// en la ciudad de La Plata, a los 16 del mes de febrero del año dos mil seis, a las 09.30 hs, reunidos en Acuerdo los señores Jueces de la Sala Segunda Civil, para considerar el expte. 12.961, caratulado "C. H. y otros c/Estado Nacional (Sec Obras y Transp.) s/Posesión Veinteañal", procedente del Juzgado Federal de Primera Instancia n° 4 de esta ciudad, y previo sorteo se estableció el siguiente orden para su votación: doctores Leopoldo H. Schiffrin y Román Julio Frondizi. EL DOCTOR SCHIFFRIN DIJO: Introducción I. Llegan estos autos a la Alzada en virtud del recurso de apelación deducido por la Fiscalía Federal nº 2 de esta sede a fs. 507, en representación del Estado Nacional, contra la sentencia de fs. 501/504, que declara que el actor, Sr. H. S. C. ha obtenido por prescripción veinteañal un terreno ubicado en la zona de la Estación de Ferrocarril de Temperley, perteneciente al Estado Federal, al que pasó en una mucho mayor fracción al adquirir la Nación el antiguo Ferrocarril del Sud. El recurso fue fundado por el Sr. Fiscal General ante esta Cámara a fs. 515/525 vta., quien sostiene que C. no cumplió el tiempo de la prescripción larga, contestando el traslado la actora a fs. 527/532 vta.. II. Aclaremos que la sentencia impugnada, de fecha 30 de diciembre de 1994, es la segunda que se dicta en esta causa, pues la primera, pronunciada trece años antes a fs. 256/259 (mayo 27 de 1980), fue anulada el 9 de octubre de 1980 por la antigua Sala I Civil de esta Cámara a fs. 274/278, decisión que lleva la firma de los doctores Segimundo Cortés y Eduardo Servini. Los lapsos prolongados de sustanciación de estas actuaciones no deben empero extrañar, pues obedecen a sus características peculiares, que han obligado a múltiples investigaciones destinadas a establecer con certeza suficiente cuál es el bien que el actor pretende usucapir y quién es realmente su propietario, tarea agotadora que llevó a decir al señor Agrimensor Samuel Saraví Tiscornia - cuyo informe nos parece el más relevante en la causa-, que el estudio de las presentes actuaciones lo "llevó a una maraña de títulos, dominios, posesiones y demasías superficiales...". Adelanto que las conclusiones de este perito serán la base para intentar la solución del pleito, pero que con el fin de corroborarlas y reunir información sobre otros aspectos indispensables para el asunto ha sido necesario desplegar una actividad jurisdiccional inusitada, y sólo relativamente fructífera. A la verdad, el escaso valor venal de un terreno en disputa, carente de acceso directo a la calle y cuya superficie no pasa de los setenta metros cuadrados, dio lugar a un despliegue procesal y a un esfuerzo que no guardan equilibrio con el monto material en juego. Sin embargo, comprendo que aquí han mediado, en cambio, valores afectivos muy fuertes, como lo pude percibir al efectuar junto con el distinguido colega, doctor Frondizi, el reconocimiento de que se da cuenta en el acta de fs. 658/659 vta. Síntesis III. Ya que el pleito tiene una naturaleza tan especial, conviene, a mi juicio, describirlo en sus rasgos fundamentales, tanto en lo fáctico como en lo jurídico, esbozar la solución propiciada y sonlo después, pasar a fundarla de modo más detallado. Digamos, entonces, que según C., éste, cuando adquirió su actual morada en la calle Cervantes, n° 21, muy cercana a la estación de Temperley, el fondo del terreno se encontraba cercado por un tejido de alambre que tenía una puerta, la cual daba acceso al terreno en discusión, limitado al Sur por otro alambrado correspondiente a la quinta poseída por la empresa ferroviaria y que está junto a la Estación de Ferrocarril de Temperley. Añade C. que desde el momento en el cual comenzó a vivir en la casa adquirida, en el año 1954, realizó actos posesorios. También se desprende de los dichos de C. que el vendedor de la finca, señor G. P., había realizado actos posesorios anteriores. IV. El presente juicio por prescripción adquisitiva del terreno adyacente al alambrado de la quinta del Ferrocarril comenzó el 26 de septiembre de 1974, acompañándose un plano confeccionado a los fines de determinar el bien objeto de prescripción adquisitiva, plano confuso y que dio lugar a prolongadas incidencias procesales, que luego examinaremos, culminadas con la anulación de la sentencia de primera instancia en 1980. Los autos pasaron al Fiscal, doctor Ortega, quien actuó como juez subrogante conforme a la legislación por entonces vigente y demostró una extraordinaria preocupación por arribar a conclusiones plausibles en cuanto a la exacta determinación del bien sobre el cual debía pronunciarse sentencia, llegándose así a las conclusiones del señor perito Saraví Tiscornia, que esta Alzada ha tratado de corroborar y ampliar, según lo dije arriba, a la vez que procurar elementos útiles para determinar tanto el momento inicial como las modalidades de los actos de posesión de los que pueda valerse el actor. V. La solución que intentaré justificar consiste en reconocer a C. una posesión que contaba veinte años al inicio de la demanda, ya fuera en cabeza del nombrado o uniéndola a la anterior de G. P.. Además, el objeto de la posesión referida es el determinado en los trabajos de S. T., cuyos planos propongo declarar conformes a los títulos que cabe tener en cuenta para establecer el dominio de la Empresa Ferroviaria y sus límites y linderos. Determinación de la parcela a usucapir VI. Es mejor comenzar por el último de los puntos enunciados, pues es el que constituyó la principal materia del juicio antes y después de la anulación de la sentencia del año 1980. Se trata, pues, de describir la parcela objeto de las pretensiones del actor. Ello ha dado lugar a toda una gama de dificultades y discrepancias que se hayan reflejadas en las varias pericias obrantes en autos. La primera la produjo el Ingeniero C. F. V. B. (fs. 220/222 vta.); la segunda del mismo V. B. (fs. 301), la tercera del nombrado(fs. 362/365), después la del Agrimensor C. A. V. G. (fs. 445/452) y la del Agrimenor S. S. T. (fs. 470/477). Para la decisión del bien litigioso me valdré de los datos de esa última peritación, sin perjuicio de examinar después las otras, porque la de S. T., a mi juicio, recoge y perfecciona datos obtenidos a lo largo de todo el proceso (y conviene leer con los planos de fs. 474/476 a la vista). De conformidad con esa peritación la totalidad del terreno poseído hoy por C., sobre el cual se levanta su morada, se divide en tres fracciones (ver plano de fs. 474), la primera de las cuales tiene un frente que da a la calle Cervantes (hoy pasaje Caputo), que en el frente al Norte mide 10,39 m, lo mismo por el Sur y 9,94 m por ambos costados (Este y Oeste), teniendo una superficie de 103,28 m2. Esta primera fracción (Norte) la identifica el perito con el número 55, que le corresponde por catastro. Inmediatamente al Sur, contigua a la 55, se halla la fracción que el perito S. T. identifica con el número 55a, y tiene al Norte y al Sur 10,39 m y en los costados Este y Oeste, 7,06 m. Estas dos diferentes fracciones se refieren a la escritura de venta de B. G. P. a H. S. C., cuyo texto en copia auténtica fue agregada por decisión del tribunal a fs. 599/602 vta. La primera fracción (55) le correspondió en propiedad a G. P. por una línea ininterrumpida de legítimos propietarios, cuyo título emanó de los desmembramientos de una antigua quinta que efectuó en los años veinte del siglo XX la señora J. P. J. de B., mientras que en la fracción 55a, la cual C. recibió de G. P. en posesión con los derechos y acciones que cabía este último tiene un origen, a mi juicio, impreciso, del cual habremos de ocuparnos más adelante, ya que ahora nos interesa efectuar una descripción planimétrica que sirva de base al resto de la argumentación. La siguiente fracción ocupada por C. hacia el Sur de la 55 y 55a es la designada por el perito S. T. en el croquis de fs. 474 con el número 25d, que tiene tanto por el Norte como por el Sur 10,39 m y por cada costado 6,90 y que dicho perito juzga que pertenece a la amplia parcela 25b que constituye el resto de la antigua quinta de la familia Cx., que después fue adquirido por el Ferrocarril Sud y pasó al Estado, siendo dividida en 1971 entre parcela 25a, que queda mas a la derecha de la manzana 103, y la parcela 25b, que contiene la antigua casa quinta. Para completar la descripción recordaré, como adelantamos, que la fracción que S. T. designa como 25d se hallaba limitada al Sur por un alambrado correspondiente a la quinta del Ferrocarril y que se extendía, según los dichos de Civallero, desde las vías del Ferrocarril hasta el pasaje Camaño, del cual quedan fragmentos que fueron observados por los peritos al igual que por el doctor Frondizi y por el suscripto (ver audiencias de fs. 632/633 e inspección ocular fs. 658/659 vta.) El plano que incluye la parcela que se intenta usucapir VII. La validez de los planos presentados por el perito S. T. depende, a su vez, de que el plano de la quinta del Ferrocarril y sus adyacencias N° 63-259-71, obrante en varios lugares del expediente (me remito al de fs. 444), corresponda al título de propiedad que ostenta el Estado, tema en el cual me animo a decir que no se ha llegado a conclusiones de hecho terminantes debido a la confusión y antigüedad de los títulos, por lo cual habremos de atenernos, en definitiva, al statu quo de que da cuenta el referido plano del año 1971. La dudas que surgen respecto del plano de 1971 provienen, en primer lugar, de que el cercado real de la quinta del Ferrocarril se halla justamente en el punto en que finaliza la fracción que se pretende usucapir y que, en dicho plano, constituye un fragmento de la parte norte del terreno de la quinta si los 140 m de extensión de la misma de Sur a Norte se miden desde la línea de edificación de la calle 14 de Julio que corre al sur de dicha quinta. Empero, no sabemos desde cuándo existe la calle 14 de Julio en su forma y dimensiones actuales, aunque sea cierto, según veremos, que algún tipo de calle existió allí desde 1873. De igual modo, y como lo afirma el perito S. T., también existió una calle al norte de la quinta, pero esta desapareció. Únase a esto que el perito V. B. en la tercera de sus peritaciones (fs.362/365), sostuvo que la fracción a usucapir era un sobrante de título, y queda trazado un cuadro de confusiones que, como ya percibió el fallecido doctor Ortega obliga a ahondar en el examen, siguiendo el ejemplo del estudio de S. T.. Repito lo que anticipé en cuanto a que los resultados del análisis a emprender no serán, sin embargo, conclusivos, permitiendo sólo atenernos al statu quo reflejado en el plano de 1971. Análisis de la mensura de 1971 a la luz de los títulos de propiedad agregados a la causa VIII. El documento básico para todas las pericias enumeradas ha sido la mensura parcial que lleva el número 63-259- 71 del año 1971 y que aparece en distintas oportunidades en el expediente fs. 198, 350/351-copia-, 404; existe a fs. 405 otro plano que recoge antecedentes previos al del año 71 pero se ajusta a éste, y 444) confeccionada a raíz de la venta de una parte de lo que fue la quinta a la Asociación Mutual del Personal de Yacimientos Petrolíferos Fiscales que llegó a pertenecer por sucesivas trasmisiones al Ferrocarril del Sur y pasó a ser del Estado Nacional cuando éste lo adquirió. Conforme al mismo plano, el origen de las mediciones se encuentra en el título proveniente de J. T., que por providencia de esta Cámara se agregó, junto con otros, a los autos primero en los sobres originales y después en las últimas fojas a fin de facilitar su consulta. De esos títulos resulta que en la ciudad de Buenos Aires el 19 de septiembre de 1864, Don J. T. vendió a Doña M. E. C., esposa de Don E. Z., un predio que era parte de un terreno mayor que había comprado a la sucesión de Doña F. S.M. el 23 de noviembre de 1854. El predio vendido por Don J. T. a la señora C. de Z. tenía 140 m de frente al Oeste, lindando con la Estación del Ferriocarril Sud, y 88 m "de fondo al este" (mirando desde el Oeste hacia el Este, o sea de ancho) lindando en todas partes, menos las que daba al Ferrocarril con los terrenos que seguían siendo de J. T.. IX. El predio vendido en 1864 por Don J. T. a Doña M. C. de Z. fue, a su vez, vendido por ésta, mediante apoderado (J. Z.), a Doña V. A. de R., en Buenos Aires, el 3 de marzo de 1873, con las mismas medidas y lindando siempre por el Oeste con el Ferrocarril y por los demás lados con Don J. T., pero dejándose constancia de que por el Norte y por el Sur el terreno limitaba con el de J. T. se hallaba "calle por medio", con lo cual se demuestra lo que, valiéndose de otras fuentes de las que ya nos ocuparemos, afirma el perito S. T. sobre la existencia muy antigua de esas calles, de las cuales, aparentemente, subsiste hasta hoy la del Sur (14 de Julio) y ha desaparecido la del Norte. X. La próxima trasmisión de propiedad del predio aludido ocurrió en la ciudad de Buenos Aires, el 24 de noviembre de 1883, cuando la señora A. de R., quien edificó la casa quinta que caracteriza el lugar, lo vendió a Don G. C., con las mismas medidas y siempre lindando igual que en la enajenación precedente. A la muerte de Don G. C. su viuda, Doña M. A. B. de C.y sus hijos, en Lomas de Zamora, el 30 de noviembre de 1905,lo vendieron a Don A. C. con las mismas medidas y linderos, y siempre con la mención de las calles al Norte y al Sur. Resultó Don A. C. había actuado por cuenta y orden del Ferrocarril del Sud de lo cual quedó constancia en la escritura levantada el 18 de diciembre de 1905. Este acto ofrece interés porque el señor C. agregó que los linderos actuales del inmueble vendido por la sucesión de C. eran los siguientes: al Oeste, la vía del Ferrocarril del Sud, al Este la señora I. de A., al Norte el señor H. y al Sur "calle igualmente en medio con terrenos del mismo Ferrocarril" Hasta aquí hemos podido advertir que la calle del Sur existió desde 1873, pero no sabemos si era una calle privada (art. 2384 C.C.), lo que sería lógico en una zona incipientes de quintas, en cuyo caso en nada se habría alterado la propiedad de J. T. y menos sabemos de las dimensiones de esa calle. XI. También he de advertir que los peritos S. T. y G. han querido demostrar la existencia de la calle 14 de Julio entre los años 1891-1917 (fs. 644/648), con un estudio sobre la manzana del sur de la 103 donde se encuentra la quinta, pero en los antecedentes presentados se refieren a la quinta propiedad de doctor P. S. O., cuyo lindero al Norte es I. G. quien, como vimos, que no es ninguno de los sucesivos propietarios de la quinta después del Ferrocarril que acabamos de analizar. Estimo, pues, que la existencia de la calle al Norte de la quinta del Ferrocarril está acreditada con base en lo dicho sub IX y X, sin que podamos saber ni sus dimensiones ni su carácter. La comprobación pertinente surge, en primero lugar de los títulos ya examinados que a partir de 1873 mencionan al lindero norte de la quinta que primero fue de C. y luego del Ferrocarril "con calle al medio". Además de ello, lo mismo parece de los títulos mencionados por S. T. en su pericia de fs. 470/477.. El primero de ellos, otorgado en La Plata, el 30 de octubre de 1886, es el de la venta efectuada por Don A. D. a Doña C. K. de H. de un lote que, en lo que aquí interesa, limitaba al Sur con la propiedad de G. Cx. No se especifica allí que el lindero se encontrase calle por medio, pese a que Casaux en su título así lo tenía mencionado, como ya vimos. Asimismo, conviene señalar que el límite Sur de la fracción comprada por la señora de H. aparece de una longitud de 84 m en la escritura, en tanto la de C. era de 88 m, como lo dijimos arriba, de forma que prácticamente el título que realmente importa a los fines de este examen es el que deriva de D., quien a su vez lo había obtenido de G. A. M. L.. XII. A los efectos de inducir la existencia de la calle Norte, podemos invocar otros títulos de terrenos que no limitaban con la quinta de Cx pero eran contiguos a su lindero H. y sucesores. En efecto, si se mira al Norte de la quinta del Ferrocarril, la propiedad a la derecha era la que le vendió en La Plata el 14 de junio de 1887, Don T. B. a A. M., la cual, en su frente Sur, de 120 m, lindaba "calle en medio" con las propiedades de B. y P.. La calle en cuestión está bien señalada en la sección izquierda del plano agregado por S. T. a fs. 475. El amplio terreno de M. se fraccionó el 19 de agosto de 1887 en dos porciones, adquiridas, una, por doña C. C., esposa de Don J. H. T., y otra, por Doña D. B., esposa de Don J. T. (h). En ambas escrituras se consigna que al sur existe una calle. La propiedad se unificó mediante las ventas que poco después, el 23 de septiembre de 1887, y el 19 de octubre de 1887 hicieron Doña C. C. de T. y Doña C. K. de H. a Doña D. B. de T., formándose así un lote de gran extensión en la cual la última edificó una casa quinta, al Norte de la quinta que llegó a ser del Ferrocarril del Sud. El interés de estos títulos se halla en que el otorgado por la señora H. no habla de la existencia de una calle al Sur y sí lo hace (pero ya no referido a la quinta de Cx sino a otros linderos), en cambio, "calle en medio" con B. el título que otorga la señora C. de T. a la señora B. de T.. La quinta de ésta fue vendida, el 8 de mayo de 1891, en La Plata, a Don J. W. W. H., no haciéndose allí mención a calle alguna, pero agrega "debiendo entenderse las medidas expresadas con todo lo más que resulte de los siguiente linderos: del frente al oeste con la vía del Ferrocarril del Sud, por el contrafrente al este con la calle Alsina, el costado Sud hoy con las sucesiones de Don G. C., de M. y de P.y por el norte con Don D. P., hoy el señor T.". XIII. La siguiente venta de la misma quinta que había sido de la señora B. de T. no se encuentra documentada en autos con la pertinente escritura, pero sí con copia del Registro de la Propiedad en el cual está anotada la venta y le efectúa el mencionado Don J. W. W. H. a R. W. W. R., sin que en la síntesis se mencionen calles. En cambio, en el siguiente traspaso de la quinta que había sido de B. de T., que tuvo lugar en La Plata, el 20 de noviembre de 1911 (fs. 560/564 vta.), hecho por R como vendedor a doña J. P. J. de B. no se habla de la calle al Sud, pero vuelve a aparecer la mención al fragmento que en la escritura de compra de W.a B. se designaba como lonja de 7,50 m de ancho. En ese sentido, la escritura aclara que "el señor vendedor cede y transfiere asimismo a la señora de B. todos los derechos que tiene y le corresponden a una lonja de terreno situada en el costado Sud del inmueble descripto y que se compone de siete metros cincuenta centímetros de frente a la calle Alsina, hoy Almirante Brown, por doscientos cuatro metros de largo y siete metros cuarenta y cuatro centímetros en el contrafrente al oeste". XIV. Ya mencioné la presunción de que la lonja de terreno de más o menos 7,50 m de ancho al Sud de la antigua quinta de la señora B. de T. habría sido simplemente una calle privada hasta el momento en que comenzó a computársela como fracción poseída, o sea, en el de trasmisión hecha por dicha señora a J. W. W. H.. Esta se refuerza con los actos de los cuales se ilustran las escrituras de fs. 565/578 vta. en las cuales aparece la señora J. P. J. de B. donando la fracción de aproximadamente 7,50 m a la Municipalidad de Lomas de Zamora a los fines de una apertura de una calle pública, donación que fue aceptada por la Municipalidad de Lomas de Zamora. Empero, poco tiempo después (fs. 573 y sigs.) dicha Municipalidad renunció a sus derechos sobre el fragmento y la señora de B. lo readquirió, porque, a petición de varios vecinos, cuyas razones, que no se consignan, se consideraron atendibles, la Municipalidad resolvió no realizar la obra. De aquí en adelante los títulos emanados de la señora de B. que se suceden hasta llegar al de C. contienen todos la misma trasmisión de derechos y acciones sobre la fracción de 7,50 m de la que hemos venido ocupándonos (ver la escritura en que la señora de B. y su hija venden la quinta, algo reducida por la anterior adquisición por el Ferrocarril de su sector oeste -fs. 579/582- al señor L. C. -26 de noviembre de 1929-; la venta que don A. F. C.y P. y sus hermanos, herederos de L. C., efectúan a C. J. V. el 24 de diciembre de 1946, de un lote resultante del fraccionamiento de la antigua quinta que había sido de J. P. J. de B. -fs. 620/626 vta.-; la venta de ese lote por C. J. V. a R. C. J. L., el 3 de septiembre de 1948 -fs. 588/590-; la de L. a B. G. P. el 22 de mayo de 1949 -fs. 591/593 vta.-, y, finalmente, la de este último a H. C. el 13 de marzo de 1956 -fs. 594/602-.). XV. En suma no cabe duda que desde muy antiguo hasta alguna época indefinida de la posesión de la señora B. de Temperley existió una calle entre las dos fincas, la de dicha señora B. de T. al Norte y la que fue sucesivamente de M. C., de V. A., de la familia Cx y por último del Ferrocarril del Sud. La existencia del alambrado de la quinta, ahora del Ferrocarril desde 1905, por otros más de siete metros debajo de la lonja de la que nos ocupamos hasta ahora, podría sugerir que los antiguos propietarios de la quinta al Sur prefirieron dejar un camino privado de cierto ancho, de manera que con la contribución de los dos linderos quedara un paso entre las vías del Ferrocarril y el antiguo camino real de San Vicente, después Alsina y hoy Almirante Brown. Esto, unido a la antigüedad y permanencia de una calle al Sur de la quinta del Ferrocarril, hoy 14 de Julio, aunque no sepamos el ancho originario ni tampoco su carácter privado o público originario, constituyen indicios relevantes para juzgar la adecuación del plano de 1971 a los títulos en que el Estado Nacional sucedió a la vieja Empresa del Ferrocarril Sud. Aparte de esta consideración a favor de la adecuación del plano mencionado al título del Estado Nacional cabe computar que tratándose, como hemos visto, de títulos cuyo origen remonta a la mitad del siglo XIX y que están redactados en forma aproximativa, y no demasiado cuidada, no se avanzaría mucho con investigaciones más profundas, como por ejemplo llegar al croquis agregado a la venta que A. M. efectuó a la señora B. de T. o a los expedientes tramitados en la Municipalidad de Lomas de Zamora entre 1926 y 1927 con motivo de la donación, luego dejada sin efecto, de la señora de B.. Nos expondríamos a un regressio ad infinitum susceptible de comprometer la seguridad jurídica. Habida cuenta estas consideraciones y que las partes mismas no ha expresado disconformidad con el plano en cuestión, habré de proponer que se declare su validez y se efectúe de acuerdo al mismo la determinación planimétrica del bien a usucapir. Ello requerirá un examen de las distintas peritaciones que arriba mencionamos destinadas a precisar el objeto de la usucapión. Empero, hemos de advertir que los tramos iniciales del engorroso itinerario que permitió llegar a las mucho más seguras conclusiones del perito S. T. se halla unido de modo inseparables a la temática referente a quién debiera ser el legitimado pasivo (Poder Ejecutivo Nacional o Empresa de Ferrocarriles Argentinos) para intervenir en los autos. Legitimación pasiva y para obrar en el proceso y primeros tramos de actividad para determinar el objeto del litigio. XV. Las dificultades a que aludimos comenzaron con el propio juicio por prescripción adquisitiva del terreno adyacente al norte del alambrado de la quinta del Ferrocarril, el cual, comenzó el 26 de septiembre 1974, acompañando el apoderado de C. un croquis confeccionado a los fines de determinar el bien objeto de prescripción adquisitiva (fs. 24), que lleva en la parte superior derecha el número 63 448 73 y data del 1 de octubre de 1973, en el cual se caracteriza el terreno a prescribir como correspondiente al Partido de Lomas de Zamora, localidad de Temperley, Circunscripción IV, Sección "A", Manzana: 103, Parcela 55b. Según ese croquis, la parcela 55b limita al Norte con la parcela 55a, al Sur con la 25b, al Este con la 54b y al Oeste con la 56b. Tiene por el Norte una longitud de 10,39 m, lo mismo por la parte Sur y por los costados Este y Oeste, 14,07 m, arrojando la superficie total 146,18 m2. El rectángulo así formado en el croquis de fs. 24, que sólo se confeccionó, como dijimos, a los efectos de la prescripción, ostenta una línea quebrada trazada en tinta negra -que evidentemente es un agregado posterior- y que no aparece en la copia del mismo croquis agregada a fs. 196 por la Dirección de Giodesia de la Provincia de Buenos Aires. La demanda de fs. 45/49, en lo que parece ser su texto original no dice, en forma expresa, que el accionado sea el Estado Nacional, aunque sí señala que la parcela 55b, a la que nos referimos, está inscripta a nombre del Estado Nacional. Sólo después parece que se añadió también en tinta negra - como ocurría en el plano de fs 24, junto a los términos" inicio demanda" escritos a máquina, de modo manuscrito "Secretaría Obras Públicas y Transporte", agregado sin salvar. Corrido traslado a la Secretaría de Transportes (ver fs. 50), el libelo fue contestado a fs. 65 por un representante de la Empresa Ferrocarriles Argentinos, el cual indicó que tomaba intervención por su mandante en estos autos, por ser la misma Empresa del Estado Nacional "la única que podría alegar derechos sobre el inmueble objeto de esta litis, dada la ubicación del mismo". El argumento básico de esa contestación es que la demanda estuvo mal dirigida, porque el lote 55b del croquis mencionado no pertenecía al Estado Nacional, sino que había sido adquirido por la Municipalidad de Lomas de Zamora para abrir una calle y que luego resultó objeto de posesión por particulares, acompañando un croquis confeccionado por los servicios técnicos del Ferrocarril General Roca y un antecedente dominical referente a la tantas veces mencionada quinta que fue de G. Cx y pasó al Ferrocarril del Sud. XVI. De acuerdo con todo los elementos que hemos venido analizando, la empresa del Estado no carecía de razón, pues el lote 55b era una creación artificiosa, en la cual se unían la famosa lonja objeto de derechos y acciones posesorias desde la venta de la señora C. de T.y a J.W. W. H., agregada indebidamente al trozo ocupado por C., que según el plano que hemos dado por válido, corresponde al título de la Empresa Ferrocarriles y, por consiguiente, al Estado Nacional. Lo que acabamos de decir, que resulta evidente a la luz de todos los elementos de prueba examinados, era ya perceptible mediante el examen del propio croquis de fs. 24, en su parte inferior, donde los dos terrenos, el proveniente de la quinta de C. y el perteneciente a la quinta del Ferrocarril se encuentran distinguidos. Y, de modo confuso, apuntó a ese distingo el representante de la actora, doctor J. H. Z., en su responde de fs. 69/70 vta. Al contestar el traslado, el representante de la Empresa Ferroviaria de propiedad del Estado insistió en su punto de vista, acerca de que la parcela 55b del plano de fs. 24 no era de propiedad de la entidad que representaba y opuso excepción de falta de legitimación pasiva. Al informe sobre la prueba correspondiente a la excepción, el doctor Z., a fs. 86, afirmó simultáneamente que la demanda estaba bien dirigida contra el Estado Nacional, habiéndose presentado en al mesa de entradas de la Secretaría de Transporte "y luego se corrió vista al Ferrocarril, por trámite interno, ya que la jurisdicción administrativa del inmueble motivo de autos corresponde efectivamente al Ferrocarril... Los inmuebles cuestionados se adquirieron tal como reza la minuta acompañada de 1905, por el Ferrocarril del Sud, y luego como es de público y notorio conocimiento, fueron adquiridos estos bienes de los ferrocarriles privados por el Estado Nacional. Indudablemente surge la verdad de mis afirmaciones iniciales. El inmueble poseído por mis mandantes a título de dueño deben ser defendidos (sic) por el apoderado de E.F.E.A.". O sea que el doctor Z. sostuvo que la ficticia parcela titulada 55b formaba parte del patrimonio de la Empresa Ferroviaria y que ésta era la única legitimada para intervenir en autos, a la vez que mantenía que había sido correcta su actitud de demandar directamente al Estado Nacional por el órgano de la Secretaría de Transporte. XVII. Del escrito de fs. 86/87 corrió el juez traslado a la contraparte (fs. 87 vta.), y poco después (fs. 94) ordenó la notificación de la demanda por no haber tomado conocimiento "la Secretaría de Obras Públicas de la Nación en su carácter de codemandada", ordenando también oficios al Registro de la Propiedad. A su vez, el doctor Zamarbide, por la actora, a fs. 95/96 vta., con el patrocinio del doctor F. L., se opuso al libramiento de los oficios y sostuvo que el Estado Nacional ya había sido notificado y que la circunstancia de que la Empresa de Ferrocarriles Argentinos se hubiera presentado contestando la demanda, no podía perjudicar a su parte, puesto que el Estado Nacional "no hizo más que trasladar el problema a la repartición administrativa pertinente (en este caso al Ferrocarril)". En el mismo escrito, el doctor Z. vino a delimitar el objeto de la demanda, y lo hizo con corrección, explicando que la parcela bautizada como 55b comprendía la antigua lonja cuyos derechos posesorios venían trasmitiéndose desde antiguo, unida al terreno ocupado por C., que forma parte de la gran parcela 25b de propiedad de la Empresa Ferroviaria. De este escrito se corrió traslado al representante de la Empresa ferroviaria (fs. 97) el cual solicitó que se librase oficio al gerente del Ferrocarril General Roca para que informara si la parcela en cuestión correspondía a la propiedad del Ferrocarril, "como asimismo si está afectada o no al servicio de explotación ferroviaria". Y el representante del Estado también pidió un nuevo traslado de la demanda, alegando que la contestación ya producida se vinculaba a la demanda cuando se refería a la parcela 55b y que, posteriormente, se reclamaba la 25b. Si el representante de la Empresa de Ferrocarriles hubiese tenido en cuenta las explicaciones dadas por la actora, se hubieran evitado muchos engorros que siguieron. En cuanto al juez actuante, insistió en librar los oficios antes dispuestos y el nuevo solicitado, así como a volver a dar traslado de la demanda. XVIII. El primer resultado de estos oficios fue la lamentable nota de fs. 104, donde la gerencia de la Línea General Roca informa, primeramente, que la parcela 25b no es de propiedad de esa Línea, lo cual sería un evidente despropósito, excepto que se atuviese la Gerencia a la inscripción del título a favor el Estado Nacional de acuerdo a la ley 13490. Sin embargo, no era ésta la explicación de lo afirmado, sino que se continuó con la confusión originada, ciertamente por el croquis que presentó la actora a fs. 94, pero que esa misma parte había ya aclarado. Como si esas aclaraciones no existieran, el citado informe de la Línea General Roca en su penúltimo párrafo expresa "cúmplase en informarle que dicha fracción es parte integrante de una franja de terreno que fue adquirida a particulares por la Municipalidad de Lomas de Zamora para la apertura de una calle pública, la que está registrada en el Registro de la Propiedad bajo el folio nº 1635". XIX. En fin, sucedió la nueva notificación de la demanda a la Secretaría de Estado de Transporte y Obras Públicas (fs. 106) y a fs. 110, el doctor Z., con el patrocinio del doctor L., acusó rebeldía de la accionada por no contestar la demanda al Estado Nacional notificada conforme el oficio de fs. 106, que ya a fs. 49 había sido notificada al Procurador Fiscal. Transcurrido con exceso el plazo de 30 días, solicitó, pues, que se declarase la rebeldía. Y todo esto no puedo dejar de comentarlo, cuando hacía tanto que la demanda había sido contestada por el representante del Ferrocarril. Más, en una kafkiana sucesión, el juez de la causa, que ahora era el doctor Carlos Héctor Adamo, rechazó la solicitud de rebeldía porque no surgía de autos que el traslado de la demanda al Procurador Fiscal hubiese sido con entrega de copias (fs. 110 vta.), lo que fue objeto de reposición y apelación en subsidio por el doctor Z., siempre con el patrocinio del doctor L.. Rechazada la reposición (fs. 113), intervino la Cámara, que puso de relieve lo que denominó "imperfecciones procesales" y sostuvo que todavía el Estado Nacional no había sido notificado y que como esa notificación estaba ordenada a fs. 94, debía ejecutarse (fs. 115 y vta.). Los autos fueron pasados al Procurador Fiscal (fs. 119 vta.), quien a fs. 120 observó que no se cumplía con las formalidades de la demanda, conforme con la ley 3952. XX. A los dos días de la presentación del Procurador Fiscal, el representante de los Ferrocarriles reconoció que el informe de la Gerencia de la Línea Gral. Roca de fs. 104 era erróneo, que la parcela reclamada era del Estado Nacional, que para evitar la indefensión del Estado debía correrse nuevo traslado de la demanda y que de todos modos la contestaba en los términos que obran de fs. 123 a 124 vta. De este escrito se dio traslado a la actora, y ésta contestó a fs. 131/132 vta., con el patrocinio del doctor L., pidiendo que cesara la intervención de la Empresa de Ferrocarriles. Recordemos que el representente de la actora, doctor Z., había insistido en dos oportunidades en que la Empresa Ferroviaria era la legitimada pasiva en autos, pero en el nuevo escrito recién mencionado sostuvo todo lo contrario: que el Ferrocarril no era propietario ni fue notificado de la demanda (cuando antes la actora había sostenido que el Estado Nacional notificado había dado la intervención correspondiente a dicha Empresa. Pero el juez, doctor Adamo, hizo lugar a la petición del doctor Z. y ordenó "el cese de la intervención en autos de la Empresa Ferrocarriles Argentinos por no encontrarse intereses propios comprometidos en la acción posesoria iniciada... y corriendo traslado al señor Procurador Fiscal con entrega de copias por el término y por apercibimiento de ley" (fs. 134). XXI. Aunque esta decisión fue notificada al representante de la Empresa de Ferrocarriles, doctor A.P. P. (fs. 135 y vta.), no fue impugnada, mas comenzada la intervención en el caso del señor Procurador Fiscal Federal, doctor Carlos Guillermo Daneri, este funcionario sostuvo, a fs. 249 que la fracción reclamada correspondía a terrenos que eran parte de la estación Temperley del "F.C.G.R." solicitando se diese intervención en autos a la Empresa Ferrocarriles Argentinos. Corrido traslado, se opuso la accionante (fs. 250) y el juez sostuvo que las actuaciones acompañadas a fs. 225/248 no eran conducentes para revocar la decisión de fs. 134. Aclaremos que dichas actuaciones, a las que se refiere el juez, son un informe de la dirección de rentas de la Provincia de Buenos Aires en la que otra vez consta que la parcela 25b está anotada a nombre del Estado Nacional y según el plano del año 1973 está afectada a la explotación ferroviaria. No obstante lo anterior, cinco años después. a fs. 373 compareció una representante de la empresa Ferrocarriles Argentinos y constituyó domicilio y a fs. 374 se le hizo saber lo resuelto a fs. 134 y que esa providencia se encuentra firme XXII. En realidad tal providencia estuvo en su momento afectada por un grave error, puesto que en la época en que se la dictó todos los bienes de las empresas ferroviarias pertenecían al patrimonio de la empresa de Ferrocarriles Argentinos, creada por la ley 18.360. No es tarea sencilla determinar el ámbito de las propiedades de dicha empresa. Y parece conveniente arrancar, en cuanto al terreno de que se trata, del momento en que, producida la adquisición de las empresas de ferrocarriles de capital británico por el Estado Nacional Argentino en virtud del acuerdo del 13 de febrero de 1947, la ley 13.490 estableció un procedimiento especial y simplificado de transferencia para que todos los bienes de esas empresas fueran anotados en el Registro de la Propiedad a nombre del Estado Nacional, lo cual ocurrió en el caso, según puede verse en las copias que obran a fs. 67 y 68, en las cuales la registración de la venta por los sucesores de G. Cx a Cz lleva el sello de la transferencia ordenada por la citada Ley 13490. Debemos relacionar dicha ley con los decretos 5789/48 (que dispone la toma de posesión de las empresas ferroviarias y demás bienes adquiridos) y el decreto 3370/50 (que crea el Directorio de los Ferrocarriles del Estado, en el ámbito del Ministerio de Transporte de la Nación, que tendría a su cargo la coordinación de las explotaciones de los ferrocarriles nacionales). Se advierte, con arreglo a ésta, que a partir de la nacionalización de las empresas ferroviarias y, como se verá, hasta el año 1950, el patrimonio de cada una de las compañías ferroviarias nacionalizadas se confundió con el del Estado Nacional y que el servicio fue prestado directamente por órganos incluídos en la administración central. En 1950 las misma compañías fueron organizadas en virtud del Estatuto aprobado por el decreto 20.024 del 27 de septiembre de ese mismo año, en empresas del Estado en jurisdicción del Ministerio de Transporte de la Nación con capacidad para actuar pública y privadamente (art. 1) . A su vez, el artículo 4 del Estatuto indicó que las empresas practicarían "un balance general a la fecha del decreto que apruebe el presente estatuto a los fines de determinar su capital a esa fecha. Es de suponer que en el balance que hubo de practicar el ex Ferrocarril Sud, rebautizado como General Roca (denominación dada por el decreto 32.574 del 21 de octubre de 1948) debió aparecer la antigua quinta adquirida por el Gran Ferrocarril del Sud a los sucesores de Cx. XXIII. La multiplicidad de empresas ferroviarias autárquicas continuó hasta que el decreto ley 15.778 del 29 de agosto de 1956 aprobó el estatuto de la Empresa Ferrocarriles Argentinos, incorporando a ella todas las establecidas por las normas anteriores (art. 2 del decreto ley). Dicha empresa del estado, denominada Ferrocarriles del Estado Argentino, tenía capacidad para actuar pública y privadamente, y el artículo 3 del estatuto, le daba amplísimas facultades para adquirir y transferir inmuebles, al igual que el artículo 12 inc. c preveía la venta de inmuebles. Los dos estatutos siguientes de la misma Empresa aprobados por decreto 4440 del 10 de abril de 1958 y el que sancionó el decreto 397 del 15 de enero de 1962, preveyeron que la adquisición y transferencia de bienes debían hacerse de conformidad con las normas legales que rigen la gestión del patrimonio del Estado (en ambos estatutos art. 4 inc. a). Lo mismo ocurrió con los otros dos siguientes estatutos, aprobados por los decretos 3135 del 30 de abril de 1964 y 8274 del 23 de septiembre de 1965. Entiendo que esas normas eran, principalmente las contenidas en la ley 13.539. Sin embargo, el decreto ley 8060 del 17 de julio de 1957 excluyó del régimen de la ley 13539 a los inmuebles del dominio privado del Estado afectados o que hayan estado afectados a la empresa Ferrocarriles del Estado Argentino u organismo de explotación que la antecedieron, creando un procedimiento específico para la venta, a la vez que facultaba al presidente del directorio de la empresa o a los funcionarios que ese cuerpo designara expresamente para otorgar en nombre del Estado Nacional las escrituras traslativa de dominio (art. 4). Pero las cláusulas que antes mencionamos de los estatutos de los años 1958 y 1962 parecen derogatorias de esta normativa excepcional. Quiere decir, entonces, que en todos los años iniciales de posesión de C., el terreno en cuestión formó parte del patrimonio autárquico, primero de la empresa del Ferrocarril del Estado Argentino General Roca y, después, de la Empresa Ferrocarriles del Estado Argentino. Tampoco modificó la autarquía inclusiva de la disposición patrimonial por parte de la empresa, el nuevo régimen legal aprobado por la ley de facto 18.360, del 17 de septiembre de 1969. Ciertamente hubiera tenido influencia en esta materia la ley 16797 del año 1965, dando injerencia directa al Poder Ejecutivo en la disposición de los inmuebles de los ferrocarriles, pero ella fue observada por el decreto 10688/65. Con estos antecedentes parece extraños que la minuta (año 1973) referente a la venta de la parte de la antigua quinta que fue identificada con el número 25a en el plano de 1973 fuera realizada directamente por un funcionario de la Secretaría de Estado de Transporte (ver fs. 80/83), pues me parece poco probable que la quinta en cuestión no ingresara en ninguno de los inventarios del ex Ferrocarril Sud entre el año 1947 y 1973. Abona la tesitura atinente a que la quinta estaba incluida en los bienes de la Empresa de Ferrocarriles Argentinos la circunstancia de que notificada la demanda en la Mesa de Entradas de la Secretaría de Transporte y Obras Públicas fuera puesta evidentemente en conocimiento de la Empresa Ferroviaria que se presentó a contestarla, como lo señaló el representante de la actora a fs. 95/96 vta. En suma, al ser excluida la Empresa Ferrocarriles Argentinos (fs. 134) no existió en el pleito una representación regular del patrimonio fiscal. XXIV. Para valorar las consecuencias de esta comprobación debemos tener presente que, en tiempos correspondientes a etapas posteriores del pleito, se produjo la práctica fusión del patrimonio de la Empresa de Ferrocarriles del Estado con el del Erario. Así lo indica ya la circunstancia, antes mencionada, de que la venta a la Asociación Mutual del Personal de Yacimientos Petrolíferos Fiscales de la fracción de la vieja quinta, identificada en el plano de 1973 con el número 25a, fuera realizada por un funcionario del Ministerio de Obras y Servicios Públicos designado por otorgamiento de la escritura por una resolución del Secretario de Estado de Transporte (fs. 81). Parece, pues, que existió una paulatina absorción de las funciones autárquicas de la Empresa Ferroviaria por la Administración Central y en este sentido, conviene tener en cuenta la delegación de varias de esas atribuciones a la Secretaría de Transporte y Obras Públicas que aparece en el art. 2 del decreto 1733/80 del 29 de agosto de 1980. Sin embargo, existió oficialmente la Empresa Ferrocarriles Argentinos como entidad autárquica conforme las reglas de la ley 18.360 hasta que, por aplicación de la Ley de Reforma del Estado n° 23.696, el decreto n° 1039/95 declaró en estado de liquidación a dicha empresa y designó un interventor liquidador con el encargo de inventariar los bienes muebles e inmuebles de la misma con el objeto de su venta, subordinando la actuación del funcionario a las directivas del Ministerio de Economía. En tal situación del patrimonio ferroviario el decreto 1383/96, del 29 de noviembre de 1996, creó el Ente Nacional de Administración de Bienes Ferroviarios (ENABIEF) en el cual se concentraron los derechos y obligaciones inherentes al patrimonio ferroviario (considerando 13 de dicho decreto), órgano al cual se otorgó carácter autárquico en el ámbito de la Secretaría de Obras Públicas y Transporte. Empero, esta descentralización sólo se mantuvo hasta que por decreto nº 443, del 1º de junio de 2000, se creó el Organismo Nacional de Administración de Bienes, como órgano desconcentrado, en el ámbito del Ministerio de Infraestructura y Vivienda (art. 2), consolidándose de tal manera la fusión del patrimonio ferroviario con el del Erario Federal. No obsta a esta conclusión que los Ferrocarriles Metropolitanos S.A. creados por el decreto 502, del 25 de marzo de 1991, debieran recibir, según el art. 4 de dicho decreto, la titularidad de bienes inmuebles de propiedad ferroviaria ubicados en el área metropolitana de Buenos Aires, en la cual estaba incluido el partido de Lomas de Zamora (art. 17), en que se encuentra la estación de Temperley. Empero, la transferencia efectiva de los bienes quedó subordinada a los acuerdos previstos en los art. 5 y 6 del decreto y, por la información registral existente en autos, pareciera que nunca tuvo efecto en cuanto al inmueble que nos interesa. Además, el 99 % del capital accionario correspondía al Estado Nacional y el 1 % restante a la misma empresa Ferrocarriles Argentinos. De cualquier manera, después de un largo proceso iniciado en 1998, Ferrocarriles Metropolitanos S.A. fue definitivamente liquidada por la resolución 189 del Ministerio de Economía del 11 de marzo de 2004. XXV. En consecuencia de lo dicho, el patrimonio del Estado Federal ha quedado comprometido en el juicio y debe entenderse legítima la representación ejercitada por los Procuradores Fiscales de este fuero, conforme lo dispuesto por las leyes 3367, art. 1, y 17.516, arts. 1 inc. b y 2 (parece del caso que lo dispuesto en el art. 3 en el t.o. 1987, del decreto reglamentario de la ley mencionada en segundo término, no ha tenido en cuenta las normas expresas recién citadas de esa misma ley). A todo evento, la Nación ha sido eficazmente representada y defendida, dado lo cual resulta de aplicación al caso el art. 169 CPCCN en cuanto a que un acto procesal no puede ser declarado nulo, si, no obstante su irregularidad ha logrado la finalidad a la que estaba destinado. Desde luego, la representación por los Procuradores Fiscales ha cesado desde el momento en que la ley 24 946 de 1998 derogó, por su artículo 76, las normas referidas a la representación en juicio del Estado por los Procuradores Fiscales y por el Procurador General de la Nación. A ese respecto, cabe indicar que a fs. 688 ha comparecido una representante del Ministerio de Economía, que asumió el carácter de parte (fs. 689). Legitimación para obrar del Letrado doctor Fernando Lambardi XXVI. Admitida la legitimación de los representantes del Estado que actuaron en la causa, nos queda pendiente la que se refiere al doctor F. L., que ha aparecido en autos a veces como letrado patrocinante y otras como letrado apoderado del actor. Sin embargo, el único poder otorgado por el matrimonio que forman Heraldo Salvador C. y M. M. de C. es el que obra a fs. 43 y vta. a favor del doctor J. H. Z.. Este actuó con tal carácter y con el patrocinio del doctor L. hasta que este último realizó una serie de actos procesales como "apoderado de la parte actora". Se trata de fs. 173/174, audiencia de testigos; fs. 194, solicitud de intimación al perito; fs. 205, acompaña boleta de depósito y oficio diligenciado; fs. 250, contesta traslado y fs. 458, audiencia destinada a precisar el objeto del juicio. Todo esto sin invocar el art. 48 del Código de rito. Después de la última actuación mencionada, empero, aparece un escrito que pudo sanear esta actuación, hasta ese momento irregular, pues a fs. 254 los doctores J. H. Z. y F. L., se presentaron diciendo que "ambos (eran) apoderados de la parte actora", solicitando se dictase sentencia, a la vez que constituyeron nuevo domicilio en la calle.... La Plata, Estudio doctor L., el cual se tuvo por constituido a fs. 254 vta. Es dable considerar que se verificaría la hipótesis de sustitución del mandato del art. 1924 del C.C. (ver, Lino Enrique Palacio, "Derecho Procesal Civil", Abeledo Perrot, Buenos Aires, Tomo III, pág. 96), pudiendo implicar la ratificación de los actos anteriores de Lambardi (argumento art. 1935 y 1936 C.C.). Con todo si existió sustitución, no se comprende por qué el doctor L. se limita a patrocinar al doctor Z. al contestar agravios a fs. 270/272 vta. Mas a fs. 500 solicita el doctor L. que se dicte sentencia, invocando ser "apoderado de la parte actora". Así, llegamos al auto suscripto por la secretaria de esta Sala, doctora Benavides, a fs. 508, en el cual se advierte que la sentencia de fs. 501/504 no fue notificada al apoderado de la actora, doctor J. H.Z., y por ello dispone la devolución de la causa al Juzgado de origen, donde se la practica en el domicilio constituido por el letrado apoderado (fs. 509 vta.) Se presentan, entonces, H. S. C. y L. M. M. de C. por propio derecho a contestar agravios con el patrocinio del doctor L. (fs. 527/532) y tampoco asume el doctor L. el carácter de apoderado cuando a fs. 534 solicita pronto despacho como "Letrado de la parte actora". En esta constante oscilación aparece el doctor L. en la audiencia celebrada por esta Sala a fs. 632/633, como "representante de la parte actora", estando presente los cónyuges C., quienes firman el acta. En cambio, en el reconocimiento judicial que practicamos el doctor Frondizi y el suscripto a fs. 658 y vta. en la casa de este matrimonio, el doctor L. aparece como el letrado patrocinante de la parte actora, y, de allí en adelante, a fs. 693, 699/700, 715, 716 y 719 se presenta como "letrado apoderado de la parte actora". Estimo que la intervención del matrimonio C. en la audiencia de fs. 632/633 en la que el doctor L. aparece como representante de ellos significa un caso de consentimiento con efecto retroactivo contemplado en los arts. 1935 y 1936 C.C. aplicable de conformidad con el art. 1870, inc. 6, del C.C., lo cual unido a la presentación que suscribió el doctor Z. a fs. 254, me lleva a concluir que no existen motivos suficientes para tener por nulos los actos que el doctor L. ha realizado como apoderado, sin perjuicio de los derechos que, en tal sentido, corresponden al doctor Z.. Mas dadas las circunstancias el doctor L. para hacer valer derechos de mandatario judicial deberá procurarse el consentimiento expreso, por parte de los cónyuges C., de todos los actos realizados por él en tal carácter. Contingencias procesales que llevaron a la anulación de la sentencia de primera instancia de fs. 256/259. XXVII. Se caracterizan estas diligencias, en general de carácter probatorio, por persistir en la confusión entre el lote a usucapir, y el fragmento comprado por C. con los derechos posesorios ejercitados por todos los sucesivos propietarios anteriores de la casa adquirida. Así, en la varias veces mencionada audiencia de testigos de fs. 173 y 174, se les exhibió el plano de fs. 24, que contiene ese equívoco, ya corregido, como antes lo recordamos, por el doctor Z. en su escrito de fs. 69/70, quien, empero, a fs. 131/132, negó la legitimación pasiva de la Empresa Ferroviaria, lo que condujo a la exclusión de la misma que ya hemos criticado. La prueba de informes produjo el más que desavenido de fs. 199 de la Dirección de Giodesia de la Provincia de Buenos Aires. Era de esperar, entonces, que la pericia del Ingeniero C. S. V. B. aclarara definitivamente la situación, pero resulta que pese a distinguir el el croquis trazado por el perito a fs. 218, el fragmento con derechos posesorios transmitido y el terreno a usucapir, V. B. concluyó diciendo que "De lo expuesto... se desprende que la fracción de terreno que los actores pretenden usucapir resulta de la unificción de dos porciones de terreno, pertenecientes a distinta nomenclatura catastral y al mismo titular "el Estado Nacional Argentino" y que conforme el polígono D-A-B-C-D- del plano que adjunto en color amarillo" (informe de fs. 220/222 vta., fs. 221 vta.). XXVIII. El expediente administrativo que figura de fs. 225 a 248 contiene engorrosas tramitaciones cuyo único resultado fue establecer que la parcela 25b estaba anotada a nombre del Estado Nacional Argentino como remanente de la venta de parte de la antigua quinta (fs. 246) y el reconocimiento judicial de fs. 252 no contiene ningún dato concreto. Con estos elementos se llegó a la sentencia de fs. 256/259 que reconoció el derecho de C. sobre la parcela 55b del plano de fs. 24, aunque el juzgador advirtió que la fracción cuya usucapión se intenta en autos es parte de la 55b (fs. 258). En este sentido podría haberse aclarado la sentencia, pero, en lugar de ello, llegado el asunto por apelación del Procurador Fiscal a la Cámara, la antigua Sala Civil de la misma la anuló, por considerar que había excedido los términos de la demanda al reconocer un derecho sobre toda la parcela bautizada 55b, fs. 274/277. Esta anulación dio lugar a que, en definitiva, por distintos problemas de conformación del tribunal que debía dictar nuevo pronunciamiento asumiera competencia en la causa, como juez federal subrogante, el fiscal, doctor Jorge A. Ortega (fs. 285). Nuevas diligencias destinadas a delimitar la parcela a usucapir XXIX. Las comenzó el doctor Ortega citando al perito Venzano Botet al cual, en al audiencia de fs. 300, dio instrucciones para que el nombrado experto produjera un informe más exacto, que este rindió a fs. 301 y que distingue perfectamente entre las tres partes del terreno de C., precisando que sólo la fracción más al Norte es el objeto del proceso (fs. 301 y vta.). Y allí comenzó una larga serie de diligencias de carácter administrativo tendientes siempre al mejor conocimiento de los títulos referidos a la parcela 25b del plano de 1971, tras lo cual el doctor Ortega solicitó al experto V. B. que produjese un nuevo informe, en el cual (fs. 362/365), éste llegó a la conclusión de que el terreno a usucapir era un sobrante que lindaba con la parcela 25b, lo cual creó nuevas confusiones, que debían ser aclaradas por el Ingeniero V. B., quien, lamentablemente falleció antes de poder hacerlo (fs. 435). Ello dio lugar a un nuevo sorteo de perito, resultando designado el agrimensor C. A. G. (fs. 437). El nuevo perito produjo su informe a fs. 435/442 y en el distinguió cuatro fracciones distintas en el total del terreno ocupado por C.: la más al Norte correspondiente al título de propiedad del nombrado en sentido estricto, la siguiente hacia el Sur, sobre la cual recibió la posesión con derechos y acciones pertinentes, después una muy pequeña franja que sería un exceso o sobrante de medición y, después, la fracción MLPN del plano de fs. 444, pertenenciente al mucho mayor terreno 25b, remanente de la antigua quinta del Ferrocarril. XXX. El objeto de la pretensión de C. es la suma de ese terreno perteneciente al Ferrocarril más la pequeña franja excedente o sobrante, tema a determinar con la Municipalidad de Lomas de Zamora. A consecuencia de la peritación del agrimensor Guzmán se celebró la audiencia de fs. 458, en la cual las partes convinieron en la necesidad de adecuar el plano de mensura y la correspondiente nomenclatura catastral de la fracción en litigio a los resultado del peritaje de fs. 445 y siguientes, tarea que la actora encomendó al señor agrimensor S. T. (fs. 463), quien, a fs. 470 y siguientes presentó el ponderado informe al que nos hemos referido ya varias veces y que recoge y perfecciona los datos obtenidos a lo largo del proceso. Ya lo hemos resumido, mas aquí lo repetimos con algún mayor detalle. El informe establece que la totalidad del terreno ocupado hoy por C. se divide en tres fracciones (fs. 474). La primera de ellas, cuyo frente da a la calle Cervantes (hoy pasaje Caputo) mide por el Norte 10,39 m, lo mismo por el Sur y 9,94 m por ambos costados, teniendo una superficie de 103,28 m2. Esta primera fracción (Norte) se identifica con el número 55, que le corresponde por Catastro. Inmediatamente al Sur, contigua a la 55, se halla la parcela que el perito identifica con el número 55a, que tiene al Norte y al Sur 10,39 m de longitud y en los costados, Este y Oeste, 7,06 m. A estas dos fracciones se refiere la escritura de venta de B. P. o H. S. C., cuyo texto en copia auténtica, fue agregado por decisión del Tribunal a fs. 599/602 vta. La primera fracción (55) le correspondía en propiedad a G. P. por un línea ininterrumpida de legítimos propietarios, cuyo título emanaba de los desmembramientos que efectuó en los años veinte del siglo XX su titular, la señora J. P. J. de B., mientras que la fracción 55a en la cual C. recibió de G. P. la posesión con derechos y acciones que le correspondía, tiene su origen en que en alguna fecha entre 1887 y 1891 la calle que indudablemente separaba los terrenos de Doña D. B. de T., de la señora H., Sra. de T., Sr. M. de la quinta que después fue del Ferrocarril fue ocupada por los sucesivos propietarios del terreno contiguo hacia el Norte de dicha quinta. Dado que la determinación efectuada por el señor Agrimensor S. T. resulta por completo satisfactoria, debe establecerse que el objeto de la presente sentencia es exactamente la porción de terreno señalada en el croquis de fs. 474 con el número 25d habiendo de utilizarse cuando se realicen las inscripciones correspondientes ese croquis y los planos de mensura que obran a fs. 475 y 476 Plazo de la prescripción. Quid sobre su cumplimiento inter moras litis XXXI. Determinado, pues, el objeto de la prescripción adquisitiva cuyo reconocimiento es aquí peticionado, recordemos que los representantes de Estado Nacional sostienen que los veinte años previstos por el art. 4016 C.C. no habían todavía transcurrido cuando fue instaurada la demanda, y que el proceso interrumpía el curso de la prescripción. Dada la cantidad de años pasados en la engorrosa tramitación del caso, surge la pregunta referida a sí, inter moras litis, no podría considerarse ocurrida la prescripción. Aquí son necesarias reflexiones que partan de un dato fundamental: en el derecho romano, origen de la corriente del derecho civil en la que se inscribe nuestro código, la posesión sin buena fe, como lo expresa Maynz, tantas veces invocado por Vélez, no puede jamás servir de base para adquirir la propiedad por usucapión. Cualquiera sea el término que dure, tal posesión no provee sino de una excepción mediante la cual la acción de reivindicación puede ser paralizada (V. Cours de Droit Romain, Bruselas, 1876, T., 1, parágrafo 115, pág. 765). No olvidemos, a este respecto, que, como el mismo Maynz lo explica, la prescripción treintañal no extinguía, propiamente, el dominio anterior, sino que paralizaba -quizá perpetuamente-, la acción reinvindicatoria, pero existían casos en los que esta volvía a ser útil, por ej., si otra persona distinta del poseedor antes victorioso ocupase el bien (v. del autor antes mencionado, op. et vol. cit, parágrafo 123, pag. 803, texto y notas 20 y 21). Con tales premisas, o sea, reservado a la usucapión (instituto del ius civile) o la prescripción (instituto pretoriano), el sólo carácter procesal de excepciones, la cuestión que se planteó a los antiguos estudiosos del derecho romano fue si en él la litis contestatio interrumpía la usucapión a la prescripción. Pothier recuerda que Cujas, por el estudio de las fuentes romanas, opinó que la usucapión se podría cumplir en el curso del proceso, pero no ocurría lo mismo con la prescripción longi temporis, que se interrumpía de pleno derecho por la litis contestación (v. Traité de la Prescription, pág 334, n° 49). XXXII. Según Maynz, Justiniano, al fundir en un sólo instituto la usucapión y la prescripción, dio a ese nuevo instituto ( que siempre era procesalmente una excepción) la capacidad ya poseída por la usucapión, de cumplirse inter moras litis (op. cit. , parágrafo 113. pag 759) y de la misma opinión es Accarias (v. Précis de Droit Romain, Tercer edición, T. 1, París, 1879, pág. 588/589, texto y notas) y Girard Manuel, Elémentaire de Droit Romain, 6 ta. ed. París, 1918,pág. 317 - Girard recuerda algo más, consistente en que Windscheid pensaba que la longi temporis prescritio, sin distinciones, seguía corriendo en el tiempo de duración del pleito). Pero, ciertamente, el derecho francés del antiguo régimen, recibido por el Código Napoleón, consagró el carácter interruptivo de la demanda, lo cual explica Pothier (op. cit., n° 51, pág 334, in fine, 335) en el sentido de que, desde el momento de la citación judicial (exploit d'assignation) por reivindicación contra el poseedor, su posesión deja de ser posesión sin inquietación (este término antiguo, que aparece en el diccionario de la Real Academia de Lengua Española, traduce el término igualmente antiguo del francés "inquiétation", se halla en latín, según el mismo diccionario, y significa conforme el mismo- falta de quietud, desasosiego). Tenemos, pues que tener presente estos puntos: a) en el derecho romano la usucapión y/o la prescripción sólo tenían el rol procesal de excepción, de modo que no era imaginable el efecto posible el efecto de una acción de prescripción adquisitiva; b)el efecto interruptivo de la prescripción que asignó el derecho civil francés a la demanda y recogió nuestro código no era reconocido, según autoridades como Maynz, Accarias y Girard, por el derecho romano justinianeo, en el cual la prescripción seguiría corriendo inter moras litis (las distinciones entre el curso de usucapión y de la prescripción que efectúan, Cujas y Pothier indican, al parecer, que se detenían en textos anteriores a Justiniano o no percibían aún las etapas en la evolución del instituto de la prescripción adquisitiva); c) dado lo que se dice en el punto a), el Código Civil argentino sólo reconoce efecto interruptivo a la demanda contra el poseedor, en los términos del art. 3986 de dicho cuerpo normativo. XXXIII. Pero a mi juicio, sería una conclusión apresurada deducir de este último enunciado que la litis derivada de la contestación de la demanda por prescripción adquisitiva hecha por el titular del dominio no produzca efecto alguno sobre la situación posesoria. No comparto, entonces, el criterio seguido por el doctor Laborde al pronunciarse como ponente -cuya posición fue compartida neminem discrepante- en la sentencia de la Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires in re "Municipalidad de Tigre c/Boades, Hipólito R. y otros" -Acuerdo 39.568-, en fecha 28 de febrero de 1989 (v. La Ley, Tomo 1989-B, pag 574/575; citado con aprobación por la Dra. Beatriz Arean en la obra coordinada por Alberto Bueres y dirigida por Elena Highton, Código Civil, Bs.As. Hammurabi, t. 6 B, pag 678). Según lo que es posible extraer de esa sentencia, que no efectúa un planteo suficiente de los hechos, en el caso nombrado se trató de lo siguiente: la Municipalidad de Tigre había sido demandada invocando la prescripción adquisitiva por Boades y otro (Miguel Esper), contestando la acción aquél órgano con la negativa de los hechos y el derecho invocado y solicitando el rechazo de la pretensión de la actora. No se comprende con claridad, de las lacónicas alusiones del ponente, si la defensa de la Municipalidad fue admitida o desechada. Simplemente se dice que hubo una "actividad procesal" desarrollada por la Municipalidad, consistente en "contestación de demanda, nombramiento de fs. 278/279 y oficio y testimonio de inscripción de fs. 367/374 y 375/377 del expediente "Esper Miguel y Boades H. c/Propietario ignorado s/prescripción adquisitiva". Por algún motivo -que no se menciona- el mandamiento, oficio y testimonio fueron invalidados en ese primer proceso. También alude el pronunciamiento a una petición siempre del primer proceso- que dio origen a las piezas que acabamos de nombrar, y a la que habría correspondido aptitud interruptiva, pero que fue tardía, porque ya se había superado, cuando se formuló tal petición, en junio de 1981, el plazo de la posesión de veinte años. Posiblemente la petición de referencia debió ser un reclamo acerca de tierras sin título, que pertenecen a las municipalidades conforme el art. 2542, inc. 1, C.C. y el art. de la ley provincial 9533. Cabe pensar que la inscripción del bien a favor de la Municipalidad de Tigre fue anulada por ser tardío el reclamo, y, por ello, se inició la reivindicación (nueva litis) sosteniéndose el carácter interruptivo de la contestación de la demanda por prescripción, criterio acogido favorablemente por el Tribunal de segunda instancia. Por el contrario, este último punto, decidido por la Suprema Corte fue terminante en cuanto a que el simple responde a la demanda de prescripción adquisitiva carece de efecto interruptivo, salvo que vaya acompañado de la acción reivindicatoria. También cabe destacar lo afirmado por aquel fallo acerca de que la petición del año 1981 se realizó cumplido el tiempo de prescripción, si bien el responde fue realizado cuando aún en ese tiempo no había fenecido, lo cual significa que inter moras de la litis posesoriade no darse los actos que el Alto Tribunal estima interruptivos- sigue corriendo el plazo de prescripción. XXXIV. Se extrae, pues, de este fallo de la Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires, que: a) el mero responde a la demanda de prescripción, si no va acompañado por un reclamo por reivindicación, no tiene efecto interruptivo; b) existen también actos, como el reclamo municipal sobre terrenos sin dueños, que interrumpen la prescripción; c) si no se dan las situaciones interruptivas mencionadas sub a) y b), inter moras de una litis por prescripción adquisitiva sigue corriendo el tiempo útil de la prescripción. No es mi propósito refutar las conclusiones sub a) y b), pero creo preciso volver a pensar lo que señala sub c). A tal fin, debo reiterar lo ya comentado supra en cuanto a que las estructuras de la mens jurídica venidas del derecho romano confinaron la prescripción adquisitiva de un inmueble a la sola categoría procesal de excepciones, y, por ello, el tema de la interrupción sólo se planteó acerca de las acciones reivindicatorias. A la vez, parece de alta probabilidad que el derecho romano justinianeo admitiese que el término de la prescripción corriera inter moras litis de la demanda reivindictaroia y, en este punto, el derecho civil francés, fuente del argentino, llegó a la solución contraria, estableciendo de modo general el efecto interruptivo de la demanda reivindicatoria. XXXV. Nuestra posterior evolución dio nacimiento a un instituto por completo ajeno a los paradigmas mentales provenientes del derecho romano, y que consistió en establecer por vía del Congreso (consagrando y desarrollando prácticas anteriores) la acción legal por prescripción adquisitiva de inmuebles, que como vimos, hubiera sido imposible en el esquema clásico heredado del Corpus Iuris Civilis. Tal novedad legislativa (aunque no jurisprudencial porque venía admitiéndose desde largo tiempo informaciones sumarias para acreditar la prescripción, si bien no gozaran siempre de crédito (v. Lafaille Tratado de los Derechos Reales, V. I Pag. 606 y sigs.) sancionada por la ley 14.159, con las reformas del decreto ley 5756/58, plantea nuevos problemas, y uno de ellos estriba en que, al romper los moldes tradicionales expuestos se crean lagunas que resulta necesario colmar. Una de esas lagunas consiste, precisamente, en saber qué hacer con el tiempo de posesión transcurrido inter moras del litigio abierto con el ejercicio de la acción establecida por el art. 24 de la ley 14.159. Mi respuesta se inspira en una nota que Accarias coloca con el número 3 en la página 588 de la obra y volumen indicados más arriba. Allí se ocupa de dos textos romanos no pertenecientes al Digesto sino uno al Código (Libro VII, Título 40, de Decennali exceptione, Ley 3, parágrafo 1) y otro a las Novelas (Constitución CXV,Capítulo VII), que se mencionan a veces para sostener -contra las autoridades citadas supra- que en el derecho romano la prescripción no habría corrido inter moras litis. Y expresa Accarias que tales textos están lejos de ser precisos, y se pueden entender en el sentido de que el poseedor, una vez perseguido judicialmente, no tiene beneficio que extraer de la usucapión susceptible de cumplirse durante el juicio, pues si fuera condenado, habría de restituir el bien. Y esto ocurre, al fin y al cabo, en nuestro derecho civil tradicional, porque el Código, después de consagrar en el art. 3986 el carácter interruptivo de la demanda contra el poseedor, expresa en el siguiente artículo 3987 que "La interrupción de la prescripción, causada por la demanda, se tendrá por no sucedida, si el demandante desiste de ella, o si ha tenido lugar la deserción de la instancia, según las disposiciones del Código de Procedimiento; o si el demandado es absuelto definitivamente". Y, para completar el pensamiento de Vélez, éste, en la nota conjunta a los artículos 3991, 3992 y 3993 dice que "la interrupción es una especie de ficción respecto de la posesión, que en realidad no impide su continuación". En suma, la posesión continúa inter moras litis, pero trataré de fundar por qué no es útil para adquirir por prescripción. Y que esto, que vale para el caso de la demanda interruptiva, debe valer también para la nueva acción destinada a reclamar el reconocimiento de la prescripción adquisitiva de inmuebles. XXXVI. El distingo entre las posesiones útiles para adquirir por prescripción y las que no son, fue formulada por Pothier en un apotegma que recogió el Código Napoleón (art. 2229) y que, si bien no aparece en el texto del Código Civil Argentino, Vélez Sárfieldse encargo de reproducir en la nota al art. 4016. El locus de Pothier se refiere a las cualidades que debe tener la posesión de buena fe para operar la prescripción "La possession, pour opérer la prescription, et faireacquérir au possesseur le domaine de propiété de la chose qu'il a possédée pendant le temps réglé par la loi, doit ètre une possessión civile et de bonne foi, qui procède d'un juste titre, qui a été publique, paisible, et non interrompue" (Traité de la Possession, cit., pág. 327, nº 26). [Traducción: "Pothier: La posesión, para operar al poseedor el dominio en propiedadde la cosa que ha poseído durante el tiempo reglado porla ley, debe ser una posesión civil y de buena fe que proceda de un justo título, que haya sido pública, pacífica y no interrumpida] Esto requisitos, enseña Pothier, rigen también, mutatis mutandis, para la prescripción de treinta años (ibídem, pág.- 378) El Código Napoleón, expresándose en forma abarcadora de los dos casos de precripción, expresa "Pour pouvoir prescrire, il faut une possession continue et non interrompue, paisible, publique, non équivoque, et à titre de propriétaire"(art. 2229). [Traducción: "Napoleón: para poder prescribir es necesaria una posesión continua y no interrumpida, pacífica, pública, no equívoca y a título de propietario"] A su vez, los adaptadores del Droit Civil Francais de Zacharie, G. Massé y Ch. Vergé, ponen al parágrafo 853, pág. 317 del Tomo 5º (París 1860), la nota nº 2 siguiente: "Il résulte de ce qui précède:1º que celui qui a une possession paisible, publique, continue, et à titre de propiétaire pendant trente ans, n'a rien à prouver de plus pour user du bénéfice de l'usucapion; 2º que celui qui vent usucaper par trente ans n'ayant pas à produire de titre, comme il le devrait s'il prétendait l'usucapion par dix ans, n'à pas, à plus forteraison, à redouter les exceptions que l'on élèverait contre les vices de son titre s'il an avait un, à l'exception toutefois du vice de précarite; 3º que la bonne foi qui est exigée pour l'usucapion par dix ans ne l'est pas pour l'usucapion par trente ans" Esta nota es reproducida por Vélez, que cita el parágrafo 853 de Zacharie. El codificador argentino, en efecto, dice: "Resulta de lo que precede: 1º Que el que tiene durante treinta años una posesión pacífica, pública y continua, y la conserva sólo en su interés propio, no tiene ya cosa alguna que probar para usar del beneficio de la prescripción ; 2º Que el que quiere prescribir por treinta años no tiene que alegar título alguno, y con más razón no tiene que temer las excepciones que se alegaren contra los vicios de su título, con excepción del vicio de precario; 3º Que la buena fe exigida para la prescripción de diez años, no lo es para la prescripción de treinta años" (nota al art. 4016 C.C.) Ahora bien, posesión pacífica no quiere decir solamente que esté adquirida sin violencia o con violencia ya purgada. Respecto de la posesión apta para adquirir hay algo más que, como vimos arriba, expresa Pothier (punto XXXI), cuando explica que el fundamento del carácter interruptivo de la demanda se encuentra en que la posesión deber ser sin inquietación. Esto lo repite, citando a la costumbre de París (art. 115) para la prescripción treintañal (Traité de la Prescription, pág. 374, nº 162). Tengamos también en cuenta que el verbo inquietar, del cual proviene el tanto castizo como francés término "inquietación", en cuanto expresión jurídica significa, para el diccionario académico: "Intentar despojar a uno de la quieta y pacífica posesión de una cosa, o perturbarle en ella. La sentencia de la Suprema Corte provincial que comentamos viene a exigir, en cambio, para que la posesión inter moras litis se vuelva inútil para prescribir, la parte adversaria esgrima pretensiones para despojar de la posesión a quien la detenta, pero olvida que la inquietación significa perturbarla. Diríamos, pues, que sin inquietación se encuentra la posesión no negada por quien alegue derecho a hacerlo, pero que la respuesta negatoria a la acción tendiente a adquirir por prescripción sí perturba, sí inquieta la posesión y la hace inútil para adquirir. Mucho más, hemos de agregar, frente a las particulares características de este frondoso proceso, en el cual se han acumulado tenaces negativas del Estado propietario a reconocer el derecho invocado por la actora, con argumentos no desprovistos de peso, habiéndose, además, arrastrado por años la incertidumbre sobre el real y preciso objeto de la pretensión de C., en parte por su propia falta de claridad, en otra, por la vaguedad o error de los dictámenes periciales y lo informes de oficinas públicas. Con las razones expuestas creo, pues, que se justifica concluir que la única posesión capaz de beneficiar al actor para adquirir el dominio que reclama es aquella cumplida cuando fue iniciada la demanda. La posesión de C. XXXVII. Para mensurar el tiempo de posesión de C. sobre el terreno que pretende, cabe, en primer lugar, tener en cuenta su posesión actual, comprobada por el reconocimiento judicial que realizamos el doctor Frondizi y el suscripto, en el que consta el cerramiento con paredes de dicha fracción y las distintas obras de albañilería que allí se encuentran (curiosamente el reconocimiento practicado por el doctor Adamo a fs. 252, con la asistencia del entonces secretario doctor Ernesto Zaro, y la presencia del señor Fiscal Daneri no contiene descripción alguna de las particularidades observables en la fracción inspeccionada). Las comprobaciones que efectuamos mi colega y yo se corresponden con las realizadas por el perito , Ing. V. B. a fs. 222. Allí, en mayo de 1979, acredita la existencia de los cercados de la fracción cuando aún eran de alambre (reemplazados después por mampostería, como aparece en el reconocimiento del doctor Frondizi y el suscripto y también en la audiencia de fs. 632/633. Asimismo, se hallaba ya la cisterna que encontramos allí los integrantes de esta Sala, y el cobertizo del lado Oeste, después transformado en el depósito que vimos (v. manifestaciones de C. en la citada audienciade fs. 632/633) y en el reconocimiento de fs. 658/659 vta.). Asímismo, V. B. atestiguó la existencia (en 1979) de tres árboles frutales (un pomelo, un limonero y un ciruelo) "cuyos troncos tienen diámetros de más de veinte años de vida". Según Civallero (audiencia de fs. 632/633), los árboles fueron cortados aproximadamente diez años antes de esa audiencia, por haberse infectado. XXXVIII. En cuanto a actos posesorios anteriores, C. efectuó en la audiencia recién mencionada una reseña, en la cual indica que cuando tomó posesión de su casa, en 1954, su antecesor en el dominio, el señor G. P., le indicó que podría usar el terreno comprendido entre el cerco de la casa recién adquirida y el alambrado de la quinta del Ferrocarril, el cual daba para la puerta existente en el primero de dichos cercos (acerca de estos cerramientos nos hemos ocupado supra, sub XV). También expresó C. en el reconocimiento de fs. 658/659 vta. que el terreno al que accedió tenía el pasto cortado y era utilizado por G. P. con finalidades de recreo. En la audiencia tantas veces citada de fs. 632/633 manifiesta C. que comenzó a usar el terreno, entre los años 1954 a 1955 dándole algunos cuidados como cortar el pasto, limpiarlo y después plantar un jardín y un cultivo de tomates que la señora de C., también presente en dicha audiencia, hizo remontar a cuarenta años atrás de ese momento, o sea a 1959. C. expresó también que colocó una parra en los años sesenta, que después quitó porque atraía a las ratas que venían del ferrocarril, levantando en el lugar un quincho (debió ser el cobertizo que vio V. B.), después reemplazado con el depósito o galpón actual y en la misma década colocaron la cisterna disimulada con un falso aljibe que vimos nuestro colega y yo. Nos queda por recordar que, como lo explicó C. en la audiencia de marras, los árboles cortados fueron reemplazados por paltas, un duraznero salvaje y una palmera, mientras otra palmera que había crecido desmedidamente fue retirada. La existencia de estas obras, plantaciones y mejoras, desde considerable tiempo atrás, está corroborada por todos los testimonios prestados a fs. 173/174, de los cuales nos ocupamos con algún detalle más abajo. Y estas circunstancias tampoco se hallan cuestionadas por los representantes del Estado que como ya señalamos, niegan en cambio, que, al iniciarse el litigio se hubiere cumplido ya el plazo de veinte años de posesión requerido por el art. 4016 C.C.. Más aún, la parte demandada parece admitir que la escritura traslativa de dominio de G. P. a C. indica el punto de partida del curso prescriptivo (véase el segundo párrafo de fs. 524 de la expresión de agravios obrante de fs. 515 a 525 vta.). Dicha escritura lleva fecha 13 de marzo de 1956 (fs. 595/632 vta.). De todos modos, dicha escritura no se refiere sino a la propiedad y posesión de las fracciones que ahora, siguiendo a S. T., nombrados como 55 y 55b y no a la que está en juego, o sea, la 25d en la nomenclatura que proponemos se apruebe. Si el representante del Estado Nacional vincula la fecha de escrituración a la de una posible toma de posesión del terreno sub 25d, ello se explica porque, como lo encuentro expresado en párrafos de una sentencia transcriptos en el trabajo de José Levitán "Prescripción adquisitiva de dominio", Bs. As., 1971, pág 118/119 (el autor sólo nos proporciona la carátula de dos causas "Arboleya de Martínez c/Muiños" y "Tortorello c/De Bonis", indicando que se trata de un voto del doctor Bravo Almonacid), la posesión con título de un terreno aledaño al que se pretende usucapir "es indicio de las circunstancias de tiempo y lugar que han dado ocasión a la posesión. Es posible que el vecino se apropie de la tierra contigua, que vea totalmente abandonada". Mas, como vimos, mientras la escritura de trasmisión de dominio de C. lleva fecha 13 de marzo de 1956, la acción fue entablada el 26 de septiembre de 1974 (fs. 44/48), esto es, cuando habían pasado dieciocho años y seis meses del momento en que la demandada parece considerar plausible que C. realizase actos de posesión en el lota 25d, o sea que el accionar judicial de C. fue prematuro. XXXIX. Contra esta conclusión, la parte demandante afirma en el libelo que poco después de la firma del boleto de compraventa, fechado el 13 de julio de 1954, adquirió la posesión de su nueva casa, "entrando a ocupar de inmediato el lote de los fondos tal como lo había dejado el anterior propietario", afirmación detallada por C. en persona y su cónyuge en la audiencia de fs. 632/633 y el reconocimiento de fs. 658/659 vta., en términos que hemos vertido supra. Descartemos, de entre los elementos que podrían corroborar las afirmaciones recién aludidas de C. sobre el inicio de su posesión sobre el fragmento 25d, recibos de impuestos y tasas que aparecen a fs. 28/29, 29, 40 y 41 y que van desde 1968 a 1973. Estos instrumentos han sido desmenuzados en la expresión de agravios del Fisco (fs. 518/519 vta.) Se refieren todos al inmueble adquirido por la escritura del 13 de marzo de 1956, y cuyo número de partida al pago del impuesto territorial es 107 359, y las veces en que se indica la superficie, ésta es la que corresponde a los dos fragmentos descriptos en la escritura de dominio. También la condonación del impuesto inmobiliario por los años 1956, 1957 y 1958 se refiere al terreno y casa escriturados. Y es lógico que C. no pagase impuestos por el terreno perteneciente a la fracción del terreno 25b que ocupaba, pues éste último es de enormes proporciones frente al pequeño espacio objeto de posesión, y, según lo informado por la Municipalidad de Lomas de Zamora a fs. 109, la supuesta parcela 55b del plano del año 1973 no lindando con calle pública, no se encuentra afectada por el pago de tasas y tributos municipales. XL. En cuanto a los testigos propuestos por la actora y que declaran de fs. 173 a 174, es cierto, tal como lo sostiene el representante fiscal, que ninguno de ellos proporciona datos conforme con los cuales la posesión de C. se hubiese iniciado en el año 1954. En efecto, el primero de ellos, A. L. C., de 39 años de edad, afirmó poder dar fe de la ocupación por Civallero desde el año 1971, cuando fue a vivir a la zona, aunque entiende que era anterior por existir edificación y árboles en el lugar. L. I. O., quien vive muy cerca de la casa de C. en la misma calle ..., aseveró que la fracción mencionada la ocupa la familia C. en carácter de dueños desde hace veintidós años, aunque añade que las mejoras existen desde hace unos quince años. Aquí puede estar refiriéndose a la construcción del quincho y la cisterna, pero teniendo en cuenta que la declaración se efectúa en julio de 1978, los veintidós años llevan a 1956, tiempo de la escrituración. E. S. repite que la ocupación data de veintidós años atrás y que las mejoras como el galpón quincho y aljibe tienen entre diez y cinco años desde el momento de su deposición. Por último, D. R.asigna a la ocupación más de veinte años y asigna a las mejoras de albañilería una antigüedad de más de quince años. Estos testimonios fueron objetados por el representante del Fisco a raíz de que a los testigos O. S. y R. no se les preguntó por su edad, dato necesario para establecer la verosimilitud de sus declaraciones en orden a los tiempos que indican. De todos modos, la Sala, a mi pedido (fs. 541 y 544) solicitó al Registro Nacional de las personas la fecha de nacimiento de las nombradas, resultando que O. nació el 7 de junio de 1913 y R.el 31 de marzo de 1934, lo que disipa respecto de ellos la duda del Ministerio Público, no así en cuanto a S., nacida el 15 de enero de 1949. Más allá de estas cuestiones, el carácter estereotipado de los testimonios, como carentes de cualquier detalle, poco añade al plexo probatorio que nos interesa. XLI. Desde mi punto de vista, mucho más confiable son las manifestaciones de C. relatadas algo más arriba que describen paso a paso y con lujo de detalles la evolución del uso y aprovechamiento que hizo del terreno que pretende usucapir, destacando que el inicio de sus cuidados tuvo lugar entre 1954 y 1955, o sea, contemporáneamente o de modo inmediato sucesivo a su instalación en la nueva morada en que continuó, en los principios, el uso que le daba su antecesor G. P.. Estas afirmaciones de C., en su conjunto, tienen corroboraciones en la existencia real y actual de las mejoras, en las comprobaciones de los peritos, de los propios jueces de este Tribunal y, en cuanto hace al período más remoto, o sea 1954-1956, la antigüedad observable del cerco de la quinta del ferrocarril que V. B. atribuye a los primeros años del siglo XX, que aún fragmentariamente subsiste, en que hace hincapié C., narrando incluso la cordial relación vecinal que sostuvo con los cuidadores de la quinta, son indicios que en su conjunto militan a favor de la credibilidad del actor. Sin embargo, éste no ha explicado un punto que, en la tarea que estoy cumpliendo de explorar los laberintos de este proceso, creo que, de no ser por las otras tantas complejidades que se tató de aclarar, hubiera merecido más atención. La cuestión que se me aparece versa sobre como pudo ser que G. P. con el sólo boleto de compraventa y el pago del diez por ciento del precio total pusiera casi de inmediato en posesión a Civallero para escriturar, dos años después, percibiendo sólo entonces el noventa por ciento restante. Quizá existan explicaciones simples como que C. obtuvo de alguna forma alguna suma significativa de dinero, o ya la poseía o ya la tenía, pero no estuvo, evidentemente en condiciones de escriturar hasta 1956, porque no hubiera obtenido el préstamo hipotecario para la adquisición de vivienda del Instituto Nacional de Previsión Social que está ampliamente documentado en al causa (fs. 30). En todo caso, no cabe negar la rotunda nuncupatio de G. P. en al escritura traslativa de dominio acerca de "que ya le ha dado la posesión antes de ahora" (fs. 598, supra). De modo que me inclino a dar valor a lo afirmado por C. acerca del inicio de su posesión a medidos de 1954. XLII. Aún si ello no fuera así, en alguna fecha posterior al año 1954 y anterior a la escrituración de 1956 C. pudo continuar la posesión de su antecesor, G. P., invocada en la demanda. Desde luego, sobre el hecho material de tal posesión hemos de remitirnos a los dichos del mismo C., corroborados por la existencia antigua de los cercos, no sólo de la quinta, sino de los laterales, uno de los que todavía encuentra en su primera pericia el ingeniero V. B.. Y la invocada posesión del antecesor realizada en la demanda (fs. 45 vta. punto IV) no ha sido en absoluto negada por la representante del fisco. No se me escapa que los actos posesorios de G. P. que menciona C. son, por así decirlo, de baja intensidad. Tener una puerta en el cerco de su propiedad para acceder al terreno al Sur, mantener el pasto cortado, usarlo para recreo y decirle a Civallero que él también podía usarlo, distan del uso intensivo que poco a poco fue dándole C. al terreno, pero también es muy amplio el concepto de actos posesorios que nos da el artículo 2384 del C.C.: "Son actos posesorios de cosas inmuebles: su cultura, percepción de frutos, su deslinde, la construcción o reparación que en ella se haga, y en general, su ocupación de cualquier modo que se tenga, bastando hacerla en alguna de sus partes". Y no olvidemos que esta norma está tomada del art. 3821 del Esbozo de Freitas que dice :"Son actos posesorios, tratándose de inmuebles: su cultura, comienzo de ella, percepción de frutos o corte de maderas; su deslinde, o cerco; cualquiera edificación, construcción o reparación que en ellos se haga, bastando hasta el acto de entrar en ellos o en alguna de sus partes"(ver A. T. de Freitas, Código Civil, obra fundamental del Código Civil argentino, traducción castellana, Buenos Aires, García Santos y Roldán, 1909, T. 2, pág. 422 y Fernando Legón, Tratado de los derechos reales, Buenos Aires, 1941, T. 3, pag. 127). Fundamentos de la accesión de posesiones XLIII. Tenemos, por lo tanto, que el demandante ha señalado que el anterior propietario también ejerció actos de posesión sobre el terreno litigioso y, como hemos visto, existen suficientes indicios como para tener por buena esa afirmación. Ahora bien, considero que, en tales circunstancias, las dos posesiones ilegítimas de mala fe (entiéndase que utilizo estos términos en su sentido técnico y sin ninguna intención de menoscabo, o sea, la del autor y del sucesor a título singular pueden unirse conforme lo dispuesto por el artículo 4005 del Código Civil. En general, la literatura civilista admite sin ambages la unión, a los efectos prescriptivos, de dos posesiones carentes de buena fe, pero, sin embargo, considera que la norma recién invocada sólo se refiere a la posibilidad de unir períodos de posesión de buena fe, de manera que no se comprende por qué el beneficio de accesión de posesiones se admite sin una norma de la cual pueda deducirse. Por el contrario, pienso que el art. 4005 C.C. abarca tanto los casos de accesión de posesiones de buena fe, que permiten la prescripción decenal, como los casos de mala fe encuadrables en la antigua posesión treintañal, hoy veinteañal después de la reforma de 1968. La fundamentación de lo dicho es compleja y para ello me remito al excursus que ahora intercalo. Excurso sobre la Accesión de posesiones Comenzaré por dar la versión del art. 4005 que, a mi juicio, surge de las fuentes del mismo que cita Vélez en la nota respectiva y del contexto de los preceptos concordantes del Código Civil. Conviene para la comprensión del tema tener a la vista los arts. 4004 del C.C. en su forma original que no difiere de la introducida por la reforma de 1968, sino en el plazo y el texto del 4005 que es el original de Vélez. Ambas normas significan una toma de posición respecto de problemas que surgidos en el derecho medieval y en el de la Francia prerevolucionaria a partir de la interpretación de pasajes del Corpus Iuris justinianeo sobre la accesión de períodos de posesión a los fines de prescribir. Ya en el Derecho Romano se formulaba al respecto un distingo básico entre el sucesor a título universal y el de título particular. El primero era un continuador total de la persona del de Cujus (ver nota de Vélez) y, por lo tanto, permanecía en el estado de posesión en que hubiese estado su causante. De manera que si éste era de buena fe, la mala fe del heredero no impedía la prescripción por diez o veinte años (recuérdese que la diferencia de tiempos obedecía a si se trataba de prescripción de personas que habitaban la misma o distintas provincias, diferenciación suprimida por la reforma de 1968). A su vez, la buena fe del heredero no lo autorizaba para poder unir el tiempo de prescripción suya de buena fe a la del sucesor de mala fe. Tratemos de ser más concretos: el terreno X fue poseído de buena fe durante cinco años por Ticio, quien nunca había advertido los defectos del título de adquisición de propiedad. Fallecido Ticio lo sucede como heredero universal Cayo, quien ya en vida de Ticio sabía perfectamente la deficiencia de su título. Sin embargo, Cayo podrá precribir con la prescripción de diez años. Pasemos hora al caso opuesto, en el que Ticio posee por cinco años el terreno x consciente de los defectos de su título, desconocidos en cambio por Cayo su heredero. Pasados cinco años, Ticio muere y Cayo lo sucede, pero su buena fe no le servirá para prescribir y deberá esperar a los veinte años de al prescripción de mala fe. O sea que, por virtud la ficción de acuerdo con la cual se identifica la persona del de cujus y del heredero, se produce el paradojal resultado de que el heredero de mala fe respecto de la situación posesoria de un bien en particular se encuentre en mejor situación que el de buena fe. El art. 4005 C.C. tiene el sentido de indicar que las reglas de la sucesión universal que acabamos de enunciar en la accesión de posesiones para prescribir no se aplica al caso de la sucesión a título particular y Vélez da la razón de ello en el último párrafo de la nota a ese artículo, cuando dice que "Los sucesores particulares, sean a título oneroso o lucrativo, no continúan la posesión de su autor: no hay identidad jurídica en las personas: no representan a su autor : no suceden en sus obligaciones . El autor del sucesor puede tener una condición totalmente diferente, que impida unir la posesión del uno a la del otro. Hay dos posesiones distintas, que en ciertos casos tienen la facultad de unirse para cumplir el tiempo requerido por la prescripción". Mas de acuerdo con esta idea rectora nunca podría darse accesión de períodos posesorios fundados en un título particular, toda vez que, así como en la sucesión a título universal existe perfecta continuidad entre el autor y el sucesor, en la particular existe perfecta discontinuidad. Entonces, la unión de posesiones para prescribir en caso de que se las reciba a título particular es un beneficio acordado por la ley, como excepción al principio de la discontinuidad o, como también dicen los autores franceses, de la distinción entre autores y sucesores a título particular. Pero las excepciones al principio de la distinción están formuladas de manera muy casuística y ambigua reflejando añejas discusiones en torno a textos del Corpus Iuris Civilis sobre todo de Ulpiano y Paulo. Con todo, cabe de alguna manera sintetizar el tema, diciendo que el sucesor particular de buena fe puede ya prescribir por sí solo con la prescripción decenal desde el momento que entre en posesión o juntar su tiempo de posesión de buena fe con la del autor de mala fe para la prescripción veinteañal -antes treintañal- según más le convenga. En cambio, si el sucesor particular es de mala fe no puede unir su tiempo de posesión de mala fe al de buena fe de su autor sino para la prescripción veinteañal (antes treintañal). Y también dos posesiones de mala fe pueden unirse para la prescripción más larga. Ejemplificando: Ticio adquirió un inmueble con un defecto en el título del que era conciente y así poseyó por quince años, momento en que vende el bien a Cayo que ignora el defecto. Cayo une después cinco años de buena fe a los quince de mala fe, lo cual le conviene más que esperar todavía cinco años sólo sobre la base de su título de poseedor de buena fe. Si, en cambio, Ticio ha poseído de buena fe por ocho años y luego vende el bien a Cayo, que es consciente del defecto del título Cayo no puede unir dos años de posesión suya de mala fe a los ocho años de buena fe de Ticio y debe esperar hasta que pasen doce años de posesión propia. Finalmente, si tanto Ticio como Cayo han estado en conocimiento del defecto puede unirse sus posesiones de mala fe para la prescripción veinteañal (antes treintañal). Para entender mejor lo expuesto es preciso tener en cuenta, primero, que, naturalmente, cuando el autor particular ya cumplió la prescripción de diez años o de veinte en el sentido actual que reemplaza la de treinta, según sea de mala o buena fe, ya nada interesa la buena o mala fe del sucesor a título particular. En segundo término, debemos abordar otra cuestión, mucho más importante, que es un prolegómeno necesario para estasblecer el sentido del art. 4005 C.C., de acuerdo con la fuentes citadas por Vélez, y en especial, de la última oración de dicho artículo que resulta determinante para comprender el significado del conjunto. Esta cuestión se vincula a las consecuencias extraíbles del art. 4008 del C.C. con el cual concuerda también el art. 2358 y su nota y que consagran el principio del derecho romano de acuerdo con el que basta que la posesión con la que se prescribe comience de buena fe para que la conciencia posterior del defecto, o sea la mala fe, no tenga relevancia. Recordemos que esta regla del derecho romano había sido suplantada en el derecho canónico por otra conforme con la cual la buena fe debía ser continua durante todo el tiempo de la posesión, reglas canónica que, según destaca Pothier, fue seguida por el antiguo derecho francés. Empero, el Código Napoleón volvió al criterio del derecho romano sancionándolo mediante el art. 2269, según el cual "Il suffit que la bonne foi ait existé au moment de l'acquisition". Este importante cambio de orientación produjo una polémica en la literatura jurídica francesa que se refleja, en el art. 4005 de nuestro Código, en el que Vélez adopta la posición que en dicha polémica tuvieron Duranton y Marcadé (Vélez no menciona que el punto de vista criticado por esos autores era el de Troplong y que el primer crítico había sido Del vin court). Bien, lo que hizo Troplong fue sacar consecuencias del art. 2269 citado para interpretar el art. 2235 sobre la accesión de posesiones (evidentemente Vélez tuvo esas normas en mente para redactar el art. 4005, pues la menciona en la nota junto con parte de las fuentes romanas en torno a las cuales siempre se discutió la temática de la accesión) El artículo 2235 que mencionamos se ocupa del tema de la accesión en términos generales y dice así: "Pour compléter la prescription, on peut joindre à sa possession celle de son Auteur, de quelque manière quón lui ait succédé, soit à titre universel ou particulier, soit à titre lucratif ou onéreux".Adevertiremos que esta norma no hace distinciones entre posesión de buena fe o de mala fe que, en cambio, están mencionadas en los artículos 2265 y 2268 del Código Napoleón. La primera es requisito para la prescripción de diez a veinte años y la segunda para la de treinta años. Ahora bien, Troplong tiene en cuenta que, al menos en el derecho romano justineaneo, no se admitía el tiempo de posesión de distintos sujetos en los casos de sucesión a título particular a los fines de la prescripción decenal o veinteañal cuando no fueran de buena fe, de modo que, por ejemplo, si el vendedor poseía de buena fe y el comprador no la tenía, éste no estaba autorizado a completar la posesión de buena fe de su autor. Troplong, por el contrario, consideraba que si la buena fe inicial bastaba para cubrir la mala fe posterior de un primer poseedor, la mala fe del siguiente poseedor no podía destruir el efecto de la buena fe inicial (ver del autor citado "Le Droit Civil -De La Prescription", París, Charles Hingray, Librarie-Éditeur, Tome Premier, pág. 561 y sigs., en especial 566, 567 y 568). Uno de los primeros comentaristas del Código Napoleón, Del vin court, se pronunció contra la opinión de Troplong (Ver "Répertoire Dalloz, París 1856, Tomo 36, pag 147 y 1148 nº 384). Marcadé, a quien cita como fuente Vélez en la nota del art. 4005, siguió la opinión de Del vin court sosteniendo que el criterio que abandonaba Troplong era el del derecho romano y del antiguo derecho francés, y que nada indicaba que hubiese sido intención de los autores del Código Napoleón suprimir esas reglas. Creo, por mi parte, que tanto en Del vin court como en Marcadé aparece una resistencia a extender la ficción de la buena fe con tal que exista al principio, que era propia de la derecho romano, pero ajena a la tradición del derecho francés. De todos modos, está claro que Vélez tomó posición decididamente, a favor del criterio que defendía Marcadé y que ha quedado consagrado en la literatura francesa como se advierte leyendo el parág. 351 del volumen pertinente del tratado de Baudry Lacantinerie - Albert Tissier "Théorique et Pratique de Droit Civil - De la Prescription", París 1905, de la Société du Recueil J.-B.Sirey, et du Journal Du Palais, Larose & L. Tenin, Tomo XXVIII) Vemos, entonces que el objeto del artículo 4005 C.C. es consagrar el principio de la accesión de posesiones para poseedores a título particular con la limitación de que la buena fe inicial del primer poseedor no puede ser aprovechada para la prescripción decenal por el o los siguientes poseedores de mala fe. Pero el artículo no está limitado a la accesión de las posesiones de buena fe, sino también abarca las de mala fe para la prescripción larga. No obstante ello, la mayoría de nuestros civilistas entienden, como anticipamos, que el artículo 4005, tal como está escrito, se refiere sólo a poseedores de buena fe. Esta manera de comprender el artículo surge de la lectura que se hace de la última oración del art. 4005 del C.C. ("Puede unir su posesión a la de su autor, si las dos posesiones son legales") en el sentido de que las posesiones legales quieren decir posesiones de buena fe. Con el propósito de revisar nuestra literatura me parece que conviene partir del comentario de Segovia dada su antigüedad y preocupación por las fuentes del Código argentino. La obra de Segovia es seminal y en ella, acerca del punto que consideramos, aparecen criterios difíciles de conciliar. Por una parte, la expresión "si las dos posesiones son legales" equivale para Segovia a " si las dos posesiones son de buena fe" (ver Código Civil de la República Argentina, tomo 2do. Bs. As. 1921, pág. 723, no ta 127). Sin embargo, en la nota 28, del mismo tomo, pág. 22, se preocupa al tratar las clasificaciones de las posesiones, de recordar que "La posesión es legítima o ilegítima (art. 2357). La ilegítima puede ser de buena o mala fe (art. 2358) ; y la de mala fe es simplemente tal ó se halla caracterizada por un vicio (viciosa ó injusta). Se llama justa o legal a la exenta de vicio: Maynz, parág. 100 n°11 (parág. 83, 4 edición) Aubry y Rau, Parág. 177 nota 7°. Vé el artículo 4007 inciso 3º" Maynz sólo se ocupa del tema de la posesión justa pero Aubry y Rau, en la nota que cita Segovia (Cours de Droit Civil Francais" París, 1869, pág 78/79, dicen con toda precisión que los jurisconsultos romanos llamaron justa a la posesión exenta de los vicios de precariedad, de clandestinidad y de violencia, e injusta a la que estaba afectada por uno u otro de esos vicios (L. 1, parág.9, et L. 2, D. Uti Poss. (43,17)). Los redactores del Código Napoleón se sirvieron de los términos posesión legal para traducir la idea que se expresaba en derecho romano por las palabras possessio iusta. Complementando esta observación, los mismos autores, en el tomo 5, París 1872, pág. 298, comentan el citado artículo 1402 que habla de la propiedad o posesión legal de uno de los esposos antes del matrimonio, diciendo que es una posesión adecuada para servir de fundamento a la usucapión y en la nota 51 añaden que es una posesión de esta naturleza la que los redactores del Código Napoleón han entendido designar por los términos posesión legal. Y no sólo eso, sino que en el parágrafo 217 del citado tomo 2, pag 372, inician el parágrafo diciendo "la posesión legal, esto es aquella que está exenta de precariedad, de clandestinidad y de violencia es la sola que puede, en los términos del art. 2229, servir de fundamento a la usucapión...". Evidentemente Segovia efectuaba, pues, una lectura indebida del final del artículo 4005 de nuestro Código Civil, que, además, gramaticalmente no es sostenible. En ese sentido observemos que el sujeto de la oración "Puede unir su posesión a la de su autor, si las dos posesiones son legales", es el sucesor particular de mala fe, de forma que el artículo dice que el sucesor particular de mala fe puede unir su posesión a la de su autor si las dos posesiones son legales o sea no viciadas por violencia, clandestinidad o precariedad, para someterse a la prescripción larga, mientras que para la corta, ambas posesiones deben ser, sí, de buena fe. Esto lo corrobora plenamente tanto Duranton -Tomo 21 n° 240 y sigs.- como Zacharie -parág. 854, nota 18, pág. 321- que junto con Aubry y Rau, Marcadé y Vazeille son los autores citados por Vélez en la nota del art. 4005 del C.C..Notablemente Segovia en la nota 126 de la misma página 723 del Tomo 2 citado, fundándose en Duranton y en la nota 18 de Zacharie, así como en Marcadé y Maynz, muy bien sintetiza el sentido del artículo de marras:"...la buena fe del autor no aprovecha al sucesor particular, ni su mala fe le perjudica para la prescripción ordinaria de diez a veinte años; pero puede unir ambas posesiones, si son de buena fe, y para la prescripción treintenaria, si son no viciosas...". Pero, entonces, Segovia debería renunciar a su lectura identificatoria de "posesión legal"in fine del art. 4005 con posesión de "buena fe", y reemplazarlo por la correcta de "posesión legal"="posesión incluso de mala fe no afectada por los vicios de violencia, clandestinidad o precariedad" que menciona en la nota 28 de la pág. 22, tomo 2 de su comentario, que antes citamos. Hemos de decir que la posición, sobre nuestra temática, de los comentaristas posteriores, Llerena y Machado es confusa. El segundo sostiene rotundamente que las posesiones legales son lo mismo que las posesiones de buena fe y que el art. 4005 sólo se refiere a las posesiones de buena fe. Por otro lado sostiene que "no se debe buscar texto legal que autorice la unión de dos posesiones viciosas, porque en estos casos la acción sólo encuentra obstáculo en la prohibición; así es que si no existe una disposición que impida esta unión, el individuo puede ejecutarla" (Exposición y Comentario del Código Civil Argentino, Tomo XI, Bs As. 1903, pág. 204/205). Ocurre que Machado no establece una neta distinción entre la posesión sólo defectuosa por la mala fe (que, en sí, es un fenómeno cognitivo) de los vicios, propiamente dichos, de la posesión, pese a que esos distingos están terminantemente establecidos en los arts. 2356 y 2364 del Código Civil. A la vez, advierte, con razón, el vínculo que existe entre el art. 4005 y el 2475 del C.C. en cuanto los efectos de la posesión anual del art. 2473, que permite el ejercicio de las acciones posesorias cuando se da ese tiempo, y no autoriza la unión de posesiones viciosas y dice que esta norma sólo juega en el campo de las acciones posesorias. Mas no advierte que el art. 2475 nada tiene que hacer con las situaciones de mala fe como fenómeno cognitivo, pues el art. 2473, en su parte final, expresa que "la buena fe no es requerida para las acciones posesorias". En cuanto a que no exista prohibición de unir las posesiones viciosas en el sentido propio del Código, ello no es exacto, pues el art. 4005, como hemos visto, ciertamente prohíbe unir posesiones ambas viciadas por violencia clandestinidad o precariedad, y no podría ser de otro modo desde que tampoco sirven para sustentar acciones posesorias (Como se ve tanto el art. 4005 in fine como el art. 2475 in fine significan lo mismo : no puede unirse las posesiones viciosas en sentido estricto, pero sí las de mala fe exentas de vicio). [La nota de Vélez al art. 2454 admite que el sucesor singular pueda unir su posesión a una que tenga vicios, lo cual es señalado por Fernando Legón (Tratado de los Derechos Reales, Tomo III, Bs. As. 1941, pag 322, nota 127) como una inconsecuencia de Vélez, aunque es posible que el codificador utilice aquí a la palabra "viciosa" en el sentido que lo usaba Pothier abarcativo también de la mala fe como fenómeno cognitivo] En suma, para Machado, posesión legal es lo mismo que posesión de buena fe, pero ello no impide la unión de posesiones de mala fe que aparece inmersa en el más amplio concepto de posesiones viciosas, lo cual significa utilizar un lenguaje confuso o impreciso. Igualmente poco avenido es el lenguaje de Llerena, para quien las posesiones legales son aquellas de buena fe y con justo título que "en consecuencia no deben ser ni violentas, ni clandestinas, ni precarias"(Llerena Concordancias y Comentarios del Código Civil Argentino, T. X, Bs. As. 1931, pág. 300 n° 5) y aunque Llerena cite una exposición tan diáfana con la de Duranton, parece que lo opuesto de la posesión de buena fe fuera sólo la posesión signada por esos vicios" Tampoco resultó libre de contradicción Salvat (Tratado de Derecho Civil Argentino, Derechos Reales II, Bs. As. 1962, pág. 262, nº 973) cuando identifica "posesión legal" con posesión de buena fe sin perjuicio de considerar posible la accesión de posesiones de buena fe y de mala fe para los casos de prescripción larga en los casos de sucesión a título particular (op. et vol. cit. pág 267, n° 981), sin buscar una base para ello en el texto legislativo, aunque cita abundante jurisprudencia a favor de la solución que expone. Por último, podemos citar a favor del sentido genuino de los términos de "posesión legal" del art. 4005 del C.C. a Lafaille (Derecho Civil, Tomo III, Bs. As. 1943, pág. 217, y Legón, op. cit., págs. 321 a 323) En consecuencia de todo lo expuesto en este excurso, considero, pues, que la unión de posesiones de mala fe no viciosas en el sentido del art. 2364 se admite en los términos del art. 4005 del C.C. Concluyo, pues, en que la no contradicha posesión anterior de G. P. es computable a favor de C., que la invocó en la demanda, y, en consecuencia, doy por probado lo que afirmé al comienzo de este voto, en orden a que C., ya por sí, uniendo su posesión a la que tuvo su antecesor, había cumplido, al instaurar la acción, el plazo de veinte años requerido por el art. 4016 C.C. Corresponde, ahora, resumir en un orden mis conclusiones acerca del caso, exponiéndolo en un orden algo distinto al de su tratamiento, pero adecuado a la forma de la resolución que propondré. En síntesis, he arribado a lo siguiente: a) la representación del Estado, tanto por el apoderado de la empresa Ferrocarriles Argentinos, como por los procuradores fiscales ha sido, en definitiva, legítima (apartados XV, a XXV); b) si bien el Dr. F. C. L. no fue revestido del carácter de apoderado de manera formal y expresa, puede considerarse tal por los motivos que expuse en el apartado XXVI, condicionado a que, para hacer valer sus derechos como tal, obtenga una conformidad expresa de los actores; c) el plano de mensura obrante a fs.198 y otras mencionadas en el apartado VIII, n° 63-259-71, puede considerarse ajustado a los títulos de la empresa ferroviaria para la propiedad de la antigua quinta de Cx y sus linderos (apartados VIII a XIV); d) el croquis y los planos levantados por el Agrimensor S. T., obrantes a fs. 474/476 determinan el objeto de la demanda y deben servir de base para las nuevas registraciones catastrales que se efectuaren (apartados XXIX y XXX); e) como lo sostienen los representantes del Estado Nacional, la posesión continuada durante el transcurso del juicio no es útil para usucapir (apartados XXXI a XXXVI); f) está probada la posesión actual, y también al inicio de la demanda, por parte de C., del terreno que reclama como usucapido (apartados XXXVII y XXXVIII); g) es probable que la ocupación de C. tuviese ya veinte años cuando se inició la demanda (apartados XXXIX a XLII); h) aún de no ser así, la posesión de C. puede unirse a la de su antecesor, G. P., de acuerdo al art. 4005 del código civil a los fines de la prescripción veinteañal (apartado XLIII y Excurso). En consecuencia de las conclusiones que acabo de exponer, propongo al Acuerdo: 1) que se confirme al sentencia recurrida en los términos de la síntesis anterior, declarando que la parcela 25d queda adquirida en virtud de la prescripción veinteañal (art. 4016 C.C.) por H. S. C. y L. M. de C.; 2) una vez que el pronunciamiento pase en autoridad de cosa juzgada deberá inscribirse en el Registro de la Propiedad y la Dirección de Catastro de la Provincia de Buenos Aires; 3) Costas de ambas instancias a la accionada; difiérese la regulación de honorarios hasta tanto se pronuncie el juez de grado al respecto. EL DOCTOR FRONDIZI DIJO: Que adhería al voto del doctor Schiffrin. Con lo que terminó el acto, firmando lo señores jueces intervinientes y el Secretario actuante.Fdo.:Jueces Sala II,Dres.Román Julio Frondizi.Leopoldo H. Schiffrin. Dr. Jorge Latrubesse.Secretario. La Plata, 16 de febrero de 2006. Y VISTA: la causa n° 12.961, caratulado "C. H. y otros c/Estado Nacional (Sec Obras y Transp.) s/Posesión Veinteañal", procedente del Juzgado Federal de Primera Instancia n° 4 de esta ciudad CONSIDERANDO: el resultado del acuerdo que antecede, SE RESUELVE: 1) CONFIRMAR la sentencia recurrida en los términos de la síntesis formulada al final del voto del doctor Schiffrin declarando que la parcela 25d queda adquirida en virtud de la prescripción veinteañal (art. 4016 C.C.) por H. S. C. y L. M. de C.; 2) una vez que el pronunciamiento pase en autoridad de cosa juzgada deberá inscribirse en el Registro de la Propiedad y la Dirección de Catastro de la Provincia de Buenos Aires; 3) Costas de ambas instancias a la accionada; difiérese la regulación de honorarios hasta tanto se pronuncie el juez de grado al respecto. Regístrese, notifíquese y devuélvase.Fdo.Jueces sala Segunda Dres.Román Julio Frondizi.Leopoldo H. Schiffrin. Dr.Jorge Latrubese.Secretario.