EL EJÉRCITO MEXICANO: LA REFORMA PENDIENTE La coyuntura del 2012 Victoria Livia Unzueta Reyes1 Debemos iniciar señalando que, en la actualidad, el Ejército Mexicano es una de las instituciones que goza de mayor reconocimiento entre la población gracias a las labores que, en situaciones de crisis, ha desarrollado en favor del pueblo mexicano. No obstante lo anterior, debemos reconocer que tanto en andamiaje constitucional como legal, lo sitúan como una institución con orígenes decimonónicos y que arrastra fuertes lastres que deben ser superados para lograr el establecimiento de indiscutibles relaciones cívico militares que sujeten el poderío militar de la Nación, al poder civil legalmente constituido. Las reformas que esto implica, no incumben únicamente a la institución militar en sí misma, sino que reclaman la modernización integral de la Administración Pública Federal, la institucionalización del Poder Ejecutivo y, principalmente, el esfuerzo del Estado Mexicano en su conjunto. Es por ello que, si entendemos las relaciones cívico militares como aquellas relaciones establecidas entre la institución militar y las demás del Estado Mexicano, cuyas características se encuentran determinadas a partir del grado de desarrollo de los mecanismos de profesionalización e institucionalización del cuerpo armado al servicio del propio Estado, que deben llevar al cumplimiento de sus funciones constitucional y legalmente establecidas más allá de las confrontaciones políticas y sus correspondientes intereses, “conformando un cuerpo… independiente de lealtades partidarias o de clase y organizado según intereses y principios propios”2, conforme a una lógica operativa ya que su intervención como cuerpo, en la política, reduciría su competencia profesional. El origen histórico del Ejército lo podemos situar en el momento mismo de la concepción del Estado Mexicano cuando, a través de un Decreto de la Junta Soberana Provisional 1 Ph.D. Studi Politici Europei ed Euroamericani. Asesora del Grupo Parlamentario del PRD en la H. Cámara de Diputados, especializada en Seguridad Nacional y Fuerzas Armadas. 2 Huntington, Samuel P., El Soldado y el Estado. Teoría y Política de las relaciones cívico-militares, Grupo Editor Latinoamericano, Buenos Aires, 1995, p. 44. 1 Gubernativa, de fecha 8 de noviembre de 1821, se establecieron cuatro Ministerios, entre ellos el de Guerra y Marina. En este momento, resulta pertinente recordar que la Constitución liberal de 1857, no obstante atribuir al Presidente de la República la facultad de “disponer de la fuerza armada permanente para la seguridad interior y defensa exterior de la federación”3, también confirió al Congreso la facultad de “levantar y sostener el Ejército y la Armada de la Unión, y para reglamentar su organización y servicio”4, bajo el argumento de que, por “…lo grave que son todas las cuestiones que se refieren a la organización del ejército, [es] indispensable que estén bajo la inspección exclusiva del Congreso, pues su resolución corresponde al soberano…”5, estableciendo la obligación constitucional de que ambos Poderes —Legislativo y Ejecutivo— colaboraran en el establecimiento de una Fuerza Armada permanente profesional y eficiente. No obstante, gracias al fortalecimiento del presidencialismo en México, el Poder Legislativo abdicó a esta facultad expresamente conferida por el Constituyente originario. Aunque de manera menos clara, también el Poder Judicial intervenía en los asuntos militares cuando la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en conjunto con magistrados militares, conformaban la Suprema Corte de Justicia Militar para conocer, en última instancia, de los juicios que se llevaban a cabo en el Ejército. Esta facultad, sin embargo, también fue soslayada por el propio Poder Judicial declinando, en 1864, su competencia para conocer de estos asuntos, obligando en los hechos a la creación de una estructura cerrada dentro del propio Ejército que ha dado como resultado, la conformación del Sistema de Justicia Militar como lo conocemos en la actualidad. Es por lo anterior que, en el contexto político nacional, resulta obligado, hacer referencia al parteaguas que, en los albores del inicio del Siglo pasado, representó la Revolución Mexicana (1910-1917), en el que el triunfo del Ejército Constitucionalista y la unificación de la familia revolucionaria generaron, de facto, la imagen de que era El Pueblo el que tomaba el poder político. Lo anterior, situó al Ejército como el “guardián de la Revolución” y a su élite militar en los más altos cargos políticos, incluyendo la Primera Magistratura, de frente a la incapacidad de la clase política civil para consolidar sus instituciones. Fue hasta la segunda mitad de la década de los años treinta del Siglo XX cuando se reconocieron las condiciones 3 Constitución Política de la República Mexicana de 1857, artículo 85 fracción VI. Ídem, artículo 72 fracción XVII. 5 Zarco, Francisco, Crónicas del Congreso Extraordinario Constituyente (1856-1857), sesión del 9 de octubre de 1856, intervención del Diputado Arriaga, El Colegio de México, México, 1957, p. 670. 4 2 para que, en primer término, se eliminara la representación sectorial militar dentro del partido oficial y, en consecuencia, años después un civil asumiera la Presidencia de la República conservando, a cambio, la presidencia del partido oficial para los militares, aún por algunos años más. Este proceso que podríamos llamar de “desmilitarización” de la vida política favoreció, no obstante, el proceso de profesionalización del Ejército, benefició la supremacía civil sobre las instituciones militares, que asumieron sus roles en materia de defensa nacional y mantenimiento del orden interno, no sin reservarles, al menos, alguna representación política6. Sin embargo, el fortalecimiento de la figura presidencial, principalmente durante la segunda mitad del siglo XX y el advenimiento de la Guerra Fría, favorecieron un proceso de polarización interna que condujo, como epítome de la cacería, a la matanza de estudiantes a manos de cuerpos militares de élite, bajo la responsabilidad directa del Presidente de la República, asumida institucionalmente en su Informe de Gobierno del 1° de septiembre de 1969. En los años subsecuentes, las situaciones en que el Ejército fue utilizado como herramienta de persecución política, se sucedieron intensamente. La así conocida como Guerra Sucia dejó, extraoficialmente, miles de muertos y signó a los cuerpos militares con el estigma de un infamante anticivilismo traducido en represión de las libertades. A partir de este momento, el Ejército inició un proceso de retrospección política, retraimiento de la vida pública y comenzó, a partir de los años ochenta del siglo pasado, con otra guerra, la del combate al crimen organizado. Esta situación ha generado que, sin un marco legal adecuado y sin objetivos claros —al menos del conocimiento público—, el Ejército tenga a 45 mil de sus efectivos desplegados a lo largo del territorio nacional. En este contexto, la acción que el Ejecutivo Federal emprendió para contrarrestar la expansión territorial del crimen organizado, principalmente a partir de 2007, ha conducido a otra forma de militarización de la vida nacional. La falta de ética, probidad y profesionalismo, situó a las instituciones policiales de los tres niveles de gobierno en índices de corrupción e infiltración por parte de las organizaciones criminales, nunca antes vistos, por lo cual, “más de un 6 Ejemplo de ello es que, hasta la LX Legislatura, la Comisión de Defensa Nacional de la Cámara de Diputados siempre había sido presidida por un militar, lo cual garantizaba, al menos, la participación de este sector en las decisiones nacionales. 3 centenar de elementos de alto rango —activos o en retiro— ocupan los principales cargos de seguridad pública en estados y municipios, en sustitución de mandos civiles”7. Señalábamos anteriormente que el origen histórico de la institución castrense en nuestro país data de los inicios de nuestra vida independiente, sin embargo, es menester recordar que, gracias a la grave inestabilidad política y militar que asoló a nuestro país durante el Siglo XIX, la incipiente organización de la Administración Pública sufrió fuertes distorsiones respecto a su trazo constitucional que, en el largo plazo, afectaron directamente las funciones propias de un gobierno profesional y moderno. En el caso que nos ocupa, fue en 1891 cuando se establecieron legalmente las competencias de la entonces Secretaría de Guerra y Marina a la que correspondían los negocios relacionados con: “Ejército permanente, marina de guerra y mercante, Guardia Nacional al servicio de la Federación, Legislación Militar, Administración de Justicia Militar, Indultos Militares, Patentes de Corso, Colegio Militar, Escuelas Náuticas, Hospitales Militares, fortalezas, fortificaciones, cuarteles, fábricas de armas y pertrechos, arsenales, diques, depósitos y almacenes militares de la Federación.”8 Y, aún y cuando durante el período revolucionario se produjeron algunos cambios, podemos observar que, en la Ley de Secretarías de Estado, Departamentos Administrativos y demás Dependencias del Poder Ejecutivo Federal, publicada el 6 de abril de 1934, las facultades anteriormente atribuidas a la Secretaría de Guerra y Marina del período porfirista, son prácticamente las mismas, a las cuales se añaden las de proporcionar asesoría técnica militar para la construcción de vías de comunicación, el control de las colonias militares, el ejercicio de la 7 El Universal, Marcelo Galán y corresponsales, Militares, a cargo de la seguridad en 17 entidades, 28 de febrero de 2011. Señala Ernesto López Portillo que “Actualmente mandos militares ocupan las secretarías de Seguridad Pública de 12 estados y las direcciones de Policía Estatal en tres entidades (Chihuahua, Coahuila y Colima), además de que dos egresados de la Marina están al frente de la seguridad de Quintana Roo y el Distrito Federal… En paralelo, militares —en su mayoría generales, coroneles y capitanes— dirigen las labores de vigilancia en municipios y ciudades disputadas por los cárteles de la droga… Así, las secretarías de Seguridad Pública, y en muchos casos sus principales instituciones y corporaciones policiales, son comandadas por militares en al menos 25 estados, incluidos los de más actividad criminal por la presencia del narcotráfico, como Baja California, Chihuahua, Guerrero, Michoacán, Tamaulipas, Coahuila, Veracruz, Nuevo León y Guanajuato. También ocupan los principales cargos en municipios en los que operan con más intensidad las bandas de secuestradores, extorsionadores, asaltantes y narcotraficantes, como Ciudad Juárez, Acapulco, Zapopan, Monterrey, Culiacán, Nuevo Laredo, Matamoros, Reynosa, Torreón y Cancún.” 8 Mayo 13, 1891, Decreto del Congreso. Se establece el modo en cómo deben distribuirse los negocios entre las Secretarías de Estado. Legislación Mexicana o colección completa de las disposiciones legislativas expedidas desde la independencia de la República, ordenada por los Lic.(...), Dublán y Chávez Editores, México, 18761902, Tomo XXI, pp. 79-81. 4 soberanía nacional en aguas territoriales, la movilización del país en casos de guerra y la elaboración de planes para la defensa nacional; adicionándose, en 1935, la facultad de manufacturar toda clase de armamentos, municiones, vestuario y materiales destinados al Ejército y la Armada9. No fue sino hasta el 30 de diciembre de 1939 que se cambie la denominación de esta instancia por la de Secretaría de la Defensa Nacional, creado al mismo tiempo, el Departamento de la Marina Nacional, al cual se le atribuyen múltiples facultades en materia de administración de la fuerza naval de la Federación, la policía marítima, el asesoramiento técnico y, entre otras, la educación naval, civil y militar, alcanzando el 21 de Diciembre de 1946, el rango de Secretaría de Estado. No obstante, en este ordenamiento legal, las facultades de la Secretaría de la Defensa Nacional quedan reducidas al “despacho de los asuntos relacionados con la Defensa del territorio nacional y, en consecuencia, con la organización, administración y preparación del Ejército y fueron conservadas en este tenor, hasta la emisión de la Ley correspondiente del 24 de Diciembre de 1958, cuando se especificarán las relativas al manejo de la Fuerza Aérea Mexicana y las relativas al control sobre armas de fuego y explosivos en el territorio nacional. Debemos indicar, sin embargo, que a pesar del proceso de “desmilitarización” de la vida política que habríamos señalado anteriormente, éste no se produce en el ámbito castrense, conservando una estructura militar ambivalente —operativa y administrativa—. En el ámbito interno de la institución castrense, la realidad no se presenta muy distinta. El momento fundacional del Estado moderno mexicano, con la promulgación del texto constitucional del 1857, no corresponde al momento de ruptura legislativa con el Antiguo Régimen. Más aún, debemos señalar que la Ordenanza General del Ejército, publicada en 185210, aunque con un lenguaje adaptado a la realidad republicana en México, sigue en esencia siendo el mismo texto que el de las Ordenanzas de S.M. para el régimen, disciplina, subordinación y servicios de sus ejércitos, vigente en el Reino Español desde 1767. No será hasta 1882 cuando, después de un arduo trabajo de investigación —y después de haber sufrido la imposición, durante el período de la intervención francesa, de las leyes de aquel 9 Ley de Secretarías y Departamentos de Estado, Diario Oficial de la Federación, 31 de Diciembre de 1935. Ordenanza Militar para el régimen, disciplina, subordinación y servicio en el ejército, Ministerio de Guerra y Marina, Imprenta de José M. Lara, México, 1852. 10 5 reino— que se expida la primera Ordenanza General para el Ejército de la República Mexicana11, instalando al Ejército Mexicano, dentro de la modernidad decimonónica. Un primer esfuerzo para romper con esta transición se produjo el 11 de diciembre de 1911, cuando el entonces presidente de la República, Francisco I. Madero, promulgó, por mandato del Congreso de la Unión, una nueva Ordenanza General del Ejército12 que, a lo largo de sus 1340 artículos, establecía las obligaciones de todos y cada uno de los integrantes del instituto armado. Este ordenamiento continuó vigente hasta que, en 1926, siendo Presidente de la República, el general Plutarco Elías Calles, cuando se expidió la primera Ley Orgánica del Ejército, presentada al Congreso el día 23 de diciembre del año anterior. En ella se establecía que correspondía al presidente de la república el mando del ejército y de la armada nacionales. Bajo esta reglamentación, el ejército funcionó durante casi medio siglo, actuando dentro del sistema y adaptándose a cada uno de los regímenes presidenciales, supeditando el poder de las fuerzas armadas al poder civil. En 1971, después de los acontecimientos de 1968 y en plena Guerra Sucia, el presidente Luis Echeverría, con anuencia del Congreso, introdujo la supremacía del mando del presidente sobre las fuerzas armadas…13, el cual podría ser ejercido por él mismo, por el secretario de la Defensa Nacional o por la autoridad militar que él designase. La Ley vigente, fue promulgada, en 1986, por Miguel de la Madrid. En ella se introdujo la facultad presidencial de “autorizar la creación de nuevas unidades para el ejército y la fuerza aérea, nuevas armas y servicios, nuevos establecimientos de educación militar o nuevos cuerpos especiales”14, legalizando lo que ya se hacía de facto, dejando de lado al Congreso y sus facultades. En esta Ley, además de las misiones generales y los niveles de mando, se establece la composición del instituto armado, dividiéndolo en dos grandes partes: las armas y los servicios. En cuanto a la primera, es la que se encarga del desarrollo operativo de las misiones, comprende la infantería, la caballería, la artillería, los blindados y los ingenieros15. Los servicios son “componentes del Ejército y Fuerza Aérea, que tienen como misión 11 Ordenanza General para el Ejército de la República Mexicana, Biblioteca de la Secretaría de Guerra y Marina, formada por el C. General de División Manuel González, Imprenta de I. Cumplido, México, 1882 12 Véase http://www.sedena.gob.mx/pdf/reglamentos/ordenanza.pdf. 13 Unzueta Reyes Victoria Livia, Saldaña Harlow, Adalberto, et.al., La insoportable inconstitucionalidad del cuerpo, en Revista Coyuntura, http://ierd.prd.org.mx/coy142/VLU1.htm 14 Ley Orgánica del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos, Diario Oficial de la Federación, 26 de diciembre de 1986, artículo 14 fracción IX. 15 Ídem, artículo 56. 6 principal, satisfacer necesidades de vida y operación, por medio del apoyo administrativo y logístico…”16, y comprenden los de ingenieros, cartográficos, transmisiones, materiales de guerra, transportes, administración, intendencia, sanidad, justicia, veterinaria y remonta, meteorológico, control de vuelo y material aéreo, todos ellos adyacentes a la labor militar intrínseca. Adicionalmente, se contempla la creación de Cuerpos Especiales —entre ellos, el de Guardias Presidenciales, el de Aerotropas, el de Policía Militar y el de Música Militar—, los cuerpos de Defensas Rurales y los establecimientos de educación militar. Esta configuración ha permanecido, en lo general, incólume a lo largo del último cuarto del Siglo XX y lo que va del XXI, no obstante la cada vez más activa participación de las fuerzas armadas en la lucha de contención del narcotráfico, en primera instancia, y del crimen organizado, en últimas fechas. Abordaremos sucintamente dos hechos legislativos fundamentales. En primer término, la creación del Cuerpo Especial del Ejército y Fuerza Aérea, denominado Cuerpo de Fuerzas de Apoyo Federal y, en segundo término, la reforma legal promovida por el Ejecutivo federal relativa a la reclasificación del personal en activo del Ejército y la Fuerza Aérea. El 9 de mayo del año 200717, el Ejecutivo Federal, en uso de sus facultades legales, creó por vía de un Decreto, el Cuerpo de Fuerzas de Apoyo Federal. En sus consideraciones, el Mando Supremo indicó “que debe existir dentro de la estructura del Ejército y la Fuerza Aérea un cuerpo especial bajo las órdenes del presidente de la República, que cuente con los elementos humanos, materiales, técnicos, tácticos y estratégicos necesarios para intervenir en las tareas de apoyo...” para la “seguridad pública; lo que implica su participación para efectos de la restauración del orden público, así como para enfrentar al crimen organizado o los actos ejecutados contra la seguridad de la nación”. La creación de este Cuerpo Especial violó el marco jurídico nacional en virtud de que la Constitución Política señala expresamente que el Ejército no puede ejercer funciones de policía, sino exclusivamente aquellas que tengan exacta conexión con la disciplina militar18; adicionalmente, la propia Constitución indica que, en el ámbito exterior, una amenaza a la seguridad nacional equivale a una agresión o invasión 16 Ídem, artículos 67 y 68. Decreto por el que se crea el Cuerpo Especial del Ejército y Fuerza Aérea, denominado Cuerpo de Fuerzas de Apoyo Federal, Diario Oficial de la Federación, 9 de mayo de 2007. 18 Artículo 129 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. 17 7 extranjera, por lo cual, en el ámbito interior, la perturbación de la paz pública debe tener la misma envergadura, para que el Ejecutivo pueda disponer de la fuerza armada permanente; en tercer lugar, se violaron las disposiciones legales establecidas en la Ley General que establece las bases de coordinación del Sistema Nacional de Seguridad Pública19 y el artículo 21 de la Constitución Política vigente en la época y, por último, debemos señalar que la promulgación de este Decreto “no es una acción o acto meramente administrativo como lo hace creer el ejecutivo en la exposición de motivos del… decreto, sino un acto de organización que cae en el ámbito legislativo, por lo que corresponde, constitucionalmente, al Congreso de la Unión”20. Queriendo enmendar la plana, el 17 de septiembre del mismo año21, el propio Ejecutivo Federal reformó el mencionado Decreto, situando a este Cuerpo, bajo el mando directo de la Secretaría de la Defensa Nacional, pero estableciendo un procedimiento de actuación, en el cual tendrían decisión definitiva, además, el Secretario de Gobernación y el de Seguridad Pública. En lo que hace a las reformas para la reclasificación de los elementos en activo del Ejército Mexicano22, se establece la posibilidad de que el personal en activo sea trasladado de una Fuerza Armada a otra (del Ejército a la Fuerza Aérea, o viceversa); de un arma a otra, de un arma a un servicio, de un servicio a un arma, de un servicio a otro y de una especialidad a otra, convirtiendo así a los poco más de doscientos mil servidores públicos adscritos a la Secretaría de la Defensa Nacional, en un activo potencial, dado que estas reclasificaciones “se realizarán para satisfacer las necesidades del Ejército o de la Fuerza Aérea Mexicanos…”, enviando un mensaje de intrínseca debilidad, fortaleciendo a la institución pero sin resolver el problema fundamental de la división entre los cuerpos administrativo y operativo. En el terreno presupuestal, debemos señalar que si bien es cierto que el sector de seguridad ha sido el más beneficiado en el último sexenio, también debemos indicar que es la Secretaría de Seguridad Pública la que ha recibido mayores recursos, proporcionalmente, como se puede apreciar en el siguiente cuadro: 19 Ley abrogada por la vigente Ley General del Sistema Nacional de Seguridad Pública. Suárez del Real y Saldaña Harlow, op.cit. 21 Decreto que modifica el diverso por el que se crea el Cuerpo Especial del Ejército y Fuerza Aérea, denominado Cuerpo de Fuerzas de Apoyo Federal, Diario Oficial de la Federación, 17 de septiembre de 2007. 22 Decreto por el que se reforman y adicionan diversas disposiciones de la Ley Orgánica del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos y de la Ley de Ascensos y Recompensas del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos, Diario Oficial de la Federación, 1 de junio de 2011. 20 8 RAMO DEPEN DENCIA APROBADO 2008 APROBADO 2009 APROBADO 2010 APROBADO 2011 APROBADO 2012 7 SDN $34,861,005,900.00 $43,623,321,860.00 $43,632,410,311.00 $50,039,456,571.00 $55,610,989,782.00 13 SM $13,382,746,100.00 $16,059,281,110.00 $15,991,869,193.00 $18,270,177,440.00 $19,679,681,622.00 17 PGR $ 9,307,808,800.00 $12,309,857,565.00 $11,781,474,057.00 $11,997,812,200.00 $14,905,074,010.00 36 SSP $ 19,711,622,600.00 $32,916,838,380.00 $32,437,776,662.00 $35,519,104,867.00 $40,536,522,049.00 Fuente: elaboración propia a partir de los Decretos de Presupuesto de Egresos de la Federación Si hacemos un ejercicio comparativo, podremos observarlo con mayor detalle. Dividimos el número de efectivos entre el presupuesto destinado y obtenemos que: ENTIDAD 2008 2009 2010 2011 2012 SSP (PF/SPF) $255,667 $397,707 $366,424 $446,681 $520,693.43 SDN $174,702 $214,679 $210,926 $241,899 $264,104.93 SM $239,144 $285,123 $267,367 $316,883 $336,221.34 9 COSTO POR ELEMENTO $600,000 $500,000 $400,000 SSP (PF/SPF) $300,000 SDN SM $200,000 $100,000 $0 2008 2009 2010 2011 2012 Fuente: elaboración propia a partir de los Decretos de Presupuesto de Egresos de la Federación. Estos incrementos se han producido no obstante los compromisos que, a nivel latinoamericano ha adquirido el Estado Mexicano23. Aún así, los gastos militares que tenemos se encuentran muy por debajo de las necesidades reales que las tareas hoy encomendadas al Ejército le requieren y de los gastos que otros países de la región destinan, como se puede apreciar en la siguiente gráfica: País 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 México 3887 3759 3747 3610 3880 4221 4766 4772 5304 5414 5723 Argentina 2060 1756 1808 1861 1955 2015 2333 2650 3146 3476 3167 Brasil 26005 26477 21101 21917 23677 24772 27067 29125 31244 34384 31576 Chile 4298 4298 4324 4971 5350 5993 6083 6359 5901 6579 7392 Colombia 6291 6606 6939 7406 7541 7973 8458 9997 10503 10422 Datos en dólares corrientes. Fuente: Elaboración propia con datos del SIPRI24. 10290 23 Es el caso de la resolución AG/RES. 2188 (XXXVI-O/06), sobre LIMITACIÓN DE GASTOS MILITARES Y LA PROMOCIÓN DE MAYOR TRANSPARENCIA EN LA ADQUISICIÓN DE ARMAMENTOS EN LAS AMÉRICAS, aprobada en la cuarta sesión plenaria de la Organización de Estados Americanos, celebrada el 6 de junio de 2006. 24 Stockholm International Peace Research Institute, Military expenditure by country, en www.sipri.org. 10 Todo lo anterior, nos conduce a pensar en la inaplazable reforma que requieren nuestras Fuerzas Armadas, no sólo como instituciones del Estado Mexicano, sino también como un mecanismo de movilidad social que, gracias a la crisis económica, deriva en la posibilidad de sobrevivencia para muchas familias mexicanas. 11