El caso de la Zona Alameda

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Historia urbana, tipolog a
y arquitectura
El caso de la Zona Alameda
José Ángel Campos
Métodos y Sistemas
Este artículo relaciona la investigación histórica de un
sitio de la ciudad de México con la arquitectura existente
en ese lugar, considerando que la vida cotidiana se da
cobijada por las edificaciones que delimitan el espacio
público. Estos ejemplos de una arquitectura considerada
como menor no podemos aislarlos para su estudio y revaloración. Su presencia ha sido posible por las condiciones
que el desarrollo de la ciudad le plantea. Así, el contenido de este trabajo va de los antecedentes prehispánicos
de la zona conocida como Alameda, hasta su desarrollo
urbano de los últimos años; con una breve cita de esa arquitectura de patrimonio no monumental que aún puede
encontrarse ahí.
This article relates the historical research of location in
Mexico City regarding the existing architecture within
it, considering that everyday life is sheltered by the
edifications limiting the public space. Such examples of
an architecture considered to be minor, can’t be isolated
for its study and assessment. Its presence has been
plausible due to the conditions that the city development
sets forth. Therefore, the contents of this paper comprise
from the pre Hispanic background of the zone known as
“Alameda” to its urban development of the last years;
with a brief quotation of the that monumental patrimony
architecture which can still be found on site.
La manera en que la ciudad se desarrolla y
se transforma está definitivamente vinculada
con la producción arquitectónica. Una y otra
se entrelazan para influirse y determinarse mutuamente. La arquitectura materializa a la ciudad y la ciudad delimita las condiciones de la
arquitectura. Este es el sentido del trabajo que
hemos realizado en el área de la Alameda de
la ciudad de México con los objetivos tanto
de reunir algunos datos de su historia urbana
como de mostrar las calidades de una arquitectura que generalmente no es considerada en
los estudios de esta disciplina: la arquitectura
menor, la que envuelve la cotidianeidad de
los habitantes de un barrio, armando con su
presencia un entorno de fácil apropiación.
Aceptada esta idea se puede considerar ese contexto como parte del sentido de comunidad de
sus habitantes, y al reconocerlo como parte de
su identidad en una ciudad que en los tiempos
actuales de fragmenta cada vez más, obliga a
promover su preservación como patrimonio de
la ciudad.
Iniciaremos este documento con un recorrido histórico por las calles y plazas de este
barrio y luego de revisar algunas de sus transformaciones más importantes, expondremos
nuestras observaciones sobre ciertos ejemplos de la arquitectura del lugar para evidenciar esas calidades poco valoradas.
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Investigación y Diseño
ÉPOCA PREHISPÁNICA
Acabado de reparar su templo [...] y cegada
gran parte de la laguna [...] habló Huitzilopochtli: [...] ‘Dí a la congregación Mexicana que
se dividan los señores cada uno con sus parientes, amigos y allegados, en quatro barrios principales tomando en medio la casa que para mi
descanso habéis edificado, y cada parcialidad
edifique en su barrio a su voluntad’.
La zona que en los últimos estudios urbanos
del Centro Histórico de la ciudad de México se
conoce como Centro Alameda y tiene una historia que se remonta al tiempo del primer desarrollo de México Tenochtitlan. Se trata de un
proceso de seis siglos que marca de un modo
particular la condición que hoy mantiene este
lugar. Al momento en que llegan los aztecas al
valle en 1325 y se asientan en un pequeño islote dentro de la laguna que pertenecía al señorío
tecpaneca de Tezozómoc, nuestro sitio de trabajo no estaba incluido. En realidad el primitivo islote donde se funda la ciudad tendría la
extensión de unas cuantas manzanas alrededor
del actual Zócalo. Así, una vez ganado terreno
al lago y habiendo controlado las inundaciones
de agua salada, el Códice Ramírez cita:
Estas “parcialidades” son las que señala el
Códice Mendocino (figura 1).
Estos acontecimientos los podemos ubicar
alrededor de 1375, de tal modo que para 1521,
durante el reinado de Moctezuma II, la ciudad
incluía cuatro barrios más el barrio de Tlatelolco, comunicados con las riberas de la laguna
y sus pueblos por las calzadas de Tlacopan,
Iztapalapa, Xochimilco y la del Tepeyac. Dice
Sonia Lombardo1 “que Moyotlán era el sector
Figura 1. “La fundación de México Tenochtitlan”, Códice
Mendocino, Anónimo, ca. 1549.
Sonia Lombardo, Desarrollo urbano de México Tenochtitlán según fuentes históricas, ���� ���
���, Departamento de
Investigaciones Históricas, México, 1973.
1
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Investigación y Diseño
Figura 2. Reconstrucción ca. 1521, por
A. Caso Betancourt y Sonia Lombardo.
sur oeste de México Tenochtitlan y sus límites eran: por el norte, la calzada de Tacuba,
hoy Avenida Hidalgo y calle de Tacuba; y por
el oeste las calles de Tres Guerras o Iturbide”.
Tomando como base los trabajos y planos de
Antonio Alzate, 1789, Alfonso Caso, 1956,
Agustín Avila Méndez, 1974 y María Dolores
Morales, 1978, Andrés Lira elabora un plano
de barrios indígenas de la ciudad de México del
que nosotros hacemos una reconstrucción para
nuestra zona (figura 2), y donde observamos
que muestra gran similitud con el de Sonia
Lombardo elaborado en 1973.
Como podremos ver, la estructura general
de la zona mantiene en la actualidad algunos
rasgos de esta conformación original: el espacio abierto de lo que fue una plaza prehispánica, la definición de algunas calles que siguieron
la subdivisión del suelo de chinampas y la
dirección de algunas vías de agua o acequias,
además de la ubicación de algunas edificaciones coloniales que bien pudieron hacerse sobre
los restos de ciertos edificios importantes de
aquella época: templos, palacios o casas de caciques.
Uno de los aspectos al que no se ha dado
suficiente importancia es el ordenamiento urbano prehispánico, es decir, a la precisa definición de predios, calles, vías de agua, acequias,
puentes y demás elementos del espacio urbano
indígena. Un estudio cuidadoso que nos permite conocer este ordenamiento es el de Edward E. Calnek,2 pues este investigador llega
a sus conclusiones examinando los planos que
formaban parte de los archivos judiciales en
algunos litigios de tierras. Con dichos datos,
Calnek nos presenta una reconstrucción parcial de los distritos de chinampas, superpuesta
a un mapa moderno (casualmente, una parte
significativa de nuestra zona de estudio) (figura
3). De este modo, reafirmamos que en nuestra
zona de estudio permanecen, además de los espacios abiertos señalados y la localización
de edificios significativos, una traza definida aún antes de la colonización española.
Volviendo al recorrido histórico diremos
que una vez conquistada la ciudad de México
Tenochtitlan y establecida la primera traza
colonial que llegaba sólo a los límites oriente
de nuestra zona, los cuatro campa o divisiones
Edward E. Calnek, “Conjunto urbano y modelo residencial en Tenochtitlán”, en: Ensayos sobre el desarrollo urbano de
México. ��� ��������, núm. 143, Secretaría de Educación Pública, México, 1974.
2
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Figura 3. Reconstrucción parcial de los distritos
de chinampas, por Edward E. Calnek.
originales, perduraron en la ciudad colonial
como “parcialidades”, a las que correspondía
una jurisdicción religiosa. De tal modo, Moyotlán pasó a ser San Juan. Y si como dice Sonia
Lombardo3 “la Iglesia Católica continuó, de
manera general, la organización que existía desde la época prehispánica” es por ello que se han
conservado hasta nuestros días los lugares que
ocupaban los centros comunales de los campa.
Conviene aquí destacar una condición de
nuestra zona que de algún modo también va a
marcar su desarrollo. Tal como lo argumenta
Andrés Lira,4 Hernán Cortés (o Alonso García Bravo, que era su representante, geómetra
o persona versada en geometría y medición de
terrenos, y que había llegado al Nuevo Mundo
con la armada de Pedrarias Dávila) trazó la
capital de la Nueva España en los límites del
núcleo central, de tal modo que:
se consideraban propias del derecho común,
a los indios se les destinaban lugares y disposiciones especiales, propias para gente de
parcialidades.
Son, pues, dos personajes principales los
que halla Lira: la ciudad (española), por una
parte y las parcialidades de indios de México,
con sus pueblos y barrios, por otra.
ÉPOCA VIRREINAL
Definidas así las cosas desde la Conquista,
esta condición no se modifica sino hasta el
siglo XIX. Moyotlán pasa a ser parte de la parcialidad de San Juan y ahí se asientan diversas
instituciones virreinales: el Hospital Real y el
Colegio de San Juan de Letrán, que se registran ya en el plano de Juan Gómez de Transmonte de 1628. En esta imagen y en el biombo
pintado por Diego Correa de 1690 se pueden
observar algunos de los rasgos a que nos he-
los barrios indígenas se segregaron del centro
para dar sitio a los conquistadores y pobladores
españoles. A estos se referían disposiciones que
3
ibidem.
Andrés Lira, Comunidades indígenas frente a la ciudad de México, El Colegio de México, El Colegio de Michoacán, Conacyt,
México, 1983.
4
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mos referido: la acequia que va definir la calle
de, hoy, Artículo 123, y que se prolongará por
Venustiano Carranza y luego 16 de Septiembre hasta llegar al Zócalo; el Colegio de San
Juan de Letrán, el Hospital Real de los Indios
y el Convento de Monjas de San Juan de la
Penitencia; los “caños de San Juan” como
titula Diego Correa al arroyo que lleva agua
de Chapultepec al lugar donde luego se construirán los arcos del acueducto que rematarán
en el Salto del Agua. Pedro de Arrieta nos presenta una imagen similar en un enorme plano
de 1.95 x 1.60 metros, que se conserva en el
Museo Nacional de Historia y que “gracias a
haber sido elaborado por arquitectos en 1737,
hizo que se dibujaran los edificios importantes
con sus fachadas, así como la distribución de
patios y jardines en la forma como eran en realidad”, dice Sonia Lombardo5 (figura 4).
Un concepto importante que estuvo detrás
de la ordenación de nuestro lugar de trabajo
surgió en el siglo XIV y se concretaba en una
traza que definía la idea de dos repúblicas,
la de indios y la de españoles; Sin embargo,
esta traza se alteró desde muy temprano por
la relación intensa entre indígenas y españoles
y por el surgimiento de “una cada vez más
abundante e inquieta población mestiza”, dice
Andrés Lira.6
Un ordenamiento que reflejaba esta separación era la existencia hasta 1782 de curatos
y vicarías así como de parroquias de indios y
parroquias de españoles. En el plano de José
Antonio de Alzate y Ramírez de 1772 (figura 5) se ubica, el curato de San Joseph, que
corresponde a nuestra zona y que en un plano
anónimo de 1768 se especifica en su leyenda
principal como: “plano en que se comprende
el Curato de Indios intitulado de S.S. Joseph
situado en esta ciudad de México...”.
Volviendo al tema de la forma en que el sitio se estructura vale señalar que al inicio del
siglo XIX se presenta una condición diferente
que impactará la conformación urbana al mo-
Figura 4. Sección del plano de
Pedro de Arrieta, 1737.
Sonia Lombardo, Atlas Histórico de la Ciudad de México, Conaculta/����, Smufit Cartón y Papel de México, volúmenes I
y II, México, 1996.
5
6
Ibidem.
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Investigación y Diseño
mento de la promulgación del nuevo régimen
constitucional español de 1812 que dicta la
desaparición de la diferencia entre indios y
españoles dotando, a los primeros de todos sus
derechos, anulando la “protección a la que estaban sujetos”. Entre 1813 y 1814 se ordenó la
extinción de las repúblicas de indios para sustituirlas por ayuntamientos constitucionales,
sin embargo, los problemas que planteó este
régimen de igualdad no alcanzaron a resolverse en la práctica, pues dicha constitucionalidad
fue abolida por orden del virrey Félix María
Calleja en diciembre de 1814. Dice Andrés
pañola, un mundo aparte y bien complicado en
su interior”. De ahí la intención de prolongar el
orden, limpieza y libre circulación de la ciudad
española invadiendo las tierras indígenas, que
se muestra con amplia evidencia en los planos
de Ignacio Castera elaborados a partir de 1793
y cuyo título del primero dice claramente que
“Demuestra Su Centro Principal y Barrios, Formado Para Fixar El Termino De Estos y Establecer El Buen Orden De Su Limpia”.
En 1794 Castera presenta el que se ha considerado como el primer plano regulador de
la ciudad de México (así lo llamó Francisco
Figura 5. Sección del “Plano de la Ymperial
México con la nueva distribución de los
territorios Parroquiales…” de José
Antonio Alzate y Ramírez, 1772.
Lira7 que “al restablecerse en 1820 el orden
constitucional, (el de la Constitución de Cádiz) había ya una preparación mayor entre los
hombres que pregonaban la necesidad de implantar el nuevo orden de cosas”. Los vaivenes
de estas políticas se pueden ver reflejados en
diversos planos. Comenta María Dolores Morales8 que el escenario de los pueblos de indios
“representaba un orden coherente en cuanto
distinto y a veces opuesto al de la ciudad es7
de la Maza en su estudio de 1954 sobre este
autor) y de este modo el virrey, segundo conde
de Revillagigedo, al darse cuenta del obstáculo
que representaban los barrios para lograr implantar una ciudad circulacionista, como dice
María Dolores Morales, adopta la propuesta de
Castera (figura 6). Sin embargo, Sonia Lombardo también demuestra que estas ideas sobre
la nueva imagen de la ciudad “no surgían en
México de las necesidades populares sino fue
Ibidem.
María Dolores Morales, La Expansión de la Ciudad de México (1858-1910) en “Atlas de la Ciudad de México, Fascículo núm.
3”; ���/El Colegio de México; Plaza y Valdés; México, 1988.
8
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Investigación y Diseño
Figura 6. “Plano de la Ciudad de México para que con
arreglo a el nuevo alineamiento de calles…”
por Ignacio Castera, 1794.
una imposición ideológica favorable a los intereses económicos y políticos de la Metrópoli,
sin tomar en cuenta que en la Nueva España
era otra la realidad vigente”.9
La ciudad que realmente existía es levantada
por Diego García Conde en 1793 y al ser este
un Teniente Coronel de Dragones, registra con
precisión militar los ocho cuarteles, e incluye
listas que indican las calles y callejones de
cada uno de estos. Este plano es ejecutado con
calidad excepcional, pues estuvo a cargo del
director de grabado de la real Academia de San
Carlos, y constituye una obra maestra de cartografía (figuras 7 y 8).
Del plano de Castera cabe destacar el cuadrado que proyecta rodeando a la ciudad para
recolectar el agua que surten las acequias
del interior de la misma. En cada esquina del
cuadrado se proponen plazas y sólo se rompe
en su lado poniente (el norte del plano se ubica
a la izquierda) para incluir el convento de
San Diego, el Hospicio de Pobres y la cárcel
de la Acordada. También debe observarse
9
que queda fuera el Paseo Nuevo, o Paseo
de Bucareli, que había sido proyectado por
el mismo Castera, inaugurado en 1775. Este
paseo había significado un gasto considerable
en infraestructura para el gobierno de la ciudad y una confrontación importante con los
propietarios indígenas del ejido de la Candelaria
Atrampa, que ya antes habían rechazado la
implantación de un Jardín Botánico en ese
lugar (figura 9). Parece que el arreglo a que
llegaron los originales propietarios con el
virrey Revillagigedo, cerca de 1790, fue donar una parte de sus terrenos para construir
ahí la real Fábrica de Tabaco “por ser esta
una fuente importante de trabajo”, comenta
Sonia Lombardo10. Esto, aunado a las obras
que Castera propone para llevar adelante su
plan, permite suponer que la Fábrica de Tabaco actuó como un elemento que inició la
revaloración de nuestra área de estudio. Sin
embargo, la pertinencia del Plan de Castera y
la decisión con que abordó las diversas obras
de apertura de calles, limpieza de acequias,
Sonia Lombardo, La ciudadela. Ideología y estilo en la arquitectura del siglo ����, ����, México, 1980.
10
Ibidem.
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su sustitución y a Castera, que no alcanzara a
ver más materializaciones de sus propuestas.
Las transformaciones sin embargo continuaron
después de su muerte y puede decirse que hasta la mitad del siglo XIX obedecieron a su
proyecto.
Otras aperturas y ampliaciones realizadas
a partir del plano de Castera fueron las de la
Calle Ancha, hoy Luis Moya desde Arcos de
Belén hasta la calle del Sapo, el callejón de la
Chiquihuitera, hoy Buen Tono, la que permitiría comunicar el Colegio de las Vizcaínas con
la Fábrica de Tabaco, hoy Delicias y Márquez
Sterlig. Y ya en los límites al sur de nuestra
zona de estudio y de los planos de Castera, se
abrió en 1805 el callejón de Nava, hoy primer
tramo de Río de la Loza, para comunicar la
calzada de la Piedad, hoy Eje Central Lázaro
Cárdenas, con el callejón de Pajaritos, hoy
Doctor Valenzuela y que ahora prolonga la
calle López hacia el sur.
La importancia de Castera en el desarrollo
de la ciudad no se limita, por supuesto, a las
acciones de nuestra área de estudio pues tuvo
vinculación con obras que abarcan toda la
ciudad como: nivelación, ubicación de atar-
Figura 7. “A Plan of the City of Mexico
by Lt. Col. Count Don Diego García”, 1824.
empedrado, construcción de puentes, etcétera,
dejan ver claro que también tenía detrás una
visión empresarial, pues él mismo especuló
con los predios, invirtiendo su propio capital
para realizarlas, lo que le retribuyó ganancias
incalculables.
En 1798, siguiendo el Plan de Castera, se
prolongó la calle de Victoria al poniente para
llegar al Paseo de Bucareli, formándose las calles del Sapo y primera y segunda del Paseo
Nuevo y que al cruzar lo que será después
Balderas, amplía su sección como paseo arbolado, donde ahora se encuentra la avenida
Morelos, tal vez en recuerdo de que este prócer fue mantenido preso por Calleja en el
edificio de la Fábrica de Tabaco, convertido en
aquellos años en cuartel. La apertura de la calle
de Revillagigedo, que antes de la aprobación
del proyecto de Castera formaban dos tramos
rectos que iban de la Alameda hasta la calle de
Paseo Nuevo, es la que generó mayor disgusto
a los miembros del Ayuntamiento de la ciudad.
Ello le costó a Revillagigedo ser enjuiciado y
Figura 8. Superposición del Plano de Diego García Conde
sobre la traza actual.
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Figura 9. “Plano del terreno destinado
para Jardín Botánico”, Anónimo, 1789.
jeas, empedrados, banquetas, acueductos, cañerías, fuentes, caminos, calzadas, calles, paseos, puentes, y limpia en los cuatro puntos
cardinales y al exterior de los límites que
él había considerado en sus planos. Y para
nuestro caso, esta última actividad de Castera
resulta importante pues en la zona se ubicaban
múltiples basureros menores y tiraderos, mismos que tratarán de ser eliminados a través de
sus propuestas.
de San Juan de la Penitencia, de las plazuelas de las Vizcaínas, el Tecpan y otras calles, lo
que además llevó a ampliar el callejón de San
Antonio, hoy Ernesto Pugibet. En el mismo
año se propone el barrio de Nuevo México,
limitado por las calles de Nuevo México, hoy
Artículo 123, San Juan, hoy Eje Central, Salto
del Agua y Bucareli (figura 10) (lo que llevaría
a regular lo que aún permanecía en aquellos
años del barrio indígena).
En 1853 se alineó la primera calle de Revillagigedo en su esquina con Calvario (hoy Av.
Juárez). En el mismo año se regularizó la plaza
SIGLO XIX
Una vez que se logró la independencia de
México, las nuevas autoridades continuaron
usando el plano citado, al menos hasta la mitad
del siglo XIX. Entre 1821, año de la consumación de la Independencia, y 1855, se producen
diversas acciones.
En 1831 se realiza la apertura de la calle
de Escondida (hoy Ayuntamiento) desde San
Juan (hoy Eje Central Lázaro Cárdenas) hasta
la Plaza de San Juan, comunicando la parroquia de San José.
En 1848 se inicia la construcción del Mercado de San Juan en la plaza, luego llamado
de Iturbide (representado en una litografía de
Casimiro Castro de 1850) para reunir en un
sólo lugar los puestos del convento de monjas
Figura 10. Superposición del “Croquis del Barrio de
Nuevo México, situado al S.O. de la Ciudad”
por Cayetano Basave, 1848, sobre la traza actual.
53
Investigación y Diseño
de las corporaciones civiles y eclesiásticas.
Una consecuencia inicial es la apertura del callejón de Dolores para comunicar con la calle de
San Juan de Letrán (hoy Eje Central) que implicó afectar el Colegio de San Juan de Letrán y
el antiguo Hospital Real. El proceso de transformación de nuestra área parece detenerse en
la segunda mitad del siglo XIX. Los agitados
acontecimientos nacionales parecen ejercer su
influencia para esta situación: la instauración
del Imperio y las luchas entre conservadores y
liberales luego de la restauración de la República, hasta la llegada de Porfirio Díaz al poder.
Sin embargo, su larga gestión dictatorial no
tuvo impacto directo en el sitio pues con su
gobierno más bien se propició el crecimiento
de la ciudad hacia las periferias: la fundación
de colonias como la Santa María, la de los
Arquitectos, la Guerrero, Morelos, la Limantour, la San Rafael, la de la Teja, la Juárez, la
Roma, la Hidalgo y otras. Ello va a traer como
consecuencia que la ocupación de los predios
y calles abiertas en nuestra zona sea sumamente lenta o francamente se detenga en algunos
puntos, abandonando algunas de las acciones
emprendidas (figura 12).
Figura 11. Plano de la Colonia Francesa, AHCM,
rescatado por Regina Hernández Franyuti.
de San Juan y las calles que la rodeaban y se
abrieron las nuevas calles de una colonia denominada Francesa del Paseo Nuevo (figura 11).
Como puede entenderse, esta serie de acciones tuvieron como límite los muros de los
edificios religiosos, sus jardines y huertos. Por
ello resulta muy importante para la zona la
declaración de desamortización de los bienes
Figura 12. Superposición del plano
“Memoria municipal de 1901. Plano de
la Ciudad de México…” por Ignacio de la
Barra, sobre la traza actual.
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Investigación y Diseño
Figura 13. “Plano de la ampliación de las calles de San Juan de Letrán…Hoja 1”, Arq. Carlos Contreras, 1933. Figura.
SIGLO XX
la ciudad representado por un Jefe del Departamento del Distrito Federal, lo que perduró
hasta 1997. El ejercicio de este poder puede
verse aún reflejado en nuestra zona en diferentes aspectos. En estos años, 1930-32, se inicia
la promulgación de planes económicos que
intentarán la modernización del país. Al final
de la gestión del General Abelardo Rodríguez
en 1934, se estructura el primer Plan Sexenal
que será la base de la campaña presidencial del
general Lázaro Cárdenas. Así, en 1933 se promulga la primera Ley de Planificación y Zonificación del Distrito Federal y de ahí derivan
los primeros “planos reguladores” con el fin de
“activar a la ciudad y prepararla para recibir a
la industria”, dice Gerardo G. Sánchez Ruiz.11
Cabe destacar la autoría del arquitecto Carlos Contreras en estos planes, que influirán
incluso hasta los años sesenta y tendrán una
consecuencia sustancial en nuestra zona al llevarse a cabo la ampliación de las calles de
San Juan de Letrán y 1ª y 2ª de Niño Perdido,
para formar hoy Eje Central Lázaro Cárdenas, desde Avenida Juárez hasta Dr. Liceaga,
Para explicar estos fenómenos hay que pensar
que por una parte la apertura de colonias encauzará el poblamiento hacia la periferia de la
antigua ciudad, propiciando incluso el abandono de esta por las familias de mayores recursos;
pero estos movimientos migratorios hay que
confrontarlos con la situación política del país.
La Revolución Mexicana había modificado, al
menos temporalmente, la estructura social que
existía y generado una nueva clase que pronto
se expresará en nuevas y diferentes aspiraciones.
Y además, una nueva forma de gobierno establecerá nuevas políticas como ejercicio de su
poder. Sin que debamos dejar de considerar la
situación internacional que, como recordamos,
fue sumamente conflictiva en la segunda década del siglo XX.
Refiriéndonos expresamente a la forma de
gobierno hay que anotar que en 1928 se eliminó el Ayuntamiento Constitucional de México,
para iniciar lo que se llamó la Regencia, es
decir, el Presidente de la República gobierna
Figura 14. “Trazo de las calles de López entre Juárez y Victoria”, Departamento del Distrito Federal, 1934.
Gerardo G. Sánchez Ruiz, La ciudad de México en el periodo de las regencias, 1929-1997. Universidad Autónoma
Metropolitana, Gobierno del Distrito Federal, México 1999.
11
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Investigación y Diseño
y la apertura de las calles de Dolores y López
en 1934. Además de la ampliación de Río de
la Loza en 1940 (figuras 13, y 14). Esto, como
veremos más adelante, detonará una arquitectura que tiene como rasgo más importante su
coherencia dentro del nuevo entorno generado
por las obras de modernización urbana que se
realizaron en este tiempo.
Los objetivos de estas acciones fueron la
redistribución de actividades para propiciar
la ampliación comercial del Centro hacia esta
zona y la mejoría del sistema circulatorio
para permitir el intercambio con la periferia.
La consecuencia de ello en nuestra zona
implica la aparición de nuevas tipologías y
nuevos usos del suelo, sobre todo en las lotificaciones generadas al demoler los antiguos
edificios sobre San Juan de Letrán y sobre la
calle de López, lo cual revisaremos al final de
este artículo. En 1940 se decreta el segundo
Plan Sexenal, que para nuestro caso deriva en
un “Proyecto de Planificación para la Zona
Centro” que se aprueba con muchas críticas
en 1950 y del que muy poco se lleva a cabo.
El “proyectazo”, como se le denominó, sólo se
concretó posteriormente en la ampliación del
Paseo de la Reforma hasta Peralvillo, “por
fortuna para los restos de la ciudad colonial y
para los habitantes de la ciudad” dice Gerardo Sánchez Ruiz.12
A partir de ese periodo y hasta 1966 toma a
su cargo la ciudad el llamado “regente de hierro”, Ernesto P. Uruchurtu, quien poca consulta
realizó con los organismos que coordinaban la
planeación de la ciudad. Una acción inicial de
su gobierno fue la ampliación de Av. Arcos de
Belén donde luego se ubicaría el nuevo edificio
del Registro Civil en la década siguiente. Un
“Plan de Regeneración del Barrio del México
Viejo” expuso José Iturriaga en 1964 y si bien
no fructificó, sí generó una vuelta a contemplar
el valor del centro de la ciudad.
Posteriormente a este se lleva a cabo una
obra que sí impactará en nuestra zona: en 1969
se inaugura la línea 1 del Metro, ubicando dos
estaciones en el área: “Balderas” y “Salto del
Figura 15. La Avenida Constitución (calle
Dolores) en el Proyecto de Renovación y
Revitalización Urbana del Núcleo de la Ciudad
de México, 1970. INV.
12
Idem.
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Investigación y Diseño
Agua” con su correspondiente equipamiento,
mobiliario y edificios que aprovechan los terrenos expropiados para la estación. A causa de
la necesidad de desviar el tránsito vehicular
que iba por Av. Chapultepec, donde se hacen
las excavaciones del túnel del Metro, se amplía definitivamente la Av. Dr. Río de la Loza
para ligarla con Av. Fray Servando, demoliendo
las construcciones que todavía impedían dicha
acción.
Una iniciativa que siguió a aquel “Plan de
Regeneración” que citamos, fue presentada en
1970 por el Instituto Nacional de la Vivienda,
con acciones de gran impulso alrededor de un
primer anillo y un eje al que se le denominaría
Constitución, el cual pasaría por la calle Dolores al lado poniente del Palacio de Bellas Artes
y entrando en nuestra zona, formando un segundo anillo exterior (figura 15), según lo ha
rescatado Gerardo Sánchez en su estudio.13
A partir de 1976, con el gobierno de José
López Portillo y la regencia de Carlos Hank
González, se propone la refuncionalización
del Centro Histórico y de la ciudad en su conjunto. Para ventaja de los promotores de este
plan, en 1976 se produce a unos metros del
Zócalo y la Catedral Metropolitana el fortuito
hallazgo de la escultura monumental conocida
como la Coyolxauhqui, lo que lleva a las obras
arqueológicas y de remodelación del área llamada del Templo Mayor y a la formación de
un nuevo Consejo del Centro Histórico de la
Ciudad de México.
El Programa de recuperación y restauración
no incluyó en sus limites a nuestra zona, sin
embargo, el traslado de múltiples actividades
que se localizaban en el primer perímetro de dicho Centro Histórico, estableció nuevas condiciones para el segundo, aunque la medida
que más lo impactó y que formó parte de estos
objetivos de refuncionalización de la ciudad
13
fue el Proyecto de los Ejes Viales en 1978; una
idea que varias veces había sido planteada y
aplazada hasta esa fecha.
A partir de esas obras es claro que los papeles que desempeñaba nuestra zona serán
modificados induciendo actividades selectas,
más cercanas al comercio y los servicios, que
a la vivienda, y ello sin considerar la transformación del intercambio y vinculación de
habitantes y población flotante de nuestra zona.
Esto último propiciará la emigración de los más
antiguos pobladores y el deterioro de los espacios de habitación.
ÚLTIMOS AÑOS
Un acontecimiento trascendental se produjo
dramáticamente: los sismos de septiembre de
1985 afectaron gran cantidad de edificaciones
antiguas y recientes, modificando sustancial-
Figura 16. Una de las propuestas del Proyecto Alameda, 1998.
Idem.
57
Investigación y Diseño
inicia en 1998 lo que será el nuevo Hotel del
Prado (hoy Hotel Sheraton), que corresponde
al muchas veces aplazado Proyecto Alameda,
origen de múltiples desacuerdos y fuertes polémicas (figura 16).
Con el programa “Échame una manita” de
rescate del perímetro “A” del Centro Histórico se estableció la prohibición de que hubiera
vendedores ambulantes en esa área, cuya consecuencia ha sido su desplazamiento hacia nuestra zona, en la que aún permanecen, no sólo
alrededor de las estaciones del metro sino en
muchos puntos más, condición que ha ido en
aumento dada la crítica situación de nuestra
economía actual.
Figura 17.
ARQUITECTURAS
mente un sector fundamental del sitio. Las
manzanas delimitadas entre Avenida Juárez,
Bucareli, Independencia y el Eje Central Lázaro Cárdenas, no serán más lo que fueron hasta
antes de esta contingencia.
En la ultima década del siglo XX, la construcción de la línea 8 del metro inaugurada en
1994 tendrá cierto impacto en los limites de
nuestra zona: se regenera el Eje Central Lázaro Cárdenas modificando banquetas, arbolado, paradas de autobuses, puestos periódicos,
anuncios y mobiliario urbano, además de la
construcción de salidas de usuarios, un edificio
de oficinas en la estación San Juan de Letrán, y
los túneles de transferencia de la estación Salto del Agua. En el mismo periodo se produce
la remodelación de la banqueta sur de Avenida
Juárez, dándole un ancho considerable buscando establecer algunos puntos de permanencia
de peatones; se instalaron bancas, arbolado y
mobiliario, tratando de paliar la aridez de esta
área por haberse detenido casi toda acción de
demolición de los edificios dañados por los
sismos, y que permanecían en pie y abandonados, y porque de los nuevos proyectos sólo se
Finalmente, revisaremos algunos ejemplos de
la arquitectura de esta zona, que como ya mencionamos, tienen una calidad que es preciso
reconocer. No se trata de obras paradigmáticas
Figuras 17 y 18. Edificios en la esquina de López y Artículo 123
Fotografías de 2001.
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Investigación y Diseño
Figura 19. Plano actual de la zona, con los
edificios de patrimonio no monumental.
de vanguardia cuyas aportaciones hubieran
trascendido los planteamientos de su tiempo,
sino más bien obras modestas de patrimonio
no monumental, como les llamó Marina Waisman14 y que en su conjunto adquieren un
alto valor para la zona, más en el sentido
de su vitalidad que en sentido museístico,
como comúnmente se ha entendido al patrimonio arquitectónico.
Siguiendo las líneas de discusión al respecto, como lo abordado en el simposio “Valoración e inventario de la arquitectura contextual
no monumental” realizado en Bogotá en 1991,
mostraremos con algunos ejemplos que la arquitectura que alcanza la condición de identidad
para los habitantes de una zona es aquella que
más que proponerse grandes aportaciones disciplinarias lleva adelante un trabajo inteligente y de manejo sólido de oficio, relacionando
una acción con otra al respetar las condiciones
tipológicas que establece el sitio.
Estas condiciones en nuestra área se crearon
a partir de la ampliación de la calle Dolores y de
la apertura de la calle López. Ambas calles co-
rren paralelas de norte a sur y entre ellas quedaron terrenos que fueron propicios para construir
nuevos edificios de vivienda en plantas altas y
comercio en planta baja a la calle. Algunos
puntos siguen siendo de clara identificación
por el tratamiento dado a los proyectos. Destacan los edificios que se ubican en el cruce de
la calle López con la calle Artículo 123, cuatro
casos donde la esquina está tratada, resaltando
el nodo que reúne las fachadas, para lograr la
continuidad de un paramento a otro (figura17 y
figura 18).
Sin embargo el caso que deseamos destacar
en esta última parte de nuestras observaciones
es el dado a las edificaciones situadas en la
misma calle López entre las calles Victoria y
Vizcaínas poniente. Se trata de un claro ejemplo
donde la tipología de los lotes condicionó determinantemente el proyecto. La forma de estos
lotes resultó de la escasa distancia que quedó
entre la calle López y la calle Aldana que es
paralela a la primera (figura 19). Ésta ya existía
antes de la apertura de López y varias manzanas
quedaron con lotes de dos frentes, hacia ambas
Marina Waisman, La arquitectura descentrada, ������, Colección Historia y Teoría Latinoamericana, Bogotá, Colombia,
1995.
14
59
Investigación y Diseño
considerable)15 en la cabecera de una manzana
que se ubica en las calles López, Ayuntamiento y Aldana. El lote con el que se contó para
hacer un edificio de cuatro niveles como el resto de los construidos en esa manzana, tiene 3.7
metros de frente hacia López, 17 metros hacia
Ayuntamiento y cuatro metros hacia Aldana y
frente a estas limitaciones el arquitecto logra
una solución que se ajusta a sus colindantes y
su entorno y se permite además algunos rasgos
Figura 20.
calles. Este hecho singular propició que todos
los proyectos de edificios nuevos llegaran a
soluciones similares, generando un conjunto
que sorprende por su homogeneidad (figuras
20 y 21).
Por último, destacaremos un interesante ejercicio llevado a cabo por el arquitecto Porfirio Alcántara (autor de proyectos urbanos de audacia
Figuras 20 y 21. Edificios sobre la calle López entre Ayuntamiento y
Vizcaínas poniente. Fotografías de 2001.
Figura 22.
expresivos que le dan un personalidad propia
(figuras 22 y 23).
Esta revisión histórica de nuestra zona nos
permite explicar la forma como coexisten actualmente ejemplos de arquitectura del siglo
XIX con obras construidas en la última década
del siglo XX sin que aparezca una incongruencia en su vinculación. Sin embargo, también es
claro que la zona sufre actualmente un fuerte
deterioro pues el uso del suelo ha sufrido alteraciones continuas en estos últimos años, sin
que los planes hayan contemplado seriamente
José Ángel Campos, Para leer la ciudad, coedición UAM Xochimilco, Facultad de Arquitectura ����, México, en prensa,
2004
15
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Investigación y Diseño
Figuras 22 y 23. Edificio en López, Ayuntamiento y Aldana. Fotografías de 2001.
cómo adaptar el patrimonio construido a estos
cambios. La incuria, la falta de conciencia del
valor de dicho patrimonio, la ambición y a veces
la sobrevivencia, hace que el mismo se encuentre en serio peligro, por lo que se debe cooperar
desde diversas tribunas a revertir este proceso.
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