En el mundo agrario, el «trabajo» que es elemento esencial de la

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III. LA PROYECCIÓN JURÍDICO-LABORAL DE LA EMPRESA AGRARIA:
CONCEPTOS BÁSICOS
En el mundo agrario, el «trabajo» que es elemento esencial de
la producción, base de la empresa agraria, puede prestarse de muy
diversas maneras: trabajo personal del empresario-cultivador directo; trabajo de sus familiares que con él conviven; trabajo de los
socios miembros de una cooperativa o de otras empresas que revistan la forma jurídica de sociedad (SAT, sociedades civiles, mercantiles...); o, en fin, trabajo dependiente y por cuenta ajena contratado
en régimen laboral a cambio de una retribución ejecutado por personas distintas del empresario agrícola y/o sus familiares.
En relación con el tipo de trabajo agrícola dependiente y por
cuenta ajena que sirve, en sus diferentes especies, desde el trabajo
del bracero al del técnico o director de empresa, al regular desenvolvimiento de la explotación agraria bajo vínculos estrictamente jurídico-laborales, no puede olvidarse que el reducido tamaño de buena
parte de nuestras explotaciones hace que los miembros de la familia
del agricultor constituyan en muchos casos el componente principal
y hasta exclusivo de la mano de obra invertida, y que, únicamente
cuando la empresa alcanza unas ciertas proporciones, adquiere importancia el trabajo contratado.
Se ha dicho, en efecto, que la participación relativa del trabajo
familiar y del trabajo asalariado guarda relación estrecha con el tamaño de la empresa agrícola, en el sentido de que al aumentar la superficie explotada disminuye la participación del primero y aumenta la del segundo. Inversamente, a medida que aumenta la
dimensión de la explotación mengua el coeficiente de intensidad
del factor trabajo, al tener que atender una misma persona una superficie dos o tres veces superior en las explotaciones grandes en relación con las de pequeña dimensión^l^.
Por último, y en general, la mayor o menor ocupación de mano
de obra por unidad de superficie cultivada está en función de diver111.
Cfr. M. MARTfN BLANCO y J. I. RAM6N TORRES, Ettruttura etouÓmira de la emprera
agraria, cit., PP. 88 y 8^.
116
sos factores, entre los que sobresalen, pot su especial incidencia, la
presión demográfica de la zona, el grado de envejecimiento de la
población, la distribución de la propiedad, el nivel de mecanización
alcanzado y el sistema u ordenación de los cultivos.
2. De cuanto se lleva dicho resulta que los perfiles de la empresa
agraria que interesan al Derecho Mercantil o, señaladamente, al Derecho Agrario, por un lado, y al Derecho del Trabajo, por otro, no
coinciden. Para aquéllos -lo mismo que para la Economía, el Derecho Fiscal, etc.-, es concebible la empresa como unidad productiva
organizada, sin presencia de trabajadores asalariados; lo cual no
acontece, obviamente, en el Derecho del Trabajo, que concede la
primacía al elemento personal (asalariado) sobre el económico, en su
consideración de la empresa.
Es por ello que, sin desmerecer en absoluto la importancia de
aquellos esfuerzos doctrinales que sitúan el centro de su investigación en la búsqueda de un concepto jurídico-unitario de la empresa
agraria, y asumiendo -por insoslayable- el dato de que la misma es,
antes que nada, una realidad socio-económica compleja, la cuestión
verdaderamente relevante para el estudioso del Derecho del Trabajo
en este tema no puede ser otra que la de intentar descubrir lo que la
empresa sea, también la empresa agraria, en su acepción
jurídico-laboral.
De esta diremos que la empresa es, desde el punto de vista estático y para el Derecho del Trabajo, la conjunción de dos elementos
personales: el empresario y los trabajadores; desde el punto de vista
dinámico, y para esta misma rama del Ordenamiento, la empresa
«laboral» surge de la coordinación de las relaciones jurídicas de trabajo existentes entre dichos elementos personales11z.
De lo anterior se extrae, en primer término, que no hay empresa
^n sentido jurídico-laboral- sin pluralidad de trabajadores113. En
11Z. A. MOMOYA MELGAR, «la empresa...», cit., p. 409; en La pág. 413 define jurídicamenre la empresa como «un conjunco organizado de rrabajadores, dirigidos por un empresario, por cuya cuenta prescan coordinadamenre sus servicios».
113- Cfr. en el mismo sencido G. BAY6ta Cancóri, «El concepco jurídico-laboral de empresa», cit., p. 279; y M. A[.oNSO OLEA, «la empresa desde el punco de visra social», rit., p.
6G.
117
efecto, puede darse el supuesto de un empresario agrícola en sentido
económico y ajustado a la caracterización que del mismo se postula
en el Derecho Agrario, en cuanto persona natural o jurídica que teniendo el uso y disfrute de la tierra y demás elementos materiales
organizados en la explotación lleva a cabo en nombre propio una actividad agrícola, pecuaria, forestal o mixta114, el cual, sin embargo,
no sea empleador por faltarle el requisito de organización del trabajo ajeno, es decir, porque se trate de un cultivador personal y directo que no contrata trabajadores asalariados. Pero también puede
darse el caso de empleadores agrícolas que, siendo titulares de una
explotación agraria, por nimia que sea la organización productiva a
cuyo frente se encuentran (empresa en sentido económico), no lo
sean de una empresa en el sentido que aquí se está analizando
-v.gr., el cultivador que durante la época de siembra o cosecha contrata a un trabajador para refuerzo del trabajo propio y/o del de sus
familiares en la finca-.
En este último supuesto, el agricultor-empresario aparece, de
un lado, como la persona natural o colectiva que organiza todos los
elementos constitutivos de la empresa agraria ^n sentido económico- y los dispone para la producción y distribución de los frutos
agrícolas, forestales y ganaderos, hacia el mercado; de otro lado, a
aquella titularidad económica se superpone su condición de sujetoparte en un contrato de trabajo singular, actuando como simple
acreedor del trabajo ajeno que bajo su dirección se presta, pero sin
que en ningún momento pueda hablarse de empresa «laboral».
En segundo término, la presencia de esta pluralidad de trabajadores hace que entre éstos y el empresario surjan una serie de relaciones jurídicas de carácter continuado, las cuales es preciso orientar
coordinadamente al regular desenvolvimiento del ciclo productivo.
3. Ahora bien, este peculiar entramado organizativo a que da
lugar la coordinación y ordenación de las relaciones plurales de trabajo sólo es patrimonio de las grandes y medianas empresas de producción.
114.
lló
Cfc A. BAU.AeíN MAxCiA[., Derecbo Agrario, cit., p. 253.
El régimen de trabajo asalariado es, en efecto, la derivación a
que lleva inevitablemente la gran empresa agraria. Mientras que el
mediano o gran empresario se ve precisado a realizar todas o buena
parte de las faenas valiéndose de trabajadores contratados, la pequeña empresa agraria presenta la particularidad de que su titular
(propietario, arrendatario...) realiza materialmente todas las operaciones de cultivo, pudiendo hacerlo en forma personal o auxiliado
por miembros de su familia que con él conviven bajo su dependencia económica, acudiendo sólo circunstancialmente y con valor residual al empleo de energía de trabajo extraña a la propia explotación115.
4. Por otro lado, la delimitación precisa de los conceptos (laborales) de «empresa», «centro de trabajo» y«unidad productiva autónoma», y, a ser po ^ ible, su correspondencia en el sector primario
con los conceptos (jurídico-agrarios) de «empresa agraria», «explotación», «hacienda» y«finca rústica», viene exigida a efectos de determinar adecuadamente el marco de aplicación de ciertas normas
laborales que toman como referente objetivo aquellas nociones: así,
a los efectos de aplicación del régimen jurídico previsto en el artículo 44 del ET para la sucesión de empresas, cuyo presupuesto habilitante es ptecisamente el que se haya producido un «cambio en la
titularidad de la empre.ra, centro de trabajo o unidad productiva autónoma
de la mi.rma...»116.
115. El tema de la pequeña empresa agraria ha sido objeco de atención por parte de la doctrina en general y también, consiguientemente, de la española. Refiriéndonos sólo a ésta, encre otros, pueden consulcarse los crabajos de: A. Coss^o, «EI concepto de pequeña empresa
agraria y la moderna legislación española», en ADC, 1955, pp. 727 y ss.; S. VEt.nsco, L^r emprera agraria, cic., pp. 972 y ss.; A. DE SOLDEV[Ltn, La emprua agraria (tu regulación jurídica),
cic, pp. 167 y ss.; A. LUNA $ERRANO, «Para una conscrucción de los concepcos básicos...»,
rit., pp. 77 y ss.
116. Ia distinción encre empresa y cencro de crabajo está también presence, por ejemplo,
en el an. 40. 1 del ET, que alude al traslado de crabajadores»a un centro de trabajo discinto de
la misma empreta...»; asimismo, en los ares. 62. 1 del ET («La representación de los trabajadores en la emprera o centro de trabajo...») y 63. 1 del ET («El Comité de Empresa es el órgano represencacivo (...) en la empresa o cencro de trabajo...»; en el arc. 77. 1 del ET («...los trabajadores de una misma emprera o centrn de trabajo cienen derecho a reunirse en asamblea»; en el
arc. 81 del ET, sobre provisión de locales a los representantes y cabbnes de anuncios; en fin, el
artículo 87. 1 del ET regula la legicimación para negociar en «los convenios de emprera o de
ámbito inferior (...) ».
119
La cuestión que ahora se trata reviste así una problemática y
complejidad especiales, toda vez que en el medio agrícola no siempre es fácil identificar la adscripción de los trabajadores a una concreta explotación o centro, de los varios que pueden integrar una
empresa, al no existir en muchos casos puestos de trabajo estables en
el sentido físico de la expresión, equiparables a los de la industria o
el sector servicios.
Lo primero que conviene decir es que la empresa agraria es una
realidad orgánica compleja que se convierte en centro de imputación de normas y relaciones jurídicas de muy diversa índole, fundamentalmente agrarias, pero también jurídico-laborales, individuales y colectivas, cuando la empresa alcanza unas ciertas dimensiones.
Por supuesto, que tales relaciones tienen un origen estrictamente
contractual (trabajo libre), desaparecidos en la Edad Contemporánea
los modos de producción de bienes y servicios montados sobre relaciones dominicales (esclavitud) y de status (servidumbre y adscripción de trabajadores a la gleba), que durante tantos siglos sirvieron
de soporte, sobre todo, a la gran producción de que podía hablarse
en aquellos tiempos, que era la producción agrícola.
Anejo al concepto de empresa agraria, utilizado igualmente en
su acepción jurídico-laboral, es el de «explotación» agrícola, forestal o pecuaria. La explotación sería la unidad técnico-productiva
primaria, con organización específica, mientras que la empresa es la
unidad económica superior, con lo que pueden ser varias las explotaciones constitutivas de una sola empresa, las cuales, si conectadas
funcionalmente, pueden tener diversas orientaciones técnico-económicas (cultivo de la tierra, cría de animales, silvicultura, o una combinación de las anteriores).
Entre los conceptos de «empresa» y«explotación» puede existir, por tanto, relación de identidud (empresas con una sola explotación) o de .ruperioridad/inferioridad, cuando la empresa -concepto mayor- engloba varias explotaciones -concepto menor-. Llegados a
este punto, la noción de «explotación» que aquí defendemos coincide con la caracterización general que el artículo 1°. 5 del ET efectúa del «centro de trabajo», considerado como la «unidad produc-
120
tiva con organización específica, que sea dada de alta, como tal, ante
la autoridad laboral»tt^.
^ A la noción de centro de trabajo es inherente la idea de organización específica, dentro de la organización general o global de la
empresa, lo que, en palabras del Tribunal Central de Trabajo, convierte a éste en una «unidad técnica de producción»118 y permite diferenciarlo del simple establecimiento o lugar de trabajo119. Como
criterio orientador puede servir el de informar la presencia de un
centro de trabajo agrícola cuando se esté ante una explotación perfectamente delimitada, tanto geográfica como administrativamente, con libro de matrícula y documento de identificación propios a efectos de cumplimiento por el empresario de sus
obligaciones en materia de Seguridad Social, con posible escalafón
expresivo de los trabajadores adscritos a la finca explotada, única o
entre varias explotaciones de la misma empresa.
La explotación agraria o, también, el centro de trabajo agrícola,
tienen por tanto su sede física en la finca rústica o, más concretamente, en la parcela, términos ambos equiparables a los de fábrica,
taller u oficina120.
117. EI art. 6° del Real Decreco-Ley 1(1986, de 14 de matzo, suprimió la autorización
previa a la apertura del cencro de trabajo y exige una comunicación, cuyos requisicos aparecen
regulados en la OM de 6 de mayo de 1988.
118. S. de 12 de noviembre de 1980 (Ar. 5754): la expresión «lugar de ctabajo» se refiere
al «sitio en que se trabaja», lo que la distingue del cencro de trabajo, que «denota la idea de
una unidad técnica de producción». Para una caracterización jurisptudencial más amplia del
concepto «centro de crabajo», vid. laz S. del TC'I', de 27 febrero 1987 (Ac 4597).
119. La cerminología «establecimiento agrícola» no es corrience en el Derecho español; sí,
en cambio, en la legislación iberoamericana. Vid. C. A. GoMES CHIAREllI, «O escablecimiento rural», en 3^ Congrero /beroamericano de Deruba de! Trabajo, cic., pp. 139 y ss.
120. Desde luego, esca que nosotros proponemos no es con mucho la única, ni quizás la
más frecuente, distribución de concepcos que pueda darse. Para L. E. de Ln VntA, «La Ordenanza...», cit., p. 157, la empresa agrícola, en sentido jurídico-laboral, no puede ser más que
la esfera de attividad organizada del empleador; por el conttario, el «establecimienco»o «explotación agrícola», debe configurarse como el soporte material , o el conjunto de bienes organizados por el empleador, distinto, pues, de la esfera de accividad organziada pot él en que
consiste la empresa. El auror equipara los concepcos de establecimienco y de explotación agrícola, y señala su equivalencia con ocros cérminos comunes en el Ordenamienco español, cales
como negocio, induscria, servicio, obra, expresivos codos de una unidad pacrimonial organizada en funcionamiento o en condiciones inmediatas de funcionac Distinco sería el concepco
de mera unidad producciva, coincidente con las realidades de la fábrica, el tallet, la faccoría, y
en el ámbico agrícola, bajo ciercas reservaz, la finca, o, mejor, la parcela.
1^1
De los conceptos de finca o fundo (in.rtrumentum fundi) se ha evolucionado al más moderno y completo de «hacienda», de la que se
ha dicho constituye la «la proyección patrimonial de la empresa
agraria»^Zt. Pero la naturaleza técnico-productiva del centro de trabajo o explotación transciende de estos componentes meramente
patrimoniales, y se aproxima más a la idea de hacienda «en funcionamiento», entendida como la realidad primaria y más simple que
sirve de soporte a la realización práctica de la actividad empresarial.
5. Por lo demás, la separación entre los conceptos de empresa,
explotación y finca rústica está también presente en la jurisprudencia. Así, el Tribunal Supremo (SOC.), en su sentencia de 8 de octubre de 1968 (Ar. 4190), tiene declarado que «la explotación agrícola no está constituida exclusivamente por la finca o fincas
colindantes o no entre sí que integran una unidad técnico-económica, sino también por los demás bienes y derechos necesarios para
la producción agrícola, forestal o ganadera»; asimismo, en su sentencia de 21 de diciembre de 1968 (Ar. 5922) mantiene la tesis de
que el concepto de explotación «no puede identificarse con el de
bnca, que es su asiento u objeto, sino con la actividad precisa para la
extracción de los productos de la tierra, así como los demás bienes y
derechos que constituyen el complejo técnico económico, agrícola,
forestal o ganadero•122.
Distinguiendo entre actividad empresarial agrícola y finca u
objeto sobre el que dicha actividad recae, la sentencia del Tribunal
Supremo (SOC.), de 15 de noviembre de 1968 (Ar. 4728), al resolver sobre la inclusión de un trabajador autónomo como sujeto proPor su parte, R. Tnntnt.tES, Ertructura económica de Etpaña, 16' ed., Madrid, 1985, pp. 61 y
62, ha propuesto definir la explotación cono «cualquier extensión de cerreno en una o más
parcelaz, aunque no sean contiguaz, pero que en su conjunto forman parte de la misma unidad técnico-económica, de la que se obtienen producciones agrícolas, forestales, ganaderas o
mixtas, bajo la dirección de un emptesatio e independientemente del régimen de cenencia».
Estableciendo un paralelismo con la induscria, la «parcela» sería para este aucor la «fábrica» o
«planta induscrial», y la «explotación» la «empresa», que puede tener una más plantaz industriales (parcelas), algunaz de las cuales pueden escar situadaz en « locales alquilados» (tierras tomadas en arrendamienco o aparcería).
1Z1.
A. LUNA SERRANO, «Para una construcción...», cit., p. 98.
122. Análogamence, la S. del TS/SOC., de 14 abril 1969 (Ac 1971).
122
tegido en el REASS, declaró que: «La palabra explotación, en su
acepción culta y vulgar, es acción y efecto de explotar, y una de las
significaciones de este verbo es la obtener la utilidad de un bien
(fundo, negocio, industria) susceptible de rendir un beneficio económico mediante la actividad (acción) del hombre encaminada a
este fin, por lo que en el orden jurídico se emplea el vocablo para
designar el complejo integrado por la actividad dirigida al rendimiento y el bien (objeto-base de la explotación) con los instrumentos necesarios y adscritos al efecto de su productividad, informado el
concepto unitario del complejo en la idea del fin perseguido(...)»;
luego, «la explotación agrícola debe ser entendida como una entidad económica cuya finalidad es la obtención de beneficios mediante el desarrollo de la actividad humana y el empleo o utilización
de bienes materiales o de equipo adscritos a ella, a fin de obtener y
mejorar la producción de una o más fincas rústicas que constituyen
el objeto de la explotación y le sirven de base»1^3.
En todos estos pronunciamientos, y en otros que pudieran aportarse, resalta la consideración estrictamente patrimonial de la finca
rústica y demás elementos a ella coligados, frente al carácter teleológico-funcional de la explotación, la cual viene a ser el complejo integrado por la armoniosa mixtura de la actividad dirigida a la finalidad de producción agraria y el objeto (finca, fundo) que concurre
instrumentalmente a dicha actividad^z4.
Con pretensiones asimismo delimitadoras, la sentencia del Tribunal Supremo (CONT.), de 27 de diciembre 1972 (Ar. 5321), razona en su Sexto Considerando lo siguiente: «la doctrina estima que
la Emprea^a agraria actualmente es una realidad en sentido sociológico, pero no en sentido jurídico, y considerándola como una persona jurídica en formación (sic), la define como la unidad de producción económica, constituida por el empresario y sus
123. S. del TS/SOC, de 9 marzo 1970 (Ac 1161).
124. En esre sencido, resulta sumamente ilustrativa la S. del TCT, de 14 abril 1977 (ar.
2059), que rextualmence afirma: «...el concepco legal y jurisprudencial de explocación agrícola ha de encenderse no en el sentido de unidad ropográfica y cacascral de cada finca, sino en
el conjunro armónico de las mismas que aunque puedan estar separadas geogr^camente responden a una unidad de incención y explocación...a.
123
colaboradores -personal y trabajadores-, así como por la tierra y demás elementos organizados mediante los cuales se ejercita a nombre
de aquél una actividad agrícola, ganadera, forestal o mixta; empre.rario, según el mismo sector doctrinal, es toda persona natural o jurídica que, teniendo el uso o disfrute de la tierra y demás elémentos
organizados en la explotación, lleva a cabo, en nombre propio, una
actividad de cultivo, pecuaria, forestal o mixta, y explotación agraria
es aquella unidad organizada según criterios técnico-económicos,
formada por la tierra, sus pertenencias y accesorios, mediante los
cuales el empresario ejercita en su propio nombre una actividad de
las mencionadas».
Por otra parte, la fijación de los criterios que permitan diferenciar el concepto de actividad agraria de explotación, de un lado, y
los objetos o bienes materiales que sirven instrumentalmente al
ejercicio de dicha actividad, de otro, reviste una especial interés a
los efectos de actualización del mecanismo jurídico de la subrogación empresarial. Como es sabido, el artículo 44 del ET dispone que
el cambio en la titularidad de la empresa -o, a menor escala, de un
centro de trabajo o de una unidad productiva autónoma- no extingue por sí mismo - es decir, necesariamente por el mero hecho del
cambio-, los contratos de trabajo que estuvieran vigentes con el
empresario cedente, quedando el nuevo empresario subrogado en
los derechos y obligaciones del anterior125. De dicho precepto se desprende que para que proceda aplicar el régimen jurídico de la subrogación ha de estarse ante un supuesto de transmisión efectiva de
la explotación empresarial a otro empresario, que prolongue la actividad negocial del anterior, y que la entidad económica cedida conserve su identidad (S. del TJCE, de 18 marzo 1986, As. Spijkers).
En la pasada década, varias resoluciones judiciales se han pronunciado con carácter específico sobre las difíciles cuestiones gene125. En la misma línea, la Direcciva del Consejo 77/187/CEE, de 14 de febrero de 1977,
sobre aproximación de las legislaciones de los Escados miembros relacivas al mantenimiento
de los derechos de los trabajadores en caso de traspasos de empresaz, de centros de accividad o
de partes de centros de accividad.
124
radas en torno a la sucesión en la titularidad de empresas agrarias.
Cabe hacer mención de las siguientes:
- Sentencia del Tribunal Central de Trabajo, de 17 de junio de
1986 (Ar. 4499). Antecedente.r de hecho: Habiéndose jubilado el empresario titular que explotaba una finca rústica de su propiedad , en
la que trabajaba como tractorista el actor, se le comunicó a éste la
extinción del contrato por tal causa, con posterior arrendamiento de
la finca a terceras personas que la cultivan directa y personalmente.
Opuesta por el trabajador recurrente la interpretación errónea
del artículo 44. 1 del ET 1980, así como la inaplicación del artículo
55. 3. 1 del mismo texto legal, en relación con el artículo 7°. 2 del
Código civil, el Tribunal desestima la pretensión formulada por entender que «el art. 44. 1 del E.rtatuto, al tratar de la .tuce.rión de empre.ra,
.re e.rtá refiriendo a la emprera, centro de trabajo o a una unidad productiva
autónoma de la mi.rma, erto e.r, a la explotación indu.rtrial, comercial o
agropecuaria que con.rtituye la actividad negocial o la empre.ra, y no a lo.r
biene.r materiale.r utilizador para .ru explotación»; «por tanto, si (...) el
empresario demandado, dedicado a la actividad agropecuaria (...) se
jubila (...), cesa en tal actividad y con ello se extinguen los contratos
de trabajo de los que trabajan en dicha actividad (...), de acuerdo
con lo prevenido en el art. 49. 7 del Estatuto» «Y no puede entender.re
que exi.rtan continuadore.r del negocio o.ruce.rión de empre.ra por el de.ctino ulterior dado ai.rladamente a cada uno de lo.r elemento.r o biene.r materiale.r que
con.rtituían la empre.ra, tale.r como maquinaria, tractoret y aparato.r agrícola.r, dado que la ruce.rión o cambio de titularidad .re produce en cuanto a la
explotación, no en cuanto a.ru.r elemento.r, por lo que extinguida aquélla, ni
la venta del tractor implica la ce.rión del tractori.rta, ni la del ganado la del
pa.rtor, ni e.r exigible, de otra parte, que la tierra quede para .riempre baldía,
por lo que el arrendamiento posterior de la finca a tercera.r pertona.r, que la
trabajan directamente .rin perronal contratado, como ocurre en le ca.ro pre.rente, no implica la .ruce.rión prevista en le art. 44 del E.rtatuto... ». Por
tanto, el instituto de la sucesión de empresa no opera en los casos
más frecuentes de compra-venta o adquisición por vía hereditaria de
parcelas o trozos de terreno de una misma explotación, toda vez que
se trata de simples elementos materiales que no bastan por sí mismos a llenar el concepto de actividad empresarial de cuya continui-
125
^
dad se trata, aparte la imposibilidad de consolidar en este tipo de
explotaciones la adscripción del personal asalariado a porciones ideales de la finca parcialmente transmitida.
- Sentencia del mismo Tribunal, de 28 de octubre de 1987 (Ar.
23334). Antecedente.r de hecho: Al fallecer el titular de la finca rústica
donde el trabajador venía prestando sus servicios como capataz, éste
continuó en la actividad hasta que nueve meses más tarde el albacea
testamentario le notificó el cese por extinción del contrato a la
muerte del empresario. Opuesta por el trabajador demanda por despido, ésta fue desestimada en la instancia, si bien se le reconoció la
indemnización de preaviso.
El TCT estima el recurso, en primer lugar, para completar la relación de hechos probados con la adición de las cláusulas testamentarias que imponen la continuidad de la explotación de la finca, particularmente las de los ordinales: séptima, que instituye a un
legatario condicional de, entre otros bienes, las fincas y explotaciones agrícolas de..., que constituían el centro de trabajo del actor; y
octava, que instituía heredero universal a una institución, corporación o asociación, persona jurídica a constituir, cuya misión y objeto
serían, tanto la conservación, explotación y estudio cinegéticos y
ecológicos de la finca, como, a más de cubrir los gastos y cargas de
la finca, de la institución y de su Consejo rector, realizar mejoras en
aquélla y dotar becas de estudios científicos y biológicos; atribuyéndose a dicha institución, a tal fin, como patrimonio, todo lo que recibiera a virtud de dicho testamento y., en su caso, en el acto de su
fundación.
En segundo lugar, como consecuencia de la renuncia del legado
a que más arriba se hizo referencia, el TCT concluye sobre esta realidad que «las fincas y explotaciones agrarias en que prestaba sus servicios el recurrente, se refundieron en la masa de la herencia (art.
888 del Código Civil), deferida a título universal a la institución
-de indudable naturaleza fundacional- denominada (...), con la particularidad de que no podía quedar constituida si simultáneamente
no asumía patrimonialmente y aceptaba la herencia, lo que queda
evidenciado por el hecho de haber sido instituida exclusivamente
126
para un fin y un destino concretos y específicos, cuya prosecución es
ineludible y siendo preciso para ello la existencia y explotación de
las fincas en cuestión; es decir que, o bien quedara constituida en su
día con esa carga -y por tanto con continuación de la relación laboral con el actor, en virtud de cuanto previene el art. 44 del Estatuto
de los Trabajadores-, o si no puede constituirse por cualquier motivo, será el heredero llamado legalmente, si es que por fin alguno
acepta la herencia, o en su caso, el Estado, último heredero legal,
quien se subrogará en la expresada relación laboral con la cualidad
de patrono, sin perjuicio de sus posibilidades -también con subrogación de la relación laboral por parte del adquirente- o, en el supuesto de que las fincas no allegaran recursos, de acudir, por los trámites del art. 51 del repetido Estatuto al imprescindible expediente
de regulación de empleo»; pero, en cualquier caso, «lo que indudablemente no podía hacerre era lo que llevó a cabo el albacea, comunicando al recurrente la no continuidad de la explotación a conrecuencia del fallecimiento
del cau.rante, pue.r ninguna facultad tenía para ello, al .rer únicamente la
heredera in.rtituida quien podía hacerlo, compitiendo por tanto a aquel ejecutor te.rtamentario únicamente la po.ribilidad de tran.tmi.rión ( en lo.r término.r dicho.r má.r arriba) por venta o de acudir al trámite admini.rtrativo anteriormente indicado, de acuerdo con lo.r término.r del art. 901 del Código
Civil».
- Sentencia del mismo Tribunal, de 18 de noviembre de 1987
(Ar. 25493). Antecedente.r de hecho: La empresa demandada por despido no adquirió el ganado que los recurrentes cuidaban por sucesión mortis causa o legado de la propietaria inicial, sino por donación que a favor de aquélla hizo la legataria de ésta última
(causante-legatario-donatario). Declarado por el Magistrado «a
quo» pronunciamiento absolutorio, los trabajadores denuncian en
vía de recurso violación por inaplicación de los arts. 5°, 8°. a) y 58°.
2 de la OGTC de 1 julio 1975 y de los arts. 43, 44 y 49. 11 del ET
1980, con el común argumento de su derecho a continuar en su
puesto de trabajo ya que la aducida extinción por muerte del empresario no existió al no darse la sucesión mortis causa antes aludida.
127
El TCT estima el recurso «pues si bien la efectiva legataria y
(co)demandada (...) rompió la vinculación laboral con los actores -a
los que estaba ligada por la aceptación del legado- al ceder el ganado o explotación en que prestaban servicios y aceptar éstos el pasar a depender exclusivamente de la nueva propietaria (...) de forma
tan contundentemente manifestada como durante seis meses percibir de ella sus salarios y estarle sometidos laboralmente, lo que hace
que en el momento del cese acordado por la nueva propietaria no
tuviese la condición de empresario que justificase la responsabilidad
exigida; no ocurre igual respecto a la (donataria) ya que si con el ganado recibió también a los pastores que lo cuidaban, categóricamente afirmó su personal contratación, les respetó sus antigiiedades
y salarios, se aprovechó de sus servicios y les abonó la contraprestación correspondiente, era ella quien ostentaba la condición de empresario -manifestada incluso al notificarles el cese adquirida por
un acto inter-vivos que la convirtió en titular de la explotación
donde se prestaba el trabajo, y que la responsabilizaba de las obligaciones de tal condición derivadas. Adquisición por acto inter vivos
(...) que hace de imposible aplicación el supuesto de extinción contractual del art. 49. 11 del Estatuto de los Trabajadores (...), ya que
la muerte de quien fue el legatario ^n realidad, instituyente del legado a favor de- la posterior donante no podía influir sobre un derecho adquirido a través del heredero o legatario de aquél, rompiéndose así el nexo de^causalidad, de tracto posesorio, en que el
precepto asienta su posibilidad de eficacia». Por consiguiente, el
Tribunal hace depender la efectividad de la subrogación, no tanto
de la consideración, que no prejuzga, del ganado como una unidad
productiva autónoma susceptible de desencadenar, por cambio de
propietario, la aplicación del art. 44 del ET, sino de la previa asunción voluntaria por el ulterior adquirente del bien de la posición de
empresario receptor de los servicios laborales de quienes hasta el
momento del cambio de titularidad se venían ocupando del mantenimiento y cuidado del ganado transmitido.
- Sentencia del mismo Tribunal, de 26 de abril de 1988 (Ar.
3021). Antecedente.r de hecho: El trabajador demandante en instancia
vino prestando sus servicios desde 1° de mayo de 1967 como tracto-
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rista a la titular de un grupo de nueve fincas rústicas, que fueron
vendidas en subasta pública el 25 de mayo de 1987, sin incluir aperos y maquinaria en la subasta. Los adjudicatarios tomaron posesión
de las fincas en julio y pasaron a trabajarlas con sus propias máquinas. El representantes de la anterior propietaria notificó al trabajador tractorista su cese, reclamando éste por despido.frente a aquélla
y los demás compradores, condenando Magistratura a la primera codemandada antes citada por el despido nulo por ella realizado, absolviendo a los otros codemandados, fundamentando su decisión en
la inaplicabilidad del art. 44 del ET en cuanto sólo se había transmitido uno de los elementos patrimoniales que integraban tan unidad, ya que no lo fueron las máquinas y herramientas.
El TCT estima el recurso planteado por el tutor de la condenada, y declara que la transmisión de la propiedad de la finca ha
dado lugar a la sucesión en la titularidad de la empresa, pues «el hecho de que no .re incluyeran en la venta dicha lo.r apero.r y maquinaria.r, de
valor muy inferior al del elemento principal de la explotación, integrada por
la.r finca.r que la con.rtituían, no puede impedir la aplicación del artículo
44. 1 del E.rtatuto de lo.r trabajadore.r y por analogía la del artículo 51.12
del propio cz^erpo legal pue.rto que lo.r biene.r vendida.r, dada .cu importancia
capital, han permitido continuar la actividad de la emprera...». En este
caso, la continuidad en la actividad de explotación, aunque no se
enajenaran los aperos y maquinaria, evidencia que el complejo técnico-económico transmitido (integrado por nueve fincas rústicas)
mantiene el suficiente grado de «identidad» para que actúe el instituto de la subrogación de los nuevos titulares empresariales, que se
posesionan en los derechos y obligaciones de la anterior propietaria,
lo que lleva al Tribunal a la absolución de.ésta y a condenar por despido nulo a los restantes cuatro codemandados (los nuevos empresarios), con las consecuencias legales previstas. Con todo, de los considerandos de la sentencia no se concluye suficientemente que los
nuevos adjudicatarios de las fincas las explotasen en régimen de sociedad, de condominio o, simplemente, como propietarios independientes, por lo que, de concurrir estas última circunstancia, la aplicación estricta del artículo 55. 4 del ET, en su versión de 1980,
obligando a la readmisión inmediata del trabajador despedido, y no
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desprendiéndose tampoco que el mismo estuviera adscrito a la explotación de ninguna de las nueve fincas en particular, habría llevado a la necesidad de un acto de reincorporación simultánea por
parte de los cuatro compradores; el cual, no obstante, podría haberse
conjurado en fase de ejecución procesal de sentencias, en aquella fecha, ex. arts. 208 y siguientes. de la LPL de 1980, mediante el
abono de una indemnización sustitutoria, de la que aquéllos responderían solidariamente con derecho a repercutirse sobre los demás en
la porción que corresponda, en cuantía igual a la del despido declarado improcedente, más salarios de tramitación.
-Sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Madrid (AL,
1989-3, Re£ 1233). Antecedente.r de hecho: Los trabajadores fueron
despedidos verbalmente de sus puestos de trabajo de tractoristas el
5 de julio de 1988, si bien posteriormente los entonces arrendatarios de las fincas en las que aquéllos laboraban, instaron expediente
de regulación de empleo para sus ceses, ya que habían sido desalojados judicialmente de los predios. Los despedidos opusieron demanda y la sentencia del Magistrado «a quo» declaró que los ceses
eran constitutivos de despido nulo, condenando a la propietaria de
las fincas a la readmisión y al abono de los salarios de tramitación.
El TSJ de Madrid estima el recurso presentado por la empresa
condenada para declarar, primero, que el objeto del arrendamiento
«lo constituía una explotación agraria con todos los elementos precisos a tal fin y no una simple finca rústica (...) sin los elementos
que puedan configurar una empresa», como pretendían los inquilinos codemandados; y, segundo, que el acto de los despidos fue realizado exclusivamente por los arrendatarios, sin intervención de la
propietaria de las fincas, que ni los había contratado ni el en el momento de producirse los ceses tenía la condición de empleadora, sin
que tampoco haya constancia de su negativa a la subsistencia de los
contratos de los trabajadores en la finca cuya reversión obtuvo por
desalojo de los ocupantes; máxime, cuando los despidos tuvieron lugar antes de que se produjera la presunta sucesión legal entre los codemandados (arrendatarios=propietaria), «por lo que si el vínculo
laboral ya estaba extinguido, no pudo aplicarse a la empresaria condenada el mecanismo jurídico contemplado en el art. 44 del Esta-
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tuto de los Trabajadores que sólo puede tener virtualidad cuando se
produzca una efectiva transmisión empresarial, pero vigentes los
vínculos laborales de los trabajadores afectados en el momento de
producirse la transmisión(...)». La doctrina aquilatada en la sentencia parece ser la de que, extinguido el arrendamiento rústico, resurge la titularidad propia e inicial del dueño, el cual asume, en
consecuencia, los trabajadores (que en ese momento lo sean) del
arrendatario, tanto los que el inquilino hubiera podido incorporar
ex novo a la explotación temporal de las fincas por él arrendadas,
como, en su caso, los que, habiendo ingresado originariamente en la
empresa por contrato celebrado con el titular dominical de las fincas
antes de producirse el arrendamiento, cambiaron después de empresario a virtud de la relación civil arrendaticia. Y esto último porque,
según razona la sentencia del TCT de 7 de julio de 1960, por referencia a un arrendamiento de industria, «es lógico y natural que, al
terminar la relación arrendaticia y recobrar la arrendadora el uso y
disfrute de la industria que temporalmente había cedido, recupere
también su condición (de) empresario, y, por tanto, los derechos y
obligaciones en relación con el personal»^zb.
De hecho, y pese a que la sentencia antes comentada parece sentar un criterio distinto, la tesis según la cual el arrendador-empresario que recupera plenos poderes dominicales sobre la finca o fincas
arrendadas sólo quedaría obligado a mantener aquellos trabajadores
que ya estuvieran empleados y trabajando para él en la explotación
en el momento de celebrarse el contrato de arrendamiento, es antigua en la jurisprudencia127. Ahora bien, tal planteamiento no puede
oscurecer la verdadera dimensión del problema, y es que el arrendador decida continuar explotando directamente la finca por él recu126. Fragmen[o reproducido por G. DIEGUEZ CUERVO, «La sucesión de empresa», en
AA.W., Comentariot a!at L.eyet /aborale7. E! Ettatuto de !ot Trabajadoret, dic por E. Borrajo
Dacruz, [. VIII, Madrid, 1988, p. 324.
127. En es[e sen[ido, la S. del TCT de 8 mayo 1967 (ibidem, p. 324), declarando que, si
para explorar un predio se con[ra[an [rabajadores, és[os no pueden pre[ender que el dueño de
la [ierra con[inúe, [ras la ex[inción del arrendamien[o, la ac[ividad para la que fueron empleados, pues no hay en[onces «cesión o[raspaso de la explo[ación agrícola que Ilevara (...) (el
arrenda[ario), síno simplemen[e una recuperación por par[e de la demandada de sus plenos
poderes dominicales sobre la finca».
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perada y cedida sin trabajadores, pues entonces, si necesita mano de
obra asalariada, es claro que procede el mecanismo de la subrogación contemplado en el artí^ulo 44 del ET; caso contrario, y aparte
la posibilidad de que se concierte un nuevo arrendamiento, defiriendo a un tercero la titularidad empresarial, podrá evitar los efectos de la subrogación instando autorización administrativa en expediente de regulación de empleo, acreditando debidamente su
propósito de no seguir con la actividad empresarial o, incluso, cabría admitir, de continuar en la misma a título de cultivador personal y directo, sin emplear trabajo ajeno.
6. Distinto de los conceptos de empresa y de explotación o centro de trabajo agrícola, pero sin limitarse a constituir una pura sede
física o material como son la finca o el establecimiento, es el concepto de «unidad productiva autónoma», que en la agricultura vendría representada, según creo, por cada una de las secciones u orientaciones técnico-económicas con organización específica que pueden
distinguirse en una explotación agraria compleja (p. ej., en una explotación con dedicación mixta agrícola-ganadera, el huerto, por un
lado, y la granja, por otro).
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CAPÍTULO SEGUNDO
La regulación del trabajo agrícola en el modelo
actual de relaciones laborales
La aprobación de la Constitución española de 1978 supuso el
derrumbamiento del edificio laboral anterior y la implantación de
las bases de un nuevo sistema de relaciones laborales, cuyo eje fundamental girará en torno a la potenciación de la autonomía colectiva y de los instrumentos que la posibilitan frente al intervencionismo estatal y frente a las limitaciones en materia sindical y de
conflictos colectivos.
Como quiera que los principales rasgos de la Constitución,
desde el punto de vista de su contenido y trascendencia en materia
laboral agraria, se estudian con algún detenimiento en el capítulo
siguiente, centraremos ahora nuestra atención en el análisis del tratamiento dispensado a las relaciones de trabajo en la agricultura en
el bloque legislativo pergeñado a partir, e inspirándose en los principios orientadores, de aquella norma fundamental. A1 fenómeno de
la negociación colectiva en la agricultura dedicamos un análisis pormenorizado en el Capítulo Cuarto.
1.
LAS RELACIONES LABORALES AGRARIAS EN EL ESTATUTO
DE LOS TRABAJADORES
La primera norma de desarrollo de los derechos fundamentales y
principios básicos reconocidos en el texto constitucional en materia
de relaciones de trabajo fue la Ley 8/1980, de 10 de marzo, del Estatuto de los Trabajadores.
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