CONSTITUCION, PÚBLICO TRIBUTO Y GASTO I. Introducción II. Los fines del tributo y del gasto público en el nuevo paradigma constitucional y su efecto redistributivo de la riqueza. III. Derecho a la propiedad privada y las garantías para su protección respecto del ejercicio de la potestad tributaria. IV. ¿Existen diversas prerrogativas derivadas del principio de destino al gasto público atendiendo a los fines constitucionales de éste y a su carácter de garantía para la protección de la propiedad privada? I. Introducción Los mandatos establecidos en los párrafos segundo y tercero del artículo 1º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos consistentes, por una parte, en 1 que las normas relacionadas con los derechos humanos deben interpretarse conforme al catálogo constitucional de derechos humanos favoreciendo en todo tiempo a las personas la protección más amplia y, por otra parte, en que todas las autoridades, en el ámbito de su competencia, deben promover, proteger, respetar y garantizar los derechos humanos atendiendo a los principios de universalidad, indivisiblidad, interdependencia y progresividad, dan lugar a un nuevo entendimiento del orden jurídico del Estado Mexicano, conforme al cual tanto en la interpretación de las normas generales que lo integran como en el ejercicio de todas y cada una de las atribuciones de los órganos del Estado, los derechos humanos de todas las personas deben tenerse como guía que conduce a un nuevo horizonte. Por ello, cuando hoy enfrentamos el análisis de cualquier problema jurídico debemos tomar en cuenta los derechos humanos de 2 todas las personas que se encuentran involucradas, de allí la importancia de acudir a una interpretación integral de la Constitución que tome en cuenta todos los derechos y bienes constitucionales que se encuentren relacionados. Al tenor de esta premisa, al emprender el análisis de la estrecha relación existente entre los tributos y el gasto público, debe tomarse en cuenta su trascendencia a diversos derechos humanos y garantías para la protección de éstos. En ese orden comenzaremos haciendo referencia a los fines del tributo y del gasto público en el nuevo paradigma constitucional, tomando en cuenta la importancia del cumplimiento del deber constitucional de contribuir a los gastos públicos y su finalidad eminentemente redistributiva de la riqueza. A continuación, en virtud de la trascendencia de las contribuciones al goce del derecho humano a la propiedad es 3 importante reflexionar sobre el alcance de esa prerrogativa y las garantías constitucionales que, específicamente, tienden a tutelarla respecto del ejercicio de la potestad tributaria del Estado Mexicano. Con base en este contexto constitucional emprenderemos el análisis del principio del destino al gasto público como garantía para la protección del derecho a la propiedad privada. Intentaremos precisar cómo esta garantía, al tenor de una interpretación pro persona, es decir a favor de todas las personas relacionadas con el cobro de los tributos, su administración y el consecuente ejercicio del gasto público, genera al contribuyente una serie de prerrogativas, también fundamentales, que derivadas de la afectación a su propiedad privada y al cumplimiento de su deber constitucional a contribuir, le permiten incidir en la administración de los recursos tributarios que ingresan a las 4 arcas públicas e incluso en el ejercicio del gasto público. II. Los fines del tributo y del gasto público en el nuevo paradigma constitucional. Para pronunciarse sobre los fines de los tributos es necesario tomar en cuenta la diversa regulación que desde nuestra Norma Fundamental, por un lado, faculta a determinados órganos del Estado para establecer contribuciones y, por otro lado, reconoce y establece diversos derechos humanos y garantías para su protección, que deben respetarse tanto el ejercer la llamada potestad tributaria como al ejercer las atribuciones encaminadas a fiscalizar el cumplimiento de las obligaciones tributarias y a recaudar los ingresos correspondientes. Atendiendo al mismo criterio constitucional, para determinar cuáles son los principales fines que debe perseguir el gasto público, es decir el realizado por los órganos del Estado 5 Mexicano, también es importante revisar qué indica al respecto nuestro Norma Fundamental. Por lo que se refiere a los fines de los tributos encontramos que, con toda claridad que, en la fracción IV del artículo 31 constitucional, se establece como obligación de los mexicanos, la consistente en contribuir para los gastos públicos que debe enfrentar el Estado Mexicano. Aun cuando este precepto tiene especial trascendencia para la protección del derecho humano a la propiedad privada, como precisaremos más adelante, es importante señalar que, en primer lugar, establece el deber constitucional, a cargo de todas las personas que se someten al orden jurídico del Estado Mexicano, de contribuir al sostenimiento de los gastos públicos y, en segundo lugar, un preciso pronunciamiento sobre la finalidad inmediata del ingreso tributario, financiar los gastos públicos. 6 Corrobora esta finalidad inmediata de los ingresos tributarios, lo señalado en la fracción VII del artículo 73 constitucional en cuanto a la facultad que asiste al Congreso de la Unión para imponer las contribuciones necesarias a cubrir el presupuesto. Cabe agregar que también el artículo 131 de nuestra Norma Fundamental precisa una diversa finalidad de los tributos, específicamente los que gravan el comercio exterior, al señalar que previa delegación del Congreso de la Unión, el Ejecutivo Federal puede aumentar, disminuir o suprimir las cuotas de los impuestos a la exportación o a la importación cuando lo estime urgente con el fin de regular el comercio exterior, la economía del país, la estabilidad de la producción nacional o de realizar cualquier otro propósito en beneficio del país. Incluso, como se ha reconocido en diversos precedentes de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, al regular los elementos de los tributos, el legislador puede buscar fines 7 diversos a la mera obtención de recursos que sustenten el gasto público, siempre y cuando dichos fines encuentren asidero constitucional. En ese orden, es patente que la principal finalidad del establecimiento y recaudación de los tributos es sostener los gastos públicos que deben enfrentar los órganos del Estado Mexicano. Aun cuando esta conclusión, pudiera estimarse un tanto obvia, es importante destacarla por sus consecuencias jurídicas, en primer lugar, es importante reconocer que la exigencia constitucional del deber de contribuir que asiste a todas las personas que se sujetan a nuestro orden jurídico encuentra su justificación en la obtención de los recursos que sustentan el gasto público y, en segundo lugar, que la finalidad mediata de los ingresos tributarios es la que corresponda a los gastos públicos. Dicho en otras palabras, el fin último de la imposición tributaria y de la afectación que 8 conlleva al derecho de propiedad de las personas, es alcanzar los objetivos que, también constitucionalmente, corresponden a los gastos públicos. Como lo podemos advertir, desentrañar de nuestro texto constitucional los fines que persiguen los gastos públicos que deben enfrentar los órganos del Estado, es indispensable para fijar el alcance de los derechos que asisten a los habitantes de nuestra Nación, tanto en relación con el establecimiento y cobro de los tributos, como respecto de la administración y gasto de los ingresos que éstos generan. Al tenor de esta premisa debemos asomarnos con todo detenimiento a revisar lo establecido en nuestra Constitución, especialmente, en sus artículos 1º, párrafo tercero, 26 y 27. Su análisis cuidadoso nos revela con claridad cuáles son los fines esenciales del gasto público. En efecto, por una parte, al disponerse que todas las autoridades, en el ámbito de sus 9 competencias, tienen la obligación de promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos de conformidad con los principios de universalidad, interdependencia, indivisibilidad y progresividad, resulta indudable que toda actividad financiera de los órganos del Estado Mexicano, especialmente la que se traduce en el ejercicio del presupuesto asignado, es decir, el gasto público, debe estar encaminada a generar las condiciones necesarias para el pleno goce de los derechos humanos. Así, la universalidad de los derechos humanos exige que el gasto público considere la situación material en la que se ubican todos los habitantes de nuestra Nación. Todos somos titulares de esas prerrogativas y todos tenemos la exigencia de respetar las que asisten a las demás personas. La interdependencia de estas prerrogativas también nos revela la necesidad de que los 10 recursos tributarios se administren y ejerzan con base en un análisis minucioso de las necesidades de todos. Así como existe la interdependencia entre los derechos que asisten a una misma persona, no debe el ejecutor del gasto olvidar que en muchas ocasiones la posibilidad de que unos ejerzan un derecho humano está determinada por las condiciones materiales en las que se encuentran otros grupos de la sociedad. La progresividad de los derechos humanos también constituye un principio que necesariamente condiciona el ejercicio del gasto público. Alcanzado un determinado nivel de tutela de algún derecho humano, para respetar ese principio constitucional, en su vertiente de no regresividad, la disminución de dicho nivel de ninguna manera podrá justificarse simple y llanamente por la falta de recursos presupuestales. En todo caso deberán existir causas que resulten reveladoras de que la disminución del grado de tutela busca 11 la protección de diverso derecho humano, aunado a que esa disminución no podrá afectar los mínimos que respecto de cada prerrogativa fundamental son indispensables para velar por la dignidad de las personas. En ese orden, si nos referimos a derechos de fuerte contenido prestacional, que trascienden al goce de condiciones materiales esenciales para la dignidad de las personas y cuya exigibilidad se actualiza directamente respecto del Estado e indirectamente en relación con cualquier otro sujeto de derecho, como sucede con los llamados derechos económicos, sociales y culturales, los órganos a los que constitucionalmente corresponde aprobar y ejercer el presupuesto, es decir determinar los términos en los que se lleva a cabo el gasto público, el mandato que les impone el artículo 1º, párrafo tercero, de nuestra Norma Fundamental, los obliga a tener una visión integral de la situación real en la que 12 se encuentran las personas respecto del goce de esos derechos humanos. Por tanto, la validez de la regulación del ejercicio del gasto público se encuentra condicionada por su eficacia para generar las condiciones jurídicas y materiales para que todas las personas sometidas al orden jurídico del Estado Mexicano cuenten con las posibilidades materiales para gozar de los satisfactores indispensables para su desarrollo, como sucede con el acceso al trabajo, a la educación, a la alimentación, al vestido, a la vivienda, a la salud física y mental así como a la cultura. El nuevo paradigma constitucional nos da mayor claridad sobre la finalidad redistributiva del gasto público, el cual, sin duda constituye el medio idóneo para paliar la desigualdad en aras de una justicia social indispensable para el ejercicio pleno de los derechos humanos. Vean entonces, como nuestro nuevo párrafo tercero del artículo 1º constitucional nos da 13 elementos relevantes para sostener que el gasto público debe encaminarse, esencialmente, a lograr la eficacia plena de los derechos humanos. En adición a lo anterior, por si alguien tuviera interrogantes sobre cuál es el ámbito de competencias en el que los órganos del Estado deben ejercer sus atribuciones para la eficacia plena de los derechos humanos, es conveniente recordar que el artículo 25 de nuestra Constitución establece: “Corresponde al Estado la rectoría del desarrollo nacional para garantizar que éste sea integral y sustentable, que fortaleza la soberanía de la Nación y su régimen democrático y que, mediante la competitividad, el fomento del crecimiento económico y el empleo y una más justa distribución del ingreso y de la riqueza, permita el pleno ejercicio de la libertad y la dignidad de los individuos, grupos y clases sociales” 14 Este mandato constitucional viene a corroborar la finalidad esencial del gasto público que ejercen los órganos del Estado Mexicano, lograr una justicia social basada en la redistribución de la riqueza que permita la plena eficacia de los derechos humanos. En ese orden, considero que contamos con suficientes argumentos constitucionales para sostener que los ingresos tributarios tienen como fin primordial financiar la actividad de los órganos del Estado Mexicano encaminada a lograr una justicia social basada en la redistribución de la riqueza que permita la plena eficacia de los derechos humanos. Dejemos sentada esta premisa fundamental para reflexionar, someramente, sobre el principal derecho humano que, en contra partida, se ve afectado por el ejercicio de las potestades del Estado para obtener los recursos tributarios cuya finalidad primordial hemos precisado. 15 III. Derecho a la propiedad privada y las garantías para su protección respecto del ejercicio de la potestad tributaria. En la estrecha interrelación que constantemente se genera entre los derechos humanos de todas las personas, destaca la que puede advertirse entre el derecho a la propiedad privada y los derechos humanos que, aun cuando su ejercicio no trasciende directamente a esa prerrogativa fundamental, si requieren para su eficacia de los ingresos tributarios y del gasto público sustentado en ellos. Como ustedes lo recuerdan, en diversos preceptos de nuestra Norma Fundamental, entre otros el 14, párrafo segundo, el 16, párrafo primero y el 27, párrafo tercero, se reconoce el derecho a la propiedad privada, el cual sólo puede ser objeto de actos de molestia jurídicamente sustentados o, de privación, mediante juicio seguido ante los tribunales previamente establecidos, sin menoscabo de que mediante un acto formal 16 y materialmente legislativo pueda sujetarse el derecho a la propiedad a determinadas modalidades en aras del interés público. A su vez, en el artículo 21 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos se reconoce que toda persona tiene derecho al uso y goce de sus bienes, sin menoscabo de que, mediante ley, se pueda subordinar su uso y goce al interés social, en la inteligencia de que ninguna persona puede ser privada de sus bienes, excepto mediante el pago de indemnización justa, por razones de utilidad pública o de interés social, en los casos y según las formas establecidas por la ley. Ante ello, debe tomarse en cuenta que el deber de contribuir al que referimos inicialmente, implica, indudablemente, un acto privativo de los bienes de los que disponen las personas, de allí su innegable trascendencia al derecho humano a la propiedad privada. Por ello, al emitirse la regulación que establece los elementos de las 17 contribuciones e incluso cuando las autoridades pretenden aplicarla, es indispensable que cumplan con diversas garantías establecidas en nuestra Constitución para proteger tanto del derecho a la propiedad, como otros derechos humanos que pudieran verse afectados. Como también lo tienen presente, entre esas garantías debemos destacar los principios de justicia tributaria que, vía interpretación jurisprudencial, la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha derivado de lo previsto en el artículo 31, fracción IV, constitucional, a saber, la reserva de ley en materia tributaria, la proporcionalidad, la equidad y el destino al gasto público de los ingresos tributarios. Se trata de principios que se erigen en auténticas garantías para la protección de la propiedad en tanto que, inicialmente, puede sostenerse que para la validez de la regulación que establece los elementos de un 18 tributo es indispensable que se cumpla con ellos. Ha sido materia de especial reflexión en estos Seminarios el alcance de la reserva de ley en materia tributaria, de la proporcionalidad de los tributos en función de la conducta que gravan o incluso del hecho generador de la respectiva obligación de pago e incluso, para efectos de nuestra Constitución, la vertiente tributaria del principio de igualdad, la equidad. Sabemos bien que la transgresión de estos principios o garantías se ha traducido en la inconstitucionalidad del tributo correspondiente en la medida en que el vicio advertido afecta su regulación. Por lo que se refiere al principio de destino al gasto público de los tributos su alcance como garantía constitucional ha sido de poca utilidad para la eficacia de los derechos humanos en juego, pues el único efecto que la jurisprudencia emanada del anterior paradigma constitucional le confirió, fue el 19 de una mera formalidad conforme a la cual si el legislador indicaba en la norma tributaria el destino que se daría a los ingresos obtenidos por un tributo específico, podría cuestionarse si ese destino encuadra o no en el concepto de gasto público. Así, si el legislador no se pronunciaba sobre el destino del tributo, la eficacia de esta garantía del derecho a la propiedad resultaba nula, pues debía presumirse que los ingresos correspondientes se destinarían al gasto público. En ese orden, la garantía en comento tuvo una eficacia casi nula, que sólo operaba cuando el legislador indicaba con error indiscutible que los ingresos obtenidos se destinarían a un gasto público, generándose interrogantes, incluso, sobre si dichos gastos cumplían o no con ese requisito, en virtud de que, finalmente, se destinarían por el Estado a financiar actividades de trascendencia pública. Así puede advertirse, entre otras, de las tesis de la Suprema Corte 20 de Justicia de la Nación que llevan por rubro, texto en lo conducente y datos de identificación: HENEQUENEROS, INCONSTITUCIONALIDAD DEL IMPUESTO PARA FORMAR EL FONDO DE PREVISION DE LAS COOPERATIVAS DE LOS. El fomento del fondo de previsión de las cooperativas de henequeneros y de las obras de los trabajadores, no se encuentra comprendido dentro de las atribuciones del Estado Federal, por lo que resulta que no puede considerarse tal gasto, como un gasto público de la Federación, y consiguientemente, ésta no puede establecer el impuesto señalado en el decreto de 1o. de enero de 1937, por prohibirlo la fracción IV del artículo 31 de la Constitución. Por tanto, el decreto mencionado es inconstitucional, porque las cuotas de uno y dos centavos que establece, son destinadas para el fondo de previsión de las cooperativas y para obras 21 que benefician a los trabajadores respectivos, lo cual no puede considerarse como gasto público de la Federación, por lo que no existe obligación de que los cubran en forma de impuestos, los exportadores de henequén de las entidades federativas” (Quinta Época, Segunda Sala, Semanario Judicial de la Federación, Tomo LXVIII, Página: 1564). “VEHICULOS PROPULSADOS POR MOTORES DIESEL Y POR MOTORES ACONDICIONADOS PARA USO DE GAS LICUADO DE PETROLEO, CONSTITUCIONALIDAD DE LA LEY DEL IMPUESTO SOBRE. El impuesto sobre vehículos propulsados por motores tipo diesel y por motores acondicionados para uso de gas licuado de petróleo, sí está destinado a un gasto público ya que de acuerdo con lo establecido en el artículo 7o. del mismo ordenamiento se establece que: "Con el producto de este impuesto, se 22 formará el fondo destinado a la conservación, construcción y mejoramiento de caminos vecinales, fondo que será entregado al Comité Nacional de Caminos Vecinales, que lo administrará, según lo establece el decreto que lo creó". De manera que el producto de la recaudación, está destinado a cubrir un gasto público, como lo requiere la Constitución en su artículo 31, fracción IV, ya que es indudable que tiene este carácter el desarrollo de las comunicaciones vecinales, en todo el territorio nacional. …” (Sexta Época, Pleno, Aislada, Semanario Judicial de la Federación, Volumen LXIX, Primera Parte, Página: 21) De estos precedentes se advierte que el alcance del principio de destino al gasto público se tradujo en un requisito de validez de la regulación de los tributos cuya única consecuencia era impedir que al crearse 23 éstos se indicará un destino discutible a los ingresos que al efecto se generaran. Es decir, el principio del destino al gasto público de las contribuciones no se reconoció como una prerrogativa fundamental al tenor de la cual los contribuyentes pudieran exigir a los órganos del Estado el desarrollo de alguna conducta en relación con la administración o el ejercicio de los recursos tributarios recaudados, lo que atendiendo a los fines de los ingresos tributarios y del gasto público, en el nuevo paradigma constitucional del Estado Mexicano amerita nuevas reflexiones. IV. ¿Existen diversas prerrogativas derivadas del principio de destino al gasto público atendiendo a los fines constitucionales de éste y a su carácter de garantía para la protección de la propiedad privada? 24 Como ha quedado precisado los ingresos tributarios tienen como fin primordial financiar la actividad de los órganos del Estado Mexicano encaminada a lograr una justicia social basada en la redistribución de la riqueza que permita la plena eficacia de los derechos humanos y, para la obtención de esos ingresos, el Estado debe ejercer las potestades que válidamente le permiten privar de una parte de su riqueza a las personas, privación que se justifica en el deber de contribuir que les impone la Norma Fundamental con el objeto de que los órganos de aquél cuenten con los referidos ingresos tributarios. Como es fácil advertir, tanto el deber de contribuir como el gasto público encuentran, respectivamente como su fuente de justificación y de financiamiento, el derecho a la propiedad privada. En ese orden, la afectación que por la vía tributaria se genera a ese derecho humano, implica reconocer el mayor grado de eficacia 25 a las garantías que protegen de la arbitrariedad a esa prerrogativa fundamental claro ésta sin llegar al extremo de imposibilitar el ejercicio de la potestad tributaria y de las diversas atribuciones de las autoridades hacendarias obstaculizando los elevados fines que ya hemos comentado de los ingresos tributarios y del gasto público. Como lo anunciamos, es basta la jurisprudencia que se ha pronunciado sobre tres de las garantías que en el ámbito tributario protegen a la propiedad privada; es decir, la reserva de ley, la proporcionalidad y la equidad; sin embargo, es necesario reflexionar sobre el alcance del principio y garantía de destino al gasto público, en un entorno de mayor tutela de los derechos humanos. Al abordar esta empresa es importante considerar que el destino al gasto público así como justifica la afectación al derecho humano a la propiedad, en tanto busca 26 obtener los recursos cuyo gasto se encamina a la justicia social, también se erige en una garantía de que la afectación patrimonial que conlleva la contribución cumplirá con su fin solidario. En efecto, la arbitrariedad en el ejercicio de las potestades públicas relacionadas con el cobro del tributo no sólo se puede presentar en los términos en los que la norma tributaria impacta en el patrimonio de los contribuyentes sino también, en el uso que se da a lo recaudado. Por ello, la adecuada administración y gasto de los ingresos tributarios aunado a que constituye una exigencia constitucional para los órganos del Estado, también es una expresión de la garantía para la protección de la propiedad privada consistente en que el tributo pagado debe, necesariamente, destinarse a un gasto público que cumpla con los postulados que en nuestra Norma Fundamental rigen el desempeño de todas 27 las autoridades, a saber, garantizar el desarrollo nacional integral que mediante una justa distribución de la riqueza permita el pleno ejercicio de la libertad y la dignidad de las personas y, sobre todo, promover, respetar, garantizar y proteger los derechos humanos de todas las personas. Por lo expuesto, podría sostenerse que a diferencia de lo que sucede con los otros principios de justicia tributaria, en el caso del destino al gasto público, además de condicionar la validez del establecimiento de nuevos tributos, se erige una garantía contra la arbitrariedad en la administración y el gasto de los recursos tributarios, en virtud de la cual los contribuyentes somos titulares de diversas prerrogativas relacionadas con el destino que se da o deja de dar a los recursos tributarios. Así, para algunos la garantía al destino público de los ingresos tributarios permite exigir a los órganos del Estado destinar los 28 recursos obtenidos por la vía tributaria a solventar el aspecto prestacional de los derechos humanos que la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos reconoce. También, podría llegar a sostenerse que derivado de esa garantía al destino público de los ingresos tributarios, a los contribuyentes, por su especial situación frente al orden jurídico, les asiste el interés legítimo para cuestionar el uso que se da a esos ingresos. Como lo anunciamos inicialmente, al tenor de una interpretación pro persona del alcance del principio y garantía para la protección de la propiedad privada, consistente en el destino al gasto público de las contribuciones, puede estimarse que los contribuyentes gozan de diversas prerrogativas que les confieren la facultad de exigir a los órganos del Estado administrar y erogar los recursos 29 tributarios en fiel cumplimiento a lo establecido constitucional y legalmente. El tema, sin duda, es debatible pero de gran relevancia para la eficacia de los derechos humanos. Queda planteado a manera de reflexión. Les agradezco su atención. 30