Manual del curso Equidad de Género

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Manual del curso Equidad de Género
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1. Género
1.1 Antecedentes
La palabra sexo sirve para hacer la diferencia biológica entre mujeres y hombres y es
independiente de los comportamientos que pueda tener cada uno.
En cambio, el concepto género se refiere a lo que la sociedad ha establecido como patrones de
conducta para cada uno de los sexos, cómo se relacionan unos con otros y las diferencias que
supuestamente existen entre hombres y mujeres. Estas formas varían de una cultura a otra y se
transforman a través del tiempo.
Históricamente ha generado una situación de discriminación y marginación de las mujeres ya que
socialmente se les ha dado un lugar dentro de la casa, al cuidado de los hijos en las tareas de
crianza mientras que los hombres se han desarrollado en el ámbito productivo.
Con base en lo anterior, se distingue el “sexo” del “género” como procesos diferentes,
como se observa en el siguiente cuadro:
Sexo
Género
Diferencias y características biológicas,
anatómicas, fisiológicas y cromosómicas
de los seres humanos que los definen
como hombres o mujeres.
Conjunto de ideas, creencias y conceptos
sociales, construidas en cada cultura y
momento histórico, tomando como base la
diferencia sexual; a partir de ello se
elaboran los conceptos de “masculinidad”
y “feminidad”, que determinan el
comportamiento, las funciones, las
oportunidades, la valoración y las
relaciones entre mujeres y hombres.
Se nace con esas características, son
universales e inmodificables.
Son construcciones socioculturales que
pueden modificarse, dado que han sido
aprendidas.
Ejemplo: Sólo los hombres tienen la
capacidad de producir espermatozoides;
únicamente las mujeres tienen ovarios y
matriz.
Ejemplo: En épocas pasadas, en algunos
países como China, sólo los hombres podían
heredar y las mujeres en determinadas
clases sociales, sólo se les enseñaba
bordado y canto.
Durante siglos y en diferentes culturas se ha recalcado la creencia de que las mujeres
son diferentes de los hombres, inferiores y “dependientes”, además de reforzar el
concepto de la mujer como sexo débil y el hombre como ser fuerte y agresivo. Esta
forma de pensamiento llegó a convertirse en un modo de conducta y creó determinados
estereotipos o etiquetas a las personas.
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Un estereotipo de género es una idea que presupone
ciertas características de cada sexo y que define a
hombres y mujeres de acuerdo a las creencias
populares, esto se produce desde que nacemos, a
través de la socialización en la familia, la escuela, las
relaciones con los padres. Se va reforzando a lo largo
de la vida de las personas por las reglas y normas
institucionales y los procesos económicos, políticos y
culturales.
La realidad cotidiana y diferentes estudios han puesto
en evidencia que en gran parte de los países del
mundo, entre los que México no es la excepción, las
mujeres viven en situación de desventaja social y
económica con respecto a los hombres, lo que se
expresa en su limitado acceso a oportunidades, bienes
y recursos, hecho que les impide desarrollar al
máximo su potencial productivo y social.
La equidad de género se refiere a todas las acciones
que se llevan a cabo para disminuir las diferencias
existentes por las ideas antiguas de que las mujeres
valen menos que los hombres y busca eliminar la
discriminación y reconocer las diferencias reales entre
sexos.
Para lograr esta equidad es necesario “empoderar” a las mujeres, que quiere decir
proporcionar los recursos suficientes para que ellas puedan tomar decisiones y
desarrollarse en ámbitos donde antes no lo hacían, así como que los hombres acepten
que las mujeres puedan asumir otra posición.
La discriminación surge porque la sociedad ha asignado tareas sin valor económico a las mujeres,
mismo que se refuerza con 3 mecanismos principales:
• Se le da menos importancia a los asuntos de mujeres haciéndolas invisibles, es decir, como si
no existieran.
• Se usan palabras denigrantes asignándoles género femenino, como “vieja”, “chismosa”.
• Se culpa a las mujeres de su situación como si ellas fueran las que propician las situaciones
que las perjudican, como aceptar un bajo salario y malas condiciones laborales.
1.2
Lo que nos falta por avanzar
La perspectiva de género es una manera de analizar las relaciones entre mujeres y hombres y
ver cómo las diferencias tienen que ver en la economía, la política y la manera de pensar de las
personas han generado brechas y desigualdades ya que no tienen acceso a los recursos y a
oportunidades.
El uso de la perspectiva de género principalmente busca:
•
Eliminar explicaciones por las diferencias de sexo.
•
Entender porqué las diferencias biológicas se han convertido en desigualdades sociales.
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•
Buscar la igualdad entre hombres y mujeres.
•
Analizar el papel de hombres y mujeres en diferentes aspectos, para identificar mecanismos
de subordinación de la mujer.
•
Eliminar los estereotipos de género que siguen considerándose hechos incuestionables.
México figura en el lugar 75 de un total de 115 países que fueron evaluados en materia de
equidad de género, a propósito del Foro Económico Mundial. Según el reporte, el país está más
atrasado en esa materia que naciones como Honduras, Kenia y Malasia. Para elaborar este
análisis, se consideraron 14 indicadores agrupados en cuatro rubros: participación económica y
oportunidades, logros educativos, salud y supervivencia y participación política.
El Gobierno Federal tiene como principal propósito contribuir al bienestar y al desarrollo de la
sociedad, lo que lo compromete a eliminar la desigualdad entre mujeres y hombres y crear
cultura para disminuir la brecha existente.
La estructura social actual ha propiciado la desigualdad de género, lo que es reforzado por
creencias e ideologías que hacen más marcada la división e inhiben el cambio social. Esta
diferenciación, además de colocar a las mujeres en una posición de desventaja para acceder a
las oportunidades del desarrollo y el control de los recursos, las discrimina de la política y de los
procesos de toma de decisión.
La sobrecarga de trabajo que tienen las mujeres debido a las responsabilidades domésticas,
afecta su disposición de tiempo para ingresar al mercado laboral en mejores condiciones. De
igual forma, su marginación en la política reduce sus posibilidades de demandar a las autoridades
mayor equidad e igualdad entre mujeres y hombres.
A continuación mencionamos algunos datos de desigualdad entre mujeres y hombres.
Trabajo doméstico para mujeres:
Las madres que trabajan, además de desempeñar su trabajo diario, al término del mismo deben
dedicar tiempo al trabajo doméstico, al cuidado de los hijos y la preparación de alimentos, lo que
les da una carga adicional con respecto a los varones que no lo realizan.
Propiedad de la tierra:
Las estadísticas oficiales precisan que de los 12.3 millones de mujeres que residen en
comunidades rurales, sólo 661 mil son ejidatarias y comuneras, es decir, 5%, tienen derechos
reconocidos sobre sus parcelas, donde la mayoría son de edad avanzada: 68% rebasa los 50 años y
35.6% tienen más de 65 años.
Además de que las Asambleas de Ejidatarios o Comuneros no les reconocen ningún derecho de
sucesión cuando el titular de los derechos agrarios muere intestado.
Salarios:
Aunque en la Administración Pública se ha logrado tener equidad salaria, es decir, a iguales
funciones, iguales salarios, hay algunas organizaciones donde existe una diferencia entre los
sueldos percibidos por las mujeres en comparación con hombres que realizan las mismas
funciones o equivalentes, o el acceso a empresas con altos niveles salariales está restringido a los
hombres.
Según datos de la Comisión Económica para la América Latina y el Caribe (CEPAL), las mujeres en
México reciben 25% menos de ingreso como salario medio en comparación con los hombres.
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Participación política y toma de decisiones:
La incorporación de las mujeres en el ámbito de la política y toma de decisiones ha avanzado
muy lentamente. Hoy en día, la participación femenina en ambas cámaras es inferior al 23%.
A nivel internacional
La brecha entre mujeres y varones existe en todos los países.
Actualmente sólo hay 12 mujeres elegidas jefas de Estado o de gobierno, entre un total de
aproximadamente 200 jefas y jefes en el mundo.
Sólo 23% de las empresas de la Unión Europea era propiedad de mujeres en 2004.
De los 550 millones de trabajadores pobres del mundo, se estima que 330 millones, o 60%, son
mujeres (OIT).
En 2006, la brecha salarial de género en algunos países alcanzó entre 30% y 40%. Esto significa
que las mujeres ganan entre 30% y 40% menos que los hombres.
De los 17 millones de mujeres entre 15 y 49 años que viven con VIH/SIDA, 98% vive en
países en desarrollo (77% en África Subsahariana) (OMS).
1.3 La perspectiva de género en las políticas públicas
Las políticas públicas son las acciones que los gobiernos eligen para resolver un problema. La
definición de estas acciones para atender estos problemas es un asunto muy complejo donde
intervienen muchas personas.
A nivel internacional se ha tomado la decisión de dar prioridad al asunto de género.
Incorporar la perspectiva de género, implica analizar las relaciones y comportamientos entre
mujeres y hombres, así como su posición dentro de la sociedad, para buscar transformar la forma
de trabajo, prioridades, estrategias, metas y objetivos de la institución, así como las relaciones
entre las distintas instituciones del Estado, en ambos casos, tanto al interior (política, cultura y
normatividad institucional) como al exterior (políticas públicas) de las instituciones.
La aplicación de la perspectiva de género a los principios, estrategias y prácticas del día a día de
la administración pública, es una tarea que implica a políticos y personal técnico, así como a
especialistas en temas de igualdad y género.
Es importante señalar que elaborar políticas, planes o programas que incluyan a las mujeres, no
significa automáticamente que se resuelvan todas las desigualdades.
La forma de alcanzar la incorporación de esta perspectiva es a través de diversas acciones, tales
como: modificar las leyes, normas, políticas y presupuestos; cambiar la cultura institucional, así
como las estructuras organizacionales y procedimientos operativos en las dependencias y en los
ámbitos estatales y municipales.
Se trata de incorporar políticas de equidad entre hombres y mujeres en todas las prácticas y
actividades del Gobierno mexicano.
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Hasta la fecha se ha encontrado que, en relación con la perspectiva de género:
a)
La mayor parte de los principales programas y proyectos de desarrollo eran “ciegos al
género”, que quiere decir que atienden indistintamente a hombres y mujeres, aunque por la
realidad cultural muchas veces las mujeres no tienen acceso a ningún beneficio.
b)
Las iniciativas dirigidas específicamente a las mujeres que han sido bastante aisladas y
marginales respecto de los programas de desarrollo, lo que los vuelve programas
asistenciales que no remedian la situación de las mujeres.
c)
Existen iniciativas que contribuyen a mejorar en cierta medida las condiciones concretas de
vida de las mujeres que participan, pero no cambian su posición de subordinación en las
relaciones de género.
El empleo correcto de esta perspectiva plantea la necesidad de solucionar los desequilibrios que
existen entre mujeres y hombres, mediante acciones como:
•
Redistribución equitativa de las actividades productivas y reproductivas entre los sexos.
•
Valoración de los distintos trabajos que realizan mujeres y hombres, especialmente de los
relacionados con la crianza de los hijos e hijas, el cuidado de personas enfermas y las tareas
domésticas.
•
Modificación de las estructuras sociales, los mecanismos, reglas, prácticas y valores que
reproducen la desigualdad.
•
El fortalecimiento del poder de gestión y decisión de las mujeres.
•
Entender que las relaciones de género también están influidas por variables de
diferenciación social, como la clase, la edad, la preferencia sexual, el credo religioso y la
etnia.
Supone invertir en una estrategia de largo alcance que lleve a tener en cuenta la realidad de la
vida diaria de hombres y mujeres, a la hora de elaborar medidas y políticas locales y en especial
tener siempre presente cómo pueden afectar a hombres y mujeres determinadas políticas y
adaptarlas consecuentemente en función de las necesidades específicas de cada grupo.
La perspectiva de género supone considerar sistemáticamente las diferencias entre las
condiciones, situaciones y necesidades respectivas de las mujeres y de los hombres, en las fases
de planificación, ejecución y evaluación de todas las políticas del país.
En definitiva exige el compromiso de todo tipo de organizaciones e instituciones para la
modificación de la condición y posición de las mujeres y en trabajar para lograr un sistema sexogénero equitativo, justo y solidario.
Se trata de:
•
Modificar la posición de desigualdad y subordinación de las mujeres en relación con los
hombres en los campos económico, político, social, cultural y étnico.
•
Abordar también los aspectos referidos a la condición de las mujeres, que tiene que
ver con las circunstancias materiales inmediatas en las que vive: ingresos, salud,
vivienda, etc., con el fin de mejorar las condiciones de su vida cotidiana.
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1.4 El marco institucional y normativo de la transversalidad en el
estado mexicano
La institucionalización de la perspectiva de género implica una transformación total de la
Dependencia, mientras que la transversalización, integra esta perspectiva en todos los aspectos
de la organización, es decir, en su misión, estrategias, programas, estructura, sistemas y cultura,
en vez de mantener un programa separado.
En este sentido, un enfoque transversal se refiere al proceso de analizar las implicaciones para
mujeres y hombres de cualquier tipo de acción pública planificada, incluyendo legislación,
políticas o programas, en cualquier área, para actuar en consecuencia.
La incorporación de la perspectiva de género de manera transversal en una institución, implica
tanto un proceso donde se requieren cambios en las estructuras, en la forma de pensar y en:
•
Los objetivos.
•
La definición de las agendas de trabajo.
•
El diseño, instrumentación, seguimiento y evaluación de los proyectos y programas.
•
El destino de los recursos.
•
Las prácticas presupuestarias.
•
Los mecanismos de reclutamiento.
•
La capacitación del personal.
Uno de los fundamentos principales de la incorporación de la perspectiva de género, es darle a
dicha transformación un carácter de cambio permanente en el tiempo para garantizar la equidad
como una práctica habitual y cotidiana de las relaciones sociales.
Es por esto que en 2007 se aprueba la Ley General para la Igualdad entre Mujeres y Hombres que
establece la obligación del Estado de diseñar una política nacional para la igualdad de
oportunidades y la equidad entre los sexos.
Esta disposición contempla un conjunto de acciones para garantizar el cumplimiento de los
derechos civiles, sociales, políticos y culturales de mujeres y hombres. Dicha Ley tiene carácter
de Ley federal, por lo que es aplicable a los diferentes sectores de la Administración Pública y a
todas las dependencias, lo que contribuye en la planeación y en la coordinación entre
instituciones, requisito indispensable para el diseño y ejecución de las políticas de equidad de
género.
La Ley General para la Igualdad establece tres instrumentos que son parte de la Política Nacional
de Igualdad, en función de las acciones en los órdenes federal, estatal y municipal:
•
Sistema Nacional para la Igualdad. Se conforma por 41 organismos federales que deberán
consolidar las áreas de equidad de género y elaborar un Programa Anual de Trabajo en
materia de igualdad de oportunidades.
•
Programa Nacional para la Igualdad entre Mujeres y Hombres 2008-2012, PROIGUALDAD.
•
Y la observancia al cumplimiento de los mismos.
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2 Derechos Humanos
2.1 La dignidad
La preocupación por la dignidad de la persona humana es hoy universal: las declaraciones de los
Derechos Humanos la reconocen y tratan de protegerla e implantar el respeto que merece a lo
largo y ancho del mundo.
Algo es digno cuando es valioso por sí, y no sólo por su utilidad –principalmente-, debe ser
siempre respetado y bien tratado. En el caso del hombre su dignidad reside en el hecho de que
es, no un qué, sino un quién, un ser único, insustituible, dotado de intimidad, de inteligencia,
voluntad, libertad, capacidad de amar y de abrirse a los demás.
La dignidad de todos los seres humanos, permite abordar desde otras perspectivas, los conceptos
de desigualdad, discriminación y diferencia.
2.2 Vulnerabilidad social
A pesar de los esfuerzos de política social encaminados a procurar la plena integración de la
población a los beneficios del desarrollo, es evidente que millones de personas subsisten en
condiciones adversas que no les es posible satisfacer siquiera sus necesidades básicas más
apremiantes.
El empobrecimiento y deterioro de las condiciones de vida de miles de familias mexicanas puso
en claro que hay poblaciones que, si bien no se encuentran en condición de pobreza, pueden ser
consideradas como vulnerables, debido a que disponen de menores recursos para enfrentar y
superar los efectos de las cambiantes circunstancias económicas o del propio ámbito familiar. La
vulnerabilidad es un fenómeno multidimensional que, entre otras fuentes, tiene su origen en las
tendencias del mercado laboral, en la insuficiente cobertura de diversos servicios sociales y en el
debilitamiento del tejido social, lo que da cuenta, de acuerdo con algunos autores, de una
creciente sensación de riesgo, inseguridad e indefensión, en vastos grupos de personas y familias.
La noción de vulnerabilidad en la esfera social ha sido utilizada para denotar la predisposición de
cierto tipo de hogares y poblaciones para experimentar una disminución del bienestar de sus
miembros como consecuencia de una conjunción de atributos que tienden a mermar su capacidad
para controlar las fuerzas que los afectan.
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Las personas están expuestas a distintos tipos de vulnerabilidad en el transcurso de su vida. Por
esta razón, es esencial que la política de población tome en cuenta la situación particular de
mujeres y hombres, de los niños, los jóvenes, de los adultos y de los adultos mayores, en el
contexto de la estructura de oportunidades en que se desenvuelve su vida cotidiana.
La vulnerabilidad social es el resultado de los impactos provocados por el patrón de desarrollo
vigente, pero también expresa la incapacidad de los grupos más débiles de la sociedad para
enfrentarlos, neutralizarlos u obtener beneficios de ellos. Frecuentemente se identifica la
condición de pobreza de la gente con vulnerabilidad. Sin embargo, la inseguridad e indefensión
que caracterizan a ésta no son necesariamente atribuibles a la insuficiencia de ingresos, propia a
la pobreza. En efecto, si se comparan las condiciones de vida de los trabajadores urbanos con la
de los campesinos de áreas remotas, es probable que éstos, al basar su vida en la agricultura de
subsistencia, se hayan visto menos afectados frente a los programas de ajuste estructural y a los
golpes de naturaleza macroeconómica.
El enfoque de pobreza califica de forma descriptiva determinados atributos de personas y
familias, sin dar mayor cuenta de los procesos causales que le dan origen. La vulnerabilidad, en
cambio, hace referencia al carácter de las estructuras e instituciones económico-sociales y al
impacto que éstas provocan en comunidades, familias y personas en distintas dimensiones de la
vida social. Esta diferencia conceptual tiene, desde luego, importancia explicativa. Pero además
también debiera tener incidencia en las políticas públicas, con tratamientos que permitan atacar
la pobreza y la vulnerabilidad de forma integral.
En relación a la equidad de género, es claro que en algunas circunstancias, las mujeres
se encuentran en una situación de vulnerabilidad social, simplemente por el hecho de
ser mujeres.
2.3 Carta universal de los derechos humanos
Los Derechos Humanos constituyen una conquista de la humanidad a lo largo de la historia. Se
encuentran en constante desarrollo en la medida que dan cuenta de las necesidades que tienen
hombres y mujeres para desarrollarse, individual y colectivamente, en contextos históricos que
van cambiando. Tienen como centro el ser humano y su dignidad, concepto que se encuentra
presente en todas las culturas del mundo.
Podemos definirlos como aquellas condiciones y prerrogativas que toda persona posee por el sólo
hecho de existir, sin importar su raza, sexo, color, idioma, religión, orientación sexual, edad,
opinión política, origen nacional o social, posición económica y/o de nacimiento.
Características
Los Derechos Humanos son universales, irrenunciables, indivisibles y jurídicamente exigibles.
Que sean universales quiere decir que nos pertenecen a todos los seres humanos, sean éstos
hombres, mujeres, niños, niñas, donde quiera que estén situados en el mundo, cualquiera que
sea su raza, condición sexual, opinión política o de otra índole, religión y nacionalidad.
Que sean irrenunciables implica que van unidos a la persona como su sombra, no pueden
trasladarse de una persona a otra, le pertenecen a cada uno por el sólo hecho de existir y cada
persona puede gozar de ellos y exigir su cumplimiento.
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Que sean indivisibles, quiere decir que constituyen un cuerpo integral que no puede dividirse y
en el que todos los derechos que lo componen tienen igual valor o la misma importancia. Tienen
como fundamento el respeto hacia las personas, por lo que a toda la humanidad pertenecen
todos los derechos y no sólo a algunos.
Que sean jurídicamente exigibles, significa que toda persona tiene la posibilidad de solicitar que
se garanticen y sean recogidos en la Constitución y en las leyes del país.
2.4 Derechos humanos de las mujeres
Los Derechos Humanos de las mujeres constituyen una de las más grandes conquistas de la
humanidad. Tanto porque la mitad del mundo –compuesto por mujeres- logró que se le
reconocieran sus derechos, como por los aportes que entregaron en materia de Derechos
Humanos.
Todas las mujeres poseen Derechos Humanos por el hecho de ser parte de la humanidad y son
independientes de su raza, color, idioma, religión, edad, opinión política o de otra índole,
orientación sexual, origen nacional o social, posición económica y nacimiento, etc.
Estos derechos abarcan todas las esferas en las que se desempeñan y viven las mujeres, incluyen,
por tanto, todas las dimensiones de la vida personal y social.
Los Derechos Humanos de las Mujeres son:
I.
Derecho a la educación:
Que las mujeres de todas las edades reciban educación, que no sea discriminatoria y que
promueva los valores de la solidaridad, la equidad y el respeto, que les permitan alcanzar
mayores niveles educativos o capacitación para posibilitar el desarrollo laboral.
II.
Derecho a la salud: Para un pleno bienestar físico, emocional, mental y social, tienen
derecho a:
Contar con servicios de salud accesibles y de buena calidad, con una atención integral,
tomando en consideración la condición de género.
III.
Derechos sexuales y reproductivos: Para el desarrollo pleno de la sexualidad, se tiene
derecho a:
La información y la educación sexuales para poder ejercer su sexualidad responsablemente
y elegir libremente la maternidad, sin sufrir violencia sexual.
IV.
Derecho a una vida sin violencia: Para prevenir la violencia y combatirla, tienen
derecho a:
Contar con servicios de ayuda adecuada y eficiente para evitar y combatir la violencia
dentro y fuera del hogar. Que se prevengan, investiguen y castiguen los actos de violencia
contra las mujeres, cometidos por cualquier persona, incluidos los funcionarios públicos o
miembros de la policía, las fuerzas de seguridad, el ejército y las fuerzas armadas. Que no
se mencione o se aplique ninguna costumbre, tradición o principio religioso como pretexto
para justificar la violencia contra las mujeres.
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V.
Derecho al trabajo: Para la igualdad en el ámbito laboral tienen derecho a:
Recibir salario justo e igual al que perciben los hombres por el mismo trabajo, contando
con horarios laborales para compartir responsabilidades familiares, eliminando la
discriminación para ocupar puesto alguno por el hecho de ser mujeres.
VI.
Derecho al desarrollo: Para un desarrollo con justicia económica se tiene derecho a:
La distribución equitativa de bienes, patrimonios, ingresos y servicios con igualdad de
oportunidades para obtener recursos económicos y la propiedad la tierra, que se traducirá
en una vida digna y con bienestar.
VII.
Derecho a la participación política: Para conseguir esto se tiene derecho a:
Participar activamente y de manera equitativa en las instituciones gubernamentales, la
administración pública, los órganos legislativos y los tribunales judiciales.
VIII.
Derecho a un medio ambiente sano: Para un medio ambiente sano se tiene derecho a:
Educación y capacitación en el manejo adecuado de los recursos naturales y en la
conservación del medio ambiente, aire no contaminado, agua limpia, alimentos no tóxicos,
entre otros. Que en las políticas de desarrollo se incluya la perspectiva de género y exista
la posibilidad de participar en la toma de decisiones en políticas públicas, para alcanzar un
medio ambiente sano.
IX.
Derecho a la información: Para el uso democrático de los medios de comunicación,
tenemos derecho a:
La información, la libre expresión, las mismas oportunidades que los hombres. Que no se
promueva en los medios de comunicación ningún tipo de violencia contra las mujeres. Que
se difunda información sobre los derechos para construir una cultura de la equidad.
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3 Violencia
3.1 Violencia contra las mujeres y violencia de género
La violencia en el interior del hogar es un fenómeno que en los últimos decenios
(aproximadamente a partir de los años setenta del siglo XX) ha ganado un arraigo considerable en
diversos ámbitos. A lo largo de este proceso, ha sido posible conocer algunas de sus
características y adentrarnos en su complejidad.
La violencia de género y específicamente la que se ejerce contra las mujeres no es reciente, pero
cuando a principios de los años setenta las mujeres empezaron a romper el silencio y hablar en
voz alta de sus propias experiencias familiares y de pareja, fue posible advertir que la violencia
traspasa los límites de la geografía, la cultura, la clase social, la religión, la edad, el nivel
educativo, la actividad predominante, la raza, la etnia, etc.
Todas las mujeres del mundo están expuestas a determinadas formas de violencia que cada
cultura ha “permitido” prácticas de discriminación y que ningún país ha logrado el objetivo de
tratar a las mujeres igual que a los hombres.
La violencia familiar es entonces un fenómeno universal que data de mucho tiempo atrás, cuyas
verdaderas dimensiones y consecuencias aún no conocemos, pero involucra los siguientes
aspectos:
•
Intencionalidad. Quien ejerce violencia realiza un acto de voluntad.
•
Transgresión de un derecho. Toda persona, sin importar sexo, edad, raza, religión,
preferencia sexual, estatus marital, etc., tiene derecho a una vida libre de violencia, aunque
la cultura sigue considerando que hay ciertas personas a quienes se puede maltratar
impunemente.
•
Daño. La violencia siempre ocasiona un daño, que puede ser físico (aunque no se note a
simple vista), emocional, sexual o económico.
•
Ejercicio del poder. El daño se produce inevitablemente, pero quien ejerce violencia busca
el sometimiento y el control, es decir, el poder.
En resumen, la violencia es un fenómeno universal, que se caracteriza por ser intencional,
transgredir un derecho, ocasionar un daño y buscar el sometimiento y el control.
La violencia contra las mujeres constituye una violación a los derechos humanos y a las libertades
individuales.
En México, como en todo el mundo, la violencia contra las mujeres se ejerce en mayor o menor
medida en todos los estratos sociales, no distingue edad, nivel de ingreso, ni escolaridad; se
reproduce tanto en los espacios públicos como privados de la vida de las mujeres: en el espacio
laboral, en la escuela, en la comunidad y en el hogar.
La violencia de pareja ha alcanzado magnitudes significativas en nuestro país, ya que 40
de cada 100 mujeres de 15 años o más, casadas o unidas en el año 2006, reportan haber
sufrido algún incidente de violencia por parte de su pareja (ENDIREH, 2006).
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3.2 La violencia contra las mujeres en la agenda pública
A nivel mundial, la violencia de género se ha visto como un problema desde hace mucho tiempo,
sin embargo, en México apenas hace 30 años fue tomada en cuenta.
México ha firmado acuerdos y compromisos para eliminar, detectar, prevenir y erradicar la
violencia en contra de las mujeres.
•
Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, México.
•
Convención sobre todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, conocida por sus siglas
en inglés como la CEDAW.
•
Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia Contra la Mujer,
Convención de Belém do Pará.
Con esto el Gobierno Mexicano está obligado a emitir leyes, formular políticas públicas, asignar
presupuestos y fomentar el cambio cultural, a fin de erradicar el problema de la violencia de
género.
Debido a lo anterior, surge el Programa Nacional para la Igualdad de Oportunidades y No
Discriminación contra las Mujeres (PROEQUIDAD), y el Programa Nacional por una Vida Sin
Violencia.
El tema de la violencia de género es un tema en el que aún faltan muchos aspectos que resolver,
ya que hay que darle un tratamiento multidisciplinario, es decir, que dada su compleja
estructuración, este problema no se agota desde una sola disciplina, sino que requiere del
análisis conjunto.
La equidad de género no es una ventaja social sino una urgencia por abolir la desigualdad en la
que viven las mujeres en relación con los hombres. Debemos reconocer las inequidades entre los
sexos en los diferentes ámbitos de la vida social, política, económica y cultural y atacar el
problema desde la raíz.
Por otra parte, la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares 2003
(ENDIREH), fue aplicada a fin de generar información estadística para conocer a fondo el alcance
de la violencia familiar en México. Entre los principales resultados se desprende que, de las
mujeres que viven con su pareja en el mismo hogar, 44 por ciento reportó algún incidente de
violencia emocional, física, económica o sexual, en los 12 meses anteriores a la encuesta. De este
44 por ciento, más de la mitad padece al menos dos tipos de violencia distintos, uno de los
cuales es la violencia psicológica. El 35.4 por ciento de las mujeres vivieron al menos una
experiencia de violencia emocional, 27.3 por ciento de violencia económica, 9.3 por ciento de
violencia física y 7.8 por ciento de violencia sexual.
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Tipo de violencia ejercido contra la mujer
Emocional
Económico
Físico
Sexual
No especificado
Actualmente encontramos que hay a nivel nacional, en las procuradurías de justicia, 28 centros
de atención a las víctimas del delito; 11 unidades especializadas en atención de delitos sexuales;
60 centros de apoyo a víctimas de violencia intrafamiliar; 10 agencias de ministerio público
especializadas en la atención a la violencia intrafamiliar y sexual (AMPEVIS); 23 centros de apoyo
a la mujer; además del Centro de Terapia de Apoyo a Víctimas de Delitos Sexuales (CTA); Centro
de Atención a Víctimas del Delito Violento (ADEVI) y el Centro de Atención a las Adicciones y
Riesgos Victimales (CARIVA).
Los sistemas estatales para el desarrollo integral de la familia han establecido en cada entidad
federativa clínicas de atención a menores maltratados, donde brindan asistencia médica, legal y
psicológica a las víctimas de violencia intrafamiliar. De igual forma, las organizaciones de la
sociedad civil, preocupadas por el fenómeno de la violencia, han establecido 97 centros de apoyo
a víctimas del delito en el interior de la República Mexicana, como una forma para prevenir y
apoyar a todas aquellas personas que de alguna u otra forma han sido afectadas o lesionadas.
Asimismo, en 28 estados de la República se cuenta con leyes de asistencia y prevención de la
violencia familiar; en 24 entidades existe la violencia familiar como delito; en 20 existe la
violencia familiar como causal de divorcio y solamente 11 estados contemplan la violación entre
cónyuges.
El principal instrumento del Gobierno de la República para reducir las desigualdades y construir
un mejor país es el gasto público. Se iniciarán acciones que propicien la equidad entre los
mexicanos, entre otras, aquellas que promuevan mayor igualdad entre mujeres y hombres.
PROIGUALDAD, por ejemplo, que tiene como propósito que todos los servicios y todos los apoyos
del Gobierno Federal beneficien a mujeres y a hombres por igual. El programa contiene acciones
para avanzar en materia de igualdad jurídica, de derechos humanos y de no discriminación.
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En México, por iniciativa del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) y
UNIFEM, se crea el Sistema de Indicadores para el Seguimiento de la Situación de la Mujer de
acuerdo con los ocho objetivos del programa PROEQUIDAD, de los cuales uno es “prevenir,
sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres”.
Contempla medidas para ampliar las oportunidades laborales y económicas de las mujeres y
reducir la desigualdad de género. Traza una ruta hacia un México más equitativo.
Entre las metas del programa destaca que para el 2012, la legislación de todos los estados se
actualice y recojan los mandatos de la Ley General para la Igualdad entre Hombres y Mujeres, así
como de las convenciones internacionales suscritas en la materia por nuestro país.
Que se reduzca, por lo menos en un 50 por ciento, la enorme discriminación de ingresos derivada
del género, que se reduzca en 30 por ciento el número de hogares encabezados por mujeres que
se encuentran en extrema pobreza y que se disminuya totalmente, pero cuando menos en un 70
por ciento, el hostigamiento sexual en sus lugares de trabajo.
El logro de estos objetivos no puede ser responsabilidad exclusiva del Gobierno Federal.
Los tres órdenes de Gobierno, la sociedad civil, las familias, los medios de
comunicación, todos tenemos algo que aportar para cerrar la brecha que separa
injustamente a las mujeres de los hombres.
3.3 Modalidades y tipo de violencia
La Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia prevé siete tipos de violencia:
Violencia psicoemocional: Toda acción u omisión dirigida a desvalorar, intimidar o controlar sus
acciones, comportamientos y decisiones, consistente en prohibiciones, coacciones,
condicionamientos, intimidaciones, insultos, amenazas, celotipia, desdén, indiferencia, descuido
reiterado, chantaje, humillaciones, comparaciones destructivas, abandono o actitudes
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devaluatorias o cualquier otra, que provoque en quien la recibe alteración de su autoestima o
alteraciones en alguna esfera o área de su estructura psíquica.
Violencia física: Toda acción u omisión intencional que causa un daño en su integridad física.
Violencia patrimonial: Toda acción u omisión que ocasiona daño o menoscabo en los bienes
muebles o inmuebles de la mujer y su patrimonio. También puede consistir en la sustracción,
destrucción, desaparición, ocultamiento o retención de objetos, documentos personales, bienes o
valores o recursos económicos.
Violencia económica: Toda acción u omisión que afecta la economía de la mujer, a través de
limitaciones encaminadas a controlar el ingreso de sus percepciones económicas, en la
restricción, limitación y/o negación injustificada para obtener recursos económicos, percepción
de un salario menor por igual trabajo, explotación laboral, exigencia de exámenes de no
gravidez, así como la discriminación para la promoción laboral.
Violencia sexual: Toda acción u omisión que amenaza, pone en riesgo o lesiona la libertad,
seguridad, integridad y desarrollo psicosexual de la mujer, como miradas o palabras lascivas,
hostigamiento, prácticas sexuales no voluntarias, acoso, violación, explotación sexual comercial,
trata de personas para la explotación sexual o el uso denigrante de la imagen de la mujer.
Violencia contra los derechos reproductivos: Toda acción u omisión que limite o vulnere el
derecho de las mujeres a decidir libre y voluntariamente sobre su función reproductiva, en
relación con el número y espaciamiento de los hijos, acceso a métodos anticonceptivos de su
elección, acceso a una maternidad elegida y segura, así como el acceso a servicios de aborto
seguro en el marco previsto por la ley para la interrupción legal del embarazo, a servicios de
atención prenatal, así como a servicios obstétricos de emergencia.
Violencia feminicida: Toda acción u omisión que constituye la forma extrema de violencia contra
las mujeres producto de la violación de sus derechos humanos y que puede culminar en homicidio
u otras formas de muerte violenta de mujeres.
Así la Ley observa en su artículo séptimo las modalidades de violencia contra las mujeres:
Violencia familiar: Es aquella que puede ocurrir dentro o fuera del domicilio de la víctima,
cometido por parte de la persona agresora con la que tenga o haya tenido parentesco por
consanguinidad o por afinidad, derivada de concubinato, matrimonio o sociedad de convivencia.
Violencia laboral: Es aquella que ocurre en cuando se presenta la negativa a contratar a la
víctima o a respetar su permanencia o condiciones generales de trabajo; la descalificación del
trabajo realizado, las amenazas, la intimidación, las humillaciones, la explotación y todo tipo de
discriminación por condición de género.
Violencia docente: Es aquella que puede ocurrir cuando se daña la autoestima de las alumnas o
maestras con actos de discriminación por su sexo, edad, condición social, académica,
limitaciones y/o características físicas, que les infligen maestras o maestros.
Violencia en la comunidad: Es aquella cometida de forma individual o colectiva, que atenta
contra su seguridad e integridad personal y que puede ocurrir en el barrio, en los espacios
públicos o de uso común, de libre tránsito o en inmuebles públicos propiciando su discriminación,
marginación o exclusión social.
Violencia institucional: Son los actos u omisiones de las personas con calidad de servidor público
que discriminen o tengan como fin dilatar, obstaculizar o impedir el goce y ejercicio de los
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derechos humanos de las mujeres, así como su acceso al disfrute de políticas públicas destinadas
a prevenir, atender, investigar, sancionar y erradicar los diferentes tipos de violencia.
La impunidad por razones de género tiene como punto central las relaciones de poder que
actúan, que también es histórica porque se esconde, se calla, se miente y se olvida con el paso
del tiempo. La violencia se torna cotidiana, la injusticia costumbre y la impunidad hábito.
Entonces, la lucha es eterna: hablar, hacerse escuchar, luchar contra la mentira, la
desinformación y los rumores.
Finalmente, los extremos de la impunidad por razones de género nos llevan al feminicidio,
término que abogadas penalistas y feministas han utilizado para referirse a las muertes de
mujeres toleradas por el Estado. Esto significa que todo aumento de actos violentos: maltrato
emocional y psicológico, golpes, tortura, violación sexual, prostitución, acoso sexual, abuso
infantil, infanticidio de niñas, violencia familiar y todo aquello que lleve a truncar la vida de las
mujeres, constituye un feminicidio.
3.4 Leyes para la erradicación de la violencia contra las mujeres
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos
En la Constitución Política se establece en el Artículo 1 que todo individuo gozará de todas las
garantías y queda prohibida toda discriminación motivada por origen étnico o nacional, el género,
la edad, las discapacidades, la condición social, las condiciones de salud, la religión, las
opiniones, las preferencias, el estado civil o cualquier otra que atente contra la dignidad humana
y tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y libertades de las personas.
Mientras que en el Artículo 4o. se establece que el varón y la mujer son iguales ante la ley y se
protegerá la organización y el desarrollo de la familia.
Ley General para la Igualdad entre Mujeres y Hombres
Con esta Ley se dan las bases jurídicas para la coordinación, colaboración y concertación entre
los tres órdenes de gobierno para garantizar la igualdad para eliminar toda forma de
discriminación basada en las diferencias sexuales conforme lo establece la ley.
Sus principios rectores son: la igualdad, la no discriminación y la equidad.
Y se debe establecer una Política Nacional en Materia de Igualdad entre mujeres y hombres, a
través de 6 ejes temáticos:
•
Igualdad en la vida económica nacional.
•
Igualdad en la participación y representación política.
•
Igualdad en el acceso y el pleno disfrute de los derechos sociales.
•
Igualdad en la vida civil.
•
Derecho a la eliminación de estereotipos en función del sexo.
•
Derecho a la información y a la participación social.
Considera incorporar en los presupuestos de egresos de la federación la asignación de recursos
para el cumplimiento de la Política Nacional en Materia de Igualdad.
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Son instrumentos de la Política Nacional en Materia de Igualdad entre mujeres y hombres, los
siguientes:
I.
El Sistema Nacional para la Igualdad entre Mujeres y Hombres, que busca coordinar los tres
niveles de gobierno para promover la igualdad y eliminar la discriminación, los estereotipos y
la violencia de género.
II.
El Programa Nacional para la Igualdad entre Mujeres y Hombres, darán respuesta a las
necesidades particulares de los Estados y Municipios.
III. La Observancia en Materia de Igualdad entre Mujeres y Hombres, para la construcción de un
sistema de información con capacidad para conocer la situación que guarda la igualdad entre
hombres y mujeres y el efecto de las políticas públicas aplicadas en esta materia.
Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia
Esta ley tiene por objeto prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres, así como
los principios y modalidades para garantizar su acceso a una vida libre de violencia que favorezca
su desarrollo y bienestar conforme con los principios de igualdad y de no discriminación, así como
para garantizar la democracia, el desarrollo integral y sustentable.
Los principios de esta ley son:
I.
La igualdad jurídica entre la mujer y el hombre.
II.
El respeto a la dignidad humana de las mujeres.
III. La no discriminación.
IV. La libertad de las mujeres.
La Ley define los tipos de violencia y las modalidades de la violencia y contempla brindar
atención, asesoría jurídica, tratamiento psicológico y establecimiento de refugios.
En cuanto a la erradicación de la violencia, se debe de tipificar como delito la violencia familiar,
establecerla como causal de divorcio y de pérdida de patria potestad, así como la emisión de
órdenes de protección.
Se contempla la creación del Programa Integral para Prevenir, Atender, Sancionar y Erradicar la
Violencia contra las Mujeres para transformar los modelos de conducta de mujeres y hombres.
Dentro de las acciones a implementar son el fomento al respeto a los derechos humanos de las
mujeres, educación formal y no formal para prevenir la violencia contra las mujeres, incluyendo
educación en derechos humanos al personal que procura e imparte justicia.
Dentro de este programa se busca brindar los servicios especializados y gratuitos para la atención
y protección a las víctimas, por medio de las autoridades y las instituciones públicas o privadas.
Además de establece que es necesario vigilar que los medios de comunicación no fomenten la
violencia contra las mujeres, integrar el Banco Nacional de Datos e Información sobre Casos de
Violencia contra las Mujeres y promover la cultura de denuncia de la violencia contra las mujeres
para garantizar su seguridad y su integridad.
Para lograr todo lo anterior, se deberá asignar una partida presupuestaria para garantizar el
cumplimiento de los objetivos del Sistema y del Programa previstos en esta Ley.
En esta Ley se definen las facultades de las Secretarías de Gobernación, de Desarrollo Social,
Seguridad Pública, Educación Pública, Secretaría de Salud, la Procuraduría General de la
República y el Instituto Nacional de las Mujeres.
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Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación
Tiene como propósito prevenir y eliminar todas las formas de discriminación que se ejerzan
contra cualquier persona en los términos del Artículo 1 de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos, así como promover la igualdad de oportunidades y de trato.
En términos prácticos sería toda conducta que atente contra los Derechos Humanos.
Ley del Instituto Nacional de las Mujeres
El objeto general del Instituto es promover y fomentar las condiciones que posibiliten la no
discriminación, la igualdad de oportunidades y de trato entre los géneros; el ejercicio pleno de
todos los derechos de las mujeres y su participación equitativa en la vida política, cultural,
económica y social del país.
Tiene como propósito:
•
La promoción, protección y difusión de los derechos de las mujeres y de las niñas
consagrados en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y en los tratados
internacionales ratificados por México, en particular los derechos humanos y libertades
fundamentales de las mujeres.
•
La promoción, seguimiento y evaluación de las políticas públicas y la participación de la
sociedad, destinadas a asegurar la igualdad de oportunidades y la no discriminación hacia las
mujeres.
•
La promoción de la cultura de la no violencia, la no discriminación contra las mujeres y de la
equidad de género para el fortalecimiento de la democracia.
•
Establecer y concertar acuerdos y convenios con las autoridades en los tres niveles de
gobierno para promover, con la participación, en su caso, de los sectores social y privado,
las políticas, acciones y programas que se establezcan en el Programa Nacional para la
Igualdad de Oportunidades y no Discriminación contra las Mujeres.
•
Actuar como órgano de consulta, capacitación y asesoría de las dependencias y entidades de
la Administración Pública Federal, así como de las autoridades estatales, municipales y de
los sectores, social y privado, en materia de equidad de género y de igualdad de
oportunidades para las mujeres, cuando así lo requieran.
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4. Mi Participación en la Cultura de Equidad
4.1 ¿Qué debemos hacer?
El conocimiento de la perspectiva de género nos lleva a cuestionarnos sobre nuestro papel y
postura frente al cambio de las relaciones entre mujeres y hombres. Podemos participar de este
cambio en distintos niveles: desde la casa, hasta nuestro ámbito laboral y social. Es importante
considerar lo siguiente:
•
Aprender a mirar el mundo con los lentes de género. La perspectiva de género permite variar
la forma de mirar y comprender las relaciones entre mujeres y hombres, además de
reconocer prejuicios internos que refuerzan ideas erróneas sobre el género, paralizando
nuestras posibilidades de acción e incidencia.
•
Comprometerse con la transformación social a partir de establecer prácticas que faciliten el
cambio de actitudes y comportamientos de grupos, comunidades, instituciones y sociedades.
Para que el cambio sea real, se debe reflejar en prácticas que promuevan el respeto a las
diferencias y combatan la expresión de la desigualdad entre mujeres y hombres.
La perspectiva de género nos pone ante nuevas formas de comprender las relaciones sociales y
visualizar la historia individual y colectiva. Frente a nuevas perspectivas es frecuente que el
rechazo al cambio sea nuestra primera reacción, motivada por un conjunto de creencias que la
mayoría de las veces reflejan el desconocimiento y la falta de compromiso con la equidad de
género.
4.2 ¿Cómo apoyar este proceso?
La tarea no es fácil, ya que tenemos que modificar actitudes, comportamientos y estereotipos
culturalmente enraizados en nuestra sociedad. Pero tenemos la obligación y la convicción de
implicarnos a fondo, por razones de equidad y justicia social, para acabar con la injusticia
histórica de las desigualdades de género. Pero además, hay también razones económicas y de
eficiencia: esta sociedad no puede prescindir de la enorme contribución de las mujeres al
desarrollo y al progreso social.
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Compromiso con la igualdad de género y la promoción de la sensibilidad de género. Es el
primer requisito, destinado a un cambio en la cultura institucional con una mayor
sensibilidad respecto a género; si el cambio ha de ser significativo y tener peso, los niveles
más altos de la dirección de la institución deben asumir este compromiso.
Saber escuchar y tener sensibilidad. Escuchar los puntos de vista tanto de hombres como
de mujeres, estar atento a las discusiones de género que tienen lugar en la institución,
evitar imponer puntos de vista y actitudes.
Legitimizar el debate sobre género. Lo cual implica convertir la concientización de género
en un objetivo estratégico de la institución, mediante la capacitación de todo el equipo de
trabajo, asegurando los recursos adecuados para el trabajo en género.
Que el motor del cambio sea el diálogo, no la confrontación. El diálogo está dirigido a
explorar las posiciones de todos los implicados, a crear consenso, a comprender la
resistencia y las razones para la misma. Necesita tiempo para desarrollarse y madurar,
cuesta dinero, requiere transparencia, compartir experiencias, tener predisposición para el
aprendizaje mutuo y evitar el lenguaje confuso o la jerga excluyente.
Transparencia en la comunicación. El diálogo transparente y honesto sobre la dinámica
interna de género de la institución –entre todas las áreas y departamentos de la misma– es
de importancia vital para todas las instituciones.
Lograr un cambio de actitud. Los cambios formales y estructurales en una institución, tales
como llegar a la paridad de género, son importantes pero no suficientes. Las instituciones
están conformadas por individuos, de manera que es necesario cambiar el equilibrio de
poder tanto a escala individual como institucional. Pero si el cambio toca creencias
enraizadas y emociones fuertes nunca es fácil ni automático, por lo que es necesario resaltar
los aspectos positivos y los beneficios para todos.
Agentes de cambio. El/la agente de cambio debe ser modesto(a) (porque la tarea es ardua y
difícil) y a la vez ambiciosa(o) (porque merece la pena luchar por esa meta), se recomienda
considerar el recurso consultores/capacitadores para facilitar el cambio de actitud.
Hombres y mujeres. El debate de género deberá incluir una exploración de las diferencias
masculinas/femeninas, sin restar poder a ninguna de las partes.
Cultura de respeto mutuo. Se recomienda incorporar temas de masculinidad en la
capacitación de género.
Captar recursos. El apoyo efectivo para el diálogo y el cambio requiere de recursos
efectivos. Con frecuencia, el presupuesto es el punto donde se pone a prueba el discurso de
la igualdad.
Paciencia, realismo y flexibilidad. El trabajo en género es un proceso largo y a veces
penoso. No se deberían abrigar expectativas irreales sobre cuán rápido se puede lograr el
cambio. Se debe estar consciente de la carga adicional que implica el trabajo de género
serio para las mujeres u hombres involucrados o responsables del tema en las instituciones,
en términos de monitoreo, informes, capacitación, etc. Es necesario ser pacientes, capaces
de aceptar fracasos y dudas.
Aprendizaje y creatividad. La creación de un espacio para la sensibilidad de género es un
proceso de aprendizaje colectivo que requiere un enfoque innovador. Con ello se puede dar
paso a un proceso participativo de aprendizaje, además de hacer uso de las estructuras ya
existentes.
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