Fuente: Suplementeo “Qué pasa” diario El País – Uruguay 29 de mayo 2004. Autor: Joel Rosenberg, en Montevideo y Bella Unión (enviado). Entrevistas en barrio Ayuí de la ciudad de Artigas: Juan De los Santos (corresponsal). Donde Uruguay perdió el norte LA TASA DE MORTALIDAD INFANTIL EN ARTIGAS CASI DUPLICA LA DE TODO URUGUAY En Artigas hay hambre. La tasa de mortalidad infantil duplica el promedio uruguayo. Detrás de la crudeza de los números, hay historias de familias que no tienen qué darle de comer a sus hijos. EN EL PEREIRA ROSELL no olvidarán jamás la tarde en que Lucas Viera llegó desde la ciudad de Artigas. Médicos, enfermeros, profesores, alumnos, todos querían ver cómo aún estaba vivo ese chico que, con un año y siete meses de vida, pesaba sólo 3,1 kilos, como un recién nacido. "A su edad debía pesar entre 13 y 15 kilos. Pero, al llegar a Montevideo, la descripción de Lucas era la que se utiliza en un texto de pediatría para describir el niño desnutrido más grave que se pueda imaginar", contó el pediatra Miguel Benchín. Según se lee en su historia clínica, Lucas llegó en noviembre al hospital con desnutrición severa, anemia, raquitismo, una infección respiratoria, hipertiroidismo por desnutrición, infecciones en los oídos y la boca y fractura de ambos fémures de las piernas como consecuencia de tener sus huesos raquíticos. "Se le veían todos los huesos, tenía el esternón para afuera, parecía un monstruito, queda feo decirlo, pero era así", narró una enfermera que atendió a Lucas ese día y que prefirió no dar su nombre. "Salí llorando de esa sala, no podía verlo, no se me va a borrar nunca en la vida esa imagen", agregó. Lucas miraba a todos con ojos desorbitados y lloraba mucho; era imposible siquiera acariciarlo porque gritaba de dolor. La desesperación de los médicos por encontrar la forma de salvarle la vida y la angustia de ver un niño en esas condiciones se mezclaron en la sala del hospital. El impacto fue similar en estudiantes de 20 años y en catedráticos con más de 20 años de práctica médica. Alicia Montano, profesora de pediatría grado 5 que atendió a Lucas, le confesó a su colega Benchín que, en toda su vida, "nunca había visto algo igual". Sin embargo, según narraron médicos y ediles, en Artigas sí han visto, en los últimos años, niños en situaciones similares. Y con consecuencias peores, ya que muchos de ellos murieron sin llegar a cumplir un año de vida. De acuerdo con cifras del departamento de Información Poblacional del Ministerio de Salud Pública, la tasa de mortalidad en Artigas fue de 28,9 por mil en 2003. En Artigas en 2003 nacieron 1.352 niños, y 39 fallecieron antes de cumplir un año. El dato fue proporcionado por la doctora Teresa Puppo, directora de ese departamento del MSP. La tasa de mortalidad infantil mide la cantidad de niños menores de un año que mueren cada 1.000 nacimientos. El valor que registra este indicador en Artigas es el más alto del país y casi duplica la tasa promedio de Uruguay, que es de 15 por mil. Y no es sólo alta para Uruguay. De acuerdo a los datos del informe El Estado mundial de la Infancia 2004 de Unicef, la tasa de mortalidad infantil en el departamento de Artigas es similar a la de algunos de los países más pobres de América: es superior a la de Ecuador (25 por mil) y se acerca a la de Honduras (32) y El Salvador (33). Aumento en todo Uruguay En la misma ambulancia en la que Lucas llegó al Pereira Rosell, vino su hermano Miguel Ángel. Con 3 meses de vida pesaba tres kilos. También tenía desnutrición severa, síntomas de raquitismo y una neumonía grave con insuficiencia respiratoria que obligó a una internación inmediata en un centro de cuidados intensivos. Ambos hermanos permanecieron internados casi dos meses en el CTI y otros cuatro meses en el hospital. Benchín, quien ahora los atiende a ambos en el hogar El Retoño del Iname, aclaró que si bien los hermanos Viera se salvaron, ambos tienen afectado de forma "absoluta" su desarrollo intelectual. "Su pronóstico es muy comprometido", dijo. Es que, según el pediatra, al leer las historias clínicas queda claro que fue casi un milagro que los dos niños no murieran antes de llegar al Pereira Rosell. Pero otros niños artiguenses no tuvieron esa suerte. La tasa de mortalidad en ese departamento era de 12,6 por mil en 2002 y pasó a 28,9 por mil en 2003. "Artigas es el departamento que tuvo un aumento mayor en la mortalidad infantil", dijo el director general de Salud del Ministerio de Salud Pública, Diego Estol. El crecimiento de la mortalidad infantil en Artigas se corresponde con un aumento en la misma tasa en todo Uruguay, aunque en forma mucho menos pronunciada. Luego de haber disminuido en forma ininterrumpida desde 1995, la tasa de mortalidad infantil volvió a crecer en 2003 en todo el país, cuando pasó de 13,6 a 15 por mil. La cifra coincide con los datos del Instituto Nacional de Estadísticas, que marcan un aumento de la pobreza en todo Uruguay, especialmente entre los niños. En el informe de Unicef El Observatorio de los derechos de infancia y la adolescencia, publicado en abril, se señala que el indicador de mortalidad infantil "se asocia fuertemente con el nivel sanitario y el bienestar de la población". El senador Jorge Larrañaga, quien en marzo fue el primero en advertir que la mortalidad infantil había vuelto a subir, dijo no entender cómo en Uruguay se llegó a esta realidad: "Sabiendo cuál es la población de riesgo, sabiendo con exactitud donde están los niños pobres, ¿por qué el ministro de Salud Pública no procuró implementar los planes que hubieran impedido el alza de estos indicadores?". Estol dijo que "hubo un leve incremento en la mortalidad infantil en todo el país, 51 casos más que en 2002. Estamos analizando qué pasó, caso por caso. Hay algunos que tienen un componente de crisis, pero hay otros que no: son problemas de gente que no llegó en tiempo y forma a los controles". "Queremos ir a buscar a esta gente a los barrios carenciados de todo el país, saber cuál es la falla, porque hay gente que no llega al sistema. Estamos dispuestos a ir a los barrios y seguirlos, personalizarlos", agregó. Estol reconoció que "en Artigas la situación es alarmante". Agua de zapallo En Artigas, durante 2003, muchos médicos y ediles intentaron alertar sobre el estado de emergencia en que se encontraban muchas niños y sus familias. El 24 de julio la Comisión de Salud de la Junta Departamental de Artigas se trasladó a la sede de la Junta Departamental de Bella Unión para tratar como tema principal "el avance de la desnutrición en el departamento de Artigas por la grave crisis económica, con picos de inusitada gravedad como la muerte de niños en Bella Unión". Ese día el médico forense del Poder Judicial, Ruben Medina, que también trabaja en la oficina que la Dirección General de Salud tiene en esa ciudad, narró los dramas que se estaban viviendo. "Nosotros concurrimos a hacer lo que se llama el levantamiento de cadáver, y nos encontramos con cuadros que realmente hemos visto, incluso fotografiado, cuadros que parecen campos de concentración", señaló Medina según se puede leer en el acta de esa sesión. "Están en un estado que nosotros lo llamamos de caxequia (...) una desnutrición extrema (...)", agregó el médico. La versión taquigráfica de esa reunión consta de otras 50 páginas, con relatos de hambre, desnutrición y muerte. Una de las historias allí narradas, la de Talía Soledad Souza, fue publicada en junio de 2003 en este suplemento. Talía, quien tenía 6 meses cuando falleció en Bella Unión el 11 de mayo de ese año, vivía junto a su familia en un galpón abandonado de AFE. La mamá le contó a los médicos del hospital que hervía zapallo para sus hijos más grandes y le daba el agua de zapallo a la nena. Era lo único que le daba. "El forense me dijo que Talía era piel y hueso, que no tenía un gramo de masa muscular. Murió por desnutrición, tenemos constancia de eso. El diagnóstico fue que aspiró un vómito, pero eso es sólo una consecuencia final, el tema era la desnutrición", dijo la pediatra Elena Curbelo que trabaja en la policlínica de Asistencia Primaria de Salud de Bella Unión. Curbelo informó que conoce otras muertes ocurridas en el departamento donde el diagnóstico final no fue de desnutrición, pero la causa era clara: "el desencadenante fue el bajo peso". Datos falseados El debate acerca de las muertes por desnutrición en Uruguay llegó a los medios de comunicación cuando cinco bebés murieron en Montevideo, entre el 21 y el 19 de mayo de 2003. Las muertes originaron dolor y polémica; el gobierno negó, en casi todos los casos, que la desnutrición fuera la causa. El forense Medina explicó que la confusión se da por el modo en que se procesan los datos en Salud Pública. Explicó que en Uruguay el diagnóstico de la muerte se hace por un certificado de defunción, donde figura en primer lugar la causa última de la muerte. "El certificado nunca dice desnutrición, dice aspiración de vómito, paro respiratorio, diarrea...". Según Medina, de esta forma, se termina por ocultar la verdadera causa de muchas muertes. "Se pone desnutrición como causa coadyuvante y después ese dato no figura más, ya que Salud Pública sólo toma en cuenta el primer renglón para hacer las estadísticas". Ese parece ser el caso de una bebé de 2 meses que falleció en el hospital de Artigas el 26 de marzo. La directora de Promoción de Salud de la Intendencia de Artigas, la doctora Darley Biscarra, dijo que la información oficial señala que la niña murió por una diarrea. Pero la bebé tenía un cuadro de desnutrición, según informó La República el 31 de marzo. La misma información manejó el senador Larrañaga al señalar que en los mismos días que el ministro Bonilla le criticó la divulgación de las cifras de mortalidad infantil, "murieron dos niños, uno en Paysandú y uno en Artigas, por desnutrición". En Artigas se sabe que la desnutrición crece, pero nadie puede decir exactamente cuál es hoy la cifra de niños desnutridos del departamento. La directora del Programa de Promoción y Prevención de Desnutrición de Salud Pública, Nelly Murillo, informó que el último trabajo realizado data de 2002, y allí se ve una desnutrición global del 2,67% de los menores de 2 años de ese departamento. En Artigas, Biscarra aseguró que en la Intendencia local está evaluando la situación, y explicó que, si bien aún no tienen los resultados finales, la cifra primaria de niños desnutridos de hasta 5 años "ronda" el 10% de la población infantil del departamento. Heladera vacía Pero detrás de la tasas de mortalidad infantil y de las cifras de desnutrición están las historias de muchos artiguenses. La doctora Cristina Fuertes, que trabaja en Bella Unión en el Centro de Atención a la Infancia (CAIF) Las Almendras, narró en la ya citada sesión de la Junta de Bella Unión, que una mamá le contó que cuando va con su hija al almacén, la niña no llora por caramelos. "Ella me dijo: ‘llora porque quiere que le compre una manzana, una vez, y no puedo’". Las Almendras está en el barrio Las Piedras, donde viven 3.000 personas. Por la tarde funciona allí un merendero donde cada día 400 niños (casi todos los del barrio) toman la leche y comen pan. "Llegan con desesperación, sobre todo los lunes, porque el fin de semana no hay escuela y casi no comen", contó Wanerlei Pradela, encargado del merendero. Los fines de semana, sin merendero ni escuela, la situación de muchas familias es desesperante. Hace un mes, los cinco hijos de Zully Farías estuvieron tres días sin comer, sólo tomaron agua; Silvia, que tiene 12 años y es delgadísima, se desmayó de hambre en la calle. La policía la encontró tirada, relató la señora Farías. La casa de esta familia no es de las más pobres. Es de material y tiene un televisor y una heladera, vacía, que recuerdan épocas mejores. Los chicos, con edades que van del año a los 14, tienen la mirada perdida y triste. Casi ni hablan, no piden nada. El 22 de mayo, a las 10 de la mañana, hacía casi 24 horas que no comían y no había ninguna previsión de hacerlo el resto del día. Pero la dramática situación de los Farías está lejos de ser un caso aislado. Un video filmado en noviembre por un canal de televisión de Bella Unión, muestra la visita de algunos médicos de Salud Pública al barrio Las Láminas de esa ciudad. Las Láminas está sobre la ruta 3, frente a Las Piedras y a un kilómetro del centro de la ciudad, y debe su nombre a que casi todas sus casas están hechas con las cortezas de árbol que los aserraderos descartan. En una entrevista a un médico de la Dirección General del Salud, que se ve en el video, el médico explicó que se hallaron en el barrio niños con parásitos intestinales: "unos gusanos de casi 15 centímetros". "Cuando los niños los están eliminando se produce pánico en la familia porque lo pueden eliminar por la boca, la nariz o por materia fecal", narró. Quizás por la crudeza de las imágenes, el video nunca fue emitido. Pero cualquiera que visite Las Láminas puede comprobar la realidad del barrio. La mayoría de los ranchos no tiene agua potable, y los pozos negros desbordados están a escasos metros de los mismos. Los ranchos tienen un solo ambiente y hay casos, como el de María Estela Bentancour, que vive con 14 personas en una vivienda precaria sin agua potable ni luz eléctrica. En el barrio la gente reclama por la falta de trabajo. Cuentan una y otra vez que cuando hay zafra de caña de azúcar el 80% de los hombres consigue trabajo. Pero eso sólo dura tres meses al año. Después viven de changas, o sobreviven. En las calles de tierra, sorprende ver a casi todos los niños descalzos, a pesar del frío de mayo. En un campito, cerca de una laguna donde desagotan algunos pozos negros, los chicos jugaban entre la basura, el barro y las aguas cloacales. Hoy uno de los bebés que aparecía en el video del canal de televisión ya no está. Deymond Moreira falleció a los 3 meses de vida, el 6 de enero, de una infección generalizada. Había nacido con bajo peso, pero se controlaba regularmente en el hospital de la ciudad. "Desde el 24 fui casi todos los días al hospital porque lo veía mal. Me decían que tenía mañas, que estaba bien" contó la madre, Carla Caetano, sin poder contener las lágrimas. El caso originó una denuncia penal por negligencia. Además, inició la triste estadística de muertes infantiles en 2004 en Artigas. Los chanchos La situación en Bella Unión es particularmente difícil y todos en Artigas coinciden que es peor que en la capital del departamento. Algunas cifras así lo atestiguan. Según un documento obtenido en el Hospital de Bella Unión, los niños nacidos con bajo peso (inferior a 2,5 kilos) en Bella Unión en 2003 fueron el 11%. Los últimos datos oficiales sobre porcentaje de bebés con bajo peso al nacer en Salud Pública son de 2002: el departamento de Artigas tenía una tasa de 8,33% de niños en esa situación. Ningún departamento del país alcanzaba el 11%. Este indicador es otro de los que se considera básico para medir la nutrición a nivel internacional. Según la publicación ya citada, El estado mundial de la infancia del 2004, el porcentaje de niños con bajo peso al nacer que se registra en Bella Unión —11,1%— es igual al de Camboya, Ghana, Kenia y Camerún (11%), y está por encima del de Bolivia (9%). Pero a pesar de estas adversidades, siguen existiendo intentos de respuesta de la sociedad civil. En el barrio Las Piedras, que está en la ruta 3, frente a Las Láminas, un equipo honorario integrado por la pediatra Curbelo, enfermeras y padres de ambos barrios, comenzó hace cuatro años un programa para atender a los niños y educar a los padres. Curbelo aprovechó la voluntad de colaborar de los padres y generó un curso con médicos y profesionales brasileños que otorgó un diploma a 36 jefes de familia. "Se les enseñó sobre la nutrición y la forma de evaluar a los niños", contó la pediatra. Dentro del curso, y a partir de un video que consiguieron de una organización humanitaria de Brasil, los padres aprendieron a preparar un complemento alimenticio con cosas que regularmente se tiran. La base del alimento es el afrechillo del arroz (la segunda cáscara) que regalan las arroceras y se procesa junto a cáscara de huevo, semillas de zapallo y girasol y algunas hojas verdes. "Al final queda como que fuera gofio y se le agrega al ensopado, al guiso, a la leche", contó Curbelo. En uno de esos videos educativos, los padres también aprenden a no sentirse humillados y a responder a aquellos que les preguntan si esa no es comida para chanchos. "Les decimos que pregunten dónde vieron un hijo de chancho desnutrido", explicó Curbelo. Pero los esfuerzos no siempre son recompensados con resultados alentadores. "Me encantaría decirte que hicimos todo esto y la desnutrición bajó. Hay niños que los hemos sacado del pozo, pero aparecen otros porque el crecimiento en población de estos barrios es impresionante", señaló Curbelo, con dolor, al reconocer que en 2004 la desnutrición en los niños de Las Láminas subió y "es superior al 50%". Padres malvados La doctora Curbelo está convencida que la realidad sería mucho peor sin el cariño de los padres que han estudiado y aprendido cómo enfrentar la situación. "Muchos de ellos incluso se manejan igual o mejor que los enfermeros en estos temas". Otros han aprendido a cultivar huertas que sirven para autoabastecerse y paliar la falta de trabajo. Si bien Curbelo reconoció que hay muchos padres que fallan en los deberes inherentes a la patria potestad, señaló que no son los únicos culpables. "Hay que estar ahí, ver las dificultades que tienen. También hay una responsabilidad social porque esos padres no están estimulados de llevar a su chico a asistir. O porque no los capta el sistema de Salud Pública o no los va a buscar". El pediatra Benchín contó que la madre de Lucas y Miguel Ángel es una paciente psiquiátrica, que faltó a los deberes básicos del cuidado de sus hijos. Pero remarcó que la señora vivía en el barrio Ayuí, "a sólo cinco minutos del centro de Artigas". Benchín encontró un agravante de la situación ya que Lucas nació en el hospital de Artigas y, según consta en su historia clínica, había sido asistido allí dos veces, a los 45 y 60 días vida, y se le había diagnosticado desnutrición. Pero después no lo llevaron más a atenderse y nadie lo fue a buscar para ver cómo seguía. Cuando Lucas ya tenía un año y siete meses una tía hizo que lo enviaran de urgencia a Montevideo. Además, Benchín conoce la zona donde nacieron Lucas y Miguel Ángel porque recorrió el país con el programa de Atención Integrada a las Enfermedades Prevalentes de la Infancia (AIEPI), que se formó en 1998 entre varias cátedras de la Facultad de Medicina y Salud Pública. Según Benchín "Lucas no se pudo haber perdido del control del hospital a los 2 meses de vida. Hay que tenerlo en un archivo y saber que está desnutrido e ir a buscarlo. Alguien lo tiene que traer, que captar". De ese mismo barrio, uno de los más carenciados del departamento, era la bebé de 2 meses que falleció el 26 de marzo. Según informó Biscarra, la directora de la Promoción Social de la Intendencia de Artigas, la niña había sido atendida por un cuadro de diarrea una semana antes de fallecer. O sea que el sistema los captó y luego los perdió. Igual que el caso de Talía Soledad en Bella Unión en 2003, que llegó un mes antes de fallecer al hospital de la ciudad con una diarrea, pero luego no volvió a ser controlada. El senador Larrañaga marcó que la tasa de mortalidad infantil de Artigas es similar a la de Brasil (30 por mil) y que en ese departamento "hay enormes fallas de Salud Pública". "La culpa no la pueden tener los padres siempre. Hay una enorme responsabilidad de Salud Pública y del gobierno nacional", dijo el senador. Fuera del sistema La realidad de muchas zonas de Uruguay, y de muchos barrios de Artigas, es que hay personas a las que ni siquiera las capta el sistema una vez en su vida. Están indocumentadas, no existen. Biscarra informó que el área de Promoción Social de la Intendencia de Artigas está realizando desde de marzo un trabajo de captación de estas familias. Como ejemplo mencionó que en el barrio Ayuí, donde viven unas 3.000 personas, se encontró un 18,3% de indocumentados: aproximadamente 550 uruguayos. Esas personas, que no tienen documentos, no pueden obtener las canastas del Instituto Nacional de Alimentación (INDA) ni pueden acceder a la atención médica en las policlínicas locales. Según se pudo comprobar en el lugar, en el barrio Ayuí hay familias con seis o más hijos y sin ninguna documentación. Adriana De la Fuente, una artiguense que vive en concubinato en ese barrio y tiene seis hijos, explicó que ninguno de ellos tiene documentos porque carece del dinero para pagarlos. "Si pago esos documentos los estoy privando de la leche". Muchos otros señalaron que no tenían los cinco pesos que se necesitan para obtener un certificado de residencia, ni los 15 pesos que cuesta obtener una partida de nacimiento. Por eso, en los últimos meses la Intendencia de Artigas implementó un plan para que los indocumentados puedan obtener sus papeles gratis y así acceder a las canastas del INDA. Según Biscarra la estimación inicial es que en el departamento hay unas 500 familias con riesgo nutricional y entre 3.500 y 4.000 familias en riesgo social, que son las que no tienen recursos o tienen muy escasos ingresos y están viviendo en situaciones precarias. Biscarra, que trabaja hace seis años en la Intendencia, y hace poco más de uno que es la directora de Promoción Social, contó que recibe más de 20 solicitudes por día de personas que le piden de todo: trabajo, ropa, alimentos. "La percepción es horrible porque antes no teníamos desnutriciones severas. Yo eso lo reconozco. Especialmente en la periferia y en las zonas carenciadas", afirmó. Irreversible En Montevideo, la comisión de Salud de la Cámara de Diputados recibió a los ediles y médicos de Artigas el 23 de setiembre. Los representantes del departamento explicaron la crítica situación, relataron la reunión en la Junta de Bella Unión y entregaron documentos alusivos. En diciembre varios legisladores de esa Comisión se trasladaron hasta Artigas y escucharon los reclamos de los vecinos. Pero nada ha cambiado en el departamento. Además, las futuras soluciones que Artigas necesita de forma urgente podrán prevenir problemas, pero no arreglar los del pasado. Hay niños que cargarán toda la vida con las secuelas de la desnutrición. En el informe Lactancia Materna: una estrategia para mejorar la salud, el crecimiento y la nutrición del niño pequeño, publicado este año por la Red Uruguaya de Apoyo la Nutrición y Desarrollo Infantil y Unicef, se explica que la nutrición adecuada durante la niñez temprana es fundamental para el desarrollo del potencial humano completo de cada niño. "Después que un niño alcanza los 2 años de edad, es muy difícil revertir la falla de crecimiento ocurrida anteriormente", se lee en el texto. Lucas aún no es consciente de la diferencia que lo separa de la mayoría de los chicos que lo rodean en el hogar El Retoño. El día que lo vimos estaba sentado en la falda de una asistente, mientras los otros niños de su edad caminaban o estaban sentados por sus medios. Él no se puede sentar solo. A simple vista, los hermanos Viera no parecen desnutridos. Pero Benchín explicó que entre los múltiples problemas que enfrentan los hermanos Viera está el que "no tienen sedestación adquirida, que es cuando logran sentarse y mantenerse solos, algo normal a los 7 meses de vida de un niño sano". Otro problema es que no alcanzan la talla para su edad y lo más seguro es que nunca la alcancen. El problema de la talla, conocido como desnutrición crónica, es una de las consecuencias más severas de la falta de alimento de niños. La doctora Curbelo explicó que muchos chicos de apariencia normal son desnutridos. "Hay que medir la talla y el peso para la edad. Hay veces que parecen incluso gorditos de cara, pero miden la mitad de lo que deberían". Y hay consecuencias peores. La pediatra contó que las generaciones con desnutrición se comienzan a notar de forma "horrible" en Bella Unión en los niños mayores de 6 años. Curbelo explicó que las consecuencias se aprecian en la consulta de la policlínica de Salud Pública de la ciudad, donde se dio un gran aumento de chicos que llegan con cartas de la escuela, donde la maestra dice que el niño no aprende o que está haciendo por tercera vez primer año. "Te lo manda la maestra porque es un nene normal, aparentemente está todo bien. Acá se le mandan a hacer todos los estudios de salud por rigor científico. Y la mayoría de las veces se comprueba que no hay nada. Es que el 99% son sanos y el problema es la desnutrición que padecieron en los primeros años, es obvio". Curbelo dijo que una vez contó siete cartas de este tipo en 15 chicos que atendió en la policlínica. "No hay ninguna consulta que no venga alguno con esa cartita", dijo. Para la pediatra es duro explicarle a los padres que sus hijos están así por la desnutrición que tuvieron en sus primeros años de vida. "En el fondo hay un retardo escolar por una carencia intelectual, que ya es irreversible", señaló Curbelo. Por eso muchas veces se queda frente a la madre de un chico y no le salen las palabras. "Es muy duro decirle a una madre que su hijo no aprende porque no comió", reconoció Curbelo. "Les tendría que decir algo imposible. Que lo único viable para mejorar ese chico es que vuelva a su panza, que ella sea una embarazada bien nutrida y ese nene coma bien los primeros años de vida". Amenazan con interpelar al ministro LARRAÑAGA TENÍA RAZÓN En una nota publicada por El País el 29 de abril, el ministro de Salud Pública, Conrado Bonilla, explicó que la tasa de mortalidad infantil se mantuvo en 15 por mil en los últimos dos trienios, y que, en ese sentido, la crisis "no impactó tan negativamente como se esperaba en el gobierno". Al día siguiente, en una conferencia de prensa el senador Jorge Larrañaga dijo que la tasa sí aumentó, y que el ministro ocultaba la información. Según Larrañaga la tasa pasó del 13,6 en 2002 al 15 en 2003. Además, dijo que había cifras alarmantes como la tasa de Artigas de 29 por mil. El cruce de declaraciones continuó. El 31 de marzo, en radio Carve, Bonilla acusó a Larrañaga de estar haciendo un discurso electoralista. "no me gusta que utilicen a los niños muertos para juntar votos en las elecciones que vienen. Yo no soy candidato y puedo hablar con propiedad sobre esto", dijo. Las cifras obtenidas del departamento de Información Poblacional de Salud Pública confirman lo anticipado por Larrañaga: hubo un aumento de la mortalidad infantil en 2003. Los datos manejados por Bonilla también son ciertos, pero el ministro los presentó de modo de no referirse al aumento de la tasa de mortalidad infantil que se registró en el último año. En sus declaraciones, Bonilla comparó el promedio que esta tasa arrojó durante el trienio 1998-2000 con el promedio del trienio 2001-2003: en ambos la tasa promedio fue de 15 por mil. Así Bonilla eludió referirse al aumento de la mortalidad infantil ocurrido el último año. El senador Larrañaga está molesto aún con la actitud y los dichos de Bonilla. "El ministro no puede hacerme la imputación gratuita e inmerecida de que pretendimos explotar el tema de la mortalidad infantil con fines electorales. El que primero utilizó los niños muertos fue él, cuando dijo que la tasa no había subido. Que no sea soberbio el ministro", dijo Larrañaga. Además, Larrañaga desafió a Bonilla. "Que no se haga el malo, porque si no lo vamos a interpelar sobre este tema". No aceptan datos del MSP EN ARTIGAS DUDAN La tasa de mortalidad infantil en Artigas es de 28,9 por mil, según el departamento de Información Poblacional de Salud Pública. Sin embargo, en Artigas muchos niegan esta tasa. La doctora Darley Biscarra, directora de Promoción de Salud de la Intendencia, aseguró que "de ninguna manera la mortalidad infantil del departamento es de 29 por mil, debe rondar los 20 por mil". (Una cifra, de todos modos, mucho más alta que el promedio nacional). Mientras tanto, el doctor Lidio Pinato, director del hospital de Bella Unión, señaló que él está recabando información junto al director del hospital de Artigas. "Tenemos la idea de que hay un error en estadística central de Salud Pública. Nuestras cifras son menores", dijo. Pero no aportó otros datos, ni explicó la causa por la que deberían estar mal los datos de Salud Pública proporcionados por la propia directora del departamento de Información Poblacional, Teresa Puppo. Las estadísticas del departamento de Salud Poblacional incluyen la cifra exacta de nacimientos y la de menores de un año fallecidos en cada departamento del país. Puppo explicó que en algunos departamentos donde el número de nacimientos es muy bajo, la tasa de mortalidad infantil puede sufrir oscilaciones bruscas si se produce un fallecimiento más o uno menos. Ese tipo de errores estadísticos, explicó, ocurre sobre todo en departamentos donde nacen menos de 1.000 niños al año. (Es el caso de Flores, Lavalleja, Río Negro, Durazno y Treinta y Tres, en 2003). Pero no es el caso de Artigas, donde en 2001 hubo 1.428 nacimientos, 1.440 en 2002 y 1.352 en 2003. La variación de la tasa de mortalidad infantil en Artigas no se debe a que existió un fallecimiento más o uno menos. En 2001 fallecieron en ese departamento 16 menores de un año, en 2002 fueron 18, pero en 2003 la cifra de bebés muertos llegó a 39. El director general de Salud, Diego Estol, afirmó que los datos del departamento de Salud Poblacional del MSP son la referencia correcta.