// en la ciudad de La Plata, a los 16 del mes de febrero del año dos

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// en la ciudad de La Plata, a los 16 del mes de febrero del año dos mil seis, a las 09.30
hs, reunidos en Acuerdo los señores Jueces de la Sala Segunda Civil, para considerar el
expte. 12.961, caratulado "C. H. y otros c/Estado Nacional (Sec Obras y Transp.)
s/Posesión Veinteañal", procedente del Juzgado Federal de Primera Instancia n° 4 de
esta ciudad, y previo sorteo se estableció el siguiente orden para su votación: doctores
Leopoldo H. Schiffrin y Román Julio Frondizi.
EL DOCTOR SCHIFFRIN DIJO:
Introducción
I. Llegan estos autos a la Alzada en virtud del recurso de apelación deducido por la
Fiscalía Federal nº 2 de esta sede a fs. 507, en representación del Estado Nacional,
contra la sentencia de fs. 501/504, que declara que el actor, Sr. H. S. C. ha obtenido por
prescripción veinteañal un terreno ubicado en la zona de la Estación de Ferrocarril de
Temperley, perteneciente al Estado Federal, al que pasó en una mucho mayor fracción
al adquirir la Nación el antiguo Ferrocarril del Sud. El recurso fue fundado por el Sr.
Fiscal General ante esta Cámara a fs. 515/525 vta., quien sostiene que C. no cumplió el
tiempo de la prescripción larga, contestando el traslado la actora a fs. 527/532 vta..
II. Aclaremos que la sentencia impugnada, de fecha 30 de diciembre de 1994, es la
segunda que se dicta en esta causa, pues la primera, pronunciada trece años antes a fs.
256/259 (mayo 27 de 1980), fue anulada el 9 de octubre de 1980 por la antigua Sala I
Civil de esta Cámara a fs. 274/278, decisión que lleva la firma de los doctores
Segimundo Cortés y Eduardo Servini.
Los lapsos prolongados de sustanciación de estas actuaciones no deben empero
extrañar, pues obedecen a sus características peculiares, que han obligado a múltiples
investigaciones destinadas a establecer con certeza suficiente cuál es el bien que el actor
pretende usucapir y quién es realmente su propietario, tarea agotadora que llevó a decir
al señor Agrimensor Samuel Saraví Tiscornia - cuyo informe nos parece el más
relevante en la causa-, que el estudio de las presentes actuaciones lo "llevó a una maraña
de títulos, dominios, posesiones y demasías superficiales...".
Adelanto que las conclusiones de este perito serán la base para intentar la solución del
pleito, pero que con el fin de corroborarlas y reunir información sobre otros aspectos
indispensables para el asunto ha sido necesario desplegar una actividad jurisdiccional
inusitada, y sólo relativamente fructífera.
A la verdad, el escaso valor venal de un terreno en disputa, carente de acceso directo a
la calle y cuya superficie no pasa de los setenta metros cuadrados, dio lugar a un
despliegue procesal y a un esfuerzo que no guardan equilibrio con el monto material en
juego. Sin embargo, comprendo que aquí han mediado, en cambio, valores afectivos
muy fuertes, como lo pude percibir al efectuar junto con el distinguido colega, doctor
Frondizi, el reconocimiento de que se da cuenta en el acta de fs. 658/659 vta.
Síntesis
III. Ya que el pleito tiene una naturaleza tan especial, conviene, a mi juicio, describirlo
en sus rasgos fundamentales, tanto en lo fáctico como en lo jurídico, esbozar la solución
propiciada y sonlo después, pasar a fundarla de modo más detallado.
Digamos, entonces, que según C., éste, cuando adquirió su actual morada en la calle
Cervantes, n° 21, muy cercana a la estación de Temperley, el fondo del terreno se
encontraba cercado por un tejido de alambre que tenía una puerta, la cual daba acceso al
terreno en discusión, limitado al Sur por otro alambrado correspondiente a la quinta
poseída por la empresa ferroviaria y que está junto a la Estación de Ferrocarril de
Temperley. Añade C. que desde el momento en el cual comenzó a vivir en la casa
adquirida, en el año 1954, realizó actos posesorios. También se desprende de los dichos
de C. que el vendedor de la finca, señor G. P., había realizado actos posesorios
anteriores.
IV. El presente juicio por prescripción adquisitiva del terreno adyacente al alambrado de
la quinta del Ferrocarril comenzó el 26 de septiembre de 1974, acompañándose un plano
confeccionado a los fines de determinar el bien objeto de prescripción adquisitiva, plano
confuso y que dio lugar a prolongadas incidencias procesales, que luego examinaremos,
culminadas con la anulación de la sentencia de primera instancia en 1980. Los autos
pasaron al Fiscal, doctor Ortega, quien actuó como juez subrogante conforme a la
legislación por entonces vigente y demostró una extraordinaria preocupación por arribar
a conclusiones plausibles en cuanto a la exacta determinación del bien sobre el cual
debía pronunciarse sentencia, llegándose así a las conclusiones del señor perito Saraví
Tiscornia, que esta Alzada ha tratado de corroborar y ampliar, según lo dije arriba, a la
vez que procurar elementos útiles para determinar tanto el momento inicial como las
modalidades de los actos de posesión de los que pueda valerse el actor.
V. La solución que intentaré justificar consiste en reconocer a C. una posesión que
contaba veinte años al inicio de la demanda, ya fuera en cabeza del nombrado o
uniéndola a la anterior de G. P.. Además, el objeto de la posesión referida es el
determinado en los trabajos de S. T., cuyos planos propongo declarar conformes a los
títulos que cabe tener en cuenta para establecer el dominio de la Empresa Ferroviaria y
sus límites y linderos.
Determinación de la parcela a usucapir
VI. Es mejor comenzar por el último de los puntos enunciados, pues es el que
constituyó la principal materia del juicio antes y después de la anulación de la sentencia
del año 1980. Se trata, pues, de describir la parcela objeto de las pretensiones del actor.
Ello ha dado lugar a toda una gama de dificultades y discrepancias que se hayan
reflejadas en las varias pericias obrantes en autos. La primera la produjo el Ingeniero C.
F. V. B. (fs. 220/222 vta.); la segunda del mismo V. B. (fs. 301), la tercera del
nombrado(fs. 362/365), después la del Agrimensor C. A. V. G. (fs. 445/452) y la del
Agrimenor S. S. T. (fs. 470/477). Para la decisión del bien litigioso me valdré de los
datos de esa última peritación, sin perjuicio de examinar después las otras, porque la de
S. T., a mi juicio, recoge y perfecciona datos obtenidos a lo largo de todo el proceso (y
conviene leer con los planos de fs. 474/476 a la vista).
De conformidad con esa peritación la totalidad del terreno poseído hoy por C., sobre el
cual se levanta su morada, se divide en tres fracciones (ver plano de fs. 474), la primera
de las cuales tiene un frente que da a la calle Cervantes (hoy pasaje Caputo), que en el
frente al Norte mide 10,39 m, lo mismo por el Sur y 9,94 m por ambos costados (Este y
Oeste), teniendo una superficie de 103,28 m2. Esta primera fracción (Norte) la
identifica el perito con el número 55, que le corresponde por catastro. Inmediatamente
al Sur, contigua a la 55, se halla la fracción que el perito S. T. identifica con el número
55a, y tiene al Norte y al Sur 10,39 m y en los costados Este y Oeste, 7,06 m. Estas dos
diferentes fracciones se refieren a la escritura de venta de B. G. P. a H. S. C., cuyo texto
en copia auténtica fue agregada por decisión del tribunal a fs. 599/602 vta.
La primera fracción (55) le correspondió en propiedad a G. P. por una línea
ininterrumpida de legítimos propietarios, cuyo título emanó de los desmembramientos
de una antigua quinta que efectuó en los años veinte del siglo XX la señora J. P. J. de
B., mientras que en la fracción 55a, la cual C. recibió de G. P. en posesión con los
derechos y acciones que cabía este último tiene un origen, a mi juicio, impreciso, del
cual habremos de ocuparnos más adelante, ya que ahora nos interesa efectuar una
descripción planimétrica que sirva de base al resto de la argumentación.
La siguiente fracción ocupada por C. hacia el Sur de la 55 y 55a es la designada por el
perito S. T. en el croquis de fs. 474 con el número 25d, que tiene tanto por el Norte
como por el Sur 10,39 m y por cada costado 6,90 y que dicho perito juzga que pertenece
a la amplia parcela 25b que constituye el resto de la antigua quinta de la familia Cx.,
que después fue adquirido por el Ferrocarril Sud y pasó al Estado, siendo dividida en
1971 entre parcela 25a, que queda mas a la derecha de la manzana 103, y la parcela 25b,
que contiene la antigua casa quinta. Para completar la descripción recordaré, como
adelantamos, que la fracción que S. T. designa como 25d se hallaba limitada al Sur por
un alambrado correspondiente a la quinta del Ferrocarril y que se extendía, según los
dichos de Civallero, desde las vías del Ferrocarril hasta el pasaje Camaño, del cual
quedan fragmentos que fueron observados por los peritos al igual que por el doctor
Frondizi y por el suscripto (ver audiencias de fs. 632/633 e inspección ocular fs.
658/659 vta.)
El plano que incluye la parcela que se intenta usucapir
VII. La validez de los planos presentados por el perito S. T. depende, a su vez, de que el
plano de la quinta del Ferrocarril y sus adyacencias N° 63-259-71, obrante en varios
lugares del expediente (me remito al de fs. 444), corresponda al título de propiedad que
ostenta el Estado, tema en el cual me animo a decir que no se ha llegado a conclusiones
de hecho terminantes debido a la confusión y antigüedad de los títulos, por lo cual
habremos de atenernos, en definitiva, al statu quo de que da cuenta el referido plano del
año 1971.
La dudas que surgen respecto del plano de 1971 provienen, en primer lugar, de que el
cercado real de la quinta del Ferrocarril se halla justamente en el punto en que finaliza la
fracción que se pretende usucapir y que, en dicho plano, constituye un fragmento de la
parte norte del terreno de la quinta si los 140 m de extensión de la misma de Sur a Norte
se miden desde la línea de edificación de la calle 14 de Julio que corre al sur de dicha
quinta. Empero, no sabemos desde cuándo existe la calle 14 de Julio en su forma y
dimensiones actuales, aunque sea cierto, según veremos, que algún tipo de calle existió
allí desde 1873. De igual modo, y como lo afirma el perito S. T., también existió una
calle al norte de la quinta, pero esta desapareció. Únase a esto que el perito V. B. en la
tercera de sus peritaciones (fs.362/365), sostuvo que la fracción a usucapir era un
sobrante de título, y queda trazado un cuadro de confusiones que, como ya percibió el
fallecido doctor Ortega obliga a ahondar en el examen, siguiendo el ejemplo del estudio
de S. T.. Repito lo que anticipé en cuanto a que los resultados del análisis a emprender
no serán, sin embargo, conclusivos, permitiendo sólo atenernos al statu quo reflejado en
el plano de 1971.
Análisis de la mensura de 1971 a la luz de los títulos de propiedad agregados a la
causa
VIII. El documento básico para todas las pericias enumeradas ha sido la mensura parcial
que lleva el número 63-259- 71 del año 1971 y que aparece en distintas oportunidades
en el expediente fs. 198, 350/351-copia-, 404; existe a fs. 405 otro plano que recoge
antecedentes previos al del año 71 pero se ajusta a éste, y 444) confeccionada a raíz de
la venta de una parte de lo que fue la quinta a la Asociación Mutual del Personal de
Yacimientos Petrolíferos Fiscales que llegó a pertenecer por sucesivas trasmisiones al
Ferrocarril del Sur y pasó a ser del Estado Nacional cuando éste lo adquirió.
Conforme al mismo plano, el origen de las mediciones se encuentra en el título
proveniente de J. T., que por providencia de esta Cámara se agregó, junto con otros, a
los autos primero en los sobres originales y después en las últimas fojas a fin de facilitar
su consulta.
De esos títulos resulta que en la ciudad de Buenos Aires el 19 de septiembre de 1864,
Don J. T. vendió a Doña M. E. C., esposa de Don E. Z., un predio que era parte de un
terreno mayor que había comprado a la sucesión de Doña F. S.M. el 23 de noviembre de
1854. El predio vendido por Don J. T. a la señora C. de Z. tenía 140 m de frente al
Oeste, lindando con la Estación del Ferriocarril Sud, y 88 m "de fondo al este" (mirando
desde el Oeste hacia el Este, o sea de ancho) lindando en todas partes, menos las que
daba al Ferrocarril con los terrenos que seguían siendo de J. T..
IX. El predio vendido en 1864 por Don J. T. a Doña M. C. de Z. fue, a su vez, vendido
por ésta, mediante apoderado (J. Z.), a Doña V. A. de R., en Buenos Aires, el 3 de
marzo de 1873, con las mismas medidas y lindando siempre por el Oeste con el
Ferrocarril y por los demás lados con Don J. T., pero dejándose constancia de que por el
Norte y por el Sur el terreno limitaba con el de J. T. se hallaba "calle por medio", con lo
cual se demuestra lo que, valiéndose de otras fuentes de las que ya nos ocuparemos,
afirma el perito S. T. sobre la existencia muy antigua de esas calles, de las cuales,
aparentemente, subsiste hasta hoy la del Sur (14 de Julio) y ha desaparecido la del
Norte.
X. La próxima trasmisión de propiedad del predio aludido ocurrió en la ciudad de
Buenos Aires, el 24 de noviembre de 1883, cuando la señora A. de R., quien edificó la
casa quinta que caracteriza el lugar, lo vendió a Don G. C., con las mismas medidas y
siempre lindando igual que en la enajenación precedente. A la muerte de Don G. C. su
viuda, Doña M. A. B. de C.y sus hijos, en Lomas de Zamora, el 30 de noviembre de
1905,lo vendieron a Don A. C. con las mismas medidas y linderos, y siempre con la
mención de las calles al Norte y al Sur.
Resultó Don A. C. había actuado por cuenta y orden del Ferrocarril del Sud de lo cual
quedó constancia en la escritura levantada el 18 de diciembre de 1905. Este acto ofrece
interés porque el señor C. agregó que los linderos actuales del inmueble vendido por la
sucesión de C. eran los siguientes: al Oeste, la vía del Ferrocarril del Sud, al Este la
señora I. de A., al Norte el señor H. y al Sur "calle igualmente en medio con terrenos del
mismo Ferrocarril"
Hasta aquí hemos podido advertir que la calle del Sur existió desde 1873, pero no
sabemos si era una calle privada (art. 2384 C.C.), lo que sería lógico en una zona
incipientes de quintas, en cuyo caso en nada se habría alterado la propiedad de J. T. y
menos sabemos de las dimensiones de esa calle.
XI. También he de advertir que los peritos S. T. y G. han querido demostrar la
existencia de la calle 14 de Julio entre los años 1891-1917 (fs. 644/648), con un estudio
sobre la manzana del sur de la 103 donde se encuentra la quinta, pero en los
antecedentes presentados se refieren a la quinta propiedad de doctor P. S. O., cuyo
lindero al Norte es I. G. quien, como vimos, que no es ninguno de los sucesivos
propietarios de la quinta después del Ferrocarril que acabamos de analizar. Estimo,
pues, que la existencia de la calle al Norte de la quinta del Ferrocarril está acreditada
con base en lo dicho sub IX y X, sin que podamos saber ni sus dimensiones ni su
carácter.
La comprobación pertinente surge, en primero lugar de los títulos ya examinados que a
partir de 1873 mencionan al lindero norte de la quinta que primero fue de C. y luego del
Ferrocarril "con calle al medio". Además de ello, lo mismo parece de los títulos
mencionados por S. T. en su pericia de fs. 470/477..
El primero de ellos, otorgado en La Plata, el 30 de octubre de 1886, es el de la venta
efectuada por Don A. D. a Doña C. K. de H. de un lote que, en lo que aquí interesa,
limitaba al Sur con la propiedad de G. Cx. No se especifica allí que el lindero se
encontrase calle por medio, pese a que Casaux en su título así lo tenía mencionado,
como ya vimos.
Asimismo, conviene señalar que el límite Sur de la fracción comprada por la señora de
H. aparece de una longitud de 84 m en la escritura, en tanto la de C. era de 88 m, como
lo dijimos arriba, de forma que prácticamente el título que realmente importa a los fines
de este examen es el que deriva de D., quien a su vez lo había obtenido de G. A. M. L..
XII. A los efectos de inducir la existencia de la calle Norte, podemos invocar otros
títulos de terrenos que no limitaban con la quinta de Cx pero eran contiguos a su lindero
H. y sucesores.
En efecto, si se mira al Norte de la quinta del Ferrocarril, la propiedad a la derecha era
la que le vendió en La Plata el 14 de junio de 1887, Don T. B. a A. M., la cual, en su
frente Sur, de 120 m, lindaba "calle en medio" con las propiedades de B. y P.. La calle
en cuestión está bien señalada en la sección izquierda del plano agregado por S. T. a fs.
475.
El amplio terreno de M. se fraccionó el 19 de agosto de 1887 en dos porciones,
adquiridas, una, por doña C. C., esposa de Don J. H. T., y otra, por Doña D. B., esposa
de Don J. T. (h). En ambas escrituras se consigna que al sur existe una calle.
La propiedad se unificó mediante las ventas que poco después, el 23 de septiembre de
1887, y el 19 de octubre de 1887 hicieron Doña C. C. de T. y Doña C. K. de H. a Doña
D. B. de T., formándose así un lote de gran extensión en la cual la última edificó una
casa quinta, al Norte de la quinta que llegó a ser del Ferrocarril del Sud.
El interés de estos títulos se halla en que el otorgado por la señora H. no habla de la
existencia de una calle al Sur y sí lo hace (pero ya no referido a la quinta de Cx sino a
otros linderos), en cambio, "calle en medio" con B. el título que otorga la señora C. de
T. a la señora B. de T..
La quinta de ésta fue vendida, el 8 de mayo de 1891, en La Plata, a Don J. W. W. H., no
haciéndose allí mención a calle alguna, pero agrega "debiendo entenderse las medidas
expresadas con todo lo más que resulte de los siguiente linderos: del frente al oeste con
la vía del Ferrocarril del Sud, por el contrafrente al este con la calle Alsina, el costado
Sud hoy con las sucesiones de Don G. C., de M. y de P.y por el norte con Don D. P.,
hoy el señor T.".
XIII. La siguiente venta de la misma quinta que había sido de la señora B. de T. no se
encuentra documentada en autos con la pertinente escritura, pero sí con copia del
Registro de la Propiedad en el cual está anotada la venta y le efectúa el mencionado Don
J. W. W. H. a R. W. W. R., sin que en la síntesis se mencionen calles. En cambio, en el
siguiente traspaso de la quinta que había sido de B. de T., que tuvo lugar en La Plata, el
20 de noviembre de 1911 (fs. 560/564 vta.), hecho por R como vendedor a doña J. P. J.
de B. no se habla de la calle al Sud, pero vuelve a aparecer la mención al fragmento que
en la escritura de compra de W.a B. se designaba como lonja de 7,50 m de ancho. En
ese sentido, la escritura aclara que "el señor vendedor cede y transfiere asimismo a la
señora de B. todos los derechos que tiene y le corresponden a una lonja de terreno
situada en el costado Sud del inmueble descripto y que se compone de siete metros
cincuenta centímetros de frente a la calle Alsina, hoy Almirante Brown, por doscientos
cuatro metros de largo y siete metros cuarenta y cuatro centímetros en el contrafrente al
oeste".
XIV. Ya mencioné la presunción de que la lonja de terreno de más o menos 7,50 m de
ancho al Sud de la antigua quinta de la señora B. de T. habría sido simplemente una
calle privada hasta el momento en que comenzó a computársela como fracción poseída,
o sea, en el de trasmisión hecha por dicha señora a J. W. W. H.. Esta se refuerza con los
actos de los cuales se ilustran las escrituras de fs. 565/578 vta. en las cuales aparece la
señora J. P. J. de B. donando la fracción de aproximadamente 7,50 m a la Municipalidad
de Lomas de Zamora a los fines de una apertura de una calle pública, donación que fue
aceptada por la Municipalidad de Lomas de Zamora. Empero, poco tiempo después (fs.
573 y sigs.) dicha Municipalidad renunció a sus derechos sobre el fragmento y la señora
de B. lo readquirió, porque, a petición de varios vecinos, cuyas razones, que no se
consignan, se consideraron atendibles, la Municipalidad resolvió no realizar la obra. De
aquí en adelante los títulos emanados de la señora de B. que se suceden hasta llegar al
de C. contienen todos la misma trasmisión de derechos y acciones sobre la fracción de
7,50 m de la que hemos venido ocupándonos (ver la escritura en que la señora de B. y
su hija venden la quinta, algo reducida por la anterior adquisición por el Ferrocarril de
su sector oeste -fs. 579/582- al señor L. C. -26 de noviembre de 1929-; la venta que don
A. F. C.y P. y sus hermanos, herederos de L. C., efectúan a C. J. V. el 24 de diciembre
de 1946, de un lote resultante del fraccionamiento de la antigua quinta que había sido de
J. P. J. de B. -fs. 620/626 vta.-; la venta de ese lote por C. J. V. a R. C. J. L., el 3 de
septiembre de 1948 -fs. 588/590-; la de L. a B. G. P. el 22 de mayo de 1949 -fs. 591/593
vta.-, y, finalmente, la de este último a H. C. el 13 de marzo de 1956 -fs. 594/602-.).
XV. En suma no cabe duda que desde muy antiguo hasta alguna época indefinida de la
posesión de la señora B. de Temperley existió una calle entre las dos fincas, la de dicha
señora B. de T. al Norte y la que fue sucesivamente de M. C., de V. A., de la familia Cx
y por último del Ferrocarril del Sud. La existencia del alambrado de la quinta, ahora del
Ferrocarril desde 1905, por otros más de siete metros debajo de la lonja de la que nos
ocupamos hasta ahora, podría sugerir que los antiguos propietarios de la quinta al Sur
prefirieron dejar un camino privado de cierto ancho, de manera que con la contribución
de los dos linderos quedara un paso entre las vías del Ferrocarril y el antiguo camino
real de San Vicente, después Alsina y hoy Almirante Brown.
Esto, unido a la antigüedad y permanencia de una calle al Sur de la quinta del
Ferrocarril, hoy 14 de Julio, aunque no sepamos el ancho originario ni tampoco su
carácter privado o público originario, constituyen indicios relevantes para juzgar la
adecuación del plano de 1971 a los títulos en que el Estado Nacional sucedió a la vieja
Empresa del Ferrocarril Sud.
Aparte de esta consideración a favor de la adecuación del plano mencionado al título del
Estado Nacional cabe computar que tratándose, como hemos visto, de títulos cuyo
origen remonta a la mitad del siglo XIX y que están redactados en forma aproximativa,
y no demasiado cuidada, no se avanzaría mucho con investigaciones más profundas,
como por ejemplo llegar al croquis agregado a la venta que A. M. efectuó a la señora B.
de T. o a los expedientes tramitados en la Municipalidad de Lomas de Zamora entre
1926 y 1927 con motivo de la donación, luego dejada sin efecto, de la señora de B.. Nos
expondríamos a un regressio ad infinitum susceptible de comprometer la seguridad
jurídica.
Habida cuenta estas consideraciones y que las partes mismas no ha expresado
disconformidad con el plano en cuestión, habré de proponer que se declare su validez y
se efectúe de acuerdo al mismo la determinación planimétrica del bien a usucapir. Ello
requerirá un examen de las distintas peritaciones que arriba mencionamos destinadas a
precisar el objeto de la usucapión. Empero, hemos de advertir que los tramos iniciales
del engorroso itinerario que permitió llegar a las mucho más seguras conclusiones del
perito S. T. se halla unido de modo inseparables a la temática referente a quién debiera
ser el legitimado pasivo (Poder Ejecutivo Nacional o Empresa de Ferrocarriles
Argentinos) para intervenir en los autos.
Legitimación pasiva y para obrar en el proceso y primeros tramos de actividad
para determinar el objeto del litigio.
XV. Las dificultades a que aludimos comenzaron con el propio juicio por prescripción
adquisitiva del terreno adyacente al norte del alambrado de la quinta del Ferrocarril, el
cual, comenzó el 26 de septiembre 1974, acompañando el apoderado de C. un croquis
confeccionado a los fines de determinar el bien objeto de prescripción adquisitiva (fs.
24), que lleva en la parte superior derecha el número 63 448 73 y data del 1 de octubre
de 1973, en el cual se caracteriza el terreno a prescribir como correspondiente al Partido
de Lomas de Zamora, localidad de Temperley, Circunscripción IV, Sección "A",
Manzana: 103, Parcela 55b.
Según ese croquis, la parcela 55b limita al Norte con la parcela 55a, al Sur con la 25b, al
Este con la 54b y al Oeste con la 56b. Tiene por el Norte una longitud de 10,39 m, lo
mismo por la parte Sur y por los costados Este y Oeste, 14,07 m, arrojando la superficie
total 146,18 m2. El rectángulo así formado en el croquis de fs. 24, que sólo se
confeccionó, como dijimos, a los efectos de la prescripción, ostenta una línea quebrada
trazada en tinta negra -que evidentemente es un agregado posterior- y que no aparece en
la copia del mismo croquis agregada a fs. 196 por la Dirección de Giodesia de la
Provincia de Buenos Aires.
La demanda de fs. 45/49, en lo que parece ser su texto original no dice, en forma
expresa, que el accionado sea el Estado Nacional, aunque sí señala que la parcela 55b, a
la que nos referimos, está inscripta a nombre del Estado Nacional.
Sólo después parece que se añadió también en tinta negra - como ocurría en el plano de
fs 24, junto a los términos" inicio demanda" escritos a máquina, de modo manuscrito
"Secretaría Obras Públicas y Transporte", agregado sin salvar. Corrido traslado a la
Secretaría de Transportes (ver fs. 50), el libelo fue contestado a fs. 65 por un
representante de la Empresa Ferrocarriles Argentinos, el cual indicó que tomaba
intervención por su mandante en estos autos, por ser la misma Empresa del Estado
Nacional "la única que podría alegar derechos sobre el inmueble objeto de esta litis,
dada la ubicación del mismo". El argumento básico de esa contestación es que la
demanda estuvo mal dirigida, porque el lote 55b del croquis mencionado no pertenecía
al Estado Nacional, sino que había sido adquirido por la Municipalidad de Lomas de
Zamora para abrir una calle y que luego resultó objeto de posesión por particulares,
acompañando un croquis confeccionado por los servicios técnicos del Ferrocarril
General Roca y un antecedente dominical referente a la tantas veces mencionada quinta
que fue de G. Cx y pasó al Ferrocarril del Sud.
XVI. De acuerdo con todo los elementos que hemos venido analizando, la empresa del
Estado no carecía de razón, pues el lote 55b era una creación artificiosa, en la cual se
unían la famosa lonja objeto de derechos y acciones posesorias desde la venta de la
señora C. de T.y a J.W. W. H., agregada indebidamente al trozo ocupado por C., que
según el plano que hemos dado por válido, corresponde al título de la Empresa
Ferrocarriles y, por consiguiente, al Estado Nacional.
Lo que acabamos de decir, que resulta evidente a la luz de todos los elementos de
prueba examinados, era ya perceptible mediante el examen del propio croquis de fs. 24,
en su parte inferior, donde los dos terrenos, el proveniente de la quinta de C. y el
perteneciente a la quinta del Ferrocarril se encuentran distinguidos. Y, de modo
confuso, apuntó a ese distingo el representante de la actora, doctor J. H. Z., en su
responde de fs. 69/70 vta. Al contestar el traslado, el representante de la Empresa
Ferroviaria de propiedad del Estado insistió en su punto de vista, acerca de que la
parcela 55b del plano de fs. 24 no era de propiedad de la entidad que representaba y
opuso excepción de falta de legitimación pasiva.
Al informe sobre la prueba correspondiente a la excepción, el doctor Z., a fs. 86, afirmó
simultáneamente que la demanda estaba bien dirigida contra el Estado Nacional,
habiéndose presentado en al mesa de entradas de la Secretaría de Transporte "y luego se
corrió vista al Ferrocarril, por trámite interno, ya que la jurisdicción
administrativa del inmueble motivo de autos corresponde efectivamente al
Ferrocarril... Los inmuebles cuestionados se adquirieron tal como reza la minuta
acompañada de 1905, por el Ferrocarril del Sud, y luego como es de público y notorio
conocimiento, fueron adquiridos estos bienes de los ferrocarriles privados por el Estado
Nacional. Indudablemente surge la verdad de mis afirmaciones iniciales. El inmueble
poseído por mis mandantes a título de dueño deben ser defendidos (sic) por el
apoderado de E.F.E.A.".
O sea que el doctor Z. sostuvo que la ficticia parcela titulada 55b formaba parte del
patrimonio de la Empresa Ferroviaria y que ésta era la única legitimada para intervenir
en autos, a la vez que mantenía que había sido correcta su actitud de demandar
directamente al Estado Nacional por el órgano de la Secretaría de Transporte.
XVII. Del escrito de fs. 86/87 corrió el juez traslado a la contraparte (fs. 87 vta.), y poco
después (fs. 94) ordenó la notificación de la demanda por no haber tomado
conocimiento "la Secretaría de Obras Públicas de la Nación en su carácter de codemandada", ordenando también oficios al Registro de la Propiedad. A su vez, el doctor
Zamarbide, por la actora, a fs. 95/96 vta., con el patrocinio del doctor F. L., se opuso al
libramiento de los oficios y sostuvo que el Estado Nacional ya había sido notificado y
que la circunstancia de que la Empresa de Ferrocarriles Argentinos se hubiera
presentado contestando la demanda, no podía perjudicar a su parte, puesto que el Estado
Nacional "no hizo más que trasladar el problema a la repartición administrativa
pertinente (en este caso al Ferrocarril)".
En el mismo escrito, el doctor Z. vino a delimitar el objeto de la demanda, y lo hizo con
corrección, explicando que la parcela bautizada como 55b comprendía la antigua lonja
cuyos derechos posesorios venían trasmitiéndose desde antiguo, unida al terreno
ocupado por C., que forma parte de la gran parcela 25b de propiedad de la Empresa
Ferroviaria.
De este escrito se corrió traslado al representante de la Empresa ferroviaria (fs. 97) el
cual solicitó que se librase oficio al gerente del Ferrocarril General Roca para que
informara si la parcela en cuestión correspondía a la propiedad del Ferrocarril, "como
asimismo si está afectada o no al servicio de explotación ferroviaria". Y el representante
del Estado también pidió un nuevo traslado de la demanda, alegando que la contestación
ya producida se vinculaba a la demanda cuando se refería a la parcela 55b y que,
posteriormente, se reclamaba la 25b.
Si el representante de la Empresa de Ferrocarriles hubiese tenido en cuenta las
explicaciones dadas por la actora, se hubieran evitado muchos engorros que siguieron.
En cuanto al juez actuante, insistió en librar los oficios antes dispuestos y el nuevo
solicitado, así como a volver a dar traslado de la demanda.
XVIII. El primer resultado de estos oficios fue la lamentable nota de fs. 104, donde la
gerencia de la Línea General Roca informa, primeramente, que la parcela 25b no es de
propiedad de esa Línea, lo cual sería un evidente despropósito, excepto que se atuviese
la Gerencia a la inscripción del título a favor el Estado Nacional de acuerdo a la ley
13490.
Sin embargo, no era ésta la explicación de lo afirmado, sino que se continuó con la
confusión originada, ciertamente por el croquis que presentó la actora a fs. 94, pero que
esa misma parte había ya aclarado. Como si esas aclaraciones no existieran, el citado
informe de la Línea General Roca en su penúltimo párrafo expresa "cúmplase en
informarle que dicha fracción es parte integrante de una franja de terreno que fue
adquirida a particulares por la Municipalidad de Lomas de Zamora para la apertura de
una calle pública, la que está registrada en el Registro de la Propiedad bajo el folio nº
1635".
XIX. En fin, sucedió la nueva notificación de la demanda a la Secretaría de Estado de
Transporte y Obras Públicas (fs. 106) y a fs. 110, el doctor Z., con el patrocinio del
doctor L., acusó rebeldía de la accionada por no contestar la demanda al Estado
Nacional notificada conforme el oficio de fs. 106, que ya a fs. 49 había sido notificada
al Procurador Fiscal. Transcurrido con exceso el plazo de 30 días, solicitó, pues, que se
declarase la rebeldía. Y todo esto no puedo dejar de comentarlo, cuando hacía tanto que
la demanda había sido contestada por el representante del Ferrocarril. Más, en una
kafkiana sucesión, el juez de la causa, que ahora era el doctor Carlos Héctor Adamo,
rechazó la solicitud de rebeldía porque no surgía de autos que el traslado de la demanda
al Procurador Fiscal hubiese sido con entrega de copias (fs. 110 vta.), lo que fue objeto
de reposición y apelación en subsidio por el doctor Z., siempre con el patrocinio del
doctor L.. Rechazada la reposición (fs. 113), intervino la Cámara, que puso de relieve lo
que denominó "imperfecciones procesales" y sostuvo que todavía el Estado Nacional no
había sido notificado y que como esa notificación estaba ordenada a fs. 94, debía
ejecutarse (fs. 115 y vta.).
Los autos fueron pasados al Procurador Fiscal (fs. 119 vta.), quien a fs. 120 observó que
no se cumplía con las formalidades de la demanda, conforme con la ley 3952.
XX. A los dos días de la presentación del Procurador Fiscal, el representante de los
Ferrocarriles reconoció que el informe de la Gerencia de la Línea Gral. Roca de fs. 104
era erróneo, que la parcela reclamada era del Estado Nacional, que para evitar la
indefensión del Estado debía correrse nuevo traslado de la demanda y que de todos
modos la contestaba en los términos que obran de fs. 123 a 124 vta. De este escrito se
dio traslado a la actora, y ésta contestó a fs. 131/132 vta., con el patrocinio del doctor
L., pidiendo que cesara la intervención de la Empresa de Ferrocarriles.
Recordemos que el representente de la actora, doctor Z., había insistido en dos
oportunidades en que la Empresa Ferroviaria era la legitimada pasiva en autos, pero en
el nuevo escrito recién mencionado sostuvo todo lo contrario: que el Ferrocarril no era
propietario ni fue notificado de la demanda (cuando antes la actora había sostenido que
el Estado Nacional notificado había dado la intervención correspondiente a dicha
Empresa. Pero el juez, doctor Adamo, hizo lugar a la petición del doctor Z. y ordenó "el
cese de la intervención en autos de la Empresa Ferrocarriles Argentinos por no
encontrarse intereses propios comprometidos en la acción posesoria iniciada... y
corriendo traslado al señor Procurador Fiscal con entrega de copias por el término y por
apercibimiento de ley" (fs. 134).
XXI. Aunque esta decisión fue notificada al representante de la Empresa de
Ferrocarriles, doctor A.P. P. (fs. 135 y vta.), no fue impugnada, mas comenzada la
intervención en el caso del señor Procurador Fiscal Federal, doctor Carlos Guillermo
Daneri, este funcionario sostuvo, a fs. 249 que la fracción reclamada correspondía a
terrenos que eran parte de la estación Temperley del "F.C.G.R." solicitando se diese
intervención en autos a la Empresa Ferrocarriles Argentinos.
Corrido traslado, se opuso la accionante (fs. 250) y el juez sostuvo que las actuaciones
acompañadas a fs. 225/248 no eran conducentes para revocar la decisión de fs. 134.
Aclaremos que dichas actuaciones, a las que se refiere el juez, son un informe de la
dirección de rentas de la Provincia de Buenos Aires en la que otra vez consta que la
parcela 25b está anotada a nombre del Estado Nacional y según el plano del año 1973
está afectada a la explotación ferroviaria.
No obstante lo anterior, cinco años después. a fs. 373 compareció una representante de
la empresa Ferrocarriles Argentinos y constituyó domicilio y a fs. 374 se le hizo saber
lo resuelto a fs. 134 y que esa providencia se encuentra firme
XXII. En realidad tal providencia estuvo en su momento afectada por un grave error,
puesto que en la época en que se la dictó todos los bienes de las empresas ferroviarias
pertenecían al patrimonio de la empresa de Ferrocarriles Argentinos, creada por la ley
18.360.
No es tarea sencilla determinar el ámbito de las propiedades de dicha empresa. Y parece
conveniente arrancar, en cuanto al terreno de que se trata, del momento en que,
producida la adquisición de las empresas de ferrocarriles de capital británico por el
Estado Nacional Argentino en virtud del acuerdo del 13 de febrero de 1947, la ley
13.490 estableció un procedimiento especial y simplificado de transferencia para que
todos los bienes de esas empresas fueran anotados en el Registro de la Propiedad a
nombre del Estado Nacional, lo cual ocurrió en el caso, según puede verse en las copias
que obran a fs. 67 y 68, en las cuales la registración de la venta por los sucesores de G.
Cx a Cz lleva el sello de la transferencia ordenada por la citada Ley 13490.
Debemos relacionar dicha ley con los decretos 5789/48 (que dispone la toma de
posesión de las empresas ferroviarias y demás bienes adquiridos) y el decreto 3370/50
(que crea el Directorio de los Ferrocarriles del Estado, en el ámbito del Ministerio de
Transporte de la Nación, que tendría a su cargo la coordinación de las explotaciones de
los ferrocarriles nacionales).
Se advierte, con arreglo a ésta, que a partir de la nacionalización de las empresas
ferroviarias y, como se verá, hasta el año 1950, el patrimonio de cada una de las
compañías ferroviarias nacionalizadas se confundió con el del Estado Nacional y que el
servicio fue prestado directamente por órganos incluídos en la administración central.
En 1950 las misma compañías fueron organizadas en virtud del Estatuto aprobado por el
decreto 20.024 del 27 de septiembre de ese mismo año, en empresas del Estado en
jurisdicción del Ministerio de Transporte de la Nación con capacidad para actuar
pública y privadamente (art. 1) . A su vez, el artículo 4 del Estatuto indicó que las
empresas practicarían "un balance general a la fecha del decreto que apruebe el presente
estatuto a los fines de determinar su capital a esa fecha. Es de suponer que en el balance
que hubo de practicar el ex Ferrocarril Sud, rebautizado como General Roca
(denominación dada por el decreto 32.574 del 21 de octubre de 1948) debió aparecer la
antigua quinta adquirida por el Gran Ferrocarril del Sud a los sucesores de Cx.
XXIII. La multiplicidad de empresas ferroviarias autárquicas continuó hasta que el
decreto ley 15.778 del 29 de agosto de 1956 aprobó el estatuto de la Empresa
Ferrocarriles Argentinos, incorporando a ella todas las establecidas por las normas
anteriores (art. 2 del decreto ley). Dicha empresa del estado, denominada Ferrocarriles
del Estado Argentino, tenía capacidad para actuar pública y privadamente, y el artículo
3 del estatuto, le daba amplísimas facultades para adquirir y transferir inmuebles, al
igual que el artículo 12 inc. c preveía la venta de inmuebles. Los dos estatutos siguientes
de la misma Empresa aprobados por decreto 4440 del 10 de abril de 1958 y el que
sancionó el decreto 397 del 15 de enero de 1962, preveyeron que la adquisición y
transferencia de bienes debían hacerse de conformidad con las normas legales que rigen
la gestión del patrimonio del Estado (en ambos estatutos art. 4 inc. a). Lo mismo ocurrió
con los otros dos siguientes estatutos, aprobados por los decretos 3135 del 30 de abril de
1964 y 8274 del 23 de septiembre de 1965. Entiendo que esas normas eran,
principalmente las contenidas en la ley 13.539. Sin embargo, el decreto ley 8060 del 17
de julio de 1957 excluyó del régimen de la ley 13539 a los inmuebles del dominio
privado del Estado afectados o que hayan estado afectados a la empresa Ferrocarriles
del Estado Argentino u organismo de explotación que la antecedieron, creando un
procedimiento específico para la venta, a la vez que facultaba al presidente del
directorio de la empresa o a los funcionarios que ese cuerpo designara expresamente
para otorgar en nombre del Estado Nacional las escrituras traslativa de dominio (art. 4).
Pero las cláusulas que antes mencionamos de los estatutos de los años 1958 y 1962
parecen derogatorias de esta normativa excepcional.
Quiere decir, entonces, que en todos los años iniciales de posesión de C., el terreno en
cuestión formó parte del patrimonio autárquico, primero de la empresa del Ferrocarril
del Estado Argentino General Roca y, después, de la Empresa Ferrocarriles del Estado
Argentino.
Tampoco modificó la autarquía inclusiva de la disposición patrimonial por parte de la
empresa, el nuevo régimen legal aprobado por la ley de facto 18.360, del 17 de
septiembre de 1969. Ciertamente hubiera tenido influencia en esta materia la ley 16797
del año 1965, dando injerencia directa al Poder Ejecutivo en la disposición de los
inmuebles de los ferrocarriles, pero ella fue observada por el decreto 10688/65.
Con estos antecedentes parece extraños que la minuta (año 1973) referente a la venta de
la parte de la antigua quinta que fue identificada con el número 25a en el plano de 1973
fuera realizada directamente por un funcionario de la Secretaría de Estado de Transporte
(ver fs. 80/83), pues me parece poco probable que la quinta en cuestión no ingresara en
ninguno de los inventarios del ex Ferrocarril Sud entre el año 1947 y 1973.
Abona la tesitura atinente a que la quinta estaba incluida en los bienes de la Empresa de
Ferrocarriles Argentinos la circunstancia de que notificada la demanda en la Mesa de
Entradas de la Secretaría de Transporte y Obras Públicas fuera puesta evidentemente en
conocimiento de la Empresa Ferroviaria que se presentó a contestarla, como lo señaló el
representante de la actora a fs. 95/96 vta.
En suma, al ser excluida la Empresa Ferrocarriles Argentinos (fs. 134) no existió en el
pleito una representación regular del patrimonio fiscal.
XXIV. Para valorar las consecuencias de esta comprobación debemos tener presente
que, en tiempos correspondientes a etapas posteriores del pleito, se produjo la práctica
fusión del patrimonio de la Empresa de Ferrocarriles del Estado con el del Erario. Así lo
indica ya la circunstancia, antes mencionada, de que la venta a la Asociación Mutual del
Personal de Yacimientos Petrolíferos Fiscales de la fracción de la vieja quinta,
identificada en el plano de 1973 con el número 25a, fuera realizada por un funcionario
del Ministerio de Obras y Servicios Públicos designado por otorgamiento de la escritura
por una resolución del Secretario de Estado de Transporte (fs. 81).
Parece, pues, que existió una paulatina absorción de las funciones autárquicas de la
Empresa Ferroviaria por la Administración Central y en este sentido, conviene tener en
cuenta la delegación de varias de esas atribuciones a la Secretaría de Transporte y Obras
Públicas que aparece en el art. 2 del decreto 1733/80 del 29 de agosto de 1980. Sin
embargo, existió oficialmente la Empresa Ferrocarriles Argentinos como entidad
autárquica conforme las reglas de la ley 18.360 hasta que, por aplicación de la Ley de
Reforma del Estado n° 23.696, el decreto n° 1039/95 declaró en estado de liquidación a
dicha empresa y designó un interventor liquidador con el encargo de inventariar los
bienes muebles e inmuebles de la misma con el objeto de su venta, subordinando la
actuación del funcionario a las directivas del Ministerio de Economía.
En tal situación del patrimonio ferroviario el decreto 1383/96, del 29 de noviembre de
1996, creó el Ente Nacional de Administración de Bienes Ferroviarios (ENABIEF) en el
cual se concentraron los derechos y obligaciones inherentes al patrimonio ferroviario
(considerando 13 de dicho decreto), órgano al cual se otorgó carácter autárquico en el
ámbito de la Secretaría de Obras Públicas y Transporte. Empero, esta descentralización
sólo se mantuvo hasta que por decreto nº 443, del 1º de junio de 2000, se creó el
Organismo Nacional de Administración de Bienes, como órgano desconcentrado, en el
ámbito del Ministerio de Infraestructura y Vivienda (art. 2), consolidándose de tal
manera la fusión del patrimonio ferroviario con el del Erario Federal.
No obsta a esta conclusión que los Ferrocarriles Metropolitanos S.A. creados por el
decreto 502, del 25 de marzo de 1991, debieran recibir, según el art. 4 de dicho decreto,
la titularidad de bienes inmuebles de propiedad ferroviaria ubicados en el área
metropolitana de Buenos Aires, en la cual estaba incluido el partido de Lomas de
Zamora (art. 17), en que se encuentra la estación de Temperley. Empero, la
transferencia efectiva de los bienes quedó subordinada a los acuerdos previstos en los
art. 5 y 6 del decreto y, por la información registral existente en autos, pareciera que
nunca tuvo efecto en cuanto al inmueble que nos interesa. Además, el 99 % del capital
accionario correspondía al Estado Nacional y el 1 % restante a la misma empresa
Ferrocarriles Argentinos.
De cualquier manera, después de un largo proceso iniciado en 1998, Ferrocarriles
Metropolitanos S.A. fue definitivamente liquidada por la resolución 189 del Ministerio
de Economía del 11 de marzo de 2004.
XXV. En consecuencia de lo dicho, el patrimonio del Estado Federal ha quedado
comprometido en el juicio y debe entenderse legítima la representación ejercitada por
los Procuradores Fiscales de este fuero, conforme lo dispuesto por las leyes 3367, art. 1,
y 17.516, arts. 1 inc. b y 2 (parece del caso que lo dispuesto en el art. 3 en el t.o. 1987,
del decreto reglamentario de la ley mencionada en segundo término, no ha tenido en
cuenta las normas expresas recién citadas de esa misma ley).
A todo evento, la Nación ha sido eficazmente representada y defendida, dado lo cual
resulta de aplicación al caso el art. 169 CPCCN en cuanto a que un acto procesal no
puede ser declarado nulo, si, no obstante su irregularidad ha logrado la finalidad a la que
estaba destinado.
Desde luego, la representación por los Procuradores Fiscales ha cesado desde el
momento en que la ley 24 946 de 1998 derogó, por su artículo 76, las normas referidas a
la representación en juicio del Estado por los Procuradores Fiscales y por el Procurador
General de la Nación. A ese respecto, cabe indicar que a fs. 688 ha comparecido una
representante del Ministerio de Economía, que asumió el carácter de parte (fs. 689).
Legitimación para obrar del Letrado doctor Fernando Lambardi XXVI. Admitida
la legitimación de los representantes del Estado que actuaron en la causa, nos queda
pendiente la que se refiere al doctor F. L., que ha aparecido en autos a veces como
letrado patrocinante y otras como letrado apoderado del actor. Sin embargo, el único
poder otorgado por el matrimonio que forman Heraldo Salvador C. y M. M. de C. es el
que obra a fs. 43 y vta. a favor del doctor J. H. Z.. Este actuó con tal carácter y con el
patrocinio del doctor L. hasta que este último realizó una serie de actos procesales como
"apoderado de la parte actora". Se trata de fs. 173/174, audiencia de testigos; fs. 194,
solicitud de intimación al perito; fs. 205, acompaña boleta de depósito y oficio
diligenciado; fs. 250, contesta traslado y fs. 458, audiencia destinada a precisar el objeto
del juicio.
Todo esto sin invocar el art. 48 del Código de rito. Después de la última actuación
mencionada, empero, aparece un escrito que pudo sanear esta actuación, hasta ese
momento irregular, pues a fs. 254 los doctores J. H. Z. y F. L., se presentaron diciendo
que "ambos (eran) apoderados de la parte actora", solicitando se dictase sentencia, a la
vez que constituyeron nuevo domicilio en la calle.... La Plata, Estudio doctor L., el cual
se tuvo por constituido a fs. 254 vta. Es dable considerar que se verificaría la hipótesis
de sustitución del mandato del art. 1924 del C.C. (ver, Lino Enrique Palacio, "Derecho
Procesal Civil", Abeledo Perrot, Buenos Aires, Tomo III, pág. 96), pudiendo implicar la
ratificación de los actos anteriores de Lambardi (argumento art. 1935 y 1936 C.C.).
Con todo si existió sustitución, no se comprende por qué el doctor L. se limita a
patrocinar al doctor Z. al contestar agravios a fs. 270/272 vta. Mas a fs. 500 solicita el
doctor L. que se dicte sentencia, invocando ser "apoderado de la parte actora".
Así, llegamos al auto suscripto por la secretaria de esta Sala, doctora Benavides, a fs.
508, en el cual se advierte que la sentencia de fs. 501/504 no fue notificada al apoderado
de la actora, doctor J. H.Z., y por ello dispone la devolución de la causa al Juzgado de
origen, donde se la practica en el domicilio constituido por el letrado apoderado (fs. 509
vta.)
Se presentan, entonces, H. S. C. y L. M. M. de C. por propio derecho a contestar
agravios con el patrocinio del doctor L. (fs. 527/532) y tampoco asume el doctor L. el
carácter de apoderado cuando a fs. 534 solicita pronto despacho como "Letrado de la
parte actora".
En esta constante oscilación aparece el doctor L. en la audiencia celebrada por esta Sala
a fs. 632/633, como "representante de la parte actora", estando presente los cónyuges C.,
quienes firman el acta. En cambio, en el reconocimiento judicial que practicamos el
doctor Frondizi y el suscripto a fs. 658 y vta. en la casa de este matrimonio, el doctor L.
aparece como el letrado patrocinante de la parte actora, y, de allí en adelante, a fs. 693,
699/700, 715, 716 y 719 se presenta como "letrado apoderado de la parte actora".
Estimo que la intervención del matrimonio C. en la audiencia de fs. 632/633 en la que el
doctor L. aparece como representante de ellos significa un caso de consentimiento con
efecto retroactivo contemplado en los arts. 1935 y 1936 C.C. aplicable de conformidad
con el art. 1870, inc. 6, del C.C., lo cual unido a la presentación que suscribió el doctor
Z. a fs. 254, me lleva a concluir que no existen motivos suficientes para tener por nulos
los actos que el doctor L. ha realizado como apoderado, sin perjuicio de los derechos
que, en tal sentido, corresponden al doctor Z.. Mas dadas las circunstancias el doctor L.
para hacer valer derechos de mandatario judicial deberá procurarse el consentimiento
expreso, por parte de los cónyuges C., de todos los actos realizados por él en tal
carácter.
Contingencias procesales que llevaron a la anulación de la sentencia de primera
instancia de fs. 256/259.
XXVII. Se caracterizan estas diligencias, en general de carácter probatorio, por persistir
en la confusión entre el lote a usucapir, y el fragmento comprado por C. con los
derechos posesorios ejercitados por todos los sucesivos propietarios anteriores de la
casa adquirida. Así, en la varias veces mencionada audiencia de testigos de fs. 173 y
174, se les exhibió el plano de fs. 24, que contiene ese equívoco, ya corregido, como
antes lo recordamos, por el doctor Z. en su escrito de fs. 69/70, quien, empero, a fs.
131/132, negó la legitimación pasiva de la Empresa Ferroviaria, lo que condujo a la
exclusión de la misma que ya hemos criticado.
La prueba de informes produjo el más que desavenido de fs. 199 de la Dirección de
Giodesia de la Provincia de Buenos Aires. Era de esperar, entonces, que la pericia del
Ingeniero C. S. V. B. aclarara definitivamente la situación, pero resulta que pese a
distinguir el el croquis trazado por el perito a fs. 218, el fragmento con derechos
posesorios transmitido y el terreno a usucapir, V. B. concluyó diciendo que "De lo
expuesto... se desprende que la fracción de terreno que los actores pretenden usucapir
resulta de la unificción de dos porciones de terreno, pertenecientes a distinta
nomenclatura catastral y al mismo titular "el Estado Nacional Argentino" y que
conforme el polígono D-A-B-C-D- del plano que adjunto en color amarillo" (informe de
fs. 220/222 vta., fs. 221 vta.).
XXVIII. El expediente administrativo que figura de fs. 225 a 248 contiene engorrosas
tramitaciones cuyo único resultado fue establecer que la parcela 25b estaba anotada a
nombre del Estado Nacional Argentino como remanente de la venta de parte de la
antigua quinta (fs. 246) y el reconocimiento judicial de fs. 252 no contiene ningún dato
concreto.
Con estos elementos se llegó a la sentencia de fs. 256/259 que reconoció el derecho de
C. sobre la parcela 55b del plano de fs. 24, aunque el juzgador advirtió que la fracción
cuya usucapión se intenta en autos es parte de la 55b (fs. 258). En este sentido podría
haberse aclarado la sentencia, pero, en lugar de ello, llegado el asunto por apelación del
Procurador Fiscal a la Cámara, la antigua Sala Civil de la misma la anuló, por
considerar que había excedido los términos de la demanda al reconocer un derecho
sobre toda la parcela bautizada 55b, fs. 274/277. Esta anulación dio lugar a que, en
definitiva, por distintos problemas de conformación del tribunal que debía dictar nuevo
pronunciamiento asumiera competencia en la causa, como juez federal subrogante, el
fiscal, doctor Jorge A. Ortega (fs. 285).
Nuevas diligencias destinadas a delimitar la parcela a usucapir XXIX. Las comenzó
el doctor Ortega citando al perito Venzano Botet al cual, en al audiencia de fs. 300, dio
instrucciones para que el nombrado experto produjera un informe más exacto, que este
rindió a fs. 301 y que distingue perfectamente entre las tres partes del terreno de C.,
precisando que sólo la fracción más al Norte es el objeto del proceso (fs. 301 y vta.). Y
allí comenzó una larga serie de diligencias de carácter administrativo tendientes siempre
al mejor conocimiento de los títulos referidos a la parcela 25b del plano de 1971, tras lo
cual el doctor Ortega solicitó al experto V. B. que produjese un nuevo informe, en el
cual (fs. 362/365), éste llegó a la conclusión de que el terreno a usucapir era un sobrante
que lindaba con la parcela 25b, lo cual creó nuevas confusiones, que debían ser
aclaradas por el Ingeniero V. B., quien, lamentablemente falleció antes de poder hacerlo
(fs. 435). Ello dio lugar a un nuevo sorteo de perito, resultando designado el agrimensor
C. A. G. (fs. 437).
El nuevo perito produjo su informe a fs. 435/442 y en el distinguió cuatro fracciones
distintas en el total del terreno ocupado por C.: la más al Norte correspondiente al título
de propiedad del nombrado en sentido estricto, la siguiente hacia el Sur, sobre la cual
recibió la posesión con derechos y acciones pertinentes, después una muy pequeña
franja que sería un exceso o sobrante de medición y, después, la fracción MLPN del
plano de fs. 444, pertenenciente al mucho mayor terreno 25b, remanente de la antigua
quinta del Ferrocarril.
XXX. El objeto de la pretensión de C. es la suma de ese terreno perteneciente al
Ferrocarril más la pequeña franja excedente o sobrante, tema a determinar con la
Municipalidad de Lomas de Zamora. A consecuencia de la peritación del agrimensor
Guzmán se celebró la audiencia de fs. 458, en la cual las partes convinieron en la
necesidad de adecuar el plano de mensura y la correspondiente nomenclatura catastral
de la fracción en litigio a los resultado del peritaje de fs. 445 y siguientes, tarea que la
actora encomendó al señor agrimensor S. T. (fs. 463), quien, a fs. 470 y siguientes
presentó el ponderado informe al que nos hemos referido ya varias veces y que recoge y
perfecciona los datos obtenidos a lo largo del proceso. Ya lo hemos resumido, mas aquí
lo repetimos con algún mayor detalle. El informe establece que la totalidad del terreno
ocupado hoy por C. se divide en tres fracciones (fs. 474). La primera de ellas, cuyo
frente da a la calle Cervantes (hoy pasaje Caputo) mide por el Norte 10,39 m, lo mismo
por el Sur y 9,94 m por ambos costados, teniendo una superficie de 103,28 m2. Esta
primera fracción (Norte) se identifica con el número 55, que le corresponde por
Catastro. Inmediatamente al Sur, contigua a la 55, se halla la parcela que el perito
identifica con el número 55a, que tiene al Norte y al Sur 10,39 m de longitud y en los
costados, Este y Oeste, 7,06 m. A estas dos fracciones se refiere la escritura de venta de
B. P. o H. S. C., cuyo texto en copia auténtica, fue agregado por decisión del Tribunal a
fs. 599/602 vta.
La primera fracción (55) le correspondía en propiedad a G. P. por un línea
ininterrumpida de legítimos propietarios, cuyo título emanaba de los desmembramientos
que efectuó en los años veinte del siglo XX su titular, la señora J. P. J. de B., mientras
que la fracción 55a en la cual C. recibió de G. P. la posesión con derechos y acciones
que le correspondía, tiene su origen en que en alguna fecha entre 1887 y 1891 la calle
que indudablemente separaba los terrenos de Doña D. B. de T., de la señora H., Sra. de
T., Sr. M. de la quinta que después fue del Ferrocarril fue ocupada por los sucesivos
propietarios del terreno contiguo hacia el Norte de dicha quinta.
Dado que la determinación efectuada por el señor Agrimensor S. T. resulta por
completo satisfactoria, debe establecerse que el objeto de la presente sentencia es
exactamente la porción de terreno señalada en el croquis de fs. 474 con el número 25d
habiendo de utilizarse cuando se realicen las inscripciones correspondientes ese croquis
y los planos de mensura que obran a fs. 475 y 476
Plazo de la prescripción. Quid sobre su cumplimiento inter moras litis
XXXI. Determinado, pues, el objeto de la prescripción adquisitiva cuyo reconocimiento
es aquí peticionado, recordemos que los representantes de Estado Nacional sostienen
que los veinte años previstos por el art. 4016 C.C. no habían todavía transcurrido
cuando fue instaurada la demanda, y que el proceso interrumpía el curso de la
prescripción.
Dada la cantidad de años pasados en la engorrosa tramitación del caso, surge la
pregunta referida a sí, inter moras litis, no podría considerarse ocurrida la prescripción.
Aquí son necesarias reflexiones que partan de un dato fundamental: en el derecho
romano, origen de la corriente del derecho civil en la que se inscribe nuestro código, la
posesión sin buena fe, como lo expresa Maynz, tantas veces invocado por Vélez, no
puede jamás servir de base para adquirir la propiedad por usucapión. Cualquiera sea el
término que dure, tal posesión no provee sino de una excepción mediante la cual la
acción de reivindicación puede ser paralizada (V. Cours de Droit Romain, Bruselas,
1876, T., 1, parágrafo 115, pág. 765). No olvidemos, a este respecto, que, como el
mismo Maynz lo explica, la prescripción treintañal no extinguía, propiamente, el
dominio anterior, sino que paralizaba -quizá perpetuamente-, la acción reinvindicatoria,
pero existían casos en los que esta volvía a ser útil, por ej., si otra persona distinta del
poseedor antes victorioso ocupase el bien (v. del autor antes mencionado, op. et vol. cit,
parágrafo 123, pag. 803, texto y notas 20 y 21).
Con tales premisas, o sea, reservado a la usucapión (instituto del ius civile) o la
prescripción (instituto pretoriano), el sólo carácter procesal de excepciones, la cuestión
que se planteó a los antiguos estudiosos del derecho romano fue si en él la litis
contestatio interrumpía la usucapión a la prescripción.
Pothier recuerda que Cujas, por el estudio de las fuentes romanas, opinó que la
usucapión se podría cumplir en el curso del proceso, pero no ocurría lo mismo con la
prescripción longi temporis, que se interrumpía de pleno derecho por la litis
contestación (v. Traité de la Prescription, pág 334, n° 49).
XXXII. Según Maynz, Justiniano, al fundir en un sólo instituto la usucapión y la
prescripción, dio a ese nuevo instituto ( que siempre era procesalmente una excepción)
la capacidad ya poseída por la usucapión, de cumplirse inter moras litis (op. cit. ,
parágrafo 113. pag 759) y de la misma opinión es Accarias (v. Précis de Droit Romain,
Tercer edición, T. 1, París, 1879, pág. 588/589, texto y notas) y Girard Manuel,
Elémentaire de Droit Romain, 6 ta. ed. París, 1918,pág. 317 - Girard recuerda algo más,
consistente en que Windscheid pensaba que la longi temporis prescritio, sin
distinciones, seguía corriendo en el tiempo de duración del pleito).
Pero, ciertamente, el derecho francés del antiguo régimen, recibido por el Código
Napoleón, consagró el carácter interruptivo de la demanda, lo cual explica Pothier (op.
cit., n° 51, pág 334, in fine, 335) en el sentido de que, desde el momento de la citación
judicial (exploit d'assignation) por reivindicación contra el poseedor, su posesión deja
de ser posesión sin inquietación (este término antiguo, que aparece en el diccionario de
la Real Academia de Lengua Española, traduce el término igualmente antiguo del
francés "inquiétation", se halla en latín, según el mismo diccionario, y significa conforme el mismo- falta de quietud, desasosiego).
Tenemos, pues que tener presente estos puntos:
a) en el derecho romano la usucapión y/o la prescripción sólo tenían el rol procesal de
excepción, de modo que no era imaginable el efecto posible el efecto de una acción de
prescripción adquisitiva;
b)el efecto interruptivo de la prescripción que asignó el derecho civil francés a la
demanda y recogió nuestro código no era reconocido, según autoridades como Maynz,
Accarias y Girard, por el derecho romano justinianeo, en el cual la prescripción seguiría
corriendo inter moras litis (las distinciones entre el curso de usucapión y de la
prescripción que efectúan, Cujas y Pothier indican, al parecer, que se detenían en textos
anteriores a Justiniano o no percibían aún las etapas en la evolución del instituto de la
prescripción adquisitiva);
c) dado lo que se dice en el punto a), el Código Civil argentino sólo reconoce efecto
interruptivo a la demanda contra el poseedor, en los términos del art. 3986 de dicho
cuerpo normativo.
XXXIII. Pero a mi juicio, sería una conclusión apresurada deducir de este último
enunciado que la litis derivada de la contestación de la demanda por prescripción
adquisitiva hecha por el titular del dominio no produzca efecto alguno sobre la situación
posesoria. No comparto, entonces, el criterio seguido por el doctor Laborde al
pronunciarse como ponente -cuya posición fue compartida neminem discrepante- en la
sentencia de la Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires in re "Municipalidad de
Tigre c/Boades, Hipólito R. y otros" -Acuerdo 39.568-, en fecha 28 de febrero de 1989
(v. La Ley, Tomo 1989-B, pag 574/575; citado con aprobación por la Dra. Beatriz
Arean en la obra coordinada por Alberto Bueres y dirigida por Elena Highton, Código
Civil, Bs.As. Hammurabi, t. 6 B, pag 678).
Según lo que es posible extraer de esa sentencia, que no efectúa un planteo suficiente de
los hechos, en el caso nombrado se trató de lo siguiente: la Municipalidad de Tigre
había sido demandada invocando la prescripción adquisitiva por Boades y otro (Miguel
Esper), contestando la acción aquél órgano con la negativa de los hechos y el derecho
invocado y solicitando el rechazo de la pretensión de la actora.
No se comprende con claridad, de las lacónicas alusiones del ponente, si la defensa de la
Municipalidad fue admitida o desechada. Simplemente se dice que hubo una "actividad
procesal" desarrollada por la Municipalidad, consistente en "contestación de demanda,
nombramiento de fs. 278/279 y oficio y testimonio de inscripción de fs. 367/374 y
375/377 del expediente "Esper Miguel y Boades H. c/Propietario ignorado
s/prescripción adquisitiva".
Por algún motivo -que no se menciona- el mandamiento, oficio y testimonio fueron
invalidados en ese primer proceso. También alude el pronunciamiento a una petición siempre del primer proceso- que dio origen a las piezas que acabamos de nombrar, y a
la que habría correspondido aptitud interruptiva, pero que fue tardía, porque ya se había
superado, cuando se formuló tal petición, en junio de 1981, el plazo de la posesión de
veinte años. Posiblemente la petición de referencia debió ser un reclamo acerca de
tierras sin título, que pertenecen a las municipalidades conforme el art. 2542, inc. 1,
C.C. y el art. de la ley provincial 9533. Cabe pensar que la inscripción del bien a favor
de la Municipalidad de Tigre fue anulada por ser tardío el reclamo, y, por ello, se inició
la reivindicación (nueva litis) sosteniéndose el carácter interruptivo de la contestación
de la demanda por prescripción, criterio acogido favorablemente por el Tribunal de
segunda instancia.
Por el contrario, este último punto, decidido por la Suprema Corte fue terminante en
cuanto a que el simple responde a la demanda de prescripción adquisitiva carece de
efecto interruptivo, salvo que vaya acompañado de la acción reivindicatoria. También
cabe destacar lo afirmado por aquel fallo acerca de que la petición del año 1981 se
realizó cumplido el tiempo de prescripción, si bien el responde fue realizado cuando aún
en ese tiempo no había fenecido, lo cual significa que inter moras de la litis posesoriade no darse los actos que el Alto Tribunal estima interruptivos- sigue corriendo el plazo
de prescripción.
XXXIV. Se extrae, pues, de este fallo de la Suprema Corte de la Provincia de Buenos
Aires, que:
a) el mero responde a la demanda de prescripción, si no va acompañado por un reclamo
por reivindicación, no tiene efecto interruptivo;
b) existen también actos, como el reclamo municipal sobre terrenos sin dueños, que
interrumpen la prescripción;
c) si no se dan las situaciones interruptivas mencionadas sub a) y b), inter moras de una
litis por prescripción adquisitiva sigue corriendo el tiempo útil de la prescripción.
No es mi propósito refutar las conclusiones sub a) y b), pero creo preciso volver a
pensar lo que señala sub c).
A tal fin, debo reiterar lo ya comentado supra en cuanto a que las estructuras de la mens
jurídica venidas del derecho romano confinaron la prescripción adquisitiva de un
inmueble a la sola categoría procesal de excepciones, y, por ello, el tema de la
interrupción sólo se planteó acerca de las acciones reivindicatorias.
A la vez, parece de alta probabilidad que el derecho romano justinianeo admitiese que el
término de la prescripción corriera inter moras litis de la demanda reivindictaroia y, en
este punto, el derecho civil francés, fuente del argentino, llegó a la solución contraria,
estableciendo de modo general el efecto interruptivo de la demanda reivindicatoria.
XXXV. Nuestra posterior evolución dio nacimiento a un instituto por completo ajeno a
los paradigmas mentales provenientes del derecho romano, y que consistió en establecer
por vía del Congreso (consagrando y desarrollando prácticas anteriores) la acción legal
por prescripción adquisitiva de inmuebles, que como vimos, hubiera sido imposible en
el esquema clásico heredado del Corpus Iuris Civilis. Tal novedad legislativa (aunque
no jurisprudencial porque venía admitiéndose desde largo tiempo informaciones
sumarias para acreditar la prescripción, si bien no gozaran siempre de crédito (v.
Lafaille Tratado de los Derechos Reales, V. I Pag. 606 y sigs.) sancionada por la ley
14.159, con las reformas del decreto ley 5756/58, plantea nuevos problemas, y uno de
ellos estriba en que, al romper los moldes tradicionales expuestos se crean lagunas que
resulta necesario colmar.
Una de esas lagunas consiste, precisamente, en saber qué hacer con el tiempo de
posesión transcurrido inter moras del litigio abierto con el ejercicio de la acción
establecida por el art. 24 de la ley 14.159.
Mi respuesta se inspira en una nota que Accarias coloca con el número 3 en la página
588 de la obra y volumen indicados más arriba. Allí se ocupa de dos textos romanos no
pertenecientes al Digesto sino uno al Código (Libro VII, Título 40, de Decennali
exceptione, Ley 3, parágrafo 1) y otro a las Novelas (Constitución CXV,Capítulo VII),
que se mencionan a veces para sostener -contra las autoridades citadas supra- que en el
derecho romano la prescripción no habría corrido inter moras litis. Y expresa Accarias
que tales textos están lejos de ser precisos, y se pueden entender en el sentido de que el
poseedor, una vez perseguido judicialmente, no tiene beneficio que extraer de la
usucapión susceptible de cumplirse durante el juicio, pues si fuera condenado, habría de
restituir el bien.
Y esto ocurre, al fin y al cabo, en nuestro derecho civil tradicional, porque el Código,
después de consagrar en el art. 3986 el carácter interruptivo de la demanda contra el
poseedor, expresa en el siguiente artículo 3987 que "La interrupción de la prescripción,
causada por la demanda, se tendrá por no sucedida, si el demandante desiste de ella, o si
ha tenido lugar la deserción de la instancia, según las disposiciones del Código de
Procedimiento; o si el demandado es absuelto definitivamente". Y, para completar el
pensamiento de Vélez, éste, en la nota conjunta a los artículos 3991, 3992 y 3993 dice
que "la interrupción es una especie de ficción respecto de la posesión, que en
realidad no impide su continuación".
En suma, la posesión continúa inter moras litis, pero trataré de fundar por qué no es útil
para adquirir por prescripción. Y que esto, que vale para el caso de la demanda
interruptiva, debe valer también para la nueva acción destinada a reclamar el
reconocimiento de la prescripción adquisitiva de inmuebles.
XXXVI. El distingo entre las posesiones útiles para adquirir por prescripción y las que
no son, fue formulada por Pothier en un apotegma que recogió el Código Napoleón (art.
2229) y que, si bien no aparece en el texto del Código Civil Argentino, Vélez Sárfieldse
encargo de reproducir en la nota al art. 4016.
El locus de Pothier se refiere a las cualidades que debe tener la posesión de buena fe
para operar la prescripción "La possession, pour opérer la prescription, et faireacquérir
au possesseur le domaine de propiété de la chose qu'il a possédée pendant le temps réglé
par la loi, doit ètre une possessión civile et de bonne foi, qui procède d'un juste titre, qui
a été publique, paisible, et non interrompue" (Traité de la Possession, cit., pág. 327,
nº 26).
[Traducción: "Pothier: La posesión, para operar al poseedor el dominio en propiedadde
la cosa que ha poseído durante el tiempo reglado porla ley, debe ser una posesión civil y
de buena fe que proceda de un justo título, que haya sido pública, pacífica y no
interrumpida]
Esto requisitos, enseña Pothier, rigen también, mutatis mutandis, para la prescripción de
treinta años (ibídem, pág.- 378)
El Código Napoleón, expresándose en forma abarcadora de los dos casos de
precripción, expresa "Pour pouvoir prescrire, il faut une possession continue et non
interrompue, paisible, publique, non équivoque, et à titre de propriétaire"(art.
2229).
[Traducción: "Napoleón: para poder prescribir es necesaria una posesión continua y no
interrumpida, pacífica, pública, no equívoca y a título de propietario"]
A su vez, los adaptadores del Droit Civil Francais de Zacharie, G. Massé y Ch. Vergé,
ponen al parágrafo 853, pág. 317 del Tomo 5º (París 1860), la nota nº 2 siguiente: "Il
résulte de ce qui précède:1º que celui qui a une possession paisible, publique, continue,
et à titre de propiétaire pendant trente ans, n'a rien à prouver de plus pour user du
bénéfice de l'usucapion; 2º que celui qui vent usucaper par trente ans n'ayant pas à
produire de titre, comme il le devrait s'il prétendait l'usucapion par dix ans, n'à pas, à
plus forteraison, à redouter les exceptions que l'on élèverait contre les vices de son titre
s'il an avait un, à l'exception toutefois du vice de précarite; 3º que la bonne foi qui est
exigée pour l'usucapion par dix ans ne l'est pas pour l'usucapion par trente ans"
Esta nota es reproducida por Vélez, que cita el parágrafo 853 de Zacharie. El
codificador argentino, en efecto, dice: "Resulta de lo que precede: 1º Que el que tiene
durante treinta años una posesión pacífica, pública y continua, y la conserva sólo en
su interés propio, no tiene ya cosa alguna que probar para usar del beneficio de la
prescripción ; 2º Que el que quiere prescribir por treinta años no tiene que alegar título
alguno, y con más razón no tiene que temer las excepciones que se alegaren contra los
vicios de su título, con excepción del vicio de precario; 3º Que la buena fe exigida para
la prescripción de diez años, no lo es para la prescripción de treinta años" (nota al art.
4016 C.C.)
Ahora bien, posesión pacífica no quiere decir solamente que esté adquirida sin
violencia o con violencia ya purgada. Respecto de la posesión apta para adquirir hay
algo más que, como vimos arriba, expresa Pothier (punto XXXI), cuando explica que el
fundamento del carácter interruptivo de la demanda se encuentra en que la posesión
deber ser sin inquietación. Esto lo repite, citando a la costumbre de París (art. 115) para
la prescripción treintañal (Traité de la Prescription, pág. 374, nº 162).
Tengamos también en cuenta que el verbo inquietar, del cual proviene el tanto castizo
como francés término "inquietación", en cuanto expresión jurídica significa, para el
diccionario académico: "Intentar despojar a uno de la quieta y pacífica posesión de una
cosa, o perturbarle en ella. La sentencia de la Suprema Corte provincial que
comentamos viene a exigir, en cambio, para que la posesión inter moras litis se vuelva
inútil para prescribir, la parte adversaria esgrima pretensiones para despojar de la
posesión a quien la detenta, pero olvida que la inquietación significa perturbarla.
Diríamos, pues, que sin inquietación se encuentra la posesión no negada por quien
alegue derecho a hacerlo, pero que la respuesta negatoria a la acción tendiente a adquirir
por prescripción sí perturba, sí inquieta la posesión y la hace inútil para adquirir.
Mucho más, hemos de agregar, frente a las particulares características de este frondoso
proceso, en el cual se han acumulado tenaces negativas del Estado propietario a
reconocer el derecho invocado por la actora, con argumentos no desprovistos de peso,
habiéndose, además, arrastrado por años la incertidumbre sobre el real y preciso objeto
de la pretensión de C., en parte por su propia falta de claridad, en otra, por la vaguedad
o error de los dictámenes periciales y lo informes de oficinas públicas.
Con las razones expuestas creo, pues, que se justifica concluir que la única posesión
capaz de beneficiar al actor para adquirir el dominio que reclama es aquella cumplida
cuando fue iniciada la demanda.
La posesión de C.
XXXVII. Para mensurar el tiempo de posesión de C. sobre el terreno que pretende,
cabe, en primer lugar, tener en cuenta su posesión actual, comprobada por el
reconocimiento judicial que realizamos el doctor Frondizi y el suscripto, en el que
consta el cerramiento con paredes de dicha fracción y las distintas obras de albañilería
que allí se encuentran (curiosamente el reconocimiento practicado por el doctor Adamo
a fs. 252, con la asistencia del entonces secretario doctor Ernesto Zaro, y la presencia
del señor Fiscal Daneri no contiene descripción alguna de las particularidades
observables en la fracción inspeccionada). Las comprobaciones que efectuamos mi
colega y yo se corresponden con las realizadas por el perito , Ing. V. B. a fs. 222. Allí,
en mayo de 1979, acredita la existencia de los cercados de la fracción cuando aún eran
de alambre (reemplazados después por mampostería, como aparece en el
reconocimiento del doctor Frondizi y el suscripto y también en la audiencia de fs.
632/633. Asimismo, se hallaba ya la cisterna que encontramos allí los integrantes de
esta Sala, y el cobertizo del lado Oeste, después transformado en el depósito que vimos
(v. manifestaciones de C. en la citada audienciade fs. 632/633) y en el reconocimiento
de fs. 658/659 vta.). Asímismo, V. B. atestiguó la existencia (en 1979) de tres árboles
frutales (un pomelo, un limonero y un ciruelo) "cuyos troncos tienen diámetros de más
de veinte años de vida". Según Civallero (audiencia de fs. 632/633), los árboles fueron
cortados aproximadamente diez años antes de esa audiencia, por haberse infectado.
XXXVIII. En cuanto a actos posesorios anteriores, C. efectuó en la audiencia recién
mencionada una reseña, en la cual indica que cuando tomó posesión de su casa, en
1954, su antecesor en el dominio, el señor G. P., le indicó que podría usar el terreno
comprendido entre el cerco de la casa recién adquirida y el alambrado de la quinta del
Ferrocarril, el cual daba para la puerta existente en el primero de dichos cercos (acerca
de estos cerramientos nos hemos ocupado supra, sub XV).
También expresó C. en el reconocimiento de fs. 658/659 vta. que el terreno al que
accedió tenía el pasto cortado y era utilizado por G. P. con finalidades de recreo.
En la audiencia tantas veces citada de fs. 632/633 manifiesta C. que comenzó a usar el
terreno, entre los años 1954 a 1955 dándole algunos cuidados como cortar el pasto,
limpiarlo y después plantar un jardín y un cultivo de tomates que la señora de C.,
también presente en dicha audiencia, hizo remontar a cuarenta años atrás de ese
momento, o sea a 1959. C. expresó también que colocó una parra en los años sesenta,
que después quitó porque atraía a las ratas que venían del ferrocarril, levantando en el
lugar un quincho (debió ser el cobertizo que vio V. B.), después reemplazado con el
depósito o galpón actual y en la misma década colocaron la cisterna disimulada con un
falso aljibe que vimos nuestro colega y yo.
Nos queda por recordar que, como lo explicó C. en la audiencia de marras, los árboles
cortados fueron reemplazados por paltas, un duraznero salvaje y una palmera, mientras
otra palmera que había crecido desmedidamente fue retirada.
La existencia de estas obras, plantaciones y mejoras, desde considerable tiempo atrás,
está corroborada por todos los testimonios prestados a fs. 173/174, de los cuales nos
ocupamos con algún detalle más abajo. Y estas circunstancias tampoco se hallan
cuestionadas por los representantes del Estado que como ya señalamos, niegan en
cambio, que, al iniciarse el litigio se hubiere cumplido ya el plazo de veinte años de
posesión requerido por el art. 4016 C.C..
Más aún, la parte demandada parece admitir que la escritura traslativa de dominio de G.
P. a C. indica el punto de partida del curso prescriptivo (véase el segundo párrafo de fs.
524 de la expresión de agravios obrante de fs. 515 a 525 vta.). Dicha escritura lleva
fecha 13 de marzo de 1956 (fs. 595/632 vta.).
De todos modos, dicha escritura no se refiere sino a la propiedad y posesión de las
fracciones que ahora, siguiendo a S. T., nombrados como 55 y 55b y no a la que está en
juego, o sea, la 25d en la nomenclatura que proponemos se apruebe.
Si el representante del Estado Nacional vincula la fecha de escrituración a la de una
posible toma de posesión del terreno sub 25d, ello se explica porque, como lo encuentro
expresado en párrafos de una sentencia transcriptos en el trabajo de José Levitán
"Prescripción adquisitiva de dominio", Bs. As., 1971, pág 118/119 (el autor sólo nos
proporciona la carátula de dos causas "Arboleya de Martínez c/Muiños" y "Tortorello
c/De Bonis", indicando que se trata de un voto del doctor Bravo Almonacid), la
posesión con título de un terreno aledaño al que se pretende usucapir "es indicio de las
circunstancias de tiempo y lugar que han dado ocasión a la posesión. Es posible que el
vecino se apropie de la tierra contigua, que vea totalmente abandonada".
Mas, como vimos, mientras la escritura de trasmisión de dominio de C. lleva fecha 13
de marzo de 1956, la acción fue entablada el 26 de septiembre de 1974 (fs. 44/48), esto
es, cuando habían pasado dieciocho años y seis meses del momento en que la
demandada parece considerar plausible que C. realizase actos de posesión en el lota
25d, o sea que el accionar judicial de C. fue prematuro.
XXXIX. Contra esta conclusión, la parte demandante afirma en el libelo que poco
después de la firma del boleto de compraventa, fechado el 13 de julio de 1954, adquirió
la posesión de su nueva casa, "entrando a ocupar de inmediato el lote de los fondos tal
como lo había dejado el anterior propietario", afirmación detallada por C. en persona y
su cónyuge en la audiencia de fs. 632/633 y el reconocimiento de fs. 658/659 vta., en
términos que hemos vertido supra.
Descartemos, de entre los elementos que podrían corroborar las afirmaciones recién
aludidas de C. sobre el inicio de su posesión sobre el fragmento 25d, recibos de
impuestos y tasas que aparecen a fs. 28/29, 29, 40 y 41 y que van desde 1968 a 1973.
Estos instrumentos han sido desmenuzados en la expresión de agravios del Fisco (fs.
518/519 vta.) Se refieren todos al inmueble adquirido por la escritura del 13 de marzo
de 1956, y cuyo número de partida al pago del impuesto territorial es 107 359, y las
veces en que se indica la superficie, ésta es la que corresponde a los dos fragmentos
descriptos en la escritura de dominio. También la condonación del impuesto
inmobiliario por los años 1956, 1957 y 1958 se refiere al terreno y casa escriturados.
Y es lógico que C. no pagase impuestos por el terreno perteneciente a la fracción del
terreno 25b que ocupaba, pues éste último es de enormes proporciones frente al pequeño
espacio objeto de posesión, y, según lo informado por la Municipalidad de Lomas de
Zamora a fs. 109, la supuesta parcela 55b del plano del año 1973 no lindando con calle
pública, no se encuentra afectada por el pago de tasas y tributos municipales.
XL. En cuanto a los testigos propuestos por la actora y que declaran de fs. 173 a 174, es
cierto, tal como lo sostiene el representante fiscal, que ninguno de ellos proporciona
datos conforme con los cuales la posesión de C. se hubiese iniciado en el año 1954. En
efecto, el primero de ellos, A. L. C., de 39 años de edad, afirmó poder dar fe de la
ocupación por Civallero desde el año 1971, cuando fue a vivir a la zona, aunque
entiende que era anterior por existir edificación y árboles en el lugar. L. I. O., quien vive
muy cerca de la casa de C. en la misma calle ..., aseveró que la fracción mencionada la
ocupa la familia C. en carácter de dueños desde hace veintidós años, aunque añade que
las mejoras existen desde hace unos quince años. Aquí puede estar refiriéndose a la
construcción del quincho y la cisterna, pero teniendo en cuenta que la declaración se
efectúa en julio de 1978, los veintidós años llevan a 1956, tiempo de la escrituración. E.
S. repite que la ocupación data de veintidós años atrás y que las mejoras como el galpón
quincho y aljibe tienen entre diez y cinco años desde el momento de su deposición. Por
último, D. R.asigna a la ocupación más de veinte años y asigna a las mejoras de
albañilería una antigüedad de más de quince años.
Estos testimonios fueron objetados por el representante del Fisco a raíz de que a los
testigos O. S. y R. no se les preguntó por su edad, dato necesario para establecer la
verosimilitud de sus declaraciones en orden a los tiempos que indican. De todos modos,
la Sala, a mi pedido (fs. 541 y 544) solicitó al Registro Nacional de las personas la fecha
de nacimiento de las nombradas, resultando que O. nació el 7 de junio de 1913 y R.el 31
de marzo de 1934, lo que disipa respecto de ellos la duda del Ministerio Público, no así
en cuanto a S., nacida el 15 de enero de 1949.
Más allá de estas cuestiones, el carácter estereotipado de los testimonios, como carentes
de cualquier detalle, poco añade al plexo probatorio que nos interesa.
XLI. Desde mi punto de vista, mucho más confiable son las manifestaciones de C.
relatadas algo más arriba que describen paso a paso y con lujo de detalles la evolución
del uso y aprovechamiento que hizo del terreno que pretende usucapir, destacando que
el inicio de sus cuidados tuvo lugar entre 1954 y 1955, o sea, contemporáneamente o de
modo inmediato sucesivo a su instalación en la nueva morada en que continuó, en los
principios, el uso que le daba su antecesor G. P..
Estas afirmaciones de C., en su conjunto, tienen corroboraciones en la existencia real y
actual de las mejoras, en las comprobaciones de los peritos, de los propios jueces de este
Tribunal y, en cuanto hace al período más remoto, o sea 1954-1956, la antigüedad
observable del cerco de la quinta del ferrocarril que V. B. atribuye a los primeros años
del siglo XX, que aún fragmentariamente subsiste, en que hace hincapié C., narrando
incluso la cordial relación vecinal que sostuvo con los cuidadores de la quinta, son
indicios que en su conjunto militan a favor de la credibilidad del actor.
Sin embargo, éste no ha explicado un punto que, en la tarea que estoy cumpliendo de
explorar los laberintos de este proceso, creo que, de no ser por las otras tantas
complejidades que se tató de aclarar, hubiera merecido más atención.
La cuestión que se me aparece versa sobre como pudo ser que G. P. con el sólo boleto
de compraventa y el pago del diez por ciento del precio total pusiera casi de inmediato
en posesión a Civallero para escriturar, dos años después, percibiendo sólo entonces el
noventa por ciento restante. Quizá existan explicaciones simples como que C. obtuvo de
alguna forma alguna suma significativa de dinero, o ya la poseía o ya la tenía, pero no
estuvo, evidentemente en condiciones de escriturar hasta 1956, porque no hubiera
obtenido el préstamo hipotecario para la adquisición de vivienda del Instituto Nacional
de Previsión Social que está ampliamente documentado en al causa (fs. 30).
En todo caso, no cabe negar la rotunda nuncupatio de G. P. en al escritura traslativa de
dominio acerca de "que ya le ha dado la posesión antes de ahora" (fs. 598, supra).
De modo que me inclino a dar valor a lo afirmado por C. acerca del inicio de su
posesión a medidos de 1954.
XLII. Aún si ello no fuera así, en alguna fecha posterior al año 1954 y anterior a la
escrituración de 1956 C. pudo continuar la posesión de su antecesor, G. P., invocada en
la demanda.
Desde luego, sobre el hecho material de tal posesión hemos de remitirnos a los dichos
del mismo C., corroborados por la existencia antigua de los cercos, no sólo de la quinta,
sino de los laterales, uno de los que todavía encuentra en su primera pericia el ingeniero
V. B.. Y la invocada posesión del antecesor realizada en la demanda (fs. 45 vta. punto
IV) no ha sido en absoluto negada por la representante del fisco.
No se me escapa que los actos posesorios de G. P. que menciona C. son, por así decirlo,
de baja intensidad. Tener una puerta en el cerco de su propiedad para acceder al terreno
al Sur, mantener el pasto cortado, usarlo para recreo y decirle a Civallero que él también
podía usarlo, distan del uso intensivo que poco a poco fue dándole C. al terreno, pero
también es muy amplio el concepto de actos posesorios que nos da el artículo 2384 del
C.C.: "Son actos posesorios de cosas inmuebles: su cultura, percepción de frutos, su
deslinde, la construcción o reparación que en ella se haga, y en general, su ocupación de
cualquier modo que se tenga, bastando hacerla en alguna de sus partes". Y no olvidemos
que esta norma está tomada del art. 3821 del Esbozo de Freitas que dice :"Son actos
posesorios, tratándose de inmuebles: su cultura, comienzo de ella, percepción de frutos
o corte de maderas; su deslinde, o cerco; cualquiera edificación, construcción o
reparación que en ellos se haga, bastando hasta el acto de entrar en ellos o en alguna de
sus partes"(ver A. T. de Freitas, Código Civil, obra fundamental del Código Civil
argentino, traducción castellana, Buenos Aires, García Santos y Roldán, 1909, T. 2, pág.
422 y Fernando Legón, Tratado de los derechos reales, Buenos Aires, 1941, T. 3, pag.
127).
Fundamentos de la accesión de posesiones
XLIII. Tenemos, por lo tanto, que el demandante ha señalado que el anterior propietario
también ejerció actos de posesión sobre el terreno litigioso y, como hemos visto, existen
suficientes indicios como para tener por buena esa afirmación. Ahora bien, considero
que, en tales circunstancias, las dos posesiones ilegítimas de mala fe (entiéndase que
utilizo estos términos en su sentido técnico y sin ninguna intención de menoscabo, o
sea, la del autor y del sucesor a título singular pueden unirse conforme lo dispuesto por
el artículo 4005 del Código Civil. En general, la literatura civilista admite sin ambages
la unión, a los efectos prescriptivos, de dos posesiones carentes de buena fe, pero, sin
embargo, considera que la norma recién invocada sólo se refiere a la posibilidad de unir
períodos de posesión de buena fe, de manera que no se comprende por qué el beneficio
de accesión de posesiones se admite sin una norma de la cual pueda deducirse. Por el
contrario, pienso que el art. 4005 C.C. abarca tanto los casos de accesión de posesiones
de buena fe, que permiten la prescripción decenal, como los casos de mala fe
encuadrables en la antigua posesión treintañal, hoy veinteañal después de la reforma de
1968. La fundamentación de lo dicho es compleja y para ello me remito al excursus que
ahora intercalo.
Excurso sobre la Accesión de posesiones
Comenzaré por dar la versión del art. 4005 que, a mi juicio, surge de las fuentes del
mismo que cita Vélez en la nota respectiva y del contexto de los preceptos concordantes
del Código Civil.
Conviene para la comprensión del tema tener a la vista los arts. 4004 del C.C. en su
forma original que no difiere de la introducida por la reforma de 1968, sino en el plazo y
el texto del 4005 que es el original de Vélez.
Ambas normas significan una toma de posición respecto de problemas que surgidos en
el derecho medieval y en el de la Francia prerevolucionaria a partir de la interpretación
de pasajes del Corpus Iuris justinianeo sobre la accesión de períodos de posesión a los
fines de prescribir. Ya en el Derecho Romano se formulaba al respecto un distingo
básico entre el sucesor a título universal y el de título particular. El primero era un
continuador total de la persona del de Cujus (ver nota de Vélez) y, por lo tanto,
permanecía en el estado de posesión en que hubiese estado su causante. De manera que
si éste era de buena fe, la mala fe del heredero no impedía la prescripción por diez o
veinte años (recuérdese que la diferencia de tiempos obedecía a si se trataba de
prescripción de personas que habitaban la misma o distintas provincias, diferenciación
suprimida por la reforma de 1968). A su vez, la buena fe del heredero no lo autorizaba
para poder unir el tiempo de prescripción suya de buena fe a la del sucesor de mala fe.
Tratemos de ser más concretos: el terreno X fue poseído de buena fe durante cinco años
por Ticio, quien nunca había advertido los defectos del título de adquisición de
propiedad. Fallecido Ticio lo sucede como heredero universal Cayo, quien ya en vida de
Ticio sabía perfectamente la deficiencia de su título. Sin embargo, Cayo podrá precribir
con la prescripción de diez años.
Pasemos hora al caso opuesto, en el que Ticio posee por cinco años el terreno x
consciente de los defectos de su título, desconocidos en cambio por Cayo su heredero.
Pasados cinco años, Ticio muere y Cayo lo sucede, pero su buena fe no le servirá para
prescribir y deberá esperar a los veinte años de al prescripción de mala fe.
O sea que, por virtud la ficción de acuerdo con la cual se identifica la persona del de
cujus y del heredero, se produce el paradojal resultado de que el heredero de mala fe
respecto de la situación posesoria de un bien en particular se encuentre en mejor
situación que el de buena fe.
El art. 4005 C.C. tiene el sentido de indicar que las reglas de la sucesión universal que
acabamos de enunciar en la accesión de posesiones para prescribir no se aplica al caso
de la sucesión a título particular y Vélez da la razón de ello en el último párrafo de la
nota a ese artículo, cuando dice que "Los sucesores particulares, sean a título oneroso o
lucrativo, no continúan la posesión de su autor: no hay identidad jurídica en las
personas: no representan a su autor : no suceden en sus obligaciones . El autor del
sucesor puede tener una condición totalmente diferente, que impida unir la posesión del
uno a la del otro. Hay dos posesiones distintas, que en ciertos casos tienen la facultad de
unirse para cumplir el tiempo requerido por la prescripción".
Mas de acuerdo con esta idea rectora nunca podría darse accesión de períodos
posesorios fundados en un título particular, toda vez que, así como en la sucesión a
título universal existe perfecta continuidad entre el autor y el sucesor, en la particular
existe perfecta discontinuidad. Entonces, la unión de posesiones para prescribir en caso
de que se las reciba a título particular es un beneficio acordado por la ley, como
excepción al principio de la discontinuidad o, como también dicen los autores franceses,
de la distinción entre autores y sucesores a título particular. Pero las excepciones al
principio de la distinción están formuladas de manera muy casuística y ambigua
reflejando añejas discusiones en torno a textos del Corpus Iuris Civilis sobre todo de
Ulpiano y Paulo.
Con todo, cabe de alguna manera sintetizar el tema, diciendo que el sucesor particular
de buena fe puede ya prescribir por sí solo con la prescripción decenal desde el
momento que entre en posesión o juntar su tiempo de posesión de buena fe con la del
autor de mala fe para la prescripción veinteañal -antes treintañal- según más le
convenga. En cambio, si el sucesor particular es de mala fe no puede unir su tiempo de
posesión de mala fe al de buena fe de su autor sino para la prescripción veinteañal (antes
treintañal). Y también dos posesiones de mala fe pueden unirse para la prescripción más
larga. Ejemplificando: Ticio adquirió un inmueble con un defecto en el título del que era
conciente y así poseyó por quince años, momento en que vende el bien a Cayo que
ignora el defecto. Cayo une después cinco años de buena fe a los quince de mala fe, lo
cual le conviene más que esperar todavía cinco años sólo sobre la base de su título de
poseedor de buena fe.
Si, en cambio, Ticio ha poseído de buena fe por ocho años y luego vende el bien a
Cayo, que es consciente del defecto del título Cayo no puede unir dos años de posesión
suya de mala fe a los ocho años de buena fe de Ticio y debe esperar hasta que pasen
doce años de posesión propia.
Finalmente, si tanto Ticio como Cayo han estado en conocimiento del defecto puede
unirse sus posesiones de mala fe para la prescripción veinteañal (antes treintañal).
Para entender mejor lo expuesto es preciso tener en cuenta, primero, que, naturalmente,
cuando el autor particular ya cumplió la prescripción de diez años o de veinte en el
sentido actual que reemplaza la de treinta, según sea de mala o buena fe, ya nada
interesa la buena o mala fe del sucesor a título particular.
En segundo término, debemos abordar otra cuestión, mucho más importante, que es un
prolegómeno necesario para estasblecer el sentido del art. 4005 C.C., de acuerdo con la
fuentes citadas por Vélez, y en especial, de la última oración de dicho artículo que
resulta determinante para comprender el significado del conjunto. Esta cuestión se
vincula a las consecuencias extraíbles del art. 4008 del C.C. con el cual concuerda
también el art. 2358 y su nota y que consagran el principio del derecho romano de
acuerdo con el que basta que la posesión con la que se prescribe comience de buena fe
para que la conciencia posterior del defecto, o sea la mala fe, no tenga relevancia.
Recordemos que esta regla del derecho romano había sido suplantada en el derecho
canónico por otra conforme con la cual la buena fe debía ser continua durante todo el
tiempo de la posesión, reglas canónica que, según destaca Pothier, fue seguida por el
antiguo derecho francés. Empero, el Código Napoleón volvió al criterio del derecho
romano sancionándolo mediante el art. 2269, según el cual "Il suffit que la bonne foi ait
existé au moment de l'acquisition". Este importante cambio de orientación produjo una
polémica en la literatura jurídica francesa que se refleja, en el art. 4005 de nuestro
Código, en el que Vélez adopta la posición que en dicha polémica tuvieron Duranton y
Marcadé (Vélez no menciona que el punto de vista criticado por esos autores era el de
Troplong y que el primer crítico había sido Del vin court).
Bien, lo que hizo Troplong fue sacar consecuencias del art. 2269 citado para interpretar
el art. 2235 sobre la accesión de posesiones (evidentemente Vélez tuvo esas normas en
mente para redactar el art. 4005, pues la menciona en la nota junto con parte de las
fuentes romanas en torno a las cuales siempre se discutió la temática de la accesión)
El artículo 2235 que mencionamos se ocupa del tema de la accesión en términos
generales y dice así: "Pour compléter la prescription, on peut joindre à sa possession
celle de son Auteur, de quelque manière quón lui ait succédé, soit à titre universel ou
particulier, soit à titre lucratif ou onéreux".Adevertiremos que esta norma no hace
distinciones entre posesión de buena fe o de mala fe que, en cambio, están mencionadas
en los artículos 2265 y 2268 del Código Napoleón. La primera es requisito para la
prescripción de diez a veinte años y la segunda para la de treinta años.
Ahora bien, Troplong tiene en cuenta que, al menos en el derecho romano justineaneo,
no se admitía el tiempo de posesión de distintos sujetos en los casos de sucesión a título
particular a los fines de la prescripción decenal o veinteañal cuando no fueran de buena
fe, de modo que, por ejemplo, si el vendedor poseía de buena fe y el comprador no la
tenía, éste no estaba autorizado a completar la posesión de buena fe de su autor.
Troplong, por el contrario, consideraba que si la buena fe inicial bastaba para cubrir la
mala fe posterior de un primer poseedor, la mala fe del siguiente poseedor no podía
destruir el efecto de la buena fe inicial (ver del autor citado "Le Droit Civil -De La
Prescription", París, Charles Hingray, Librarie-Éditeur, Tome Premier, pág. 561 y sigs.,
en especial 566, 567 y 568).
Uno de los primeros comentaristas del Código Napoleón, Del vin court, se pronunció
contra la opinión de Troplong (Ver "Répertoire Dalloz, París 1856, Tomo 36, pag 147 y
1148 nº 384). Marcadé, a quien cita como fuente Vélez en la nota del art. 4005, siguió la
opinión de Del vin court sosteniendo que el criterio que abandonaba Troplong era el del
derecho romano y del antiguo derecho francés, y que nada indicaba que hubiese sido
intención de los autores del Código Napoleón suprimir esas reglas. Creo, por mi parte,
que tanto en Del vin court como en Marcadé aparece una resistencia a extender la
ficción de la buena fe con tal que exista al principio, que era propia de la derecho
romano, pero ajena a la tradición del derecho francés.
De todos modos, está claro que Vélez tomó posición decididamente, a favor del criterio
que defendía Marcadé y que ha quedado consagrado en la literatura francesa como se
advierte leyendo el parág. 351 del volumen pertinente del tratado de Baudry Lacantinerie - Albert Tissier "Théorique et Pratique de Droit Civil - De la Prescription",
París 1905, de la Société du Recueil J.-B.Sirey, et du Journal Du Palais, Larose & L.
Tenin, Tomo XXVIII)
Vemos, entonces que el objeto del artículo 4005 C.C. es consagrar el principio de la
accesión de posesiones para poseedores a título particular con la limitación de que la
buena fe inicial del primer poseedor no puede ser aprovechada para la prescripción
decenal por el o los siguientes poseedores de mala fe. Pero el artículo no está limitado a
la accesión de las posesiones de buena fe, sino también abarca las de mala fe para la
prescripción larga.
No obstante ello, la mayoría de nuestros civilistas entienden, como anticipamos, que el
artículo 4005, tal como está escrito, se refiere sólo a poseedores de buena fe. Esta
manera de comprender el artículo surge de la lectura que se hace de la última oración
del art. 4005 del C.C. ("Puede unir su posesión a la de su autor, si las dos posesiones
son legales") en el sentido de que las posesiones legales quieren decir posesiones de
buena fe.
Con el propósito de revisar nuestra literatura me parece que conviene partir del
comentario de Segovia dada su antigüedad y preocupación por las fuentes del Código
argentino. La obra de Segovia es seminal y en ella, acerca del punto que consideramos,
aparecen criterios difíciles de conciliar. Por una parte, la expresión "si las dos
posesiones son legales" equivale para Segovia a " si las dos posesiones son de buena fe"
(ver Código Civil de la República Argentina, tomo 2do. Bs. As. 1921, pág. 723, no ta
127).
Sin embargo, en la nota 28, del mismo tomo, pág. 22, se preocupa al tratar las
clasificaciones de las posesiones, de recordar que "La posesión es legítima o ilegítima
(art. 2357). La ilegítima puede ser de buena o mala fe (art. 2358) ; y la de mala fe es
simplemente tal ó se halla caracterizada por un vicio (viciosa ó injusta). Se llama justa o
legal a la exenta de vicio: Maynz, parág. 100 n°11 (parág. 83, 4 edición) Aubry y Rau,
Parág. 177 nota 7°. Vé el artículo 4007 inciso 3º"
Maynz sólo se ocupa del tema de la posesión justa pero Aubry y Rau, en la nota que cita
Segovia (Cours de Droit Civil Francais" París, 1869, pág 78/79, dicen con toda
precisión que los jurisconsultos romanos llamaron justa a la posesión exenta de los
vicios de precariedad, de clandestinidad y de violencia, e injusta a la que estaba afectada
por uno u otro de esos vicios (L. 1, parág.9, et L. 2, D. Uti Poss. (43,17)). Los
redactores del Código Napoleón se sirvieron de los términos posesión legal para
traducir la idea que se expresaba en derecho romano por las palabras possessio iusta.
Complementando esta observación, los mismos autores, en el tomo 5, París 1872, pág.
298, comentan el citado artículo 1402 que habla de la propiedad o posesión legal de
uno de los esposos antes del matrimonio, diciendo que es una posesión adecuada para
servir de fundamento a la usucapión y en la nota 51 añaden que es una posesión de esta
naturleza la que los redactores del Código Napoleón han entendido designar por los
términos posesión legal.
Y no sólo eso, sino que en el parágrafo 217 del citado tomo 2, pag 372, inician el
parágrafo diciendo "la posesión legal, esto es aquella que está exenta de precariedad, de
clandestinidad y de violencia es la sola que puede, en los términos del art. 2229, servir
de fundamento a la usucapión...".
Evidentemente Segovia efectuaba, pues, una lectura indebida del final del artículo 4005
de nuestro Código Civil, que, además, gramaticalmente no es sostenible. En ese sentido
observemos que el sujeto de la oración "Puede unir su posesión a la de su autor, si las
dos posesiones son legales", es el sucesor particular de mala fe, de forma que el artículo
dice que el sucesor particular de mala fe puede unir su posesión a la de su autor si las
dos posesiones son legales o sea no viciadas por violencia, clandestinidad o precariedad,
para someterse a la prescripción larga, mientras que para la corta, ambas posesiones
deben ser, sí, de buena fe. Esto lo corrobora plenamente tanto Duranton -Tomo 21 n°
240 y sigs.- como Zacharie -parág. 854, nota 18, pág. 321- que junto con Aubry y Rau,
Marcadé y Vazeille son los autores citados por Vélez en la nota del art. 4005 del
C.C..Notablemente Segovia en la nota 126 de la misma página 723 del Tomo 2 citado,
fundándose en Duranton y en la nota 18 de Zacharie, así como en Marcadé y Maynz,
muy bien sintetiza el sentido del artículo de marras:"...la buena fe del autor no
aprovecha al sucesor particular, ni su mala fe le perjudica para la prescripción ordinaria
de diez a veinte años; pero puede unir ambas posesiones, si son de buena fe, y para la
prescripción treintenaria, si son no viciosas...". Pero, entonces, Segovia debería
renunciar a su lectura identificatoria de "posesión legal"in fine del art. 4005 con
posesión de "buena fe", y reemplazarlo por la correcta de "posesión legal"="posesión
incluso de mala fe no afectada por los vicios de violencia, clandestinidad o precariedad"
que menciona en la nota 28 de la pág. 22, tomo 2 de su comentario, que antes citamos.
Hemos de decir que la posición, sobre nuestra temática, de los comentaristas
posteriores, Llerena y Machado es confusa. El segundo sostiene rotundamente que las
posesiones legales son lo mismo que las posesiones de buena fe y que el art. 4005 sólo
se refiere a las posesiones de buena fe. Por otro lado sostiene que "no se debe buscar
texto legal que autorice la unión de dos posesiones viciosas, porque en estos casos la
acción sólo encuentra obstáculo en la prohibición; así es que si no existe una
disposición que impida esta unión, el individuo puede ejecutarla" (Exposición y
Comentario del Código Civil Argentino, Tomo XI, Bs As. 1903, pág. 204/205).
Ocurre que Machado no establece una neta distinción entre la posesión sólo defectuosa
por la mala fe (que, en sí, es un fenómeno cognitivo) de los vicios, propiamente dichos,
de la posesión, pese a que esos distingos están terminantemente establecidos en los arts.
2356 y 2364 del Código Civil. A la vez, advierte, con razón, el vínculo que existe entre
el art. 4005 y el 2475 del C.C. en cuanto los efectos de la posesión anual del art. 2473,
que permite el ejercicio de las acciones posesorias cuando se da ese tiempo, y no
autoriza la unión de posesiones viciosas y dice que esta norma sólo juega en el campo
de las acciones posesorias. Mas no advierte que el art. 2475 nada tiene que hacer con las
situaciones de mala fe como fenómeno cognitivo, pues el art. 2473, en su parte final,
expresa que "la buena fe no es requerida para las acciones posesorias". En cuanto a que
no exista prohibición de unir las posesiones viciosas en el sentido propio del Código,
ello no es exacto, pues el art. 4005, como hemos visto, ciertamente prohíbe unir
posesiones ambas viciadas por violencia clandestinidad o precariedad, y no podría ser
de otro modo desde que tampoco sirven para sustentar acciones posesorias
(Como se ve tanto el art. 4005 in fine como el art. 2475 in fine significan lo mismo : no
puede unirse las posesiones viciosas en sentido estricto, pero sí las de mala fe exentas
de vicio). [La nota de Vélez al art. 2454 admite que el sucesor singular pueda unir su
posesión a una que tenga vicios, lo cual es señalado por Fernando Legón (Tratado de los
Derechos Reales, Tomo III, Bs. As. 1941, pag 322, nota 127) como una inconsecuencia
de Vélez, aunque es posible que el codificador utilice aquí a la palabra "viciosa" en el
sentido que lo usaba Pothier abarcativo también de la mala fe como fenómeno
cognitivo]
En suma, para Machado, posesión legal es lo mismo que posesión de buena fe, pero ello
no impide la unión de posesiones de mala fe que aparece inmersa en el más amplio
concepto de posesiones viciosas, lo cual significa utilizar un lenguaje confuso o
impreciso.
Igualmente poco avenido es el lenguaje de Llerena, para quien las posesiones legales
son aquellas de buena fe y con justo título que "en consecuencia no deben ser ni
violentas, ni clandestinas, ni precarias"(Llerena Concordancias y Comentarios del
Código Civil Argentino, T. X, Bs. As. 1931, pág. 300 n° 5) y aunque Llerena cite una
exposición tan diáfana con la de Duranton, parece que lo opuesto de la posesión de
buena fe fuera sólo la posesión signada por esos vicios"
Tampoco resultó libre de contradicción Salvat (Tratado de Derecho Civil Argentino,
Derechos Reales II, Bs. As. 1962, pág. 262, nº 973) cuando identifica "posesión legal"
con posesión de buena fe sin perjuicio de considerar posible la accesión de posesiones
de buena fe y de mala fe para los casos de prescripción larga en los casos de sucesión a
título particular (op. et vol. cit. pág 267, n° 981), sin buscar una base para ello en el
texto legislativo, aunque cita abundante jurisprudencia a favor de la solución que
expone.
Por último, podemos citar a favor del sentido genuino de los términos de "posesión
legal" del art. 4005 del C.C. a Lafaille (Derecho Civil, Tomo III, Bs. As. 1943, pág.
217, y Legón, op. cit., págs. 321 a 323)
En consecuencia de todo lo expuesto en este excurso, considero, pues, que la unión de
posesiones de mala fe no viciosas en el sentido del art. 2364 se admite en los términos
del art. 4005 del C.C.
Concluyo, pues, en que la no contradicha posesión anterior de G. P. es computable a
favor de C., que la invocó en la demanda, y, en consecuencia, doy por probado lo que
afirmé al comienzo de este voto, en orden a que C., ya por sí, uniendo su posesión a la
que tuvo su antecesor, había cumplido, al instaurar la acción, el plazo de veinte años
requerido por el art. 4016 C.C.
Corresponde, ahora, resumir en un orden mis conclusiones acerca del caso,
exponiéndolo en un orden algo distinto al de su tratamiento, pero adecuado a la forma
de la resolución que propondré.
En síntesis, he arribado a lo siguiente:
a) la representación del Estado, tanto por el apoderado de
la empresa Ferrocarriles Argentinos, como por los
procuradores fiscales ha sido, en definitiva, legítima
(apartados XV, a XXV);
b) si bien el Dr. F. C. L. no fue revestido del carácter de
apoderado de manera formal y expresa, puede considerarse
tal por los motivos que expuse en el apartado XXVI,
condicionado a que, para hacer valer sus derechos como tal,
obtenga una conformidad expresa de los actores;
c) el plano de mensura obrante a fs.198 y otras mencionadas
en el apartado VIII, n° 63-259-71, puede considerarse
ajustado a los títulos de la empresa ferroviaria para la
propiedad de la antigua quinta de Cx y sus linderos
(apartados VIII a XIV);
d) el croquis y los planos levantados por el Agrimensor S.
T., obrantes a fs. 474/476 determinan el objeto de la
demanda y deben servir de base para las nuevas
registraciones catastrales que se efectuaren (apartados
XXIX y XXX);
e) como lo sostienen los representantes del Estado
Nacional, la posesión continuada durante el transcurso del
juicio no es útil para usucapir (apartados XXXI a XXXVI);
f) está probada la posesión actual, y también al inicio de
la demanda, por parte de C., del terreno que reclama como
usucapido (apartados XXXVII y XXXVIII);
g) es probable que la ocupación de C. tuviese ya veinte
años cuando se inició la demanda (apartados XXXIX a XLII);
h) aún de no ser así, la posesión de C. puede unirse a la
de su antecesor, G. P., de acuerdo al art. 4005 del código
civil a los fines de la prescripción veinteañal (apartado
XLIII y Excurso).
En consecuencia de las conclusiones que acabo de exponer,
propongo al Acuerdo: 1) que se confirme al sentencia
recurrida en los términos de la síntesis anterior,
declarando que la parcela 25d queda adquirida en virtud de
la prescripción veinteañal (art. 4016 C.C.) por H. S. C. y
L. M. de C.; 2) una vez que el pronunciamiento pase en
autoridad de cosa juzgada deberá inscribirse en el Registro
de la Propiedad y la Dirección de Catastro de la Provincia
de Buenos Aires; 3) Costas de ambas instancias a la
accionada; difiérese la regulación de honorarios hasta
tanto se pronuncie el juez de grado al respecto.
EL DOCTOR FRONDIZI DIJO:
Que adhería al voto del doctor Schiffrin.
Con lo que terminó el acto, firmando lo señores jueces
intervinientes y el Secretario actuante.Fdo.:Jueces Sala
II,Dres.Román Julio Frondizi.Leopoldo H. Schiffrin.
Dr. Jorge Latrubesse.Secretario.
La Plata, 16 de febrero de 2006.
Y VISTA: la causa n° 12.961, caratulado "C. H. y otros c/Estado Nacional (Sec Obras
y Transp.) s/Posesión Veinteañal", procedente del Juzgado Federal de Primera Instancia
n° 4 de esta ciudad
CONSIDERANDO: el resultado del acuerdo que antecede,
SE RESUELVE: 1) CONFIRMAR la sentencia recurrida en los
términos de la síntesis formulada al final del voto del
doctor Schiffrin declarando que la parcela 25d queda
adquirida en virtud de la prescripción veinteañal (art.
4016 C.C.) por H. S. C. y L. M. de C.; 2) una vez que el
pronunciamiento pase en autoridad de cosa juzgada deberá
inscribirse en el Registro de la Propiedad y la Dirección
de Catastro de la Provincia de Buenos Aires; 3) Costas de
ambas instancias a la accionada; difiérese la regulación de
honorarios hasta tanto se pronuncie el juez de grado al
respecto.
Regístrese, notifíquese y devuélvase.Fdo.Jueces sala
Segunda Dres.Román Julio Frondizi.Leopoldo H. Schiffrin.
Dr.Jorge Latrubese.Secretario.
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