrentada que
llevaba por la que portaba su primo Calixto , quien sin conocer la trascendencia de los hechos
acaecidos, acompañó a Secundino al propio lugar del accidente, pero siendo reconocido
Secundino por los testigos presentes como el conductor del vehículo Golf.
Secundino fue sometido a prueba de determinación del grado de alcoholemia por Agentes de
la Policía Local de Tres Cantos, con un etilómetro marca Dräger, Alcotest 7110, número de
serie ARSK-0043, cuyo certificado de homologación no consta en autos, y que tales pruebas
arrojaron un resultado positivo de 0.35 mg/l. de alcohol por litro de aire espirado en la
primera medición, efectuada a las 20.10 horas, y en la segunda 0.33 mg/l., efectuada a las
20.24 horas, no deseando someterse Secundino a prueba de extracción sanguínea. Los
Policías Locales actuantes, además, apreciaron en Secundino síntomas externos tales como
aliento alcohólico, estado de abatimiento, confusión y aturdimiento, estado sudoroso y
congestionado, ojos muy enrojecidos, pupilas dilatadas, habla pastosa, titubeante y confusa,
respiración débil, inexistencia de conducta anormal, actitud correcta, ropa en orden, andar
balanceante y tembloroso, y respuesta embolladas, incoherentes y muy repetitivas.
Enriqueta , nacida el día NUM002 /1970, estaba soltera convivía con sus padres, Domingo y
Consuelo , obteniendo unos ingresos económicos en el año 2002 por valor de 23.138,92 €. Los
gastos de entierro y funeral de Enriqueta que ascendieron a la suma de 8.351,53 €, fueron
abonados por Domingo , y el turismo Renault, modelo 18, propiedad de Domingo , que fue
declarado siniestro total, tenía un valor venal a tal data de 900 €".
Y su fallo del tenor literal siguiente: "CONDENO a Secundino , ya circunstanciado, como autor
criminalmente responsable de un delito de homicidio imprudente, previsto y penado, en el art.
142, párrafos, 1 ° y 2°, C.P ., y como autor criminalmente responsable de un delito de omisión
de socorro en grado de tentativa inidónea relativa, previsto y penado, en el Art. 195, párrafos
1 ° y 3°, en relación con los arts. 16 y 62, todos de igual Texto Legal, con la concurrencia de
la atenuante analógica de dilaciones indebidas del art. 21.6 C.P ., en la redacción vigente al
momento de los hechos, a la pena de un año y seis meses de prisión, con la accesoria de
inhabilitación especial para el derecho al sufragio pasivo por el tiempo de la condena, y la
privación del derecho a conducir vehículos a motor y ciclomotores por término de dos años,
por el homicidio imprudente, y a la pena de tres meses y un día de prisión, e inhabilitación
especial para el ejercicio al derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena, por la
omisión del deber de cuidado.
ABSUELVO a Secundino , ya circunstanciado, de los delitos contra la seguridad vial previstos y
penados, en los arts. 379 y 381 C.P ., en la redacción vigente al momento de los hechos, de
los que era acusado.
CONDENO a Secundino , a que en vía de responsabilidad civil, indemnice a Domingo y a
Consuelo , en la cantidad global de 61.006,62 €, por el fallecimiento de su hija Enriqueta , y
que indemnice a Domingo en la suma de 8.351,53 €, por los gastos de entierro y funeral, y en
la cantidad de 900 €, por el valor venal del turismo Renault 18, matrícula D-....-DV , y todo
ello, con el interés del Art. 576 de la L.E.C ., declarando la responsabilidad civil directa de la
Entidad MUTUA MADRILEÑA AUTOMOVILISTA, devengando estas cantidades el interés del art.
576 L.E.C .
Procede imponer al condenado la mitad de las costas de este procedimiento, incluidas las de la
propia Acusación Particular, declarando de oficio las restantes.
Abónese a Secundino el tiempo que hubiere estado privado de libertad por esta causa, en su
caso".
SEGUNDO.- Contra dicha sentencia se interpuso, en tiempo y forma recurso de apelación que
basado en los motivos que se recogen en esta resolución. Admitido el recurso, se dio traslado
del mismo a las demás partes personadas, remitiéndose las actuaciones ante esta Audiencia
Provincial, fijándose la audiencia del día 12 de mayo de 2014, sin celebración de vista.
HECHOS PROBADOS
SE ACEPTAN los de la sentencia recurrida, que se dan expresamente por reproducidos.
FUNDAMENTOS DE DERECHO
PRIMERO.- La sentencia dictada en primera instancia en la que se condena a Secundino como
autor de un delito de homicidio imprudente y de un delito de omisión del deber de socorro en
grado de tentativa inidónea relativa concurriendo la atenuante analógica de dilaciones
indebidas, y se le absuelve de los delitos contra la seguridad vial del art. 379 y de un delito de
conducción temeraria del art. 381, es impugnada en apelación por la acusación particular y
también por la representación procesal del condenado antes citado.
Vamos a enumerar los motivos en los que se articulan ambos recursos pues la estimación de
alguno de ellos conlleva necesariamente y sin más argumentación la desestimación del
opuesto
El RECURSO DE LA ACUSACION PARTICULAR. En síntesis se sustenta en los siguientes
motivos:
a) la nulidad de la sentencia dictada por falta de motivación en la pena impuesta y
subsidiariamente se solicita sean impuestas las penas solicitadas por esa parte.
b) la no inclusión en los hechos probados de las maniobras acreditativas de la conducción
temeraria que ha llevado a la absolución del delito de imprudencia temeraria del art. 381 del
C.P .
c) se cuestiona la aplicación de la atenuante analógica de dilaciones indebidas.
d) en orden al pronunciamiento de la responsabilidad civil se muestra disconformidad al no
haberse incluido la indemnización solicitada por daños morales, así como que no se haya
impuesto a la aseguradora los intereses del art. 20.4 de la LCS .
e) se discute la condena de tan solo la mitad de las costas de la acusación particular.
f) se impugna lo que denomina doble defensa del acusado al haber intervenido la aseguradora
con una capacidad procesal que excede de la limitada en el art. 764.3 de la LECrim .
RECURSO DE LA DEFENSA
En el primer motivo se denuncia la indebida aplicación del art. 142 num.1 y 2 del Código Penal
en relación el art. 621. 2 del mismo texto legal . En este motivo el apelante realiza su
particular e interesada valoración de la prueba practicada en el plenario , cuestionado en
definitiva que la causa principal del accidente fuera la excesiva velocidad del hoy condenado y
no que la conductora fallecida, después de respetar la señal de STOP que tenía en su sentido
de marcha calculara mal la distancia con el vehículo con el que se produjo el impacto, o
incluso que no respetara aquella señal, terminando por interesar que la imprudencia se
considere leve y se sancionen los hechos como una falta del art. 621.2 del Código Penal .
El segundo motivo hace referencias al art. 379 que pese a haber sido absuelto el apelante
hace una serie de alegaciones a las que no anuda ninguna demanda.
Como tercer motivo se solicita se revoque la condena por el delito de omisión del deber de
socorro, pues al haberse producido la muerte instantánea de la otra conductora, no hay
persona desamparada y por lo tanto estamos ante un delito imposible.
Cuarto, la atenuante de dilaciones indebidas debe estimarse como muy cualificada, llegando a
esta demanda después de hacer un breve resumen de los hitos procesales que considera
relevantes en orden a justificar esa pretensión, lo que lleva a la parte a solicitar una rebaja en
la pena tanto del delito de homicidio imprudente como en el delito de omisión del deber de
socorro
En lo que afecta a la responsabilidad civil, no se cuestionan las cifras en las que la sentencia
calcula la responsabilidad civil, sino que en consonancia con lo ya indicado en el ordinal
primero debe compensarse la concurrencia en el resultado la actuación de la víctima,
estimando que esa compensación debe hacerse en un 50%.
SEGUNDO.- Para el correcto análisis de estos motivos ha de partir de la consideración de que
el principio de presunción de inocencia no queda vulnerado cuando un Tribunal de apelación
procede a una nueva valoración de la prueba, dado que el "recurso de apelación en el
Procedimiento Penal Abreviado, tal y como aparece configurado en nuestro ordenamiento
jurídico, otorga plenas facultades o plena jurisdicción al Tribunal "ad quem" para resolver
cuantas cuestiones se planteen, sean de hecho o de Derecho. Su carácter, reiteradamente
declarado por el Tribunal Constitucional, de "novum iudicium", con el llamado efecto
devolutivo, conlleva que el Juzgador ad quem asume la plena jurisdicción sobre el caso, en
idéntica situación que el Juez a quo, no sólo por lo que respecta a la subsunción de los hechos
en la norma, sino también para la determinación de tales hechos a través de la valoración de
la prueba, pudiendo revisar y corregir la ponderación llevada a cabo por aquél ( SSTC
177/1997, DE 14 DE OCTUBRE 99 , de 18 de junio ; ATC 220/1999, de 20 de setiembre o las
más recientes SS núm. 41/2003, de 27 de febrero y 21/2003, de 10 de febrero ).
El debate, en los términos planteados, permite a esta sala de apelación revisar la aplicación
del derecho, aun cuando la estimación empeore la situación jurídica del apelado.
La STC 45/2011 en un caso en el que se agrava la condena del apelado admite, que la
sentencia del órgano ad quem se limite a resolver una cuestión puramente jurídica. Así, afirma
la indicada resolución, que "también hemos afirmado desde la STC 170/2002, de 30 de
septiembre , FJ 15, que cuando a partir de los hechos declarados probados en la primera
instancia, el núcleo de la discrepancia entre la sentencia absolutoria y la condenatoria sea una
cuestión estrictamente jurídica, para su resolución no resulta necesario oír al acusado en un
juicio público, sino que el Tribunal puede decidir adecuadamente sobre la base de lo actuado.
En el mismo sentido, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos indica que "tras celebrarse
una vista pública en primera instancia, la ausencia de debate público en apelación puede
justificarse por las particularidades del procedimiento considerado, teniendo en cuenta la
naturaleza del sistema de apelación interno, el alcance de los poderes del órgano de apelación,
la manera en que los intereses del demandante han sido realmente expuestos y protegidos
ante éste, y principalmente la índole de las cuestiones que éste tiene que juzgar... Así, ante
un Tribunal de apelación que goza de plenitud de jurisdicción, el artículo 6 no garantiza
necesariamente el derecho a una vista pública ni, si dicha vista ha tenido lugar, el de
comparecer personalmente en los debates" (entre otras STEDH de 16 noviembre 2010, caso
García Hernández c. España ; 16 diciembre 2008, caso Bazo González c. España . De acuerdo
con la doctrina del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, es indispensable contar con una
audiencia pública cuando el Tribunal de apelación "no se ha limitado a efectuar una
interpretación diferente en derecho a la del juez a quo en cuanto a un conjunto de elementos
objetivos, sino que ha efectuado una nueva apreciación de los hechos estimados probados en
primera instancia y los ha reconsiderado, cuestión que se extiende más allá de las
consideraciones estrictamente jurídicas" ( STEDH de 10 de marzo de 2009, caso Igual Coll c.
España ). De donde se extrae la conclusión de que dicha audiencia pública no es necesaria
cuando el Tribunal ad quem se limita a efectuar una distinta interpretación jurídica respecto a
la realizada en la instancia anterior. Por esta razón, en la mencionada STEDH de 16 de
diciembre de 2008, caso Bazo González c. España , se consideró inexistente la vulneración del
art. 6.1 Convenio europeo para la protección de los derechos humanos y de las libertades
fundamentales, en la medida en que "los aspectos analizados por la Audiencia Provincial
poseían un aspecto puramente jurídico, sin que los hechos declarados probados en primera
instancia hubieran sido modificados." (§ 36). (...) De manera que si el debate planteado en
segunda instancia versa exclusivamente sobre cuestiones jurídicas, ya sea por la configuración
legal del recurso -como en nuestro sistema jurídico ocurre, en tantas ocasiones, en la casación
penal-, ya sea por los concretos motivos que fundamentan la solicitud de agravación de
condena planteada por los acusadores, para su resolución no resulta necesario oír
personalmente al acusado en un juicio público, pues dicha audiencia ninguna incidencia podría
tener en la decisión que pudiera adoptarse, sino que el Tribunal ad quem puede decidir
adecuadamente sobre la base de lo actuado. En tales supuestos, en cuanto el debate sea
estrictamente jurídico, la posición de la parte podría entenderse debidamente garantizada por
la presencia de su abogado, en quien se encarnaría la efectividad del derecho de defensa
frente a los argumentos esgrimidos por la otra parte."
Partiendo de esta consideración y del respeto a los hechos probados, no podemos sino poner
de manifiesto la abierta discrepancia con la sentencia dictada, pues no parece coherente
declarar probado que el acusado Secundino conducía el vehículo a motor que describe la
sentencia por una vía urbana, bajo la influencia de bebidas alcohólicas y faltando a las más
elementales normas de circulación y añadiéndose en el fundamento de derecho quinto, hechos
que deberían haber sido integrados en el apartado destinado a los mismos, que Secundino ,
quien carecía del permiso o licencia que le habilitaba para conducir vehículos a motor, bajo el
influjo de bebidas alcohólicas, como conductor del vehículo Volkswagen Golf, matrícula ....WCK , de su propiedad, asegurado en la MUTUA MADRILEÑA DEL AUTOMOVIL, con póliza en
vigor núm. NUM000 , y sin utilizar el cinturón de seguridad del propio turismo, realizó una
conducción grosera, imprudentemente temeraria y carente de los mínimos visos de
responsabilidad, por la calle Ronda de los Montes de la localidad de Tres Cantos, sobre las
18.50 horas del día 26 de junio de 2003, y tras realizar la detención en un semáforo en la vía
existente, condujo a una velocidad muy superior a la fijada a la genérica de la vía, que estaba
fijada en 40 Km/h, circulando en un margen comprendido de entre 80 a 120 Km/h., y al llegar
a la intersección de la citada calle Ronda de los Montes, con la intersección con la calle La
Maliciosa de igual localidad, a la altura de la Glorieta de Valdelaosa, colisionó en momentos
inmediatamente anteriores. Secundino fue sometido a prueba de determinación del grado de
alcoholemia por Agentes de la Policía Local de Tres Cantos, con etilómetro marca Dräger,
Alcotest 7110, número de serie ARSK-0043, cuyo certificado de homologación no consta en
autos, y que tales pruebas arrojaron un resultado positivo de 0.35 mg/l. de alcohol por litro de
aire espirado en la primera medición, efectuada a las 20.10 horas, y en la segunda 0.33 mg/l.,
efectuada a las 20.24 horas, no deseando someterse Secundino a prueba de extracción
sanguínea. Los Policías Locales actuantes, además, apreciaron en Secundino síntomas
externos tales como aliente alcohólico, estado de abatimiento, confusión y aturdimiento,
estado sudoroso y congestionado, ojos muy enrojecidos, pupilas dilatadas, habla pastosa,
titubeante y confusa, respiración débil, inexistencia de conducta anormal, actitud correcta,
ropa en orden, andar balanceante y tembloroso, y respuestas embolladas, incoherentes y muy
repetitivas.
La juez de la instancia absuelve pese a todo lo anterior del delito del art. 379 del Código penal
, con el argumento de que la prueba de alcoholemia le fue practicada al entonces acusado con
un etilómetro cuya homologación no consta acreditado en las actuaciones, como si esa prueba
fuera la única susceptible de ser valorada para acreditar o no la conducción bajo la ingesta de
alcohol, cuando como en este caso han declarado múltiples testigos y la propia juez de la
instancia como decimos en el párrafo anterior de esta resolución ha contado con el testimonio
de testigos que relatan los síntomas que apreciaron en el hoy condenado, debiendo haberse
expresado en la sentencia dictada cual o cuales son las razones para no haber tomado en
consideración esos testimonios.
La juez de la instancia absuelve igualmente del delito del art. 381 pues la conducción
temeraria habría de ser entendida con carácter previo al luctuoso suceso. No podemos
tampoco compartir tal criterio que no lo exige la norma
El art. 381 en relación con el art. 380 del Código Penal , dentro de los delitos contra la
seguridad vial castigan al " que, con manifiesto desprecio por la vida de los demás, condujere
un vehículo a motor o un ciclomotor con temeridad manifiesta y pusiere en concreto peligro la
vida o la integridad de las persona" Como señala la Sentencia del Tribunal Supremo
561/2.002, de 1 de abril "...La conducción temeraria es, en principio, un ilícito administrativo
que el art. 65.5.d de la Ley de tráfico, circulación de vehículos a motor y seguridad vial aprobada por el Real Decreto Legislativo 339/1990, de 2 de marzo -, tipifica como infracción
muy grave. Sin embargo, cuando la temeridad es manifiesta, es decir, patente, clara y con
ella se pone en concreto peligro la vida o la integridad de las personas, el ilícito se convierte
en penal y da lugar al delito previsto en el art. 381. Conduce temerariamente un vehículo de
motor quien incurre en la más grave infracción de las normas de cuidado formalizadas en la
Ley de tráfico, circulación de vehículos a motor y seguridad vial . Siendo así, la temeridad que
integra la infracción administrativa es, en principio, la misma que la que integra el delito. La
diferencia entre una y otro está en que en el delito la temeridad es notoria o evidente para el
ciudadano medio y, además, crea un peligro efectivo, constatable, para la vida o la integridad
física de personas identificadas o concretas, distintas del conductor temerario.". En
consonancia con lo expuesto, como establece la S.T.S. 2012/2.004, de 8 de octubre el
mentado delito de conducción temeraria exige la concurrencia de dos elementos
fundamentales para su apreciación unidos por una clara relación de causalidad, a saber: a) La
conducción de un vehículo a motor o de un ciclomotor con temeridad manifiesta; y b) que con
tal modo de conducir se ponga en peligro concreto la vida o la integridad de las personas.
La conducción temeraria es, en principio, un ilícito administrativo que el artículo 65.5.e) de la
Ley de Tráfico, Circulación de Vehículos a Motor y Seguridad Vial tipifica como infracción muy
grave. No obstante, cuando la temeridad es manifiesta, es decir, patente, clara y con ella se
pone en concreto peligro la vida o la integridad de las personas, el ilícito se convierte en penal,
y da lugar al delito previsto en el artículo 381 del Código Penal TS 2ª S 561/2002, 1 de abril .
Y, conduce temerariamente un vehículo a motor quien incurre en la más grave infracción de
las normas de cuidado formalizadas en la señalada Ley administrativa. Siendo así, la
temeridad que integra la infracción administrativa es, en principio, la misma que la que integra
el delito. La diferencia entre una y otra está en que en el delito la temeridad es notoria o
evidente para el ciudadano medio y, además, crea peligro efectivo, constatable, para la vida o
la integridad física de las personas identificadas o concretas, distintas del conductor temerario.
Efectivamente, se caracteriza este delito como de peligro concreto, por lo que la simple
conducción temeraria -que de por sí entraña una conducción peligrosa- no es suficiente para
completar el tipo. Es decir, es necesario que la acción peligrosa se materialice en un resultado
de peligro concreto.
Peligro concreto cuyo concepto tiene unos perfiles ciertamente indefinidos, si bien ha de
afirmarse su presencia cuando el objeto de la acción portador del bien jurídico, la vida o
integridad de las personas, haya entrado en el radio de la acción de la conducta peligrosa del
agente, de manera que no pueda excluirse la eventualidad de una lesión.
En definitiva, la conducción del agente debe crear situaciones de riesgo evidente tanto para los
conductores de otros vehículos, como para los peatones que se encuentren en su radio de
acción,
La aplicación del tipo penal requiere en cualquier caso, que la conducción peligrosa sea
manifiesta y generadora de alarma social, criterio éste que delimitará lo que sea competencia
del Derecho Penal o, en su caso, del Derecho Administrativo sancionador.
La conducta del acusado es subsumible en el tipo penal citado al considerarse tal conducción
manifiestamente temeraria pues, circulaba a una velocidad muy superior a la permitida, la allí
autorizada era de 40 KM/h y se declara probado que lo hacía entre 80 y 120KM/h y bajo el
influjo de bebidas alcohólicas. Pero es que además, al hecho de tal velocidad ya de por si
notablemente excesiva, se añade la circunstancia de que la conducción se desarrolla en una
zona especialmente peligrosa para la circulación, pues se trata de una travesía inicio de un
casco urbano. La Sala considera que una conducción en las circunstancias descritas constituye
una conducción inadmisible que supone un desprecio absoluto por las más elementales
normas de la circulación rodada y respeto debido a los demás usuarios, cuya vida o integridad
se pone gravemente en peligro, comportándose irresponsablemente y utilizando la vía pública
como si de un circuito de carreras se tratase.
Por lo que mal puede discutirse que la forma de conducir del acusado resulta temeraria, toda
vez que supone el incumplimiento de los más elementales deberes de prudencia exigibles en
la conducción de un vehículo de motor, la infracción por el acusado de elementales normas de
circulación, lo que hace que su conducción se adentre en la conducta penal referida, ya que
puso en concreto peligro la vida e integridad física de terceras personas, no solo en referencia
a la tristemente fallecida, sino incluso alguno de los testigos dijo que se alejo de él, poniendo
distancia , le dejo pasar. Se dice expresamente en la sentencia dictada que Secundino vulneró
y conculcó lo dispuesto en los arts. 3.1, diligencia y precaución necesaria en la conducción,
art. 17, la obligación de todo conductor de controlar su vehículo al aproximarse a otros
vehículos, art. 20, tasa de alcohol en sangre por consumo previo de bebidas alcohólicas, arts.
30 y concordantes, utilización de carriles en calzadas de distinto sentido de circulación y
atención a las señales de velocidad en los mismos, art. 45 y 46, adecuación de la circulación a
las circunstancias viarias y moderación de velocidad en determinados supuestos, arts. 47, 48
y 52, velocidad máxima y mínima de la vía y velocidades prevalentes, art. 116 y 117, uso de
cinturón de seguridad , y arts. 129, sobre las obligaciones del conductor sobre el auxilio que
debe prestar en caso de accidentes, todos del R.D. 13/1992, de 17/01 , por el que se
aprobaba el Reglamento General de Circulación, vigente en aquel momento, debiendo concluir
necesariamente que su conducción fue grave e imprudente, lo que descarta la existencia de la
falta propuesta.
En relación a la valoración de la conducción de Enriqueta , y atendiendo a lo dispuesto en el
art. 151 de igual Reglamento, que determina la obligación de todo conductor en la señal de
Stop o Detención Obligatoria, de detener su vehículo ante la proximidad de la línea de
detención, y ceder el paso en ella a los vehículos que circulen por la vía a la que se aproxima,
debe atenderse en primer lugar, a la excesiva y temeraria velocidad a la que conducía su
turismo Secundino , en segundo lugar, a la inexistencia de elemento probatorio que acredite si
quiera mínimamente que la conductora del Renault 18, omitiese la preceptiva obligación de
parar su vehículo ante la señal de Stop existente en la vía donde se produjo el accidente o que
no cediese el paso ante los vehículos precedentes, en tercer lugar, la afirmación emitida por
los Policías Locales de Tres Cantos y por los Peritos de la Acusación Particular y de la Defensa,
que unívocamente afirmaron que si el conductor del Golf, Secundino , hubiese respetado la
velocidad genérica de la vía, 40 Km/h, el accidente no se hubiese producido o sus
consecuencias hubiesen sido otros muy distintas a las lamentablemente producidas,
entendiendo este Juzgador, en consecuencia, que no puede achacarse responsabilidad alguna
a la conductora del Renault 18 en la causación de los hechos enjuiciados, dado que la acción
altamente negligente, por los motivos ya aludidos, del conductor del Golf fue tal eficiente,
significativa e importante, que debe ser calificada como causa principal y excluyente de
cualesquiera otra en este suceso, considerando, a la par, que en la determinación del punto de
percepción debe añadirse, tal como indicaron los Policía Locales de Tres Cantos y el Perito Sr.
Mario , el tiempo de reacción de 1.5 segundos, al que debe añadirse un segundo más para
acelerar tal turismo, lo que unido a la velocidad llevada por el Golf, entre 80 a 120 Km/h,
según la Policía Local, 124,34 Km/h, según el Perito de la Acusación Particular, y 123.51 Km/h
según el perito de la Defensa, determina una imposibilidad física de actuación en el propio
lugar de la colisión por parte de Enriqueta , siendo tal afirmación adverada plenamente del
aludido elemento probatorio, descartando, en consecuencia, una conducta en tal actuar de
Enriqueta que deba determinar una moderación del quantum indemnizatorio, tal y como fue
solicitado por las Defensas.
Por lo tanto este motivo del recurso de apelación que articula la acusación particular como
segundo debe ser estimado, y correlativamente debe ser desestimado el primero de la
defensa.
Igualmente con la estimación de este motivo deja de tener sentido el primero de los motivos
de apelación de la acusación particular, por las normas concursales a las que más tarde
haremos referencia.
TERCERO.- Vamos a examinar a continuación la impugnación de la defensa en relación con el
delito de omisión del deber de socorro.
Los requisitos que viene exigiendo la Jurisprudencia para estimar la comisión de dicho delito
como son: a) existencia de una situación de peligro manifiesto y grave; b) el desamparo de la
víctima, c) la capacidad objetiva de salvaguarda en el auxiliador, d) la exigibilidad del auxilio y
e) la omisión de éste.
Por su parte, el Tribunal Supremo ha señalado que "la solidaridad humana es el fundamento
de la norma penal que sanciona la omisión del deber de socorro y es especialmente exigible
respecto de aquel que ocasiona el accidente que produce una víctima. Sólo se excusa ese
deber penalmente sancionado si se cerciora el causante de que únicamente se han causado
lesiones leves (entonces no hay peligro grave) o, por el contrario, de que ya se ha producido
la muerte (entonces no hay persona desamparada), pudiendo aplicarse al caso la figura del
delito imposible, por ausencia de sujeto pasivo ( Sentencias de esta Sala de 30-5-1973 , 2-111979 , 17-9-1980 , 6-10-1989 , 8-3-1990 , 8-6-1992 y 13-10-1992 , entre otras muchas)
cuando se produce la muerte instantánea y el que ocasiona el accidente, sin conocer tal
circunstancia, creyendo que sólo se trata de un herido, abandona el lugar, y también cuando
se comprueba que hay otras personas que efectivamente están ya prestando la asistencia en
la misma medida, al menos, que pudiera hacerlo el que ocasionó el hecho ( SS. 23-3-1988 ,
1-2-1990 , 19-11-1990 , 30-4-1991 , 16-5-1991 , 3-6- 1991 , 11-7-1991 , 11-10-1991 , 142-1992 y 22-2-1992 , entre otras muchas)" ( STS núm. 2376/1993, de 25 octubre , FJ 3º).
Asimismo, en otra sentencia manifestó que, "el recurrente pudo darse cuenta de que había
atropellado a una persona y que la había golpeado de forma violenta arrastrándola durante
unos treinta o cuarenta metros, lo que le obligaba a detenerse e interesarse por su estado y
prestar los primeros auxilios si fuere necesario. Ciertamente que se ha dicho, que en los
supuestos en que se ha causado la muerte ya no es posible prestar auxilio alguno, por lo que
desaparecería uno de los requisitos del tipo, pero no debe olvidarse que esta situación sólo se
dará en aquellos casos en que el causante del atropello tiene la certeza de la inutilidad del
auxilio, certeza o seguridad que es difícil, por no decir imposible, obtener en los casos en que
se continúa la marcha sin detenerse a comprobar los efectos de su acción. Y aun en los
supuestos de que detenga la marcha, una persona sin conocimientos médicos no está
normalmente en condiciones de asegurar que la víctima que yace inconsciente está muerta o
necesita auxilio inmediato. 4.- No concurren todos los elementos definidores del tipo de
omisión del deber de socorro, pero ello sólo quiere decir, que el delito no se ha perfeccionado
en su integridad, pero no por ello la conducta desarrollada por el recurrente debe dejar de
merecer reproche penal. Ha realizado un hecho socialmente nefasto y reprochable en cuanto
que no ha cumplido con el deber de solidaridad, y su conducta se puede incardinar en los
supuestos del art. 52 párrafo segundo que castiga como tentativa los supuestos de
imposibilidad de producción del delito. La imposibilidad de producción deviene no por la actitud
decidida del sujeto activo, sino por una circunstancia independiente de su voluntad, ya que la
muerte no pudo conocerla de manera cierta al huir del lugar de los hechos, y en esos
momentos era consciente de que estaba abandonando a una persona que necesitaba auxilio
por encontrarse en peligro manifiesto y grave. El deber de solidaridad antes aludido le
obligaba a interesarse por el resultado y consecuencias de su acción, y a prestar si era
necesario su cooperación en los primeros auxilios. Practica realmente todos los actos de
ejecución, pero la situación de desamparo y peligro manifiesto y grave no se produce porque
el fallecimiento instantáneo de la víctima hacía imposible cualquier género de ayuda, lo que
nos sitúa ante un supuesto de delito imposible cuya punición está prevista en el art. 52.2 del
Código Penalequiparándola a la de los autores de una tentativa de delito" ( STS núm.
2199/1992, de 13 octubre , FJ Único).
En dichas sentencias queda expuesta la postura del Tribunal Supremo durante la vigencia del
Código penal de 1973 que venía castigando como tentativa de delito los supuestos de omisión
del deber de socorro cuando el causante del accidente se daba a la fuga desconociendo que se
había producido la muerte instantánea de la persona atropellada.
Por su parte, entre otras, la Audiencia Provincial de Las Palmas, a partir de dicha
consideración y, vigente el Código penal de 1995, aplicó el siguiente criterio: "Como
consecuencia de la modificación de los hechos probados de la sentencia recurrida, se debe
aplicar la figura del delito imposible, en aplicación de reiterada jurisprudencia, que considera
que al producirse la muerte instantánea, no hay persona desamparada, y se debe aplicar la
figura del delito imposible, por ausencia de sujeto pasivo ( SSTS de 30 mayo 1973 , 2
noviembre 1979 , 17 septiembre 1980 , 8 marzo 1990 , 8 junio 1992 y 13 octubre 1992 ,
entre otras muchas), cuando se produce la muerte instantánea y el que ocasiona el accidente,
sin conocer tal circunstancia, abandona el lugar, como ocurre en el presente caso. Sin
embargo el vigente Código Penal deja fuera del ámbito conceptual de la tentativa el supuesto
de imposibilidad de ejecución o de producción del delito, tentativa inidónea o delito imposible,
a que se refería el artículo 52 del Código Penal de 1973 como se deduce claramente de la
exigencia de que el intento exteriorizado consista en actos que «objetivamente» deberían
producir el resultado criminoso perseguido. Es evidente, pues, que la conducta enjuiciada, no
está criminalizada en el nuevo Código Penal sin perjuicio del reproche moral que deba
producir, pues está totalmente acreditado que el acusado no detuvo el coche en ningún
momento y por tanto no se pudo cerciorar de que la víctima del accidente, en efecto, había
fallecido de inmediato.
Pues bien, sentado en los hechos probados no impugnados por las partes que la víctima
falleció de de una manera súbita e instantánea, una vez acontecido el accidente, procede en
aplicación de la jurisprudencia indicada y ante el delito imposible que en la actualidad es
impune, procede la estimación de este motivo y con ello la absolución del acusado del delito
imposible de omisión de socorro, por el que viene condenado el apelante
La doctrina que se cita en la sentencia de instancia en relación con la tentativa inidónea,
consideramos no es de aplicación al caso que revisamos, pues lo es para los supuestos en los
que se niega la existencia del delito al haber acudido terceras personas en ayuda de la
persona desamparada, que no es el caso, en el supuesto que nosotros revisamos es como ya
hemos analizado anteriormente un supuesto de delito imposible, por inexistencia de objeto.
Por lo tanto este motivo del recurso de apelación de la defensa, tercero, debe ser estimado y
correlativa nos lleva a la desestimación del cuarto motivo del recurso de apelación de la
acusación particular en lo que se refiere a la indemnización por daños morales por ese delito.
CUARTO.- La sentencia admite la concurrencia de la atenuante de dilaciones indebidas,
extremo este que impugna la acusación particular diciendo que la sentencia no motiva este
pronunciamiento y además las dilaciones han sido debidas a la actividad procesal realizada sin
que haya habido extraordinarios periodos de paralización del procedimiento, que la defensa no
ha efectuado ninguna reclamación previa en ningún momento del procedimiento y parte de
ellas son imputables al acusado y cita dos actuaciones, la formalización del recurso de reforma
y subsidiario de apelación que se formula contra el auto de 25 de mayo de 2009 y la pasividad
a la hora de designar procurador que cifra la misma parte, en este último caso en tres meses.
Por el contrario la defensa entiende que debe apreciarse esta atenuante como muy cualificada,
y cita también alguno de los avatares procesales de la causa.
Resulta claro que la circunstancia atenuante de dilaciones indebidas aparece en el presente
caso, debiendo destacar que la sentencia definitiva de estos hechos, concretamente la
presente, se ha dictado más de 10 años después de que sucedieran los hechos objeto de
enjuiciamiento. Dicha demora constituye, a efectos normativos, una clara dilación indebida
que se nutre de todos los ítems que reclama la jurisprudencia tanto del Tribunal Constitucional
como del Tribunal Europeo de Derechos Humanos para reputarla relevante.
La valoración de la actuación de los órganos del Estado como factor determinante de la
existencia, o no, de dilación indebida no puede hacerse atendiendo a cánones o estándares
subjetivos sino objetivos. Es evidente que en este caso, la inadecuación de la tramitación
procesal ha generado un efecto temporal de dilación que debe reputarse objetivamente
injustificado.
En efecto, el tiempo transcurrido entre la comisión de los hechos y su enjuiciamiento supone
una injustificable dilación indebida (de nueve años para el enjuiciamiento en primera instancia
y de más de 10 años cuando se dicta esta sentencia ), que viene a lesionar el derecho
fundamental proclamado en el artículo 24 CE y el Artículo 6 CEDH ( SSTEDH Pena contra
Portugal, de 18.12.2003 ; Faivre contra Francia , de 16.12.2003 ; Stone Court Shipping
Company SA contra España , de 28.10.2003 ) a que la causa sea juzgada en un tiempo
razonable.
Ambas partes han hecho un uso reiterado de los recursos en muchos casos esencial para el
enlucimiento de los hechos como delito y no falta y en otros de forma innecesaria.
Esta propia audiencia, Sección Decimoquinta al resolver uno de los múltiples recursos, en este
caso al resolver un recuso de la defensa, que desestima dice que "son muchos los recursos
que se han planteado a lo largo de este procedimiento, motivados en buena parte por errores
procesales, como ya se ha puesto de manifiesto en alguna de las resoluciones dictadas por
esta misma Sección en vía de apelación. Tales incidencias han dado lugar a un retraso
importante en el enjuiciamiento de esta causa, y en lo que también ha contribuido de forma
relevante la representación procesal de la acusación particular al empeñarse en mantener a
toda costa una calificación jurídica de los hechos en un momento procesal en que estaba
vedada semejante pretensión".
No se ajusta a la realidad la queja de la acusación particular de falta de motivación, la
sentencia dedica el fundamento de derecho noveno a esta materia y considera que ambas
partes han coadyugado de forma importante a tales dilaciones, aun cuando es cierto que no
relata los hitos procesales, que si hacen las partes interesadamente en sus recursos y
correlativas impugnaciones.
Tomando en consideración la doctrina jurisprudencial sobre la materia y partiendo de la fecha
en la que se producen los hechos y el tiempo transcurrido hasta que se dicta sentencia
consideramos qué concurre la atenuante como muy cualificadas, pues debemos destacar que
la complejidad de la causa, no especialmente complicada, atendiendo a los hechos en sí
mismos, no justifica la notabilísima demora en la tramitación del procedimiento, circunstancia
que necesariamente debe proyectarse a la hora de valorar la intensidad de la atenuante
solicitada.
QUINTO.- La condena que se efectúa en la sentencia es consecuencia necesaria del
pronunciamiento dictado a tenor de lo dispuesto en el art. 123 y ss. del Código Penal y 242 de
la LECRim . Por lo que este motivo del recurso de la acusación debe ser desestimado,
SEXTO. - También el pronunciamiento en materia de responsabilidad civil es objeto de una
doble impugnación la acusación particular interesa la condena de los intereses moratorios del
art. 20.4 de la LCS , a lo que se opone la defensa de condenado como autor material y la del
responsable civil directo. Y a su vez la defensa solicita una aminoración de la cantidad fijada
en concepto de responsabilidad civil por la concurrencia de culpas.
Ambos motivos deben ser desestimados. La compañía aseguradora efectuó la consignación
dentro de los tres siguientes meses a la producción del siniestro, consignación que fue
declarada suficiente, en pronunciamiento judicial, aquietándose la parte con ese
pronunciamiento, por lo que ahora mal puede pretender, con éxito que prospere su demanda
en el sentido indicado, máxime cuando tal pronunciamiento se hizo cuando la acusación
particular, recurrente en este extremo estaba ya personada en la causa, véase folio 185 de la
causa.
Tampoco puede prosperar la tesis de la defensa, de minoración de la responsabilidad civil, por
concurrencia de culpas, pues la sentencia explica minuciosamente como y de qué forma se
produce el accidente que motiva esta causa, y ello tras analizar las periciales practicadas,
habiéndose rechazado de forma razonada y razonablemente la ausencia de culpa por parte de
la conductora, lamentablemente fallecida en el siniestro.
SEPTIMO.- Tampoco puede prosperar la alegación que efectúa la acusación particular de la
existencia de una doble defensa en el hoy condenado pues la compañía aseguradora actuó
como una segunda defensa. La responsable civil directa ha estado personada en las
actuaciones con la complacencia de todas las partes y ha intervenido en el procedimiento, con
la limitación que supone el art. 764.3 de la LECrim . en legítimo derecho de sus intereses, lo
que sucede de forma habitual en supuestos en los que la responsabilidad civil está amparada
en virtud de un contrato de seguro. Debiendo significarse que su responsabilidad civil viene
conectada a la responsabilidad penal de su asegurado, por lo que la barrera de su intervención
en esta materia es de difícil perfil, sin que por otra parte, la recurrente anude ninguna
consecuencia a esa denuncia.
OCTAVO.- En esta instancia consideramos a Secundino , autor penalmente responsable de un
delito de imprudencia temeraria del art. 381 del código penal , así como de un delito de
homicidio imprudente del art. 142.2 también del C.P . a sancionar según las reglas concursales
que establece el art. 383 del Código Pena . Por ello habrá de imponerse la pena
correspondiente a la infracción más gravemente penada, vigente al tiempo de comisión de los
hechos, qué es la correspondiente a delito de homicidio que está sancionado con pena de
prisión de 1 a 4 años.
En orden a la motivación de la pena y como ya hemos indicado anteriormente por mor del
concurso establecido en el art. 383 del Código Penal en la redacción vigente al tiempo de los
hechos, la pena correspondiente al delito de homicidio imprudente debe rebajarse en un grado
por lo que su abanico penológico es de seis meses a un año de prisión y también de seis
meses a un año de privación del permiso de conducir. Consideramos adecuada la imposición
en su extensión máxima de un año habida cuenta de las circunstancia que concurren en la
comisión de los hechos y que han sido citadas en diversos pasajes de esta resolución.
Declarando de oficio las costas de esta alzada.
Así, en ejercicio de la potestad jurisdiccional que nos ha conferido la Constitución Española, y
en nombre de Su Majestad El Rey.
FALLO
ESTIMAMOS PARCIALMENTE el recurso de apelación interpuesto por la Procuradora de los
Tribunales Dª. Dorotea Soriano Cerdó n nombre y representación de Don Domingo , Doña
Amparo y Don Carlos Antonio y ESTIMAMOS TAMBIEN PARCIALMENTE EL RECURSO DE
APELACION FORMULADO POR el Procurador de los Tribunales D. Juan Antonio Velo Santamaría
en nombre y representación de D. Secundino contra la sentencia dictada por el Iltmo. Sr.
Magistrado-Juez del Juzgado de lo Penal núm. 15 de Madrid de fecha 2 de junio de 2012 , y a
los que este procedimiento se contrae, y REVOCAMOS PARCIALMENTE LA MISMA EN EL
SENTIDO DE ABSOLVER a Secundino del delito de omisión del deber de socorro del que venía
siendo condenado y le condenamos como autor penalmente responsable de un delito de
imprudencia temeraria del art. 381 del Código Penal , y de un delito de homicidio imprudente,
de los arts. 381 y 144.2 del Código Penal a sancionar conforme al art. 383 en la redacción
vigente al tiempo de comisión de los hechos, concurriendo la atenuante muy cualificada de
dilaciones indebidas de a la pena de Prisión de un año, con inhabilitación especial del derecho
de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena y privación del derecho a conducir
vehículos a motor y ciclomotores por tiempo de un año. Confirmando el resto de la sentencia
apelada. Declarando de oficio las costas causadas en esta alzada.
Siendo firme esta Sentencia desde esta fecha, por no caber contra ella recurso alguno,
devuélvase la causa original junto con su testimonio al Juzgado de procedencia, una vez
notificada a las partes, para su ejecución y cumplimiento.
Así por ésta nuestra Sentencia, lo pronunciamos, mandamos y firmamos.
PUBLICACIÓN.- Leída y publicada fue la anterior sentencia por la Ilma. Sra. Magistrada
Ponente, estando celebrando audiencia pública. Doy fe.
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