EL EJÉRCITO MEXICANO - Grupo Parlamentario del PRD en la

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EL EJÉRCITO MEXICANO: LA REFORMA PENDIENTE
La coyuntura del 2012
Victoria Livia Unzueta Reyes1
Debemos iniciar señalando que, en la actualidad, el Ejército Mexicano es una de las
instituciones que goza de mayor reconocimiento entre la población gracias a las labores que,
en situaciones de crisis, ha desarrollado en favor del pueblo mexicano. No obstante lo
anterior, debemos reconocer que tanto en andamiaje constitucional como legal, lo sitúan como
una institución con orígenes decimonónicos y que arrastra fuertes lastres que deben ser
superados para lograr el establecimiento de indiscutibles relaciones cívico militares que
sujeten el poderío militar de la Nación, al poder civil legalmente constituido. Las reformas
que esto implica, no incumben únicamente a la institución militar en sí misma, sino que
reclaman
la
modernización
integral
de
la
Administración
Pública
Federal,
la
institucionalización del Poder Ejecutivo y, principalmente, el esfuerzo del Estado Mexicano
en su conjunto.
Es por ello que, si entendemos las relaciones cívico militares como aquellas relaciones
establecidas entre la institución militar y las demás del Estado Mexicano, cuyas características
se encuentran determinadas a partir del grado de desarrollo de los mecanismos de
profesionalización e institucionalización del cuerpo armado al servicio del propio Estado, que
deben llevar al cumplimiento de sus funciones constitucional y legalmente establecidas más
allá de las confrontaciones políticas y sus correspondientes intereses, “conformando un
cuerpo… independiente de lealtades partidarias o de clase y organizado según intereses y
principios propios”2, conforme a una lógica operativa ya que su intervención como cuerpo, en
la política, reduciría su competencia profesional.
El origen histórico del Ejército lo podemos situar en el momento mismo de la concepción del
Estado Mexicano cuando, a través de un Decreto de la Junta Soberana Provisional
1
Ph.D. Studi Politici Europei ed Euroamericani. Asesora del Grupo Parlamentario del PRD en la H. Cámara de
Diputados, especializada en Seguridad Nacional y Fuerzas Armadas. 2
Huntington, Samuel P., El Soldado y el Estado. Teoría y Política de las relaciones cívico-militares, Grupo
Editor Latinoamericano, Buenos Aires, 1995, p. 44. 1 Gubernativa, de fecha 8 de noviembre de 1821, se establecieron cuatro Ministerios, entre ellos
el de Guerra y Marina. En este momento, resulta pertinente recordar que la Constitución
liberal de 1857, no obstante atribuir al Presidente de la República la facultad de “disponer de
la fuerza armada permanente para la seguridad interior y defensa exterior de la federación”3,
también confirió al Congreso la facultad de “levantar y sostener el Ejército y la Armada de la
Unión, y para reglamentar su organización y servicio”4, bajo el argumento de que, por “…lo
grave que son todas las cuestiones que se refieren a la organización del ejército, [es]
indispensable que estén bajo la inspección exclusiva del Congreso, pues su resolución
corresponde al soberano…”5, estableciendo la obligación constitucional de que ambos
Poderes —Legislativo y Ejecutivo— colaboraran en el establecimiento de una Fuerza Armada
permanente profesional y eficiente. No obstante, gracias al fortalecimiento del
presidencialismo en México, el Poder Legislativo abdicó a esta facultad expresamente
conferida por el Constituyente originario. Aunque de manera menos clara, también el Poder
Judicial intervenía en los asuntos militares cuando la Suprema Corte de Justicia de la Nación,
en conjunto con magistrados militares, conformaban la Suprema Corte de Justicia Militar para
conocer, en última instancia, de los juicios que se llevaban a cabo en el Ejército. Esta facultad,
sin embargo, también fue soslayada por el propio Poder Judicial declinando, en 1864, su
competencia para conocer de estos asuntos, obligando en los hechos a la creación de una
estructura cerrada dentro del propio Ejército que ha dado como resultado, la conformación del
Sistema de Justicia Militar como lo conocemos en la actualidad.
Es por lo anterior que, en el contexto político nacional, resulta obligado, hacer referencia al
parteaguas que, en los albores del inicio del Siglo pasado, representó la Revolución Mexicana
(1910-1917), en el que el triunfo del Ejército Constitucionalista y la unificación de la familia
revolucionaria generaron, de facto, la imagen de que era El Pueblo el que tomaba el poder
político. Lo anterior, situó al Ejército como el “guardián de la Revolución” y a su élite militar
en los más altos cargos políticos, incluyendo la Primera Magistratura, de frente a la
incapacidad de la clase política civil para consolidar sus instituciones. Fue hasta la segunda
mitad de la década de los años treinta del Siglo XX cuando se reconocieron las condiciones
3
Constitución Política de la República Mexicana de 1857, artículo 85 fracción VI. Ídem, artículo 72 fracción XVII. 5
Zarco, Francisco, Crónicas del Congreso Extraordinario Constituyente (1856-1857), sesión del 9 de octubre de
1856, intervención del Diputado Arriaga, El Colegio de México, México, 1957, p. 670. 4
2 para que, en primer término, se eliminara la representación sectorial militar dentro del partido
oficial y, en consecuencia, años después un civil asumiera la Presidencia de la República
conservando, a cambio, la presidencia del partido oficial para los militares, aún por algunos
años más. Este proceso que podríamos llamar de “desmilitarización” de la vida política
favoreció, no obstante, el proceso de profesionalización del Ejército, benefició la supremacía
civil sobre las instituciones militares, que asumieron sus roles en materia de defensa nacional
y mantenimiento del orden interno, no sin reservarles, al menos, alguna representación
política6.
Sin embargo, el fortalecimiento de la figura presidencial, principalmente durante la segunda
mitad del siglo XX y el advenimiento de la Guerra Fría, favorecieron un proceso de
polarización interna que condujo, como epítome de la cacería, a la matanza de estudiantes a
manos de cuerpos militares de élite, bajo la responsabilidad directa del Presidente de la
República, asumida institucionalmente en su Informe de Gobierno del 1° de septiembre de
1969. En los años subsecuentes, las situaciones en que el Ejército fue utilizado como
herramienta de persecución política, se sucedieron intensamente. La así conocida como
Guerra Sucia dejó, extraoficialmente, miles de muertos y signó a los cuerpos militares con el
estigma de un infamante anticivilismo traducido en represión de las libertades. A partir de
este momento, el Ejército inició un proceso de retrospección política, retraimiento de la vida
pública y comenzó, a partir de los años ochenta del siglo pasado, con otra guerra, la del
combate al crimen organizado. Esta situación ha generado que, sin un marco legal adecuado y
sin objetivos claros —al menos del conocimiento público—, el Ejército tenga a 45 mil de sus
efectivos desplegados a lo largo del territorio nacional.
En este contexto, la acción que el Ejecutivo Federal emprendió para contrarrestar la expansión
territorial del crimen organizado, principalmente a partir de 2007, ha conducido a otra forma
de militarización de la vida nacional. La falta de ética, probidad y profesionalismo, situó a las
instituciones policiales de los tres niveles de gobierno en índices de corrupción e infiltración
por parte de las organizaciones criminales, nunca antes vistos, por lo cual, “más de un
6
Ejemplo de ello es que, hasta la LX Legislatura, la Comisión de Defensa Nacional de la Cámara de Diputados
siempre había sido presidida por un militar, lo cual garantizaba, al menos, la participación de este sector en las
decisiones nacionales. 3 centenar de elementos de alto rango —activos o en retiro— ocupan los principales cargos de
seguridad pública en estados y municipios, en sustitución de mandos civiles”7.
Señalábamos anteriormente que el origen histórico de la institución castrense en nuestro país
data de los inicios de nuestra vida independiente, sin embargo, es menester recordar que,
gracias a la grave inestabilidad política y militar que asoló a nuestro país durante el Siglo
XIX, la incipiente organización de la Administración Pública sufrió fuertes distorsiones
respecto a su trazo constitucional que, en el largo plazo, afectaron directamente las funciones
propias de un gobierno profesional y moderno. En el caso que nos ocupa, fue en 1891 cuando
se establecieron legalmente las competencias de la entonces Secretaría de Guerra y Marina a
la que correspondían los negocios relacionados con: “Ejército permanente, marina de guerra y
mercante, Guardia Nacional al servicio de la Federación, Legislación Militar, Administración
de Justicia Militar, Indultos Militares, Patentes de Corso, Colegio Militar, Escuelas Náuticas,
Hospitales Militares, fortalezas, fortificaciones, cuarteles, fábricas de armas y pertrechos,
arsenales, diques, depósitos y almacenes militares de la Federación.”8 Y, aún y cuando
durante el período revolucionario se produjeron algunos cambios, podemos observar que, en
la Ley de Secretarías de Estado, Departamentos Administrativos y demás Dependencias del
Poder Ejecutivo Federal, publicada el 6 de abril de 1934, las facultades anteriormente
atribuidas a la Secretaría de Guerra y Marina del período porfirista, son prácticamente las
mismas, a las cuales se añaden las de proporcionar asesoría técnica militar para la
construcción de vías de comunicación, el control de las colonias militares, el ejercicio de la
7
El Universal, Marcelo Galán y corresponsales, Militares, a cargo de la seguridad en 17 entidades, 28 de
febrero de 2011. Señala Ernesto López Portillo que “Actualmente mandos militares ocupan las secretarías de
Seguridad Pública de 12 estados y las direcciones de Policía Estatal en tres entidades (Chihuahua, Coahuila y
Colima), además de que dos egresados de la Marina están al frente de la seguridad de Quintana Roo y el Distrito
Federal… En paralelo, militares —en su mayoría generales, coroneles y capitanes— dirigen las labores de
vigilancia en municipios y ciudades disputadas por los cárteles de la droga… Así, las secretarías de Seguridad
Pública, y en muchos casos sus principales instituciones y corporaciones policiales, son comandadas por
militares en al menos 25 estados, incluidos los de más actividad criminal por la presencia del narcotráfico, como
Baja California, Chihuahua, Guerrero, Michoacán, Tamaulipas, Coahuila, Veracruz, Nuevo León y Guanajuato.
También ocupan los principales cargos en municipios en los que operan con más intensidad las bandas de
secuestradores, extorsionadores, asaltantes y narcotraficantes, como Ciudad Juárez, Acapulco, Zapopan,
Monterrey, Culiacán, Nuevo Laredo, Matamoros, Reynosa, Torreón y Cancún.”
8
Mayo 13, 1891, Decreto del Congreso. Se establece el modo en cómo deben distribuirse los negocios entre las
Secretarías de Estado. Legislación Mexicana o colección completa de las disposiciones legislativas expedidas
desde la independencia de la República, ordenada por los Lic.(...), Dublán y Chávez Editores, México, 18761902, Tomo XXI, pp. 79-81. 4 soberanía nacional en aguas territoriales, la movilización del país en casos de guerra y la
elaboración de planes para la defensa nacional; adicionándose, en 1935, la facultad de
manufacturar toda clase de armamentos, municiones, vestuario y materiales destinados al
Ejército y la Armada9.
No fue sino hasta el 30 de diciembre de 1939 que se cambie la denominación de esta instancia
por la de Secretaría de la Defensa Nacional, creado al mismo tiempo, el Departamento de la
Marina Nacional, al cual se le atribuyen múltiples facultades en materia de administración de
la fuerza naval de la Federación, la policía marítima, el asesoramiento técnico y, entre otras,
la educación naval, civil y militar, alcanzando el 21 de Diciembre de 1946, el rango de
Secretaría de Estado. No obstante, en este ordenamiento legal, las facultades de la Secretaría
de la Defensa Nacional quedan reducidas al “despacho de los asuntos relacionados con la
Defensa del territorio nacional y, en consecuencia, con la organización, administración y
preparación del Ejército y fueron conservadas en este tenor, hasta la emisión de la Ley
correspondiente del 24 de Diciembre de 1958, cuando se especificarán las relativas al manejo
de la Fuerza Aérea Mexicana y las relativas al control sobre armas de fuego y explosivos en el
territorio nacional. Debemos indicar, sin embargo, que a pesar del proceso de
“desmilitarización” de la vida política que habríamos señalado anteriormente, éste no se
produce en el ámbito castrense, conservando una estructura militar ambivalente —operativa y
administrativa—.
En el ámbito interno de la institución castrense, la realidad no se presenta muy distinta. El
momento fundacional del Estado moderno mexicano, con la promulgación del texto
constitucional del 1857, no corresponde al momento de ruptura legislativa con el Antiguo
Régimen. Más aún, debemos señalar que la Ordenanza General del Ejército, publicada en
185210, aunque con un lenguaje adaptado a la realidad republicana en México, sigue en
esencia siendo el mismo texto que el de las Ordenanzas de S.M. para el régimen, disciplina,
subordinación y servicios de sus ejércitos, vigente en el Reino Español desde 1767. No será
hasta 1882 cuando, después de un arduo trabajo de investigación —y después de haber
sufrido la imposición, durante el período de la intervención francesa, de las leyes de aquel
9
Ley de Secretarías y Departamentos de Estado, Diario Oficial de la Federación, 31 de Diciembre de 1935. Ordenanza Militar para el régimen, disciplina, subordinación y servicio en el ejército, Ministerio de Guerra y
Marina, Imprenta de José M. Lara, México, 1852.
10
5 reino— que se expida la primera Ordenanza General para el Ejército de la República
Mexicana11, instalando al Ejército Mexicano, dentro de la modernidad decimonónica.
Un primer esfuerzo para romper con esta transición se produjo el 11 de diciembre de 1911,
cuando el entonces presidente de la República, Francisco I. Madero, promulgó, por mandato
del Congreso de la Unión, una nueva Ordenanza General del Ejército12 que, a lo largo de sus
1340 artículos, establecía las obligaciones de todos y cada uno de los integrantes del instituto
armado. Este ordenamiento continuó vigente hasta que, en 1926, siendo Presidente de la
República, el general Plutarco Elías Calles, cuando se
expidió la primera Ley Orgánica del Ejército, presentada al Congreso el día 23 de
diciembre del año anterior. En ella se establecía que correspondía al presidente de la
república el mando del ejército y de la armada nacionales. Bajo esta reglamentación, el
ejército funcionó durante casi medio siglo, actuando dentro del sistema y adaptándose
a cada uno de los regímenes presidenciales, supeditando el poder de las fuerzas
armadas al poder civil. En 1971, después de los acontecimientos de 1968 y en plena
Guerra Sucia, el presidente Luis Echeverría, con anuencia del Congreso, introdujo la
supremacía del mando del presidente sobre las fuerzas armadas…13,
el cual podría ser ejercido por él mismo, por el secretario de la Defensa Nacional o por la
autoridad militar que él designase.
La Ley vigente, fue promulgada, en 1986, por Miguel de la Madrid. En ella se introdujo la
facultad presidencial de “autorizar la creación de nuevas unidades para el ejército y la fuerza
aérea, nuevas armas y servicios, nuevos establecimientos de educación militar o nuevos
cuerpos especiales”14, legalizando lo que ya se hacía de facto, dejando de lado al Congreso y
sus facultades. En esta Ley, además de las misiones generales y los niveles de mando, se
establece la composición del instituto armado, dividiéndolo en dos grandes partes: las armas y
los servicios. En cuanto a la primera, es la que se encarga del desarrollo operativo de las
misiones, comprende la infantería, la caballería, la artillería, los blindados y los ingenieros15.
Los servicios son “componentes del Ejército y Fuerza Aérea, que tienen como misión
11
Ordenanza General para el Ejército de la República Mexicana, Biblioteca de la Secretaría de Guerra y Marina,
formada por el C. General de División Manuel González, Imprenta de I. Cumplido, México, 1882 12
Véase http://www.sedena.gob.mx/pdf/reglamentos/ordenanza.pdf. 13
Unzueta Reyes Victoria Livia, Saldaña Harlow, Adalberto, et.al., La insoportable inconstitucionalidad del
cuerpo, en Revista Coyuntura, http://ierd.prd.org.mx/coy142/VLU1.htm 14
Ley Orgánica del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos, Diario Oficial de la Federación, 26 de diciembre de
1986, artículo 14 fracción IX. 15
Ídem, artículo 56. 6 principal, satisfacer necesidades de vida y operación, por medio del apoyo administrativo y
logístico…”16, y comprenden los de ingenieros, cartográficos, transmisiones, materiales de
guerra, transportes, administración, intendencia, sanidad, justicia, veterinaria y remonta,
meteorológico, control de vuelo y material aéreo, todos ellos adyacentes a la labor militar
intrínseca. Adicionalmente, se contempla la creación de Cuerpos Especiales —entre ellos, el
de Guardias Presidenciales, el de Aerotropas, el de Policía Militar y el de Música Militar—,
los cuerpos de Defensas Rurales y los establecimientos de educación militar.
Esta configuración ha permanecido, en lo general, incólume a lo largo del último cuarto del
Siglo XX y lo que va del XXI, no obstante la cada vez más activa participación de las fuerzas
armadas en la lucha de contención del narcotráfico, en primera instancia, y del crimen
organizado, en últimas fechas. Abordaremos sucintamente dos hechos legislativos
fundamentales. En primer término, la creación del Cuerpo Especial del Ejército y Fuerza
Aérea, denominado Cuerpo de Fuerzas de Apoyo Federal y, en segundo término, la reforma
legal promovida por el Ejecutivo federal relativa a la reclasificación del personal en activo del
Ejército y la Fuerza Aérea.
El 9 de mayo del año 200717, el Ejecutivo Federal, en uso de sus facultades legales, creó por
vía de un Decreto, el Cuerpo de Fuerzas de Apoyo Federal. En sus consideraciones, el Mando
Supremo indicó “que debe existir dentro de la estructura del Ejército y la Fuerza Aérea un
cuerpo especial bajo las órdenes del presidente de la República, que cuente con los elementos
humanos, materiales, técnicos, tácticos y estratégicos necesarios para intervenir en las tareas
de apoyo...” para la “seguridad pública; lo que implica su participación para efectos de la
restauración del orden público, así como para enfrentar al crimen organizado o los actos
ejecutados contra la seguridad de la nación”. La creación de este Cuerpo Especial violó el
marco jurídico nacional en virtud de que la Constitución Política señala expresamente que el
Ejército no puede ejercer funciones de policía, sino exclusivamente aquellas que tengan
exacta conexión con la disciplina militar18; adicionalmente, la propia Constitución indica que,
en el ámbito exterior, una amenaza a la seguridad nacional equivale a una agresión o invasión
16
Ídem, artículos 67 y 68. Decreto por el que se crea el Cuerpo Especial del Ejército y Fuerza Aérea, denominado Cuerpo de Fuerzas de
Apoyo Federal, Diario Oficial de la Federación, 9 de mayo de 2007. 18
Artículo 129 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. 17
7 extranjera, por lo cual, en el ámbito interior, la perturbación de la paz pública debe tener la
misma envergadura, para que el Ejecutivo pueda disponer de la fuerza armada permanente; en
tercer lugar, se violaron las disposiciones legales establecidas en la Ley General que establece
las bases de coordinación del Sistema Nacional de Seguridad Pública19 y el artículo 21 de la
Constitución Política vigente en la época y, por último, debemos señalar que la promulgación
de este Decreto “no es una acción o acto meramente administrativo como lo hace creer el
ejecutivo en la exposición de motivos del… decreto, sino un acto de organización que cae en
el ámbito legislativo, por lo que corresponde, constitucionalmente, al Congreso de la
Unión”20. Queriendo enmendar la plana, el 17 de septiembre del mismo año21, el propio
Ejecutivo Federal reformó el mencionado Decreto, situando a este Cuerpo, bajo el mando
directo de la Secretaría de la Defensa Nacional, pero estableciendo un procedimiento de
actuación, en el cual tendrían decisión definitiva, además, el Secretario de Gobernación y el
de Seguridad Pública.
En lo que hace a las reformas para la reclasificación de los elementos en activo del Ejército
Mexicano22, se establece la posibilidad de que el personal en activo sea trasladado de una
Fuerza Armada a otra (del Ejército a la Fuerza Aérea, o viceversa); de un arma a otra, de un
arma a un servicio, de un servicio a un arma, de un servicio a otro y de una especialidad a
otra, convirtiendo así a los poco más de doscientos mil servidores públicos adscritos a la
Secretaría de la Defensa Nacional, en un activo potencial, dado que estas reclasificaciones “se
realizarán para satisfacer las necesidades del Ejército o de la Fuerza Aérea Mexicanos…”,
enviando un mensaje de intrínseca debilidad, fortaleciendo a la institución pero sin resolver el
problema fundamental de la división entre los cuerpos administrativo y operativo.
En el terreno presupuestal, debemos señalar que si bien es cierto que el sector de seguridad ha
sido el más beneficiado en el último sexenio, también debemos indicar que es la Secretaría de
Seguridad Pública la que ha recibido mayores recursos, proporcionalmente, como se puede
apreciar en el siguiente cuadro:
19
Ley abrogada por la vigente Ley General del Sistema Nacional de Seguridad Pública. Suárez del Real y Saldaña Harlow, op.cit. 21
Decreto que modifica el diverso por el que se crea el Cuerpo Especial del Ejército y Fuerza Aérea,
denominado Cuerpo de Fuerzas de Apoyo Federal, Diario Oficial de la Federación, 17 de septiembre de 2007. 22
Decreto por el que se reforman y adicionan diversas disposiciones de la Ley Orgánica del Ejército y Fuerza
Aérea Mexicanos y de la Ley de Ascensos y Recompensas del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos, Diario
Oficial de la Federación, 1 de junio de 2011. 20
8 RAMO
DEPEN
DENCIA
APROBADO 2008
APROBADO 2009
APROBADO 2010
APROBADO 2011
APROBADO 2012
7
SDN
$34,861,005,900.00
$43,623,321,860.00
$43,632,410,311.00
$50,039,456,571.00 $55,610,989,782.00
13
SM
$13,382,746,100.00
$16,059,281,110.00
$15,991,869,193.00
$18,270,177,440.00 $19,679,681,622.00
17
PGR
$ 9,307,808,800.00
$12,309,857,565.00
$11,781,474,057.00
$11,997,812,200.00 $14,905,074,010.00
36
SSP
$ 19,711,622,600.00
$32,916,838,380.00
$32,437,776,662.00
$35,519,104,867.00 $40,536,522,049.00
Fuente: elaboración propia a partir de los Decretos de Presupuesto de Egresos de la Federación
Si hacemos un ejercicio comparativo, podremos observarlo con mayor detalle. Dividimos el
número de efectivos entre el presupuesto destinado y obtenemos que:
ENTIDAD
2008
2009
2010
2011
2012
SSP
(PF/SPF)
$255,667
$397,707
$366,424
$446,681
$520,693.43
SDN
$174,702
$214,679
$210,926
$241,899
$264,104.93
SM
$239,144
$285,123
$267,367
$316,883
$336,221.34
9 COSTO POR ELEMENTO
$600,000
$500,000
$400,000
SSP (PF/SPF)
$300,000
SDN
SM
$200,000
$100,000
$0
2008
2009
2010
2011
2012
Fuente: elaboración propia a partir de los Decretos de Presupuesto de Egresos de la Federación.
Estos incrementos se han producido no obstante los compromisos que, a nivel
latinoamericano ha adquirido el Estado Mexicano23. Aún así, los gastos militares que tenemos
se encuentran muy por debajo de las necesidades reales que las tareas hoy encomendadas al
Ejército le requieren y de los gastos que otros países de la región destinan, como se puede
apreciar en la siguiente gráfica:
País
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
2010
México
3887
3759
3747
3610
3880
4221
4766
4772
5304
5414
5723
Argentina
2060
1756
1808
1861
1955
2015
2333
2650
3146
3476
3167
Brasil
26005
26477
21101
21917
23677
24772
27067
29125
31244
34384
31576
Chile
4298
4298
4324
4971
5350
5993
6083
6359
5901
6579
7392
Colombia
6291
6606
6939
7406
7541
7973
8458
9997 10503 10422
Datos en dólares corrientes. Fuente: Elaboración propia con datos del SIPRI24.
10290
23
Es el caso de la resolución AG/RES. 2188 (XXXVI-O/06), sobre LIMITACIÓN DE GASTOS MILITARES
Y LA PROMOCIÓN DE MAYOR TRANSPARENCIA EN LA ADQUISICIÓN DE ARMAMENTOS EN LAS
AMÉRICAS, aprobada en la cuarta sesión plenaria de la Organización de Estados Americanos, celebrada el 6 de
junio de 2006. 24
Stockholm International Peace Research Institute, Military expenditure by country, en www.sipri.org. 10 Todo lo anterior, nos conduce a pensar en la inaplazable reforma que requieren nuestras
Fuerzas Armadas, no sólo como instituciones del Estado Mexicano, sino también como un
mecanismo de movilidad social que, gracias a la crisis económica, deriva en la posibilidad de
sobrevivencia para muchas familias mexicanas.
11 
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