Apellidos de los autores TÍTULO ABREVIADO DEL TRABAJO Número 23 (2013) Dossier: "La historia del español de América", editado por José Luis Ramírez Luengo Ilustración: "Hay días que tienen más letras que palabras", por Felipe Giménez De los editores: Agradecimientos (1-2). Dossier: José Luis Ramírez Luengo (3-8); Beatriz Arias Álvarez (9-22); María Cristina Egido Fernández (23-38); Carlos Garatea (39-62); Jesús Enrique Obediente Sosa (63-80); Miguel Ángel Quesada Pacheco (81102); Néstor Fabián Ruiz Vásquez (103-118). Artículos: Bruno Estigarribia (119-142); Beatriz Hall (143-164); Marilei Amadeu Sabino y Ariane Lodi (165-189); Sanderléia Roberta LonghinThomazi y Angélica Terezinha Carmo Rodrigues (191-212); Rocío Anabel Martínez y Mariana Morón Usandivaras (213-237); Carolina Oggiani (239-255); Cristian Eduardo Palacios (257-278). Reseñas: Alba Delgado (279-283); Gabriela Mariel Zunino (284-291). ISSN: 2314-2189 Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 1 Signo y Seña AGRADECIMIENTOS AGRADECIMIENTOS Este número de Signo y Seña no hubiera sido posible sin la valiosa colaboración de numerosos especialistas, quienes ofrecieron generosamente su tiempo en la evaluación de los trabajos enviados para su publicación, en la corrección de las versiones en lengua inglesa y portuguesa de los resúmenes, y en la ilustración del volumen. EVALUADORES (La lista completa de evaluadores se presenta en el número de diciembre de cada año.) CORRECTORES De lengua inglesa: Gabriela D’Ángelo (Facultad de Filosofía y Letras, UBA). De lengua portuguesa: Julieta Fumagalli (Facultad de Filosofía y Letras, UBA). ILUSTRACIONES Algunas líneas sin dibujo Creo que si hubiera nacido en la Patagonia tal vez trataría de pintar el viento, pero como nací en Mar del Plata pinto gente y sus circunstancias. Me inspira João Gilberto y su simpleza para darle vuelo y elegancia a lo cotidiano. A la pintura llegué gracias a las Constelaciones de Miró y a mi mala letra. De mi paso por la psicología me quedo el oído para mirar. Felipe Giménez nació en 1963, en la ciudad de Mar del Plata (Provincia de Buenos Aires, Argentina) y actualmente reside en Sierra de los Padres (Provincia de Buenos Aires, Argentina). Sus obras forman parte de colecciones privadas y públicas, de América y Europa. Contacto: http://www.facebook.com/pages/Felipe-Gimenez/52764437266?fref=ts. En este número se reproducen con autorización del autor sus trabajos “Los domingos se juntan para hablar en colores”, “No es sencillo aprender a hablar en familia” y “Para entenderse todos tuvieron que poner algo”. Signo y Seña 23 1 Signo y Seña AGRADECIMIENTOS Para entenderse todos tuvieron que poner algo Los domingos se juntan para hablar en colores Signo y Seña 23 No es sencillo aprender a hablar en familia 2 Ramírez Luengo EL ESPAÑOL DE AMÉRICA INTRODUCCIÓN: LA HISTORIA DEL ESPAÑOL DE AMÉRICA José Luis Ramírez Luengo 1. No constituye una exageración de ningún tipo sostener que, a pesar de la más que evidente importancia que, desde todos los puntos de vista, América ocupa en el ámbito lingüístico hispánico, lo cierto es que el desarrollo histórico de las variedades del español de este continente ha sido hasta ahora un campo, si no abandonado, sin duda menos frecuentado por los investigadores de lo que sería aconsejable. Afortunadamente, a los estudios pioneros de los años sesenta —a manera de ejemplo, Hildebrandt (1961) o Cock Hincapié (1969)— y el importante desarrollo que tiene lugar durante las décadas de los ochenta y noventa —entre otros muchos, Álvarez Nazario (1982), Lope Blanch (1985), Fontanella de Weinberg (1987), Abadía de Quant (1993), Arias Álvarez (1997), Elizaincín, Malcuori y Bertolotti (1997) o Choy López (1999)— se ha añadido en los últimos años una ingente cantidad de nuevos trabajos y publicaciones que, desde un ámbito general o centrándose en alguna de las regiones del Nuevo Mundo, permiten ir esbozando ya la evolución histórica que el español experimenta en las tierras americanas (sin ánimo de exhaustividad ninguna, Donni de Mirande 2004, Ramírez Luengo 2007, Mendoza 2009, Quesada Pacheco 2009). Las razones que justifican este hecho son muchas, y quizá algunas de las más importantes sean la toma de conciencia de la importancia que los datos históricos presentan para comprender más cabalmente la situación lingüística actual en el continente, el importante desarrollo que ha adquirido la dialectología histórica, con las consecuencias evidentes que esto tiene para América, o la necesidad de incorporar los datos americanos a la historia general del español, algo que sin duda se puede poner en relación con la atención concedida ahora a la variación, en un contexto en el que prima la visión policéntrica de nuestro idioma. Signo y Seña, número 23, junio de 2013, pp. 3-8 Facultad de Filosofía y Letras (UBA) http://revistas.filo.uba.ar/index.php/sys/index ISSN 2314-2189 Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 3 Ramírez Luengo EL ESPAÑOL DE AMÉRICA Con todo, la historia del español americano sigue siendo un tema sobre el que hay aún mucho por estudiar, y en este sentido quizá resulte interesante esbozar en pocas líneas algunos de los temas que siguen esperando estudios profundos: a manera de ejemplo, sigue siendo necesario llevar a cabo análisis rigurosos y coordinados acerca del español que llega a las diversas regiones americanas, explicación —en buena parte— de las posteriores evoluciones divergentes que determinan la situación actual, así como de los procesos de dialectalización que, en distintos momentos —y probablemente, a partir de la segunda mitad del siglo XVII en su mayor parte— van configurando las diferentes variedades lingüísticas que se registran hoy en el continente; así mismo, también es necesario analizar el español del siglo XIX, momento clave en la historia lingüística del Nuevo Mundo (Ramírez Luengo 2011, 14-16) que, sin embargo, resul ta prácticamente desconocido por el momento, y no es menos importante —especialmente en zonas como el Paraguay, el área andina o diversos puntos de México y Centroamérica— estudiar y describir la configuración de las variedades indigenizadas, que todavía hoy mantienen su vigencia en estas regiones y que en muchas ocasiones explican también fenómenos propios de los hablantes monolingües. Saltan a la vista, por tanto, las enormes tareas que aún quedan por llevar a cabo, y el mucho trabajo que tienen por delante los investigadores que dediquen sus esfuerzos a desentrañar los procesos de cambio que el español ha sufrido en las tierras de América. Trabajo, cabe decir, que no resulta igual de necesario en todas las regiones del continente, pues mientras algunas de ellas cuentan ya con sólidos estudios que dan cuenta de algunos de los procesos mencionados —así, Buenos Aires, Costa Rica y, sobre todo, el centro de México; Puerto Rico, Uruguay en menor grado—, otras como la práctica totalidad de Centroamérica, Bolivia y muy especialmente Paraguay constituyen virtuales huecos en blanco dentro del mapa de la reconstrucción histórica del español americano1. 1 Naturalmente, no es ajena a esta situación —más bien todo lo contrario— la escasez de fuentes lingüísticas publicadas hasta el momento: en efecto, la ausencia de textos históri cos fiables, editados con criterios filológicos, sobre los que basar los estudios ha sido en muchas ocasiones el motivo por el cual ha resultado virtualmente imposible llevar a cabo estudios acerca de la historia lingüística de una región. Por suerte, la situación está comenzando a cambiar, y a este respecto cabe mencionar proyectos colectivos de gran envergadura como, por ejemplo, CHARTA (http://www.charta.es) y COREECOM (http://www.iifl.unam.mx/coreecom/presentacion.html), así como trabajos particulares de mérito como, por ejemplo, Company (1994) o Bertolotti, Coll y Polakof (2012). Para una revisión críti- //5 Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 4 Ramírez Luengo EL ESPAÑOL DE AMÉRICA 2. Teniendo en cuenta, por tanto, todo lo indicado hasta el momento, parece una idea más que afortunada dedicar un monográfico de la revista Signo y Seña a un tema como el presente, tan importante como abandonado hasta fechas muy recientes, y cuyo conocimiento, más allá de sí mismo, aporta datos de trascendental importancia para la dialectología sincrónica, la historia de la lengua española y la teoría del cambio lingüístico en general; en este sentido, las aportaciones de un grupo de especialistas de ámbitos geográficos distintos y perspectivas teóricas diferentes resulta de gran interés, por cuanto permite dotar al monográfico de una perspectiva amplia y caleidoscópica, fundamental a la hora de enfrentarse a un tema como el presente, que exige un acercamiento profundo y desde múltiples puntos de vista. Así pues, se ha intentado que, en la medida de lo posible, la variación que caracteriza al español americano se encuentre reflejada también en los aportes de los diversos estudiosos: variación, naturalmente, de tipo geográfico, al contar con estudios sobre México, Costa Rica, Colombia, Perú y Bolivia, pero también variación en las perspectivas de análisis, que van desde estudios léxicos de carácter más tradicional a otros acercamientos más novedosos, que tienen en cuenta, por ejemplo, los aportes de las tradiciones discursivas, y variación en los temas tratados, que atienden al léxico, a la sintaxis o, de forma más general, a las aportaciones de los pueblos originarios. Se trata, por tanto, de intentar ofrecer al público interesado no solo una muestra de las investigaciones que en estos momentos se están llevando a cabo en los estudios acerca del español de América, sino también —y muy especialmente— de las múltiples posibilidades que este campo ofrece y de los numerosos temas que aún quedan por analizar al respecto. De este modo, el trabajo de Arias Álvarez (“El español en manos indígenas: Una aproximación al origen del español colonial mexicano”) se entiende como una primera aproximación a los orígenes del español novohispano, en la que se hace hincapié especialmente en el papel que, en su formación, tienen los hablantes de las lenguas originarias; con este propósito, la investigadora de la UNAM medita acerca de la importancia que posee la élite indígena en los procesos de reestructuración idiomática que //4 ca de la historia de las fuentes documentales americanas de interés lingüístico, véase Ramírez Luengo (2009). Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 5 Ramírez Luengo EL ESPAÑOL DE AMÉRICA dan lugar al español americano, y refuerza sus conclusiones con el análisis de ciertos documentos escritos en español por esos mismos grupos sociales. En relación también con los aportes indígenas al español del continente, Cristina Egido (“Indigenismos en la vida cotidiana de la América colonial (siglos XVII-XVIII)”) se propone aportar nuevas noticias acerca del léxico colonial que tiene su origen en las lenguas originarias, para lo cual describe y analiza determinadas lexías tomadas de tales lenguas que se caracterizan tanto por su escasa difusión —y, por tanto, su escasa atención por parte de los estudiosos—, como por aparecer en un corpus documental muy concreto, conformado por inventarios, testamentos, almonedas o tasaciones de bienes del período colonial. Tampoco abandona Garatea en su estudio (“El otro en el contacto: Sobre alteridad e historia del español de América”) el tema de lo indígena en el español americano, si bien se puede decir que su perspectiva es muy otra: en efecto, el estudioso peruano presenta en su trabajo una serie de cuestiones acerca del papel que tienen los hablantes en el contacto lingüístico y, más en concreto, de la población indígena como receptora de una segunda lengua (en este caso, naturalmente, el español); de este modo, considera a partir de lo anterior que resulta del todo necesario te ner en cuenta la alteridad indígena, así como valorar en una perspectiva adecuada las fuentes en las que se basa el investigador. Por su parte, Obediente (“Apuntes sobre el léxico de la carta colombina de 1498”) analiza en su trabajo una serie de voces y lexías complejas que aparecen en la carta-relación que, en 1498, dirige Cristóbal Colón a los Reyes Católicos en el transcurso de su tercer viaje a América, con el propósito de facilitar la comprensión de unos elementos que, según dice el autor, pueden resultar oscuros al lector moderno; así, por medio de un análisis tan detallado como cuidadoso, se describe y explica el valor que presentan aquellos elementos del texto ya mencionado que no aparecen en el DRAE, e incluso se consigue hacer correcciones en la datación de algunos de ellos, que resultan más antiguos de lo considerado hasta el momento. Frente a lo anterior, Quesada Pacheco (“El sistema verbal del español de Costa Rica en los albores de la época independiente”) presenta el único trabajo dedicado exclusivamente a la morfosintaxis, en el que analiza algunos puntos del sistema verbal durante los primeros años del siglo XIX costarricense; de este modo, tomando como corpus de estudio la prensa Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 6 Ramírez Luengo EL ESPAÑOL DE AMÉRICA periódica del momento, describe los usos y valores que presentan en estos momentos las formas de anterioridad (canté/he cantado), el subsistema de futuridad y el pasado del modo subjuntivo, con la intención de aportar datos que vayan poco a poco completando la diacronía del sistema verbal en el español de Costa Rica. Por último, Ruiz (“La diacronía del español (y las demás lenguas) de Colombia, una tarea aplazada”) opta por ofrecer en su trabajo una aproximación a la situación que presentan actualmente los estudios acerca de la historia del español de Colombia, área que, por el momento, ha recibido mucha menos atención en este campo de la que sin ninguna duda amerita; así, tras describir lo que hasta ahora se ha desarrollado sobre esta cuestión, el investigador del Instituto Caro y Cuervo señala una serie de propuestas de investigación y de líneas de trabajo que sin duda habrá que tener en cuenta en un futuro más o menos próximo para avanzar en la necesaria reconstrucción de la desconocida historia lingüística de este país. 3. Quizá la sensación más clara que uno obtiene después de leer los excelentes trabajos que componen el presente monográfico sea que, paradójicamente, constituyen apenas unos pequeños hitos en un camino muy largo —el de la historia del español de América— que necesita aún muchas más investigaciones, muchos análisis más si pretendemos obtener una visión completa de los procesos que, en tiempos pasados, han terminado por configurar la situación lingüística que hoy muestra el continente. Con todo, no es poca cosa constatar lo mucho que queda por hacer, y hacer presente, además, esta necesidad a los posibles lectores, pues si estas páginas les puedan servir de base y de acicate para desarrollar nuevos estu dios acerca del tema, no cabe duda de que, en ese caso, el monográfico habrá cumplido sobradamente los objetivos con los que se planteó en su momento. BIBLIOGRAFÍA Abadía de Quant, Inés. 1993. Observaciones sobre aspectos del español de Corrientes: Siglos XVI-XIX. Resistencia: Universidad Nacional del Nordeste. Álvarez Nazario, Manuel. 1982. Orígenes y desarrollo del español en Puerto Rico (siglos XVI y XVII). San Juan: Universidad de Puerto Rico. Arias Álvarez, Beatriz. 1997. El español de México en el siglo XVI: Estudio filológico de quince documentos. México, DF: Universidad Nacional Autónoma de México. Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 7 Ramírez Luengo EL ESPAÑOL DE AMÉRICA Bertolotti, Virginia, Magdalena Coll y Ana Clara Polakof. 2012. Documentos para la historia del español en el Uruguay, volumen 2, Cartas personales y documentos oficiales y privados del siglo XIX. Montevideo: Universidad de la República. Choy López, Luis Roberto. 1999. Periodización y orígenes en la historia del español de Cuba. Valencia: Tirant lo Blanch. Cock Hincapié, Olga. 1969. El seseo en el Nuevo Reino de Granada (1550-1650). Bogotá: Instituto Caro y Cuervo. Company, Concepción. 1994. Documentos lingüísticos de la Nueva España: Altiplano Central. México, DF: Universidad Nacional Autónoma de México. Donni de Mirande, Nélida E. 2004. Historia del español en Santa Fe del siglo XVI al siglo XIX. Buenos Aires: Academia Argentina de Letras. Elizaincín, Adolfo, Marisa Malcuori y Virginia Bertolotti. 1997. El español de la Banda Oriental en el siglo XVIII. Montevideo: Universidad de la República. Fontanella de Weinberg, María Beatriz. 1987. El español bonaerense (1580-1980): Cuatro siglos de evolución lingüística. Buenos Aires: Hachette. Hildebrandt, Martha. 1961. La lengua de Bolívar, volumen I, Léxico. Caracas: Universidad Central de Venezuela. Lope Blanch, Juan M. 1985. El habla de Diego de Ordaz. México, DF: Universidad Nacional Autónoma de México. Mendoza, José G. 2009. Estudio del léxico del siglo XVI. La Paz: Copacabana. Quesada Pacheco, Miguel Ángel. 2009. Historia de la lengua española en Costa Rica. San José de Costa Rica: Universidad de Costa Rica. Ramírez Luengo, José Luis. 2007. Breve historia del español de América. Madrid: Arco Libros. ——. 2009. “La edición de textos americanos de carácter lingüístico: logros y necesidades”. En Lecturas y textos en el siglo XXI: Nuevos caminos en la edición textual, editado por Cristina Castillo Martínez y José Luis Ramírez Luengo, 173-182. Lugo: Axac. ——. 2011. La lengua que hablaban los próceres: El español de América en la época de las independencias. Buenos Aires: Voces del Sur. José Luis Ramírez Luengo Universidad de Alcalá Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 8 Arias Álvarez EL EL UNA ESPAÑOL EN MANOS INDÍGENAS ESPAÑOL EN MANOS INDÍGENAS: APROXIMACIÓN AL ORIGEN DEL ESPAÑOL COLONIAL MEXICANO Beatriz Arias Álvarez RESUMEN. El presente trabajo es un acercamiento a los orígenes del español novohispano y al papel que desempeñaron los indígenas en su formación. Se analiza una serie de documentos escritos en español por manos indias durante el siglo XVI. Se explican las condiciones socioculturales de los escribientes y se advierte el rol que juega la élite indígena dentro de la reestructuración idiomática y cultural de la Nueva España. Palabras clave: reestructuración idiomática, español indígena, documentación colonial. ABSTRACT. The present work is an approach to the origins of the novohispanic Spanish and the role that the indigenous people developed in it’s formation. A series of documents written in Spanish by indigenous hands during the XVIth century is analyzed. The socio-cultural condition of the writers is explained and the role that the indigenous elite-class plays in the idiomatic and cultural restructuration of the New Spain is highlighted. Keywords: idiomatic restructuration, indigenous Spanish, colonial documents. RESUMO. O presente trabalho é uma abordagem das origens do Espanhol Nova Espanha e do papel desempenhado pelos indígenas na sua formação. Este trabalho analisa uma série de arti gos escritos em espanhol por mãos indianos durante o século XVI. Também explica as condi ções sócio-culturais dos escribas e avisa o papel desempenhado pela elite indígena dentro da reestruturação linguística e cultural da Nova Espanha. Palavras-chave: reestruturação linguística, espanhol de indígenas, documentação colonial. 1. INTRODUCCIÓN. Para poder dar cuenta del proceso de reestructuración idiomática llevado a cabo en cada región americana es necesario conocer tanto la conformación social de la comunidad en cuestión como los tipos de comunicación que se establecieron entre los diversos grupos: “Así, la diversidad de las circunstancias históricas y el consiguiente proceso de aculturación hicieron que el español del Nuevo Mundo no prolongara tal cual el que había quedado en la península, sino que lo hiciera por medio de una base propia formada en América [...]” (Guitarte 1998, 423). En otras palabras, y al decir de Frago Gracia y Franco Figueroa: Signo y Seña, número 23, junio de 2013, pp. 9-22 Facultad de Filosofía y Letras (UBA) http://revistas.filo.uba.ar/index.php/sys/index ISSN 2314-2189 Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 9 Arias Álvarez EL ESPAÑOL EN MANOS INDÍGENAS Pensar que todos los rasgos constitutivos del español americano tienen su raíz en la lengua de los emigrados españoles resulta un grueso disparate científico, pues ello su pondría tanto como negar toda posibilidad de innovación a los hablantes hispanoamericanos [...] Pero también resulta ser un error de bulto, desenfoque sin duda más grave que el anterior, dar por sentado que los aspectos más importantes, o lingüísticamente fundamentales, del español de América se han desenvuelto a espaldas o con indepen dencia del español de España (Frago Gracia y Franco Figueroa 2001, 11). Si bien hay que considerar que esta reestructuración es un proceso endógeno (criollo o mestizo), en el que convergen elementos indígenas y europeos, hay que advertir que América no era un todo homogéneo ni antes ni después de la conquista y la colonización. Incluso las zonas que pertenecían a un mismo imperio (azteca o inca) eran conglomeraciones étnicas y lingüísticas. Los mismos europeos no poseían ni la misma cultura ni el mismo dialecto a su llegada al Nuevo Mundo. Además, aun aceptando que una de las bases sea una coiné entre las variedades meridionales (andaluza, extremeña y canaria, con preponderancia de la primera) y septentrionales, no se puede negar la presencia de una variedad culta (sobre todo en las cortes virreinales) y de una variedad popular. Así en el proceso de reestructuración idiomática que se da en la Nueva España debieron de convergir diversos factores: el origen étnico-social del hablante, el espacio geográfico que ocupaba su comunidad y, por supuesto, las diferentes exigencias de comunicación. Dada la complejidad que implica el conocer el español colonial mexicano, en la presente investigación se analizarán textos del siglo XVI escritos en español por indígenas mexicanos, aspecto olvidado por la mayoría de los estudiosos del periodo colonial novohispano 1; y se compararán con algunos realizados por españoles para advertir las diferencias. Consideramos que ciertas características del español mexicano actual pueden coincidir con lo que se registra en la documentación indígena analizada. Ahora bien, para poder estudiar los documentos escritos por indios debe partirse tanto del conocimiento de la comunidad en la que surgen (situaciones histórico-sociales de la Nueva España), como de las características culturales del escribiente en cuestión. De ahí que se preste aten- 1 La riqueza del material escrito por los indígenas mexicanos en su lengua vernácula, así como la escasez de documentación escrita en castellano por ellos (una muestra son los textos encontrados para esta investigación), ha llevado a un segundo lugar el estudio de este último tipo de manuscritos. Situación diferente es la que presenta el virreinato del Perú, de ahí que la documentación escrita por indígenas en español cuente con importantes estudios como los Rivarola (1994, 2005) o Garatea (2006, 2010), entre otros muchos. Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 10 Arias Álvarez EL ESPAÑOL EN MANOS INDÍGENAS ción a la configuración social de la Nueva España y dentro de ésta a la educación que se proporcionó a algunos indios mexicanos durante el quinientos. 2. CONFIGURACIÓN ÉTNICO-SOCIAL DE LA NUEVA ESPAÑA. La sociedad americana se organiza en estratos sociales inexistentes en España, con un gran número de indígenas, seguidos por mestizos, criollos y negros, y al final un reducido número de españoles, que son los portadores del poder social y económico. En cuanto a los españoles estos procedían de diferentes regiones de España, Boyd-Bowman (1968) considera que son tres los orígenes peninsulares mayoritarios: andaluces, extremeños y castellanos viejos. Además hacia mediados del siglo XVI los vascos conquistan grandes territorios del norte de México, como la Nueva Vizcaya. En lo referente a su estrato social, si bien en los inicios los españoles que llegan a tierras mexicanas eran soldados de profesión, oriundos de las tierras pobres de la península, o misioneros procedentes de diversas partes del imperio español, con la fundación y desarrollo de la Ciudad de México llegan funcionarios, doctores, licenciados, clérigos, comerciantes, agricultores, artesanos, etc. Como es de suponer, la mayoría de la población de la Nueva España correspondía a los indígenas, los españoles los dividieron en reducidos, mansos o neófitos y bárbaros, infieles o gentiles. Con el contacto con los españoles la población indígena inició su decrecimiento: las guerras, la explotación, pero sobre todo las epidemias coadyuvaron a su disminución. Desde la época prehispánica el contacto de etnias dentro de las ciudades eran lo normal (excepto en el área de Yucatán): por ejemplo, en Tenochtitlán se constata la presencia de barrios de mixtecos, otomíes, zapotecas, etc. Incluso ya en la etapa colonial, en el siglo XVI, se mencionan grupos de habitantes tarascos, mixtecos, otomíes y chichimecas, suficientemente numerosos como para nombrar alguaciles para cada parcialidad. El flujo y contraflujo de etnias indígenas fue frecuente durante la Colonia: muchos se desplazaron de sus lugares de origen a las ciudades por razones económicas y hacia otras zonas para realizar conquistas y coloni zaciones. Por ejemplo, en Campeche, Mérida, Michoacán, Querétaro, Guadalajara e incluso en Guatemala existían barrios pertenecientes a mexicanos. En la parte norte de México la presencia tlaxcalteca se dejó sentir, del mismo modo que la purépecha (tarasca) en la Costa Chica (Guerrero y Oaxaca). Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 11 Arias Álvarez EL ESPAÑOL EN MANOS INDÍGENAS Producto de la dicotomía español/indígena se instituye en las colonias la república de españoles o de gente de razón y la república de indios con estatus jurídicos diferenciados, aunque ambos espacios estaban sometidos a la Iglesia y a la Corona. Si bien la república de indios se legislaba por medio de las leyes de Indias, los españoles se regían por medio de la legislación general del reino de Castilla. En cuanto a la república de indios, a estos se les prohibía ciertas profesiones, tenían que pagar tributo, su educación era limitada y no podían salir de sus pueblos sin autorización. Mientras que los españoles se reservaron el centro de las ciudades (la traza), a los indígenas se les ubicó en la periferia. En muchas ocasiones entre uno y otro espacio había una separación física (acequias, arroyos, huertas, etc.). Es necesario advertir las diferencias entre las repúblicas de indios que se establecían en las zonas urbanas y las que se daban en las áreas rura les. Por un lado, mientras en las grandes ciudades los indios tenían contacto con el gobierno español, en las zonas rurales podían pasar meses y hasta años sin que los funcionarios españoles visitaran esas regiones. Por el otro, la población india urbana se constituía por migrantes de diversos orígenes y lenguas (sin organización propia), con una relación cotidiana entre mestizos, mulatos y españoles que fomentaba el mestizaje biológico y el empleo del español, mientras que, en los pueblos, la identidad étnica y lingüística de los indios era uniforme y su trato con mestizos y sobre todo con españoles no era usual, lo cual mantenía el uso de las lenguas vernáculas. 3. DISTRIBUCIÓN Y CONTACTO ÉTNICO EN LA NUEVA ESPAÑA. De la misma forma que el tejido social era complicado, el contacto de las diferentes etnias a lo largo del territorio de la Nueva España no era, ni mucho menos, homogéneo. Así el proceso integrador presenta áreas que implican mayor o menor grado de integración. Por ejemplo, mientras en la zona norte no hubo un gran mestizaje debido al tipo de asentamiento (misiones, presi dios y reales de minas), y la presencia criolla es más importante; en la zona central, que se caracterizó por la existencia de grandes centros urbanos, con un gran número de españoles, además de numerosos grupos de indios, mestizos y de criollos (incluso presencia africana), se vio favorecido el mestizaje biológico y cultural. Además, en la zona peninsular que abarca Yucatán y zonas de Campeche y Quintana Roo, con un reducido número de españoles y un gran número de indígenas mayas, se advier- Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 12 Arias Álvarez EL ESPAÑOL EN MANOS INDÍGENAS te un mestizaje menor, además de presentar mayor unidad étnica en cuanto a los indios. 4. REESTRUCTURACIÓN IDIOMÁTICA. El español tiene su papel principal en los núcleos urbanos, en los que se establecían los organismos jurídicos, administrativos y eclesiásticos. Desde un punto de vista generalizador, podemos advertir en cuanto a las etnias y su dominio del español lo siguiente: a. Los indígenas eran generalmente analfabetos; sin embargo, los indios caciques eran los que conocían la lectura y escritura del castellano. b. Los mestizos podían o no dominar el español dependiendo de si eran considerados o no hijos legítimos. c. Los criollos podían conocer una lengua indígena debido al contacto con sus nanas o nodrizas; así lo señala Suárez de Peralta en su Libro de Albeitería: Ay entre ellos grandísimos secrettos los quales no manifestarán a español ninguno si los hacen pedacos; a los que nacemos allá [en la Nueva España] que nos tienen por hi jos de la tierra y naturales, nos comunican muchas cosas, y más como sauemos la len gua es gran conformidad para ellos y amistad (Perissinotto 1990, 25). d. Los negros podían manejar una lengua indígena o saber escribir y leer en español, dependiendo de su trabajo. La reestructuración idiomática, como cualquier proceso cultural, no fue inmediata; además no se llevó a cabo de igual manera en los diferentes grupos, ni siquiera en los miembros de una misma etnia. 4.1. PRIMER CONTACTO. En el primer contacto tanto indígenas como españoles utilizaron voces ya existentes en su registro para nombrar objetos o animales parecidos a los que conocían. Por ejemplo, los españoles emplearon la palabra lagarto para designar al caimán, tigre para el puma y pera para el aguacate; de igual modo los nahuas utilizaron itzcuintli para nombrar a los perros de los conquistadores, calli para la habitación europea, acalli para las embarcaciones o tlacatl para referirse a los españoles (Cifuentes 1988, 84). Ya a principios del siglo XVI el español colonial mexicano empieza a incorporar indigenismos sin necesidad de explicarlos: Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 13 Arias Álvarez (1) (2) EL ESPAÑOL EN MANOS INDÍGENAS [Y] que hallaron allí muchos palos, papeles, púas de maguey y copal y navajas y vestiduras de ídolos y plumas y yerva, que se llama yautle, y sahumerios y encensarios, todos puesto en un cu, de dentro y de fuera y cántaros de pulcre y comida y cacao y otros (AGN, Inquisición, 1536). Que pelasen la dicha gallina y que pelada la cozían y cozida hazían sus manjares en unos caxetes, bezes en tres caxetes, y vezes en cuatro y sus tamales y hechos los dichos manjares el dicho Cristóval con sus propias manos tendía un petlatl en el suelo, en cierta parte secreta y que ponía una petaquilla encima del dicho petlatl y encima della ponía cuatro mantas y cuatro masteles [...] y que delante de la dicha petaca ponía la comida y cacao y suchiles y cañas de olor como lo acostumbraban en su infedelidad (AGN, Inquisición, 1539). Para fines de este siglo, sólo las voces indias muy apegadas a la cultura e idiosincrasia indígena necesitaban de explicación: (3) [C]orre el biento norte en demasía y la cura que tienen es uno que llaman temascal donde sudan y es como un baño (AGI, México, 1585). 4.2. ESPAÑOL Y LENGUAS INDÍGENAS. Es pertinente aclarar que en la Nueva España más que bilingüismo entre el castellano y algunas lenguas indígenas, como el náhuatl y el maya, hay que hablar de diglosia; es decir, de la utilización del español para ciertos ámbitos y de las lenguas vernáculas para otros. Para Lipski la diglosia en las ciudades del centro de México originó la ausencia de una interlingua la cual debilitó la influencia de las lenguas de sustrato: “Aunque siempre hubo nahua-hablantes que hablaban poco español, la hispanización de la comunidad nahua creó pronto una sociedad dominante en la que el español fue la primera lengua” (Lipski 1994, 99). Así en las zonas urbanas, en donde se formó el español de México, las lenguas indígenas se convirtieron en la lengua familiar de un grupo cada vez más reducido. 5. LA EDUCACIÓN DE LOS INDIOS Y SU CASTELLANIZACIÓN. Ya que una de las prioridades de la conquista y colonización era iniciar a los indios en la verdadera religión, desde 1524 los franciscanos comienzan a dar clases de catecismo en los atrios de los conventos. Dadas las cualidades de algunos de los indígenas se les comienza a dar una educación más esmerada: canto, nociones de latín y a leer y escribir en castellano. Ya por necesidades religiosas, ya por cuestiones políticas, los misioneros comienzan a edificar escuelas para los indígenas. En 1527 se funda la de San José de los Naturales en la ciudad de México, en ella fray Pedro de Gante enseñaba oficios, algunos relacionados con los que se realizaban Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 14 Arias Álvarez EL ESPAÑOL EN MANOS INDÍGENAS en Europa, otros perfeccionando aquellos que conocían los indígenas, como era el arte plumario. Sobre su trabajo y sobre la capacidad de los indígenas el fraile señala lo siguiente: (4) He tenido y tengo/23 a cargo de enseñar los niños y mochachos a leer y escrevir y predicar y cantar./24 En todo esto, como yo no soy sacerdote he tenido más tiempo e oportunidad a esta/25 causa y por aver rasonable abilidad en la gente, para ello ha se aprovecha-/26 do razonablemente,y sin mentir puedo decir, harto bien, que hay buenos escri-/27 vanos y predicadores [...] con harto hervor, y cantores que podrían cantaren la/28 capilla de Vuestra Majestad tan bien (AHN, Diversos, 1532). El deseo por incorporar a los indígenas al catolicismo lleva al primer obispo de México, fray Juan de Zumárraga, a escribir al virrey advirtiéndole la necesidad de crear escuelas para indios e indias: (5) Y entre todo lo que a Su Majestad escrivimos la cosa en que mi pensamiento más se ocupa y mi voluntad/21 más se inclina y pelea, con mis pocas fuerças, es en que en esta ciudad y en cada obispado aya/22 un colegio de indios mochachos, que aprendan gramática a lo menos, / y un monesterio/ 23 grande en que quepan mucho número de niñas, hijas de indios, tomadas a sus padres des-/24 de seis o siete años abaxo, para que sean criadas, doctrinadas e industriadas en el dicho mo-/25 nesterio cerrado (AGI, Diversos, 1536). Así, con el apoyo de fray Juan de Zumárraga y del virrey Antonio de Mendoza se crea el colegio de Santa Cruz de Tlatelolco, institución de estudios superiores, única en América, a la que asistían los hijos de indios principales. La base de la educación era la gramática latina, pero también se enseñaba castellano y náhuatl. Se impartía lógica, retórica, filosofía, medicina, música y algo de teología. Para el virrey Antonio de Mendoza la creación y mantenimiento de este colegio tenía una importancia única: “arraigar con autenticidad y solidez la nueva religión y [...] la nueva cultura entre los indios” (Escalante 2010, 34). Su actividad intelectual fue sorprendente: “En Tlatelolco los indios leyeron profusamente a Cicerón, conocieron bien a Aristóteles, San Agustín y otros autores clásicos y padres de la Iglesia” (Escalante 2010, 35). Alumno de este colegio fue Antonio Valeriano, señor de Xaltocan, profesor de gramática, quien sobresalió como latinista y filósofo. El colegio de Santa Cruz floreció por algunas dé cadas durante el siglo XVI y decayó definitivamente en el XVII. Además de las instituciones que se instauraron en el centro de México, en 1540 en Michoacán, fray Alonso de la Veracruz fundó el colegio mayor de Tiripetío y dentro de él la escuela de artes y oficios para los indígenas. Para Diego Basalanque, Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 15 Arias Álvarez EL ESPAÑOL EN MANOS INDÍGENAS Tiripetío fue el primer lugar, por lo menos para la orden de Nuestros Padres de San Agustín, donde se comenzó a leer públicamente y en cátedras las ciencias mayores de Artes y Teología. Aquí vino el hijo del rey Calzontzin que había vivido en Tzintzuntzan, don Antonio (Menegues y Aguirre 2006, 25). No sólo a los religiosos les interesaba la creación de escuelas, los indígenas veían con agrado el que sus hijos pudieran educarse y participar en la consolidación de la religión católica, lo cual, como es de suponer, les otorgaba privilegios. Así lo señalan los indios de Xochimilco a Felipe II: (6) Otrosi, suplicamos a Vuestra Majestad mande que sean relevados de tributos los indios que biven/17 en las iglesias de la dicha ciudad los que son cantores y maestros de capilla, y de escrivir libros,/ 18 y los músicos de flautas, chirimías, trompetas, y los demás oficiales de las dichas/19 iglesias y pueblos del culto divino, mientras estuvieren ocupados en lo susodicho porque/20 éstos no labran, ni cavan, ni aran, ni tienen patrimonio de que pagar servicio alguno,/21 y son necesarísimos para la honra de dios y de Su Majestad (AGI, Patronato, 1563). En 1553 comienzan los cursos en la Real Universidad de México, la cual estaba destinada para los hijos de los naturales y para los hijos de los españoles. Al igual que lo que sucedía en otras instituciones educativas, los indígenas que se graduaron provenían, por lo general, de la nobleza indígena. Lo anterior nos lleva a suponer que la élite india no sólo colaboró en la organización política, también jugó un papel importantísimo en la reestructuración idiomática y cultural de la Nueva España. 6. LOS TEXTOS EN ESPAÑOL POR MANOS INDÍGENAS. Antes de comenzar el análisis de los manuscritos escritos por indígenas, es necesario advertir lo siguiente: a) la nobleza indígena con acceso a la educación superior, generalmente, era la que escribía; b) los documentos son dirigidos a autoridades españolas, ya que los manuscritos jurídicos de las comunidades se escribían en la lengua indígena correspondiente. Por tanto, dado que en el siglo XVI los indios principales podían obtener una educación semejante a la de España, su escritura, como podríamos suponer, no presenta diferencias significativas con respecto a los escritos de peninsulares cultos. Comparemos dos textos escritos en el siglo XVI, uno del visitador español Diego Ramírez: (7) Ansimismo los dichos indios an puesto demanda a los/ 21 herederos de Andrés de Barrios, persona que tubo en encomienda/22 la mitad d’esta provincia, que uno d’ellos es la muger Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 16 Arias Álvarez EL ESPAÑOL EN MANOS INDÍGENAS de don/23 Diego de Guebara, persona que sucedió en la dicha encomienda/ 24 [...] en que los dichos indios an pedido que le llevó de tributos demasiados [...] [2r] Otrosi, sepa Vuestra Alteza que la dicha Real abdiencia mando alçar/ 1 la carcelería que yo les abía puesto en sus propias posa-/2 das [...] (AGI, México, 1553). El otro pertenece a los caciques y principales de Xochimilco: (8) [Y] están en su Real Corona muchos/ 21 caciques e prinçipales de la dicha ciudad de Suchimilco2 tenían e tienen allí sus tierras ma-/22 ceguales e otros aprovechamientos, suplicamos a Vuestra Merced mande que sean restituidos/ 23 y que reconozcan a Suchimilco su señorío y se tase todo junto y acudan con los tributos/24 a la dicha ciudad como su cabecera;/25 y a cada señor, nobles y prencipal se le dé lo que es suyo, de que están despojados.//26 Otrosi, suplicamos a Vuestra Merced que porque de tiempo inmemorial a esta parte y antes, e al/27 tiempo que los españoles viniesen los caciques e prencipales de la dicha ciudad de Suchimilco/28 por vía de patrimonio e señorío se havían de todos los oficia les, carpinteros, albañiles,/29 hacheros, herreros, pescadores e amantecas y los que hazen cuitaras e otros oficios/30 y del tianguis y otros no les [...] (AGI, Patronato, 1563). Como era de esperar en ambos documentos encontramos formas que provienen de tradiciones textuales medievales, aprendidas tanto por españoles como por indígenas. En este rubro tendríamos el uso del conector otrosi: Otrosi, sepa Vuestra Alteza que la dicha Real abdiencia mando alçar/ 1 la carcelería que yo les abía puesto (Diego Ramírez). (10) Otrosi, dezimos que la dicha ciudad fue desposeída de los pueblos de indios tierras y barrios (Xochimilco). (9) Y del determinativo dicho: (11) dichos indios y dicha Real Audiencia (Diego Ramírez). (12) dicha ciudad de Suchimilco (Xochimilco). La diferencia más notoria está en el número de indigenismos empleado. Mientras que en el texto de Diego Ramírez sólo se registra el vocablo náhuatl macegual: “[1r]...i esto porque el dicho indio no hazía/ 19 a los maceguales, que tenía a cargo, regar y beneficiar”, y los topónimos Mestitlán, Pánuco y México. En el documento de los indios de Xochimilco tenemos: cacique, macegual, canoas, cacao, amantecas, tianguiz y naguatato, además de los topónimos: Cuyuacna, Tlaxcala, Suchimilco, Totula, Gua- 2 La vacilación de <o> y <u> en los indígenas del centro de México puede ser interpretado como un rasgo de sustrato, ya que en el nahua no hay distinción entre estas vocales. Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 17 Arias Álvarez EL ESPAÑOL EN MANOS INDÍGENAS milpa, Chalchutepeque, Quentepeque, Atoncometepeque, Nepopoalco, Ahuatlan, Pánuco, Guatimala, Temestitan Tezcuco y México. Comparemos ahora un texto de Don Antonio Cortés (indígena), gobernador y señor del pueblo llamado Tlacopan, con el escrito por Jaime de Heradas (español), yerno de un conquistador de México; ambos textos tienen el mismo propósito: pedir mercedes. Don Antonio Cortés (indígena) (13) Don Antonio Cortés governador y señor del pueblo llamado Tlacopan,/ 1 que es en la Nueva España, beso los pies y manos de Vuestra Majestad y le hago saber que cuando/ 2 el Marqués del Valle vino a esta tierra, luego de grado y voluntad recebimos la/ 3 palabra y fe de nuestro Señor Jesús Cristo, y ansímesmo recibimos a Vuestra Majestad por nuestro/4 rey y señor, y fuimos en ayudar a los españoles cuando cercaron y conquista-/ 5 ron a México [...] Agora suplico a Vuestra Majestad/19 lo mire y mande descargar su real conciencia, lo que agora yo suplico a Vuestra/ 20 Majestad es mande bolver a este pueblo su subjeto que son ocho o nueve están-/21 cias, que nos quitaron, y como tributamos a un español que se lla ma Juan Coronado?,/22 sirvamos d’aquí adelante y tributemos a Vuestra Majestad. Y para mí me haga Vuestra Majestad/ 23 merced del pueblo que se llama Xiquipilco, que esto es pedir que de un gran/24 pan que me quitaron, me mande Vuestra Majestad dar una revanada (AGI, Patronato, 1552). Jaime de Heradas (español) (14) Jaime Heradas, vezino d’esta ciudad e casado en ella, digo/ 13 que yo, a que estoy en esta tierra, quinze años y más tiempo,/ 14 y soy casado con Catalina de Arriaga, hija legítima/ 15 de Antonio de Arriaga y de doña Ana Quintera, su legítima muger/ 16 y por los muchos servicios qu’el dicho mi suegro ha fecho/ 17 en estas partes a Vuestra Alteça en esta Nueva España, por-/18 que fue uno de los primeros conquistadores que en ella/ 19 pasaron y se halló en la toma y conquista d’esta ciudad de/ 20 México, donde sirvió a Vuestra Alteça con sus armas y ca-/21 vallo, y con un tener cargo de gente hizo otros servicios/ 22 de que no ha sido gratificado ni remunerado; y porque la/ 23 dicha Catalina de Arriaga, su hija, mi muger, e yo en su nom-/ 24 bre, ansí por lo que toca al dicho su padre, como por lo que/ 25 toca a mí, de lo que en estas partes he servido a Vuestra/ 26 Alteça, yo quiero pedir a Vuestra Alteça que me haga mercedes para que tenga de comer en estas partes, descargando los dichos/27ansí en este repartimiento general, que Vuestra/28 Alteça mande hazer que se me den indios de repartimiento/29 (AGI, Patronato, 1548). Dado que en ambas cartas se mencionan los merecimientos y se solicitan mercedes, las diferencias que se encuentran dependen más de la elaboración del discurso en sí mismo y del rol social del emisor: los indígenas, aun nobles, por su condición de recién incorporados a la religión católica, les correspondía un escalafón inferior. El contexto socio-cultural ayuda a entender estas diferencias. Por ejemplo, en la primera carta, además de señalar la ayuda que dieron sus antepasados al Marqués del Valle, Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 18 Arias Álvarez EL ESPAÑOL EN MANOS INDÍGENAS el escribiente necesita evidenciar el “agrado” con el que aceptaron la fe católica y al rey de España: (15) y le hago saber que cuando/2 el Marqués del Valle vino a esta tierra, luego de grado y voluntad recebimos la/3 palabra y fe de nuestro Señor Jesús Cristo, y ansímesmo recibimos a Vuestra Majestad por nuestro/4 rey y señor, y fuimos en ayudar a los españoles cuando cercaron y conquista-/5 ron a México. En la segunda, escrita por un español, se menciona la intervención del suegro en la conquista, y se advierte que los méritos realizados no han sido gratificados: (16) y por los muchos servicios qu’el dicho mi suegro ha fecho/ 17 en estas partes a Vuestra Alteça en esta Nueva España, por-/18 que fue uno de los primeros conquistadores que en ella/19 pasaron y se halló en la toma y conquista d’esta ciudad de/ 20 México [...] y con un tener cargo de gente hizo otros servicios/22 de que no ha sido gratificado ni remunerado. El indígena suplica y reitera la súplica: (17) Agora suplico a Vuestra Majestad/19 lo mire y mande descargar su real conciencia, lo que agora yo suplico a Vuestra/ 20 Majestad es mande bolver a este pueblo su subjeto que son ocho o nueve están-/21 cias. El español quiere y pide que se haga algo, pero no se registra la suplica: (18) yo quiero pedir a Vuestra Alteça que me haga mercedes para que tenga de comer en estas partes. Aun teniendo el mismo propósito, se advierte un mayor trabajo retórico en los documentos elaborados por indígenas. La explicación: además de su buena preparación, se debe a la situación étnico-social del indio en la Nueva España. El indígena corresponde al grupo de “nuevos cristianos” y al escalafón social de los conquistados. Por tanto su discurso no debe incomodar al español. Así, el deseo de agradar y de tener que situarse en un nivel inferior, no sólo por ser vasallos, sino también por su condición de indígenas, se puede advertir en la introducción que hacen los cholultecas en su solicitud a Carlos V: (19) Sacra Católica y Cesárea Majestad/ 3 El gran deseo que tenemos nosotros los cholultecas, macehuales y vasallos de Vuestra Majestad, de verle/ 4 y deservirle, nos da atrevimiento a escrivir ésta con toda humildad y muy de nuestra vo-/ 5 luntad para que sepa esto de nosotros, y que en todo querríamos señalarnos en servi-/ 6 cio de Vuestra Majestad, porque tenemos conoscido cuán benigno y misericordioso Señor nos a da-/ 7 do Dios y cuánto desea Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 19 Arias Álvarez EL ESPAÑOL EN MANOS INDÍGENAS nuestra salvación y conservación, y que en todo nos quiere/ 8 consolar y honrar, y así nuestra defensa, le besamos los pies [...] (AGI, Patronato, 1554). Compárese el anterior fragmento con el inicio de la segunda carta de Hernán Cortés al mismo emperador: (20) Muy alto y potentísimo príncipe, muy católico e invictísimo emperador, rey y señor. Con la presente envío a vuestra cesárea majestad larga relación de las cosas sucedidas en la Nueva España [...] (Cortés, 99). Esta misma preocupación se observa en la despedida de los indios de Tlaxcala, que aun pareciéndose a las que se registran en otros documentos de españoles, sobresale por la reiteración de deseos y de señalar que son “humildes y leales vasallos”: (21) Y suplicamos a Nuestro Señor dé su gracia a Vuestra Majestad para que mande haga y provea/13 aquello con que más se sirva y la Sacra Católica Persona de Vuestra Majestad guarde y prospere en su/ 14 sancto servicio con aumento de más reinos y señoríos, como estos humildes y/15 leales vasallos y criados de Vuestra Majestad lo deseamos y avemos menester, de Tlaxcalla/16 primero de março de 1 5 6 2 años.//17 De Vuestra Majestad/18 menores siervos y leales vasallos/19 que sus Reales Pies y Manos besan//20 (AHN, Diversos, 1562). A pesar de que hubo diferencias entre la educación del campo y de las ciudades, ya que en la primera, encomenderos y religiosos sólo se limitaban a enseñar a leer y escribir en español a unos cuantos indígenas, en algunos documentos elaborados en pueblos de Oaxaca puede advertirse el manejo de formas que corresponden al ámbito jurídico: (22) [...] por nos y en nombre del común de los dichos pueblos parecemos ante Buesa Señoría en la forma que más sea de derecho; (23) Otrosi, pedimos y suplicamos a Buesa Señoría Illustrísima que el dicho don Juan de Men doça de Tiltepeq que al presente es fiscal general, no lo sea; y el empleo de un nivel del español, que si bien presenta ciertas peculiari dades (concencia, induzió), no se encuentra muy alejado del utilizado por otros indígenas de las ciudades: (24) Los gobernadores y alcaldes, rejidores y prin/ 1 cipales de los pueblos de Yagabila, Jozayaji/2 la Teutlasco y Abagoteq, Pançaqualco, Yca/ 3 calatepeq, Yotaototolinga, Zoquio, por nos/4 y en nombre del común de los dichos pueblos/ 5 parecemos ante Buesa Señoría en la forma/6 que más sea de derecho, y dezimos que, al descargo/7 de nuestra concencia, conbieneazer declara-/8 ción de que los capítulos que dimos y presentamos/ 9 ante Buesa Señoría contra Gaspar de Tarifa,/ 10 nuestro beneficiado [...] fueron falsos, mentirosos e Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 20 Arias Álvarez EL ESPAÑOL EN MANOS INDÍGENAS impues-/14 tos por un don Juan de Mendoça,cacique del pue-/15 blo de Tiltepeq, el cual nos persuadió a que, jun-/16 tamente con él, pusiésemos los dichos capítulos/ 17 e induzió testigos, los cuales juraron falsa-/18 mente ser berdaderos los dichos capítulos, siendo/ 19 como dicho tenemos, falsos y contra la verdad, y por/ 20 azer lo que debemos a cristianos, dezimos que el dicho/21 Gaspar de Tarifa no cometió los delitos que contra/22 él depusimos; y así padeció injustamente, y sí/ 23 para la satisfación de su onra [...] Otrosi, pedimos y suplicamos a Buesa Señoría I-/5 llustrísima que el dicho don Juan de Mendoça de Tilte/ 6 peq que al presente es fiscal general, no lo sea (AGN, Inquisición, 1598). Lo que podría llamar más la atención en este documento es el empleo de la fórmula de tratamiento “Buesa Señoría”, ya que “buesa” no se registra en el centro del virreinato. 7. A MODO DE CONCLUSIÓN. El fenómeno de reestructuración idiomática que se dio en la Nueva España es un fenómeno complejo, no sólo por la desigual convergencia de elementos indígenas y europeos, sino por factores socio-culturales y geográficos que condicionaron la integración de dichos elementos. En un territorio tan extenso como fue la Nueva España, con una gran diversidad étnica y lingüística, no puede hablarse de un solo español colonial mexicano; de ahí que este trabajo se limitara a la región central y al estudio de la documentación escrita por indígenas. Si bien en el español mexicano de esta zona, la influencia de las lenguas de sustrato fue débil, y puede circunscribirse principalmente al léxico, los escritos que analizamos realizados en español por manos indígenas en el siglo XVI dan cuenta de un tipo de discurso especial: con elementos procedentes de la edad Media, producto de la continuación de ciertas tradiciones discursivas, pero elaborados de cierta manera, utilizando ciertas formas que los hacen diferentes de manuscritos realizados por españoles de la misma época. Creemos que estos documentos pueden contener algunos aspectos del español mexicano actual, lleno de ritualidad y de cortesía. Si esto fuera cierto, la élite indígena, con una educación similar o incluso mejor que la de muchos españoles, no sólo colaboró en la organización política, desempeñó un papel importantísimo en la reestructuración idiomática y cultural de la Nueva España. RECONOCIMIENTO Esta investigación forma parte del proyecto CONACyT CB2012/180245. Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 21 Arias Álvarez EL REFERENCIAS ESPAÑOL EN MANOS INDÍGENAS ARCHIVÍSTICAS AGN = Archivo General de la Nación, México. AHN = Archivo Histórico Nacional, España. AGI = Archivo General de Indias, España. BIBLIOGRAFÍA Arias Álvarez, Beatriz. 1997. El español de México en el siglo XVI (Estudio Filológico de quince documentos). México: UNAM. ——. 2009. “Confección de un corpus para conocer el origen, la evolución y la consolidación del español en la Nueva España”. En Diacronía de las lenguas iberorrománicas: Nuevas aportaciones desde la lingüística de corpus, editado por Andrés Enrique-Arias, 55-77. Madrid/Frankfurt: Iberoamericana/Vervuert. Castro Gutiérrez, Felipe, coord. 2010. Los indios y las ciudades de Nueva España. México: UNAM. Cortés, Hernán. 1981. Cartas de Relación. México: Porrúa. Cifuentes, Bárbara. 1998. Historia de los pueblos indígenas de México. México: CIESAS. Escalante Gonzalbo, Pablo. 2011. “La etapa indígena”. En La educación en México, editado por Pablo Escalante, Pilar Gonzalbo, Dorothy Tanck, Anne Staples, Engracia Loyo, Cecilia Greaves y Josefina Vázquez, 13-32. México: El Colegio de México. Frago Gracia, Juan Antonio y Mariano Franco Figueroa. 2001. El español de América. Cádiz: Universidad de Cádiz. Garatea G., Carlos. 2006. “Textos bilingües y variedades del español de América (siglos XVI y XVII)”. Romanistisches Jahrbuch 57: 313-326. ——. 2010. Tras una lengua de papel: El español del Perú. Lima: Fondo Editorial Pontificia Universidad Católica del Perú. Guitarte, Guillermo. 1998. “Un concepto de la filología hispanoamericana: la “base” del español de América”. La Torre 7/8: 417-431. Lipski, John M. 1994. El español de América. Madrid: Cátedra. Menegues, Margarita y Rodolfo Aguirre. 2006. Los indios, el sacerdocio y la universidad en la Nueva España siglo XVI y XVII. México: UNAM. Rivarola, José Luis. 1994. “Escrituras marginales: sobre textos de bilingües en el Perú del siglo XVI”. 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Uno de los aspectos que más singularizan a la documentación colonial americana es la presencia constante de préstamos procedentes de las lenguas autóctonas de aquel territorio. Conocemos muchos de ellos, sobre todo aquellos que expedicionarios y misioneros recogían en sus crónicas para nombrar las nuevas realidades que se iban encontrando (plantas, animales, frutos, terreno, grupos indígenas, accidentes geográficos, etc.). Sin embargo, hay todavía una parte importante de indigenismos que siguen siendo desconocidos para la mayoría de los especialistas porque no aparecen en esas grandes crónicas o relatos de expediciones. Eran tan solo parte del léxico que acompañaba a las personas en su vida cotidiana: muebles, menaje, vesti dos o joyas, bienes materiales que solo se encuentran citados en documentos redactados para registrarlos como propiedad de sus dueños. Este trabajo presenta algunos de esos otros indigenismos documentados en inventarios, testamentos, almonedas o tasaciones de bienes del periodo colonial americano. Palabras clave: léxico, indigenismos, relaciones de bienes, América colonial. ABSTRACT. One of the most unique aspects of colonial American documents is the constant pre sence of loan words from the indigenous languages of the region. Many of them are wellknown, especially those used and recorded by explorers and missionaries in their chronicles to name the new plants, animals, fruits, landscapes, indigenous peoples and geographical featu res, etc., that they encountered. However, there is still a considerable number of indigenous loan words that remain unknown to most specialists because they do not appear in these great chronicles or stories about expeditions. They were only used as part of the vocabulary employed by people in their daily lives to refer to furniture, household items, clothing or jewelery. In other words, material goods which were only mentioned in written documents when registe ring them as the property of their owners. This paper presents some of these other indigenous loan words documented in inventories, wills, auctions or goods valuations from the American colonial period. Keywords: vocabulary, indigenous loan words, property lists, Colonial America. RESUMO. Um dos aspectos mais originais da documentação colonial americana é a presença constante de empréstimos procedentes das línguas nativas desse território. Conhecemos muitos deles, especialmente aqueles que exploradores e missionários reuniram em suas crônicas para nomear as novas realidades que foram encontrando (plantas, animais, frutas, terras, grupos indígenas, acidentes geográficos, etc.). No entanto, ainda há uma parte importante de indi genismos que permanecem desconhecidos para a maioria dos especialistas e é por isso que não aparecerem nas grandes crônicas ou relatos de expedições. Só uma parte do léxico da vida Signo y Seña, número 23, junio de 2013, pp. 23-38 Facultad de Filosofía y Letras (UBA) http://revistas.filo.uba.ar/index.php/sys/index ISSN 2314-2189 Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 23 Egido INDIGENISMOS EN LA VIDA COTIDIANA cotidiana, mobiliário, utensílios de cozinha, roupas ou jóias, bens materiais, é mencionada nos documentos redigidos para registrá-los como propriedade de seus donos que servem como um registro de propriedade de seus possuidores. Este trabalho apresenta alguns desses outros in digenismos documentados em inventários, testamentos, almoedas e avaliações de bens do período colonial americano. Palavras-chave: léxico, indigenismos, registro de bens, América colonial. 1. INTRODUCCIÓN. El estudio del léxico de la lengua española no se puede limitar a la Península Ibérica. En un momento determinado, el patrimonio léxico español atravesó fronteras naturales inmensas para expandirse y recrearse en un territorio mucho más extenso que el del terruño español. Allí arraigó y recibió además las aportaciones de lenguas que se fundieron con él cambiando su fisonomía para siempre. Precisamente, uno de los aspectos que más singulariza a la documentación americana, si se compara con la española, es la presencia de esos préstamos procedentes de las lenguas indígenas. Muchos de ellos fueron conocidos y se hicieron generales desde el inicio de su contacto con el español, sobre todo aque llos que expedicionarios y misioneros recogían en sus crónicas para nombrar las nuevas realidades que se iban encontrando: plantas, animales, territorios, grupos indígenas o accidentes geográficos. Otros, en cambio, nunca han salido más allá de su entorno geográfico porque no fueron reflejados en esas grandes crónicas o relatos de expediciones. Hay todavía una parte importante de indigenismos que siguen siendo desconocidos porque formaban parte de ese léxico más apegado a la vida cotidiana que solo se encuentra recogido en documentación notarial cuya finalidad era hacer relación de los bienes que se dejaban como herencia (inventarios y testamentos), o que se debían tasar y subastar (tasaciones y almonedas), o que se entregaban como dote (cartas de dote). Un tipo de documentación que, hasta hace muy poco, apenas se había tenido en cuenta para estudiar la historia léxica del español. Este artículo solo es una primera aproximación a esos otros indigenismos que se encuentran en las relaciones de bienes del periodo colonial americano. 2. FUENTES. Las relaciones de bienes que se han consultado pertenecen a los siglos XVII y XVIII. Las zonas de procedencia de los documentos son variadas, unos son originarios de los virreinatos de Nueva España (México y Veracruz) y Nueva Granada (Bogotá, Cundinamarca o Santander). Otros, en cambio, proceden de lo que hoy es el área andina boliviana, co- Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 24 Egido INDIGENISMOS EN LA VIDA COTIDIANA nocida en la época colonial como Alto Perú o Charcas 1. Comprenden, pues, un área geográfica de amplitud considerable, donde la impronta de las lenguas indígenas, en según qué zonas, ha sido decisiva. 3. LÉXICO. El ámbito de la vida cotidiana colonial guarda una nutrida nómina de vocablos de procedencia indoamericana que no se conocen de forma generalizada. Encontramos indigenismos tanto en lo que podemos llamar el ajuar de la casa (menaje, muebles, objetos decorativos, etc.), como en la vestimenta, los tejidos con que se confeccionaba, o las joyas que poseían las mujeres indígenas y criollas. 3.1. MENAJE, MUEBLES Y ENSERES 3.1.1. Entre el menaje de la casa, se registran indigenismos más generales como cataure2: ‘Es lo mismo que cesto o canasta. Hácese de cañas o de varas y algunas veces es tejido muy claro para frutas’ (F. Pedro Simón 1637, s.v. cataure); tecomate, ‘vasija de barro a manera de taza honda’ (DRAE 2001, s.v.) < nah. tecomatl ‘árbol cuyo fruto es una especie de calabaza que servía de vasija’ (R. Siméon 1885, s.v.), o mate ‘recipiente donde se toma la infusión de yerba mate hecho de una calabaza u otra materia’ (DRAE 2001, s.v. mate2) (< qch. mati ‘calabaza’). Pero, junto a estos, aparecen otros menos conocidos, como el quechuismo birque que se cita en un inventario boliviano como un recipiente que contiene aceite: (1) Un birque con aseite en que abra ocho o nuebe botijuelas [...] otro birque con aseite ransio [Mercado 1705]. La primera documentación, y única, que aporta Bowman sobre esta pala bra es de la Relación del descubrimiento y conquista del Perú (1571) de Pedro Pizarro, que habla de “unos canxilones grandes que ellos llamavan birques” (Harris-Northall y Nitti 2003, s.v. birque). En el CORDE hay una sola mención como recipiente donde se guardaba azogue en la mina, y el 1 2 Como se puede observar en la relación final de los documentos analizados, todos son originales e inéditos. Los de Nueva España proceden del AGI, los de Nueva Granada del Archivo General de la Nación y del Colegio de Nuestra Señora del Rosario (Bogotá); los altope ruanos, por su parte, son originales de los Archivos de la Casa de la Moneda en Potosí y del Archivo de la Nación en Sucre (Bolivia). Bowman lo documenta ya en la Historia general y natural de las Indias de Fernández de Oviedo (Harris-Northall y Nitti 2003) como presente en Nueva Granada (1539) y Santo Do mingo, en ambos casos como un cesto o canasta usado para ritos funerarios. Es de origen antillano, quizá cumanagoto o caribe (DCECH, s.v. cataldo). Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 25 Egido INDIGENISMOS EN LA VIDA COTIDIANA DRAE solo recoge esta palabra en la edición de 1936 a través de un diccionario argentino. Procede del quechua wirk’i, ‘recipiente grande de boca ancha, tina’ (Calvo 2009), que Holguín (1608, s.v. virqqui) define como ‘cangilon grande de gran boca’. El DA (2010) lo registra como boli vianismo. 3.1.2. En un inventario colombiano se cita un chorote junto a otros recipientes de la casa: (2) Nueve libras de cobre en una pailita y un chorote [Afanador 1692]. Actualmente, en todos los países antillanos así como en México y Venezuela, el chorote es un tipo de bebida espesa hecha con cacao y maíz, o con café y harina; solo en Colombia es ‘vasija de barro cocido’ (DA, s.v.). En el DRAE (2001, s.v.), para Colombia, se define como ‘chocolatera de loza sin vidriar’. En el CORDE se documenta una cita de fray Pedro Simón (1627) que se refiere a chorote como grasas del cacao. Sin embargo, Bowman recoge “un chorote lleno de leche” (1775), en Nueva Granada (Harris-Northall y Nitti 2003, s.v.), donde, por tanto, siempre ha sido un recipiente. Respecto a la etimología de esta palabra, solo hemos hallado referencias a su origen colombiano, sin más datos, pero la web del proyecto Muysccubun3 lo incluye como de origen muisca, aunque sin determinar el étimo exacto. 3.1.3. Entre los elementos que vestían las casas de las ciudades altoperuanas encontramos el chuse/chusi: (3) (4) (5) Yten en bernardino de Ateguren se rremato un chuse grande de colores biejo en doçe pessos [Roca 1656]. Me hago cargo de ochenta pesos en que se rremató una alfonbra y un chusi [Olmera 1691]. Un chuse muy apolillado [Torres 1703]. En un principio, el chuse/chusi era una manta (frezada) gruesa que usaban los indios para dormir en el suelo; así lo atestiguan los textos peruanos de principios del siglo XVII que recoge Bowman (Harris-Northall y Ni- 3 Se trata de un proyecto realizado por licenciados en antropología y lingüística de varias universidades colombianas que tiene como objetivo la transcripción de gramáticas y fuentes sobre la lengua muisca y la elaboración de un diccionario muisca-español. Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 26 Egido INDIGENISMOS EN LA VIDA COTIDIANA tti 2003, s.v. chuse)4. Más tarde se usaron también como tapetes o alfombras para el suelo de la casa. No se registra en ninguno de los diccionarios de la RAE, pero Alcedo (1789, s.v. chuce) sí la recoge como ‘especie de sobrecama gruesa y ordinaria de lana que fabrican en la provincia de Aimaraes del Reino del Perú’. Si seguimos estos datos, su origen sería el aimara chusi ‘frezada de indios’ (Bertonio 1612, s.v. y Layme 2004, s.v. chusi ‘alfombra, tapete’). Aunque hoy se encuentra también en quechua (Calvo 2009, s.v.), no aparece en el vocabulario de G. Holguín (1608) 5. 3.1.4. Un quechuismo sí es la guaica de este documento boliviano: (6) Una guaica de cotense con asucar de Santa Crus [Mercado 1705]. La forma guaica aparece en el léxico de Bowman (Harris-Northall y Nitti 2003, s.v.) como un tipo de dardo o flecha, algo que no se adapta a este contexto; pero sí lo hace la forma guayaca que en un documento de Perú de 1639 se describe como ‘talega’. Igualmente, la forma que aparece tanto en el CORDE, como en el DA y el DRAE, desde 1914, es guayaca, descrita como ‘bolsa pequeña para llevar tabaco o coca’, en Perú y norte de Argentina (DA, s.v.) o como el argentinismo ‘bolsita para guardar monedas o adminículos de fumar’ (DRAE 2001, s.v.). Nuestra “guaica de cotense” era sin duda un saco más grande puesto que contenía azúcar. Su étimo es el quechua wallqha, ‘bolsa que se lleva al hombro. Petate’ (Calvo 2009, s.v.; y Holguín 1608, s.v. huayacca ‘talega, o alforja’)6. 3.1.5. El vocablo pataguai aparece en tres inventarios altoperuanos del siglo XVII entre los utensilios de la casa: 4 5 6 “Unas casas en los campos [...] en los cuales están unas barbacoas sobre las cuales tienden unos chuces que son unas mantas gordas que tienen los indios”. También el único ejemplo del CORDE con este significado es de la Descripción breve de toda la tierra del Perú, Tucumán, Río de la Plata y Chile (1605): “pedile una frezada para una noche [...] ¿no tienes un chusi? Así se llaman estas frezadas”. Posiblemente se trate de uno de tantos préstamos que hay entre una lengua y la otra. Que chua y aimara se han influido tanto a lo largo de su historia que hay estudios que tratan sobre “quechumara” (Cerrón-Palomino 1994). Cotense es variante de cotanza, ‘tela fina de lienzo ancha’ (Autoridades, apud NTLLE 1729, s.v.). Procedía de la ciudad francesa de Coutances (DCECH, s.v. cotanza). Actualmente, en la mayor parte de Sudamérica, es un tejido grueso y burdo para hacer sacos y talegas. El DA lo recoge como bolivianismo ‘tela de pita, yute o cáñamo de tejido burdo’, pero Bowman atestigua ya cotense en México y Costa Rica a mediados del S. XVII como tela usada para colchones. Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 27 Egido (7) (8) (9) INDIGENISMOS EN LA VIDA COTIDIANA Un platonsillo y un pataguai de plata que dixo el dicho aluasea estaua empeñado [Falcón 1677]. Un par de candeleros de plata un pataguai, una fuente [Casanova 1684]. Un pataguai de tornillo [Tapia 1699]. Bowman también cita pataguay como presente en documentos novogranadinos del siglo XVIII (Harris-Northall y Nitti 2003, s.v.). Solo en el diccionario de Terreros (1786, s.v. patagua) se encuentra una referencia a este vocablo que se adecue al contexto de nuestros inventarios. Recoge la variante patagua que define como ‘vasija casi cilíndrica sobre la que ponen el mate que es una calabacita con que se echa y toma el agua de la yerba del Paraguay con su composición’. Se trata, pues, del soporte donde iba colocado el mate (cf. 3.1.1) y, por los datos que registra Bowman, era bastante común tenerlos de plata. El origen de esta palabra es mapuche y, con su primera acepción, ya aparece en el DRAE de 1803: ‘árbol que se cría en el reyno de Chile donde hacen mucho uso de su madera, es muy copado y hermoso y conserva las hojas verdes todo el año’ (NTLLE, s.v.)7. “Una cuja llana de patagua” y “unas puertas nuevas de patagua y alerse” se citan en un testamento chileno de 1648 (Kordić y Goić 2005, 209). Sin embargo, no es este su único significado: en Sala et al. (1982, 462) se señala que actualmente en Chile es también ‘vasija para el mate’ y Agostinho de la Torre (1999, 291) aclara que el fruto esférico de este árbol, una vez ahuecado, sirve como vasija para beber el mate en Chile. Por el testimonio de nuestra documentación, este mapuchismo se extendía por un área andina mucho más amplia que el Chile actual, y parece que no tenía el mismo uso que se le da hoy en ese país 8. Que era un recipiente o soporte diferente al mate se deduce del inventario de Falcón, donde, además del pataguay, se citan varios de estos otros: (10) Dos mates de vino con brocales de platta el uno grande y el otro pequeño [...] un mate de yerba guarnecido de plata [Falcón 1677]. 7 8 ‘Árbol de Chile de la familia de la tiliáceas, con tronco recto y liso de seis a ocho metros de altura,copa frondosa, hojas alternas partidas en tres lóbulos agudos, flores blancas axilares, fruto esférico capsular y madera blanca, ligera y útil para carpintería’ (DRAE 2001, s.v. patagua). ‘Árbol que crece desde el río Aconcagua hasta Concepción, en ambas cordi lleras y que alcanza una altura de hasta 10 m; tiene corteza color gris con hendiduras, hojas con borde aserrado, flores blancas y fruto capsular’ (DUECh 2010, s.v. patagua). Calvo (2009) lo recoge como presente en quechua con la forma patawa/katawa “patagua, salvadera”, aunque no señala que sea préstamo del mapuche. En G. Holguin (1608) no aparece, ni tampoco en L. Bertonio (1612). Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 28 Egido INDIGENISMOS EN LA VIDA COTIDIANA 3.1.6. Un tipo de manta o frezada que se podía usar como caparazón, es decir, como ‘cubierta de cuero ú tela que se pone encima de la silla del caballo ú del alabardón para montar en el’ (Autoridades, apud NTLLE 1729, s.v. caparazón) era el pullu/pullo: (11) Tres pullos ordinarios del cusco [...] tres caparasones del Cuzco de pullu los dos nuevos y uno viejo [Paredes 1730]. Tampoco se registra este vocablo en ninguno de los diccionarios de la RAE; los ejemplos que se recogen en el léxico de Bowman (Harris-Northall y Nitti 2003) o en el CORDE son todos del siglo XX y centrados en Perú y Bolivia. El pullo era y es un tipo de manta grande y gruesa 9. Actualmente existe tanto en quechua como en aymará < phullu ‘manta’ (Layme 2004, s.v.), ‘manta grande de mujeres’ (Calvo 2009, s.v.), pero de los vocabularios antiguos para ambas lenguas solo aparece en el de Holguín (1608, s.v. pullu ‘lanudo, peludo’), L. Bertonio (1612) no lo recoge. 3.1.7. Entre el mobiliario de dos casas en Nueva España se inventaría una pieza llamada ximotlale: (12) Dos lienços grandes de los rreyes [...] Un ximotlale con su espaldon [Rueda 1622]. (13) Vn ximotlale pintado de pirabán [Benegas 1622]. ‘Banquillo hecho de varas, con el asiento tejido de cuero o carrizo’ (Reyes Garza 2000, 218). No se registra esta palabra en ninguno de los dicciona rios ni bases de datos consultados. Además de estos ejemplos de 1622, lo hemos localizado también en un testamento de 1616 (“tres ximotlales de petate pintados”)10. Aunque la definición que tenemos muestra un mueble relativamente sencillo, parece que podían estar ricamente decorados de esmaltes. Ximotlale tiene un origen nahuatl, pero no en un vocablo como tal, sino en la expresión xi-mo-tlali/xi-mo-tlalé, que sería, literalmente, la orden ‘siéntate’ (< xi ‘pron. Pers. 2ª persona de imperativo tú/ustedes’ + mo ‘reflex. 3ª persona’ + tlali ‘sentarse, colocarse, quedarse’; Siméon 1885, s.v. tlali)11. Posiblemente acabaría lexicalizándose como nombre de 9 Hoy también es un mantón que se pone la mujer andina para cubrir la espalda (DA 2010, s.v. pullo). 10 “Testamento de Domingo Hernández del pueblo de San Sebastián Tectipaque” (Rojas y Rea 2002, 152). 11 En conversación privada me confirman esta etimología las especialistas en nahuatl Karen Dakin (UNAM) y Claudia Parodi (UCLA). Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 29 Egido INDIGENISMOS EN LA VIDA COTIDIANA asiento al ser escuchada como un mandato o una invitación a sentarse señalando la silla. 3.2. MATERIALES Y TEJIDOS 3.2.1. En el mismo inventario donde aparece uno de los ximotlales se detalla que está “pintado de pirabán”, junto a otros muebles del mismo material peribán o pirabán: (14) Otro bufetillo de pirabán pintado, con su caxón [...] Vn ximotlale pintado de pirabán [...] Otro escriptorillo pequeño de peribán pintado, seis pessos [Benegas 1622]. Peribán no aparece en el CORDE ni en las sucesivas ediciones del DRAE; pero sí lo recoge Bowman en México en 1646 y 1667. En realidad Peribán es un epónimo, nombre de una comarca michoacana que era famosa en México por sus decorados de madera con maque: ‘barniz durísimo e impermeable, compuesto de resinas y jugos de plantas asiáticas y de otros varios elementos’ (DRAE 1884, s.v.) (< jap. makie ‘barniz de oro o plata’, DCECH, s.v.). En Michoacán tuvieron gran importancia los trabajos con maque (Vargas y Curiel 1991, 291) 12; eran especialmente famosos los tecomates de Peribán, guarnecidos de plata. Las jícaras laqueadas se conocían como peribanas. En cuanto a la etimología de Peribán, es posible que sea purépecha, la lengua mayoritaria de la zona; así lo afirma la web oficial del municipio que lo relaciona con el verbo piruani ‘hilar’, o pirhuán ‘donde se hila’13. 3.2.2. En otro de los inventarios novohispanos, contemporáneo de los anteriores, se cita el indigenismo copte como un tipo de madera: (15) Una media cama de madera de Campeche negra que los naturales llaman Copte [Córdoba 1622]. Únicamente se localiza una referencia a copte en un ejemplo mexicano de 1780 que aparece en el CORDE, como un tipo de madera muy apreciada en ese país: “[...] de copte de jabin y de otras innumerables maderas apreciables por su incorruptibilidad, por su peso y consistencia” (CORDE, 12 En otro de los inventarios se cita “Ytem un maque guarnezido de Plata y su bastidor de lo mismo” (Inventario por muerte de D. F. Antonio Justiniano; Veracruz, 1708. AGI. Contratación, 983). 13 Piruan ‘hilar’ se registra también en Lathrop (2007). Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 30 Egido INDIGENISMOS EN LA VIDA COTIDIANA Historia antigua de México; fecha de consulta, febrero de 2013). Nuestro inventario adelanta la fecha de su documentación a 1622. Se trata del vocablo koopte’ o koop’te, nombre maya para el árbol conocido en México, Guatemala y Honduras como ciricote o siricote (Anderson 1996, 72), también anacahuite, ‘árbol de tronco grueso de hasta cinco metros de altura, con hojas pequeñas de color verde claro’, ‘fruto del siricote’ (DA 2010, s.v. siricote). Su madera efectivamente tiene grandes vetas oscuras. 3.2.3. En Nueva Granada, dos de los textos analizados registran el vocablo timana/timaná como el material de una mesita y de unas totumas: (16) Mas treze totumas de timana y uraba [Choconta 1633]. (17) Un niño Jesus en una mesita de timana [...] Ytten la de timana bieja dos ps [Ospina 1734]. Tampoco aparece en ninguno de los diccionarios ni bases de datos consultados. Solo en Bowman se cita indirectamente como lugar de procedencia de los indios timanacos (Harris-Northall y Nitti 2003, s.v. timanaco). Como en el caso de Peribán, nos encontramos con un epónimo, el municipio de Timaná, en el actual departamento colombiano de Huila, estribaciones de la cordillera de los Andes en el suroccidente del país. Esta zona era conocida en la época colonial por sus trabajos de barniz sobre madera. Fray Pedro Simón menciona en las Noticias historiales el uso decorativo sobre madera que se daba a la resina de ciertos árboles en la provincia de Timaná14: Estas pelotillas cogen los indios y haciendo esta resina de varios colores embetunan bordones, tabaqueritas, varas de palios y otras cosas de palo, por que en barro ni otra cosa pegan bien, y hecho con buena traza y disposición de varios colores parecen bien (Fray Pedro Simón, Noticias historiales, parte tercera, segunda noticia, cap. XXVI; apud Gomezjurado s/f, 13). 3.2.4. Una prueba del intenso comercio que existía entre las distintas regiones americanas es que nos encontremos con un tejido típicamente andino como es el cumbe en un documento mexicano: (18) Una sobrecama de cumbe de Piru [Rivadeneira 1622]. 14 En una publicación colombiana del siglo XIX titulada Museo de cuadros de costumbres, tomo III, capítulo “Los artesanos”, se cita la “afamada chicha del Cedro rebosando en labradas totumas de Timaná”. Biblioteca virtual L. A. Arango <www.banrepcultural.org>. Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 31 Egido INDIGENISMOS EN LA VIDA COTIDIANA (19) Yten en Vernardino de Ateguren dos sobrecamas [...] Yten en el dicho un peinador cumbe [Roca 1656]. Los diccionarios de la RAE solo registran cumbe/cumbé como ‘baile de negros’ (NTLLE, s.v. cumbe), aunque sí aparece en el CORDE y también lo recoge Bowman desde el siglo XVI en Tucumán y en Perú (Harris-Northall y Nitti 2003, s.v. cumbe (cumbi, cumpi)). Por A. de Alcedo (1786, s.v. cumbes) sabemos que cumbe era ‘texido de lana que hacen en la provincia de Parinacochas en el Perú’. En quechua actual kumpi es ‘tejido fino’ (Carranza 2003), más concretamente, ‘tejido fino de lana de vicuña’ (Calvo 2009, s.v. cumbe). 3.2.5. Otra de las telas ampliamente citadas en los inventarios de comerciantes y particulares andinos es el tucuyo (tocuyo): (20) Ducientas y quarenta baras de tucuio blancos y listados [Arteaga 1704]. (21) En pedasos de tucuio blanco ciento y cinquenta y cinco varas [...] sesenta y dos baras de tucuio en piesas enteras [Paredes 1730]. Se trataba de un tejido basto de algodón que, por la información que ofrecen nuestros documentos, era el más utilizado para vestir a los esclavos. El DRAE no lo recoge hasta 1899, pero sí A. de Alcedo con el significado de ‘lienzo de algodón de texido ordinario que hacen en las provincias del Perú de que hay muchísimo consumo porque es de lo que se viste la gente común’ (1789, s.v. tucuyo), y también Terreros, ‘llaman en la América al algodón labrado’ (1786, s.v.). El DCECH cita como primera documentación 1748, e igualmente los casos de Bowman (Harris-Northall y Nitti 2003) son de mitad del siglo XVIII; sin embargo el CORDE recoge ejemplos bolivianos de 1709, y nuestro texto la adelanta a 1704. En cuanto a su procedencia, la mayor parte de los especialistas le atribuyen el origen quechua k’uyu, ‘tapar, cobijar, envolver’, ‘vestido del indio’ (Calvo 2009, s.v. k’uyuy)15. 15 No así el DCECH (s.v. tocuyo) que no se explica la presencia de la primera sílaba to-/tu-, a no ser por cruce con otra palabra. Propone como origen probable el nombre de la ciudad y puerto de Venezuela Tocuyo. También el DRAE (2001, s.v.) apunta como origen esta ciudad venezolana, aunque no hay documentación que atestigüe que allí se elaborase este tejido. Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 32 Egido INDIGENISMOS EN LA VIDA COTIDIANA 3.2.6. En el testamento del cacique D. Julio de Choconta, en Nueva Granada, se citan varias mantas con mauras o maures, así como de algodón bocamaure: (22) Ma[s] una manta de algodón bocamaure [...] mas una liquida de algodon bocamaure [...] mas una manta de algodón con cuatro mauras [...] mas otra manta de ocho mauras [...] mas çinco mantas de algodon de maures [Choconta 1633]. El DRAE recoge maure desde 1925 como ‘chumbe’, pero, a partir de la edición de 1984 lo señala como originario de Colombia y lo define como ‘faja con que se ciñe la túnica’. Sin embargo en nuestro documento se ha bla de maure como una especie de adorno para las mantas. El vocabulario de fray Pedro Simón nos aclara esta circunstancia explicando que maure: ‘es una faja de algodón pintada con que se ciñen en la Indias, a las man tas de algodón suelen pintarles de colores estas fajas a trechos y las lla man mantas de maures, y son entre los indios muy estimadas, o las aprecian por el numero de maures que tienen’ (1637, s.v.). La procedencia colombiana de esta palabra no está demasiado clara. Por los testimonios que recoge Bowman ( Harris-Northall y Nitti 2003, s.v. maure), a mediados del siglo XVI, Fernández de Oviedo (Historia general y natural de las Indias, 1549) ya habla de que los indios de Santo Domingo “traen cubiertas sus vergüenzas con los maures que son unos ceñideros de algodón de muchas vueltas”; y antes, en 1535, se citan estos maures en una crónica novohispana. Tampoco hay constancia de la presencia de esta palabra en la lengua muisca (chibcha) (R. de Montes 1987, 112), por ello, el especialista Friederici (Amerikanistisches Wörterbuch, 1947) plantea su origen en algún dialecto de la costa del Pacífico mexicano, para luego difundirse con la conquista por el territorio de Nueva Granada (apud R. de Montes 1987). 3.3. VESTIMENTA Y JOYAS 3.3.1. Algunos de los indoamericanismos que documentamos como nombres de vestidos y joyas son sobradamente conocidos; entre ellos aparecen la lliclla (o liquida) (< qch. lliklla ‘manto para cubrirse o cargar bebés’), el chumbe ‘faja ancha, larga, tejida de hilo de algodón de diversos colores con que se ciñen los indios’ (< qch. chunpi ‘faja’, Calvo 2009, s.v.; Holguín 1608, chumpi ‘faxa’), o el coyol ‘palmera de mediana altura [...] que produce una fruta de pulpa amarillenta y cuesco durísimo y negro del que se hacen dijes y cuentas de rosario, botones, sortijas y otros adornos’ Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 33 Egido INDIGENISMOS EN LA VIDA COTIDIANA (< nah. coyolli o cuyulli ‘árbol grande que produce una especie de nuez’, Siméon 1895). Pero, como en los apartados anteriores, también hallamos otros que no están tan difundidos fuera de sus regiones de origen. Es el caso del término gualca (hualca) que se registra en este inventario potosino: (23) Y granates otras, perlas y corales otras, perlas y gualcas negras otros, de grana [...] [Roca 1656]. El DRAE ha introducido huallca en la edición de 2001 como voz propia de Ecuador que significa ‘gargantilla, adorno que rodea el cuello’, y lo mismo recoge el DA (2010, s.v.). Sin embargo, en nuestro inventario no se refiere a un collar sino a un tipo de cuenta que podía acompañar a las perlas en los collares. Bowman no documenta esta palabra, pero sí el CORDE en la Corónica de Guamán Poma (siglo XVI), donde se narra que quien mató a Yllescas Inga hizo “de su pellexo tanbor, de la cauesa hizo mate de ueuer chicha [...] y de los dientes y muelas quiro guallca”; es decir, los usó como cuentas de collar. Se trata de una voz quechua que, según G. Holguín, podía ser ‘un collar o cadena o sartal de quentas y todo lo que se pone al cuello’ (1608, s.v. huallcca). Calvo (2009) registra el qch. wallqa ‘prenda de adorno colgante’. 3.3.2. En toda la bibliografía consultada el significado que se recoge para la voz mexicana mayate es ‘escarabajo de distintos colores y vuelo regular’. Sin embargo en uno de nuestros inventarios se cita como joya: (24) Otra cadena de mayates y oro [Bocanegra 1623]. En el DRAE aparece por primera vez en 1927 y Bowman solo documenta ejemplos del siglo XX, al igual que el CORDE. Sí se localiza en algún diccionario de mexicanismos de finales del siglo XIX (Ramos y Duarte 1896) como ‘insecto de color negro, de cuerpo redondo’. Procede del nahuatl mayatl ‘escarabajo alado de color verde’ (Siméon 1885, s.v. mayatl). En este inventario se cita una cadena de mayates, que seguramente haga referencia a adornos o piedras tallados con la forma, o del color, de este insecto. 3.3.3. Por último, registramos otra de las joyas tradicionales en el área andina que las mujeres lucieron durante todo el pasado prehispánico y Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 34 Egido INDIGENISMOS EN LA VIDA COTIDIANA colonial, y que siguen usando en la actualidad: el topo. El topo es un prendedor grande en forma de alfiler que sirve para sujetar la lliclla o mantilla que llevan en los hombros las mujeres de esta región. Su etimología es el quechua tupu ‘alfilerillo’ (Calvo 2009, s.v.; Holguín 1608, s.v. tupu ‘el topo con que prenden las indias la saya’). Se documenta ya desde el siglo XVI en Perú (Harris-Northall y Nitti 2003). Lo curioso es que aquí no se encuentra en un inventario andino, sino en el testamento colombiano del cacique de Choconta: (25) Por lo qual mande sacar de los uienes del dicho caçique [...] un chunbe y un topo de oro [...] todo lo qual se bendio en publica almoneda [Choconta 1633]. No es la única prenda de este origen que se cita en el texto, también apa recen una liquida (lliclla) y un chumbe. Está ampliamente documentada la presencia de indios yanaconas de Perú y Ecuador llevados a Nueva Granada por la tropas que conquistaron este territorio, y como su convivencia con los muiscas influyó en que estos acabasen usando la vestimenta andina (Rodríguez de Montes 1987)15. 4. CONCLUSIÓN. Las páginas precedentes no son más que una muestra de las posibilidades que ofrece el tipo de fuentes que aquí se han utilizado para el conocimiento de la historia del léxico hispánico a uno y otro lado del Atlántico. El corpus de textos sobre el que hemos trabajado no es excesivamente amplio. En menos de una veintena de documentos hemos hallado datos léxicos muy valiosos sobre indoamericanismos que no son de conocimiento general entre los especialistas porque nunca se han extendido más allá de su entorno geográfico. Sin embargo, durante cinco siglos han formado parte de la vida cotidiana de toda la sociedad americana. Estos datos nos hacen pensar en todo el caudal léxico que aún guardan las relaciones de bienes; una documentación que, si se analiza adecuadamente, nos aportará la información necesaria para tener una visión más completa del patrimonio léxico de la lengua española en el mundo. 15 Así lo explica fray Pedro Simón (Noticias historiales): “[...] y aún traer las camisetas no es hábito de los moscas sino de los del Pirú, de quien estos moscas lo tomaron desde los primeros que entraron aquí con los primeros españoles que bajaron del Pirú, pues el propio hábito de este reino es ceñirse una manta y cubrirse con otra, como se ve en los indios viejos que andan siempre así y jamás con camiseta” (apud R. de Montes 1987, 109). Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 35 Egido INDIGENISMOS EN LA VIDA COTIDIANA RECONOCIMIENTO Para la realización de este trabajo se ha contado con la financiación del Ministerio de Eco nomía y Competitividad del Gobierno de España; proyecto con número de referencia FF12012-31884, titulado Corpus léxico de inventarios del Siglo de Oro (investigador principal: Dr. D. J. R. Morala Rodríguez). CORPUS [Afanador] Testamento, inventario y memoria de bienes del difunto Francisco de Afanador. 1692. AGN Colombia. Testamentarias Santander. Tomo 12, carpeta 6. Original inédito. [Arteaga] Inventario de los bienes de Micaela Fernandez de Arteaga. 1704. Archivo Nacional de Bolivia. Sucre. Leg. EP-228. Original inédito. [Benegas] Inventario de bienes de Francisco de Figueroa Benegas. 1622. AGI. México. Leg. 259. Original inédito. [Bocanegra] Inventario de bienes de Luis Cordoba y Bocanegra. 1623. AGI. México. Leg. 259. Original inédito. [Casanova] Testamento nuncupativo de Juan Casanova. 1684. Archivo Histórico Casa Nacional de Moneda. Potosí. Leg. CGI-082. Original inédito. [Choconta] Testamento e inventario con reparto del cacique D. Julio de Choconta . 1633. AGN. Colombia. Testamentarias Cundinamarca. Carpeta 5/6. Original inédito. [Córdoba] Inventario de bienes de Esteban de Contreras y Cordoba. 1622. AGI. México. Leg. 259. Original inédito. [Falcón] Inventario de bienes de Juan Falcón a petición de Sebastián de Chavarría . 1677. Archivo Histórico Casa Nacional de Moneda. Potosí. Leg. CGI-058. Original inédito. [Mercado] Inventario de bienes de Josefa de Mercado. 1705. Archivo Nacional de Bolivia. Sucre. Leg. EP-228. Original inédito. [Olmera] Memoria de lo gastado por Pedro Rodriguez de Olmera entre 1688 y 1691. 1691. Archivo Histórico Casa de la Moneda. Potosí. Leg. CGI-160. Original inédito. [Ospina] Inventario y remate de bienes de Luisa de Ospina y Acuña. Santa Fe de Bogotá. 1734. Archivo del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. Carpeta 12, vol. 3. Bogotá. Ori ginal inédito. [Paredes] Testamento y reparto de bienes de Juan de Paredes. 1730. Archivo Histórico Casa de la Moneda. Potosí. Leg. CGI-160. Original inédito. [Rivadeneira] Inventario de bienes de Fernando Arias Rivadeneira. México, 1622. AGI. México. Leg. 259. Original inédito. [Roca] Autos y almoneda de los bienes de Dña Ana de la Roca. 1656. Archivo Histórico Casa de la Moneda. Potosí. Leg. 14/70. Original inédito. [Rueda] Inventario de bienes de Alonso de Rueda. 1622. AGI. México. Leg. 259. Original inédito. [Tapia] Memoria de las prendas que están en poder del Licenciado D. José de Tapia. 1699. Archivo Nacional de Bolivia. Sucre. Leg. EP-224. Original inédito. [Torres] Inventario de bienes de Felipa de Torres. 1703. Archivo Nacional de Bolivia. Sucre. Leg. EP-206. Original inédito. BIBLIOGRAFÍA Academia Chilena de la Lengua. 2010. Diccionario de uso del español de Chile (DUECh). 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Juan Correa: su vida y su obra. Cuerpo de documentos III. México: UNAM. Edición digitalizada books.google.es/books?isbn=9683611788 Cristina Egido Departamento de Filología Hispánica y Clásica, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de León [email protected] Trabajo recibido el 5 de marzo de 2013 y aprobado el 16 de abril de 2013. Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 38 Garatea ALTERIDAD EL SOBRE E HISTORIA DEL ESPAÑOL DE AMÉRICA OTRO EN EL CONTACTO: ALTERIDAD E HISTORIA DEL ESPAÑOL DE AMÉRICA Carlos Garatea RESUMEN. En estas páginas se ofrece un conjunto de ideas y problemas en torno a la figura de los hablantes en el contacto de lenguas y en la historia del español de América. El énfasis está puesto en el otro, en la población indígena como receptora de una lengua extranjera. Se de muestra la necesidad de considerar la alteridad indígena y se razona sobre la valoración de las fuentes y de los datos. Todos los ejemplos proceden del período colonial, siglos de formación del español andino. Palabras clave: español de América, contacto de lenguas, alteridad, tradiciones discursivas. ABSTRACT. These pages offer a set of ideas and problems around the figure of the speakers in language contact and in the history of Spanish America. The emphasis is on another, the indigenous population as the recipient of a foreign language. It demonstrates the need to consider the otherness and indigenous discourses on the valuation of the sources and data. All the examples come from the colonial period, centuries of training of the Andean Spanish. Keywords: American Spanish, language contact, otherness, discursive traditions. RESUMO. Nestas páginas oferece-se um conjunto de idéias e problemas em torno da figura dos falantes no contacto de línguas e na história do espanhol de América. A ênfase está posto no outro, na população indígena como receptora de uma língua estrangeira. Demonstra-se a necessidade de considerar a alteridade indígena e raciocina-se sobre a valoração das fontes e dos dados. Todos os exemplos procedem do período colonial, séculos de formação do espanhol andino Palavras-chave: espanhol de América, contacto de línguas, alteridade, tradições discursivas. 1. INTRODUCCIÓN. En la historia de la lingüística abundan los lugares comunes. Por lo general, son afirmaciones que de repetirlas han perdido sentido y ahora expresan un tipo de consenso que las vuelve claras y obvias para la mayoría. No vale la pena perder el tiempo en mencionarlas ni en ponerlas sobre la mesa de discusión; ni hablar de analizarlas y hay que cuidarse de ellas para no caer en el aburrimiento. Simplemente son luga- Signo y Seña, número 23, junio de 2013, pp. 39-62 Facultad de Filosofía y Letras (UBA) http://revistas.filo.uba.ar/index.php/sys/index ISSN 2314-2189 Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 39 Garatea ALTERIDAD E HISTORIA DEL ESPAÑOL DE AMÉRICA res comunes. Uno de ellos reza en torno a los hablantes y, en concreto, a que la historia de una lengua es la historia de sus hablantes. Dicho así, es difícil no estar de acuerdo en la función que ocupan los hablantes en la historia de una lengua y sería un disparate postular la existencia de una lengua sin hablantes o atribuirle vida a la lengua como hicieron los naturalistas del siglo XIX. Es una afirmación que debe tener la edad de la reflexión sobre el lenguaje. Pero, vista sin prisa, de su simplicidad emerge un universo de preguntas y exigencias, teóricas y metodológicas, que empañan la obviedad que se genera con mencionarla. ¿Qué quiere decir que los hablantes sean actores del desarrollo de una lengua? ¿Cómo se demuestra? ¿Hablante, sólo el emisor o también el receptor? ¿Podemos tratarlos por igual? ¿Qué relevancia tiene en la evaluación de las fuentes y los datos? A decir verdad, no hay novedad en estas preguntas pero son preguntas que vale la pena plantear y tener en mente; obligan a abrir los diques teóricos que impiden la amplitud de miras y, sobre todo, porque librándonos de ellos podremos aspirar a un conocimiento integral de los fenómenos lingüísticos y dejaremos de contentarnos con parcelas diseñadas y calculadas desde el trazo inicial. La investigación contemporánea cuenta con medios e ideas que permiten recuperar y valorar a los hablantes. En parte, el impulso viene del análisis del discurso, de la sociolingüística y de los acercamientos cognitivos y pragmáticos, pero también de la lingüística de las variedades, de las tradiciones discursivas y, a mi juicio, sobre todo, de un concepto del saber lingüístico no restringido a lo gramatical sino ampliado a un saber que incluye modos tradicionales de usar la lengua, de valorar las expresiones ajenas y de vincularse con el entorno, la cultura y el mundo. Hay que reconocer, sin embargo, que la retórica y la filología ya habían subrayado algunas de esas ideas, aunque no las formularon en los términos que hoy se espera1. Este es el marco de las páginas siguientes. Lo que busco es razonar, sin la pretensión de agotar el tema, sobre los hablantes en la historia del español de América y, en particular, en situaciones de contacto, como la vivida en el Perú durante los siglos XVI y XVII. Apenas señalaré algunas ideas y dejaré abiertos varios problemas. En lo posible enfatizaré a los receptores antes que a los emisores. La razón es que son los receptores, los indígenas peruanos o los de cualquier otra zona del continente, 1 En este sentido, por ejemplo, tienen especial relevancia algunas de las reflexiones de Me néndez Pidal (cf. Garatea 2005a y 2005b). Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 40 Garatea ALTERIDAD E HISTORIA DEL ESPAÑOL DE AMÉRICA quienes fueron obligados a adoptar otra lengua, otra cultura y quienes promovieron el surgimiento de nuevas variedades de español, por ejemplo el llamado español andino, y fueron ellos, los receptores indígenas, quienes dieron otro entorno pragmático a las tradiciones europeas trasladadas al Nuevo Mundo. En este sentido, el hombre de los Andes es un otro que debe recuperarse para razonar desde su lugar. Hay que pensar en el contacto desde esa orilla. Esto exige un cambio en la orientación pragmática. Para comenzar, algo obvio: el receptor es parte del contacto. Pero no es un ser pasivo sino que es tan activo como los emisores, no obstante las diferencias de lenguas y culturas. El receptor interviene en la actuación del emisor guiando las elecciones y las modalidades de enunciación que resultan pertinentes en el acto verbal; en ocasiones, ese receptor, inicialmente ajeno, promueve adaptaciones y cambios en los modelos importados, debido a que instaura nuevas exigencias comunicativas, al mismo tiempo que adopta y difunde la lengua y la cultura españolas en otro espacio geográfico y social, sin dejar por ello de promover innovaciones en la lengua del conquistador. El cambio de perspectiva tiene un correlato metodológico que concierne a las dimensiones incluidas en el análisis de los textos y en la valoración del productor, del contexto y del destinatario. Concuerda esto con algo que la tradición filológica mantuvo como principio: la integración de datos, ideas y fuentes, que, con el debido cuidado y rigor analíticos, ayudan a comprender, describir y explicar un texto, un hecho de cultura. De acuerdo con Auerbach (1950)2, la premisa que conduce al filólogo es más o menos así: todo texto está culturalmente situado y es portador de dimensiones que se entrecruzan y sobreponen. Con esas dimensiones trabaja el filólogo y debe diferenciarlas, examinarlas y luego nuevamente in tegrarlas para recuperar el sentido y la función comunicativa que explican su presencia en un texto, producido en un lugar y en un momento concreto. Para el investigador, un texto es así una adivinanza múltiple o múltiples adivinanzas3 que, en simultáneo, se plantean en la lectura. Lo que vale es el texto en tanto texto, acto verbal complejo realizado y cons - 2 3 Auerbach (1966, 20) recuerda que fue en Alemania donde la filología amplió su horizonte para incorporar todas las materias histórico-humanísticas, incluyendo la historia del derecho y de la economía, por ejemplo. Tal vez, por ello, Auerbach (1966) ve en esto una correspondencia con lo que Vico llama certum, es decir, lo cierto, lo establecido, pero sujeto a cambios, como todo consenso social. Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 41 Garatea ALTERIDAD E HISTORIA DEL ESPAÑOL DE AMÉRICA tituido por intermedio de la escritura de una persona concreta. Dicho sea de paso, la comprensión del detalle en función del todo, el lazo de lo interno con lo externo y viceversa, permitió que Diez postulara el concepto de lenguas romances a partir de un sustrato del latín vulgar apenas reconocible (Spitzer 1955 [1982], 34-35) y, dada la utilidad de este principio, Grimm recomendaba un “Andacht zum kleinen” o una cariñosa atención a lo pequeño. 2. UNA LENGUA QUE CRUZA EL MAR Y CAMBIA. Ciertamente que las premisas señaladas van de la mano con una concepción del español que no se limita a la gramática, ni promueve un listado de unidades como expresión de alguna totalidad abstracta, regular y omnisciente; por el contrario, admite, de base, la complejidad y la pluralidad de dimensiones que concurren en la realidad de una lengua, en su dinamismo y en su historicidad, y que, entre todas, en grados y tensiones variables, perfilan su identidad de fenómeno heterogéneo. José Luis Rivarola lo expuso de la siguiente manera: En tanto conjunto de tradiciones de habla que una comunidad posee en un equilibrio inestable, un idioma es una memoria colectiva pluriforme, heterogénea, de estratos múltiples, que sustancia y actualiza su uni(ci)dad en puntos móviles de convergencia: es decir, en las coincidencias fugaces del diálogo, en la escritura, que nos liga a un congénere ausente que habla atónitamente a nuestros ojos. Ese conjunto de tradiciones no se circunscribe al puro inventario de formas lingüísticas, las cuales, sin duda, son las que hacen posible, en un nivel primero y primario, la confluencia de las intenciones comunicativas: esas formas, en efecto, han sido en el pasado y son en el presente de su innumerable reiteración —agitándose siempre en el caleidoscopio de la varia ción estable y el cambio— ropaje y expresión de contenidos y valores, de experiencias y actitudes, de visiones del mundo, también de evaluaciones y de reflexiones sobre ellas mismas, así como sobre el sistema que integran y sobre la institución cultural que conforman (Rivarola 2007, 168). Pocas veces mejor dicho. Vale la pena insistir en que la historia del espa ñol en América es también la historia del español y que, por consiguiente, “haríamos mal si considerásemos la magnitud americana de la lengua limitada a un episódico fenómeno de transplante, como si una vez producido éste, continuara de modo más o menos inmodificado el curso de la historia” (Rivarola 2004, 799). La difusión del español en el continente produjo innovaciones y cambios en distintos niveles, desde el sistemático y funcional hasta el de las tradiciones discursivas, sin llegar a producir por ello una fractura entre América y España. Pero América “creó para la len- Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 42 Garatea ALTERIDAD E HISTORIA DEL ESPAÑOL DE AMÉRICA gua no sólo un nuevo espacio geográfico-social sino también un nuevo espacio mental dentro del cual se fueron labrando lenta, difícil y a veces contradictoriamente los signos de una nueva identidad idiomática” (Rivarola 2004, 799)4. Por ello, se trata de considerar la difusión del español en sus muy diversos caminos, con pausas y velocidades distintas y, sobre todo, con grados de resistencias y de bilingüismo que varían de una zona a otra y de un tiempo a otro. 3. TRADICIONES Y CONTEXTOS. La premisa refuerza la necesidad de encarar los fenómenos y los textos valorando las condiciones comunicativas, el entorno de producción5. De esta manera podrá explicarse por qué tal o cuál fenómeno aparece en un tipo particular de textos y qué dimensiones contribuyen (o no) con su presencia en ese u otros tipos textuales. A modo de ilustración ofrezco los siguientes ejemplos6: (1) (2) (3) (4) (5) Io tal, escriuano iurado, iuro et digo que est instrument que es leydo en iuditio es uerda dero, et io como escriuano fu present en eillo et escriuj todo aqueillo que aqueill instru ment dize [...] (1250, Vidal mayor, CORDE). [...] yo, el dicho Sancho Sánchez, procurador sobredicho en el dicho nonbre, [...] presento ante vos este previllejo [...] Et digo et pido, según de suso so la dicha protestaçión [...] (1414, documento notarial, Ávila, CORDE). Digo yo, fray Francisco de Santo Domingo, fraile proffesso, sacerdote y predicador de la hordem (sic) de los predicadores, que es verdad que [...] (1572, informe, Mérida [México], apud Melis y Rivero 2008, 107). En este pueblo de Sancta Ana de Cincos, 21 deas de el mes de henero de mil quinientos nuevinta años, ande el don Felipe Guaraga, el alcalde, y don Pedro Paytanca, rregedor hordenareos por el rre nuestro señor por su majestad, y amí, [Juan Alonso Napanpoma] escriuano nombrado, paricio este edito [...] (1590, edicto, Jauja, apud Rivarola 2000, 41). Don Juan Pilcone de Apcara, curaca camachicoc: Digo que el corregidor me pide yndio para traxeneador (1615 [1980], Guamán Poma de Ayala, Nueva Corónica, 588). No es difícil reconocer la función jurídica que los emparienta y su carácter marcadamente formulístico no necesita ser comentado. Se trata de una tradición discursiva bien conocida. Repárese, sin embargo, que el 4 5 6 En la misma lógica y con argumentos y matices que refuerzan los pasajes citados están los trabajos de Luis Fernando Lara (sobre todo, Lara 2004). Por otra parte, las razones esbozadas justifican que la realidad del español actual deba ser tomada como expresión de una cultura lingüística pluricéntrica; al respecto, véanse, además de los textos citados de Lara y Rivarola, Garatea (2006 y 2010) y Oesterreicher (2001 y 2002a). Para un panorama de los cambios sistemáticos arriba mencionados, cf. Rivarola (2004) y la bibliografía ahí consignada. Sigo las ideas de Oesterreicher (2002b y 2006) sobre recontextualización. He analizado estos y otros ejemplos en Garatea (2010 y 2011a, 2011b y 2011c). Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 43 Garatea ALTERIDAD E HISTORIA DEL ESPAÑOL DE AMÉRICA texto (5) es una crónica y por tanto, tiene un carácter historiográfico que lo distingue inmediatamente de los otros 7. Vale la pena indicar que la continuidad de patrones estructurales y léxicos enlaza, por ejemplo, al escri bano Napanpoma (4) y al cronista Guamán Poma de Ayala (5), ambos seguramente bilingües, con el obispo de Huesca, Vidal de Canellas, primer compilador del fuero de Aragón, Vidal mayor, entre 1250 y 1252, a pesar de las diferencias que, al mismo tiempo, se advierten en los textos y de los siglos que median entre cada uno de los autores. No es un hecho menor. Es la misma lengua histórica. Napampoma (4) trae además la forma henero registrada al menos desde 1253, en pleno período alfonsí, y que, hasta 1700, si me atengo al CORDE, es por lo general usada en la prosa del mundo jurídico (57,27%). En cambio, no hay registro de hordenareo (4), aunque sí de su casi homófona, hordenario, que no está en la cita pero que figura, primero, entre 1406 y 1518 en textos peninsulares —otra vez— del mundo forense8. Luego, en América, sus registros más antiguos pertenecen —vaya coincidencia— a la crónica de Guamán Poma de Ayala, quien lo usa dieciocho veces y siempre en el sintagma nominal alcalde hordenario9, como sucede —¿otra coincidencia?— en los textos peninsulares anteriores a la redacción de la famosa crónica andina. Por último, interesa el uso, en el mismo patrón, de las voces quechuas curaca camachicoc en la pluma de Guamán Poma de Ayala, una suerte de adaptación local de una tradición cultivada por siglos; nótense además las huellas de las alternancias vocálicas que hoy caracterizan al español andino en el fragmento (4)10. Atendiendo a los ejemplos (4 y 5), la distancia cronológica y geográfica da cuenta, aunque de modo ciertamente parcial y fragmentado, de la pre- 7 No entro ahora en las razones —también historiográficas— que explican esta presencia, sólo remito a la bibliografía señalada en la nota anterior. 8 Unos ejemplos: “En la villa de Mondragon, treynta dias del mes de desienbre, anno del Nasçimiento del nuestro Salvador Ihesu Christo de mill e quatroçientos e seys annos, ante Garçia Ybannes d’Arauna, alcalde hordenario en la dicha villa [...]” (1406, Carta de traslado, CORDE); “[...] e espeçialmente estando ende en el dicho conçejo el sennor Martin Ybannes de Ybeyeta, alcalde hordenario en la dicha villa [...]” (1518, Autos de pleito, COR DE). 9 Uno, por ejemplo, aparece en el cuerpo de unas ordenanzas que el cronista atribuye a los incas y viene acompañado de una voz actualmente considerada vulgarismo panhispánico: “Yten: Mandamos que ayga alcalde hordenario de cada repartimiento” (1609, Corónica, 184). Un ejemplo más: “algún yndio de los dichos, lo denuncie [al ladrón] al dicho corregi dor o al alcalde hordenario [...]” (1609, Corónica, 866). 10 No me detengo en este asunto, por conocido. Para más detalles, cf. Cerrón (2003) y Escobar (2000). Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 44 Garatea ALTERIDAD E HISTORIA DEL ESPAÑOL DE AMÉRICA sencia del español en la zona y, sobre todo, del contacto indígena con el mundo letrado, aunque el vínculo comprometa sólo a un puñado de hombres. Asimismo, es evidente que los autores peruanos recibieron algún tipo de formación y entrenamiento en lengua escrita y en composición textual, no obstante los desajustes que saltan a la vista. Lo seguro es que tuvieron maestros, tal vez no un profesional, pero sí a alguien que los acercó al discurso escrito, con resultados muy desiguales, por cierto. No es poca cosa en el contexto andino de los siglos XVI y XVII. Por cierto, la investigación contemporánea ha demostrado que los textos cumplen con su finalidad gracias a que están dotados de características estructurales y discursivas que los diferencian en sus funciones y en las relaciones que generan entre emisor y receptor. En ese sentido, el texto (4) cumple con un tipo textual, la denuncia, no obstante la irregular destreza discursiva que muestra Napampoma en su escritura, y, por su parte, el (5) se sirve de una estructura —digamos— jurídica porque es útil y pertinente a los propósitos de la crónica11. En otro orden de cosas, que en las redes sociales de los autores la escritura fuera objeto de enseñanza mientras avanzaba el contacto en lo oral es indicio de que existieron circuitos comunicativos que implicaron bastante más que la azarosa exposición. Implicaron, por ejemplo, reflexión, conciencia y atención en una segunda lengua; implicaron dominio gráfico y aprendizaje de modelos. Por si fuera poco, ello no es atribuible a las escuelas oficiales para hijos de caciques o curacas 12. En el Perú hubo dos: una en el Cercado de Lima, llamado “El Príncipe”, fundado en 1619 y otra, en el Cuzco, con el nombre de San Francisco de Borja, en 1621. Las fechas de fundación excluyen de inmediato a los autores porque ambos escribieron antes. Sí es plausible, en cambio, que fueran educados por algún doctrinero, algún escribano o como retribución de un servicio personal. Dicho sea de paso, conocido es el énfasis puesto desde el principio en la educación de la población, sobre todo de los niños, como medio de adoctrinamiento religioso, otra manera de llamar a la 11 Sin menoscabo de la calidad y del valor inherente a la obra de Guamán Poma de Ayala, cabe la pregunta: ¿habría variado el registro del español andino si hubiera elegido otro tipo de texto para dirigirse al Rey y denunciar los abusos contra los indios peruanos? 12 Fue Felipe II quien ordenó al virrey del Perú, Francisco de Toledo, en 1573, la creación de colegios para la “nobleza indígena”, mejor dicho, para hijos de caciques o, si se usa la voz andina, para hijos de curacas. La orden fue cumplida, sin embargo, cuarenta y seis años después por otro virrey, Francisco de Borja y Aragón, Príncipe de Esquilache, a inicios del siglo XVII, en plena campaña de extirpación de idolatrías. En México las escuelas empezaron antes que las peruanas. Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 45 Garatea ALTERIDAD E HISTORIA DEL ESPAÑOL DE AMÉRICA conquista13, o como contraprestación de las atenciones domésticas que recibían las autoridades coloniales, otra manera de dominar y someter a los indígenas. Nada de esto debe ser pasado por alto aunque la historia haya silenciado —tal vez para siempre— los nombres, las fechas, los métodos y los modelos que intervinieron en la enseñanza de los indios citados y, tal vez, de muchos otros cuya existencia no podemos descartar. Algo más: si es obvio que la biografía de las personas interviene tanto en la producción como en la comprensión de un discurso, entonces deberíamos hacernos cargo de ello cuando estudiamos un texto en busca de formas gramaticales o cuando evaluamos una situación comunicativa. Con mayor razón, si de por medio hay un contacto de lenguas y se quiere precisar el estatus de un fenómeno particular. Por ejemplo, el cronista indio dice de sí mismo: El autor don Felipe Guaman Poma de Ayala, digo que [este libro] me a costado treynta años de trauajo [...] Dexando mis casas y hi[j]os y haziendas, e trauajado [...] seruiendo a Dios y a su Magestad, prendiendo las lenguas y le[e]r y escriuir, seruiendo a los dotores y a los que no sauen y a los que sauen. Y me e criado en palacio, en casa del buen gobi[e]rno y en la audiencia y e seruido a los señores bisorreys, oydores, prisedentes y alcaldes de corte y a los muy yllustres yn Cristos señoría obispos y a los yllustres comisarios. Y e tratado a los padres, corregidores, comenderos, becitadores, ciruiendo de lengua [...] (Guamán Poma de Ayala 1615 [1980], 701). De esta manera, Guamán Poma de Ayala enumera las redes de interlocución14 en las que desarrolló su competencia lingüística bilingüe (cf. Gara tea 2011 y 2010) y afianzó su identidad y su cultura 15. Es un caso excep- 13 Mira Caballos (1999, 52-53) recuerda que la preferencia por la educación de los jóvenes tenía claros antecedentes en la España medieval e, incluso, aparece sugerida en una de las Partidas de Alfonso X: “Ca después que ellos fueren enmendados, más ligero puedan los otros ser atraídos e enmienda, et tollerles de aquel mal que fazen”. 14 Las aquí llamadas redes de interlocución no son opuestas a las redes sociales. Son las re des sociales. Sin embargo, me parece más transparente la expresión redes de interlocución o comunidades de interdependencia, que encontré en un trabajo de Seyla Benhabid (2006), aunque posiblemente tiene antecedentes que ahora ignoro. Digo que me parece más transparente porque, al margen del cambio en los términos, que sería mero asunto cosmetológico, sí dice, desde el nombre, que cada uno de los vínculos de los hablantes, la red, es un vínculo que se constituye dialógicamente, es decir, mediante la experiencia sensorial e intersubjetiva. El matiz no es poca cosa. Al contrario, es de la mayor importancia. En primer lugar, porque los vínculos que establece un individuo y que forman parte de su contexto social son vínculos mediados por actos de habla; en segundo lugar, porque todo acto de habla implica una validación intersubjetiva, una aprobación o un rechazo hacia lo que se dice, al cómo se dice y al cuándo se dice; y en tercer lugar, porque es en el hablar con otro donde se concretizan y legitiman las normas y su respectiva aplicación situacional (Garatea 2009, 160). 15 Ciertamente que esta afirmación implica que la identidad es siempre una identidad //47 Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 46 Garatea ALTERIDAD E HISTORIA DEL ESPAÑOL DE AMÉRICA cional, por cierto. Pero confirma que todo hablante está siempre integrado en redes sociales o de interlocución en las que desarrolla, usa y perfecciona su competencia lingüística y aprende a actuar verbalmente de acuerdo a los modos esperables en cada uno de los contextos que constituyen su mundo de interacción social. Si se equivoca, pierde eficiencia y pertinencia comunicativa, aunque bien puede, el mismo individuo, actuar eficiente y pertinentemente en otro u otros contextos16. Sucede lo mismo si pensamos en los tipos de textos que un individuo aprende a elaborar. Uno aprende a escribir produciendo tipos de textos y cada tipo implica modos, efectos y contextos diferentes. Dicho en palabras de Coseriu (1956-1957, 19)17: “Alguien puede saber hablar en general y saber español pero [p.e.] ser incapaz de hablar de manera apropiada a un niño, de pronunciar un discurso político o de escribir una carta de pésames, precisamente por carecer, en cada caso, del correspondiente saber expresivo”. Y es que “no siempre el que habla correctamente sabe hablar en contexto. Los hay que son pulcros al emplear la gramática, pero cometen errores de adecuación situacional (Briz 2008, 27). Ya decía Schlieben-Lange (1983) que a alguien que domina las reglas idiomáticas de una lengua pero no algunas reglas discursivas ni de adecuación situacional no se le tilda de “no hablante de esta lengua” sino de “no perteneciente a esta comunidad” porque no actúa de manera adecuada con el contexto ni en concordancia con las tradiciones discursivas esperables en él 18. Son estas ideas las que permiten asumir, por ejemplo, que la historicidad de las tradiciones discursivas es distinta de la historicidad de las lenguas históricas y que, por ello, debe tenerse en cuenta que son las lenguas históricas o sus variedades las que definen a los grupos o comunidades lingüísticas mientras que son los grupos profesionales o religiosos, las corrientes lite- //46 plural. He razonado sobre la importancia de esta idea en la pragmática y a propósito del español de Lima en Garatea (2009). 16 Viene a cuento citar aquí la siguiente reflexión por su entronque con las ideas que siguen: “Las diversas esferas de la actividad humana están todas relacionadas con el uso de la len gua. Por eso está claro que el carácter y las formas de su uso son tan multiformes como las esferas de la actividad humana [...] La riqueza y diversidad de los géneros discursivos es inmensa porque las posibilidades de la actividad humana son inagotables y porque en cada esfera de la praxis existe todo un repertorio de géneros discursivos que se diferencia y crece a medida que se desarrolla y complica la esfera misma” (Bajtin 1982 [2003], 248). 17 La reflexión procede de un manuscrito inédito de Coseriu, “El problema de la corrección idiomática”, que custodia el archivo Coseriu de la Universidad de Tübingen. Cito, por ello, de López Serena (2013). 18 Para los efectos de estas ideas en el marco de la teoría lingüística y del concepto de saber expresivo, cf. López Serena (2012). Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 47 Garatea ALTERIDAD E HISTORIA DEL ESPAÑOL DE AMÉRICA rarias, los movimientos políticos, la administración, etc., los que definen a las tradiciones discursivas (Koch 2008, 55). De manera que si “en nuestra vida cotidiana, nos vemos como miembros de una variedad de grupos y pertenecemos a todos ellos” (Sen 2007, 11), el contacto de lenguas, con las diferencias propias de cada caso y de cada época, y con el adicional que implica una segunda lengua, con sus respectivas tradiciones, también genera puntos de encuentro, con fuerzas y espesores diversos, entre los idiomas, las tradiciones y las culturas involucradas. Los hablantes no tienen por qué estar inmersos de la misma manera en todos los contextos ni debe suponerse igual acceso a los circuitos comunicativos que instaura el contacto, en el ámbito de la lengua oral y de la lengua escrita19. La diversidad es un principio, la homogeneidad una entelequia. No es un contacto; el contacto es una pluralidad de modos de vivir y participar en dos lenguas y culturas. Para el período, como también hoy, esta idea es fundamental. La difusión del español y el nuevo ré gimen implicaron la generación de una heterogeneidad de contextos y puntos de encuentro cuyas características son apenas mencionadas en la historia del español de América, no obstante el consenso en torno a su importancia y a que esa diversidad anduvo de la mano del violento arrinconamiento de las lenguas y de los pueblos amerindios. Lo que se necesita es tener una base conceptual que responda a la dimensión fenomenológi ca del lenguaje y al hecho de que todos los hablantes se valen de distintos saberes, de experiencias también distintas, que se reflejan en la actuación verbal, sea como emisor o como receptor de discursos orales o escri tos. Si volvemos al pasaje de Guamán Poma de Ayala es difícil identificar una forma —digamos así— propia del español andino. Todas pueden ocurrir en todas partes. El contacto parece no tener relevancia y podríamos incluso reducir la dimensión andina del texto al contenido y a la procedencia del autor. Sin embargo, otro es el juicio cuando recontextualizamos la crónica y precisamos que el autor es un indio bilingüe del siglo XVII. Cambia el juicio porque, con la recontextualización, adquiere relevancia una muestra excepcional de los receptores. Aparece otra voz usando modalidades ajenas para expresar un mundo propio. Sucede lo mismo cuando, por ejemplo, Guamán Poma de Ayala usa formas entonces habi19 El mayor interés tiene en este contexto la circulación de libros durante la colonia; cf. Gui bovich (1990, 2010a y 2010b). Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 48 Garatea ALTERIDAD E HISTORIA DEL ESPAÑOL DE AMÉRICA tuales en los patrones literarios para ofrecer un supuesto diálogo entre el rey de España y él (962-980)20 o cuando se aprecia que la presunta conversación de Pizarro con Atahualpa en Cajamarca, que narra la crónica, cumple con las pautas de los interrogatorios judiciales (387) referidos por Eberenz (2000 y 2003) para el español medieval, no sólo en la alternancia de turnos sino en el dominio del discurso directo y del indirecto (cf. Garatea 2010). Todo ello indica la circulación y la conciencia de tradiciones discursivas y que, por tanto, en el espacio que rodeó al cronista, su red, eran, si no de dominio general, al menos sí, empleadas y reconocidas por algunos de los grupos de su entorno. Al mismo tiempo, puede señalarse, por ejemplo, la presencia del voseo en nuestro cronista, vosean españoles e indios, de acuerdo con la norma y el proceso general que los arrastra hacia el tuteo, y también vocean unos negros esclavos a quienes además intenta representar con su modo estereotípico de hablar español, en un capítulo titulado Mala reprensión y diálogos satíricos. Cito un fragmento del diálogo entre dos negros esclavos: Ací no Fracico, mira que hazemos tu amo tan uellaco, mi amo tan uellaco. Cienpre dize daca plata, toma pallo, quebra cauesa y no dale tauaco [...] Pues, ¿qué haze? Mira, conpaniero Fracico mío, toma bos una, separa yo [o]tra y picamos monte. Allí lleuamos negrita y rranchiamos a yndio, español matamos. Y ci coge, muri una ues. Allí dormir, comer, tomar tauaco y lleuar uino, chicha, borracha no más. Cacaua, Fracico, uámonos (Guamán Poma de Ayala 1615 [1980], 718) Otro caso, en un dominio social y cultural diferente, es la prosa de un interesante personaje: Agustín Capcha, indio bilingüe, nombrado fiscal eclesiástico en el siglo XVII, durante la campaña de extirpación de idolatrías y cuyos textos atesoran signos de los efectos idiomáticos del contacto (cf. Garatea 2007 y 2010). De ellos, me interesa algo puntual. Eberenz y De la Torre (2003, 28-29) demostraron que, desde antes del descubrimiento, los escribanos, luego de presentar a las partes involucradas en un pleito o denuncia, solían conducir el desarrollo del texto mediante fórmulas como estando hablando o comenzaron a hablar (de/en/sobre) o respondió diciendo. De este modo indicaban el cambio de turno en el hablar, mejor dicho, que lo escrito correspondía a lo declarado y se precisaba así quién decía qué. El escribano sólo cita. Capcha usa el patrón en algunos 20 Véanse, por cierto, los trabajos de Adorno mencionados en la bibliografía final. Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 49 Garatea ALTERIDAD E HISTORIA DEL ESPAÑOL DE AMÉRICA textos, algo esperable debido a la motivación jurídica de su discurso. Reproduzco un fragmento para resaltar esos mecanismos: [...] a esto lo dixo su dicha muger [al indio]: “Hermano, como queres quebrantar el juramento que hiseste, sues chrestiano”. Le respondió desindo que quién la metía en lo que estaba hasindo, desindo esto lliuantó aporrearla [...] que en esto comensó a hablar muy mal la dicha Ynés Magdalena desendo que [...] Estas palabras habló la dicha Ynés Magdalena [...] (Rivarola 2000, 85). Pues bien, junto a la continuidad formal del fragmento, es evidente la interferencia de la lengua materna del autor. La reducción de la estructura silábica /ie/ a /i/, se explica porque las lenguas andinas, tanto el quechua como el aimara, carecen de secuencias vocálicas monosilábicas, lo que, por cierto, puede ocasionar vacilaciones en la misma palabra (p.e., desindo/desendo). La anomalía en cuanto al uso etimológico del clítico lo, que pasa a marcar objeto indirecto (lo dixo su muger al indio) en la primera línea, es frecuente en el español andino, no obstante que luego emplea el patrón etimológico (Le respondió y quién la metía en lo que...)21. Por otra parte, tratándose de testigos, Capcha registra, en discurso directo, las palabras de la india declarante, de manera que uno podría pensar que lo que lee es lo que dijo la india, pasando por alto la intermediación del fis cal. Sin embargo, el pasaje es buena muestra de que no hay tal fidelidad y que a los problemas sobre la correspondencia de lo oral con lo escrito (y viceversa) viene a sumarse la percepción y la mano de quien oye y luego escribe. La cita que “reproduce” las palabras de la india trae formas de tuteo (hiseste) y voseo (sues) y un (queres) que podría ser tuteo o voseo (cf. Rivarola 2000, 87). ¿Serán originales de la declarante o son del fiscal? Imposible saberlo. Por último, téngase en cuenta el vocablo lliuantó, con el sentido de “empezar” y cuyo dígrafo inicial puede deberse a simple cruce con llevar. Quiero decir que, a pesar de ser estrategias argumentativas que dan paso a la cita directa, es muy arriesgado apostar por una coincidencia en tre lo que se dijo y lo que se lee. Lo que se tiene es un modo de enunciación que aparenta reproducir el discurso oído. Pura mimesis 22. El paso de lo oral a lo escrito implica la distorsión, mejor dicho, el reacomodo del discurso a otras condiciones y requerimientos de enunciación; en este 21 Para este fenómeno remito sobre todo a Cerrón-Palomino (1992 y 2003), Granda (1996 y 2001), y también Caravedo (1996-1997). 22 Estas ideas proceden de Frank (1997), Selig (1993) y Stempel (1972 y 2007), entre otros. Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 50 Garatea ALTERIDAD E HISTORIA DEL ESPAÑOL DE AMÉRICA caso, como en tantos otros, implica además la intermediación de un tercero que actúa como puente entre lo dicho y lo escrito. Por ello es tan importante avanzar hacia una tipología de los textos que llegaron a América y de sus respectivas características formales 23, una tipología que ayudará tanto en el contraste como en determinar el estatus y la función de los hechos de lengua. Pienso que el contacto deja ver así que en él, como en todo acto de habla, la dimensión gramatical está acompañada de otras dimensiones, tan o más complejas que ella, expresadas en el uso, en la comprensión y asentadas en la cognición y la subjetividad humanas, adquiridas y desarrolladas en interacción con otros hablantes y en distinto tipo de contextos. Son la gramática, las tradiciones y la cultura las que estructuran las redes de interacción y configuran diversos espacios comunicativos. La manera más clara de decirlo es afirmar que el contacto de lenguas a secas no existe. Lo que existe son personas hablando. El contacto es entre personas y se produce hablando. No ocurre en el aire, ni es una abstracción, y difícilmente admite pronósticos. Ocurre por intermedio de actos de habla que se producen entre personas de carne y hueso, en un momento y en un lugar determinados. Por cierto, la lectura es también un acto verbal. El mundo letrado es parte del contacto y crea sus propias condiciones y circuitos de interacción y difusión. Bastante simple, pero nada trivial24. ¿Un lugar común? Tal vez. Lo cierto es que en cualquier caso, en tanto actividad verbal, el habla y la comprensión, oral y escrita, generan múltiples evocaciones. Evocan procesos cognitivos, cultura, dominio gramatical, normas, pero también eficiencia pragmática, intensiones, percepción, tradiciones y, por cierto, evocan modos de vincularse con el mundo y el espacio. Weinreich decía, en 1953, que el individuo es el lugar del pro cesamiento del contacto. Tuvo razón25. 23 En esta línea, están los estudios y las propuestas de Wesch (1994, 1998, 2005 y 2006). 24 He explorado algunos conceptos inherentes a estas ideas en Garatea (2011a). 25 Tal vez nos ayuden a comprender mejor lo que sucede en el individuo los hallazgos de la neurofisiología, como señaló Zimmerman hace poco (2006) y que López García (2010) ha mostrado en torno a la variación y la porosidad de la lengua española. En esta ruta, el es pañol andino, como objeto de investigación, habrá de obtener un nuevo perfil, seguramente más complejo, diverso y contradictorio, que terminará definiéndose en la acción, en la voluntad y en la conciencia de los hablantes. Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 51 Garatea ALTERIDAD E HISTORIA DEL ESPAÑOL DE AMÉRICA 4. LA ALTERIDAD INDÍGENA. Dicho lo anterior, es inevitable la pregunta por el otro26. Es la pregunta por el oyente, en este marco, la muchedumbre amerindia que recibió otra lengua y cultura en sus espacios comunicativos. Es, pues, la pregunta por la comprensión del acto verbal, pero también por la percepción recíproca y por los elementos subjetivos que intervienen en la elaboración del discurso, en la selección de formas gramaticales y en la elaboración de los enunciados verbales. Creo que hacia ello apunta Angelita Martínez (2010) cuando subraya que los hablantes optamos entre las posibilidades que ofrece el sistema y que, en simultáneo, hacemos una evaluación de las condiciones comunicativas que percibimos en el interlocutor y en el contexto. Podríamos llamar a esto “principio de acomodación pragmática”27, algo válido para lo oral y lo escrito. Pero se comprende con el mundo que uno lleva a cuestas. “Los oyentes de una lengua pueden entender cualquier cosa [...] pero a su manera” (López García 2010, 51). Decía Husserl (1921): “Yo, como persona, no soy un componente egológico momentáneo del acto, sino el yo, que ha llevado a cabo todos sus actos previos” (cit. Rizo Patrón 2010, 90). Es, pues, la his toria personal la que asiste y determina la comprensión. El mundo vivido, diríamos con otro alcance. Las evocaciones tienen un papel central. Se evoca lo que la persona posee cuando interviene en un acto verbal. Hablar no es creación absoluta, sino recreación voluntaria de estructuras, diálogos y experiencias. Los ejemplos de Guamán Poma de Ayala y de Agustín Capcha son elocuentes precisamente porque son discursos producidos por los receptores o, si quiere, por los otros del contacto. Ellos evocan las lenguas, las culturas y las experiencias que intervienen en el 26 En esta orientación hay que recordar el conocido el trabajo de Todorov (1987) sobre el problema del otro en la conquista de América. Sin embargo, como se verá, difieren los elementos considerados en su caso y los señalados en las líneas siguientes, aunque coincidan el interés y el foco de atención. Por otra parte, vale la pena tener en mente las reflexiones de Gruzinski (2000) en torno al proceso de mestizaje y los retos que este proceso plantea a la teoría y, sin duda, a la historia del español americano. Algunas ideas ofrecidas por Gru zinski son perfectamente complementarias a los razonamientos expuestos aquí, por cuanto ellas se ocupan del marco en el que se desarrollan los procesos lingüísticos arriba mencio nados. Las reflexiones de Todorov se vinculan más, en cambio, con la representación del mundo recién descubierto, algo que, como digo, ayuda a contextualizar los ejemplos que se ofrecen en las páginas siguientes y los sitúa en un proceso de mayor amplitud que el mera mente lingüístico. 27 En Bajtin (1972 [2003], 267) encuentro el siguiente fragmento: “La voluntad discursiva del hablante se realiza ante todo en la elección de un género discursivo determinado. La elec ción se define por la especificidad de una esfera discursiva dada, por las consideraciones del sentido del objeto o temáticas, por la situación concreta de la comunicación discursiva, por los participantes de la comunicación”. Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 52 Garatea ALTERIDAD E HISTORIA DEL ESPAÑOL DE AMÉRICA contacto, y, en concreto, evocan cómo vivieron el contacto, lo que, de paso, plantea cómo valorar sus obras y el estatus de los fenómenos contenidos en esos textos. Podríamos, incluso, preguntarnos, ¿qué es lo andino en ellos? Algo más: como el mundo circundante no está formado únicamente de objetos y seres vivos, sino de concepciones, ideas y prejuicios, que se en lazan en la identidad de cada individuo, el contacto no es sólo un cambio en el horizonte de sentido sino que, al mismo tiempo, es un cambio que arrebata y transforma la identidad de cientos de personas y que dispara interpretaciones a partir de evocaciones familiares que, en ocasiones, se traducen en analogías o en la exposición de hechos y creencias asentadas en la memoria colectiva. Hay testimonios de descubridores y conquistadores que recuerdan el mundo árabe cuando se refieren a la diversidad lingüística de América: “un avla como arábigo” menciona la Relación Samano-Xerez, y el contador Zárate dice, sobre las lenguas del Perú, que “hablan de papo como los moros” (apud Rivarola 2001, 221 y 220; Ludtke 1996). En la misma lógica: los auquénidos andinos terminan asimilados analógicamente a “camellos pequeños del tamaño de vn venado” por Antonio Vázquez de Espinosa (Compendio y descripción de las indias occidentales, 1629, CORDE), comparación que, de repetida, se convierte en tópico en la historiografía del XVII, aunque su uso empezó en el XVI. Pues bien, si estas —digamos— innovaciones son respuestas a la novedad del nuevo mundo y expresan la perspectiva foránea, es de interés encontrarlas en textos que suelen tenerse como exponentes del lado andino. En los Comentarios reales (1609) del Inca Garcilaso, por ejemplo, la llama es descrita así: “A ningún animal semeja tanto como al camello, quitada la corcova y la tercia parte de la corpulencia” (1609 [1991], 528), con lo que la prosa del Inca se hace eco el tópico mencionado. También la usa Guamán Poma de Ayala. En su crónica la analogía viene incluso acompañada en una ocasión de otra expresión, también española, para nombrar a los auquénidos, carneros de la tierra28. Escribe: “dezía que abía camellos chiquitos de los carneros de la tierra” (372). No acaba aquí el asunto. Siglo y medio después, la analogía está presente en el debut lexicográfico de la Real Academia Española. En Autoridades (1737) figura (sub oveja), con cierto aire garcilacista, que son “semejantes à los camellos, no tan vastos 28 Para los problemas y variaciones semánticas en torno a esta expresión, Garatea (2011d). Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 53 Garatea ALTERIDAD E HISTORIA DEL ESPAÑOL DE AMÉRICA y grandes, y sin corcoba”. Lo que tenemos es, pues, la continuidad de una creación verbal que suple un vacío en el acervo léxico español y que logra mantenerse a lo largo del tiempo y penetra incluso en la tradición lexico gráfica hispánica. Si bien el marco es el del contacto, no creo que los ejemplos citados planteen aspectos exclusivos de la diacronía. Me parecen propios de la realidad fenomenológica del lenguaje. Lo que hay es una reacción natural y práctica de individuos que hacen lo posible por comunicarse de manera eficiente. El apoyo es —y sólo puede serlo— el mundo familiar 29, lo conocido, que gatilla el discurso y provee las unidades y el modo en que son dispuestas en el enunciado. Sólo de manera idealizada los usos del yo y los tú son idénticos30. Los hablantes suelen aceptar desvíos que no excedan los márgenes de lo que entienden por su lengua ni de los puntos que permiten la comunicación. Cuando van más allá se rompe el vínculo que los hace partícipes de la misma comunidad. En el contacto, a veces ni siquiera hay ruptura porque no hay vínculo previo. Lo que, en todo caso, se rompe, como sucedió en el Perú, es el orden anterior y la estructura social que daban sentido al mundo cotidiano. Distinto es el caso cuando se trata del contacto entre variedades de la misma lengua o del contacto producido por migraciones en el interior de un país o fuera de él. En estos podría hablarse de rupturas. Sin embargo, en todos hay contacto, pero son distintos, y, por tanto, lo que vale para uno no vale necesaria- 29 En otro ámbito académico y con fines distintos, Rizo-Patrón de Lerner (2010) ofrece la si guiente reflexión. La cito por el interés que despierta y por su vinculación con lo expuesto arriba: “el mundo familiar no es inmediatamente asequible, cognitiva y afectivamente. En él compartimos los mismos gestos y lenguajes, sabemos ‘para qué sirven las cosas’, ‘qué finalidades’ tienen las acciones de las personas, compartimos las mismas costumbres (ethoi), anticipamos en analogías concretas los comportamientos y el curso de nuestras percepciones [...] las anticipaciones concretas de nuestra experiencia cotidiana, que se pueden plenificar ininterrumpidamente, se dan bajo criterios o medidas ‘normalizadoras’ que permiten identificar la eventual decepción en la planificación como lo ‘excéntrico’ o ‘desquiciado’” (Rizo Patrón 2010, 100). Dicho sea de paso, los trabajos Todorov (1987) y Gruzinski (2000) no son ajenos a este tipo de ideas, no obstante que sus intereses y sus respectivos puntos de partida sean otros. 30 Recuerda Baldinger que “c’est encore Michel Breal qui a mis en relatif la diversité du milieu social (Breal Essais 1897, 287) le fait que les occupations, les actes, les intérêts dont se compose la vie de la société se partagent entre différents groupes d’hommes: ni l’état d’esprit, ni la direction de l’activité ne sont les mêmes chez le pêtre, le soldat, l’homme politique, l’artiste, le marchand, l’agriculteur. Bien qu’ils aient hérité de la même langue, le mot se colorent chez eux d’une nuance distincte, laquelle s’y fixe et finit par y adhérer. L’habitude, le milieu, tout l’atmosphère ambiante déterminent le sens du mot et corrigient ce qu’il abatí de trop general” (Baldinger 1991, 67-68). Cf. también Kabatek (2011). Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 54 Garatea ALTERIDAD E HISTORIA DEL ESPAÑOL DE AMÉRICA mente para los demás. Pero hay elementos comunes, generales. Que todo nuestro conocimiento comience por la experiencia, no significa que todo nuestro conocimiento proceda y esté enraizado en la experiencia. De ahí que esos elementos generales correspondan al saber hablar, a la dimensión cognitiva, racional del ser humano y, además, a algo esencial en toda lengua y que se pone a prueba desde el primer instante: el fundamento social del lenguaje. El ser con otros, en términos de Coseriu. Todo acto verbal tiene la propiedad de estar orientado hacia alguien. En este sentido, el otro, el oyente, el receptor interviene en la producción discursiva del hablante. Coseriu lo dicen mejor: [...] la alteridad del lenguaje —correspondiente a la alteridad del hombre—, o sea, a la manifestación del “ser-con-otro” en cuanto dimensión esencial del ser del hombre. Este “ser-con otro” —el reconocerse a sí mismo en otros, el reconocer en el tú a otro “yo”— es, precisamente, lo que se llama dimensión social (o político-social) del hombre y coincide con la intersubjetividad originaria de la conciencia: con el hecho de que la conciencia humana es conciencia abierta hacia otras conciencias con las que establece comunicación, es decir, les reconoce las mismas facultades de sentir, pensar, juzgar, significar e interpretar (Coseriu 1987, 18). En otra oportunidad vuelve sobre la alteridad y agrega: En realidad, nunca sabemos si estamos siendo entendidos, ni objetivamente podemos saberlo jamás, pero desde el momento que hablamos estamos reconociendo al otro capacidad lingüística y señalando con ello que sabemos que también él es un sujeto (= que es otro) (Coseriu 2007, 171)31. Las ideas de Coseriu dieron pie a que Oesterreicher razonara lo siguiente: La alteridad se refiere al hecho de que tanto la actividad del hablar, como los sistemas lingüísticos y los discursos concretos o los textos, implican siempre un alter ego [...] El corolario de la estabilidad relativa de las reglas, convenciones y normas lingüísticas, producidas y establecidas por los efectos de la alteridad, es la creatividad que no debe 31 Cuando razonó Coseriu sobre los fines y los métodos de la sociolingüística dijo que “el lenguaje es también expresión de la intersubjetividad, y, precisamente, en el doble sentido de la solidaridad con una tradición histórica y de la solidaridad “contemporánea” con una comunidad hablante, que también es histórica” (Coseriu 1981, 16). Hay que tener en cuenta que el concepto está presente en Sincronía, diacronía e historia (1957). Schlieben- Lange sintetiza así la idea: “man spricht wie andere, aber doch nicht völlig identisch [...] So können die beiden Bestimmungen des Wie-Andere-Sprechen und Für-Anderer-Sprechen zueinander in Widerspruch greaten: die Solidarität mit der Tradition (wie andere) kann unter Umständen zugunsten der Solidarität mit dem Gesprächspartner” (Schlieben-Lange 1998, 4-5). Cf. Oesterreicher (1979). Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 55 Garatea ALTERIDAD E HISTORIA DEL ESPAÑOL DE AMÉRICA ser entendida en el sentido de absoluta libertad y fuerza innovadora del sujeto hablante, sino en el de una permanente y activa adaptación de estructuras y normas de ex presión y de contenido de la comunicación verbal a las exigencias personales, motivacionales, cognitivas, situacionales y contextuales que rodean la actuación lingüística de los interlocutores [...] la historicidad puede ahora, desde esa perspectiva, concebirse como producto y mediación entre los dos universales alteridad y creatividad [...] (Oesterreicher 2006, 139; cf. 1979). Ya he insistido en que la conciencia del otro interviene en la manera en que se desarrolla la actividad lingüística y en que no se habla sólo con el lenguaje32. Claro que para la formación lingüística de Hispanoamérica habría que preguntarnos si los indígenas eran un alter ego para los recién llegados. Evidentemente que no. No había otro. Puro monólogo. Cabe, por cierto, también la pregunta en sentido inverso: ¿quién era el otro para los indígenas? En cualquier caso, conforme avanzó el contacto y se afianzó el nuevo régimen político y social el otro se fue perfilando y ganando contenido para los españoles, pero sin estar en pie de igualdad con ellos 33. En términos metodológico, estas ideas y, en especial, la noción de alteridad nos hacen preguntar acerca de quién es el otro en los textos que usamos como fuentes. ¿Quién habla? ¿Por qué habla o escribe así? ¿Desde dónde habla o escribe? Creo que en la pragmática del otro se decanta y configura el valor de los datos y de los fenómenos. Sin ello, estamos —otra vez— ante la cultura del monólogo. Tengo la impresión de que este tipo de planteamientos refuerza las hipótesis que Azucena Palacios (2010) expone en un trabajo reciente y que la llevan a concluir, por un lado, que, en el marco del contacto, la creativi dad puede motivar cambios que se salten las restricciones propuestas para los préstamos y las interferencias; y por otro, que las influencias entre las lenguas son bidireccionales, precisamente, como efecto de que el hablante echa mano de elementos de una u otra lengua con el propósito 32 Véase Raible 1998. A propósito de este punto viene a cuento el siguiente pasaje de Cose riu: “el lenguaje refleja la cultura no-lingüística: es la ‘actualidad de la cultura’ (Hegel), es decir que manifiesta los saberes, las ideas y creencias acerca de la ‘realidad’ conocida (también acerca de las realidades ‘sociales’ y del lenguaje mismo en cuanto sección de la realidad). Además de esto, no se habla solo con el lenguaje como tal, con la ‘competencia lingüística’ sino también con la ‘competencia extralingüística’, con el ‘conocimiento del mundo’, o sea, con los saberes, ideas y creencias acercas de las ‘cosas’; y ‘el conocimiento del mundo’ influye sobre la expresión lingüística y la determina en alguna medida” (Coseriu 1981, 17). 33 Lo sabemos bien quienes vivimos en sociedades históricamente desiguales, diglósicas y centralistas, sociedades en las que conviven lenguas diversas y variedades lingüísticas que despiertan preferencias y aversiones en la población. Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 56 Garatea ALTERIDAD E HISTORIA DEL ESPAÑOL DE AMÉRICA de asegurar el éxito de su actuación verbal (Palacios 2010, 37 y 52). Esta última observación es confirmada por Ana María Escobar cuando, luego de explorar las consecuencias estructurales del contacto entre el español y el quechua, concluye que ninguna de las dos lenguas es pasiva en el contacto; por el contrario, ambas lenguas intervienen en la reorganización del español (Escobar 2000, 250). También creo que las ideas expuestas van bien con las hipótesis y reflexiones de Caravedo (2005, 2010 y 2011) en torno al contacto entre hablantes de variedades de español, en concreto, del español andino en la ciudad de Lima, que como efecto de migraciones ha avivado prejuicios y estigmas sociolingüísticos y culturales en el espacio receptor y está recomponiendo la variedad costeña tradicional. Por otra parte, creo que la hipótesis del signo bicultural propuesto por Parodi (2009) implica el reconocimiento de la alteridad y los efectos semánticos de la praxis —precisamente— en un contexto en que los signos se ven obligados a ampliar su alcance para conservar su capacidad designativa y evocativa. Del mismo modo, aunque en otro campo, me parece plausible entroncar estas reflexiones con algunos casos del sincretismo religioso que anduvo en paralelo a la difusión del español. Como ejemplo pongo el valioso estudio de Eva Stoll (2010) sobre la supervivencia del dios andino del relámpago, del trueno, llamado Illapa camuflado por la población indígena bajo el nombre del santo cristiano Santiago. El cambio de nombre expresa la aceptación del poder español mientras que la continuidad semántica expresa la voluntad de preservar el mundo religioso primigenio y de seguir hablando de él. Lo glosa Guamán Poma cuando describe “cómo sacrificaban al yllapa, al rayo que agora les llaman Santiago” (256)34. Cuando se repasa la historia del español andino uno tropieza con pasajes como el siguiente, que alerta sobre la antigüedad los valores atribuidos a la variedad y sus hablantes por quienes los observan desde fuera de la comunidad de usuarios. Ciertamente que en ello está en juego la conceptualización del alter ego. El jesuita Gonçález Holguin (1609) sugiere al aprendiz de quechua: Huyr del modo de hablar de los ladinos, y no hablar mucho en la lengua con ellos, porque ya los indios ladinos por mostrar que lo son dexan el estilo galano de su lengua, y españolizan lo que hablan, y precianse de atraer su lenguaje al castellano, y yerranlo 34 Otros ejemplos en Ezcurra (2011), quien ofrece interesantes observaciones sobre los fenómenos de cambio semántico en el marco del contacto. Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 57 Garatea ALTERIDAD E HISTORIA DEL ESPAÑOL DE AMÉRICA tanto que no bien hablan su lengua, ni bien imitan la nuestra, y assi haze a su lengua mezclada y barbara, siendo galanísima (Gonçález Holguin 1607 [1975], 119)35. Hay, pues, razones para concluir que la historia del español andino es la historia de un espacio geográfico y comunicativo 36. Es la historia de una manera de representar y valorar al otro y a la lengua del otro. El español andino no es, pues, una realidad que responda a dos mundos. No es algo que pueda dividirse en dos partes, la quechua y la española. Es más complejo que eso. Está integrado de biografías, espacios, percepciones, redes de interlocución, aprendizajes, en suma, de culturas que se actualizan en actos de habla y que han generado modos de convivencia marcados de incertidumbre, discriminación y misterio. Tal vez por eso la historia del español de América y el lugar del contacto en esa historia son ventanas que nos invitan a observar personas, seres humanos hablando con otros seres humanos, no entelequias regulares ni previsibles. Sin embargo, lo que todavía vemos hoy son espejismos o nuestros reflejos en un pasado que nos es ajeno. BIBLIOGRAFÍA Adorno, Rolena. 1978. “Las otras fuentes de Guamán Poma: sus lecturas castellanas”. Histórica 2.2: 137-158. ——. 1980. “Redacción y enmendación del autógrafo”. En Guamán Poma (1615 [1980]), XXXIIXLV. ——. 1989. Cronista y príncipe: La obra de Felipe Guamán Poma de Ayala. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú. ——. 1991. Guamán Poma: Literatura de resistencia en el Perú colonial. México: Siglo XXI. Auerbach, Erich. 1950 [1966]. Mimesis. México: FCE. 35 Cerrón Palomino ve en este fragmento el “surgimiento de un ideal de corrección idiomáti ca de carácter exo-normativo, según el cual el prototipo del buen decir no hay que buscarlo ya entre los hablantes nativos de la lengua, socialmente deprimidos, sino, por paradójico que parezca, en el habla del amo, y ello se consigue aproximando, conciente o inconscien temente, la estructura del vernáculo a la del idioma de prestigio” (Cerrón Palomino 2010, 377). 36 Oesterreicher hace la siguiente precisión: “desde la perspectiva historicidad-diversidad lingüística el español andino interesa por su carácter diferencial con respecto a las demás va riedades y formas lingüísticas del español americano. Entra en su conjunto diferencial y contrastivo de estructuras, lo que no implica y no exige una consideración discursivo-pragmático y funcional. Desde la perspectiva variacional, sin embargo, importan fundamental mente problemas relacionados con el estatus de esta variedad que rige, en el marco del español peruano o en el marco de las lenguas oficiales de los países andinos, los usos en si tuaciones comunicativas y determina la evaluación y apreciación de esta variedad” (Oesterreicher 2006, 141). Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 58 Garatea ALTERIDAD E HISTORIA DEL ESPAÑOL DE AMÉRICA Bajtin, Mijail. 1979 [2002]. “El problema de los géneros dicursivos”. En Estética de la creación verbal, 248-293. Buenos Aires: Siglo XXI. Baldinger, Kurt. 1991. “Le changement de sens. Problèmes anciens et perspectives nouvelles”. Bulletin de la Classe des Lettres et des Sciences Morales et Politiques 3-4: 63-102. Briz, Antonio, coord. 2008. Saber hablar. Madrid: Aguilar, Instituto Cervantes. Caravedo, Rocío. 1996-1997. “Los pronombres objeto en el español andino”. 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Carlos Garatea Pontificia Universidad Católica del Perú [email protected] Trabajo recibido el 5 de marzo de 2013 y aprobado el 15 de abril de 2013. Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 62 Obediente EL APUNTES LÉXICO DE LA CARTA COLOMBINA DE SOBRE EL LÉXICO DE LA CARTA COLOMBINA DE 1498 1498 Enrique Obediente RESUMEN. En este artículo se revisan y comentan algunas lexías simples y complejas de la cartarelación dirigida por Cristóbal Colón a los Reyes Católicos con motivo de su tercer viaje a las Indias en 1498. El objetivo del trabajo es contribuir a la recta comprensión de ciertos vocablos y expresiones que resultan oscuros al lector moderno, de modo que la lectura del documento sea perfectamente entendida en cuanto a su semántica léxica. Palabras clave: carta colombina, léxico, siglo XV. ABSTRACT. This article revises and comments some simple and complex lexemes of the letterrelation sent by Christopher Columbus to the Catholic Kings in the occasion of his third trip to the Indies in 1498. The aim of the paper is to contribute to the accurate comprehension of certain words and expressions which seem obscure to the modern reader, in order to make the reading of the document perfectly understandable in its lexical semantics. Keywords: Columbus letter, lexicon, 15th century. RESUMO. Neste artigo são estudadas e comentadas algumas lexias simples e complexas da carta-relación que Cristóvão Colombo enviou aos Réis Católicos na ocasião da terceira viagem dele para América em 1498. O objetivo do trabalho é contribuir com a correta compreensão de certas palavras e expressões que podem ser obscuras para o leitor moderno, de modo que a leitura do documento seja perfeitamente compreensível quanto à semântica léxica. Palavras-chave: carta colombina, vocabulário, século XV. 1. INTRODUCCIÓN. El objetivo de este artículo es revisar y comentar parte del léxico de la carta-relación que Colón envió a los Reyes Católicos en 1498, con el propósito de contribuir a la recta y cabal comprensión de aquella. En esta carta el Almirante da cuenta de su tercer viaje a las Indias desde que zarpa de España el miércoles 30 de mayo de 1498 y hasta su llegada a La Española el 31 de agosto. La narración es más que una mera relación pues no solo se refiere a lo vivido durante el tiempo que duró la travesía, lo concerniente al viaje propiamente dicho, sino que incluye reflexiones y consideraciones científicas, filosóficas e incluso teológicas, sin faltar las de carácter personal, como su queja y decepción por la oposición de no pocos españoles a que siguiera con el proyecto descu- Signo y Seña, número 23, junio de 2013, pp. 63-80 Facultad de Filosofía y Letras (UBA) http://revistas.filo.uba.ar/index.php/sys/index ISSN 2314-2189 Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 63 Obediente EL LÉXICO DE LA CARTA COLOMBINA DE 1498 bridor. Este documento reviste especial importancia por ser el primero que informa de la llegada a tierras continentales americanas; para Venezuela es un texto de particular relevancia pues contiene la primera descripción (parcial, ciertamente) de este país y de su población autóctona. Sabemos que entre julio y agosto de aquel año el Almirante bordeó el sur de la isla de Trinidad, navegó frente a la desembocadura del Orinoco, ex ploró el golfo de Paria (que separa a Trinidad de Venezuela), envió a algunos miembros de la tripulación a tierra firme en la costa oriental venezolana y pasó finalmente por Margarita cuando se dirigía rumbo a La Española. Colón termina la carta notificándoles a Sus Altezas el envío de “esta escriptura” con un dibujo o pintura de las tierras recién descubiertas, tierras “en q<ue> tengo assentado en el anima q<ue> allí es el parayso te rrenal” (f. 76r, 28-29)1-2. Por razones de espacio no comentaremos todo el léxico de la carta-relación, sino que nos ocuparemos únicamente de las palabras que no están registradas ni en el diccionario llamado de Autoridades ni en el DRAE (22ª ed., 2001) y de aquellas que estando en uno u otro diccionario tienen en el documento un significado (o incluso un matiz) distinto al que señalan los registros académicos. Hemos dejado fuera, pues, términos que pudieran en una primera lectura dificultar la comprensión de la carta colombina, pero que por estar registrados en alguno de los citados diccionarios (muchos con la etiqueta de “desusado” o “anticuado”), revelan su contenido semántico a través de alguna de las acepciones dadas. No está de más recordar que esta carta-relación fue enviada a los Reyes Católicos el 18 de octubre del mismo año. El documento original, del que se sabe fehacientemente que llegó a manos de Isabel y Fernando, lamentablemente se perdió, y de lo que disponemos en la actualidad es de la copia que de aquel hizo Bartolomé de Las Casas. Para nuestro análisis utilizamos una copia facsimilar del manuscrito de Las Casas que se conserva en la Biblioteca Nacional de Madrid 3. Nos servimos, además, de tres de las transcripciones más conocidas (Sanz 1962, Varela 1989 y Pérez de Tudela 1994) con el objeto de cotejar las posibles diversas lecturas. Dado el carácter lingüístico-histórico de esta investigación, se ha res- 1-2 En un trabajo anterior (Obediente 1998) tratamos los aspectos grafo-fónicos, morfológicos y sintácticos de este documento. Los números que siguen al del folio corresponden a los renglones del manuscrito. 3 Vitr. 6, nº 7, ff. 67v-76r. El facsímil fue publicado en Sanz (1962). Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 64 Obediente EL LÉXICO DE LA CARTA COLOMBINA DE 1498 petado la grafía del manuscrito; las intervenciones del texto se limitaron a transcribir las s largas (ʃ) y las sigmáticas (σ) con s, y a desarrollar las abreviaturas, para lo cual seguimos los criterios del proyecto CHARTA (www.charta.es), a saber, encerrar los elementos resueltos entre paréntesis angulares, por ejemplo, “pte” será “p<ar>te”. No escapa al lector avezado, e incluso a los no tanto, que no pocas formas encontradas en un texto pueden ser (y de hecho lo son) meros errores de escritura, torpezas gráficas o lapsus cálami, de los que el autor no se dio cuenta al momento de escribir y así quedaron. Si aún hoy, a pesar de contar con correctores de prueba tanto humanos como electrónicos, se cuelan tantos errores en los textos impresos, cuánto más en documentos manuscritos de tiempos pretéritos cuando no se tenían tales facilidades, y el medio y soporte de la escritura se prestaban menos para efectuar correcciones (Obediente Sosa 1998, 48). Ejemplificamos lo dicho con lo que consideramos indudables errores de escritura del manuscrito colombo-lascasiano: a. En f. 73r, 36 del documento se lee “rayz” donde, por el contexto, se espera raya. La transcripción presentada por la Real Academia de la Historia en Pérez de Tudela trae raya, no así las de Varela y Sanz, en las que leemos raíz. b. En f. 69r, 7 está escrito “Acordome”, cacografía por acordeme. c. Significativo es el caso hallado en f. 75r, 40: en el manuscrito se lee “braso symo<n>”, cuando de lo que se trata es del beato Simón; lo interesante es que el mismo autor se dio cuenta del error pues al margen izquierdo escribió “esto esta mal escripto”. No siempre es fácil decidir si en un caso específico hay un lapsus cálami en el manuscrito o si, por el contrario, estamos ante un problema de incomprensión por parte de lectores posteriores que luego ha dado lugar a una relectura errónea. Es el caso, creemos, del fragmento siguiente: “yo no hallo nj jamas e hallado escriptura de latinos nj de griegos q<ue> certificadame<n>te diga al sino en este mu<n>do d<e>l parayso terrenal: nj e visto en njngu<n> mapa mu<n>do” (f. 74r, 25-28). Lo citado ofrece un problema particular por, aparentemente, la presencia de ese sino que no tiene explicación para algunos investigadores. Sanz (1962) lee allí “sitio”, creemos que sin fundamento grafológico, pues claramente se lee “sino” en el documento; su lectura es “... que certificadamente diga el sitio en este mundo del Paraíso Terrenal...”. Pérez de Tudela (1994, 1.112) Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 65 Obediente EL LÉXICO DE LA CARTA COLOMBINA DE 1498 lee “sino”, al igual que Valera (1989, 215), quien intenta darle un sentido al fragmento poniendo comas; así, transcribe “... que certificadamente diga al, sino en este mundo, del Paraíso Terrenal...”; esta lectura podría eventualmente interpretarse como si hubiera un inciso adversativo precedido por error de la contracción al, corregida luego en del; la intelección sería, entonces, la siguiente: ‘que certificadamente hable del paraíso terrenal, excepto en este mundo’. Creemos que el problema no lo origina el sino sino el al que lo precede; en efecto, a nuestro juicio sino es la lectura correcta, pero al es ál, es decir, el antiguo pronombre indeterminado equivalente a ‘otra cosa’; de manera que el fragmento en cuestión debe ser entendido como que ni latinos ni griegos escribieron sobre la ubicación precisa del paraíso terrenal, no dijeron otra cosa que fuera más allá de su mera localización en este mundo. La intelección de Varela es, por tanto, la más cercana a la que proponemos, pero no estamos seguros de que esa haya sido la suya debido a la ausencia de tilde en ál, signo gráfico presente por lo demás en toda su transcripción 4. Un caso similar a este es el de ámago, del que hablaremos más abajo. Dicho lo cual pasemos a dar respuesta a lo que algunos ya se estarán pre guntando: si el tema de este número de Signo y Seña es la historia del español americano en alguna de sus facetas, ¿tiene cabida aquí un artículo que aborda cuestiones de un documento de 1498, cuando aún se estaba lejos de la implantación de la lengua española en las Indias? Es cierto que este documento de finales del siglo XV no puede considerarse estrictamente hablando un texto americano5, pero dadas la fecha y las circunstancias de su producción no le podemos negar el carácter de germen de lo que vendría después; esa lengua que trajeron los primeros europeos a esta parte del mundo sería la que echaría raíces y habría de irse adaptando a las nuevas realidades hasta lograr su propia configuración en lo que hoy conocemos como la modalidad americana de nuestro común idioma. Pero en los inicios de la empresa americana la situación era —de más está decirlo— de casi total incomunicación entre los recién llegados y los au- 4 5 Digamos, solo de pasada, que el documento relativo al tercer viaje de Colón contenido en el Libro Copiador (de discutida autenticidad) trae sitio donde el manuscrito lascasiano, el utilizado en nuestro análisis, presenta sino. Para una discusión de lo que puede entenderse como texto americano, véase en Torrens Álvarez y Sánchez-Prieto Borja (2012) la parte “Edición de documentos americanos: problemas, métodos y aspectos específicos”, 255-306. Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 66 Obediente EL LÉXICO DE LA CARTA COLOMBINA DE 1498 tóctonos, situación que en esta carta relata Colón con desespero y amargura (ver entrada lengua). En el folio 71r nos dice que envió a parte de su gente a tierra, y luego de describir cómo fue el encuentro entre unos y otros, asienta que “Recibiero<n> ambas las partes gra<n> pena porq<ue> no se entendian. Ellos p<ar>a preguntar a los otros de n<uest>ra patria: y los n<uest>ros por saber d<e> la suya” (f. 71r, 44 71v, 1). En lo que sigue nos ocuparemos, pues, de definir, explicar y comentar aquellas lexías (simples o complejas) de la carta que resultan oscuras al lector de hoy por tratarse de unidades léxicas poco usuales o anticuadas, o por aparecer en contextos que le resultan extraños. Además de la referencia, como ya se dijo, a Autoridades y al DRAE, en algunos casos hemos recurrido también al Diccionario Crítico Etimológico Castellano e Hispánico de Joan Corominas y José Antonio Pascual (que abreviamos DEC) con el fin de precisar significados a través de la etimología e historia de ciertos vocablos. Mantenemos para cada lexía la grafía original de la carta dando entre corchetes la grafía moderna cuando haya alguna diferencia. Nótese, finalmente, que las lexías complejas (pluriverbales) entran por la primera palabra. 2. GLOSARIO. Damos para cada entrada una (o la) frase de la carta de Colón donde aparece la lexía que se comenta. AMAGO [ámago o hámago] 6. Dice Colón en su carta que, según Plinio, tierra y mar se mezclan haciendo un todo en el cual la primera le sirve de sostén al otro, a esa mayor cantidad de agua que es el océano. Y para que esto quede claro recurre al símil de la nuez: el mar cubre la tierra, que a su vez lo sostiene, como la membrana al ámago de la nuez: “y mezclado es vno con otro como el amago d<e> la nuez” (f. 75r, 6-7). Aut no registra el vocablo, y ninguna de las dos acepciones que da el DRAE (1. Sustancia correosa y amarilla de sabor amargo que labran las abejas. || 2. Fastidio, náusea) cabe en el contexto en que aparece en el documento. Es el DEC el que nos da la pista de la significación adecuada porque trae amplia información sobre la voz, cuya grafía con h no tiene, en su opinión, “fundamento sólido”. Así, el significado que conviene a lo que dice nuestra carta 6 Reproducimos aquí parte de lo expuesto en Obediente Sosa (2002). Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 67 Obediente EL LÉXICO DE LA CARTA COLOMBINA DE 1498 es el que la palabra tiene en portugués (lo cual viene a abonar la afirmación de Menéndez Pidal del español aportuguesado del Almirante 7), lengua en la cual es voz muy conocida y antigua (siglo XIV): ‘médula de las plantas’, ‘pulpa de la fruta’, ‘la parte o sustancia más íntima de algo’. De modo que la frase colombina debe entenderse como que mar y tierra están tan unidos como la membrana de la nuez lo está a la pulpa de ese fruto. La lectura amargo que hacen Varela y Sanz (no así Pérez de Tudela) nos parece errónea, tanto por razones gráficas como semánticas; es probable que la mala lectura se deba, en parte, al desconocimiento de la pa labra ámago, que no les decía nada, y a la poca atención de la frase de la carta donde se dice que el ámago “va abraçado” por la membrana, cosa que no puede decirse de un sabor. Quisiéramos, además, llamar la atención sobre la datación de ámago. El DEC da como primera documentación del vocablo el año de 1591, fecha en que aparece registrado en A Dictionary in Spanish and English, publicado en Londres por Richard Percivale, fecha que debe ser rectificada dado el testimonio encontrado en la carta de Colón de 1498. ATAVIADO. Ni Aut ni el DRAE dan para ataviar la significación que el término parece tener en la carta tal como se desprende del contexto. Los dos pasajes donde aparece son los siguientes: “vna gra<n>de Canoa con veynte y quatro ho<m>bres todos ma<n>cebos e muy ataviados de armas arcos y flechas” (f. 69v, 24-26); “yra el adelantado co<n> tres navios bien ataviados” (f. 76r, 29-30). Somos de la opinión de que “ataviado” equivale aquí a ‘provisto’, ‘preparado’. Esta acepción guarda relación de sentido con el verbo touwen ‘preparar’ del neerlandés medio, del mismo origen que el castellano ataviar (del gótico taujan ‘hacer, obrar’), según nos dicen Corominas y Pascual en el DEC. 7 Sostenía Menéndez Pidal que el español no era la lengua materna del Almirante sino idio ma aprendido en Portugal. Basaba su afirmación en dos hechos: primero, en los testimo nios de quienes lo oyeron, como fray Juan Pérez, que vio en aquel Colón que llegó en 1491 al convento de La Rábida, “despusición de otra tierra o reino ageno a su lengua” (Menéndez Pidal 1947, 12). En segundo lugar, en los muchos dialectalismos portugueses que el filólogo encontraba en los escritos autógrafos de Colón, “indisputable prueba de que Colón aprendió en Portugal el español” (Menéndez Pidal 1947, 19). Estudios posteriores al suyo han hecho ver, sin embargo, que las “incorrecciones” de los escritos del ilustre navegante no deben atribuirse todas a influencia portuguesa pues han sido encontradas en pluma de autores genuinamente españoles (cf. Lapesa 1980, 285). Irizarry 2009, por su parte, pre tende haber demostrado que la lengua propia de Colón era el catalán, y su “castellano”, el judeoespañol. Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 68 Obediente EL LÉXICO DE LA CARTA COLOMBINA DE 1498 A VNA MANO. En la carta aparece esta expresión dos veces; la primera, al referirse Colón al desdén e incredulidad que mostraban algunos respecto a las riquezas del Nuevo Mundo, afirma que “todos a vna mano lo tenjan a burla” (f. 67v, 30-31). La segunda aparición está en f. 74v, 39-40, donde se lee que “todas [las islas] a vna mano son largas de ponjente a leva<n>te”. En el primer caso, la expresión equivale a ‘unánimemente’, en tanto que en el segundo, remite a la idea de igualdad o semejanza físi ca. Es verdad que en el DRAE está registrada la expresión, cuya 2ª acepción, etiquetada como “poco usada”, es “conformemente”, significado que no se corresponde con lo que aquella significa en el documento estudiado. AYUDAR. Está seguro el Almirante de que las características climáticas y las de los naturales de las Indias son producto, al menos en parte, de la ubicación que estas tienen en el planeta; en efecto, dice Colón en su carta que “ayuda mucho a esto q<ue> sea ansi” (f. 73v, 26). Ninguno de los diccionarios académicos registra alguna acepción que pudiera ser la adecuada para la comprensión del documento; creemos que ayudar está empleado aquí con el significado de ‘contribuir’, ‘ser útil’ que adiuvo tenía en latín; así, la posición geográfica relativa del Nuevo Mundo contribuye a que la naturaleza y el hombre de estas tierras sean como son. Se correspondería con el significado del cultismo “coadyuvar”. BISPERAS [vísperas]. Es interesante observar que Colón hace referencia a las horas del día utilizando el lenguaje litúrgico. Así, habla de ora de bisperas (f. 71v, 46), ora de completas (f. 69v, 1 y f. 74v, 27), ora de mjssa (f. 74v, 26) y ora de tercia (f. 71r, 4), para referirse al momento de la jornada en que ocurrió algo que relata. Los términos tercia, vísperas y completas corresponden a tres de las horas del oficio divino; las dos primeras se rezan o cantan en el momento del día así llamado por los antiguos romanos, es decir, a media mañana (lat. tertia) y al atardecer (lat. vespera). Completas es la última hora de ese acto litúrgico, cuya celebración tiene lugar antes del reposo nocturno; es la parte del oficio divino que termina o completa las horas canónicas del día 8. En cuanto a ora de mjssa, debemos 8 Nótese que, según Corominas, la primera documentación de completas es de 1505. De nuevo, el documento colombino exige modificar la data. Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 69 Obediente EL LÉXICO DE LA CARTA COLOMBINA DE 1498 decir que la frase resulta poco precisa, pues, de acuerdo con lo que nos dice la historia de la liturgia, la eucaristía debía celebrarse en aquellos tiempos en el transcurso de la mañana, no a una hora específica sino en algún momento entre laudes y el mediodía 9. Hemos tratado de esos términos en este artículo no porque estén ausentes en los diccionarios académicos sino por el uso que de ellos hace el Almirante para ubicar en el tiempo circadiano los acontecimientos que narra en su carta-relación. COMPLETAS. Ver bisperas. CONSPETU [conspecto]. Leemos al inicio de la carta-relación lo siguiente: “la santa trinjdad movio a v<uest>ras altezas a esta empresa d<e> las yndias [...] [para lo] cual vine con el embajada a su real conspetu” (f. 67v, 8-11). Ni Aut ni el DRAE registran el vocablo. Está, sin embargo, en el DEC (en la forma conspecto, s.v. espectáculo) como vocablo usado alguna vez, sin dar, no obstante, la significación. Es, evidentemente, un latinismo (< conspectus) empleado por Colón con el valor que la palabra tenía en latín, a saber, ‘presencia’. DEFECTO. Comenta el Almirante que en algún momento tuvo que modificar su ruta “por defecto d<e>l agua q<ue> no tenja” (f. 69r, 36). Para Aut, defecto es ‘imperfección o falta natural’, en tanto que el DRAE le da al vocablo el sentido de ‘carencia de alguna cualidad propia de algo’, pero ninguno registra la acepción de ‘falta o carencia de alguna cosa’, que es lo que significa la palabra en la carta, lo que se corresponde, por lo demás, con su valor etimológico. ECHAR EL CLAVO. Forma abreviada de la expresión “echar un clavo a (o clavar) la rueda de la fortuna”, equivalente a ‘fijar o hacer estable la prosperidad’ (Aut y DRAE). Aut comenta que “vale lo proprio que assegurarla [la fortuna], para que no vuelva atrás”. La frase de la carta colombina “y el caudal hazian sobre bienes de fortuna y alli echaro<n> el clavo” (f. 67v, 14-15) significa entonces ‘y aumentaban sus bienes de fortuna queriendo hacer estable su prosperidad’. Tal afirmación se refiere a los adinerados que oyeron hablar de la empresa propuesta por Colón a los Reyes y, al 9 Agradecemos esta información al P. Jesús Ma. Sasía, monje benedictino de la abadía de San José (Güigüe, Venezuela). Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 70 Obediente EL LÉXICO DE LA CARTA COLOMBINA DE 1498 juzgarla imposible, prefirieron no arriesgar su fortuna invirtiendo en ella, antes por el contrario procuraron fijar lo mejor posible su bienestar presente y futuro. ENCORDAR. Aut y el DRAE restringen el significado del verbo a poner cuerdas a los instrumentos de música o a la raqueta de tenis (esta acepción solo en el DRAE). En el documento colombino tiene un significado más amplio pues de lo que se trata es de ponerles las cuerdas a los arcos necesarios para disparar flechas: “echaro<n> [los indios] mano a los arcos y los encordaron [...] y comensaro<n> a tyrarnos flechas” (f. 70r, 7-9). ENTRAR CON FABLA. En su carta Colón les recuerda a los Reyes Católicos algunos hechos de sus anteriores viajes y de sus consecuencias, entre las cuales el que algunas personas siguieran adversando la empresa americana sin ni siquiera tomar en consideración que con su participación le ren dirían un servicio a Jesucristo por las almas que habrían de salvarse. Así, escribe el Almirante que aquellas no se dignaron “nj entrar con fabla d<e>l s<er>vj<cio> de n<uest>ro señor con se saluar tantas anjmas” (f. 68r, 26). Los diccionarios académicos señalan que “entrar en + algunos nombres” significa ‘intervenir o tomar parte en lo que el nombre signifi ca’, como entrar en un negocio, entrar en dimes y diretes, etc.; pero nada dicen de la combinación “entrar con + algunos nombres”. Y es precisamente la distinta preposición lo que nos llama aquí la atención, no sabemos si por un eventual lapsus cálami. En todo caso, creemos que la frase del documento debe entenderse como entrar en fabla (o habla), o sea, ‘tomar parte’: aquellas personas no quisieron tomar parte en el servicio de nuestro Señor a pesar de que con ello habrían de salvarse muchas almas. ENXUTO [enjuto]. El DRAE registra este término, pero ninguna de las acepciones dadas se ajusta a lo que significa en el documento colombino. Aut, por su parte, dice que es el participio pasado del verbo “enxugar en sus acepciones”, la principal de las cuales es ‘desecar’. Enjuto está utilizado en la carta con el valor de ‘partes secas’ del planeta, es decir, islas y continentes, en oposición a mares y océanos. Al comentar las discusiones habidas en torno a la repartición de aguas y tierras, Colón afirma que “en Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 71 Obediente EL LÉXICO DE LA CARTA COLOMBINA DE 1498 esto del enxuto d<e> la tj<er>ra mucho se a experime<n>tado” 10 (f. 75r, 41-42), es decir, muchas cosas han cambiado a lo largo de la historia en cuanto a la concepción que han tenido los sabios respecto a la superficie seca de nuestro mundo. ESCANDALO [escándalo]. En su viaje desde Sanlúcar rumbo de nuevo a las Indias, Colón tuvo que navegar hasta la isla de Madeira “por camjno no acostu<m>brado por evitar escandalo q<ue> pudiera naçer con vn armada de françia” (f. 68v, 31-33). La 2ª acepción que el DRAE registra para este vocablo es ‘alboroto, tumulto, ruido’, significados que convendrían solo parcialmente a la inteligencia de nuestro texto porque, en realidad, de lo que se trata es de un eventual pleito entre la flota colombina y una escuadra francesa que lo aguardaba en el Cabo de San Vicente. ESPERA. De esta palabra dice el DRAE que es una forma desusada de esfera; Aut solo registra esphera. La forma con p era la común del vocablo en la Edad Media, continuadora del latín hablado spaera. La forma esfera, en cambio, corresponde a la literaria latina sphaera. Juan de Valdés en su Diálogo de la lengua (1535) da esfera como pronunciación de su tiempo. De espera derivan esperico [espérico] y hemisperio (no registrados por el DRAE). Véanse los siguientes ejemplos tomados del documento colombino: “la mar e la tierra haze todo vna esp<er>a” (f. 75r, 3-4); “yo siemp<re> ley q<u>el mu<n>do tj<er>ra e agua era esperico” (f. 72v, 40); “creyendo q<u>este hemjsperio q<ue> fuese redondo” (f. 73r, 2122). ESTATURA. En su carta-relación Colón elogia la belleza y el temperamento de los naturales de Paria, primeros indígenas de tierra firme con los que entró en contacto; los halla de “buen parecer”, “muy tratables” y “convenibles” (f. 71r). Y va un poco al detalle afirmando que “son todos de muy linda estatura altos de cuerpos e de muy lindos gestos” (f. 71v, 14-15). Nos parece que deberíamos detenernos a examinar el sintagma “linda estatura”. Pudiéramos pensar que “estatura” aquí no signifique ‘altura de una persona’ sino más bien ‘aspecto, figura’, pero no hemos encontrado ni en Aut ni en el DRAE tal acepción; si la palabra, por el contrario, tiene 10 Ver más abajo la entrada experimentar. Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 72 Obediente EL LÉXICO DE LA CARTA COLOMBINA DE 1498 aquí el significado corriente entonces quizá deberíamos inclinarnos por darle a “lindo” no el valor de ‘hermoso’ sino el de ‘perfecto, primoroso’; los indígenas tendrían, pues, una estatura perfecta. Pero el Almirante afirma en seguida que aquellos eran “altos de cuerpos”. ¿Es esto el segundo elemento de una enumeración o la reiteración de lo que viene de decir? Ambas interpretaciones son, a nuestro juicio, válidas. Pero dado el “lindo” que acompaña a “gesto” al final de la frase, nos inclinamos, sin embargo, por entender el conjunto como que los de Paria tenían un hermoso aspecto, eran altos y de bellos gestos. EXPERIMENTAR. Tal como adelantamos en la entrada enxuto, Colón, comentando lo que opinaban algunos autores sobre la repartición de aguas y tierras del planeta, afirma que “en esto del enxuto d<e> la tj<er>ra mucho se a experime<n>tado: q<ue>s mucho mas d<e> lo q<ue>l vulgo crea y no es maravilla porq<ue> andando mas mas se sabe” (f. 75r, 41-44). El significado de este verbo tal como aparece en el documento es el de la 3ª acepción del DRAE: “Recibir [una cosa] una modificación, cambio o mudanza”, y si lo analizamos en este artículo es porque pudiera originar equívocos si no se está atento al final de la frase citada. Lo que ha cambiado para el tiempo del Almirante no son tierras y mares sino el conocimiento que de aquellos tiene el hombre, lo cual no es de maravillar pues cada vez se sabe más de las cosas. GATO PAUL [gato paúl]. Se lee en el documento que, al tocar tierra, los acompañantes de Colón “fallaro<n> todo el mo<n>te cubierto de gatos paules” (f. 70v, 35-36). Esta lexía solo está registrada por Aut, que define gato paúl como “Una especie de Mona de color pardo, el rostro negro, y la cola mui larga”, y agrega su nombre científico: Cercopithecus. No deja de ser extraño que el nombre dado a esos primates no lo registren ni el DRAE ni el DEC, más aún cuanto que en la referencia citada por Aut (Descripción general del África de Luis de Mármol, siglo XVI) leemos que “comunmente [esas monas] se llaman en España Gatos Paúles”, lo que podría dar a entender que era término bien conocido y usual. Cabría hacerse, además, otra pregunta: ¿por qué Aut, siguiendo a Luis de Mármol, define gato paúl como una mona y no como un mono, con el masculino genérico? Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 73 Obediente EL LÉXICO DE LA CARTA COLOMBINA DE 1498 HEMISPERIO. Ver espera. HILO (~ HYLO). Tal como se desprende del contexto, este vocablo es utilizado en la carta con el mismo significado de hilero, significado que no recogen ni Aut ni el DRAE. Así, los hilos del pasaje siguiente “conjeture q<ue> los hilos d<e> la corriente: y aq<ue>llas lomas q<ue> salian y entrava<n> en estas bocas con aq<ue>l rugir tan fuerte q<ue> era pelea d<e>l agua dulçe con la salada” (f. 72r, 17-19) han de entenderse como los hileros, tal como viene definido este por el DRAE en su 1ª acepción, a saber, “Señal que forma la dirección de las corrientes en las aguas del mar o de los ríos”. LENGUA. Dos veces aparece esta palabra en el documento colombino con un significado que no registra ninguno de los diccionarios académicos, a saber, ‘conversación’, ‘intercambio lingüístico’. Tal significado es, ciertamente, una extensión de alguna de las acepciones de carácter lingüístico que tiene el vocablo. Así, leemos: “yo deseava mucho aver lengua” (f. 69v, 46) y “yo no avia avido lengua con ningu<na> gente destas tj<er>ras” (f. 70v, 27). LLANO. El autor de la carta aplica el término al cabello de los indios: “los cabellos muy largos e llanos” (f. 71v, 16). Partiendo de la acepción ‘igual, sin altos ni bajos’, el vocablo debería entenderse aquí en el sentido que hoy tiene lacio aplicado al cabello. Es de observar que todavía para Aut “lacio” solo valía por “floxo, marchito ò ajado”, aplicado “propriamente [a] las hierbas y plantas”, significados que recoge el DRAE en sus acepciones 1ª y 2ª. Lamentablemente Corominas y Pascual no dicen cuándo lacio comenzó a aplicarse al cabello sin ondas ni rizos. MAHIZ. Maíz. Los indígenas que acogieron a la gente de Colón la obs equiaron con pan, frutas y bebidas (a las que el Almirante llama vinos), una de las cuales “deve de ser dello de mahiz: que es vna simjente q<ue> haze vna espiga co<m>mo vna maçorca” (f. 71r, 37-39). Esta forma no está ni en Aut ni en el DRAE. Sin embargo, el DEC dice que tanto el P. Las Casas como Fernández de Oviedo “escriben mahiz; la h se aspira todavía en ciertos dialectos caribes, y Pichardo nos informa de que se aspiraba en su tiempo en el castellano de Santo Domingo; sin embargo, pronto predo- Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 74 Obediente EL LÉXICO DE LA CARTA COLOMBINA DE 1498 minó la grafía sin h”. Es de notar, no obstante, que la forma que utiliza Colón en su Diario es maiz, lo cual podría hacer pensar que la forma mahiz no sea la del manuscrito autógrafo sino una “corrección” de Las Casas, visto lo afirmado por el DEC. MALDEZIR [maldecir]. Ante todo hay que hacer notar que hay disparidad de lecturas de la lexía entre los investigadores que han editado la carta-relación. Sanz lee “mal decir” en f. 68r, 4, pero “maldecir” en f. 68r, 25; Pérez de Tudela (1994, 1094), por su parte, lee “maldecir” en ambos casos, mientras que Varela (1989, 203-204), en el otro extremo, trae “mal decir” tanto en el renglón 4 como en el 25. De acuerdo con lo que leemos nosotros en el facsímil, la primera aparición es indudablemente “mal decir”; en la segunda nos inclinamos por “maldecir” aunque entre los dos elementos compositivos haya un cortísimo espacio que pudiera generar dudas. En la carta, Colón refiere que, por no haber enviado navíos cargados de oro después del primer viaje, hubo quien se opuso a la empresa ya comenzada: “naçio alli mal dezir y menospreçio” (f. 68r, 4). En este caso po dría interpretarse mal como adjetivo y decir como sustantivo o infinitivo sustantivado, teniendo en cuenta que sigue otro sustantivo con el que guarda relación de sentido. La oposición al proyecto de Colón comienza entonces a partir de aquel momento, oposición manifestada por injuria y menosprecio, se le ataca contra razón y justicia, además de con desdén. Reitera luego el Almirante que, a pesar de todas las evidencias presentadas, algunas personas dieron “comjenço a maldezir del negoçio” (f. 68r, 25-26). Somos de la opinión de que aquí maldecir debe entenderse como ‘hablar mal’ (que es el significado primero del étimo latino maledicere). La significación del vocablo estaría cercana a la 2ª acepción que aquel tiene en el DRAE (“Hablar con mordacidad en perjuicio de alguien, denigrándolo”), haciendo la salvedad que este diccionario la restringe a personas, que no es el caso en el documento, donde la mordacidad va en perjuicio “del negocio”, es decir, de los viajes descubridores. MJSSA [misa]. Ver bisperas. PONER COBRO. Leemos en el documento que Colón había perdido los bastimentos, y la urgencia del momento no era otra que “poner en ellos cobro” (f. 71r, 19). El DRAE en la acepción 30ª de poner dice: “Causar lo signifi- Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 75 Obediente EL LÉXICO DE LA CARTA COLOMBINA DE 1498 cado por el nombre que sigue” y lo ejemplifica con poner paz, equivalente de ‘pacificar’. “Poner cobro”, por tanto, equivaldría a ‘cobrar’. En el caso concreto de la expresión en el documento, cobrar hay que entenderlo en el sentido de la 2ª acepción del DRAE, a saber, “volver a tomar lo que antes se tenía”. Ya Nebrija señalaba que “cobrar lo perdido” equivalía a lat. “recipio, recupero” (según el DEC, s.v. recobrar). PONER EN MEMORIA. Ni Aut ni el DRAE traen esta expresión como frase hecha, pero puede entenderse aplicando la regla general según la cual poner en + algunos nombres significa ejercer la acción del verbo al que el nombre corresponde, por ejemplo, “poner en duda” = ‘dudar’ (ver DRAE, s.v. poner, 28ª acepción). Así, poner en memoria significaría ‘memorizar’, ‘recordar’. En el documento, el Almirante le pide al Señor que “ponga en memoria” (f. 76r, 4-5) de los que hablan mal de la empresa descubridora lo que ha escrito en su carta-relación, es decir, que les fije en la memoria y recuerden los hechos allí narrados11. Lo mismo vale decir de poner en voluntad, equivalente de ‘incitar’, ‘inducir’: “y a mj puso en volu<n>tad q<ue> yo navegase al occidente” (f. 72v, 17-18). PONER EN VOLUNTAD. Ver poner en memoria. PROSA. En la carta equivale a ‘preces, oración, rezo’: “diximos la Salue regina y otras prosas” (f. 69r, 42). Tal significado no está registrado ni en Aut ni en el DRAE. El empleo de prosa con el sentido de ‘preces’ se debe, probablemente, a una extensión del significado del vocablo en su acepción de ‘secuencia que, en ciertas misas, se decía o cantaba antes del evangelio’ (acepción que encontramos, con variantes, tanto en Aut como, aún, en el DRAE). A ese significado, datado desde el bajo latín, se le agregó el de ‘texto religioso para ser cantado’ (ver Corominas y Pascual, s.v.). Colón y sus acompañantes, al ver tierra, agradecen pues al cielo diciendo la Salve y otras oraciones. RAYA. El vocablo, con el sentido usual de ‘línea’ o ‘término’ que tiene en la lengua, es utilizado por el autor del documento para referirse específicamente a esas líneas imaginarias que, trazadas de polo a polo, sirven para 11 Encontramos la expresión antónima tyrar de memoria ( = ‘sacar de memoria’, ‘olvidar’) en f. 75v, 26). Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 76 Obediente EL LÉXICO DE LA CARTA COLOMBINA DE 1498 determinar una posición en la esfera terrestre, es decir, los meridianos. Esta significación es indudable partiendo del pasaje siguiente: “d<e> la raya q<ue> passa al ocçidente d<e> las yslas d<e> los açores çient leguas de septentrion en austro” (f. 73r, 7-9), pero ni Aut ni el DRAE recogen tal acepción. La frase “hiziero<n> raya 12 sobre el hemjsperio adonde ellos estavan” (f. 73r, 36), debe entenderse, en consecuencia, como ‘trazaron meridianos sobre el hemisferio donde estaban’. Es probable que el vocablo meridiano no fuera, para la época, de uso general, si aceptamos como primera aparición de la palabra la fecha de 1525 que da el DEC, que, sin embargo, no especifica si con la significación de ‘línea imaginaria de la esfera terrestre que pasa por los dos polos’ o, tal como era en latín, de ‘relativo al mediodía o al Sur’. REPRICAR. En esa forma, no es ni probablemente haya sido palabra de la lengua; se trata aquí, muy verosímilmente, de un mero error de escritura, o de la representación gráfica de una pronunciación dialectal: repricar por replicar, fenómeno que no debería extrañarnos (éste de la confusión de /ɾ/ y /l/) ya que lo hallamos a todo lo largo del tiempo y el espacio del mundo ibérico. Habría que leer, por tanto, en la carta “replicar la vista” (f. 72v, 34), que equivale aquí a ‘repetir la visión’. En efecto, está claro por el contexto de lo que se trata: “en esto d<e> la estrella d<e>l norte tome gra<n>de admjraçion y por esto muchas noches con mucha dilige<n>çia tornava yo a repricar la vista d<e>lla con el quadrante” (f. 72v, 32-35). Es decir, de la observación, repetida noche tras noche por el Almirante, de la estrella del norte. Ahora bien, Aut no recoge tal acepción para el verbo replicar; el DRAE, por su parte, sí lo hace (4ª acepción, anticuada), aunque la restringe al hecho de “repetir lo que se ha dicho”. En cuanto a datación, observemos que, según el DEC, replicar data del XVII (dos siglos más tarde de lo que nuestro documento nos enseña). SALUO [salvo]. En la carta de 1498 aparece saluo como conjunción equivalente de ‘sino’: “todos mançebos de buena dispusiçion y no negros saluo mas blancos q<ue> otros q<ue> aya visto en las yndias” (f. 69v, 27-30). Este valor no lo recogen ni Aut ni el DRAE. El DEC, por el contrario, sí lo trae y dice al respecto que salvo “era equivalente de la conjunción sino, y 12 Es rayz en el manuscrito. Recuérdese lo dicho al respecto en la introducción. Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 77 Obediente EL LÉXICO DE LA CARTA COLOMBINA DE 1498 así se explica que pudiera tomar además el valor adversativo propio de ésta, como vemos en textos de los SS. XV-XVI”, y da dos ejemplos tomados precisamente del Diario de Colón. SEQUAZ [secuaz]. Tanto Aut como el DRAE dan como definición el “que sigue el partido, doctrina u opinión de otro”, pero contrariamente al primero, el segundo diccionario observa que se usa más en sentido peyorativo. En nuestra carta debe entenderse en su sentido etimológico sin carga negativa alguna: “d<e> lo q<ue> se dezia por auctoridad de ptolomeo y de sus sequaçes” (f. 75r, 29-30). Corominas y Pascual en su DEC dicen (s.v. seguir) que secuaz está documentado a finales del siglo XVI; el documento colombino nos indica, de nuevo, otra cosa. SINO. Seno, golfo: “la isla de arin q<ue>s debaxo la linea equjnoçial entre el sino arabico y aq<ue>l de persia” (f. 73r, 23-25). En esa forma (con i), es ciertamente un cultismo (lat. sinus), no recogido por ninguno de los diccionarios consultados. SOLIDO [sólido]. Comenta Colón en su carta-relación que el maestro de la historia escolástica sobre el Génesis decía que en el principio las aguas eran vaporables como niebla “y que despues q<ue> fuero<n> solidas e juntadas q<ue> ocuparo<n> muy poco lugar” (f. 75r, 12-13). Resulta un poco extraño ver este adjetivo aplicado a las aguas, dado que solemos pensar que sólido y líquido son términos opuestos, cuando, si nos atenemos a lo que dicen Aut y el DRAE, no lo son necesariamente. En efecto, para ambos diccionarios, sólido equivale a ‘firme, macizo, denso y fuerte’, cualidades que pueden estar presentes en ciertos líquidos. Es interesante observar que en las dos citas que trae Aut el vocablo está aplicado al mar; particularmente resulta interesante la primera: [el Hijo de Dios] “pisaba sólidas las borrascas del mar”. SUAVELIDAD. No hemos encontrado esta palabra en ningún diccionario. Colón habla de “la suavelidad d<e> la mar” (f. 72v, 31). Creemos, por el contexto, que se trata de suavidad. Muy probablemente se deba a un error de escritura, suposición que se fundamenta en el hecho de aparecer una sola vez frente a las formas suavidad (f. 73r, 13), suavissimo, etc., sin <l>. Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 78 Obediente EL LÉXICO DE LA CARTA COLOMBINA DE 1498 TERÇIA. Ver bisperas. VIRGEN. Dice el documento colombino “esto<n>çes era el sol en virgen” (f. 73v, 16-17). Se trata del signo del zodíaco y constelación que reciben igualmente el nombre latino de virgo. Tal acepción no está registrada ni en Aut ni en el DRAE. 3. CONCLUSIONES. Las breves notas léxico-semánticas que hemos redactado no son, ciertamente, sino apuntes o, si se quiere, glosas para una lectura provechosa de la carta-relación colombina de 1498. Hubiéramos querido poder presentar un estudio, si no exhaustivo, por lo menos más completo, con un número mayor de vocablos y expresiones que habrían permitido introducir al lector en el mundo semántico del autor de dicho documento. Lo hecho ha sido apenas una sencilla aproximación que, ojalá, motive a muchos a meterse dentro de aquella carta-relación, con lo cual se entendería aún más el universo conceptual de aquellos europeos que por primera vez hubieron de enfrentarse a lo más desconocido que nunca se habrían atrevido a soñar siquiera. De los vocablos analizados perduran las formas, no así todos los contenidos o los matices de significación que aquellos presentaban para finales del siglo XV. Y algo que nos gustaría re saltar es el hecho de que, hasta donde sepamos, ningún territorio de América conserva en la actualidad en su léxico activo los significados que, precisamente por ello, nos vimos en la necesidad de comentar y glosar. Por otra parte, el análisis también permitió, como vimos, hacer correcciones a la datación de algunos lexemas, que resultaron más antiguos en el uso de lo que hasta ahora se creía13. BIBLIOGRAFÍA Corominas, Joan y José A. Pascual. 1980-1991. Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico. 6 tomos. Madrid: Gredos. Irizarry, Estelle. 2009. El adn de los escritos de Cristóbal Colón. San Juan de Puerto Rico: Puerto. Lapesa, Rafael. 1980. Historia de la lengua española. Madrid: Gredos. Menéndez Pidal, Ramón. 1947. La lengua de Cristóbal Colón. Buenos Aires: Espasa-Calpe. 13 Sería deseable ampliar esta investigación cotejando los datos aquí expuestos con los del CORDE, sobre todo en lo que a cronología se refiere. Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 79 Obediente EL LÉXICO DE LA CARTA COLOMBINA DE 1498 Obediente Sosa, Enrique. 1998. “Algunas consideraciones lingüísticas sobre la carta de Colón de 1498”. En El descubrimiento y la invención de Tierra Firme, 47-59. Caracas: Comisión “Macuro 500 años”. ——. 2002. “Precisiones sobre un lusismo en carta de Colón de 1498”. Lengua y Habla 7: 118124. Pérez de Tudela, Juan, dir. 1994. Colección documental del Descubrimiento (1470-1506), tomo II. Madrid: Real Academia de la Historia, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Fundación Mapfre América. Real Academia Española. 1990. Diccionario de la lengua castellana (llamado de Autoridades) [1726-1739]. Edición facsimilar en 3 volúmenes. Madrid: Gredos. ——. 2001. Diccionario de la lengua española. Madrid: Espasa-Calpe. Sanz, Carlos. 1962. Descubrimiento del continente americano: Relación del tercer viaje por Don Cristóbal Colón. Madrid: Bibliotheca Americana Vetustissima. Torrens Álvarez, María Jesús y Pedro Sánchez-Prieto Borja, eds. 2012. Nuevas perspectivas para la edición y el estudio de documentos hispánicos antiguos. Fondo Hispánico de Lingüística y Literatura, volumen 12. Berna: Peter Lang. Varela, Consuelo. 1989. Cristóbal Colón: Textos y documentos completos; Relaciones de viajes, cartas y memoriales. Madrid: Alianza Editorial. Enrique Obediente Universidad de Los Andes [email protected] Trabajo recibido el 5 de marzo de 2013 y aprobado el 24 de abril de 2013. Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 80 Quesada Pacheco EL EL SISTEMA VERBAL DEL ESPAÑOL DE SISTEMA VERBAL DEL ESPAÑOL DE COSTA RICA COSTA RICA EN LOS ALBORES DE LA ÉPOCA INDEPENDIENTE Miguel Ángel Quesada Pacheco RESUMEN. El presente artículo ofrece una introducción al tema del sistema verbal del español de Costa Rica durante la década inmediatamente posterior a la Independencia (1821). Para ello se tomó como corpus el Noticioso Universal, primer diario semanal publicado en el país, siendo este uno de los primeros textos escritos de Costa Rica, tras la introducción de la primera imprenta en el país, en la década de 1830. En este trabajo se hace hincapié en el sistema de pretérito, en la oposición pretérito perfecto simple (canté) y pretérito perfecto compuesto (he cantado), además del sistema de futuro. Además, se quiere comparar el sistema reflejado aquí con otras etapas del español de Costa Rica; a saber, con la época colonial y con la época actual. Con esto se intenta contribuir al conocimiento de esta parte gramatical del español costa rricense del siglo XIX. Palabras clave: sistema verbal, español costarricense, siglo XIX. ABSTRACT. The present article offers an introduction to the verbal system of Costa Rican Spanish during the decade immediately after the Independence (1821). In order to achieve this purpose, the weekly news Noticioso Universal has been used as a corpus, being this newspaper one of the first written texts in Costa Rica after the first press came to the country, in the 1830’s. This work will focus on the opposition between past tense (canté) and perfect (he cantado), besides future tense. Further I would like to compare the data with other historical stages of Costa Rican Spanish, such as the Colonial times and the verbal system nowadays. Thus, I want to contribute to the knowledge of this grammatical part of Costa Rican Spanish during the 19th Century. Keywords: verbal system, Costa Rican Spanish, 19th Century. RESUMO . O presente artigo oferece uma introdução ao tema do sistema verbal do espanhol de Costa Rica durante a década imediatamente posterior à Independência (1821). Para isso se tomou como corpus, o Noticioso Universal, primeiro diário semanal publicado no país e um dos primeiros textos escritos dos meios de difusão de Costa Rica depois da introdução da primeira imprensa no país, na década de 1830. Neste trabalho faz-se finca-pé no sistema de pretérito, na oposição pretérito perfeito simples (canté) e pretérito perfeito composto (he cantado), além do sistema de futuro. Além disso, se quer comparar o sistema refletido aqui com outras etapas do espanhol de Costa Rica; a saber, com a época colonial e com a época atual. Com isto se tenta contribuir ao conhecimento desta parte gramatical do espanhol de Costa Rica do século XIX. Palavras-chave: sistema verbal, espanhol de Costa Rica, século XIX. Signo y Seña, número 23, junio de 2013, pp. 81-102 Facultad de Filosofía y Letras (UBA) http://revistas.filo.uba.ar/index.php/sys/index ISSN 2314-2189 Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 81 Quesada Pacheco EL SISTEMA VERBAL DEL ESPAÑOL DE COSTA RICA 1. INTRODUCCIÓN. El presente artículo ofrece una especie de introducción al tema del sistema verbal que dominaba en el español de Costa Rica du rante la década inmediatamente posterior a la Independencia, acaecida en 1821. Para ello se tomó como base de datos, o corpus, el Noticioso Universal, primer diario semanal publicado en el país 1. Haber escogido esta obra como corpus no ha sido casualidad: es uno de los primeros textos escritos del mundo de los medios de difusión de Costa Rica, después de la Declaración de Independencia y tras la introducción de la primera imprenta en el país, en la década de 1830. Además, representa en buena medida la lengua escrita de la clase intelectual de la época. Este trabajo, de carácter primordialmente empírico y contrastivo, tiene dos propósitos. En el primero se intenta describir los rasgos que caracterizan el sistema verbal, tal como figura en la lengua escrita, del español que figura en el Noticioso Universal, antes mencionado, haciendo hincapié en el sistema de pretérito (anterioridad), concretamente en la oposición entre el pretérito perfecto simple (canté) y el pretérito perfecto compuesto (he cantado), además del sistema de futuro (posterioridad). El segundo propósito es comparar, en la medida de las posibilidades, el sistema reflejado aquí con otras etapas del español de Costa Rica; a saber, con la época colonial (Quesada Pacheco 2009) y con la época actual (Pitloun 2003, 2005 y 2006). Con esto se intenta contribuir al conocimiento de esta parte gramatical del español costarricense del siglo XIX, cuyo es tudio está en ciernes. El material susceptible de ser analizado es un corpus con textos publicados desde enero de 1833 a marzo de 1835, con un total de 1.190 páginas, de las cuales se analizarán únicamente las noticias de orden nacional, en vista de que se presume que las que venían del exterior, fueron redactadas por personas del extranjero, o bien, copiadas textualmente de otros diarios. Dentro de los textos nacionales2 se tomarán en cuenta para 1 2 La presente investigación ha sido posible gracias a los esfuerzos de la Biblioteca Nacional (San José de Costa Rica) por publicar en la red todos los diarios del siglo XIX y ponerlos a disposición de cualquier interesado. Estos materiales se pueden consultar en < http://www.sinabi.go.cr/Biblioteca%20Digital/Noticioso%20Universal.aspx>. Durante la década de 1830, Costa Rica era un Estado, no una República, y formaba parte de la Federación Centroamericana. Por lo tanto, muchas noticias que en esta época se llamaban “Del Interior”, en realidad se refieren a alguna de las actuales repúblicas centroamericanas (Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica). Panamá queda excluida porque en este momento formaba parte de la Gran Colombia. En lo posible se //83 Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 82 Quesada Pacheco EL SISTEMA VERBAL DEL ESPAÑOL DE COSTA RICA el presente análisis las noticias, los comunicados, los comentarios, los sucesos, las arengas y los anuncios comerciales. Es menester subrayar que el presente estudio habrá de verse como un esbozo, o un inicio de un estudio que se podrá, y deberá, profundizar más adelante, y por lo tanto no ofrecerá conclusiones contundentes que valgan para todo el siglo XIX. Sus alcances se verán, por ende, reducidos al material a mano y a la primera mitad del siglo XIX; en consecuencia, los resultados a que aquí se llegue serán susceptibles de verse modificados conforme se ahonde en el tema. En lo concerniente a las citas y ejemplos, se respetará al máximo la or tografía original, salvo en casos que presenten anfibologías o clara tendencia a la incomprensión del mensaje. 2. EL SISTEMA DE PRETÉRITO (LA ANTERIORIDAD) 2.1. ASPECTOS TEÓRICOS. La bibliografía consultada 3 señala que la función principal del pretérito perfecto simple es marcar la perfectividad de una acción que no tiene relación con el presente (Asociación de Academias 2009, 1736-1743). Por ejemplo: (1) Ayer los invitados se fueron muy temprano a sus casas. Para el pretérito perfecto compuesto, en cambio, cinco funciones básicas se le pueden extraer, entre ellas una temporal, cuando señala un pasado inmediato, a lo cual llama la Asociación de Academias “perfecto hodierno u hodiernal” (2009, 1730): (2) Hoy los niños se han levantado a las 9 de la mañana. (3) Esta mañana la secretaria no ha venido. Por otro lado, hay cuatro funciones aspectuales: durativa, resultativa, experiencial e iterativa: 3 //82 ha tratado de evitar entresacar ejemplos cuando alguna de las noticias de esta sección vienen de otras partes fuera de Costa Rica, a pesar de haber sido redactadas por un costa rricense. No obstante, muchas de las noticias provenientes de otros Estados eran copiadas de otras fuentes, particularmente de periódicos que se publicaban fuera de Costa Rica. El aparato teórico que figura en el presente artículo tiene como base el que había publicado en un artículo anterior, con algunos ajustes adaptados a las publicaciones más recientes (Quesada Pacheco 2001). Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 83 Quesada Pacheco EL SISTEMA VERBAL DEL ESPAÑOL DE COSTA RICA a. La durativa indica un hecho ocurrido en un lapso de tiempo que no ha terminado aún: (4) Este semestre ha sido muy productivo. (5) Los niños aún no se han comido el postre. b. La resultativa se refiere a acciones alejadas del presente cuyas consecuencias duran todavía: (6) Los estudiantes han empeorado sus calificaciones. c. La experiencial (Comrie 1981, 58) tiene que ver con determinada situación que ha ocurrido al menos una vez entre el pasado y el presente: (7) ¿Alguno de ustedes ha comido iguana? d. La iterativa indica la realización intermitente y repetitiva de una situación hasta el presente: (9) Durante los últimos días ha llovido mucho. Alarcos (1973), quien hace un somero recorrido histórico por los autores que han tocado el tema, se concentra mayoritariamente en las funciones que tienen dichos tiempos en el español peninsular, y afirma que la oposición entre el pretérito perfecto simple y el compuesto puede ser real o simplemente pensada o percibida por el hablante, en donde se vislumbra una relación subjetiva. En cuanto al aspecto, dice Alarcos: El aspecto de la acción (sea ésta perfectiva, imperfectiva, durativa, iterativa, incoativa, terminativa, etc.) no influye, al parecer, en la preferencia por el perfecto simple o por el compuesto. Una misma acción, ‘leer un libro’, por ejemplo, expresada con las dos formas no muestra diferencias de aspecto, sino diferencias temporales: leí un libro frente a he leído un libro indica un mayor alejamiento de la acción con respecto al punto de vista del que habla, pero en los dos casos el aspecto de la acción es el mismo perfectivo (Alarcos 1973, 19-20). Más adelante, Alarcos enumera los valores de dichos tiempos. Así, para él, el pretérito perfecto simple se emplea para designar acciones en las que no está implicado el presente, y por eso va acompañado de adverbios como ayer, anoche, un día, etc., mientras que el pretérito perfecto compuesto siempre designa una acción que se aproxima al presente gramatical, esto es, que se produce en lo que él llama presente ampliado. Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 84 Quesada Pacheco EL SISTEMA VERBAL DEL ESPAÑOL DE COSTA RICA Por otro lado, López (1990), quien al igual que Alarcos se refiere únicamente al español peninsular, afirma: Sí diremos algo sobre la equiparación habló = ha hablado que, como se sabe, se ha consumado en beneficio del término habló en ciertas zonas hispánicas, y en beneficio del término ha hablado en otras (López 1990, 172 n. 94). De momento, pareciera que López habla de dos tipos de nivelación de los pretéritos en castellano. De un lado, aquellas zonas que manifiestan el pasado a favor de la forma simple, y de otro, las que lo manifiestan con la forma compuesta. Más adelante apunta López: Claro que los hablantes que distinguen también tienen razón en mantener los dos términos diferenciados: en habló predomina el extrañamiento respecto al ahora, en ha hablado la simple anterioridad (López 1990, 172 n. 94). En cuanto al español hablado en la otra banda del Océano Atlántico, es Lope Blanch (1989 [1961] y 1972) el primer investigador en detectar un cambio aspectual en el uso del pretérito en el español de México, cuando afirma: [L]os sistemas actuales del castellano español y del mexicano son bastante diversos: mientras que en España las diferencias entre canté y he cantado son básicamente temporales (ambas funcionan allí como formas, por lo general, perfectivas), en México los dos pretéritos se distinguen por los distintos valores aspectuales que cada uno de ellos implica: perfectivo en el caso de la forma simple (“llovió mucho”) e imperfectivo en el de la perifrástica (“ha llovido mucho”, y está o puede seguir lloviendo aún) (Lope Blanch 1989, 190). Lope Blanch hace hincapié en los valores de ambos tiempos de perfecto, aduciendo que no se trata de superposición de uno sobre otro tiempo, como sucede en francés e italiano, sino más bien de especialización de usos: [N]i el pretérito compuesto está en vías de desaparición —al menos en México— ni ha habido confusión entre los valores de la forma simple y de la compuesta. Puede, eso sí, afirmarse que el uso mexicano de las dos formas de pretérito es distinto del uso caste llano, pero no que en México se hayan confundido sus valores propios (Lope Blanch 1972, 127-128). América Central muestra el mismo fenómeno que México, en vista de que el español de esta región —desde Belice hasta Panamá— emplea el pretérito perfecto simple para denotar cualquier tipo de acción pasada Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 85 Quesada Pacheco EL SISTEMA VERBAL DEL ESPAÑOL DE COSTA RICA (ya vine, se fue, hoy comí tortilla), y el pretérito perfecto compuesto se emplea para indicar una acción pasada que se proyecta hasta el presente (he estado enfermo desde el lunes, María no ha comido mucho en estos días, Juan se ha pasado el día sin hacer nada); además, se emplea para enfatizar o topicalizar una acción pasada (venía distraído por el camino y me he tropezado con un caballo) (cfr. Quesada (2013, 47), para Belice; Chavarría (2013, 109), para Guatemala; Quesada y Rivera (2013, 164), para El Salvador; Hernández (2013, 208), para Honduras; Día y López (2013, 277), para Nicaragua; Castillo (2013, 319), para Costa Rica; Quesada y Tinoco (2013, 365), para Panamá). En lo concerniente a los países antillanos, Kany (1969, 202) muestra ejemplos del uso del pretérito perfecto simple como perfectivo en Cuba 4. Por su parte, Álvarez (1982, 128 n. 69) señala que en Puerto Rico hay una marcada preferencia por el perfecto simple para indicar acciones perfectivas, pero el perfecto compuesto, además de emplearse con valor durativo y resultativo, a veces suele alternar con el simple para señalar acciones ocurridas en un tiempo reciente. En la República Dominicana sucede algo similar con la anterioridad, ya que, según Jiménez, y siguiendo los resultados de un estudio estadístico sobre el uso de dichos tiempos en los diarios dominicanos5: el empleo del perfecto compuesto se encuentra reservado solamente a aquellos casos en que una acción, comenzada en el pasado dura efectivamente —no sus meras consecuencias, más o menos subjetivas— hasta el momento que la expresa el hablante [...] En todas las demás circunstancias, según estos resultados, los dominicanos prefieren sistemáticamente el perfecto simple al perfecto compuesto para toda acción o suceso acaecido en el pasado, incluso si éste es muy reciente (Jiménez 1984, 167). En lo pertinente a la América del Sur, Álvarez et al. apuntan que en Venezuela se da lo siguiente: El pretérito perfecto simple se usa en Venezuela cuando el hablante se refiere a una acción terminada. El que dicha acción haya sido concluida hace mucho tiempo o inme diatamente antes de pronunciarse el enunciado no afecta el empleo de ese tiempo verbal. En consecuencia, en nuestro país podemos oír tanto en esa época que ella lo vio como cuando llegué hace cinco minutos. El pretérito compuesto se usa en Venezuela en dos circunstancias fundamentales. La primera tiene lugar cuando el hablante se refiere a una acción o estado que desea 4 5 Los ejemplos de Kany provienen de la literatura costumbrista. Jiménez (1984, 167) se refiere a una tesis de licenciatura hecha por Iris Peña (Universidad Católica Madre y Maestra, Facultad de Educación, 1973), pero no precisa su título. Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 86 Quesada Pacheco EL SISTEMA VERBAL DEL ESPAÑOL DE COSTA RICA presentar como no terminado; en tal sentido, una oración como siempre me ha gustado estudiar ha de interpretarse como que a su emisor le gustaba estudiar en el pasado y todavía le gusta en el presente. La segunda circunstancia se produce cuando el emisor desea asignar gran fuerza emotiva a una acción que concluyó en el pasado. Esto tiene lugar, sobre todo, cuando dicha acción constituye el punto culminante de una cadena de sucesos (Álvarez et al. 1992, 51). En lo tocante al Ecuador, Toscano (1953, 259) admite el uso prioritario del perfecto simple sobre el compuesto6, y en el Uruguay, Caviglia y Malcouri (1994) afirman lo siguiente, respecto del pretérito perfecto compuesto: Observando las ocurrencias del PC en el habla de los montevideanos, notamos que está sometido a determinadas restricciones combinatorias. En efecto, el PC es incompatible con todo aquello que inmovilice el estado de cosas denotado por la predicación en un momento dado del pasado, de manera tal que le impida coexistir en alguna forma con el momento de la enunciación. Por esta causa es incompatible con complementos temporales del tipo “en 1971”, “ayer”, “hace un instante” y compatible, en cambio, con “últimamente”, “hasta ahora”, “este siglo”, “siempre” que, a diferencia de los anteriores, indican un período de tiempo del cual el momento de la enunciación forma parte. Este hecho, que pueda combinarse con “este siglo” y no pueda hacerlo con “hace un instante”, nos lleva además a descartar que sea el grado de proximidad temporal con el momento del habla el que establezca la referida vinculación (Caviglia y Malcouri 1994, 581). Asimismo, las autoras mencionadas comparan los valores del pretérito perfecto compuesto con los del pretérito perfecto simple, y concluyen afirmando que: El PS tiene un significado más vacío que el PC, es únicamente pasado; es la forma primaria de un ámbito temporal del que ella misma es el centro: el ámbito retrospectivo. El PC, por su parte, es la forma secundaria retrospectiva del ámbito temporal paralelo, es decir, el PC a su situación de forma retrospectiva agrega la particularidad de ser una forma secundaria de un ámbito temporal definido como paralelo al momento de la enunciación (Caviglia y Malcouri 1994, 588). 6 Al parecer, un uso característico del perfecto compuesto se da en el Ecuador, donde, según Toscano (1953, 260), adquiere valor de presente y de futuro: “Fulano ha sido (es) Ministro de Relaciones Exteriores”, “hoy ha sido (es) día de fiesta”. De acuerdo con este autor, “[e]stas y parecidas oraciones encierran un matiz de sorpresa y admiración o simplemente la comprobación de algo que antes era ignorado. Psicológicamente, el hablante se coloca en el pasado; la ignorancia pasada explica el empleo de ‘ha sido’”. Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 87 Quesada Pacheco EL SISTEMA VERBAL DEL ESPAÑOL DE COSTA RICA No obstante, hay excepciones a la regla, y el Perú parece ser una de ellas en cuanto al uso de los tiempos de perfecto, ya que, según Caravedo: Para las formas pasadas se usa con mucha frecuencia el perfecto compuesto en vez del simple. [...] En la zona costeña del norte, la tendencia hacia el perfecto compuesto es todavía más marcada en contextos en que el español peninsular requeriría la forma simple. Este uso es también frecuente en el español andino y amazónico (Caravedo 1996, 165). En Bolivia, de acuerdo con Sastre (1995, 1282), el hablante prefiere el pretérito perfecto compuesto para expresar una acción con límite en el pasado (por ejemplo: “esto se ha tratado de solucionar hace unos cuatro años”), y Coello (1996, 177-178) señala: “El aspecto perfectivo es habitualmente expresado mediante el pretérito perfecto en lugar del pretérito indefinido”. Por su parte, Dyvik matiza que en La Paz el uso del pretérito perfecto compuesto aumenta cuando es compatible con el simple; por otro lado, el compuesto puede sustituir al simple, pero no ocurre lo contrario (Dyvik 2010, 178). En cuanto a la Argentina, la situación se presenta más compleja, pues el uso de los pretéritos está condicionado geográficamente, ya que, de acuerdo con Donni de Mirande (1996): En el uso de los pretéritos perfectos simple y compuesto de indicativo hay tendencias en distintas zonas a preferir uno u otro de ellos, apareciendo olvidadas o poco claras las diferencias funcionales y semántico-pragmáticas entre las dos formas. En la zona li toral-pampeana se emplea sobre todo el perfecto simple, tanto que en el noroeste y en la región central se prefiere la forma compuesta (Donni de Mirande 1996, 217). El esbozo teórico anterior da pie para diferenciar al menos tres tipos de oposición entre canté y he cantado en el español: a) una con rasgos aspectuales además de un elemento temporal (pretérito compuesto de hechos recientes), característica del español peninsular; b) una con únicamente rasgos aspectuales, como sucede en el español de casi todo el continente americano, menos en la región andina, y c) una zona que cubre el área andina y se expande hasta el noroeste de Argentina, en donde el pretérito perfecto compuesto se emplea, al igual que en francés, para designar acciones ocurridas en el pasado sin ninguna relación con el presente (Sastre 1995, 1292); en otras palabras, existe en esta zona una neutralización de los dos pretéritos para designar acciones pasadas sin relación con el presente, con decidida preferencia por el pretérito compuesto. Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 88 Quesada Pacheco EL SISTEMA VERBAL DEL ESPAÑOL DE COSTA RICA 2.2. LA ANTERIORIDAD EN LA DOCUMENTACIÓN DECIMONÓNICA. Los documentos costarricenses decimonónicos analizados manifiestan que el pretérito perfecto simple expresa una acción pasada, de aspecto perfectivo, sin relación alguna con el presente, siempre y cuando la acción haya transcurrido a partir del día anterior, y nunca el mismo día de la enunciación; o bien, cuando el hablante estima que está lejana al momento de la enunciación: (10) se notó en esta dicha Ciudad la oficiosidad de algunas personas en retraer al Pueblo del acto electoral (NU, 11/1/1833, p. 12). (11) nunca creyó que la epidemia de las viruelas hiciera el estrago que con dolor de su corazon oye decir (NU, 22/2/1833, p. 61). (12) Según las comunicaciones recividas por el correo que llegó a esta Ciudad el dia de ayer hemos venido en conocimiento de que la tranquilidad publica se concerva en los Estados de Guatemala, Honduras y Nicaragüa (NU, 12/4/1833, p. 113). Por consiguiente, los documentos analizados muestran una diferencia respecto de este tiempo en el español contemporáneo de Costa Rica, de América Central y de buena parte del resto del continente americano 7, de acuerdo con la cual, en la actualidad, el pretérito perfecto simple marca una acción pasada, no importa su temporalidad8. Por su parte, el pretérito perfecto compuesto se registra con un valor temporal y un valor aspectual. El valor temporal consiste en marcar una acción pretérita inmediata (es decir, ocurrida durante el mismo día de la enunciación); asimismo, marca una acción ocurrida en un pretérito que el hablante considera cercano al momento de la enunciación: (13) En esta fecha se ha instalado legitimamente la Legislatura del Estado y en conseqüencia ha emitido el Decreto que sigue (NU, 1/3/1833, p. 69). (14) Elecciones: Se han verificado ya las de individuos para los Supremos Poderes Federales (NU, 4/1/1833, p. 7). (15) Elecciones: Se han efectuado ya las de Parroquia en el Estado para las de las supremas autoridades (NU, 25/1/1833, p. 31). (16) ¿has perdido el seso Poncio? (NU, 7/3/1835, p. 1.175). 7 8 Excepciones hechas en el Perú, Bolivia y ciertas zonas del noroeste argentino (Quesada Pacheco 2003, 81-82). Por esta razón, Molho (1975, 280) denomina este tiempo “pasado por época pasada y aspecto inmanente”. Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 89 Quesada Pacheco EL SISTEMA VERBAL DEL ESPAÑOL DE COSTA RICA Además del valor temporal, dicho tiempo expresa un aspecto durativo o reiterativo, de acuerdo con el cual una acción extiende su radio de acción desde un pasado indeterminado y la proyecta hasta el momento de la enunciación, sea de manera continua o intermitente: (17) tu prudencia ha podido conciliar armoniosamente los dificultosos, y equilibrados lanzes que el teatro politico de la Republica os ha presentado (NU, 22/2/1833, p. 60). (18) los pueblos pueden hacer un pronunciamiento anticipado que ocacionaria incalculables males a la Republica, como lo han intentado algunos en el Estado del Salvador (NU, 4/1/1833, p. 3). (19) esto es lo que entiendo y he entendido desde el principio (NU, 24/1/1834, p. 502). Lo anterior vale asimismo para acciones que, empezadas en un pasado indeterminado, siguen sin cumplirse en el momento de la enunciación: (20) estos diputados con los que no se han renovado deben componer la Asamblea (NU, 22/2/1833, p. 57). (21) Aquellos digo que animados succesivamente de un fuego fatuo, jamas se han cansado de trabajar por el bien de sus semejantes. (NU, 6/9/1834, p. 1.057). (22) aun no he podido instruirme (NU, 24/1/1834. p. 528). El sistema de pretérito, tal como aparece en la documentación analizada, está acorde con el uso que se registra en la época colonial costarricense (Quesada Pacheco 2009, 317-323) y con el de la España actual y algunas regiones del sur de América: según este uso, la oposición entre canté y he cantado está condicionada no solo por aspectos aspectuales, sino también temporales, en los que destaca el empleo del llamado “pasado reciente” (Asociación de Academias de la Lengua Española 2009, 1.732). Frente a esto, el empleo del sistema de pretérito en la Centroamérica de hoy está basado más en la aspectualidad que en la temporalidad y, por lo tanto, está eliminado por completo el uso del perfecto de hechos recientes. En consecuencia, se puede afirmar que el sistema que ofrecen los documentos de principios del siglo XIX son una continuidad del sistema colonial (cuadro 1), y habrá que indagar en textos más tardíos la génesis del sistema temporal de anterioridad que impera en el español costarricense y centroamericano de hoy. Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 90 Quesada Pacheco EL SISTEMA VERBAL DEL ESPAÑOL DE COSTA RICA Pretérito reciente Pretérito no reciente Inmediato Mediato Lejano Siglos XVI-XVIII he cantado canté canté Siglo XIX he cantado canté canté Siglos XX-XXI canté canté canté Cuadro 1: Evolución de los valores temporales de canté y he cantado en Costa Rica (1500-2000) Dimensión temporal Un rasgo ulterior del sistema decimonónico analizado en la presente investigación tiene que ver con el uso del pretérito perfecto compuesto en calidad de focalizador, en cuyo caso este tiempo realza o topicaliza una acción ocurrida en el pasado, acercándola, en cierto sentido, al momento de la enunciación: (23) Un chasco que me he pegado me mueve a suplicar a UU tengan la dignación de insertar mi cuento en su apreciable Periodico, y es como sigue = El dia 24 del mes anterior, por mi desgracia, dia de S. Rafael que es el santo patron de nuestro Barrio, pasé viniendo de las Salinas con una mi carguita por la plaza de la nueva Capital, y una porcion de [a]manuen ses vestidos a la bregué que iban para donde el Gefe Supremo a felicitarle, han asustado a mi mula que la nombro ambulancia, y me ha dado tan fuerte caida que las costillas las dejo estampadas en aquel enxavonado suelo. Con mil trabajos y todo quebrantado volvi a montar y llegue a mi casa (NU, 8/11/1834, p. 1.031). Este empleo se registra como frecuente en el español de Costa Rica en particular, y centroamericano en general, de hoy en día (Asociación de Academias 2009, 1.734)9, y parece tener su génesis ya en el siglo XVIII (Quesada Pacheco 2009, 321-322). En lo relativo a la morfosintaxis del pretérito perfecto simple, es, en los casos registrados para el siglo XIX, exactamente la misma que se observa en el español moderno; a saber, la disposición lineal entre el auxiliar haber a la izquierda y el participio a la derecha de la estructura, sin segmentaciones. No obstante, se observaron dos casos verdaderamente raros para la época, que se podrían tildar de anómalos, o bien reliquia, y que podrían deberse a una tradición jurídica centenaria: la conservación del verbo ser en calidad de auxiliar por haber en verbos de movimiento, y la escisión entre el auxiliar haber y el participio, como se observa en los pasajes siguientes: (24) Considerando: 1. Que es llegado el tiempo de proceder con arreglo a la Ley Fundamental a la regulación y computacion de los sufragios (NU, 8/3/1833, p. 67). 9 La Asociación de Academias llama a este tiempo “perfecto evidencial” (2009, 1.734). Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 91 Quesada Pacheco EL SISTEMA VERBAL DEL ESPAÑOL DE COSTA RICA (25) Se ha por Consejero Propietario al Licenciado Ciudadano Rafael Gallegos electo por la Asamblea (NU, 8/3/1833, p. 67). 3. EL SISTEMA DE FUTURO (LA POSTERIORIDAD) 3.1. ASPECTOS TEÓRICOS. En términos generales, y tal como lo explican Berschin et al. (1995) para el español peninsular, hay dos maneras de expresar la posterioridad, cuales son el futuro sintético (cantará) y el analítico, compuesto de ir a + infinitivo (va a cantar)10. Los campos de acción de dichas formas están a grandes rasgos repartidos en la secuencia temporal, de manera que, a mayor cercanía del punto de referencia o del momento de la acción, mayor uso del futuro perifrástico: In temporaler Funktion sind bei cantaré Sprechsituation und nachzeitiges Referenzereignis klar abgegrenzt; bei voy a cantar bilden sie zusammen einen gegenwartsbezogenen Ereignisraum: Lo comprenderás (algún día) “(Eines Tages) wirst du es verstehen” vs. Lo vas a comprender (enseguida) “Du wirst es (gleich) verstehen” (Berschin et al. 1995, 222). Visto desde el esquema propuesto por Berschin et al., tenemos el siguiente gráfico temporal: lo vas a comprender lo comprenderás espacio del evento ↓ ↓ −−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−→ −−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−→ AHORA enseguida AHORA algún día Gráfico 1: La posterioridad (según Berschin et al. 1995, 222) Más adelante afirma el mencionado autor: Innerhalb der spanischen Temporaldeixis nimmt das analytische Futur bevorzugt die Systemstelle ‘unmittelbare Nachzeitigkeit’ ein: Ahora mismo voy a llamar a tu madre y le voy a decir que... “Ich rufe jetzt gleich deine Mutter an und sage ihr, daß...”. Darüberhinaus bezeichnet es allgemein ‘Nachzeitigkeit’ und kann hier mit dem synthetischen Futur konkurrieren: ¿Qué va a ser/será de nosotros? “Was soll aus uns werden?”, ¿Vas a venir/Vendrás esta tarde? (Berschin et al. 1995, 223). Bauhr (1989), tras un estudio sobre la anterioridad en algunas obras teatrales modernas escritas en la Península, concluye afirmando que el futuro sintético indica una relación de posterioridad al origen, mientras que el analítico indica una relación de posterioridad a la situación simul- 10 El que el futuro analítico no aparezca en el paradigma verbal lo achaca Berschin a la tradición canónica conservadora, por un lado, y por otro, a que, en contraposición a la perífra sis haber + participio, no está gramaticalizado (Berschin 1995, 222). Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 92 Quesada Pacheco EL SISTEMA VERBAL DEL ESPAÑOL DE COSTA RICA tánea al origen (Bauhr 1989, 347). En cuanto al aspecto, Bauhr encuentra que el valor aspectual está en el carácter del verbo, no en las formas verbales en sí. Respecto de la modalidad, el futuro sintético tiende más a un carácter de intención, probabilidad y posibilidad, mientras que en el analítico tiene mayor peso las modalidades epistémica, deóntica y funcional (Bauhr 1989, 349)11. En cuanto a la marcación del futuro en el español de América, el 90,98 por ciento de los casos registrados muestra el poco uso que se hace de este tiempo en México, el cual, como dice Moreno de Alba (1977a, 121), es absorbido en sus funciones por el presente. La decadencia del futuro en el español de América es un tema que se viene tocando por diferentes autores desde principios del siglo XX (Moreno de Alba 1977b, 131 n. 12). No obstante, como apunta el referido autor (1977b, 131), “su decadencia es notable pero no absoluta”, de lo cual se puede inferir que ha habido una reducción, pero no desaparición total. Así, el futuro sintético se sustituye en el español americano por la perífrasis ir a + infinitivo y por el presente. Basándose en los ejemplos recopilados para su investigación, Moreno de Alba (1977b, 137) cree que el presente expresa un futuro más inmediato que las otras formas verbales que se ocupan en sustituir el presente sintético (por ejemplo, haber de + infinitivo, querer + infinitivo, pensar + infinitivo). Los casos en que el filólogo mexicano recoge el futuro sintético son: futuro atemporal (“En los códices encontrarás que hay información”), futuro concesivo (“Con palabras se podrán decir cosas muy hermosas ... pero muchas veces se tiene que llegar a la acción”), en oraciones regidas por la expresión no sé (“No sé si tú te acordarás”), en suposiciones referidas al presente (“Ya tú comprenderás cómo nos reíamos”), y en pregunta directa referida al presente (“¿será cierto?”). Como se puede notar, y tal como lo apunta Moreno de Alba (1977b, 143), la mayor parte de los casos en que se registra dicho futuro tienen que ver con modalidad, no con temporalidad. En un estudio similar al realizado en la ciudad de México, Iuliano (1975) estudia el futuro, sintético y analítico, en Caracas y llega a la con clusión de que, de los 627 casos registrados de futuro, 481 (77 por ciento 11 La modalidad epistémica tiene que ver con el valor veritativo de las proposiciones, la deóntica se refiere a la necesidad o posibilidad de realizar una acción, y la funcional está ligada al comportamiento práctico y se aplica a lo que se juzga necesario o posible de realizar para lograr un fin determinado (Bauhr 1990, 77). Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 93 Quesada Pacheco EL SISTEMA VERBAL DEL ESPAÑOL DE COSTA RICA del total) son casos de futuro analítico (perífrasis ir a + infinitivo), y 146 de futuro sintético o futuro de indicativo. Así, dicha perífrasis tiene ante todo valor temporal futuro12. Además, no es que el futuro de indicativo desaparezca del todo: En realidad, el futuro de indicativo tiene cierto valor hipotético, y esto hace que el hablante recurra a la perífrasis para dar a su expresión mayor claridad: con la forma analítica el hablante siente que puede expresar un futuro más próximo y, casi, más real (Iuliano 1975, 62; el subrayado es mío). Algo similar ocurre en América Central, en donde el futuro sintético queda relegado para denotar duda (“¿qué le pasará a Juan?”) y se sustituye por el presente o por la perífrasis ir a + infinitivo (“mañana cierran la iglesia, ¿qué vas a hacer el sábado?”) (Quesada 2013, 47, para Belice; Chavarría 2013, 109, para Guatemala; Quesada y Rivera 2013, 165, para El Salvador; Hernández 2013, 209, para Honduras; Díaz y López 2013, 278, para Nicaragua; Venegas 2013, 320 para, Costa Rica; Quesada y Tinoco 2013, 365, para Panamá). En lo concerniente a la América del Sur, la situación es parecida a América Central y a México. Por ejemplo, Sedano y Bentivoglio señalan lo siguiente para Venezuela: El uso del futuro morfológico para las referencias a una acción o hecho venideros es bastante limitado; esto se debe a que dicha forma se emplea sobre todo para expresar duda, conjetura o cálculo respecto de un acontecimiento del presente (no sé si la piscina estará libre hoy). El empleo del presente de indicativo para las referencias futuras solo parece posible cuando la acción futura se concibe como muy próxima en el tiempo o de muy certera realización (el sol sale mañana a las 6.10 a.m.; mi hija cumple años mañana). El futuro perifrástico constituye la forma más empleada y más usual de refe rirse a un acontecimiento venidero (Sedano y Bentivoglio 1996, 125). En el Ecuador se observa el mismo fenómeno13: 12 Iuliano ha registrado otros valores en la perífrasis ir a + infinitivo, como el exhortativo (9 por ciento), y el modal (ingresivo, perfectivo y conativo, con un total de 8 por ciento); sin embargo, el valor temporal es absolutamente abrumador, pues conforma el 83 por ciento de los valores registrados. 13 De acuerdo con Toscano, “El futuro flexional se emplea mucho en el Ecuador para indicar inmediata futuridad: ‘¿No quieres dormirte? Ahora verás’ (Gil Gilbert, El Malo, LMCE, p. 338); ‘Nu’a sido mudo. ¿Veremos la cabeza? Uuu, con piojos, con sarnas’ (Icaza, Cholos, p. 53); “Yo prepararé una agüita para sumercé, niñito”, en El cojo Navarrete. En todos estos casos se trata de algo que va a ocurrir inmediatamente” (Toscano 1953, 258). Este uso parece ser característico del Ecuador, aunque puede remontarse a un empleo antiguo, exis tente también en otras regiones hispanohablantes, pues en Costa Rica se dicen frases fosilizadas como ahora verés, esperate y verés. Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 94 Quesada Pacheco EL SISTEMA VERBAL DEL ESPAÑOL DE COSTA RICA Las formas perifrásticas he de amar, voy a tomar, etc., reemplazan muy a menudo al futuro simple: “mañana me he de ir (iré) a Quito”, “el jueves voy a empezar el trabajo (empezaré), etc.” (Toscano 1953, 256). Al igual que en el Perú, según afirma Caravedo: Así, el futuro se expresa mediante la combinación de la forma flexionada del verbo ir con el infinitivo del verbo principal como en: voy a ir, vas a leer, por iré o leeré o mediante la perífrasis del verbo estar con el gerundio: voy llegando mañana a las seis. Por otro lado, la forma flexiva del futuro ocurre para expresar duda: será así pues, estará cansado, cómo será, pues (Caravedo 1996, 165). Por su parte, Coello apunta lo mismo en el español boliviano: Cabe apuntar que esta variedad del castellano boliviano [región oriental] prefiere tam bién las formas perifrásticas del tipo IR + INF, que reemplazan al futuro imperfecto. Así: Voy a cantar por cantaré (Coello 1996, 179-180). En cuanto al Paraguay, la situación es similar, pues, de acuerdo con los datos de Alvar (1996, 205), “el futuro suele ser sustituido por voy + a + infinitivo (voy a salir = ‘saldré’)”. En la Argentina se da la misma tendencia: “En lo referente al futuro de indicativo, existe en todo el país la tendencia a reemplazar la forma sintética por perífrasis, especialmente por la formada por ir a + infinitivo” (Donni de Mirande 1996, 217). Por último, en Chile sucede lo siguiente: Aunque en Chile se recurre a varias locuciones con valor de futuro, la más usual es la construcción {ir a + infinitivo}. Una particularidad, sin embargo, se puede comprobar en la provincia de Parinacota: allí alternan con marcada preferencia por la última, pero entre los hablantes de nivel popular, la construcción {ir a + infinitivo} es la única utili zada. En el nivel alto predomina, por el contrario, el uso del futuro sintético (Wagner 1996, 223). En resumen, en el español americano la oposición temporal entre mediatez e inmediatez, que ha sido característica de los futuros, ha dado paso a una oposición modal entre realis e irrealis, en cuya consecuencia el futuro analítico se emplea para cualquier tipo de acción que vaya a suceder, sea inmediata o mediata, mientras que el futuro sintético se ha es pecializado en expresar rasgos modales, como duda, probabilidad, hipótesis o concesión, entre otros valores. Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 95 Quesada Pacheco EL SISTEMA VERBAL DEL ESPAÑOL DE COSTA RICA 3.2. LA POSTERIORIDAD EN LA DOCUMENTACIÓN DECIMONÓNICA. El tiempo dominante para la expresión de la posterioridad en la documentación revisada es el futuro sintético (cantaré), sea cual sea su relación con el momento de la enunciación; es decir, sea de carácter inmediato, mediato o lejano al presente: (26) Se empezará a publicar nuestro Periodico en los primeros dias del año proximo (NU, 24/10/1832, p. 3). (27) nos proponemos publicar un periodico semanal en que se insertarán todas las noticias que pudiesemos recoger y se concideren de algun interez (NU, 24/10/1832, p. 1). (28) Cumplido el término que prescribe el articulo 2 toda moneda que apareciese no conforme a las Leyes será decomisada (NU, 8/3/1833, p. 76). Además, es el tiempo preferido en el sistema condicional real, capaz de ocurrir, especialmente en la apódosis: (29) mas si exediesen o fuesen de otro particular pagarán al respecto de tres reales la llana (NU, 24/10/1832, p. 2). (30) si los resultados no corresponden al interez publico y a las miras de la Ley, no solo alguna seccion del Estado derramará lagrimas amargas, tal vez irremediables (NU, 4/1/1833, p. 7). Asimismo, se registran casos de futuro con valor modal, de acuerdo con los cuales su empleo marca un sentido hipotético, dubitativo, o de un futuro muy lejano, además de un valor concesivo: (31) Y si esto es tan reprensible con respecto a los particulares; ¿quanto no lo será en orden a la sociedad? (NU, 18/1/1833, p. 23). (32) Digo pues, mis amados lectores, ¿será justo nos tenga por sequaces de los Españoles, quien nos arguye con los absurdos de ellos? [...] pensará que ignoramos las obras sediciosas que han venido de alla, y que tanto han dado que hacer en America (NU, 24/1/1834, p. 525). (33) En el comunicado (Imparcial) se me nota de atrevido: no lo niego, puedo serlo, mi escacez de luces y pasiones dominantes, me lo ocultarán: lo seré, aun en superior grado del que se me conceptua; pero estoy cierto que todos somos suceptibles del error (NU, 10/1/1834, p. 502). Además, se registran casos de futuro con valor exhortativo o de mandato, particularmente en el discurso jurídico: (34) Por los defectos de substanciacion seran unicamente responsables los Letrados [...] También habra lugar a suplica de la sentencia que se pronuncie en las acusaciones [...] por las demas y de la misma declaratora no tendra lugar este recurso (NU, 17/1/1834, p. 511). Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 96 Quesada Pacheco EL SISTEMA VERBAL DEL ESPAÑOL DE COSTA RICA Por último, se registró un caso de sustitución del futuro por el presente, tal como sucede en el español contemporáneo: (35) quiero complacerles y ausiliarles para el periodico del viernes siguiente. Aquel dia se instala nuestra legislatura (NU, 1/3/1833, p. 67). Aparte del futuro sintético, se recogieron algunos casos de las perífrasis ir a + infinitivo y haber de + infinitivo. La primera tiene valor de futuro inmediato: (36) Tres periodicos se ban a sostener ya (NU, 4/10/1834, p. 1.085). (37) voy a dartelo a saber: es un pobre sacristán (NU, 3/1/1834, p. 496). (38) voy a disgustarlo [...] pero supuesto el Catolico le substituye voy a entenderme con él (NU, 17/1/1834, p. 520). Sin embargo, el futuro sintético aparece también con valor de futuro inmediato, de manera que, se podría decir, compite con dicha perífrasis, a juzgar por las siguientes citas: (39) en prueba de ello, le preguntaré: de quién tomó el primer parrafo, y otros que le siguen en su discurso? Yo lo diré: los tomó de un español (NU, 17/1/1834, p. 519). (40) digo: que el Escasuseño no es el Raton, ni el Raton el Escasuseño [...] Para evitar equivocaciones diré en este expresamente lo que me propuse en aquel. No soy sujeto de compararme con persona alguna, soy un ente ficico, asi como suena (NU, 10/1/1834, p. 501). Por su parte, haber de + infinitivo aparece con valor obligativo: (41) Alajuela, 1835: Sosieganse las beatas. No han de salir al tablado trasgos, duendes ni vestiglos; no entendemos brujerias. [...] escribimos para todos y todos han de entendernos (NU: 7/3/1835, p. 1.174). (42) ¿Y las bellas heroinas, no llevarán su sopapo? ¡Como si lo han de llevar! (NU, 7/3/1835, p. 1.175). (43) ¿Por qué no lo hemos de hacer para uzar de la Libertad en todos nuestros escritos? (NU, 18/1/1833, p. 24). (44) Hecha la citacion para sentencia deberá pronunciarse dentro de ocho dias previa la vista de autos por los individuos que hayan de votar (17/1/1834, p. 510). El sistema de futuro en el español de la época colonial, según figura en manuscritos costarricenses, se subdividía en dos grupos con valores claramente delimitados: por una parte, el futuro sintético (cantaré), el cual expresaba acciones que se sucederían a corto, mediano o largo plazo, y que es prácticamente el mismo que se vislumbra en la documentación decimonónica. Por otra, parte, estaba el futuro perifrástico, el cual se subdividía en dos tipos, con características morfológicas y semánticas Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 97 Quesada Pacheco EL SISTEMA VERBAL DEL ESPAÑOL DE COSTA RICA distintas: la perífrasis ir a + infinitivo, la cual connotaba volición o intención de hacer una cosa; la segunda, haber de + infinitivo, con valor obligativo (Quesada Pacheco 2009, 308-317). Respecto de la posterioridad en el español costarricense actual, el estudio de Pitloun (2005, 245) encuentra tres formas de expresión, ordenadas en cifras descendentes: el futuro analítico (voy a cantar) con 60 por ciento de apariciones; el presente (canto) con 36,6 por ciento del total de hallazgos, y el futuro sintético (cantaré) con 3,3 por ciento de apariciones. De acuerdo con este autor, el futuro que él recogió en su corpus “siempre denota acciones temporalmente no fijadas, esto es, nunca aparece con alguna marca temporal (p. ej. mañana, el año que viene), y, por lo general, no se refiere a personas, cosas o situaciones concretas” (Pitloun 2005, 245). En lo concerniente al español moderno estándar, este cuenta con dos formas para la expresión de la posterioridad: a) la sintética (cantaré) para expresar una acción futura a mediano y largo plazo (mediatez), además de significados modales como duda, hipótesis o concesión; y b) una forma analítica (ir a + infinitivo) para la expresión de acciones inmediatas o que están a punto de suceder (Fernández de Castro 1999, 206). En este sentido, el sistema de futuro en la documentación analizada para la primera mitad del siglo XIX manifiesta una diferencia, tanto con respecto del sistema del español moderno, como en el analizado en los manuscritos de la época colonial. Así, en oposición al español actual, los textos decimonónicos están decididamente orientados al uso casi omnipresente, tanto en valores temporales como aspectuales, del futuro sintético, dejando relegadas a unos cuantos casos, casi invisibles, las perífrasis ir a + infinitivo y haber de + infinitivo. Por su parte, y respecto del sistema americano moderno de la posterioridad, la perífrasis ir a + infinitivo, que expresa prácticamente todos los valores futuros, inmediatos o mediatos, no figura aún con toda su fuerza; respecto de la segunda perífrasis, da la impresión de que en el siglo XIX continúa su obsolescencia, al punto de que hoy en día apenas si se oye, particularmente en zonas rurales de Costa Rica (cuadro 2). Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 98 Quesada Pacheco EL Realis Futuro Futuro Obligación Volición inmediato mediato Mandato Siglos voy a voy a he de cantaré XVI-XVIII cantar cantar cantar cantaré cantaré cantaré Siglo XIX cantaré (voy a...) (voy a...) (he de...) Siglos voy a voy a voy a ... XX-XXI cantar cantar cantar Cuadro 2: Evolución del sistema de futuro en el español Dimensión temporal SISTEMA VERBAL DEL ESPAÑOL DE COSTA RICA Irrealis Duda Hipótesis Concesión cantaré cantaré cantaré cantaré cantaré cantaré cantaré cantaré cantaré de Costa Rica (1500-2000) 4. PARA CONCLUIR. La presente investigación permite llegar a las siguientes conclusiones: a. En primer lugar, el sistema de pretérito del modo indicativo (anterioridad) muestra que los pretéritos perfectos simple (canté) y compuesto (he cantado), mantienen una oposición tanto temporal como aspectual, de modo que el pretérito perfecto simple se emplea más que todo para indicar acciones pretéritas, perfectivas, y que el hablante siente como lejanas al momento de la enunciación; por su parte, el pretérito perfecto compuesto se emplea para indicar una acción pretérita y perfectiva, sucedida en un tiempo inmediatamente anterior al momento de la enunciación, sea durante el mismo día, sea que el hablante la siente como muy cercana a dicho momento (el llamado pretérito de hechos recientes). b. En segundo lugar, el sistema de futuro (posterioridad) muestra una predominancia del futuro sintético (cantaré) en detrimento de sus homólogos perifrásticos (voy a cantar, he de cantar), los cuales pierden fuerza durante las primeras décadas del siglo XIX. c. Finalmente, el análisis histórico-comparativo de los mencionados tiempos verbales, tanto de indicativo como de subjuntivo, en el español de Costa Rica muestra características divergentes a lo largo de la historia, sea respecto de la época colonial, sea en relación con la época actual. Lo anterior permite proponer, a manera de hipótesis, un cuadro evolutivo del sistema verbal del español de esta región del Istmo Centroamericano en tres etapas: etapa colonial (siglos XVI-XVIII), etapa independiente (siglo XIX) y etapa actual (siglos XX-XXI). No obstante, en esta división habrá que tener presente cada uno de los subsistemas verbales por separado, ya que hay algunos en los que se observa una línea continua entre las diferentes etapas propuestas; es lo que suce- Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 99 Quesada Pacheco EL SISTEMA VERBAL DEL ESPAÑOL DE COSTA RICA de, a manera de ilustración, con el sistema de pretérito, el cual no ofrece distinciones dignas de marcar entre la época colonial y la primera mitad del siglo XIX. Por el contrario, se podrían esperar subdivisiones en cada etapa, como podría ser el caso de la época colonial, cuando se observan cambios en marcha a lo largo de los tres siglos de que se compone, como se puede observar con el uso del pretérito imperfecto de subjuntivo (Quesada Pacheco 2009, 333). En fin, y tal como se dijo al inicio, el presente estudio, siendo un esbozo, deberá ensancharse y profundizarse tanto en córpora de la época como de las décadas que lo suceden, para llegar a conclusiones más contundentes y válidas, al menos para todo el siglo XIX. BIBLIOGRAFÍA Academia de Geografía e Historia de Costa Rica. 1987. Noticioso Universal. San José: Xerox de Costa Rica. Alarcos Llorach, Emilio. 1973. Estudios de gramática funcional del español. Madrid: Gredos. Alvar, Manuel. 1996. “Paraguay”. En Manual de dialectología hispánica: El español de América, dirigido por Manuel Alvar, 196-208. Barcelona: Ariel. Álvarez, Alexandra et al. 1992. El idioma español de la Venezuela actual. Caracas: Ediciones Arte. Asociación de Academias de la Lengua Española. 2009. Nueva gramática de la lengua española. Madrid: Espasa Libros. Bauhr, Gerhard. 1989. El futuro en -ré e ir a + infinitivo en español peninsular moderno. Gotemburgo: Acta Universitatis Gothoburgensis. 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En este artículo se presenta una aproximación al estado del campo de los estudios de lingüística diacrónica, principalmente del español, en Colombia. Se ofrece un estado del arte sobre el desarrollo histórico del español de Colombia, y una propuesta de posibles líneas de indagación diacrónica, a partir de la situación idiomática actual. Palabras clave: Colombia, historia, lingüística, diacronía, español. ABSTRACT. This article offers an approach to the current state and trends in the field of Spanish diachronic linguistics in Colombia. It offers a state of the art on the findings on the history of Colombian Spanish, along with a view on possible lines of diachronic studies. Keywords: Colombia, history, linguistics, diachronic linguistics, Spanish. RESUMO. Este artigo apresenta uma abordagem para o estado do campo dos estudos linguísticos diacrônicos, principalmente do espanhol, na Colômbia. Oferece um estado da arte sobre a questão do desenvolvimento histórico do espanhol da Colômbia, com uma proposta das possíveis linhas de investigação diacrônica, a partir da situação atual da linguagem. Palavras-chave: Colômbia, história, linguística, diacronia, espanhol. 1. Colombia en el ámbito de los estudios histórico-lingüísticos. No consti tuye novedad señalar que los estudios diacrónicos sobre el español de Colombia son, comparados con lo producido en otras zonas de Hispanoamé rica, prácticamente inexistentes, ni que, salvo pocas excepciones, la investigación lingüística en el país ha sido tradicionalmente de orientación sincrónica. Son exiguos tanto los estudios históricos sobre el español nacional, como los aportes que Colombia ha realizado a la diacronía del español americano. Se conoce con bastante claridad el momento presente del español que se habla en el país, pero casi nada sobre su génesis. En esa medida, la ausencia de interés por el estudio diacrónico del español en Colombia ha producido un vacío de colecciones documentales apropiadas para llevar a cabo un análisis lingüístico e histórico, y así, al escaso interés por el tema se suma la inexistencia de materiales de traba- Signo y Seña, número 23, junio de 2013, pp. 103-118 Facultad de Filosofía y Letras (UBA) http://revistas.filo.uba.ar/index.php/sys/index ISSN 2314-2189 Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 103 Ruiz Vásquez LA DIACRONÍA DE LAS LENGUAS DE COLOMBIA jo, y se conforma un escenario desalentador, en el que un obstáculo lleva al otro e impide, cíclicamente, generar propuestas de investigación en este campo. Ese mismo escenario se replica en otras parcelas del quehacer lingüístico nacional. Colombia es hoy, según la UNESCO (2008), el segundo país con mayor diversidad lingüística y étnica de América, sólo superado por Brasil; según la misma fuente, actualmente se hablan en el territorio, además del español, 65 lenguas indígenas. Y si bien en la perspectiva sincró nica son evidentes los esfuerzos llevados a cabo para estudiar y preservar todas esas lenguas (reflejados en los trabajos del desaparecido Centro Colombiano de Estudios de Lenguas Aborígenes, los del Instituto Caro y Cuervo, y los de los profesores que diseminados por universidades del país han tomado las lenguas indígenas como objeto de trabajo), no sucede lo mismo en la perspectiva diacrónica, siendo muy pocos los trabajos que han abordado la historia de las lenguas indígenas. No hay variación al indagar por las dos lenguas criollas que se hablan en el territorio: el Palenquero, en el departamento costero de Bolívar, única lengua criolla de base española en la América continental, y el Criollo Sanandresano, o Bende, en el departamento insular de San Andrés y Providencia, que hace parte de los varios criollos de base inglesa diseminados por el Caribe. Así, contamos con descripciones de ambas lenguas realizadas en los últimos cincuenta años, pero casi nada se ha avanzado en su conocimiento diacrónico, situación contradictoria en tanto por su localización, uso y vitalidad, estas lenguas revisten importancia histórica, sociológica y cultural1. Esta tendencia, aunque lentamente, empieza a revertirse, y en los últimos doce años han visto la luz estudios diacrónicos en las tres áreas: español, lenguas indígenas y lenguas criollas, trabajos que permiten pensar en un ojalá progresivo fortalecimiento del campo de estudios. 2. ESTADO DEL ARTE 2.1. COLOMBIA EN EL MARCO AMERICANO. Una revisión de los principales autores que han acometido la descripción diacrónica del español de América permite dividir en dos grupos, según el grado de profundidad, a quienes han trabajado específicamente sobre el país. En primer lugar, encontra1 Consecuentemente, la UNESCO declaró el espacio cultural y lingüístico de San Basilio de Palenque como “Patrimonio oral e intangible de la humanidad” en 2005. Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 104 Ruiz Vásquez LA DIACRONÍA DE LAS LENGUAS DE COLOMBIA mos los estudios que a partir de información demográfica, sociológica, cronística, documental y cultural, intentan trazar las líneas de la implantación y difusión del español en el territorio; allí podemos ubicar a Lipski (1996), Frago Gracia (1999), Rivarola (1990 y 2001), Guitarte (1983) y Montes Giraldo (1992), quienes señalan sin excepción el carácter provisional e intuitivo de sus observaciones, dada la escasez de estudios o aproximaciones a los documentos históricos existentes. Luego, encontramos trabajos en los que se ofrecen observaciones de tipo histórico, conducentes a explicar rasgos dialectales vigentes en áreas que incluyen al español de Colombia, como los publicados por Menéndez Pidal (1962), López Morales (1998), Zamora y Guitart (1988), Garrido Domínguez (1992), Medina López (1995), Ramírez Luengo (2007) o Fontanella de Weinberg (1992). Estos estudios, sin embargo, ubican al español hablado en Colombia dentro de tendencias históricas más generales o con referencia a fenómenos de amplio alcance geográfico y social en América, que tuvieron, por supuesto, diverso tratamiento dentro de las características socioculturales y geográficas del país, y por esa vía configuraron la actual situación idiomática y dialectal. 2.2. PRINCIPALES ESTUDIOS SOBRE LA HISTORIA DEL ESPAÑOL HABLADO EN COLOMBIA. Al entrar en el ámbito de los estudios dedicados al español colombiano el panorama se nutre un poco más, pero a la vez se fragmenta y atomiza. Las tareas investigativas que se han ocupado de la historia del español en el país han apuntado a pequeñas áreas o a fenómenos dialectales específicos, con lo que no es posible tratar de articular aún una imagen de con junto. Abordaremos a continuación, según un criterio cronológico, los principales trabajos en el área. 2.2.1. RUFINO JOSÉ CUERVO. Como casi todo en la lingüística colombiana, los trabajos de Cuervo marcan el inicio. Ya desde las Apuntaciones críticas sobre el lenguaje bogotano (1987), Cuervo determinó el conjunto de fenómenos fonéticos, morfosintácticos y léxico-semánticos característicos del español de Colombia, y para casi todos los casos señaló su distribución geográfica. Con respecto al seseo, y como es sabido, Cuervo adoptó la tesis del origen andaluz del fenómeno, con desarrollos paralelos en España y en América, y explicó la difusión general del rasgo (incluso en Colombia) con referencia a las oleadas migratorias hacia el continente: Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 105 Ruiz Vásquez LA DIACRONÍA DE LAS LENGUAS DE COLOMBIA Consta que todavía en el primer tercio del siglo XVI se distinguían en Andalucía estas letras [s y z] como en Castilla, y que a mediados del mismo se extendió la confusión, cuya oleada es de suponer llegó a América. Puede conjeturarse que los primeros con quistadores oriundos de aquellas partes conservarían el uso antiguo, y los mozos, lle gados algo adelante, llevarían el nuevo, que al fin se generalizó [...] Parece probable que ya los hijos o nietos de los conquistadores pronunciaban como hoy pronunciamos todos los americanos (Cuervo 1987, 728-729). Al referirse al yeísmo, Cuervo le asignó una menor antigüedad en Colombia con respecto al seseo, y lo ubicó como desarrollado a partir del siglo XIX, pero al mismo tiempo mostró que ese rasgo de la pronunciación era de irregular aceptación entre la población, y aventuró una distribución del fenómeno que casi un siglo después iba a ser probada como cierta por los trabajos para el ALEC: “por lo que hace a Colombia, en Bogotá y buena parte de lo interior es la ll bien y oportunamente pronunciada, al paso que en Antioquia y lugares de la Costa es exclusiva la y” (Cuervo 1987, 714). También identificó la relajación de vocal inacentuada (sepultura > sepoltura) (1987, 709-710), la reducción de grupos cultos (actor > ator) (1987, 715), la elisión de oclusivas en final absoluto (bondad > bondá) (1987, 719), la neutralización /ɾ/ = /l/ (soldado > sordado) (1987, 710), la neutralización /d/ = /ɾ/ (cadáver > caráver) (1987, 711), la aspiración de /s/ implosiva (las casas = [lah.'ka.sah]) (1987, 724), la aspiración de /f/ inicial (['fwεɾ.sa] > ['hwεɾ.sa]) (1987, 722), y la norma de tratamiento pronominal con {vos} (1987, 340-344) como rasgos del castellano popular vigentes en los pobladores del siglo XVI, y por lo tanto configuradores tempranos de las hablas colombianas. Sin llegar a desarrollar sus aseveraciones en profundidad, Cuervo también reconoció la introducción temprana de indigenismos en las hablas colombianas, y realizó el primer inventario del léxico indígena en el español de Colombia (1987, 840-857). Acertadamente, pero sin mucha profundidad, señaló la presencia de elementos fonéticos de posible origen africano, sobre todo en las hablas de los afrocolombianos: Tratándose de conjeturas, permítaseme recordar que el elemento negro desde temprano se mezcló en esos territorios con el blanco e indio y tuvo gran cabida en la servidumbre doméstica; y conocida como es en muchas lenguas africanas la resistencia a pronunciar sílabas terminadas en otras consonantes que las nasales, natural es que los que las hablan hallen dificultad para proferir voces como somos, color, papel, gasto, Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 106 Ruiz Vásquez LA DIACRONÍA DE LAS LENGUAS DE COLOMBIA carne; peculiaridad que ya desde antiguo se ha señalado en la pronunciación de los ne gros (Cuervo 2004, 81-82). Cuervo señaló que la diferenciación dialectal del país obedecería históricamente, como en América, a factores como la estructura poblacional resultado de los patrones de migración a la Nueva Granada; la procedencia de los conquistadores y posteriormente, regentes, clérigos y administradores; la densidad y frecuencia del contacto entre las comunidades establecidas; y sobre todo, el proceso del mestizaje, dentro del que asignó gran peso a la poca densidad de mujeres castellanas —y a la vez alto número de mujeres indígenas— en el advenimiento de las primeras generaciones de criollos: Como entre los primeros pobladores europeos hubiese sido muchísimo menor el número de mujeres que el de hombres, fue también muy considerable el de los mestizos, a quienes las madres comunicaron su pronunciación defectuosa; influencia que continuaron, aun en las familias españolas, las amas y criadas del país (Cuervo 2004, 80). 2.2.2. OLGA COCK DE HINCAPIÉ. Habría de pasar casi un siglo para que en Colombia se produjese algún trabajo sobre la diacronía del español después de Cuervo. En 1969, bajo la dirección de Guillermo Guitarte, Olga Cock de Hincapié realizó su estudio El seseo en el Nuevo Reino de Granada, uno de los pocos realizados en Colombia con material de archivo. El estudio se basó en alrededor de 200 documentos escritos entre 1550 y 1650 procedentes del Archivo General de la Nación, y organizó el material según registro (culto o popular), y procedencia del autor. Todos los documentos se restringen a la zona del altiplano cundiboyacense, y como el título lo indica, se indagó por el estado de la confusión de sibilantes en la primera centuria de la colonia española. La autora encontró que la confusión de sibilantes ya está presente desde los primeros documentos, y se profundiza a medida que se avanza en el tiempo: “desde los primeros documentos neogranadinos que hoy podemos consultar se hallan testimonios de seseo [...] A partir de la última década del siglo XVI son ya abundantes los ejemplos de autores criollos seseantes” (Cock de Hincapié 1969, 138). El seseo es más acusado en los registros populares, pero de todas formas está presente en los cultos: “se cuentan entre estos autores, no sólo representantes de las clases populares, sino también de las clases cultas de la sociedad neogranadina: sesean los clérigos, los alcaldes, los regidores y los escribanos” (Cock de Hincapié 1969, 138); y el fenómeno es general dentro del territorio estudiado: Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 107 Ruiz Vásquez LA DIACRONÍA DE LAS LENGUAS DE COLOMBIA En las últimas décadas del siglo XVI el seseo había alcanzado las capas cultas de la so ciedad criolla del Nuevo Reino de Granada; lo habían adoptado peninsulares [...]; lo practicaban los aborígenes. Podemos por tanto pensar que desde esa época el seseo sería lo general y la distinción lo peculiar en esta provincia americana (Cock de Hincapié 1969, 140). La autora concluye que el seseo es un rasgo introducido por los conquistadores, afianzado por las primeras oleadas migratorias, y cuya generalización se estaba alcanzando, por lo menos en el territorio estudiado, hacia 1600: También seseaban los indios, de acuerdo con los documentos escritos por caciques y capitanes de poblaciones indígenas del Nuevo Reino en 1586: muy posiblemente los aborígenes del Nuevo Reino aprendieron el español con el seseo [...] No se hallaba reducido el seseo americano hacia 1600 a la confusión de s y z finales de sílaba como creía Alonso; había ya confusión completa hacia 1586 (Cock de Hincapié 1969, 139) Lastimosamente este estudio es único en su género en el país, y no se cuenta con el mismo tipo de aproximaciones por fuera del altiplano cundiboyacense, ni para otro segmento temporal. 2.2.3. GERMÁN DE GRANDA. El estudioso, quien participó durante la década del 70 del siglo XX en las encuestas para el ALEC y realizó numerosos estudios sobre variedades colombianas, le dedicó sobre todo atención a las hablas afrocolombianas de la costa pacífica. Necio sería pretender dar cuenta detallada de siquiera los artículos más destacados, por lo que se limitará este apartado a revisar los aspectos diacrónicos más importantes señalados por de Granda en su estudio “La articulación dialectal de la tierras bajas occidentales de Colombia y sus factores determinantes” (1977). El área estudiada concentra la mayoría de población negra de Colombia, y ha estado secularmente desconectada del resto del país por motivos geográficos. El habla de la región presenta rasgos únicos, como la presencia de una oclusiva glotal sorda /ʔ/ en reemplazo de la oclusiva velar /k/ (coco = ['ʔo.ʔo]), la neutralización /d/ = /ɾ/ (cadáver > caráver), la reduplicación de adverbios en estructuras oracionales (No lo he visto no), y un léxico con mayor presencia de étimos africanos o derivados de palabras originalmente africanas (bitute, mandinga). De Granda propuso una división dialectal que separa la zona entre sur continental y litoral pacífico (A1 y A2) y norte continental y litoral atlánti- Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 108 Ruiz Vásquez LA DIACRONÍA DE LAS LENGUAS DE COLOMBIA co (B1 y B2), siendo los grados de aislamiento de estas zonas entre sí, y con respecto a sus centros urbanos de dependencia, los factores determinantes de la situación actual: En resumen, el área A1 (y básicamente también el área B1) se caracteriza por su aislamiento e incomunicación geográfica, por su marginación y subdesarrollo económicos, por su arcaísmo cultural y por sus peculiaridades lingüísticas negativamente valoradas, mientras A2 (y, en menor proporción B2) posee, como notas diferenciadoras, co municaciones internas y externas, relativamente fáciles, un cierto desarrollo económico unido a una relativa integración en la estructura capitalista [...] y un acercamiento importante hacia normas lingüísticas medias aceptables a nivel nacional, o al menos, regional (De Granda 1977, 62-63). El autor encuentra en la estructura económica de explotación del territorio la mayoría de las claves que explican históricamente la configuración dialectal de la zona. La población fue introducida a la región como mano de obra esclava para la explotación de las minas, los centros urbanos se organizaron alrededor de la explotación del mineral, y fluctuaron entre la permanencia y la desaparición según la productividad aurífera, lo que permitió la consolidación de normas en ciertas regiones, y la vacilación en otras: Me parece [...] prácticamente evidente la existencia de un nexo causal entre la estruc tura socioeconómica hasta aquí descrita, basada en la explotación aurífera por medio de mano de obra esclava de origen africano, y la génesis de una parte considerable de las zonas lingüísticas integradas en el área occidental de Colombia (De Granda 1977, 43-44). La mayoría casi absoluta de población esclava, sumado al hecho de que el territorio se administraba desde centros lejanos como Popayán o Santafé de Antioquia, cuyo poder como irradiadores de una norma española era nulo, permitió el surgimiento de una tradición lingüística propia o al menos, altamente diferenciada, expresada en los rasgos anteriormente ejemplificados (y otros que por cuestión de espacio no tratamos aquí): En efecto, sí podemos atribuir [al español hablado en la zona] [...] unas características lingüísticas generales que podrían condensarse en normalización escasa, polimorfismo, heterogeneidad y arcaísmo, conviviendo este último con fenómenos de innovación extrema, me parece que todas ellas pueden explicarse como corolarios superestructurales de una estructura socioeconómica como la anteriormente esquematizada (De Granda 1977, 45). Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 109 Ruiz Vásquez LA DIACRONÍA DE LAS LENGUAS DE COLOMBIA Este y otros trabajos de Germán de Granda constituyen, junto a las investigaciones de Rubén Arboleda (ver más adelante), el intento más consistente por aplicar a la realidad colombiana los preceptos de la “Historia lingüística”, y la apuesta más clara por explicar las variaciones diacrónicas del español de Colombia a la luz de datos económicos, socioculturales y políticos. 2.2.4. JOSÉ JOAQUÍN MONTES. En 1992 Montes Giraldo publicó su estudio Someros apuntes para la historia del español de Colombia, trabajo que aunque corto, contiene algunas precisiones importantes. Dada la división dialectal del país (Montes Giraldo 1982) 2, la estabilidad de sus isoglosas y la fuerte identificación que los hablantes sienten hacia su dialecto propio, Montes concluye que la situación histórica no debió ser muy diferente, y que “puede suponerse que los dialectos y superdialectos [...] se estructuraron con sus rasgos básicos desde los primeros tiempos de la colonia” (Montes Giraldo 1992, 510). También precisa, sin entrar en mayores detalles, que tanto el seseo como el yeísmo tienen origen antillano, y la extensión desigual del yeísmo evidenciada por el ALEC, ya intuida por Cuervo, tiene explicación en los patrones y composición migratoria durante la colonia temprana (Montes Giraldo 1992, 511513). Finalmente, interpreta la vigencia del voseo en ciertas zonas del país en función de la antigüedad del uso del pronombre, y sostiene que “el voseo fue el tratamiento general en los primeros tiempos de la colonia; el hecho de que en Colombia haya pervivido en diversos grados y zonas de todo el país así lo comprueba” (Montes 1992, 513). Al delimitar los componentes históricos del español nacional, Montes sitúa el contacto con las lenguas indígenas como primer elemento integrador. Consecuentemente divide el país, basándose en Menéndez Pidal (1962) y Patiño Rosselli (1991), en “zonas centrales”, donde se impuso decididamente el español y desaparecieron las lenguas indígenas, y “zonas periféricas”, donde estas últimas sobrevivieron, en algunos casos en aisla- 2 En su propuesta de división dialectal, Montes establece dos grandes zonas dialectales: el superdialecto costeño, propio de las tierras bajas del Atlántico y del Pacífico, frente al superdialecto andino, propio de las tierras altas del interior. Las isoglosas que definen ambos dialectos son el tratamiento de /s/ (aspirada en las costas, conservada en el interior), la neutralización /ɾ/ = /l/ (presente solo en las costas), y el yeísmo (generalizado en las costas, ausente en zonas del interior). Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 110 Ruiz Vásquez LA DIACRONÍA DE LAS LENGUAS DE COLOMBIA miento, en otros, a través de situaciones de contacto con el español u otras lenguas indígenas (Montes Giraldo 1992, 507). Tendríamos así que la costa atlántica (con centro en Cartagena de Indias) y el centro-oriente del país (con centro en Bogotá) serían las “zonas centrales”, mientras la costa pacífica, el suroccidente, los llanos y la amazonia serían las “zonas periféricas”. Aunque no desarrolla el influjo de lenguas africanas en las hablas de los afrocolombianos, sí le reconoce al contacto con ellas, o con los criollos afro-portugueses, un lugar dentro de las fuerzas que modelaron el entramado dialectal que hoy conocemos (Montes Giraldo 1992, 508). Si bien sencillo en su contenido y alcances, el artículo de Montes recupera las aportaciones de Cuervo, Cock de Hincapié y De Granda, traza las líneas generales de lo que ha de ser, al menos desde la dialectología, la investigación diacrónica sobre el español de Colombia, y propone desarrollar, en un marco de “zonas centrales vs. laterales”, cuestiones como la fijación de los rasgos dialectales hoy observados, y el examen de la composición poblacional de la colonia, la estructura de las migraciones, y su impacto en la construcción de normas lingüísticas de alcance local, regional o nacional. En otros trabajos, sobre la vigencia del voseo en el país (1967), la división dialectal del español de Colombia (1982), y algunas fitonimias del altiplano cundiboyacense (1978), Montes basó gran parte de sus razonamientos en datos históricos, aunque sin integrarlos en un marco amplio o estrictamente diacrónico. 2.2.5. RUBÉN ARBOLEDA TORO. El profesor Rubén Arboleda viene estudiando desde hace algunas décadas el español hablado en la porción andina y de piedemonte de dos departamentos del suroccidente del país: Nariño y Putumayo. Las divisiones dialectales de Flórez (1961) y Montes Giraldo (1982), designan al español hablado en esta zona como “Nariñense–Caucano” o “Nariñense”, y reconocen una serie de fenómenos particulares de la región, como la asibilación de la vibrante múltiple /r/ y de la secuencia <tr>, la conservación de la oposición entre <y> y <ll>, y fenómenos morfológicos y sintácticos como el uso extendido del diminutivo afectivo, las construcciones de gerundio con valor imperativo (Deme pasando = Páseme) o de pretérito perfecto (Ayer dejó pagando el fiado = Ayer pagó lo fiado), o la mayor presencia de quechuismos en la norma popular, que Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 111 Ruiz Vásquez LA DIACRONÍA DE LAS LENGUAS DE COLOMBIA marcan una diferencia notoria con los demás dialectos y subdialectos del país. Sin embargo, esos mismos rasgos, y otros muchos del inventario recabado por el profesor Arboleda, están también vigentes en el español hablado en una vasta región sudamericana que termina en el noroeste argentino, hablamos del español andino, así identificado por académicos como Alberto Escobar (1972) o Rocío Caravedo (1996). De tal modo, el profesor Arboleda dedicó dos artículos (2000 y 2002) a la posibilidad de filiar las hablas de Nariño y Putumayo con el conjunto del español andino, sobre todo desde una perspectiva histórica. Arboleda Toro, en resumen, considera que son diversos los factores que explican la filiación del español del Nariño serrano al lla mado español andino suramericano: a) La expansión del imperio incaico por la región de los Andes hacia el norte, aproximadamente hasta el río Mayo, en lo que hoy marca el límite nororiental del actual Nariño con el Departamento del Cauca, y la fuerte penetración de su lengua, el quechua, sobre todo en la medida en que, por el nivel de ex pansión que había alcanzado, fue adoptada por los españoles para la evangelización [...] b) La vecindad de esta región de Nariño con Ecuador y su pertenencia por largo tiempo a la gobernación de Quito [...] c) El aislamiento en que hasta hace unas pocas décadas estuvo la región de Nariño en relación con el centro del país (Arboleda Toro 2002, 16). Estos factores, y otros de escala local, como los matrimonios, compadrazgos, aparcerías y redes de comercio, actuaron como condicionantes del establecimiento de redes sociales, de comunicación y culturales entre la zona nariñense y la sierra y selva ecuatoriana, antes que con el interior de Colombia, lo que acercó el habla del sur del país más hacia la norma de los andes ecuatorianos. Estas redes influyeron así mismo en la extensión de esta variedad hacia zonas del piedemonte andino y la selva: La base del español de la región andina del Putumayo es el español andino que se ha bía constituido en la región del actual Nariño, debido fundamentalmente a que la gran colonización de que fue objeto, ocurrida sobre todo a lo largo de este siglo y promovida por los misioneros capuchinos, fue llevada a cabo principalmente por población nariñense andina (Arboleda Toro 2000, 93). Ambos artículos del profesor Arboleda ofrecen datos suficientes, actuales e históricos, para concluir que antes que un dialecto “Nariñense”, existe una zona de vigencia del español andino en el interior de Colombia. Producto de esta labor fue sin duda la renominación del español hablado en la zona como “andino-sureño” en la clasificación dialectal más recien- Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 112 Ruiz Vásquez LA DIACRONÍA DE LAS LENGUAS DE COLOMBIA te, la del Departamento de Dialectología del Instituto Caro y Cuervo (Mora Monroy et. al. 2004). 2.2.6. MICAELA CARRERA DE LA RED. A Micaela Carrera de la Red se debe la recopilación documental que representa a Colombia en la crestomatía Documentos para la historia lingüística de Hispanoamérica, volumen II (ver Rojas Mayer 1999)3, y que en la última década ha comenzado a llenar el vacío de la descripción diacrónica del español nacional. Sus trabajos, enfocados desde la disciplina del análisis del discurso, han abarcado diversas porciones de territorio colombiano, y son la referencia más actual con la que cuenta el campo de estudios (véase por ejemplo, Carrera de la Red, 2001, 2003, 2007, 2009). Dada la perspectiva discursiva que alienta su investigación, muchas de las conclusiones de los trabajos de la profesora Carrera de la Red apuntan al uso y codificación de la lengua en textos escritos, por lo que no son enteramente interpretables en términos del uso oral. Nos referiremos aquí únicamente al estudio “Documentos de descubridores y pobladores del Nuevo Reino de Granada (1520–1551): estado de lengua”, publicado en 2001, que hace referencia al estado de algunos fenómenos fonéticos de importancia en la colonia temprana. La autora trabajó con una muestra de 38 documentos obtenidos todos del Archivo de Indias. Las fechas extremas van de 1520 a 1551; fueron escritos por varios autores (cultos en su mayoría, nobles españoles, escribanos, conquistadores o clérigos) desde diversos puntos de la geografía colombiana (las provincias de Popayán, Cartagena y Santafé, principalmente) y se trata de documentos en los que se ha usado un registro formal en función del destinatario (el obispo, el cabildo, la Casa de Contratación, el rey incluso). Para efectuar el análisis se examinaron las grafías usadas en los documentos y a partir de ellas se estableció la frecuencia de aparición de formas conservadoras o innovadoras con respecto a la pronunciación de la época. Analizando primero el comportamiento de las consonantes labiales <v> y <b> encuentra que desde los primeros documentos no existía dis- 3 Tales documentos, empero, fueron extraídos en su totalidad de archivos españoles, especialmente del Archivo de Indias, y la misma autora lamenta la imposibilidad de acceder al acervo documental que reposa en el Archivo General de la Nación, en Bogotá, y en los Archivos Municipales de los diferentes territorios. Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 113 Ruiz Vásquez LA DIACRONÍA DE LAS LENGUAS DE COLOMBIA tinción entre estos grafemas, ni seguramente entre los fonemas que representaban. Ya al ocuparse del seseo el análisis muestra un comportamiento que se aparta de la homogeneidad y regularidad encontrada por Cock de Hincapié (comportamiento que por demás tiene explicación tanto en el origen culto de los escribientes como en el registro formal de sus comunicaciones): El otro gran proceso que afecta a las sibilantes —la fusión de dentales y alveolares y el fenómeno de seseo— ofrece muestras más tempranas: en 1529 y 1533 hay muestras de seseo, pero se trata de un seseo andaluzante [...] o de andaluz confirmado como tal [...]; es, de nuevo, en 1540 [...] cuando se dan ejemplos del que creemos seseo de origen meridional pero mediando el correspondiente proceso de aclimatación al medio americano. La preferencia grafémica del seseo no está aún decantada de forma clara: en 1529 <ç> o <z> (tipo pesquiza, estorçiones), pero también <s> (tipo sincho); en 1540 tenemos ya serraron o casique. En 1546, tenemos un seseo que nos atrevemos a concluir como de posible de origen vasco [...] (hasienda). Las sibilantes alveolares ofrecen, además, casos de pérdida de -s final de palabra significativos en dos fechas claves 1529 y 1540,con claras reminiscencias andaluzantes en el primer caso y con aclimata ción americana en el segundo (Carrera de la Red 2001, 355). Con mayores precisiones, estos hallazgos confirman las líneas generales de lo expuesto en su momento por Cock de Hincapié, Montes Giraldo y Cuervo: el seseo es uno de los fenómenos más antiguos y estables de la norma de pronunciación del español en Colombia. Al indagar por otros fenómenos de la pronunciación encuentra que el ensordecimiento de prepalatales se manifiesta en 1539 [...] 1542 y [...] 1546 [...] Mientras que la tendencia de las prepalatales a la aspirada laríngea [...] (con grafías como aparego, megor), se completa con la presencia de aspiración laríngea de algunas f- iniciales castellanas (hecha, hervor, hanega), aunque se constata, a la vez, desde 1529 y 1530 [...] la desaparición de esa aspiración en términos etimológicamente con F- latina. Las líquidas ofrecen un buen número de procesos de asimilación, y los gru pos consonánticos cultos tienden a la simplificación, salvo aquellos con un elemento labial, más resistentes al cambio (Carrera de la Red 2001, 355). Una de las observaciones más importantes del artículo se expresa en una corta aseveración: “De todas estas tendencias evolutivas del consonantismo participan también los indigenismos transplantados al castellano” (Carrera de la Red 2001, 355), aspecto que ya señala el contacto secular entre lenguas indígenas y español de Colombia. En suma, el estado de lengua que ofrecen estos documentos da cuenta de un sistema castellano en el que está en vigencia la confusión de sibilantes, la ausencia de distinción entre <b> y <v>, la aspiración de /f/, la Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 114 Ruiz Vásquez LA DIACRONÍA DE LAS LENGUAS DE COLOMBIA posteriorización de consonantes prepalatales, la neutralización /l/ = /ɾ/ y la simplificación de grupos cultos. Estos rasgos fueron base en la formación del español de Colombia, y algunos de ellos siguen vigentes en las hablas actuales. Lastimosamente, el trabajo no indagó por el estado del yeísmo en los documentos analizados, ni por los comportamientos de las vocales. 2.3. INICIATIVAS DE INVESTIGACIÓN EN CURSO. Al momento de escribir estas líneas se encuentran en marcha, o a punto de comenzar, algunos proyectos de investigación cuyo centro de interés es la diacronía del español o alguna de las lenguas habladas históricamente en el territorio. En primer lugar podemos ubicar la investigación doctoral del profesor Pedro Marín Silva, profesor y a la vez doctorando en Historia de la Universidad Nacio nal, enfocada en la historia del pueblo y la vitalidad de la lengua Coreguaje, desde los inicios de la colonia hasta la actualidad. También, pero ya como un proyecto de investigación aparte y ubicado dentro de su labor docente, el profesor Marín Silva lidera a través del Centro de Documentación de Lenguas Indígenas de Colombia, Palabra y Memoria, de la Universidad Nacional, un proyecto sobre la historia lingüística del Alto Río Magdalena, un área al centro-sur del país que inclu ye a etnias desaparecidas, como los Pijaos, los Andaquíes o los mismos Muiscas, etnias vivas como los Nasa, y entra en la esfera de la cultura San Agustín y la cultura Tierradentro, que son los dos mayores enigmas arqueológicos y antropológicos del país. Aunque no directamente enfocado hacia los estudios diacrónicos, pero siendo un proyecto que redundará positivamente en las posibilidades de realizar estudios diacrónicos del español en el país, el profesor Julio Bernal Chávez, del Instituto Caro y Cuervo, lidera actualmente una línea de investigación en lingüística del corpus, y ha puesto en marcha un proyecto para construir un corpus electrónico, enfocado inicialmente en la lengua española, y en el que se ha determinado como uno de los objetivos principales contar con documentación de los siglos XVI a XIX. Aunque no existe una fecha definida, se espera poner este corpus diacrónico y sincrónico en línea en internet para que sea aprovechado por la comunidad académica. Finalmente, quien escribe estas líneas está ahora mismo, como doctorando en lingüística de la Universidad de Buenos Aires, llevando a cabo un proyecto titulado Historia lingüística de la Provincia de Popayán, que Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 115 Ruiz Vásquez LA DIACRONÍA DE LAS LENGUAS DE COLOMBIA abarca grosso modo la porción occidental de la actual Colombia, unificada durante la colonia bajo la así llamada Gobernación de Popayán. El territorio estudiado concentra la mayoría de población negra e indígena del país, es una zona en la que han pervivido desde la colonia situaciones de contacto y bilingüismo, y en la que la presencia de vasos comunicantes entre lenguas indígenas, rasgos africanos, y el español, ha admitido la circulación de elementos lingüísticos en todas las direcciones. El proyecto aspira a trazar el desarrollo de las variedades de habla que hoy se usan en el suroccidente colombiano, en estrecha relación con las lenguas indígenas, y los fenómenos de contacto producidos. 3. PROYECCIONES. La evolución histórica de Colombia ofrece unas características propias que son a la vez reto y aliciente para los interesados en la historia de las lenguas (mucho más en este momento del desarrollo del campo, en el que aproximaciones teóricas como la sociolingüística histórica, o la historia lingüística, permiten aproximaciones más rigurosas a la variación temporal). Como lo señala Triana y Antorveza (1997, 9), la situación geográfica de Colombia en América configuró el país desde tiempos precolombinos como territorio de cruces de influencias culturales y lingüísticas de todo el continente: mesoamericana, a través de Panamá; antillana, a través de la costa norte; amazónica, a través de la selva; y andina, a través de la cordillera. Resultado de ello es la profusión de lenguas que encontraron los conquistadores a su llegada, y la situación actual de multilingüismo y diversidad, cuya trayectoria histórica y de relaciones con el español está por establecerse detalladamente. De otro lado, siguiendo la división dialectal del español de América propuesta por Zamora y Guitart (1982), Colombia participa de tres macro–zonas dialectales diferentes: “antillana”, para la costa norte; “pacífica”, para la costa occidental; y “andina”, para la zona cordillerana y los valles intermontanos, en un área que se extiende hasta los andes venezolanos. Ello indica claramente relaciones de tipo histórico entre Colombia y otras zonas del continente, y expresa una diversidad que no está presente en otros territorios, y que merece (y puede) ser explicada en el marco más amplio de la evolución del español americano. Volviendo sobre la pista de las lenguas criollas, se abre un tercer frente de trabajo, orientado a la comprensión de la génesis, y la trayectoria colonial, republicana y moderna de estas lenguas. El trabajo con los crio - Signo y Seña 23 Dossier La historia del español de América 116 Ruiz Vásquez LA DIACRONÍA DE LAS LENGUAS DE COLOMBIA llos colombianos tiene además sentido de urgencia, en tanto su vitalidad y permanencia se ve amenazada por la estructura económica vigente, que está forzando a sus hablantes a migrar y adoptar otros vehículos de comunicación oral. Finalmente, en el ámbito académico, la ausencia de una escuela de estudios histórico-lingüísticos en Colombia se revela como un obstáculo que impide integrar las reflexiones sobre lingüística hispánica, indígena y afroamericana dentro de un marco histórico común, en el que podrían no sólo dialogar entre sí, sino nutrir un nuevo campo de estudios. Resta trabajar, y aunar esfuerzos para que en un futuro, ojalá cercano, estas aspiraciones se concreten. RECONOCIMIENTO Los apartados 1 y 2 del presente artículo se apoyan en la exploración bibliográfica y de fuentes primarias y secundarias realizada para el proyecto de investigación doctoral Historia lingüística de la Provincia de Popayán, presentado a la Universidad de Buenos Aires bajo el número de expediente 876.766/12 y aprobado bajo la resolución (CD) 4.136, del 10 de julio de 2012, emanada del Consejo Directivo de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. BIBLIOGRAFÍA Arboleda Toro, Rubén. 2000. “El español andino I”. Forma y Función 13: 85-100. ——. 2002. “El español andino II”. Forma y Función 16: 15-40. Caravedo, Rocío. 1996. “Propuestas para una investigación del español del Perú”. Signo & Seña [Buenos Aires, Instituto de Lingüística, Universidad de Buenos Aires]: 491-509. 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Esta última estructura presenta problemas para las teorías sintácticas que asumen que cada argumento de un predicado puede ser expresado una sola vez. Mucho se ha escrito sobre la representación estructural y semántica del doblado de clíticos de objeto directo. Sin embargo, aún no sabemos qué impulsa a los hablantes a utilizar estas estructuras aparentemente redundantes. En este trabajo analizamos el dialecto rioplatense, generalmente entendido como el más permisivo con respecto al doblado de objetos directos, admitiendo el doblado no sólo de pronombres animados y de objetos directos animados, sino también el de objetos directos inanimados. El objetivo de este trabajo es mostrar que el doblado de clíticos responde a fuerzas discursivas que requieren independientemente la expresión de un objeto directo como clítico y como sintagma nominal lexical. El análisis relaciona la estructura del discurso con las jerarquías tipológicas universales de marcaje de argumentos verbales para explicar bajo qué condiciones un hablante rioplatense escoge una estructura de doblado para satisfacer diferentes presiones discursivas. Los ejemplos proceden de un corpus de cuatro textos referenciados en el apéndice, más ejemplos recogidos de la red. Palabras clave: sintaxis rioplatense/porteño, doblado de clíticos, reduplicación pronominal, interfaz sintaxis/pragmática, tópico y foco. ABSTRACT. Spanish direct objects can be expressed by pronominal clitics, lexical noun phrases, or both (clitic doubling, CLD). This last option presents some problems for any syntactic theory assuming mechanisms to strictly enforce the valency of predicates. Most previous research has focused on providing structural representations of CLD that do not violate valency. However, the question of why speakers use such “redundant” structures has been mostly set aside. This paper examines data from Rioplatense Spanish, the dialect generally considered most “permissive” when it comes to CLD, since it allows doubling of animate and inanimate direct objects. This study aims to demonstrate that CLD is speakers’ response to different discourse forces that independently require pronominal or lexical expression of an argument. We show that dis course pressures, coupled with cross-linguistic markedness and prominence hierarchies, explain under which conditions a Rioplatense Spanish speaker is likely to employ CLD. Most examples are taken from a naturalistic corpus, or from the web. Keywords: Rioplatense/Porteño Spanish syntax, clitic doubling, syntax-pragmatics interface, topic and focus, information structure. Signo y Seña, número 23, junio de 2013, pp. 119-142 Facultad de Filosofía y Letras (UBA) http://revistas.filo.uba.ar/index.php/sys/index ISSN 2314-2189 Signo y Seña 23 119 Estigarribia EL DOBLADO DE CLÍTICOS RIOPLATENSE RESUMO. O espanhol pode expressar os objetos diretos com clíticos pronominais, sintagmas nominais lexicais independentes ou com ambos (duplicação clítica, CLD). Esta última estrutura apresenta alguns problemas para qualquer teoria sintática, que pressupõe que cada argumento de um predicado tem que ser expressado apenas uma vez. Muito se tem escrito sobre a re presentação estrutural e semântica da duplicação clítica de objeto direto. No entanto, ainda não se sabe o que faz com que os falantes utilizem estas estruturas aparentemente redundan tes. Neste trabalho analisamos o dialeto rioplatense, geralmente considerado o mais permissivo com relação à duplicação dos objetos diretos, admitindo a duplicação não só em pronomes animados e objetos diretos animados, mas também em objetos diretos inanimados. O objetivo deste trabalho é mostrar que a duplicação de clíticos responde a forças discursivas que requerem, independentemente, a expressão de um objeto direto como clítico e como sintagma nominal lexical. A análise relaciona a estrutura do discurso com as hierarquias tipológicas universais de marca de argumentos verbais para explicar quando um falante rioplatense escolhe uma estrutura de duplicação para satisfazer diferentes pressões discursivas. Os exemplos provêm de um corpus de quatro textos referenciados no apêndice, além de exemplos escolhidos da rede. Palavras-chave: sintaxe rioplatense/portenho, duplicação de clíticos, reduplicação pronominal, interface sintática/pragmática, tópico e foco. 1. INTRODUCCIÓN. Este estudio se ocupa de las construcciones de doblado de clíticos de objeto directo en español rioplatense1. En español existen tres clases de oraciones transitivas directas: oraciones con un sintagma nominal lexical objeto (1)2, oraciones con un pronombre clítico de objeto directo (2), y oraciones con doblado de clíticos (en adelante, CLD) (3) 3: (1) Sintagma nominal objeto (a) Aldo le pidió un mate (Fontanarrosa 1995, 42). (b) De inmediato miró fijamente a sus compañeros (Fontanarrosa 1995, 14). (2) Pronombre clítico de objeto directo (a) Roque lo miró fijo (Fontanarrosa 1995, 42). (b) Las debés tener (Ligatto 1996, 45). (3) Doblado de clíticos (a) Yo las tenía guardadas las cartas (Ligatto 1996, 110). (b) ¿La vas a llamar a Marta? (Fontanarrosa 1995, 50). 1 2 3 No me ocuparé aquí del doblado de objetos indirectos. En lo que sigue, toda referencia a la función gramatical “objeto” deberá entenderse como una referencia a los objetos directos, a menos que los objetos indirectos sean mencionados explícitamente. Excluyo por razones prácticas complementos de objeto de tipo oracional: Aldo le pidió que viniera. De hecho, en este trabajo me limito a examinar los objetos que referencian a un participante del discurso, no a una proposición. En las oraciones con doblado, el clítico y el sintagma nominal asociado correspondiente aparecerán subrayados. Signo y Seña 23 120 Estigarribia EL DOBLADO DE CLÍTICOS RIOPLATENSE Las oraciones transitivas de sintagma nominal lexical y las de clítico ejemplifican el fenómeno de “alotaxia” (allotaxy; ver Haiman 1985, Bresnan 2001), dado que los sintagmas nominales lexicales y los clíticos, aun cuando representan la misma función gramatical (objeto directo), aparecen en distintas posiciones en la oración, ya que los primeros son sintagmas libres, y los segundos, ya sea enclíticos o proclíticos, dependen fonológicamente del verbo. La construcción de doblado de clíticos explota manifiestamente esta alotaxia, puesto que al ocupar posiciones distintas en la oración, los sintagmas nominales lexicales y los clíticos correferenciales pueden aparecer concomitantemente en referencia al mismo objeto directo. Muchísimo se ha escrito sobre el doblado de clíticos, puesto que su existencia supone un desafío fuerte a algunas nociones básicas de la teoría sintáctica, como ser la noción de valencia de los predicados. La valencia indica exactamente el número de argumentos que deben acompañar a un predicado, ni más ni menos (esto último salvo en casos especiales como los objetos nulos; ver Masullo 2003). Debe explicarse, entonces, por qué un verbo transitivo puede a veces tomar tres argumentos sintácticos, un sujeto, un pronombre clítico de objeto, y un sintagma nominal lexical de objeto. Notemos que, desde el punto de vista de la valencia semántica, esto no representa un problema, ya que tanto el clítico como el sintagma nominal objeto son correferenciales, de manera que expresan uno y un mismo argumento semántico. Pero la mayoría de las teorías sintácticas contemporáneas identifican en mayor o menor medida la aparición de un constituyente en la oración con la saturación de su correspondiente argumento semántico, de modo que si el clítico satura el objeto del verbo, el sintagma nominal no debería aparecer y viceversa4. Dada esta situación, la gran mayoría de los estudios sobre el doblado de clíticos se ha ocupado de cuestiones estructurales como ser el estatus argumental o no argumental del sintagma nominal lexical en el doblado, el estatus del clítico como marca de concordancia o como argumento saturador del verbo, y la derivación exacta de la estructura de doblado en sucesivas teorías generativas de inspiración chomskyana, como ser la teoría estándar extendida, la teoría de la rección y el ligamiento, y ahora el programa minimalista, así como de cuestiones semánticas, es decir, qué 4 La diferentes teorías sintácticas formalizan esta situación de maneras diferentes, pero los detalles no son relevantes para este estudio. Signo y Seña 23 121 Estigarribia EL DOBLADO DE CLÍTICOS RIOPLATENSE rasgos semánticos del objeto directo (definitud, especificidad, presuposicionalidad) requieren o impiden el doblado (Suñer 1988, Sportiche 1988, Jaeggli 1982, Jaeggli 1986, Gutiérrez-Rexach 1999, Leonetti 2008, Uriagereka 1995). Cabe resaltar que absolutamente ninguna de las propuestas que derivan de estos enfoques formalistas ha sido aún aceptada de manera consensuada en la literatura5. Además, desde una óptica dialógico-discursiva del lenguaje cabe dejar de lado por un momento las consideraciones puramente estructurales y preguntarse por qué los hablantes recurren a esta construcción aparentemente pleonástica. Si bien no abundan, la mayoría de los estudios previos de corte funcionalista o discursivo se limitan a interpretar el doblado como una marca de topicalidad, tanto para el español como para otras lenguas que usan CLD (Jaeger y Gerassimova 2002, Silva-Corvalán 1981). Sin embargo, Colantoni (2002) concluye de su estudio de un corpus correntino que el doblado se utiliza mayormente para introducir nuevos referentes o referentes contrastivos, aunque en este caso el doblado de objetos directos no fue distinguido del doblado de objetos indirectos. Belloro (2007) es tal vez el estudio que más se acerca a la óptica defendida aquí. Esta autora aplica la teoría de la Gramática del Papel y la Referencia (Role and Reference Grammar, o RRG; ver Van Valin 2005, entre otros), interesante para el doblado puesto que esta teoría considera la interacción de estructuras, significado y función comunicativa. Su estudio concluye que “el doblado de OODD marca los referentes como más activos de lo que se espera para un OD lexical en posición de foco, específicamente, como ‘accesibles’” (Belloro 2007, 211; mi traducción). Como vemos, este estudio también asigna una función única al doblado, y aún así cabe preguntarse por qué se usa el doblado y no el clítico solo en los casos de referentes accesibles, dado que los pronombres son los marcadores de accesibilidad por excelencia (ver sección 3). Esa parte del rompecabezas sigue entonces sin ser resuelta. En resumen, lo que tienen en común todos los estudios anteriores es el utilizar las propiedades de los objetos directos doblados para justificar la gramaticalidad o agramaticalidad de cada oración en cuestión. Además, los enfoques previos son unifactoriales (e.g., el clítico marca topicalidad, o el clítico marca especificidad, o el clítico marca accesibilidad). 5 Esto no significa, sin embargo, que dichos estudios no sean valiosos. Más bien sugiere que el fenómeno de doblado no puede reducirse a simples análisis estructurales. Signo y Seña 23 122 Estigarribia EL DOBLADO DE CLÍTICOS RIOPLATENSE Este artículo parte de la propuesta bosquejada en Estigarribia (2006), radicalmente diferente en tanto toma en cuenta la interacción de diferentes factores, y por ende presenta la idea de que el doblado no tiene una función, sino que responde a un cúmulo de diferentes factores discursivos. El modelo expuesto aquí, llamado de fuerzas discursivas, consiste en considerar, no las propiedades semánticas, sintácticas, o informacionales de los objetos directos, sino los fines que cumple cada tipo de expresión nominal, clítico o SN lexical, en el discurso. Así, la aparición del doblado de clíticos es reconceptualizada como una respuesta óptima a las diferentes presiones discursivas bajo las cuales se halla un hablante en un deter minado punto del discurso. De esta manera, veremos que, lejos de ser redundantes, el uso de las construcciones de doblado de clítico se halla fir memente justificado desde un punto de vista funcional. Así, pasamos de una perspectiva que intenta cernir qué función cumple el doblado de clíticos (ya sea marcar la topicalidad, o la concordancia de objeto, o los objetos no prototípicos, etc.), a otra que legitima el doblado como respuesta óptima a la interacción de factores que favorecen la expresión pronominal de un argumento con factores que favorecen su expresión lexical. En las secciones que siguen, presentaré primero el corpus usado en este estudio y luego los factores más importantes que determinan cada tipo de expresión referencial y justificaré su relevancia para este análisis. 2. EL CORPUS. Como lo he dicho anteriormente, el análisis en el presente trabajo se centrará sobre el español rioplatense, la variante hablada en el área geográfica aledaña al Río de la Plata, que incluye ciudades como Buenos Aires, Rosario, y Montevideo. El dialecto rioplatense es interesante porque hasta donde sabemos es la variante más “permisiva” respecto del doblado de clíticos (de objeto directo) 6. Mientras que en el español peninsular el doblado de clíticos es generalmente descrito como restringido a los pronombres personales, y mientras que en otras variantes (tales como el español limeño (Mayer 2006, Sánchez 2010)) el doblado se asume restringido a objetos animados, en el rioplatense el doblado se encuentra además con sintagmas nominales incluso inanimados. Esta situación nos lleva a intentar identificar factores que eluciden la extensión tan particular de esta construcción en el rioplatense. 6 Salvo, posiblemente, en situaciones de contacto de lenguas (ver, por ejemplo, Durán Arboisiere 2004). Signo y Seña 23 123 Estigarribia EL DOBLADO DE CLÍTICOS RIOPLATENSE El corpus utilizado aquí fue constituido para el estudio de Estigarribia (2006) y consta de dos fuentes. Primeramente, una colección de siete conversaciones publicadas por Dolores Ligatto (1996), precisamente con el fin de facilitar el estudio del español actual en la interacción cotidiana. Estas conversaciones incluyen a quince participantes cuya edad oscila entre los 10 y los 60 años, más los dos entrevistadores, todos de clase media con estudios secundarios cumplidos (excepto obviamente el participante de 10 años), todos nacidos y criados en Buenos Aires (excluyendo a un participante nacido en España, e incluyendo a uno nacido en el noreste argentino pero que reside en Buenos Aires desde su adolescencia). Esta base de datos incluye además dos extractos del programa político Tiempo Nuevo de los años 80, en los cuales participan dos periodistas y tres políticos. La otra fuente presente en este corpus son dos cuentos de ficción de Roberto Fontanarrosa, “Periodismo investigativo” y “Beto”, escritos en la variante vernácula de fines del siglo veinte de la ciudad de Rosario (Fontanarrosa 1995). Los personajes de estas historias son hombres y mujeres de clase media, de entre 40 y 50 años, conocidos y colegas en la primera pieza de ficción, viejos amigos en la segunda. Si bien este corpus constituye una muestra por conveniencia, esto no representa necesariamente un problema para la generalización del estudio, puesto que este no es cuantitativo sino cualitativo (ver, por ejemplo, Teddlie y Yu 2007). De hecho, nuestro objeto es ilustrar el modelo de fuerzas discursivas de la manera más específica posible para facilitar su verificación cuantitativa posterior. Cuando sea necesario, entonces, recurriremos a ejemplos provenientes de otras fuentes, e incluso ejemplos construidos por el autor7. 3. LAS FORMAS DE EXPRESIÓN DE REFERENTES NOMINALES. El español posee dos formas de expresión para los argumentos nominales: formas nominales lexicales y formas pronominales, entre las cuales se hallan los sufijos de concordancia verbal para los sujetos, y los pronombres clíticos para los objetos directos e indirectos. En esta sección veremos cuáles son los factores discursivos que propician una u otra forma de expresión. Pero cabe subrayar que todos estos factores interactúan, lejos de ser excluyentes 7 El autor es hablante nativo del dialecto de Buenos Aires. Signo y Seña 23 124 Estigarribia EL DOBLADO DE CLÍTICOS RIOPLATENSE los unos de los otros como parecen sugerirlo los estudios previos que se han dedicado a explicar la elección de las diferentes formas de referencia nominal. En esto radica la novedad del modelo propuesto aquí: el doblado de clíticos responde justamente a situaciones donde diferentes factores discursivo-comunicacionales requieren tanto la expresión de un clítico como la expresión de un SN lexical. 3.1. FACTORES QUE PROPICIAN O REQUIEREN LA EXPRESIÓN DE UN ARGUMENTO EN FORMA PRONOMINAL REDUCIDA. Las diferentes formas morfosintácticas de expresión de un referente pueden ordenarse de acuerdo con su contenido semántico-conceptual/fonológico. Por ejemplo, Ariel (1990) propone una relación entre estatus cognitivo del referente y expresión morfosintáctica formal mediante su escala de accesibilidad (ver también Figueras Solanilla 2002), según la cual diferentes tipos de expresión marcan el grado de accesibilidad cognitiva de los referentes, facilitando así su recuperación en el discurso. Cuanto más accesible sea un referente dado su estatus discursivo, más reducida es la forma de expresión empleada. Los pronombres, por ejemplo, generalmente expresan referentes altamente accesibles, mientras que las descripciones definidas y nombres propios expresan referentes con baja accesibilidad. Es importante notar que la accesibilidad es producto de muchos factores, algunos específicamente discursivos (e.g., mención previa a corta distancia, referentes dados vs. nuevos), otros enciclopédicos, etcétera. Esta propuesta es similar a la de Givón (1983) quien encuentra una alineación entre las propiedades discursivas de cada referente y su forma de expresión. Según Givón, la noción de predecibilidad en contexto de un referente lleva naturalmente a la noción de continuidad tópica o referencial (topic/participant continuity), y cuanto más continuo es un referente discursivo, más fácil es para los hablantes identificarlo en contexto (topic accessibility). Varios factores afectan la accesibilidad tópica, entre ellos la distancia a una mención previa o la interferencia con otros referentes. Este autor, entonces, ordena las diferentes expresiones referenciales según su contenido fonológico: anáfora cero > afijos/pronombres clíticos (concordancia) > pronombres libres/tónicos > SN lexicales, y asocia el extremo izquierdo de la escala con los tópicos/referentes más continuos o accesibles, y el extremo derecho con los tópicos/referentes Signo y Seña 23 125 Estigarribia EL DOBLADO DE CLÍTICOS RIOPLATENSE más discontinuos o inaccesibles. Esta escala es particularmente importante aquí, ya que el concepto de topicalidad ha sido una de las hipótesis más citadas en las discusiones sobre la función del doblado de clíticos en diferentes lenguas (Bresnan y Mchombo 1987, para el chicheŵa; Jaeger y Gerassimova 2002, para el búlgaro; Silva-Corvalán 1981; Dumitrescu 2008; Kallulli 2000, para el albanés y el griego), si bien no es totalmente adecuada para el español (Belloro 2008, Estigarribia 2006, Estigarribia 2005, Di Tullio y Zdrojewski 2006). De alguna manera resumiendo los trabajos anteriores, Bresnan (2001) habla de los pronombres en tanto que marcas privilegiadas de la topicali dad-anaforicidad (topic-anaphoricity). Es decir, si una lengua posee formas nominales reducidas (pronombres clíticos, afijos, cero), las formas más reducidas son las que retoman referentes en relación de anáfora discursiva o intraoracional. Los siguientes ejemplos de tópicos discursivos (4 y 5) y relativización reasuntiva (6) muestran que cuando el objeto de un predicado está en un segundo plano informacional (backgrounded), este rol es cumplido por los clíticos en español: (4) Tópico discursivo (a) El gato se comió al ratón. Habiéndoselo comido, se fue a dormir. (b) El gato se comió al ratón. {*Habiéndose comido / #Habiéndoselo comido a él}, se fue a dormir. (5) Tópico discursivo (a) El conejo se comió la lechuga. Habiéndosela comido, se fue a dormir. (b) El conejo se comió la lechuga. #Habiéndose comido eso, se fue a dormir. (6) Relativización reasuntiva (a) Generalmente viste casas viejas que las arreglan (Ligatto 1996, 116). (b) *Generalmente viste casas viejas que {esas / a ellas} arreglan. Si bien un referente topical tiende a ser dado en el discurso precedente, el español (y muchas otras lenguas) presenta una construcción especial que permite introducir un referente como tópico de una oración: la dislocación a izquierda. Es sabido que la dislocación a izquierda requiere la presencia obligatoria del clítico reasuntivo, y en este caso el clítico cumple una función anafórica: (7) Dislocación a izquierda (a) Este granulado se lo llevan ellas mismas al hormiguero y una vez allí... (Quino 2004). (b) El arroz, tu hermano se lo comió. (c) *El arroz, tu hermano se comió. Signo y Seña 23 126 Estigarribia EL DOBLADO DE CLÍTICOS RIOPLATENSE En resumen, las nociones de lo dado, accesibilidad, topicalidad y anaforicidad, aunque no idénticas, suelen estar altamente correlacionadas 8. Cuanto más dado, accesible y topical sea un referente discursivo, mayor la tendencia del hablante de codificar dicho referente por medio de una expresión referencial reducida, accesible, mientras que las formas con más contenido semántico-conceptual y fonológico tienden a ser utilizadas con referentes nuevos o no accesibles al interlocutor. La discusión previa deja en claro que hay múltiples factores de tipo cognitivo y discursivo que determinan que un referente sea expresado mediante un pronombre u otra expresión lingüística reducida. Finalmente, los clíticos de objeto también pueden oficiar de restrictores de la cuantificación. Toda cuantificación opera sobre un conjunto determinado de referentes discursivos. La determinación de este conjunto de restricción (restriction) puede realizarse por medio de un clítico. Así, en los ejemplos siguientes se demuestra que un cuantificador solo no alcanza para construir una cuantificación no ambigua: (8) Restricción de cuantificadores (a) Sientan a todos *(sus alumnos). (b) Nos sientan a todos (Ligatto 1996). (c) Los sientan a todos. 3.2. FACTORES QUE PROPICIAN O REQUIEREN LA EXPRESIÓN DE UN ARGUMENTO EN FORMA LEXICAL O NO PRONOMINAL. Tal vez la función más obvia de un sintagma nominal lexical es la de introducir un nuevo referente en el discurso. Veamos el comienzo de “Periodismo investigativo”: (9) Echenaussi estaba preocupado. En su reloj Timex Pagoda (regalo del Jefe) eran las 19.36 y todavía no había llegado Santisteban con la valija. Llamó al mozo y le pidió otro mate cocido (Fontanarrosa 1995, 7). En este extracto se introducen varios referentes discursivos, todos mediante sintagmas nominales lexicales referenciales: Echenaussi, su reloj Timex Pagoda, su jefe, Santisteban, la valija, el mozo, un mate cocido. Ninguno de estos referentes podría haber sido introducido con un pronombre (salvo usando una licencia literaria que nos permite suspender la 8 Sería por supuesto de altísimo interés realizar un estudio comparando la relativa utilidad de cada una de estas nociones en el estudio del doblado de clíticos en sí, pero tal empren dimiento excede los objetivos de este trabajo. Signo y Seña 23 127 Estigarribia EL DOBLADO DE CLÍTICOS RIOPLATENSE identificación de un referente hasta más tarde). Inclusive en casos donde el referente es introducido de manera deíctica, los clíticos están excluidos, y deben ser usados los pronombres personales tónicos: (10) [Señalando con el dedo] ¿A él le pegaste? / *¿LE pegaste?9 También hallamos casos donde un referente dado es retomado mediante un sintagma nominal lexical, o un pronombre tónico, para establecer un contraste con otros referentes (11 y 12) o para asegurar su recuperabilidad en el contexto (presumiblemente por el oyente o lector) y evitar ambigüedades (13): (11) —¿Tu vieja llamó? —No, MI TÍA llamó. (12) [Señalando con el dedo] —¿A él le pegaste? / *¿LE pegaste? —No, A ELLA. (13) Ayer vinieron mi viejo y mi hermano a visitarme. Mi viejo estaba muy demacrado / #Él es taba muy demacrado. La cuantificación requiere un cuantificador que, por definición, no es un pronombre, ya que tiene contenido lexical más allá de las marcas de concordancia: (14) Trajeron todos los libros. (15) Cada alumno debe escribir una composición individual. Finalmente, los sintagmas nominales no sólo cumplen una función referencial de introducción o reintroducción de un referente en el discurso, sino que también cumplen una función denominacional, tal como lo hace notar Estigarribia (2006). Esta función se identifica con el hecho de que toda expresión nominal comporta una elección de perspectiva, es decir, relativa a la manera de presentar un objeto del discurso por parte del hablante (Apothéloz 1995). Por ejemplo, puedo referirme al perro de mi vecino que está ladrando en este momento y al que podemos ver por la ventana como el perro de mi vecino, ese perro, ese animal insoportable, aquella bestia, ese pulguiento ruidoso, etcétera (Clark y Svaib 1997, Miller 1978): (16) ¿Sabés qué le dijeron a Mariano? Que la cancha de Racing tiene rueditas le vendieron al salame de tu amigo. 9 La VERSALITA en los ejemplos indica el acento focal. Signo y Seña 23 128 Estigarribia EL DOBLADO DE CLÍTICOS RIOPLATENSE Esta operación de denominación está relacionada con lo que Frege (1949) llamó la manera y el contexto de presentación de un objeto. En definitiva, tal como lo remarca Apothéloz, la clasificación de un referente como dado o nuevo, no depende solamente del estatus discursivo del referente en el momento de la enunciación, sino también del locutor, quien puede decidir presentar un referente como nuevo aunque haya sido dado. Claramente, la necesidad que tiene un hablante de expresar su propia perspectiva sobre un objeto de discurso implica el recurso a sintagmas nominales con contenido conceptual, y no puede realizarse mediante la expresión pronominal. En resumen, cuando el locutor necesita, en un determinado punto del discurso, ya sea introducir un nuevo referente o un referente reconceptualizado como tal, contrastar un referente con otros, identificar un referente unívocamente bajo competición referencial, cuantificar, o presentar un cambio de perspectiva sobre un referente dado, la forma de expresión requerida en un SN lexical. 4. EL MODELO DE LAS FUERZAS DISCURSIVAS. La combinación de estas tendencias como factores que regulan la forma de expresión de referentes discursivos en cada enunciado da lugar al “modelo de las fuerzas discursivas” (figura 1). Las fuerzas del conjunto C propician la expresión de clíticos, mientras que las del conjunto L propician la expresión lexical de los argumentos. Cada conjunto de fuerzas no es, sin embargo, excluyente del otro. Los factores del grupo C y los del grupo L pueden influir al mismo tiempo sobre la forma de un enunciado, en cuyo caso los hablantes pueden satisfacer ambas presiones empleando el doblado de clíticos (tal como lo demuestran las próximas secciones). C L Restricción Introducción referencial Accesible Dado Cambio de perspectiva CLD Cambio de denominación Topical Contraste / Recuperabilidad Anafórico Cuantificación Figura 1: El modelo de las fuerzas discursivas. Cabe notar que la figura 1 no implica que los grupos C y L sean entidades lingüísticas presentes de alguna manera en la gramática mental de los hablantes, sino que son una manera conveniente de agrupar las dife- Signo y Seña 23 129 Estigarribia EL DOBLADO DE CLÍTICOS RIOPLATENSE rentes fuerzas. En efecto, inclusive las diferentes fuerzas tengan probablemente estatus cognitivos diferentes. Si bien conceptos como la accesibilidad y la topicalidad o el contraste y la recuperabilidad deban probablemente ser representados en una gramática mental (dado que deben ser cuantificados de alguna manera en el discurso), otros como el cambio de perspectiva, la introducción de referentes o la denominación se asemejan más a “intenciones” del hablante que a entidades abstractas de la competencia lingüística. Más específicamente, en todo punto del discurso la expresión de referentes no está determinada solamente por las propiedades actuales del referente (lo que podríamos llamar “contexto a izquierda”, es decir, lo que debo hacer dado el contexto discursivo) sino también por los objetivos discursivos del hablante respecto del referente (o “contexto a derecha”, es decir, lo que quiero lograr o realizar mediante mi intervención en este punto de la interacción). Así, el modelo permite que haya casos en los cuales el contexto a izquierda de un referente favorece un cierto tipo de expresión (usualmente pronominal, pero ver la sección 7.2) mientras que el contexto a derecha favorece otro tipo de expresión (usualmente lexical). Las diferentes combinaciones de fuerzas discursivas generan entonces no una construcción de doblado, sino una familia de construcciones que esbozaremos a continuación. En las secciones que siguen, cada ejemplo de CLD (caso a) será acompañado de las correspondientes versiones con clítico solo (caso b) y con SN solo (caso c) con el fin de demostrar claramente el “valor agregado” del CLD. Esta manera de calcular el valor de las construcciones con doblado se contrapone a la estrategia analítica usual que consiste en identificar funciones del CLD en sí mismo, pero sin compararlo con las otras opciones de las que dispone el hablante. 5. ANÁLISIS DE CASOS PARTICULARES. Ahora analizaremos algunos de los casos de CLD que pueden presentarse debido a la acción combinada de las diferentes fuerzas discursivas. 5.1. ACTIVACIÓN MÁXIMA Y CONTRASTE: EL DOBLADO POR PRONOMBRE . Algunos casos de doblado responden a la necesidad del hablante de contrastar varios referentes que gozan del máximo grado de activación en un determinado punto del discurso: Signo y Seña 23 130 Estigarribia EL DOBLADO DE CLÍTICOS RIOPLATENSE (17) Activación máxima y contraste (a) El tipo que se me arrima a mí, sé que puede ser una mierda. Entonces sé que puede engañarme, sé que puedo yo engañarlo a él (Ligatto 1996, 72). (b) El tipo que se me arrima a mí, sé que puede ser una mierda. #Entonces sé que puede engañarme, sé que puedo yo engañarlo. (c) El tipo que se me arrima a mí, sé que puede ser una mierda. *Entonces sé que puede engañarme, sé que puedo yo engañar a él (Ligatto 1996, 72). Como los clíticos no pueden asegurar la función de foco ni prosódica ni sintácticamente (17b), el foco contrastivo es expresado por los pronombres personales tónicos, pragmáticamente necesario en (17). En la sección 7.1 explicaremos por qué no es posible usar solamente un pronombre personal tónico y por qué son necesarios los clíticos en estas construcciones (ver 17c), complementando de esta manera la explicación funcional con una explicación sistémica del fenómeno de doblado obligatorio de pronombres objeto en español. 5.2. LA CUANTIFICACIÓN. Más allá del estatus referencial de un objeto del discurso, los clíticos a menudo cumplen la función semántica de crear la restricción de referentes para la cuantificación. Los casos de cuantificación presentan una clarísima división del trabajo entre clíticos y cuantificadores: los segundos especifican la extensión de una predicación en un conjunto identificado por los primeros. En los ejemplos de la sección 3.4 se demostró cómo los clíticos establecen la restricción. Los ejemplos (18a y b) en particular muestran cómo los cuantificadores “colaboran” identificando la extensión de la cuantificación dentro de la restricción. El ejemplo (18c), si bien gramatical, no aclara que el hablante pertenece al grupo que es sentado: (18) Cuantificación (a) Nos sientan a todos. / Nos sientan a varios. (b) #Nos sientan. = Nos sientan. (c) Sientan a todos. / Sientan a varios. Un análisis similar es posible para el ejemplo (19). En (b), no queda claro si el hablante se refiere a todos los humanos, o a qué grupo se refiere, en una clara falla semántica de restricción. En (c), no queda claro que el hablante pertenece (por discapacidad física o por identificación personal) al grupo de los que tienen piernas que no pueden moverse u ojos que no pueden ver: Signo y Seña 23 131 Estigarribia EL DOBLADO DE CLÍTICOS RIOPLATENSE (19) Cuantificación (a) “Se trata de dividir para entender, la estética por un lado, el uso (la vida) por otro. Pero la realidad es menos prolija”, nos dice el arquitecto Livingstong, a lo que nosotros agregaremos: si lo será que nos hizo a algunos hasta con piernas que no pueden moverse u ojos que no pueden ver (http://www.pequenasnoticias.com.ar/Arquitectura/Arquitectura_15.asp#ixzz21Y1heHZ6, consultado el 24/7/2012). (b) “Se trata de dividir para entender, la estética por un lado, el uso (la vida) por otro. Pero la realidad es menos prolija”, nos dice el arquitecto Livingstong, a lo que nosotros agregaremos: si lo será que nos hizo hasta con piernas que no pueden moverse u ojos que no pueden ver. (c) “Se trata de dividir para entender, la estética por un lado, el uso (la vida) por otro. Pero la realidad es menos prolija”, nos dice el arquitecto Livingstong, a lo que nosotros agregaremos: si lo será que hizo a algunos hasta con piernas que no pueden moverse u ojos que no pueden ver. En los ejemplos anteriores, la contribución del CLD a la semántica del enunciado es clara, pero en (20a) el cuantificador duplica el significado de “el resto”. La diferencia con (b) es la insistencia del hablante en el he cho de que Boca tiene un excelente historial contra equipos brasileños en la Copa Libertadores. El ejemplo (c) no es gramatical simplemente por ser un caso de dislocación a izquierda que requiere un clítico: (20) Cuantificación (a) RT @historiadeboca: Desde 1963 a 2008 #Boca jugó 14 mano a mano con equipos de Brasil en Libertadores. Perdió con Santos 1963 y Flu 2008 el resto los ganó TODOS (tweet sobre historia de Boca por @carlitos_r46, consultado el 24/5/2012). (b) RT @historiadeboca: Desde 1963 a 2008 #Boca jugó 14 mano a mano con equipos de Brasil en Libertadores. Perdió con Santos 1963 y Flu 2008 el resto los ganó. (c) RT @historiadeboca: Desde 1963 a 2008 #Boca jugó 14 mano a mano con equipos de Brasil en Libertadores. *Perdió con Santos 1963 y Flu 2008 el resto ganó TODOS. 5.3. EL CAMBIO DE PERSPECTIVA. Como ya hemos dicho, los referentes activos se expresan preferentemente mediante pronombres (Ariel 1990). A su vez, el hablante puede elegir “recategorizar” un referente activo desde una nueva perspectiva, usando la función de denominación de los sintagmas nominales lexicales (Apothéloz 1995). En el extracto siguiente, ocurrido naturalmente en un intercambio personal de emails, la camioneta es recategorizada como una chatarra: (21) Cambio de perspectiva (a) —Queremos vender la camioneta. —Sí, espero que la vendan esa chatarra de una vez. (b) —Queremos vender la camioneta. —Sí, espero que la vendan de una vez. (c) —Queremos vender la camioneta. —Sí, espero que vendan esa chatarra de una vez. Signo y Seña 23 132 Estigarribia EL DOBLADO DE CLÍTICOS RIOPLATENSE Este caso es tal vez el más difícil de explicar ya que las tres variantes, CLD, clítico solo y SN solo, son gramaticales y pragmáticamente adecuadas. El doblado en este caso aparece como claramente facultativo desde el punto de vista sintáctico y pragmático, aunque no así desde el punto de vista semántico. Es claro que los referentes discursivos no son entidades semánticamente monolíticas. Aun cuando un clítico fuera suficiente como mecanismo referencial dado que el objeto de discurso es prominente o activado, el hablante puede elegir aunar dos predicaciones diferentes en una misma oración (ver Ocampo 2003). En el ejemplo anterior, se predica de la camioneta a la vez que se espera que sea vendida pronto y que es una chatarra. Asimismo, en el ejemplo (22a), un referente ya mencionado (“Barcelona”) se recategoriza (“la revista”): (22) Cambio de perspectiva (a) A propósito, Esteban trajo la última Barcelona. La anterior, la de “Néstor not dead” la van a reeditar. ¿Me comprás una para mí y una para él que se la quiero regalar? Él no la conocía la revista y quedó fascinado (email personal, lunes22/11/2010). (b) A propósito, Esteban trajo la última Barcelona. La anterior, la de “Néstor not dead” la van a reeditar. ¿Me comprás una para mí y una para él que se la quiero regalar? Él no la conocía y quedó fascinado. (c) A propósito, Esteban trajo la última Barcelona. La anterior, la de “Néstor not dead” la van a reeditar. ¿Me comprás una para mí y una para él que se la quiero regalar? Él no conocía la revista y quedó fascinado. Adicionalmente, la falta de SN en (22b) acarrea una incertidumbre respecto del referente. Finalmente, (22c) me parece completamente aceptable en el contexto. Este ejemplo toca tal vez a los límites de la explicación del doblado, ya que estos casos de CLD pueden siempre ser justifica dos a posteriori. Sería necesario diseñar un protocolo experimental para demostrar conclusivamente el uso de CLD para responder a dichos cambios de perspectiva. 6. EXPLICACIÓN DEL DOBLADO OBLIGATORIO DE PRONOMBRES Y DEL EFECTO DE ANIMACIÓN: EL ROL DEL SISTEMA LINGÜÍSTICO Y LA EXPLICITACIÓN DE LA FUNCIÓN GRAMATICAL. Hasta ahora, hemos explicado el uso del doblado de clíticos mediante consideraciones de tipo procesual que se aplican para resolver tensiones presentes en puntos determinados del discurso (en el momento de cada enunciación, digamos). Pero la lengua no es solo proceso, es también sistema. Los procesos psicolingüísticos se apoyan sobre un sistema sincrónico con reglas y tendencias determinadas que son en cierta mane- Signo y Seña 23 133 Estigarribia EL DOBLADO DE CLÍTICOS RIOPLATENSE ra independientes de los factores procesuales puntuales a los que se pueda ver sometido un hablante en el discurso. Para ejemplificar este punto, en lo que sigue nos referiremos brevemente al doblado obligatorio de pronombres objeto y al efecto de animación. La idea general que defenderemos es que, desde un punto de vista sistémico, el doblado de clítico sirve para hacer explícita la función gramatical de un objeto animado. 6.1. EL DOBLADO OBLIGATORIO DE PRONOMBRES. Es sabido que los pronombres tónicos de objeto en español deben ser acompañados obligatoriamente por un clítico correferencial, y esto en todos los dialectos, no sólo en rio platense (ver, por ejemplo, Correa 2006, Di Tullio y Zdrojewski 2006, o cualquier gramática prescriptiva o descriptiva). Sin embargo, este hecho es usualmente aceptado como una idiosincrasia de la sintaxis del español sin explicación más que la arbitrariedad lingüística. Observemos, para empezar, que el doblado de pronombres mediante clíticos (que tienen el mismo contenido semántico que los pronombres tónicos) es el caso de doblado pleonástico por excelencia. Además, otras lenguas como el francés, e inclusive lenguas que poseen doblado de clíticos como el búlgaro, admiten construcciones con pronombres tónicos objeto sin doblado: (23) Децата Decata Los-chicos Los chicos обичат нея (Jaeger y Gerassimova 2002). običat neja. aman ella-acusativo. la aman a ella. Pero el doblado de pronombres en español es obligatorio. Primero, notemos que, como mostramos anteriormente en la sección 3.1, dado su menor contenido fonológico, los clíticos son preferidos por sobre los pronombres tónicos para expresar referentes con alto grado de accesibilidad (Bresnan 2001, Ariel 1990, Ariel 1988). Es decir que los clíticos, cuando existen en un sistema, son la opción pronominal por defecto para los objetos (ver Jaeger y Gerassimova 2002). Pero como los clíticos no pueden recibir acento focal o ser utilizados en casos de contraste, es allí donde apa recen los pronombres tónicos, como lo demostró el ejemplo (17) más arriba. Además, los clíticos lo/la en español pueden referirse tanto a la tercera persona del singular como a la segunda persona del singular usted, de modo que cuando hay un cambio de tópico en el discurso, los pronombres tónicos aseguran la identificación del referente: Signo y Seña 23 134 Estigarribia EL DOBLADO DE CLÍTICOS RIOPLATENSE (24) Yo no comparto que a usted no lo vote —o lo vote la clase media— (Ligatto 1996, 148). Finalmente, los clíticos de objeto directo tienen preferentemente, por defecto, una interpretación definida. Si el referente es indefinido o no específico, es necesaria la presencia del pronombre tónico correspondiente. En el ejemplo siguiente, sin el pronombre uno, el clítico lo sería interpretado preferentemente como él: (25) Respecto al tema de la policia q no toca a los narcos y lo meten a uno en cana por 3 gramos de faso [...] (comentario de Muramasa_negro, http://ar.fotolog.com/eresciego/18166490/, consultado el 17/06/2007). La clave de por qué el español prefiere una construcción pleonástica en estos últimos casos, en lugar de aceptar un pronombre tónico sin doblado como el francés o el búlgaro, está en la interacción de las fuerzas discursivas con el sistema de marcaje diferencial de objetos del español (differential object marking) (Aissen 2000, Bossong 1985, Leonetti 2008, Leonetti 2004). En todas las variedades del español, el marcador a indica la función gramatical de los objetos inanimados: si un objeto inanimado es precedido por a, es indirecto; si no, es directo. No obstante, en el caso de los objetos animados, el marcador a es obligatorio y no sirve para indicar si un objeto es directo o indirecto. De hecho, diferentes variedades del español interpretan el objeto del ejemplo siguiente como directo o indirecto (Hualde et al. 2010): (26) (a) (b) (c) De inmediato miró fijamente a sus compañeros (Fontanarrosa 1995, 14). De inmediato los miró fijamente (variedad rioplatense). De inmediato les miró fijamente (dialectos con sistema de leísmo animado). Es decir que según el sistema de marcaje diferencial de objetos directos del español, los objetos directos inanimados no llevan marca alguna, mientras que los animados llevan la marca a: (27) (a) (b) Vi *(a) tu hijo ayer. Vi (*a) una peli ayer. Este marcaje genera una ambigüedad sistémica entre los objetos directos animados y los indirectos animados, ya que los dos conllevan la misma marca: Signo y Seña 23 135 Estigarribia (28) (a) (b) EL DOBLADO DE CLÍTICOS RIOPLATENSE Lo vi a tu hijo ayer. Le hablé a tu hijo ayer. Ahora bien, los sistemas lingüísticos, aun tolerándola, en general tienden a organizar sus paradigmas para minimizar la ambigüedad (ver, por ejemplo, García 1975, o Donohue 1999 para el Fore). Como lo muestra el ejemplo (28), la presencia del clítico sirve para conservar la diferenciación entre objetos directos e indirectos, dado que el marcaje diferencial mediante a la oscurece. Entonces, la única manera de marcar explícitamente la función gramatical de los objetos animados es mediante la utilización de un clítico correferencial, es decir, mediante el doblado de clíticos. Es por esto que los pronombres personales animados, cuando aparecen en posición objeto en casos de focalización, contraste, o cambio de tópico, deben estar acompañados del clítico correferencial correspondiente. Notemos que esto explica también por qué el doblado sólo es obligatorio con pronombres animados, y es posible, pero no obligatorio, con pronombres inanimados: (29) Yo *(te) pregunto a vos (Ligatto 1996, 124). (30) [N]o soy yo en ese momento cuando estoy haciendo eso (Ligatto 1996, 81). (31) [E]l producto de la ignorancia es lo que favorece eso (Ligatto 1996, 100). Los pronombres inanimados de estos ejemplos no están acompañados del marcador a, y por lo tanto son claramente identificables como objetos directos, sin necesidad del clítico. El francés, por otra parte, admite pronombres tónicos objeto sin doblado porque en dicha lengua ningún objeto directo, sea o no animado, recibe la marca de objeto à, que consecuentemente está reservada para los objetos indirectos: (32) J’aime lui, pas toi10. Y en búlgaro, el caso está asegurado inequívocamente por la morfología del pronombre tónico (ver nuevamente el ejemplo 23 y su glosa). 6.2. EL EFECTO DE ANIMACIÓN. El mismo argumento explica el efecto de animación. Diversos autores han referido de una manera un tanto vaga que 10 Una forma más corriente e idiomática de expresar el mismo significado sería C’est lui que j’aime, pas toi. Signo y Seña 23 136 Estigarribia EL DOBLADO DE CLÍTICOS RIOPLATENSE el doblado de clíticos es “más frecuente” con referentes animados o que el doblado de inanimados es “menos general” (Barrenechea y Orecchia 1977, Gutiérrez-Rexach 1999, Suñer 1988). En un estudio de corpus, Estigarribia (2006) nota que no obstante esas observaciones, se encuentra en el corpus un número igual de casos de doblado de inanimados y de animados. De 40 casos de CLD, 20 son con referentes animados y 20 con referentes inanimados (tabla 1), de modo que la cantidad de oraciones con doblado en ambos casos es la misma. Sintagma Total nominal solo Animado 107 20 52 179 Inanimado 69 20 527 616 Tabla 1: Frecuencia de las diferentes construcciones de objeto directo según la animación del referente. Clítico solo Doblado Y si bien es cierto (como se desprende de la tabla 1) que los objetos directos animados presentan un mayor porcentaje de doblado que los inanimados (11% contra 3%) esto es en gran parte el resultado de la preferencia por la expresión pronominal de participantes animados (60% contra 11% de inanimados expresados por clíticos). Cabe señalar, además, que Colantoni (2002) encuentra en su corpus como más frecuente el doblado de objetos inanimados. Proponemos entonces como formulación más clarificadora del efecto del estado de animación la observación que el dialecto rioplatense permite a los objetos directos animados (pero no a los ina nimados) participar en construcciones de doblado aun cuando dichos referentes son focos informativos (información nueva focalizada) o contrastivos (Estigarribia 2005, Estigarribia 2006, Di Tullio y Zdrojewski 2006) 10: (34) A la mañana siguiente, sábado, Roque aterrizó casi cerca del mediodía en El Cairo. Otra vez, antes de entrar, le mangueó el diario a Sandro, dispuesto a leerlo mientras tomaba el desayuno. Fue cuando lo encontró a Willy que pasaba, con su pibe, rumbo a la calle Córdoba (Fontanarrosa 1995, 48). (35) Esperándolo a Tito (Sacheri 2000, título del libro). (36) —¿La vas a llamar a Marta? —No querido... La voy a llamar a esta mina de la que hablábamos anoche (Fontanarrosa 1995, 50). 10 Los ejemplos que siguen utilizan exclusivamente referentes humanos, preminentes en la escala de animación. El rol de referentes animados no humanos en el doblado de clíticos no ha sido investigado aún. Signo y Seña 23 137 Estigarribia EL DOBLADO DE CLÍTICOS RIOPLATENSE Advirtamos finalmente que este uso del clítico para resolver la ambigüedad en el sistema de marcaje de objetos es, sin lugar a dudas, lo que llevó a algunos autores (por ejemplo, Jaeggli 1982, Jaeggli 1986) a proponer que el doblado de clíticos depende de la presencia del marcador de a personal. En resumen, para evitar la ambigüedad sistémica que genera el marcaje diferencial de objeto, es necesario extender el uso del clítico a contextos sintáctico/pragmáticos donde no estaría a priori justificado por el modelo de las fuerzas discursivas, tales como la focalización. El efecto de animación es un subproducto, un epifenómeno de la utilización del clítico para mantener el marcaje diferencial de objetos directos e indirectos. De este modo, el sistema sintáctico del español conjuga el marcaje diferencial y el doblado de clíticos para mantener una diferenciación óptima entre los objetos directos e indirectos. Este es un caso inusual (y tal vez el más claro) donde el contexto a izquierda favorece no la expresión pronominal, sino la expresión lexical de un referente, mientras que el contexto a derecha favorece la aparición del clítico. 7. CONCLUSIONES. Lejos de ser una construcción “pleonástica” o “redundante”, el doblado de clíticos cumple la función discursiva crucial de permitir al hablante satisfacer múltiples presiones discursivas simultáneamente. Contrariamente a lo que proponen los análisis tradicionales, según los cuales el clítico sería un marcador ya sea de topicalidad, especificidad, accesibilidad o identificabilidad, el análisis propuesto aquí demuestra que los clíticos de objeto en construcciones de doblado no cumplen una función única, sino que continúan cumpliendo el rango de funciones que tienen en tanto formas pronominales reducidas: marcadores de accesibilidad máxima, restrictores de los dominios de cuantificación, reasunción anafórica. Asimismo, los sintagmas nominales lexicales en construcciones de doblado cumplen sus funciones usuales: introducción o identificación de referentes, recategorización, contraste, acento focal. Es en el juego conjunto de diferentes “fuerzas discursivas” que aparece el doblado. Cuando los hablantes rioplatenses deben con su enunciado satisfacer al mismo tiempo presiones que favorecen la expresión pronominal reducida y otras que favorecen la expresión lexical pueden recurrir a construcciones de doblado de objeto directo. De esta manera se justifica funcionalmente la existencia de estas construcciones. Tal análisis presenta además la ventaja de facilitar una explicación coherente de fenómenos Signo y Seña 23 138 Estigarribia EL DOBLADO DE CLÍTICOS RIOPLATENSE conocidos como el doblado obligatorio de los pronombres personales objeto y el efecto de animación en el doblado de clíticos. Este modelo es, por supuesto, no determinista. Si bien en muchos casos el doblado aparece como necesario en el discurso dados los factores citados arriba, ya sean del contexto a izquierda como del contexto a derecha, el hablante en muchos casos tiene la latitud de elegir si usar o no el doblado y de elegir no responder a alguna de la fuerzas discursivas relevantes. Para resumir, algunos casos de doblado responden a presiones sintácticas/sistémicas (por ejemplo, desambiguar la función gramatical de un OD), otros semánticos (cuantificar), y otros pragmáticos (cambiar el punto de vista sobre un referente). Y en definitiva, los valores que puede tomar el doblado no dependen solamente de la construcción en sí, sino de los significados de las construcciones alternativas (con clítico solo, con SN solo) que el doblado excluye, ya que como puede desprenderse de los trabajos de Bolinger (por ejemplo, Bolinger 1977) el significado lingüístico se crea en el contraste de formas. AGRADECIMIENTO Desearía agradecer a los miembros del grupo PLUG (“Psychology of Language Group”) de la Universidad de North Carolina, Chapel Hill, en especial a Peter Gordon, por haber sugerido el nombre del modelo de las fuerzas discursivas. Esta investigación ha sido posible gracias a fon dos provenientes del Departamento de Lenguas y Literaturas Romances de la Universidad de North Carolina, Chapel Hill (Buchan Funds). CORPUS Fontanarrosa, Roberto. 1995. La mesa de los galanes y otros cuentos. Buenos Aires: Ediciones de la Flor. Ligatto, Dolorès. 1996. Matériau pour l’étude de l’espagnol parlé: la variante argentine. Limoges: Presses Universitaires de Limoges. Quino. 2004. Toda Mafalda. 8ª ed. Buenos Aires: Ediciones de la Flor. Sacheri, Eduardo Alfredo. 2000. Esperándolo a Tito y otros cuentos de fútbol. Buenos Aires: Editorial Galerna. BIBLIOGRAFÍA Aissen, Judith. 2000. “Differential object marking: Iconicity vs. economy”. Manuscrito. http://www.phil-fak.uni-duesseldorf.de/summerschool2002/Aissen7.pdf Apothéloz, Denis. 1995. Rôle et fonctionnement de l’anaphore dans la dynamique textuelle. Genève: Librairie Droz. 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Signo y Seña 23 142 Hall ENUNCIADOS METAFÓRICOS Y PRESUPUESTOS TEÓRICOS ENUNCIADOS METAFÓRICOS Y PRESUPUESTOS TEÓRICOS: UN CASO DE “METÁFORA LITERARIA” Beatriz Hall RESUMEN. En un contexto de múltiples propuestas teóricas y metodológicas, este trabajo adopta la perspectiva del Análisis del Discurso línea francesa-brasileña y tiene como objetivo demostrar que las definiciones e interpretaciones de las llamadas metáforas no se generan aislada mente, sino que estas se definen e interpretan en forma relacional con otros conceptos y con lugares socialmente construidos, que no siempre son explicitados. Para demostrarlo, indagamos en los presupuestos conceptuales que subyacen a distintas perspectivas y presentamos, a modo de ejemplo, el análisis de un trabajo en el que se interpretan “metáforas literarias”. Con cluimos que la pretensión de cientificidad que generalmente motiva la búsqueda de supuestas esencias constitutivas y universales de diferentes objetos de estudio, suele materializarse en definiciones unívocas que describen los objetos de manera concluyente e incuestionable. Por nuestra parte, consideramos que el valor de la pregunta acerca de qué es la metáfora no radi ca en “encontrar” una respuesta, sino en el hecho de que cada una de las respuestas posibles pueden ser motor de otras y nuevas preguntas. Palabras clave: Análisis del Discurso, metáfora, interpretación, literatura. ABSTRACT. In a context of multiple theoretical and methodological possibilities, this paper embraces the French-Brazilian perspective of Discourse Analysis, and it aims to demonstrate that the definitions and interpretations of the so called metaphors do not emerge in isolation, but rather are defined and interpreted in relation to other concepts that are socially constructedconcepts that are not always explicit. To demonstrate this, we examine the conceptual presuppositions underlying different perspectives, and we present, as an example, the analysis of a paper which interprets “literary metaphors”. We conclude that the scientific intent which is behind the search of supposedly constitutive and universal essences of different objects of study usually materializes in univocal definitions which try to define these objects in a conclusive and unquestionable way. This papers considers that the value of the question “What is a me taphor?” lies not such much in finding one answer, but rather in generating more questions. Keywords: Discourse Analysis, metaphors, interpretations, literature. RESUMO. Em um contexto de múltiplas propostas teóricas e metodológicas, este trabalho adota a perspectiva da Análise de Discurso de linha francês-brasileira e tem por objetivo demonstrar que as definições e interpretações das chamadas metáforas não são geradas isoladamente, mas de forma relacional com conceitos e lugares socialmente construídos, nem sempre explicitados. Para demonstrar nossa hipótese, indagamos nos pressupostos conceptuais que subjazem a distintas perspectivas e apresentamos, como exemplo, a análise de um trabalho no qual se interpretam metáforas literárias. Concluímos que a pretensão de cientificidade que em geral mo- Signo y Seña, número 23, junio de 2013, pp. 143-164 Facultad de Filosofía y Letras (UBA) http://revistas.filo.uba.ar/index.php/sys/index ISSN 2314-2189 Signo y Seña 23 143 Hall ENUNCIADOS METAFÓRICOS Y PRESUPUESTOS TEÓRICOS tiva a busca de supostas essências constitutivas e universais de diferentes objetos de estudo se materializa frequentemente em definições que descrevem os objetos de maneira conclusiva e inquestionável. De nossa parte, consideramos que o valor da pergunta sobre o que é a metáfora não reside em encontrar uma resposta, mas no fato de que cada uma das respostas possí veis pode ser motor de outras e novas perguntas. Palavras-chave: Análise de Discurso, metáforas, interpretação, literatura. 1. INTRODUCCIÓN. Desde los primeros estudios realizados por Aristóteles, a quien se le adjudica la responsabilidad de haber acuñado el término meta-ferein (en griego, metà, arriba, sobre, más allá; y phérein, llevar)1, la “metáfora” ha sido considerada como una figura del lenguaje y estigmatizada como un tropo con valor estético y ornamental, vinculado al discurso literario2. Como bien señala Draaisma (1999), la definición de Aristóteles comprende dos elementos que siguen incluyéndose en la esencia del lenguaje metafórico: el uso de un nombre “ajeno” y la “traslación” del significado. Así lo confirma, por ejemplo, la vigésima tercera edición del Diccionario de la Real Academia Española que define metáfora como “tropo que consiste en trasladar el sentido recto de las voces en otro figurado, en virtud de una comparación tácita; v. gr.: Las perlas del rocío; la primavera de la vida; refrenar las pasiones”. En esta dirección, y en el camino de la tradición retórica, Lausberg (1975) sostiene que los tropos constituyen una clase de artificios al servicio de la belleza del discurso y Le Guern (1990) afirma que la metáfora nace de la necesidad de expresar una emoción o un sentimiento y del deseo de que estos sean compartidos. Paralelamente, para quienes postulan que las oraciones son significativas solo si tienen un determinado valor de verdad, por ejemplo, para el racionalismo y el empirismo que surgen a partir del siglo XVII, la presencia de metáforas oscurece los discursos porque oculta “lo que se dice”. Desde este punto de vista, las metáforas son evaluadas como ornamentos superfluos y señaladas como fuentes de engaños. Por tal motivo, solamente podrían ser aceptadas en los discursos destinados al halago y al placer, 1 2 Karagiannis (2005, 18) sostiene que el verbo metaferein (metaforizar) aparece en Platón, pero con el significado de traducir un nombre de una lengua a otra. Como señala Karagiannis (2005) el tratamiento que Aristóteles da a la metáfora en su Poética difiere del que le da en su Retórica. Esto se origina en el hecho de que en la primera se ocupa del entendimiento de la obra literaria y en la segunda considera el valor persuasivo, según el entendimiento común. Signo y Seña 23 144 Hall ENUNCIADOS METAFÓRICOS Y PRESUPUESTOS TEÓRICOS ya que en el discurso “del conocimiento” habría que evitarlas. En este sentido, Locke, fiel representante del empirismo, afirma lo siguiente: [...] las expresiones figuradas y las alusiones verbales apenas podrán ser admitidas como imperfecciones o abusos del lenguaje [...] si pretendemos hablar de las cosas tal como son, es preciso admitir que todo el arte retórico, exceptuando el orden y la claridad, todas las aplicaciones artificiosas y figuradas de las palabras que ha inventado la elocuencia, no sirven sino para insinuar ideas equivocadas, mover las pasiones y para reducir así el juicio, de manera que en verdad no es sino superchería [...] y por tanto, [...] es evidente que deben ser evitadas en todos los discursos que tengan la intención de informar e instruir y cuando se trate de la verdad y del conocimiento no pueden menos de tenerse por gran falta (Locke 1999, 503). Ahora bien, desde hace unos años, la “metáfora” ha dejado de ser considerada como un objeto accesorio, decorativo, evitable e innecesario, y ha pasado a ser estudiada como un importante instrumento de pensamiento con una fuerte función explicativa. Muestra de ello es la proliferación de investigaciones que le otorgan un lugar central, incluso, en la esfera de las investigaciones científicas. Entre tantos otros, algunos de los trabajos que se han ocupado de este tema son: Ortony (1993); Cameron y Low, orgs. (1999); Fox Keller (2000); de Bustos (2000); Palma (2004); Bobes (2004); Schulz (2003, 2004); Llamas Saiz (2005); Di Stefano (2006); Cuadrado Esclápez y Legrand (2007); Sardinha (2007); Zamponi (2009); Ciapuscio (2011); Serra (2011); García (2011). En este contexto de múltiples propuestas teóricas y metodológicas, este trabajo adopta la perspectiva del Análisis del Discurso línea francesa-brasileña (AD) y su objetivo es demostrar que el estudio de la “metáfora” involucra otros conceptos que no siempre aparecen explicitados. Nos referimos a los conceptos de lengua, sujeto y modos de interpretar (sentido literal, sentido metafórico). Consideramos que estos conceptos constituyen ejes centrales que vertebran y subyacen a toda propuesta teórica que estudie, en general, los discursos y, en particular, la “metáfora”. Para demostrarlo, en primer lugar, indagamos en los presupuestos conceptuales que acompañan a distintas perspectivas desde las cuales se han estudiado y se estudian las metáforas. En segundo lugar, presentamos, a modo de ejemplo, el análisis de un trabajo en el que se interpretan “metáforas literarias”. Nuestro propósito es poner en evidencia, a través de ese ejemplo, que la concepción de metáfora como recurso poético puede apa- Signo y Seña 23 145 Hall ENUNCIADOS METAFÓRICOS Y PRESUPUESTOS TEÓRICOS recer encadenada conceptualmente a la idea de sujeto “intencional” 3 dueño de sí mismo y a un concepto referencialista e instrumental de la lengua. Vale aclarar que si bien estas concepciones y presupuestos pueden ser recurrentes, constituyen solo una posibilidad entre otras actualmente vigentes en el campo de los estudios literarios. 2. METÁFORAS, SUJETOS, LENGUA Y SENTIDOS. Patricia Schulz (2003 y 2004), desde el marco de la Teoría de la Argumentación en la Lengua, afirma que, a pesar de la heterogeneidad terminológica y teórica, las definiciones de “metáfora”, no son tan divergentes como se cree. De acuerdo con Schulz, en términos generales, se identifica a esta “figura” con la idea de que habla de “algo”, mediante una expresión que refiere a otra. Dicho de otro modo, se dice que una expresión M tiene un empleo metafórico si aparece en un contexto no habitual, en el cual adquiere un sentido diferente del que adquiere en ese supuesto contexto habitual. El sentido que adquiere en el contexto llamado habitual sería el denominado “literal”. Siguiendo a Schulz, existen tres hipótesis comunes a las definiciones aceptadas de metáfora y que suelen aparecer sobre todo en diccionarios y enciclopedias. Estas son las hipótesis del “dédoublement des emplois”; “changement de sens”; “l’hypothèse du transfert” y a estas se les sumaría la de “la ressemblance”. Y lo explica de la siguiente manera: a. El empleo metafórico sería un empleo “segundo” o “derivado”, cuya existencia presupone la de otro empleo “no metafórico” de la misma expresión (“literal”). b. Lo anterior se relaciona con la segunda hipótesis: en el empleo metafórico se operaría un cambio de sentido (segundo y derivado), lo que implicaría sostener la existencia de un sentido precedente cronológicamente a otro. c. Como consecuencia de esta segunda hipótesis aparece la de “transferencia” que deviene en la razón o la causa del cambio de sentido. Se podrían invertir los términos y sostener que la transferencia es lo que justifica el cambio de sentido. De acuerdo con la definición general de metáfora, el contexto habitual de una expresión M sería el de M cuan- 3 Cuando decimos “sujeto intencional” nos referimos a una idea de sujeto capaz de trazar objetivos claro y de concretar acciones con las cuales se cumplirían las intenciones de tales objetivos. Signo y Seña 23 146 Hall ENUNCIADOS METAFÓRICOS Y PRESUPUESTOS TEÓRICOS do tiene sentido literal. Es decir que para definir el empleo literal de una expresión es necesario recurrir a la idea de contexto habitual. Llegamos así a una definición “circular”: un empleo es literal cuando un enunciado se produce en un contexto habitual e inversamente, el contexto habitual de una expresión es el que se emplea literalmente. d. En cuarto lugar aparece otro aspecto que se agrega a los anteriores: “la ressemblance”4 que se relaciona con la llamada analogía o similitud. Si retomamos la idea según la cual una expresión metafórica sustituye otra expresión (la llamada “literal”), deberíamos reconocer que a ambas expresiones le correspondería la misma idea o concepto o el mismo pensamiento. Dicho de otra manera, una expresión metafórica estaría en lugar de otra expresión para significar la misma idea: existiría un empleo segundo (metafórico) de un empleo primario (no metafórico, “literal”). Algo más, como consecuencia inevitable del concepto de “sustitución” metafórica que subyace a la definición habitual, la “metáfora” presenta un carácter “gratuit”: su uso sería absolutamente evitable. Si aceptáramos este punto de vista, también deberíamos afirmar que, en vez de usar “metáforas”, mejor sería “llamar a las cosas por su nombre”. En este sentido, de acuerdo con Schulz, en la base de los estudios acerca de las me táforas, subyace una idea central: la existencia de una correspondencia absoluta entre las cosas y “sus nombres”. Solamente de ese modo se puede sostener que una palabra usada “literalmente” remitiría en forma directa al objeto que designa. Contrariamente, desde teorías no referencialistas y no veritativas de la lengua, se considera que al hablar no reproducimos una realidad: las palabras no “indican”, ni “refieren” los objetos que existen en el mundo. En este sentido, Ducrot (1995) afirma que no deberíamos conservar la palabra “sustitución” para la metáfora, como tampoco para otros tipos de enunciados porque “la organización de los morfemas en el enunciado no es una combinatoria de propiedades de la realidad, sino una combinatoria de discursos” (1995, 100). 4 “La ressemblance ne nous semble donc être que la couverture sous laquelle la métaphore procède à une systématique et incontournable solution de continuité entre les objets”. Para un análisis detallado de este concepto, ver Schulz 2003 y 2004. Signo y Seña 23 147 Hall ENUNCIADOS METAFÓRICOS Y PRESUPUESTOS TEÓRICOS Por su parte, Pêcheux, también alejado de perspectivas veritativistas y referencialistas, sostiene que una “lectura literal” constituiría una lectura basada en la posibilidad de que las palabras y los enunciados tuvieran un sentido “legítimo”. Para este autor, que sentó las bases para el desarrollo del AD, una palabra, una expresión o una proposición no tienen un sentido “propio”, que podría denominarse literal, sino sentidos variables (Pêcheux 1997). En realidad, lo que algunas teorías llaman “sentido literal” no sería más que uno de los sentidos posibles de un enunciado producido históricamente: una suerte de sedimentación de un sentido dominante y no un sentido “a priori”. Los conceptos sentido literal y sentido metafórico, tal como sostiene el lingüista y crítico literario Jonathan Culler (1988), constituyen oposiciones binarias5. Como tales, estas construcciones dicotómicas conforman conjuntos rígidos de categorías con “pretensiones de descripción” que pueden parecer simétricas, pero funcionan jerárquicamente 6. El primer término (llamado literal) es tratado como anterior y el segundo es concebido con respecto a él, como una manifestación o una separación del pri mero. Así, de un orden secuencial, explica Culler, se pasa a un orden jerárquico, sin más: “lo literal” es primero, por lo tanto más “verdadero” y genuino. Por su parte, el filósofo Richard Rorty (1996) afirma que el contraste entre lo literal/verdadero/real y lo metafórico/engañoso/ilusorio está en el fondo de la oposición entre ciencia y arte, según la cual la ciencia está del lado de la razón y la verdad, y el arte del lado de la emoción, alejada de la realidad. De acuerdo con Rorty, superar estos planteos dicotómicos nos conduce hacia el desafío de no caer en “las tentaciones del cientificismo” (Rorty 1996, 171). Lejos de esas tentaciones, el AD sortea los planteos dicotómicos y evita pensar en la existencia de “verdades” unánimes y objetivas. Desde esta perspectiva, se considera que las palabras no refieren a objetos del mundo real, sino que “refieren” simbólicamente. Según Orlandi, 5 6 Lo mismo ocurre, según Culler, con otras oposiciones tales como significado/forma, alma/cuerpo, dentro/fuera, intuición/expresión, naturaleza/cultura, positivo/negativo, trascendental/empírico. Es conocida la crítica que hace J. Lacan al signo de Saussure, según la cual la división en tre significado y significante no es equitativa, sino que el significado tendría más peso que el significante. Signo y Seña 23 148 Hall ENUNCIADOS METAFÓRICOS Y PRESUPUESTOS TEÓRICOS Al definir al lenguaje como trabajo, se cambia la importancia dada a su función referencial. Esta función ha ocupado una posición central en la lingüística clásica y de esto se deriva pensar la comunicación solo bajo el enfoque de la información. Desde la perspectiva del análisis del discurso, sin embargo, tomar la palabra es un acto social con todas sus implicaciones: conflictos, reconocimientos, relaciones de poder, constitución de identidades, etc. (Orlandi 1992, 35). Entendida así, la lengua constituye la condición de posibilidad del discurso. Esta, como base material, y la historia se cruzan para construir sentidos que no son considerados como evidencias empíricas. Dicho de otro modo, los sentidos no existen previamente a la interpretación porque no “habitan” los textos, sino que se producen en cada acto interpretativo. Los sentidos no están en los textos para que el lector los “encuentre”, sino que se construyen en las múltiples posibilidades que las palabras ofrecen, según el hilo del discurso en el que aparecen, de acuerdo con las condiciones de producción. Como afirma Zoppi Fontana (1991) la ilusión de literalidad supone un lector cuyo gesto de lectura se limitaría a un acto de reconocimiento: “as palavras teriam já um sentido (literal, proprio) a ser descoberto” (Zoppi Fontana 1991, 54). Tal como sostiene Orlandi, A literalidade é uma construção que o analista debe considerar em relação ao processo discursivo com suas condições. Se a ilusão do sentido literal —ou do efeito referencial, que representa a relação imanente entre palavra e coisa, considerando que as “estra tégias” retóricas, “manobras” estilísticas não são constitutivas da representação da realidade determinada pelos sentidos de um discurso— faz o sujeito ter a impressão da transparencia, é tarefa do analista de discurso expor o olhar leitor à opacidade do texto, como diz M. Pêcheux (1981), para compreender como essa impressão é produzida e quais seus efeitos (Orlandi 2007, 52). En este sentido, el AD propone un campo de reflexión en el que la noción de sujeto y el estudio de los modos de producción de sentido ocupan un lugar central. De acuerdo con este marco teórico, los sentidos no nacen mecánicamente como propiedad privada de un sujeto, ni por generación espontánea, sino que son construidos como parte de un proceso en el que son siempre susceptibles de ser otros (Orlandi, 2004). Las diferentes interpretaciones posibles de un enunciado son construidas desde distintas posiciones sujeto: el sujeto que se propone como objeto de análisis se relaciona constitutivamente con el lugar que ocupa ese sujeto cuando habla, es decir, la posición que ocupa —y debe ocupar— todo individuo para ser sujeto de discurso. Orlandi (2007, 49) da el siguiente ejemplo: cuando Signo y Seña 23 149 Hall ENUNCIADOS METAFÓRICOS Y PRESUPUESTOS TEÓRICOS un hijo llega a su casa a altas horas de la noche y su madre le dice “¿estas son horas de venir?”, esa mujer está en la posición de madre y habla como hablan las madres. En este caso, quien habla no es la madre sino su posición de madre y, de este modo, adquiere identidad. Esa identidad es relativa a otras, por ejemplo, a la posición de profesora, actriz, etc. Esos lugares, entonces, son modos de existencia intercambiables y están afectados por la inserción social e histórica. De acuerdo con lo anterior, dentro del AD no es posible pensar en formas de subjetividades esenciales. Así, se toma distancia de la noción de sujeto tradicional y lógico —identificable como heredera del cogito cartesiano— que se configura como garante de verdades absolutas y coadyuva a la representación de un mundo posible de ser expresado en leyes estables, universales y verdaderas. Esta idea, que dominó el pensamiento mo derno (Žižek 2001) y que —explícita o implícitamente— subyace a muchos trabajos que se ocupan de describir y analizar los discursos, postula la re presentación de un sujeto pensante y transparente, dueño de sí mismo y de su voluntad. Ese sujeto hallaría en su razón los fundamentos necesarios que le asegurarían la dimensión de “la verdad”. Contrariamente, el AD sostiene que el sujeto de análisis no es reductible a una entidad indivisa, tampoco a una entidad empírica lingüística, ni a una subjetividad psicológica. La posición en la que todo individuo se coloca cuando habla se vincula con una práctica social y normas fijadas por las condiciones de producción. Dicho de otro modo, todo hablante y todo oyente ocupan un lugar en la sociedad y esos lugares, que forman parte de la significación, funcionan de acuerdo con reglas establecidas que se proyectan en situaciones concretas. Las condiciones de producción se definen a partir de las relaciones entre los lugares que los sujetos se atribuyen mutuamente cada uno a sí mismo y al otro. Esas relaciones aparecen representadas en el discurso como formaciones imaginarias. Es decir que tanto los objetos discursivos (temas) como los sujetos están representados en el mismo discurso, en el marco de relaciones imaginarias de producción y circulación. Las formaciones imaginarias, en cuanto mecanismos de funcionamiento discursivo no dicen respecto de los sujetos físicos o de los lugares empíricos, sino de las imágenes que resultan de sus proyecciones. Desde este marco teórico, los sentidos son analizados como efectos variables: formas inacabadas de producción de sentido, en permanente pro- Signo y Seña 23 150 Hall ENUNCIADOS METAFÓRICOS Y PRESUPUESTOS TEÓRICOS ceso de constitución7. Pensar los sentidos como “efectos” implica tomar distancia, por un lado, de la idea de un sujeto intencional 8 como origen del sentido y, por otro, de la ilusión de transparencia que produce entender los sentidos como “evidencias”. Por el contrario, entender los sentidos como efectos se sustenta en la aceptación de que estos no pre-existen al acto interpretativo y que el acceso a los sentidos no es directo (Orlandi 2001, 2007). Según Orlandi, los procesos de producción de sentido contemplan tres momentos indisociables: constitución, formulación y circulación. Orlandi (2001), siguiendo a Courtine (1981), piensa la constitución como una dimensión vertical y representa la formulación en un eje horizontal. El primer momento representa lo decible y es también el del interdiscurso. En el segundo, se produce la puesta del discurso en texto (textualización), el sujeto dice lo que dice y se asume como autor. El momento de la formulación se da en condiciones de producción y circunstancias específicas: todo decir (dimensión horizontal) se relaciona con el trabajo de textualización de la memoria discursiva (interdiscurso). Por su parte, la constitución determina la formulación, ya que para que un sujeto pueda “decir”, es necesario que se sitúe en la perspectiva de lo decible (interdiscurso, memoria). Por lo tanto, todo decir se produce en el cruce de dos ejes: el de la memoria y el de la actualidad (constitución y formulación). Los sen tidos se producen en la tensión entre ambos ejes y también en los trayec tos que cada texto recorre, es decir a partir de cómo circula. Este tercer momento, el de circulación, es también decisivo, ya que un sentido tiene mayores posibilidades de imponerse frente a otros cuanto mayor sea la posibilidad de su circulación. Dicho de otro modo, los sentidos se producen en el entrecruzamiento complejo que implica el momento de constitución, el de formulación y el de circulación como parte del mismo proceso. 7 8 La noción de efecto de sentido está unida desde sus orígenes a la noción de discurso. Según Baronas (2005), Guilhaume fue el primero que, a mediados de los años sesenta, sostuvo que la oposición lengua/discurso es completamente diferente a la oposición lengua/habla postulada por Saussure. Para Guilhaume, “os efeitos de sentido nada mais são do que o resultado dos valores atribuídos pelo discurso ao significado em lengua”. Posteriormente, a fines de los años sesenta en el marco del AD, los modos de concebir cómo se construye sentido adquieren un carácter fuertemente histórico. La intencionalidad del autor como clave interpretativa ha sido ampliamente discutida fuera y también dentro del ámbito de los estudios literarios. Muestra de ello son los aportes ge nerados en el marco de la Estética de la Recepción y la Escuela de Constanza (por ejemplo, Jauss 1987) y también los trabajos de Eco (1992) y de Derrida (1971), entre otros. Signo y Seña 23 151 Hall ENUNCIADOS METAFÓRICOS Y PRESUPUESTOS TEÓRICOS Así, para estudiar los efectos de sentido en el discurso que sea consideramos necesario analizar el nivel de las palabras, las construcciones que ellas conforman y la producción social del texto como constructiva de su sentido. Dicho de otro modo, proponemos traspasar los límites de la sintaxis y trabajar en el dominio del discurso teniendo en cuenta que la relación entre lenguaje y exterioridad es indisociable. Recordemos que la exterioridad no es pensada como algo que está “afuera” del texto, es decir que no se trata “do fora enquanto tal mas da exterioridade constitutiva, aquela que não é do domínio empírico, mas simbólico” (Orlandi 2004, 75). A partir de lo expuesto hasta acá y de acuerdo con los objetivos enunciados, en el apartado siguiente analizamos un trabajo en el cual se interpretan metáforas presentes en un poema de Antonio Machado. Nos ocupamos de analizar los presupuestos que subyacen en un trabajo interpre tativo realizado por Carmen Bobes (2004), quien representa una “figura académica de renombre en el desarrollo de la teoría literaria en España y Europa” (Carrasco 2010). 3. ANÁLISIS DE UN CASO: METÁFORAS LITERARIAS. El interés por el discurso literario y los discursos acerca de la literatura exceden el marco de los estudios estrictamente literarios. En efecto, las definiciones e interpretaciones de este objeto de estudio, que han sido y son causa de controversias, muchas veces se generan en estrechos vínculos con otros campos del saber (historia, filosofía, lingüística). De acuerdo con Jonathan Culler (1993), el debate en torno a la naturaleza de la literatura se produce entre las perspectivas que se centran en las propiedades de los textos, según las cuales se podría distinguir lo que es literario de lo que no es, y las que focalizan en las convenciones con las que se aborda el texto llamado literario. Según esta última posición, la literatura no es definida a partir de una cualidad o conjunto de cualidades fijas e inherentes a ciertas obras porque no hay absolutamente nada que constituya la “esencia” misma de la Literatura: Literatura viene a ser lo que las instituciones definen qué es literario. Por ejemplo, Terry Eagleton sostiene que “resulta más útil considerar la literatura como un nombre que la gente da de vez en vez y por diferentes razones a ciertos escritos” (Eagleton 1998, 125). Por su parte, Tzvetan Todorov (1996) afirma que la certeza de que “una entidad como la literatura existe” proviene de la experiencia: “estu- Signo y Seña 23 152 Hall ENUNCIADOS METAFÓRICOS Y PRESUPUESTOS TEÓRICOS diamos las obras literarias en la escuela y después en la universidad; encontramos este tipo de libros en las tiendas especializadas; estamos acostumbrados a citar autores ‘literarios’ en la conversación corriente” (Todorov 1996, 12). Sin embargo, esto no demuestra de ninguna manera que los productos particulares que asumen esta función participen de una misma naturaleza. Todorov denomina “funcional” al punto de vista según el cual la literatura puede identificarse como un elemento de un sistema más vasto y como una unidad que “hace” algo específico dentro de ese sistema. Contrariamente, desde un punto de vista “estructural” se busca saber, si todas las instancias que asumen una misma función, participan de las mismas propiedades. Ambos puntos de vista, el funcional y el estructural, pueden ser rigurosamente diferenciados, aunque se pueda pasar perfectamente del uno al otro. En palabras de Todorov, “la estructura está hecha de funciones, y las funciones crean una estructura; pero como el punto de vista es el que determina el objeto de conocimiento, la diferencia no es menos irreductible” (Todorov 1996, 13). Este autor niega legitimidad a una noción estructural de la literatura porque “los géneros literarios no son otra cosa que una determinada elección entre otras posibles del discurso, convertida en una convención por una determinada sociedad” (Todorov 1996, 22). Numerosos ejemplos certifican que las propiedades “literarias” se encuentran también en otros discursos que no son Literatura (Todorov 1996, 22). Como es fácil constatar, el debate queda abierto 9. Al mismo tiempo que existen trabajos que se ocupan de definir y analizar a la Literatura en el marco de lo que se denomina prácticas discursivas, encuadrada en un contexto social más amplio y despojándola de todo valor autónomo y específico, otros lo hacen con el presupuesto de que la literatura consiste en un uso especial del lenguaje (Culler 1993, 36). En esta línea de pensamiento, Roman Jakobson se propuso diferenciar el mensaje verbal literario de otros tipos de mensajes verbales y definió la función poética como la proyección del “principio de equivalencia del eje de la selección” sobre “el eje de la combinación” (Jakobson 1981). Según este autor, la “forma” del mensaje es el factor dominante de la llamada función poética. Si bien consideró que esta función no es privativa de la literatura, es la que mayor presencia tiene en la poesía. 9 Ver, como un ejemplo entre otros, Carrasco Santana (2010). Signo y Seña 23 153 Hall ENUNCIADOS METAFÓRICOS Y PRESUPUESTOS TEÓRICOS El concepto de función poética propuesto por Jakobson se proyectó en una preocupación que habían tenido los formalistas rusos en sus primeros trabajos. En la búsqueda de la definición de la “literaturidad”, los formalistas habían afirmado que esta consiste en el uso de “un lenguaje elevado” y “figuras o combinaciones insólitas” (Culler 1993, 41). Este punto de vista, que —con variantes— se extiende en el tiempo, postula que estudiar un texto como literario es “mirar ante todo la organización del lenguaje” (Culler 2004, 43) mediante el cual los poetas describirían exactamente el estado y el valor de las cosas del mundo. Es decir que las palabras, en una relación unidireccional, comunicarían propiedades de los objetos y acciones de los individuos. Así, por ejemplo, lo expresa Kurt Spang: El rasgo particular y único del lenguaje como substrato de la literatura es su doble ca rácter de material fónico y conceptual. Es referencial y significa ya antes de entrar en configuraciones literarias, es además el instrumento de comunicación humana por antonomasia (Spang 2005, 5). Más adelante, el autor deja en claro que, desde su punto de vista, La lengua ofrece la única manera de penetrar en la realidad, de sintetizarla y de siste matizarla, es decir, de descubrir la verdad, lo que equivale sencillamente a descubrir y describir las cosas como son. Describir el estado de las cosas a menudo resulta difícil y laborioso, pero no es por ello imposible, ni tampoco motivo suficiente para negar su existencia. Con paciencia y tiempo se irá completando el mosaico (Spang 2005, 9). Como puede observarse en la cita anterior, el lenguaje es percibido como un instrumento con el que se podría “descubrir y describir las cosas tal como son” y así “penetrar en la realidad”. Concebir el lenguaje como un instrumento presupone no solo una realidad exterior, objeto de manipulación, sino también la idea de un sujeto también exterior al lenguaje capaz de manipularlo voluntariamente: las palabras le servirían al sujeto/poeta para expresar el mundo y plasmar su individualidad creadora. Tal concepción, que ha sido duramente criticada desde distintas perspectivas, tiene como antecedente los preceptos del romanticismo 10 y pervive solapadamente en trabajos actuales. Como muestra de ello, retomamos afirmaciones de Spang, quien afirma que el “artista imprime su 10 Gallego Diaz (2006; en línea) afirma que “Goethe, en Poesía y verdad, vinculó la creación poética a las experiencias vividas. La poesía lírica, entonces, comienza a ser considerada como expresión del yo del poeta, del autor o escritor poeta. En pleno romanticismo, la interpretación de los poemas se basaba en considerarlos como expresiones del contenido del yo del poeta, es decir, de su creador”. Signo y Seña 23 154 Hall ENUNCIADOS METAFÓRICOS Y PRESUPUESTOS TEÓRICOS idea y su concepción de la obra en una materia” porque “el artista hace surgir algo que entra en el ser a través de sus capacidades creativas [...] lo que [el autor] pretende plasmar en su obra es una visión personal de la realidad, una vivencia subjetiva” (Spang 2005, 15). Desde este punto de vista, el foco de atención se centra en el poeta y el lenguaje, en tanto instrumento, queda al servicio de su expresión. Esto tiene como correlato la exaltación de las facultades creativas del autor, de su imaginación, de su genialidad. En este contexto, el poema es expresión de sentimientos y “si la obra refiere a aspectos del mundo externo, éstos sólo interesan en tanto y en cuanto han pasado por el filtro de los sentimientos del poeta” (Viñas Piquer 2002, 268). La figura de autor poético “intencional”, que aparece en diferentes propuestas de trabajo, se apoya en un sustrato conceptual de individuo como ente unitario y autosuficiente. Dicho de otro modo, la idea “genio natural” reclama implícitamente una concepción de sujeto fuerte. Ciertamente, toda concepción de autor es tributaria de una concepción de sujeto que afirma explícitamente, que implica o que se esfuerza por denegar11. En esta línea se enmarca el trabajo de Carmen Bobes cuando afirma que la poesía busca “convertirse en expresión del hombre completo, de su ámbito secreto, de las experiencias que aún no han sido nombradas y parecen inefables” (Bobes 2004, 133). Como vemos, la figura de autor operaría como un “creador privilegiado” capaz de “expresar” lo que otros seres no pueden. En otras palabras, se trata de una visión teológica de la li teratura: la obra es propiedad, producto y resultado de la voluntad de su “creador”, el autor. Se establece, así, una relación simbiótica entre el autor y “su” obra, y en esa relación se legitima el lugar de privilegio para ambos. En definitiva, en la perspectiva según la cual la literatura es concebida como un “objeto expresivo” que busca la originalidad y el goce estético, el lenguaje aparece como un instrumento al servicio del autor, dueño y propietario de su obra. Y en el marco de estos postulados generales, la “metáfora” es altamente valorada y considerada como un medio de “expresión literaria” que “potencia la capacidad del lenguaje poético” (Bobes 2004, 124). En otras palabras, estas apreciaciones acerca de las metáfo- 11 En un sentido más amplio, Julia Kristeva (1981, 249) sostiene que “toda teoría del lenguaje es tributaria de una concepción del sujeto que afirma explícitamente, que implica o que se esfuerza por denegar”. Signo y Seña 23 155 Hall ENUNCIADOS METAFÓRICOS Y PRESUPUESTOS TEÓRICOS ras se producen de modo relacional en el marco del desarrollo de perspectivas que centran sus miradas en la llamada función poética, con la cual se caracteriza la “literatura”. En efecto, Bobes afirma que las metáforas manifiestan el valor expresivo del lenguaje y la capacidad artística del poeta, quien encuentra en ellas “la expresión virtual de todos los con tenidos humanos” (Bobes 2004, 133). En palabras de la autora, La metáfora se ofrece como un paso hacia el mundo sobrenatural, y da forma a expe riencias suprasensibles, cuyas fases no han sido recogidas y analizadas en el lenguaje, pero es obvio que el poeta puede muy bien proponer un mundo de amor divino analó gico al mundo del amor humano, y el lector puede muy bien leer el poema transluciéndolo al mundo del amor divino (Bobes 2004, 133). Interpretar textos literarios, entonces, implicaría analizar la dimensión estética de los procedimientos del lenguaje, estimados como “esenciales” en las obras literarias. En este proceso interpretativo, aparece sin cuestionamientos la figura del autor como principio explicativo del sentido. De acuerdo con la relación causal, directa y sin mediación entre el objeto (obra) y el sujeto (autor), el autor no solo está en el origen de la obra como creador, sino también como dador de sentido. Veamos el siguiente fragmento en el que Bobes interpreta un poema de Antonio Machado: Las metáforas espaciales vienen a coincidir con las diagramáticas, pues se refieren a las parte reales o figuradas del ser, es decir, de la referencia del término metaforizado. Son frecuentes en A. Machado las metáforas que dan unidad al poema describiendo un espacio real limitado, que generalmente se hace simbólico del temple castellano, duro, frío, austero, resistente, metálico, y a la vez es símbolo de una actitud vital del poeta: En el campo ondulado, y los caminos ya ocultan los viajeros que cabalgan en pardos borriquillos, ya al fondo de la tarde arrebolada elevan las plebeyas figurillas que el lienzo de oro del ocaso manchan. Mas si trepáis a un cerro y veis el campo desde los picos donde habita el águila, son tornasoles de carmín y acero llanos plomizos, las lomas plateadas, circuidos por montes de violeta, con las cumbres de nieve sonrosada. El espacio dibujado, aparte del arrebol de la tarde y de la nieve sonrosada, que pueden pertenecer a una descripción realista, proceden de una visión subjetiva del autor que Signo y Seña 23 156 Hall ENUNCIADOS METAFÓRICOS Y PRESUPUESTOS TEÓRICOS lo considera como un paisaje duro, metálico: el oro del ocaso, el acero del aire, el plomo de los llanos, la plata de las lomas. En este paisaje austero y rico, duro y estático, el hombre —las plebeyas figurillas— es el detalle minúsculo de un mundo que lo anula. La metáfora, diversa en cada caso, se erige en unidad si se considera el paisaje como conjunto; es una metáfora que insiste en la dureza y la rigidez metálica de un paisaje deshumanizado, apocalíptico. No es el tema el que da unidad definitiva a esa visión del campo desoirá, es la misma visión que repite una y otra vez la metáfora ontológica del paisaje como metal, aunque sea bajo la variedad del oro, de la plata, del acero, del plo mo. Todas esas metáforas “metálicas”, dan unidad inmediata a la visión del poeta, des criben a la vez metafóricamente un espacio y hacen una identificación del paisaje real con un estado de ánimo, con una actitud subjetiva ante una naturaleza a la vez hostil y entrañable. Un paisaje interior se proyecta sobre un espacio empírico y lo identifica con el tiempo que está viviendo el poeta. En resumen, el poeta, Machado, hace de las coordenadas de tiempo y espacio en que vive, imagen de su vida: el paisaje soriano en interacción metafórica con el paisaje interior del poeta, sugiere estados de nostalgia, de añoranza, de tristeza, de alegría, de permanencia, de inevitabilidad (Bobes 2004, 187-188). Como puede observarse en el fragmento citado, la figura del autor/poeta remite al nombre propio Antonio Machado. Para Bobes, quien asume la interpretación y explicación del sentido del poema, el poeta es causa y origen de la obra literaria. La poesía se configura, así, como producto acabado de la inspiración y genialidad del artista. Es como si el poema naciera en forma directa del acto creativo del autor y, en ese mis mo acto, no solo poeta y poema se fusionan, sino que también sujeto autor (poeta) y el sujeto empírico (individuo real) se identifican plenamente. Como vemos, la vida del autor se convierte, de este modo, en el instrumento hermenéutico por excelencia. Desde nuestro punto de vista, esta interpretación del poema de Machado se inscribe dentro del espacio simbólico que Barthes denominó “el imperio del Autor”. De acuerdo con Barthes, en ese espacio, el “Autor” aparece como si fuera quien nutre al libro y quien “mantiene con su obra la misma relación de antecedente de un padre respecto a su hijo” (Barthes 1994, 68). En efecto, cuando “se cree” en el autor, éste se concibe siempre como el pasado de su propia obra: “el libro y el autor se sitúan por sí mismos en una misma línea, distribuida en un antes y un después (Barthes 1994, 68). Barthes afirma que, desde esa perspectiva, una vez “‘hallado el ‘Autor’, el texto se explica”. Es decir que “la explicación de la obra se busca siempre en el que la ha producido, como si, a través de la alegoría más o menos transparente de la ficción, fuera, en definitiva, siempre, la voz de una sola y misma persona, el autor, la que estaría entregando sus ‘confidencias’” (Barthes 1994, 68). Signo y Seña 23 157 Hall ENUNCIADOS METAFÓRICOS Y PRESUPUESTOS TEÓRICOS Las siguientes afirmaciones que forman parte del fragmento citado y que, para mayor comodidad, reproducimos a continuación, materializan esas ideas de Barthes: el poeta, Machado, hace de las coordenadas de tiempo y espacio en que vive, imagen de su vida; las metáforas metálicas [...] describen a la vez metafóricamente un espacio y hacen una identificación del paisaje real con un estado de ánimo; Un paisaje interior se proyecta sobre un espacio empírico y lo identifica con el tiempo que está viviendo el poeta. Desde esta perspectiva, la escritura se visualiza como una suerte de traducción de las vivencias del poeta. Las palabras vienen a ser la materia prima mediante las cuales el paisaje interior del autor (nostalgia, añoranza, tristeza, alegría) se funde con paisaje exterior. Este carácter instrumental del lenguaje lleva de suyo una visión comunicativa y referencial, según la cual la lengua tendría la función de decir; es decir de “transmitir” cómo es la realidad. De alguna manera, esto revela lo que bien afirma Gallego Diaz (2006, en línea) en el sentido de que “a partir de las consideraciones dicotómicas de objetividad-subjetividad [...] La esencialidad de la poesía lírica residiría en el sujeto concreto, en el poeta”. Como hemos dicho, este protagonismo concedido al poeta es tributario de una centralidad otorgada a la idea de un sujeto fuerte y autónomo. No obstante, dentro del campo de los estudios literarios, estas ideas y conceptos conviven con perspectivas diferentes, según las cuales la centralidad cognoscitiva y explicativa del sujeto ha perdido peso. En este sentido, Laura Scarano (2000) afirma que la cuestión del sujeto parece encerrarse en un dilema epistemológico que, en términos generales, postula ver la identidad como proceso y no como producto. De acuerdo con la autora, desde hace años, “[e]l sujeto ya no es abordado, pues, como el dador de sentido esencialista al discurso, sino como producto de su heterogénea variedad” (Scarano 2000, 22). En efecto, a partir de la idea de autor como “función variable” (Foucault 1983), el estudio de los discursos se proyecta en un campo discursivo de constitución compleja. Según Foucault, la función autor es “característica del modo de existencia, de circulación y de funcionamiento de ciertos discursos en el interior de una sociedad” (Foucault 1983, 60-61). Como sostiene Orlandi (2007), la asunción de una autoría implica la inserción de un sujeto en una cultura, en una posición, en el contexto históri- Signo y Seña 23 158 Hall ENUNCIADOS METAFÓRICOS Y PRESUPUESTOS TEÓRICOS co-social. Desde este punto de vista, entendemos que Bobes —en tanto autora— se inscribe en una práctica interpretativa que legitima una forma específica de autoría (la del poeta) con efecto de función poética. De acuerdo con el análisis del poema de Machado que hemos presentado en este trabajo, el autor/poeta ocuparía el lugar de la creación y su obra (la poesía) es el producto y resultado del ejercicio de un “don” que este (el poeta) posee. De esta manera, el concepto de originalidad representada como “visión subjetiva del autor” remite a la idea de sujeto privilegiado como único dueño y propietario de su decir. Esta perspectiva, entonces, se enmarca en un lugar construido socialmente que consagra a la literatura como un objeto altamente valorado por su carácter artístico, original e irrepetible. En otros términos, en el proceso de formulación, que determina el de constitución, la interpretación del poema de Machado actualiza un modo de entender qué es la Literatura, qué es ser autor de un texto literario y consecuentemente cuál es la función que tienen las metáforas literarias. Desde nuestro punto de vista, ambas figuras —la de autor literario (Machado) y la de intérprete de obras literarias (Bobes)— se configuran en relación con prácticas discursivas institucionalizadas en la sociedad que dan marco a la producción, circulación e interpretación de textos literarios considerados en su faz artística y creativa. En todos los casos, escribir es interpretar: la escritura —lejos de ser una traducción individual— implica un gesto de interpretación que irrumpe entre otros que lo preceden y con los cuales consensúa o entra en disputa. Machado, en tanto poeta, se inscribe en una tradición literaria del mismo modo que Bobes, desde la posición de intérprete, asume la explicación del sentido del poema, fija los sentidos y restringe otras posibilidades interpretativas. Para esto, se coloca en un lugar desde el cual dice saber qué sintió el poeta cuando escribió su obra. Dicho de otro modo, para ocupar una posición de autor —ya sea autor de un texto literario, ya sea de autor intérprete de literatura— es necesario que el sujeto ocupe un lugar entre otros posibles. En realidad, la interpretación, entendida como práctica simbólica, retoma sentidos preexistentes y produce variables en la misma dirección. Como sostiene Orlandi (2004), el espacio de interpretación 12, en el cual 12 La interpretación está presente en toda y cualquier manifestación de lenguaje (Orlandi 2004, 9). Hablamos de interpretación en dos instancias: a) como parte de la actividad //160 Signo y Seña 23 159 Hall ENUNCIADOS METAFÓRICOS Y PRESUPUESTOS TEÓRICOS todo autor se inscribe, deriva de la relación con la memoria discursiva que se denomina interdiscurso. Este es definido rápidamente como “aquilo que fala ates, em outro lugar, independentemente” (Orlandi 2007, 31); es lo que da lugar a que las palabras puedan ser dichas. Dicho de otro modo, las palabras están impregnadas de resonancias que regulan su uso, de modo que la memoria discursiva funciona como dispositivo de contexto de legibilidad, como saber discursivo que posibilita que nuestras palabras tengan sentido. Es decir que, en el caso que nos ocupa, se producen y reproducen gestos de interpretación que legitiman y actualizan la representación del estatuto artístico de la Literatura, entendido como lenguaje poético: autor y obra serían partes indisolubles del mismo proceso artístico. En definitiva, el fragmento que acá hemos presentado constituye un ejemplo que nos permite demostrar que cuando los textos literarios son constituidos, formulados y circulan dentro de un marco conceptual en el cual son concebidos como productos artísticos y acabados en una relación directa con la voz del artista, las metáforas pueden ser interpretadas como manifestación de la “extraordinaria capacidad expresiva de un poeta”. Así, el poeta concentraría en ella (la metáfora) su “actividad creadora de sentidos, descubridora de mundos, expresión de lo inefable” (Bobes 2004, 122). Las metáforas aparecen como parte del producto y resultado de la inspiración que habita en el propio sujeto y que, repetimos, da origen al poema. Cabe aclarar que no ha sido ni es nuestro interés adherir o refutar la interpretación del poema de Machado que hemos presentado, sino destacar que los modos de construir sentido —de definir e interpretar las metáforas— se vinculan de modo relacional con concepciones y representaciones simbólicas construidas socialmente. En resumen, desde nuestro punto de vista, la interpretación del poema de Machado retoma y recupera marcos conceptuales que otorgan al objeto literatura un estatuto de privilegio. En ese contexto, la lengua constituye una herramienta mediante la cual el autor se expresa y este, el poeta, encarna el “ideal de perfección artística”. La concepción de metáfora como recurso poético aparece, entonces, encadenada conceptualmente a la idea de sujeto “intencional” dueño de sí mismo y a un concepto referencialista e instrumental de la lengua. Se trata de un efecto de sentido //159 del analista, b) como parte de la actividad lingüística del sujeto (Orlandi 2004, 63). Signo y Seña 23 160 Hall ENUNCIADOS METAFÓRICOS Y PRESUPUESTOS TEÓRICOS que se produce como si las palabras refirieran la “realidad”, los objetos fueran evidencias verificables y el sujeto estuviera en el origen de su decir. 4. CONCLUSIÓN. En este trabajo hemos tratado de demostrar que en los estudios acerca de las metáforas, aunque no se expliciten, subyacen conceptos de lengua, de sujeto y también de modos de construir sentido. En efecto, las diferentes definiciones e interpretaciones de las metáforas no se generan aisladamente, sino que estas se definen e interpretan en forma relacional con otros conceptos y en relación con lugares construidos socialmente. Así, en el caso que hemos presentado, que representa solo un ejemplo entre otros modos diferentes de interpretación literaria vigentes, aparece una concepción de metáfora como recurso poético vinculada a la idea de función poética de la literatura y apoyada en una noción de sujeto/autor fuerte y en un concepto instrumental del lenguaje. En pocas palabras, como si el autor estuviera en el origen del texto literario, la literatura fuera producto de ese individuo y el lenguaje, un vehículo e instru mento mediante el cual se plasma el interior del poeta y la “realidad” que él vive. Contrariamente, desde la perspectiva del AD, el concepto de “sujeto hablante” pierde el papel central como principio explicativo del sentido. Los sentidos no están en las palabras, sino en el modo en el que esas palabras se textualizan, dentro de una coyuntura histórico-social. Las condiciones de producción están presentes en los procesos de identificación de los sujetos en los discursos y condicionan los modos de producción de los sentidos. Desde este punto de vista, la lengua no es “instrumento”, sino que es analizada como trabajo, como mediación simbólica: una palabra es un acto social. Así, tomamos distancia de la idea de que lenguaje es un instrumento “transparente” y de que se puede atravesar simplemente las palabras para “encontrar” a través de ellas los sentidos depositados allí (Orlandi 2012, 151). Los sentidos no son unívocos y su “acceso” no es di recto. De acuerdo con Barthes, “el autor nunca es nada más que el que escribe, del mismo modo que yo no es otra cosa sino el que dice yo: el lenguaje conoce un ‘sujeto’, no una ‘persona’” (Barthes 1994,68). Algo más, la pretensión de cientificidad —característica de muchos trabajos investigativos— suele motivar la búsqueda de supuestas esencias constitutivas y universales de diferentes objetos de estudio. Muchas veces, esos intentos se materializan en definiciones unánimes que describen Signo y Seña 23 161 Hall ENUNCIADOS METAFÓRICOS Y PRESUPUESTOS TEÓRICOS los objetos de manera concluyente e incuestionable. Es así como las metáforas pueden ser —y de hecho son— definidas e interpretadas de manera categórica, por ejemplo, como un uso especial del lenguaje con valor artístico y expresivo. No obstante, ser considerado como no significa “serlo”. Por nuestra parte, no consideramos a las metáforas como unidades autónomas e independientes, sino como construcciones semánticas que producen múltiples sentidos según las condiciones de producción de los textos en los que aparecen (Hall 2010). En especial, abandonamos la empresa de responder categóricamente a la pregunta acerca de qué es la metáfora, pero consideramos que esa pregunta —que a nuestro juicio queda abierta— no carece de importancia. Su valor no radica en “encontrar” una respuesta, sino en el hecho de que cada una de las respuestas posi bles puede ser motor de otras y nuevas preguntas. Si bien este proceso mediante el cual una pregunta lleva a otra no desemboca en un punto final, el recorrido de ese camino bien vale la pena. BIBLIOGRAFÍA Barthes, Roland. 1994. “La muerte del Autor”. En El susurro del lenguaje, 65-73. Barcelona: Paidós. Baronas, Roberto L. 2005. “Efeito de sentido de pertencimento à análise de discurso”. Consultado el 6 de abril de 2013. http://www.ufrgs.br/analisedodiscurso/anaisdosead/2SEAD/SIMPOSIOS/RobertoLeiserBaronas.pdf Berber Sardinha, Tony. 2007. Metáfora. São Paulo: Parábola Editorial. Bobes, Carmen. 2004. La metáfora. Madrid: Gredos. Cameron, Lynne y Graham Low, orgs. 1999. 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En este estudio se analizan algunas expresiones idiomáticas de los idiomas italiano y portugués, con el fin de investigar la proporción en que sus metáforas son iguales, similares o diferentes en ambos idiomas. Esta investigación se basó en estudios sobre la metáfora conceptual de Lakoff y Johnson (2002 [1980]), así como sobre fraseologismos y expresiones idiomáticas (o locuciones) desarrollados por algunos autores como Zuluaga (1980), Tagnin (1989), Tonfoni y Turbinati (1995), Corpas Pastor (1996) y Xatara (1998). A través del análisis, llegamos a la conclusión de que gran parte de las expresiones estudiadas son estructural y semánticamente iguales o semejantes, incluso en relación con las metáforas empleadas, una coincidencia que nos permite hacer algunas consideraciones sobre el italiano y el portugués. Palabras clave: expresiones somáticas, expresiones idiomáticas, metáforas, enseñanza de idiomas. ABSTRACT. In this study we analyze some somatic idioms of Italian and Portuguese languages, in order to investigate the proportion in which their metaphors are the same, similar or different in both languages. This research was based on Lakoff and Johnson’s (2002 [1980]) studies about conceptual metaphor, as well as on studies about phraseologisms and idiomatic expressions developed by some authors as Zuluaga (1980), Tagnin (1989), Tonfoni and Turbinati (1995), Corpas Pastor (1996) and Xatara (1998). Through the analysis, we conclude that much of the studied expressions are structurally, semantically, and metaphorically identical or similar in both languages. These results have allowed us to make some considerations on Italian and Portuguese somatic idioms. Keywords: somatic idioms, idiomatic expressions, metaphors, language teaching. RESUMO. Neste estudo analisamos algumas expressões idiomáticas somáticas do italiano e do português, com a finalidade de averiguar em que proporção as suas metáforas são iguais, se melhantes ou diferentes, nos dois idiomas. Para a realização da investigação, fundamentamo nos nos estudos sobre metáfora conceitual, de Lakoff e Johnson (2002 [1980]), bem como sobre fraseologismos e expressões idiomáticas, realizados por diversos autores da Área, tais como Zuluaga (1980), Tagnin (1989), Tonfoni e Turbinati (1995), Corpas Pastor (1996) e Xatara (1998). Pela análise, concluímos que boa parte das expressões estudadas são estrutural e se manticamente iguais ou semelhantes, inclusive no que respeita às metáforas empregadas, coincidência esta que nos permite tecer algumas considerações. Palavras-chave: expressões idiomáticas somáticas, metáforas, ensino de línguas. Signo y Seña, número 23, junio de 2013, pp. 165-189 Facultad de Filosofía y Letras (UBA) http://revistas.filo.uba.ar/index.php/sys/index ISSN 2314-2189 Signo y Seña 23 166 Lodi y Sabino EXPRESSÕES IDIOMÁTICAS, METÁFORAS E ENSINO 1. INTRODUÇÃO. O domínio lingüístico de expressões idiomáticas (doravante EIs) em um idioma é inegavelmente de extrema importância para qualquer profissional da área ou aprendiz que se propõe a estudá-lo, tanto enquanto língua materna mas, principalmente, quando se trata de língua estrangeira (LE). Isso porque saber usar e compreender um bom repertório de EIs garante, ao interessado, atingir níveis mais avançados de proficiência na língua estudada, seja ela qual for. As EIs apresentam-se como uma rica fonte de manifestação cultural, pois expressam modos de ver o mundo advindos da experiência popular. Por isso, muitas vezes, retratam aspectos da vida em comunidade, pondo em evidência valores sócio-culturais por meio do material linguístico que as constitui. Constata-se, todavia, que os dicionários bilíngües ainda são muito falhos, no que diz respeito ao registro e tratamento desses fraseologismos lingüísticos. Assim, para esta pesquisa, investigamos dezenas de expressões idiomáticas somáticas bilíngües, presentes em lexias relacionadas aos membros superiores ou partes do corpo humano localizadas da cintura para cima, objetivando, primeiramente, a elaboração de um material lexicográfico bilíngue especial de EIs, na direção do italiano para o português. O processo compreendeu, primeiramente, a identificação e seleção dessas EIs e, por fim, sua definição e tradução. Em um segundo momento, procedeu-se à análise comparativa das metáforas presentes nas EIs, visando averiguar em que proporção são iguais, semelhantes ou diferentes, na língua italiana em contraste com a portuguesa, na variante brasileira. Todavia, para desenvolver uma pesquisa dessa natureza, é imprescindível deixar claro o que se entende por fraseologismos, expressão idiomática, bem como por metáfora. 2. FRASEOLOGIA E FRASEOLOGISMOS. Considerada uma área de estudos da Lexicologia, a fraseologia situa-se, mais especificamente, no campo dos estudos do léxico e ocupa-se das combinações lexicais estáveis formadas, segundo alguns autores, por duas ou mais palavras, ou, na opinião de outros, por mais de duas palavras. Não há, ainda, um consenso entre os pesquisadores sobre o âmbito de estudo dessa disciplina, nem tampouco sobre a terminologia utilizada, ou ainda, sobre os limites que separam os diferentes tipos de unidades fraseológicas (doravante UFs) estudadas. Signo y Seña 23 167 Lodi y Sabino EXPRESSÕES IDIOMÁTICAS, METÁFORAS E ENSINO Abaixo se encontram as características mais relevantes das unidades fraseológicas, segundo Corpas Pastor (1996), interpretadas por nós: a. a freqüência, tanto de uso dessas combinatórias, quanto de co-ocorrência de seus elementos constitutivos; b. a institucionalização, sinônimo de convencionalização pela comunidade falante, graças, principalmente, à freqüência de ocorrência e a sua fixidez formal e semântica; c. a estabilidade, no sentido de fixidez (ou estabilidade) formal e de fixidez de conteúdo (ou peculiaridades semânticas), aspectos estes estritamente relacionados, dado que a fixidez formal leva à mudança semântica; d. a variação, que é uma característica presente em algumas UFs que possuem variantes (variações léxicas), entendidas como formas alternativas parcialmente idênticas em sua estrutura e componentes e que não apresentam diferenças de sentido; e. a gradação, que baseia-se nos critérios de grau de restrição colocacional (ausência de restrição, restrição parcial e restrição total), de fixidez sintático-estrutural (regular, regular com restrições e irregular) e de opacidade semântica ou idiomaticidade (semanticamente transparentes, metafóricas, semi-transparentes e opacas); f. a idiomaticidade, propriedade semântica de certas unidades fraseológicas, em que o significado global não corresponde à somatória do sentido de cada um de seus elementos constituintes. Corpas Pastor (1996) propõe, ainda, uma definição para fraseologismos ou unidades fraseológicas que nos parece bastante razoável: [Unidades fraseológicas] são unidades léxicas formadas por mais de duas palavras gráficas em seu limite inferior, cujo limite superior situa-se no nível da oração composta. Tais unidades caracterizam-se por sua alta freqüência de uso, e de co-ocorrência de seus elementos integrantes; por sua institucionalização, entendida em termos de fixidez e especialização semântica; por sua idiomaticidade e variações potenciais, assim como pelo grau em que ocorrem todos estes aspectos nos diferentes tipos (Corpas Pastor 1996, 20)1. 1 As traduções de todas as citações de obras originais estrangeiras, presentes neste artigo, são de nossa autoria. Signo y Seña 23 168 Lodi y Sabino EXPRESSÕES IDIOMÁTICAS, METÁFORAS E ENSINO Em sua definição, entretanto, não concordamos com o fato de serem “unidades léxicas formadas por mais de duas palavras gráficas”, visto que, desse modo, ficam excluídas dos fraseologismos combinações de apenas duas palavras. A nosso ver, os fraseologismos são combinações formadas por pelo menos duas palavras gráficas. 3. EXPRESSÃO IDIOMÁTICA. As expressões idiomáticas, que são um dos tipos de fraseologismos reconhecidos, receberam diversas definições desde meados do século XX. Dentre elas, uma definição importante foi elaborada por Zuluaga (1980): as expressões idiomáticas são construções lingüísticas fixas cujo sentido não pode estabelecer-se a partir do significado dos elementos componentes, nem do significado da sua combinação. Assim, os componentes (todos ou alguns) de uma expressão idiomática perdem sua identidade semântica própria. Desta maneira o significado real e total de expressões como “bater as botas”, “ficar em cima do muro” [...] não é uma soma dos significados individuais e literais dos componentes das expressões. O significado de “bater as botas” pode ser identificado por um só vocábulo: morrer. [E] “Ficar em cima do muro” significa “não tomar partido” (Zuluaga 1980, 122; apud Roncolatto 1996, 29). Ainda no que tange às expressões idiomáticas, Tagnin (1989, 42-45) as distingue das chamadas expressões convencionais. Para ela, enquanto as últimas são estruturas consagradas, com significado transparente ou literal (como em estar de folga), as primeiras possuem sentido não-composicional, não-transparente, isto é, seu significado não é previsível ou “não resulta da somatória dos significados de suas partes”. Em relação à idiomaticidade, Tagnin (1989, 47) também reconhece que “a idiomaticidade de uma expressão pode ser apenas parcial”, ou seja, é um aspecto que pode existir em maior ou menor grau. Por isso, afirma que muitas expressões podem não ser totalmente idiomáticas, mas podem “apresentar maior ou menor grau de idiomaticidade”. Desse modo, sendo a idiomaticidade uma questão de grau, Tagnin sugere analisar as expressões idiomáticas numa escala: na parte mais baixa, estariam as expressões menos idiomáticas; e na mais alta, as que são totalmente idiomáticas. As expressões denominadas menos idiomáticas, são aquelas “em que apenas um ou alguns de seus elementos são idiomáticos”, ou ainda, “as expressões metafóricas cuja imagem seja de fácil decodificação”; já as totalmente idiomáticas são aquelas “que nenhum de seus constituintes contribui com seu significado, para o significado total da expressão”. Signo y Seña 23 169 Lodi y Sabino EXPRESSÕES IDIOMÁTICAS, METÁFORAS E ENSINO Nesse sentido, Tonfoni e Turbinati (1995) também descrevem três níveis de dedutibilidade de nível pragmático, que são: a. alta dedutibilidade (expressão metafórica com nível pragmático imediatamente dedutível); b. média dedutibilidade (expressão metafórica com nível pragmático que dependente do nível semântico); c. baixa ou nula dedutibilidade (expressão metafórica sem ligação aparente entre o nível pragmático e o nível semântico). Em momento oportuno, neste trabalho, retomaremos as discussões sobre estes três níveis ou graus de idiomaticidade abordados. Enquanto empregamos o termo expressão idiomática para combinações que apresentam sentido idiomático, Corpas Pastor (1996) utiliza o termo “locuções”. Tradicionalmente, o termo locução designa “construção fixa integrada por um conjunto de palavras com significado unitário e gramaticalmente equivalente, em geral, a um elemento único capaz de desempenhar diferentes funções gramaticais” (Dicionário de Lingüística DDL). No entanto, tanto Casares quanto Corpas Pastor (1996) ampliam bastante seu conceito. Para Casares (1950 [1992]), o conceito de locução passa a incluir não só as unidades que possuem uma função determinada na frase, mas também a abranger elementos oracionais. Além do mais, o sentido da locução, para Casares, “não se justifica pela soma do significado normal dos componentes”, o que faz referência a sentidos idiomáticos. Corpas Pastor (1996) utiliza o termo locução para referir-se a “unidades fraseológicas do sistema da língua com as seguintes características distintas: fixidez interna, unidade de significado e fixidez externa”. Acrescenta, ainda, que a coesão semântica reflete-se no caráter de unidade de significação que tais unidades apresentam na língua, seja em seu significado composicional (ex: sano y salvo = “são e salvo”), seja em seu significado translato (ex: meterse en camisa de once varas = “entrar/colocar alguém numa fria”). Seu conceito de locução é bastante amplo e abarca outros tipos de combinações, diferentes das tradicionais locuções apresentadas pelas gramáticas. Essa autora, todavia, assume que optou pelo termo tradicional locução, que considera ser uma denominação alternativa para expres- Signo y Seña 23 170 Lodi y Sabino EXPRESSÕES IDIOMÁTICAS, METÁFORAS E ENSINO são idiomática, para evitar que as locuções fossem entendidas como combinações que apresentam sempre sentido translato. Assim, Corpas Pastor (1996) deixa claro que, para ela, a locução pode ou não apresentar significado translato. No entanto, quase sempre se refere ao termo locução, fazendo referência a combinatórias que possuem sentidos idiomáticos. Assim, por entendermos que a locução pode ou não ter sentido conotativo ou metafórico, preferimos usar o termo expressão idiomática a qual, como o próprio nome sugere, tem sempre sentido opaco ou idiomático, em maior ou menor grau. Neste trabalho não trataremos das características que distinguem outros tipos de fraseologismos entre si. Discussões dessa natureza podem ser encontradas em Sabino (2010a, 2010b). Não obstante, com base nas considerações de Corpas Pastor (1996), esboçaremos, a seguir, as características das EIs que acreditamos ser mais relevantes: a. Possuem configuração multivocabular (no nosso entender, são constituídas de duas ou mais palavras). b. São lexias complexas indecomponíveis, ou seja, constituem combinatórias fechadas de palavras. Isso quer dizer que essas palavras estão dispostas em uma ordem invariável e não podem ser separadas por outras. Contudo, embora bastante restrita, em algumas EIs há a possibilidade de inclusão de algum elemento lexical. c. Pelo fato de serem combinatórias fechadas (ou combinações estáveis), apresentam quase nenhuma possibilidade de substituição por associação paradigmática. Todavia, admitem, por vezes, a possibilidade de comutação de algum de seus elementos constituintes. d. Algumas EIs apresentam variantes (variações léxicas), entendidas como formas alternativas, parcialmente idênticas em sua estrutura e componentes e que não apresentam diferenças de sentido. e. Possuem sentido conotativo, não podendo ser interpretadas literalmente (pois perderia seu sentido figurado), quer dizer, seu significado não pode ser calculado a partir da soma dos significados individuais de seus componentes. Ex: bater as botas. f. Podem apresentar maior ou menor grau de idiomaticidade: (1) opacidade semântica baixa (sentido semi-transparentes ou metafórico, mas cuja imagem seja de fácil decodificação = “metáfora desgastada”); (2) opacidade semântica média (idiomaticidade apenas parcial); ou (3) Signo y Seña 23 171 Lodi y Sabino EXPRESSÕES IDIOMÁTICAS, METÁFORAS E ENSINO opacidade semântica alta (sentido completamente opaco ou não-dedutível a partir dos elementos constituintes da expressão). g. São combinatórias cristalizadas e convencionalizadas, quer dizer, é necessário que sejam facilmente reconhecidas e que tenham seu uso consagrado pela tradição cultural do grupo lingüístico em que foram criadas. h. Em conseqüência da convencionalização pelo grupo lingüístico, devem ser ou já terem sido freqüentes por um número considerável de falantes da língua. i. São combinatórias estruturalmente constituídas por enunciados incompletos, que necessitam ser atualizadas no discurso, seja no que se refere ao sujeito, verbo ou complementos. Mais tarde, embasada nestes e em outros autores, Xatara (1998, 17) define expressão idiomática (EI) como “uma lexia complexa indecomponível, conotativa e cristalizada em um idioma pela tradição cultural”, possuindo, assim, as características de indecomponibilidade, de conotação e de cristalização. O primeiro aspecto (a indecomponibilidade) leva em conta seu caráter de combinatória fechada, ou seja, as EIs não podem apresentar quase nenhuma possibilidade de substituição por associação paradigmática. São, portanto, sintagmas indecomponíveis de distribuição única ou muito limitada. Seus componentes não podem ser dissociados sem prejuízo de sua interpretação semântica que, por sua vez, não pode ser calculada com base nos significados individuais de seus elementos. O segundo aspecto (a conotação) deixa explícito que o significado da EI não pode ser originado a partir da somatória dos significados individu ais de seus elementos, isto é, seus componentes perdem sua identidade semântica e passam a designar outra coisa que não aquela que lhe é própria. Assim, se o significado de uma expressão puder ser calculado a partir da soma de seus componentes, esta não pode ser chamada de idiomática. O terceiro de seus aspectos (a cristalização) preconiza que a expressão idiomática tenha também seu uso consagrado pela tradição cultural do grupo lingüístico em que ela foi criada, pois sua cristalização, determinada pela história sócio-lingüístico-cultural de um povo, é que lhe confere estabilidade. Signo y Seña 23 172 Lodi y Sabino EXPRESSÕES IDIOMÁTICAS, METÁFORAS E ENSINO Segundo Xatara (1998), essa estabilidade, porém, é relativa, pois se tem consciência de que a língua se transforma ao longo do tempo, já que o falante participa da construção e cristalização dos usos e significados lingüísticos. Assim sendo, para que uma lexia seja uma EI, é necessário que seu uso seja ou tenha sido freqüente por um número considerável de pessoas, quer dizer, deve ser constatada a freqüência de seu emprego pela comunidade dos falantes daquela língua e é este o processo denominado cristalização. Para a realização deste nosso trabalho, apoiamo-nos na definição de Expressão Idiomática proposta por Xatara (1998), a qual está em consonância com as idéias dos demais autores citados nesta subseção. 4. METÁFORA. Lakoff e Johnson (2002) avaliam as metáforas como estruturadoras não apenas de nossa linguagem, mas também dos nossos pensamentos, atitudes e ações, visto que, sendo o nosso sistema conceitual, em grande medida metafórico, mesmo atividades que realizamos cotidianamente (como a maneira como pensamos, aquilo que vivenciamos e o que fazemos) também são, em grande parte, tipos de metáforas. Como exemplo, esses autores citam a metáfora de que uma discussão é uma guerra. Isso faz com que, em uma discussão, pensemos realmente como se estivéssemos em uma guerra. Um interlocutor quer que o outro se renda, quer derrubar os seus argumentos e disso podemos observar que, muito do nosso pensamento e da nossa linguagem, referente a uma discussão, tem também elementos relacionados à guerra. O interessante é que isso tudo depende da cultura de cada povo. Assim, ao considerarmos os nativos de um país em que nunca teria ocorrido uma guerra —e que, por isso, não saberiam o que é isso— a visão deles de discussão pro vavelmente seria outra. Disso resulta que, muitas EIs de uma língua estrangeira (no caso de nossa pesquisa, do italiano), apesar de possuírem equivalentes idiomáticos/metafóricos em outro idioma (no caso, em português), devido às diferenças culturais existentes entre os países, farão alusão a diferentes metáforas. Por outro lado, há também inúmeras EIs, de duas ou mais línguas que, por alguns fatores, fazem alusão a uma imagem metafórica idêntica ou (muito) semelhante. A linguagem figurada, portanto, “não é mais considerada algo desviante, marginal ou periférico, mas sim um fenômeno central na linguagem e no pensamento, sendo onipresente em todos os tipos de linguagem, na co- Signo y Seña 23 173 Lodi y Sabino EXPRESSÕES IDIOMÁTICAS, METÁFORAS E ENSINO tidiana e científica inclusive” (Lakoff e Johnson 2002, 21). Assim, para Lakoff e Johnson (1980), a metáfora, cuja essência é entender e experimentar um tipo de coisa no lugar de outra, é um recurso que facilita a conceitualização, estruturação do significado e é, por isso, um fator ativo no processo cognitivo, ou seja, na nossa compreensão do mundo (Lakoff e Johnson 1980, 41). Segundo Lakoff e Johnson (2002), as metáforas refletem e reproduzem as visões de mundo de uma comunidade. Por meio delas, compreendemos conceitos abstratos e realizamos pensamento abstrato. Elas nos permitem utilizar um conceito altamente estruturado e claramente delineado para estruturar um outro, isto é, um conceito é estruturado metaforicamente em termos de outro. Ibarretxe-Antuñano (2008, 15) apresenta uma definição de metáfora, na lingüística cognitiva. Para ela a metáfora “é entendida como um mapeamento ou uma correspondência entre dois domínios conceituais, em que as propriedades de um domínio (o fonte) são transferidas a outro domínio (o meta)”. São nesses termos que as metáforas “nos possibilitam a compreensão de um domínio de experiência em termos de outro” (Lakoff e Johnson 1980, 135). Os usuários criam essas analogias quando percebem que não dispõem de recursos, em seu inventário lingüístico, capazes de atender às suas demandas expressivas em determinadas situações de comunicação. Pesquisas embasadas na lingüística cognitiva defendem que as categorias conceituais não são desincorporadas e independentes do ser humano; nós as criamos baseados em nossas experiências concretas e sob as restrições impostas pelos nossos corpos (embodiment hypothesis). As formas lingüísticas são ativadas pelos sentidos que residem em nossos cérebros e em nossas mentes. Assim, tanto o sentido quanto a estrutura lingüística são estabelecidos por meio de nossas experiências físicas e corpóreas, pela nossa necessidade de dar sentido ao mundo e de nos comunicar. Desse modo, só se tem acesso a uma realidade se for por meio da categorização humana. A estrutura semântica dessa realidade, que é produto da mente humana, reflete as categorias mentais que as pessoas formaram a partir de suas experiências e de sua compreensão do mundo. A hipótese da corporeidade, segundo a qual nossas experiências corpóreas servem como ponto de partida para o processo de conceitualização, comporta, contudo, duas correntes de pensamento: a primeira sus- Signo y Seña 23 174 Lodi y Sabino EXPRESSÕES IDIOMÁTICAS, METÁFORAS E ENSINO tenta a concepção de que a mente apresenta aspectos universais, deixando de lado as dimensões socioculturais da cognição humana. “As associações conceituais entre os domínios fonte e meta são geralmente consideradas universais, uma vez que são estabelecidas sobre bases experimentais corpóreas, isto é, sobre a experiência humana com o corpo”, como é o caso desta pesquisa que trata de expressões idiomáticas somáticas (Ibarretxe-Antuñano 2008, 15). Esta autora ilustra essa hipótese com um exemplo de Kovecses (2002), o qual mostra que o domínio meta das emoções é geralmente conceitualizado em termos do domínio fonte das mudanças fisiológicas no corpo. Alguns autores que acreditam e defendem a universalidade de muitas metáforas, principalmente as primárias, por serem fruto do experimentalismo, são: Lakoff e Johnson (1980), Johnson (1987), Kovecses (2002), Grady (1997)2. Essa hipótese teórica da universalidade de determinadas metáforas ganha força, principalmente nos estudos da lingüística cognitiva. Contudo, ela revela-se muito polêmica, na área dos estudos metafóricos. Gibbs (1999), dentre outros teóricos, refuta a idéia de que experiências corpóreas aparentemente universais possam ser interpretadas, do mesmo modo, em diferentes culturas. Assim, ele argumenta que: Não se pode falar sobre ou estudar cognição sem considerar nossas interações específicas corporificadas com o mundo cultural (o que quer dizer que o mundo físico é indis sociável do cultural, no sentido de que, o que entendemos como significativo no mundo físico é altamente limitado pelas nossas crenças e valores culturais) (Gibbs 1999, 153). Na citação acima é perceptível a crença de que mesmo as experiências físicas se realizam dentro de um conjunto de pressuposições culturais. Assim, a segunda corrente de pensamento sobre metáfora, por sua vez, amplia a noção de corporeidade, situando a cognição em contextos determinados socio-culturalmente e enfatizando a especificidade cultural, bem como a relatividade lingüística. Nessa concepção de natureza cultural estariam as metáforas complexas, já que um determinado domínio complexo experimental não se encontra igualmente disponível para um mapeamento metafórico em todas as culturas. 2 Embora estes autores também reconheçam a importância da cultura, no estudo das metáforas, não elaboram esse aspecto com detalhes, em suas obras. Signo y Seña 23 175 Lodi y Sabino EXPRESSÕES IDIOMÁTICAS, METÁFORAS E ENSINO Kovecses (2005), partindo do pressuposto de que o pensamento metafórico é fundamentado em experiências baseadas no funcionamento do corpo humano e do cérebro, e que, neste sentido, os seres humanos são iguais, argumenta que a maioria das metáforas conceituais usadas seriam universais. Para ele, isso acontece não só com as metáforas primárias, como também com as complexas, desde que fundamentadas em experiências humanas universais. Todavia, apesar de acreditar que algumas metáforas são potencialmente universais, compartilha da idéia de que outras variam não só entre culturas, como dentro de uma mesma cultura, sendo, ao mesmo tempo, conceitual, lingüística, neuro-corpórea e sociocultural. Yu (2008, 388-389) sugere que “metáfora, corpo e cultura possam formar ‘uma relação circular em torno de uma tríade’”, isto é, “as metáforas conceituais são geralmente embasadas em experiências corpóreas; os modelos culturais, entretanto, filtram essas experiências para domínios fonte específicos de metáforas conceituais”, sendo eles próprios frequentemente estruturados por metáforas conceituais. Neste sentido, qualquer um dos três elementos do triângulo que restringir o próximo elemento, afetará também o terceiro. Dessa feita, a cultura, ao interpretar experiências corpóreas, afeta a formação das metáforas conceituais; o corpo, ao estabelecer mapeamentos metafóricos, afeta a compreensão cul tural; e a metáfora, ao estruturar os modelos culturais, afeta a compreensão das experiências corpóreas (Yu 2008, 389). Ibarretxe-Antuñano (2008), em uma pesquisa na qual investiga uma das metáforas consideradas universal, isto é, a ligação conceitual entre a visão e o intelecto (verbos de percepção de sentidos), conclui não só que essa ligação não é totalmente universal, como também que a cognição é culturalmente estabelecida. Assim, as propriedades aplicadas a um sentido, em uma cultura, poderiam ser aplicáveis a um sentido diferente, em outra cultura. Autores que defendem os aspectos socioculturais da metáfora ressaltam que a força da teoria cognitiva da metáfora está justamente na ligação entre o cognitivo e o cultural. Conclui-se, desse modo, que o que é universal ou cultural nas metáforas conceituais é bastante complexo, além de ser uma questão muito polêmica nos estudos da lingüística cognitiva. Signo y Seña 23 176 Lodi y Sabino EXPRESSÕES IDIOMÁTICAS, METÁFORAS E ENSINO 5. MATERIAL E MÉTODOS. O corpus selecionado, para a elaboração de um glossário, é formado por expressões idiomáticas corporais italianas, contidas em lexias relativas à parte superior do corpo humano (da cintura para cima), presentes em cinco dicionários monolíngües gerais de língua italiana. Essas cinco obras são: Zingarelli, Zanichelli Professional, Garzanti, Devoto e Oli, e De Mauro, conforme constam da bibliografia. O critério utilizado para a seleção dessas EIs ficou definido como sendo a freqüência com que elas aparecem registradas nas cinco obras consultadas, bastando, para sua escolha, que estejam registradas em pelo menos duas delas. 6. GLOSSÁRIO 6.1. ESTRUTURAÇÃO DO GLOSSÁRIO (MACROESTRUTURA). Para a elaboração deste glossário de EIs, partimos de um total de 25 lexias (bocca, braccio, capello, capo, cera, ciglio, costola, faccia, fronte, gomito, guancia, labbro, mano, mento, naso, occhio, orecchio, palma di mano, petto, polso, schiena, seno, spalla, testa e volto), as quais foram organizadas em verbetes, por ordem alfabética (tanto as lexias, quanto as EIs presentes em cada uma delas). Considerando a nossa proposta de elaborar um glossário fraseológico, os idiomatismos, que nos dicionários de língua geral fazem parte do conteúdo descrito nos verbetes de cada lexia, ascendem e assumem o papel de entradas. Suas definições e equivalentes passam a constituir o verbete de cada nova lexia, obedecendo à localização, na obra, segundo a ordem alfabética da primeira letra de cada uma das expressões. Desse modo, nosso corpus foi composto por mais de 450 expressões, as quais deram origem aos verbetes. 6.2. ESTRUTURAÇÃO DOS VERBETES (MICROESTRUTURA). A microestrutura de cada verbete foi estruturada da seguinte forma, sendo raro aquele que apresenta todos os seis tipos de informações: 1. 2. 3. 4. registro da EI italiana; registro de variantes (entre parênteses); o equivalente da EI italiana, em português; a definição da EI, em língua portuguesa, por meio de linguagem denotativa; Signo y Seña 23 177 Lodi y Sabino EXPRESSÕES IDIOMÁTICAS, METÁFORAS E ENSINO 5. as expressões sinônimas (quando há), por meio da indicação VER (remissiva). 6. os equivalentes no português europeu/lusitano (quando encontrado), por meio da indicação (Lus.). Abaixo apresentamos três exemplos de verbetes, indicando-lhes as partes com o auxílio dos números de 1 a 6. O primeiro exemplo só não contempla a informação de número 5 (a remissiva). Já os exemplos 2 e 3 não contemplam as informações de número 2 (as variantes). Observe-se: (1) 1. Rimanere (restare) con un palmo (con tanto) di naso. 2. Em 1., leiam-se as expressões: Rimanere ou restare con un palmo di naso e Rimanere ou restare con tanto di naso. 3. Ficar (estar) de tromba; Fazer tromba; Ficar emburrado; Ficar de cara amarrada (fechada); Ficar a ver navios. 4. Ficar profundamente desiludido, amargurado ou insatisfeito, por promessas não mantidas ou por esperanças perdidas. 6. (Lus.) Ficar com o nariz como uma pistola; Ficar com cara de asno. (2) 1. 3. 4. 5. 6. Volgere la fronte. Dar no pé; Cair fora. Fugir. VER: Voltare la schiena. (Lus.) Dar às trancas; Dar às botas; Abrir o arco. (3) 1. 3. 4. 5. 6. Giudicare a lume di naso. Julgar às cegas. Julgar de maneira instintiva. VER: Andare a naso. (Lus.) Medir pela sua bitola. A seguir, apresentamos dos verbetes comentados, conforme constam do glossário: (4) 1. Rimanere (restare) con un palmo (con tanto) di naso. Ficar (estar) de tromba; Fazer tromba; Ficar emburrado; Ficar de cara amarrada (fechada); Ficar a ver navios. Ficar profundamente desiludido, amargurado ou insatisfeito, por promessas não mantidas ou por esperanças perdidas. (Lus.) Ficar com o nariz como uma pistola; Ficar com cara de asno. (5) 2. Giudicare a lume di naso. Julgar às cegas. Julgar de maneira instintiva. VER: Andare a naso. (Lus.) Medir pela sua bitola. Signo y Seña 23 178 Lodi y Sabino EXPRESSÕES IDIOMÁTICAS, METÁFORAS E ENSINO 7. ANÁLISE DAS METÁFORAS 7.1. METÁFORAS IGUAIS E SEMELHANTES VEICULADAS NAS EIS. A seguir, vamos tecer alguns comentários sobre as metáforas subjacentes a algumas expressões idiomáticas. Essas relações metafóricas surgem, muitas vezes, da relação existente entre as características, funções e ações desempenhadas por cada uma das partes do corpo, pertencentes de forma inata a todo ser humano que não possua algum problema congênito de malformação. Assim, com base em características de algumas partes do corpo humano, bem como em funções e ações desempenhadas por elas, vejamos a quais EIs deram origem. Observe-se: Bocca (boca): A boca, juntamente com a língua, é responsável pela comunicação do ser humano, exercendo, também, outras funções, como a de aguçar o apetite, de comer, de beber, etc. Dessa feita, com base em suas funções primordiais, como a de se comunicar, e a de comer/beber, por exemplo, as metáforas conceituais principais subjacentes às expressões idiomáticas arroladas são: A BOCA É UM RECIPIENTE; AS PALAVRAS SÃO OBJETOS; A COMUNICAÇÃO É O TRANSPORTE DESSE OBJETO. (Percebe-se, ainda, a presença da metonímia ÓRGÃO POR FUNÇÃO). EI italiana EI equivalente em português Cavare (strappare) [le paro- Arrancar [as palavras] da le] di bocca a qualcuno. boca de alguém. Definição Conseguir que alguém fale algo, depois de muito trabalho. Esforçar-se para fazer alguém dizer/revelar algo. Tirar fuori di bocca qualcosa Arrancar (algo) da boca de a qualcuno. alguém. Deixar escapar algo da boca Lasciarsi sfuggire (uscire, Dizer aquilo que não queria, / Dar (bater) com a língua scappare) qualcosa di bocca. falar sem querer. nos dentes*. Mettere [le parole] in bocca Pôr as palavras na boca de Sugerir o que alguém deve a qualcuno. alguém. dizer. Avere sempre in bocca [una Ter sempre na boca [uma Falar sempre de algo ou alparola, qualcuno o palavra, alguém ou algo]. guém. qualcosa]. Essere (andare) sulla bocca Ser assunto das conversas Estar na boca de todos. di tutti. ou fofocas. Non chiudere bocca. Não fechar o bico (a boca). Não parar de falar. Chiudere (cucire) la bocca a Fechar (costurar) a boca de Fazer ficar em silêncio. qualcuno. alguém. Ficar de boca fechada (calaTenere la bocca chiusa. Ficar em silêncio. da). (*) As EIs marcadas com um asterisco correspondem a variantes diferentes das EIs identificadas como sendo iguais ou semelhantes, no italiano e no português. Quadro 1: EIs com a lexia boca em italiano e português, metáforas da comunicação. Signo y Seña 23 179 Lodi y Sabino EXPRESSÕES IDIOMÁTICAS, METÁFORAS E ENSINO Assim, a comunicação pode se dar quando este objeto: é retirado/arrancado do recipiente (Cavare [strappare] le parole di bocca a qualcuno; Tirar fuori di bocca qualcosa a qualcuno; Lasciarsi sfuggire [uscire, scappare] qualcosa di bocca), é transportado até ele (Mettere [le parole] in bocca a qualcuno), está dentro dele (Essere [andare] sulla bocca di tutti; Avere sempre in bocca [una parola, qualcuno o qualcosa]), ou ainda, quando o recipiente está aberto (Non chiudere bocca). O recipiente fechado, por sua vez, significa a falta de comunicação (Tenere la bocca chiusa; Chiudere [cucire] la bocca a qualcuno). Encontramos, ainda, EIs idênticas ou semelhantes, nos dois idiomas, que fazem também referência à metáfora A BOCA É UM RECIPIENTE, mas desta vez relacionada à função alimentação/sustento: EI italiana EI equivalente em português Definição Far venire (avere) l’acquoli- Dar (estar com) água na Estimular o apetite; desperna in bocca. boca. tar o desejo de possuir algo. Deixar (ficar, estar) de bico Lasciare (restare) a bocca seco / estar com o estômago Ficar sem comer ou beber. asciutta. nas costas*. Fazer grandes sacrifícios por Togliersi il pane di bocca. Tirar o pão da boca. alguém. Ter boca boa, ser bom de Comer de tudo, sem prefeEssere di bocca buona. boca / ser bom de garfo* / rências. ser um bom garfo*. (*) As EIs marcadas com um asterisco correspondem a variantes diferentes das EIs identificadas como sendo iguais ou semelhantes, no italiano e no português. Quadro 2: EIs com a lexia boca em italiano e português, metáforas da alimentação/sustento. Para não nos estendermos muito na análise, faremos uma apresentação sucinta de algumas daquelas EIs que, tendo surgido a partir de lexias relacionadas a determinadas partes do corpo humano, suas metáforas subjacentes foram, em grande parte, motivadas pelas características que essas partes do corpo humano apresentam, bem como pelas funções/ações que elas permitem ao homem desempenhar/realizar na vida quotidiana: a. Braccio (braço): Os braços, dentre suas várias funções, estão associados ao trabalho. Assim, dão origem a EIs que encerram metáforas do tipo: MOVIMENTO É AÇÃO e BRAÇO É TRABALHO/AJUDA/FORÇA (devido à metonímia ÓRGÃO POR FUNÇÃO). Assim, temos: essere il braccio destro Signo y Seña 23 180 Lodi y Sabino EXPRESSÕES IDIOMÁTICAS, METÁFORAS E ENSINO di qualcuno (ser o braço direito/forte de alguém); sentirsi cascare le braccia (sentir/deixar cair os braços); incrociare le braccia (cruzar os braços); avere le braccia legate (estar de mãos atadas); avere buone braccia (ter bons braços / ser um burro de carga*; ser um burro de trabalho*; trabalhar como um burro*). b. Mano (mão): dentre as funções associadas às mãos estão trabalhar, agir, ajudar, gastar dinheiro, praticar ações (des)onrosas ou (des)onestas, roubar, conforme se verifica pelos exemplos. As metáforas conceituais nas quais estas expressões estão apoiadas são: MOVIMENTO É AÇÃO e MÃO É TRABALHO (devido à metonímia ÓRGÃO POR FUNÇÃO). Assim, temos: avere le mani legate (estar de mãos atadas/amarradas); dare una mano (dar uma mão); avere le mani nette/pulite (ter as mãos limpas); imbrattarsi/sporcarsi le mani (sujar as mãos); avere le mani sporche (ter as mãos sujas); avere le mani sporche di sangue (ter as mãos sujas de sangue). c. Occhio (olho): órgão da visão associado às funções de olhar, observar, vigiar, analisar, dentre outras, remetendo, portanto, à metáfora conceitual de FUNÇÃO É AÇÃO. Dá origem a EIs como: essere tutt’occhi e aver l’occhio a tutto (ser todo-olhos e andar de olho em tudo / abrir os olhos*; ficar de olho aberto para tudo*). d. Orecchio (ouvido, orelha): é o órgão utilizado para o sentido da audição, ou seja, para a percepção dos sons, como a fala de alguém, dentre outros valores. E, nesse sentido, a ausência de desempenho desta função deu origem a EIs com o sentido de indiferença. Assim, algumas metáforas conceituais relacionada a esta parte do corpo são: O OUVIDO É UM RECIPIENTE e FUNÇÃO É AÇÃO. Assim, temos expressões do tipo: essere tutt’orecchi (ser todo-ouvidos); entrare da un orecchio e uscire dall’altro (entrar por um ouvido e sair pelo outro); turarsi (tapparsi) gli orecchi (tapar/fechar os ouvidos). e. Testa ou capo (cabeça): Por alojar o cérebro, sua função principal está relacionada à memória, ao controle emocional, ao juízo e à inteligência. Assim, as metáforas conceituais nas quais estas expressões se baseiam são: A CABEÇA É UM RECIPIENTE; AS IDÉIAS SÃO OBJETOS QUE PODEM ESTAR DENTRO OU FORA; POSIÇÃO É FUNÇÃO; A cabeça é sede Signo y Seña 23 181 Lodi y Sabino EXPRESSÕES IDIOMÁTICAS, METÁFORAS E ENSINO da razão e da inteligência, devido à metonímia ÓRGÃO POR FUNÇÃO. Observe-se as EIs: riempire la testa (encher a cabeça); avere la testa vuota (ter a cabeça vazia/oca; ser cabeça de coco*); non avere più la testa (não ter cabeça); mettere la testa a posto ou mettere il capo a partito (colocar a cabeça no lugar; criar juízo*); avere/vivere con la testa fra le nuvole (ter/viver com a cabeça nas nuvens); perdere la testa [per qualcuno] (perder a cabeça [por alguém]). Vimos que certas características e funções de determinadas partes do corpo humano motivaram o surgimento de muitas EIs, devido às próprias ações que elas permitem ao ser humano desempenhar. Assim, percebe-se que a linguagem não reflete um mundo externo objetivo e independente da observação e experiência dos seres humanos. Ao contrário, ela está intrinsecamente ligada a eles, refletindo as estruturas conceituais com base no conhecimento e experiência adquiridos no mundo que os cerca. Daí conclui-se que essa linguagem metafórica é, pelo menos em parte, motivada. Pelo exposto, é nítido que as EIs somáticas se apresentam, em grande parte, como iguais ou semelhantes nas línguas italiana e portuguesa. Vejamos, em seguida, aquelas que se apresentam como diferentes, nos dois idiomas. 7.2. METÁFORAS E ESTRUTURAS DIFERENTES VEICULADAS NAS EIS. Durante a comparação entre as EIs das culturas italiana e brasileira, percebeu-se que uma parcela delas apresentaram elementos diferentes que as tornaram distintas umas das outras, tanto sintática, quanto metaforicamente. Observe-se nos exemplos a seguir: EI italiana Scegliere capo per capo. Essere la testa di turco (di qc.). Tradução literal EI do português Escolher cabeça a caEscolher a dedo. beça. Ser a cabeça de tur- Ser o bode expiatóco. rio. Ter cabelo nas venAvere un diavolo per Ter um diabo por catas; Estar com a macapello. belo. caca. Avere le braccia lun- Ter os braços compriSer o manda-chuva. ghe. dos. Non ricordarsi dalla Não se lembrar da Ter memória curta; bocca al naso. boca ao nariz. Ter memória fraca. Signo y Seña 23 Definição Escolher detalhadamente. Ser o alvo, a vítima. Estar muito irritadiço ou mal-humorado. Ter grande poder e influência. Esquecer muito facilmente. 182 Lodi y Sabino EXPRESSÕES IDIOMÁTICAS, METÁFORAS E ENSINO EI italiana Tradução literal EI do português Definição Avere gli orecchi fo- Ter as orelhas forra- Entrar por um ouvido Recusar-se a escutar, derati di prosciutto. das com presunto. e sair pelo outro. não querer ouvir. Quadro 3: Exemplos de EIs formalmente e semanticamente distintas. Percebe-se que essas EIs descritas são bastante distintas nos dois idiomas, tanto que deram origem a equivalentes morfológica, semântica e metaforicamente diferentes. Algumas delas encerram metáforas bastante complexas; por isso, é difícil descobrir o que motivou a sua criação, como é o caso das EIs Avere un diavolo per capello e Non ricordarsi dalla bocca al naso. Por outro lado, há expressões que são morfológica e semanticamente distintas, nos dois idiomas, mas cujas metáforas, por fazerem referência à mesma experiência humana, são perfeitamente compreensíveis, sendo possível, inclusive, descobrir o que motivou a sua origem. Contudo, são formalmente distintas nas duas línguas. É o caso de expressões como: rimanere [restare] con un palmo [con tanto] di naso (tradução literal: “ficar com um palmo de nariz”; equivalentes: ficar [estar] de tromba, fazer tromba, ficar emburrado, ficar de cara amarrada [fechada]; motivação: a pessoa emburrada fica com a cara ou com o nariz comprido); avere ancora il latte in bocca (tradução literal: “ter ainda o leite na boca”; equivalente: cheirar [ainda] a leite; motivação: os inexperientes, assim como os bebês, alimentam-se com comida leve, porque ainda estão “engatinhando” na vida; só com o passar dos anos, com a chegada da experiência, começam a nutrir-se de alimentos mais fortes/pesados); avere le mani lunghe (tradução literal: “ter as mãos compridas”; equivalentes: passar [mandar] a mão em, ter mão leve, fazer mão de gato, fazer mão baixa; motivação: aquele que tem a mão comprida consegue alcançar objetos de outrem e adquiri-los para si, desonestamente); avere la mano larga / essere largo di mano (tradução literal: “ter a mão larga”; “ser largo de mão”; equivalente: ser mão-aberta; motivação: aquele que tem a mão larga ou aberta é generoso, pois nela cabe todo o dinheiro que compartilha com os outros); non sentirci da un [da quell’] orecchio (tradução literal: “não ouvir de um [daquele] ouvido”; equivalente: fazer-se de desentendido; motivação: ao se dizer que é surdo de um dos ouvidos, quer-se comunicar ao interlocutor que de nada adiantará fazer longos discursos porque não serão ouvidos). Embora nem sempre seja fácil recuperar quais foram as imagens mentais que motivaram o surgimento das metáforas subjacentes às EIs per- Signo y Seña 23 183 Lodi y Sabino EXPRESSÕES IDIOMÁTICAS, METÁFORAS E ENSINO tencentes às línguas, essas diferenças justificam-se pelas diferenças culturais existentes entre as diferentes nações. 8. DISCUSSÃO DOS RESULTADOS. Na presente pesquisa, fizemos uma comparação interlinguística das metáforas presentes nas EIs e as separamos em idênticas (ou semelhantes) e diferentes. Consideramos iguais as EIs que apresentam estruturas e sentidos idênticos; semelhantes, aquelas que possuem uma metáfora idêntica, mas que a estrutura morfossintática evidencia pequena divergência entre as línguas; e diferentes, as EIs que se distinguem em nível morfossintático, semântico e metafórico. Nesse momento, relembramos as já citadas autoras, Tonfoni e Turbinati (1995), que, ao analisarem o grau de dedutibilidade de sentido que al guns fraseologismos apresentam, classificam-nos em expressões com alta dedutibilidade de sentido, expressões com média dedutibilidade, e expressões com baixa ou nula dedutibilidade. Assim, a partir dos nossos dados, exemplificamos os três níveis de compreensão das EIs propostos por Tonfoni e Turbinati (1995), com as expressões listadas no quadro 4: EI italiana Dare una mano. Tradução literal EI do português Metáfora de fácil dedução Dar uma mão; dar Dar uma mão. uma mãozinha. Metáfora de dedução mediana Far venire l’ acquoli- Fazer vir baba à na in bocca. boca. Ficar com água na boca. Definição Ajudar. Estimular o apetite; despertar o desejo de possuir algo. Metáfora de difícil dedução Ter cabelo nas venAvere un diavolo per Ter um diabo por caEstar muito irritadiço tas; Estar com a macapello. belo. ou mal-humorado. caca. Quadro 4: Exemplos de EIs com diferentes graus de dedutibilidade de sentido. Os resultados de nossa investigação mostraram que das 464 EIs italianas analisadas, cerca de 268 (aprox. 60%) são metaforicamente iguais ou semelhantes nas línguas italiana e portuguesa (na variante brasileira) e 196 (aprox. 40%) são metaforicamente diferentes, conforme quadro a seguir: Signo y Seña 23 184 Lodi y Sabino Verbetes Tradução italianos Bocca Boca Braccio Braço Capello Cabelo Capo Cabeça Cera Semblante Ciglio Cílio Costola Costela Faccia Cara Fronte Testa Gomito Cotovelo Guancia Bochecha Labbro Lábio Mano Mão Mento Queixo Naso Nariz Occhio Olho Orecchio Ouvido, orelha Palma di mano Palma da mão Petto Peito Polso Pulso, punho Schiena Costas Seno Seio Spalla Ombro Testa Cabeça Volto Rosto Total (100%) 464 Quadro 5: Contagem das EIs. EXPRESSÕES Iguais IDIOMÁTICAS, METÁFORAS E ENSINO Semelhantes 14 5 2 12 1 0 1 7 9 0 0 2 22 0 5 41 13 3 2 1 0 4 7 26 2 179 9 9 6 10 1 0 0 5 4 0 1 5 6 0 3 9 3 0 1 1 1 0 4 11 0 89 Diferentes 19 2 11 11 3 2 4 9 4 2 1 5 13 1 21 27 11 0 4 1 5 0 7 33 0 196 A nossa hipótese para a proporção de EIs em que as metáforas são iguais ou semelhantes nas duas línguas pode ser justificada graças à existência de aspectos comuns a determinadas línguas. Os itens lexicais que designam o corpo humano —com o qual o homem lida constantemente— bem como as EIs que surgem a partir deles, parecem possuir, em certo grau, uma identidade na expressão de suas metáforas. Isso é devido ao fato de boa parcela das metáforas subjacentes a essas EIs levar em conta, em sua constituição, as características e funções inerentes a cada uma das partes do corpo, bem como as ações que são realizadas pelo ser humano por meio delas. Outro fator que também nos parece relevante para justificar as semelhanças entre as expressões é a influência românica exercida entre os povos de diversas partes do mundo, o que proporcionou às línguas italiana e portuguesa um berço comum, isto é, o latim vulgar. Signo y Seña 23 185 Lodi y Sabino EXPRESSÕES IDIOMÁTICAS, METÁFORAS E ENSINO Ademais, não devemos ignorar os contatos que têm sido regularmente estabelecidos entre a comunidade falante de língua portuguesa e a comunidade italiana, devido à proximidade geográfica Itália-Portugal. E nesse ponto, salientamos, ainda, a influência exercida pela língua italiana sobre a variante brasileira da língua portuguesa, nos últimos dois séculos, com a chegada dos imigrantes italianos ao Brasil. Por outro lado, a proporção de EIs em que as estruturas e metáforas são diferentes nas duas línguas pode ser justificada pela possibilidade infinita de criação de EIs pelos falantes de cada idioma, visto que os usuários de uma língua fazem um recorte do mundo à sua maneira, delineado basicamente por elementos de sua cultura. Assim, ao analisarmos o nosso corpus, podemos notar que boa parte das metáforas presentes nas EIs italianas estudadas encontram equivalentes idiomáticos idênticos ou semelhantes em português. Procurando algumas dessas EIs em outras línguas estrangeiras, como o francês, o espanhol e até mesmo o inglês, percebe-se que algumas delas também são idênticas ou apresentam certa semelhança com EIs que já investigamos no português e no italiano. Portanto, pelas discussões apresentadas, não parece absurdo pensar na existência de uma “certa universalidade”, entre algumas línguas, no que respeita a alguns domínios conceituais. Observe que o que estamos chamando de “universal metafórico”, aqui, tem sentido restrito, já que se refere a aspectos iguais ou semelhantes observáveis apenas em alguns idiomas, de origem comum, e não entre todos. Kovecses (2005) acredita que algumas metáforas conceituais são potencialmente universais, uma vez que são fundamentadas em experiências baseadas no funcionamento do corpo e do cérebro humano e que, sendo os seres humanos iguais, a mente humana também apresentaria aspectos universais. Contudo, não temos base científica para esse tipo de afirmação, já que investigamos apenas duas línguas, o que não nos autoriza a fazer tal afirmação. 9. EXPRESSÃO IDIOMÁTICA NOS DICIONÁRIOS BILÍNGÜES E NO ENSINO. Por muito tempo negligenciou-se, nas salas de aula de línguas, o ensino das chamadas expressões idiomáticas e ainda hoje sua abordagem é bastante discreta, tanto nos contextos de ensino, quanto nos livros-texto adotados em sala de aula. No processo de ensino de uma língua estrangeira, é imprescindível fornecer as ferramentas para que o aprendiz domine um repertório de Signo y Seña 23 186 Lodi y Sabino EXPRESSÕES IDIOMÁTICAS, METÁFORAS E ENSINO fraseologismos frequentes, uma vez que compreender e saber usar uma vasta gama dessas combinatórias representa um grande avanço para aqueles que almejam alcançar níveis mais elevados de proficiência linguístico-comunicativa no idioma estrangeiro. Roberts (1996), ao tratar da importância das unidades idiomáticas nos dicionários bilíngües afirma que: Assimilamos estas unidades chamadas idiomáticas mais ou menos por osmose, na própria língua (sua língua dominante), mas, geralmente, este não é o caso em uma segun da língua ou língua estrangeira, em que é necessário aprendê-las conscientemente. Assim, os dicionários bilíngües, cuja principal finalidade é permitir àqueles que traba lham com uma segunda língua ou língua estrangeira decodificar ou codificar um texto nessa língua, devem atribuir um papel importante a este tipo de unidade em sua mi croestrutura (Roberts 1996, 1). Assim como Roberts assevera a importância de o dicionário bilíngüe registrar as expressões idiomáticas da língua, afirmamos a relevância de dar um tratamento especial a essas unidades em sala de aula. Roberts (1996), ainda, a propósito das escolhas das colocações e das expressões idiomáticas a serem feitas para a inclusão nos dicionários bilíngües, afirma que, nos casos em que há necessidade de se fazer uma restrição de conteúdos, o lexicógrafo deve priorizar as unidades de uma língua que não são coincidentes na outra, eliminando, assim, “aquelas que são traduzidas ‘diretamente’”, conforme atesta a citação a seguir: É bem conhecido o fato de que as colocações e as expressões idiomáticas são particulares de uma dada língua e de que não existem regras que indiquem ao usuário se uma colocação ou expressão cristalizada em uma língua é tratada de maneira semelhante do ponto de vista semântico em uma outra língua. É evidente que o lexicógrafo deve dar prioridade às unidades que não coincidem de uma língua à outra (Roberts 1996, 8-9). Em caso de necessidade de se fazer restrições nos dicionários bilíngües, concordamos com as ponderações feitas por Roberts (1996), embora acreditemos que, tanto os dicionários quanto o contexto de ensino ideais, não devessem priorizar apenas as expressões idiomáticas cuja compreensão apresentasse maior grau de dificuldade na outra língua. Isso porque, como ele mesmo afirma, “não existem regras que indiquem ao usuário se uma colocação ou expressão cristalizada em uma língua é tratada de maneira semelhante, do ponto de vista semântico, em uma outra língua”, isto é, os consulentes e aprendizes não dispõem de elementos para deduzir ou concluir o que é igual e que, portanto, pode ser “copiado” da outra Signo y Seña 23 187 Lodi y Sabino EXPRESSÕES IDIOMÁTICAS, METÁFORAS E ENSINO língua por ser idêntico, ou aquilo que é diferente e que, por isso, merece ser priorizado. Daí surge a dificuldade de se saber, por exemplo, quais EIs não constam do dicionário porque são iguais, na outra cultura, e quais não foram registradas porque não existem mesmo, no outro idioma. Portanto, por considerarmos imprescindível apresentar aos aprendizes também as EIs que são iguais ou semelhantes, nas duas línguas, e não apenas aquelas que são diferentes, como postula Roberts, é que acreditamos que nossa pesquisa traz uma contribuição significativa para o apren diz brasileiro de italiano como língua estrangeira ou mesmo para o aprendiz italiano de português do Brasil, uma vez que descrevemos e traduzimos, para o português, centenas de expressões idiomáticas somáticas do italiano. Pelas discussões apresentadas, percebe-se que não é tarefa fácil aprender ou ser competente, ainda que razoavelmente, no que se refere ao emprego correto de fraseologismos, na língua estrangeira que se aprende. Nos contextos de ensino e aprendizagem de línguas, a ênfase voltada aos fraseologismos (quando há), parece estar presente, mais especificamente, nos níveis mais elevados, inclusive nos livros-texto as EIs aparecem em materiais elaborados aos níveis mais avançados de aprendizagem. Assim, dada a sua complexidade, cabe ao professor introduzir essas combinações desde os níveis iniciais de ensino. 10. CONSIDERAÇÕES FINAIS. Na comparação de EIs da língua italiana e portuguesa, na variante brasileira, observou-se que, boa parte das EIs equivalentes apresentaram metáforas coincidentes (iguais ou semelhantes) nas duas línguas. Exemplo: avere le mani pulite = ter as mãos limpas (ser honesto); avere le mani sporche = ter as mãos sujas (ser desonesto); dare una mano = dar uma mão (ajudar). O corpo humano parece ser um dos paradigmas mais apropriados para esse tipo de reflexão, pois várias EIs multilingües se comportam como dar uma mão, da língua portuguesa, que tem a conotação de ajudar, auxiliar, e se manifesta como dare una mano (em italiano), donner une main (em francês), echar (dar) una mano (em espanhol); to give a hand (em inglês), diferentemente da lexia porta, por exemplo, que muito provavelmente não possui a conotação de “ignorância”, em nenhuma outra língua estrangeira, como no caso da EI brasileira ser burro como uma porta. Signo y Seña 23 188 Lodi y Sabino EXPRESSÕES IDIOMÁTICAS, METÁFORAS E ENSINO Essa reflexão pode nos levar a crer na provável existência de universais metafóricos entre línguas —como postulam alguns autores—, principalmente em se tratando de paradigmas como o corpo humano. Contudo, este estudo nos permitiu apenas verificar que esses dois idiomas compartilham de muitas concepções metafóricas comuns, no que tange às expressões idiomáticas corporais. Feitas essas considerações, voltamos a enfatizar a necessidade de se ensinar essas combinações desde os níveis iniciais de ensino, propiciando situações de ensino/aprendizagem mais reais, visto que as expressões idiomáticas são utilizadas de modo recorrente no uso cotidiano das línguas maternas e estrangeiras, quer em situações formais, quer em contextos informais. Por serem idiomáticas, uma parcela das EIs (aquelas que possuem baixa ou nula dedutibilidade) não é facilmente compreendida pelos aprendizes da língua estrangeira, justamente pelo fato de o seu sentido não poder ser estabelecido com base nos significados individuais de seus componentes; por isso necessitam ser bem ensinadas. Mas defendemos a idéia de que atenção deve ser dada também às expressões que são idênticas em ambas as línguas, justamente porque não há regras nem indícios que apontem quando uma determinada EI tem comportamento semântico e metafórico igual ao outro idioma. Portanto, para que o aprendiz assimile as expressões idiomáticas da língua estrangeira, é necessário que ele seja envolvido em atividades focadas na aprendizagem desses fraseologismos linguísticos e que reflita tanto sobre o conteúdo formal quanto metafórico deles, ampliando, assim, sua compreensão de que essas combinatórias revelam formas próprias de interpretar o mundo de cada comunidade falante. RECONHECIMENTO Pesquisa de Iniciação Científica financiada pela Fundação de Amparo à Pesquisa do Estado de São Paulo (FAPESP), Processo 2010/15406-4. BIBLIOGRAFÍA Casares, Julio. 1950 [1992]. Introducción a la lexicografía moderna. Madrid: CSIC. Corpas Pastor, Gloria. 1996. Manual de fraseología española. Madrid: Gredos. 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Curitiba: Honoris Causa. ——. 2010b. “Expressões idiomáticas, provérbios e expressões idiomáticas proverbiais: iguais, semelhantes ou diferentes?”. Em O léxico em foco: Múltiplos olhares, 331-347. São Paulo: Cultura Acadêmica/Fundação Editora da Unesp (FEU). Tagnin, Stella Ortweiler. 1989. Expressões idiomáticas e convencionais. São Paulo: Ática. Tonfoni, Graziella e Laura Turbinati. 1995. “Visualizzazione dei processi di traduzione: i proverbi e le espressioni idiomatiche”. Em La traduzione: Saggi e documenti, II: 239-252. Roma: Ministero per i Beni Culturali e Ambientali, Divisione Editoria. Xatara, Claudia Maria. 1998. “A tradução para o português das expressões idiomáticas em francês”. Tese de doutorado, UNESP (Araraquara). Yu, Ning. 2008. “The relationship between metaphor, body and culture”. Em Cognitive linguistics research: Body, language and mind, editado por Roslyn M. Frank, Rene Dirven, Tom Ziemke e Enrique Bernárdez, 2: 387-408. Berlin: Walter de Gruyter. 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La perspectiva que defendemos se aleja de una concepción compartimentada del habla y la escritura y se acerca de un concepto fuertemente basado en el pasaje de los escribientes por las prácticas sociales orales y letradas, instituidas socio-históricamente. Nos propone mos realizar una evaluación de parte de la literatura especializada, con el propósito de reunir argumentos en favor de la defensa de una convivencia entre los modos de enunciación orales y escritos, entendida no como una interferencia, sino como una combinación constitutiva que, por su naturaleza híbrida, habilita registros del valioso estilo vernáculo, locus de cambio, también en registros escritos. Palabras clave: habla, escritura, cambio lingüístico. ABSTRACT. The objective of this paper is to reflect on the theoretical and methodological status of oral and written data as a source for investigating linguistic change phenomena. The pers pective we adopt here distances itself from a compartmentalized conception of oral and written texts writing since it is more closely associated with the writers’ relationship with historically and socially established practices of orality and literacy. We conducted an assessment of some of the specialized literature in order to gather arguments to defend the coexistence of written and oral enunciations, understood not as a form of interference, but as a constitutive blend, which, given its hybrid nature, enables the occurrence of the vernacular data, a locus of change also present in written records. Keywords: orality, writing, linguistic change. RESUMO. O objetivo deste trabalho é refletir sobre o estatuto teórico-metodológico dos dados de fala e de escrita enquanto fontes para a investigação de fenômenos de mudança linguística. A perspectiva que defendemos se distancia de uma concepção compartimentada de fala e de es crita, e se aproxima de uma concepção fortemente fundada no trânsito dos escreventes pelas práticas sociais orais e letradas, instituídas sócio-historicamente. Procedemos a uma avaliação de parte da literatura especializada, com o propósito de reunir argumentos em favor da defesa de uma convivência entre os modos de enunciação falado e escrito, entendida não como uma interferência, mas como uma mistura constitutiva que, dada sua natureza híbrida, permite registro de estilo linguístico vernáculo, locus da mudança, também em registros escritos. Palavras-chave: fala, escrita, mudança linguística. Signo y Seña, número 23, junio de 2013, pp. 191-212 Facultad de Filosofía y Letras (UBA) http://revistas.filo.uba.ar/index.php/sys/index ISSN 2314-2189 Signo y Seña 23 191 Longhin-Thomazi y Carmo Rodrigues FALADO E ESCRITO PARA A PESQUISA 1. INTRODUÇÃO. Fala e escrita são frequentemente contrapostas na literatura linguística, que confere primazia ora à fala, ora à escrita. No âmbito da sociolinguística, por exemplo, desde o trabalho pioneiro de Labov (2008, 208), tem havido um consenso de que é na língua falada, mais especificamente, na língua vernácula, que reconhecemos as condições da mudança linguística. O contínuo fazer-se da língua, desse modo, só poderia ser fla grado na fala, ao passo que a escrita, por seu alto nível de planejamento, funcionaria como refreadora desse fazer-se, o que justificaria seu estatuto marginal na investigação de fatos de variação e mudança. Nessa perspectiva, as pesquisas sociolinguísticas se debruçam principalmente sobre dados recolhidos em situação real de fala, o que estimula, em outra via, a preocupação com a obtenção de corpora metodologicamente controlados para garantir um recorte mais fiel quanto possível da estratificação social da comunidade de fala investigada. A utilização de textos escritos no conjunto de pesquisas de orientação sociolinguística é justificada, em vários momentos, pela impossibilidade de acesso ao material falado de sincronias pretéritas. Ressalvas dessa natureza deixam transparecer o caráter subsidiário que a escrita frequentemente ocupa nessas pesquisas. Com a retomada dos estudos histórico-diacrônicos ou, nas palavras de Tarallo (1984, 95), com o “renascimento da fênix”, que no Brasil ocorreu a partir da década de oitenta do século XX, um paradoxo se desenhou: ao mesmo tempo em que se admitia a fala como o locus da mudança, foram os dados de escrita de sincronias passadas que passaram a subsidiar as pesquisas em mudança, num cenário em que o falado e o escrito foram tratados prioritariamente de modo dicotômico, como modalidades distintas de língua. Nesse contexto, pouca atenção foi dada à representatividade dos textos escritos, principalmente no que toca aos modos de dizer de épocas passadas, e aos critérios que poderiam fundamentar a seleção dos textos, tendo em vista os diferentes fenômenos em investigação. Uma exceção é Romaine (1982, 14), que lança questionamentos sobre a inexistência de uma “reflexão explícita acerca da pesquisa sociolinguística em dados de língua escrita”. Ao propor uma incorporação da dimensão social da variação linguística por meio de dados históricos de escrita, a autora inaugura toda uma preocupação acerca da utilização de enuncia- Signo y Seña 23 192 Longhin-Thomazi y Carmo Rodrigues FALADO E ESCRITO PARA A PESQUISA dos escritos como locus da variação e da mudança1. Contudo, não foi suficiente para o aprofundamento das pesquisas sociolinguísticas, a partir de dados escritos, seja de sincronias passadas ou contemporâneas. Observase que a utilização de material de escrita ainda não está livre de ressalvas quanto à representatividade da língua, tipo de ressalva que convencionalmente não se aplica aos dados de fala. À luz dessas questões, o objetivo deste trabalho é trazer contribuições acerca da relação fala e escrita para o tratamento da variação e da mudança linguística, problematizando aspectos que têm consequências para o recorte do corpus. Propomos repensar a proposição de Labov (2008, 208) de que apenas dados extraídos da fala espontânea podem ser admitidos como locus da mudança, não para menosprezar os dados de fala, mas para garantir à escrita seu devido lugar. Para tanto, partimos da hipótese de que os textos escritos trazem marcas da convivência de práticas de oralidade e letramento, e que essa convivência pode ser entendida como uma forma de heterogeneidade2 que reflete, entre outras coisas, o pretendido vernáculo. Nosso percurso consiste essencialmente na condução de uma discussão teórico-metodológica acompanhada de uma análise em textos de sincronias pretéritas. Não se trata propriamente de apresentar investigações sobre fatos de mudança, mas sim de propor um aparato metodológico sofisticado para as pesquisas em mudança. Fazemos o percurso em quatro etapas. Na seção 2, abordamos as noções de fala/escrita na linguística estruturalista. Na seção 3, focalizamos dos estudos sociolinguísticos, sobretudo do modelo de Weinreich, Labov e Herzog (2006 [1968]), as concepções teóricas de língua e de mudança, e avaliamos sua implicação para as opções metodológicas. Na seção 4, revisitamos os conceitos de fala/oralidade e escrita/letramento na literatura linguística e nas ciências sociais, com o propósito de buscar respaldo para o deslocamento essencial de um lugar, que é língua falada e escrita, para outro, que é texto falado e escrito. Sem subestimar a extensa literatura sobre fala e escrita, nossa decisão 1 2 Essa preocupação, segundo Romaine (1982), se instaura quando o campo de estudo da sociolinguística se expande para incorporar também fenômenos de morfossintáticos, não tão dependentes da observação de realização acústico-articulatória quanto os fenômenos fonéticos/fonológicos. A hipótese da heterogeneidade da escrita, que inspira grande parte de nossas discussões, foi elaborada e aplicada em Corrêa (2004) e nos vários trabalhos mais recentes desse autor, que aborda a heterogeneidade no campo do ensino de língua portuguesa. Signo y Seña 23 193 Longhin-Thomazi y Carmo Rodrigues FALADO E ESCRITO PARA A PESQUISA por escolas e autores decorre de posições teóricas que assumimos ou recusamos. Na seção 5, reunimos argumentos para defender uma heterogeneidade inerente à escrita e, com base na noção de Tradição Discursiva, propomos uma metodologia fina que permite apreender aspectos dessa heterogeneidade. Para tanto, elegemos para análise os esquemas de junção dos textos, em que informações morfossintáticas são pareadas com informações semânticas, e aplicamos em duas amostras de textos representativos de diferentes modos de dizer. A análise traz evidências empíricas do peso da consideração da Tradição Discursiva, que recobre o linguístico, o cultural e o convencional, para as investigações em linguística sócio-histórica. 2. O ESTATUTO DE FALA E ESCRITA NA LINGUÍSTICA MODERNA. A exclusão da escrita na linguística moderna estruturalista é sustentada, em grande parte, pela identificação de fala com língua, sendo a escrita considerada apenas uma representação gráfica da fala e, portanto, artificial. A elaboração do estatuto da fala como natural e da escrita como artificial remonta a Saussure e a Bloomfield. Contudo, como salienta Coulmas (1983, 465), não era propósito desses teóricos discutir, de modo circunstanciado, a natureza da fala e da escrita como objeto de estudo. Com base em proposições presentes no Curso de linguística geral, como aquela que sustenta que “a escrita obscurece a visão da língua” (Saussure 2006, 40), atribui-se frequentemente a Saussure a crença na artificialidade da escrita e sua exclusão dos estudos linguísticos. Mas, no próprio Curso, há argumentos que relativizam essa posição: “é impossível que o som, elemento material, pertença por si à língua”, uma vez que “[t]odos os valores convencionais apresentam esse caráter de não se confundir com o elemento tangível que lhes serve de suporte” (Saussure 2006, 137). Como afirma Endruweit (2008, 25), em sua leitura do Curso, fica evidente que a escrita não é concebida como um elemento secundário em relação à fala e que sempre haverá um lugar para a escrita numa reflexão marcada por exclusões e dicotomias. Bloomfield, por sua vez, ao ser confrontado com a descoberta de línguas ameríndias que possuíam uma gramática extremamente complexa, mas que não tinham tradição escrita, concluiu que não havia relação entre o desenvolvimento de um sistema de escrita e a gramática (Coulmas 1983, 467). Contrariando uma linguística diacrônica, subsidiada pela filo- Signo y Seña 23 194 Longhin-Thomazi y Carmo Rodrigues FALADO E ESCRITO PARA A PESQUISA logia, que privilegiava o estudo de textos literários, frequentemente antigos, Bloomfield (1933) apresenta evidências de que, do ponto de vista estrutural, as línguas sem tradição literária não deveriam ser concebidas como ‘inferiores’ às línguas de cultura e que, portanto, também poderiam constituir objeto de estudo. Assim, propõe duas linhas de investigação importantes para a ciência linguística. Uma delas consiste na elaboração de uma nova agenda para o estudo de línguas consideradas ‘primitivas’ e, a outra, na reflexão sobre a qualidade dos dados de escrita utilizados para o estudo de língua, uma vez que enunciados extraídos de textos literários clássicos não deveriam ser tomados como fatos de língua, uma vez que poderiam representar, mais do que o retrato da língua falada em determinada época e lugar, o estilo individual de um determinado autor. Embora Saussure e Bloomfield não tivessem estabelecido uma dicotomia entre fala e escrita per se, seus argumentos acerca da independência entre escrita e língua foram evocados frequentemente com o intuito de delegar a escrita a um patamar secundário. Como desdobramento, a linguística moderna desassociou, em vários momentos, língua e escrita, e elevou a fala a um status de superioridade. No quadro teórico gerativista, por exemplo, a diferença entre língua oral e língua escrita é delineada nos termos da tese inatista, a partir da qual fica estabelecido que a gramática da língua oral é inata ao ser humano, enquanto a escrita demandaria uma “aprendizagem” diferenciada e monitorada (Kato 1993). Já no quadro da sociolinguística, como aprofundaremos na próxima seção, fala e língua foram integradas de modo tão contundente que a escrita foi, em vários momentos, desvinculada dos processos de mudança linguística (a não ser como evidência de mudança diacrônica ou de implementação da mudança). Na realidade, a identificação entre fala e língua, que opõe a fala a ou tras manifestações linguísticas, não segrega apenas a escrita à condição de ‘língua’ artificial, mas também já imputou a mesma condição às línguas de sinais. Há quatro décadas, no entanto, pesquisas sobre línguas de sinais têm mostrando que elas constituem um sistema linguístico legítimo, com regras, estruturas e poder expressivo equivalente aos de quaisquer línguas faladas (Sandler e Lillo-Martin 2001), o que garantiria a elas o estatuto de língua natural. Na contramão da perspectiva que opõe a fala a outras manifestações linguísticas, há pesquisas no âmbito da gramaticalização que identificam Signo y Seña 23 195 Longhin-Thomazi y Carmo Rodrigues FALADO E ESCRITO PARA A PESQUISA a emergência de processos de mudança na escrita (Narrog e Ohori 2011) e nas línguas de sinais (Pfau e Steinbach 2011). Nos dois casos, a mudança segue trajetórias similares àquelas que foram descritas na literatura a partir da investigação em dados de fala. Narrog e Ohori (2011), por exemplo, ao tratarem de fenômenos de gramaticalização em japonês, verificam que os processos podem se instanciar na escrita, especialmente em situações de tradução. Para nós, o conceito de língua deve prescindir sua manifestação, uma vez que fala, escrita ou gesto não estão em contraste no que se refere ao sistema linguístico que lhes é subjacente. Devido à natureza diversa das formas de enunciar, cada uma concentra propriedades particulares que devem ser consideradas no estudo de sua estrutura e uso. É por essa razão que perseguimos uma noção teórica de escrita, que seja capaz de fundamentar as decisões metodológicas no campo dos estudos em mudança linguística. Salientamos, entretanto, que a argumentação encontrada em Romaine (1982, 14-15), inspirada em Saussure (2006) e Abercrombie (1967, 1718), de que fala e escrita são instâncias da mesma língua corporificadas em diferentes meios e que um meio pode ser potencialmente autônomo como um “veículo” para a língua, precisa ser tomada com cautela, uma vez que pregamos em favor de uma interação entre práticas sociais que se refletem nos modos de dizer. 3. A FALA COMO LOCUS DA MUDANÇA. As pesquisas no campo da sociolinguística, centradas na descrição e análise de inúmeros fenômenos de variação e mudança linguística, elegeram a fala espontânea como sendo, por excelência, a fonte de dados capaz de revelar o real funcionamento da língua. Subjaz, portanto, nessa perspectiva, o reconhecimento de que é na fala que a língua de fato se materializa. Ao romperem com a identificação entre estruturalidade e homogeneidade, Weinreich, Labov e Herzog (2006 [1968]) defendem uma concepção de língua enquanto constituída de uma heterogeneidade ordenada, passível de sistematização, na medida em que é condicionada por fatores internos e externos, que podem ser observados empiricamente a partir de dados de fala espontânea. Dispostos a fornecer fundamentos empíricos para uma teoria da mudança linguística, os autores advogam que uma explica- Signo y Seña 23 196 Longhin-Thomazi y Carmo Rodrigues FALADO E ESCRITO PARA A PESQUISA ção razoável da mudança dependerá, sobretudo, da possibilidade de descrever a diferenciação ordenada dentro da língua. Fundado em argumentos empíricos, Labov (2008, 237) refuta a “agramaticalidade da fala cotidiana”, que se sustenta, em parte, na dificuldade metodológica de estudo, em razão de sua própria natureza. Assim, no quadro teórico da sociolinguística, o objeto de estudo passa a ser o vernáculo, definido como sendo o estilo em que se presta o mínimo de atenção ao monitoramento da fala (Labov, 2008, 244). Acrescente-se a isso que a produção linguística espontânea, vernácula, é pensada em termos de um continuum estilístico, que contempla, em um extremo, registros marcados por maior formalidade e, em outro, registros marcados por um baixo grau de formalidade. O autor ressalta a importância do fator formalidade, na medida em que qualquer observação sistemática acerca dos hábitos de linguagem de um falante já confere à situação algum grau de formalidade, pois o sujeito tende a dar mais atenção à formulação dos enunciados. No contexto dessas discussões, Labov (2008, 244) expõe uma das grandes controvérsias da pesquisa sociolinguística empírica, o chamado “paradoxo do observador”, segundo o qual o objetivo da pesquisa linguística na comunidade é descobrir como os sujeitos falam quando não estão sendo sistematicamente observados e, no entanto, os dados só podem ser obtidos por meio da observação sistemática. São conhecidas as estratégias propostas por Labov para facilitar o acesso ao vernáculo, dentre elas a coleta de narrativas de experiência pessoal, envolvendo situações de risco de morte. Narrativas dessa natureza, carregadas de forte teor emocional, exibem, segundo Labov (2008, 244-245), uma mudança de estilo que se distancia da fala monitorada e se aproxima do vernáculo. No debate sobre a dificuldade na obtenção de dados de qualidade, Labov (2008, 244) admite que a utilização de dados de fala por si só não é garantia de acesso ao vernáculo e que, a depender do tipo de dado coletado, será necessário que o pesquisador controle os fatores de produção, tendo em vista possíveis interferências no planejamento prévio da fala como acontece, por exemplo, no caso de dados extraídos de programas de rádio e televisão. Labov (2008, 244) estabelece um contraste entre dados produzidos com maior e menor planejamento, e esse contraste é fundamental na distinção do objeto de estudo e da própria concepção de língua adotada pela sociolinguística, frente ao objeto de estudo e a concepção de Signo y Seña 23 197 Longhin-Thomazi y Carmo Rodrigues FALADO E ESCRITO PARA A PESQUISA língua das visões estruturalista e gerativista, em que se admite trabalhar com dados produzidos artificialmente, às vezes pelo próprio pesquisador. Embora não tenhamos nos textos de Labov uma abordagem explícita da relação fala e escrita, é possível encontrar, na própria noção de vernáculo, argumentos em favor da observação privilegiada dos dados de fala, em detrimento daqueles de escrita. Destaque-se, inclusive, a referência constante ao “falante” como sendo o produtor do vernáculo. Se se compreende a natureza das pesquisas labovianas, a referência ao falante e à fala justifica-se pelo seu objeto de estudo, a saber, a variação fonética. Esse tipo de variação, extensamente demonstrado (Labov 2008), tende a ser anulado ou minimizado na escrita. No entanto, quando nos voltamos para a análise de fenômenos de sintaxe ou morfossintaxe, as decisões metodológicas se pautam em questões de outra ordem3. Essas razões que levaram a sociolinguística a priorizar inicialmente o estudo da fala, de certa forma, instigaram o entendimento de que fala e escrita poderiam ser opostamente distribuídas, entre outros aspectos, quanto ao grau de formalidade e planejamento. Esse ponto de vista que prevê uma separação discreta entre fala e escrita, com a prevalência de uma delas, aparece também em outros modelos de análise linguística, assim como em certas abordagens das ciências sociais, conforme discutiremos nas seções seguintes. Mais recentemente, contudo, algumas pesquisas em sociolinguística têm confrontado resultados empíricos obtidos a partir da análise de dados oriundos tanto de corpus de fala, quanto de escrita 4. A justificativa para tal procedimento reside, em geral, na proposição laboviana de que há uma escala progressiva de implementação das mudanças, segundo a qual as mudanças seriam desencadeadas na fala informal de grupos socioeconômicos intermediários, avançariam pela fala informal de grupos 3 4 A depender da construção morfossintática em estudo, os dados podem ser escassos na fala, o que dificulta a análise estatística, sendo necessária a consulta a vários corpora, inclusive de escrita, para se chegar a um número de dados estatisticamente relevante. Como exemplo, citamos os trabalhos de Tarallo (1983) e Bagno (2001), ambos sobre estra tégias de relativização no português brasileiro. Tarallo verificou que as orações relativas com preposição (forma padrão, conservadora) são preservadas na escrita, mas escassas na língua falada, em que predominam as relativas cortadoras (forma não-padrão, inovadora), corroborando, dessa forma, a asserção de que a fala é o lugar da inovação. Por outro lado, Bagno, em pesquisa mais recente, verificou o predomínio de relativas cortadoras mesmo em registros escritos, como em artigos de jornais e revistas e textos literários. Signo y Seña 23 198 Longhin-Thomazi y Carmo Rodrigues FALADO E ESCRITO PARA A PESQUISA mais elevados, atingindo posteriormente as situações formais de fala e, na última etapa, seriam assimiladas na escrita. Sobre a implementação da mudança, a questão que colocamos é: qual(is) critério(s) subsidia(m) a seleção do material de escrita que servirá como contraponto para os dados de fala? Se o avanço da mudança está relacionado ao estabelecimento de um estereótipo social, não podemos perder de vista o fato de que determinadas situações de fala e de escrita estarão mais suscetíveis à realização de variantes inovadoras, enquanto outras se manterão mais fieis às variantes conservadoras. Nesses casos, a solução para acesso ao vernáculo pode estar na modalidade de uso da língua, no tipo de texto produzido, o que remete à importância da seleção do corpus, tema que desenvolveremos na próxima seção. Para o momento, reafirmamos que a seleção do corpus é também um desafio para a Linguística Histórica que, ao trabalhar com textos selecionados segundo o critério temporal cronológico, como por vezes tem acontecido, deixa implícita a possibilidade de apreender estágios homogêneos de língua, ao mesmo tempo em que desconsidera informações decisivas para compreensão dos contextos condicionantes dos processos de mudança. Nossa proposta distancia-se dessa posição e elege o conceito de Tradição Discursiva, a ser devidamente esclarecido, como norteador da discussão sobre textos falados e escritos enquanto corpus de pesquisa. Como argumentaremos, as propriedades idiossincráticas das diferentes tradições podem impactar metodologicamente as pesquisas, fomentando resultados mais acurados do real funcionamento da língua e da mudança. 4. RELAÇÃO FALA E ESCRITA: DA COMPARTIMENTAÇÃO À ESCALARIDADE. Os enunciados falados e escritos, que buscamos caracterizar, decorrem das variadas práticas sociais de oralidade e letramento que lhes são constitutivas e que são altamente variáveis em função do tempo e de aspectos culturais. Admitimos, dessa maneira, um vínculo entre a prática social e os fenômenos linguísticos, um vínculo que é, portanto, sócio-linguístico. Contudo, os próprios conceitos de oralidade e letramento são bastante polissêmicos. Num sentido mais próximo do senso comum, a oralidade, identificada pelo aspecto fônico-acústico, é em geral associada a um gênero em particular, a conversação face a face; enquanto o letramento, identificado pelo aspecto gráfico, é em geral associado a tudo que diz respeito ao escrito. Desse ponto de vista, em que o critério decisivo é a materialidade semióti- Signo y Seña 23 199 Longhin-Thomazi y Carmo Rodrigues FALADO E ESCRITO PARA A PESQUISA ca, há uma relação estreita entre oralidade/falado, por um lado, e letrado/escrito, por outro. Interessa, para nós, repensar a relação fala/escrita não propriamente em termos da base semiótica gráfica ou sonora, mas em termos das condições que permitem produzir os textos. Uma revisão parcial na literatura especializada sobre fala/escrita permite verificar posicionamentos que vão desde a separação radical, compartimentando o falado e o escrito, até o tratamento escalar, com possibilidades de mescla. No primeiro caso, prevalece o tratamento autônomo da fala e da escrita, como dois sistemas distintos, fundados em traços linguísticos e situacionais antagônicos. Contextualização, implicitude, nãoplanejamento e pouca elaboração são traços atribuídos à fala; em contrapartida, descontextualização, explicitude, planejamento e alta elaboração são traços atribuídos à escrita. Nesse caso, é estabelecida uma relação entre modalidades da língua, que favorece a separação discreta. Seguindo essa perspectiva, há um conjunto de trabalhos nas ciências sociais, antropologia e linguística, dos quais Goody (1977) e Olson (1997) são representativos, que visam avaliar o impacto do surgimento da escrita para o desenvolvimento intelectual e social, para o desenvolvimento da literatura e de outras ciências em geral. Nesses trabalhos, há uma supervalorização da escrita. No âmbito de nossas preocupações sobre a noção e a relevância da escrita nos estudos sobre variação e mudança linguística, essa abordagem traz poucas contribuições, pois parece alimentar uma noção de língua escrita como produto homogêneo, estilizado e estático. Já em outro posicionamento, a compartimentação é negada em favor da consideração de um contínuo de fala e escrita, em que estão representados os diversos gêneros ou tradições de textos (Koch e Öesterreicher 2007, Biber 1988). Ainda que a noção de contínuo suponha uma forma compartimentação, já que nos extremos estariam situadas as instâncias mais “puras” do falado ou do escrito, há um deslocamento: o foco sai do sistema (língua oral e escrita) e vai para o uso (textos falados e escritos), o que, de nossa parte, equivale a assumir: que fala e escrita são modos de enunciação pela língua (supostamente não puros); e que fala e escrita devem ser consideradas, primordialmente, à luz dos “modos de dizer”, histórica e convencionalmente instituídos, à luz das Tradições Discursivas. Essa perspectiva é, para nós, mais vantajosa. Entendemos por Tradições Discursivas (TD, daqui em diante), à maneira de Koch (1997) e Öesterreicher (1997), modelos ou esquemas discur- Signo y Seña 23 200 Longhin-Thomazi y Carmo Rodrigues FALADO E ESCRITO PARA A PESQUISA sivo-tradicionais relativamente estáveis, sócio-historicamente convencionalizados, que determinam a escolha e a combinação dos elementos linguísticos, regulando assim a produção e a recepção do discurso ou texto. Tais modelos tradicionais abarcam não só os gêneros textuais e discursivos, mas também gêneros literários, estilos, gêneros retóricos, formas conversacionais e atos de fala. Na esfera da romanística alemã, os trabalhos desenvolvidos por Schlieben-Lange (1983, 1993), em Tübingen, compatibilizaram questões de sociolinguística e de pragmática à teoria de Coseriu (1958, 1981), e foram fundamentais para a construção do conceito de TD. A autora defendeu, entre outras coisas, a existência de uma história dos textos independente da história das línguas. Refinando essa linha de investigação e visando distinguir essas duas grandezas históricas —língua e texto—, Koch (1997) e Öesterreicher (1997) propõem a reduplicação do nível histórico coseriano5, reconhecendo dentro dele o domínio da língua histórica particular e o domínio das TD. A segmentação do nível histórico permitiu vislumbrar que a produção do sentido passa necessariamente por duas espécies de “filtro”, que levam à adequação a dois tipos de regras: as regras da língua, que organizam os fatos linguísticos, tais como oposições fonológicas, construções morfológicas, arranjos sintáticos e escolhas lexicais; e as regras da TD, que organizam o linguístico numa unidade mais alta, o discurso ou texto, em termos de conteúdo temático, estrutura e estilo. Embora as fronteiras entre os dois conjuntos de regras não sejam claras, uma vez que as regras da TD também são linguísticas, Koch (1997) insiste na questão da transmissão de regras enquanto fator de distinção. Segundo ele, as regras da língua podem ser transportadas por comunidades linguísticas, ao passo que as regras da TD podem ser transportadas por grupos culturais (grupos de profissionais, movimentos políticos, correntes literárias, etc.) para diferentes comunidades linguísticas. 5 A distinção entre os três níveis da linguagem (universal, histórico e individual), proposta por Coseriu, decorre de sua concepção de linguagem como atividade humana universal, realizada individualmente, segundo técnicas historicamente determinadas. O nível universal refere-se à capacidade humana universal de falar; o nível individual refere-se ao discurso como enunciação particular e única; o nível histórico refere-se às línguas e às variedades linguísticas enquanto produtos históricos da atividade humana. Nessa perspectiva, todo enunciado pode ser analisado pelos vieses de sua universalidade, de sua singularidade e de suas condições histórico-culturais (Kabatek 1996, 18). Signo y Seña 23 201 Longhin-Thomazi y Carmo Rodrigues FALADO E ESCRITO PARA A PESQUISA As TD são, portanto, tradições culturais do ser humano e, como tais, são fenômenos historicamente modificáveis. Em decorrência de transformações sócio-culturais, econômicas, políticas, tecnológicas, emergem novos modos de fazer e novos modos de viver, e desses decorrem pressões por novos modos de dizer, distintos dos já existentes, tendo em conta a satisfação das necessidades comunicativas. Ora, se mudam as condições gerais da produção dos enunciados (as finalidades comunicativas, os perfis sociais dos escreventes, os conteúdos temáticos), então mudam fundamentalmente as TD. A mudança de uma TD se concretiza como produto de uma convivência, que pode ser mais ou menos duradoura, entre os elementos convencionais e os elementos inovadores da TD, gerando situações de mescla, situações de derivação entre TD6. O conceito de TD vem conquistando um estatuto privilegiado nos estudos em mudança linguística, pelo enfrentamento do grande desafio metodológico do linguista historicista, que é a representatividade do corpus. Segundo Kabatek (2005, 164), a seleção de textos baseada na distinção de TD é fundamental para a pesquisa em variação e mudança, uma vez que, em função da temática, das finalidades comunicativas do escrevente e demais condições gerais de produção, as TD predispõem o uso, a frequência e a distribuição de determinadas construções linguísticas. Assim, em função do fenômeno em investigação, certos textos devem ser selecionados, por favorecerem a observação de ocorrências, enquanto outros, excluídos. Na literatura recente, vários trabalhos têm se pautado nessa orientação. Se, por exemplo, a pesquisa quer flagrar alterações no sistema de tratamento, cartas pessoais constituem uma fonte importante, como mostra Lopes (2011). Se o investigador se volta à descrição do estatuto construcional das composições paratáticas justapostas, buscando reconhecer os correlatos formais que estão aliados aos mecanismos interpretativos colocados em jogo por tais construções, a opção por peças teatrais, como fez Béguelin (2010), é um caminho frutífero. Se a prioridade está no estudo do funcionamento e da história das construções condicionais em portu- 6 A esse respeito, Rodriguez (2008) analisa aspectos temáticos e estruturais de textos do espanhol antigo, e sustenta uma relação de derivação entre os textos hagiográficos medievais, oriundos da tradição de relatar a vida dos santos, e os tratados do século XV, em defesa das mulheres, que consistem numa recompilação de biografias de mulheres ilustres e virtuosas. Signo y Seña 23 202 Longhin-Thomazi y Carmo Rodrigues FALADO E ESCRITO PARA A PESQUISA guês, particularmente na apreensão de ampliações recentes no paradigma das condicionais, como é o caso da inserção da perífrase vai que, do português, a atenção se volta a outros tipos de texto. Longhin-Thomazi (2010) mostra que as ocorrências de vai que são escassas numa variedade de tradições de textos, mas são abundantes em blogs, conforme as ocorrências em (1) e (2), extraídas da referida obra: (1) (2) Mais isso foi bom, nunca mais espero ninguém apertar o botão por mim (ou se for aqueles arcaicos, puxar a cordinha). Darei sinal até mesmo para o ônibus parar no ponto-final, apenas por precaução, vai que o motorista também esteja viajando na maionese (http://my.opera.com/bgc/blog). Vamos supor que o dia do encontro foi um sábado. Aos domingos, você costuma dormir até mais tarde. Mas resolve colocar o relógio pra despertar mais cedo. Claro, afinal... Vai que ele te liga e você está dormindo. Vai que ele gosta de ir à igreja e acorda cedo... Vai que ele pertence a uma organização estranha, ou banca o moço saúde que nunca acorda depois das 8h (http://blog.mafaldacrescida.com.br/). A opção por construções hipotéticas com vai que é favorecida em blogs caracterizados por maior informalidade, por conteúdo contemporâneo, que reproduzem, de algum modo, os rituais da oralidade, sobretudo a encenação do diálogo face a face. Os blogs são discutidos atualmente por especialistas em termos de hipergêneros: gêneros mais abrangentes (gêneros “guarda-chuva”) que comportam subgêneros. As pesquisas nesse campo têm enfrentado dificuldades na definição de gêneros digitais em emergência, têm discutido o papel do suporte, e a questão de que a língua muda muito menos rapidamente do que a tecnologia. Diante do exposto nesta seção, a consideração da TD é mais fundamental do que o modo de enunciação. Além disso, TD típicas do letrado podem trazer, em diferentes graus, marcas da oralidade, como é o caso do blog, que evidencia o encontro entre o oral e letrado, uma forma de heterogeneidade. Na seção seguinte, seguindo Corrêa (2004), buscamos em Street (2006) argumentos que corroboram a noção de escrita heterogênea e propomos, inspiradas em Kabatek (2005), uma metodologia que permite apreender aspectos da heterogeneidade que é relevante para os estudos em mudança. 5. A ESCRITA COMO LOCUS DA MUDANÇA: EVIDÊNCIAS DA HETEROGENEIDADE. Encontramos em Street (2006) argumentos que sugerem fortemente a necessidade de reavaliação dos atuais parâmetros utilizados para conceituar fala Signo y Seña 23 203 Longhin-Thomazi y Carmo Rodrigues FALADO E ESCRITO PARA A PESQUISA e escrita. Tais argumentos reforçam o ponto de vista acerca de uma heterogeneidade da escrita, decorrente da heterogeneidade das próprias práticas sociais. Retomando resultados de Schuman (1987, apud Street 2006, 480), que pesquisou o modo oral e escrito de contar histórias entre adolescentes de um gueto no leste dos Estados Unidos, Street mostra que [...] em contraste com os modelos convencionais que supõem o uso da fala para a comunicação face a face e da escrita para a comunicação do autor ausente, os adolescen tes frequentemente usavam narrativas orais para veicular mensagens para terceiras partes ausentes (por meio de boatos do tipo ele disse que ela disse), e usavam a escrita como parte de trocas face a face nas quais documentos eram produzidos em colaboração e lidos em voz alta, ou como comunicação solitária consigo mesmo em diários (Street 2006, 481). Fatos como os descritos acima são suficientes para descartar, por exemplo, os modelos de fala e escrita fundados em traços situacionais dicotômicos, que associam a escrita à produção “em ausência”, e a fala, “em presença”. Nossa perspectiva aproxima-se daquela de Street também no que toca à crença em uma multiplicidade de letramentos. Para o autor, as práticas de letramento são modos variados e complexos de representar os significados de ler e escrever, em diferentes contextos sociais, em meio a relações de poder e ideologia. São, para ele, práticas constitutivas da identidade dos indivíduos, associadas a papéis sociais assumidos ou recusados. Portanto, os contextos e os papéis sociais dos escreventes são cruciais para o produto escrito. As pesquisas de Street, em diferentes comunidades, trazem evidências de que a escrita emerge no interior de um modo oral de pensamento, que continua coexistindo nos modos de letramento. Isso se traduz, segundo o autor, na percepção de traços da oralidade no material escrito ou na adaptação de formas escritas à prática oral. Desse modo, há o misto entre oral/letrado, falado/escrito. Das várias instâncias desse misto, abordadas pelo autor, destacamos as composições dos textos sagrados, na Índia, que visavam à facilidade de repetição e de memorização; e a escrita comercial de uma pequena comunidade iraniana, cujo modo de constituição funcionava como um recurso à recitação. 5.1. JUNÇÃO E TD: UMA INSTÂNCIA DA HETEROGENEIDADE. Para reunir evidências empíricas do heterogêneo, elegemos como lugar de observação os esque- Signo y Seña 23 204 Longhin-Thomazi y Carmo Rodrigues FALADO E ESCRITO PARA A PESQUISA mas de junção de um texto, em que informações morfossintáticas são pareadas com informações semânticas, e aplicamos uma análise da junção, a título de ilustração, em dois conjuntos de textos do português, representativos de diferentes modos de dizer. Nossa opção pela junção se fundamenta em Kabatek (2005, 167), que utiliza uma metodologia estatística para identificação das diferentes TD. Com base na proposta multidimensional de Biber (1988), que analisa traços linguísticos e situacionais para diferenciação e disposição dos gêneros textuais em um contínuo, Kabatek sugere uma redução dos parâmetros de análise, restringindo-se à junção, numa abordagem em que conjuga tipos de juntores, frequência relativa, distribuição no texto e grau de complexidade sintática e semântico-cognitiva. Para Kabatek, a junção é um fenômeno singular para apreensão da(s) TD(s) em que um texto se insere. No âmbito da junção, propomos avaliar escolhas no eixo sintagmático, ou seja, escolhas acerca da arquitetura paratática ou hipotática das construções de junção, e escolhas no eixo paradigmático, ou seja, escolhas acerca da alternativa no conjunto dos juntores. Essas escolhas deixam transparecer aspectos da natureza composicional e, ao mesmo tempo, do estilo das TD. Para mapeamento e classificação das ocorrências, adotamos um modelo de junção de orações (Halliday 1985, Martin et al. 1997), de base sistêmico-funcional, que pressupõe a não-discretude dos processos de junção e o cruzamento entre informações sintáticas e semânticas. Aplicamos a análise em duas amostras de textos do português, de sincronias pretéritas7. A primeira amostra de textos, organizada por Simões e Kewitz (2005), diz respeito a um conjunto de 29 cartas que aborda a questão do aldeamento de índios no Brasil, no século XVIII. Na época, núcleos de população indígena foram criados nas proximidades da então província de São Paulo, com o propósito de controle e exploração sócioeconômica das populações. As cartas foram escritas por religiosos, que eram os responsáveis pela administração das aldeias, e se dirigiam aos seus superiores, também religiosos ou militares. A finalidade das cartas 7 A leitura de textos de sincronias pretéritas, tais como aqueles que utilizamos, é dificultada, em grande parte, pela falta de normatização na colocação do espaço em branco, que gera dificuldades para a delimitação da palavra gráfica. Palavras e construções apresentam segmentação variável e se distanciam das convenções atuais, ora porque são hiposegmenta das, ora porque são hipersegmentadas. A falta de uma normatização fica saliente também nas tantas abreviações e na multiplicação de grafias, em que é comum uma mesma palavra ser grafada diferentemente, no mesmo texto. Signo y Seña 23 205 Longhin-Thomazi y Carmo Rodrigues FALADO E ESCRITO PARA A PESQUISA era informar a listagem dos índios pertencentes à aldeia, relatar dificuldades administrativas e financeiras, solicitar orientação para solução de conflitos, justificar decisões tomadas, bem como explicar as circunstâncias de fatos ocorridos. A carta de aldeamento é hoje uma TD extinta, uma vez que a prática social que a sustentava já não existe. A segunda amostra de textos é constituída por 61 receitas culinárias portuguesas, reunidas em edição brasileira, sob o título de Um Tratado da Cozinha Portuguesa do século XV, numa parceria do Instituto Nacional do Livro com o Ministério da Educação e Cultura 8. As receitas estão divididas em 4 cadernos: 26 receitas de carnes, 4 de ovos, 7 de leite e 24 de conservas. As características paleográficas dos cadernos sugerem que as receitas foram escritas provavelmente por três escreventes fidalgos, em finais do século XV e início do XVI. A receita culinária é uma TD que continua em uso, porém transformada, sobretudo quanto à composicionalidade, como mostraremos adiante. O mapeamento dos esquemas de junção nas cartas de aldeamento revelou que o modo de composição dos períodos é predominantemente o hipotático, fundado em relações hierárquicas de dependência, conforme o gráfico 1 (normalização em 1.000 palavras). Há, no gráfico, dois picos mais salientes que sinalizam as relações de causa e finalidade. Para a codificação de causa9, as escolhas mais frequentes foram os juntores porque e como, e as construções por+infinitivo, e as de gerúndio. As causas realizadas por parataxe (em geral, causas epistêmicas) envolveram o juntor pois e algumas construções com e+anafórico. Já as construções de finalidade foram codificadas, na totalidade dos casos, por perífrases conjuncionais e preposicionais: para que, a fim de que, para o fim de, para+infinitivo. 8 9 A edição brasileira que utilizamos é de 1963, e está divida em quatro partes: (i) reprodução, em fac símile, do manuscrito I-E-33, da Biblioteca Nacional de Nápoles; (ii) leitura di plomática que reproduz o texto original com grande fidelidade; (iii) leitura moderna; e (iv) índice dos vocábulos. A causalidade é uma categoria fundamental para a representação do conhecimento humano, nos processos cognitivos de predição, explicação e compreensão (Noordman e Blijzer 2000). Trata-se de um domínio que se desdobra em polissemias semânticas (causa, efeito, motivo, justificativa, explicação) e em polissemias pragmáticas (causas de conteúdo, epis têmicas e conversacionais). Signo y Seña 23 206 Longhin-Thomazi y Carmo Rodrigues FALADO E ESCRITO PARA A PESQUISA 16 14 12 10 8 6 4 2 0 Contraste Tempo Modo Causa Hipotaxe Concessão Condição Finalidade Parataxe Gráfico 1: Mecanismos de junção nas cartas de aldeamento de índios. Seguem ocorrências exemplares: (3) Meu Senhor Remeto aVossaExcelencia a Lista dos Indios que memandou fizeSse, o que não fiz Com mais brevidade porque andei proCurando notiCias por fora, pois os Indios da Aldea naõ Sabem de todos; vam as idades de Cada hum, eotempo que faltam da Aldea pouCo mais, ou menos, pois naõ pude saberisto Com Certeza (Cartas de Aldeamento de Índios, carta 11). (4) Como Vossaexcelencia foi Servido esCreverme que denhuâ maneira lha entregaSe antes aConServaSe Como ate aqui Como o faSso vejome Com fuzo Sobre isto ter hu aCarta de Vossaexcelencia aque naõ entregue eos despaxos meordena que entregue Com esta minha (Cartas de Aldeamento de Índios, carta 9). (5) Os Supriores na da Cobram dellez, epor iSso he impocivel Sacerdote algum aqui Subycistir por nam ter com que Sealimentar (Cartas de Aldeamento de Índios, carta 20). (6) Suplicando a Vossa Reverendissima queira falar aSua Excelencia para que haja deprovidencias (Cartas de Aldeamento de Índios, carta 20). O mapeamento dos esquemas de junção nas receitas culinárias, conforme o gráfico 2, apresenta uma configuração bem diferente. Nesses textos, é a parataxe o modo de composição mais comum e a relação de tempo é muito mais frequente que as demais. Os esquemas com o juntor e, acompanhados ou não pelos advérbios juntivos depois e então, juntamente com a informação semântica dos verbos (pegar, picar, colocar), estabelecem uma sequencialidade temporal entre o que vem antes e o que vem Signo y Seña 23 207 Longhin-Thomazi y Carmo Rodrigues FALADO E ESCRITO PARA A PESQUISA depois, de modo a reproduzir, numa ordem icônica, os eventos ou etapas para preparação do prato. 700 600 500 400 300 200 100 0 Modo Tempo Contraste Hipotaxe Causa Condição Finalidade Parataxe Gráfico 2: Mecanismos de junção nas receitas culinárias. No que segue, apresentamos um exemplar de receita culinária do século XV, nas leituras diplomática e moderna. Na versão diplomática, que é nosso objeto de análise, assinalamos com negrito os mecanismos de junção temporal. O exemplar revela aspectos da remodelagem da tradição, que aparecem na composicionalidade e no estilo da TD receita. Por exemplo, não há nas receitas antigas uma estruturação dos enunciados na forma bipartida, que é característica das receitas contemporâneas, com a segmentação do texto em duas porções distintas: a primeira, verticalizada, que traz a lista e a quantificação dos ingredientes necessários e, a segunda, horizontalizada, que traz as instruções para o preparo do alimento. Nos textos das receitas que analisamos, encontram-se mesclados ingredientes e modo de fazer, há imprecisão nas quantidades dos ingredientes, e a ênfase está na sequência do preparo. Esse modo de dizer das receitas é, para nós, reflexo de um modo de fazer tradicional, de um cotidiano distante no tempo10. 10 Há, nesses textos, outros índices sobre os modos de fazer do cotidiano: o que se cozinhava, os sabores privilegiados, os tipos de utensílios, o modo de decorar e servir os pratos. Signo y Seña 23 208 Longhin-Thomazi y Carmo Rodrigues FALADO E ESCRITO PARA A PESQUISA Versão diplomática (p. 17) Rta das murcellas Versão atualizada (p. 142) Receita de Morcelas hũua aroba de carne de porqo dos lombos e das pernas piquada como pa pastel muyto meudo/ e ẽtam atado ẽ hũua toalha muyto grosa e metida ẽ huũ Sesto e Estee pỹ durada cõ huũ peso ẽ cima/ e este asy três oras/ e ẽtão tomaram vimte e cimqo õz de sall moydo e comqo õz e ma de pimẽta mesturada cõ ho sall moydo/ e tomaram há carne e estemdelahão ẽ huũ tauolro e ẽtão tomẽ ametade do Sall e py mẽta e lamcemno por cima da car ne/ e ẽtão Amasemna muyto bem ate q se ẽbeba muyto ẽ a carne ẽtão tornẽna a estemder/ e tornẽ a lamcar demtro ho outro Sal e py mẽta q fiqua/ E tornẽ a souar outra vez muyto bẽ/ E se a carne for muyto magra dejtarlheão algũa carne de porquo guorda. Piquem miudinho uma arroba de carne de porco, lombo ou pernas; a seguir envolvam-na num pano bem grosso, e deixem-na pendurada dentro de um cêsto, com um peso em cima, durante três horas. Misturem 700 gramas de sal fino a 150 gramas de pimenta-do-reino; tirem a carne de seu repouso e lancem-lhe o seu tempero. Juntem tudo muito bem. Se a carne for muito magra, adicionem-lhe um pouco de carne gorda. Encham-se as tripas, e a linguiça está pronta. A comparação entre os resultados obtidos permite afirmar que as relações semânticas codificadas nas tradições de textos que examinamos —as cartas e as receitas— estão a serviço das finalidades comunicativas: nas cartas de aldeamento, os escreventes justificam aos superiores na hierarquia social ou religiosa os mais variados fatos da administração das aldeias, o que explica o tom mais formal dos textos, aliado ao alto índice de construções causais e finais, construções que atuam como modos de defesa e de legitimação. Nas receitas do século XV, o que mais importa é garantir a narração do procedimento para o preparo dos alimentos, e não propriamente listar e quantificar ingredientes, como na tradição atual. Para tanto, a relação de sentido, por excelência, é a sequencialidade temporal. Os resultados permitem afirmar também que a maneira como as relações de sentido são codificadas nos textos escritos é variável. E é exatamente nessa variabilidade que podemos apreender, em maior ou menor escala, índices do encontro entre as práticas de oralidade e as práticas de letramento. Nas receitas culinárias, diferentemente das cartas de aldeamento, os índices de oralidade (e, portanto, índices da mescla do oral no escrito) são abundantes. No plano da junção, verificamos o elevado predomínio da composição paratática e a repetição de juntores (e, e então) Signo y Seña 23 209 Longhin-Thomazi y Carmo Rodrigues FALADO E ESCRITO PARA A PESQUISA em quase todas as fronteiras oracionais. A parataxe consiste em um recurso bastante característico de inúmeras tradições da oralidade, por se tratar de uma forma de composição fundada num dialogismo que incita e exige do outro uma participação maior na construção do sentido, isto é, traz um traço mais saliente de diálogo, traduzindo, desse modo, os rituais do falado, com a ordenação de encadeamento de cenas que favorece a memorização (La Fauci 2010, 106). 6. CONSIDERAÇÕES FINAIS. Se o falado e o escrito são modos de enunciação constitutivos, conforme sugerem as evidências discutidas anteriormente, então é natural apreender traços típicos das tradições da oralidade no material letrado, assim como é natural encontrar traços das tradições do letrado na oralidade. Portanto, fica descartada a noção de interferência, o que implicaria admitir a pureza e a discretude das modalidades, ponto de vista que rejeitamos desde o início. Para nós, é a constitutividade do oral/letrado, como prática social, e do falado/escrito, como prática social e linguística, que dá respaldo para o entendimento de que o locus da mudança está em ambos os modos de enunciação. E vamos além: considerando que tudo o que se enuncia se insere num modo tradicional de dizer, numa TD, a questão maior para a mudança parece residir não propriamente no modo de enunciação, mas, sobretudo, nas características da TD. A legitimidade da consideração das TD no estudo da mudança está, ainda, no fato de que, ao lançar mão da noção de TD que, conforme discutido, recobre o linguístico, o cultural e o convencional, o investigador dispõe de elementos para se aproximar de uma história —a princípio, dos textos, e então, da língua11— que não é só temporal, cronológica, mas que é fortemente social e cultural. Trata-se, em outras palavras, de um modo de fazer linguística sócio-histórica. 11 Kabatek (2008, 8-9) argumenta que é a partir da história dos textos que chegamos a conclusões sobre a história da língua: “É esta a hipótese forte das ‘Tradições Discursivas’: que a história de uma língua não apresenta só variação no nível dos dialetos, socioletos ou estilos, mas que a língua varia também de acordo com as tradições dos textos, ou seja, eles não só têm seus elementos formais, suas características de gênero ou as marcas de um tipo determinado de estruturação, mas condicionam ou podem condicionar, por sua vez, a seleção de elementos procedentes de diferentes sistemas (ou de um sistema de sistemas). E se é assim na história das línguas, será válido também para a sincronia [...] Uma linguística histórica que não tenha em conta a diversidade dos textos deve considerar-se redutora e parcial”. Signo y Seña 23 210 Longhin-Thomazi y Carmo Rodrigues FALADO E ESCRITO PARA A PESQUISA BIBLIOGRAFÍA Abercrombie, David. 1967. Elements of general phonetics. Aldine: Chicago. Bagno, Marcos. 2001. Português ou Brasileiro? Um convite à pesquisa. São Paulo: Parábola. Béguelin, Marie-José. 2010. “Noyaux prédicatifs juxtaposés”. Em La parataxe; tome 1, Entre dépendance et intégration, editado por Marie-José Béguelin, Mathieu Avanzi e Gilles Corminboeuf. Collection Sciences pour la Communication. Berne: Peter Lang. Biber, Douglas. 1988. Variation across speech and writing. Cambridge: Cambridge University Press. Bloomfield, Leonard. 1933. Language. New York: Henry Holt. Corrêa, Manoel L. 2004. O modo heterogêneo de constituição da escrita. São Paulo: Martins Fontes. Coseriu, Eugenio. 1958. Sincronía, diacronía e historia. Montevideo: Universidad de la República. ——. 1981. “Creatividad y técnica lingüística: los tres niveles del lenguaje”. Em Lecciones de lingüística general, 269-286. 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Signo y Seña 23 212 Martínez y Morón Usandivaras METONIMIA SEÑAS SUSTANTIVAS CONCRETAS DE LSA E ICONICIDAD COGNITIVA EN SEÑAS SUSTANTIVAS CONCRETAS DE LA LENGUA DE SEÑAS ARGENTINA (LSA) Rocío Anabel Martínez Mariana Morón Usandivaras RESUMEN. En este artículo, abordamos un aspecto puntual de la gramática de la Lengua de Se ñas Argentina (LSA), lengua natural transmitida en la modalidad visual y cuyos hablantes nativos pertenecen a la comunidad Sorda argentina: las señas sustantivas concretas. Nuestro objetivo general es identificar si existe un mecanismo metonímico de formación de señas sustantivas concretas en la LSA desde una perspectiva cognitiva (Langacker 1987, 1991, 2000, 2008; Lakoff 1987), a partir de la descripción y el análisis cualitativo y cuantitativo de las señas. Pretendemos demostrar, por un lado, que muchas señas sustantivas concretas poseen un polo fonológico que tiende a acercarse al polo semántico a través de la metonimia, siendo ambos espacios conceptuales, y, por el otro, que el mecanismo metonímico observado en el proceso de formación de dichas señas se relaciona estrechamente con el principio de iconicidad cognitiva, entendido como la relación de distancia existente entre los polos semántico y fonológico de una estructura simbólica en la misma región de un espacio conceptual (Wilcox 2004). Palabras clave: Lengua de Señas Argentina (LSA), señas sustantivas concretas, iconicidad cognitiva, metonimia, Enfoque Cognitivo-Prototípico (ECP). ABSTRACT. In this article we study an aspect of Argentine Sign Language (LSA) grammar: concrete noun signs. LSA is a visual language used by Deaf people, members of the Argentine Deaf community as their native or natural language. Our main objective is to identify the exis tence of a metonymic mechanism that forms concrete noun signs in LSA from a Cognitive Lin guistic framework (Langacker 1987, 1991, 2000, 2008; Lakoff 1987). Once we identified the mechanism, we describe and analyze it qualitative and quantitatively. On the one hand, we intend to demonstrate that an important number of concrete noun signs have a phonological pole that tend to be close to the semantic pole due to metonymy. On the other hand, we point out that the metonymic mechanism that forms concrete noun signs is related to the cognitive iconicity principle, which is the relation between two conceptual spaces, that is to say: the distance relation between the phonological and semantic poles of symbolic structures (Wilcox 2004). Keywords: Argentine Sign Language (LSA), concrete noun signs, cognitive iconicity, metonymy, Cognitive Linguistics. RESUMO. Neste artigo, trataremos um aspecto específico da gramática da Língua de Sinais Argentina (LSA), uma linguagem natural transmitida na modalidade visual e cujos falantes nativos pertencem à comunidade Surda Argentina: Sinais de substantivos específicos. Nosso principal objetivo é identificar se há um mecanismo metonímico de formação de sinais substantivos Signo y Seña, número 23, junio de 2013, pp. 213-237 Facultad de Filosofía y Letras (UBA) http://revistas.filo.uba.ar/index.php/sys/index ISSN 2314-2189 Signo y Seña 23 213 Martínez y Morón Usandivaras SEÑAS SUSTANTIVAS CONCRETAS DE LSA na LSA a partir de uma perspectiva cognitiva (Langacker 1987, 1991, 2000, 2008; Lakoff 1987), a partir da descrição e análise qualitativa e quantitativa dos sinais. Tentamos mostrar, por um lado, que muitos sinais que possuem pólo fonológico substantivo específico se aproximam do pólo semântico através da metonímia, sendo ambos espaços conceituais. Por outro lado, tentamos apresentar que o mecanismo metonímico observado na formação destes sinais é intimamente associado com o princípio de iconicity cognitiva, entendida como a relação de distância entre os pólos semânticos e fonológicos de uma estrutura simbólica, na mesma região de um espaço conceitual (Wilcox 2004). Palavras-chave: Língua de Sinais Argentina (LSA), sinais de substantivos específicos, iconicity cognitiva, metonímia, Enfoque Cognitivo-Prototípico. 1. INTRODUCCIÓN. Las lenguas de señas son lenguas naturales que se transmiten en la modalidad visual. Son lenguas independientes, esto es: no son el correlato señado de lenguas orales sino que tienen su propio léxico y gramática. De hecho, poseen una gramática tan compleja y completa como la de las lenguas orales y un gran número de señantes nativos: las personas Sordas1 de todo el mundo. Aunque no hay un estudio que dé cuenta del número exacto, existen centenares de lenguas de señas a escala mundial que se agrupan en familias 2. Estos agrupamientos de lenguas de señas tampoco dependen de la historia genética de las lenguas orales. Así, por ejemplo, la Lengua de Señas Francesa 3 (LSF) se encuentra emparentada con la Lengua de Señas Americana (ASL), a diferencia de lo que ocurre con el francés y el inglés, que pertenecen a distintas familias lingüísticas (lengua romance y germánica, respectivamente). La Lengua de Señas Argentina (LSA) es la lengua natural de las personas Sordas de nuestro país. Constituye el patrimonio lingüístico y cultural más importante de la comunidad Sorda argentina. Posee un orden de palabras distinto del español (SOV) y, como muchas otras lenguas de señas, es altamente sintética, con tendencia a la polisíntesis (Massone y Machado 1994, Curiel y Massone 1993, entre otros). En consecuencia, la LSA 1 2 3 La Federación Mundial de Sordos (WFD) estableció que debe escribirse la palabra Sordo con mayúsculas cada vez que se refiera a la persona perteneciente a la comunidad cultural y lingüística Sorda. La intención es diferenciarse de la concepción médica de la palabra, es decir, sordo entendido como una condición audiológica. Dado que la Confederación Argen tina de Sordomudos (CAS) adhiere a esta decisión, en nuestros trabajos respetamos esta convención. Si bien Lewis (2009) indica la presencia de 130 lenguas de señas en el mundo, nos parece que es un número bastante limitado en relación con la cantidad de comunidades Sordas que existen en el mundo. Por una convención mundial, los nombres de las lenguas de señas se escriben con mayúsculas. Signo y Seña 23 214 Martínez y Morón Usandivaras SEÑAS SUSTANTIVAS CONCRETAS DE LSA puede condensar una gran cantidad de información en una seña polimorfemática. Por ejemplo, la frase en español “Pongo cuidadosamente el vaso en el estante alto” puede ser expresada con una única seña polimorfemática que representa un enunciado completo de la lengua. La seña correspondiente a la glosa PONER-VASO-CUIDADOSAMENTE-EN-ESTANTEALTO se realiza de la siguiente manera: se ubica la mano activa con una configuración manual [CM B-“o-] (es decir, como si estuviera sosteniendo un vaso), con la base de la mano dirigida al cuerpo del señante (o plano de superficie). La mano se ubica frente al pecho en el momento inicial, luego se mueve lentamente en dirección a la cabeza del señante y culmina un poco más arriba de la misma. En todo momento se mantiene la configuración manual. En el presente artículo pretendemos estudiar un aspecto puntual de la gramática de la LSA: las señas sustantivas concretas. Nos interesa, en primer lugar, investigar si en la formación de señas sustantivas concretas en la LSA interviene un mecanismo cognitivo de tipo metonímico y, en se gundo lugar, si existen conexiones entre dicho mecanismo y el principio de iconicidad cognitiva (Wilcox 2004). Abordaremos esta problemática desde el Enfoque Cognitivo-Prototípico (Langacker 1987, 1991, 2000, 2008; Lakoff 1987, fundamentalmente). 2. MARCO TEÓRICO 2.1. EL ENFOQUE COGNITIVO PROTOTÍPICO. Este artículo se asienta sobre dos postulados del enfoque cognitivo prototípico (ECP): (i) los procesos de conceptualización metonímicos y metafóricos y (ii) el principio de iconicidad del signo lingüístico. El ECP sostiene que el lenguaje es una parte integrante de la matriz psicológica del ser humano, de modo que toda explicación lingüística debe articularse con el conocimiento de los procesos cognitivos en general. La conceptualización se asienta sobre la existencia de dominios básicos4 que, a su vez, se construyen en base a la experiencia humana en re- 4 Los dominios son entidades cognitivas: experiencias mentales, espacios de representación o conceptos. Algunos conceptos presuponen otros y no pueden ser definidos sin estos conceptos previos (por ejemplo, ‘codo’ no puede ser entendido sin considerar ‘brazo’). De esta manera se establecen jerarquías conceptuales formadas por conceptos básicos y conceptos complejos. Los dominios básicos son aquellos conceptos que no pueden ser reducidos o no dependen de otros conceptos (‘espacio’, por ejemplo). Están en el nivel más bajo de una jerarquía conceptual compleja. Toda jerarquía se basa, directa o indirectamente, en los dominios básicos. Generalmente los conceptos forman complejas cadenas ordenadas je- //216 Signo y Seña 23 215 Martínez y Morón Usandivaras SEÑAS SUSTANTIVAS CONCRETAS DE LSA lación con: (a) el cuerpo (los cinco sentidos, capacidades motoras y mentales, carácter emocional, etc.); (b) la interacción con el ambiente físico (movimiento, manipulación de objetos, comida, entre otros) y (c) la interacción social y cultural (educación, religión, grupo de pertenencia, diversión, por ejemplo) (Lakoff 1987 y Lakoff y Johnson 1995 [1980]). Como se ha enunciado más arriba, este apartado se centra en dos procesos cognitivos: la conceptualización metonímica y metafórica. En cuanto a la metonimia5, no es considerada por el ECP como un recurso lingüístico únicamente, sino como un proceso cognitivo central del aparato conceptual humano6; forma parte del lenguaje cotidiano, de la manera en la que conceptualizamos y estructuramos nuestra experiencia. Los usos metonímicos de una lengua implican un proceso de asociación por contigüidad o proximidad conceptual dentro de un determinado campo de conocimiento organizado en dominios experienciales. La metonimia puede ser entendida como una relación origen-destino o punto de referencia-meta: la entidad designada A por una expresión metonímica (el pan nuestro de cada día) sirve como origen o punto de referencia para acceder a otra entidad B, destino o meta (comida). Así lo expresa Langacker: More precisely, then, we speak of metonymy when an expression that ordinarily profi les one entity is used instead to profile another entity associated with it in some domain. A single expression is susceptible to any number of metonymic extensions, re flecting different associations. Being based on association in a single domain, metonymy is distinct from metaphor; instead, metaphor involves an abstract similarity between two domains (source and target) (Langacker 2008, 69). La metonimia implica una relación por correspondencia entre dos términos independientes pertenecientes a un mismo dominio cognitivo. Por ejemplo, en Paro de micros de larga distancia, los micros de larga distancia ocupan el lugar de los choferes de micros; hay una correspondencia entre choferes y micros. En muchos casos, en la LSA la metonimia se utiliza para identificar entidades, atendiendo a un aspecto saliente del desig- 5 6 //215 rárquicamente en niveles (‘uña’, ‘dedo’, ‘mano’, ‘brazo’, ‘cuerpo’). Cf. Langacker 1987, 1991 y 2008. En la línea de Lakoff y Johnson (1995 [1980]), no establecemos diferencias entre metonimia y sinécdoque, puesto que consideramos que pertenecen a un mismo fenómeno conceptual. “Metonymy is a cognitive phenomenon —not just a figure of speech— whose role in the organization of meaning (semantics), utterance production and interpretation (pragmatics), and even grammatical structure is considerable” (Panther y Thornburg 2007, 236). Signo y Seña 23 216 Martínez y Morón Usandivaras SEÑAS SUSTANTIVAS CONCRETAS DE LSA nado. Por ejemplo, la seña GATO se realiza con la mano activa en forma de “garra”, más precisamente [CM 4+”o-], en contacto con la mejilla del señante, resaltando una característica de los gatos: sus uñas afiladas capaz de arañar cosas [+/- animadas]. De igual manera, la seña VACA resalta un aspecto saliente del animal en cuestión: sus cuernos. Concretamente, esta seña se realiza con la mano activa con forma de “cuerno”, es decir, con los dedos índice y meñique extendidos en forma de “U” [CM U+o-] ubicados en la frente del señante, con la parte externa de la mano en dirección al cuerpo o plano de superficie. La metonimia expresa relaciones tales como las siguientes: a. el todo por la parte o la parte por el todo (Ayer vi una cara nueva en la conferencia), b. el contenedor por el contenido (Tomó solo una copa), c. el nombre del lugar de origen por el producto (queso roquefort), d. el autor por la obra (Le gusta Borges), e. el instrumento por el usuario (La mejor guitarra de Argentina), f. el género por la especie y viceversa (Un pájaro entró por la ventana y asustó a María). Así, la metonimia no es un fenómeno de sustitución meramente, sino que crea un nuevo complejo semántico. Por ejemplo, en Se compró un picasso en la subasta, no se alude solo al cuadro pintado por Picasso sino a las implicancias que el pintor y el cuadro tienen en ese contexto particular (el papel del pintor en la historia del arte, su técnica, su valor económico y cultural, etcétera). En la línea de Lakoff y Johnson (1995 [1980]), el ECP considera que la metáfora conceptual constituye un mecanismo cognitivo en la que se comprende un concepto más abstracto en base a otro más cercano a nuestra experiencia cotidiana y sensible 7. Por ejemplo, el ser humano percibe su cuerpo como un recipiente con una superficie limitada y una orientación dentro-fuera. Esta concepción puede extenderse a otras enti- 7 “The generalization governing poetic metaphorical are not in language but in though: they are general mapping across conceptual domains. Moreover, these general principles which take the form of conceptual mapping, apply not just to novel poetic expressions, but to much ordinary everyday language. In short, the locus of metaphor is not in language at all, but in the way we conceptualize one mental domain in terms of another” (Lakoff 2006, 185). Signo y Seña 23 217 Martínez y Morón Usandivaras SEÑAS SUSTANTIVAS CONCRETAS DE LSA dades consideradas recipientes con un interior y un exterior: el concepto bosque implica una superficie limitada y se puede estar dentro o fuera del bosque (Lakoff y Johnson 1995 [1980], 67-68). Si las metáforas permiten entender un dominio de la experiencia en términos de otro, la comprensión, entonces, es inter-relacional. La metáfora y la metonimia implican procesos diferentes, puesto que la metáfora se basa en la analogía, en tanto que la metonimia implica una relación de contigüidad8. En este sentido, Lakoff y Johnson señalan lo siguiente: La metáfora es principalmente una manera de concebir una cosa en términos de otra, y su función primaria es la comprensión. La metonimia, por otra parte, tiene primariamente una función referencial, es decir, nos permite utilizar una entidad por otra. Pero la metonimia no es meramente un procedimiento referencial. También desempeña la función de proporcionarnos comprensión (Lakoff y Johnson 1995 [1980], 74). El presente artículo se propone demostrar que la metonimia conceptual es un mecanismo cognitivo muy relevante y frecuente para conceptualizar entidades en los procesos de creación de señas sustantivas concretas en la LSA (cf. § 2.3)9. Con respecto al signo lingüístico, el ECP sostiene que la concepción del signo motivado se asienta, entre otras cosas, sobre cuatro principios: egocentricidad, economía, iconicidad y complejidad inferencial (de Jonge 2000). En este artículo, se desarrolla solo el principio de iconicidad, dado que una de nuestras hipótesis sostiene que el mecanismo metonímico se encuentra estrechamente relacionado con la iconicidad cognitiva en la formación de señas sustantivas concretas en la LSA. El principio de iconicidad implica la tendencia de los hablantes a utilizar, entre varias opciones, la variante más icónica, es decir, la que muestra una mayor correspondencia entre la forma lingüística y la conceptuali- 8 9 Para un estudio más pormenorizado sobre la metonimia y la metáfora conceptual, reco mendamos la lectura de Barcelona (2000), Croft (2006), Gibbs (2008) y Benczes et al. (2011). Si bien excede los límites del presente trabajo, la metonimia conceptual parece ser un mecanismo cognitivo muy productivo en la LSA no solo en la conceptualización de entidades o cosas, sino también en la conceptualización de situaciones o acciones. Por ejemplo, la seña verbal TRABAJAR es una seña bimanual que se realiza con las manos en forma de puño [CM A-o-] que contactan en movimientos lineales. Esta seña se conforma a partir de la me tonimia ACCIÓN PROTOTÍPICA POR ACTIVIDAD, ya que representa la actividad típica de martillar o clavar. La seña TRABAJAR, no obstante, no significa “martillar” ni “clavar”, ni se aplica solamente a trabajos de actividad manual, sino que se generaliza a todo tipo de trabajos, como docencia o trabajos de oficina. Signo y Seña 23 218 Martínez y Morón Usandivaras SEÑAS SUSTANTIVAS CONCRETAS DE LSA zación de la situación10. Por ejemplo, dos cláusulas son icónicas cuando respetan el orden temporal en el que ocurren los hechos designados (María estudió gramática todo el verano y aprobó). Siguiendo a Wilcox (2004 y 2007), en este artículo se define la iconicidad cognitiva no como la relación entre el signo lingüístico y lo designado sino como la relación entre dos espacios conceptuales, conformados por los polos semántico y fonológico de los signos: I define cognitive iconicity as a special case in which the phonological and the semantic poles of a symbolic structure reside in the same region of conceptual space. One re ason for the richness of iconic representation present in signed languages is that the phonological pole of signs involves objects moving in space as viewed from a certain vantage point: hands moving in space as viewed by the signer and the observer (Wilcox 2004, 119). En § 2.2 se desarrolla con mayor profundidad la relación entre las len guas de señas, el principio de iconicidad y los procesos cognitivos metonímicos y metafóricos. 2.2. LAS LENGUAS DE SEÑAS Y LA LINGÜÍSTICA COGNITIVA. P. Wilcox (2000) y S. Wilcox (2004) en la Lengua de Señas Americana (ASL), Pizzuto y Volterra (2000) y Pietrandrea (2002) en la Lengua de Señas Italiana (LIS), Cuxac (2000) en la Lengua de Señas Francesa (LSF), entre otros, han realizado estudios sobre una propiedad básica de las lenguas, la iconicidad, como así también respecto de operaciones cognitivas que la hacen posible: la metáfora y la metonimia. Estas investigaciones han realizado aportes valiosos tanto a la lingüística cognitiva como a los estudios de las lenguas de señas, puesto que aportaron evidencia a favor de la iconicidad como una propiedad general, que marca la correspondencia entre estructura lingüística, conceptualización y experiencia corpórea (embodiment), y como un principio lingüístico independiente de la modalidad (auditiva o visual). Además, han contribuido al histórico debate respecto del estatus lingüístico de las lenguas de señas. Tradicionalmente, el argumento por an- 10 Van Langedonck (2007, 395), define la iconicidad de la siguiente manera: “Iconicity can be found not only in language but also in other domains of the world of signs. In general, the re is iconicity if something in the form of a sign reflects something in the world (normally through a mental operation). For language, this means that something in the form of a lin guistic sign reflects (through its meaning) something in its referent (Mayerthaler 1980, 1.988)”. Signo y Seña 23 219 Martínez y Morón Usandivaras SEÑAS SUSTANTIVAS CONCRETAS DE LSA tonomasia de los detractores de las lenguas visuales (denominados oralistas) ha sido el de la iconicidad. Si desde el punto de vista saussureano el signo se define por su arbitrariedad (Saussure 1945), entonces las lenguas de señas no poseen estatus lingüístico ya que son icónicas, propiedad que ha sido vista como la relación entre una forma lingüística y la realidad11. Ahora bien, los investigadores pioneros de las lenguas de señas han realizado un enorme esfuerzo para reivindicar su calidad de lenguas completas y complejas al dar cuenta de la arbitrariedad de las señas. Klima y Bellugi (1979, 34), por ejemplo, consideran que las señas en la ASL poseen dos caras: icónica y representacional, por una parte; formal y arbitraria, por otra. Sin embargo, bajo una serie de condiciones, el aspecto icónico de las señas se ve oscurecido, mientras que el aspecto formal se vuelve cada vez más relevante. Si bien estos estudiosos no niegan la existencia de un aspecto icónico en las señas, relativizan esta condición al sostener que, una vez que la seña integra la gramática, la iconicidad del signo es superada y sumergida por la arbitrariedad de las conexiones morfosintácticas12. Massone (1993a) y Massone y Machado (1994) siguen la misma línea argumentativa para la LSA cuando postulan que “el cambio lingüístico y las operaciones gramaticales disminuyen la iconicidad. Muchas señas, por lo tanto, que tienen sus raíces en la representación mimética han perdido esta transparencia original ya que el sistema lingüístico las restringe y se vuelven más opacas y arbitrarias” (Massone y Machado 1994, 56). Además, apuntan a la no predictibilidad forma-significado de las señas por parte de quien no conoce la lengua. Por el contrario, Wilcox (2004 y 2007) aborda el estudio de la ASL basándose en un marco que posee una concepción distinta de la iconicidad: la gramática cognitiva (Langacker 1987, 1991, 2000). Como se ha mencionado en el apartado anterior, el autor considera la iconicidad no como la relación entre una forma lingüística y un mundo objetivo, no interpreta- 11 Por ejemplo, Wilbur (1987, 162) sostiene que la iconicidad es “a reflection in language of the actual state of affairs in the real world”, mientras que Valli y Lucas (1995, 6) consideran la relación icónica como aquella en la que “the form of the symbol is an icon or picture of some aspect of the thing or activity being symbolized”. 12 Entre otros ejemplos que apoyan su tesis, Klima y Bellugi (1979, 31-32) sostienen: “The sign BABY is a highly iconic sign, derived directly from the pantomimic act of holding a baby. By a regular process the sign can be changed in form to mean ‘to act like a baby’, or ‘babyish’. The sideways rocking motion disappears; the movement becomes an intense downward jerk repeated in a way that would be inappropriate for the meaning of the original sign. The change in form completely submerges the iconicity of the root form of the sign BABY”. Signo y Seña 23 220 Martínez y Morón Usandivaras SEÑAS SUSTANTIVAS CONCRETAS DE LSA do, sino como la relación entre dos espacios conceptuales: “Cognitive iconicity is a distance relation between the phonological and semantic poles of symbolic structures” (Wilcox 2004, 122). La iconicidad es una propiedad tan omnipresente en la gramática de las lenguas de señas como lo es en las lenguas orales, lo cual abre un camino importante para la reconsideración de su rol en la LSA, ya que, desde esta perspectiva, la iconicidad no impide definir la gramática como esencialmente simbólica ni implica predictibilidad forma-significado13. Ahora bien, existe una serie de estudios de iconicidad cognitiva en lenguas de señas que relacionan de manera estrecha este principio con la metáfora y la metonimia (Wilcox 2000, Taub 2001, Wilcox et al. 2003, Wilcox 2007, Wilcox y Wilcox 2010, entre otros). En primer lugar, en lo concerniente a la metáfora, Wilcox (2000) realiza un estudio detallado de las metáforas conceptuales en la ASL, en el que demuestra la existencia de sistematicidad en las metáforas conceptuales de esa lengua de señas. Por ejemplo, en la red semántica creada por la metáfora superordinada LAS IDEAS SON OBJETOS, existen varias metáforas de nivel básico, tales como LAS IDEAS SON OBJETOS SUJETOS A FUERZA FÍSICA, LAS IDEAS SON OBJETOS CUIDADOSAMENTE SELECCIONADOS, LAS IDEAS SON OBJETOS ASIBLES, entre otras. A partir de esta evidencia, Wilcox y Wilcox (2010) realizan algunas observaciones. Por un lado, advierten que, si bien iconicidad y metáfora son conceptos relacionados, no representan el mismo fenómeno. Para demostrarlo, citan un estudio de Brennan (1990, 27) en el cual la autora sostiene que la seña CÉSPED de la Lengua de Señas Británica (BSL) es un ejemplo de metáfora léxica: “we can see that one set of upright long(-ish), thin(-ish) objects (blades of grass) is represented by another set of upright long(-ish), thin(-ish) objects (fingers)”. Pero, a diferencia de la lingüista británica, los autores consideran que éste no es un caso de metáfora sino de iconicidad, ya que “there is no mapping of source domain onto target domain in this sign; the form of the sign GRASS simply resembles 13 En palabras de Taub (2001, 20), “Iconicity is common in both signed and spoken languages, and it is present at all levels of linguistic structure [...] It is not a ‘simple’ matter of resemblance between form and meaning but a sophisticated process in which the allowable phonetic resources of a language are built up into an ‘analogue’ of an image associated with the referent. This process involves a substantial amount of conceptual work, including image selection, conceptual mapping, and schematization of items to fit the constraints of the language”. Signo y Seña 23 221 Martínez y Morón Usandivaras SEÑAS SUSTANTIVAS CONCRETAS DE LSA its referent, blades of grass” (Wilcox y Wilcox 2010, 745). Por otro lado, los autores señalan que el mapeo conceptual metafórico depende de la experiencia cultural, es decir, no es universal14. En segundo lugar, respecto de los estudios de la metonimia en lenguas de señas, Wilcox et al. (2003) identifican y analizan una serie de metoni mias conceptuales en la Lengua de Señas Americana (ASL) y la Lengua de Señas Catalana (LSC). Por ejemplo, en las señas MANEJAR-AUTO, COMER y BAÑARSE es posible identificar la metonimia ACCIÓN PROTOTÍPICA POR ACTIVIDAD en ambas lenguas, ya que las manos y los distintos movimientos expresan metonímicamente la actividad general a través de una acción prototípica (Wilcox et al. 2003, 145). En la ASL, la seña MANEJAR-AUTO representa la acción prototípica de las manos tomando el volante del auto. Esta seña no significa “sostener el volante” ni “sostener el auto” sino que representa la actividad general “manejar un auto”. Asimismo, los autores dan cuenta de la compleja interrelación entre metonimia, iconicidad y metáfora en la ASL y la LSC. En estas lenguas, la metonimia es típicamente descripta de manera icónica, lo cual marca una diferencia con las lenguas orales, en donde la metonimia depende de relaciones que ocurren principalmente en el dominio semántico. Sin embargo, Wilcox et al. (2003, 152) sostienen que esta característica de las lenguas de señas bajo estudio es esperable, dado el vasto potencial icónico de ar ticuladores visibles moviéndose en el espacio (las manos, principalmente, pero también la cara y el cuerpo). 2.3. EL SUSTANTIVO Y EL NOMINAL. En la línea de Langacker (1991 y 2008), definimos al sustantivo como una estructura simbólica compuesta por dos polos: el polo fonético-fonológico, que le da una forma 15, y el polo semántico, que designa una cosa. El nombre sustantivo perfila una región en un dominio, es decir, recorta un objeto (una región de elementos interconectados) en un dominio (contra un fondo). La conceptualización de un 14 Ver la comparación con metáforas de la Lengua de Señas Japonesa (JSL) en Wilcox y Wil cox (2010). 15 En la lengua de señas se entiende que el polo fonológico está formado por una matriz segmental y una articulatoria. La primera da cuenta de movimientos (M) y detenciones (D) de los articuladores. La segunda describe: 1) la configuración manual (CM), la postura de la mano; 2) la ubicación (UB), dónde se ubica la mano durante un segmento; 3) la dirección (DI), hacia dónde se dirige la mano con respecto a una locación en el cuerpo; 4) la orienta ción (OR), qué parte de la mano se dirige al piso; y 5) los rasgos no manuales (RNM), las actividades de la cara, cabeza, ojos, cuerpo, etc. (Massone y Machado 1994, § 4). Signo y Seña 23 222 Martínez y Morón Usandivaras SEÑAS SUSTANTIVAS CONCRETAS DE LSA conjunto de elementos o entidades como partes de un todo integrado establece una región (por ejemplo, una orquesta es una región formada por un conjunto de músicos que tocan diferentes instrumentos) 16. Una región puede estar formada por cualquier objeto, por ejemplo, una piedra o una papa, en tanto ese objeto es percibido como una extensión continua de sustancia material, en otras palabras, pequeños pedazos de sustancia se unen como una región a través de operaciones cognitivas que representan la continuidad de su expansión17. El prototipo de sustantivo es un objeto físico y discreto. Un objeto es discreto porque incorpora una cantidad restringida de sustancia y tiene una expansión espacial limitada. La NGLE (2009, § 12) clasifica los sustantivos en comunes y propios: “El nombre común o apelativo conviene a todos los individuos de una clase. Clasifica o categoriza, por tanto, a per sonas, animales o a las cosas según ciertos rasgos comunes que los distinguen” (NGLE 2009, 794). Estos sustantivos comunes, a su vez, se subdividen en: a) contables y no contables, b) individuales y colectivos, c) abstractos y concretos. a. Contables e incontables. Si se atiende a que el dominio de instanciación de las sustancias es el espacio, la región perfilada puede ser construida como limitada dentro del alcance de la predicación. Los límites pueden ser intrínsecos (una botella de agua) o no (agua). En este último caso se considera que la sustancia está delimitada por ser diferente de otras sustancias (leche, té, café). Los sustantivos contables de- 16 En palabras de Langacker (2008, 105), “We can now define a thing as any product of grouping and reification. Since these are general cognitive phenomena, not limited to space or perception, things can emerge from constitutive entities in any domain or at any level of conceptual organization”. 17 Señala Langacker (2008, 107): “A key point is that an entity (as defined in § 4.1.3) need not be discrete, cognitively salient, or individually recognized. Thus even something continuous and homogeneous, like a board, can be described without inconsistency as having constitutive entities. These might be identified as the patches of wood —indefinite in number and arbitrarily delimited— which collectively occupy the full volume of its spatial extension. That a board comprises a continuous expanse of this substance is obviously cen tral to its conception. The very act of apprehending this continuity, of registering the exis tence of substance at every point, serves to interconnect the constitutive entities and esta blish them as a group. It is not implied that there is discretization at any level of proces sing, such that a board is perceived as a constellation of separate elements. Indeed, the absence of individuation is precisely what makes physical objects prototypical. They repre sent the special circumstance where grouping and reification are so automatic that constitutive entities are never consciously accessible”. Signo y Seña 23 223 Martínez y Morón Usandivaras SEÑAS SUSTANTIVAS CONCRETAS DE LSA signan cosas que pueden ser enumeradas (dos botellas de agua) mientras los incontables designan magnitudes (un poco de agua). b. Individuales y colectivos. Los individuales designan entidades concebidas como unidad (libro, soldado) mientras los segundos designan un conjunto de entidades concebidas como un todo (biblioteca, ejército). c. Abstractos y concretos. Cuanto mayor sea la delimitación de un sustantivo, más concreto será el designado (mesa), mientras una menor delimitación indica la presencia de un sustantivo abstracto (felicidad). Los sustantivos funcionan como núcleos de nominales. Mientras el sustantivo designa un tipo de cosa (perro), el nominal designa una instancia del tipo (ese perro labrador): “Every nominal profiles a thing construed as an instance of some type and further incorporates some specification of quantity and grounding” (Langacker 1991, 54). Desde el punto de vista sintáctico, un nominal se construye con un sustantivo más determinantes o cuantificadores18; también pueden encontrarse modificadores, aunque su presencia no es obligatoria. Esto tiene su contrapartida en el aspecto semántico, puesto que el proceso de conceptualización de un nominal implica, en primer lugar, un designado (perro) y una especificación (perro marrón). Luego una cuantificación (un perro marrón)19 y, por último, una instanciación (el perro marrón) que instala el nominal en el discurso y en la situación comunicativa dada (Taylor 2002, § 18). Los sustantivos no son en sí mismos concretos o abstractos sino que participan de esquemas nominales, contables o incontables, concretos o abstractos. Obsérvense los siguientes ejemplos: (1) (2) (3) (4) Compré leche en el supermercado (esquema incontable). Compré dos leches en el supermercado (esquema contable). La mesa de la cocina es blanca (esquema concreto). La mesa de enlace decidió un nuevo paro (esquema abstracto)20. 18 Somos conscientes que tanto en la lengua española como en la LSA pueden encontrarse nominales desnudos, es decir, sin basamento, pero su presencia está relacionada con factores pragmáticos, semánticos y sintácticos que exceden este trabajo. 19 En muchas ocasiones, la cuantificación funciona como una instanciación. Dependiendo del contexto, puede decirse tanto dos perros como los dos perros. 20 A partir de 2009, en Argentina mesa de enlace se refiere a los representantes de diversas asociaciones agrarias que se reúnen para acordar acciones en respuestas a las propuestas económicas agrarias del gobierno y, eventualmente, negociar con el poder ejecutivo. Signo y Seña 23 224 Martínez y Morón Usandivaras SEÑAS SUSTANTIVAS CONCRETAS DE LSA Lo mismo puede predicarse de la LSA. Dadas las siguientes glosas extraídas de nuestro cuerpo de datos21: (5) (5) (6) (C2) DET LIBRO DET CONTAR SOBRE _________________int (C2) DET LIBRO DET CONTAR SOBRE TIEMPO-1 QUÉ-ES. Este libro cuenta sobre qué es el tiempo. (D14) MORIR ENTIERRO PERSONAS O ANIMALES DECIR TIEMPO-1 DURACIÓNLARGO(cont) HERIDA-EN-CORAZÓN PODER CURAR DESAPARECER. La muerte de personas o animales significa que a medida que pasa el tiempo las heridas del corazón pueden curarse y desaparecer. En (5) es posible observar un nominal (subrayado) compuesto por una seña sustantiva que funciona como núcleo (LIBRO) y por un basamento (DET) a izquierda y a derecha, mientras que en (6) la seña sustantiva HERIDA-EN-CORAZÓN conforma en sí misma un nominal. A priori podría pensarse que las señas sustantivas LIBRO y HERIDA-EN-CORAZÓN son concretas. Sin embargo, a partir de estos ejemplos es posible afirmar que las señas sustantivas no son concretas per se, sino que dependen del esquema en el que se encuentran instanciadas en el discurso. De esta manera, en (5) LIBRO se encuentra en un esquema concreto, porque efectivamente designa una cosa delimitada espacialmente: el libro sobre el tiempo. En (2) HERIDA-EN-CORAZÓN se encuentra en un esquema abstracto; de hecho, la seña HERIDA-EN-CORAZÓN está utilizada de manera metafórica para referir al dolor que produce la pérdida de un ser querido. Lo que en este trabajo se denominan señas sustantivas concretas son señas que designan sustantivos que funcionan como núcleos de nominales pertenecientes a esquemas concretos. 3. ESTADO DE LA CUESTIÓN: LAS SEÑAS SUSTANTIVAS EN LA LSA. El sustantivo ha sido una de las primeras categorías gramaticales analizadas en los estudios lingüísticos de la LSA, junto con el verbo, el adverbio y el pronombre. En un comienzo, Curiel y Massone (1993) analizaron desde una perspectiva generativista las diferentes funciones de las señas sustantivas según el caso, es decir, la relación sintáctica que se establece en la estructura profunda con el verbo (Fillmore 1968, 1971). Identificaron los siguientes casos: agente (MÉDICO TRABAJAR), objeto (PEDRO PRO1 FLOR DAR), benefactivo (PRO1 MAMÁ VISITAR), instrumental (MIÉRCOLES21 En § 4 (“Metodología y cuerpo de datos”) se explican las convenciones para glosar y traducir las señas de la LSA. Signo y Seña 23 225 Martínez y Morón Usandivaras SEÑAS SUSTANTIVAS CONCRETAS DE LSA PASADO MÓNICA CÓRDOBA DESPEGAR-AVIÓN), locativo (MARÍA PONER-TAZA-EN-ESTANTE-ALTO) y factitivo (CUADRO PINTAR) (cf. Curiel y Massone 1993, 38-40). Esta perspectiva de análisis no se ha mantenido. De hecho, en un estudio más reciente, las señas sustantivas son definidas desde un criterio nocional como “aquellas señas que designan personas (HIJO), animales (TORO) y/o cosas reales (LIBRO) y fantásticas (SIRENA), abstractas (VERDAD) y concretas (ÁRBOL)” (Massone et al. 2000, 9). Desde una perspectiva morfológica, las señas sustantivas poseen procedimientos de marcación del género y el número distintas del español. Respecto del género, la LSA no posee, estrictamente, marcación morfológica de género en sus señas sustantivas. Sin embargo, puede hacerlo léxicamente, agregando las señas VARÓN para marcar masculino y MUJER para el femenino, si hace falta desambiguar o marcar la diferencia de género en sustantivos que designan seres animados (GATO MUJER, PERRO VARÓN). Por otra parte, por influencia del español, las personas Sordas agregan a algunas señas de parentesco la [A] y la [O] del alfabeto manual para indicar el género femenino o masculino, como en las señas HERMAN-O, HERMAN-A, HIJ-O, HIJ-A, ABUEL-O, ABUEL-A (Massone 1993b, Massone y Machado 1994, Massone y Martínez 2012). En lo concerniente al número en señas sustantivas en la LSA, la estrategia gramatical más utilizada es la reduplicación. Según Massone (1993b, 77), la reduplicación consiste en la repetición de la seña en distintas localizaciones en el espacio. Massone y Martínez (2012, § 7) sostienen que esta estrategia constituye el primer momento de formación del plural en señas sustantivas. Luego, su uso extendido ocasiona procesos cada vez más arbitrarios en los cuales muchas señas comienzan a tener movimientos lineales o en arco para la formación del plural, como es el caso de la seña PERSONAS, que hoy en día se realiza con un movimiento lineal de la mano activa completamente extendida [CM B+a-], con el extremo de la palma en dirección al plano horizontal y no con la repetición de la seña PERSONA. Otros recursos para marcar el número son la utilización de sustantivos colectivos (CASERÍO), de cuantificadores (MUCHO, POCO, ALGUNO), de señas numerales (HIJO TRES) o de raíces de incorporación numeral (NUM-MINUTO-INC, NUM-SEMANA-INC). Como ha podido observarse, los primeros estudios sobre las señas sustantivas en la LSA se han dedicado, en gran parte, a su descripción. Tomando como punto de partida estas descripciones, puede procederse a profundizar el estudio de las señas sustantivas. Hasta el momento, las se- Signo y Seña 23 226 Martínez y Morón Usandivaras SEÑAS SUSTANTIVAS CONCRETAS DE LSA ñas sustantivas en la LSA nunca han sido estudiadas desde el ECP, cuestión que pretendemos llevar a cabo en el presente artículo. 4. METODOLOGÍA Y CUERPO DE DATOS. El cuerpo de datos está compuesto por cuatro videos de señantes nativos de la LSA que pertenecen de manera activa a la comunidad Sorda. Son personas Sordas adultas de entre 24 y 47 años. Tres de ellas son hijos de padres Sordos (HSPS), mientras que uno es hijo de padres oyentes (HSPO). Para preservar su anonimato, nos referiremos a ellos utilizando letras del abecedario (A, B, C y D). A los cuatro colaboradores se les ha pedido que, antes de comenzar con la filmación, observaran un libro titulado ¿Qué es el tiempo?, compuesto por una serie de fotografías relativas a dicha temática. Luego, se les ha solicitado que seleccionen dos o tres imágenes del libro y que relaten qué han visto en ellas. Un señante nativo con entrenamiento en la reflexión metalingüística respecto de su lengua fue el encargado de dar las consignas en la Lengua de Señas Argentina, mientras que una de las autoras de este trabajo filmó las respuestas de los colaboradores con una cámara en posición fija en plano medio, de manera tal que el espacio del señante pudiera ser registrado por completo. Dichas emisiones han sido transcriptas en glosas, respetando las convenciones establecidas para ello (Massone y Machado 1994, 92-95). Ésta no es una traducción sino una convención de escritura que intenta utilizar las palabras de la lengua escrita con el significado más próximo de la seña. Se escribe en mayúsculas (MUJER) y con guiones, si se requiere más de una palabra escrita para una única seña (AVIÓN-DESPEGAR). Además, los rasgos no manuales (RNM) que tienen función sintáctica y discursiva (interrogación, negación, topicalización, etcétera) se transcriben arriba de la glosa, junto con una línea que indica el alcance del rasgo. Por ejemplo, (7) (7) ____________int CÓMO-ESTÁS. ¿Cómo estás? Para glosar el número en señas sustantivas plurales, existen dos convenciones: 1) la utilización del signo + al lado de la seña nominal en singular (MARCA++); 2) la transcripción de la seña nominal en plural (CASAS). La segunda convención se utiliza mayormente con señas nominales que se encuentran más lexicalizadas, como es el caso de PERSONAS. Signo y Seña 23 227 Martínez y Morón Usandivaras SEÑAS SUSTANTIVAS CONCRETAS DE LSA Hemos utilizado un sistema de edición (ELAN) que reduce la velocidad de reproducción al cuadro por cuadro para lograr un análisis detallado no sólo de las señas manuales sino también de las no manuales (RNM). En las cuatro entrevistas se han relevado 191 señas sustantivas, de las cuales 85 pertenecen a señas sustantivas concretas 22. Como muchas de ellas se encuentran repetidas, hemos considerado como una todas las señas que se realizaban exactamente igual y que tenían un mismo designado. En consecuencia, el número se ha reducido a 69 señas sustantivas, de las cuales 35 se encuentran en esquemas nominales concretos. Son estas 35 señas sustantivas concretas las que conforman nuestro corpus y sobre las que realizamos el análisis cualitativo y cuantitativo. En el análisis cualitativo se ha considerado si la estructura interna de estas señas remite a un proceso de formación metonímico o no. Una vez establecido el proceso metonímico, se ha observado si hay relación entre este proceso y la iconicidad cognitiva. 5. RESULTADOS. En principio, a partir del análisis de las señas nominales instanciadas en el discurso, es posible ver que hay un equilibrio entre señas sustantivas que participan en esquemas concretos (51%) y señas sustantivas pertenecientes a esquemas abstractos (49%). Luego, el análisis 22 En la cuantificación de señas nominales, no hemos tenido en cuenta las incorporaciones nominales. Según Massone y Martínez (2012), la incorporación nominal es el proceso por el cual se crean verbos cuya estructura morfológica tiene incorporados actantes (agente, paciente, beneficiario, circunstantes, etcétera) a la raíz verbal, especificados principalmente en la configuración manual (CM). De esta manera, uno o más actantes pueden aparecer en una única seña de naturaleza verbal. En nuestro corpus, hemos identificado 15 incorporaciones nominales. (1) (1) (2) (A23) ___top (A23) ÁRBOL VOS TALAR. (A24) TRONCO-CAER En la glosa (1), el señante realiza la seña ÁRBOL con ambas manos (dibuja el contorno de la copa de un árbol de abajo hacia arriba) y luego la seña TALAR con la mano activa extendida [CM B+A-] y con el exterior de la mano en dirección al plano horizontal realiza un mo vimiento lineal con un único movimiento de derecha a izquierda que parece estar cortando el árbol que señó previamente. Son dos señas diferentes seguidas en el tiempo. Por el contrario, en (2) el señante realiza un único movimiento de arriba hacia abajo y luego de izquierda a derecha, con ambas manos en [CM C+o+], que parecen sostener el tronco del árbol caído mientras éste se cae. La seña sustantiva TRONCO está incorporada al movimiento de CAER, lo cual convierte a TRONCO-CAER en una única seña. Este procedimiento es el que se denomina incorporación nominal. Este complejo fenómeno escapa de los objetivos de la presente investigación, por lo que será objeto de un estudio posterior. Signo y Seña 23 228 Martínez y Morón Usandivaras SEÑAS SUSTANTIVAS CONCRETAS DE LSA del corpus ha permitido clasificar las señas sustantivas concretas en dos grandes grupos: metonímicas (69%) y no metonímicas (31%). Los resultados muestran una preferencia por un mecanismo de formación de tipo metonímico en la categoría de las señas sustantivas concretas. Como hemos mencionado en § 2.1, la metonimia implica un proceso de asociación por contigüidad dentro de un determinado campo de conocimiento organizado en dominios. Más precisamente, la metonimia conceptual da cuenta de una asociación entre dos elementos que pertenecen a un mismo dominio (a diferencia de la metáfora, que relaciona un dominio de origen con otro de destino). En la formación de señas sustantivas con cretas de nuestro corpus, intervienen tres procesos metonímicos: a) CARACTERÍSTICA PROTOTÍPICA POR EL OBJETO, b) ACCIÓN PROTOTÍPICA POR EL OBJETO y c) OBJETO PROTOTÍPICO DE LA CATEGORÍA POR LA CATEGORÍA23. A continuación presentamos tres ejemplos del corpus: las señas CASA (imagen 1), PILETA (imagen 2) y GOLOSINA (imagen 3) a partir de las siguientes glosas: (8) (9) (10) (B13) DET, HORA TIEMPO-1 DEMORAR: TARDE DEBER CASA VOLVER CASA HACERSE-DE-NOCHE. En esta foto, el tiempo se ve en la demora: por la tarde debés volver a casa mientras se hace de noche. (B10) A-VER-OTRO POR-EJEMPLO, DET MUJER IR SALTAR PILETA, RESBALAR INTENTAR-AGARRAR, FALLAR TIEMPO-1 AGARRAR FALLAR. A ver, en este otro ejemplo, una mujer salta a la pileta, resbala e intenta agarrar algo pero falla, falla en el tiempo de agarrarse de algo. (C17) OTRO MUCHAS GOLOSINAS PARECER TRAGAR RÁPIDAMENTE NO PERO FABRICACIÓN PARECER SER-LENTO: UNA-SEMANA DOS-SEMANAS, YO NO-TENERIDEA. En otra, muchas golosinas se tragan muy rápidamente, pero la fabricación parece ser lenta: tardan una o dos semanas en hacerlas, yo no tengo idea. En el primer caso (8), la seña nominal concreta CASA es una seña bimanual simétrica que se realiza con las dos manos en forma de cono, es decir, con ambas manos contactando las yemas de los dedos, adoptando la [CM B+a-] y ambas bases apuntando al suelo o plano horizontal (PH). Esta seña está formada a partir de la metonimia CARACTERÍSTICA PRO- 23 En este trabajo se sigue la convención de utilizar las mayúsculas para referirse a las metáforas y metonimias (Lakoff y Jonson 1995 [1980], P. Wilcox 2000, Lakoff 2006, por ejemplo). Signo y Seña 23 229 Martínez y Morón Usandivaras SEÑAS SUSTANTIVAS CONCRETAS DE LSA TOTÍPICA POR OBJETO, ya que una parte prototípica del objeto [CASA], que es su techo, conforma la totalidad del objeto. Entonces, la seña CASA no significa “techo” ni “techo de la casa” (de hecho, existe otra seña para dar cuenta de este significado) sino que designa el objeto completo. Y, más estrictamente, de todos los tipos de casas, la seña CASA adopta la forma de un techo a dos aguas, que es en sí mismo un ejemplo prototípico de la categoría “casa”. Imagen 1: CASA. En (9), la seña nominal concreta PILETA es una seña bimanual simétrica que se produce con ambas manos en [CM B+”a-] con movimiento circular y con las palmas apuntando al suelo o PH. Representa la acción prototípica del nadador: las brazadas que da cuando está inmerso en el agua de la pileta. En consecuencia, la seña se forma a partir de la metonimia ACCIÓN PROTOTÍPICA POR OBJETO, es decir, la brazada del nadador (acción típicamente realizada en una pileta) conforma la totalidad del objeto [PILETA]24. 24 Como hemos mencionado, las relaciones metonímicas se establecen entre un material lingüístico original (concepto origen o punto de referencia) y la seña descrita (entidad destino). El material lingüístico original de CASA posiblemente sea un morfema clasificador con el significado “forma de un tejado a dos aguas” que origina por un procedimiento lingüístico de lexicalización la seña nominal CASA. Respecto de la seña PILETA, existe un procedimiento lingüístico, la conversión sintáctica, por el cual la seña verbal NADAR origina la seña nominal PILETA. Aunque en ambos casos se constituyen señas nominales a tra vés de distintos procedimientos lingüísticos, el mecanismo cognitivo que interviene es el mismo: la metonimia conceptual. Signo y Seña 23 230 Martínez y Morón Usandivaras SEÑAS SUSTANTIVAS CONCRETAS DE LSA Imagen 2: PILETA. En (10) la seña nominal concreta GOLOSINAS es un ejemplo de OBJETO PROTOTÍPICO POR CATEGORÍA. Como se observa en la imagen 3, la seña se realiza con la mano activa con el pulgar abierto [CM A+a+] contactando la mejilla, que se encuentra inflada por acción de la lengua. La seña representa icónicamente un caramelo, pero se utiliza para designar a la totalidad de la categoría: “golosinas”. Se selecciona el prototipo o el objeto prototípico para referirse a la categoría en su totalidad 25. Imagen 3: GOLOSINAS. En la formación de señas sustantivas los primeros dos procedimientos de metonimia presentados, CARACTERÍSTICA PROTOTÍPICA POR EL OBJETO y ACCIÓN PROTOTÍPICA POR EL OBJETO, son los que se encuentran con mayor frecuencia en nuestro corpus, 45,83% y 50% de la totalidad de señas sustantivas concretas metonímicas, respectivamente. En el primer tipo de metonimia identificado, encontramos señas sustantivas 25 Si bien es un procedimiento muy similar al que los autores señalan como especie por el género, consideramos que en este caso la denominación objeto prototípico por la categoría es más abarcativa y que la especie por el género es uno de sus subtipos. Signo y Seña 23 231 Martínez y Morón Usandivaras SEÑAS SUSTANTIVAS CONCRETAS DE LSA concretas tales como ÁRBOL (en donde se resalta el contorno por el objeto), CHICOS (designados por su altura), PERSONAS (cuya característica saliente es el porte erguido), CUADRO (designado por su formato cuadrado), VACA (con la parte característica, los cuernos, por el todo) y MAMÁ (mediante una parte prototípica, las mamas, por el todo), entre otras. En ACCIÓN PROTOTÍPICA POR OBJETO identificamos señas sustantivas concretas tales como las que se listan a continuación: LIBRO, RELOJPARED, FOTO, PINTOR, MÁQUINA-COSECHADORA, CUARTO, PILETA, BEBÉ y SULKY. Así, la acción de abrir un libro designa LIBRO; la acción de girar las cuerdas del reloj, RELOJ-PARED; la acción de sacar fotos, FOTO; la acción de pintar, PINTOR; la acción de dormir en una habita ción, CUARTO y la acción de acunar un bebé en brazos, BEBÉ. La escasa cantidad se señas que se forman a través del proceso metonímico OBJETO PROTOTÍPICO DE LA CATEGORÍA POR LA CATEGORÍA (4,13% de la totalidad de las señas sustantivas concretas), permite suponer que no es el procedimiento más productivo. A partir del análisis realizado, planteamos la siguiente hipótesis: el proceso metonímico de formación de las señas sustantivas concretas en nuestro corpus ocurre cuando el polo fonológico se acerca al polo semántico, siendo ambos espacios conceptuales. Por ejemplo, en la seña CASA, el polo fonológico (la representación manual de un techo a dos aguas) se acerca al polo semántico (el concepto de casa) a través de una relación de contigüidad en la que la parte (el techo) designa al todo (la casa); tanto techo como casa pertenecen a un mismo dominio: casa. Ambos polos son campos conceptuales, puesto que hay un proceso de abstracción en los dos; el polo fonológico no es el techo sino un esquema que representa un techo a dos aguas, lo que lleva a la conceptualización de casa (polo semántico). Por otro lado, la hipótesis de que existe una relación entre metonimia e iconicidad cognitiva adquiere consistencia. El movimiento metonímico que realizan los articuladores manuales y no manuales en cada seña (polo fonológico) se asemeja a la conceptualización del objeto (polo semántico), siendo ambos espacios conceptuales en un mismo dominio. La relación entre el objeto designado y la seña es cercana por contigüidad (metonimia) y por similaridad (iconicidad). Retomando el ejemplo de CASA, un techo a dos aguas no sólo es una parte prototípica que representa un todo (metonimia) sino que también es una imagen similar al concepto que tenemos de una casa (iconicidad). Signo y Seña 23 232 Martínez y Morón Usandivaras SEÑAS SUSTANTIVAS CONCRETAS DE LSA Ahora bien, para dar mayor sustento a este planteo, contrastaremos estos resultados con los de las señas concretas no metonímicas, que representan el 31% de nuestro corpus. En principio, estas señas pueden ser icónicas (36%), tener una relación con el designado más arbitraria (55%) o haberse realizado a través del deletreo manual (9%). En primer lugar, las señas icónicas son aquellas en las que el polo fo nológico y el semántico se encuentran cercanos, sin que por ello exista un fenómeno metonímico entre ambas partes. Es el ejemplo de la glosa (11): (11) (11) (A24) TRONCO-CAER, ________________________________________________________ (A24) TRONCO-CAER, ÁRBOL-CAER DET CÍRCULO(grande) CÍRCULO(chico) ________________________________________________________________________________excl ANILLOS-DE-CRECIMIENTO(grande a chico) DET CRECIMIENTO(grande a chico) El tronco cae, ¡y en el árbol caído hay círculos grandes y chicos que son anillos de cre cimiento! La seña CÍRCULO se realiza con un movimiento circular del dedo índice de la mano activa [CM 1+o-]. No hay un proceso metonímico de formación, ya que el polo fonológico no se acerca al semántico por relación de contigüidad en el mismo dominio, es decir, no hay una parte del objeto que representa el objeto en su totalidad, como hemos visto en los casos de las señas CASA o PILETA, sino que la cercanía entre los polos está dada por semejanza: el polo fonológico se asemeja al semántico 26. De esta manera, los resultados de nuestro corpus nos permiten pensar que, si bien metonimia e iconicidad son fenómenos relacionados, es posible diferenciarlos como distintos procesos cognitivos (Wilcox et al. 2003, 152). En segundo lugar, hemos identificado señas sustantivas concretas en las que la relación con el designado parece más arbitraria y en donde no se puede observar un proceso de formación metonímico (55% del total de señas sustantivas no metonímicas). Es el ejemplo de la siguiente glosa: (12) (12) (A7) DET FOTO EN-PRIMER-PLANO MUJER _____adv. int. NM (muy) (A7) DET FOTO EN-PRIMER-PLANO MUJER VIEJA, ARRUGADA, TENER-SURCOS DISTINTOS En esta foto en primer plano hay una mujer muy vieja, arrugada y con distintos surcos en la cara. 26 Cabe aclarar que no existe una “semejanza” objetiva, es decir, en ausencia de un observa dor que dé cuenta de dicha relación. “Resemblance is not an objective fact about two entities but is a product of our cognitive processing” (Taub 2001, 21). Signo y Seña 23 233 Martínez y Morón Usandivaras SEÑAS SUSTANTIVAS CONCRETAS DE LSA La seña sustantiva MUJER (imagen 4) se produce con la mano activa en [CM R+o-], con un movimiento oscilante en una ubicación próxima enfrente al mentón, con el exterior de la mano en dirección al cuerpo o plano de superficie. En esta seña no es posible observar un acercamiento de los polos fonológico y semántico, ya que, en principio, no hay ningún elemento de la seña (CM, ubicación, dirección, orientación, etcétera) que nos permita dar cuenta de una relación de semejanza (por iconicidad) ni de contigüidad (por metonimia) con su designado. Ejemplos de nuestro corpus de señas sustantivas no metonímicas con una relación con el designado más arbitraria son, entre otros, ESCUELA, HIJA y VERDURAS. Imagen 4: MUJER. En tercer lugar, hemos identificado una pequeña cantidad de señas sustantivas concretas formadas por deletreo manual (9%), lo cual no representa un porcentaje significativo. Según Massone y Martínez (2012, § 6), el conjunto de señas de la LSA que hace referencia a las letras del alfabeto escrito tiene en la lengua una función muy específica. El alfabeto manual argentino se utiliza en la LSA para señar nombres propios (nombres o apellidos de personas que no tienen seña personal, nombres de países, ciudades o lugares que no tienen seña) o palabras para las cuales la LSA no posee señas, ya sea porque son neologismos de la lengua española o porque el uso poco frecuente de determinadas palabras no le ha otorgado una seña particular (Massone y Machado 1994, 291-292). El único ejemplo que hemos encontrado en nuestro corpus de seña sustantiva concreta formada por deletreo manual es la seña B-U-E-Y 27. El señante 27 Esta seña no corresponde al grupo de señas de la LSA que se han formado a partir del de letreo manual, pero que ya han experimentado procesos de reducción fonética. Signo y Seña 23 234 Martínez y Morón Usandivaras SEÑAS SUSTANTIVAS CONCRETAS DE LSA recurre al deletreo manual porque no encuentra otra seña específica para cumplir con su objetivo comunicativo. 6. CONCLUSIÓN. Nuestros resultados coinciden con los de Wilcox et al. (2003), ya que, si bien metonimia e iconicidad son fenómenos cognitivos distinguibles, existen conexiones entre ambos procesos, tal como hemos demostrado en nuestro corpus. Por otra parte, dado que en la presente investigación hemos priorizado el análisis de los mecanismos cognitivos de metonimia e iconicidad en la Lengua de Señas Argentina, consideramos que en un futuro es necesario abordar con mayor detalle cómo es el funcionamiento de los distintos procedimientos lingüísticos de creación léxica en donde intervienen los dos mecanismos cognitivos mencionados. Somos conscientes de que el corpus es pequeño; sin embargo, lo expuesto anteriormente nos permite plantear los siguientes resultados preliminares, que intentaremos corroborar en próximas investigaciones: a. Los procesos metonímicos tienden a ser muy productivos en la formación de las señas sustantivas concretas (69% de la totalidad de nuestro corpus), con preferencia por CARACTERÍSTICA PROTOTÍPICA POR EL OBJETO y ACCIÓN PROTOTÍPICA POR EL OBJETO. b. El mecanismo metonímico observado en el proceso de formación de señas sustantivas concretas se relaciona estrechamente con el principio de iconicidad cognitiva, entendida como la relación de distancia existente entre los polos semántico y fonológico de una estructura simbólica en la misma región de un espacio conceptual (Wilcox 2004), siendo ambos pro cesos cognitivos distinguibles entre sí. BIBLIOGRAFÍA Barcelona, Antonio. 2000. Metaphor and metonymy at the crossroads: A cognitive perspective. Berlín: Mouton de Gruyter. 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Al respecto, la literatura reciente (Espinal y McNally 2011; Espinal 2010) argumenta que, por un lado, los nombres escuetos sin gulares denotan propiedades de tipos de individuos y, por otro, los indefinidos denotan entidades. El objetivo de este artículo es explorar la manifestación de esta distinción semántica en las propiedades discursivas de nombres escuetos y nombres indefinidos. Para ello implementé un experimento, que arrojó un corpus de producciones escritas de hablantes nativos de español con ocurrencias de nombres escuetos e indefinidos. Los resultados muestran que los nombres escuetos y los indefinidos presentan comportamientos disímiles en el discurso. Este patrón de comportamiento se alinea con la hipótesis inicial que plantean los autores mencionados de que los nombres escuetos no son capaces de introducir referentes en el discurso, mientras que los indefinidos sí. Palabras clave: nombres singulares escuetos, capacidad referencial, semántica. ABSTRACT. Even though Spanish is a Romance language that has a determiner system, it also allows for the presence of nominals without determiners. Recent literature (Espinal and McNally 2011, Espinal 2010) argues that, whereas bare nominals (BN) denote properties of types of individuals, regular indefinites denote entities. The aim of this article is to explore the manifestation of this semantic distinction in terms of the discourse properties of bare nominals and re gular indefinites. In order to test this, we carried out an experiment which resulted in a corpus of texts written by Native Spanish speakers which included bare nominals and indefinites. Results show that bare nominals and regular indefinites present dissimilar behaviors under different forms in discourse. Such pattern of behavior goes along with the initial hypothesis of the above mention authors who state that BNs are not able to introduce discourse referents, whereas regular indefinites are. Keywords: singular bare nominals, referential properties, semantics. RESUMO. O espanhol é uma língua romance que não só tem um sistema de determinantes mas também aceita a presença de nomes sem determinantes. A literatura recente (Espinal e McNally 2011, Espinal 2010) argumenta sobre isso que, por um lado, os nomes sucintos singula res denotam propriedades de tipos de indivíduos e, por outro lado, os indefinidos denotam en tidades. O objetivo deste artigo é explorar a manifestação dessa distinção semântica nas pro priedades discursivas de nomes sucintos e nomes indefinidos. Para isso desenvolvi um ensaio, que produziu um corpus de produções escritas de falantes nativos de espanhol com ocorrências de nomes sucintos e indefinidos. Os resultados demonstram que os nomes sucintos e os in- Signo y Seña, número 23, junio de 2013, pp. 239-255 Facultad de Filosofía y Letras (UBA) http://revistas.filo.uba.ar/index.php/sys/index ISSN 2314-2189 Signo y Seña 23 239 Oggiani LA SEMÁNTICA DE LOS NOMBRES ESCUETOS definidos apresentam comportamentos diferentes no discurso. Este padrão de comportamento alinha-se com a hipótese inicial que expõem os autores mencionados de que os nomes sucintos não são capazes de introduzir referentes no discurso, enquanto que os indefinidos sim. Palavras-chave: nomes singulares sucintos, capacidade referencial, semântica. 1. INTRODUCCIÓN. La semántica de nombres definidos e indefinidos ha sido estudiada tradicionalmente en términos del concepto de unicidad (uniqueness) (cf. Russell 1905, Strawson 1950, Hawkins 1991). Así, los primeros refieren a una entidad definida en un contexto específico que exige una presuposición de existencia. Por ejemplo, en la oración El tigre está en la selva, se presupone que existe la entidad tigre que se encuentra en la selva. En cambio, los indefinidos introducen un nuevo individuo en el discurso, que no tiene la condición de unicidad. En la oración Un gato está en la calle, se conoce la existencia de una entidad que pertenece al conjunto de los gatos, pero gato no se presenta como una única entidad. Surge entonces la siguiente pregunta: ¿cómo da cuenta una teoría gramatical de la distribución de definidos e indefinidos por un lado y de la distribución de nombres escuetos por otro? Si el español ya presenta un sistema de determinantes con definidos e indefinidos que permite distinguir entidades únicas de las que no lo son, ¿por qué también admite una oración como Juan tiene perro? y ¿cómo explica la teoría la presencia de nombres no precedidos por un determinante? Este artículo trata la semántica de los nombres singulares escuetos del español desde la semántica formal y las propuestas de Espinal y McNally (2011) y Espinal (2010). Me centraré en la semántica de los nombres sin gulares escuetos contables en posición de objeto1, particularmente, en su capacidad referencial en el discurso en contraposición con la capacidad referencial de los indefinidos. Algunos autores (Espinal y McNally 2011, Espinal 2010, Dobrovie-Sorin y Espinal 2005, Laca 1999) proponen una configuración semántica distinta para nombres precedidos de determinación y nombres que carecen de ella. Mientras que, como es ampliamente sabido, los indefinidos denotan un individuo y son por tanto de tipo <e> (Heim en prensa, Chier chia 1998, Longobardi 2001), se diferencian de los escuetos porque estos denotan la propiedad de un tipo de un individuo y les corresponde el tipo 1 Vale aclarar que quedan fuera de este estudio los singulares contables en construcciones predicativas como en Juan es médico y en aposiciones, como en Uruguay, país natural. Signo y Seña 23 240 Oggiani LA SEMÁNTICA DE LOS NOMBRES ESCUETOS <e,t>. Dicho en otras palabras y de modo general, la diferencia entre (1) y (2): (1) (2) Juan alquila una casa. Juan alquila casa. radica en que en (1) una casa introduce una entidad desconocida en el discurso, mientras que en (2) casa designa una propiedad de una entidad que satisface la relación de alquilar. De esta forma, el nombre casa es considerado un modificador del verbo con el que se combina y forma un predicado complejo. En este artículo expongo los resultados de una propuesta experimental realizada a 100 hablantes de español con el fin de recolectar un corpus específico e inducido de estructuras con escuetos e indefinidos. El experimento consistió en que los hablantes respondieran en forma escrita a consignas que fueron diseñadas teniendo en cuenta los posibles contextos de ocurrencia de unas y otras estructuras. De modo muy general, el análisis del corpus muestra que los hablantes interpretan de manera distinta las estructuras que tienen determinante frente a las que no, es decir, los hablantes emplean ambas estructuras en contextos discursivos diferentes. Así, este experimento revela de manera empírica las interpretaciones que hacen los hablantes de estas estructuras, las cuales coinciden con los presupuestos adoptados por la teoría formal. El experimento también arroja algunos resultados que se alejan de la propuesta teórica y serán revisados más adelante. En la siguiente sección reviso los antecedentes más relevantes de la interfaz sintaxis-semántica de escuetos e indefinidos, en la sección 3 muestro cómo fue elaborado el corpus y los resultados y en la sección 4 expongo las conclusiones finales. 2. ANTECEDENTES. En cuanto a su naturaleza sintáctica, los escuetos solo pueden ocurrir en posición de objeto, mientras que los indefinidos tienen una libre distribución entre la posición de sujeto y objeto (cf. Schmitt y Munn 1999, Doron 2003): (3) (4) (5) (6) Ana busca apartamento. *Niño vive en la montaña. Ana vende un apartamento. Un apartamento es una buena opción para Juan Enrique. Signo y Seña 23 241 Oggiani LA SEMÁNTICA DE LOS NOMBRES ESCUETOS Otra característica que los diferencia es que los escuetos solo seleccionan predicados que entrañan una relación posesiva, los llamados predicados de tener (Espinal y McNally 2011, Espinal 2010). Por ejemplo, los predicados comprar, tener o vender entrañan la existencia de una relación de posesión que caracteriza al argumento externo. Esta clase también comprende los verbos intensionales como necesitar, buscar, etc. Por esta razón, (7) y (8) son oraciones gramaticales, pero (9) no lo es: (7) (8) (9) Juan tiene casa. María necesita auto. *Juan escribe libro. Con relación a su naturaleza semántica, los escuetos carecen de un significado definido, ya que, como fue mencionado en la sección anterior, no son capaces de denotar una entidad, sino la propiedad de un tipo de un individuo. Por este motivo, los escuetos presentan neutralidad de número, es decir, no logran especificar singularidad ni pluralidad. Por tanto, su estructura argumental carece del sintagma de número, como se muestra en la siguiente representación: (10) [SN N auto] Una de las pruebas que da cuenta de la neutralidad de número de los escuetos, y que por tanto los diferencia de los indefinidos, es que solo se combinan con adjetivos que denotan un subtipo de entidad predicada del nombre. Esto es, los escuetos pueden combinarse con adjetivos que modifican tipos de individuos (11), pero no lo pueden hacer con adjetivos descriptivos o cualitativos, porque estos son modificadores de entidades (12): (11) (12) Juan tiene pareja formal. *Juan tiene pareja alta/simpática. Otra prueba que ejemplifica la neutralidad de número tiene que ver con las relaciones de alcance. Esto también muestra que la denotación de un escueto no es equivalente a la de un indefinido. Los escuetos tienen solo alcance estrecho con respecto a la negación y los operadores intensionales. En cambio, los indefinidos permiten una lectura con alcance amplio. El siguiente ejemplo ilustra las diferencias de alcance: (13) (a) Juan no quiere vender apartamento. {Quiere vender auto. / # Quiere vender dos}. Signo y Seña 23 242 Oggiani LA SEMÁNTICA DE LOS NOMBRES ESCUETOS (b) Juan no quiere vender un auto. {No quiere vender nada. / Quiere vender dos. / De los que tiene, hay uno que no quiere vender}. En (13a) la propiedad denotada por auto se puede sustituir por otra propiedad como bicicleta. Sin embargo, esta propiedad no puede ser leída en términos cuantitativos. En (13b) hay tres lecturas posibles. En la primera, el indefinido queda afectado por la negación y recibe un valor negativo equivalente a nada. En la segunda lectura lo que se niega es la cardinalidad de un auto, mientras que en la tercera lectura se interpreta el indefinido con un alcance amplio sobre la negación. Estas características sintácticas y semánticas muestran una diferencia de comportamiento entre escuetos e indefinidos. La hipótesis que aquí planteo es que estas diferencias son en efecto interpretadas por los hablantes de español. Más específicamente, intento mostrar que la naturaleza sintáctico-semántica de escuetos e indefinidos se materializa en la distinta capacidad que ambos tienen de referir en el discurso y, por lo tanto, tienen diferente comportamiento discursivo (cf. Arnold 1998, Scholten y Aguilar-Guevara 2010). 3. HACIA UNA PROPUESTA DE ANÁLISIS DE LOS NOMBRES ESCUETOS 3.1. IMPLEMENTACIÓN DEL EXPERIMENTO. El experimento consistió en generar un corpus a medida para investigar el comportamiento discursivo de los predicados de tener seguidos de un nombre singular contable 2 en posición de objeto, frente a los mismos predicados seguidos de un indefinido y el mismo singular contable. La implementación del corpus a medida surge luego de haber realizado una búsqueda exhaustiva en el Corpus del Español (2002-) y Ancora Corpus (2007). La búsqueda mostró que no era viable obtener una frecuencia de ocurrencias estadísticamente relevante de nombres singulares contables combinados con predicados de tener, posiblemente porque son estructuras más cercanas a la oralidad que a la lengua escrita. Además, las estructuras con escuetos debían poder cotejarse con estructuras de indefinido que compartieran un mismo, o muy similar, contexto de ocurrencia. 2 Para clasificar los ítems de prueba como nombres contables tomo la distinción gramatical clásica planteada en Rothstein (2010). Algunas de las características de los nombres conta bles son, por ejemplo, su combinación con numerales, su morfología plural, la incapacidad para combinarse con clasificadores. Signo y Seña 23 243 Oggiani LA SEMÁNTICA DE LOS NOMBRES ESCUETOS En particular, la propuesta consistió en el diseño de un experimento de respuestas no inmediatas (tipo off-line) que buscó obtener un corpus restringido de producciones escritas. Se implementó a través de consignas que llevaban al participante a escribir dos textos narrativos breves en los que debían integrar en uno un predicado de tener seguido de un nombre singular contable y en otro un predicado de tener seguido de un nombre singular contable precedido por un indefinido. a. Predicción. Se espera que los participantes usen las estructuras con escuetos en un contexto distinto al que usan con indefinidos, dada su distinta capacidad referencial. Propongo evidenciar su comportamiento discursivo a través del tipo de modificadores que ocurren con unos y otros, su prominencia en el discurso y las relaciones anafóricas que establecen. b. Sujetos. En el experimento participaron 100 hablantes de español rioplatense3 con formación universitaria. c. Método. Cada participante recibía la consigna de escribir dos párrafos narrativos de unas siete líneas cada uno, independientes entre sí. En uno de los párrafos debía integrar a la narración un predicado de tener conjugado con un escueto en posición de objeto y en el otro debía hacer lo mismo, pero con el predicado de tener y su indefinido. Además, se les pidió que integraran la construcción en algún pasaje intermedio en la redacción, de modo de ver luego las relaciones establecidas entre las oraciones. Se les sugirió también que agregaran las palabras que quisieran tanto antes como después del predicado y su objeto, pero ninguna entre medio de las dos palabras. Así, la consigna habilitaba el uso de modificación y evitaba que el participante transformara la construcción de escueto en una de indefinido. d. Diseño. Se construyeron ocho ítems de prueba (construcciones con escuetos) y ocho ítems de control (construcciones con indefinidos). Los primeros se presentaron a los participantes bajo la forma de un predicado de tener en infinitivo y un nombre singular contable. Como 3 En este trabajo no presupongo una diferencia entre la variedad dialectal rioplatense y la peninsular. Signo y Seña 23 244 Oggiani LA SEMÁNTICA DE LOS NOMBRES ESCUETOS contrapartida, los ítems de control eran los mismos predicados combinados con los mismos nombres pero en una estructura con indefinido, como se muestra a continuación: (14) (15) Ítem a testear: tener casa. Ítem de control: tener una casa. Todos los ítems fueron randomizados con el fin de que cada participante recibiera pares distintos, es decir, un predicado con su escueto y un predicado con indefinido distinto a la versión del escueto. La siguiente tabla muestra los ítems y predicados seleccionados para el experimento: Ítem de prueba: Ítem de control: predicado+escueto predicado+indefinido 1. Tener casa 9. Tener una casa 2. Llevar chaqueta 10. Llevar una chaqueta 3. Alquilar garage 11. Alquilar un garage 4. Comprar auto 12. Comprar un auto 5. Recibir mail 13. Recibir un mail 6. Encontrar apartamento 14. Encontrar un apartamento 7. Necesitar bufanda 15. Necesitar una bufanda 8. Buscar estacionamiento 16. Buscar un estacionamiento Tabla 1: Ítems de prueba y control para el experimento. Tipo de verbo actividad actividad resultado resultado logro logro intensional intensional La selección de los ítems responde a la frecuencia de ocurrencia según el Corpus del Español (2002-) y Ancora Corpus (2007) y a los juicios de los hablantes obtenidos de las pruebas piloto. Los predicados de tener fueron seleccionados de acuerdo a su grado de frecuencia de uso; además se ponderó un equilibrio respecto de su naturaleza semántica. Asimismo, se integraron dos de los predicados intensionales 4 que arrojan más frecuencia de uso, de manera de considerar los dos tipos de predicados propuestos en la literatura. 3.2. PROPUESTA DE VARIABLES Y ANÁLISIS DE RESULTADOS. Para analizar la capacidad referencial de escuetos e indefinidos propongo tres variables: modificación, prominencia en el discurso, relaciones anafóricas. A través de la primera variable exploro qué tipo de modificadores seleccionan escuetos e indefinidos. Como fue mencionado en la sección anterior, la teoría semántica (Espinal y McNally 2011, Espinal 2010) postula 4 De igual manera que en la literatura, en este trabajo los predicados intensionales se integran al grupo de los predicados de tener. Signo y Seña 23 245 Oggiani LA SEMÁNTICA DE LOS NOMBRES ESCUETOS que los escuetos solo se combinan con adjetivos que modifican tipos de individuos, mientras que los indefinidos pueden combinarse con cualquier modificador, tanto con modificadores de tipo como con adjetivos descriptivos y cualitativos. La predicción para esta primera variable es que en el discurso, los escuetos y los indefinidos se comportarán de manera distinta. Más específi camente, los indefinidos aceptarán diferentes tipos de modificadores; en cambio, los escuetos se combinarán con modificadores de tipo. Si lo planteamos en términos de hipótesis nula y alterna, la hipótesis nula sostiene que no hay relación entre el tipo de modificador y el ítem con el que se combina, mientras que la alterna sostiene que sí la hay. La siguiente tabla5 consigna el número y el tipo de modificadores encontrados: Modificadores Descriptivo/cualitativo Modificador de tipo Ausencia de modificador Oración subordinada Predicado secundario Total Tabla 2: Variable 1, modificación. Ítems escuetos Ítems indefinidos 0 7 50 1 0 58 9 2 23 9 7 50 Los resultados muestran que los indefinidos seleccionan cualquier tipo de modificador, pero los escuetos tienen preferencia solo por algunos. Al aplicar el análisis estadístico de chi cuadrado, prueba de independencia, se ve una relación estadísticamente significativa entre el tipo de modificador y él ítem con el que se combina. De esta manera, se rechaza la hipótesis nula (chi cuadrado = 26,5; grado de libertad = 3 que toma un valor de 7,815 y 7,815>0,05). La predicción se ve comprobada, ya que los indefinidos aparecen combinados con distintos tipos de modificadores, pero su aparición con los escuetos es más restringida. Los ejemplos siguientes muestran todos los casos de modificación para los indefinidos: (16) 5 Iba a necesitar una bufanda abrigadita. [descriptivo/cualitativo] Tanto la tabla 2 como las siguientes no consignan un número que alcance a las 100 ocu rrencias. Si bien 100 sujetos participaron en el experimento, algunas producciones fueron descartadas por no respetar la propuesta planteada. Signo y Seña 23 246 Oggiani (17) (18) (19) (20) LA SEMÁNTICA DE LOS NOMBRES ESCUETOS Llevaba una chaqueta de cuero de oveja. [modificador de tipo] Después de comprar el coche alquilé un garage. [ausencia de modificación] Se nos ocurrió alquilar un garaje que habíamos visto a la altura de Isla de Flores y Salto. [oración subordinada] Consideramos comprar una casa grande un desatino hoy en día. [predicado secundario] Respecto de los escuetos, como se predijo, los adjetivos descriptivos y cualitativos no parecen ser compatibles. De hecho, el corpus no arroja ninguna ocurrencia. También en consonancia con las predicciones, los modificadores de tipo (21) aparecen combinados con los escuetos. Asimismo y como dato más novedoso, en el 85 por ciento de los casos los escuetos ocurren sin ningún modificador, lo que no deja de ser consistente con las predicciones. Una posible razón para explicar la ausencia de modificación (22) es que el escueto, al ser en sí mismo un modificador verbal (Espinal 2010), se comporta como un bloque junto con el predicado y restringe la aparición de otros modificadores. Los ejemplos se muestran a continuación: (21) (22) Tener casa propia significa tener un espacio de uno. [modificador de tipo] Antes que comprar un auto es más importante tener casa. [ausencia de modificación] En cuanto a las oraciones subordinadas, la única ocurrencia es la que aparece citada en (23). En este caso, el escueto no aparece modificado, pues la oración subordinada modifica el artículo masculino: en el que me pedía [...]. Así, para que el escueto sufra modificación debe primero reacomodarse en una expresión referencial. La modificación ocurre solo cuando se introduce el artículo definido y la construcción se recupera entonces como recibí el mail en el que me pedía. Es decir, la expresión se reacomoda en el discurso como expresión referencial y pasa a interpretarse como una entidad6: (23) 6 El otro día recibí mail de una amiga en el que me pedía le hiciera un favor. [oración subordinada] El concepto de reacomodación podría resultar útil para explicar cómo en algunos casos el escueto no es interpretado en tanto denotación de una propiedad de un tipo de individuo, sino como una entidad. Futuras investigaciones podrían determinar los contextos que favorecen la reinterpretación de un oración con escueto en una oración con un sintagma determinante. Agradezco a María Teresa Espinal por sus sugerencias y comentarios, que fueron muy útiles para la interpretación de este tipo de datos. Signo y Seña 23 247 Oggiani LA SEMÁNTICA DE LOS NOMBRES ESCUETOS De esta manera vemos que las predicciones para la primera variable se ven confirmadas. Los escuetos tienden a combinarse con adjetivos de tipo o no presentan modificación y los indefinidos aceptan distintos tipos de modificadores. A través de la segunda variable, prominencia en el discurso, analizo qué elemento de la oración de indefinido y oración con escueto es retomado en la siguiente oración. Para esta variable se predice que las construcciones con indefinidos, por ser expresiones referenciales y denotar entidades, son más propicias a ser retomadas en el discurso. Se espera entonces que sean retomados en la oración contigua. Por el contrario, es esperable que los escuetos tengan menos frecuencia de aparición en la siguiente oración, ya que al designar una propiedad de un tipo de un individuo no constituyen un elemento prominente en el discurso. De esta manera, la hipótesis nula sostiene que no hay relación entre el elemento retomado y la oración con indefinido o escueto. Por el contrario, la hipótesis alterna sostiene que sí existe una relación entre ambas variables. La siguiente tabla recoge los resultados: Elemento retomado Oración con Oración con en la oración contigua ítem escueto ítem indefinido Objeto 14 26 Sujeto 5 11 Otro elemento referencial 26 15 Sintagma verbal 6 0 Total 51 52 Tabla 3: Variable 2, prominencia en el discurso. Estadísticamente, el análisis de chi cuadrado, prueba de independencia, muestra una relación significativa entre las variables elemento retomado en la oración contigua y oraciones con ítem de prueba o ítem de control, por lo cual se rechaza la hipótesis nula (chi cuadrado = 14,8; grado de libertad = 3, que toma un valor de 7,815 y 7,815>0,05). Esto es, los datos se ajustan a la hipótesis que sostiene una relación entre el elemento que se retoma y el tipo de oración en la que ocurre. En la primera fila de la tabla 3, los resultados muestran que en las ora ciones con escueto, el nombre escueto se retoma en la siguiente oración en 14 oportunidades, mientras que en oraciones con indefinido, el mismo indefinido en posición de objeto es retomado en 26 oportunidades. Estos datos coinciden con las predicciones, ya que los escuetos aparecen como Signo y Seña 23 248 Oggiani LA SEMÁNTICA DE LOS NOMBRES ESCUETOS menos prominentes en el discurso que los indefinidos. Los ejemplos se muestran a continuación: (24) (25) Comencé a buscar estacionamiento, y me fue casi imposible. Al encontrarlo me di cuenta que estaba bastante bien. [prominencia de objeto] Ahora que me compré una moto tengo que alquilar un garage. Encontré un garage pero está a tres cuadras de mi casa. [prominencia de objeto] En cuanto a la segunda fila, los datos por sí solos no arrojan ningún tipo de resultado. Si bien el sujeto de la oración con indefinido es retomado con más frecuencia que el sujeto de la oración con escueto, ambos son expresiones referenciales y por tanto ambos tienen capacidad de prominencia en el discurso. Dos ejemplos: (26) (27) Hablábamos con Ramón que si el perro tuviera casa, Ø no podría seguir provocando a los otros. [prominencia de sujeto] Aunque ni siquiera Ø llevaba una chaqueta, Ø no parecía estar incómoda. [prominencia de sujeto] En la tercera fila, el otro elemento referencial refiere a cualquier otro elemento prominente en la siguiente oración que no es ninguno de los anteriores, por ejemplo, un adjunto o un elemento recién introducido. Los datos señalan que en oraciones con escuetos (28), el otro elemento referencial7 es más prominente, con 26 ocurrencias, que en las oraciones con indefinido (29), que arroja 15 ocurrencias. Así, es más probable que cualquier otro elemento antes que el nombre escueto sea retomado en el discurso y por tanto que se presente como más prominente. Los ejemplos: (28) (29) La idea es que uno elija una tarjeta que contiene acciones concretas (por ejemplo robar pan, romper vidrio, comprar auto) y a través de mímicas, su grupo debe expresar algunas cosas. [prominencia de otro elemento referencial] Me di cuenta que iba a necesitar una bufanda de las verdaderas. Y no solo eso, sino también unos guantes. [prominencia de otro elemento referencial] En la última fila, todo el sintagma verbal se retoma en seis oportunidades para las oraciones con escuetos, pero en ninguna ocasión para los indefinidos. Resulta un dato interesante que únicamente el escueto tienda a ser retomado dentro de su sintagma verbal. Recordemos que Espinal y 7 La etiqueta otro elemento referencial es introducida ad hoc en la variable 2 para dar cuenta de información no prevista. Sin embargo, dicha etiqueta no alterna variable porque continúa con la misma línea de análisis. Signo y Seña 23 249 Oggiani LA SEMÁNTICA DE LOS NOMBRES ESCUETOS McNally (2011) y Espinal (2010) definen al escueto como un modificador verbal, lo cual coincide con el hecho de que en las oraciones con escueto todo el predicado (el verbo y su modificador verbal) sea el elemento retomado en la siguiente oración: (30) En esta ciudad es muy difícil alquilar garage para tu auto. Para alquilar garage te piden copia de tu pasaporte. [prominencia de sintagma verbal] Los resultados confirman las predicciones para esta variable. Los escuetos, por el hecho de denotar propiedades de un tipo de un individuo, son menos prominentes en el discurso que los indefinidos. Así, se retoman en la oración contigua aproximadamente un 50 por ciento menos que los indefinidos, como se vio en la primera fila de la tabla 3. Por otro lado, la suma de las últimas tres filas de la columna de escuetos da un total de 37 ocurrencias para los distintos elementos de la oración que son retomados en el discurso, frente a las 14 ocurrencias correspondientes a los ob jetos. Estos datos también revelan que en comparación con los otros elementos presentes en la oración (el sujeto, el sintagma verbal y cualquier otro elemento referencial) los escuetos tienden a ser retomados con menor frecuencia. Con relación a la columna de oraciones con indefinido, los indefinidos son retomados en el discurso con mayor frecuencia que cualquiera de los otros elementos: 26 ocurrencias para el objeto frente a 11 para el sujeto y 15 para el otro elemento referencial. Este comportamiento también se alinea con las predicciones, ya que los indefinidos en tanto expresiones referenciales, tienden a ser recuperados en el discurso. Sin embargo, los otros elementos también tienen la capacidad de referir y de hecho, aunque en menor medida, se retoman en la siguiente oración. Es posible que el indefinido se presente como más prominente que el resto de los elementos de la oración porque la consigna de trabajo focalizaba necesariamente en esa posición sintáctica. La tercera variable, relaciones anafóricas, toma solo las producciones en las que se retoma el objeto, tanto el indefinido como el escueto. Es decir, se centra solo en los datos de la primera fila de la tabla 3 y analiza en detalle la forma que toman los elementos que retoman al indefinido y al escueto. En otras palabras, se examina qué formas refieren anafóricamente al indefinido y al escueto en la oración siguiente. Signo y Seña 23 250 Oggiani LA SEMÁNTICA DE LOS NOMBRES ESCUETOS Antes de detenernos en la tercera variable, es necesario introducir algunas observaciones propuestas por Kaiser y Vihman (2006). Estos autores establecen una fuerte correlación entre el nivel de saliencia de las expresiones referenciales y el tipo de expresión anafórica que las expresiones referenciales inducen. En la jerarquía propuesta en (31) los autores establecen una relación inversamente proporcional entre la expresión referencial y la expresión anafórica. Así, cuanto más reducida es la expresión anafórica, más saliente deberá ser la expresión referencial, es decir, su antecedente. Por ejemplo, los pronombres suelen comportarse como expresiones anafóricas de antecedentes prominentes en el discurso, dado que son expresiones reducidas. En cambio, expresiones más específicas como los sintagmas determinantes, por ser formas llenas, suelen comportarse como expresiones anafóricas de antecedentes menos accesibles o prominentes en el discurso: (31) Nulos > Pronombres > Demostrativos > SNs llenos referentes más accesibles referentes menos accesibles La predicción para la variable 3 es que los indefinidos, en tanto expresiones accesibles en el discurso, tendrán más libertad de comportarse como antecedentes de expresiones anafóricas reducidas, aunque también podrían ser antecedentes de expresiones anafóricas llenas. En tal caso, la misma información semántica estará contenida en el antecedente y en la expresión anafórica. Por el contrario, los nombres escuetos se presentan como expresiones no accesibles en el discurso y dada su incapacidad para referir a entidades, es esperable que se comporten como antecedentes de expresiones anafóricas más específicas. Para esta variable no resulta pertinente el análisis estadístico, dado que la información se presenta fragmentada en subcategorías y con un número bajo de ocurrencias. En la siguiente tabla se observan las distintas formas que toman las expresiones anafóricas de escuetos e indefinidos y la posición sintáctica que ocupan en la oración que le sigue: Indefinidos Objeto Adjunto Pronombre 0 5 0 Sujeto nulo 5 0 0 Demostrativo 0 1 0 Sinónimo/hiperónimo 5 5 1 Repetición de N en SD 0 4 0 Total 26 Tabla 4: Variable 3, relaciones anafóricas. Expresiones anafóricas Signo y Seña 23 Sujeto Sujeto 0 4 0 0 0 Escuetos Objeto Adjunto 4 0 0 0 0 0 4 0 2 0 14 251 Oggiani LA SEMÁNTICA DE LOS NOMBRES ESCUETOS En consonancia con las predicciones, los resultados muestran que los indefinidos tienden a ser retomados en la siguiente oración por distintas expresiones anafóricas. A continuación se muestran algunas de las más frecuentes: pronombre en posición de objeto (32), sujeto nulo (33), sinónimo/hiperónimo en un sintagma determinante en posición de objeto (34) y repetición del nombre en un sintagma determinante (35): (32) (33) (34) (35) Desde que era niña siempre quise tener una casa. Soñaba con poder amoblarla y pintarla a mi gusto. [pronombre] Llevar una chaqueta a la playa es perjudicial, Ø podría ensuciarse con la arena y el mar. [sujeto nulo] Ana recibió un mail que la llenó de alegría. En ese mensaje le informaban que había ganado un pasaje. [sinónimo/hiperónimo en un SD] Voy a comprar un auto, pero aún no decido la marca. Busco un auto pequeño para salir a pasear. [repetición del nombre SD] Los indefinidos muestran un comportamiento esperado, ya que por constituir expresiones llenas tienen más libertad para comportarse como antecedentes de distintas formas. Como se ve en los ejemplos de arriba, en algunos casos son antecedentes de expresiones anafóricas llenas, y en otros de expresiones anafóricas reducidas. Con respecto a los escuetos, su comportamiento es relativamente consistente con las predicciones, si bien es necesario puntualizar algunas cuestiones. Como se ve más abajo, suelen comportarse como antecedentes de las expresiones anafóricas: sinónimos/hiperónimos que ocurren en un sintagma determinante (36) y repetición del nombre también dentro de un sintagma determinante (37): (36) (37) Me lleva mucho tiempo buscar estacionamiento. El problema está en que hay un aparcamiento con plazas limitadas. [sinónimo/hiperónimo en un SD] Decidió comprarse auto, ya que perdía mucho tiempo viajando. Finalmente se compró un auto verde. [repetición del nombre en un SD] Sin embargo, los escuetos también aparecen como antecedentes de expresiones anafóricas reducidas, como se ve en (38): (38) Odio buscar estacionamiento en el centro. Ø son caros y casi siempre malos. [sujeto nulo] Si bien este no es un comportamiento predecible, postulamos que el escueto a partir de un proceso de reacomodación se reacomoda en una ex- Signo y Seña 23 252 Oggiani LA SEMÁNTICA DE LOS NOMBRES ESCUETOS presión referencial. Es por eso que la expresión reducida sujeto nulo puede ocurrir como su expresión anafórica. De esta manera, el escueto pasa a ser reinterpretado como una entidad y no como una propiedad de un tipo de individuo8. Asimismo, también ocurren pronombres, usualmente clíticos acusativos, como expresiones anafóricas de escuetos (39), que tampoco parecen coincidir con las predicciones, como se ve en el siguiente ejemplo: (39) Comprar auto parece ser una especie de rito de pasaje para los jóvenes, y cambiar lo un signo de ascenso social. [pronombre] Lo esperable es que las expresiones anafóricas reducidas tengan antecedentes prominentes en el discurso, es decir, indefinidos y no escuetos. No obstante, en Oggiani (2011) y siguiendo a Longa, Lorenzo y Rigau (1996), señalo que los pronombres clíticos en español pasan por un proceso de reciclaje, de la misma manera que ocurre en gallego, catalán y asturiano. Así, mientras el catalán dispone de un paradigma de clíticos partitivos y locativos, el español recicla el pronombre y con una sola forma clítica cubre varios usos. De esta manera, dada la pobreza del sistema prono minal del español, los clíticos no serían capaces de determinar la prominencia de sus antecedente, ya que se presentan como expresiones anafóricas de cualquiera de las dos formas. En suma, las relaciones anafóricas de los nombres escuetos se diferencian de las relaciones anafóricas que establecen los indefinidos. Los datos muestran, en consonancia con la propuesta de Kaiser y Vihman (2006), que los escuetos se comportan en general como antecedentes de expresiones llenas, es decir, básicamente sintagmas determinantes. Como además fue mencionado, algunas expresiones anafóricas también son reducidas y este comportamiento se explica por un proceso de reacomodación y por un proceso de reciclaje de pronombres. Se puede concluir que, si bien la base de datos sobre la que se sustenta la investigación representa una muestra limitada de 100 hablantes, existe evidencia empírica que da cuenta de una diferente interpretación por parte de los hablantes de escuetos e indefinidos. Esto es, los datos re - 8 Agradezco a María Teresa Espinal por la sugerencia de reacomodación, también para este tipo de oraciones. Sería interesante determinar en un trabajo posterior, cuáles son las con diciones pragmáticas que favorecen la reinterpretación del escueto en una expresión referencial. Signo y Seña 23 253 Oggiani LA SEMÁNTICA DE LOS NOMBRES ESCUETOS velan un comportamiento discursivo distinto para escuetos e indefinidos que se sustenta en la distinta naturaleza semántica que ambos presentan. Las tres variables, modificación, prominencia en el discurso y relaciones anafóricas, resultaron herramientas útiles para recoger patrones de comportamiento y establecer en qué medida los hablantes interpretan de manera distinta estructuras con escuetos y estructuras con indefinidos. 4. DISCUSIÓN FINAL. Este trabajo permitió establecer una correlación entre la teoría formal y las producciones reales de los hablantes. Como mencioné antes, la propuesta de Espinal y McNally (2011) y Espinal (2010) señala que los escuetos refieren a propiedades de tipos de individuos y son de tipo <e,t>, diferenciándose de los indefinidos, que denotan entidades y son por tanto de tipo <e>. Los datos indican que escuetos e indefinidos se diferencian por los tipos de modificadores que seleccionan. Mientras que los escuetos seleccionan sobre todo modificadores de tipo u ocurren sin modificación, los indefinidos manifiestan libertad en la selección de modificadores. Con respecto a la prominencia en el discurso, los indefinidos parecen ser más accesibles en el discurso y por eso se retoman con más frecuencia que los escuetos. Por otro lado, las expresiones anafóricas de los indefinidos ocupan distintas posiciones sintácticas y alternan entre expresiones reducidas y no reducidas. Por el contrario, los escuetos tienden a comportarse como antecedentes de expresiones llenas. Sin embargo, también se comportan como antecedentes de expresiones reducidas, aunque postulo que lo hacen a través de un proceso en el que se reacomodan como expresiones referenciales. Por tanto, este estudio de corte experimental muestra que los hablantes le adjudican una interpretación distinta a escuetos e indefinidos, hecho que se materializa en las relaciones discursivas de las producciones escritas. Así, se abre un espacio en el cual la creación e implementación de un corpus apoya y verifica los postulados de la teoría formal. RECONOCIMIENTO Esta investigación estuvo enmarcada en el proyecto de investigación Weak Referentiality (referencialidad débil) a cargo de Henriette de Swart. Signo y Seña 23 254 Oggiani LA SEMÁNTICA DE LOS NOMBRES ESCUETOS BIBLIOGRAFÍA Ancora Corpus. 2007. http://clic.ub.edu/corpus/en. Arnold, Jennifer. 1998. “Reference form and discourse patterns”. Tesis de doctorado, Stanford University. Chierchia, Gennaro. 1998. “Reference to kinds across languages”. Natural Language Semantics 6: 339-405. Corpus del Español. 2002-. http://www.corpusdelespanol.org/. Doron, Edit. 2003. “Bare singular reference to kinds”. En Proceedings of the 13th Semantics and Linguistic Theory Conference, editado por Robert B. Young and Yuping Zhou. Ithaca, NY: Cornell University. Espinal, María Teresa y Louise McNally. 2011. “Bare singular nominals and incorporating verbs in Spanish and Catalan”. Journal of Linguistics 47.1: 87-128. 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Carolina Oggiani Universidad de la República / Conicet [email protected] Trabajo recibido el 23 de mayo de 2012 y aprobado el 16 de marzo de 2013. Signo y Seña 23 255 Apellidos de los autores Signo y Seña 23 TÍTULO Dossier La historia del español de América ABREVIADO DEL TRABAJO 256 Delgado RESEÑA ALGUNOS BIBLIOGRÁFICA ALCANCES DE LA PERSPECTIVA MULTIMODAL PARA EL ESTUDIO DE LO CÓMICO Y LO HUMORÍSTICO Cristian Palacios RESUMEN. El siguiente trabajo se propone explorar los alcances de la perspectiva de análisis multimodal para los discursos cómicos y humorísticos. Nuestra hipótesis principal es que ambos tipos de discurso, si bien se encuentran enmarcados dentro de aquello que hemos denominado “lo irrisorio”, se construyen de manera muy diversa. En este caso intentaremos demos trar cómo esta construcción responde no sólo a aspectos lingüístico-visuales sino también a otros modos semióticos muy poco estudiados, como la tipografía, el diseño y el color. Asimis mo, buscaremos demostrar que lo cómico y lo humorístico responden tanto a configuraciones pre-existentes, aquello que tradicionalmente ha sido tomado como irrisorio; como a lo que es construido como tal por el discurso mismo a través de por ejemplo, el recurso de la incongruencia. Palabras clave: humor, cómico, multimodalidad, análisis del discurso. ABSTRACT. The aim of this article is to explore the limits of the multimodal perspective for the study of humor and comical discourses. Our main hypothesis is that even though both types of discourses fall within what we refer to “the laughable”, they are constructed in very different ways. We try to demonstrate how this construction is based not only in the linguistic and visual aspects but also in other semiotic modes such as typography, color and composition. Further more, we try to show how comical and humor are created both with pre-existing configurations – that which we traditionally recognize as laughable- and with the new ones created by the speech itself through, for example, the incongruity. Keywords: humor, comical, multimodality, discourse analysis. RESUMO. O objetivo do presente trabalho é explorar o alcance da perspectiva multimodal para o estudo dos discursos cômicos e humorísticos. Nossa hipótese principal é que os dois tipos de discurso, que podem ser enquadrados no que chamamos o irrisório, são construídos de forma muito diferente. Tentamos demonstrar como esta construção é baseada não só nos aspectos linguísticos e visuais, mas também em outros modos semióticos como cor, tipografia e compo sição. Além disso, procuramos mostrar como o cômico e o humor são criados tanto com formas pré-existentes, o que tradicionalmente reconhecemos como risível, e com pelo próprio discurso através, por exemplo, da incongruência. Palavras-chave: humor, cômico, multimodalidade, análise do discurso. Signo y Seña, número 23, junio de 2013, pp. 257-278 Facultad de Filosofía y Letras (UBA) http://revistas.filo.uba.ar/index.php/sys/index ISSN 2314-2189 Signo y Seña 23 257 Delgado RESEÑA BIBLIOGRÁFICA 1. INTRODUCCIÓN. El objetivo del siguiente trabajo es explorar alguna de las posibilidades que ofrece la perspectiva multimodal para el análisis de los Discursos Cómicos y Humorísticos. Llamamos así a cierto tipo de discursos de circulación bastante corriente en las sociedades contemporáneas que están orientados a hacer reír y que son identificados como tales por los hablantes de una sociedad. Al referirnos a los Discursos Cómicos y Humorísticos como tipos discursivos, los diferenciamos del uso accidental y parcial de lo cómico y lo humorístico en otros discursos diferentes: por ejemplo, de un discurso político donde se haga empleo de la ironía para atacar al adversario o de una broma hecha al pasar en una clase de medi cina. Si bien estos últimos también apelan a la risa, ésta no constituye en absoluto su fin principal. El sarcasmo, la anfibología o el gag verbal son otros tantos recursos de los que cualquier hablante puede valerse en un discurso cuyo trasfondo es el comunicar algo “en serio”. Pero aunque se encuentran forzosamente relacionados, el humor o lo cómico no se agotan en ellos. Un discurso irrisorio puede serlo, sin necesidad de apelar a dichos recursos. Nuestros modelos de análisis serán por lo tanto aquellos discursos que impliquen la práctica “profesional” de la risa o cuando menos su utilización en un marco convencionalmente dispuesto para tal fin: por ejemplo, alguien que se dispone a contar un chiste en una fiesta, aunque no sea un humorista profesional, emplea algunos marcadores específicos —cambio de postura corporal, tono de la voz, gestos— que nos indican que lo que sigue ha de entenderse como perteneciente al campo de lo irrisorio, que no debe interpretarse de manera seria 1. En la mayor parte de los géneros 1 La discusión de fondo que implica esta afirmación es la pertinencia —propuesta por Victor Raskin (1985)— de los discursos irrisorios a una modalidad de la comunicación non bona fide, donde los principios de cooperación de Grice no tendrían validez. Véase al respecto Attardo 2011, 138-139; Attardo 1994, 271-277; Raskin 1985, 100-104. El punto central de la discusión es que los chistes no sólo desobedecen las máximas de Grice sino que explícitamente las rompen. Dado que los análisis de Attardo y Raskin se limitan por lo general a textos breves, tales como chistes y juegos de palabras, su extrapolación a discursos más extensos como una historieta cómica o una novela humorística, resulta por lo menos compleja. Por otro lado, dado que su intención pasa por elaborar una Teoría General del Humor Verbal (general theory of verbal humor o GTVH) no toman en cuenta o pasan por alto la diferencia entre una producción específicamente humorística o cómica y su uso accidental o con fines persuasivos en un discurso cuyo carácter general es serio. Lo que nos interesa por el momento es que los Discursos Cómicos y Humorísticos se separan, cuando menos en su intención perlocucionaria, de otro tipo de discursos: lo que buscan es generar el efecto irrisorio, lo cual no siempre implica generar risa (Attardo 1994, 11-13; Olbrechts-Ty teca 1974, 14-15; Kerbrat-Orecchioni 1981). Para una diferenciación más que interesante entre humor y risa, véase Attardo 1994, 10-11. Sobre lo irrisorio, véase la nota siguiente. Signo y Seña 23 258 Delgado RESEÑA BIBLIOGRÁFICA pertenecientes al campo de lo cómico pueden encontrarse estas marcas. Sin embargo, su ausencia también puede indicar una mayor afinidad entre locutor y destinatario. El hablante presupone que el espectador “ya sabe” o “puede llegar a saber” que lo que sigue no ha de tomarse en serio. Nótese que hemos diferenciado desde el comienzo los términos “cómico” y “humorístico”. Esta diferenciación es central a nuestro análisis sobre el modo en que funciona este tipo de discursos. La discusión sobre la legitimidad o no de la distinción “cómico-humorístico” tiene una larga historia en los estudios sobre el humor (véase por ejemplo, Steimberg 2001 o Attardo 1994); con enérgicos argumentos a favor y en contra. En nuestro caso, por razones que explicaremos en la primera parte, nos inclinamos por considerar ambos tipos discursivos como opuestos y complementarios dentro del campo más general de lo que llamaremos “lo irrisorio” 2. Lo que intentaremos demostrar aquí es que la perspectiva multimodal puede ser muy útil para el análisis de los discursos irrisorios en tanto nos permitiría dar cuenta de cómo los distintos modos semióticos interactúan estratégicamente para lograr el efecto deseado. Lo que ha sido largamente señalado con respecto a la interacción lingüístico-visual (por ejemplo en las historietas de humor o en los chistes gráficos), no ha encontrado su parte correspondiente en otros modos, como por ejemplo, la tipografía, el color, el tono de la voz, el diseño, el gesto. En este trabajo, intentaremos probar cómo el efecto irrisorio puede ser construido también —y muchas veces solamente— en virtud de estos últimos. Aquí nos ocuparemos específicamente de la tipografía, del color y del diseño. 2 Al anteponer el artículo neutro al adjetivo de “todo lo que mueve a risa y burla”, pero además “lo insignificante por pequeño” (DRAE), querríamos dar cuenta de un vasto dominio que incluye el humor y lo cómico, la burla, la sátira, la parodia, el pastiche, el chiste en todas sus manifestaciones, el humor negro, el absurdo, la mueca, la ironía, en definitiva, todo aquello que se asocia al campo de la risa; pero también, en cierta medida, el discurso melancólico (Klibansky, Panofsky y Saxl 1991). Por lo tanto, la única utilidad teórica de un término que abarcaría cosas tan disímiles, sería justamente la de postular un punto de en cuentro, algo que les es común: aquello que Cicerón llama “el dominio de lo risible”. Somos conscientes del matiz peyorativo que arrastra la palabra “irrisorio”. De allí que otros teóricos prefieran hablar de “lo risible” o “lo reidero” (por ejemplo, Traversa 2009). En nuestro caso, este matiz nos es útil, dado que el concepto no se limita a describir aquello que hace reír, sino también algunos discursos cuya reacción inmediata podría no ser la risa. Lo que caracterizará lo irrisorio, en definitiva, es el desvío de uno o varios de sus modos semióticos, respecto de lo que es considerado serio. Sólo si ese desvío es postulado como intencional —de allí la importancia de las marcas que así lo indican— puede percibir se su condición irrisoria. Signo y Seña 23 259 Delgado RESEÑA BIBLIOGRÁFICA Adoptar la estrategia de análisis multimodal implica considerar la comunicación como un paisaje semiótico complejo, en el cual el lenguaje tiene diferentes status en diferentes contextos. Lo que antes era llamado extra-lingüístico y se consideraba por lo tanto un residuo en el análisis puede ahora ser considerado de una importancia semejante o quizás mayor a la del sistema lingüístico, según cuál sea el contexto. En la perspectiva multimodal cada uno de los sistemas semióticos utilizados para representar y comunicar posee una carga o potencial comunicativo, denominado affordance, que corresponde a lo que es posible significar en cada modalidad semiótica (Kress y van Leeuwen 2001). La aproximación tradicional monomodal de la comunicación presuponía una correspondencia semántica entre los diferentes sistemas semióticos. Las investigaciones dentro de la perspectiva aquí adoptada, por el contrario, indican que los potenciales de cada modalidad semiótica no sólo son incomparables entre sí, sino que tomar el sistema lingüístico como paradigma de los otros sistemas semióticos constituye un error metodológico de base3. La traducción o transposición entre los significados de un sistema modal a otro no es en absoluto transparente. No se hablará, por lo tanto, de reglas y códigos, sino de prácticas y recursos, ya que estos elementos no son fijos y estables, sino histórica y socialmente determinados. En este sentido, presupondremos que lo que es no serio en un momento preciso de una comunidad precisa, puede no serlo en otro momento. Esta distinción, como demostraremos, alcanza a todos los modos semióticos. Una tipografía, un color o un tipo específico de ordenamiento de los elementos en el espacio pueden, por sí mismos, no ser serios y ser, por lo tanto, irrisorios, independientemente del contenido lingüístico o visual del momento considerado. En la primera parte de este trabajo nos ocuparemos, entonces, brevemente de la dificultad de definir el humor o lo cómico. Para ello propon dremos acuñar el concepto de “lo irrisorio”, que abarcaría ambas dimensiones, tras lo cual sostendremos la pertinencia de la disyunción estable- 3 Al respecto, Jakobson, luego de dejar sentado que si bien “Saussure debe haber pensado que en semiología los signos arbitrarios iban a ocupar un lugar fundamental [...] sería inútil buscar en las notas de sus estudiantes la afirmación que da el texto de BallySechehaye”, es decir que “los signos que son enteramente arbitrarios actualizan el ideal del proceso semiológico mejor que otros signos”; llama la atención sobre “el egocentrismo de los lingüistas que insisten en excluir de la esfera de la semiología los signos que están organizados de una manera diferente que los de la lengua”, lo cual reduce “la semiología a un simple sinónimo de la lingüística” (Jakobson 1988, 22-23). Signo y Seña 23 260 Delgado RESEÑA BIBLIOGRÁFICA cida entre cómico y humorístico. Para decirlo rápidamente, mientras que los discursos que pueden ser descriptos como cómicos, plantean una incongruencia que se resuelve en el señalamiento de lo que sería congruente (Attardo 1994, 2011) (dicho de otro modo, rompen una regla o norma establecida, dando la norma por supuesta y consabida), los discursos humorísticos, según nuestro particular punto de vista, no resuelven esta incongruencia nunca. A partir de estas consideraciones teóricas previas nos ocuparemos de demostrar de qué forma “lo irrisorio” puede manifestarse en el interior de diferentes modos semióticos y cómo éstos interactúan para producir un texto cuyo fin perlocucionario es producir un efecto cómico o humorístico. Nos concentraremos específicamente en tres modos que rara vez han sido considerados —por lo menos en occidente— desde el punto de vista de los estudios sobre el humor: la tipografía, el color y el diseño. Finalmente, intentaremos extraer algunas conclusiones que podrían ser útiles para futuras investigaciones sobre los Discursos Cómicos y Humorísticos. 2. SERIO O NO SERIO (¿ES ESA LA CUESTIÓN?). Uno de los aspectos más problemáticos en torno a las investigaciones sobre los fenómenos que atañen a la risa lo constituye la indeterminación léxica que parece ser característica del campo. Esta indeterminación se encuentra motiva por la interdisciplinariedad en la que ahondan todas aquellas aproximaciones, discursivas o no, que intentan dar cuenta de las particularidades del humor o lo cómico. Estos dos términos, por ejemplo, constituyen un capítulo aparte. Extensos tratados se abren a favor o en contra de tal disyunción, sin considerar la diferenciación entre el uso cotidiano de dichas nociones y su empleo con fines científicos. Tanto para el gran público como para muchos profesionales de la risa, la distinción no tiene el menor sentido. Así, se habla de “humor político”, de “humorismo”, de “humor gráfico” o de “humor absurdo” cuando según nuestro punto de vista sólo se podría hablar propiamente de “humor” en el último caso4. 4 Algo similar ocurre con el empleo del término “parodia”. Se dice frecuentemente que las historietas de Fontanarrosa o que las novelas y relatos de Arturo Cancela son paródicos, pero en el primer autor no se puede hablar de parodia estrictamente sino en sus primeras historietas y en el segundo no creemos que haya ningún ejemplo de parodia propiamente dicha. Signo y Seña 23 261 Delgado RESEÑA BIBLIOGRÁFICA Lo que importa en primer lugar es acuñar un término susceptible de agrupar los distintos fenómenos y aún otros que les aparecen asociados, bajo un denominador común. Bajo tal fin, hablaremos de lo irrisorio. Por irrisorio entendemos aquello que comparten en común géneros tan diversos como el chiste, la broma, el albur, la chanza, la parodia, pero también el discurso melancólico, la ironía, la injuria 5. No elegimos hablar de “lo reidero”, “lo risible” o sencillamente “la risa”, porque irrisorio no es meramente “lo que que hace reír”, ni se reconoce tan sólo por sus efectos, sino un modo particular de decir (o de actuar o de dibujar). Como hemos aclarado más arriba en nota al pie (ver nota 2), lo que caracterizaría a los discursos así llamados sería su desvío intencional de aquello que es considerado serio en un determinado contexto social. Así lo entiende William Hazlitt —crítico de Shakespeare y autor de unas Lectures of the comic writers— a quien Raskin (1985) cita al comienzo de su trabajo: “To understand or define the ludicrous, we must first know what the serious is” (Hazlitt 1907, 6)6. A pesar de lo obvio de la afirmación, muy pocos de entre aquellos investigadores que se han ocupado de la risa, parecen haberla tenido en cuenta. “Serio”, dice el Diccionario de la Real Academia Española, es lo que es “real, verdadero y sincero, sin engaño o burla, doblez o disimulo”, aquello que garantiza todo aquél que asegura hablar “en serio” en una conversación. Serio es, entonces, lo que excluye la ambigüedad, la polisemia, el equívoco, lo que otorga cierta estabilidad al sentido. La distinción 5 6 Esta agrupación no es arbitraria. Seguimos así una antiquísima tradición discursiva que parte del problema XXX del Pseudo-Aristóteles y llega hasta la actualidad, hasta trabajos como el de Jonathan Pollock, donde se afirma que “todo intento por comprender el fenó meno del humor debe tomar en consideración el de la melancolía” (Pollock 2002, 10). Si esta última es, al decir de Hugo, “la dicha de estar triste”, el otro podría quizás entenderse como “la pena que asoma tras toda dicha”. Aunque tales consideraciones parecen lejanas, no se podrían comprender de otro modo películas como The Darjeeling Limited (2007) de Wes Anderson o A serious man (2009) de los hermanos Cohen, entre otros filmes y textos humorísticos actuales, que no siendo en absoluto serios, tampoco pueden sencillamente clasificarse como cómicos sin más. A continuación afirma: “Now the serious is the habitual stress which the mind lays upon the expectation of a given order of events, following one another with a certain regularity and weight of interest attached to them. When this stress is increased beyond its usual pit ch of intensity, so as to overstrain the feelings by the violent opposition of good to bad, or of objects to our desires, it becomes the pathetic or tragical. The ludicrous, or comic, is the unexpected loosening or relaxing this stress below its usual pitch of intensity, by such an abrupt transposition of the order of our ideas, as taking the mind unawares, throws it off its guard, startles it into a lively sense of pleasure, and leaves no time nor inclination for painful reflections” (Hazlitt 1907, 6). De ello se deduce que “[t]he essence of the laughable then is the incongruous” (ver, al respecto, la nota siguiente). Signo y Seña 23 262 Delgado RESEÑA BIBLIOGRÁFICA serio/no serio7 pretende brindar una interpretación global de los fenómenos que atañen a la risa. Es un hecho que los hablantes organizan el modo en que utilizan los recursos semióticos en torno a este doble eje. Cuando se pregunta a una persona “¿estás hablando en serio?” o cuando se estima que un vestido es “poco serio” o se dice de una situación determinada “esto no me puede estar pasando en serio”; a lo que se alude es al incumplimiento de ciertas reglas que regulan lo que el hablante o el usuario pueden ponerse o decir en un momento o lugar determinado. El estatus de seriedad de algo es, por supuesto, absolutamente dinámico. Cambia con el contexto, con el período histórico, con la comunidad en la que el hablante o productor de un texto se desenvuelve. Si, como afirma van Leeuwen (2005, 48): “Social semiotics works not only with an inventory of past, present and possible future semiotic resources, but also with an inventory of different types of rules, taken up in different ways in different contexts”, la ruptura deliberada de tales reglas, apoyada además por ciertas marcas que son tradicionalmente reconocidas como irrisorias (que están en la historia de lo que es y no es irrisorio), sería lo que caracterizaría a todo discurso de tal índole. ¿Por qué habríamos de considerar el chiste de Mafalda de la figura 1 como irrisorio? ¿Qué hay en él, más allá del personaje, que pueda provocarnos, no ya la risa, pero sí la consideración humorística sobre el acontecimiento al que se alude (golpe militar del 29 de junio de 1966)? Es aquí cuando la perspectiva multimodal cobra fundamental importancia. No es necesario conocer previamente al personaje o a su autor. La tipografía, el tipo de encuadre, el estilo del dibujo y el color (es decir la ausencia de color en este caso, la abundancia del blanco que es característica de las tiras de humor gráfico), nos sitúan ya en el campo de lo que puede resultar gracioso. 7 La distinción serio/no serio, descansa, en última medida en lo que Attardo (1994) y Raskin (1985) denominan “teorías de la incongruencia”, de larga data en las teorías psicológicas y filosóficas del humor. Una definición típica es la siguiente: “The notion of congruity and incongruity refer to the relationships between components of an object, event, idea, social expectation, and so forth. When the arrangement of the constituent elements of an event is incompatible with the normal or expected pattern, the event is perceived as incongruous” (McGhee’s 1979, 6-7; citado en Attardo 2011, 136). Signo y Seña 23 263 Delgado RESEÑA BIBLIOGRÁFICA Figura 1: Mafalda y el golpe militar del 29 de junio de 1966. En lo que resta del trabajo nos ocuparemos de analizar cómo la distinción serio/no serio puede verificarse en diferentes modos semióticos. Aún queda por revisar la distinción entre cómico y humorístico a la que hemos aludido más arriba. Si damos por sentado que la comunicación irrisoria es un modo distinto de la comunicación seria, donde algunos principios que regulan esta última son voluntariamente suspendidos —como por ejemplo, los principios de cooperación de Grice (CP) (ver nota 1)—, queda por preguntarse qué sucede entonces con el componente comunicacional de tales discursos. Es posible encontrar una discusión al respecto en Attardo (1994, 271-292; 2011, 138-139), quien parte de la distinción de Raskin (1985) según el cual un chiste no solamente desobedece los CP sino que los viola explícitamente durante su transcurso: When the joke teller introduces a first script he/she deliberately misleads the hearer into believing that that script is central to the processing of the text, only to reveal again deliberately at the end of the text that the script was in fact incompatible with the one introduced by the script-switch trigger/disjunctor (Attardo 2011, 139). Esto implica que el componente comunicacional de la broma debe encon trarse implícito: Jokes communicate on the basis of the presuppositions that the text may have independently of its humorous nature, on the basis of metamessages (of the kind, “I think that it is an appropriate situation to be facetious”), or on the basis of the suppression of the incongruity (Attardo 2011, 139). Una discusión similar se plantea en Eco (1986), quien además afirma que si lo cómico viola los CP o cualquier otra regla, es sólo porque el ha blante la tiene interiorizada hasta tal punto que la considera inviolable: Signo y Seña 23 264 Delgado RESEÑA BIBLIOGRÁFICA Lo cómico [a diferencia de la tragedia] no tiene necesidad de reiterar la regla porque está seguro de que es conocida, aceptada e indiscutida y de que aún lo será más des pués de que la licencia cómica haya permitido —dentro de un determinado espacio y por máscara interpuesta— jugar a violarla (Eco 1986, 375). En el transcurso de nuestras investigaciones hemos intentado ir un poco más allá: lo cómico no sólo no resulta liberador con respecto al pre supuesto que parece desmentir, sino que incluso puede llegar a crearlo en un hablante que lo desconoce. Parafraseando el antiguo precepto de la Comedia del Arte, castigat ridendo mores, podríamos suponer que también ridendo creat mores. Ahora bien, Eco reconoce una instancia dentro de lo cómico que juega de manera diferente con las reglas. Una categoría que, aparentando reconocerlas, las pone en cuestión. Se trata del humorismo. En el humor “la descripción de la regla debería aparecer como una instancia, aunque oculta, de la enunciación” (Eco 1986, 376). Sorprendentemente —o no— la definición del humorismo de Eco se acerca a la de Freud: “El humor no es resignado, es opositor; no sólo significa el triunfo del yo, sino también el del principio del placer, capaz de afirmarse aquí a pesar de lo desfavo rable de las circunstancias reales” (Freud 1991, 158-159). Según Freud el humor consiste, al revés que lo cómico, en el reconocimiento de una catástrofe (anímica, cognoscitiva, intelectual, física) que afecta al Yo, frente a la cual éste no se doblega. Freud hace entrar al humor dentro de la gran serie de aquellos métodos que la vida anímica de los seres humanos ha desple gado a fin de sustraerse de la compulsión del padecimiento, una serie que se inicia con la neurosis y culmina en el delirio, y en la que se incluyen la embriaguez, el abandono de sí, el éxtasis (Freud 1991, 159). Pero a diferencia de los otros, el humor lo hace sin resignar “el terreno de la salud anímica”. Dos consideraciones pueden hacerse al respecto: en primer lugar, la posición diametralmente opuesta que le cabe al humor con respecto a lo cómico. En este último el sujeto aparece como victorioso frente a una regla de la cual se mofa, pero es tan sólo apariencia. En el fondo, como se ñala Eco, siempre se vuelve a la observancia. Lo incongruente de lo cómico, acaba por apuntalar la anormalidad, de la cual el cómico se separa (pero tan sólo por un momento). En el humor, el sujeto se muestra derrotado, pero una vez más, es sólo apariencia. La posición humorística le Signo y Seña 23 265 Delgado RESEÑA BIBLIOGRÁFICA asegura cierta grandeza que lo preserva de la derrota. No necesita, por lo tanto, restaurar un cierto “orden del mundo”. Al revés que en lo cómico, más bien hace notar que la incongruencia es la norma. La segunda consideración cabe tan sólo a lo que hemos llamado la práctica “profesional” del humor. Si en su uso cotidiano el humor nos resguarda de las pequeñas catástrofes del día a día —cometemos una torpeza y la hacemos notoria riéndonos de ella—, en este otro uso, se podría decir que, al revés, lo que se hace es explicitar la catástrofe, recreándola. Un buen ejemplo de ello lo constituyen las páginas de humor gráfico de Quino, a menudo vehículo de reflexiones cínicas sobre la condición del ciudadano de clase media. En un conocido chiste, por ejemplo, se ve un tablero de ajedrez, donde las piezas blancas representan obreros, amas de casa, trabajadores, mientras que las piezas negras, únicamente tres, representan hombres de negocio, sosteniendo cada uno un signo monetario. En el texto que acompaña al dibujo se lee: “Problema: juegan las ne gras y dan jaque mate cuando se les da la gana”. Por diversas razones que implican entre otras cosas a la historia del género y del autor, podemos afirmar que el enunciador se identifica con aquellos personajes representados por las piezas blancas, sometidos al arbitrario jaque mate de las entidades financieras. Es de esperar que sus potenciales lectores así lo hagan también. En la vida cotidiana, las catástrofes, por así decirlo, nos salen al encuentro. Lo que los humoristas hacen, al revés, es señalarlas haciéndolas explícitas. En otros casos, como en el dibujo de Steinberg de la figura 2, lo que se juega es otro tipo de “catástrofe”, de índole más bien intelectual, que im plica la imposibilidad de resolver en términos representacionales habituales aquello que se está viendo (del mismo modo que en los grabados de Escher). No podemos congeniar del todo la parte inferior con la parte su perior de la imagen. Pero tampoco podemos resolver la incongruencia cargando las tintas sobre algún significado potencialmente agresivo de la imagen. Lo que la imagen tiene de incongruente no se resuelve por ningún medio. Signo y Seña 23 266 Delgado RESEÑA BIBLIOGRÁFICA Figura 2: Incongruencia. Siendo entonces que el color, la voz, o cualquier otro medio semiótico, pueden adquirir un significado específico en un contexto social específico será nuestra hipótesis que podría establecerse entre ellos una distinción básica entre lo que es serio y lo que no lo es, de manera que el hablante o el productor de un texto podrían optar en función del género por determinado color o determinada tensión en la voz, de forma que en la interacción con otros modos semióticos el texto producido pueda ser considerado cómico o humorístico. Lo que es necesario tener en cuenta desde la perspectiva multimodal, es que dado que los recursos a los que el hablante echa mano para producir su discurso tienen una historia, algunos modos persistirán serios y otros serán percibidos como irrisorios en distintos momentos. Un caso concreto de esta situación se da en la moda: un vestido o un peinado que en una época era considerado correcto o adecuado, puede causar gracia algunos años más tarde. Y así como la música de una película romántica pasa posteriormente a identificarse, por contaminación, como “romántica”, la música de una película cómica será percibida asimismo como “cómica”. 3. LO CÓMICO Y EL HUMOR DESDE UNA PERSPECTIVA MULTIMODAL. Tomando como punto de partida la distinción básica entre lo serio y lo no serio, sería posible entonces ir más allá de los análisis tradicionales, monomodales, sobre los textos irrisorios, en los cuales el efecto estaba concentrado exclusivamente en los modos lingüístico y visual, por un lado, y en la efectivi dad del recurso, por otro. Es posible argumentar que la distinción Signo y Seña 23 267 Delgado RESEÑA BIBLIOGRÁFICA serio/no serio puede distinguirse en otros modos semióticos y no tan sólo en el lingüístico y visual. A continuación nos ocuparemos exclusivamente de la tipografía, el color y la composición, pero lo que ha de decirse aquí sobre estos, creemos que podría también aplicarse a otros modos como la voz, el gesto, el mo vimiento o incluso la arquitectura de un edificio. Debemos hacer énfasis en el hecho de que no nos proponemos establecer un inventario de recursos que serían irrisorios siempre, independientemente del contexto, sino simplemente resaltar el hecho de que una tipografía determinada en un determinado contexto social, o un uso particular del color o de la composición de la imagen, pueden dar por resultado un texto cómico o humorístico, más allá del tema o contenido representacional de ese texto. No hay “contenidos” que sean cómicos o humorísticos de por sí. Muchas veces no es lo lingüístico y ni siquiera lo visual lo que determina el significado humorístico de un texto. En los siguientes puntos nos ocuparemos de demostrarlo. 3.1. TIPOS GRÁFICOS. Hasta hace no más que unas décadas, el campo de la composición tipográfica descansaba fundamentalmente en la tradición del libro impreso, aun cuando se viera en la necesidad de lidiar con otros medios. Los límites entre tipografía, caligrafía e ilustración, se encontraban claramente demarcados. Así, según el autor del Thames and Hudson manual of typography: “When rope is coiled to form the word ‘Ship Ahoy’, or branches writhe into ‘Our Trees’ [...] that is illustration, not calligraphy” (citado en van Leeuwen 2005, 27). La tipografía no era considerada un medio semiótico en sí mismo: “lettering may help to express a feeling or a mood that is in harmony with the meaning of the words”, pero por lo general “lettering and calligraphy are abstract arts [...] What moves us is something formal, and, in the last resort, inexplicable” (citados en van Leeuwen 2005, 28). En el campo del comic y el humor gráfico, la tipografía estuvo desde el comienzo vinculada a la compleja relación entre dibujo y escritura, dado que, por lo general, era el ilustrador el que ponía las letras (lo cual las diferenciaba de los tipos impresos del medio soporte de la historieta). De allí que tradicionalmente se asociara a la historieta un tipo gráfico algo desprolijo, de líneas finas y desproporcionadas que se cruzaban unas a otras. Estos tipos son vinculados hoy en día al campo de lo no serio. Lo podemos observar en los siguientes ejemplos: Signo y Seña 23 268 Delgado RESEÑA BIBLIOGRÁFICA Figura 3: Tipo gráfico de historietas. Figura 4: Otro tipo gráfico de historietas. Aquí no hay incongruencia alguna. Lo que nos hace ingresar en el registro cómico es que es este tipo de escritura el que se emparenta con dicho registro, lo cual predispone adecuadamente al auditorio para el que se va a emitir el chiste. El tipo gráfico nos está indicando que hay chiste previamente a cualquier contenido lingüístico o visual de ese chiste. Incluso es posible reconocer a los autores de los ejemplos citados. Pero aun sin reconocerlos, y aun sin entender el chiste, podemos saber con qué tipo de comunicación estamos lidiando. Los ejemplos que siguen van en el sentido contrario. Lo que provoca el efecto cómico es, al revés, el contraste entre tipografías y el mensaje lingüístico que éstas expresan. Aquí sí hay incongruencia: Figura 5: Contraste en tipografía y mensaje. Podría argumentarse que el efecto se encuentra apoyado por el diseño que refuerza el reconocimiento de la marca y hace por lo tanto más evidente la incongruencia entre lo que dice y lo que debería decir, o en términos de la teoría general del humor verbal, la conjunción de dos isotopías diferentes. Signo y Seña 23 269 Delgado RESEÑA BIBLIOGRÁFICA Figura 6: Otro contraste. En ambos casos se trata de superponer un contexto institucional “serio” —reconocidas marcas multinacionales, lo cual implica, desde un punto de vista político, la inscripción en cierta autoridad— a las que se les hace decir algo que socava o invierte las relaciones de poder. En el primer caso, la superposición de “Coca Cola” y “Caca”, reforzada por el imperativo, que sugiere la presencia de un enunciador falso: es Coca-Cola quien nos ordena “comer caca”; en el segundo caso, la introducción del mensaje de legalización de la marihuana en la escenografía del packaging de una droga legal como es el tabaco —pero cuyos efectos han sido probados como más nocivos que los de la marihuana u otras drogas prohibidas— sugieren la inscripción de estos textos en la categoría de lo cómico como denuncia de un estado insatisfactorio de las cosas. Menos gracioso pero igualmente irrisorio es el ejemplo de la figura 7, que invierte los anteriores: aquí el campo semántico pregnante es el de la droga (a la que no se hace alusión por sus efectos psicotrópicos o estimu lantes, sino por sus consecuencias más funestas, la nariz sangrante, los dedos en la boca sugiriendo deseo). Es la tipografía, sin embargo, ya no tanto por su alusión directa a la marca, sino más bien por contraste, la que produce la incongruencia de la imagen. Una interpretación en términos de denuncia podría bien ser posible, pero creemos que en última instancia lo que prevalece es la incongruencia. En este sentido, desde el punto de vista de su diseño, las figuras 5 y 6 serían cómicas (dado que invierten los términos de la ley, burlándose de la autoridad citada, pero reconocen la ley en última instancia), mientras que la figura 7 sería humo- Signo y Seña 23 270 Delgado RESEÑA BIBLIOGRÁFICA rística (puesto que no apela finalmente al resguardo institucional que provee el diseño en los ejemplos anteriores y puesto que a su manera se burla de la muerte, catástrofe por excelencia de los sujetos). Figura 7: Incongruencia. Existe, por lo tanto, una cierta memoria discursiva tipográfica que permite asociaciones, entre cierto tipo de fuentes y las historietas y chistes de humor gráfico u otras asociaciones como las de marcas y empresas que, según cuál sea el contexto, pueden generar el efecto jocoso. Por otro lado, la ruptura de ciertas reglas implícitas sobre los tipos gráficos provocan cierto efecto irrisorio, entendido como no serio, que pueden orientar en ese sentido la lectura interpretativa de un texto. 3.2. COLOR. Si bien Kress, Leite-García y van Leeuwen (2000) asumen que todos los sistemas semióticos comportan las tres metafunciones, interpersonal, ideativa y textual, algunos modos parecen soportar mejor que otros esta tripartición. En el caso del color, podemos asumir que, al igual que en las tipografías, existen por una parte ciertas asociaciones que remiten a significaciones anteriores, de manera que el uso de ciertos colores adquiera de inmediato un sentido orientado hacia lo irrisorio y, por otro lado, que la utilización de ciertos colores en ciertos contextos puede percibirse como incongruente y por lo tanto dar lugar al extrañamiento propio de lo cómico. Cualquier cuadro de Roy Lichtenstein podría comprobar fácilmente la primer afirmación; una obra como Torquoise Marilyn de Andy Warhol, la segunda. Salvo que en ambos casos no se trata de obras cómicas o humo rísticas, porque el tratamiento del color aparece asociado a lo pop que es Signo y Seña 23 271 Delgado RESEÑA BIBLIOGRÁFICA el mismo campo semántico en que dichas obras se inscriben, no hay, por lo tanto incongruencia cómica o humorística. Un ejemplo como el de la figura 8 resulta quizás más adecuado: está claro que aquí sí están alternando simultáneamente dos campos semánticos: se supone que el tapizado de los asientos y las puertas de un automóvil han de llevar colores más o menos moderados y dentro de una misma gama; aquí, por el contrario, no sólo se trata de diferentes gamas, sino que los colores se presentan en un tono muy vivo. Es decir, lo que hace que podamos caracterizar este interior automovilístico como divertido, es no sólo el contraste con lo que se supone ha de encontrarse en un interior automovilístico, sino también el tono y los colores elegidos. Figura 8: Incongruencia. Según Kress y van Leeuwen (2002, 345), “colour is a semiotic resource like others: regular, with signs that are motivated in their constitution by the interests of the makers of the signs, and not at all arbitrary or anarchic”, y agregan: What makes a mode mode-like is its availability as a resource for making signs in a so cial–cultural group. What makes a grammar grammarlike is that it has characteristics that can be contravened. In other words, a group’s sense of the regularities of the resource allows it to recognize when these regularities have (not) been met. In older fashioned terms, we can say that we know that there is a grammar when we can recog nize an ungrammatical use of the resource (Krees y van Leeuwen 2002, 346). La pregunta que a nosotros nos interesa aquí es cómo los hablantes reconocemos que un determinado uso de un recurso no es “agramatical” sino “gracioso”. La respuesta depende exclusivamente del género en el interior del cual se desliza ese uso indebido: los hablantes reconocemos Signo y Seña 23 272 Delgado RESEÑA BIBLIOGRÁFICA que ese error se ha cometido intencionalmente y con un propósito determinado. Los colores utilizados en algunos chistes de Mordillo, por ejemplo, resultan ciertamente más adecuados que otros para la composición de imá genes cómicas o humorísticas. Sin embargo, por paradójico que parezca, lo que en el mundo contemporáneo resulta más indicativo de que se está en el terreno de lo irrisorio no es la presencia de determinados colores sino su ausencia. Lo que ha caracterizado el estilo de los humoristas en el siglo XX es su tendencia a resolver el dibujo con muy pocas líneas, lo cual deja al blanco de la página una presencia muy fuerte en la viñeta. Las figuras 1 y 2 (particularmente en la 2) son bien indicativas de esta tenden cia, que contrasta con el camino que ha seguido la historieta seria. En efecto, según su casi homónimo: Steinberg, especialmente, inaugura procedimientos que definen al humorista gráfico como alguien que juega, que no dice, que no sabe. Enunciativamente, en sus dibujos se produjo la caída del autor ideal, omnisciente como un narrador naturalista, de una ca ricatura diferente de la de Daumier: la caricatura política de partido del siglo XIX y so cial de comienzos de XX. Los dispositivos de esta nueva enunciación no realista, y más humorística que satírica, fundaron nuevas tradiciones en distintas regiones culturales y alimentaron en la argentina el elaborado humor tonto de Oski y parcialmente del de Landrú (Steimberg 2001, 113). A esta lista podríamos sumar a Copi y Fontanarrosa. Este último, en particular ha hecho de la experimentación con el blanco de la página uno de sus rasgos más característicos, transformando la línea de demarcación de la viñeta en parte complementaria del dibujo interior (de modo que no podría decirse que hay un “adentro” o un “afuera”). En un campo completamente opuesto, es justamente la abundancia del negro (de modo que la fórmula parecería ser más bien blanco sobre fondo negro que viceversa) lo que ha caracterizado el carácter opresivo y serio de las historietas de Alberto Breccia, Juan Giménez o de trabajos como los de Horacio Altuna y Carlos Trillo en Fierro, especialmente Ficcionario y El último recreo8. 8 El caso de Alberto Breccia, sin embargo, es especial. Si bien la abundancia del negro en al gunas de sus obras como El Eternauta de 1969, Richard Long o su adaptación de El corazón delator de Edgar Allan Poe, responden al análisis que hemos desarrollado, otros ejem plos como Buscavidas, con guiones de Carlos Trillo, van en una línea completamente opuesta. Buscavidas marca quizás el ingreso del Breccia ya maduro de los años setenta, en el terreno de la historieta humorística. Aquí el adjetivo se encuentra bien utilizado, porque Buscavidas nos presenta el caso paradigmático del humor más negro que se pueda concebir. Historietas posteriores como Drácula, Dracul, Vlad, Bah! o su adaptación de //274 Signo y Seña 23 273 Delgado RESEÑA BIBLIOGRÁFICA 3.3. COMPOSICIÓN. Utilizamos la palabra composición como una forma de diferenciarla del “diseño” que implica la orientación de todos los modos semióticos estratégicamente dispuestos en un texto multimodal y su inscripción en un género. La composición, en este caso, tal y como es analizada por van Leeuwen, se refiere exclusivamente a la manera en que los elementos visuales de un texto son dispuestos en el espacio: “Composition is about arranging elements —people, things, abstract shapes, etc.— in or on a semiotic space —for example, a page, a screen, a canvas, a shelf, a square, a city—” (van Leeuwen 2005, 198). De idéntica forma que con la tipografía y el color, creemos que puede determinarse una manera no seria de componer los elementos sobre la página. La ruptura de ciertas reglas implícitas, como por ejemplo el equilibrio en el espacio, las leyes de fondo y forma o el privilegio de ciertos elementos por sobre otros, de manera que lo que se supone más importante no se coloca en el centro o viceversa; pueden provocar el efecto deseado. La composición de lo que tradicionalmente se reconoce como el primer cómic de la historia, la serie Hogan’s Alley de Outcault, que aparecía en las páginas dominicales del New York World de Pulitzer (y luego en las del New York Journal de Hearst), cuyo personaje The Yellow Kid, un niño de rasgos orientales en cuya camiseta podían leerse sus “pensamientos”, presentaba ya una composición muy particular de las escenas. Como puede observarse en la figura 9, los distintos elementos son dispuestos en la hoja de manera “caótica”, todo sucede simultáneamente y aunque las líneas parecen confluir hacia el hombre que cae en el centro, no es esta caída necesariamente lo más importante en la imagen. De idéntico modo, no se podría decidir en qué sentido orientar la navegación en el dibujo: el ojo bien puede detenerse en el carro de la perrera que se incendia en el fondo, en el niño que cae de la terraza o en el chico amarillo que señala hacia la enardecida multitud. //273 Hansel y Gretel, siguen el camino de lo irrisorio incorporando el color. Signo y Seña 23 274 Delgado RESEÑA BIBLIOGRÁFICA Figura 9: De la serie Hogan´s Alley. Una composición similar es la que utilizaba ya William Hogarth en sus dibujos satíricos, como por ejemplo Gin Lane (1751) o yendo aún más lejos, pintores flamencos como Bruegel (en particular Juego de Niños, 1560) o Bosch (por ejemplo en El Jardín de las Delicias, ca.1480-1490), y es la que utilizan autores cómicos como Enrique Ventura y Miguel Ángel Nieto en el ejemplo de la figura 10. Figura 10: Composición “caótica”. Pero no sólo lo caótico puede provocar el efecto irrisorio. Por ejemplo, en muchos chistes de Mordillo lo que lo produce es, al revés, la regulari - Signo y Seña 23 275 Delgado RESEÑA BIBLIOGRÁFICA dad en la disposición de los elementos, una regularidad que es incon gruente con el motivo retratado (no sería incongruente si se tratara, por ejemplo, de una figura geométrica) 9. En estos dos últimos casos, aunque depende del modo visual (y aunque se apoya en el color, como hemos visto), el efecto irrisorio ha sido constituido casi exclusivamente en virtud de la composición. Al igual que en los modos semióticos analizados en los dos puntos anteriores, entonces, podemos verificar que existe un cierto modo de agrupar los elementos en el espacio que descansa en una tradi ción que lo hace pertenecer al dominio de lo risible (figuras 9 y 10), y por otro lado, que puede buscarse una manera de componer la imagen de forma que resulte incongruente, extraña a la mirada, y que, al estar inscripta en un determinado contexto, pueda dar lugar a la risa. 4. A MODO DE CONCLUSIONES. A partir de los ejemplos citados, creemos haber demostrado que la construcción del efecto irrisorio de un texto cómico o humorístico no descansa exclusivamente en lo lingüístico y lo visual, únicos modos semióticos que los investigadores habitualmente tienen en cuenta para el análisis de este tipo de discursos. Muy por el contrario, nos parece que aún en el caso más elemental de los chistes verbales, su mecanismo no puede ser adecuadamente comprendido sin prestar atención al ritmo, al tono de la voz o los gestos que se ponen en funcionamiento cuando se los cuenta. Aunque en este trabajo nos hemos limitado al campo del humor gráfico, creemos que es posible encontrar en modos no visuales los mismos patrones que en el color, la tipografía y el diseño hemos observado. Así, el ritmo y la tonalidad con que se ejecuta una música, la forma en que nos vestimos, la iluminación de un parque de diversiones o el modo en que disponemos los muebles en una habitación pueden ser catalogados como no serios y despertar en los destinatarios la sospecha de que allí se está diciendo algo más que lo que se dice. La sospecha, no siempre tranquili - 9 Tenemos aquí una muestra de lo que Bergson conjeturaba con respecto a lo cómico: si sólo lo humano se presta a la risa, esta surgiría, según él, cuando advertimos que lo humano se automatiza: “Dondequiera que hay repetición, dondequiera que hay semejanza completa, vislumbramos enseguida lo mecánico funcionando tras lo vivo” (Bergson 1991, 34). Esta definición no se choca con la que aquí hemos propuesto. Pues en efecto, ¿qué más incongruente con el orden habitual de las cosas que la repetición continua y automática de lo mismo? Signo y Seña 23 276 Delgado RESEÑA BIBLIOGRÁFICA zadora, de que alguien, al otro lado, quiere que veamos lo habitual bajo una órbita completamente nueva. BIBLIOGRAFÍA Attardo, Salvatore. 1994. Linguistic theories of humor. Nueva York: Mouton de Grouyter. ——. 2011. “Humor”. En Discursive pragmatics, editado por Jan Zienkowsky, Jan-Ola Östman y Jef Verschueren. Amsterdam, Philadelphia: John Benjamins Publishing Company. Bergson, Henry. 1991. La risa: Ensayo sobre el significado de lo cómico. Buenos Aires: Losada. Eco, Umberto. 1986. “Lo cómico y la regla”. En La estrategia de la ilusión. Barcelona: Lumen. Freud, Sigmund. 1990 [1905]. El chiste y su relación con lo inconsciente. En Obras completas, tomo VIII. Buenos Aires: Amorrortu. ——. 1991 [1927]. “El humor”. En Obras completas, tomo XXI. Buenos Aires: Amorrortu. Hazlitt, William. 1907. “On wit and humour”. En Lectures on the English comic writers. Londres: Oxford University Press. 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Signo y Seña 23 277 Delgado RESEÑA BIBLIOGRÁFICA Cristian Eduardo Palacios Conicet / Instituto de Lingüística, Facultad de Filosofía y Letras (UBA) [email protected] Trabajo recibido el 30 de julio de 2012 y aprobado el 1º de octubre de 2012. Signo y Seña 23 278 Delgado RESEÑA RESEÑA BIBLIOGRÁFICA BIBLIOGRÁFICA Alejandro Raiter y Julia Zullo (coordinadores), Esclavos de las palabras. Buenos Aires: Facultad de Filosofía y Letras, 2012. 216 páginas + CDROM. Esclavos de las palabras es fruto del trabajo de un equipo consolidado de investigadores, con una trayectoria de más de 15 años en el campo del análisis del discurso. Las representaciones sociales y sus relaciones con el discurso dominante nuclean la producción de este grupo de trabajo. Con una variada y sólida metodología, el análisis se despliega sobre una concreta selección de corpus, centrándose en principios teóricos diferenciados: los signos, sus significados y significantes cambian, y este movimiento marca una tensión y disputa en torno a su activación, producción, reproducción, circulación e imposición de variados sentidos y valores a cargo de diferentes grupos sociales que enuncian desde determinados lugares simbólicos a veces privilegiados. El libro se organiza en siete capítulos, los cuales perfilan una galaxia en el universo de las representaciones sociales que circulan en la Argentina contemporánea. Se propone abordar críticamente variadas materialidades textuales para evidenciar los procesos de naturalización de las representaciones sociales que le habitan. En palabras de los investigadores, su propuesta apunta a “[p]alpar el cambio allí donde casi es imperceptible y, al mismo tiempo, evidenciar continuidades allí donde todo parece haber cambiado” (Raiter y Zullo 2012, 10). En ese orden de ideas, nos encontramos con el capítulo 1, “Tus creencias y las de los medios”, de Alejandro Raiter. La reflexión teórica en que nos sitúa, surge de la necesidad de sistematizar, acotar y precisar las diferencias en torno a conceptos como ideología, sistema de creencias, lenguaje, representaciones sociales, sentido común y discurso dominante, los cuales servirán de eje en el devenir de los capítulos siguientes. Raiter centra su análisis en los llamados medios “alternativos”, para pasar a una Signo y Seña, número 23, junio de 2013, pp. 279-283 Facultad de Filosofía y Letras (UBA) http://revistas.filo.uba.ar/index.php/sys/index ISSN 2314-2189 Signo y Seña 23 279 Delgado RESEÑA BIBLIOGRÁFICA problematización de los mismos al especificar y determinar sus relaciones en tensión o convergencia con el discurso dominante. Para el capítulo 2, “¿Peligrosos o en peligro? Representaciones de los jóvenes en la publicidad”, Lucía Hellín, que considera la publicidad como una práctica discursiva orientada a la persuasión, nos presenta el análisis multimodal de dos spots publicitarios televisivos que promocionan un servicio de medicina prepaga. Su propuesta radica en indagar cómo son construidas y vehiculizadas diferenciadas representaciones sociales de los jóvenes, a través del estudio de modos semióticos verbales y no verba les empleados para transmitir mensajes. Al ser los jóvenes objeto de problematización y sujetos de intervención, Hellín muestra cómo la publicidad de este tipo de servicios produce, refuerza y hace circular determinadas clasificaciones en torno a qué es ser joven. Estas representaciones configuran un espacio-tiempo deseable y una población delimitada, los jóvenes, en un ámbito concreto, la salud. Como resultado, Hellín establece relaciones entre imagen-sonido, texto escrito y texto oral, las cuales como medios y recursos empleados en estos spots, asignan y naturalizan una serie de prácticas, roles y estilos sutilmente dibujados y cuyo punto de convergencia perfila una categoría social que parece autoevidente sin dejar margen de acción, opción o cambio por parte del usuario interpelado. De esta forma, “la secuencia vital está dada, y es tan natural como la llu via” (Hellín 2012, 63). Siguiendo el interés de Hellín al hacer de su objeto de estudio las representaciones sociales de los jóvenes, los capítulos 3, 4 y 5 direccionan su análisis a un tópico adicional, la educación, explorando la construcción de diferenciados lugares simbólicos. Desde variados corpora el análisis se extiende y despliega alrededor de tres tópicos incluidos en la Ley Nacional de Educación (26.206), de 2006. Es así como en el capítulo 3, “Eso no se dice, eso no se hace, eso no se toca: La educación formal de la sexualidad”, Gabriel Dvoskin dirige su análisis a uno de los apartados del manual para docentes del nivel secun dario, producido en el marco de la implementación de la Ley de Educa ción Sexual Integral. Su mirada crítica se orienta a determinar y verificar, en qué medida estas materialidades textuales configuran una ruptura o transformación en la valoración del signo ideológico “sexualidad”, o si por el contrario, mantienen el carácter tabú y la acentuación represiva con que carga este signo en el eje de referencias que impone el discurso dominante. Con este propósito, nos introduce en un primer momento a un Signo y Seña 23 280 Delgado RESEÑA BIBLIOGRÁFICA análisis desde el nivel sintáctico-semántico, para pasar, al nivel semántico textual y el estudio léxico. De esta forma, Dvoskin concluye, que el discurso de la Educación Sexual Integral retoma la acentuación y valoración negativa y represiva del signo “sexualidad” desplegado en el discurso dominante, al configurarlo en un campo semántico de miedos, problemas, dificultades, peligros y riesgos. La incorporación del tema en las aulas por lo tanto, aparece instruida como un nuevo mecanismo de los Aparatos Ideológicos del Estado para intervenir sobre el ámbito privado de los jóvenes, configurados como terceros discursivos, mas no como destinatarios directos, sujetándolos a un rol pasivo, en un espacio específico y privilegiado para la transmisión de contenidos ideológicos: la enseñanza en la escuela. Para el capítulo 4, “Enseñar el golpe: enunciadores, participantes y acontecimientos construidos para el aula”, Julia Zullo aborda el análisis de uno de los primeros materiales publicados sobre el golpe de Estado de 1976, orientado a los más jóvenes. Su propuesta radica en dar cuenta de los mecanismos discursivos desplegados en este tipo de textos inscritos en la “historia reciente” de la Argentina, los cuales explicitan determinadas posiciones de enunciación, y un sistema manifiesto de clasificación, valoración en diferenciadas temporalidades sobre específicos actores, acontecimientos y procesos ligados a la última dictadura militar. De esta forma, no solo nos introduce a la problematización del discurso pedagógico en su relación con otros géneros, sino que además, apuesta a evidenciar la dimensión ideológica que se despliega en estas materialidades textuales. Como resultado, Zullo observa una reconstrucción del pasado inscrita en formatos híbridos o inestables, cuyas series de enunciados se encuentran sujetos a reglas y recursos de recontextualización propios del discurso pedagógico. Dada la particular organización de los enunciados y las posiciones de enunciación develadas, la hibridez que presenta el texto lo liga tanto al discurso histórico como al político, prevaleciendo la descripción y explicación unívoca de los hechos de manera poco explícita y escasa, con débiles relaciones causales o espacio-temporales, pero con una fuerte valoración, que excede la simple selección o adaptación del texto al aula, configurando posiciones enunciativas siempre diferenciadas. Para el capítulo 5, “La Educación Intercultural Bilingüe: discursos sobre los otros y nosotros”, Virginia Unamuno y Alejandro Raiter exploran las representaciones sociales presentes sobre los pueblos originarios, los aborígenes, su lengua y el bilingüismo en la dirigencia política y en los Signo y Seña 23 281 Delgado RESEÑA BIBLIOGRÁFICA funcionarios del gobierno nacional y provincial relacionados a la implementación de la Educación Intercultural Bilingüe en el marco de la Ley Nacional de Educación. Al situar históricamente el cambio en la valoración del signo ideológico “indígena”, en la interacción discursiva cotidiana, institucional y legal y el consecuente cambio en las representaciones y referencias con que se acentúa este signo, conceptualizan y determinan los tópicos y valores del discurso políticamente correcto para marcar la tensión y convergencia inscrita con el discurso dominante, al operar en conjunción, esto es: mantener el statuo quo. En este proceso, los investigadores orientan su atención al uso de los tiempos verbales, encontrando en estos discursos un alto grado de presuposicionalidad discursiva. Estas sutiles tensiones entre lo dicho y lo no explicitado, son los lugares “opacos” a los cuales atienden, para evidenciar las problemáticas en torno no sólo a la implementación del programa sino a las representaciones manifiestas y circuladas por la Ley en este proceso, que impone en última instancia, en la disputa sígnica, el mundo de “los blancos”. De esta forma, el análisis en torno a qué se enseña y cómo se enseña a este Otro, el indí gena, en el marco de un reconocimiento de derecho, orienta la respuesta a dos ideas: la interculturalidad monodireccional y el bilingüismo exclusivo. Estas ideas configuran las prácticas concretas con las cuales se operativizan estos discursos y se anclan estas representaciones, delimitando la Educación Intercultural Bilingüe “como un problema político, una decisión política que muestra un cambio en las posiciones hegemónicas con respecto al idioma o lengua nacional vigentes” (Unamuno y Raiter 2012, 138). Sin salir del ámbito educativo, pero orientada al nivel universitario, Paula García en el capítulo 6, “Parecidos pero diferentes: el perfil del alumno universitario a través del discurso referido”, dedica su análisis al estudio de las representaciones vigentes en la práctica social “ir a la universidad”. Con este propósito, propone indagar el discurso de diferenciados actores que la práctica involucra, como vía de acceso a las valoracio nes que giran en torno a las instituciones y a las relaciones sociales que en ellas se establecen. De esta forma, despliega los resultados de una se rie de entrevistas sociolingüísticas a profesores del nivel superior cuyo tópico central será el perfil del estudiante universitario. De acuerdo a las estrategias desplegadas en estas situaciones enunciativas, nuclea su análisis en el discurso referido como estrategia, donde sus condiciones de aparición presentan una función diferente a la generalmente estudiada. Signo y Seña 23 282 Delgado RESEÑA BIBLIOGRÁFICA La descontextualización y recontextualización como operaciones constitutivas del discurso referido, serán desafiadas a la luz de los resultados, ha ciendo necesario describir operaciones particulares que el locutor realiza en el proceso de incorporación de voces ajenas a su discurso. La palabra citada en estos términos, configura en su uso, un reforzamiento de la verosimilitud de los enunciados en pro de una descripción más creíble del alumno universitario, y a su vez, despliega en sus indicaciones contextuales, un sistema de inferencias que deja la clasificación en manos del interlocutor. Como cierre del libro, Mariana Szretter, en el capítulo 7, “Yo cuento, vos narrás, él charla: acerca de los lugares y tiempos del hablante en las narrativas de experiencia personal”, abre el análisis a la manera en que las representaciones sociales establecen relaciones con otras que le preceden en la circulación, cambio, refuerzo y anclaje de nuevos significados. Su interés radica en identificar las estrategias con las cuales el discurso dominante instala determinadas representaciones y cómo los hablantes espontáneamente, reproducen y disputan estas representaciones. De esta manera, se orienta a un estudio y problematización de la defini ción clásica de la narrativa de experiencia personal (tomado de Labov 1967), apuntando a la rigidez con que ésta limita la comprensión de fenómenos emergentes propios de su corpus de estudio. Es así como dirige su mirada a una interpretación de la narrativa en el marco de una dimensión interaccional, repensando las relaciones temporales entre cláusulas y eventos narrados, y cuestionando la delimitación entre componentes diferenciados de la estructura interna. Szretter nos aporta una reformulación de la narrativa como objeto de estudio y en este gesto pone de relieve la interrelación clara de tiempos y sujetos, los cuales configuran en su carácter heterogéneo, objetivos, roles y estrategias particulares en la circulación y disputa de las representaciones sociales. De esta forma, el libro resulta de especial interés para la mayor parte de los especialistas en ciencias sociales, aquellos investigadores que encuentran sus respectivos objetos de estudio atravesados por el uso del lenguaje, en suma, para quienes más que describir textos, prefieren analizar discursos sociales. Alba Delgado Instituto de Lingüística [email protected] Signo y Seña 23 283 Zunino RESEÑA RESEÑA BIBLIOGRÁFICA BIBLIOGRÁFICA Barbara Malt y Phillip Wolff (editores), Words and the mind: How words capture human experience. Nueva York: Oxford University Press, 2010. 360 páginas. A la hora de seleccionar bibliografía especializada es frecuente encontrarse ante una disyuntiva ya clásica: hay lectores/investigadores que prefieren libros unitarios de autor (a través de los que pueden conocer, estudiar y profundizar el pensamiento o método de ese autor) y hay otros que, en cambio, observan mayores ventajas en compilaciones temáticas que contenga trabajos múltiples y, a veces, disímiles entre sí, pero que nos ofrecen un panorama más amplio sobre un mismo tema. Este último es el caso de Words and the mind: How words capture human experience, editado por Barbara Malt y Phillip Wolff. Esta publicación se ubica en un espacio multi e interdisciplinario que en los últimos diez años ha tenido un crecimiento notable: el objetivo de esta recopilación parece ser mostrar la articulación de estudios y propuestas teóricas provenientes de la filosofía del lenguaje y de la mente, de la psicología y la neuropsicología, de la lingüística (teórica y experimental) y de las neurociencias en general. El eje unificador de este libro, entonces, pasa por el objeto de estudio y no por los métodos o enfoques teóricos. Con este espíritu, en esta reseña trataremos de agrupar los trabajos más afines temáticamente y propondremos un recorrido desde las propuestas más generales a las más particulares. El tema central y organizador del libro es, expresado de modo amplio, la relación entre pensamiento y lenguaje: si bien la mayor parte de los trabajos se centran en el nivel léxico (respondiendo de modo estricto al título del libro), existen capítulos que tratan de discutir esta tendencia (de tradición filosófica más que lingüística) de reducir el lenguaje al léxico, sobre todo cuando se trata de estudiar la relación con el pensamiento. Aunque se encuentran algunos capítulos que ponen en cuestión esa idea, en la introducción queda clara una primera premisa que se mantendrá a lo largo de todo el libro: el lenguaje puede ser crucial para la cognición Signo y Seña, número 23, diciembre de 2013, pp. 284-291 Facultad de Filosofía y Letras (UBA) http://revistas.filo.uba.ar/index.php/sys/index ISSN 2314-2189 Signo y Seña 23 284 Zunino RESEÑA BIBLIOGRÁFICA humana, pero las unidades básicas de la cognición claramente no son palabras; esto implicaría que hay un mecanismo de pensamiento independiente del lenguaje. Esto es en sí mismo una toma de posición en relación a un larguísimo debate sobre la relación entre lenguaje y pensamiento, que para ser concisos podemos resumir aludiendo al debate universalistas vs. relativistas, aunque existen múltiples propuestas intermedias de estos dos grandes enfoques (Carruthers 1996, 2002; Gianella, González y Stigol 2008; Gopnik y Meltzoff 1997; Hirschfield y Gelman 2002; Jackendoff 1983, 1997; Sloman 2005, entre otros). Por supuesto, es necesario destacar que el estudio y análisis de la relación entre lenguaje y pensamiento se encuentra inmersa en un mapa de investigación más amplio aun: la arquitectura y los diversos sistemas de procesamiento cognitivos humanos. En este sentido, todos los trabajos se presentan como aportes, de novedad y alcance variable, a este objetivo de largo aliento. Los capítulos de Peter Gordon (“Worlds without words: Commensurability and causality in language, culture and cognition”) y de John Lucy (“Language structure, lexical meaning and cognition: Whorf and Vygotsky revisited”) son los que presentan una discusión más general y amplia sobre este temática. El primero se concentra en una cuestión clave para la temática general del libro, el problema de inconmensurabilidad: ¿la ausencia de palabras dentro de una determinada dimensión clausura la posesión de conceptos básicos dentro de ese dominio? Luego de una interesante discusión teórica que involucra revisiones y comentarios sobre distintas propuestas ya clásicas (Chomsky 1968, Kant 1781, Quine 1960, Sapir 1921, Whorf 1971, entre otros), el autor aborda el caso particular del “número” y los sistemas de conteo. A través de una serie de experimentos, Gordon argumenta que, a pesar de que la capacidad de estimar cantidades de entidades discretas (numerosidad) está preservada aun en ausencia de palabras o sistemas de conteo complejos, el caso del Piraha (lengua del Amazonas con sistema de conteo de tipo “uno-dos-muchos”) es un ejemplo claro de incomensurabilidad de sistemas cognitivos inter-culturales y que estas diferencias en los sistemas conceptuales de la dimensión numérica parecen estar directamente relacionadas con la diferencias lingüísticas. El autor sostiene exactamente que “el lenguaje es una herramienta que posibilita la cognición numérica” y sostiene que “las palabras son especiales en este sentido porque son simbólicas y arbitrarias por naturaleza”. El capítulo de John Lucy también propone una discusión teórica amplia y va más allá del nivel léxico estricto, considerando lenguaje, sobre todo, Signo y Seña 23 285 Zunino RESEÑA BIBLIOGRÁFICA en términos de estructura lingüística. Este autor está especialmente interesado por articular los enfoques clásicos de Whorf y Vygotsky para explicar algunas cuestiones de la relación lenguaje-pensamiento. Lucy sostiene que casi ninguno de los trabajos sobre la relación pensamiento-lenguaje analiza adecuadamente los factores estructurales del lenguaje y realiza un breve recorrido por algunos de los enfoques más conocidos, desde los estudios de palabra aislada hasta aquellos que notan alguna influencia de la estructura morfológica y gramatical del lenguaje pero que las consideran sólo en términos funcionales o las subordinan a otros factores. Para la discusión empírica, Lucy presenta una serie de experimentos que comparan la preferencia por la forma o por el material de los objetos en hablantes de inglés y yucateca, en tanto ambas lenguas tienen una tendencia opuesta a marcar lingüísticamente esas dos características de los objetos: los hablantes ingleses siguen el patrón de forma, mientras los de yucateca atienden al patrón de material de los objetos. El autor logra mostrar que existe un efecto del lenguaje en el manejo cognitivo de los objetos y en la preferencia por procesar diferencialmente forma vs. material, pero además, demuestra que el manejo de palabras aisladas no es suficiente para este tipo de efectos cognitivos, sino que se requiere un manejo estructural global de la lengua en cuestión. Con el objetivo de organizar esta reseña desde los trabajos más generales hacia los más particulares, debemos introducir ahora el primer capítulo del libro, “Reinventing the word”: si bien también involucra aspectos generales de la relación entre pensamiento y lenguaje, los aborda desde el caso particular del proceso de creación la lengua de señas nicaragüense. Ann Senghas se dedica especialmente a estudiar el pasaje del “gesto” a la “seña” lingüística propiamente dicha, o dicho de otro modo, el pasaje de un sistema analógico (continuo), icónico y holístico hacia un sistema propiamente lingüístico en tanto representacional simbólico, discreto, combinatorio y fuertemente arbitrario, que termina marcando con señas específicas elementos gramaticales y sintácticos, y no sólo los contenidos semánticos de palabras aisladas. Son tres los trabajos que se encargan de estudiar los procesos de categorización, lexicalización y aprendizaje de palabras nuevas. En el segundo capítulo, “Lexicalization patterns and the world-to-words mapping”, Barbara Malt et al. proponen que la proyección entre las palabras de una lengua y la experiencia del mundo no siempre responde a los mismos patrones ni se realiza con el mismo grado de consistencia. Luego de algunas consideraciones teóricas y empíricas, los autores sostienen una relación Signo y Seña 23 286 Zunino RESEÑA BIBLIOGRÁFICA débil entre pensamiento y lenguaje, que permite, según el dominio, tanto una influencia potente como una total desarticulación. Sin embargo, vale destacar el último apartado del capítulo, que pone a consideración una cuestión que requiere discusión: ¿por qué considerar el conocimiento no lingüístico del mundo en términos de “conceptos” entendidos como paquetes consistentes y cerrados de información y no en términos de componentes más pequeños y generales o rasgos? Y en esta línea, ¿por qué no revisar hasta qué punto las lenguas codifican y agrupan estos rasgos a fin de construir y expresar ideas/conceptos sobre el mundo? En el capítulo “Categories in mind and categories in language: Do classifier categories influence conceptual structures?”, Imai y Saalbach sostienen que es momento de ir más allá de la clásica dicotomía pro o anti Whorf para analizar y evaluar puntualmente ciertas tareas cognitivas y su relación con diferentes lenguas. En esta línea, presentan una serie de estudios en los que comparan inglés y alemán (lenguas con categorización gramatical de nombres) con chino y japonés (lenguas con un sistema de clasificación semiléxico) y analizan de qué modo influyen esas diferencias en la organización de la estructura conceptual de sus hablantes. La evaluación incluye distintos modos de categorización (taxonómico, temático y según el sistema clasificatorio de las lenguas orientales) y demuestran que dos de ellos (taxonómicos y clasificatorios lingüísticos/semánticos) dependen de (son influidas por) la lengua y la cultura, mientras el tercero (temático) resultaría universal y parece ser central para la organización de la estructura conceptual sin importar la lengua o la cultura particular. Eve Clark, en su trabajo “Learning a language the way it is: Conventionality and semantic domains”, se encarga de estudiar cómo los niños adquieren y aprenden a usar su lengua y, especialmente, de qué modo la lengua influye en la adquisición de nuevas palabras y su organización en diferentes dominios semánticos. Uno de los principales elementos a tener en cuenta para el aprendizaje de convenciones de uso durante la infancia parece ser la capacidad de atención conjunta (“joint attention”, también antecedente ontogenético de la capacidad de teoría de la mente o psicología folk en los humanos). Clark encuentra, además, que la tipología adulta es la guía o modelo que el niño utiliza para categorizar y organizar los do minios semánticos de las palabras nuevas, por lo que su contacto con los hablantes adultos sería primordial. Tres capítulos tratan sobre relaciones conceptuales: dos de ellos se ocupan relaciones conceptuales prolíficamente estudiadas como las rela- Signo y Seña 23 287 Zunino RESEÑA BIBLIOGRÁFICA ciones causales, espaciales y temporales, y el tercero se concentra específicamente en palabras relacionales. En “Force creation and possible causers across languages”, Wolff et al. plantean que la detección y/o interpretación de eventos o entidades como causas de otros eventos no es sólo una cuestión psicológica y filosófica, sino también lingüística. A lo largo del trabajo, los autores intentarán identificar las restricciones que imponen el inglés y otras lenguas para considerar una entidad como causa: pretenden mostrar cómo las expresiones causales revelan una interacción entre estructura gramatical y significado léxico, y de qué modo esa articulación puede proveer información sobre cómo se representa la causalidad en la mente. Un elemento interesante de los tres experimentos presentados en este estudio es que, además de tener en cuenta las características semánticas de la entidad entendida como causa (capacidad de generar energía y fuerza propia, por ejemplo), analiza en qué medida la capacidad (o no) de funcionar como argumento externo restringe las posibilidades de ser interpretado como causa de otro evento. Los autores concluyen que la conceptualización y expresión lingüística de la causalidad parece ser universal, pero existirían diversos modos de expresar esa relación y que esas diferencias estarían en estricta relación con la semántica léxica y con la estructura sintáctica de cada lengua. Bohnemeyer, en el capítulo “The language-specificity of conceptual structure: Path, fictive motion, and time relations”, analiza la representación de las relaciones espaciales y temporales (como derivadas de las primeras) y, más específicamente, la representación mental y lingüística de eventos de movimiento. La hipótesis principal es que, aunque la Estructura Conceptual (Jackendoff 1983, 1997) del espacio sería universal (y por lo tanto innata), no existiría una representación universal de los eventos de movimiento. El autor plantea, al menos, dos sistemas de representación: a) “semántica de trayecto” (como lo hace el inglés), y b) “semántica de cambio de estado” que representa el movimiento en términos de cambio de ubicación/estado en el espacio (como lo hace el yucateca). Hacia el final, propone una interesante hipótesis que requiere ser estudiada: un sistema de representación espacial universal (incluso compartido con primates) y una estructura conceptual como un soporte cognitivo (propiamente humano) que funcionaría para traducir o articular aquel sistema universal con el lenguaje, o mejor dicho, con la lengua en particular. En el capítulo “A world of relations: Relational words”, Parish-Morris et al. adoptan un enfoque propio de la psicología y psicolingüística del de- Signo y Seña 23 288 Zunino RESEÑA BIBLIOGRÁFICA sarrollo e intentan analizar cómo los niños aprenden palabras relacionales, sobre todo, a través del adecuado manejo de verbos y preposiciones. Se plantean, básicamente, dos hipótesis en competencia: la hipótesis de los prerrequisitos conceptuales y la hipótesis de la proyección (mapping). Luego del análisis de los resultados obtenidos en diversos estudios, los autores sostienen que la segunda hipótesis parece tener mayor respaldo que la primera. Son cuatro los capítulos que presentan estudios específicos dentro de un dominio semántico. En “Words for parts of the body”, Asifa Majid plantea que, si bien existen muchas propuestas que sostienen una partición “natural” y universal de las partes del cuerpo, esto puede resultar demasiado simplista y propone tres hipótesis que irá discutiendo: 1) todas las lenguas tienen una palabra para “cuerpo”; 2) todas las lenguas presentan un “nivel básico”: cabeza, torso, brazo y pierna; 3) todas las lenguas tendrán palabras para las partes “mínimas”: brazo, ante-brazo, mano, pierna, ante-pierna, pie. Si bien ninguna de estas hipótesis se comprueban en es tudios translingüísticos, sí existirían algunos principios o restricciones universales para la categorización de las partes del cuerpo y estaría guiados por la percepción (tanto externa como interna o propiocepción) de límites internos en el “todo” que representaría el cuerpo humano: las articulaciones. Esto es, si bien no todas las lenguas dividen en el mismo lími te (articulación), siempre lo hacen en algún límite perceptualmente detectable. Cliff Goddard, en su capítulo “Universals and variation in the lexicon of mental state concepts”, plantea que, si bien la mayoría del léxico sobre estados mentales varía considerablemente entre lenguas y culturas, los estudios empíricos translingüísticos demuestran que existe un grupo reducido de términos que parecen ser universales y básicos (primitivos) para el dominio, entre los que se encuentran, entre otros: pensar, sentir, desear y saber. Además de respaldar esta afirmación con evidencia empírica, el trabajo muestra diferencias interlingüísticas interesantes en subdominios específicos como verbos epistémicos (creer, dudar, suponer, etc.) o construcciones etno-psicológicas (mente, corazón, alma, espíritu, etc.). El capítulo “Language and thought: Which side are you on, anyway?”, a cargo de Regier et al., toma el dominio del color para dar cuenta de la más amplia discusión entre universalistas y relativistas, y sostiene la necesidad de articular ambas posturas eliminando visiones dicotómicas extremas. Puntualmente, los autores sostienen que existirían algunos ele- Signo y Seña 23 289 Zunino RESEÑA BIBLIOGRÁFICA mentos universales en la percepción de ciertos colores básicos y demuestran una hipótesis intermedia que llaman “Whorf en el hemicampo derecho” o influencia lateralizada: en varios experimentos se encuentra una influencia del lenguaje en la percepción de colores cuando estos son presentados en el hemicampo visual derecho y, por ende, procesados cognitivamente por el hemisferio izquierdo (que también procesa el lenguaje en casi todos los humanos diestros y el 70% de los zurdos). Por su parte, Roberson y Hanley, en “Relatively speaking: An account of the relationship between language and thought in the color domain”, también abordan el dominio del color, pero adoptan un enfoque explícitamente relativista (sostienen una fuerte influencia de la categorización lingüística de los colores durante la percepción y conceptualización de los mismos), aunque afirman que los últimos estudios empíricos muestran que habría dos sistemas que funcionan durante la percepción y conceptualización de los colores: sólo uno de ellos dependería del lenguaje. En último término, encontramos el capítulo “How words capture visual experience: The perspective from cognitive neroscience”, a cargo de David Kemmerer, el único que se concentra en estudios de neuroimagen y que adopta explícitamente el enfoque de la Cognición Encarnada y la Simulación (Embodied Cognition Framework and Simulation Framework). A lo largo del capítulo se presentan diversos estudios empíricos que muestran cómo los mismos sistemas neurales que son activados cuando alguna acción se lleva a cabo, se activan al recapitular verbalmente el evento o al observar un evento llevado adelante por otra persona. Esta “simulación” se daría también con estados mentales (incluso a través de la “percepción” de estados intencionales en otro ser humano) o percepciones de estados corporales ajenos. En este contexto, el lenguaje parecería tener un lugar subsidiario como “reflejo” o sistema “reactivador/simulador” de una operación cognitiva sensorio-motora más básica, sin embargo, el autor sostiene que no sería posible reducir el lenguaje a ese rol y que son necesarios nuevos estudios en el marco de la Cognición Encarnada para establecer su papel en la percepción y cognición humanas. Creemos que Words and the mind es un libro que reúne tres cuestiones importantes: buenas revisiones teóricas y empíricas de los problemas y enfoques clásicos sobre la relación entre pensamiento y lenguaje; estudios experimentales y resultados empíricos muy recientes sobre estos temas; y propuestas de investigación a futuro. Es, quizá, una combinación que no se encuentra con tanta frecuencia. Signo y Seña 23 290 Zunino RESEÑA BIBLIOGRÁFICA RECONOCIMIENTO Este trabajo es posible gracias al financiamiento del Programa de Becas Doctorales del Consejo Nacional de Ciencia y Técnica y al Proyecto UBACyT P216 (2011-2014) bajo la dirección del Dr. Aldo Ferreres. BIBLIOGRAFÍA Carruthers, Peter. 1996. Language, thought and consciousness: An essay in philosophical psychology. Cambridge: Cambridge University Press. ——. 2002. “The cognitive functions of language”. Behavioral and Brain Sciences 25: 657-726. Gianella, Alicia, María Cristina González y Nora Stigol, comp. 2008. Pensamiento, representaciones, conciencia. Buenos Aires: Alianza. Gopnik, Alison y Andrew N. Meltzoff. 1997. Words, thoughts and theories. Cambridge, MA: The MIT Press. Hirschfeld, Lawrence y Susan Gelman, comp. 2002. Cartografía de la mente: La especificidad de dominio en la cognición y en la cultura; vol. I: Orígenes, procesos y conceptos. Barcelona: Gedisa. Jackendoff, Ray. 1983. Semantics and cognition. Cambridge, MA: The MIT Press. ——. 1997. The architecture of the language faculty. Cambridge, MA: The MIT Press. Sloman, Steven. 2005. Causal models: How people think about the world and its alternatives. Nueva York: Oxford University Press. Gabriela Mariel Zunino Universidad de Buenos Aires [email protected] Signo y Seña 23 291