IZQUIERDA Y PODER CONSTITUYENTE Katu Arkonada y

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IZQUIERDA Y PODER CONSTITUYENTE
Katu Arkonada y Alejandra Santillana
¿Puede devenir la izquierda en un poder constituyente? Con esta pregunta a modo de
provocación para el debate comienza la ultima publicación de Toni Negri y Michael
Hardt, titulada “La constitución de lo común y las razones de la izquierda” [1]. Estas
líneas pretenden ser una reflexión que aporte al debate generado a raíz del artículo de
Negri y Hardt. Reflexión escrita desde nuestra ubicación como militantes de una
izquierda en el Sur (Ecuador) y en la periferia del Norte (Euskal Herria, País Vasco) que
en cualquier caso se construye, articula y organiza desde una posición distinta y
antagónica al Norte geopolítico, incluida la izquierda surgida de ese Norte.
*¿Qué ha sido la izquierda?*
Esta pregunta es central en la medida que la definición ideológica constituye un punto
de partida para cualquier análisis político. Por lo tanto es importante tanto la ubicación
de ambos autores como la sugerencia de definirnos ideológicamente que nos hacen a los
lectores. Sin embargo también consideramos que la necesidad de definir qué es la
izquierda es una urgencia de un Norte donde la izquierda accedió a los derechos de un
Estado de Bienestar que ahora se desmorona. Probablemente sería mas honesto que la
pregunta se formule de manera situada, como una pregunta desde el Norte y en relación
al contexto de crisis que vive, y no como una pregunta universal para el conjunto de los
pueblos del mundo.
En ese sentido pretender universalizar la pregunta sobre qué es la izquierda, y por lo
tanto caracterizarla, cae en el error de dejar por fuera debates que o ya se han dado, o se
están dando en el Sur. No solo eso, sino que Negri y Hardt no reconocen en el Sur del
mundo, más allá de una vaga mención, una serie de procesos históricos que pueden
arrojar ciertas claves para la transformación del mundo, del propio Norte también,
además de aportar a la construcción de una izquierda internacionalista. Para ellos, el
debate radica únicamente en la crisis del Estado de Bienestar y el alcance de la igualdad
y la libertad como horizonte articulado a una nueva izquierda. Consideramos que la
discusión se enriquecería con reflexiones sobre la crisis ecológica y civilizatoria que
vive el planeta, el papel de las economías emergentes, la división internacional del
trabajo, tanto sexual como racial, la migración y la configuración de procesos
constituyentes y en camino de constitución en América Latina.
*Obama y las ilusiones de la reforma*
Para las y los que nunca pensamos que los demócratas pudiesen constituir una
verdadera alternativa en Estados Unidos, no es sorprendente lo que ha pasado con
Obama, y en ese sentido, el que Negri y Hardt los coloquen en la izquierda nos parece
un error histórico. Es cierto que la llegada de Obama significó la puesta en marcha de
una serie de espacios de izquierda, de migrantes, sindicatos y estudiantes, que
confluyeron con la esperanza de que después de los años de gobierno de Bush, se
frenara el avance conservador e imperialista de EEUU y se avanzara en mínimas
reformas para garantizar derechos sociales además de los civiles. Sin embargo, en vez
de referirse a estos actores con potencial constituyente, nuestros autores concentran su
reflexión en una caracterización de Obama como expresión de la izquierda, olvidando el
papel de los demócratas en los últimos años (los Clinton por ejemplo) tanto en lo
referente a la política interna del gobierno norteamericano como a la política externa
(“guerras” del Golfo y de Afganistán). Tampoco encontramos referencia en su análisis
al papel en los Estados Unidos del Estado, el sistema de partidos y su conexión con las
corporaciones trasnacionales, que constituye un punto central en la comprensión de los
imaginarios sobre la democracia, el papel de las familias, las empresas y el Estado en
los EEUU (Skocpol, 1995).
Déficit importante de esta argumentación, que constituye la base para su segunda
hipótesis, la idea de que el problema es que la izquierda en el poder no sabe hacer
reformas ni da paso a las fuerzas políticas constituyentes.
En realidad luego del primer periodo de Obama y con la última *National Defense
Authorization Act* que “faculta a las fuerzas armadas a encarcelar por tiempo
indeterminado, sin cargos ni proceso y en prisiones militares, a todo estadounidense
sospechoso de ser terrorista, aunque viva en el extranjero” [2], Obama desnuda la
perversidad de un sistema y un status quo, que a diferencia del poder constituido en
Europa donde si se construyó el Estado de Bienestar en un pacto con los sindicatos y
trabajadores, en Estados Unidos lo que existe es un Estado a merced de las
transnacionales y las corporaciones, ya sea bajo un gobierno demócrata o republicano.
En Estados Unidos hay un movimiento que nuestros autores solo mencionan de pasada,
y que podemos considerar como parte central de la izquierda estadounidense, el
movimiento Occuppy, que logra configurar una alianza entre las clases medias
estudiantiles, sindicatos (aparecen actores como las trabajadoras domésticas, los
trabajadores de la limpieza y los indocumentados) e inmigrantes, y que habla ya de
derrocar al sistema y no de restaurar el Estado del Bienestar. Llama poderosamente la
atención que esta enorme potencialidad transfronteriza [3], central para la constitución
de una izquierda con poder constituyente, no sea tomada en cuenta.
Negri y Hardt sitúan entonces el problema histórico de la izquierda en el gobierno y en
su incapacidad para devenir poder constituyente. Es real que existe un problema
histórico sobre cómo construir poder constituyente y también hegemonía, de
experiencia y de prácticas de poder reales, pero en el caso estadounidense el problema
no es que Obama siendo de izquierda traicionó o no pudo realizar las reformas que se
propuso por la incapacidad de la izquierda sino que el partido demócrata, e inclusive los
perfiles más “alternativos” de lo demócrata en EEUU, no logra ni siquiera ser
demócrata, mucho menos de izquierda.
*Los tres poderes en crisis*
Coincidimos con otras notas [4] sobre el artículo de Negri y Hardt, que consideran que
la ausencia de la articulación entre reflexiones sobre lo político, el sistema y sus poderes
y planteamientos sobre el funcionamiento del sistema de explotación y opresión, se
convierte en determinante para un análisis que se pretende construir desde la izquierda y
para la izquierda. La separación total de estos como campos solo es posible en la ilusión
burguesa de interpretación del mundo y la historia. Esta carencia ya se visualizaba en su
aclamada publicación “Imperio”, pero creemos que dada la actual crisis sistémica, las
reflexiones desde la izquierda nos exigen la combinación de planteamientos de
múltiples sistemas de opresión, dominación y explotación en donde la clase no es la
única condición objetiva.
De nuevo se nos hace necesario una mirada hacia y desde el Sur, a los debates políticos
y teóricos que en los últimos años surgieron en países de América Latina como Bolivia,
donde después de décadas de movilización antineoliberal y anticolonial, y con la llegada
al gobierno de Evo Morales y el MAS, las organizaciones y el nuevo sujeto
constituyente se preguntaron si es que la transformación del Estado como pacto,
relación histórica y estructura no significaba también la necesidad de cambiar asimismo
los tres poderes constituidos, o si el poder constituyente se convertía en algo mas, desde
una perspectiva descolonizadora.
*Conservadurismo de la izquierda, reformismo de la derecha*
Cuando Negri y Hardt se refieren a que la izquierda institucional no consigue
comprender la profundidad de la crisis de representación que vivimos, elaboran una
lectura cuanto menos eurocéntrica de la situación, volviendo a colocar a la izquierda
como un espacio homogéneo y universalizable. Una vez más les recordamos a los
autores que mientras la izquierda europea y estadounidense se encontraba movilizada
demandando una otra globalización, en los países sudamericanos las movilizaciones
contra el neoliberalismo y los tratados de libre comercio, y en el caso de los países
andinos la transformación del Estado nación en Estado Plurinacional, generaron una
serie de debates de aquellas fuerzas que devinieron en constituyentes y que ya
preconfiguraban formas alternativas de estructuración de poderes y de toma de
decisiones.
Así mismo cuando los autores nos plantean que la “revolución española” del 15M ha
aprovechado la crisis de representación para experimentar nuevas formas de expresión
democrática, deberíamos preguntarnos que es exactamente lo que ha construido el
movimiento en lo político, que tipo de alternativa ha perfilado al menos como camino
posible para la transformación de la sociedad española o europea. Pensamos que el
debate del poder constituyente y la izquierda como fuerza potencialmente
transformadora y creativa, debe estar anclado a una discusión sobre la configuración de
la hegemonía, del movimiento de la política en la construcción de poder.
*¿Puede devenir la izquierda en un poder constituyente?*
Para que la izquierda pueda devenir en un poder constituyente, proponemos mirar al Sur
y las propuestas que sus pueblos vienen trabajando desde hace 20 años. La periferia y el
Sur del mundo son espacios en donde la producción de la política implica el
surgimiento de propuestas que sin pretender ser universalizables, si constituyen espacios
de creatividad y emancipación para el mundo, entre los que podemos destacar el Buen
Vivir y la necesidad de un proceso de descolonización y despatriarcalización del Estado.
Negri y Hardt no recogen, analizan, ni visibilizan la producción teórica y política del
Sur en su análisis sobre la izquierda, y mucho menos incorporan los aprendizajes y
debates que el Sur ha tenido y está teniendo sobre como avanzar hacia una
transformación estructural. No recoger estas propuestas como espacio de producción e
invisibilizarlas, vuelve a ubicar por omisión al Sur únicamente como espacio de
reproducción y transferencia de valor, ausencia histórica no solo colonial, sino
contraproducente para la misma izquierda del Norte.
En cualquier caso si bien el análisis anterior puede ser más o menos discutible, pero
cuanto menos útil para el debate, es a partir de este punto donde comienza a
resquebrajarse por completo y desnudar la incapacidad de Negri y Hardt para ofrecer
alternativas. Nos plantean cinco problemas a los que la izquierda debe enfrentarse si
quiere convertirse en poder constituyente. Vamos a detenernos en los dos que
consideramos más significativos.
En primer lugar sitúan la contradicción dialéctica entre la naturaleza social de la
producción y la naturaleza privada de la acumulación capitalista, proponiéndonos la
reapropiación de la estructura financiera de la producción. En este punto estamos mas
cerca de propuestas que nos llegan desde el Sur y la periferia, desde el marxismo más
ortodoxo de Samir Amin hasta debates planteados por las feministas comunitarias,
pasando por propuestas de sindicatos de trabajadores y pobladores, que en nuestra
opinión constituyen avances centrales cuyo mayor aporte es quizás la propuesta de
alternativas a la propiedad de los medios, a su uso y su conexión con la sociedad. Para
quienes vivimos en países con gobiernos que se propusieron expropiaciones de
empresas transnacionales como una manera de superar el neoliberalismo y de empresas
privadas nacionales para el avance de nuevas formas de producción y de relaciones
sociales de producción, la expropiación de los medios no es suficiente. La izquierda hoy
en día necesita plantearse que hacer más allá de la expropiación, como resolver el
problema de la propiedad privada, estatal, colectiva o comunitaria, la generación de
ganancias y la toma de decisiones y estructura de estos espacios, y yendo un poco mas
allá, como hacer de estos espacios un lugar de resistencia a la transnacionalización y al
dominio del capital financiero especulativo de esta época capitalista global. Tampoco
podemos olvidarnos de un elemento central como es el de la priorización del valor de
uso frente al valor de cambio.
El segundo elemento de importancia que nos plantean es el de la difusión del poder
territorial, para resolver la crisis del Estado-nación con estructuras federales de
gobierno, cercanas a la base y difusas geográficamente. La transformación del Estadonación para nuestros autores es por tanto la federalización del Estado. Países como
Ecuador y Bolivia también plantearon hace más de una década que había que
transformar su Estado nación, por ser colonial, capitalista periférico y patriarcal
oligárquico. Los movimientos indígenas de ambos países consideraron ya en ese
momento que la base de disputa era el territorio y que no bastaba con llegar al poder o
estar en el gobierno sino que había que emprender la titánica tarea de descolonizarlo y
despatriarcalizarlo. Sin embargo la salida nunca fue (ni será) la concentración de
nuestras luchas en la forma administrativa del poder de este Estado, para nosotros el
problema es el modelo de Estado y por lo tanto el tipo de poder que queremos construir.
Nuestros territorios por tanto no sufren un problema de administración, sino de control,
resignificación, disputa y construcción de contra hegemonía. Es ahí donde podemos
avanzar en una nueva relación con la naturaleza y en la coexistencia de sistemas de
justicia, de gobierno y de control.
*La reapropiación social del común*
Los autores organizan su artículo en torno a la pregunta de cómo avanzar hacia la
organización de una resistencia permanente y la expresión del poder constituyente, pero
sobre esto no nos dicen nada, tan solo nos dejan la propuesta de ir más allá de lo
moderno.
Reflexionan sobre la crisis de la modernidad capitalista, pero sin situarla, nombrarla ni
caracterizarla, proponiéndonos en su lugar la altermodernidad, una nueva vuelta de
tuerca a la posmodernidad. Pero el problema de este enfoque no es solo su propuesta
altermoderna, si no la misma comprensión sobre la crisis que vivimos. Es
incomprensible por ejemplo, que no haya una sola mención de los autores sobre la crisis
ecológica del planeta. La crisis estructural que sufrimos esta basada en que para existir,
el capitalismo necesita de colonias, externalidades y exterioridades, división del trabajo,
división sexual y división racial, y solo así puede reproducirse. Solo a partir de este
análisis es que podríamos pensar con claridad que necesitamos hoy en día para hacer
frente al capitalismo desde la izquierda.
Izquierda que pensamos hoy en día como el espacio político de transformación de toda
opresión, dominación y explotación, que combate por lo tanto capitalismo,
imperialismo, colonialidad y patriarcado pero que además ahora se enfrenta al enorme
reto de construir otra relación con la naturaleza. La izquierda es entonces no solo
resistencia y crítica sino posibilidad de poder, es decir, de transformación integral. Es el
espacio donde el sujeto de la transformación incorpora en su propia constitución
múltiples rostros, cuerpos, tanto de su lugar en la dominación y la explotación como en
la posibilidad de emancipación.
Pasar por tanto de la resistencia a la propuesta, solo podemos hacerlo pensando el poder
en una izquierda que deviene poder constituyente. Poder y contrapoder deben ser para
nosotras y nosotros dos caras de una misma moneda, dentro de una apuesta clara de
organización política para el avance en la construcción de otro mundo en el que le
demos al poder un uso contrahegemónico. Y ahí es donde la forma *multitud* no nos
sirve, pues no logra definir un proyecto político para transformar el poder y configurarse
en hegemonía. Estamos de acuerdo en que la izquierda debe preguntarse como construir
históricamente una fuerza creativa, transformadora y liberadora, una fuerza propia del
poder constituyente, pero la gran tarea de la izquierda hoy en día es que ese poder
constituyente se convierta en una base articulada a la construcción de un proyecto
histórico, con capacidad de volverse sentido común. Negri y Hardt proponen la multitud
como el espacio donde esta fuerza creativa, donde esa relación constituyente es
potencialidad. Sin embargo, es justamente la pregunta sobre como ser proyecto histórico
la que no se resuelve con la multitud.
Necesitamos crear nuevas formas de organización política a partir de las ya existentes,
partidos, sindicatos, movimientos sociales y otros colectivos, para generar rupturas, sino
revolucionarias, si al menos que provoquen transiciones bajo otro horizonte, que en
nuestra apuesta, se llama socialismo. Si queremos ser poder, y mas aun poder
constituyente, necesitamos articular en una nueva forma histórica el poder constituyente
con la configuración de hegemonía, para lograr la resolución de la crisis estructural que
vivimos de una forma más favorable a nuestros intereses, los intereses de las clases
populares, de una nueva izquierda internacionalista.
El poder constituyente que necesitamos solo puede construirse a partir de un núcleo más
politizado que consolida un proyecto de Estado (entendido como una relación histórica)
y de sociedad irradiando y generando un sentido común en el resto de la sociedad.
Expandiéndose, configurándose como sentido común, preguntándose cómo ser proyecto
político y al mismo tiempo proceso constituyente, cómo mantener el núcleo
innegociable y al mismo tiempo ser proyecto flexible que integra y se reinventa. Y todo
ello hay que construirlo desde la base, desde una realidad social, política y cultural
donde cada vez hay menos referentes de lucha. El proyecto político de este sujeto
constituyente debe hacerse en el momento de mayor despolitización de los últimos años,
con una mayoría social que sufre las consecuencias de la crisis estructural en la que
siempre pagan los mismos, las clases populares y los sectores subalternos. Hay por tanto
que bajarse del pedestal, enfangarse y proponer nuevos esquemas de lucha y
organización para enfrentar este momento histórico.
Pensamos entonces en una transición larga, donde podamos imaginar otras lógicas de
reproducción liberadoras y no basadas en lógicas de acumulación capitalista. De ahí la
importancia en un primer momento de configurar un nuevo proyecto político a partir de
un debate sobre el poder, el Estado, la soberanía, las clases sociales y la construcción de
hegemonía. En un segundo momento, este debate debería traducirse en un programa,
una estrategia y una agenda, tres elementos claves que necesita la izquierda para
convertirse en poder constituyente.
Bibliografía
Skocpol, Theda*(*1995).“America’s first modern social policies and their legacies” en
“*Protecting soldiers and mothers, the political origins of social policy in the United
States”*. The Belknap Press of Harvard University Press, Cambridge, Massachusetts.
-----------------------------[1] http://www.rebelion.org/noticia.php?id=142123
[2] Gelman, Juan “El desempate de Obama” en
http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-184657-2012-01-03.html
[3] Para un análisis más detallado sobre el movimiento de ocupas en EEUU,
revisar el último artículo de David Bacon:
http://www.huellasmexicanas.org/revista/del-planton-a-la-ocupacion.-los-sindicatos-losmigrantes-y-el-movimiento-ocupa?mid=5655
[4] Iglesias, Pablo “Notas sobre el último artículo de Hardt y Negri "La
constitución de lo común y las razones de la izquierda" en
http://www.kaosenlared.net/component/k2/item/2535-notas-sobre-el-%C3%BAltimoart%C3%ADculo-de-hardt-y-negri-la-constituci%C3%B3n-de-lo-com%C3%BAn-ylas-razones-de-la-izquierda.html
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