La Economía solidaria en Michoacán

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El estado de Michoacán se incorporó a la reactivación del trueque como medio de
intercambio de productos
La Economía Solidaria, una respuesta a los
graves problemas que atraviesa México
La Jornada Michoacán , 26 de enero de 2011
ÉRICK ALBA
Aunque por necesidad, algunos habitantes aledaños a la
Ciénega de Zacapu practicaban, hasta hace pocos años,
el sistema de trueque como el método comercial más
adecuado para ellos, pues quienes cosechaban cítricos y
pescado según las características de suelo y clima en
Zipiajo, Naranja de Tapia y Comanja, también debían
conseguir el maíz que brota mejor en Tiríndaro, sin
reparar mucho en que ese intercambio de frutos por
granos no solamente permite abaratar los costos como
compradores y distribuir más fácilmente sus mercancías como productores, sino que al
mismo tiempo refuerza un elemento que el capitalismo ya suprimió: la solidaridad como
base de la economía grupal.
A pesar de cierta lentitud, el estado de Michoacán inició el despertar de su propia
conciencia sobre las virtudes de la hoy llamada Economía Solidaria a través de un proceso
en el que el activismo de los particulares se adelantó por un buen número de años al
reaccionar de las instituciones, hasta definir propuestas concretas que van mucho más allá
del trueque.
Así, distintas organizaciones civiles diseñaron programas en los que el intercambio de un
producto por otro se mantiene como la base de la convivencia, para después rodear esa
actividad con la impartición de talleres de manualidades en los que se instruye a la
población en aprovechar los desechos de la vida cotidiana y convertirlos en distintos
enseres domésticos, además de ofrecer conocimientos en música popular y muestras
gastronómicas, como sucedió en la Gran Feria Alternativa desarrollada el 26 de diciembre
del año anterior en la comunidad de Arócutin, en la ribera del lago de Pátzcuaro.
Sin embargo, otras organizaciones observan en la Economía Solidaria una respuesta más
contundente a los graves problemas sociales que enfrenta México en la actualidad, pues
afirman que ese sistema comercial es capaz de enfrentar con éxito el fenómeno de la
pobreza, la corrupción, la migración forzada, la inseguridad social, la falta de educación, la
destrucción ecológica y la propagación de adicciones.
Según el presbítero Marcos Linares, asignado a la parroquia Sagrado Corazón de Jesús, en
Atacheo, y dirigente de la Asociación Michoacana de Promotores de la Empresa Social A.
C. (AMPES), la mejor mecánica que debe seguir el sistema comercial es bastante simple:
“que el que consume apoye al que produce”, algo que evidentemente no existe en el sistema
capitalista impuesto en México, lo que provoca el distanciamiento entre los sectores
sociales.
En una entrevista publicada por Carlos López Dzur sobre la concepción de Marcos Linares
en torno a la Economía Solidaria (www.economiasolidaria.org), el religioso señaló una
serie de paradojas visibles y dolorosas para la sociedad mexicana, como el caudal de
migrantes que cada año abandonan sus territorios en busca de mejores oportunidades de
vida, y que terminan mejorando la economía de naciones extrañas en lugar de la propia.
Ese fenómeno, aseguró Linares, se debe a una falta de acuerdos entre el productor y el
consumidor local, a lo que se une después la voracidad de los intermediarios: “ambos,
consumidores y productores, se necesitan mutuamente y lo que falta es que se organicen
como aliados, hagan ofertas y vendan, hagan sus propias comercializadoras y quiten de su
camino a los intermediarios, banqueros y empacadoras que se llevan la gran tajada de los
beneficios”.
Bajo ese esquema, Linares propuso al gobierno de Leonel Godoy Rangel la instauración de
una política que fomente la Economía Solidaria en Michoacán, sobre todo en las regiones
catalogadas como de Muy Alta Marginación, después de la experiencia que el propio
sacerdote vivió al organizar a los productores de 80 municipios michoacanos, por lo que
solicitó el diseño de un fondo monetario para capitalizar a nuevas empresas en el esquema
de cooperativas (La Jornada Michoacán, 28 de noviembre de 2010).
La respuesta del gobierno estatal michoacano se dio apenas unos días atrás, aunque no del
todo satisfactoria, pues el 21 de enero anterior el Instituto de Capacitación para el Trabajo
del Estado de Michoacán (ICATMI) informó que “a través de la Unidad de Gestión
Cooperativa y Organización para el Trabajo Asociado se trabaja para el desarrollo de
cooperativas de consumo en las comunidades del estado, mismas a las que se dará
capacitación organizativa”, sin que se hablara del fondo económico necesario para el
desarrollo de proyectos.
En ese contexto, la creación del fondo es necesaria para capitalizar a pequeñas empresas
locales, pues se debe redirigir el mercado y soportar económicamente ese proceso. Un
ejemplo es el del aguacate, el que aún teniendo a su centro de producción en Michoacán es
extremadamente costoso para los michoacanos, pues la inercia actual indica que el producto
se queda en manos de empresarios estadunidenses.
El paso siguiente es el de convertir a los productores en socios de una empresa colectiva, a
través de descuentos del “25 por ciento del salario para que adquieran hasta cinco acciones
de la sociedad; un máximo establecido para evitar monopolios o acumulación de tantas
acciones que desvirtúe el espíritu del proyecto. Lo ideal es incluir el máximo de socios para
distribuir más beneficios”.
Bajo ese esquema, explicó Marcos Linares, el posible contrarrestar “ocho males que
definen la realidad mexicana: pobreza (que afecta a 60 millones de compatriotas);
corrupción; migración que asola pueblos, separa familias y crea pueblos sin juventud,
pueblos fantasmas; inseguridad social, ocio, vicio y delitos; bajo nivel educativo;
destrucción ecológica; descomposición del tejido social; y mucha injusticia”.
Sin embargo, el éxito de la Economía Solidaria como instrumento de mejoría social no sólo
depende del apoyo económico del gobierno, sino del reconocimiento hacia una
responsabilidad compartida con la sociedad que hace necesario una modificación en la
postura individual de los ciudadanos, pues “lo primero es dejar el egoísmo. Pasar del Yo al
Nosotros; lo segundo, es pasar del Nosotros al Trabajo en Equipo; y la tercera cosa es pasar
del Trabajo en Equipo al Cooperativismo. Estas tres etapas constituyen la base de la
Economía Solidaria en la que la persona es privilegiada sobre el dinero y la ganancia,
tratándosele con equidad y justicia y haciéndola participar adecuadamente de la
distribución de la riqueza”.
En contraste, el sistema comercial que se desarrolla actualmente en México, tomado de
modelos económicos extranjeros y reforzado por el fenómeno de la globalización aún en
contra de las raíces culturales mexicanas, deriva en un sistema de apoyos a las micro y
pequeñas empresas “con créditos que no alcanzan para realmente conservar una actividad
productiva y que además fomentan la changarrización de la economía, pues promueve el
individualismo y la competencia entre ellos mismos, que a final de cuentas no logran los
niveles de competitividad suficientes para soportar la competencia con las cadenas y
empresas trasnacionales”.
Hasta el momento, el estado de Michoacán dio apenas los primeros pasos para profundizar
en la implantación de la Economía Solidaria como palanca para la mejoría social, a través
de la estrategia anunciada por el ICATMI y con el desarrollo de una Feria Regional de
Economía Solidaria, organizada por la Secretaría de Desarrollo Económico, la AMPES y el
Centro Empresarial para las Exportaciones (Cexporta), el pasado 2 de julio en el municipio
de Uruapan.
Pese a eso, aún es necesario retomar estrategias que ya están disponibles en México, como
la Declaración de Aguascalientes, un documento firmado en esa entidad y en el que “se
insta a todos los congresos locales del país a crear comisiones de fomento cooperativo y
promoción de la economía social y solidaria como estrategia para modificar el marco
jurídico que permita sustituir al actual modelo económico que no ha sido capaz de ofrecer
equidad y cohesión social en México”. Cabe destacar que el Congreso del Estado de
Michoacán es uno de los que no se sumó a esa propuesta y no cuenta con una comisión de
legisladores que desarrolle el tema.
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