CONSTITUCION, TRIBUTO Y GASTO PÚBLICO I. Introducción II

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CONSTITUCION,
PÚBLICO
TRIBUTO
Y
GASTO
I. Introducción
II. Los fines del tributo y del gasto público
en el nuevo paradigma constitucional y su
efecto redistributivo de la riqueza.
III. Derecho a la propiedad privada y las
garantías para su protección respecto del
ejercicio de la potestad tributaria.
IV.
¿Existen
diversas
prerrogativas
derivadas del principio de destino al gasto
público
atendiendo
a
los
fines
constitucionales de éste y a su carácter
de garantía para la protección de la
propiedad privada?
I. Introducción
Los mandatos establecidos en los párrafos
segundo y tercero del artículo 1º de la
Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos consistentes, por una parte, en
1 que las normas relacionadas con los
derechos humanos deben interpretarse
conforme al catálogo constitucional de
derechos humanos favoreciendo en todo
tiempo a las personas la protección más
amplia y, por otra parte, en que todas las
autoridades,
en
el
ámbito
de
su
competencia, deben promover, proteger,
respetar y garantizar los derechos humanos
atendiendo a los principios de universalidad,
indivisiblidad,
interdependencia
y
progresividad, dan lugar a un nuevo
entendimiento del orden jurídico del Estado
Mexicano, conforme al cual tanto en la
interpretación de las normas generales que
lo integran como en el ejercicio de todas y
cada una de las atribuciones de los órganos
del Estado, los derechos humanos de todas
las personas deben tenerse como guía que
conduce a un nuevo horizonte.
Por ello, cuando hoy enfrentamos el análisis
de cualquier problema jurídico debemos
tomar en cuenta los derechos humanos de
2 todas las personas que se encuentran
involucradas, de allí la importancia de
acudir a una interpretación integral de la
Constitución que tome en cuenta todos los
derechos y bienes constitucionales que se
encuentren relacionados.
Al tenor de esta premisa, al emprender el
análisis de la estrecha relación existente
entre los tributos y el gasto público, debe
tomarse en cuenta su trascendencia a
diversos derechos humanos y garantías para
la protección de éstos.
En ese orden comenzaremos haciendo
referencia a los fines del tributo y del gasto
público
en
el
nuevo
paradigma
constitucional, tomando en cuenta la
importancia del cumplimiento del deber
constitucional de contribuir a los gastos
públicos y su finalidad eminentemente
redistributiva de la riqueza.
A
continuación,
en
virtud
de
la
trascendencia de las contribuciones al goce
del derecho humano a la propiedad es
3 importante reflexionar sobre el alcance de
esa
prerrogativa
y
las
garantías
constitucionales
que,
específicamente,
tienden a tutelarla respecto del ejercicio de
la potestad tributaria del Estado Mexicano.
Con base en este contexto constitucional
emprenderemos el análisis del principio del
destino al gasto público como garantía para
la protección del derecho a la propiedad
privada. Intentaremos precisar cómo esta
garantía, al tenor de una interpretación
pro persona, es decir a favor de todas las
personas relacionadas con el cobro de los
tributos,
su
administración
y
el
consecuente ejercicio del gasto público,
genera al contribuyente una serie de
prerrogativas, también fundamentales,
que derivadas de la afectación a su
propiedad privada y al cumplimiento de
su deber constitucional a contribuir, le
permiten incidir en la administración de
los recursos tributarios que ingresan a las
4 arcas públicas e incluso en el ejercicio del
gasto público.
II. Los fines del tributo y del gasto público
en el nuevo paradigma constitucional.
Para pronunciarse sobre los fines de los
tributos es necesario tomar en cuenta la
diversa regulación que desde nuestra Norma
Fundamental, por un lado, faculta a
determinados órganos del Estado para
establecer contribuciones y, por otro lado,
reconoce y establece diversos derechos
humanos y garantías para su protección,
que deben respetarse tanto el ejercer la
llamada potestad tributaria como al ejercer
las atribuciones encaminadas a fiscalizar el
cumplimiento de las obligaciones tributarias
y a recaudar los ingresos correspondientes.
Atendiendo al mismo criterio constitucional,
para determinar cuáles son los principales
fines que debe perseguir el gasto público, es
decir el realizado por los órganos del Estado
5 Mexicano, también es importante revisar qué
indica
al
respecto
nuestro
Norma
Fundamental.
Por lo que se refiere a los fines de los
tributos encontramos que, con toda claridad
que, en la fracción IV del artículo 31
constitucional, se establece como obligación
de los mexicanos, la consistente en
contribuir para los gastos públicos que debe
enfrentar el Estado Mexicano.
Aun cuando este precepto tiene especial
trascendencia para la protección del derecho
humano a la propiedad privada, como
precisaremos más adelante, es importante
señalar que, en primer lugar, establece el
deber constitucional, a cargo de todas las
personas que se someten al orden jurídico
del Estado Mexicano, de contribuir al
sostenimiento de los gastos públicos y, en
segundo lugar, un preciso pronunciamiento
sobre la finalidad inmediata del ingreso
tributario, financiar los gastos públicos.
6 Corrobora esta finalidad inmediata de los
ingresos tributarios, lo señalado en la
fracción VII del artículo 73 constitucional en
cuanto a la facultad que asiste al Congreso
de la Unión para imponer las contribuciones
necesarias a cubrir el presupuesto.
Cabe agregar que también el artículo 131 de
nuestra Norma Fundamental precisa una
diversa
finalidad
de
los
tributos,
específicamente los que gravan el comercio
exterior, al señalar que previa delegación del
Congreso de la Unión, el Ejecutivo Federal
puede aumentar, disminuir o suprimir las
cuotas de los impuestos a la exportación o a
la importación cuando lo estime urgente con
el fin de regular el comercio exterior, la
economía del país, la estabilidad de la
producción nacional o de realizar cualquier
otro propósito en beneficio del país.
Incluso, como se ha reconocido en diversos
precedentes de la Suprema Corte de Justicia
de la Nación, al regular los elementos de los
tributos, el legislador puede buscar fines
7 diversos a la mera obtención de recursos que
sustenten el gasto público, siempre y
cuando dichos fines encuentren asidero
constitucional.
En ese orden, es patente que la principal
finalidad del establecimiento y recaudación
de los tributos es sostener los gastos
públicos que deben enfrentar los órganos del
Estado Mexicano.
Aun cuando esta conclusión, pudiera
estimarse un tanto obvia, es importante
destacarla por sus consecuencias jurídicas,
en primer lugar, es importante reconocer
que la exigencia constitucional del deber de
contribuir que asiste a todas las personas
que se sujetan a nuestro orden jurídico
encuentra su justificación en la obtención de
los recursos que sustentan el gasto público
y, en segundo lugar, que la finalidad
mediata de los ingresos tributarios es la que
corresponda a los gastos públicos.
Dicho en otras palabras, el fin último de la
imposición tributaria y de la afectación que
8 conlleva al derecho de propiedad de las
personas, es alcanzar los objetivos que,
también constitucionalmente, corresponden
a los gastos públicos.
Como lo podemos advertir, desentrañar de
nuestro texto constitucional los fines que
persiguen los gastos públicos que deben
enfrentar los órganos del Estado, es
indispensable para fijar el alcance de los
derechos que asisten a los habitantes de
nuestra Nación, tanto en relación con el
establecimiento y cobro de los tributos, como
respecto de la administración y gasto de los
ingresos que éstos generan.
Al tenor de esta premisa debemos
asomarnos con todo detenimiento a revisar
lo establecido en nuestra Constitución,
especialmente, en sus artículos 1º, párrafo
tercero, 26 y 27. Su análisis cuidadoso nos
revela con claridad cuáles son los fines
esenciales del gasto público.
En efecto, por una parte, al disponerse que
todas las autoridades, en el ámbito de sus
9 competencias, tienen la obligación de
promover, respetar, proteger y garantizar los
derechos humanos de conformidad con los
principios
de
universalidad,
interdependencia,
indivisibilidad
y
progresividad, resulta indudable que toda
actividad financiera de los órganos del
Estado Mexicano, especialmente la que se
traduce en el ejercicio del presupuesto
asignado, es decir, el gasto público, debe
estar encaminada a generar las condiciones
necesarias para el pleno goce de los
derechos humanos.
Así, la universalidad de los derechos
humanos exige que el gasto público
considere la situación material en la que se
ubican todos los habitantes de nuestra
Nación. Todos somos titulares de esas
prerrogativas y todos tenemos la exigencia
de respetar las que asisten a las demás
personas.
La interdependencia de estas prerrogativas
también nos revela la necesidad de que los
10 recursos tributarios se administren y ejerzan
con base en un análisis minucioso de las
necesidades de todos. Así como existe la
interdependencia entre los derechos que
asisten a una misma persona, no debe el
ejecutor del gasto olvidar que en muchas
ocasiones la posibilidad de que unos ejerzan
un derecho humano está determinada por
las condiciones materiales en las que se
encuentran otros grupos de la sociedad.
La progresividad de los derechos humanos
también constituye un principio que
necesariamente condiciona el ejercicio del
gasto público. Alcanzado un determinado
nivel de tutela de algún derecho humano,
para respetar ese principio constitucional,
en su vertiente de no regresividad, la
disminución de dicho nivel de ninguna
manera
podrá
justificarse
simple
y
llanamente por la falta de recursos
presupuestales.
En todo caso deberán
existir causas que resulten reveladoras de
que la disminución del grado de tutela busca
11 la protección de diverso derecho humano,
aunado a que esa disminución no podrá
afectar los mínimos que respecto de cada
prerrogativa
fundamental
son
indispensables para velar por la dignidad de
las personas.
En ese orden, si nos referimos a derechos de
fuerte
contenido
prestacional,
que
trascienden
al
goce
de
condiciones
materiales esenciales para la dignidad de las
personas y cuya exigibilidad se actualiza
directamente
respecto
del
Estado
e
indirectamente en relación con cualquier
otro sujeto de derecho, como sucede con los
llamados derechos económicos, sociales y
culturales,
los
órganos
a
los
que
constitucionalmente corresponde aprobar y
ejercer el presupuesto, es decir determinar
los términos en los que se lleva a cabo el
gasto público, el mandato que les impone el
artículo 1º, párrafo tercero, de nuestra
Norma Fundamental, los obliga a tener una
visión integral de la situación real en la que
12 se encuentran las personas respecto del goce
de esos derechos humanos.
Por tanto, la validez de la regulación del
ejercicio del gasto público se encuentra
condicionada por su eficacia para generar
las condiciones jurídicas y materiales para
que todas las personas sometidas al orden
jurídico del Estado Mexicano cuenten con
las posibilidades materiales para gozar de
los satisfactores indispensables para su
desarrollo, como sucede con el acceso al
trabajo, a la educación, a la alimentación, al
vestido, a la vivienda, a la salud física y
mental así como a la cultura.
El nuevo paradigma constitucional nos da
mayor
claridad
sobre
la
finalidad
redistributiva del gasto público, el cual,
sin duda constituye el medio idóneo para
paliar la desigualdad en aras de una
justicia social indispensable para el
ejercicio pleno de los derechos humanos.
Vean entonces, como nuestro nuevo párrafo
tercero del artículo 1º constitucional nos da
13 elementos relevantes para sostener que el
gasto
público
debe
encaminarse,
esencialmente, a lograr la eficacia plena de
los derechos humanos.
En adición a lo anterior, por si alguien
tuviera interrogantes sobre cuál es el ámbito
de competencias en el que los órganos del
Estado deben ejercer sus atribuciones para
la eficacia plena de los derechos humanos,
es conveniente recordar que el artículo 25 de
nuestra
Constitución
establece:
“Corresponde al Estado la rectoría del
desarrollo nacional para garantizar que
éste sea integral y sustentable, que
fortaleza la soberanía de la Nación y su
régimen democrático y que, mediante la
competitividad,
el
fomento
del
crecimiento económico y el empleo y una
más justa distribución del ingreso y de la
riqueza, permita el pleno ejercicio de la
libertad y la dignidad de los individuos,
grupos y clases sociales”
14 Este mandato constitucional viene a
corroborar la finalidad esencial del gasto
público que ejercen los órganos del Estado
Mexicano, lograr una justicia social basada
en la redistribución de la riqueza que
permita la plena eficacia de los derechos
humanos.
En ese orden, considero que contamos con
suficientes argumentos constitucionales
para sostener que los ingresos tributarios
tienen como fin primordial financiar la
actividad de los órganos del Estado
Mexicano encaminada a lograr una
justicia social basada en la redistribución
de la riqueza que permita la plena eficacia
de los derechos humanos.
Dejemos sentada esta premisa fundamental
para reflexionar, someramente, sobre el
principal derecho humano que, en contra
partida, se ve afectado por el ejercicio de las
potestades del Estado para obtener los
recursos
tributarios
cuya
finalidad
primordial hemos precisado.
15 III. Derecho a la propiedad privada y las
garantías para su protección respecto del
ejercicio de la potestad tributaria.
En
la
estrecha
interrelación
que
constantemente se genera entre los derechos
humanos de todas las personas, destaca la
que puede advertirse entre el derecho a la
propiedad privada y los derechos humanos
que, aun cuando su ejercicio no trasciende
directamente
a
esa
prerrogativa
fundamental, si requieren para su eficacia
de los ingresos tributarios y del gasto
público sustentado en ellos.
Como ustedes lo recuerdan, en diversos
preceptos de nuestra Norma Fundamental,
entre otros el 14, párrafo segundo, el 16,
párrafo primero y el 27, párrafo tercero, se
reconoce el derecho a la propiedad privada,
el cual sólo puede ser objeto de actos de
molestia jurídicamente sustentados o, de
privación, mediante juicio seguido ante los
tribunales previamente establecidos, sin
menoscabo de que mediante un acto formal
16 y materialmente legislativo pueda sujetarse
el derecho a la propiedad a determinadas
modalidades en aras del interés público.
A su vez, en el artículo 21 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos se
reconoce que toda persona tiene derecho al
uso y goce de sus bienes, sin menoscabo de
que, mediante ley, se pueda subordinar su
uso y goce al interés social, en la inteligencia
de que ninguna persona puede ser privada
de sus bienes, excepto mediante el pago de
indemnización justa, por razones de utilidad
pública o de interés social, en los casos y
según las formas establecidas por la ley.
Ante ello, debe tomarse en cuenta que el
deber de contribuir al que referimos
inicialmente, implica, indudablemente, un
acto privativo de los bienes de los que
disponen las personas, de allí su innegable
trascendencia al derecho humano a la
propiedad privada.
Por ello, al emitirse la regulación que
establece
los
elementos
de
las
17 contribuciones e incluso cuando las
autoridades
pretenden
aplicarla,
es
indispensable que cumplan con diversas
garantías
establecidas
en
nuestra
Constitución para proteger tanto del derecho
a la propiedad, como otros derechos
humanos que pudieran verse afectados.
Como también lo tienen presente, entre esas
garantías debemos destacar los principios de
justicia tributaria que, vía interpretación
jurisprudencial, la Suprema Corte de
Justicia de la Nación ha derivado de lo
previsto en el artículo 31, fracción IV,
constitucional, a saber, la reserva de ley en
materia tributaria, la proporcionalidad, la
equidad y el destino al gasto público de
los ingresos tributarios.
Se trata de principios que se erigen en
auténticas garantías para la protección de
la propiedad en tanto que, inicialmente,
puede sostenerse que para la validez de la
regulación que establece los elementos de un
18 tributo es indispensable que se cumpla con
ellos.
Ha sido materia de especial reflexión en
estos Seminarios el alcance de la reserva de
ley
en
materia
tributaria,
de
la
proporcionalidad de los tributos en función
de la conducta que gravan o incluso del
hecho generador de la respectiva obligación
de pago e incluso, para efectos de nuestra
Constitución, la vertiente tributaria del
principio de igualdad, la equidad.
Sabemos bien que la transgresión de estos
principios o garantías se ha traducido en la
inconstitucionalidad
del
tributo
correspondiente en la medida en que el vicio
advertido afecta su regulación.
Por lo que se refiere al principio de destino al
gasto público de los tributos su alcance
como garantía constitucional ha sido de
poca utilidad para la eficacia de los derechos
humanos en juego, pues el único efecto que
la jurisprudencia emanada del anterior
paradigma constitucional le confirió, fue el
19 de una mera formalidad conforme a la cual
si el legislador indicaba en la norma
tributaria el destino que se daría a los
ingresos obtenidos por un tributo específico,
podría cuestionarse si ese destino encuadra
o no en el concepto de gasto público.
Así, si el legislador no se pronunciaba sobre
el destino del tributo, la eficacia de esta
garantía del derecho a la propiedad
resultaba nula, pues debía presumirse que
los ingresos correspondientes se destinarían
al gasto público.
En ese orden, la garantía en comento tuvo
una eficacia casi nula, que sólo operaba
cuando el legislador indicaba con error
indiscutible que los ingresos obtenidos se
destinarían a un gasto público, generándose
interrogantes, incluso, sobre si dichos gastos
cumplían o no con ese requisito, en virtud
de que, finalmente, se destinarían por el
Estado
a
financiar
actividades
de
trascendencia pública. Así puede advertirse,
entre otras, de las tesis de la Suprema Corte
20 de Justicia de la Nación que llevan por
rubro, texto en lo conducente y datos de
identificación:
HENEQUENEROS,
INCONSTITUCIONALIDAD DEL IMPUESTO PARA FORMAR EL
FONDO
DE
PREVISION
DE
LAS
COOPERATIVAS DE LOS. El fomento del
fondo de previsión de las cooperativas de
henequeneros y de las obras de los
trabajadores, no se encuentra comprendido
dentro de las atribuciones del Estado
Federal, por lo que resulta que no puede
considerarse tal gasto, como un gasto
público
de
la
Federación,
y
consiguientemente, ésta no puede establecer
el impuesto señalado en el decreto de 1o. de
enero de 1937, por prohibirlo la fracción IV
del artículo 31 de la Constitución. Por tanto,
el decreto mencionado es inconstitucional,
porque las cuotas de uno y dos centavos que
establece, son destinadas para el fondo de
previsión de las cooperativas y para obras
21 que
benefician
a
los
trabajadores
respectivos, lo cual no puede considerarse
como gasto público de la Federación, por lo
que no existe obligación de que los cubran
en forma de impuestos, los exportadores de
henequén de las entidades federativas”
(Quinta Época, Segunda Sala, Semanario
Judicial de la Federación, Tomo LXVIII,
Página: 1564).
“VEHICULOS
PROPULSADOS
POR
MOTORES DIESEL Y POR MOTORES
ACONDICIONADOS PARA USO DE GAS
LICUADO
DE
PETROLEO,
CONSTITUCIONALIDAD DE LA LEY DEL
IMPUESTO SOBRE. El impuesto sobre
vehículos propulsados por motores tipo
diesel y por motores acondicionados para
uso de gas licuado de petróleo, sí está
destinado a un gasto público ya que de
acuerdo con lo establecido en el artículo 7o.
del mismo ordenamiento se establece que:
"Con el producto de este impuesto, se
22 formará
el
fondo
destinado
a
la
conservación, construcción y mejoramiento
de caminos vecinales, fondo que será
entregado al Comité Nacional de Caminos
Vecinales, que lo administrará, según lo
establece el decreto que lo creó". De manera
que el producto de la recaudación, está
destinado a cubrir un gasto público, como lo
requiere la Constitución en su artículo 31,
fracción IV, ya que es indudable que tiene
este
carácter
el
desarrollo
de
las
comunicaciones vecinales, en todo el
territorio nacional. …” (Sexta Época, Pleno,
Aislada,
Semanario
Judicial
de
la
Federación,
Volumen LXIX, Primera Parte, Página: 21)
De estos precedentes se advierte que el
alcance del principio de destino al gasto
público se tradujo en un requisito de validez
de la regulación de los tributos cuya única
consecuencia era impedir que al crearse
23 éstos se indicará un destino discutible a los
ingresos que al efecto se generaran.
Es decir, el principio del destino al gasto
público de las contribuciones no se
reconoció
como
una
prerrogativa
fundamental al tenor de la cual los
contribuyentes pudieran exigir a los órganos
del Estado el desarrollo de alguna conducta
en relación con la administración o el
ejercicio
de
los
recursos
tributarios
recaudados, lo que atendiendo a los fines de
los ingresos tributarios y del gasto público,
en el nuevo paradigma constitucional del
Estado Mexicano amerita nuevas reflexiones.
IV.
¿Existen
diversas
prerrogativas
derivadas del principio de destino al gasto
público
atendiendo
a
los
fines
constitucionales de éste y a su carácter
de garantía para la protección de la
propiedad privada?
24 Como ha quedado precisado los ingresos
tributarios tienen como fin primordial
financiar la actividad de los órganos del
Estado Mexicano encaminada a lograr una
justicia social basada en la redistribución de
la riqueza que permita la plena eficacia de
los derechos humanos y, para la obtención
de esos ingresos, el Estado debe ejercer las
potestades que válidamente le permiten
privar de una parte de su riqueza a las
personas, privación que se justifica en el
deber de contribuir que les impone la Norma
Fundamental con el objeto de que los
órganos de aquél cuenten con los referidos
ingresos tributarios.
Como es fácil advertir, tanto el deber de
contribuir como el gasto público encuentran,
respectivamente
como
su
fuente
de
justificación y de financiamiento, el derecho
a la propiedad privada.
En ese orden, la afectación que por la vía
tributaria se genera a ese derecho humano,
implica reconocer el mayor grado de eficacia
25 a las garantías que protegen de la
arbitrariedad a esa prerrogativa fundamental
claro ésta sin llegar al extremo de
imposibilitar el ejercicio de la potestad
tributaria y de las diversas atribuciones de
las autoridades hacendarias obstaculizando
los elevados fines que ya hemos comentado
de los ingresos tributarios y del gasto
público.
Como
lo
anunciamos,
es
basta
la
jurisprudencia que se ha pronunciado sobre
tres de las garantías que en el ámbito
tributario protegen a la propiedad privada;
es
decir,
la
reserva
de
ley,
la
proporcionalidad y la equidad; sin embargo,
es necesario reflexionar sobre el alcance del
principio y garantía de destino al gasto
público, en un entorno de mayor tutela de
los derechos humanos.
Al abordar esta empresa es importante
considerar que el destino al gasto público así
como justifica la afectación al derecho
humano a la propiedad, en tanto busca
26 obtener los recursos cuyo gasto se encamina
a la justicia social, también se erige en una
garantía de que la afectación patrimonial
que conlleva la contribución cumplirá con su
fin solidario.
En efecto, la arbitrariedad en el ejercicio
de las potestades públicas relacionadas
con el cobro del tributo no sólo se puede
presentar en los términos en los que la
norma
tributaria
impacta
en
el
patrimonio de los contribuyentes sino
también, en el uso que se da a lo
recaudado.
Por ello, la adecuada administración y gasto
de los ingresos tributarios aunado a que
constituye una exigencia constitucional para
los órganos del Estado, también es una
expresión de la garantía para la protección
de la propiedad privada consistente en que
el tributo pagado debe, necesariamente,
destinarse a un gasto público que cumpla
con los postulados que en nuestra Norma
Fundamental rigen el desempeño de todas
27 las autoridades, a saber, garantizar el
desarrollo nacional integral que mediante
una justa distribución de la riqueza permita
el pleno ejercicio de la libertad y la dignidad
de las personas y, sobre todo, promover,
respetar, garantizar y proteger los derechos
humanos de todas las personas.
Por lo expuesto, podría sostenerse que a
diferencia de lo que sucede con los otros
principios de justicia tributaria, en el caso
del destino al gasto público, además de
condicionar la validez del establecimiento de
nuevos tributos, se erige una garantía
contra
la
arbitrariedad
en
la
administración y el gasto de los recursos
tributarios, en virtud de la cual los
contribuyentes
somos
titulares
de
diversas prerrogativas relacionadas con el
destino que se da o deja de dar a los
recursos tributarios.
Así, para algunos la garantía al destino
público de los ingresos tributarios permite
exigir a los órganos del Estado destinar los
28 recursos obtenidos por la vía tributaria a
solventar el aspecto prestacional de los
derechos humanos que la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos
reconoce.
También, podría llegar a sostenerse que
derivado de esa garantía al destino público
de
los
ingresos
tributarios,
a
los
contribuyentes, por su especial situación
frente al orden jurídico, les asiste el interés
legítimo para cuestionar el uso que se da a
esos ingresos.
Como lo anunciamos inicialmente, al
tenor de una interpretación pro persona
del alcance del principio y garantía para
la protección de la propiedad privada,
consistente en el destino al gasto público
de las contribuciones, puede estimarse
que los contribuyentes gozan de diversas
prerrogativas que les confieren la facultad
de exigir a los órganos del Estado
administrar
y
erogar
los
recursos
29 tributarios en fiel cumplimiento a lo
establecido constitucional y legalmente.
El tema, sin duda, es debatible pero de gran
relevancia para la eficacia de los derechos
humanos.
Queda planteado a manera de reflexión.
Les agradezco su atención.
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